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+# Alternativas
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+## Introducción
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+No hay necesidad de una introducción a los siguientes artículos o al autor de los mismos. Sin embargo, si el doctor Illich me ha honrado al invitarme a escribirla y si yo acepté gustoso, la razón en nuestras dos mentes parece ser que esta introducción ofrece una oportunidad que permite clarificar la naturaleza de una actitud y una fe comunes, a pesar del hecho de que algunos de nuestros puntos de vista difieren considerablemente. Incluso algunos de los puntos de vista del propio autor de los artículos no son hoy los mismos que él mantenía cuando los escribió, en diferentes ocasiones y en el curso de los años. Pero él se ha mantenido coherente en lo esencial de su actitud y es esa esencia la que ambos compartimos.
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+No es fácil encontrar una palabra justa que describa esa esencia. ¿Cómo se puede concretar en un concepto una actitud fundamental hacia la vida sin con ello distorsionarla y torcerla? Pero, dado que necesitamos comunicarnos con palabras, el término más adecuado —o, mejor dicho, el menos inadecuado— parece ser “radicalismo humanista”.
+
+¿Qué se quiere decir con radicalismo? ¿Qué es lo que implica _radicalismo humanista_?
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+Por radicalismo no me refiero principalmente a un cierto conjunto de ideas sino más bien a una actitud, a una “manera de ver”, por así decir. Para comenzar, esta manera de ver puede caracterizarse con el lema: _de omnibus_ _dubitandum_; todo debe ser objeto de duda, particularmente los conceptos ideológicos que son virtualmente compartidos por todos y que como consecuencia han asumido el papel de axiomas indudables del sentido común.
+
+En ese sentido, “dudar” no implica un estado psicológico de incapacidad para llegar a decisiones o convicciones, como es el caso de la duda obsesiva, sino la disposición y capacidad para cuestionar críticamente todas las asunciones e instituciones que se han convertido en ídolos, en nombre del sentido común, la lógica y lo que se supone que es “natural”.
+
+Ese cuestionamiento radical sólo es posible si uno no da por sentados los conceptos de su propia sociedad o de todo un periodo histórico —como la cultura occidental desde el Renacimiento— y, más aún, si uno aumenta el alcance de su percepción y se interna en los aspectos de su pensar. Dudar radicalmente es un acto de investigación y descubrimiento; es comenzar a darnos cuenta de que el emperador está desnudo y de que su espléndido atuendo no es más que el producto de nuestra fantasía.
+
+Dudar radicalmente quiere decir cuestionar; no quiere necesariamente decir negar. Es fácil negar simplemente al aseverar lo opuesto de lo que existe; la duda radical es dialéctica en cuanto abarca el proceso del desenvolvimiento de los opuestos y se dirige hacia una nueva síntesis que niega y afirma.
+
+La duda radical es un proceso; un proceso que nos libera del pensamiento idolatrante; un ensanchamiento de la percepción, de la visión creativa e imaginativa de nuestras posibilidades y opciones. La actitud radical no existe en el vacío. No empieza de la nada, sino que comienza en las raíces, y la raíz, como dijo una vez Marx, es el hombre. Pero decir “la raíz es el hombre” no quiere significar un sentido positivista, descriptivo.
+
+Cuando hablamos del hombre no hablamos de él como una cosa sino como un proceso; hablamos de su potencial para desarrollar sus poderes; los poderes de dar mayor intensidad a su ser, mayor armonía, mayor amor, mayor percepción. También hablamos del hombre con un potencial para ser corrupto, con su poder _de_ acción que se transforma en la pasión de poder _sobre_ los demás, con su amor por la vida que degenera en pasión destructora de la vida.
+
+El radicalismo humanista es un cuestionamiento radical guiado por el entendimiento de la dinámica de la naturaleza del hombre y por una preocupación por el crecimiento y pleno desarrollo del hombre. En contraste con el positivismo contemporáneo, el radicalismo humanista no es “objetivo”, si por “objetividad” se entiende teorizar con pasión sin una meta manifiesta que impulse y nutra al proceso del pensamiento. Pero el radicalismo humanista es extremadamente objetivo si por ello se entiende que cada paso en el proceso del pensamiento está basado en evidencias críticamente analizadas y si además se le vincula al examen de las premisas del sentido común. Todo esto significa que el radicalismo humanista cuestiona cualquier idea y cualquier institución con el objeto de saber si ayudan u obstaculizan la capacidad del hombre para vivir en la plenitud y la alegría. Éste no es el lugar para analizar completamente algunos ejemplos del tipo de premisas de sentido común que son cuestionadas por el radicalismo humanista. Ni siquiera es necesario hacerlo, porque los artículos del doctor Illich tratan precisamente acerca de tales ejemplos; como la utilidad de la escuela obligatoria o la función actual del clero. Se podrían agregar muchos ejemplos más, algunos de los cuales están implicados en los artículos del autor. Quiero mencionar sólo unos cuantos: el concepto moderno de “progreso”, que significa el principio del constante aumento de la producción, del consumo, del ahorro de tiempo, de la maximización de la eficiencia y ganancias, del cálculo de todas las actividades económicas sin tomar en cuenta sus efectos sobre la calidad de la vida y el desarrollo del hombre; el dogma de que el aumento del consumo conduce a la felicidad del hombre, de que el manejo de las empresas a gran escala debe ser por necesidad burocrático y alienado; el que el objeto de la vida es tener (y usar), en lugar de ser; el que la razón reside en el intelecto y está divorciada de la vida afectiva; el que lo más nuevo es siempre mejor que lo más viejo; el que el radicalismo es la negación de la tradición; el que lo contrario de “ley y orden” es la falta de estructuras. En pocas palabras, el que las ideas y categorías que han surgido durante el desarrollo de la ciencia moderna y la industrialización son superiores a todas aquellas de culturas anteriores, e indispensables para el progreso de la raza humana.
+
+El radicalismo humanista cuestiona todas estas premisas y no se asusta de llegar a ideas y soluciones que puedan sonar absurdas. Veo el gran valor de los escritos del doctor Illich precisamente en el hecho de que representan el radicalismo humanista en su aspecto más pleno e imaginativo. El autor es un hombre de particular coraje, gran vitalidad, erudición y brillo extraordinarios, y fértil imaginación, y todo su pensamiento está basado en su preocupación por el desarrollo físico, espiritual e intelectual del hombre.
+
+La importancia de su pensamiento, tanto en éste como en sus otros escritos, reside en el hecho de que tienen un efecto liberador sobre la mente; porque muestran posibilidades totalmente nuevas; vitalizan al lector porque abren la puerta que conduce fuera de la cárcel de las ideas hechas rutina, estériles, preconcebidas. A través del impacto creador que comunican —salvo para aquellos que reaccionan con ira hacia tanto sinsentido— estos escritos pueden ayudar a estimular la energía y la esperanza para un nuevo comienzo.
+
+ERICH FROMM
+
+## Prefacio
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+Cada capítulo de este volumen registra un esfuerzo de mi parte por poner en duda la naturaleza de una certidumbre particular. De ahí que cada uno de ellos encare una decepción —la decepción incorporada a una de nuestras instituciones—. Las instituciones crean certezas y, cuando se las toma en serio, las certezas amortecen el corazón y encadenan la imaginación. Confío en que cada una de mis afirmaciones —airada o apasionada, diestra o inocente— provoque también una sonrisa y, con ella, una nueva libertad, aunque sea una libertad que tuvo su precio.
+
+No fue por accidente que la mayoría de estos artículos obtuvo notoriedad al poco tiempo de su publicación original. Cada ensayo fue escrito en un lenguaje distinto, iba dirigido a un diferente grupo de lectores, tenía por intención dar en el blanco de una crisis particular de confianza.
+
+Cada uno de ellos irritó a algunos burócratas consumados en momentos en que se les hacía difícil racionalizar una posición según la cual sólo había que resolver una crisis interna en una situación estable.
+
+De ahí que los ensayos fueran literalmente escritos para una ocasión particular. El paso del tiempo hace necesario precisar algunos detalles ocasionales: las estadísticas, la situación que se discutía —e incluso mi propia actitud— pudieron haber cambiado desde entonces en cuestión de matices o de grados. Pero me he rehusado expresamente a poner al día dichos artículos para presentarlos en este volumen. Creo que deben sostenerse como lo que son, es decir, como puntos de vista sobre un fenómeno particular en su tiempo. El conjunto adolece inevitablemente de algunas repeticiones de ciertos hechos y expresiones que también quedan sin tocar —de haber pensado al escribirlas que algún día reuniría esos textos ocasionales en forma de libro, las habría entonces omitido—.
+
+“La alianza para el progreso de la pobreza” es el texto de un discurso que pronuncié en la Asamblea de la Canadian Foreign Policy Association para subrayar la trivialidad del “Informe Pearson” al Banco Mundial sobre la “Segunda Década del Desarrollo”, y provee un marco para los demás ensayos. “La metamorfosis del clero” es la ponencia con que contribuí en un círculo de teólogos en 1959 y que publiqué en 1967 para enjuiciar la superficialidad de las propuestas de reforma que estaban de moda entre los “católicos de avanzada”. Las reformas que ellos preconizaban no eran lo suficientemente radicales para que valiesen la pena (se limitaban a cambios litúrgicos, al casamiento de los curas, a un clero revolucionario y algunas otras cosas), ni tampoco se arraigaban en opciones tradicionales que me parecían indignas de sacrificar (tales como la valoración del celibato libremente escogido, la estructura episcopal de la Iglesia y la permanencia de la ordenación sacerdotal). Pretendo que sólo la desclericalización de la Iglesia le permitiría aquella renuncia al poder que es la única que puede concederle hablar en nombre de los pobres.
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+“El reverso de la caridad” es un panfleto. Lo hice circular para acabar con el entusiasmo internacional que favorecía el envío de “misioneros” para el desarrollo de América Latina.
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+“La vaca sagrada” fue publicado como artículo en _Siempre!_, en agosto de 1968. Es mi primer esfuerzo por identificar el sistema escolar como instrumento de colonización interna.
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+“La desescolarización de la Iglesia” es el discurso de apertura que pronuncié en Lima en 1971 para la Asamblea del Consejo Mundial de Educación Cristiana. El Consejo se disolvió al finalizar este encuentro.
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+“La alternativa a la escolarización” es el último de una serie de ensayos que escribí sobre educación. Con este texto traté de oponerme a la recuperación de mi tesis expuesta en el libro _La sociedad desescolarizada_ (Barral, Barcelona, 1974). Varias organizaciones internacionales se veían obligadas a reconocer los fundamentos de mi crítica al sistema escolar tradicional, y quisieron utilizar mis argumentos en favor de la proliferación de nuevas agencias para la educación recurrente, permanente, interminable.
+
+Desde 1971 me opuse a este exorcismo del diablo por Belcebú.
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+“Conciencia política y control de la natalidad” es mi contribución a un encuentro de expertos en demografía que tuvo lugar en 1967 en Barranquitas, Puerto Rico. Propongo una “inversión” del problema que normalmente perciben los demagogos de la demografía. Mi tesis se elaboró ulteriormente en _La convivencialidad_ (Barral, Barcelona, 1974).
+
+“La aceleración paralizadora” aplica al caso del transporte mi teoría general sobre la crisis institucional contemporánea. En todo campo de valores existen dos tipos extremos de producción. Cuando prevalece —más allá de un cierto umbral— el tipo de producción industrial, entonces las desutilidades marginales en la producción cancelan el valor respectivo. El texto es la traducción de una ponencia que hice en la Universidad de Munich. Mi tesis se trata en extenso en _Energía y equidad_ (Barral, Barcelona, 1974).
+
+“La expropiación de la salud” demuestra que la institucionalización industrial de un valor de servicio puede paralizar su producción en la misma forma en la que, como se vio en el capítulo precedente, el transporte impide la movilidad cuando su potencia se desarrolla más allá de un umbral crítico.
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+La ponencia fue presentada en la facultad de medicina de la Universidad de Edimburgo en 1974, para celebrar un centenario.
+
+“La elocuencia del silencio” concluye el volumen, aunque su composición precede a la de los demás ensayos. Es una meditación propuesta a unos religiosos yanquis que aprendían el castellano para “integrar” mejor a los puertorriqueños en sus parroquias de Nueva York.
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+Les sugerí la necesidad de reconocer límites para sus buenas intenciones.
+
+IVÁN ILLICH
+
+ _Cuernavaca, julio de 1974_
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+## La alianza para el progreso de la pobreza
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+Está de moda exigir que las naciones ricas transformen su maquinaria bélica en un programa de ayuda al desarrollo del Tercer Mundo. La amenaza que para el mundo industrializado representan la superpoblación y el subconsumo de nueve décimos de la humanidad podría aún conducir a esa improbable manifestación de autodefensa. Pero si ello sucede, llevaría también a una desesperación irreversible, porque los arados de los ricos pueden hacer tanto daño como sus espadas. A largo plazo, los camiones norteamericanos pueden ser tan dañinos como los tanques norteamericanos, puesto que es más fácil crear una demanda en masa para los primeros que para los segundos. Y una vez que el Tercer Mundo se haya convertido en un mercado masivo para los bienes, los productos y las formas de procesamiento diseñados por y para los ricos, el subdesarrollo progresivo se tornará inevitable. El automóvil familiar no puede transportar al pobre a la era de los jets, ni el sistema escolar proporcionarle una educación de por vida, ni el pequeño refrigerador familiar asegurarle una alimentación sana.
+
+Es evidente que en América Latina sólo un hombre de cada mil puede costearse un Cadillac, una operación del corazón o un título de licenciado.
+
+Esta restricción de las metas del desarrollo no nos hace desesperar acerca del destino del Tercer Mundo; la razón es simple. Aún no hemos concebido el Cadillac como un requisito para una buena locomoción, ni la cirugía del corazón como un cuidado indispensable para la salud, ni un título de licenciado como el umbral de una educación aceptable. De hecho, reconocemos que la importación de Cadillacs debe ser severamente gravada en Perú; que, en Colombia, una clínica para el trasplante de órganos es un juguete escandaloso que sirve para justificar la concentración de un número mayor de doctores en Bogotá; y que el Betatrón está más allá de los medios docentes de la Universidad de São Paulo.
+
+Por desgracia, no todos consideran evidente el hecho de que la mayoría de los latinoamericanos —no sólo de nuestra generación sino de la próxima y aun de la siguiente— no puede costearse ninguna clase de automóvil, ni de hospitalización, ni siquiera de escuela primaria. Preferimos no ser conscientes de esa realidad tan obvia; la verdad es que detestamos reconocer que nuestra imaginación ha sido arrinconada. Tan persuasivo es el poder de las instituciones que nosotros mismos hemos creado, que ellas modelan no sólo nuestras preferencias sino también nuestra visión de lo posible. No podemos hablar de medios modernos de transporte sin referirnos a los automóviles y a los aviones. Nos sentimos impedidos de tratar el problema de la salud sin implicar automáticamente la posibilidad de prolongar una vida enferma indefinidamente. Hemos llegado a ser completamente incapaces de pensar en una educación mejor salvo en términos de escuelas aún más complejas y maestros entrenados durante un tiempo aún más largo. El horizonte de nuestra facultad de invención está bloqueado por gigantescas instituciones que producen servicios carísimos.
+
+Hemos limitado nuestra visión del mundo a los marcos de nuestras instituciones y somos ahora sus prisioneros.
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+Las fábricas, los medios de comunicación, los hospitales, los gobiernos y las escuelas producen bienes y servicios especialmente concebidos, enlatados de manera tal que contengan nuestra visión del mundo. Nosotros —los ricos— concebimos el progreso en términos de la creciente expansión de esas instituciones. Concebimos el perfeccionamiento del transporte en términos de lujo y seguridad enlatados por la General Motors y la Boeing bajo el aspecto de automóviles estándar y de aviones. Creemos que el bienestar cada vez mayor viene dado por la existencia de un mayor número de doctores y hospitales, que enlatan la salud como una prolongación del sufrimiento. Hemos llegado a identificar nuestra necesidad de una creciente educación con la demanda de un mayor confinamiento en los salones de clases. En otras palabras, la educación es hoy un producto enlatado, un conjunto que incluye guarderías, certificados para trabajar y derecho de voto, todo ello empaquetado con la indoctrinación en las virtudes cristianas, liberales o marxistas.
+
+En escasos 100 años, la sociedad industrial ha modelado soluciones patentadas para satisfacer las necesidades básicas del hombre, y nos ha hecho creer que las necesidades humanas fueron configuradas por el Creador como demandas para los productos que nosotros mismos inventamos. Esto es tan cierto para Rusia o Japón como para las sociedades del Atlántico Norte. Mediante una lealtad invariable a los mismos productores —quienes le darán siempre los mismos productos enlatados ligeramente mejorados o mejor presentados—, el consumidor es entrenado para enfrentarse a la desvalorización anual del artículo. Las sociedades industrializadas pueden surtir estos productos enlatados a la mayoría de los ciudadanos para su consumo personal, pero esto no prueba que esas sociedades sean sanas, o que promuevan un humanismo vital. Lo contrario es verdad. Cuanto más se ha entrenado al ciudadano para el consumo de estos paquetes de uso corriente, menos efectivo parece ser para modelar la totalidad de su medio ambiente. Así es como agota sus energías y sus finanzas en procurar continuamente nuevos artículos de primera necesidad, y el medio ambiente se convierte en un subproducto de sus hábitos de consumo.
+
+El diseño de estos productos enlatados de que hablo se halla en la base del alto costo para satisfacer las necesidades primarias. Mientras cada hombre “necesite” de su automóvil, nuestras ciudades continuarán soportando los embotellamientos de tráfico y los remedios absurdamente caseros que pretenden solucionarlos. Mientras la salud se entienda como el tiempo máximo de supervivencia, nuestros enfermos serán objeto creciente de intervenciones quirúrgicas fantásticas y de drogas que sirvan para aliviar el progresivo dolor subsiguiente. Mientras utilicemos las escuelas para que los niños dejen de exasperar a sus padres; para evitar que vaguen en las calles; para mantenerlos fuera del mercado de trabajo o para impedir que a los jóvenes se les tome en serio en la política; mientras eso suceda, la juventud será recluida en periodos de escolarización cada vez mayores y se necesitarán incentivos crecientes para soportar las penosas pruebas. Ahora, benevolentemente, las naciones ricas imponen a las pobres las camisas de fuerza de los embotellamientos de tráfico, el confinamiento en los hospitales y en las escuelas, y resulta que mediante un consenso internacional se llama a esto desarrollo. Los ricos, los escolarizados y los viejos pacientes del mundo desarrollado tratan de compartir sus dudosas bendiciones enfilando hacia el Tercer Mundo sus soluciones preenlatadas.
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+Mientras en São Paulo crecen los enjambres de tráfico, casi un millón de campesinos del nordeste brasileño deben caminar 800 km para escapar de la sequía. Mientras que en las favelas, villas miseria y ranchitos, donde se concentra 90% de la población, la disentería amibiana sigue siendo un mal endémico, los doctores latinoamericanos reciben, en el New York Hospital for Special Surgery, un entrenamiento que luego aplicarán a unos pocos.
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+Pagada casi siempre por los gobiernos de sus propios países, una insignificante minoría de latinoamericanos recibe, en Norteamérica, una avanzada educación en el campo de las ciencias básicas. Si alguna vez regresan, por ejemplo a Bolivia, pasan a ser maestros de segunda categoría u orgullosos residentes de La Paz o Cochabamba.
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+El mundo rico nos exporta las versiones anticuadas de sus modelos desechados. La Alianza para el Progreso es un buen ejemplo de la benevolente producción del subdesarrollo. Contrariamente a lo que dicen los eslogans, tuvo éxito —como una alianza para el progreso de las clases consumidoras y la domesticación de las grandes masas—. La Alianza ha sido un paso mayúsculo en la modernización de los patrones de consumo de las clases medias sudamericanas —en otras palabras, ha sido un medio para integrar esa metástasis colonial a la cultura dominante en la metrópolis norteamericana—. Al mismo tiempo, la Alianza ha modernizado los niveles de aspiración de la gran mayoría de los ciudadanos y ha dirigido sus demandas hacia artículos a los que hoy no tiene ni tendrá mañana acceso.
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+Por cada automóvil que Brasil echa a andar, se les niega a 50 brasileños el poder disfrutar de un buen servicio de autobús. Cada refrigerador particular que se negocia en el comercio reduce la posibilidad de construir un congelador comunitario. Cada dólar que se gasta en América Latina en doctores y hospitales cuesta 100 vidas —para adoptar una frase de Jorge Ahumada, el brillante economista chileno, quien solía añadir—: porque si cada dólar así gastado se hubiera invertido en un plan para proveer agua potable, habría salvado 100 vidas. Cada dólar que se gasta en escolarización significa un mayor privilegio para una minoría a costo de la gran mayoría; en el mejor de los casos aumenta el número de aquellos a quienes, antes de abandonar la escuela, se les ha enseñado que quienes permanecen en el colegio durante más tiempo se han ganado el derecho a un poder, una salud y un prestigio mayores. Basta un poco de escolarización para enseñar a los escolarizados la superioridad de los más escolarizados.
+
+Todos los países latinoamericanos se hallan frenéticamente volcados en gastar más y más dinero en sus sistemas escolares. Hoy en día, ni un solo país gasta en su educación —es decir, en su escolarización— menos de 18% de los impuestos derivados del ingreso público, y hay varios países que gastan casi el doble de ese porcentaje. Pero pese a esas gigantescas inversiones, ningún país ha tenido hasta ahora éxito en proporcionar cinco años completos de educación a más de un tercio de sus habitantes. La demanda y la oferta de escolarización crecen geométricamente en dirección contraria. Y lo que es verdad acerca de la escolarización lo es también en lo que se refiere a los productos de la mayoría de las instituciones en el proceso de “modernización” del Tercer Mundo.
+
+El continuo refinamiento tecnológico de los productos que ya se han incorporado al mercado no hace frecuentemente sino aumentar las ventajas del productor y no los beneficios para el consumidor. Los procesos de producción cada vez más complejos tienden a permitir que solamente los grandes productores puedan reemplazar continuamente los artículos, y enfocar así la demanda del consumidor hacia las mejoras marginales sin importarle —y, es más, haciéndole olvidar— los resultados concomitantes: precios más altos, duración menor, menor utilidad general, mayor costo de preparación. Piensen en la cantidad de usos posibles para un abrelatas común y corriente; en cambio, un abrelatas eléctrico, si funciona, sólo sirve para abrir un cierto tipo de latas, a pesar de costar 100 veces más.
+
+Lo dicho vale tanto para una maquinaria destinada a la agricultura como para un grado académico. La propaganda puede convencer a un granjero del medio oeste de Estados Unidos de que necesita un transporte de doble tracción que desarrolle una velocidad de 70 millas por hora en carretera, que tenga un limpiaparabrisas eléctrico y que en un año o dos pueda cambiarse por uno nuevo. Pero la mayoría de los agricultores del mundo no necesita ni esa velocidad ni esa comodidad, ni se preocupa tampoco en lo más mínimo porque el artículo pase de moda. Lo que ellos necesitan son vehículos que gasten poco, porque en su mundo el tiempo no es dinero, los limpiaparabrisas manuales son suficientes y un equipo pesado dura cuando menos una generación. Aquel tipo de vehículo requeriría una ingeniería y un diseño totalmente distintos de los empleados en ese rubro del mercado norteamericano: hoy, esa clase de vehículo no se produce. La mayoría de los sudamericanos necesita en realidad de un personal paramédico que pueda funcionar eficazmente durante largo tiempo sin necesidad de ser supervisado por un doctor. En lugar de establecer un proceso para entrenar a las parteras y a los asistentes médicos que saben cómo usar un arsenal limitado de medicamentos con bastante independencia, las universidades latinoamericanas crean cada año un nuevo departamento de enfermería especializada para preparar un personal que sólo sabe trabajar en un hospital, o farmacéuticos que sólo saben vender una cantidad cada vez mayor de recetas delicadas.
+
+El mundo se mueve hacia un atolladero, definido por dos procesos convergentes: un número mayor de personas tiene cada vez un número menor de alternativas básicas. El crecimiento de la humanidad es ampliamente publicitado y crea pánico. La disminución de alternativas fundamentales es consciente y constantemente despreciada por el productor, pues ellas causan una angustia profunda. La explosión demográfica excede las fronteras de la imaginación, pero la atrofia progresiva de la misma imaginación social es racionalizada como un aumento de la posibilidad de elegir entre dos marcas registradas. Los dos procesos convergen hacia un punto muerto: la explosión demográfica provee cada vez más consumidores para todo, desde alimentos hasta anticonceptivos, mientras que nuestra imaginación se encoge y no puede concebir otra forma de satisfacer su demanda como no sea a través de los productos enlatados que ya están a la venta. En lo siguiente me limitaré a esos dos factores, puesto que, a mi modo de ver, forman las dos coordenadas que juntas nos permiten definir el subdesarrollo.
+
+En la mayoría de los países del Tercer Mundo, la población crece, así como también la clase media —ingreso, consumo y bienestar se polarizan —. Aun cuando los índices de consumo per cápita aumentan, la gran mayoría de los hombres dispone de menos alimentos que en 1945, de menos salud pública, de menos trabajo significativo y de peores condiciones habitacionales. La creciente marginalidad es una consecuencia parcial del consumo polarizado y resulta parcialmente causada por la ruptura de la familia y de la cultura tradicionales.
+
+En 1969 más personas padecen hambre, dolor y frío a la intemperie que al final de la segunda guerra —no sólo en cifras absolutas sino también en términos comparativos de porcentaje de población mundial—.
+
+Confrontada con la realidad, la definición cualitativa del subdesarrollo medido según los indicadores de consumo se queda corta, pero aún así sirve para definir una de las dos mayores coordenadas del atolladero mundial. El carácter realmente crítico del subdesarrollo radica en que es un estado de ánimo y al mismo tiempo una categoría de la conciencia. En esta dimensión el proceso del subdesarrollo puede acelerarse intensamente a través de un esfuerzo planeado y dirigido hacia el mercado masivo de la modernización estandarizada. Pero al mismo tiempo, es dentro de ese marco donde se puede operar una inversión decisiva. El subdesarrollo como estado de ánimo aparece cuando las necesidades humanas se vacían en el molde de una demanda urgente por nuevas marcas de soluciones enlatadas que estarán continuamente fuera del alcance de la mayoría. En este sentido el subdesarrollo crece rápidamente, incluso en los países donde la oferta de salones de clase, calorías, autos y hospitales, va también en aumento. Estas instituciones ofrecen a una minoría servicios que satisfacen los requerimientos internacionales. Pero una vez que han monopolizado la demanda de todos, ya no pueden cumplir con las necesidades de las mayorías.
+
+Insisto: el subdesarrollo como un estado de ánimo —y de desaliento—, ocurre cada vez que las necesidades humanas básicas se presentan como demanda por productos enlatados específicos que han sido diseñados para la sociedad de la abundancia. En este sentido el subdesarrollo es un resultado extremo de lo que podemos llamar, en términos comunes a Marx y a Freud, _Verdinglichung_ o cosificación.
+
+Por cosificación entiendo la enajenación de las necesidades reales que ya se perciben como si sólo pudieran satisfacerse mediante una demanda explícita de productos manufacturados en masa. Por cosificación entiendo traducir la “sed” por “necesidad de tomar una Coca-Cola”. Este tipo de cosificación surge cuando las necesidades humanas primarias las manipula un aparato burocrático que ha impuesto un monopolio sobre la imaginación de los consumidores en potencia.
+
+Permítaseme volver a mi ejemplo tomado del campo de la educación.
+
+La propaganda intensa de la necesidad de escuelas lleva a todos a creer que la asistencia a clases y la educación son sinónimos, a tal grado que en el lenguaje cotidiano los dos términos son intercambiables. Una vez que la imaginación de todo un pueblo ha sido escolarizada o monopolizada a través de esa equivalencia, entonces a los analfabetos se les puede obligar a pagar impuestos para proporcionarles una educación gratuita a los hijos de los ricos y para una mayor expansión de la profesión magisterial.
+
+El subdesarrollo es un resultado del aumento de los niveles de aspiración de las masas, sujetas a la intensa circulación en el mercado de los productos patentados en el foro de la imaginación alienada.
+
+En ese sentido, el subdesarrollo dinámico es exactamente lo opuesto de lo que yo entiendo por educación, esto es: despertar la conciencia de que existen otros y nuevos niveles de posibilidades humanas, otras formas inexploradas de utilizar el saber tecnológico y de usar la imaginación creadora para evitar la capitulación de la conciencia social a manos de un monopolio que impone una solución prefabricada. El procedimiento mediante el cual la circulación en el mercado de productos importados desarrolla el subdesarrollo, es algo que frecuentemente se estudia sólo en términos superficiales. El hombre que siente indignación al ver una planta de Coca-Cola en una favela, un ranchito o una callampa, es a menudo el mismo que se siente orgulloso al ver una escuela que crece en el mismo lugar. Resiente la evidencia de que hay una patente extranjera vinculada con el refresco; le gustaría ver en su lugar algo como Coca-Mex o Coca-Perú. Y a la vez ése es el mismo hombre que trata de imponer a toda costa la escolarización de sus compatriotas, sin darse cuenta de la patente invisible que ata profundamente esta otra institución al mercado mundial.
+
+Hace algunos años vi a un grupo de trabajadores levantar un anuncio, de 20 metros, de la Coca-Cola en el valle desértico del Mezquital. La sequía y el hambre acababan de afectar seriamente la meseta mexicana. Un pobre indio de Ixmiquilpan, que fue quien me invitó, ofrecía a sus visitantes vasitos de tequila con un traguito de la oscura y costosa agua azucarada.
+
+Cuando recuerdo esa escena reacciono con furia. Pero me exaspero aún más al recordar los encuentros de la UNESCO, en los cuales los bien intencionados y bien pagados burócratas discuten con seriedad los currículos escolares en América Latina, o cuando pienso en las peroratas de entusiastas liberales que abogan por la necesidad de un número mayor de escuelas. El fraude perpetrado por los vendedores de escuelas es por cierto mucho menos obvio, pero mucho más fundamental que el arte del satisfecho representante de la Ford o de la Coca-Cola, puesto que el partidario de la escuela consigue hacer morder a la gente el anzuelo de una droga mucho más eficaz.
+
+La asistencia a la escuela primaria no es un lujo inofensivo, sino que con ella ocurre lo mismo que con el indio de los Andes a quien su hábito de mascar coca lo tiene enjaezado a su patrón. Cuanto mayor es la dosis de escolarización que ha recibido un individuo, tanto más deprimente resulta su experiencia en abandonar las clases. El muchacho que deja la secundaria en el primer año padece mucho más su inferioridad que el que deja la primaria después del tercer año. Las escuelas del Tercer Mundo administran su opio mucho más eficazmente que las iglesias de otras épocas. A medida que el espíritu de una sociedad es progresivamente escolarizado, sus miembros pierden paso a paso las excusas que los hacían sentirse inferiores a los demás. Las escuelas racionalizan el origen divino de la estratificación social con mucho más rigor que el que siempre han usado las iglesias.
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+Hasta la fecha ningún país latinoamericano ha promulgado leyes contra los jóvenes que no consumen suficiente Coca-Cola o automóviles, pero todos los países latinoamericanos han aprobado leyes que definen a los desertores como ciudadanos que no han cumplido con sus obligaciones legales. Recientemente, el gobierno brasileño elevó casi al doble el número de años de escolarización gratuita obligatoria. Desde ahora cualquier desertor escolar que tenga menos de 16 años enfrentará por el resto de su vida el reproche de no haber aprovechado ese privilegio legalmente obligatorio para todos los ciudadanos. Lo curioso es que esa ley se promulgó en un país donde ni siquiera la predicción más optimista puede hacernos avizorar el día en que sea posible otorgar esas prerrogativas escolares por lo menos a 25%. La adopción de los estándares internacionales de educación condena para siempre a la mayoría de los latinoamericanos a la marginalidad o a la exclusión de la vida social —en una palabra, al subdesarrollo progresivo—. Esa traducción de “objetivos sociales” en “niveles de consumo de los productos” no es exclusiva de unos pocos países. Por encima de todas las fronteras culturales, ideológicas y geográficas, las naciones se mueven hoy en día hacia el establecimiento de sus propias fábricas de automóviles, de sus propios hospitales y de sus propias escuelas primarias, y en la mayoría de los casos se trata, cuando mucho, de pobres imitaciones de modelos extranjeros y, especialmente, norteamericanos.
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+El Tercer Mundo necesita una profunda revolución de sus instituciones.
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+Las revoluciones de la última generación fueron abrumadoramente políticas. Un nuevo grupo de hombres, con un nuevo conjunto de justificaciones ideológicas, tomó el poder para dedicarse luego a administrar fundamentalmente las mismas instituciones escolares, médicas y económicas, con el fin de satisfacer el interés de un nuevo grupo de clientes. Y puesto que las instituciones no habían cambiado radicalmente, la dimensión de la nueva clientela es aproximadamente igual a la anterior.
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+Esto resulta claro en el caso de la educación. Los costos de escolarización por alumno son hoy prácticamente comparables en todas partes, puesto que se tiende a compartir los estándares empleados para evaluar la calidad de la escolarización. El grado de acceso a la enseñanza públicamente subsidiada, la cual se identifica con la posibilidad de ir a la escuela, depende en todas partes de su variable principal: el ingreso per cápita. Lugares como China y Vietnam del Norte pueden ser las excepciones significativas.
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+En todo el Tercer Mundo —si tenemos en cuenta el propósito igualitario según el cual fueron fundadas— las instituciones modernas son absolutamente improductivas. Mientras la imaginación social de la mayoría no haya sido paralizada de manera irreversible mediante la fijación a estas instituciones, hay cada vez mayor esperanza de que la revolución de las instituciones pueda planearse en el Tercer Mundo y no en los países ricos.
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+De ahí la urgencia de abocarnos a la tarea de desarrollar alternativas viables frente a las soluciones “modernas”.
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+En muchos países el subdesarrollo se acerca a un estado crónico. La revolución a la cual me refiero debe echarse a andar antes de que eso suceda. Una vez más la educación ofrece un buen ejemplo de ello: el subdesarrollo educativo crónico tiene lugar cuando la demanda de escolarización tiende de tal modo a ser universal que la concentración total de los recursos educativos en el sistema escolar se convierte en una exigencia política unánime. En ese momento, desenlatar la educación de la escuela, disociar el binomio escuela-educación, se hace prácticamente imposible.
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+La única respuesta viable frente al creciente subdesarrollo es planear una respuesta que sea una alternativa para las áreas de bajo capital. Es más sencillo hablar de alternativas para las instituciones y servicios que definir esas alternativas en términos precisos. No quiero añadir otro capítulo a las publicaciones acerca del año 2000 inspiradas por el señor Herman Kahn.
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+No es mi propósito pintar una Utopía ni describir el escenario de un futuro de alternativas. Debemos contentarnos con algunos ejemplos que indiquen la posible dirección de las investigaciones.
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+Algunos de esos ejemplos ya han sido expuestos. Los autobuses son una alternativa para los enjambres de automóviles particulares. Unos vehículos diseñados especialmente para un transporte un poco más lento, o sobre rieles, sirven de alternativa a los camiones estándar. El agua no contaminada es una alternativa frente a la costosa cirugía. Los ayudantes de los médicos son una alternativa para los doctores y las enfermeras. El almacenamiento comunal de los alimentos resulta una alternativa frente a los costosos equipos de cocina. Podrían discutirse otras alternativas. ¿Por qué no, por ejemplo, considerar las caminatas como una futura alternativa que puede sustituir a la locomoción motorizada y explorar al mismo tiempo las tareas que ese cambio demandaría de los arquitectos? ¿Y por qué no uniformar la construcción de habitaciones familiares con estructuras prefabricadas, de modo que a cada ciudadano se le obligue a aprender durante un año de servicio social cómo construir su propia casa?
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+Hablar de alternativas en la educación es más difícil. Ello se debe, en parte, a que las escuelas han agotado enteramente los recursos que se destinan a la educación. Pero, incluso en este campo, podemos indicar las líneas generales para la investigación.
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+Hoy en día la escolarización se concibe como la asistencia de los niños a clase, las calificaciones, los programas de estudio. Los niños deben ir a la escuela durante cerca de 1 000 horas por año, y durante un periodo ininterrumpido de varios años. Como regla general, los países latinoamericanos pueden proporcionar a cada ciudadano entre 30 y 40 meses de ese servicio. ¿Por qué no, por ejemplo, hacer obligatorio uno o dos meses de clases para todos los ciudadanos de menos de 30 años?
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+Hoy en día la mayor parte del dinero se gasta en los niños. A un adulto se le puede enseñar a leer en una décima del tiempo y a un costo 10 veces menor que los insumidos por un niño. En el caso de la persona adulta existe una recuperación inmediata de la inversión, no importa que su aprendizaje se vea a través de una nueva perspectiva y conciencia políticas, o que se enfoque desde el punto de vista de una productividad creciente. En el caso del adulto el saldo es doble, puesto que no sólo contribuye a la educación de sus hijos, sino también a la de otros adultos.
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+A pesar de esas ventajas, en América Latina —donde la mayor parte de los recursos públicos se destinan a las escuelas— los programas de alfabetización de adultos no sólo no son subsidiados, sino que son bárbaramente suprimidos, como sucede en Brasil y otros países donde el apoyo militar a las oligarquías feudales o industriales se ha quitado la máscara de su inicial benevolencia.
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+Es difícil definir otra alternativa, puesto que no existe aún ningún ejemplo para demostrarla, pero eso no quiere decir que no exista. Debemos entonces imaginar que los recursos públicos destinados a la educación se distribuyan de tal manera que se ofrezca a cada ciudadano una oportunidad mínima. Se podría imaginar algo así como una ley de derechos universales, similar a aquella que concibieron los militares después de la guerra, de tal modo que se divida la cantidad de los recursos públicos destinados a la educación entre el número de niños que está en edad escolar, asegurándose de que un niño que no ha aprovechado esas ventajas a la edad de siete, ocho o nueve años, cuando llegue a los 10 las tendrá disponibles.
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+Preguntamos entonces, ¿qué hacer con los compasivos recursos que cualquier república latinoamericana le ofrece a cada uno de sus niños?
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+Respondemos: proveer casi todos los libros básicos, dibujos, cubos, juegos y juguetes que están totalmente ausentes de las casas y de los niños pobres y que le permiten a un niño de clase media aprender los números enteros, el alfabeto, los colores, las formas y otras clases de objetos y experiencias que aseguren su progreso educativo. Proveer anualmente a cada ciudadano menor de 30 años de varias semanas de vacaciones en un campamento de intenso trabajo educativo. Entre todas estas cosas sin escuelas o las escuelas sin ninguna de estas cosas, la elección es obvia.
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+Pero el niño pobre, el único para quien desafortunadamente la elección se plantea en términos reales, jamás puede elegir.
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+Definir las alternativas a los productos y a las instituciones que en la hora presente dominan nuestra visibilidad es difícil, no sólo, como he tratado de demostrarlo, por el hecho de que tanto esos productos como esas instituciones modelan nuestra concepción de la realidad, sino también porque la construcción de esas alternativas requiere de una concentración de voluntad e inteligencia poco frecuente.
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+En el último siglo hemos acostumbrado llamar a esa combinación de voluntad e inteligencia al servicio de la solución de problemas particulares independientemente de su naturaleza, investigación. Quiero dejar claro, sin embargo, a qué clase de investigación me refiero. No hablo de investigación básica en el campo de la física, la ingeniería, la genética, la medicina o las letras. El trabajo de hombres como Pauling, Crick, Penfield y Hibb debe sin duda continuar ampliando nuestro horizonte científico en otros campos. Los laboratorios, las bibliotecas y los colaboradores especializados que estos hombres necesitan los llevan a congregarse cada vez más en las pocas capitales de investigación que existen en el mundo. Sus avances radicales proporcionan nuevos parámetros para el diseñador de cualquier producto.
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+Tampoco hablo de los millones de dólares que se gastan anualmente en la investigación aplicada, puesto que ese dinero lo invierten las grandes instituciones que buscan perfeccionar y dar a la publicidad sus productos.
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+La investigación aplicada es dinero gastado para hacer aviones más veloces y aeropuertos más seguros; dinero gastado para hacer medicamentos cada vez más específicos y poderosos y doctores más capaces de manejar los efectos secundarios de esas drogas; dinero gastado para enlatar más enseñanza en salones de clase; dinero gastado en métodos dedicados a administrar burocracias cada vez más grandes. Éste es el tipo de investigación al cual debemos oponer cierta clase de contracorriente, si deseamos llegar a presentar alguna alternativa a los automóviles, los hospitales, las escuelas y muchos de los tantos otros llamados “implementos necesarios para la vida moderna”.
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+Hablo de un tipo de investigación peculiarmente difícil, que por razones obvias ha sido hasta ahora profundamente descuidada. Lo que estoy haciendo es un llamado para investigar las alternativas a todos los productos que hoy en día dominan el mercado: alternativas a los hospitales y las profesiones que se dedican a mantener vivos a los enfermos; alternativas a las escuelas y a los procesos de enlatar productos que se rehúsan a proveer educación a quienes no tienen la edad requerida, a quienes no han seguido los programas exigidos, a quienes no se han sentado en un salón de clase durante el número sucesivo de horas indicado, en fin, a quienes no van a pagar para estar sometidos a las guarderías, los exámenes de admisión y la constancia de materias o títulos, a más del adoctrinamiento en los valores de la élite dominante.
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+Esta investigación contracorriente que intenta hallar alternativas fundamentales a las soluciones patentadas más comunes es el elemento crítico principal para la búsqueda de un futuro en el cual podremos vivir.
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+Esta investigación contracorriente es distinta a la mayor parte del trabajo que se hace en nombre del año 2000: porque casi todo ese trabajo busca cambios en los modelos sociales, pero a través del desarrollo lineal de las consecuencias de la tecnología avanzada. La investigación contracorriente, a la cual hago referencia, debe tomar como uno de sus parámetros fundamentales la continua falta de capital en los países del Tercer Mundo.
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+Las dificultades de ese tipo de investigación son obvias. El investigador debe, en primer lugar, dudar de todo aquello que a primera vista es evidente. Segundo, debe persuadir a quienes tienen el poder de decisión para que actúen contra sus intereses a corto plazo. Y, finalmente, debe sobrevivir como individuo en un mundo que él mismo está tratando de cambiar tan fundamentalmente, ya que sus amigos de la minoría privilegiada lo ven como un destructor de la realidad cotidiana en la que todos nos apoyamos. Él sabe, por supuesto, que si logra tener éxito beneficiando a los pobres, puede que un día los ricos quieran también imitar a los felices.
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+Hay un camino normal para aquellos que dictan una política del desarrollo, ya sea que vivan en el Norte o en Sudamérica, en Rusia o en Israel. Ese camino es definir el desarrollo y establecer sus objetivos en términos que nos resulten familiares, según la manera habitual como ellos están acostumbrados a satisfacer sus necesidades, y de acuerdo con realidades que les permitan usar las instituciones sobre las cuales ejercen el poder o control. Esa fórmula no sólo ha fracasado, sino que fracasará siempre. No hay en el mundo suficiente dinero como para que el desarrollo pueda tener éxito según esas vías, ni siquiera en el caso en que las superpotencias combinaran para ese fin sus presupuestos bélicos.
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+Un curso análogo lo siguen aquellos que intentan llevar a cabo las revoluciones políticas, especialmente en el Tercer Mundo. Como regla general, prometen hacer accesibles a todos los ciudadanos los privilegios más comunes de que gozan las élites del presente, es decir, la escolarización, la hospitalización, etc. Respaldan esa promesa con la vana creencia de que un cambio de régimen político les permitirá holgadamente ampliar las instituciones que producen esos privilegios. La promesa y el llamado de los revolucionarios están, por tanto, tan amenazadas por el tipo de investigación contracorriente que yo propongo, como lo está el dominante mercado de los productores.
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+Vietnam, un pueblo armado con bicicleta y lanzas de bambú, ha llevado a un callejón sin salida a la mayor concentración de centros de investigación y producción que jamás haya conocido la historia. Debemos buscar nuestra supervivencia en el Tercer Mundo, en el que la ingenuidad humana es más lista que el poder mecánico.
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+Por más difícil que sea, la única manera de revertir el progresivo subdesarrollo es aprender a reírnos de las soluciones aceptadas, para así poder cambiar las demandas que las hacen necesarias. Sólo los hombres libres pueden cambiar sus mentalidades y ser capaces de asombrarse, y mientras acontece que no todos los hombres son completamente libres, resulta también que algunos son más libre que los demás.
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+## La metamorfosis del clero
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+La iglesia romana que quiere ser el signo de la presencia de Cristo en el mundo, se ha convertido en la mayor administración no gubernamental del mundo. Emplea 1 800 000 trabajadores de tiempo completo: sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos. Estos hombres y estas mujeres trabajan al servicio de un organismo que una empresa americana especializada ha clasificado entre las organizaciones más eficientes. La institución-Iglesia funciona conforme al tipo de la General Motors. Algunos católicos ven en esto un motivo de orgullo. Otros son conscientes de que la complejidad creciente de su administración amenaza su vitalidad y su capacidad de revelar a Dios a los hombres.
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+El esfuerzo por modernizar y hacer más eficiente a la Iglesia queda neutralizado por un deterioro de la disciplina. Cuanto más se convierte la Iglesia en una empresa organizada y moderna, más abandonada parece por su personal de tiempo completo.
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+Algunos reaccionan ante esta crisis con dolor, angustia y miedo. Otros trabajan heroicamente y se sacrifican inútilmente para conjurarla. Y otros, lamentándolo o mostrándose satisfechos, interpretan el desorden disciplinario como un signo de la desaparición de la misma Iglesia romana.
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+Me permito preguntarme si esta modificación profunda de las estructuras de la institución no podría llenarnos de alegría porque anuncia a una Iglesia más consciente de su impotencia y a una Iglesia más presente en un mundo que se socializa.
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+La estructura de la Iglesia está en crisis. Los mismos que emplean su lealtad y su obediencia en mantener su organización, y que podrían garantizar su eficacia, la abandonan en número creciente. Antes de 1960 las “defecciones” eran relativamente raras. Hoy son frecuentes. ¿Qué pasará mañana? En las dos Américas, como consecuencia de dramas personales vividos en el secreto de las conciencias, personas permanentes de la Iglesia en número cada vez mayor deciden renunciar a la seguridad afectiva, espiritual y frecuentemente económica de cuya provisión se encargaba el sistema graciosamente. Algunos se retiran a la vida cristiana: fatigados, desalentados e incluso desgarrados y amargados. Otros, con toda serenidad, toman un compromiso más profundo. Tanto si se quedan como si no se quedan en el interior de la estructura presente, quieren permanecer en la primera línea del esfuerzo creador para modificar esta estructura.
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+Mi impresión es que, en los próximos años, la mayoría de los sacerdotes y religiosos tendrá que hacer frente a decisiones que en otro tiempo eran inconcebibles. La crisis de que hablo no proviene de un “mal espíritu del siglo”, ni de la ausencia de generosidad de eventuales “desertores”, sino más bien de un estado clerical que ha absorbido la función magisterial de la Iglesia.
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+La Iglesia presenta a la sociedad moderna estructuras superadas que, a su vez, están basadas en un manual de procedimiento internacional llamado Código de Derecho Canónico. Una teología fundada en nociones sociológicas inaplicables al mundo de hoy en su especificidad y en su complejidad trata de justificar este Código. Tomemos el “ministerio clerical” como ejemplo de este equívoco. Sólo en la medida en que tengamos la valentía de prever, en un lapso más o menos largo, la desaparición del personaje del “señor cura”, del “eclesiástico”, podremos hacernos una idea de la Iglesia del mañana. En efecto, estas apelaciones son la expresión de una profunda confusión de cuatro realidades en las cuales se funda la estructura presente de la Iglesia: _1)_ el clérigo; _2)_ el ministro, ya sea diácono o sacerdote; _3)_ el “monje”; _4)_ el “teólogo” profesional. Creo que la imagen que nos hacemos del “cura” o del “eclesiástico” es una mezcla de estas cuatro realidades. Me permitiré hablar en seguida de estos diferentes conceptos:
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+1. Es muy posible que 90% de los empleados que trabajan actualmente en la estructura funcional de la Iglesia, que viven de ella y a quienes debería reservarse en exclusiva el nombre de “clérigos”, son inútiles a la misma Iglesia.
+2. En América Latina por lo menos, según todas las probabilidades, el “ministerio” pronto será ejercido sobre todo por no clérigos.
+3. La secularización radical de la mayor parte de los ministros sagrados es paralela a la secularización de la vida religiosa que empezó con los institutos seculares. Esta secularización debe considerarse como una señal de la gratuidad y creciente vitalidad de la renuncia del “monje moderno”, para el que echamos de menos una apelación adecuada, como la echamos de menos para el sacerdote laico.
+4. Me permitiré, finalmente, sugerir que el seminario es una institución indispensable si se quiere formar “curas” para su profesión, y una institución anacrónica e irreformable si debe servir para preparar laicos para el diaconado o para el sacerdocio en su plenitud.
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+### Eclipse del clérigo
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+El personal eclesiástico goza de notables privilegios. Todo adolescente deseoso de entrar a formar parte del “clero” puede dar por descontada una situación prácticamente garantizada, con una serie de ventajas psicológicas y sociales. Su promoción depende en general de la edad y no de la competencia.
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+Los empleados eclesiásticos ocupan con frecuencia viviendas que pertenecen a la Iglesia, gozan de un trato de favor en los servicios de hospital y tienen toda la educación gratuita que deseen. La situación, la reputación y el rango social se los procura la sotana, y no la competencia o la fidelidad. A los laicos, empleados sin “tonsura” en las estructuras eclesiásticas, les son reconocidos algunos “derechos del hombre”, pero su promoción depende sobre todo de su habilidad para captarse los favores de los otros “permanentes de carrera”.
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+La Iglesia posconciliar sigue el ejemplo de ciertas Iglesias protestantes, que transfieren numerosos eclesiásticos del trabajo parroquial a las funciones de papeleo en el “apostolado burocrático”. Se nos pide que roguemos a Dios para que envíe más empleados a las oficinas y para que inspire a los fieles el deseo de pagar la cuenta. No todo el mundo es capaz de desear tales “beneficios”.
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+El desarrollo automático de las oficinas se realiza ciertamente sin asistencia divina: el mismo Vaticano es un ejemplo de esto. Desde el final del Concilio, las 12 venerables congregaciones han sido arropadas con numerosos organismos posconciliares que se entrecruzan e imbrican: comisiones, consejos, órganos consultivos, comités, asambleas, institutos y sínodos. Este laberinto se sustrae a todo gobierno. Y muy bien. Tal vez aprenderemos así que los principios de administración de empresas no son aplicables al Cuerpo de Cristo. El Vicario de Cristo no es ni un presidente director general de una sociedad de negocios, ni un monarca bizantino. La tecnocracia clerical se encuentra todavía más lejos del Evangelio que la aristocracia sacerdotal. Tal vez reconoceremos que el mito de la eficacia corrompe el testimonio cristiano más insidiosamente que el poder; que el papa ganaría en grandeza y en fidelidad evangélica en la medida en que perdiera la iniciativa e incluso el control del testimonio de los cristianos en el mundo.
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+En el momento mismo en que el Pentágono trata de reducir su personal, estableciendo contratos por trabajos concretos, dirigiéndose al mercado libre de la industria, de la investigación y de la enseñanza, el Vaticano se orienta hacia la diversificación y proliferación de los organismos de la Iglesia. La nueva administración central superorganizada escapa de las manos de los sacerdotes de carrera italianos, en beneficio de los especialistas eclesiásticos reclutados en el mundo entero. La curia pontificia de los tiempos medievales toma el cariz de un cuartel general de planificación y de administración de una firma internacional centralizada, cuyas sucursales gozan de una autonomía bien calculada.
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+La Iglesia antes hacía esfuerzos por hacerse reconocer por los Estados modernos como otro Estado; actualmente, trata en forma sutil de hacerse reconocer como un organismo de interés público internacional, análogo a la FAO o al Consejo de las Iglesias. Roma se convierte en algo similar a las fundaciones filantrópicas, a los consejos de investigación y a la comisión internacional atómica. Se crean muchos puestos nuevos y la jerarquía, habituada al control absoluto de sus subordinados, trata de cubrirlos con elementos dóciles a su iniciativa: la “gente de Iglesia”. La periferia de la Iglesia, como la misma Roma, está regida por las leyes de Parkinson: “el trabajo aumenta con el personal disponible” y “siempre hay personal dispuesto a servir en los grados superiores”. La superestructura de la Iglesia latinoamericana ofrece un ejemplo impresionante de esto.
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+Los obispos latinoamericanos de la generación precedente se trasladaban a Roma, aproximadamente cada 10 años, para hacer su informe al papa. Fuera de esto, su contacto con Roma se reducía a las peticiones rutinarias de indulgencias o de dispensas, transmitidas a través de la nunciatura y a las venidas ocasionales de los visitadores apostólicos. Hoy, una comisión romana para América Latina (CAL) reúne a subcomisiones de obispos europeos y americanos a fin de mantener el equilibrio con la asamblea episcopal latinoamericana. La organización de ésta incluye un consejo (CELAM) y comisiones, secretariados, instituciones y delegaciones en gran número. El CELAM corona las asambleas episcopales nacionales, algunas de las cuales poseen una organización burocrática de extraordinaria complejidad. Todo este edificio ha sido construido con el fin de facilitar deliberaciones ocasionales entre obispos para que, una vez vueltos a sus diócesis, puedan obrar con más independencia y originalidad. Los resultados raramente responden a esta intención. La mayoría de los obispos adquiere la mentalidad burocrática necesaria para establecer una ronda de reuniones cada vez más frecuentes. Los organismos nuevos exigen un personal cada vez más numeroso para los servicios del Estado Mayor clerical.
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+Una dirección central se cierne amenazadora sobre las iniciativas renovadoras y espontáneas de las iglesias locales. La multiplicación de los funcionarios, por otra parte, puede verse desde la base como un elemento que contribuye a su propia desclericalización: los “curas” se eliminan a sí mismos de la parroquia, convirtiéndose en “monseñores de la oficina”. Este proceso se encuentra aliado con otros dos factores que reducen el número de sacerdotes: la creciente oposición de los jóvenes atraídos por el sacerdocio a dejarse embarcar en la carrera clerical convirtiéndose en “curas”, y el número creciente de sacerdotes que obligan a la Iglesia a aceptar su dimisión.
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+Lo que se ha dado en llamar reforma posconciliar del clero en todos estos planos, desde la curia romana a la parroquia rural, puede verse así como la condición previa, por una parte, para la renovación de una base “sin curas”, y por otra, para la aparición de un “clero” sin pretensiones apostólicas.
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+¿Por qué no podríamos prever, en efecto, en la Iglesia una “carrera eclesiástica” profesional? Un “clero” muy limitado, profesionalmente bien formado y bien pagado, que podría colocarse en el Estado Mayor para funciones técnicas. No veo ninguna razón para dar las órdenes a estos sociólogos, teólogos y contables, ni para exigir a estos hombres o mujeres una carrera de por vida. Su profesión no sería anunciar la Palabra ni presidir la comunidad, sino más bien un servicio eficaz de la superestructura inevitable.
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+### El culto de mañana
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+Un laico adulto, que habrá recibido las órdenes, presidirá la comunidad cristiana “corriente” del futuro. El ministerio se convertirá en una obra realizada en tiempo libre, y no será un trabajo profesional. Imaginamos que la “diaconía” sustituirá a la parroquia, como unidad fundamental institucional de la Iglesia. El contacto periódico entre amigos tomará el lugar de la reunión dominical de extraños. Una persona independiente, un dentista, un obrero, un profesor, y no un empleado de la Iglesia, escriba o funcionario, presidirá la reunión. El ministro, normalmente, saldrá del seno de su propia comunidad y sólo excepcionalmente será un enviado que constituye en torno a él una nueva iglesia. Será un hombre madurado en la sabiduría cristiana por su prolongada participación en una liturgia íntima de su comunidad, y no uno que ha recibido un título en el seminario, instruido profesionalmente en una jerga “teológica”. La plenitud y la madurez del matrimonio en unos, y la gozosa renuncia en otros, serán reconocidos como un signo válido para la carga del ministerio.
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+Más que la asistencia de una multitud anónima en torno a un altar, preveo el contacto personal de familias en torno a una mesa. Más que los edificios consagrados, destinados a santificar la ceremonia, será la celebración la que santificará el comedor de una casa. Esto no significa que todas las iglesias serán transformadas en teatros o en inmuebles invendibles.
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+Evidentemente, no propongo que le quiten al obispo su catedral, ni que se le exija que se gane la vida. Creo que tomando el diaconado en serio, y sin ordenar por el momento a hombres casados para el sacerdocio en su plenitud, la Iglesia puede progresar en el momento mismo en que el número de sacerdotes disminuye.
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+Las estructuras pastorales han quedado ampliamente determinadas por 10 siglos de sacerdocio clerical y celibatario. En 1964 el Concilio dio un paso significativo hacia la renovación al aprobar el diaconado de personas casadas. El decreto es ambiguo, puesto que podría favorecer la proliferación de un clero de segundo orden sin cambiar las estructuras. Pero puede también conducir a la ordenación de hombres adultos, materialmente independientes, y no clérigos. El gran peligro es la clericalización del diaconado, que el diácono viva de los recursos de la Iglesia, retrasando así la necesaria e inevitable secularización del ministerio sacerdotal.
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+El futuro sacerdote “ordinario”, que se gana la vida, presidirá en su casa una reunión semanal de una docena de diáconos. Leerán juntos la Sagrada Escritura, estudiarán y comentarán la instrucción semanal del obispo. Si se ha celebrado la misa en el curso de la reunión, cada diácono llevará a su casa el Sacramento y lo conservará con su crucifijo y su Biblia. El sacerdote visitará las diversas “diaconías” y eventualmente presidirá en ellas la misa.
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+Un cierto número de “diaconías” se reunirán de vez en cuando en otra sala alquilada, o en la catedral, para una misa más solemne. El obispo y sus sacerdotes, a media jornada liberados de sus tareas administrativas, encontrarán el tiempo necesario para concelebrar en ciertas ocasiones. El obispo, asistido por algunos permanentes, tendrá la posibilidad de preparar y de hacer circular su selección semanal de fragmentos de los Padres de la Iglesia y un esquema para su discusión. Asistido por su presbiterio, orientará la liturgia doméstica de las diaconías.
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+Todos estos cambios obligarán a revisar el precepto de la misa dominical, y también a revalorizar las prácticas rituales de la Penitencia.
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+#### El sacerdote secularizado
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+El derecho canónico actual prevé la ordenación de personas cuya subsistencia corre de por vida a cargo de la Iglesia, y la de personas dotadas de bienes propios suficientes. Vincular la ordenación a esta forma burguesa de independencia económica nos parece, en nuestros días, una cosa anormal, por no decir indigna. Hoy un hombre se gana la vida realizando un trabajo cualquiera en el mundo, y no desempeñando un papel en una jerarquía. La Iglesia ha tenido razones válidas para oponerse al trabajo de los sacerdotes deformados por el seminario y por la vida clerical. Pero estas razones no se aplican al trabajador adulto, ordenado de diácono o de sacerdote, tanto si está casado como si es “monje”. Considerar las capacidades profesionales o la seguridad social adquirida por el trabajo como una señal de independencia suficiente para ordenarse no es ciertamente contrario a la intención del derecho canónico. El ministerio sacramental de “laicos ordenados” nos ayudará a ver con ojos nuevos la “oposición” tradicional entre el eclesiástico y el laico en la Iglesia. A medida que superemos estos dos conceptos, se volverá evidente su carácter transitorio. El Concilio, resumiendo el proceso histórico de la última centuria, ha tratado de definir al sacerdote y al laico en dos documentos distintos. Pero el futuro, a partir de la antítesis aparente, edificará una nueva síntesis que irá más allá de las categorías presentes.
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+El lenguaje cotidiano no tiene palabras para definir esta nueva realidad, y la imaginación católica se asusta al querer dar un nombre bautismal a este “hijo legítimo”, ¿un laico-sacerdote? ¿Un no clérigo ordenado de diácono o de sacerdote? ¿Un sacerdote de los domingos? ¿Un sacerdote a media jornada? ¿Un ministro sacramental secularizado?
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+La historia de la institución clerical desde el Concilio de Trento ha hecho que la expresión “sacerdote secular” sea impropia.
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+Este nuevo tipo de cristiano será sobre todo el presidente de la celebración, y no el sacerdote para toda clase de actividades, que se presta muchas veces sin competencia para una variedad pasmosa de tareas sociales y psicológicas. Su aparición librará finalmente a la Iglesia del sistema restrictivo de los beneficios y de los regalos. Más aún, la Iglesia en este momento habrá renunciado al número infinito de responsabilidades que han hecho del sacerdote un accesorio artificial de funciones sociales establecidas. El laico ordenado hará que sea superflujo, desde el punto de vista pastoral, el “cura eclesiástico”. La transformación de la existencia actual permite a todo hombre una libertad, reservada con anterioridad a los nobles y a los clérigos, que le deja disponible para aceptar funciones espirituales a media jornada. El tiempo libre aumenta paralelamente a la reducción de las horas de trabajo, a la jubilación precoz y a las ventajas más amplias de la seguridad social.
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+El trabajador que libremente renuncia al tiempo de esparcimiento ya no encuentra límites para su educación. Para una creciente mayoría de hombres maduros e independientes existe tiempo disponible de preparación para el ejercicio del ministerio cristiano en una sociedad pluralista y secular. Las mismas razones que hacen de todo cristiano entregado una persona capaz de prepararse para la presidencia de la comunidad eclesiástica, hacen que sea superflujo el clero parroquial. Los ciudadanos católicos formados no piden al señor cura consejo para una acción profana. El político ateo o el técnico laico poseen tal vez mejores títulos para la función de consejeros en valores humanos. La gente capaz de reflexión teológica no va ya a pedir al padre una dirección moral. Piensa por su cuenta. Su formación teológica es a veces superior a la del sacerdote. Los padres que tienen una buena educación dudan cada vez más en confiar a sus hijos al sistema de enseñanza clerical. Se dan cuenta de que ellos mismos son capaces de evangelizarlos, de que en el mundo moderno esta tarea no puede delegar solamente al consiliario, y de que tienen
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+#### Sacerdotes a título interino
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+Es verdad que existen dificultades para la ordenación de hombres sobre los cuales la Iglesia tiene poco dominio. El laico ordenado podría querer dejar el ministerio; podría ser reo de pecado público; él o su mujer podrían convertirse en factores de discordia en la comunidad cristiana. ¿Y entonces, qué? El derecho canónico actual contiene en germen la solución: que se le suspenda de sus funciones. La “suspensión” la debe decidir tanto el individuo como la comunidad, y no debe entenderse solamente como un castigo en manos del obispo. El ministro ordenado puede creerse llamado a tomar una posición criticable y discutida: si así ocurriera, dejaría de ser un símbolo de la unidad sacramental, ya que juzgaría necesario convertirse en un signo de contradicción. Que él mismo, la comunidad o el obispo decidan con toda libertad si debe retirarse de la presidencia de la comunidad, de la cual será entonces un simple miembro. La comunidad que reconoció su carisma y lo presentó al obispo para que lo ordenara, debe respetar su libertad de conciencia y permitirle que renuncie al ejercicio de la función para la cual había sido habilitado. El ejercicio ritual del orden recibido no es un derecho inalienable ni un deber perpetuo. El no clérigo no tiene que defender ventajas especiales, ni rentas, ni situaciones que dificultarían la suspensión de sus funciones ministeriales: ejerce estas funciones sin pertenecer a un estado clerical.
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+#### La estrategia de la transición
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+Hemos visto que el crecimiento de la superestructura clerical podría en el momento presente acelerar la ordenación de laicos, despoblando las filas de los antiguos “curas”. El “sacerdote laico”, por su parte, haría posible poner fin a la “falta de clero” que preocupa extraordinariamente a los obispos.
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+Pero los obispos, cuya mentalidad ha sido moldeada por las estructuras heredadas del pasado, se oponen a que el título que justifica la existencia del clero como “clase aparte” (me refiero a las órdenes sagradas) pase a manos de los que se niegan a formar parte de esta clase.
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+En este callejón sin salida, “la crisis del clero en América Latina” podría transformarse en fuente de renovación para la Iglesia universal. La misma gravedad de esta crisis permite allí un diagnóstico que es imposible en otras partes, en donde los paliativos producen la ilusión de que el estado clerical podría sobrevivir. Hay hoy en día sacerdotes que comienzan a ver que están ahogados en la medida en que su sacerdocio se halla vinculado a los privilegios y a las responsabilidades de este estado. Por una parte, estos privilegios los encierran en un _ghetto_, incluso en el interior de la Iglesia, y por otra, las responsabilidades del orden establecido no les permiten comprometerse en ningún tipo de revolución.
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+Muchos sacerdotes están descontentos de sus ocupaciones, bien porque no se sienten libres de realizar el trabajo para el que se saben dotados, o porque carecen de preparación para la tarea que les es asignada. En el primer caso buscan una definición nueva de la función del “cura” que les permita emprender nuevas tareas. En el segundo, hay que tratar de dar una formación más adecuada. Ambas soluciones se limitan con frecuencia a ser paliativos. Lo que habrá que hacer es más bien plantearse la cuestión siguiente: ¿por qué obligar a un hombre a estar en el clero para siempre?
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+¿Por qué mantener bajo el control de la Iglesia las funciones que le han sido asignadas?
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+En la medida en que la Iglesia se apega al sistema existente, que hace del sacerdote un permanente “clerical”, nuestro actual problema queda enteramente en pie: el del “cura” cada vez más especializado, insatisfecho y frustrado, y el del cristiano que rechaza el “ministerio” por aprecio de su “estado laico”.
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+Con el objeto de responder a esta crisis, los próximos años verán cómo proliferan los programas de puesta al día del clero. Estos programas pueden clasificarse en tres tipos: la mayor preparación del clero, el volver a encontrar los motivos que hacen válido para el sacerdote su estado clerical y, finalmente, la preparación para escoger periódicamente su futuro con toda libertad.
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+_a)_ Cada vez más, las diócesis y las congregaciones religiosas piden a expertos consejeros de la industria que les enseñen los actuales métodos profesionales. La Iglesia se convierte así en una “empresa de servicios” entre muchas otras. Se parte del principio de que hay que renovar _(recycler)_ el “producto” desusado del noviciado y del seminario, para hacer que funcione después del Concilio: se habla entonces en una nueva jerga y se celebra según un nuevo rito. La repetición de estos cursos de pastoral es inevitable si se quiere hacer funcionar una máquina cada vez más complicada.
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+_b)_ El retiro espiritual, por otra parte, ya no sirve para robustecer el compromiso personal del sacerdote en la aventura y en los riesgos evangélicos; por el contrario, los superiores lo utilizan con frecuencia para confirmar la fe vacilante de los sujetos en una estructura que se presenta como si estuviera fundada en la voluntad de Dios. Se insiste en que la ordenación para la función sacerdotal implica el deber perentorio de ser fiel al estado clerical.
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+_c)_ Tenemos que prever una renovación _(recyclage)_ de adultos que periódicamente desean plantearse su vocación. Yo, que me he puesto totalmente al servicio de la Iglesia, ¿debo seguir siendo clérigo? ¿Debo abandonar esta estructura para vivir en adelante el tipo de sacerdote del futuro? Si debo seguir siendo un funcionario eclesiástico, ¿es para colaborar en el progreso del clero hacia la nueva estructura de que la Iglesia tendrá mañana necesidad, o es para provocar la subversión de la estructura presente?
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+El futuro de la Iglesia no se planifica: se imagina, se vive en la obediencia, y sólo entonces se descubre. Mi presente es siempre el pasado de alguien y el futuro de algún otro.
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+Tenemos necesidad hoy de algunos sacerdotes, formados en los seminarios de antes, que estén decididos a romper ciertas estructuras heredadas, sin abandonar la disciplina fundamental, incluida la del celibato.
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+Éstos podrán convertirse en pioneros del “sacerdote-monje” de la Iglesia de mañana, aunque por el momento se expongan a la incomprensión y a la “suspensión”. Tenemos también necesidad de estas vocaciones de sacerdotes animados de esperanza, capaces de dejar el “clero” sin endurecimientos, sin amargura y sin cobardía.
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+Tenemos igualmente necesidad de sacerdotes, asimismo libres y desprendidos, que continúen en su puesto, aunque lo consideren contrario a su ideal de la Iglesia.
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+Tal vez habrá otros que se creerán libres para abandonar la disciplina del celibato o para obligar a la Iglesia que los dispense, pero que renunciarán a esta libertad para no frenar su renovación. También éstos tendrán necesidad de una puesta al día _(recyclage)_ para decidirse con toda libertad.
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+#### La costumbre creadora de confusión
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+Es difícil separar lo que el hábito o la costumbre ha unido. La unión del estado clerical, del sacramento del orden y del celibato voluntario en la vida del “cura” ha dificultado la comprensión de cada una de estas realidades, y ha impedido que fuera posible intentar su separación. El clero se ha afincado en su estatuto socioeconómico y en su poder, defendiendo su derecho exclusivo al sacerdocio. Es muy raro que se propongan argumentos teológicos contra la idea del laico ordenado, si se exceptúa la referencia a la impropiedad de la misma expresión. Sólo los eclesiásticos católicos que desean casarse y los pastores protestantes que temen perder su posición clerical desean extender los privilegios clericales a los ministros católicos casados.
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+El vínculo entre el celibato y el orden es fuertemente atacado, a pesar de las declaraciones de la autoridad que lo defiende. Se ponen sobre el tapete argumentos exegéticos, pastorales y sociales que no demuestran nada. Son cada vez más los sacerdotes que realizan actos en que niegan el celibato, y, lo que es más grave, abandonan al mismo tiempo celibato y ministerio. El problema es calificado, de común acuerdo, como complejo; efectivamente, convergen en él dos realidades que son sólo comprensibles a la luz de la fe: el ministerio sacramental del sacerdocio y el misterio personal de una renuncia extraordinaria. Nuestro lenguaje secular se confiesa impotente ante el análisis sutil de sus relaciones mutuas. Enunciar y discutir cada una de las tres cuestiones por separado nos ayudará tal vez a diferenciarlas entre sí y a comprender la naturaleza de las relaciones entre: _a)_ el compromiso del celibato voluntario; _b)_ la constitución de comunidades religiosas; _c)_ la prescripción legal del “celibato eclesiástico”.
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+#### La elección voluntaria de una vida impotente
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+Siempre ha habido en la Iglesia hombres y mujeres que han renunciado libremente al matrimonio “en vista del Reino”. De conformidad con tal acto, fundan simplemente su decisión en la llamada interior de Dios. La experiencia, que es el motivo de la decisión, debe distinguirse de la exposición discursiva mediante nociones abstractas y razones que la justifican. Para muchos estas nociones han quedado actualmente vacías de sentido, lo cual les induce a renunciar al compromiso del celibato. Los defensores del celibato interpretan este gesto como la manifestación de un debilitamiento de la fe en los católicos modernos. Este gesto podría aportar igualmente la prueba de que es una purificación de la propia fe, y de que es una renuncia a fundar el propio testimonio en argumentos especiosos. En los motivos alegados, los hombre ven hoy día más claramente motivos sociológicos, psicológicos y mitológicos en favor del celibato, y reconocen su carácter inadecuado ante la verdadera renuncia cristiana.
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+La renuncia al matrimonio ya no es necesaria, desde el punto de vista económico, para el servicio de los pobres; ni tampoco es ya una condición legal para el ministerio ordenado; ni una situación extraordinariamente propicia para los estudios. El celibato no puede ya contar, para su defensa, con la aprobación de la sociedad.
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+Los motivos psicológicos invocados en otro tiempo para justificar las ventajas de la continencia, apenas son hoy aceptables. Numerosos célibes comprenden ahora que rechazaron el matrimonio por desgana, miedo, egoísmo, falta de preparación o sencillamente de atractivo. Y ahora escogen el matrimonio, o bien en virtud de una mejor comprensión de sí mismos, o bien en virtud del deseo de probar su error inicial. Ya no se presentan como héroes delante de sus padres, por su fidelidad, ni se sienten parias por su “defección”.
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+El estudio comparado de las religiones descubre en la historia de la humanidad muchas “razones” de la continencia. Estos motivos son de orden ascético, mágico o místico. Son ciertamente “religiosos”, aunque apenas sean “cristianos”. El asceta renuncia tal vez al matrimonio con objeto de ser libre para la oración; el “mago”, para salvar mediante su sacrificio a un chinito; el “místico”, en favor de la intimidad nupcial exclusiva con el “Todo”. Nuestros contemporáneos saben que la continencia no intensifica la oración, ni hace el amor más ardiente, ni aumenta las gracias recibidas.
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+Hoy el cristiano que renuncia al matrimonio y a los hijos “en vista del Reino” no aduce, en favor de su decisión, ninguna razón abstracta. Quiere vivir ahora el estado de pobreza absoluta que todo cristiano espera encontrar en la hora de la muerte, y que todo hombre encontrará. Su vida no prueba nada, ni siquiera la trascendencia de Dios. Su renuncia no sirve para nada, excepto a su propia verdad. Su resolución de renunciar a una esposa tiene el mismo carácter de intimidad, de incomunicabilidad y de gratuidad que la preferencia única de un hermano suyo por su esposa. El “monje” (como lo llamaría yo para distinguirlo) arriesga su personalidad en una disponibilidad, una apertura y una soledad que podrían conducirlo al orgullo, a la insensibilidad y al aislamiento. Su hermano arriesga su futuro humano de otra manera, escogiendo una mujer, para lo mejor y para lo peor. El “monje” elige vivir su vida en la impotencia voluntaria revelada por el Todopoderoso en el momento culminante y paradójico de su amor. Sigue el ejemplo del crucificado impotente. Esta conducta, y no la intervención de la Iglesia, es la que constituye al “monje”.
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+Esta conducta se vive en las profundidades del corazón: no importa que el monje la elija gratuitamente haciendo los votos en una orden religiosa, o que la acepte como una condición impuesta por la Iglesia para servir dentro del clero, o que se someta simplemente a una vocación percibida a través de los acontecimientos de su vida sin haberla escogido mediante votos o aceptado como condición de un cargo.
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+#### La vida religiosa
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+La Iglesia se ha servido de dos signos para dar una expresión visible a la decisión de ciertos cristianos de seguir hasta el final a Cristo en la impotencia de la cruz. Ha dado una organización social y jurídica a las comunidades religiosas y ha instituido la celebración ritual de los votos que son la manifestación del compromiso del individuo en una de estas comunidades: estos dos signos visibles están en vías de desaparición.
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+Las órdenes religiosas ofrecen una estructura comunitaria en la que cada miembro se supone que profundiza el compromiso de santidad de su bautismo, y que ocupa al mismo tiempo su propio lugar entre el personal administrado por su superior. Las obras de las órdenes religiosas desaparecerán sin duda todavía más rápidamente que las instituciones parroquiales o diocesanas, a medida que sus miembros más evolucionados, en número creciente y con permiso de su superior, empiecen a seguir fuera del convento su vocación personal.
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+Los cristianos deseosos de practicar radicalmente los consejos evangélicos ya no experimentan tanto la necesidad de entrar en comunidades establecidas, ni siquiera en los institutos seculares. Reconocen con todo la eficacia de una unión, temporal o permanente, con otros cristianos a quienes anima el mismo deseo, con el fin de encontrar en ella un mutuo sostén en una común aventura espiritual. Para la próxima generación es de desear la floración de lugares de oración intensa, de casas de retiro, de centros de formación espiritual, de monasterios y de “desiertos” para sostener a la Iglesia entera en su renovación.
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+Antes los votos eran signos mediante los cuales el cristiano se vinculaba a su comunidad religiosa. A medida que las razones tradicionales de conservar estas comunidades particulares jurídicas se evaporen, se buscarán otras formas para celebrar públicamente la presencia misteriosa de la renuncia en la Iglesia entera. En estas condiciones el compromiso personal debería caracterizarse públicamente más por la celebración litúrgica de un acontecimiento que pertenece a la línea del misterio que por un acto jurídico al que van anejas unas obligaciones legales hacia una comunidad particular.
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+Mediante este rito la Iglesia afirmaría públicamente que cree en la autenticidad del carisma individual. El gesto personal sería realizado entonces como un signo de la misma Iglesia. La admisión a realizar este “gesto” quedaría reservada a los adultos que durante muchos años hubieran practicado la renuncia en el siglo. La Iglesia manifestaría así su voluntad de confiar el testimonio del misterio, el testimonio del anonadamiento de la cruz, a la fidelidad personal de estos nuevos “monjes”. Una evolución que se orientara en este sentido mantendría dentro de la Iglesia la tradición monástica y eliminaría múltiples “dispensas” que a los ojos del mundo causan una lamentable impresión. Entonces volveríamos a encontrar la analogía real e íntima del matrimonio cristiano y de la renuncia: en el rito público y litúrgico del matrimonio, y en el rito público y litúrgico de la renuncia, el cristiano tendría ocasión de celebrar un compromiso que él habría escogido, maduro y ya vivido.
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+La desaparición progresiva de las comunidades religiosas y de los votos jurídicos se mira así desde un punto de vista positivo: podría dar paso a una elección mucho más gratuita y evangélica; podría provocar a determinados jóvenes a una vida “monástica” temporal como preparación, ya sea al matrimonio, ya a la soledad; podría, finalmente, ayudar a la Iglesia a superar el callejón sin salida de las múltiples dispensas jurídicas, y dar al compromiso litúrgico un carácter definitivo de tipo sacramental.
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+#### El celibato clerical
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+De momento, la Iglesia ordena solamente a aquellos hombres que, mediante el rito de la tonsura, han sido admitidos al estado clerical. Y mantiene la ley del celibato eclesiástico. La Iglesia, con buenas razones, se niega a admitir en este estado, tal como se presenta actualmente, a funcionarios casados. El papa, gracias a Dios, insiste en este punto. El celibato eclesiástico contribuye a la desaparición del clero. Abre la puerta a la ordenación de laicos, ya sea laicos casados, ya seculares.
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+A la baja de las vocaciones y a los abandonos eclesiásticos se les proponen muchos remedios. Un clero casado, religiosas y laicos promovidos a las funciones pastorales, la creciente intensidad de las campañas de vocaciones, una mejor distribución mundial del clero existente: todo esto no son más que tentativas tímidas para reavivar un organismo moribundo.
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+Durante nuestra generación, por lo menos, la ordenación sacerdotal de hombres casados no es un hecho que se impondrá. Los no casados son más que suficientes en número. En este momento la ordenación de sacerdotes casados retrasaría una verdadera reforma pastoral. Pero hay además una segunda razón, más sutil. En nuestros días hay millares de sacerdotes que rechazan el celibato; ofrecen el deprimente espectáculo de hombres formados para la continencia, que se comprometen tardíamente en matrimonios llenos de riesgos. La Iglesia les concede en secreto una dispensa arbitraria y desganada. Habría que clarificar y hacer más realista este proceso mediante el cual la Iglesia permite el matrimonio a los “curas”.
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+Pero no hay que cambiar las condiciones que implica. La Iglesia exige que el “ex cura” renuncie a la seguridad de su estado y al ejercicio de su ministerio. Ha sido cobarde y no puede servir de modelo. Servir de modelo es tan difícil al sacerdote que “quiere salirse” sin aceptar las consecuencias inevitables de su acto, como al obispo que quiere “conservar cueste lo que cueste” a su sacerdote. Hay que consolarse: el éxodo masivo del clero cesará con la desaparición del sistema clerical actual. Durante este intervalo la ordenación para el sacerdocio de hombres ya casados sería un error lamentable. La confusión que esto acarrearía no podría dejar de provocar un retraso en las reformas radicales necesarias.
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+### Es el sacerdocio una profesión
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+La Iglesia, al limitar el sacerdocio a los “curas”, lo vincula a los miembros del estado clerical, a la condición de célibe y, finalmente, a una preparación profesional en los seminarios. Nos queda por analizar este último aspecto, el más peligroso para el porvenir según mi manera de ver. No hay peligro más temible que el de permitir que la palabra de Dios justifique la existencia de una profesión en el sentido moderno de la palabra. ¿No hay en muchas partes la propuesta de que el servicio de la palabra de Dios se considere como una profesión, por los mismos motivos que lo es la de maestro o la de psicólogo, y que en ella la ascensión se realice según la experiencia y la competencia de cada uno, y que un sindicato represente los intereses de los miembros ante el obispo-patrono?
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+Este peligro existe, por lo menos en ciertos países, por el hecho de que una minoría distinguida del clero está empleada en los seminarios.
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+Instintivamente, esta minoría trata de asegurar la supervivencia de estas instituciones. Si el seminario sobrevive a la desaparición del estado clerical postridentino engendrado por él, sólo justificará su existencia inventando una nueva profesión para el pastor en paro forzoso por él producido: la profesión de “pastor católico”.
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+Proseguir el reclutamiento de muchachos generosos con el objeto de ponerlos en el molde del “cura” tal como lo describe todavía el Concilio Vaticano II, acabará por ser una ofensa a la moral pública. Es inadmisible hoy persistir en la preparación de jóvenes para un sacerdocio vinculado a un estado que está en vías de desaparición; pero sería todavía peor formarlos para una “profesión” moderna que monopolizaría el sacerdocio, y que por esta razón no debería nacer. Esperemos que la minoría selecta de la Iglesia, en vez de aferrarse a los seminarios, quedará disponible para ayudar a los obispos en su tarea más importante: la investigación teológica, por una parte, y la formación profesional de adultos preparados para el ministerio, por otra.
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+Desgraciadamente, la expresión “formación cristiana” ha llegado a abarcar demasiadas cosas. Como tantos otros términos empleados dentro de la Iglesia, ha perdido casi todo su sentido. Es necesario volverla a precisar para comprender que no es la formación profesional en teología lo que hace al sacerdote.
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+La madurez de la persona, la precisión teológica, la oración contemplativa y la caridad heroica no son propiedad exclusiva de los católicos. Hay ateos que pueden llegar a la madurez, hay no católicos que pueden alcanzar la precisión teológica, hay budistas que pueden llegar a ser místicos y hay paganos que pueden practicar la generosidad heroica. El resultado específico de la educación cristiana es el “sentido de la Iglesia”. El hombre que lo posee echa sus raíces en la autoridad viva de esta Iglesia, vive en la fecundidad de inversión de la fe y habla en términos inspirados por los dones del Espíritu.
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+Este “sentido de la Iglesia” dimana de la lectura de las fuentes cristianas, de la participación recogida en la celebración litúrgica, de una particular manera de vivir. Es fruto del encuentro con Cristo, y da la medida de la real profundidad de la oración silenciosa. Es el resultado de la penetración del contenido de la fe por la luz de la inteligencia, por la apertura del corazón y por la sumisión de la voluntad. Este “sentido de la Iglesia” no es el resultado de un análisis abstracto de la doctrina, sino más bien un enraizamiento del espíritu en los datos de la tradición. Cuando se trate de designar a un adulto para el diaconado o para el sacerdocio, buscaremos en él este “sentido” más que los éxitos en teología o el tiempo pasado fuera del siglo. No le exigiremos la competencia profesional para enseñar a “su” público, sino la humildad profética adecuada para la animación de un grupo de cristianos.
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+### Conclusión
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+El futuro de la Iglesia lo vivimos ya, pero para percibirlo no es necesario hacerlo en el sentido del espíritu utópico. La utopía no es ni profecía ni plan: es un modo humorístico de ver el presente, que lo hace transparente a la fe. El falso profeta se equivoca porque se sitúa en el lugar de Dios. El mal planificador da por sentado “su” poder. La utopía cesa cuando comienza a tomarse demasiado en serio. La mayor administración mundial cuenta con la asistencia del Espíritu Santo, y éste se manifiesta en toda su historia en lo que llamamos la esperanza, la locura de Cristo y alguna vez la utopía.
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+## El reverso de la caridad
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+En 1960 el papa juan XXIII encargó a todos los superiores religiosos estadunidenses y canadienses que enviaran 10% de sus fuerzas efectivas, entre sacerdotes y monjas, a América Latina en el curso de los 10 años siguientes. La mayoría de los católicos estadunidenses interpretaron esta solicitud papal como un llamado para ayudar a modernizar a la Iglesia latinoamericana de acuerdo con el modelo norteamericano. Había que salvar del “castrocomunismo” a un continente en el cual vive la mitad de los católicos del mundo.
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+Me opuse a la ejecución de esa orden: estaba convencido de que dañaría seriamente a las personas enviadas, a sus protegidos y a los patrocinadores de los países de origen. Además, serviría inevitablemente a la propagación del desarrollismo. Había aprendido en Puerto Rico que son pocas las personas que no salen tullidas o completamente destruidas del trabajo de por vida “en beneficio de los pobres” en un país extranjero. Sabía que la transferencia de los estándares de vida y las expectativas norteamericanas no harían más que impedir los cambios revolucionarios necesarios y que estaba mal usar el Evangelio al servicio del capitalismo. Por último, sabía que si bien el hombre común en Estados Unidos necesitaba ser informado sobre la realidad revolucionaria de América Latina, los “misioneros” sólo deformarían la visión de esta realidad: sus informes son notoriamente caprichosos. Era necesario detener la cruzada proyectada.
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+Junto con unos amigos, fundé un centro de estudios en Cuernavaca.
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+Elegimos ese lugar debido a su clima, ubicación y logística. En la apertura del centro establecí dos de los propósitos de nuestra empresa. El primero era ayudar a disminuir el daño que la ejecución de la orden papal amenazaba causar. Nuestro programa educativo para los misioneros intentaría enfrentarlos de cara a la realidad y consigo mismos, de modo que, o rechazaban sus nombramientos o, de aceptarlos, estarían entonces un poco menos faltos de preparación. El segundo propósito era recabar suficiente influencia entre los núcleos que tomaban las decisiones en las agencias parroquiales de esa empresa misionera y tratar de disuadirlos de aplicar el plan. Durante la década de los sesenta, tanto nuestra experiencia y nuestra reputación en el entrenamiento intensivo de profesionales extranjeros que habían sido nombrados para desempeñarse en Sudamérica como el hecho de que éramos el único centro especializado en ese tipo de educación, aseguraron un flujo permanente de estudiantes a través del centro —a pesar del carácter básicamente subversivo de los propósitos citados—.
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+Hacia 1966, en lugar del 10% que se había pedido en 1960, apenas 0.7% del clero norteamericano y canadiense se había desplazado hacia el sur. Los grupos avanzados de la Iglesia estadunidense albergaban ya serias dudas acerca de la necesidad de la empresa en su conjunto. Pero la información plañidera que llegaba desde América Latina y una intensa y costosísima campaña de relaciones públicas conducida desde Washington hicieron que muchos obispos y la gran mayoría de católicos ignorantes continuaran levantando los ánimos en pro de la causa para “ayudar a salvar a América Latina”. Bajo esas circunstancias era necesario respaldar una controversia intensiva y abierta y, por ello, en enero de 1967, escribí el siguiente artículo para la revista jesuita norteamericana _América_. La ocasión era más que propicia: al final de ese mes se habrían de reunir en Boston, con el fin de dar nuevo ímpetu a sus programas, 3 000 miembros de la Iglesia —católicos y protestantes—, de Estados Unidos y de América Latina. Sabía también que la revista _Ramparts_ estaba por publicar su _exposé_^[En francés, en el original. (E.)] acerca del financiamiento prestado por la CIA a los movimientos estudiantiles, principalmente en América Latina.
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+Hace cinco años los católicos estadunidenses emprendieron una peculiar alianza para el progreso de la Iglesia latinoamericana. Se calculaba que para 1970 el 10% de los 225 000 sacerdotes norteamericanos, incluidos hermanos y hermanas, habrían sido voluntariamente enviados al sur de la frontera. En cinco años el “clero” masculino y femenino norteamericano ha contribuido con 1 622 personas en toda Sudamérica. La mitad del camino es un buen momento para determinar si un programa navega todavía según los cálculos previstos cuando se echó a andar y, lo que es más importante, si su destino vale todavía la pena. Numéricamente el programa fue un verdadero fracaso. ¿Debe ello ser fuente de disgusto o de alivio?
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+El programa dependía de un impulso respaldado por una imaginación acrítica y por juicios sentimentales. Carteles con un “llamado a 20 000” y un dedo dirigido al observador convencieron a muchos de que “América Latina te necesita”. Nadie se atrevió a explicar claramente por qué, a pesar de que la primera propaganda pública incluía cuatro páginas de texto con varias referencias al “peligro rojo”, el Buró Latinoamericano de la _National_ _Catholic Welfare Conference_ añadió al programa, a los voluntarios y al propio llamado, la palabra “papal”.
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+Ahora se propone una campaña para recabar más fondos. Ha llegado el momento de reexaminar tanto el llamado para reclutar a 20 000 personas como la necesidad de varios millones de dólares. Ambas peticiones deben someterse a un debate público entre los católicos estadunidenses, desde los obispos hasta las viudas, ya que a ellos se exhorta a proveer el personal y pagar las cuentas. Ante todo debe prevalecer el pensamiento crítico. Los eslóganes de las campañas elegantes y coloridas, y las súplicas emocionantes, no hacen más que enturbiar los verdaderos problemas.
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+Examinemos fríamente el sarampión de frenética caridad que se propaga por la Iglesia estadunidense y que ha tenido como resultado la creación de los voluntarios “papales”, las “misiones de cruzada” estudiantiles, los plenos de las asambleas del Catholic Inter-American Cooperation Program, las innumerables misiones diocesanas y las nuevas comunidades religiosas.
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+No me detendré en detalles. De ellos se encargan continuamente los programas mencionados. En lugar de eso me voy a atrever a señalar algunos de los hechos e implicaciones fundamentales del llamado plan papal — parte de un esfuerzo multifacético para mantener a América Latina dentro de las ideologías de Occidente—. Les corresponde a los que dictan la política eclesiástica estadunidense enfrentarse de lleno con sus bien intencionadas aventuras misioneras. Les toca a ellos revisar sus vocaciones de teólogos cristianos y sus acciones de políticos occidentales.
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+Los hombres y el dinero enviados con motivaciones misioneras transportan una imagen cristiana extranjera, una postura pastoral extranjera, y un mensaje político extranjero. Llevan también consigo la etiqueta del capitalismo norteamericano de los años cincuenta. ¿Por qué no nos detenemos, siquiera una vez, a considerar el reverso de la moneda de la caridad? ¿Por qué no sopesamos las cargas inevitables que la ayuda extranjera impone a la Iglesia sudamericana? ¿Por qué no probamos la amargura del daño causado por nuestros sacrificios? Si, por ejemplo, los católicos estadunidenses sencillamente abandonaran el sueño de “10%” y pensaran honradamente en la implicación de su ayuda, entonces la creciente conciencia de las falacias intrínsecas podría llevar a una generosidad sobria y significativa. Seré más preciso. La alegría incuestionable del dar y los frutos del recibir deben ser tratados como dos capítulos distintos. Propongo delinear solamente los resultados negativos que producen el dinero, los hombres y las ideas extranjeras en la Iglesia sudamericana, de modo tal que se pueda preparar debidamente el futuro programa estadunidense.
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+Durante los últimos cinco años el costo del funcionamiento de la Iglesia en América Latina se ha multiplicado varias veces. No hay precedentes que indiquen una tasa de crecimiento tal en los gastos de la Iglesia a escala continental. En la actualidad, el funcionamiento de una universidad católica, una misión social o una cadena radiofónica cuesta más que los gastos eclesiásticos del país hace una década. La mayor parte de los fondos para este tipo de crecimiento provino de afuera y fluyó de dos fuentes distintas. La Iglesia fue una de ellas. Recababa ese dinero de tres maneras:
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+_1)_ Dólar por dólar, apelando a la generosidad de los fieles —como hicieron Adveniat, Miseror y Oostpriesterhulp, en Alemania y los Países Bajos—. Esas contribuciones superan el orden de los 25 millones de dólares al año.
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+_2)_ Mediante contribuciones masivas, ya sea por parte de miembros individuales de la Iglesia —el ejemplo más sobresaliente es el del cardenal Cushing— o por parte de instituciones —tales como la National Catholic Welfare Conference, que transfirió un millón de dólares de las misiones locales al Buró Latinoamericano.
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+_3)_ Mediante la asignación de sacerdotes, religiosos y laicos, todos entrenados a un costo considerable y a menudo apoyados financieramente en sus empresas apostólicas.
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+Este tipo de generosidad extranjera ha tentado a la Iglesia latinoamericana a convertirse en satélite de la política y los fenómenos culturales del Atlántico Norte. El aumento de los recursos apostólicos intensificó la necesidad de ese flujo continuo, creando islas de bienestar apostólico que cada día están más lejos de la capacidad local de mantenerlas. El nuevo florecimiento de la Iglesia latinoamericana tiene lugar mediante un regreso a la marca que le impuso la Conquista: una planta colonial que florece mediante el cultivo extranjero. En lugar de aprender a arreglárselas con menos dinero o de plano a cerrar las puertas, los obispos caen en la trampa de precisar más y heredar al futuro una institución cuyo funcionamiento no será viable. La educación, que es una de las inversiones que podría dar ganancias a largo plazo, es concebida en su mayor parte como el entrenamiento de burócratas que conservan la estructura presente.
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+Hace muy poco, un grupo considerable de sacerdotes latinoamericanos enviados a Europa para cursar estudios avanzados, me ofreció un buen ejemplo de lo anterior. Con el fin de poner a la Iglesia en contacto con el mundo, nueve de cada 10 de ellos se dedicaron a aprender métodos de enseñanza —catequística, teología pastoral o ley canónica—, sin avanzar por lo tanto directamente ni en sus conocimientos de la Iglesia ni del mundo. Sólo una reducida minoría estudió la historia o las fuentes de la Iglesia, o el mundo tal cual es.
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+Es fácil recaudar grandes sumas para construir una iglesia nueva en la selva o una escuela secundaria en un barrio bajo y luego rellenar los planteles con misioneros nuevos. Se puede mantener artificialmente y a grandes costos un sistema pastoral a todas luces inaplicable y considerar que la investigación básica, que puede permitir la instauración de un sistema pastoral nuevo y vivo, es un lujo extravagante. Las becas para el estudio de humanidades no eclesiásticas, el dinero inicial destinado a la experimentación pastoral imaginativa, y las donaciones hechas para la documentación y la investigación dirigidas a formular una crítica constructiva específica, corren por igual el riesgo aterrador de constituirse en amenazas de nuestras estructuras temporales, planteles clericales y métodos de los “buenos negocios”.
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+Hay una segunda fuente de recursos todavía más sorprendente que la generosidad eclesiástica hacia la propia Iglesia. Hace una década la Iglesia se parecía a una _grande dame_^[En francés, en el original. (E.)] empobrecida que trataba de mantener una tradición imperial de dar limosnas de su reducido ingreso. Durante algo más de un siglo, desde que España perdió a América Latina, la Iglesia perdió gradualmente donativos de los gobiernos, regalos de patronos y, por último, las rentas de sus antiguas tierras. De acuerdo con el concepto colonial de la caridad, la Iglesia perdió su poder de ayudar a los pobres. Pasó a ser considerada una reliquia histórica, inevitable aliada de los políticos conservadores.
+
+En 1966, y al menos a primera vista, lo contrario parece ser verdad. La Iglesia se ha convertido en un agente en quien se confía para ejecutar programas dirigidos al cambio social. Se halla suficientemente comprometida como para producir algunos resultados. Pero cuando se siente amenazada por el cambio verdadero, prefiere retirarse antes que permitir que la conciencia social se extienda como fuego griego. La supresión de las escuelas radiofónicas de Brasil por una alta autoridad eclesiástica constituye un buen ejemplo de ello.
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+Así, la disciplina eclesiástica le asegura al donante que su dinero rinde el doble en manos del sacerdote. Ni se evaporará ni se le tendrá por lo que es: publicidad para la empresa privada e indoctrinación en un modo de vida que los ricos han decidido como el que mejor le viene a los pobres. El receptor inevitablemente entiende el mensaje: el cura está del lado de W. R. Grace Company, Esso, la Alianza para el Progreso, el gobierno democrático, los sindicatos del AFL-CIO y todo lo que sea sagrado en el panteón occidental.
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+Las opiniones se dividen, por supuesto, cuando se discute si la Iglesia se metió de lleno en los proyectos sociales debido a que así podía obtener fondos “para los pobres” o si fue tras esos fondos porque de ese modo podía contener el castrismo y asegurar su propia respetabilidad institucional. Al convertirse en agencia “oficial” partidaria de un tipo de progreso, la Iglesia deja de hablar para los de abajo, que son ajenos a todas las agencias pero que constituyen una mayoría creciente. Al aceptar el poder de ayudar, la Iglesia debe necesariamente denunciar a un Camilo Torres que simboliza el poder de la renuncia. De esa manera el dinero le construye a la Iglesia una estructura “pastoral” que está más allá de sus medios y la convierte en un poder político.
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+El compromiso emotivo superficial oscurece el pensamiento racional con que debe considerarse la “asistencia” norteamericana internacional. Un deseo extrañamente motivado de “ayudar” en Vietnam reprime los sanos sentimientos de culpa. Por fin, nuestra generación comienza a ver más allá de la retórica “lealtad” a la patria. A fuerza de golpes reconocemos la perversidad de nuestra política de poder y la dirección destructiva de nuestros torcidos esfuerzos por imponer a los demás “nuestro modo de vida”. No hemos empezado aún a enfrentar el reverso del compromiso de la mano de obra clerical y la complicidad de la Iglesia en el sofocamiento de un despertar universal demasiado revolucionario como para descansar mansamente en el seno de la “Gran Sociedad”.
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+No sé de ningún sacerdote o monja extranjeros cuyos trabajos hayan sido tan artificiales como para que sus estancias en América Latina no hayan enriquecido alguna vida. Y no hay misionero tan incompetente como para que a través suyo América Latina no haya hecho una mínima contribución a Europa y Norteamérica. Pero ni nuestra admiración por la conspicua generosidad ni nuestro temor de hacer enemigos acérrimos de amigos indiferentes pueden llevarnos a darle la espalda a los hechos. Los misioneros enviados a América Latina pueden: _a)_ hacer de una Iglesia extraña una Iglesia más extranjera; _b)_ cargar de más sacerdotes a una Iglesia ya sobrepoblada, y _c)_ convertir a los obispos en mendigos abyectos. El reciente desacuerdo público ha hecho pedazos la unanimidad del consenso nacional estadunidense sobre Vietnam. Espero que cuando el público caiga en la cuenta de los elementos represivos y corruptores contenidos en los programas de ayuda eclesiástica “oficial” aparezca un verdadero sentimiento de culpa: la culpa de haber desperdiciado la vida de hombres y mujeres jóvenes dedicados a la tarea de evangelización en América Latina.
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+La importación masiva e indiscriminada de clero ayuda a la burocracia eclesiástica a sobrevivir en su propia colonia que cada día se vuelve tanto más extranjera como agradable. La inmigración ayuda a transformar la hacienda de Dios —que era el estilo antiguo en el que el pueblo estaba formado sólo por advenedizos— en el supermercado del Señor —con abundante surtido de catecismos, liturgia y otros medios de gracia—.
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+Transforma a los campesinos vegetativos en consumidores resignados, y a los antiguos devotos en clientes exigentes. Reviste los bolsillos sagrados, proporcionando refugio a los hombres temerosos de la responsabilidad secular.
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+Los feligreses, acostumbrados como estaban a sacerdotes, novenas, libros y cultura de España (y muy posiblemente al retrato de Franco en la rectoría), se encuentran ahora con un nuevo tipo de financiero ejecutivo, administrador y talentoso, que promueve una cierta clase de democracia como ideal cristiano. El pueblo ve muy pronto que la Iglesia está alejada y alienada de él, habiéndose constituido en una operación importada y especializada que es financiada desde el extranjero y que habla con un acento, por lo extranjero, sagrado.
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+Esta transfusión extranjera —y la esperanza de que aumente— dio a la pusilanimidad eclesiástica un nuevo contrato a su vida, una nueva posibilidad de echar a andar el sistema colonial y arcaico. Mientras Norteamérica y Europa envíen suficientes sacerdotes para llenar vacantes, no habrá necesidad de pensar en laicos que trabajen gratuitamente durante algunas horas diarias cumpliendo la mayoría de las tareas evangélicas, ni de reexaminar la estructura de la parroquia, la función del sacerdote, la obligación de los domingos y el sermón clerical, ni de probar el uso de un diaconato casado, la práctica de nuevas formas de celebración de la Palabra y de la Eucaristía y la implementación de íntimas reuniones familiares que celebren en el seno del hogar la conversión al Evangelio. La promesa de un aumento de clero es una sirena encantadora. Hace invisible el crónico excedente de clérigos que tiene América Latina e imposibilita el diagnosticarlo como una de las enfermedades más graves de la Iglesia. En la actualidad, esta evaluación pesimista resulta ligeramente alterada por un puñado de personas valientes e imaginativas, entre las que se cuentan algunas no latinas, que miran, estudian y luchan por una verdadera reforma.
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+Una gran proporción del personal de la Iglesia latinoamericana se emplea actualmente en instituciones privadas que sirven a las clases media y alta, y que frecuentemente obtiene ganancias cuantiosas en un continente que necesita desesperadamente maestros, enfermeras y trabajadores sociales en instituciones públicas que presten servicio al pobre. Una gran parte del clero está metida en funciones burocráticas a menudo vinculadas con la venta de chucherías sacramentales y “bendiciones” supersticiosas. La mayoría de ellos vive en la mugre. Incapaz de emplear a su personal en tareas pastorales significativas, la Iglesia no puede siquiera sustentar a los sacerdotes y a los 670 obispos que los gobiernan. Para justificar ese sistema se echa mano de la teología, del derecho canónico para administrarlo y del clero extranjero para crear un consenso mundial acerca de la necesidad de su continuación.
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+Un sano sentido de lo valores vacía los seminarios y las filas del clero mucho más eficientemente que la falta de disciplina y la generosidad. De hecho, el nuevo sentimiento de bienestar hace a la carrera eclesiástica más atractiva para los que andan en pos de sí mismos. Obispos convertidos en mendigos serviles se sienten tentados a organizar safaris e ir a la caza de sacerdotes extranjeros y recursos económicos para construir anomalías tales como los seminarios menores. Mientras esas expediciones tengan éxito será más difícil, si no imposible, tomar el sendero emocionalmente más pesado y preguntarnos honestamente si necesitamos ese juego.
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+La exportación de empleados eclesiásticos a América Latina enmascara el temor universal e inconsciente que se le tiene a una nueva Iglesia. Las autoridades norteamericanas y sudamericanas, con motivaciones distintas pero con un mismo temor, se hacen cómplices en el mantenimiento de una Iglesia fuera de propósito. Al sacralizar la propiedad y los empleos, esa Iglesia se ciega cada vez más a la posibilidad de sacralizar a la persona y a la comunidad.
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+Es difícil ayudar rehusándose a dar limosna. Recuerdo una ocasión cuando hice detener la distribución de alimentos en las sacristías de un área asolada por el hambre. Todavía siento el aguijón de una voz acusadora que me dice: “Duerme bien el resto de tu vida con la muerte de docenas de niños en tu conciencia”. Algunos doctores prefieren incluso la aspirina en lugar de la cirugía radical. No sienten ninguna culpa si el paciente muere de cáncer, pero temen el riesgo de aplicar el cuchillo. Hoy es necesaria una valentía como la expresada por el jesuita norteamericano Daniel Berrigan, quien escribió sobre América Latina: “Sugiero que cesemos de enviar personas o cosas durante tres años, que pongamos los pies en la tierra, que enfrentemos nuestros errores y que busquemos la manera de no canonizarlos”.
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+Después de seis años de experiencia en el entrenamiento de cientos de misioneros asignados a América Latina, sé que cada vez es mayor el número de voluntarios auténticos que quieren enfrentarse a la verdad para poner a prueba su fe. Los superiores deciden administrativamente rotar el personal y no tienen que vivir con las decepciones consecuentes, se hallan emocionalmente en desventaja para hacer frente a esa realidad.
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+La Iglesia estadunidense debe encarar el reverso doloroso de la generosidad: la carga que una vida gratuitamente ofrecida le impone al recipiente. Los hombres que van a América Latina deben aceptar humildemente la posibilidad de que, por más que den cuanto tengan, pueden ser allí inútiles o dañinos. Deben aceptar el hecho de que un programa de ayuda eclesiástica tullido los usa como paliativos para amortiguar el dolor de una estructura cancerosa, con la única esperanza de que el remedio le dará al organismo tiempo y calma suficientes para iniciar una curación espontánea. Es mucho más probable que la píldora del farmacéutico aleje al paciente de los consejos de un cirujano y lo convierta en un adicto.
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+Los misioneros norteamericanos se dan cada vez más cuenta de que atendieron a un llamado para remendar agujeros en un barco que se hunde porque los oficiales no se atrevieron a lanzar los botes salvavidas. A menos que esto sea visto claramente, los hombres que ofrecieron obedientemente los mejores años de sus vidas se encontrarán engañados en una lucha estéril por mantener a flote un barco sentenciado que navega sin rumbo. Debemos reconocer que los misioneros pueden convertirse en peones de una lucha ideológica mundial y que es blasfemo emplear el Evangelio para apuntalar a este o aquel sistema político o social. El dinero y los hombres enviados a una sociedad como parte de un programa llevan consigo ideas que les sobreviven. Se ha señalado, en el caso de los Cuerpos de Paz, que la mutación cultural catalizada por un grupo extranjero puede ser mucho más efectiva que todos los servicios inmediatos que ese grupo preste. Lo mismo puede ser cierto de los misioneros norteamericanos que —no lejos de casa, con grandes medios a su disposición y cumpliendo a menudo un cometido muy corto— penetran en un área intensamente colonizada, cultural y económicamente, por Estados Unidos. Ese misionero es parte de esta esfera de influencia y a menudo de intriga. A través del misionero estadunidense su país sombrea y colorea a gusto la imagen pública de la Iglesia. El influjo de los misioneros estadunidenses coincide con los proyectos de la Alianza para el Progreso, el plan Camelot y la CIA y se parece a un bautizo de los tres. La Alianza aparece dirigida por la justicia cristiana y no se ve en lo que es, independientemente de sus varias motivaciones: una decepción designada para mantener el _statu quo_. Durante los primeros cinco años de dicho programa se triplicaron los capitales netos que escapan de América Latina. El programa es demasiado pequeño como para permitir siquiera el logro de un umbral de crecimiento sostenido. Es un hueso que se le echa al perro para que no alborote el corral de Estados Unidos.
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+En esas circunstancias el misionero estadunidense tiende a cumplir el papel tradicional que tenía el capellán lacayo de un poder colonial. Cuando la ayuda la administra un “gringo” para tranquilizar a los “subdesarrollados”, los peligros implícitos en el uso de dinero extranjero con fines eclesiásticos adquieren proporciones caricaturescas. Por supuesto sería mucho pedir a la mayoría de los norteamericanos que hicieran una crítica abierta, clara y contundente a la agresión sociopolítica de Estados Unidos en América Latina; y más difícil todavía pedir que lo hicieran sin la amargura del expatriado o el oportunismo del que cambia de partido.
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+Los grupos de misioneros norteamericanos no pueden evitar proyectar la imagen de “puestos de avanzada de Estados Unidos”. Esta distorsión sólo la podrían impedir individuos norteamericanos mezclados con personas locales. El misionero es por necesidad un agente “solapado” que sirve — por más inconsciente que esté de ello— al consenso social y político norteamericano. Pero es consciente y deliberado en su deseo de trasplantar los valores de su Iglesia a Sudamérica; la adaptación y la selección natural rara vez alcanzan el nivel para cuestionar los propios valores.
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+La situación no era tan ambigua hace 10 años, cuando las sociedades misioneras eran canales de buena fe para el flujo de la quincallería tradicional de la Iglesia estadunidense hacia América Latina. No había mercancía que no fuera vendible en el mercado latinoamericano que apenas se abría —desde los collarines romanos hasta las escuelas parroquiales, desde los catecismos norteamericanos hasta las universidades católicas—.
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+Tampoco se necesitaba mucha mercadotecnia para convencer a los obispos latinoamericanos que probaran la etiqueta con el sello _Made in USA_.
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+Entretanto la situación ha cambiado considerablemente. La Iglesia estadunidense se sacude todavía a raíz de los resultados de su primera autocrítica científica y masiva. No sólo los métodos y las instituciones, sino también las ideologías que ellos implican, son objeto de exámenes y ataques. De ahí que también se tambalee la confianza del vendedor eclesiástico estadunidense en sí mismo. Así es que vemos la extraña paradoja de un hombre que trata de implantar en una cultura realmente diferente estructuras y programas que hoy son rechazados en su propio país de origen. (Hace poco me enteré de que el personal norteamericano planea establecer una escuela primaria católica en una parroquia de una ciudad centroamericana que ya tiene una docena de escuelas públicas.) Está también el peligro opuesto. Latinoamérica ya no puede seguir tolerando ser un puerto para los liberales norteamericanos que no pueden acertar en su país, una salida para apóstoles demasiado “apostólicos” como para que encuentren en su propia comunidad sus vocaciones de profesionales competentes. El vendedor de quincallería amenaza con inundar el resto del continente con imitaciones de segunda clase de parroquias, escuelas y catecismos, que han pasado ya de moda en el mismo Estados Unidos. El escapista vagabundo va más allá y amenaza con confundir a un mundo extranjero con protestas superficiales que ni siquiera son viables en su casa.
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+La Iglesia estadunidense de la generación de la guerra de Vietnam encuentra difícil comprometerse en ayuda al extranjero sin exportar sus soluciones y sus problemas. Para las naciones en desarrollo ambos lujos son prohibitivos. Los mexicanos, para evitar ofender a los remitentes, pagan fuertes sumas en derechos para sacar de las aduanas regalos inútiles o jamás solicitados que les envían amigos estadunidenses bien intencionados. Los que hacen regalos no deben pensar en el presente y en la necesidad actual, sino en los efectos futuros sobre toda una generación. Los planificadores de la caridad se deben preguntar si el valor global del regalo, en hombres, dinero e ideas, amerita el precio que el destinatario tendrá que pagar en última instancia. Como sugiere el padre Berrigan: los ricos y los poderosos pueden decidirse a no dar; el pobre difícilmente puede rehusarse a aceptar.
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+Y como la limosna condiciona al espíritu del mendigo, los obispos latinoamericanos no están enteramente extraviados cuando piden una ayuda extranjera errada y dañina. Gran parte de la culpa la tiene la eclesiología subdesarrollada de los clérigos estadunidenses que dirigen la “venta” de las buenas intenciones estadunidenses.
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+El católico estadunidense quiere comprometerse en un programa eclesiológicamente válido y no en programas subsidiariamente políticos y sociales designados para influir en el crecimiento de las naciones en vías de desarrollo de acuerdo con la doctrina social de cualquiera, aunque se la describa como la del papa. El meollo de la discusión no está por ello en _cómo_ enviar más dinero y más hombres sino en _por qué_ hacerlo. Mientras tanto, la Iglesia no está en peligro crítico. Estamos tentados a salvar las estructuras en lugar de cuestionar su propósito y verdad. Deseosos de glorificarnos con el trabajo de nuestras manos, nos sentimos culpables, frustrados y airados cuando una parte del edificio comienza a crujir. En lugar de creer en la Iglesia intentemos frenéticamente construirla de acuerdo con nuestra nublada imagen cultural. Queremos construir la comunidad dependiendo de las técnicas, y somos ciegos al deseo latente de unidad que lucha por expresarse entre los hombres. Aterrados, planeamos _nuestra_ Iglesia con estadísticas, en lugar de buscar esperanzadamente a la Iglesia viva que está aquí entre nosotros.
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+## La vaca sagrada
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+### El mito liberal y la integración social
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+Durante las dos últimas décadas, el concepto “crecimiento demográfico” estuvo presente en toda conversación relacionada con el desarrollo de América Latina. En 1950, alrededor de 200 millones de personas vivían entre México y Chile, cifra equivalente a la población total de Estados Unidos y Canadá, en donde sólo 15 millones lograron producir suficiente comida para todos sus conciudadanos y, además, para una buena parte del mundo. Dado el nivel tecnológico de América Latina, tenemos que 120 millones de campesinos subyugados por una agricultura primitiva no lograron abastecer siquiera las necesidades de su población total.
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+Si damos por sentada la eficacia de los programas de control de la natalidad y de desarrollo de la tecnología rural, seguramente para 1985 no existirán más de 40 millones de agricultores que producirán alimentos para una población total de 340 millones. Los 300 millones restantes quedarán marginados de la economía si no se les incorpora a la vida urbana o a la producción industrial.
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+Por otra parte, durante estos últimos 20 años los gobiernos latinoamericanos y la ayuda técnica extranjera aumentaron su confianza en la eficacia de la escuela —elemental, industrial y superior— como un instrumento de incorporación de los habitantes de barrios, rancherías y poblados, al mundo de la fábrica, del comercio, de la vida pública. Se mantiene la ilusión de que pese a que se posea una economía precaria, la escuela podrá producir una amplia clase media, con virtudes análogas a las que predominan en las naciones altamente industrializadas. Hoy ya se hace evidente que la escuela no está alcanzando estas metas, y su ineficacia ha motivado un aumento en las investigaciones tendientes a mejorar el proceso de enseñanza que se sigue en las escuelas y a adaptar los planes de estudio y la administración escolar a las circunstancias concretas de una sociedad en desarrollo. Pero dicha investigación no es suficiente; se hace necesaria una revisión radical. En vez de estancarnos en un esfuerzo por mejorar las escuelas, lancémonos a analizar críticamente la ideología que nos presenta al sistema escolar como un dogma indiscutible de cualquier sociedad industrial. Y al efectuar la revisión no deberemos escandalizarnos si descubrimos que posiblemente no sea la escuela el medio de educación universal en las naciones en vías de desarrollo. Por el contrario, tal vez esto sirva para dejar libre nuestra imaginación y crear un escenario de futuro en el que la escuela resulte un anacronismo.
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+Tal ha sido, durante 1967-1968, el tema de la mayor parte de los coloquios que tuvieron lugar en el Cidoc (Centro Intercultural de Documentación) de Cuernavaca.
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+El problema es difícil e inquietante. La angustiosa carencia de alternativas que presenta el sistema tradicional escolar, hizo que las discusiones tuviesen un matiz demasiado abstracto y a ratos frustrante. Sin embargo, ellas nos hicieron más conscientes de la ineficacia de la escuela tal como funciona hoy. Llegamos a la conclusión de que en América Latina la escuela acentúa la polarización social, concentra sus servicios —de tipo educativo y no educativo— en una élite, y está facilitando el camino a una estructura política de tipo fascista. Por el solo hecho de existir, tiende a fomentar un clima de violencia.
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+Tomando en cuenta que la escolarización es un subsistema dentro del sistema social, durante los próximos años nos concentraremos en el Cidoc en analizarlo no desde otro subsistema, sino desde fuera del sistema social.
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+No existe reforma social sin signo político. Cualquier cambio real en el método de admisión, en el plan de estudios y en la expedición de certificados y títulos, es políticamente discutible. Pero aquí proponemos mucho más: el rechazo de la ideología que exige la reclusión de los niños en la escuela. Esta afirmación no sería esencialmente discutible si no fuera considerada políticamente subversiva.
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+### La alianza para el progreso de las clases medias
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+Hace siete años los gobiernos americanos constituyeron una “Alianza para el Progreso”; o tal vez para frenar el progreso, aunque más bien parece una “alianza” al servicio del “progreso” de las clases medias. En la mayoría de los países, la Alianza ha impulsado la sustitución de una élite cerrada, feudal y hereditaria por otra que se dice “meritocrática”.
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+Esta “nueva” élite se encuentra abierta solamente a los infelices privilegiados que han obtenido un certificado escolar. Simultáneamente el proletariado marginado urbano (compuesto en parte por vendedores ambulantes, vigilantes de autos, boleros o lustradores de zapatos, y otros que prestan servicios menores) tuvo una tasa de crecimiento inmensamente mayor que la de las masas rurales tradicionales o la de los trabajadores sindicalizados, lo que es señal de que cada día se ensancha más el abismo que separa a la mayoría marginada de la minoría escolarizada.
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+La antigua y estable sociedad feudal latinoamericana está engendrando dos nuevas sociedades separadas, desiguales y sólo presuntamente entrelazadas. La naturaleza de este distanciamiento representa un fenómeno nuevo, cualitativamente distinto a las formas tradicionales de discriminación social de la América hispana. Es un proceso discriminatorio en pañales que crece con el desarrollo mismo de la escolarización. La escuela es la niñera encargada de que no se interrumpa el ensanchamiento de ese abismo. Resulta ilusorio, por ello, invocar la escolarización universal como medio de eliminar la discriminación. Yo sostengo que la razón fundamental de la alienación creciente de las mayorías marginadas es la aceptación progresiva del “mito liberal”: la convicción de que las escuelas son una panacea para la integración social.
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+Arraigado en una tradición, ya sólida en el tiempo de los enciclopedistas, el hombre occidental concibe al ciudadano como un ser que “pasó por la escuela”. La asistencia a clase sustituyó a la tradicional reverencia al cura. La conversión a la nación por medio del adoctrinamiento escolar sustituyó la incorporación a la colonia por medio de la catequesis.
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+Con la ayuda del misionero, la colonización preparó a las Repúblicas latinoamericanas para la adopción de constituciones basadas en el modelo norteamericano, generalizando la convicción de que todos los ciudadanos tienen el derecho —y por lo tanto, la posibilidad— de entrar en la sociedad a través de la puerta de la escuela. El maestro, como misionero de la escuela, encontró en Latinoamérica más éxito en las capas populares que en otras zonas de similar atraso industrial. El misionero de la colonia había preparado la aceptación de su sucesor.
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+Tal vez esto explique por qué fue fácil para las izquierdas liberales conseguir aumentar las inversiones nacionales e internacionales en escolarización. De hecho, tanto los presupuestos como las inversiones privadas destinadas a la educación han ido aumentando rápidamente y, a falta de una revisión radical, se prepara el terreno para un aumento ulterior totalmente desproporcionado en relación con el de otros sectores de interés nacional. Es el momento de analizar a fondo la cuestión.
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+El sistema escolar ha venido a hacer de puente estrecho por el que atraviesa ese sistema social que se ensancha día a día. Como único pasaje “legítimo” para pasar de la masa a la élite, el sistema coarta cualquier otro medio de promoción del individuo y, mediante la falacia de su gratuidad, crea en el marginado la convicción de ser él el único culpable de su situación.
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+### La escuela institución anticuada
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+No es paradójico afirmar que Latinoamérica no necesita más establecimientos escolares para universalizar la educación. Esto suena ridículo porque estamos acostumbrados a pensar en la educación como en un producto exclusivo de la escuela, y porque estamos inclinados a presumir que lo que funcionó en los siglos XIX y XX necesariamente dará los mismos resultados en el XXI. De hecho, ninguna de las dos suposiciones es cierta.
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+América Latina necesitó tanto sistemas escolares como ferroviarios. Ambos abarcaron continentes, ambos impulsaron a las naciones ricas (ahora ya establecidas) hacia la primera época industrial, y ambos son ahora reliquias inofensivas de un pasado victoriano. Ninguno de esos dos sistemas conviene a una sociedad que pasa directamente de la agricultura primitiva a la era del jet. Latinoamérica no puede darse el lujo de mantener instituciones sociales obsoletas en medio del proceso tecnológico contemporáneo. Debe dejar que se desmorone el bloque del sistema educativo imperante, en vez de gastar energías en apuntalarlo. Los países industrializados según los moldes del pasado pagan un precio desorbitante por mantener unido lo nuevo y lo viejo. Este precio significa, en último término, un freno a la economía, a la libertad, al desarrollo social e individual. Si América Latina se empeña en imitar esta conducta, la educación, no menos que el transporte, será privilegio de “la crema y nata” de la sociedad. La educación se identificará con un título, y la movilidad con un automóvil. Eso es precisamente lo que por desgracia está ocurriendo. Ni económica ni políticamente pueden nuestros pueblos soportar “la era del dominio de la escuela”.
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+### El monopolio de la escuela sobre la educación
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+Al hablar de “escuela” no me refiero a toda forma de educación organizada.
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+Por “escuela” y “escolarización” entiendo aquí esa forma sistemática de recluir a los jóvenes desde los siete a los 25 años, y también el carácter de _rite de passage_^[En francés, en el original. (E.)] que tiene la educación como la conocemos, de la cual la escuela es el templo donde se realizan las progresivas iniciaciones. Hoy nos parece normal que la escuela llene esa función, pero olvidamos que ella, como organización con su correspondiente ideología, no constituye un dogma eterno, sino un simple fenómeno histórico que aparece con el surgimiento de la nación industrial.
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+El sistema escolar se impone a todos los ciudadanos durante un periodo que abarca de 10 a 18 años de su juventud con un promedio de 10 meses al año con varias horas por día. El local escolar es el recinto encargado de la custodia de quienes sobran en la calle, el hogar o el mercado laboral.
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+Cuando una sociedad se escolariza, acepta mentalmente el dogma escolar.
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+Se confiere entonces al maestro el poder de establecer los criterios según los cuales los nuevos grupos populares deberán someterse a la escuela para que no se los considere subeducados. Tal sujeción, ejercida sobre seres humanos saludables, productivos y potencialmente independientes, es ejecutada por la institución escolar con una eficiencia sólo comparable a la de los conventos, _Kibbutzim_ o campos de concentración.
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+Luego de distinguir a sus graduados con un título, la escuela los coloca en el mercado para que pregonen su valor. Una vez que la educación universal ha sido aceptada como la marca de buena calidad del “pueblo escogido del maestro”, el grado de competencia y adaptabilidad de sus miembros pasará a medirse por la cantidad de tiempo y dinero gastados en educarlos, y no mediante la habilidad o instrucción adquiridas fuera del curriculum “acreditado”.
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+La idea de la alfabetización universal sirvió para declarar a la educación competencia exclusiva de la escuela. Ésta se transformó así en una vaca sagrada más intocable que la Iglesia del periodo colonial. Se declaró tan esencial para el buen ciudadano del siglo XIX saber leer y escribir, como ser bautizado lo había sido en el siglo XVII. Parece ser que a la par de la electricidad se descubrió la “ley natural” de que los niños deben asistir a la escuela. Las leyes correlativas se descubren más fácilmente en los países ricos. En marzo de 1968, el Consejo Superior de Enseñanza de la ciudad de Nueva York concluyó que en 1975 el cien por ciento de los habitantes de 22 años tendrán un mínimo de 14 años de escolarización. Incluso los que han rechazado el sistema social en que viven deberán aceptar el sistema escolar.
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+Ni la prisión salvará al neoyorquino menor de 23 años de la imposición escolar.
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+Se proyecta ya una sociedad en la que el título universitario reemplazará a la alfabetización. De hecho, en Estados Unidos se considera a las personas con menos de 14 años de escolarización como miembros subdesarrollados de la sociedad, confinados a los arrabales. Quien se rebele contra la evolución del dogma escolar será tachado de loco o subversivo. Esto último lo es, efectivamente.
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+Es necesario entender la escuela monopolizadora de la educación en analogía con otros sistemas educativos inventados por sociedades anteriores. Pensemos en el proceso instructivo del aprendiz en el taller del gremio medieval, en la hora de la doctrina como instrumento evangelizador del periodo colonial, o bien pensemos en _Les Grandes Écoles_ con las que la Francia burguesa supo legitimar técnicamente el privilegio de sus élites posrevolucionarias. Sólo observando este monopolio en una perspectiva histórica es posible hacerse la pregunta de si la escuela conviene hoy a América Latina.
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+Cada uno de los sistemas mencionados surgió para dar estabilidad y proteger la estructura de la sociedad que los produjo. Estados Unidos no ha sido la primera nación dispuesta a pagar un alto precio —subvencionando incluso sus propios misioneros— con tal de exportar su sistema educativo a todos los rincones de la Tierra, buscando en su caso imponer _The American_ _Dream_. La colonización hispana de América, con todo su aparato de catequización, es un predecesor digno de tenerse en cuenta.
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+### La escuela como manía obsesiva
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+Es difícil desafiar la ideología escolar en un ambiente en el que todos sus miembros tienen una mentalidad escolarizada. Es propio de las categorías que se manejan en una sociedad capitalista industrializada el medir todo resultado como producto de instituciones e instrumentos especializados.
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+Los ejércitos producen defensa, las Iglesias producen salvación eterna, Ford produce transporte… ¿Por qué no concebir entonces la educación como un producto de la escuela? Una vez aceptada esta divisa proveniente de una mentalidad cuantitativo-productiva, tendremos que toda educación que pueda recibirse fuera de la escuela o “fábrica de educación” dará la impresión de algo espurio, ilegítimo y, ciertamente, no acreditado.
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+La sociedad moderna tiende a creer en las soluciones masivas de sus problemas. Se trata de ganar guerras con una inmensa cantidad de bombas, de mover millones de personas con un sinnúmero de cochecitos y de educar con cantidades industriales de escuelas. Estados Unidos es “suficientemente” rico para mantener listas un número de bombas mucho mayor del que se necesita para exterminar tres veces todas las cosas vivientes; para congestionar de autos el creciente pulpo de las carreteras, y para obligar a cada niño a 16 000 horas de escolarización primaria y secundaria al precio de 1.27 dólares por hora en Estados Unidos.
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+Probablemente las naciones de América Latina no sean lo suficientemente ricas para adoptar estos sistemas, aunque algunos de sus gobiernos actúan como si lo fuesen. El ejemplo de las naciones desarrolladas hace que los peruanos gasten un notable porcentaje de su presupuesto en comprar bombarderos Mirage (supongo que para exhibirlos en algún desfile militar), y que los brasileños promulguen el ideal del _family_ _car_ (naturalmente sólo para unos pocos). El mismo ejemplo consigue que absolutamente todos los gobiernos latinoamericanos (Cuba inclusive) gasten de una a dos quintas partes de su presupuesto en escolarizar, sin encontrar por eso oposición.
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+Insistamos por un momento en la analogía entre el sistema escolar moderno y el auto particular. Una economía basada en la idea de tener un auto es ya un ideal latinoamericano, por lo menos entre los que en el presente formulan la política nacional. En los últimos 20 años, los gastos en carreteras, estacionamientos y toda esa otra clase de beneficios para los que poseen automóvil propio, han aumentado cuantiosamente. Estas inversiones sólo sirven a una minoría ínfima y, lo que es peor aún, obstaculizan la instalación de cualquier sistema alternativo, pues desde ahora predeterminan la orientación de presupuestos futuros. Mientras tanto, la proliferación de carros particulares, además de dificultar en las calles el tránsito de autobuses —único medio de transporte popular sin contar el subterráneo—, discrimina la circulación de éstos en las autopistas urbanas.
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+Criticar estas inversiones en comunicaciones es permisible. Sin embargo, quien proponga limitar radicalmente las inversiones escolares y encontrar medios más eficaces de educación, comete un suicidio político.
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+Los partidos de oposición pueden permitirse gestionar la necesidad de construir supercarreteras, pueden oponerse a la adquisición de armamentos que se oxidarán entre desfile y desfile, pero, ¿quién en su sano juicio se atreve a contradecir la irrebatible “necesidad” de dar a todo niño la oportunidad de hacer su bachillerato?
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+### La escuela tabú intocable
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+La escuela se ha vuelto intocable por ser vital para el mantenimiento del _statu quo_. Sirve para mitigar el potencial subversivo que debería poseer la educación en una sociedad alienada, ya que al quedar confinada a sus aulas sólo confiere sus más altos certificados a quienes se han sometido a su iniciación y adiestramiento.
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+En sociedades infracapitalizadas, donde la mayoría no puede darse el lujo de una escolarización limitada —por más que para los pocos que la reciben sea gratuita—, el presente sistema implica la total subordinación de esa mayoría al escolarizado prestigio de la minoría. En esta minoría de los beneficiarios del monopolio escolar se encuentran los líderes políticos y los técnicos de planificación, independientemente de que sean conservadores, marxistas o liberales. También forman parte de ella las niñas mimadas de las universidades privadas y los cabecillas estudiantiles de las huelgas universitarias. Todos estos grupos están igualmente interesados en el mantenimiento del monopolio escolar. La única divergencia gira en torno a quién debe gozar del privilegio y quién no.
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+### La escuela en el mundo de la electrónica
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+Para el año 2000 el proceso de educación formal habrá cambiado, tanto en las naciones ricas como en las pobres. Las escuelas cesarán de dividir la vida humana en dos partes: la edad escolar para los discriminados por su inmadurez y la edad madura para los titulados por la escuela. La edad escolar durará toda la vida. A medida que un individuo se haga más maduro y capaz, se intensificará su educación formal, convirtiéndose ésta en una actividad de adultos, más que de jóvenes. Lo que se entiende hoy día por asistir a clase será entonces obsoleto.
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+Todos los sistemas sociales, especialmente las incorporaciones industriales y administrativas, asumirán la tarea de entrenar y especializar a sus miembros; prestarán una especie de servicio de aculturación, concentrado en un aprendizaje relevante para el individuo, en vez de forzarlo a perder tantos años de su vida aprendiendo cosas que no utilizará jamás. La educación no será ya identificada con la escolarización, y será posible el adiestramiento fuera del monopolio escolar.
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+Ya es posible entrever las tendencias hacia esas metas. En Berkeley o en la Zona Rosa de México, la nueva generación pide trabajo no alienante y poder de decisión a nivel de grupos pequeños donde tenga cabida la experiencia personal. En rebeldía contra el sistema que los mimó, estos jóvenes prefieren poder “celebrar” la experiencia de vivir, al _achievement_^[En inglés, en el original. (E.)] o logro, que es el dios de las generaciones pasadas. Es decir, se encuentran proclamando los mismos ideales que pretenden ser normativos tanto en China como en Cuba.
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+El sistema escolar, al encargarse de producir seres infantiles, consigue que éstos se organicen para reaccionar contra el paternalismo de esa sociedad que insiste en mantenerlos niños declarándolos “escolares”.
+
+Constituyen dinámicamente una nueva clase universal —carente de toda base de poder legítimo— aún no reconocida como tal. Los ideales de esta clase son de penetrante contenido humanista. Ideal que por utópico no deja de ser vehementemente sugestivo.
+
+Toda sociedad que hace de la experiencia humana su centro de desarrollo —y es ésta la sociedad que esperamos y soñamos— necesita distinguir tajantemente entre el proceso de instrucción y la apertura de la conciencia de cada individuo, entre adiestramiento y desarrollo de la imaginación creadora. La instrucción es cada vez más susceptible de planificación y programación, lo que no ocurre con la comprensión.
+
+Concibamos la instrucción como la cantidad de socialización programada que un individuo necesita adquirir antes de ser admitido en un nuevo ambiente. Preveo un escenario de futuro en el que resurgirá el aprendizaje medieval. Cada ambiente o cada organización proporcionará la instrucción necesaria a sus actividades. Esto lo hacen ya los sindicatos, las Iglesias, los bancos, la industria, el ejército, y no la escuela. La persona se encuentra incitada a aprender porque se trata de cuestiones que le atañen personalmente. Es lo que Paulo Freire en Brasil llamó _conscientisação_. Es la única palabra aplicable.
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+Sin embargo, podría y debería no ser así. La comprensión puede adquirirse de manera cómoda y no estructurada, haciendo que el individuo se vaya conociendo más a sí mismo a través del diálogo con las personas de su ambiente.
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+El papel de la escuela en la evolución hacia la utopía de finales de este siglo es diametralmente opuesto tanto en las naciones ricas como en las naciones pobres. Las primeras invirtieron enormes cantidades de dinero en poblar sus tierras de escuelas, al mismo tiempo que construyeron redes ferroviarias. Gastaron mucho más aun cuando descubrieron que necesitaban universidades además de escuelas, las cuales construyeron al mismo tiempo que las autopistas. Piensan ser bastante ricas para terminar, en la próxima década, el proceso de poblar sus tierras de universidades construidas alrededor de un estacionamiento, ya que cada uno de sus jóvenes está por tener automóvil propio. Son tan ricas, que el aumento cuantitativo de escuelas no impide a primera vista el cambio social. Pero en mi opinión lo frena, principalmente por la despersonalización del individuo que tal escolarización implica.
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+De intentar algo semejante, las naciones pobres sufrirán una desastrosa quiebra económica mucho antes de aproximarse a este género de saturación escolar. En América Latina es imposible lograr un promedio de 12 años de escolarización para todos los ciudadanos. Según el último censo, no hay país latinoamericano en el que 27% de los alumnos de un curso escolar correspondiente a una edad determinada vaya más allá del sexto grado ni en el que más de 1% se gradúe en la universidad. Y esto ocurre a pesar de que de 18 a más de 30% de los presupuestos oficiales se invierten en las escuelas. Esta sola consideración debería convencernos de la peligrosa ambigüedad del mito de la escolarización universal. La imitación del sistema escolar de la metrópoli capitalista constituye un peligro mortal para sus colonias no menos que para sus ex colonias. _1)_ Ni un control radical del crecimiento de la población, _2)_ ni el máximo aumento posible del porcentaje presupuestal dedicado a la educación, _3)_ ni ayudas extranjeras sin precedente, podrían asegurar a la próxima generación latinoamericana un promedio de 10 años de escolarización, mucho menos uno de 14. Esto por lo siguiente:
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+_1)_ En una población joven como la de América Latina — particularmente en sus zonas tropicales—, ni los programas más radicales de control de la natalidad podrían reducir el presente nivel de población de las generaciones jóvenes.
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+_2)_ No es posible aumentar arbitrariamente el porcentaje del presupuesto público que se invierte en escuelas. Las carreteras, el seguro social y el fomento industrial, son fuertes competidores. Además, para los próximos 15 años ya podemos prever las tasas máximas de crecimiento de los presupuestos.
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+_3)_ Se habla mucho ahora de que el dinero gastado en Vietnam podría invertirse mejor en escuelas en Latinoamérica. Y lo proponen no sólo los idealistas que creen en el mito liberal, sino también los cínicos que saben muy bien que el monopolio escolar combate la insurgencia con mucha mayor eficacia que el napalm. Es importante observar, sin embargo, que un país latinoamericano que utiliza ahora 25% de su presupuesto en “escolarizarse”, necesitaría una ayuda extranjera de 150% de su presupuesto total. Es dudoso que esto pudiera ser políticamente recomendable.
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+Más aún: el problema no es sólo que América Latina carece de los recursos necesarios para aumentar suficientemente las escolarización. Al mismo tiempo su costo per cápita aumenta: _1)_ con la expansión cuantitativa del sistema (la tarea de la escuela se hace más difícil y costosa a medida que penetra zonas más distantes: las escuelas no son “más baratas por docena”, para lo cual basta pensar que al aumentar el número sube también el costo administrativo y burocrático, sin aludir a las ganancias que extrae de ahí el sistema económico dominante), _2_) con tasas de perseverancia escolar creciente (por supuesto que cuesta más un año en la escuela superior que dos o tres en la elemental), _3)_ con un aumento en la calidad de la enseñanza (no cuesta lo mismo enseñar física utilizando un laboratorio en lugar de un pizarrón), _4)_ con las exigencias justificadas del personal docente (las asociaciones de maestros son ya, en muchos países, los gremios profesionales más poderosos, un poco análogos al clero de la colonia; pero su agitación es justificada: en 1963, el promedio de su salario en 14 países de nuestra América equivalía a 60 dólares mensuales).
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+Por tanto, serán muy pocos los que podrían gozar del estatus simbólico y del uso del poder despótico que la escuela confiere. Es necesario considerar estos dos elementos.
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+### La escuela como símbolo de estatus
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+Ese portentoso papelito llamado título o diploma se ha convertido en la posesión más codiciada. Recompensa principalmente a quien fue capaz de soportar hasta el final un ritual penoso; a la vez, representa una iniciación al mundo del “ejecutivo”. El ideal de que cada persona tenga su auto y su título ha producido una sociedad de masas tipo clase media. A medida que se van haciendo realidad, estos ideales se transforman en mecanismos que aseguran el sistema que ellos produjeron. Tanto el auto como el título son símbolos de los esfuerzos correspondientes al periodo de industrialización liberal. Representan un logro y posesión individual.
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+Toda sociedad necesita pagar un precio para conservar sus ritos. Brasil tiene su carnaval, México su Guadalupe, algunos países su “revolución”. Y Estados Unidos tiene su graduación. A pesar de su popularidad, los ritos son normalmente obsoletos. La sociedad tiene que hacer sacrificios para que esos ritos, dioses e iglesias hereditarias satisfagan parte del hambre del ser contemporáneo. Los ricos pueden practicar ritos más costosos y tienden a imponerlos a todos aquellos que quieran compartir el juego político, industrial e intelectual.
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+Es absurdo que el simple hecho de que Estados Unidos no pueda liberarse del costosísimo ritual para el título y el coche, sea argumento para universalizar esta religión en América Latina.
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+Como todos los países que llegan tarde a la industrialización, Latinoamérica puede aprovechar las invenciones de las naciones industrializadas, pero no debe dejar que éstas le impongan el sistema social de su tecnología avanzada porque será imposible financiarlo. Incluyo ahí a la endiosada escuela. No vale la pena que nuestra naciones provean de automóviles y de títulos a sus burguesías asimiladas a la burguesía internacional. Nuevos procesos eliminarán ambos símbolos en Estados Unidos mucho antes de que 10% de los latinoamericanos logre obtenerlos.
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+### La escuela creadora de déspotas
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+La escuela, que ayudó en el siglo pasado a superar el feudalismo, se está convirtiendo en ídolo opresor que sólo protege a los escolarizados. Ella gradúa y, consecuentemente, degrada. Por fuerza del mismo proceso, el degradado deberá volver a sometérsele. La prioridad social se otorgará entonces de acuerdo con el nivel escolar alcanzado. En toda América Latina, más di-nero para escuelas significa más privilegios para unos pocos a costa de muchos. Este altivo paternalismo de la élite se formula incluso entre los objetivos políticos como igualdad (gratuidad, universalidad) en la oportunidad escolar. Cada nueva escuela establecida bajo esta ley deshonra al no escolarizado y lo hace más consciente de su “inferioridad”. El ritmo con el cual crece la expectativa de escolarización es mucho mayor al ritmo con el cual aumentan las escuelas.
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+El hecho es que cada año disminuye el número de clientes satisfechos que se gradúan en un nivel que se considere “satisfactorio” y aumenta el de los marcados con el estigma de la deserción escolar. A estos últimos su título de desertores los gradúa para ejercer en el mercado de los marginados. La aguda pirámide educacional asigna a cada individuo su nivel de poder, prestigio y recursos, según lo considera apropiado para él.
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+Lo convence de que esto es ni más ni menos lo que merece. La aceptación del mito escolar por los distintos niveles de la sociedad justifica ante todos los privilegios de muy pocos.
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+No hay mucha diferencia entre los que justifican su poder con base en la herencia y los que lo hacen con base en un título. En gran parte son los mismos. Las escuelas frustran, sí, a la mayoría, pero lo hacen no sólo con todas las apariencias de legitimidad democrática sino también de clemencia.
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+A alguien que no esté satisfecho con su falta de educación se le aconseja “que se supere”. El remedio de la escuela nocturna o la educación de adultos están siempre disponibles: medidas ambas ineficaces para generalizar la educación, pero sumamente eficaces para demostrar al individuo que es culpable de la discriminación que sufre.
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+La perpetuación del mito escolar y su expansión hacia nuevas capas de la sociedad son tareas de la misma escuela. De este modo ella asegura su propio porvenir. En el caso de la escolarización no es verdad que “algo es mejor que nada”. Pocos años de escuela inculcan una convicción en el niño: el que tiene más escolarización que él, tiene una indiscutida autoridad sobre él.
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+Las escuelas aumentan el ingreso nacional por dos razones opuestas pero igualmente explotadoras del individuo: _1)_ capacitan a la minoría graduada para una producción económica mayor, pero sometida siempre a la mentalidad escolar, _2)_ esta minoría se vuelve tan productiva que se hace preciso enseñar a la mayoría a consumir disciplinadamente (lo que se logra dándole alguna escolarización). Así la escuela limita la vitalidad de la mayoría y de la minoría, capando la imaginación y destruyendo la espontaneidad. La escuela divide a la sociedad en dos grupos: la mayoría disciplinadamente marginada por su escolarización deficiente, y la minoría de aquellos tan productivos que el aumento previsto en su ingreso anual es muchísimo mayor que el promedio anual del ingreso de esa inmensa mayoría marginada. El ingreso de ésta también aumenta, pero, por supuesto, mucho más despacio. La dinámica de la sociedad ensancha el abismo que separa a los dos grupos.
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+Cualquier cambio o innovación en la estructura escolar o en la educación formal, según la conocemos, presupone: _1)_ cambios radicales en la esfera política; _2)_ cambios radicales en el sistema y la organización de la producción, y _3)_ una transformación radical de la visión que el hombre tiene de sí como un animal que necesita escolarización. Aun cuando se proponen devastadoras reformas del sistema escolar se ignoran estos supuestos. De aquí que fallen, puesto que se toma como base el marco social que las sostiene, en vez de gestionarlo radicalmente.
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+Las escuelas vocacionales —consideradas como remedio al problemas de la educación en masa— proveen un buen ejemplo de la limitada visión ante el problema de reformas escolares: _1)_ el que egresa de una escuela vocacional o técnica se encuentra ante el problema de encontrar empleo en una sociedad cada vez más automatizada en sus medios de producción; _2)_ el costo de operación de este tipo de escuela es varias veces más alto que el de la escuela común; _3)_ su matrícula se nutre de estudiantes que ya han aprobado el sexto grado, estudiantes que, como ya hemos visto, son la excepción. Pretenden educar haciendo una imitación barata de una fábrica dentro de un edificio escolar.
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+En vez de cifrar las esperanzas en las escuelas vocacionales o técnicas, hay que comenzar por visualizar la transformación subvencionada de la fábrica o planta industrial. En relación con esto debe existir la posibilidad de: _1)_ hacer obligatorio el uso de las fábricas en sus horas no productivas como centro de adiestramiento; _2)_ que la gerencia emplee parte de su tiempo en la planificación y supervisión de dicho adiestramiento; _3)_ la reestructuración total del proceso industrial para lograr un proceso educativo. Si parte de las asignaciones presupuestarias empleadas ahora en el sistema escolar se reorientasen para promover el aprovechamiento del potencial educativo presente en el sistema industrial, los resultados podrían ser enormes en relación con los obtenidos en el presente, tanto en lo educativo como en lo económico. Además, si tal instrucción estuviese disponible para todo aquel que la desease, sin tomar en consideración la edad o si la persona ha de ser empleada por esa fábrica, la industria habría comenzado a asumir un papel muy importante que es ahora exclusivo de la escuela. Con esto ya estaríamos bien encaminados a terminar con la idea equivocada de que la persona debe estar acreditada para el empleo antes de ser empleada y, por lo tanto, que la escolarización debe preceder al trabajo productivo. No hay razón alguna para continuar con la tradición medieval de que los hombres se preparan para la vida secular cotidiana a través de la encarcelación en un recinto sagrado, llámese monasterio, sinagoga o escuela.
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+Otro remedio que frecuentemente se propone para compensar las fallas del sistema escolar es la educación fundamental de adultos. Paolo Freire ha demostrado en Brasil un nuevo método para lograr la instrucción de adultos; el grupo de éstos que logre interesarse en los problemas políticos de su comunidad puede aprender a leer y escribir en seis semanas de clases nocturnas. La eficacia de este programa se construye en torno a determinadas palabras clave que están cargadas de sentido político. Se entiende por qué dicho plan ha tropezado con dificultades. También se ha planteado que 10 meses separados de educación adulta cuestan tanto como un año de educación formal en la escuela; y, sin embargo, es mucho más efectiva que la mejor de las educaciones escolares.
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+Desafortunadamente, la educación de adultos se visualiza como un medio para proveerle al indigente un paliativo para la escolarización que le falta. Habría que cambiar completamente la situación si queremos visualizar la educación como un ejercicio en madurez. Deberíamos considerar un cambio radical en la duración del año escolar, reduciendo la sesión de clases a dos meses por año, pero extendiendo el proceso educativo a los primeros 20 o 30 años de la vida de un hombre. Mientras que otras formas de aprendizaje práctico en fábricas y cursos programados e idiomas y matemáticas deben ocupar la mayor porción de lo que habíamos denominado como instrucción, dos meses al año de educación formal deben considerarse suficientes para permitir lo que los griegos denominaban _echole_, es decir, tiempo de ocio para la creación. No sorprende que se nos haga casi imposible concebir cambios sociales de tan gran alcance, como es el de distribuir en nuevos patrones la función educativa de las escuelas. Encontramos la misma dificultad al sugerir formas concretas por las cuales las funciones no educativas de un sistema escolar que va desapareciendo puedan redistribuirse. No sabemos qué hacer con aquellos a quienes denominamos “niños” o “estudiantes”, y que hacemos ingresar a las escuelas.
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+Es difícil prever las consecuencias políticas que estos cambios tan fundamentales puedan traer, sin mencionar las consecuencias en el plano internacional. ¿Cómo podrán coexistir una sociedad con una tradición de escuelas corrientes, con otras que se han salido del patrón educativo tradicional y cuya industria, comercio, publicidad y participación en la política es, de hecho, diferente? Áreas que se desarrollan fuera del sistema universal convencional no tendrían el lenguaje común ni criterios de coexistencia respetuosa con los escolarizados. Dos mundos, tales como China y Estados Unidos, casi tendrían que aislarse el uno del otro. Un mundo que tiene fe en la iniciación ritual de todos sus miembros a través de una “liturgia escolar” tiene que combatir cualquier sistema educativo que escape a sus cánones sagrados. Intelectualmente, resulta difícil acreditar el partido de Mao como una institución educativa, que puede resultar más efectiva que las escuelas convencionales de más prestigio, por lo menos en lo que se refiere a enseñar lo que es ciudadanía. Las guerrillas en Latinoamérica son otro medio educativo que se malinterpreta y se usa indebidamente la mayor parte de las veces. El Che Guevara, por ejemplo, las veía como una última manera de enseñarle al pueblo lo ilegítimo que resulta el sistema político que padece. En países escolarizados donde la radio ha llegado a todo el pueblo, no debemos menospreciar las funciones educativas de grandes figuras disidentes y carismáticas como Dom Helder Camara en Brasil y Camilo Torres en Colombia. Fidel Castro describió sus primeras arengas como sesiones educativas.
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+La mentalidad escolarizada percibe estos procesos solamente como adoctrinamiento político. No puede comprender el propósito educativo. La legitimación de la educación por las escuelas tiende a que se visualice cualquier tipo de educación fuera de ella como accidental, cuando no como delito grave. Aun así, sorprende la dificultad con que la mentalidad escolarizada puede percibir el rigor con el que las escuelas inculcan lo imprescindibles que son y, con esto, la inevitabilidad del sistema que patrocinan. Las escuelas adoctrinan al niño de manera que éste acepte el sistema político representado por sus maestros, incluso ante la insistencia de que la enseñanza es apolítica.
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+En última instancia, el culto a la escolarización llevará a la violencia. El establecimiento de cualquier religión lleva a eso. Al permitir que se extienda la prédica por la escolarización universal, tiene que aumentar la habilidad militar para reprimir la “insurgencia” en Latinoamérica. Sólo la fuerza podrá controlar en última instancia las expectativas frustradas que la propagación del mito de escolarización ha desencadenado. La permanencia del actual sistema escolar puede muy bien fomentar el fascismo latinoamericano. Sólo un fanatismo inspirado en la idolatría por un sistema puede, en último término, racionalizar la discriminación masiva que es la resultante de insistir en clasificar con grados académicos a una sociedad necesitada.
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+Ha llegado el momento de reconocer la gran carga que las escuelas suponen para las naciones jóvenes. Al hacerlo podremos liberarnos y contemplar el cambio de la estructura social que hace a las escuelas necesarias. Yo no apoyo una utopía como la comuna china para Latinoamérica. Pero sí sugiero que esforcemos nuestra imaginación para construir escenarios que permitan una denodada reestructuración de las funciones educativas en la industria y la política, cortos retiros educativos e intensa preparación de los padres sobre educación temprana. El costo de las escuelas no debe medirse solamente en términos políticos. Las escuelas, en una economía de escasez invadida por la automatización, acentúan y racionalizan la coexistencia de dos sociedades: una colonia de la otra.
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+Una vez que se entienda que el costo de la escolarización es aún superior al costo del caos, nos colocaremos al margen de un compromiso desproporcionadamente costoso. Hoy en América Latina es tan peligroso dudar del mito de la salvación social por medio de la escolarización, como lo fue hace cientos de años dudar de los derechos divinos de los reyes católicos.
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+## La desescolarización de la iglesia
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+Todos los hombres necesitan techo y comida, pero hay, por supuesto, necesidades no tan católicas. Un ejemplo: hace tres siglos un certificado de bautismo era necesario para vivir en una colonia española. Hoy ya no lo es.
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+Algunas necesidades se van de la misma manera que vinieron. La educación es una de ellas. Si el mundo sobrevive, muy pronto ni la sentiremos.
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+Hoy en día, un tercio de los seres vivos predica la necesidad de la educación. Admiten, eso sí, que algunas personas pueden sobrevivir sin ella, de la misma manera que otros sobreviven sin techo, pero resienten el despojo de ambos. Su presencia aquí me hace pensar que la mayoría de ustedes se encuentra entre estos nuevos evangelistas.
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+Todo el poder terrestre va rumbo a las manos de esta minoría educada.
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+La educación sirve de justificación para este privilegio que la minoría dominante detenta y reclama. Cuando se le desafía, el educado responde como el mayordomo que no podía cavar, se avergonzaba de pedir, y por ello hacía depender su futuro del valor de los certificados que obtenía.
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+Al final de la Edad Media la gente le dio la espalda a la realidad y depositó su confianza en los certificados que les conferían indulgencias.
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+Hoy, en una época de ilustración evanescente, el hombre se confía a la adquisición de algo llamado “educación”.
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+Educación ha llegado a significar lo opuesto del proceso vital de aprendizaje que parte de un medio ambiente humano; un medio en el que, casi continuamente, la mayoría tiene acceso a todos los hechos e instrumentos que modelan sus vidas. Ha pasado a significar algo adquirible a espaldas de la cotidianidad, mediante el consumo de una mercancía y la acumulación del conocimiento abstracto sobre la vida.
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+Subrepticiamente, nuestra sociedad ha convertido la educación en un proceso que fabrica capitalistas del conocimiento. Su valor se define en términos de las horas de instrucción que alguien ha comprado con los fondos públicos, mientras la pobreza se mide y explica por el fracaso del hombre en consumir. En esa sociedad, los pobres son quienes se quedan a la zaga en educación. El hombre rico, el capitalista del poder, apenas puede salvar la brecha que lo separa de Lázaro. Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para el hombre devoto de esa educación retomar la perspectiva realista de los pobres.
+
+Históricamente, esta fe en la educación creció a la sombra de la alquimia. La educación es hoy la versión contemporánea de la piedra filosofal: con tocarla se refinan los elementos básicos del mundo. Es el procedimiento mediante el cual los metales ordinarios se amasan a través de sucesivas etapas hasta que brillan como el oro puro.
+
+El obispo Amós Comenio es justicieramente conocido como uno de los fundadores de la educación moderna. Versado en alquimia, aplicó el concepto y el lenguaje de ese Arte Secreto al refinamiento y la ilustración de los hombres. Fue él quien proveyó de un significado pedagógico al vocabulario químico del progreso, el proceso y la ilustración.
+
+Hoy, la fe en la educación se ha convertido en una nueva religión mundial. La naturaleza religiosa de la educación pasa casi inadvertida; tal es el ecumenismo de la fe en la educación. La creencia alquimista de que la educación puede transformar a los hombres para que encajen en un mundo creado por el hombre mediante la magia del tecnócrata se ha hecho universal e incuestionable, y encima se le tiene por tradicional. Esa creencia la comparten marxistas y capitalistas, líderes de países pobres y de grandes potencias, rabinos, ateos y sacerdotes. Su dogma fundamental: un proceso llamado “educación” puede aumentar el valor de un ser humano; resulta en la creación de capital humano; llevará a todos los hombres una vida mejor.
+
+La gente más generosa de nuestra era entrega su vida para educar a los pobres. Inevitablemente, los educadores pueden contar con el respaldo de los poderosos, al igual que los misioneros españoles contaban con el de la Corona. Después de todo, el educador enseña a los pobres a sentirse incompetentes.
+
+Para seducir u obligar a los otros a aceptar su fe, el educador emplea el mismo rito en todas partes: la escolarización. La totalidad de los países que pertenecen a las Naciones Unidas demandan de sus ciudadanos un mínimo de 20 horas de asistencia semanal durante un periodo de por lo menos cinco años. La Escuela es la primera Iglesia en establecer tal exigencia.
+
+La liturgia escolar tiene las mismas características universalmente. A los niños se les reúne por edades. Se les hace asistir a los servicios en un recinto sagrado reservado con ese fin: “la clase”. Se les hace llevar a cabo tareas que producen educación porque están determinadas por un ministro ordenado: el maestro titulado. Se les hace progresar en la gracia que les concede la sociedad al moverlos de grado en grado.
+
+No tengo nada contra los maestros. Se cuentan entre los hombres más dedicados, generosos y amables. Cabalmente, sus cualidades humanas se comparan con ventaja a las de cualquier grupo anterior de siervos profesionales de la religión. Sus servicios son mucho más versátiles que los de cualquier sacerdote anterior. No hay enseñanza particular para la que falte un maestro. Pero lo que hoy llamamos “educación” no es lo que tiene lugar entre un pupilo y un maestro. Lo que denominamos educación es el servicio profesional que una institución proporciona a sus clientes a través del maestro profesional.
+
+El rito de la escolaridad constituye un poderoso currículum oculto. Un currículum que no depende de la intención del maestro. Un currículum que no varía con la materia enseñada; llámese comunismo, lectura, sexo, historia o retórica.
+
+Lo primero que el niño aprende del currículum oculto de la escolaridad es un viejo adagio, la corrupción inquisitorial de la fe: _extra scholam nulla_ _est salus_ —fuera del rito no hay salvación—. Por su mera presencia en la escuela, el niño suscribe el valor de aprender de un maestro y el valor de aprender acerca del mundo. O sea: desaprende a considerar a cada persona como un modelo en potencia: desaprende a aprenderlo todo de la cotidianidad. En la escuela, el niño aprende a distinguir dos mundos: el real, al que algún día ha de entrar, y el sagrado, en el que se le encierra para que aprenda. De la promoción o del progreso escolar, el niño aprende el valor del consumo interminable; la apetencia de grados que caducan anualmente.
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+En la escuela, aprende que su propio crecimiento social vale la pena sólo porque es el resultado de su consumo de una mercancía llamada educación.
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+Durante generaciones hemos tratado de mejorar el mundo mediante una escolarización creciente. Hasta ahora ese empeño ha fracasado. En cambio, hemos aprendido que forzar a los niños a trepar una escalera sin fin no puede realzar la igualdad sino favorecer a quienes empiezan más temprano, mejor alimentados, mejor preparados. Hemos aprendido que la instrucción obligada amortigua, en la mayoría, su deseo de un aprendizaje independiente. Aprendimos que al concebir el conocimiento como una mercancía, al empaquetarlo para su entrega al consumidor y al aceptarlo como propiedad privada de quien lo adquiere, estamos escaseándolo cada día más. Súbitamente la escuela va perdiendo su legitimidad política, económica, pedagógica. Súbitamente, va siendo reconocida como un rito necesario para hacer tolerables las contradicciones de nuestra sociedad. Proceso de socialización con miras a la conformidad con las demandas de una sociedad de consumo, la escuela sostiene el mito igualitario de nuestras sociedades al mismo tiempo que establece su estructura rigurosa de acuerdo con 16 niveles de desertores.
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+La bancarrota escolar es una señal prometedora. Pero eso no significa aún que quienes critican a la escuela hayan abandonado el sueño del alquimista. De la historia de la Iglesia sabemos que la mera reforma litúrgica no garantiza una renovación teológica. El resquebrajamiento de las escuelas puede conducirnos a la búsqueda de nuevos dispositivos educativos. Sin duda, al igual que anteriormente sucedió con otras Iglesias, la escuela será pronto desestablecida. Pero ello puede acarrear una apoteosis de la Educación para el Progreso, y su estado final será peor que el inicial.
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+Podría llevar a un gigantesco esfuerzo por alcanzar _fuera_ de la estructura escolar lo que obviamente ha fracasado _dentro_ de la estructura escolar, a saber: una manera más efectiva y universal de enlatar el “aprender para vivir” y ponerlo en el mercado mediante otros sistemas distintos al de la escuela. El resultado neto sería el mismo: el concepto según el cual las personas deben ser “educadas” para vivir y que ello debe hacerse adquiriendo información sobre la realidad antes de enfrentarla.
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+A menos que el desestablecimiento de la escuela lleve a una sociedad donde la educación se reemplace también por una situación que otorgue a los hombres acceso ilimitado al auténtico aprendizaje para la vida, a menos que eso suceda paralelamente, la transferencia de la educación de los salones escolares a otras instituciones de una sociedad de consumo aparejará inevitablemente una enseñanza creciente acerca de un mundo aún más alienado.
+
+Debemos mirar más allá de la actual bancarrota escolar. En el presente, la escuela restringe al salón de clase la competencia del maestro. Se le impide que reclame posesión sobre la vida entera de un hombre. La defunción de las escuelas levantará esa restricción y dará un semblante de legitimidad a la eterna invasión pedagógica del mundo privado de cada uno.
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+Abrirá las puertas a una contienda por el “conocimiento” en el mercado libre, que nos conducirá hacia la paradoja de una meritocracia vulgar, aunque aparentemente igualitaria. Salvo si transformamos nuestro concepto del conocimiento, el desestablecimiento de la escuela llevará al altar un creciente sistema de meritocracia que separará la enseñanza de la certificación, para casarla con una sociedad comprometida en proporcionar una terapia pedagógica hasta que cada uno esté maduro y listo para que se le coloque en su nicho. Sólo por nombre podremos distinguir una sociedad convertida en un inmenso salón de clases de un manicomio general o de una prisión universal. Hace 80 años, Soloviev ya predecía que el Anticristo sería un maestro.
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+A menudo olvidamos que el término “educación” es de reciente cuño.
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+Era desonocido antes de la Reforma. La educación de los niños se mencionó por vez primera en francés, en un documento que data de 1498.
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+Por ese año, Erasmo se establecía en Oxford, a Savonarola lo quemaban vivo en Florencia, y Durero grababa su _Apocalipsis_, donde nos habla con vigor del sentido de ruina inminente que se ceñía hacia el final de la Edad Media. En lengua inglesa, la palabra educación apareció por primera vez en 1530. Es el año del divorcio de Enrique VIII y de la separación de la Iglesia luterana de la romana, en la dieta de Augsburgo. En España y sus territorios pasó un siglo más antes que la palabra y la idea de la educación fueran comunes. Todavía en 1632 Lope de Vega se refería a la educación como una novedad. Como ustedes recordarán, en ese año, aquí, en Lima, la Universidad de San Marcos celebraba su decimosexto aniversario. Los centros para el aprendizaje existían antes que el término educación se incorporara al lenguaje corriente. Se leían los clásicos o el derecho —no se educaba sobre la vida diaria—.
+
+Como cristianos, tenemos la tarea especial de cargar sobre nuestros hombros la responsabilidad que le cabe a nuestras Iglesias por la promoción de todos los tipos de capitalismo, pero, especialmente, por la promoción del capitalismo del saber. La religión de la educación universal y obligatoria se ha convertido en una corrupción de la Reforma. Es nuestro deber entenderlo y señalarlo.
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+Gutenberg descubrió una tecnología que puso los libros al alcance de todos. Nosotros hemos descubierto la manera de interponer una monstruosa iglesia de maestros entre las personas y el libro. Ello ha traído como consecuencia una creciente inhabilidad para leer. Lutero nos puso la Biblia al alcance de la mano, pero también inventó un método de enseñanza masiva: el catecismo, un curso programado de preguntas y respuestas. La Iglesia católica lanzó la Contrarreforma al congelar su doctrina en un catecismo propio. Los jesuitas secularizaron la idea y crearon el _Ratio_ _Studiorum_ para sus universidades. Paradójicamente, este _Ratio_ pasó a ser el currículum en el que se formaron las élites de la Ilustración. Y, finalmente, en la actualidad, las naciones-Estado producen sus propias élites, a las que les está reservada la buena vida en la tierra; se les hace consumir educación.
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+Al pobre, basta administrarle unas dosis menores del mismo consumo para ilustrarlo sobre su inferioridad predestinada.
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+Permítaseme resumir mi argumento. Los reformistas trataron de extender el misterio de la revelación divina sobre el reino por venir. Hoy, los educadores hacen depender de sus ministerios institucionalizados el descenso a la Tierra del Reino del Consumo Universal. El mito de la educación universal, el rito de la escuela obligatoria y de una estructura profesional equilibrada para el progreso del tecnócrata, se refuerzan unos a otros.
+
+Una vez que esto se entienda, ya no será posible tolerar ninguna complicidad de las Iglesias cristianas con el culto de la Ideología del Progreso.
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+Cada comunidad cristiana organizada está hoy forzada a elegir una de tres políticas posibles: aferrarse a las escuelas, o destruirlas y aferrarse a la seudorreligión de la educación, o sentirse llamada a ser radical o profeta.
+
+_1)_ Si la Iglesia insiste con sus escuelas, sus políticos se preocuparán de cómo aumentar el número de las mismas, de cómo mejorar su calidad, y de cómo proveerse de más limosnas para beneficio de los no escolarizados — tales como educación correctiva, escuelas radicales, entrenamiento técnico y demás—.
+
+Los hombres previsores que se encuentran dentro de una Iglesia que se embarca en esta política, debieran sentirse inquietos por el vaivén y la creciente frustración de sus trabajadores educativos.
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+_2)_ Una Iglesia puede también escoger el reconocimiento de la bancarrota de las escuelas, pero de todas formas mantenerse comprometida con el mito de la educación general entendida como artículo de consumo.
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+De ser así, esa Iglesia preconizará el desestablecimiento de las escuelas, una distribución más equitativa de los recursos educativos y la protección de los no escolarizados frente a la discriminación de la que son objeto en el mercado de trabajo o en la sociedad en general. Todas estas garantías son necesarias y la Iglesia que las endose será ciertamente acogida por otros movimientos más progresistas. Pero una Iglesia que haga esta elección, una Iglesia que reconozca la inevitable bancarrota escolar pero no el carácter seudorreligioso de la “educación”, una Iglesia tal se hará inexorablemente cómplice de un futuro “mundo feliz” del consumo, porque los instrumentos educativos desescolarizados son sólo nuevos métodos de empacar y distribuir más eficazmente la instrucción, nuevas formas de acumulación de vida enlatada para satisfacer las formas diseñadas por profesionales. Si la Iglesia que adopta esa política no va más allá de la demanda por desestablecer las escuelas, se hará cómplice del faraón que ahora enreda a los esclavos en un mundo en el que el progreso tecnocrático se vuelve impersonal, opaco, contaminado.
+
+_3)_ Tienen una última elección: leer las Escrituras, regresar a la más pura tradición de la Iglesia y anunciar la llegada del Reino que no es de este Mundo; del Reino cuyo misterio tenemos el privilegio de conocer. Ésta es una elección que cada uno de nosotros debe hacer si quiere seguir a Jesús, y debe hacerla incluso si la Iglesia en la que tiene sus raíces ha incorporado el “progreso de los pueblos” como neologismo en el venerable latín.
+
+Debemos, en el nombre de Dios, denunciar la idolatría del progreso y la contaminante escalada de la producción. Debemos poner al descubierto la seudoteología de la educación concebida como preparación para una vida de consumo frustrante. Debemos recordar al hombre que Dios ha hecho bien el mundo y nos ha dado el poder de conocerlo y apreciarlo sin la constante necesidad de un intermediario. Tenemos sí, después de todo, la experiencia de que el hombre crece y aprende en la medida en que se compromete en una interacción personal, íntima, siempre sorprendente, con los demás y en un medio ambiente significativo, en tanto que se encoge y arruga cuando es servido por funcionarios. Consecuentemente, debemos rehusarnos a cooperar en cualquier intento que busque crear un ambiente hecho por el hombre, pero en el que la vida de todos y de cada uno dependa del grado en que haya sido cliente de una organización de servicios.
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+Se necesita valentía para ponerle precio a un mundo claro y transparente, para determinar a qué costo la tecnología puede ponerse al servicio directo de las mayorías mundiales, permitiéndole a cada uno curarse, educarse, albergarse y transportarse, en lugar de poner la tecnología al servicio del tecnócrata que se siente orgulloso de proveer eternamente una medicina, una educación, una habitación y una transportación cada vez menores y cada vez más caras. Un mundo que renuncie al espectáculo de la tecnología progresiva es un mundo que pone coto radical al consumo, de acuerdo con el consenso de una inmensa mayoría y para el provecho de todos. No tiene sentido proponer un ingreso mínimo hasta que no se tenga la valentía de aceptar que ello implica fijar un ingreso máximo. Nadie puede tener lo suficiente si no sabe cuánto es suficiente. No tiene sentido advocar un mínimo de servicios médicos, de instrumentos y de transportación, si no se afirma la necesidad de nivelar los máximos de servicios disponibles a cualquiera y por la razón que sea.
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+Una forma de tal consenso antitecnocrático se traduce fácilmente en la necesidad de la pobreza voluntaria de los pobres, tal como lo predicara el Señor. La pobreza voluntaria, el desprendimiento del poder y la no violencia están en el corazón del mensaje cristiano. Puesto que son sus elementos más preciosos, son también los más fácilmente corruptibles, ridiculizables o descuidables. Se necesita valentía para hacer de la renuncia la condición fundamental para la supervivencia de la humanidad. Si predicamos el Evangelio inalterado y anunciamos la bienaventuranza de los pobres, entonces los ricos se reirán en nuestra cara y los ricos en ciernes se mofarán despreciativamente. Pero como nunca antes ha sucedido, el mensaje cristiano más radical es también la política más cuerda en un mundo que ve crecer vertiginosamente el abismo entre pobres y ricos.
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+El Tercer Mundo tiene una responsabilidad crucial en la liberación del mundo de sus ídolos del progreso, la eficiencia, el PNB. Sus masas no son todavía presas del hábito del consumo, especialmente del consumo de servicios. La mayoría de las personas aún se curan y se albergan y se enseñan unas a otras y podrían hacerlo de mejor manera si tuvieran herramientas ligeramente mejores. El Tercer Mundo podría abrir el camino en la búsqueda de un estilo de aprender para vivir, un estilo que será la preparación de los hombres para el cumplimiento de las necesidades auténticas en un contexto genuinamente humano. Sin lugar a dudas, estas naciones podrían alumbrar el camino para el mundo tan desarrollado como decadente.
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+Dos mundos se hallan frente a frente: la Babel de Rusia y el Egipto de Estados Unidos, ambos prisioneros de ídolos comunes. Un Tercer Mundo cubre el resto del orbe. Es el del desierto. Dentro de los propios imperios crecen las tierras baldías en las favelas. Egipto y Babel son impotentes para salvarse a sí mismos. De la tiranía de sus ídolos sólo pueden salvarlos quienes adoran en el desierto al Dios Vivo y Sin Nombre, quienes han renunciado a las ollas de Egipto.
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+Pero de ninguna manera todos los que habitan en el desierto son miembros del Pueblo de Dios. Algunos bailan en torno al becerro de oro: fundan avanzadas del Imperio en las tierras yermas. Otros se rebelan contra Moisés y escogen a sus propios profetas para que los devuelvan a la esclavitud que sus padres abandonaron cuando expoliaron a los egipcios.
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+Buscan una alianza para el progreso con Egipto. Y hay otros que no son capaces de permanecer fieles a la vocación divina. Desertan del Pueblo de Dios, se mueven hacia el Este y, como los judíos, ungen a su propio Rey para ser sus siervos al igual que otros moradores de la Tierra.
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+Ha llegado la hora de hacer saber el mensaje que nos ha sido revelado.
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+Ha llegado la hora de anunciar que la liberación de los ricos y de los ricos en ciernes depende del Pueblos de Dios. Depende de aquellos a quienes Dom Helder Camara ha llamado Minorías Abrahámicas, entre las cuales los cristianos, digámoslo con rubor, parecen una excepción.
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+La liberación sólo puede provenir de quienes han elegido el desierto porque han sido puestos en libertad.
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+## La alternativa a la escolarización
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+Durante generaciones hemos tratado de hacer del mundo un mejor lugar para vivir aumentando cada vez más el número de escuelas; pero hasta ahora hemos fracasado. Lo que hemos aprendido es que al obligar a todos los niños a subir por una escalera de educación abierta no realzamos la igualdad sino que favorecemos al individuo que empieza antes, al más sano o al mejor preparado; que la instrucción obligatoria apaga en la mayoría el deseo de obtener conocimientos independientes; y que el conocimiento tratado como mercancía, distribuido en paquetes, y aceptado como propiedad privada una vez adquirido, siempre será escaso.
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+De repente la gente se ha dado cuenta de que la empresa de la educación pública mediante escuelas obligatorias ha perdido su legitimidad social, pedagógica y económica. En respuesta, los críticos del sistema educativo proponen ahora soluciones enérgicas y heterodoxas que van desde el plan de recibos (_voucher_), que permitiría a cada persona comprar la educación que desee en un mercado abierto, hasta el desplazamiento de la responsabilidad de la educación de la escuela a los medios y al aprendizaje en el trabajo. Algunos individuos consideran que la escuela tendrá que desestablecerse igual que sucedió con la Iglesia en todo el mundo durante los últimos dos siglos. Otros reformadores proponen reemplazar la escuela universal con distintos sistemas nuevos que, según ellos, prepararían mejor a todos para vivir en la sociedad moderna. Estas propuestas de nuevas instituciones educativas caen dentro de tres amplias categorías: la reforma del aula dentro del sistema escolar; la dispersión de aulas libres en toda la sociedad, y la transformación de toda la sociedad en una gran aula. Pero estos tres enfoques —el aula reformada, el aula libre y el aula mundial— representan tres etapas en un escalamiento de la educación en que cada peldaño amenaza con implantar un control más sutil y penetrante del que reemplaza.
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+Considero que el desestablecimiento de la escuela se ha vuelto inevitable y que el fin de esta ilusión debe llenarnos de optimismo. Pero también creo que el fin de la “era de la escolaridad” podría introducir una era de la escuela mundial que sólo se distinguiría en nombre de un manicomio o prisión mundial en donde la educación, la corrección y la adaptación se convertirían en sinónimos. Por lo tanto, considero que el rompimiento de la escuela nos obliga a mirar más allá de su inminente deceso y encarar disyuntivas fundamentales en la educación. O trabajamos para encontrar instrumentos educativos temibles y nuevos que hablen de un mundo cada vez más opaco e impenetrable para el hombre, o fijamos las condiciones para una nueva era en que la tecnología se utilizaría para hacer la sociedad más sencilla y transparente, de manera que todos los hombres puedan volver a tener los conocimientos y utilizar las herramientas que moldean sus vidas. En resumen, podemos desestablecer escuelas o podemos desescolarizar la cultura.
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+### El currículum oculto de las escuelas
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+Para poder ver claramente las disyuntivas a que nos enfrentamos, debemos primero distinguir entre el aprendizaje y la escolaridad, lo que significa separar el objeto humanístico del maestro del impacto de la estructura invariante de la escuela. Esta estructura oculta constituye una forma de instrucción que el maestro o el consejo de la escuela nunca llegan a controlar. Transmite indeleblemente el mensaje de que sólo a través de la escuela el individuo podrá prepararse para la vida adulta en la sociedad, que lo que no se enseña en la escuela carece de valor, y que lo que se aprende fuera de la escuela no vale la pena aprenderlo. Yo llamo a eso el currículum oculto de la escolaridad porque constituye el marco inalterable del sistema, dentro del cual se hacen todos los cambios en el currículum.
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+El currículum oculto siempre es el mismo, cualquiera que sea la escuela o el lugar. Obliga a todos los niños de cierta edad a congregarse en grupos de alrededor de 30, bajo la autoridad de un maestro autorizado, durante 500, 1 000 o más horas al año. No importa si el currículum está diseñado para enseñar los principios del fascismo, del liberalismo, del catolicismo, del socialismo o la liberación, mientras la institución reclame la autoridad de definir cuáles actividades son las que considera “educación” legítima. No importa si el propósito de la escuela es producir ciudadanos soviéticos o norteamericanos, mecánicos o doctores, mientras no se pueda ser un ciudadano o doctor _si no_ se ha graduado. No importa si todas las reuniones ocurren en el mismo lugar, mientras se consideren una asistencia: cortar caña es trabajo para los cañeros, corrección para los prisioneros, y parte del currículum para los estudiantes.
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+Lo que importa en el currículum oculto es que los estudiantes aprendan que la educación es valiosa cuando se adquiere en la escuela a través de un proceso graduado del consumo; que el grado de éxito de que disfrutará el individuo en sociedad depende de la cantidad de conocimientos que consume, y que los conocimientos _sobre_ el mundo son más valiosos que los conocimientos adquiridos _del_ mundo. La imposición de este currículum oculto dentro de un programa educativo distingue la escolarización de otras formas de educación planeada. Todos los sistemas escolares del mundo tienen características comunes en relación con su producto institucional, y éstos son el resultado del currículum oculto en común de todas las escuelas.
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+Debe entenderse claramente que el currículum oculto de las escuelas traduce la enseñanza de una actividad en una mercancía cuyo mercado lo monopoliza la escuela. El nombre que ahora damos a esta mercancía es “educación”, producto cuantificable y acumulativo de una institución profesionalmente diseñada denominada escuela, cuyo valor puede medirse por la duración y lo costoso de la aplicación de un proceso (el currículum oculto) al estudiante. El graduado de una universidad local y el que recibe un título de una universidad famosa podrán haber adquirido 135 créditos en cuatro años, pero están totalmente conscientes del valor diferencial de su acervo de conocimientos.
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+En todos los países “escolarizados” el conocimiento se considera como artículo de primera necesidad para la supervivencia, pero también como una forma de moneda más líquida que los rublos o los dólares. Nos hemos acostumbrado, a través de los escritos de Karl Marx, a hablar de la enajenación del obrero por su trabajo en una sociedad clasista. Debemos ahora reconocer el alejamiento del hombre de su aprendizaje cuando éste se convierte en producto de una profesión que aporta servicios y él se convierte en el consumidor.
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+Mientras más educación consume un individuo, mayor es el “acervo de conocimientos” que adquiere, y más se eleva en la jerarquía de los capitalistas del conocimiento. Así, la educación define una nueva estructura de clase para la sociedad dentro de la cual los grandes consumidores de conocimientos —aquellos que han adquirido un gran acervo de conocimientos— pueden alegar que tienen mayor valor para la sociedad.
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+Ellos representan los valores de primera en la cartera de capital humano de una sociedad, y a ellos queda reservado el acceso a los instrumentos más poderosos o escasos de la producción.
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+De esta forma, el currículum oculto define y mide lo que es la educación y el nivel de productividad a que tiene derecho el consumidor.
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+Sirve como razón de la creciente correlación entre los trabajos y el privilegio correspondiente: que puede traducirse en ingreso personal en algunas sociedades, y en un derecho directo a servicios que ahorren tiempo, mayor educación y prestigio en otras. (Este punto es especialmente importante a la luz de la escasez de correspondencia entre la escolarización y la competencia ocupacional establecida en estudios como _Education and_ _Jobs: The Great Training Robbery_, de Ivar Berg.) El empeño en que todos los hombres atraviesen etapas sucesivas de ilustración está firmemente arraigado en la alquimia, el Gran Arte de una Edad Media decadente. A Juan Amós Comenius, un obispo moravo, pansofista de _motu proprio_ y pedagogo, se le considera con justicia como uno de los fundadores de la escuela moderna. Fue uno de los primeros que propusieron de siete a 12 grados de instrucción obligatoria. En su _Magna_ _Didactica_ describió a la escuela como un instrumento para “enseñar a todos todo” y delineó un plan para la producción en masa de conocimientos, que de acuerdo con su método haría que la educación fuera más barata y mejor, y permitiría que todos llegaran a su máxima realización humana. Pero Come-nius no sólo fue uno de los primeros expertos de la eficiencia, fue también un alquimista que adoptó el lenguaje técnico de su oficio para describir el arte de educar niños. El alquimista buscaba refinar los elementos base dirigiendo sus espíritus destilados a través de 12 etapas de procesos sucesivos, de manera que pudieran convertirse en oro para su propio beneficio y el del mundo. Los alquimistas nunca lo lograron pese a todos sus intentos, pero en cada ocasión su “ciencia” rendía nuevas razones para su fracaso, y volvían a ensayar.
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+La pedagogía abrió un nuevo capítulo en la historia de la _Ars Magna_. La educación se convirtió en la búsqueda de un proceso de alquimia que construiría un nuevo tipo de hombre que encajara en un ambiente creado por magia científica. Pero por mucho que cada generación gastara en sus escuelas, siempre resultaba que la mayoría de la gente no estaba capacitada para que se le instruyera mediante este proceso y se la tenía que descartar como impreparada para la vida en un mundo de hechura humana. Los reformadores de la educación que aceptan la idea de que las escuelas han fracasado caen dentro de tres grupos. Los más respetables son sin duda los grandes maestros de la alquimia que prometen mejores escuelas. Los más seductores son magos populares que prometen hacer de cada cocina un laboratorio de alquimia. Los más siniestros son los nuevos Masones del Universo que desean transformar el mundo en un enorme templo del aprendizaje.
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+Entre los maestros más notorios de la alquimia de hoy están ciertos directores de investigación, empleados o patrocinados por las grandes fundaciones, que consideran que si la escuela pudiera de alguna manera mejorarse, también podría volverse económicamente más viable que las que ahora tienen problemas, y al mismo tiempo podría vender un paquete de servicios más grande. Aquellos a quienes preocupa principalmente el currículum pretenden que está pasado de moda o es irrelevante. De esta forma el currículum se llena de nuevos cursos empaquetados sobre cultura africana, imperialismo norteamericano, liberación de la mujer, contaminación o sociedad de consumo. El aprendizaje pasivo es equivocado —realmente lo es— de manera que amablemente permitimos que los estudiantes decidan lo que quieren que se les enseñe y cómo. Las escuelas son prisiones. Por lo tanto, los directores están autorizados a permitir clases fuera del edificio de la escuela, por ejemplo, moviendo los pupitres a una calle cercada de Harlem. El entrenamiento sensibilizado cobra actualidad.
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+De manera que importamos la terapia de grupos al salón de clases. La escuela, que se suponía iba a enseñar todo a todos, se convierte ahora en todo para todos los niños.
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+Otros críticos subrayan que las escuelas hacen un uso ineficiente de la ciencia moderna. Algunos administrarían drogas que facilitarían al instructor el cambio de la conducta del niño. Otros transformarían la escuela en un estadio para el juego educativo. Otros más electrificarían el salón de clase. Si son los discípulos simplistas de McLuhan, reemplazarían los pizarrones y los libros de texto por _happenings_ ayudados por todos los medios de difusión; si siguen a Skinner considerarían que pueden modificar la conducta más eficientemente que los practicantes pasados de moda del aula.
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+No cabe duda de que la mayoría de estos cambios han tenido algunos efectos saludables. Los alumnos de las escuelas experimentales son menos holgazanes. Los padres tienen una mayor sensación de participación en un distrito descentralizado. A menudo, los estudiantes a los que el maestro asigna un aprendizaje, resultan ser más competentes que los que se quedan en el salón de clase. Algunos niños mejoran sus conocimientos de un idioma extranjero en el laboratorio de idiomas porque prefieren jugar con las manijas de la grabadora que hablar con sus mayores. Sin embargo, todas estas mejoras funcionan dentro de límites predeciblemente estrechos, ya que mantienen intacto el currículum oculto de la escuela. Algunos reformadores quisieran deshacerse del currículum oculto de la escuela pública, pero es raro que lo logren. Las escuelas libres que llevan a más escuelas libres producen un espejismo de libertad, aun cuando la cadena de asistencia se ve a menudo interrumpida por largos periodos de vagancia. La asistencia mediante la seducción inculca la necesidad de tratamiento educativo de una manera más persuasiva que la asistencia renuente enforzada por un vigilante escolar. Los maestros permisivos en un aula acojinada pueden impedir fácilmente que los alumnos sobrevivan una vez que la dejan.
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+A menudo el aprendizaje en estas escuelas no es más que la adquisición de habilidades de valor social definidas, en este caso, por el consenso de una comuna en lugar de por el decreto de un consejo escolar. Nuevo presbítero no es más que viejo cura escrito con palabras más largas.
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+Las escuelas libres, para que realmente lo sean, deben cumplir con dos condiciones: primero, deben dirigirse de manera que se evite la reintroducción del currículum oculto de asistencia graduada y estudiantes autorizados que estudien a los pies de maestros autorizados. Y, más importante, deben proporcionar un sistema en que todos los participantes, personal y alumnos, puedan liberarse de las bases ocultas de una sociedad escolarizada. La primera condición queda frecuentemente estipulada dentro de los objetivos de una escuela libre. La segunda, sólo se reconoce en raras ocasiones y es difícil definirla como objetivo de una escuela libre.
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+### Los supuestos ocultos de la educación
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+Resulta inútil distinguir entre el currículum oculto que acabo de describir, y las bases ocultas de la escolarización. El currículum oculto es un ritual que puede considerarse como la iniciación oficial a la sociedad moderna, institucionalmente establecida a través de la escuela. El propósito de este ritual es el de esconder a sus participantes las contradicciones entre el mito de una sociedad igualitaria y la realidad consciente de clases que certifica.
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+Una vez que se reconocen como tales, los rituales pierden su poder, y esto es lo que ahora empieza a suceder con la escolarización. Pero existen varios supuestos fundamentales sobre el desarrollo —las bases ocultas— que ahora encuentran su expresión en el ceremonial de la escolarización, y que fácilmente podrían reforzarse por lo que hacen las escuelas libres.
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+A primera vista, cualquier generalización sobre las escuelas libres parece aventurada. Especialmente en Estados Unidos, Canadá y Alemania en 1971, son las mil flores de una nueva primavera. Pero sobre estas empresas experimentales que pretenden ser _instituciones educativas_, pueden hacerse algunas generalizaciones. Sin embargo, debemos primero tener una idea más clara de la relación entre la escolarización y la educación.
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+A menudo olvidamos que la palabra _educación_ es de reciente cuño. No se conocía antes de la Reforma. La educación de los niños, como ya lo he referido,^[Véase cap. V, “La desescolarización de la Iglesia”, p. 116. (E.)] se menciona por primera vez en francés en un documento fechado en 1498. Fue el año en que Erasmo se estableció en Oxford, cuando a Savonarola lo mataron en la hoguera en Florencia, y cuando Durero esbozó su _Apocalipsis_, que nos transmite el sentido de destrucción que existía al final de la Edad Media. En lengua inglesa la palabra _education_ hizo su primera aparición en 1530. El año en que Enrique VIII se divorció de Catalina de Aragón y en que la Iglesia luterana se separó de Roma en la Dieta de Augsburgo. En tierras de España, el uso de la palabra y la idea de _educación_ tardó otro siglo más. En 1632, Lope de Vega sigue refiriéndose a la educación como una cosa novedosa. Ese año, como ustedes recordarán, la Universidad de San Marcos en Lima celebró su sexagésimo aniversario.
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+Los centros de aprendizaje existían antes de que el término _educación_ entrara en el lenguaje común. Se “leía” a los Clásicos o la Ley; no se educaba para poder vivir.
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+Durante el siglo XVI, la necesidad universal de “justificación” fue el meollo de las polémicas teológicas. Racionalizaba la política y servía como pretexto para los magnicidios. La Iglesia se dividió y pudieron sostenerse opiniones ampliamente divergentes sobre el grado en que todos los hombres nacieron en pecado, corrompidos y predestinados. Pero para principios del siglo XVII comenzó a haber un nuevo consenso: la idea de que el hombre nacía incompetente para la sociedad si no se le proporcionaba “educación”. La educación llegó a significar lo inverso de la competencia vital. Llegó a significar un proceso, más que el solo conocimiento de los hechos y la capacidad para utilizar las herramientas que moldean la vida de un hombre concreto. La educación llegó a significar una mercancía intangible que debía producirse para beneficio de todos, e impartirse a todos igual que antes la Iglesia visible impartía la gracia invisible. La justificación frente a la sociedad se convirtió en la primera necesidad de un hombre nacido en la estupidez original, análoga al pecado original.
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+La escolarización y la “educación” están relacionadas como la Iglesia y la religión o, en términos más generales, como el ritual y el mito. El ritual crea y sostiene al mito; es un mito-poyético, y el mito genera el currículum a través del cual se perpetúa. “Educación” como la designación de una categoría global de justificación social es una idea que no tiene (fuera de la teología cristiana) un analogía específica en otras culturas. Y la producción de “educación” a través del proceso de escolarización separa a las escuelas de otras instituciones de aprendizaje que existieron en otras épocas. Este punto debe entenderse si queremos aclarar las limitaciones de la _mayoría_ de las “escuelas” libres, no estructuradas o independientes.
+
+Para ir más allá de la simple reforma del aula, una escuela libre debe evitar que se incorpore el currículum oculto de la escolarización que he descrito arriba. La escuela libre ideal trata de proporcionar educación y al mismo tiempo intenta evitar que esa educación se utilice para establecer o justificar una estructura de clase, de que se convierta en razón para medir al alumno según alguna escala abstracta, y de reprimirlo, controlarlo y empequeñecerlo. Pero mientras la escuela libre trate de proporcionar una “educación general”, no podrá avanzar más allá de los supuestos ocultos de la escuela.
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+Entre estos supuestos está lo que Peter Schrag denomina el “síndrome de la inmigración”, que nos mueve a tratar a todas las personas como si fueran extranjeras que deben atravesar por un proceso de naturalización.
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+Sólo los consumidores certificados de conocimientos podrán recibir su ciudadanía. Los hombres no nacen iguales sino que se hacen iguales a través de su gestación en el _Alma Mater_.
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+Otro supuesto es que el hombre nace maduro y debe “madurar” antes de que pueda encajar en la sociedad civilizada. Este supuesto es, desde luego, contrario a la creencia de que el hombre es el mamífero cuyos ancestros fueron dotados de inmadurez para toda la vida por la evolución, lo que constituye su “gracia” peculiar. De acuerdo con esta fijación ideológica sobre la madurez, se debe alejar al hombre de su ambiente natural y pasarlo a través de un útero social en el que se endurece lo suficiente para poder encajar en la vida diaria. A menudo las escuelas libres pueden desempeñar esta función mejor que las escuelas de un tipo menos atractivo.
+
+Los establecimientos educativos libres tienen otra característica en común con los establecimientos menos libres: despersonalizan la responsabilidad de la “educación”. Colocan una institución _in loco parentis_.
+
+Perpetúan la idea de que si la “instrucción” se efectúa fuera del seno familiar, debe hacerse mediante una institución donde el maestro es sólo un agente o funcionario. En una sociedad escolarizada hasta la familia queda reducida a “organismo de aculturación”. Las instituciones educativas que utilizan maestros para cumplir los mandatos de su junta directiva son instrumentos para la despersonalización de las relaciones íntimas.
+
+Es cierto que muchas escuelas libres funcionan sin maestros acreditados. Al hacerlo representan una grave amenaza para los sindicatos establecidos de maestros. Pero no constituyen una amenaza a la estructura profesional de la sociedad. Una escuela en la que el consejo nombra personas de su propia elección para desempeñar su tarea educativa aun cuando no tengan un certificado o licencia profesional o tarjeta sindical, no está amenazando por ello la legitimidad de la profesión docente, como tampoco se pone en peligro la _legitimidad_ social de la profesión más antigua cuando una prostituta, que opera en un país en que su trabajo _legal_ requiere una licencia de la policía, establece un burdel privado.
+
+La mayoría de los maestros que enseñan en las escuelas libres no tienen oportunidad de enseñar en nombre propio. Realizan la tarea de enseñar en nombre de una junta la función menos transparente de enseñar en nombre de sus alumnos o la función más mística de enseñar en nombre de la “sociedad” en general. La mejor prueba de esto es que la mayoría de los maestros en las escuelas libres pasan más tiempo que sus colegas profesionistas planeando, con un comité, la forma en que la escuela debe educar. Al verse frente a las pruebas de sus ilusiones, lo prolongado de las reuniones de comité lleva a muchos maestros generosos de la escuela pública a la escuela libre y después de un año más allá de ella.
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+La retórica de todos los establecimientos educativos declara que forman hombres para algo, para el futuro, pero no los liberan de esta tarea antes de que hayan desarrollado un alto nivel de tolerancia a las formas de sus mayores: la educación _para_ la vida en lugar de _en_ la vida diaria. Pocas escuelas libres pueden abstraerse de hacer precisamente esto. Sin embargo, están entre los centros más importantes de los que irradia un nuevo estilo de vida, no por el efecto que tendrán sus graduados, sino, más bien, porque los mayores que eligen educar a sus hijos sin el beneficio de maestros adecuadamente ordenados con frecuencia pertenecen a una minoría radical porque su preocupación en relación con la educación de sus hijos los sostiene en su nuevo estilo.
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+### La mano oculta en un mercado educativo
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+El tipo más peligroso de reformador de la educación es el que argumenta que el conocimiento puede producirse y venderse con mucha mayor eficacia en el mercado abierto que en un mercado controlado por la escuela.
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+Estas personas consideran que es fácil adquirir una habilidad de modelos-dehabilidad si el estudiante realmente está interesado en su adquisición, que los derechos individuales pueden proporcionar un poder de compra más equitativo para la educación. Piden una separación cuidadosa del proceso con que se mide y certifica. Me parece que estas afirmaciones son obvias.
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+Pero sería una falacia creer que el establecimiento de un mercado libre de conocimientos constituiría una alternativa radical en la educación.
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+El establecimiento de un mercado libre realmente aboliría lo que anteriormente denominé currículum oculto de la escolarización actual —su asistencia específica en una edad determinada a un currículum graduado—.
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+De igual manera, en un principio el mercado libre daría la apariencia de contrarrestar lo que he denominado bases ocultas de una sociedad escolarizada: el “síndrome de la inmigración”, el monopolio institucional de la enseñanza y el ritual de la iniciación lineal. Pero, al mismo tiempo, un mercado libre en educación proporcionaría al alquimista innumerables manos ocultas para encajar a cada hombre en los múltiples, estrechos y pequeños nichos que puede proporcionar una tecnocracia más compleja.
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+Muchas décadas de dependencia en la escolarización han hecho que el conocimiento se convierta en mercancía, un bien especial susceptible de mercadeo. El conocimiento se considera ahora simultáneamente como bien de primera necesidad y como la moneda más preciosa de una sociedad. (La transformación del conocimiento en una mercancía se refleja en una transformación correspondiente del lenguaje. Palabras que antes funcionaban como verbos se están convirtiendo en sustantivos que designan propiedades. Hasta hace poco las palabras habitación, conocimiento y curación designaban actividades. Ahora, por lo general, se conciben como mercancías o servicios a entregarse. Hablamos de la fabricación de la vivienda o de la entrega de asistencia médica. Los hombres ya no se consideran aptos para curarse a sí mismos ni para construirse sus viviendas.
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+En este tipo de sociedad, el hombre llega a creer que los servicios profesionales son más valiosos que la atención personal. En lugar de aprender cómo cuidar a la abuelita, el adolescente aprende a hacer una manifestación frente al hospital que no la admite.) Esta actitud fácilmente podría sobrevivir a la desinstitucionalización de la escuela, igual que la afiliación a una Iglesia siguió siendo una condición para ocupar un puesto público mucho después de la adopción de la Primera Reforma a la Constitución Norteamericana. Es aún más palpable que los exámenes que miden paquetes complejos de conocimientos podrían fácilmente sobrevivir a la desinstitucionalización de la escuela —y con esto acabaría la compulsión de obligar a todos a adquirir un paquete mínimo de las existencias de conocimientos—. Al fin coincidirían la medida científica del valer de cada hombre y el sueño alquimista de “poder educar a todos los hombres para realizarse plenamente en su humanidad”. Bajo la apariencia de un mercado “libre”, la aldea global se convertiría en un útero ambiental en el que los terapeutas pedagógicos controlarían el complejo ombligo por donde se alimenta el hombre.
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+En la actualidad las escuelas limitan la competencia del maestro al aula.
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+Evitan que haga de la vida entera del hombre su dominio. La muerte de la escuela acabará con esta restricción y dará una apariencia de legitimidad a la invasión pedagógica en la intimidad del individuo durante toda su vida.
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+Abrirá el camino de una lucha por el “conocimiento” en un mercado libre, lo que nos llevaría a la paradoja de una vulgar, aun cuando aparentemente igualitaria, meritocracia.
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+Las escuelas no son de ninguna manera las únicas o más eficientes instituciones que pretenden traducir la información, el entendimiento y la sabiduría en rasgos de conducta cuya medición es la clave del prestigio y el poder. Las escuelas tampoco son las primeras instituciones que se utilizan para convertir la educación en un derecho. Por ejemplo, el sistema mandarín de China fue durante siglos un incentivo estable y eficaz para la educación al servicio de una clase relativamente abierta cuyo privilegio dependía de la adquisición de conocimientos cuantificables.
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+Se dice que alrededor de 2200 a. C. el emperador de China examinaba a sus funcionarios cada tercer año. Después de tres exámenes, los ascendía o los despedía para siempre del servicio. Mil años más tarde, en 1115 a. C., el primer emperador Chan estableció exámenes generales formales para entrar al servicio público: música, ballestería, equitación, escritura y aritmética.
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+Los examinados se presentaban cada tercer año para competir con sus pares, en lugar de someterse a calificación de normas abstractas desarrolladas por científicos. Uno de cada 100 era ascendido a través de tres grados: de “genio en potencia” y “estudioso ascendido”, hasta el nivel de aquellos que estaban “listos para el servicio público”. El coeficiente selectivo de los exámenes para los tres niveles sucesivos era tan pequeño que losmismos exámenes no habrían tenido que ser muy exactos para ser útiles. Sin embargo, se tenía sumo cuidado para asegurar la objetividad. En el segundo nivel, donde la composición era importante, el examen del competidor lo copiaba un secretario y esta copia se sometía a un jurado para evitar que la caligrafía del autor se reconociera y llevara a los jueces a actuar con algún prejuicio.
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+El ascenso a una posición de estudioso en China no daba derecho a ninguno de los trabajos más codiciados, pero sí proporcionaba un billete para una lotería pública en la que los puestos se distribuían entre los mandarines certificados. En China no se desarrollaron escuelas, ni mucho menos universidades, hasta que empezó a guerrear con los poderes europeos. La comprobación de conocimientos cuantificables adquiridos independientemente permitió que durante 3 000 años el imperio chino, que fue la única nación-Estado que careció de un verdadero sistema eclesiástico o escolástico, seleccionara su élite gobernante sin crear una gran aristocracia hereditaria; la familia del emperador y aquellos que aprobaban los exámenes tenían acceso a ella.
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+Voltaire y sus contemporáneos alabaron el sistema de ascenso chino a través de conocimientos comprobados. En Francia se introdujo el Examen para el Servicio Público en 1791, examen que Napoleón abolió. Sería fascinante especular qué hubiera sucedido si el sistema mandarín se hubiese elegido para propagar los ideales de la Revolución francesa, en lugar del sistema escolástico que inevitablemente respalda el nacionalismo y la disciplina militar. Sucedió que Napoleón fortaleció la escuela politécnica residencial. El modelo jesuita del ritual, el ascenso secuencial en un pedigrí enclaustrado, predominó sobre el sistema mandarín como el método preferido para dar legitimidad a las élites en las sociedades occidentales.
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+Los principales se convirtieron en los abates de una cadena mundial de monasterios en la que todos se empeñan en acumular el conocimiento necesario para entrar en el constantemente obsoleto cielo sobre la tierra.
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+Igual que los calvinistas desinstitucionalizaron los monasterios sólo para convertir a toda Ginebra en uno, debemos temer que la desinstitucionalización de la escuela nos lleve a una fábrica mundial de conocimiento. Si el concepto de enseñanza o conocimiento no se transforma, la desinstitucionalización de la escuela nos llevará a un casamiento entre el sistema mandarín que separa el aprendizaje de la certificación y una sociedad comprometida en proporcionar terapia para cada hombre hasta que llegue a la madurez de la edad dorada.
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+Ni la Alquimia ni la Magia ni la Masonería pueden resolver el problema de la actual crisis “en la educación”. La desescolarización de nuestra visión mundial exige que reconozcamos la naturaleza ilegítima y religiosa de la empresa educativa misma. Su _hybris_ descansa en el intento de hacer del hombre un ente social por haberse sometido a un tratamiento en un proceso manejado. Para aquellos que están de acuerdo con la moral tecnocrática, lo que es posible técnicamente debe ponerse a disposición al menos de unos cuantos, quiéranlo o no. Ni la privación ni la frustración de la mayoría cuenta. Si es posible el tratamiento de cobalto, entonces la ciudad de Tegucigalpa necesita un aparato en cada uno de sus dos hospitales principales, al costo que liberaría a una parte importante de la población de Honduras de parásitos. Si las velocidades supersónicas son posibles, entonces se deben acelerar los viajes de algunos. Si puede concebirse el viaje a Marte, entonces debe encontrarse una razón para que parezca una necesidad. En la moral tecnocrática, la pobreza se moderniza: no sólo se cierran las viejas alternativas con nuevos monopolios, sino que la falta de necesidades también aumenta por una diseminación creciente entre aquellos servicios que son tecnológicamente viables y aquellos que realmente están a disposición de la mayoría.
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+Un maestro se convierte en “educador” cuando adopta esta moral tecnocrática. Entonces actúa como si la educación fuera una empresa tecnológica cuyo objeto fuera adaptar al hombre al ambiente que crea el “progreso” de la ciencia. Se ciega ante las pruebas de que el precio de la constante obsolescencia de todas las mercancías es alto: el costo creciente de entrenar personas para que las conozcan. Parece olvidar que el costo creciente de las herramientas se compra a un alto precio en términos de educación: disminuye la intensidad de mano de obra de la economía, hace que el aprendizaje en el trabajo sea imposible o, cuando mucho, un privilegio para unos cuantos. En todo el mundo el costo de educar al hombre para la sociedad aumenta con mayor rapidez que la productividad de toda la economía, y menos personas tienen la sensación de participar inteligentemente en el bienestar común.
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+### La contradicción de las escuelas como herramientas del progreso tecnocrático
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+Para una sociedad de consumo, educación equivale a entrenamiento del consumidor. La reforma del aula, la dispersión del aula y la difusión del aulason formas diferentes de moldear a los consumidores de mercancías obsoletas. La supervivencia de una sociedad en la que las tecnocracias pueden redefinir constantemente la felicidad humana en función del consumo de su último producto depende de las instituciones educativas (desde las escuelas hasta los anuncios) que convierten a la educación en control social.
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+En países ricos como Estados Unidos, Canadá o la URSS, enormes inversiones en escolarización ponen de manifiesto las contradicciones institucionales del progreso tecnocrático. En estos países, la defensa ideológica del progreso ilimitado descansa en la pretensión de que los efectos igualadores de una escolarización abierta pueden contrarrestar la fuerza desigualadora de la constante obsolescencia. La legitimidad de la sociedad industrial misma llega a depender de la credibilidad de la escuela, y no importa si el partido en el poder es el comunista o el republicano. Bajo estas circunstancias, el público está ávido de libros como el informe de Charles Silberman o la Comisión Carnegie, publicado bajo el título de _Crisis in the Classroom_. Este tipo de investigación inspira confianza por su bien documentada condena de la escuela actual, a la luz de la cual los intentos insignificantes por salvar al sistema manicurando sus faltas más obvias puede crear una nueva oleada de expectativas inútiles. Mayores inversiones en escuelas de todas partes hacen monumental la ineficacia de la escolarización. Paradójicamente, los pobres son las primeras víctimas de la mayor escolarización. La Comisión Wright en Ontario tuvo que informar a sus patrocinadores del gobierno que la educación post-secundaria está inevitable e irremediablemente gravando a los pobres en forma desproporcionada para una educación que siempre disfrutarán principalmente los ricos.
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+La experiencia confirma estas advertencias. Durante varias décadas un sistema de cuotas en la URSS daba preferencia al ingreso a la universidad a los hijos de padres trabajadores sobre los hijos de graduados universitarios.
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+Sin embargo, la desproporción de estos últimos es todavía mayor en las clases que se gradúan en Rusia que en Estados Unidos.
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+El 8 de marzo de 1971, el magistrado de la Suprema Corte de Justicia, Warren E. Burger, presentó la opinión unánime de la corte en el caso de Griggs _et al_. frente a la Duke Power Company. Interpretando la intención del Congreso en la sección referente a la igualdad de oportunidades de la Ley de Derechos Civiles de 1964, la corte de Burger determinó que cualquier grado académico o cualquier examen a que se sometan futuros empleados debe “calificar al hombre para el trabajo” y no al “hombre en abstracto”. Lacarga de demostrar que los requisitos educativos son una “medida razonable de la actuación en el trabajo” descansa en el patrón. En esta decisión, la corte sólo habló sobre los exámenes y diplomas como medio de discriminación racial, pero la lógica del argumento del magistrado se aplica a cualquier uso del pedigrí educativo como prerrequisito de un empleo. _The Great Training Robbery (El gran robo del entrenamiento)_, tan eficazmente expuesto por Ivar Berg, debe ahora enfrentarse al desafío de una conjura de compinches, de alumnos, patrones y causantes.
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+En los países pobres, las escuelas racionalizan el rezago económico de toda una nación. La mayoría de los ciudadanos quedan excluidos de los escasos medios modernos de producción y consumo, pero arden en deseos de entrar en la economía por la puerta de la escuela. La legitimación de la distribución jerárquica del privilegio y el poder se ha desplazado de la alcurnia, la herencia, el favor del rey o del papa y la crueldad en el mercado o en el campo de batalla, a una forma más sutil de capitalismo: la institución jerárquica pero liberal de la escolarización obligatoria que permite al bien escolarizado imputar culpabilidad al consumidor rezagado de conocimientos por tener un certificado de menor denominación. Sin embargo, esta racionalización de la desigualdad nunca puede ir de acuerdo con los hechos, y los regímenes populistas cada vez se encuentran con mayores problemas para ocultar el conflicto entre la retórica y la realidad.
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+Durante 10 años la Cuba de Fidel Castro se ha empeñado en el rápido crecimiento de la educación popular, dependiendo del material humano disponible, sin el respeto normal a las credenciales profesionales. Los éxitos espectaculares al principio de esta campaña, especialmente en lo que se refiere a la disminución del analfabetismo, se han citado como pruebas de que la lenta tasa de crecimiento de otros sistemas escolásticos latinoamericanos se debe a la corrupción, al militarismo y a una economía capitalista de mercado. No obstante, ahora, la lógica de la escolarización jerárquica está alcanzando a Fidel y a su intento de producir al Nuevo Hombre por medio de la escuela. Aun cuando los estudiantes pasan la mitad del año en los campos de caña y se adhieren totalmente a los ideales igualitarios del compañero Fidel, cada año la escuela entrena a una cosecha de consumidores de conocimientos autoconscientes dispuestos a moverse hacia nuevos niveles de consumo. Además, el _Dr_. Castro se enfrenta a las pruebas de que el sistema escolástico nunca producirá suficientes técnicos certificados. Aquellos graduados que obtienen las nuevas colocaciones destruyen con su conservadurismo los resultados obtenidos por los núcleos no certificados que han llegado a sus puestos a través de entrenamientos en el trabajo. No se puede culpar de ninguna manera a los maestros de los fracasos de un gobierno revolucionario que insiste en la capitalización institucional del potencial humano a través de un currículum oculto que garantiza la producción de una burguesía universal.
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+### Recuperación de la responsabilidad de enseñar y aprender
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+Una revolución en contra de aquellas formas de privilegio y de poder que se basan en el derecho de obtener conocimientos profesionales debe iniciarse con una transformación de la conciencia sobre la naturaleza del aprendizaje.
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+Esto significa, sobre todo, un desplazamiento de la responsabilidad de enseñar y aprender. El conocimiento sólo puede definirse como una mercancía mientras se le considere el resultado de una empresa institucional o el cumplimiento de los objetivos institucionales. Sólo cuando el hombre recupere el sentido de la responsabilidad personal de lo que aprende y enseña podrá romperse el sortilegio y superarse el alejamiento entre el aprender y el vivir.
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+La recuperación del poder de aprender o enseñar significa que el maestro que se arriesga a interferir en la vida privada de otro individuo también se hace responsable de los resultados. De manera similar, el estudiante que se expone a la influencia de un maestro debe hacerse responsable de su propia educación. Para ello lo ideal sería que las instituciones educativas —si se necesitan— adoptaran la forma de centros de servicios donde se pudiera adquirir un techo adecuado sobre su cabeza, tener acceso a un piano o a un horno y a discos, libros o diapositivas. Las escuelas, las estaciones de televisión, los teatros y similares están diseñados principalmente para el uso de profesionales. La desescolarización de la sociedad significa, sobre todo, la negación del estatus profesional para la segunda profesión más antigua del mundo, a saber: enseñar. La certificación de maestros constituye ahora una restricción indebida del derecho a la libertad de expresión; la estructura corporativa y las pretensiones profesionales del periodismo coartan indebidamente la libertad de prensa.
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+Las reglas de asistencia obligatoria interfieren con la libertad de reunión. La desescolarización de la sociedad no es más que una mutación cultural mediante la cual un pueblo recupera el uso efectivo de sus libertades constitucionales: el aprender y enseñar por hombres que saben que han nacido libres y no con una libertad que les ha sido otorgada. La mayoría de las personas aprenden casi siempre cuando hacen algo que les divierte; la mayoría tiene curiosidad y desea dar un significado a todo aquello con que entra en contacto; y la mayoría puede tener relaciones personales íntimas con otros si no están idiotizados por un trabajo inhumano o se cierran a causa de la escolarización.
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+El hecho de que las personas en los países ricos no aprendan mucho de _motu proprio_ no es prueba de lo contrario. Más bien es consecuencia de vivir en un medio ambiente del cual, paradójicamente, no pueden aprender mucho precisamente porque está altamente programado. Constantemente se ven frustrados por la estructura de la sociedad contemporánea, donde los hechos en que se basan las decisiones se han vuelto más huidizos. Viven en un ambiente en el que los instrumentos que pueden utilizarse para propósitos creativos se han convertido en un lujo, un ambiente en que los canales de comunicación sirven a unos cuantos para hablar a muchos.
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+### Una nueva tecnología más que una nueva educación
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+Un mito moderno desea hacernos creer que el sentido de impotencia con el que vive la mayoría de los hombres de hoy es consecuencia de la tecnología que sólo puede crear sistemas enormes. Pero no es la tecnología la que hace enormes sistemas, instrumentos inmensamente poderosos, canales de comunicación unidireccionales. Todo lo contrario: si la tecnología estuviera adecuadamente controlada, podría capacitar a cada hombre para entender mejor su medio ambiente, moldearlo con sus propias manos, y permitirle la intercomunicación total a un grado nunca antes alcanzado. Este uso alternativo de la tecnología constituye la disyuntiva central en la educación.
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+Para que una persona pueda desarrollarse necesita, antes que nada, tener acceso a cosas, lugares y procesos, a acontecimientos y datos. Necesita ver, tocar, asir, ocuparse con lo que existe en un escenario significativo. En la actualidad este acceso le está en buena medida negado. Cuando el conocimiento se convirtió en una mercancía adquirió la protección de la propiedad privada; así, un principio diseñado para resguardar la intimidad personal se transformó en una razón para declarar que los conocimientos no son para las personas que carecen de las credenciales apropiadas. En las escuelas los maestros se guardan los conocimientos si no encajan dentrodel programa del día. Los medios informan, pero excluyen lo que consideran inadecuado para imprimirse. La información se encierra en idiomas especiales, y los maestros especializados viven de su retraducción. Las empresas protegen las patentes, las burocracias guardan los secretos, y el poder de alejar a los demás de cotos privados —ya sean cabinas, despachos de abogados, basureros o clínicas— se guarda celosamente por las profesiones, las instituciones y los países. Ni la estructura política ni la profesional de nuestras sociedades, oriental y occidental, podrían soportar la eliminación del poder de impedir el acceso a conocimientos que podrían servir a muchas clases de personas. El acceso a los conocimientos por que abogo va más allá que la verdad etiquetada. El acceso debe construirse dentro de la realidad, mientras que todo lo que pedimos de la publicidad es la garantía de que no nos engañe. El acceso a la realidad constituye una alternativa fundamental en la educación para un sistema que sólo pretende enseñar _sobre_ él.
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+La abolición del derecho a un secreto corporativo —aun cuando la opinión profesional sostiene que este secreto sirve al bien común— es, como pronto se verá, un objetivo político mucho más radical que la demanda tradicional de la propiedad pública o el control de los bienes de producción. La socialización de estos bienes sin una socialización efectiva del _know-how_ (saber cómo) de su uso, tiende a colocar al capitalista del conocimiento en la posición que antes tenía el financiero. La única pretensión de poder del tecnócrata es el acervo que tiene de algún tipo de conocimiento escaso y secreto, y la mejor manera de proteger su valor es creando una organización importante con intensidad de capital que hace que el acceso al _know-how_ sea formidable y prohibitivo.
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+No pasa mucho tiempo antes de que el aprendiz interesado adquiera casi cualquier habilidad que desee usar. Eso tiende a olvidarse en una sociedad en la que los maestros profesionales monopolizan la entrada a todos los campos y etiquetan como charlatanería la enseñanza impartida por individuos que carecen de un certificado. Existen pocas habilidades mecánicas en la industria o la investigación que sean tan exigentes, complejas y peligrosas como manejar un automóvil; habilidad que la mayoría de la gente adquiere fácilmente de un instructor. No todas las personas están capacitadas para la lógica avanzada, y sin embargo aquellos que lo están progresan rápidamente si se les interesa en juegos matemáticos a una temprana edad. Uno de cada 20 niños en Cuernavaca me gana en un juego de _Wff’n Proof_ después de unas cuantas semanas de entrenamiento.
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+En cuatro meses un gran porcentaje de los adultos motivados en el Cidoc aprenden el español con la suficiente corrección para llevar a cabo asuntos académicos en la nueva lengua.
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+Un primer paso para abrir el acceso a las diferentes especialidades sería proporcionar distintos incentivos a los individuos calificados para que compartan sus conocimientos. Inevitablemente, esto iría en contra de los intereses de las guildas, las profesiones y los sindicatos. Empero, el aprendizaje múltiple es atractivo; proporciona a todos la oportunidad de aprender algo sobre casi cualquier cosa. No hay razón para que una persona no pueda combinar la capacidad de manejar un auto, componer teléfonos y excusados, ser partera y dibujante de arquitecto. Las grandes empresas y sus consumidores disciplinados pretenderían, desde luego, que el público necesita la protección de una garantía profesional. Pero este argumento lo ponen continuamente en tela de juicio las asociaciones de protección del consumidor. Tenemos que tomar más seriamente la objeción que los economistas hacen a la socialización radical de las habilidades: que no habrá “progreso” si los conocimientos —patentes, habilidades y todo el resto— se democratizan. Sólo podremos encarar sus argumentos si les demostramos la tasa de crecimiento de deseconomías inútiles generadas por cualquiera de los sistemas educativos que existen.
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+El acceso a la gente que desea compartir sus habilidades no es garantía de aprendizaje. Este acceso se restringe no sólo por el monopolio de los programas educativos sobre el aprendizaje y de los sindicatos sobre su licitud, sino también por una tecnología de la escasez: las habilidades que hoy cuentan con el _know-how_ en el uso de herramientas que se diseñaron para ser escasas. Estas herramientas producen bienes o prestan servicios que todos quieren, pero que sólo unos cuantos pueden disfrutar, y que sólo un número limitado de personas sabe cómo utilizar. Sólo unos cuantos individuos privilegiados del total de personas que padecen una enfermedad dada se benefician de los resultados de la tecnología médica sofisticada, y todavía menos médicos desarrollan la habilidad para utilizarla.
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+Sin embargo, los mismos resultados de la investigación médica también se han utilizado para crear un instrumental básico que permite a los médicos de la armada y la marina, con sólo unos cuantos meses de entrenamiento, obtener resultados en el campo de batalla que habrían sido un sueño imposible de los doctores titulados durante la segunda Guerra Mundial. En un nivel aún más sencillo, cualquier campesina podría aprender a diagnosticar y tratar la mayoría de las infecciones si los científicos de lamedicina prepararan específicamente dosis e instrucciones para un área geográfica dada.
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+Todos estos ejemplos ilustran el hecho de que las consideraciones de tipo educativo por sí solas son suficientes para requerir una reducción radical de la estructura profesional que ahora impide la relación entre el científico y la mayoría de los que desean tener acceso a la ciencia. Si se escuchara esta demanda, todos los hombres podrían aprender a usar los instrumentos de ayer, que la ciencia moderna ha vuelto más efectivos y duraderos, para crear el mundo del mañana.
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+Por desgracia, en la actualidad existe precisamente la tendencia contraria. Conozco una región costera en Sudamérica donde la mayoría de la gente vive de la pesca con pequeños botes. El motor fuera de borda es sin duda el instrumento que ha cambiado más dramáticamente las vidas de estos pescadores costeños. Pero en la región que yo he estudiado, la mitad de todos los motores fuera de borda se compraron entre 1945 y 1950 y se mantienen en uso por arreglos constantes, mientras que la mitad de los motores adquiridos en 1965 ya no sirven porque no se construyeron para repararse. El progreso tecnológico proporciona a la mayoría de las personas artefactos que no pueden comprar y las priva de las herramientas más sencillas que necesitan.
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+Los metales, los plásticos y el cemento armado que se utilizan en la construcción han mejorado muchísimo desde la década de los años cuarenta y deben dar a más personas la oportunidad de construir sus propias casas.
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+Pero mientras que en 1948 más de 30% de todas las casas unifamiliares de Estados Unidos las construyeron sus propietarios, para fines de los años sesenta este porcentaje había disminuido a menos de 20 por ciento.
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+La reducción del nivel de habilidades a través del llamado desarrollo económico es todavía más palpable en América Latina. Aquí, la mayoría de la gente sigue construyendo su casa desde el piso hasta el techo. A menudo usan barro en forma de adobe y techados de paja de utilidad insuperable en su clima húmedo, caliente y ventoso. En otros lugares hacen sus viviendas de cartón, barriles de petróleo y otros desperdicios industriales. En lugar de proporcionar a la gente instrumentos sencillos y componentes altamente estandarizados, duraderos y fáciles de componer, todos los gobiernos se han pronunciado en favor de la producción masiva de viviendas de bajo costo.
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+Es obvio que ningún país puede darse el lujo de proporcionar unidades habitacionales modernas satisfactorias para la mayoría de la gente. No obstante, en todas partes esta política hace que cada vez sea más difícil que la mayoría adquiera el conocimiento y la capacidad que necesita para construirse mejores casas.
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+### La pobreza
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+Consideraciones de tipo educativo nos permiten formular una segunda característica fundamental que debe poseer cualquier sociedad posindustrial: una caja de herramientas que por su misma naturaleza compense el control tecnocrático. Por razones educativas debemos trabajar para lograr una sociedad en la que el conocimiento científico se incorpore a las herramientas y componentes que puedan utilizarse con buenos resultados en unidades suficientemente pequeñas para que estén al alcance de todos. Sólo este tipo de herramientas podrá socializar el acceso a las habilidades. Sólo estas herramientas favorecen asociaciones temporales entre aquellos que desean utilizarlas en ocasiones específicas. Sólo estas herramientas permiten el surgimiento de objetivos específicos en el proceso de su utilización, como bien sabe cualquier remendón. Sólo con la combinación de un acceso garantizado a los conocimientos y un poder limitado en la mayoría de las herramientas se podrá contemplar una economía de subsistencia capaz de incorporar los frutos de la ciencia moderna.
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+El desarrollo de una economía científica de subsistencia como ésta es indudablemente ventajoso para la gran mayoría de las personas en los países pobres. También es la única alternativa a la contaminación progresiva, a la explotación y a la opacidad en los países ricos. Pero, como hemos visto, el derrocamiento del PNB no puede lograrse sin trastornar simultáneamente la ENB (Educación Nacional Bruta, generalmente concebida como capitalización del potencial humano). Una economía igualitaria no puede existir en una sociedad en la que el derecho de producir lo otorgan las escuelas.
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+La viabilidad de la economía moderna de subsistencia no depende de nuevos intentos científicos. Depende principalmente de la capacidad de una sociedad para estar de acuerdo sobre restricciones fundamentales antiburocráticas y antitecnocráticas autoelegidas.
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+Estas restricciones pueden adoptar muchas formas, pero no funcionarán si no tocan las dimensiones básicas de la vida. (La decisión del Congreso norteamericano en contra del desarrollo de un avión supersónico es uno de los pasos más alentadores en la dirección correcta.) La sustancia de estas restricciones sociales voluntarias sería algo muy sencillo que cualquier hombre prudente puede entender y juzgar plenamente. Los intereses en juego en la controversia del avión supersónico proporcionan un buen ejemplo. Todas estas restricciones se elegirían para fomentar el usufructo estable y equitativo de _know-how_ científico. Los franceses dicen que se tarda 1 000 años para educar a un campesino en el cuidado de una vaca. No se tardarían dos generaciones en ayudar a toda la gente de Latinoamérica o África a utilizar y reparar motores fuera de borda, coches sencillos, bombas de agua, botiquines y máquinas de cemento armado si su diseño no cambiara a cada rato. Y ya que una vida feliz es aquella en la que hay una sensata interrelación con los demás en un ambiente interesante, habría un gozo igual si se traduce en igual educación. En la actualidad es difícil imaginar un consenso sobre austeridad. La razón que generalmente se da para la impotencia de la mayoría se estipula en términos de clases económicas o políticas. Lo que generalmente no se entiende es que la nueva estructura de clase de una sociedad escolarizada está todavía más controlada por los intereses creados. No cabe duda que la organización imperialista y capitalista de la sociedad proporciona una estructura social en la que sólo una minoría puede influir desproporcionadamente sobre la opinión efectiva de la mayoría. Pero en una sociedad tecnocrática el poder de una minoría de capitalistas del conocimiento puede evitar la formación de una opinión pública real a través del control del _know-how_ científico y de los medios de comunicación. Las garantías constitucionales de la libertad de expresión, la libertad de prensa y la libertad de reunión, tenían el propósito de asegurar un gobierno del pueblo. En principio, la electrónica moderna, las prensas de foto-offset, las computadoras y los teléfonos han proporcionado las herramientas que podrían dar un significado enteramente nuevo a estas libertades. Por desgracia estas cosas se utilizan en los medios modernos de comunicación para incrementar el poder de los banqueros del conocimiento para canalizar sus paquetes de programas a través de cadenas internacionales a más gente, en lugar de utilizarlos para aumentar las verdaderas redes que proporcionan iguales oportunidades para una reunión de los miembros de la mayoría.
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+La desescolarización de la cultura y la estructura social requieren el uso de tecnología para que la política de participación sea posible. Sólo con base en una coalición de la mayoría podrán determinarse los límites a los secretos y al poder creciente sin dictadura. Necesitamos un nuevo ambiente en el que el desarrollo sea sin clases, o tendremos un “Mundo feliz” en el que el _Big Brother_ nos eduque a todos.
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+## Conciencia política y control de la natalidad
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+Los programas para controlar la natalidad que se pretenden imponer en América Latina fracasan porque subrayan más el temor a la pobreza que la alegría de vivir. Los que practican la planificación familiar son los mismos que orientan sus consumos conforme a las “necesidades” que crean los avisos de television y la propaganda en general. Tanto en México como en Brasil ellos forman esa minoría rara y marginal que ha dado en llamarse clase media. Su misma situación de privilegio económico los expone a que su intimidad sexual sea regulada desde afuera mediante un juego de demandas.
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+Lograr éxito en la escuela, en el trabajo y en el sexo es una combinación de la que sólo goza en Latinoamérica una minoría que va de 1 a 5%. En ella se encuentran los “triunfadores” que se las saben arreglar para mantener el índice de sus entradas por encima del promedio nacional; allí también están los únicos que tienen acceso al poder político, que usarán como instrumento poderoso para favorecer a su estirpe. Incluso suponiendo que el pequeño número de los que han sabido aprovecharse de la Alianza para el Progreso de las clases medias practicase la planificación familiar, eso no afectaría en forma significativa los índices de crecimiento demográfico. Pero la posibilidad de planificar sus familias es algo que está fuera del alcance de los “otros” (que en América Latina quiere decir “los más”). ¿A quién le sorprende que una “igualdad” más se le reconozca al pobre en el papel y se le niegue de hecho?
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+En un contexto político seudodemocrático es imposible inducir a la mayoría a practicar el control de la natalidad. Ni la seducción ni la educación producen efecto. Lo primero, porque es propio de tales regímenes aparentar que respetan a la persona y, por tanto, no pueden ser demasiado agresivos en la propaganda, como sería anunciar que se pagan 25 dólares a cada mujer que se haga aplicar una espiral y 100 a la que se deje esterilizar. Eso sería más económico —conforme a sus objetivos—, pero no les permitiría guardar las apariencias. Lo segundo, porque a estos gobiernos no les conviene dar a los adultos analfabetos un tipo de educación en estamateria, que los llevaría a la crítica y a la disensión en el plano político. Saben que hacer eso sería labrarse su propia subversión.
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+### El fracaso de lo mágico
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+Ese doble fracaso se explica también al ver la inadecuación que existe entre lo que se predica y el estilo de vida común a las mayorías campesinas de América Latina. Éstas no creen que controlar su impulso sexual las llevará a la abundancia material. Creen menos en eso que en la eficacia misma de los métodos anticonceptivos. Sin embargo, se las quiere convencer de que ambas cosas habrán de producirse por arte de magia. Si al pobre le repele el olor del remedio mágico, es porque huele allí el doblez de un rico magnate que le enseña “afablemente” cómo hacer para no seguir trayendo al mundo seres pobres y detestables como él. También se utiliza la agresividad para imponer los nuevos métodos, pero cobardemente, es decir, cuando se tiene enfrente a una criatura indefensa. Baste pensar en la mujer que, víctima de la “curación” hecha en su barrio, llega a la clínica donde será iniciada en el misterio de la contracepción como única alternativa para no tener que volver el año próximo. La demanda, el estilo y el método usados, insisten en cómo protegerse frente al mal, más que en cómo poder expresar más profundamente la vida y ser libres para actuar en ella. Al no tener la planificación familiar así planteada nada de atractivo, no es de maravillar que fracase.
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+Mientras no se desmitologicen los programas para controlar la expansión demográfica, éstos no conseguirán reducir la fertilidad. El recurso a la magia, al mito y al misterio lo deben abandonar tanto los abanderados de la contracepción como sus opositores éticos. Pero es que la creciente pobreza del mundo embota la imaginación de quienes deben buscar las soluciones. Entonces se recurre al mito para escapar a esa angustia insoportable: se convierte a las personas hambrientas en un informe enemigo mitológico con la ilusión de poder controlarlo; se confiere a los programas para controlar la natalidad un poder mágico y se les invoca para mantener a raya los desbordamientos en las tablas estadísticas. Pero dado que el hombre no acepta ser tratado como una célula que se reproduce dentro de ese monstruo y lo hace crecer, las invocaciones al mito no hacen disminuir su fertilidad. Sólo los hombres de gabinete creen que se puede convencer a los individuos para que tomen como _motivos personales_ las _razones válidas_ de los economistas de la nación.
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+“Población” es algo acéfalo, dirigible pero no motivable. Sólo las personas toman decisiones, y en la medida en que lo hacen son más o menos controlables. Por eso quien se decide libremente a controlar su fertilidad en forma responsable se sentirá también motivado para aspirar al poder político, porque en esa forma se asegura de no ser manejado según el gusto de otros. De ahí que los gobiernos militares de América del Sur no quieran aceptar los programas que buscan promover la paternidad responsable y la participación en el control político.
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+En América Latina, como colonia occidental, la escolarización masiva ha sido la forma de someter pasivamente a los niños a una ideología que se encarga de mantenerlos “democráticamente” en su lugar. Su “orden” político no ha tolerado una educación que despierte la conciencia de las masas adultas no escolarizadas, que promueva su originalidad y los impulse al riesgo. Dar eso a los adultos es exhortarlos a liberarse de los tabúes y a destronar los ídolos que los defensores del _statu quo_ tan celosamente custodian.
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+Todo tabú que se deja atrás significa un obstáculo menos para la liberación total del hombre. Caer en la cuenta de que el sexo no tiene por qué llevar a una fecundidad que no se desea, hace que la persona vea que la sobrevivencia económica no tiene por qué engendrar la explotación política.
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+Ser más libre como consorte, significa serlo también como ciudadano y, por consiguiente, volverse una fuerza activa en el proceso de cambio social.
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+### El contexto de la urbanización
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+Todos los que procrearán antes de 1984 ya viven hoy día. Me pregunto si a los que aún son niños se les usurparán sus sentimientos por medio de la técnica, se les desposeerá de sus responsabilidades sociales, se les manipulará en su comportamiento sexual para adaptarlos a los intereses de otros, o si el traslado del campo a la ciudad los hará más libres y conscientes para controlar la historia de sus vidas. En otras palabras: ¿llegará la ciudad a tragarse sus vidas o lograrán vivir en ella con mayor libertad? La mayoría de los actuales habitantes de América Latina vive en un mundo donde el modo de pensar, las costumbres y los mitos están enraizados en un pasado rural. Ahora bien, menos de 30% de los 350 millones que se espera tendrá el continente en la próxima generación podrá considerarse “rural”. La diferencia se habrá trasladado a los centros poblados trayendo el bagaje que heredara de sus abuelos: aprecio por la tradición y por la prole numerosa (con la que el grupo hacía frente a la elevada mortalidad). Su lenguaje, símbolos, ideología y religión expresarán tales valores.
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+Pero una vez que el campesino se instala en la ciudad, pierde la poderosa herramienta que su cultura le diera para llevar con dignidad su situación de carencia. Más aún, debe renunciar conscientemente a ella para poder sobrevivir. O acepta cambiar libremente la orientación de su vida y adaptar su conducta conforme eso se lo vaya exigiendo o la ciudad lo esclavizará cuando no lo aplastará. La urbanización le ofrece nuevas coordenadas, símbolos y eslogans con los que orientar sus más íntimos sentimientos y tendencias y labrar su carácter.
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+La ciudad se vende al recién llegado con una serie de instrucciones para su uso. Allí se mistifica al que no acepta las creencias tradicionales, sino las del credo de la ciudad con sus nuevos dogmas: prolongación de los años de vida obtenida mediante adelantos médicos; exaltación del sistema escolar; habilidad para mejorar de puesto en el trabajo y conseguir mayor remuneración. Producción y consumo se convierten en el patrón medida de los valores, sin excluir el de la fertilidad. Cambio de orientación, conducta y creencia van juntos y solamente la minoría capaz de someterse a los tres podrá abrirse camino hacia las diminutas islas en que florece la abundancia.
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+### Resistencia a la riqueza
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+Es fácil percibir que un grado elevado de consumo, combinado con una fertilidad abundante, es un lujo que pocos pueden afrontar. Lo común es que quien rápidamente asciende en la pirámide social sea el que controla rigurosamente su número de hijos. Pero eso demanda una disciplina de por vida que no es fácil pedírsela a quien se ha criado en una choza y carece del entrenamiento que se requiere para ajustarse al ritmo que marca la escuela o al horario inflexible de una oficina. Salvo que se dé una rara combinación de carácter y circunstancias, la ciudad —mejor selectora que maestra— no enseñará al campesino las disciplinas que se precisan para triunfar en ella, en los negocios y en la vida de familia. Tampoco es la escuela quien mejor se las puede enseñar, pues ella también es más selectiva que pedagógica. Si bien se ha pensado que la alta escolaridad trae consigo la baja fertilidad, yo prefiero creer que lo que pasa es que las escuelas al hacer su selección sólo se quedan con aquellos mansos corderos capaces de seguir ahora sus órdenes y, más tarde, las del planificador.
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+¿Quiénes son los que todavía dicen que si la gente no progresa es porque no quiere; y que las oportunidades son las mismas para todos?
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+Miremos los hechos. En Caracas, y en el mejor de los casos, sólo tres de cada 100 están en camino de conseguir lo siguiente: título secundario, auto privado, seguro de enfermedad y un grado de higiene aceptable.
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+Se dice que la planificación familiar ha sido adoptada rápidamente por ciertos grupos étnicos. Pero tomemos a los puertorriqueños que viven en Nueva York. Es verdad que la fertilidad del grupo decrece, pero sólo si tomamos en cuenta a los que, habiendo decidido ir a esa ciudad, lograron escapar de Harlem, pasar por la escuela y conseguir un empleo por más de 7 000 dólares al año. Ellos son los privilegiados que pudieron eludir a la policía, las drogas, la discriminación y las agencias de bienestar social.
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+Entre los muchos que buscan El Dorado son ellos el grupito selecto que no muere antes de haberlo encontrado.
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+En América Latina puede detectarse un fenómeno similar. Me refiero a esos pequeños grupos que a saltos de rana marchan hacia la riqueza. Lo propio de ellos es asociarse al Club de Leones, al Movimiento Familiar Cristiano, a los Caballeros de Colón o a grupos por el estilo, que les permiten organizarse para poder alcanzar nuevos privilegios. La Asociación para la Protección de la Clase Media, recientemente fundada en Caracas por los empleados de Esso, sirve para ilustrar lo que mencionábamos. El que los miembros de estos grupos controlen su fertilidad no prueba que la contracepción sea un resultado de confort. Más bien quiere decir que en Latinoamérica son muy pocos los que tienen acceso a la riqueza.
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+El fracaso de la planificación familiar en las naciones en vías de desarrollo es comparable al fracaso que ha tenido en los guetos negros de Estados Unidos. La proliferación entre los norteamericanos pobres alcanza niveles próximos a los latinoamericanos. Con todo, el elemento común es más una disposición de ánimo que un factor numérico. Porque si bien por un lado en el gueto negro se han alcanzado promedios económicos y disponibilidad de servicios que están fuera del alcance de nuestra generación en América Latina, por otro nos encontramos que en ambos lados la participación política es baja, el poder de que se dispone es sumamente limitado y el humor se torna helado. Sorprende entonces que el mínimo público norteamericano que logró sensibilizarse con sus compatriotas de color que rechazaban la trampa que se les tendía para que dejasen de reproducirse, mire como necedad e histeria que el pobre de ultramar busque escapar de la misma trampa. Tal como se viene planteando, dar más información gratis a la gente es un truco que tiene que fracasar en Brasil de la misma forma que fracasó en el gueto: no importa cuál sea el escenario, ese truco anticonceptivo saldrá mal y no hará decrecer la fertilidad.
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+El año pasado en Brasil, obispos y comunistas levantaron la indignación pública contra los supuestos favores extendidos por el gobierno militar a los misioneros que importasen a la Amazonia _serpentes_ producidas en Estados Unidos. Las _serpentes_ (espirales), decían los acusadores, habría que “aplicarlas al interior de las mujeres” para preparar la Amazonia a ser colonizada por “sobrantes” negros que se importarían de Estados Unidos.
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+El demógrafo criado en torno al Atlántico Norte fácilmente interpreta eso como el arranque de una imaginación enfermiza, más que como una protesta simbólica contra la serpiente norteamericana que solicita a la Eva tropical para que guste la manzana de la abundancia. ¿Es que se busca acaso seducir a nuestros hombres para que acepten como “ley de la naturaleza humana” lo que no es más que idiosincrasia de un pueblo?
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+### Alienación ideológica
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+Procuraremos tratar el tema libres de cualquier tendencia “imperialista”, moralista o masivista que inconscientemente pueda determinar su intepretación.
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+Un individuo puede recurrir a la contracepción como defensa contra la miseria angustiante —caso de tantos abortos— o como medio de mejorar económicamente lo que sólo puede verificarse en la ínfima minoría que ha aceptado los postulados capitalistas y sube rápidamente los escalones del “progreso”. Porque para 90% de la población de ciudades tipo Caracas o Sao Paulo tener pocos hijos no representa un mejoramiento significativo de nivel de vida. De ahí que los incentivos socioeconómicos (ganancia a corto plazo, ventajas paralelas para la pequeña familia…), a través de los cuales los programas tradicionales de educación contraceptiva buscan motivar a las masas de escasa capacidad de consumo, sean percibidos por ellas como un engaño. Se las podrá adoctrinar sutilmente en los “valores de la clase media” o luchar por conseguir su asentimiento irreflexivo, pero eso no conseguirá disminuir su fertilidad, sino tan sólo aumentar su alienación.
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+El pobre no teme que se le cierren las puertas de una riqueza futura que nunca llegará a poseer, como tampoco el recurso al infierno ha tenido gran influencia en la conducta sexual de católicos fervientes. Pero es cinismo pedirle que se abstenga del placer para que otros puedan seguir alcanzando lo que a él se le niega. Ni la política de la Casa Blanca, con todas sus “razones”, ni los códigos morales que pueda proponer el papa, logran determinar la conducta sexual de la gente. Ambos son igualmente ineficaces porque usar la ideología para _imponer_ la planificación familiar u oponerse a ella es un llamado a la idolatría y, por lo tanto, es un llamado inhumano.
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+La ideología puede encontrarle justificación al egoísmo, al temor al riesgo, a la envidia…; con tal de mover a las personas a usar contraceptivos, se las ingenia incluso para demostrar que todo eso contribuye a la estabilidad política y al aumento de la producción. Pero son sólo unos pocos y raros individuos los que se deciden a controlar su vida sexual engatusados por tales razonamientos. Ya hemos visto lo que pasa con la mayoría a quien se busca convencer con falsas razones: sigue tan prolífera como antes. En sentido contrario, la ideología es capaz de hacer que algunos —¿por un miedo mítico al infierno?— se lancen a procrear con “consciente irresponsabilidad”. Pero también aquí alegra pensar que no sean muchos los que padecen tal neurosis. De tal manera que usar la ideología para motivar el comportamiento individual es a la vez un modo falaz de hacer política dirigida. Porque el recurso a los “absolutos” para determinar a la gente, es más una buena excusa que una buena razón.
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+Así como el maestro cree que los libros son la panacea para poder mejorar la situación de la vida, los agentes de Salud Pública prefieren ver en un pesario la alfombra mágica que habrá de llevar al paraíso soñado. El producto del farmacéutico, el del librero y el de la curandera se usan con el mismo estilo. Por lo tanto, las mujeres que tragan a ojos cerrados la píl-dora mágica no se diferencian psicológicamente de quienes depositan toda su confianza en los libros, en los filtros de amor o en San Antonio.
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+Pero ni las escuelas ni las agencias de bienestar social han logrado mover a sus clientes con sus motivos. Las escuelas, a un alto precio, consiguen dar algo de alfabetización a unos pocos niños: en América Latina sólo uno de cada cuatro pasa del sexto grado. Las clínicas de bienestar social, por otro lado, logran resultados igualmente modestos: sólo uno de cada cuatro de los que allí se aconsejan, deja de tener hijos. La causa está en que ambas seleccionan mejor de lo que enseñan.
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+Si los guardianes del _statu quo_ fueran consecuentes con sus intereses económicos, reconocerían públicamente que una nación ahorra más y a corto plazo por cada vida que se evita que el aumento en la productividadque trae consigo un nuevo niño escolarizado. Pero como decidirse por eso sería dejar al descubierto lo humanamente detestable que es el “orden” que se defiende, prefieren mantener las escuelas y las clínicas tal como funcionan, porque son políticamente necesarias y porque ayudan a mantener la envoltura del mundo occidental. Entonces se entiende por qué cuando se reduce el presupuesto para las escuelas se reinvierte en las clínicas o viceversa; pero las reinversiones nunca se hacen en favor de nuevos programas.
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+Los gobiernos militares no pueden sino temerle a Sócrates: hay que encarcelarlo, exiliarlo, ridiculizarlo o forzarlo a la clandestinidad. Son pocos los promotores de la educación fundamental en América Latina que habiendo dado muestras de su capacidad, popularidad y dignidad siguen empleados en sus países. De unirse al gobierno, a la Iglesia o a una agencia internacional, los amenazaría el tener que transar. En nuestro continente los que dirigen la política y los que han terminado la escuela secundaria (sólo 3%) son los mismos. Por eso todo lo que signifique involucrar masivamente a los adultos no escolarizados en el razonamiento político implica un cambio que va más allá del gusto y de la imaginación de esa minoría. Si un nuevo programa educativo se propone alcanzar ese fin, pronto será declarado abortivo, ignorado como demagogia destinada al fracaso, reprimido como incitación al motín y, por supuesto, no financiado.
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+Paulo Freire, educador brasileño exiliado, demostró que se puede enseñar a leer y escribir en seis semanas a aproximadamente 15% de los adultos analfabetos de un pueblo, con menos de lo que cuesta tener a un niño en la escuela durante un año. Freire hace que su equipo prepare para la comunidad con la que va a trabajar una lista de palabras profundamente significativas y que, fácilmente, se convierten en foco de controversia política. Las sesiones se centran en torno al análisis de esas palabras. Los atraídos por el programa suelen ser gente que dispone de potencial político.
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+Asumiendo que les interesa el diálogo, aprender a leer y escribir las palabras claves les significa dar un paso hacia adelante en la intensidad y efectividad de su participación política.
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+Es obvio que tal tipo de educación sea selectivo. También lo son las escuelas. Sólo que el potencial político y la sala de clase reúnen a gente distinta: de un lado los elementos potencialmente subversivos de la sociedad, y de otro los niños dóciles dispuestos a condescender con la dictadura del sistema.
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+Los alumnos de Freire consumen una dieta diferente a los desechos con que se alimentan los fracasados de la escuela que consiguieron, sin embargo, aprender a leer. Nunca olvidaré una noche pasada con uno de esos grupos de campesinos hambrientos. Fue en Sergipe a comienzos de 1964.
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+Un hombre se levantó, luchó por encontrar las palabras y luego expuso brevemente el argumento que trato de elaborar en este artículo: “Anoche no pude dormir… porque anoche escribí mi nombre… y comprendí que yo soy yo… que quiere decir que _nosotros_ somos responsables”.
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+Ciudadanía responsable y paternidad responsable marchan juntas.
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+Ambas resultan de haber experimentado la relación que existe entre uno mismo y los demás. Someter a disciplina el comportamiento espontáneo es algo efectivo, creador y sostenible, sólo si se acepta teniendo en vista a los demás. La decisión de actuar como consorte y padre responsable implica participar en la vida política y aceptar la disciplina que eso exige. Hoy día en Brasil, eso significa prontitud para la lucha revolucionaria.
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+En esta perspectiva, mi sugerencia para que esos programas vastos para la educación de adultos se orienten hacia la planificación familiar, supone estar en favor de que se dé educación política. La lucha por la liberación política y la participación popular en América Latina podrá adquirir mayor profundidad y conciencia si brota del reconocimiento de que incluso en los dominios más íntimos de la vida el hombre moderno debe aceptar la técnica como una condición. Si la educación para la paternidad se condujera con ese estilo, podría volverse una forma poderosa de agitación que ayudaría a las masas desarraigadas a convertirse en “pueblo”.
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+### La iglesia católica como agente publicitario
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+Si la Iglesia católica se propusiera oponerse sistemáticamente a los programas que promueven la planificación familiar realista y responsable —posibilidad que no consideré al escribir originalmente este artículo— tendría por resultado el mantener sobre el tapete la controversia, a la vez que despertar el humor y la cordura de la gente.
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+Polarizar la atención de los individuos en una determinada dirección provoca el deseo de su contrario, y en ese sentido lleva algo de positivo: el analfabetismo, al fijar al adulto en la ignorancia, mantiene vivo en él el deseo de saber —que no ha sido corrompido por las deformaciones del sistema escolar—. El oscurantismo, de modo semejante, hace consciente a la persona de que se le está ocultando el acceso a algo, logrando de ese modo despertar su curiosidad. Cuando éste descubre que lo que se le oculta nodaña —como se le había dicho con amenazas ideológicas— se desencanta y rechaza la polarización en la que se pretendía recluirlo. Eso es lo que la batalla en torno a los programas oficiales de control de la natalidad está logrando en nuestro continente. Mi impresión es que el clero y la jerarquía católica —pese a sus buenas intenciones—, al tomar partido en esa lucha, se vuelven una fuerza polarizadora que hace brotar lo que buscaba suprimir. Si ayudasen a instruir concientizando para que luego el hombre pudiese tomar sus decisiones, podrían constatar tal vez mejores resultados a su favor y dejarían de jugar el papel que les toca en este momento, es decir, el de agentes publicitarios del producto de sus contrincantes.
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+Es curioso notar cómo están compuestos los bandos que se enfrentan en esa lucha. De un lado encontramos un grupo de extraños consortes que se unen y juntos apelan al “machismo” popular. Entre ellos se cuentan quienes se oponen a la planificación familiar por suponerla contra la ley natural, y quienes la rechazan por considerarla enemiga de sus intereses políticos. Los que proponen la explosión demográfica como única forma de defenderse contra el “imperialismo yanqui” llegan hasta citar al papa en su favor. La eficiencia de este grupo se resuelve en dar publicidad a los inventos baratos que están al alcance de quienes viven en una choza y no han ido a la escuela.
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+En el bando ideológico contrario se da cita otra rara combinación de aliados: el doctor, el planificador y la solterona rica. Cada uno tiene sus razones para que se fuerce al pobre a que deje de reproducirse.
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+A éstos también les sirve la controversia que despiertan las autoridades eclesiásticas, porque aprovechándose de ella dan a conocer sus argumentos.
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+Durante medio siglo no hubo otro medio de poder discutir la contracepción que el confesionario o la clase de catecismo. Después de las recriminaciones ardientes oídas allí, han sido más las mujeres que han venido a la clínica pidiendo se les informe cómo hacer para cometer lo que el sacerdote les dijo que era pecado.
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+La prédica y la conversación piadosa sobre las técnicas que no deben usarse en el lecho nupcial se vuelven, irónicamente, una gran contribución para que la gente se decida a usar aquellas que se le antojen. ¿Es eso lo mejor que puede hacer la Iglesia católica para cumplir su misión humanizadora?
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+Tal vez glosando (o profanando) a Cervantes puede entenderse mejor lo que queremos decir: que no es fácil tener a todo el mundo en poco; ser el espantajo y el coco…; y acreditar nuestra ventura con morir cuerdos y vivir locos.
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+## La aceleración paralizadora
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+La llamada crisis de energía no es más que un eufemismo bajo el cual se pretende disimular la sujeción imprescindible de nuestra sociedad al uso de los combustibles fósiles. No es la falta de combustibles utilizables sino la propensión maniática al abuso de energía la verdadera razón de la presente crisis. Si pensamos en el futuro, habría que elegir desde ahora entre una burocracia monopólica de la administración de los combustibles fósiles y atómicos, y la limitación voluntaria del consumo mediante una técnica adecuada a fines sociales realizables. Si en los medios técnicos de producción la concentración de energía en favor del consumidor individual sobrepasa un punto crítico, las fuerzas materiales de producción imponen una estructura explotadora de las relaciones sociales. La lucha de clase no tiene solución que no descanse sobre el reconocimiento de estos umbrales técnicos.
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+Un ejemplo: se ha calculado que el norteamericano pasa, en promedio, un cuarto de su vida, directa o indirectamente, movilizándose. Anualmente invierte 1 700 horas en ganar el dinero para comprar su coche, mantenerlo, pagar el seguro y las multas por infracciones, y recorrer —con él— la cantidad de 12 000 kilómetros. Si se suma el tiempo que está frente al volante al tiempo que pasa en su trabajo para ganar el dinero que le permita el honor de sentarse en su coche, resulta que una hora de su vida le alcanza para avanzar no mucho más de seis kilómetros. En países no motorizados, los individuos con una hora de vida consagrada al tránsito cubren esta misma distancia, pero en lugar de pasar —en promedio— 25% de su vida trasladándose, los campesinos invierten 3% de su tiempo, y los nómadas menos de 7%. Depender de los motores, fenómeno de exorbitante gravedad para las sociedades industriales, lleva al hecho de que 42% de la energía total de Estados Unidos se usa para construir y mantener coches y carreteras. Sólo por concepto de transporte de personas, 250 millones de norteamericanos usan más energía mecánica que 1 500 millones de asiáticos para todas sus necesidades; a pesar de todo, los yanquis no caminan menos horas, aunque no van a pie directamente a sus destinos: usan sus pies únicamente para llegar hasta sus coches. En países que utilizan menos cantidad de energía per cápita, la parte que se invierte por concepto de transporte es, muchas veces, proporcionalmente más alta que la de los países industrializados. Lo que distingue el transporte de los países “esclavos de la energía” del transporte de los países preindustriales no es una ganancia en la relación de horas de vida por kilómetro recorrido, sino un mayor gasto de tiempo. Eso significa que la mayoría de sus habitantes debe invertir forzosamente más tiempo de vida a causa del consumo de cantidades cada vez más altas de energía que requiere la industria del transporte y que se distribuyen, además, en forma desigual desde el punto de vista social. Elevar la velocidad vehicular de una sociedad más allá de un umbral crítico implica una acumulación material tan intensa que la misma intensidad de energía reduce la movilidad típica de sus miembros.
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+Sería perfectamente posible una sociedad que limitara la técnica moderna del transporte de personas a una velocidad adecuada a un máximo de movilidad, pero la mayoría de las personas no pueden imaginarlo. Al contrario, por el hecho de haberse acostumbrado a una aceleración progresiva se les ha removido el suelo bajo los pies, del mismo modo que el proceso de industrialización les ha distorsionado la imaginación política.
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+No quieren ver que si una sociedad se pudiera poner de acuerdo en la velocidad máxima decisiva de sus medios de transporte, el tiempo total que gastaría esa sociedad en el transporte podría reducirse, con generosidad e igualdad de oportunidades, sin necesidad de disminuir el total de las distancias que cubren sus miembros. Este umbral de energía crítica fue haciéndose invisible porque, de un lado, se sitúa en una velocidad demasiado baja para que la “gente transportada” la tome en serio y, del otro lado, es demasiado alta para las cuatro quintas partes de la humanidad que nunca la han experimentado. En dos estados mexicanos típicos, Chiapas y Guerrero, una encuesta dio como resultado que, en 1971, menos de una entre 100 personas había cubierto, en el lapso de ese año, la distancia de 15 kilómetros en una hora, a pesar de que en ambos estados hay varias autopistas.
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+Hay un umbral crítico de energía que, si se sobrepasa, necesariamente aumentará, en cada sociedad, la dependencia, la impotencia, el despotismo, la explotación y los privilegios. Lo que aquí demuestro para el caso de la aceleración de la movilidad espacial tiene su paralelo en las demás instancias de aplicación de altos niveles de energía. Habría que meter esta verdad de Perogrullo en los ojos de los expertos. Frente a lo modesto de los niveles del umbral, su prestigio queda evidentemente en ridículo.
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+Naturalmente, los países pueden optar por el “consumo conspicuo” de combustibles. Pero esta decisión impulsa una aceleración que roba el tiempo de las mayorías, fomenta distancias enajenantes y otorga a una pequeña élite el don de la ubicuidad heroica. Los medios de transporte que se exceden críticamente en el uso de la energía imponen, a la estructuración social del espacio y del tiempo, la jerarquización de los privilegios. Sólo si se toma conciencia del peligro que significa sobrepasar el punto crítico del nivel de energía per cápita, la técnica podría mantenerse dentro de límites “humanos” y el progreso —que consecuentemente implica— permanecer bajo el control político. Una sociedad puede perfectamente intoxicarse a causa de la electricidad excesiva que consumen sus máquinas, del mismo modo que el exceso de calorías lleva a la gente a la obesidad; sólo que la parálisis social es mucho más difícil de admitir que el resultado de la arterioesclerosis provocada por una dieta chatarra. Antes de que sea imposible sustentar el costo del aprovisionamiento de energía, y antes aún de que el exceso de energía contamine y destruya las condiciones ambientales, la energía, en grandes cantidades, corromperá la participación democrática que hubiera permitido un uso igualitario. Sobrepasando la frontera, tal vez sea posible una igualdad en la distribución, pero jamás una igualdad en cuanto a decisiones. La alternativa de la participación democrática se lograría solamente en el caso de llevarse a cabo una política restrictiva de la energía utilizada en los productos industriales.
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+Mientras no elijamos, después de haber discutido públicamente el problema, entre el mayor gasto posible de energía y el gasto mínimo necesario al servicio de una comunidad moderna e igualitaria, seremos impotentes frente a la creciente paralización de nuestra sociedad. En el momento actual, la discusión se ha detenido en una controversia que oscurece estas alternativas fundamentales: los que pretenden controlar las inversiones, supervisar la producción, planificar la distribución y fijar los precios, se oponen a aquellos que dan más importancia a un mercado libre que se sustente sobre la posibilidad de encontrar nuevas fuentes de combustibles fósiles. Ambos partidos tratan de resolver la crisis mediante la inversión de grandes cantidades de energía para el uso de un vasto sector mayoritario, en lugar de salir de ella convenciendo a la opinión pública de las ventajas que se desprenden de un consumo mínimo necesario y de un control más amplio y democrático.
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+El problema del transporte es sólo un ejemplo con el que puede demostrarse que existen determinadas cantidades de energía que desbaratan las relaciones sociales. El transporte de personas es el resultado de dos procesos diferentes. Uno se basa en el impulso muscular de la fuerza humana, e implica, por lo tanto, un trabajo intensivo; tiene valor de uso pero, en la mayoría de los casos, ningún valor de cambio, y es, por naturaleza, autosuficiente. Con sandalias casi todas las personas tienen a su alrededor un horizonte de movilidad de 15 kilómetros; en bicicleta se triplica el radio, y es 10 veces mayor la superficie de esta nueva circunferencia. El segundo proceso se basa en la propulsión motorizada; requiere un uso intensivo de capital, presupone una industria, tiene carácter de mercancía y, si no se controla, crea necesidades más rápido de lo que puede satisfacerlas.
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+No tiene mayor importancia si son el dinero, los diplomas y honores personales o el cumplimiento fiel de la ortodoxia política los que aseguren a un norteamericano, a un ruso o a un chino, respectivamente, su butaca en la “maravillosa máquina de reducir el tiempo”. Más allá de una velocidad crítica, nadie puede economizar su tiempo en un vehículo motorizado sin forzar a otras personas a sacrificar el suyo. La persona “altamente acelerada” se roba tiempo de vida de los “menos acelerados”, y lo hace con el pretexto de una productividad mayor. Esta “transferencia de tiempo de vida” causa problemas éticos mucho mayores que aquellos que produce la elección de pacientes para un trasplante de corazón o para el uso de un riñón artificial. Tal vez este robo de tiempo, justamente por ser tan obvio, se agazapa en el punto ciego de las ideologías. Un solo salto hasta Mallorca enceguece al obrero alemán frente al hecho de que el tiempo que invierte para llegar a su trabajo crece mucho más rápidamente de lo que crece su sueldo o de lo que se acortan sus horas de trabajo.
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+Es una ilusión suponer que pueden ser equivalentes progreso técnico y consumo creciente de energía. Hace exactamente 100 años que se fabricó el primer rodamiento, y con esto el roce disminuyó a una fracción de lo que había sido antes. Sin rodamientos no hay ni coche ni bicicleta, y estos dos vehículos pueden servir como símbolos de dos alternativas de la técnica moderna. El coche, y la ciudad planificada en torno a él, obligan al individuo a ser esclavo de una industria que se desborda de energía. En un espacio creado para la bicicleta, y al mismo tiempo adecuado a su velocidad, los productos industriales se repartirían a todos por igual. Los vehículos rápidos no sólo causan la impotencia y el gasto de la vida, también aumentan, y al mismo tiempo ocultan, la injusta distribución de las ventajas. Las distancias se alargan para todos, pero la solución pertenece a unos pocos. Gran parte del tiempo que se desperdicia en transporte se le quita a aquellos que, día a día, son condenados a viajar lentamente en ciudades cada vez más extensas. Pero 1% de los hombres, que son los que realizan la mitad del total de los viajes a larga distancia, reservan sólo para ellos el uso de la “alfombra mágica”. En consecuencia, la sociedad hace uso de la mayor parte de su tiempo, energía y espacio con el fin arbitrario de empequeñecer las distancias para muy pocos e imponer a la mayoría no solamente un costo cada vez más alto sino además un daño irreparable.
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+Y sin embargo no es todo, porque el cliente habitual de medios de transporte costea impuestos y pasajes de su propio bolsillo mientras los directores, burócratas, científicos y líderes de partidos utilizan los fondos públicos en viajes gratuitos, generalmente de primera clase. El hombre común y corriente, que necesita trasladarse todos los días, atraviesa suburbios a paso de tortuga, mientras que los “señores del tiempo”, subvencionados con viáticos, llegan rápidamente a su destino, ya sea éste un organismo, algún lugar de veraneo o una simple oficina.
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+La bicicleta permitió una nueva utilización de la fuerza humana. En terreno plano, un hombre puede movilizarse cuatro veces más rápido, gastando por kilómetro la quinta parte de las calorías, siempre que lo haga en bicicleta en lugar de a pie. El costo y el mantenimiento de este tipo de máquina requiere poca inversión de tiempo, y su volumen y desplazamiento no necesitan de gran espacio. Los chinos pueden comprarse una bicicleta que les dure toda la vida, y sólo con su escueto salario y una pequeña fracción de las horas de trabajo que necesitaría un europeo para adquirir un coche que, por lo común, pasa de moda apenas comprado. Cuarenta mil personas que cruzan un puente en una hora, necesitarán dos vías si utilizan trenes, cuatro pistas si viajan en autobús, 12, si lo hacen en automóvil, y menos de dos si lo hacen en bicicleta.
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+Adecuados a la estructura y velocidad de una bicicleta, los motores sirven de complemento al poder muscular. Si se limita la energía a un _quantum_ razonable per cápita, el progreso técnico puede expandir los horizontes sin alejar a los vecinos; puede crear un tiempo libre para viajes sin apuro, en lugar de compensar la escasez por medio de viajes demasiado rápidos; puede permitirle a los hombres ganar su autonomía, sin que la sociedad recurra a diferencias de clase estructuradas por la velocidad.
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+En nuestra sociedad —con velocidades cada vez mayores y, por lo tanto, con un uso creciente de la energía per cápita— el vehículo motorizado ha relegado a segundo plano al vehículo impulsado por la propia energía del ser humano. Sería un error creer que este efecto degradante lo tenga sólo el coche. Cualquier medio de transporte, más allá del umbral típico para él, ejerce el mismo tipo de selección social y de explotación de las mayorías. El resultado de las altas velocidades vehiculares es que la mayoría de las personas han perdido gran parte de la libertad, la igualdad y la eficacia de movimientos, para “ganar”, en cambio, en rigidez de horarios, restricción de tiempo y en menor rendimiento por hora recorrida. Esto quiere decir que a un gran sector mayoritario, y porque el medio ya fue distorsionado en favor de los vehículos veloces, se le roba la posibilidad de trasladarse por sus propios medios. El cada vez más absoluto “monopolio radical” de los procesos industriales no permite ninguna solución que no se ajuste bien a sus modos de producción y comercialización. De esta manera, sin importar si es la Ford o alguna empresa estatal la que suministra los servicios, el ser humano se denigra hasta el punto de no ser otra cosa que un consumidor de transporte. Se engendra, así, un nuevo tipo de individuo: el pasajero que no llega a tiempo por sus propios medios y que, a causa de ello, se va haciendo poco a poco un ausente perpetuo, siempre necesitado de estar en otro lugar. Este robo de poder es, generalmente, independiente del tipo de tecnología, planificación urbana o arquitectura utilizados. Siempre que la velocidad y la distribución sean iguales, el tiempo que invierte el condenado a transportarse es prácticamente el mismo si se usan automóviles o ferrocarriles subterráneos.
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+Naturalmente, esta aceleración que se vuelve contra sí misma es un ejemplo más que nos demuestra que tanto en el Este como en el Oeste la humanidad ha sido forzada, por la estructura de los medios de producción, al uso enajenante de la energía. Lo que se ha dicho del transporte humano es igualmente válido para el transporte de las mercancías y para la construcción de edificios. Nuestra conclusión es que el uso creciente y destructivo de la energía se transforma cada vez más en otro síntoma del “monopolio radical” de los procesos industriales, que se manifiesta además en la torturante prolongación de la vida por medio de la medicina, y en el soporífico método de la actual pedagogía. Entendiendo las cosas de este modo, la crisis de energía nos permite llegar hasta el descubrimiento de los límites del proceso industrial de producción que, tanto en los países infratecnificados como en los superindustrializados, tienen la misma magnitud.
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+## La expropiación de la salud
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+En la última década el _establishment_ médico se ha convertido en la mayor amenaza para la salud. La depresión, infección, incapacidad y el mal funcionamiento que acompañaron su auge causan ahora más sufrimiento que el causado por todos los accidentes de la circulación vehicular y de la industria. Solamente el perjuicio orgánico provocado por la producción industrial de alimentos puede rivalizar con el deterioro de la salud que causan los doctores. Por añadidura, la práctica médica patrocina la enfermedad y fomenta a una sociedad morbosa que no sólo protege sus anormalidades sino que engendra un tipo de cliente ligado al terapeuta de modo cibernético. Finalmente, las llamadas “profesiones para fomentar la salud” tienen un repugnante poder indirecto, una eficacia estructuralmente negativa para la salud. Ellas transforman el dolor, la enfermedad y la muerte, de un desafío personal, en un problema técnico y, de ese modo, enajenan la eficacia de la gente para habérselas con plena autonomía con su condición humana.
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+### El contragolpe del progreso
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+Este contragolpe final del progreso higiénico supera toda la iatrogénesis técnica; sobrepasa la suma de los tratamientos erróneos o ilegales protegidos, las negligencias administrativas y la insensibilidad profesional contra las cuales el desagravio judicial llega a ser extremadamente difícil; está arraigado más profundamente que la inadecuada distribución de los recursos para la que todavía se buscan remedios políticos; es más global que todos los daños causados por los experimentos y errores de índole médica. El enajenamiento profesional del cuidado de la salud es el resultado de un esfuerzo desenfrenado de su manejo; de ello resulta que la vida se conserva con altos niveles de insalubridad, insalubridad que se experimenta como una nueva clase de horror que llamo Némesis médica.
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+Durante los últimos 20 años, el índice de precios en Estados Unidos se ha elevado cerca de 74%, pero el costo de la atención médica ha aumentado hasta 330%. Mientras el _gasto público para el cuidado de la salud_ se ha decuplicado, los pagos con pérdida por servicios de salud se incrementaron al triple y el costo de los seguros privados aumentó 18 veces. El costo de los hospitales públicos desde 1950 ha aumentado 500%. Las cuentas por la atención de pacientes en los hospitales grandes se elevó todavía más, triplicándose en ocho años. Los gastos de administración se multiplicaron por un factor de siete y los costos de laboratorio por un factor de cinco.
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+Instalar una cama en un hospital cuesta ahora 65 000 dólares, de los que dos terceras partes son para la adquisición de equipos mecánicos cuya depreciación se fija para 10 años o menos. No obstante, durante este mismo periodo de inflación sin precedente de los gastos médicos, la expectativa de vida para el hombre americano adulto _ha declinado_.
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+El Decreto para la Salud en Inglaterra fija una contribución comparable al costo de la inflación, pero también evita algunas de las sorprendentemente malas asignaciones que dan pábulo a la crítica pública en Estados Unidos. La expectativa de vida todavía no ha declinado en Inglaterra, pero las enfermedades crónicas en los hombres de mediana edad han registrado un incremento, tal y como sucedió en la década anterior en Estados Unidos. En la Unión Soviética, el número de médicos y días-hospital per cápita se ha triplicado en el mismo periodo. En China, después de una breve luna de miel con la moderna desprofesionalización, el _establishment_ médico-tecnológico ha crecido más rapidamente. La proporción en que la gente se vuelve dependiente de los médicos parece no guardar relación con la forma de su gobierno. Estas tendencias no reflejan utilidades marginales decrecientes. Ellas son un ejemplo de la economía política de la dependencia en la que impedimentos marginales acompañan inevitablemente el incremento de la inversión. Pero, por sí misma, la dependencia no es todavía Némesis.
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+En Estados Unidos, los remedios para el sistema nervioso central forman el sector de más rápido crecimiento en el mercado de los medicamentos, que comprende 31% de las ventas totales. En los últimos 12 años, el aumento en el consumo de licores per cápita fue de 23%, para los derivados ilegales del opio cerca de 50% y para las drogas tranquilizadoras recetadas por médicos, 290%. Algunas personas han tratado de explicar este ejemplo por la manera peculiar en que a los médicos en Estados Unidos se les entrena durante toda su vida en el servicio: en 1970, las compañías farmacéuticas en Estados Unidos gastaron 4 500 dólares en propaganda por cada doctor, entiéndase, por cada uno de los 350 000 médicos que ejercen en ese país. Sorprendentemente, en todo el mundo el uso de tranquilizantes per cápita es correlativo al ingreso personal, aunque en muchos países el costo de la “educación científica” del médico no está incluido en el precio del medicamento. Tan seria como podría ser la creciente dependencia hacia los doctores y los medicamentos, sólo es un síntoma de Némesis.
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+La medicina no puede hacer mucho por las enfermedades asociadas con la edad avanzada. No puede curar enfermedades cardiovasculares ni la mayoría de los casos de cáncer, artritis, esclerosis múltiple, cirrosis avanzada o el resfriado común. Algo del dolor que los ancianos sufren puede disminuirse algunas veces. La mayoría de los tratamientos aplicados a personas ancianas que demandan la intervención profesional no sólo aviva su dolor —si se tiene éxito—, sino también lo prolonga. Por lo tanto, se sorprende uno al descubrir a qué grado se gastan recursos en el tratamiento de personas de edad avanzada. Mientras que 10% de la población de Estados Unidos tiene una edad superior a los 65 años, 28% del gasto está dedicado al cuidado de la salud de esa minoría. El número de las personas de edad avanzada está aumentando en forma tal que sobrepasa el incremento del resto de la población en proporción de 3%, mientras que el costo per cápita de la atención de estos ancianos está elevándose en una proporción de 6%. La gerontología se posesiona del producto nacional bruto. Esta mala asignación del poder del hombre, de los recursos y del cuidado social, generará un dolor inenarrable conforme las demandas aumenten y los recursos se agoten. No obstante, eso también es sólo un síntoma y Némesis sobrepasa hasta el desperdicio ritual.
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+Desde que Nixon y Brejnev se pusieron de acuerdo sobre la recíproca colaboración científica en lo tocante a la conquista del espacio, el cáncer y las enfermedades cardiacas, las unidades para el cuidado intensivo de las coronarias se han convertido en símbolos del progreso pacífico y en un argumento para elevar los impuestos. Estas unidades requieren tres veces el equipo y cinco veces el personal que normalmente se necesita para la atención de los enfermos; 12% de las enfermeras graduadas encuentran empleo en tales unidades. Éstas demuestran también el desfalco conducido profesionalmente. Estudios efectuados a gran escala en los que se han comparado los resultados obtenidos en el tratamiento de pacientes en cuidados intensivos con el tratamiento doméstico proporcionado a enfermos con características similares, no han demostrado todavía ninguna ventaja. El valor terapéutico de las instalaciones para el control de padecimientos cardiacos es sin duda de la misma clase que el valor de los vuelos espaciales en la televisión, ambos equivalen a danzas de lluvia para millones que aprenden así a confiar en la ciencia y que dejan de preocuparse por ellos mismos. Me encontraba en Rio de Janeiro y en Lima cuando el doctor Christian Barnard visitaba esos lugares como turista. Tanto en Brasil como en Perú, el doctor sudafricano pudo llenar los mayores estadios de futbol dos veces el mismo día con multitudes que aclamaban histéricamente su macabra habilidad para intercambiar corazones humanos.
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+Poco tiempo después vi testimonios bien documentados que probaban que la policía brasileña ha sido la primera en utilizar equipos para prolongar la vida en las cámaras de tortura. Inevitablemente, cuando el cuidado o la recuperación de la salud se transfiere a organizaciones o máquinas, la terapéutica se vuelve un ritual en cuyo centro está la muerte: pero Némesis supera hasta el sacrificio humano.
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+### Remedios para las explosiones prematuras
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+La prevención de las enfermedades por medio de la intervención de terceras personas profesionales se ha vuelto una manía. La demanda por ella está creciendo. Las mujeres embarazadas, los niños sanos, los trabajadores y las personas ancianas son sometidos a “chequeos” periódicos y a procedimientos para diagnósticos cada vez más complejos. Mientras tanto; los ciudadanos se dejan convencer de que ellos son máquinas cuya duración depende de un proyecto social. Una revisión de dos docenas de estudios muestra que esos procedimientos de diagnóstico no tienen impacto alguno sobre las tasas de enfermedad o de mortalidad. De hecho, transforman a la gente sana en pacientes ansiosos, y los riesgos para la salud asociados con este riesgoso diagnóstico automatizado pesan más que cualquier beneficio teórico. Irónicamente, los serios desórdenes asintomáticos que sólo esta clase de ocultamiento puede descubrir son frecuentemente enfermedades incurables en las que el tratamiento prematuro agrava la condición física del paciente: pero Némesis supera hasta la tortura final.
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+Hasta cierto punto la medicina moderna estaba interesada en la ingeniería terapéutica —el desarrollo de estrategias para la intervención quirúrgica, química o de modificación del comportamiento en la vida de la gente enferma o propensa a enfermarse—. Como estas intervenciones no resultan más efectivas por el hecho de ser más costosas, un nuevo nivel de ingeniería terapéutica se está impulsando. Los sistemas para la salud ahora se ponen del lado de la medicina curativa y preventiva y se les dará preferencia en el control sanitario del medio ambiente. La obsesión por la inmunidad da lugar a una higiene de pesadilla. Ya que el sistema de salud falla en satisfacer lo que de él se requiere, las condiciones que ahora se clasifican como enfermedad bien podrían pronto clasificarse como desviaciones criminales. Así, la imposición de una intervención médica podría reemplazarse por una reeducación obligatoria o por una autoacusación a la manera soviética. La convergencia de la ingeniería higiénica individual y del control del medio ambiente amenaza ahora a la estirpe humana con una nueva epidemia en la que la explosión prematura de medidas preventivas agudiza la plaga. Esta repugnante sinergia de las funciones técnicas y no técnicas de la medicina es lo que yo llamo la atormentadora Némesis médica o higiénica.
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+### Némesis industrial
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+El sufrimiento desmedido siempre ha sido obra del hombre: en la historia está la constancia de la esclavitud y la explotación. En ella se habla también de la guerra y del pillaje, del hambre y de la peste. La guerra entre Estados y clases ha sido hasta ahora el principal agente de la miseria causada por el hombre. Así, el hombre es el único animal cuya evolución ha sido condicionada para su adaptación en dos frentes. Si no sucumbió a los elementos, tuvo que hacer frente al uso y abuso de otros seres de su misma especie: el carácter y la cultura reemplazaron al instinto en esta lucha en dos frentes. Un tercer frente ha sido reconocido desde Homero, pero a los mortales comunes se les consideró inmunes a su amenaza. Némesis, el nombre griego para el pavor que se vislumbra en esta tercera dirección fue el destino de unos cuantos héroes que cayeron devorados por la envidia de los dioses. El hombre común creció y pereció en su lucha contra la naturaleza y sus vecinos. Sólo la élite desafiaría los umbrales establecidos por la naturaleza para el hombre. Prometeo no era todos los hombres, sino uno que se desvió. Conducido por Pleonexia, la codicia radical, traspasó los linderos de la condición humana. Con arrogancia desenfrenada o desmedida presunción (_hybris_) trajo el fuego del cielo, con lo que atrajo a Némesis sobre sí mismo. Fue encadenado en una roca del Cáucaso. Un buitre devoró sus entrañas y dioses curativos sin piedad lo mantuvieron vivo injertando su hígado todas las noches. El encuentro con Némesis hizo del héroe clásico un recordatorio inmortal de ineludible represalia cósmica. Se volvió un tema de la tragedia épica, pero no ciertamente un modelo para el anhelo de todos los días. Ahora Némesis se ha vuelto endémica; es el retroceso del progreso. Paradójicamente se ha extendido tan lejos y con tanta amplitud como las franquicias, la enseñanza, la aceleración mecánica y la atención médica. Cada hombre ha caído devorado por la envidia de los dioses. Si la especie debe sobrevivir sólo podrá lograrlo aprendiendo a superarse en este tercer frente.
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+La mayor parte de la miseria provocada por el hombre es ahora un subproducto de las instituciones que originalmente se diseñaron para dar protección al hombre común en su lucha contra las inclemencias del medio ambiente y contra la desenfrenada injusticia infligida por la élite. La fuente principal de dolor, incapacidad y muerte es ahora —aunque no intencional — el hostigamiento dirigido. Las dolencias, el desamparo y la injusticia que prevalecen son las consecuencias de las estrategias del progreso. Némesis es ahora tan predominante que muy pronto una parte de la condición humana la confundió. La idea de que la esfera de actividad de la acción humana estaba estrechamente circunscrita era común a toda la antigua ética.
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+Techné fue un tributo de la medida a la necesidad y no el camino que escogió la humanidad para la acción. La desesperante incapacidad del hombre contemporáneo para percibir una alternativa a la agresión industrial sobre la condición humana, es una parte integral de la maldición por la cual sufre.
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+El intento para sojuzgar a Némesis por el proceso político o biológico frustra cualquier diagnóstico de la actual crisis institucional. Cualquier estudio sobre la controversia de los llamados “límites al crecimiento” se vuelve fútil si reduce Némesis a una amenaza que puede enfrentarse en los dos frentes tradicionales. Némesis no pierde su pavor específico simplemente porque se le ha industrializado. La crisis contemporánea de la sociedad industrial no puede comprenderse sin distinguir entre la agresión intencionalmente explotadora de una clase contra otra y la inevitable predestinación a la ruina en cualquier intento desproporcionado para transformar la condición humana. Nuestro predicamento no puede comprenderse sin establecer distinciones entre la violencia creada por el hombre y la envidia destructora del cosmos; entre la servidumbre impuesta al hombre por el hombre y el avasallamiento del hombre por sus dioses que, por supuesto, son sus instrumentos. Némesis no puede reducirse a un problema que sea de la competencia de ingenieros o de dirigentes políticos.
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+La enseñanza, el transporte, el sistema legal, la agricultura moderna y la medicina sirven igualmente bien para ilustrar cómo trabaja la frustración engendrada. Más allá de cierto umbral, la degradación del aprender es el resultado de la enseñanza intencional que inevitablemente engendra una nueva clase de impotencia en la mayoría pobre y un nuevo tipo de estructura de clase que la discrimina. Todas las formas planeadas de enseñanza obligatoria tienen esos efectos secundarios, no importa cuánto dinero se invierta o cuánta buena voluntad se gaste en retórica política, o pedagógica para llevarlas a la práctica; no importa tampoco que el mundo esté abarrotado de aulas o si se transforma en un salón de clases.
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+Más allá de cierto nivel de energía usada para la aceleración de cualquier persona en la circulación, la industria del transporte inmoviliza y esclaviza a la mayoría de los pasajeros sin nombre, y brinda sólo discutibles ventajas marginales a una élite olímpica. Ningún nuevo combustible, tecnología o control público puede impedir que la creciente movilización social produzca siempre más apresuramiento, programación, parálisis e injusticia.
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+Más allá de cierto nivel de inversión de capital en la agricultura y en la preparación de alimentos, la desnutrición llegará a ser endémica; la ilusión verde despedaza el hígado de los consumidores más efectivamente que los buitres de Zeus el hígado de Prometeo. Ningún control biológico puede evitar ese resultado.
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+Más allá de cierto punto crítico, la producción y distribución de la atención médica producen más dolencias de las que pueden curar. El seguro social garantiza una miserable supervivencia más efectiva y democráticamente que los más despiadados dioses.
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+El progreso ha llegado con una violencia tal que ya no puede llamarse costo. El primer pago se leía en la etiqueta y podía manifestarse en términos medibles. Pero los pagos a plazos aumentaron en forma de sufrimiento que rebasa todo sentido del “precio”. Han transformado sociedades enteras en prisiones de deudores en las que el nivel de tortura para la mayoría abruma y cancela cualquier posibilidad de recompensas que pudieran todavía beneficiar a unos cuantos.
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+El labriego que deja de tejer su ropa, construir su casa y hacer herramientas y se vuelve comprador de trajes hechos, viguetas de cemento y tractores, ya no podrá estar satisfecho sin contribuir a la Némesis mundial. En tanto su vecino, que sigue tejiendo su ropa, construyendo su casa y atendiendo su milpa, no podrá vivir mucho tiempo en un mundo dominado por la Némesis industrial. Esta situación ambigua es el acontecimiento que yo quiero explorar. La exasperante codicia y el cegador atrevimiento dejaron de ser heroicos; se han vuelto parte de la obligación social de cada uno de los hombres industrializados. Al entrar en el mercado de la economía contemporánea, generalmente tomando el camino que pasa por la enseñanza, el ciudadano se incorpora al coro que convoca a Némesis.
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+Pero él se incorpora también a una horda de furias desencadenadas sobre aquellos que permanecen fuera del sistema. Los llamados participantes marginales que no entran por completo en el mercado económico se ven privados de los medios tradicionales con los que podrían enfrentarse a la naturaleza y a sus vecinos.
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+En algún punto de la expansión de nuestras instituciones mayores, sus clientes comienzan a pagar un precio cada vez mayor por un consumo constante, a pesar de la evidencia de que, además de pagar más, inevitablemente sufrirán más. En este punto del desarrollo, el comportamiento predominante de la sociedad corresponde al que define tradicionalmente a los adictos. La dependencia palidece en comparación con el incremento marginal de los impedimentos. El _homo economicus_ se convierte en _homo religiosus_. Los objetos de su anhelo se vuelven sublimes, aun si cada vez son menos útiles. La venganza de los dioses es doble: _1)_ su precio al consumidor es cada vez más alto; _2)_ sus consecuencias (simbólicos y culturales) pesan más que el daño conjunto hecho a la naturaleza y al prójimo. La Némesis clásica fue el castigo por el temerario abuso de un privilegio. La Némesis industrial es la retribución por la concienzuda participación en la sociedad.
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+La guerra y el hambre, la peste y la muerte repentina, la tortura y la locura han acompañado siempre al hombre, pero ahora están moldeados dentro de una _Gestalt_ nueva bajo la égida de Némesis. Entre más grandioso el progreso económico de una sociedad, tanto mayor la parte que juega la Némesis industrial en el dolor, la discriminación y la muerte sufridas por sus miembros. Por lo tanto, el estudio disciplinado de los matices modernos de Némesis debería ser el tema clave de la investigación sobre el cuidado de la salud, de la curación y del consuelo.
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+La Némesis industrial es el resultado de la política de desarrollo que produce inevitablemente desgracias contrarias a la intuición que las motivó.
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+Es el resultado de un estilo de administración que es poco más que un crucigrama para los que lo proyectan. Mientras estas desgracias se describan con el lenguaje de la ciencia y de la economía política, seguirán apareciendo extrañas sorpresas. El lenguaje para el estudio de la Némesis industrial todavía debe fraguarse. Este lenguaje deberá ser capaz de describir las contradicciones inherentes al modo de pensar de una sociedad que privilegia la verificación del funcionamiento por encima de la evidencia intuitiva.
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+### Tántalo
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+La Némesis médica es sólo un aspecto de las más generales “desgracias contraintuitivas” características de una sociedad industrial. Es el monstruoso resultado de un muy específico sueño de sensatez especialmente “atormentadora” y de una arrogancia desenfrenada (_hybris_).
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+Tántalo fue un famoso rey a quien los dioses invitaron al Olimpo para compartir una de sus comidas. Tántalo se robó a Ambrosía, el divino brebaje que daba a los dioses la inmortalidad. Como castigo fue hecho inmortal en los infiernos (Hades) y condenado a sufrir un hambre y una sed sin fin. Cuando Tántalo se inclinaba hacia el río en donde se encontraba de pie, el agua retrocedia, y cuando trataba de alcanzar la fruta que estaba sobre su cabeza, las ramas se movían fuera de su alcance. Los etólogos podrían decir que ahora la Némesis higiénica lo ha programado para tener un comportamiento obligatoriamente contraintuitivo.
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+El anhelo por Ambrosía se ha extendido ahora al común de los mortales.
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+El optimismo científico y político ha propagado la adicción. Para sostenerlo, Tántalo se ha organizado en un clero que ofrece una mejoría ilimitada de la salud humana bajo control médico. Los miembros de este gremio se hacen pasar por discípulos del curandero Asklepios, mientras que de hecho pregonan a Ambrosía. La gente exige de ellos que la vida se mejore, se prolongue, se vuelva compatible con las máquinas y capaz de sobrevivir a todos los grados de aceleración, distorsión y esfuerzo. Como resultado, la salud se ha vuelto escasa a tal grado que el hombre común hace que su salud dependa del consumo de Ambrosía.
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+### Cultura y salud
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+La humanidad evolucionó solamente porque cada uno de sus individuos vino a existir protegido por varios capullos visibles e invisibles. Cada uno conoció la matriz de donde había venido y él mismo se orientó por medio de las estrellas bajo las cuales fue traído al mundo. Para ser humano y volverse humano, el individuo de nuestra especie tiene que encontrar su destino en su singular lucha con la naturaleza y su prójimo. Tiene que bastarse a sí mismo en la lucha, pero las armas y las reglas y el estilo le son dados por la cultura en que ha crecido. Cada una de las culturas evolucionó de acuerdo con su propia viabilidad, y con la cultura creció la gente, aprendiendo cada uno a conservarse vivo en un capullo común. Cada cultura es la esencia de las reglas mediante las cuales el individuo pudo aceptar el dolor, la enfermedad y la muerte; pudo interpretarlas y practicar la compasión mezclado con otros que tendrían que enfrentarse a las mismas amenazas. Cada cultura puso el mito, los rituales, los tabúes y los estándares éticos necesarios para tratar con la fragilidad de la vida.
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+La civilización médica cosmopolita niega la necesidad de que el hombre acepte estos males. La civilización médica está planteada para matar el dolor, para eliminar la enfermedad y para luchar contra la muerte. Éstas son nuevas metas que nunca antes fueron la pauta para la vida social y que son antitéticas para cada una de las culturas con las que la civilización médica se enfrenta cuando se lanza de súbito sobre lo que se llama pobre.
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+El efecto negativo para la salud de la civilización médica es de ese modo igualmente poderoso en los países ricos y pobres, aun cuando estos últimos escapan todavía a algunos de sus lados más siniestros.
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+### La destrucción del dolor
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+Para que una experiencia sea dolor en el más completo sentido, debe adaptarse a una cultura. Precisamente porque cada cultura proporciona una manera de sufrir, la cultura es una forma particular de salud. El acto de sufrir está formado por la cultura de tal modo que se vuelve una cuestión que puede expresarse y compartirse.
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+La civilización médica sustituye la competencia en el sufrimiento determinada culturalmente, por la creciente demanda de cada individuo por una administración institucional de su dolor. Un gran número de diferentes sentimientos, que expresan alguna clase de fortaleza, se homogeneiza y se vuelve centro de la presión política de los consumidores de anestesia. El dolor se convierte en un artículo en la lista de las quejas. Como resultado, un nuevo tipo de horror emerge. Conceptualmente todavía es dolor; pero el impacto en nuestras emociones de esta lastimadura impersonal, opaca y sin valor, es algo bastante nuevo.
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+De esta manera, para el hombre industrial el dolor ha venido a plantear una pregunta estrictamente técnica: ¿qué necesito hacer para lograr que mi dolor sea administrado o amortiguado? Si el dolor continúa, la culpa no es del universo, de Dios, de mis pecados o del diablo, sino del sistema médico.
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+El sufrimiento es expresión del reclamo del consumidor para el incremento de la producción médica. Al volverse innecesario, el dolor se ha vuelto intolerable. Con esta actitud, ahora parece racional escapar del dolor y no enfrentarlo, aun a costa de la adicción. También parece razonable eliminar el dolor aun a costa de la salud. Parece culto negar legitimidad a todas las ediciones no técnicas del dolor, aun a costa de desarmar a los pacientes frente al dolor residual. Por un tiempo puede discutirse que el total del dolor anestesiado en una sociedad es más grande que la totalidad del dolor generado. Pero en algún punto, grandes inconvenientes marginales surgen.
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+El nuevo sufrimiento no sólo es imposible de administrar sino que ha perdido su carácter de referente. Se ha vuelto una tortura que no pregunta y que no tiene significado. Sólo recobrando la voluntad o el deseo y la habilidad para sufrir puede rehacerse la salud en el dolor.
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+### La eliminación de la enfermedad
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+Las intervenciones médicas no han afectado la proporción total de la mortalidad: en su mejor momento han transferido la supervivencia de uno a otro segmento de la población. Cambios dramáticos en la naturaleza de las enfermedades que han azotado a las sociedades occidentales durante los últimos 100 años están bien documentados. Primero, la industrialización exacerbó las infecciones, las que a la sazón se han apaciguado. La tuberculosis alcanzó su índice más alto comparándola con un periodo de 50-75 años y declinó antes de que el bacilo de la tuberculosis se hubiese descubierto o los programas antituberculosis hubiesen iniciado. En Gran Bretaña y en Estados Unidos síndromes de extrema desnutrición, raquitismo y pelagra tomaron el lugar de la tuberculosis que también alcanzaron su nivel máximo y después declinaron dando lugar a enfermedades de la primera infancia, las que a su vez dieron paso a las úlceras duodenales en los jóvenes. Cuando esto declinó, las epidemias modernas cobraron su cuota —enfermedades de las coronarias, hipertensión, cáncer, artritis, diabetes y enfermedades mentales—. Por lo menos en Estados Unidos la tasa de mortalidad por enfermedades cardiacas originadas por la hipertensión parece declinar ahora. A pesar de una investigación intensiva ninguno de los cambios en la distribución estadística de las enfermedades citadas puede atribuirse a la práctica profesional de la medicina.
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+La abrumadora mayoría de los diagnósticos modernos e intervenciones terapéuticas que han demostrado hacer más bien que mal tienen dos características: los recursos materiales para ellas son extremadamente baratos y pueden empacarse y diseñarse para que uno mismo los use o para que los miembros de la familia los apliquen. El precio de la tecnología significativamente curativa que podría fomentar la salud en la medicina canadiense es tan bajo que los recursos que ahora la India dedica a la medicina moderna serían suficientes para poner esa tecnología a disposición de todo el continente. Por otro lado, las habilidades necesarias para la aplicación de los auxilios terapéuticos y de diagnóstico que más se usan son tan sencillas que la cuidadosa observancia de las instrucciones por personas que se preocupen personalmente por ello, garantizaría un uso más efectivo y responsable que el que la práctica médica profesional puede proporcionar.
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+Ni el descenso en cualquiera de las mayores epidemias de enfermedades mortales ni los notables cambios en la estructura de las edades de la población, ni la disminución o el aumento del ausentismo en los centros de trabajo, influyen significativamente en el cuidado de los enfermos y ni siquiera en la adquisición de inmunidad. Los servicios médicos no merecen crédito por la longevidad ni a ellos debe achacarse la amenazante presión de la sobrepoblación. La longevidad le debe mucho más al ferrocarril y a la síntesis de los fertilizantes e insecticidas que a los nuevos medicamentos y a las jeringas.
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+La práctica profesional es poco efectiva, pero cada vez más solicitada. Esta inflación no respaldada por resultados técnicos sólo puede explicarse en analogía con un ritual mágico cuyas metas están más allá del alcance técnico y político. Sólo puede combatirse a través de una acción legal, política y decidida a favor de la desprofesionalización del cuidado de la salud.
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+La desprofesionalización de la medicina no implica ni debería entenderse como la negación de toda atención especializada, de la competencia, del criticismo mutuo o del control público. Implica ante todo una predisposición contra la mistificación, contra el dominio trasnacional de un modo de ver ortodoxo y contra la exclusión del debate de los curanderos escogidos por sus pacientes, pero no certificados por el gremio.
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+La desprofesionalización de la medicina no significa tampoco el rechazo de fondos públicos para propósitos curativos. Significa una predisposición contra el desembolso de tales fondos bajo el control de los miembros del gremio, más bien que bajo el control del consumidor. Desprofesionalizar la medicina no significa eliminar las terapias modernas ni oponerse a la invención de otras nuevas, ni tampoco volver a programas, prescripciones, rituales y medios antiguos. Significa que ningún profesional debe tener el poder de malgastar en cualquiera de sus pacientes un paquete de recursos curativos más grande que el que cualquier otro podría reclamar. Finalmente, desprofesionalizar la medicina no significa descuidar las necesidades especiales que la gente manifiesta en momentos especiales de su vida, como al nacer, romperse una pierna, casarse y dar a luz, enfermarse o enfrentar la muerte. Sólo significa que la gente tiene derecho a vivir en un medio ambiente hospitalario que tome en cuenta el alto grado a que ha llegado la experiencia.
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+### La lucha contra la muerte
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+El efecto fundamental de la Némesis médica es la expropiación de la muerte. En cada sociedad la imagen de la muerte es la anticipación culturalmente condicionada de una fecha insegura. Esta anticipación determina una serie de normas de comportamiento durante la vida y la estructura de ciertas instituciones.
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+Por dondequiera que la civilización médica moderna ha penetrado una cultura médica tradicional, ha fomentado un nuevo ideal cultural de la muerte. Este nuevo ideal se extiende por medio de la tecnología y del carácter profesional que a ella corresponde.
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+En las sociedades primitivas, la muerte siempre se imagina como la intervención de un agente: un enemigo, una bruja, un antepasado o un dios.
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+La Edad Media cristiana y la islámica vieron en cada muerte la mano de Dios. El ideal occidental de la muerte que viene a todos por igual por causas naturales tiene un origen bastante reciente. La muerte en Occidente sólo tuvo rostro hasta por el año 1420. Fue durante el otoño de la Edad Media cuando la muerte apareció como un esqueleto dotado de poder, y a partir del siglo XVI, los pueblos europeos desarrollaron “el arte y la habilidad para conocer tu deseo de morir” (_arte and crafte to knowe ye will to dye_).
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+Durante los tres siglos siguientes, los labriegos y los nobles, los sacerdotes y las prostitutas se preparaban a lo largo de su vida a presidir su propia muerte. La muerte injusta, la muerte amarga se convirtió en el fin más bien que en la meta de la vida. La idea de que la muerte natural vendría sólo en la vejez hizo su aparición en el siglo XVIII como un fenómeno específico de la clase burguesa. La demanda para que los doctores lucharan contra la muerte y conservaran saludables a personas delicadas y enfermizas (valetudinarios) no tiene nada que ver con su habilidad para prolongar la vida. Philippe Ariès ha demostrado que los primeros costosos intentos de prolongar la vida fueron pagados por banqueros cuyo poder se había incrementado por los años que habían pasado ante un escritorio.
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+No se puede comprender a fondo la organización social contemporánea si no se ve en ella un exorcismo polifacético de todas las formas de muerte maligna. Nuestras mayores instituciones constituyen un gigantesco programa de defensa de la “humanidad” contra todos aquellos agentes que pueden asociarse con lo que comúnmente se concibe como la injusticia social del trato con la muerte. No sólo las agencias médicas sino también los programas para el bienestar, la ayuda internacional y el desarrollo se han alistado en esta lucha. Las burocracias ideológicas de todos los colores se han unido a la cruzada. Hasta la guerra se usa para justificar la derrota de aquellos a quienes se considera culpables de la tolerancia desenfrenada de la enfermedad y de la muerte. Garantizar la “muerte natural” para todos los hombres está a punto de volverse una justificación fundamental para el control social. Bajo la influencia de rituales médicos, la muerte contemporánea vuelve a ser la justificación razonada de una cacería de brujas.
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+### Sumario
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+Un creciente daño irreparable acompaña la presente expansión industrial en todos los sectores. En medicina estos daños aparecen como iatrogénesis. La iatrogénesis puede ser directa, cuando el dolor, la enfermedad y la muerte son el resultado de la atención médica; o también puede ser indirecta, cuando los sistemas de salud refuerzan a una organización industrial dañina para la salud; puede ser estructural cuando el comportamiento promovido médicamente y el _bluff_ profesional mutilan la autonomía vital del pueblo, socavando su autonomía creativa, su autoestima y su arte de envejecer. La iatrogénesis nulifica el reto personal planteado por el dolor, la incapacidad y la angustia.
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+La mayoría de los remedios propuestos para reducir la iatrogénesis son intervenciones dirigidas. Están terapéuticamente diseñadas para adaptar al individuo al grupo, a la institución o al medio ambiente. Al fomentar un nuevo prejuicio contra la autonomía del ciudadano, estos remedios generan padecimientos iatrogénicos de segundo orden.
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+Sin embargo, los efectos iatrogénicos de la estructura técnico-médica son el resultado de sus funciones sociales no técnicas. Las repugnantes consecuencias técnicas y no técnicas de la institucionalización de la medicina se unen para generar una nueva clase de sufrimiento: la supervivencia anestesiada y solitaria en una sala de hospital ancha como el mundo.
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+La Némesis médica no puede verificarse funcionalmente. Mucho menos puede medirse. La intensidad con la que se experimenta depende de la independencia, vitalidad y sociabilidad de cada individuo. En tanto concepto teórico es parte de una amplia teoría de las anomalías que plagan hoy los sistemas para el cuidado de la salud. Es un aspecto peculiar de un fenómeno aún más general que he llamado Némesis industrial: el contragolpe de la arrogancia industrial desenfrenada (_hybris_) e institucionalizada. Esta _hybris_ consiste en el descuido de los linderos dentro de los cuales el fenómeno humano permanece viable. La actual investigación científica está abrumadoramente orientada hacia la apertura de pasos inasequibles. Lo que yo he llamado la investigación para la gente es el análisis disciplinado a niveles en los que tales reverberaciones deben inevitablemente dañar al hombre.
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+La percepción de una Némesis envolvente nos lleva a una opción social.
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+O se reconocen los umbrales naturales de la acción humana y se traducen dentro de límites determinados políticamente, o la alternativa a la extinción será la supervivencia obligatoria, un Infierno planeado y dirigido.
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+En varios países, el público está listo para efectuar una revisión de sus sistemas de salud. Las frustraciones de los usuarios de los sistemas controlados por empresas privadas se asemejan cada vez más a las que provocan los sistemas socializados. Las diferencias entre las quejas de los rusos, franceses, americanos e ingleses se han vuelto insignificantes. Hay, sin embargo, un serio peligro de que las evaluaciones de estos sistemas se efectúen dentro de las coordenadas fijadas por las ilusiones poscartesianas.
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+Tanto en los países ricos como en los pobres las demandas para reformar los sistemas nacionales de salud están dominadas por las ilusiones de un acceso equitativo a las mercaderías del gremio, por el espejismo de la expansión profesional y de la de los curanderos. Es así como se cree lograr mayor verdad en las proclamas del progreso y el control del acceso al templo de Tántalo. Hasta la fecha la discusión pública de la crisis de la salud se ha usado para canalizar aún más poder, prestigio y dinero hacia los ingenieros y diseñadores biomédicos.
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+Todavía es tiempo de evitar un debate que reforzaría al frustrante sistema. La discusión debe orientarse haciendo de la Némesis higiénica el acontecimiento central. La explicación de Némesis requiere la elucidación simultánea del lado técnico y del lado no técnico de la medicina; debe enfocarse tanto a la industria como a la religión. La denuncia de la medicina como una forma de _hybris_ institucional pone en tela de juicio esas ilusiones personales que paralizan al crítico dependiente del cuidado de la salud.
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+La percepción y comprensión de Némesis tiene por lo tanto el poder de orientarnos hacia formas de acción que rompan el círculo vicioso de quejas que refuerzan la dependencia del demandante hacia las agencias de planeación sanitaria. El reconocimiento de Némesis puede ser la purga necesaria para una revolución no violenta de nuestras actitudes hacia lo perverso y el dolor. La alternativa a una cruzada contra estos males es la búsqueda de la paz de los fuertes.
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+La salud denota un proceso de adaptación. No es fruto del instinto sino una reacción autónoma y viva a una realidad experimentada. Connota la habilidad para adaptarse a cambios del medio ambiente, al crecimiento y al envejecimiento, a sanar cuando se está enfermo, al sufrimiento y a la espera tranquila de la muerte. La salud abarca asimismo el porcentaje y por lo tanto incluye la angustia y la capacidad interior de vivir con ella.
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+La fragilidad, la soledad y la sociabilidad vividas conscientemente por el hombre hacen de las experiencias del dolor, de la enfermedad y de la muerte una parte integral de su vida. La habilidad autónoma para hacer frente a este trío es fundamental para su salud. En el momento en que llegara a depender de la administración de su intimidad y renunciara a su autonomía, su salud declinaría inmediatamente. El verdadero milagro de la medicina moderna es diabólico. Consiste en hacer no sólo que individuos sino poblaciones enteras sobrevivan en niveles inhumanos de salud personal. Que la salud declina con el aumento en la distribución de los servicios de salud sorprende únicamente al gerente sanitario para el que las estrategias son el resultado de su ceguera que busca la inalienabilidad de la salud.
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+El nivel de la salud pública corresponde al grado en que los medios y la responsabilidad para hacer frente a la enfermedad se distribuyen entre el total de la población. La habilidad para hacer frente a las enfermedades puede acrecentarse. pero nunca reemplazarse por la intervención médica en la vida de la gente o en las características higiénicas del medio ambiente.
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+Aquella sociedad que pueda reducir la intervención profesional al mínimo, proveerá las mejores condiciones para la salud. Mientras más grande sea la capacidad autónoma de la adaptación a uno mismo, a otros y al medio ambiente, menos administración para la adaptación se necesitará o tolerará.
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+Recobrar una sana actitud hacia la enfermedad no es ni luddita ni romántica ni utópica: es un ideal que servirá de guía y que si bien nunca podrá alcanzarse totalmente, sí podrá lograrse de manera parcial valiéndose de modernos inventos como nunca antes ha habido en la historia. El mismo ideal deberá orientar la política hacia la definición de límites que eviten que se inmiscuya Némesis.
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+## La elocuencia del silencio
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+La lingüistica nos ha provisto de nuevos horizontes para la comprensión de las comunicaciones humanas. Un estudio objetivo de la manera como se transmiten los significados ha demostrado que es mucho más lo que un hombre retransmite a otro a través del silencio que a través de las palabras.
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+Las palabras y las cláusulas están compuestas de silencios mucho más significativos que los sonidos de las mismas. Se puede decir que las pausas entre los sonidos y las articulaciones están preñadas y pasan a ser dominios luminosos en medio de un vacío increíble, como los electrones en un átomo o los planetas del sistema solar. El lenguaje es una cuerda de silencio en el que los sonidos son los nudos —de la misma manera que en un _quipu_ peruano los espacios vacíos hablan—. En Confucio podemos ver el lenguaje como si fuera una rueda. Los rayos convergen hacia un centro, pero son los espacios vacíos los que hacen la rueda.
+
+Es así que lo que debemos aprender de otra persona para entenderla no son sus palabras sino sus silencios. No son tanto nuestros sonidos los que proveen el significado, sino que nos hacemos entender mediante las pausas.
+
+El aprendizaje de una lengua radica mucho más en el aprendizaje de sus silencios que de sus sonidos. Solamente el cristiano cree en la Palabra como el Silencio coeterno. Entre los hombres de todas las épocas el ritmo es una ley mediante la cual nuestra conversación se convierte en un _yangyin_ de silencio y sonido. De ahí que aprender una lengua de manera humana y madura consiste en aceptar la responsabilidad de sus silencios y de sus sonidos. El don que una persona nos otorga al enseñarnos su lengua es mucho más la comunicación del don del ritmo, el modo y las sutilezas de su sistema del silencio, que el de sus sonidos. Es un regalo íntimo por el que nos hacemos responsables ante quienes nos han confiado su lenguaje. Un lenguaje del que conozca solamente las palabras, pero no las pausas, es una ofensa permanente; la caricatura de un negativo fotográfico.
+
+Se requiere más esfuerzo, tiempo y delicadeza para aprender el silencio de un pueblo que para aprender sus sonidos. Algunas personas están mejor dotadas que otras para esto. De ahí, quizás, que algunos misioneros, a pesar de sus esfuerzos, nunca llegan a hablar otra lengua con propiedad, esto es, a comunicarse delicadamente mediante silencios. Aunque “hablen con el acento de los nativos” siempre están a miles de kilómetros de los mismos.
+
+El aprendizaje de la gramática del silencio es un arte mucho más difícil que el aprendizaje de la gramática de los sonidos.
+
+Así como las palabras se aprenden al escuchar con atención y al intentar penosamente imitar al nativo, los silencios se adquieren a través de una delicada franqueza hacia ellas. El silencio tiene sus pausas y sus vacilaciones; sus ritmos, expresiones e inflexiones; sus duraciones y sus tonos; sus razones de ser y sus fuera de lugar. Así como con nuestras palabras, hay también una analogía entre nuestro silencio con los hombres y con Dios. Para comprender el significado completo de uno, debemos practicar y profundizar el otro.
+
+Si clasificáramos los silencios, el primer lugar lo ocuparía el silencio del mero oyente, de una pasividad femenina; un silencio mediante el cual el mensaje de los otros se hace “él en nosotros”. El silencio del profundo interés está amenazado por otro silencio, el silencio de la indiferencia, que asume que no hay nada que yo quiera o pueda recibir de la comunicación del otro. Éste es el silencio ominoso de la esposa que, como si fuera una figura de palo, escucha a su marido relatarle fervorosamente una serie de pequeñeces. Es el mismo silencio del cristiano que lee el Evangelio con la actitud de conocerlo de cabo a rabo. Es el silencio de la piedra —que está muerto porque no se relaciona con la vida—. Es el silencio del misionero que nunca comprendió el milagro de un extranjero oyente y que es un mayor testimonio de amor que el del que habla. El hombre que nos muestra que conoce el ritmo de nuestro silencio está mucho más cerca de nosotros que aquel que cree que sabe hablar.
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+Mientras mayor sea la distancia entre los dos mundos, mayor muestra de amor será este silencio del interés. Es fácil para la mayoría de los norteamericanos escuchar chismes sobre el futbol; pero es un signo de amor el que un hombre del Medio Oeste escuche los datos del jai alai. El silencio del cura urbano que escucha los datos de la enfermedad de un chivo en el autobús es un regalo, el fruto verdadero de una forma misionera de largo entrenamiento y paciencia.
+
+No hay distancia más grande que la que existe entre un hombre que reza y Dios. Sólo cuando esta distancia asoma en la conciencia puede desarrollarse el silencio agradecido de la disposición paciente. Ése debe haber sido el silencio de la Virgen ante el _Ave_, que le permitió convertirse en el modelo eterno de la claridad ante la Palabra. Gracias a ese profundo silencio la Palabra pudo recibir la Carne. Únicamente en la oración de quien escucha silenciosamente puede el cristiano adquirir el hábito de este primer silencio a partir del cual la Palabra nace en una cultura extranjera. Esta Palabra, concebida en el silencio, crece también en el silencio.
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+El segundo lugar en una gramática del silencio está ocupado por el silencio de la Virgen después que concibió la Palabra —un silencio del que nació no tanto el _Fiat_ como el _Magnificat_—. No tanto un silencio que acerque al hombre a la concepción como un silencio que alimenta a la Palabra concebida. Un silencio que encierra al hombre en sí mismo permitiéndole así preparar la Palabra para los demás. Es el silencio de la sintonía; un silencio en el que aguardamos el instante propicio para que la Palabra nazca en el mundo.
+
+Ese silencio también se halla amenazado, no solamente por la prisa y la profanación de la multiplicidad de la acción, sino también por la costumbre del hábito verbal y de la producción masiva que no tiene tiempo para él.
+
+Está amenazado por un silencio abaratado según el cual una palabra es tan buena como cualquier otra y ninguna necesita crearse.
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+El misionero, o el extranjero, que usa las palabras tal como figuran en el diccionario, no conoce este silencio. Es el hombre de habla inglesa que, al tratar de decir algo en español, busca dentro de sí mismo la palabra en inglés en lugar de procurar la sintonía o en lugar de encontrar la palabra o el gesto o el silencio que sea entendido aunque carezca de equivalente en su propio lenguaje o en su propia cultura. Es el hombre que no da tiempo a que la semilla del nuevo lenguaje crezca en el surco extranjero de su alma. Éste es el silencio _anterior_ a las palabras o _entre_ ellas; el silencio en el que las palabras viven y mueren. Es el silencio del rezo lento de duda; el de la oración en la que las palabras tienen la valentía de nadar en un mar de silencio. Es diametralmente opuesto a otras formas de silencio anteriores a la palabra —el silencio de la flor artificial que recuerda a las palabras que no crecen, la pausa entre las repeticiones—. Es el silencio del misionero que espera la dispensa de la siguiente perogrullada que tiene que memorizar porque no ha hecho el esfuerzo de penetrar en el lenguaje vivo de los demás. El silencio antes de las palabras se opone también al silencio de la agresión urdida —si es que a eso puede llamársele silencio—, el cual también es un intervalo empleado para preparar las palabras, pero palabras que en lugar de unir dividen. Éste es el silencio que tienta al misionero cuando se aferra a la idea de que en español no hay manera de significar lo que quiere decir. Un silencio en el que una agresión verbal —por más velada que sea— prepara la siguiente.
+
+En esta gramática del silencio el lugar próximo está ocupado por el silencio que está _más allá_ de las palabras. A medida que avanzamos en la clasificación de los silencios crece también la distancia que separa a un buen silencio de un mal silencio. Hemos llegado ahora al tipo de silencio que no anticipa ninguna conversación futura. Es el silencio que lo ha dicho todo porque ya no hay nada más que decir. Éste es el silencio que está más allá de un _sí_ o un _no_ terminantes. Es el silencio del amor más allá de las palabras, así como el silencio del no para siempre; el silencio de un paraíso o del infierno. Es la actitud decisiva de un hombre que se enfrenta a la Palabra que es Silencio, o el silencio de un hombre que se ha obstinado en darle la espalda.
+
+Este silencio es el infierno, un silencio fulminante. En este silencio, la muerte no es la frialdad de la piedra, indiferente a la vida, ni la insensibilidad de una flor seca, rememoración de la vida. Es la muerte después de la vida —el rechazo final de la vida—. Este silencio puede estar lleno de ruidos y de agitaciones y de palabras, pero tiene un solo significado que es común a todos los ruidos y a todos los lapsos que los separan: _No_.
+
+Hay una manera en la que este silencio infernal amenaza la existencia del misionero. De hecho, las posibilidades inusitadas de testimoniar a través del silencio abren al hombre cargado con la Palabra, en un mundo que no es el suyo, la habilidad inusitada de destruir con el silencio. El silencio misionero arriesga mucho más: convertirse en el infierno en la propia tierra.
+
+En definitiva, el silencio misionero es un don, un don de oración — aprendido en la oración por alguien infinitamente distante y extranjero, experimentado en el amor a los hombres, siempre mucho más distante y extranjero que un hombre en su propia casa—. Puede que el misionero olvide que su silencio es un don, en el más profundo sentido de lo otorgado gratuitamente, un don que nos transmiten concretamente quienes desean enseñarnos su lenguaje. Si el misionero olvida esto y trata de conquistar a través de su propio poder aquello que sólo los otros pueden ofrendar, entonces su existencia comienza a estar amenazada. El hombre que intenta comprar el lenguaje como si se tratara de una camisa, el hombre que trata de conquistar el lenguaje a través de la gramática para poder hablar “mejor que los nativos de por aquí”, el hombre que olvida la analogía entre el silencio de Dios y el silencio de los otros y no trata de hacerla crecer a través de la oración, es un hombre que básicamente trata de violar la cultura a la que ha sido enviado, y debe por lo tanto esperar las reacciones correspondientes. Si tiene una pizca de humano se dará cuenta de que está en una prisión espiritual, pero no admitirá que él mismo la ha creado; acusará a los otros de ser sus carceleros. La muralla que lo separa de aquellos a los que ha sido enviado se hará cada vez más impenetrable.
+
+Mientras se vea a sí mismo como “misionero” sabrá que está frustrado, que fue enviado pero no llegó a ninguna parte, que salió de su hogar pero nunca llegó a ninguna tierra firme, que dejó su casa y nunca entró en otra.
+
+Mientras continúa predicando aumenta en él la conciencia de que no lo entienden, porque dice lo que cree y habla su propio lenguaje en una farsa extranjera. Continúa “haciendo cosas para los demás” y los considera desagradecidos porque entienden que todo lo que hace tiene por objeto defender su ego. Sus palabras se convierten en una burla del lenguaje, en una expresión de un silencio de muerte.
+
+A esta altura se necesita una gran valentía para regresar al paciente silencio del interés o a la delicadeza del silencio en el que germinan las palabras. La sordera ha dado lugar al mutismo. A menudo, el miedo a enfrentar la dificultad de aprender un lenguaje nuevo, avanzada ya la vida, conduce a un estado de desesperación. Una versión típicamente misionera del silencio infernal nació en su corazón.
+
+En el polo opuesto de la desesperación está el silencio del amor, las manos entrelazadas de los amantes. La oración en la que la vaguedad anterior a las palabras cedió al vacío absoluto que las sigue. La forma de comunicación que abre la sencilla profundidad del alma. Viene por momentos y se puede convertir en una vida entera —tanto en la oración como entre las personas—. Quizás ése sea el único aspecto universal del lenguaje, el único medio de comunicación que no alcanzó la maldición de Babel. Quizá sea la única manera de estar con los otros y con la Palabra sin tener un acento extranjero.
+
+Hay todavía otro silencio que está más allá de las palabras: el de la Pietà. No es un silencio de muerte sino el silencio del misterio de la muerte.
+
+No es el silencio de la aceptación activa de la voluntad de Dios, que da lugar al nacimiento del _Fiat_; ni tampoco el silencio de la aceptación viril del Getsemaní en el que está enraizada la obediencia. El silencio que ustedes como misioneros buscan adquirir a través de este curso de español es el silencio que está más allá del azoro y de las preguntas; un silencio que está más allá de la posibilidad de una respuesta o siquiera de una referencia a la palabra precedente. Es el silencio misterioso a través del cual el Señor pudo descender al silencio del infierno, la aceptación sin frustraciones de una vida, inútil y desperdiciada en Judas, un silencio de impotencia deseada libremente a través de la cual se salvó el mundo. Nacido para redimir el mundo, el Hijo de María murió a manos de Su pueblo, abandonado por Sus amigos y traicionado por Judas, a quien amó pero no pudo salvar — contemplación silenciosa de la paradoja culminante de la Encarnación que no sirvió siquiera para redimir a un amigo personal—. La apertura del alma a este silencio fundamental de la Pietà es la culminación de la lenta maduración de las tres formas previas del silencio misionero.
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+# Alternativas
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+# La convivencialidad
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+> Esta versión traducida de la obra esta basada en las siguientes ediciones pre-existentes: Barral Editores, España (1974); Editorial Posada, México (1978); Joaquín Mortiz / Planeta, México (1985). Se incorporan cambios y correcciones tomando como referencia el texto original.
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+## Prefacio
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+En enero de 1972 un grupo de latinoamericanos, principalmente chilenos, peruanos y mexicanos, se encontraron en el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC), en Cuernavaca, para discutir la hipótesis siguiente: existen características técnicas en los medios de producción que hacen imposible su control en un proceso político. Sólo una sociedad que acepte la necesidad de escoger un techo común a ciertas dimensiones técnicas en sus medios de producción tiene alternativas políticas. La tesis discutida había sido formulada en un documento elaborado en 1971 con Valentina Borremans, cofundadora y directora del CIDOC.
+
+Formulé las líneas fundamentales de este ensayo sucesivamente en español, inglés y francés; sometí mis ideas a grupos de médicos, arquitectos, educadores y otros ideólogos; las publiqué en revistas serias y en hojitas atrevidas. Agradezco profundamente a quienes quisieron criticarme y así me ayudaron a precisar mis conceptos. Sobre todo doy las gracias a los participantes en mi seminario en CIDOC en los años 1971-1973, quienes reconocerán en estas páginas no solamente sus ideas sino, con mucha frecuencia, sus palabras.
+
+Este libro tomó su forma definitiva a raíz de una presentación que hice para un grupo de magistrados y legisladores canadienses. Ahí utilicé por primera vez el paradigma del derecho común anglosajón, que desde entonces quedó incorporado en la estructura del ensayo. Me hubiese gustado poder ilustrar los mismos puntos refiriéndome a los fueros de España, pero mi tardío descubrimiento posterga intentarlo.
+
+Ivan Illich, Ocotepec, Morelos, enero de 1978.
+
+## Introducción
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+Durante estos próximos años intento trabajar en un epílogo a la era industrial. Quiero delinear el contorno de las mutaciones que afectan al lenguaje, al derecho, a los mitos y a los ritos, en esta época en que se condicionan los hombres y los productos. Quiero trazar un cuadro del ocaso del modo de producción industrial y de la metamorfosis de las profesiones que él engendra y alimenta.
+
+Sobre todo quiero mostrar lo siguiente: las dos terceras partes de la humanidad pueden aún evitar el atravesar por la era industrial si eligen, desde ahora, un modo de producción basado en un equilibrio posindustrial, ese mismo contra el cual las naciones superindustrializadas se verán acorraladas por la amenaza del caos. Con miras a ese trabajo y en preparación al mismo presento este manifiesto a la atención y la crítica del público.
+
+En este sentido hace ya varios años que sigo una investigación crítica sobre el monopolio del modo industrial de producción y sobre la posibilidad de definir conceptualmente otros modos de producción posindustrial. Al principio centré mi análisis en la instrumentación educativa; en los resultados publicados en _La sociedad desescolarizada_ (Illich, 1971), quedaron establecidos los puntos siguientes:
+
+_1._ La educación universal por medio de la escuela obligatoria es imposible.
+
+_2._ Condicionar a las masas por medio de la educación permanente en nada soluciona los problemas técnicos, pero esto resulta moralmente menos tolerable que la escuela antigua. Nuevos sistemas educativos están en vías de suplantar los sistemas escolares tradicionales tanto en los países ricos como en los pobres. Estos sistemas son instrumentos de condicionamiento, poderosos y eficaces, que producirán en serie una mano de obra especializada consumidores dóciles, usuarios resignados. Tales sistemas hacen rentable y generalizan los procesos de educación a escala de toda una sociedad. Tienen aspectos seductores, pero su seducción oculta la destrucción. Tienen también aspectos que destruyen, de manera sutil e implacable, los valores fundamentales.
+
+_3._ Una sociedad que aspire a repartir equitativamente el acceso al saber entre sus miembros y a ofrecerles la posibilidad de encontrarse realmente, debería reconocer límites a la manipulación pedagógica y terapéutica que puede exigirse por el crecimiento industrial y que nos obliga a mantener este crecimiento más acá de ciertos umbrales críticos.
+
+El sistema escolar me ha parecido el ejemplo-tipo de un escenario que se repite en otros campos del complejo industrial: se trata de producir un servicio, llamado de utilidad pública, para satisfacer una necesidad llamada elemental. Luego, nuestra atención se trasladó al sistema de la asistencia médica obligatoria y al sistema de los transportes que, al rebasar cierto umbral de velocidad, también se convierten, a su manera, en obligatorios. La superproducción industrial de un servicio tiene efectos secundarios tan catastróficos y destructores como la superproducción de un bien. Así pues, nos encontramos enfrentando un abanico de límites al crecimiento de los servicios de una sociedad; como en el caso de los bienes, estos límites son inherentes al proceso del crecimiento y, por lo tanto, inexorables.
+
+De manera que podemos concluir que los _límites_ asignables al crecimiento deben concernir a _los bienes y los servicios_ producidos industrialmente. Son estos límites lo que debemos descubrir y poner de manifiesto.
+
+Anticipo aquí el concepto de _equilibrio multidimensional_ de la vida humana. Dentro del espacio que traza este concepto, podremos analizar la relación del hombre con su herramienta. Aplicando _'el análisis dimensional'_ esta relación adquirirá una significación absoluta _'natural'_. En cada una de sus dimensiones, este equilibrio de la vida humana corresponde a una escala natural determinada. Cuando una labor con herramientas sobrepasa un umbral definido por la escala _ad hoc_, se vuelve contra su fin, amenazando luego destruir el cuerpo social en su totalidad. Es menester determinar con precisión estas escalas y los umbrales que permitan circunscribir el campo de la supervivencia humana.
+
+En la etapa avanzada de la producción en masa, una sociedad produce su propia destrucción. Se desnaturaliza la naturaleza: el hombre, desarraigado, castrado en su creatividad, queda encarcelado en su cápsula individual. La colectividad pasa a regirse por el juego combinado de una exacerbada polarización y de una extrema especialización. La continua preocupación por renovar modelos y mercancías produce una aceleración del cambio que destruye el recurso al _precedente_ como guía de la acción. El monopolio del modo de producción industrial convierte a los hombres en materia prima elaboradora de la herramienta. Y esto ya es insoportable. Poco importa que se trate de un monopolio privado o público, la degradación de la naturaleza, la destrucción de los lazos sociales y la desintegración del hombre nunca podrán servir al pueblo.
+
+Las ideologías imperantes sacan a la luz las contradicciones de la sociedad capitalista. No presentan un cuadro que permita analizar la crisis del modo de producción industrial. Yo espero que algún día, con suficiente vigor y rigor, se formule una teoría general de la industrialización, para que enfrente el asalto de la crítica.
+
+Para que funcionara adecuadamente, esta teoría tendría que plasmar sus conceptos en un lenguaje común a todas las partes interesadas. Los criterios, conceptualmente definidos, serían otras tantas herramientas a escala humana: instrumentos de medición, medios de control, guías para la acción. Se evaluarían las técnicas disponibles y las diferentes programaciones sociales que implican. Se determinarían umbrales de nocividad de las herramientas, según se volvieran contra su fin o amenazaran al hombre; se limitaría el poder de la herramienta. Se inventarían formas y ritmos de un modo de producción posindustrial y de un nuevo mundo social.
+
+No es fácil imaginar una sociedad donde la organización industrial esté equilibrada y compensada con modos distintos de producción complementarios y de alto rendimiento. Estamos en tal grado deformados por los hábitos industriales, que ya no osamos considerar el campo de las posibilidades; para nosotros, renunciar a la producción en masa significa retornar a las cadenas del pasado, o adoptar la utopía del buen salvaje. Pero si hemos de ensanchar nuestro ángulo de visión hacia las dimensiones de la realidad, habremos de reconocer que no existe una única forma de utilizar los descubrimientos científicos, sino por lo menos dos, antinómicas entre sí. Una consiste en la aplicación del descubrimiento que conduce a la especialización de las labores, a la institucionalización de los valores, a la centralización del poder. En ella el hombre se convierte en accesorio de la megamáquina, en engranaje de la burocracia. Pero existe una segunda forma de hacer fructificar la invención, que aumenta el poder y el saber de cada uno, permitiéndole ejercitar su creatividad, con la sola condición de no coartar esa misma posibilidad a los demás.
+
+Si queremos, pues, hablar sobre el mundo futuro, diseñar los contornos teóricos de una sociedad por venir que no sea hiperindustrial, debemos reconocer la existencia de escalas y de límites _naturales_. El equilibrio de la vida se expande en varias dimensiones, y, frágil y complejo, no transgrede ciertos cercos. Hay umbrales que no deben rebasarse. Debemos reconocer que la esclavitud humana no fue abolida por la máquina, sino que solamente obtuvo un rostro nuevo, pues al trasponer un umbral, la herramienta se convierte de servidor en déspota. Pasado un umbral la sociedad se convierte en una escuela, un hospital o una prisión. Es entonces cuando comienza el gran encierro. Importa ubicar precisamente en dónde se encuentra este umbral crítico para cada componente del equilibrio global. Entonces será posible articular de forma nueva la milenaria tríada del hombre, de la herramienta y de la sociedad. Llamo sociedad convivencial a aquella en que la herramienta moderna está al servicio de la persona integrada a la colectividad y no al servicio de un cuerpo de especialistas. Convivencial es la sociedad en la que el hombre controla la herramienta.
+
+Me doy cuenta de que introduzco una palabra nueva en el uso habitual del lenguaje. Me fundo para ello en el recurso al precedente. El padre de este vocablo es Brillat Savarin en su _Physiologie du gout: Med tat ons sur la gastronomie trascendentale_. Debo precisar, sin embargo, que en la aceptación un poco novedosa que confiero al calificativo, convivencial es la herramienta, no el hombre.
+
+Al hombre que encuentra su alegría y su equilibrio en el empleo de la herramienta convivencial, le llamo austero. Conoce lo que en castellano podría llamarse _la convivencialidad_; vive dentro de lo que el idioma alemán describe como _Mitmenschlichkeit_. Porque la austeridad no tiene virtud de aislamiento o de reclusión en sí misma. Para Aristóteles como para Tomás de Aquino la austeridad es lo que funda la amistad. Al tratar del juego ordenado y creador, Tomás definió la austeridad[^n01] como una virtud que no excluye todos los placeres, sino únicamente aquellos que degradan la relación personal. La austeridad forma parte de una virtud que es más frágil, que la supera y que la engloba: _la alegría, la eutrapelia, la amistad_.
+
+## Dos umbrales de mutación
+
+El año 1913 marca un giro en la historia de la medicina moderna, ya que traspone un umbral. A partir aproximadamente de esta fecha, el paciente tiene más de cincuenta por ciento de probabilidades de que un médico diplomado le proporcione tratamiento eficaz, a condición, por supuesto, de que su mal se encuentre en el repertorio de la ciencia médica de la época. Familiarizados con el ambiente natural, los chamanes y los curanderos no habían esperado hasta esa fecha para atribuirse resultados similares, en un mundo que vivía en un estado de salud concebido en forma diferente.
+
+A partir de entonces, la medicina ha refinado la definición de los males y la eficacia de los tratamientos. En Occidente, la población ha aprendido a sentirse enferma y a ser atendida de acuerdo con las categorías de moda en los círculos médicos. La obsesión de la cuantificación ha llegado a dominar la clínica, lo cual ha permitido a los médicos medir la magnitud de su éxito por criterios que ellos mismos han establecido. Es así como la salud se ha vuelto una mercancía dentro de una economía en desarrollo. Esta transformación de la salud en producto de consumo social se refleja en la importancia que se da a las estadísticas médicas.
+
+Sin embargo, los resultados estadísticos sobre los que se basa cada vez más el prestigio de la profesión médica no son, en lo esencial, fruto de sus actividades. La reducción, muchas veces espectacular, de la morbilidad y de la mortalidad se debe sobre todo a las transformaciones del hábitat y del régimen alimenticio y a la adopción de ciertas reglas de higiene muy simples.
+
+Los alcantarillados, la clorización del agua, el matamoscas, la asepsia y los certificados de no contaminación que requieren los viajeros o las prostitutas, han tenido una influencia benéfica mucho más fuerte que el conjunto de los 'métodos' de tratamientos especializados muy complejos. El avance de la medicina se ha traducido más en controlar las tasas de incidencia que en aumentar la vitalidad de los individuos.
+
+En cierto sentido, la industrialización, más que el hombre, es la que se ha beneficiado con los progresos de la medicina; la gente se capacitó mejor para trabajar con mayor regularidad bajo condiciones más deshumanizantes. Para ocultar el carácter profundamente destructor de la nueva instrumentación, del trabajo en cadena y del imperio del automóvil, se dio amplia publicidad a los tratamientos espectaculares aplicados a las victimas de la agresión industrial en todas sus formas: velocidad, tensión nerviosa, envenenamiento del ambiente. Y el médico se transformó en un mago; sólo él dispone del poder de hacer milagros que exorcicen el temor; un temor que es engendrado, precisamente, por la necesidad de sobrevivir en un mundo amenazador.
+
+Al mismo tiempo, si los medios para diagnosticar la necesidad de ciertos tratamientos y el instrumento terapéutico correspondiente se simplificaban, cada uno podría haber determinado mejor por sí mismo los casos de gravidez o septicemia, como podría haber practicado un aborto o tratado un buen número de infecciones. La paradoja está en que mientras más sencilla se vuelve la herramienta, más insiste la profesión médica en conservar el monopolio. Mientras más se prolonga la duración para la iniciación del terapeuta, más depende de él la población en la aplicación de los cuidados más elementales. La higiene, una virtud desde la antigüedad, se convierte en el ritual que un cuerpo de especialistas celebra ante el altar de la ciencia.
+
+Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, se puso de manifiesto que la medicina moderna tenía peligrosos efectos secundarios. Pero habría de transcurrir cierto tiempo antes de que los médicos identificaran la nueva amenaza que representaban los microbios que se habían hecho resistentes a la quimioterapia, y reconocieran un nuevo género de epidemias dentro de los desórdenes genéticos debidos al empleo de rayos X y otros tratamientos durante la gravidez. Treinta años antes, Bernard Shaw se lamentaba ya: los médicos dejan de curar, decía, para tomar a su cargo la vida de sus pacientes. Ha sido necesario esperar hasta los años cincuenta para que esta observación se convirtiera en evidencia: al producir nuevos tipos de enfermedades, la medicina franqueaba un segundo umbral de mutación.
+
+En el primer plano de los desórdenes que induce la profesión, es necesario colocar su pretensión de fabricar una salud 'mejor'. Las primeras víctimas de este mal iatrogenético (es decir, engendrado por la medicina) fueron los planificadores y los médicos. Pronto la aberración se extendió por todo el cuerpo social. En el transcurso de los quince años siguientes, la medicina especializada se convirtió en una verdadera amenaza para la salud. Se emplearon sumas colosales para borrar los estragos inconmensurables producidos por los tratamientos médicos. No es tan cara la curación como lo es la prolongación de la enfermedad. Los moribundos pueden vegetar por mucho tiempo, aprisionados en un pulmón de acero, dependientes de un tubo de perfusión, o sometidos al funcionamiento de un riñón artificial. Sobrevivir en ciudades insalubres, y a pesar de las condiciones de trabajo extenuantes, cuesta cada vez más caro. Mientras tanto, el monopolio médico extiende su acción a un número cada vez mayor de situaciones de la vida cotidiana. No sólo el tratamiento médico, sino también la investigación biológica, han contribuido a esta proliferación de las enfermedades. La invención de cada nueva modalidad de vida y de muerte ha llevado consigo la definición paralela de una nueva norma y, en cada caso, la definición correspondiente de una nueva desviación, de una nueva malignidad.
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+Finalmente, se ha hecho imposible para la abuela, para la tía o para la vecina, hacerse cargo de una mujer encinta, de un herido, de un enfermo, de un lisiado o de un moribundo, con lo cual se ha creado una demanda imposible de satisfacer. A medida que sube el precio del servicio, la asistencia personal se hace más difícil, y frecuentemente imposible. Al mismo tiempo, cada vez se hace más justificable el tratamiento para situaciones comunes, a partir de la multiplicación de las especializaciones y para profesiones cuyo único fin es mantener la instrumentación terapéutica bajo el control de la corporación.
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+Al llegar al segundo umbral, es la _vida_ misma la que parece enferma dentro de un ambiente deletéreo. La protección de una población sumisa y dependiente se convierte en la preocupación principal, y en el gran negocio, de la profesión médica. Se vuelve un privilegio la costosa asistencia de prevención o de cura, al cual tienen derecho únicamente los consumidores importantes de servicios médicos. Las personas que pueden recurrir a un especialista, ser admitidas en un gran hospital o beneficiarse de la instrumentación para el tratamiento de la vida, son los enfermos cuyo caso se presenta interesante o los habitantes de las grandes ciudades, en donde el costo para la prevención médica, la purificación del agua y el control de la contaminación es excepcionalmente elevado. Paradójicamente, la asistencia por habitante resulta tanto más cara cuanto más elevado el costo de la prevención. Y se necesita haber consumido prevención y tratamiento para tener derecho a cuidados excepcionales. Tanto el hospital como la escuela descansan en el principio de que sólo hay que dar a los que tienen. Es así cómo para la educación, los consumidores importantes de la enseñanza tendrán becas de investigación, en tanto que los desplazados tendrán como único derecho el de aprender su fracaso. En relación a la medicina, mayor asistencia conducirá a mayores dolencias: el rico se hará atender cada vez más los males engendrados por la medicina, mientras que el pobre se conformará con sufrirlos.
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+Pasado el segundo umbral, los subproductos de la industria médica afectan a poblaciones enteras. La población envejece en los países ricos. Desde que se entra en el mercado del trabajo, se comienza a ahorrar para contratar seguros que garantizarán, por un periodo cada vez más largo, los medios de consumir los servicios de una geriatría costosa. En Estados Unidos el 27% de los gastos médicos van a los ancianos, que representan el nueve por ciento de la población. Es significativo el hecho de que el primer campo de colaboración científica elegido por Nixon y Brejnev concierna a las investigaciones sobre las enfermedades de los ricos que van envejeciendo. De todo el mundo, los capitalistas acuden a los hospitales de Boston, de Houston o de Denver para recibir los cuidados más costosos y singulares, en tanto que en los mismos Estados Unidos, entre las clases pobres, la mortalidad infantil se mantiene comparable a la existente en ciertos países tropicales de África o de Asia. En Norteamérica es preciso ser muy rico para pagarse el lujo que a todo el mundo se le ofrece en los países pobres: ser asistido a la hora de la muerte (estar acompañado por familiares o amigos). En dos días de hospital un norteamericano gasta lo que el Banco Mundial de Desarrollo calcula que es el ingreso medio anual de la población mundial. La medicina moderna hace que más niños alcancen la adolescencia y que más mujeres sobrevivan a sus numerosos embarazos. Entretanto, la población aumenta, sobrepasa la capacidad de acogerse al medio natural, y rompe los diques y las estructuras de la cultura tradicional. Los médicos occidentales hacen ingerir medicamentos a la gente que, en su vida pasada, había aprendido a vivir con sus enfermedades. El mal que se produce es mucho peor que el mal que se cura, pues se engendran nuevas especies de enfermedad que ni la técnica moderna, ni la inmunidad natural, ni la cultura tradicional saben cómo enfrentar. A escala mundial, y muy particularmente en Estados Unidos, la medicina fabrica una raza de individuos vitalmente dependientes de un medio cada vez más costoso, cada vez más artificial, cada vez más higiénicamente programado. En 1970, durante el Congreso de la _American Medical Association_, el presidente, sin atraer ninguna oposición, exhortó a sus colegas pediatras a considerar a todo recién nacido como _paciente_ mientras no haya sido certificada su buena salud. Los niños nacidos en el hospital, alimentados bajo prescripciones, atiborrados de antibióticos, se convierten en adultos que, respirando un aire viciado y comiendo alimentos envenenados, vivirán una existencia de sombras en la gran ciudad moderna. Aún les costará más caro criar a sus hijos, quienes, a su vez, serán aún más dependientes del monopolio médico. El mundo entero se va convirtiendo poco a poco en un hospital poblado de gente que, a lo largo de su vida, debe plegarse a las reglas de higiene dictadas y a las prescripciones médicas.
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+Esta medicina burocratizada se expande por el planeta entero. En 1968, el Colegio de Medicina de Shanghai tuvo que inclinarse ante la evidencia:
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+> "Producimos médicos llamados de primera clase [...] que ignoran la existencia de quinientos millones de campesinos y sirven únicamente a las minorías urbanas [...] adjudican grandes gastos de laboratorio para exámenes de rutina [...] prescriben, sin necesidad, enormes cantidades de antibióticos [...] y, cuando no hay hospital, ni laboratorios, se ven reducidos a explicar los mecanismos de la enfermedad a gentes por quienes no pueden hacer nada, y a quienes esta explicación a nada conduce.""
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+En China, esta toma de conciencia condujo a una inversión de la institución médica. En 1971, informa el mismo colegio, un millón de trabajadores de la salud han alcanzado un nivel aceptable de competencia. Estos trabajadores son campesinos. Durante la temporada de poca actividad, siguen cursos acelerados: aprenden la disección en cerdos, practican los análisis de laboratorio más corrientes, adquieren conocimientos elementales en bacteriología, patología, medicina clínica, higiene y acupuntura. Luego hacen su aprendizaje con médicos o con trabajadores de la salud ya ejercitados. Después de esta primera formación, estos _médicos descalzos_ vuelven a su trabajo original, pero, cuando es necesario, se ausentan para ocuparse de sus camaradas. Son responsables de lo siguiente: la higiene del ambiente de vida y de trabajo, la educación sanitaria, las vacunaciones, los primeros auxilios, la supervivencia de los convalecientes, los partos, el control de la natalidad y los métodos abortivos.
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+Diez años después de que la medicina occidental franquease el segundo umbral, China emprende la formación, cada centenar de ciudadanos, de un trabajador competente de la salud. Su ejemplo prueba que es posible invertir de golpe el funcionamiento de una institución dominante. Queda por ver hasta qué punto esta desprofesionalización puede mantenerse, frente al triunfo de la ideología del desarrollo ilimitado y a la presión de los médicos clásicos, recelosos de incorporar a sus homónimos descalzos a la jerarquía médica y formar con ellos una infantería de no graduados que trabajan a tiempo parcial.
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+Pero por todas partes se exhiben los síntomas de la enfermedad de la medicina, sin tomar en consideración el desorden profundo del sistema que la engendra. En Estados Unidos, los abogados de los pobres acusan a la _American Medical Association_ de ser un bastión de prejuicios capitalistas, y a sus miembros de llenarse los bolsillos. Los portavoces de las minorías critican la falta de control social en la administración de la salud y en la organización de los sistemas de asistencia. ¿Quieren creer que participando en los consejos de administración de los hospitales podrían controlar las actuaciones del cuerpo médico? Los portavoces de la comunidad negra encuentran escandaloso que los fondos para investigación se concentren en las enfermedades que afligen a los blancos provectos y sobrealimentados. Exigen que las investigaciones se dediquen a una forma particular de la anemia, que afecta solamente a los negros. El elector norteamericano espera que con el término de la guerra del Vietnam se destinen más fondos al desarrollo de la producción médica. Todas estas acusaciones y críticas descansan sobre los síntomas de una medicina que prolifera como un tumor maligno y que produce el alza de los costos y de la demanda, junto con un malestar general.
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+La crisis de la medicina tiene raíces mucho más profundas de lo que se puede sospechar a simple vista del examen de sus síntomas. Forma parte integrante de la crisis de todas las instituciones industriales. La medicina se ha desarrollado en una organización compleja de especialistas. Financiada y promovida por la colectividad, se empeña en producir una salud mejor. Los clientes no han faltado, voluntarios para todas las experiencias. Como resultado, el hombre ha perdido el derecho a declararse enfermo: necesita presentar un certificado médico. Aún más, es a un médico a quien hoy corresponde, como representante de la sociedad, elegir la hora de la muerte del paciente. Igual que el condenado a muerte, el enfermo es vigilado escrupulosamente para evitar que encuentre la muerte cuando ella le venga a buscar.
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+Las fechas de 1913 y de 1955 que hemos elegido como indicativas de dos umbrales de mutación de la medicina no son restrictivas. Lo importante es comprender lo siguiente: a principios de siglo, la práctica médica se dedicó a la verificación científica de sus resultados empíricos. La aplicación del resultado ha marcado, para la medicina moderna, la trasposición de su primer umbral. El segundo umbral se traspuso al comenzar a decrecer la utilidad marginal de la mayor especialización, cuantificable en términos del bienestar del mayor número; se puede decir que este último umbral se traspuso cuando la _desutilidad_ marginal comenzó a aumentar, a medida que el desarrollo de la institución médica llegó a significar mayor sufrimiento para más gente. En ese momento la institución médica fue más vehemente en cantar victoria. Los virtuosos de las nuevas especialidades exhibían como _vedettes_ a algunos individuos atacados de raras enfermedades. La práctica médica se concentró en operaciones espectaculares realizadas por equipos hospitalarios. La fe en la operación-milagro cegaba el buen sentido y destruía la sabiduría antigua en materia de salud y curación. Los médicos extendieron el uso inmoderado de drogas químicas entre el público general. En la actualidad el costo social de la medicina ha dejado de ser mensurable en términos clásicos. ¿Cómo medir las falsas esperanzas, el agobio del control social, la prolongación del sufrimiento, la soledad, la degradación del patrimonio genético y el sentimiento de frustración engendrados por la institución médica?
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+Otras instituciones industriales han traspuesto también estos dos umbrales. En particular es el caso de las grandes industrias terciarias y de las actividades productivas, _organizadas_ científicamente desde mediados del siglo XIX. La educación, el correo, la asistencia social, los transportes y hasta las obras públicas, han seguido esta evolución. En un principio se aplica un nuevo conocimiento a la solución de un problema claramente definido y los criterios científicos permiten medir los beneficios en eficiencia obtenidos. Pero, en seguida, el progreso obtenido se convierte en medio para explotar al conjunto social, para ponerlo al servicio de los valores que una élite especializada, garante de su propio valor, determina y revisa constantemente.
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+En el caso de los transportes, se ha necesitado el transcurso de un siglo para pasar de la liberación lograda a través de los vehículos motorizados, a la esclavitud impuesta por el automóvil. Los transportes a vapor comenzaron a ser utilizados durante la Guerra de Secesión. Este nuevo sistema dio a mucha gente la posibilidad de viajar en ferrocarril a la velocidad de una carroza real y con un confort jamás soñado por rey alguno. Poco a poco se empezó a confundir la buena circulación con la alta velocidad. Desde que la industria de los transportes traspuso su segundo umbral de mutación, los vehículos crean más distancia de la que suprimen. El conjunto de la sociedad consagra a la circulación cada vez más tiempo del que supone que ésta le ha de hacer ganar. Por su parte, el norteamericano tipo dedica más de 1.500 horas por año a su automóvil: sentado en él, en movimiento o estacionado, trabajando para pagarlo, para pagar la gasolina, los neumáticos, los peajes, el seguro, las contravenciones y los impuestos. De manera que emplea cuatro horas diarias en su automóvil, sea usándolo, cuidando de él o trabajando para sus gastos. Y conste que aquí no se han tomado en cuenta otras actividades determinadas por el transporte: el tiempo pasado en el hospital, en los tribunales o en garaje, el tiempo pasado en ver por televisión la publicidad automovilística, el tiempo consumido en ganar dinero necesario para viajar en vacaciones, etc. Y este norteamericano necesita esas 1.500 horas para hacer apenas 10.000 kilómetros de ruta; seis kilómetros le toman una hora.
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+La visión que se tiene de la crisis social actual se ilumina con la comprensión de los dos umbrales de mutación descritos. En sólo una década, varias instituciones dominantes han traspuesto juntas, gallardamente, el segundo umbral. La escuela ya no es un buen instrumento de educación, ni el automóvil un buen instrumento de transporte, ni la línea de montaje un modo aceptable de producción. La escuela produce males y la velocidad devora el tiempo.
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+Durante los años sesenta, la reacción característica contra el crecimiento de la insatisfacción ha sido la _escalada_ de la técnica y de la burocracia. La escalada del poder de autodestruirse se convierte en el rito ceremonial de las sociedades altamente industrializadas. La guerra de Vietnam ha sido en este sentido una revelación y un encubrimiento. Ha revelado ante el planeta entero el ritual _en ejercicio_, sobre un campo de batalla. Pero, al hacerlo, ha desviado nuestra atención de los sectores llamados pacíficos, en donde el mismo rito se repite más discretamente. La historia de la guerra de Vietnam demuestra que un ejército convivencial de ciclistas y de peatones puede revertir en su favor las oleadas del poder anónimo del enemigo. Por lo tanto, ahora que la guerra ha 'terminado', son muchos los norteamericanos que piensan que con el dinero gastado anualmente para dejarse vencer por los vietnamitas, sería posible vencer la pobreza doméstica. Otros quieren destinar los veinte billones de dólares del presupuesto de guerra a reforzar la cooperación internacional, lo que multiplicaría por diez los recursos actuales. Ni los unos ni los otros comprenden que la misma estructura institucional sostiene la guerra pacífica contra la pobreza y la guerra sangrienta contra la disidencia. Todos elevan en un grado más la escalada que tratan de eliminar.
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+## La reconstrucción convivencial
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+### La herramienta y la crisis
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+Ya son manifiestos los síntomas de una crisis planetaria progresivamente acelerada. Por todos lados se ha buscado el porqué. Anticipo, por mi parte, la siguiente explicación: la crisis se arraiga en el fracaso de la empresa moderna, a saber, la sustitución del hombre por la máquina. El gran proyecto se ha metamorfoseado en un implacable proceso de servidumbre para el productor, y de intoxicación para el consumidor.
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+El señorío del hombre sobre la herramienta fue reemplazado por el señorío de la herramienta sobre el hombre. Es aquí donde es preciso saber reconocer el fracaso. Hace ya un centenar de años que tratamos de hacer trabajar a la máquina _para el hombre_ y de educar al hombre para _servir a la máquina_. Ahora se descubre que la máquina no 'marcha', y que el hombre no podría conformarse a sus exigencias, convirtiéndose de por vida en su servidor. Durante un siglo, la humanidad se entregó a una experiencia fundada en la siguiente hipótesis: la herramienta puede sustituir al esclavo. Ahora bien, se ha puesto de manifiesto que, aplicada a estos propósitos, es la herramienta la que hace al hombre su esclavo.
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+La sociedad en que la planificación central sostiene que el productor manda, como la sociedad en que las estadísticas pretenden que el consumidor es rey, son dos variantes políticas de la misma dominación por los instrumentos industriales en constante expansión. El fracaso de esta gran aventura conduce a la conclusión de que la hipótesis era falsa.
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+La solución de la crisis exige una conversión radical: solamente echando abajo la sólida estructura que regula la relación del hombre con la herramienta, podremos darnos unas herramientas justas. La herramienta justa responde a tres exigencias: es generadora de eficiencia sin degradar la autonomía personal; no suscita ni esclavos ni amos; expande el radio de acción personal. El hombre necesita de una herramienta _con la cual trabajar_, y no de instrumentos que _trabajen en su lugar_. Necesita de una tecnología que saque el mejor partido de la energía y de la imaginación personales, no de una tecnología que le avasalle y le programe.
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+Yo creo que se deben _invertir_ radicalmente las instituciones industriales y _reconstruir_ la sociedad completamente. Para poder ser eficiente y poder cubrir las necesidades humanas que determina, un nuevo sistema de producción debe también reencontrar nuevamente la dimensión personal y comunitaria. La persona, la célula de base, conjugando en forma óptima la eficacia y la autonomía, es la única escala que debe determinar la necesidad humana dentro de la cual la producción social es realizable.
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+El hombre quieto o en movimiento necesita de herramientas. Necesita de ellas tanto para comunicarse con el otro como para atenderse a sí mismo. El hombre que camina y se cura con sencillez no es el hombre que hace cien kilómetros por hora sobre la autopista y toma antibióticos. Pero ninguno de ellos puede valerse totalmente por sí mismo y depende de lo que le suministra su ambiente natural y cultural. La herramienta es, pues, el proveedor de los objetos y servicios que varían de una civilización a otra.
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+Pero el hombre no se alimenta únicamente de bienes y servicios, necesita también de la libertad para moldear los objetos que le rodean, para darles forma a su gusto, para utilizarlos con y para los demás. En los países ricos, los presos frecuentemente disponen de más bienes y servicios que su propia familia, pero no tienen voz ni voto sobre la forma en que se hacen las cosas, ni tienen derechos sobre lo que se hace con ellas. Degradados esencialmente al rango de meros consumidores-usuarios, se ven privados de la _convivencialidad_.
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+Por _convivencialidad_ entiendo lo inverso de la productividad industrial. Cada uno de nosotros se define por la relación con los otros y con el ambiente, así como por la sólida estructura de las herramientas que utiliza. Éstas pueden ordenarse en una serie continua cuyos extremos son la herramienta como instrumento dominante y la herramienta convivencial. El paso de la productividad a la convivencialidad es el paso de la repetición de la falta a la espontaneidad del don. La relación industrial es reflejo condicionado, una respuesta estereotipada del individuo a los mensajes emitidos por otro usuario a quien jamás conocerá a no ser por un medio artificial que jamás comprenderá. La relación convivencial, en cambio siempre nueva, es acción de personas que participan en la creación de la vida social. Trasladarse de la productividad a la convivencialidad es sustituir un valor técnico por un valor ético, un valor material por un valor realizado. _La convivencialidad es la libertad individual, realizada dentro del proceso de producción, en el seno de una sociedad equipada con herramientas eficaces_. Cuando una sociedad, no importa cuál, rechaza la convivencialidad antes de alcanzar un cierto nivel, se convierte en presa de la falta, ya que ninguna hipertrofia de la productividad logrará jamás satisfacer las necesidades creadas y multiplicadas por la envidia.
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+### La alternativa
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+La institución industrial tiene sus fines que justifican los medios. El dogma del crecimiento acelerado justifica la sacralización de la productividad industrial, a costa de la convivencialidad. La desarraigada sociedad actual se nos presenta de pronto como un teatro de la peste, un espectáculo de sombras productoras de demandas y generadoras de escasez. Únicamente _invirtiendo la lógica de la institución_ se hace posible revertir el movimiento. Por esta inversión radical la ciencia y la tecnología moderna no serán aniquiladas, sino que dotarán a la actividad humana de una eficacia sin precedentes. Por esta inversión ni la industria ni la burocracia serán destruidas, sino eliminadas como impedimentos a otros modos de producción. Y la convivencialidad será restaurada en el centro mismo de los sistemas políticos que protegen, garantizan y refuerzan el ejercicio óptimo del recurso que mejor repartido está en el mundo: _la energía personal que controla la persona_. Oigo decir que desde ahora es necesario que aseguremos colectivamente la defensa de nuestra vida y de nuestro trabajo contra los instrumentos y las instituciones, que amenazan o desconocen el derecho de las personas a utilizar su energía en forma creativa. Oigo proponer que con este objeto debemos explicitar la estructura formal común a los procesos de decisión ética, legal y política: es ella _la que garantiza que la limitación y el control de las herramientas sociales_ serán resultado de un proceso de participación y no de los oráculos de los expertos.
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+El ideal propuesto por la tradición socialista no se traducirá en realidad mientras no se inviertan las instituciones imperantes y no sea sustituida la instrumentación industrial por herramientas convivenciales. Y por su parte la reinstrumentación de la sociedad tiene todas las probabilidades de perdurar como piadoso propósito, si los ideales socialistas de justicia no lo adoptan. Por ello se debe saludar a la crisis declarada de las instituciones dominantes como al amanecer de una liberación revolucionaria que nos emancipará de aquellas instancias que mutilan la libertad elemental del ser humano, con el solo fin de atosigar cada vez a más usuarios. Esta crisis planetaria de las instituciones nos puede hacer llegar a un _nuevo estado de conciencia_, que afecte a la naturaleza de la herramienta y a la acción a seguir, para que la mayoría tome el control. Si, desde ahora, las herramientas no se someten a un control político, la cooperación de los burócratas del bienestar y de los burócratas de la ideología nos hará reventar de 'felicidad'. La libertad y la dignidad del ser humano seguirán degradándose, estableciendo una servidumbre sin precedentes del hombre a su herramienta.
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+A la amenaza de un apocalipsis tecnocrático, yo opongo la visión de una sociedad convivencial. La sociedad convivencial descansará sobre contratos sociales que garanticen a cada uno el mayor y más libre acceso a las herramientas de la comunidad, con la condición de no lesionar una igual libertad de acceso al otro.
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+### Los valores de base
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+En nuestros días existe la tendencia a confiar a un cuerpo de especialistas la tarea de sondear y anunciar el futuro. Se entrega el poder a hombres políticos que prometen construir la megamáquina para producir el porvenir. Se acepta una creciente disparidad de niveles de energía y de poder, puesto que el desarrollo de la productividad requiere la desigualdad. Mientras más igualitaria es la distribución, más centralizado es el control de la producción. Las propias instituciones políticas funcionan como mecanismos de presión y de represión, que doman al ciudadano y vuelven a domar al desviado para conformarlos a los objetivos de producción. El Derecho se subordina al bien de la institución. El consenso de la fe utilitaria degrada la justicia al simple rango de una distribución equitativa de los productos de la institución.
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+Una sociedad que define el bien como la satisfacción máxima, por el mayor consumo de bienes y servicios industriales, del mayor número de gente, mutila en forma intolerable la autonomía de la persona. Una solución política de repuesto a este utilitarismo definiría el bien por la capacidad de cada uno para moldear la imagen de su propio porvenir. Esta redefinición del bien puede ser operacional sólo si se aplican criterios negativos. Ante todo se trata de proscribir los instrumentos y las leyes que obstaculizan el ejercicio de la libertad personal. Esta empresa colectiva limitaría las dimensiones de las herramientas, a fin de defender valores esenciales que yo llamaría: _sobrevivencia, equidad, autonomía creadora_, pero que asimismo podrían designarse por los tres criterios matemáticos de viabilidad, curva de distribución de _inputs_ y curva de control de _outputs_. Estos valores son fundamento para toda estructura convivencial, aun cuando las leyes y la moral varíen de una cultura a otra.
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+Cada uno de estos valores limita, a su manera, la herramienta. La supervivencia es condición necesaria, pero no suficiente, para la equidad: se puede sobrevivir en prisión. La _equidad_ en la distribución de los productos industriales es condición necesaria, pero no suficiente, para un trabajo convivencial: uno puede convertirse en prisionero de la instrumentación. La autonomía, como poder de control sobre la energía, engloba los dos primeros valores citados, y define el _trabajo convivencial_. Éste tiene, como condición, el establecimiento de estructuras que posibiliten esta distribución equitativa de la energía. Debemos construir --y gracias a los progresos científicos lo podemos hacer-- una sociedad posindustrial en que el ejercicio de la creatividad de una persona no imponga jamás a otra un trabajo, un conocimiento o un consumo obligatorio. En la era de la tecnología científica, _solamente una estructura convivencial de la herramienta puede conjugar la supervivencia y la equidad_. La equidad exige que, a un tiempo, se compartan el poder y el haber. Si bien la carrera por la energía conduce al holocausto, la centralización del control de la energía en manos de un leviatán burocrático sacrificaría el control igualitario de la misma a la ficción de una distribución equitativa de los productos obtenidos. La estructuración convivencial de las herramientas es una necesidad y una urgencia desde el momento en que la ciencia libera nuevas formas de energía. Una estructura convivencial de la herramienta hace realizable la equidad y practicable la justicia; ella constituye la única garantía de supervivencia.
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+### El precio de esta inversión
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+Sin embargo, la transición del presente estado de cosas a un modo de producción convivencial amenazará a mucha gente, incluso en sus posibilidades de sobrevivir. En opinión del hombre industrializado, los primeros en sufrir y morir, a consecuencia de los límites impuestos a la industria, serían los pobres. Pero la dominación del hombre por la herramienta ha tomado ya un giro suicida. La supervivencia de Bangladesh depende del trigo canadiense, y la salud de los neoyorquinos exige el saqueo de los recursos planetarios. La transición pues a una sociedad convivencial irá acompañada de extremos sufrimientos: hambre para algunos, pánico para otros. Tienen el derecho a desear esta transición sólo aquellos que saben que la organización industrial dominante está en vías de producir sufrimientos aún peores, so pretexto de aliviarlos. Para ser posible dentro de la equidad, la supervivencia exige sacrificios y postula una elección. Exige una renuncia general a la sobrepoblación, a la sobreabundancia y al superpoder, ya se trate de individuos o de grupos. Esto redunda en renunciar a la ilusión que sustituye la preocupación por lo prójimo, es decir _del más próximo_, por la insoportable pretensión de organizar la vida en las antípodas. Esto implica renunciar al poder, en servicio tanto de los demás como de sí mismo. La supervivencia dentro de la equidad no será producto de un _ukase_ de los burócratas, ni efecto de un cálculo de los tecnócratas. Será resultado del idealismo de los humildes. La convivencialidad no tiene precio, pero se debe saber muy bien lo que costará desprenderse del modelo actual. El hombre reencontrará la alegría de la sobriedad y de la austeridad, reaprendiendo a depender del otro, en vez de convertirse en esclavo de la energía y de la burocracia todopoderosa.
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+### Los límites de mi demostración
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+En lo que sigue, no pretendo otra cosa que ofrecer una metodología que permita detectar los medios que han sido transformados en fines. Me ciño a la rudeza de la herramienta, no a la sutileza de la intención. El rigor de mi propósito me impedirá tratar cuestiones laterales, complementarias o subordinadas.
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+_1._ De nada me serviría ofrecer una ficción detallada de la sociedad futura. Quiero dar una guía para actuar y dejar libre curso a la imaginación. La _vida_ dentro de una sociedad convivencial y moderna nos reserva sorpresas que sobrepasan nuestra imaginación y nuestra esperanza. No propongo una _utopía normativa_, sino las condiciones formales de un procedimiento que permita a cada colectividad elegir continuamente su utopía realizable. La convivencialidad es multiforme.
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+_2._ No he de proponer aquí _un tratado de organización_ de las instituciones, ni un _manual técnico_ para la fabricación de la herramienta justa, ni un _modo de empleo_ de la institución convivencial, desde el momento en que no pretendo vender una tecnología 'mejor', ni soy propagandista de una ideología. Sólo espero definir los indicadores que hacen guiños cada vez que la herramienta manipula al hombre, con el fin de poder proscribir la instrumentación y las instituciones que destruyen el modo de vida convivencial. Este manifiesto es pues guía, detector para utilizarlo como tal. La paradoja es que, actualmente, hemos alcanzado un nivel anteriormente impensable en nuestra habilidad de instrumentar la acción humana y que, por lo mismo, es justamente en nuestra época cuando resulta difícil imaginar una sociedad de herramientas simples, en donde el hombre pudiera lograr sus fines utilizando una energía puesta bajo su control personal. Nuestros sueños están estandarizados, nuestra imaginación industrializada, nuestra fantasía programada. No somos capaces de concebir más que sistemas de hiperinstrumentalización para los hábitos sociales, adaptados a la lógica de la producción en masa. Casi hemos perdido la capacidad de soñar un mundo en donde la palabra se tome y se comparta, en donde nadie límite la creatividad del prójimo, en donde cada uno pueda cambiar la vida.
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+El mundo actual está dividido en dos: están aquellos que no tienen lo suficiente y aquellos que tienen demasiado; aquellos a quienes los automóviles sacan de la carretera y aquellos que conducen esos vehículos. Los pobres se sienten frustrados y los ricos siempre insatisfechos. Una sociedad equipada con el sistema de rodamientos a bolas (menor fricción en el rodaje) y que rodara al ritmo del hombre sería incomparablemente más autónoma que todas las sociedades programadas del presente. Nos encontramos en la época de los hombres-máquina, incapaces de considerar, en su riqueza y en su concreción, el radio de acción que ofrecen las herramientas modernas mantenidas dentro de ciertos límites. En su mente no hay un lugar reservado al salto cualitativo que implicaría una economía en equilibrio estable con el mundo.
+
+En su cerebro no hay un hueco para una sociedad liberada de los horarios y de los tratamientos que les impone el incremento de la instrumentalización. El hombre-máquina no conoce la alegría que tiene al alcance de la mano dentro de una pobreza querida; no conoce la sobria embriaguez de la vida. Una sociedad en donde cada cual apreciara lo que es suficiente sería quizás una sociedad pobre, pero sería seguramente rica en sorpresas y sería libre.
+
+_3._ Me atengo a la estructura de la herramienta, _no a la estructura del carácter del individuo y de la comunidad_. Ciertamente, la reconstrucción social, esencialmente en los países ricos implica que la mirada adquiera transparencia, que la sonrisa se haga atenta y que los gestos se suavicen: exige una reconstrucción del hombre y de la índole de la sociedad. Pero aquí no hablo como psicólogo, aunque estoy seguro de que dominar la herramienta permitirá disminuir la distorsión del carácter social.
+
+Cada ciudad tiene su historia y su cultura y, por lo mismo, cada paisaje urbano de hoy sufre la misma degradación. Todas las supercarreteras, todos los hospitales, todas las aulas, todas las oficinas, todos los grandes complejos urbanos y todos los supermercados se asemejan. Las mismas herramientas producen los mismos efectos. Todos los policías motorizados y todos los especialistas en informática se parecen; en toda la superficie del planeta tienen la misma apariencia y hacen los mismos gestos, en tanto que, de una región a otra, los pobres difieren. A menos de reinstrumentalizar la sociedad, no escaparemos a la homogeneización progresiva de todo, al desarraigamiento cultural y a la estandarización de las relaciones personales. Una investigación complementaria sería la que se ocuparía de los caracteres del hombre industrial que obstaculizan o amenazan la reinstrumentación. Yo no quiero dar recetas para cambiar al hombre y crear una nueva sociedad, y no pretendo saber cómo van a cambiar las personalidades y las culturas. Pero sí tengo una certeza: una pluralidad de herramientas limitadas y de organizaciones convivenciales estimularía una diversidad de modos de vida, que tendría más en cuenta la memoria, es decir la herencia del pasado, o la invención, es decir la creación.
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+_4._ Cae fuera de mi propósito central el ocuparme _de la estrategia o de la táctica política_; a excepción tal vez de China bajo el presidente Mao Tse Tung, ningún gobierno actual podría reestructurar su proyecto para la sociedad siguiendo una linea convivencial. Los dirigentes de los partidos y de las industrias son como los oficiales de un barco, apostados al timón de mando de las instituciones dominantes: empresas multinacionales, estados, partidos políticos y movimientos organizados, monopolios profesionales, etc., pueden cambiar de ruta, de cargamento y de dotación, pero no de oficio. Hasta pueden producir una demanda que satisfaga la oferta de herramientas, o limitarla para maximizar las ganancias. El presidente de una empresa europea o el de una comuna china pueden facilitar la participación cómplice de los trabajadores en las directrices de producción, pero no tienen el poder de invertir la estructura de la institución que dirigen.
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+Las instituciones dominantes optimizan la producción de los megainstrumentos y la orientan hacia una población de fantasmas. Los directivos de hoy forman una clase nueva de hombres; seleccionados por su personalidad, su saber y su gusto por el poder, son hombres entrenados para garantizar, al mismo tiempo, el incremento del producto bruto y el acondicionamiento del cliente. Detentan el poder y poseen la energía, dejando al público la ilusión de mantener la propiedad legal de los instrumentos. Es a ellos a quienes hay que liquidar. Pero de nada servirá eliminarlos, sobre todo si es para limitarse a reemplazarlos. El nuevo equipo en el poder, pretendería ser más legítimo, con mayor base para manipular ese poder heredado y bien estructurado. Así sólo hay una forma de liquidar para siempre a los dirigentes: demoliendo la maquinaria que los hace necesarios y, con ello, la demanda masiva que asegura su imperio. La profesión de gerente general no tiene porvenir en una sociedad convivencial, como no tiene cabida el profesor en una sociedad sin escuela. Una especie se extingue cuando ya no tiene razón de ser.
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+Lo inverso es un medio propicio a la producción, obra de un pueblo anárquico. Pero el político que ha conquistado el poder es el último en comprender el poder de la renuncia. En una sociedad donde la decisión política encauzara la eficacia de la herramienta, no sólo se extenderían los destinos personales, sino que saldrían a la luz nuevas formas de participación política. El hombre hace la herramienta y se hace por la herramienta. La herramienta convivencial suprime ciertos escalones de poder, de limitación y de programación, aquellos precisamente que tienden a uniformar a todos los gobiernos actuales. La adopción de un modo de producción convivencial no prejuzga en favor de ninguna forma determinada de gobierno, como tampoco excluye una federación mundial, pactos entre naciones, entre comunas o conservación de ciertos tipos de gobiernos tradicionales. En el centro de una sociedad convivencial está la vida política, pero aquí me concreto a describir los criterios estructurales negativos de la producción y la estructura formal base para un nuevo pluralismo político.
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+_5._ Una metodología que nos permita detectar la destrucción de la sociedad por la mega-instrumentación postula el reconocimiento de la supervivencia dentro de la equidad como valor fundamental e implica, por lo tanto la elaboración de una teoría de la justicia. Pero este primer manifiesto no puede ser _ni un tratado ni un compendio de ética_. En apoyo de mi argumento, es preciso que me contente con enunciar simplemente los valores fundamentales de esta teoría.
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+_6._ En una sociedad posindustrial y convivencial, los problemas económicos no desaparecerán de un día para otro, como tampoco se resolverán por sí solos. Reconocer que el PNB no evalúa el bienestar, no elimina la necesidad de una noción que cuantifique las transferencias injustas de poder; asignar límites no monetarios y políticamente definidos al incremento industrial, entraña someter a revisión muchas nociones económicas consagradas, pero no hace desaparecer la desigualdad entre los hombres. Limitar la explotación del hombre por la herramienta trae consigo el peligro de que ella sea sustituida por nuevas formas de explotación del hombre por el hombre. Pero de hecho, el individuo tendrá mayores posibilidades de integrarse a la sociedad, de provocar el cambio, que en la era industrial o preindustrial.
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+Aún limitada, la herramienta convivencial será incomparablemente más eficiente que la herramienta primitiva, y, a diferencia de la instrumentación industrial, estará al alcance de todos. Pero habrá quienes le saquen más ventajas que otros. Se dirá que la limitación de los instrumentos no pasará de ser letra muerta mientras _una nueva teoría económica_ no haya alcanzado la etapa de operación que asegure la redistribución dentro de una sociedad descentralizada. Esto, que es absolutamente exacto, cae, sin embargo, _fuera del propósito_ que nos ocupa, que es el de una teoría sobre la eficacia y la distribución de los medios de producción, y no el de una teoría que se refiera directamente a la reorganización financiera. Propongo, pues, la identificación de seis cercos imponibles a la expansión de la producción. Cada uno de ellos representa una dimensión natural dentro de la cual las unidades de medida de la economía se reducen a una clase de factores sin dimensión.
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+### La industrialización de la falta
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+Una metodología que permita señalar la perversión de la herramienta al convertirse en su propio fin, encontrará necesariamente una fuerte resistencia entre quienes están habituados a medir el bien en términos de francos o de dólares. Platón decía que el mal hombre de estado cree poder medirlo todo y mezcla la consideración de lo inferior y de lo superior en busca de lo que conviene más al fin pretendido. Nuestra actitud hacia la producción ha sido moldeada, a lo largo de los siglos, por una larga sucesión de este tipo de hombres de estado. Poco a poco las instituciones no sólo han conformado nuestra demanda, sino que también han dado forma a nuestra lógica, es decir, a nuestro sentido de la medida. Primero se pide lo que produce la institución, pronto se cree no poder vivir sin ello. Y mientras menos se puede gozar de lo que ha llegado a convertirse en necesidad, más fuertemente se siente la necesidad de cuantificarlo. La necesidad personal se convierte así en falta medible.
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+La invención de la 'educación' es un ejemplo de lo que expongo. Se tiene la tendencia a olvidar que la necesidad de educación, en su acepción moderna, es una invención reciente. Era desconocida antes de la Reforma, excepto en la crianza de la primera edad, que los animales y los hombres prodigan a sus crías. Se la distinguía con mucha exactitud de la instrucción necesaria al niño, y del estudio al cual más tarde se dedicaban algunos, bajo la dirección de un maestro. Para Voltaire, la palabra 'educación' era todavía un neologismo presuntuoso, empleado por fatuos maestros de escuela.
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+La empresa que consiste en hacer pasar a todos los hombres por grados sucesivos de iluminación encuentra raíces profundas en la alquimia, el Gran Arte de finales de la Edad Media. Con muy justo título se considera Juan Amos Comenius, obispo moravo del siglo XVII --pansofista y pedagogo, como él mismo se nombraba--, uno de los fundadores de la escuela moderna. Fue uno de los primeros en proponer siete o doce grados de aprendizaje obligatorio. En su _Magna Didáctica_ describe la escuela como un instrumento para «enseñar a todos totalmente todo» ( _omnes_ , _omnta_ , _omino_ ) y esboza el proyecto de una producción en cadena del saber, que disminuye el costo y aumenta el valor de la educación, con el fin de permitir a cada cual alcanzar la plenitud de la humanidad. Pero Comenius no sólo fue uno de los primeros teóricos de la producción en masa, fue también un alquimista, que adaptó el vocabulario técnico de la transmutación de los elementos al arte de criar a los niños. El alquimista quiere refinar los elementos base, purificando sus espíritus a través de doce etapas sucesivas de iluminación. Al término de este proceso, para su mayor bien y el del universo, los elementos son transformables en metal precioso: el residuo de la materia, habiendo sufrido siete clases de tratamiento, da plata, y lo que subsiste, después de doce pruebas, da oro. Naturalmente los alquimistas fracasaban siempre, cualquiera que fuera la perseverancia en sus esfuerzos, pero siempre su ciencia les ofrecía nuevas buenas razones para volver a la carga con tenacidad. El fracaso de la alquimia culmina con el fracaso de la industria.
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+El modo industrial de producción fue plenamente racionalizado, por primera vez, con motivo de la fabricación de un nuevo bien de servicio: la educación, la pedagogía agregó un nuevo capítulo a la historia del Gran Arte. Dentro del proceso alquimista, la educación se convierte en la búsqueda de aquello de donde nacerá un nuevo tipo de hombre, requerido por el medio, moldeado por la magia científica. Pero sea cual haya sido el precio pagado por las sucesivas generaciones, se reveló cada vez de nuevo que la mayoría de los alumnos no eran dignos de alcanzar los más altos grados de la iluminación, y era preciso excluirlos del juego, por ineptos para llevar la 'verdadera' vida, ofrecida en ese mundo creado por el hombre.
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+La redefinición del proceso de adquisición del saber, en términos de escolarización, no sólo ha justificado a la escuela, al darle apariencia de necesidad, sino que también, simultáneamente, ha creado una nueva especie de pobres, los no escolarizados, y una nueva clase de segregación social, la discriminación de los que carecen de educación por parte de los orgullosos de haberla recibido. El individuo escolarizado sabe exactamente el nivel que ha alcanzado en la pirámide jerárquica del saber, y conoce con precisión lo que le falta para alcanzar la cúspide. Una vez que acepta ser definido por una administración, según su grado de conocimientos, acepta después, sin dudar, que los burócratas determinen sus necesidades de salud, que los tecnócratas definan su falta de movilidad. Una vez moldeado en la mentalidad de consumidor-usuario, ya no puede ver la perversión de los medios en fines, inherente a la estructura misma de la producción industrial tanto de lo necesario como de lo suntuario. Condicionado para creer que la escuela puede ofrecerle una existencia de conocimientos, llega a creer igualmente que los transportes pueden ahorrarle tiempo, o que en sus aplicaciones militares, la física atómica le puede proteger. Se apega a la idea de que el aumento de salarios corresponde al del nivel de vida y que el crecimiento del sector terciario refleja un alza en la calidad de la vida.
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+En realidad, la industrialización de las necesidades reduce toda satisfacción a un acto de verificación operacional, sustituye la alegría de vivir por el placer de aplicar una medida.
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+El servicio _educación_ y la institución escuela se justifican mutuamente. La colectividad sólo tiene una manera de salir de ese círculo vicioso, y es tomando conciencia de que la institución ha llegado a fijar ella misma los fines: la institución presenta valores abstractos, luego los materializa encadenando al hombre a mecanismos implacables. ¿Cómo romper el círculo? Es necesario hacerse la pregunta: ¿quién me encadena, quién me habitúa a sus drogas? Hacerse la pregunta es ya responderla. Es liberarse de la opresión del sin sentido y de la falta, reconociendo cada uno su propia capacidad de aprender, de moverse, de descuidarse, de hacerse entender y de comprender. Esta liberación es obligadamente instantánea, puesto que no hay término medio entre la inconsciencia y el despertar. La falta, que la sociedad industrial mantiene con esmero, no sobrevive al descubrimiento que muestra cómo las personas y las comunidades pueden, ellas mismas, satisfacer sus verdaderas necesidades.
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+La definición industrial de los valores entorpece extremadamente la posibilidad del usuario de percibir la estructura profunda de los medios sociales. Le es difícil captar que existe una vía distinta, que no es la alienación del trabajo, la industrialización de la falta y la supereficiencia de la herramienta. Le es difícil imaginar que se puede ganar en rendimiento social lo que se pierde en rentabilidad industrial. El temor de que rechazando el presente se retorne a la esclavitud del pasado, le encierra en la prisión multinacional de hoy, llámese ésta fábrica Phillips o escuela.
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+En tiempos pasados la existencia dorada de unos cuantos descansaba sobre la servidumbre de los demás. La eficiencia de cada uno era débil: la vida fácil de una minoría exigía el embargo del trabajo de la mayoría. Ahora bien, una serie de descubrimientos recientes, muy simples, pero inconcebibles en el siglo XVIII, han aumentado la eficiencia del hombre. El balero[^n02], la sierra, la reja de acero del arado, la bomba de agua o la bicicleta, han multiplicado el rendimiento horario del hombre y facilitado su trabajo.
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+En Occidente, entre la alta Edad Media y el Siglo de las Luces, más de un auténtico humanista se extravió en el sueño del alquimista. La ilusión consistía en creer que la máquina era un hombre artificial que reemplazaría al esclavo.
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+### La otra posibilidad: una estructura convivencial
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+Una sociedad convivencial es la que ofrece al hombre la posibilidad de ejercer la acción más autónoma y más creativa, con ayuda de las herramientas menos controlables por los otros. La productividad se conjuga en términos de tener, la convivencialidad en términos de ser. En tanto que el incremento de la instrumentación, pasados los umbrales críticos, produce siempre más uniformación reglamentada, mayor dependencia, explotación e impotencia, el respeto a los límites garantizará un libre florecimiento de la autonomía y de la creatividad humanas. Claramente, yo empleo el término _herramienta_ en el sentido más amplio posible, como instrumento o como medio, independientemente de ser producto de la actividad fabricadora, organizadora o racionalizante del hombre o, como es el caso del sílex prehistórico, simplemente apropiado por la mano del hombre para realizar una tarea específica, es decir, para ser puesto al servicio de una intencionalidad.
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+Una escoba, un bolígrafo, un destornillador, una jeringa, un ladrillo, un motor, son herramientas, a igual título que un automóvil o un televisor. Una fábrica de empanadas o una central eléctrica, como instituciones productoras de bienes, entran también en la categoría de la herramienta. Dentro del herramental, hay que ordenar también las instituciones productoras de servicios, como son la escuela, la institución médica, la investigación, los medios de comunicación o los centros de planificación. Las leyes sobre el matrimonio o los programas escolares conforman la vida social del mismo modo que las redes de carreteras. La categoría de la herramienta engloba todos los instrumentos razonados de la acción humana, la máquina y su modo de empleo, el código y su operador, el pan y el circo. Como se ve, el campo abierto al concepto de herramienta varía de una cultura a otra. Depende de la impronta que una sociedad determinada ejerza sobre su estructura y su medio ambiente. Todo objeto tomado como medio para un fin se convierte en herramienta.
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+La herramienta es inherente a la relación social. En tanto actúo como hombre, me sirvo de herramientas. Según que yo la domine o ella me domine, la herramienta o me liga, o me desliga del cuerpo social. En tanto que yo domine la herramienta, yo doy al mundo mi sentido; cuando la herramienta me domina, su estructura conforma e informa la representación que tengo de mí mismo. La herramienta convivencial es la que me deja la mayor latitud y el mayor poder para modificar el mundo en la medida de mi intención. La herramienta industrial me niega ese poder; más aún, por su medio, es otro quien determina mi demanda, reduce mi margen de control y rige mi propio sentido. La mayoría de las herramientas que hoy me rodean no podrían ser utilizadas de manera convivencial.
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+La herramienta es a la vez medio de control y elemento transformador de energía. Como se sabe, el hombre dispone de dos tipos de energía, la que genera de sí mismo (o energía metabólica) y la que extrae del exterior. El hombre maneja la primera y manipula la segunda. Es por eso que haré una distinción entre la herramienta manejable y la herramienta manipulable.
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+_La herramienta manejable_ adapta la energía metabólica a una tarea específica. Es multivalente, como el sílex original, el martillo o el cortaplumas. Es univalente y altamente elaborada, como el torno del alfarero, el telar, la máquina de coser a pedal o la fresa del dentista. La herramienta manejable puede alcanzar la complejidad de una organización de transportes que saca de la energía humana el máximo de movilidad, como ocurre en un sistema de bicicletas y de triciclos, al que correspondería una red de pistas tal vez cubiertas y con estaciones de mantenimiento. La herramienta manejable es conductora de energía metabólica: la mano, el pie, la dominan; la energía que ella pide puede producirla cualquiera que coma y respire.
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+_La herramienta manipulable_ es movida, por lo menos en parte, por energía exterior. Puede servir para multiplicar la energía humana: los bueyes tiran del arado, pero para guiarlos se necesita del labrador. Asimismo un montacargas o una sierra eléctrica conjugan la energía metabólica con la energía exógena. Sin embargo, la herramienta manipulable puede exceder la escala humana. La energía que proporciona el piloto de un avión supersónico ya no es parte significativa de la energía consumida en el vuelo. El piloto es un simple operador, cuya acción es regida por los datos que un ordenador dirige por él. Y aun hay alguien más en la cabina de mando, porque el ordenador es imperfecto, o porque el sindicato de pilotos es poderoso y organizado.
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+_La herramienta es convivencial_ en la medida en que cada uno puede utilizarla sin dificultad, tan frecuente o raramente como él lo desee, y para los fines que él mismo determine. El uso que cada cual haga de ella no invade la libertad del otro para hacer lo mismo. Nadie necesita de un diploma para tener el derecho de usarla a voluntad; se lo puede tomar o no. Entre el hombre y el mundo ella es un conductor de sentido, un traductor de intencionalidad.
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+Ciertas instituciones son, estructuralmente, herramientas convivenciales y ello independientemente de su nivel tecnológico. El teléfono puede servir de ejemplo. Bajo la única condición de disponer de las monedas necesarias para su funcionamiento, cualquiera puede llamar a la persona que quiera para decirle lo que quiera; informaciones bursátiles, injurias o palabras de amor. Ningún burócrata podrá fijar de antemano el contenido de una comunicación telefónica --si acaso, podrá violar el secreto, pero asimismo puede protegerlo--. Cuando los computadores infatigables mantienen ocupadas más de la mitad de las líneas californianas y, con ello, restringen la libertad de las comunicaciones personales, es la compañía telefónica la responsable, al desviar la explotación de una licencia concedida originariamente a las personas para el habla. Cuando una población entera se deja intoxicar por el uso abusivo del teléfono y pierde así la costumbre de intercambiar cartas o visitas, este error conduce al recurso inmoderado a una herramienta que es convivencial por esencia, pero cuya función se desnaturaliza por haber recibido su campo de acción una extensión errónea.
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+La herramienta manejable llama al uso convivencial. Si no se presta a ello es porque la institución reserva su uso para el monopolio de una profesión, como lo hace, por ejemplo, al poner las bibliotecas en el recinto de las escuelas o al decretar la extracción de los dientes y otras intervenciones simples como actos médicos, practicables sólo por especialistas. Pero la herramienta puede también ser objeto de una especie de segregación, como es el caso de los motores, concebidos de tal manera que uno mismo no puede practicar pequeñas reparaciones con ayuda de una tenaza y un destornillador. El monopolio de la institución sobre este tipo de herramientas manejables constituye un abuso, pervierte el uso del mismo, pero sin que por ello éste se desnaturalice, como el cuchillo del asesino no deja de ser cuchillo.
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+El carácter convivencial de la herramienta no depende, en principio, de su nivel de complejidad. Lo que se ha dicho del teléfono podría repetirse, punto por punto, respecto al sistema de correos, o al de transportes fluviales en Tailandia. Cada uno de esos sistemas es una estructura institucional que maximiza la libertad de la persona, aun cuando pueda ser desviada de su finalidad y pervertida en su uso. El teléfono es el producto de una técnica avanzada; el sistema de correos puede funcionar a diversos niveles técnicos, pero exige siempre mucha organización; la red de canales y de piraguas integra una programación mínima, dentro del cuadro de una técnica consuetudinaria.
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+### El equilibrio institucional
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+Al aproximarse a su segundo umbral la institución pervierte el uso de la herramienta manejable. Es entonces cuando se abre el reino de las manipulaciones. Cada vez más, se va adoptando el medio como fin. Reunidas en esa forma, las condiciones para la enseñanza cuestan más caras que la enseñanza misma, y el costo de la formación ya no se compensa con el fruto que produce. Los medios para el fin perseguido por la institución son cada vez menos accesibles a una persona autónoma o, dicho con más exactitud, se integran a una cadena de eslabones solidarios que hay que aceptar en su totalidad. En Estados Unidos no hay viaje en avión sin automóvil, y sin viaje en avión no hay congreso de especialistas. Las herramientas que alcanzarían los mismos fines, exigiendo menos del usuario, respetando su libertad de maniobra, son eliminadas del mercado. Mientras que las aceras van desapareciendo, la complejidad de la red de carreteras no hace sino crecer.
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+Es posible que ciertos medios de producción, no convivenciales, parezcan deseables en una sociedad posindustrial. Es probable que, aun en un mundo convivencial, ciertas colectividades elijan tener más abundancia, a costa de menos creatividad. Es casi seguro que, durante el periodo de transición, la electricidad no sea en todas partes el resultado de una producción doméstica. Ciertamente, el conductor de un tren no puede salirse de la vía férrea ni elegir sus estaciones y su horario. Los postillones no estaban menos sujetos a una ruta precisa que los petroleros modernos lo están hoy, muy al contrario. La transmisión de mensajes telefónicos se hace sobre una banda de frecuencia determinada y debe ser dirigida por una administración central, aun cuando cubra una zona delimitada. En realidad, no hay ninguna razón para proscribir de una sociedad convivencial toda herramienta poderosa y toda producción centralizada. Dentro de la perspectiva convivencial, el equilibrio entre la justicia en la participación y la igualdad dentro de la distribución puede variar de una sociedad a otra, en función de la historia, de los ideales y del medio ambiente de esa sociedad.
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+No es esencial que las instituciones manipuladoras o los bienes y los servicios susceptibles de intoxicar sean totalmente excluidos de una sociedad convivencial. Lo que importa es que semejante sociedad logre un equilibrio entre, por una parte, la instrumentación concebida para satisfacer la demanda que produce y, por otra, los instrumentos que estimulan la realización personal. Lo primero materializa programas abstractos concernientes a los hombres en general; lo segundo favorece la aptitud de cada uno para perseguir sus fines a su manera personal, inimitable.
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+No es cuestión de proscribir una herramienta por el sólo hecho de que, de acuerdo con nuestros criterios de clasificación, se pueda calificar de anticonvivencial. Estos criterios son guías para la acción. Una sociedad puede utilizarlos para reestructurar la totalidad de su instrumentación, en función del estilo y del grado de convivencialidad que desee alcanzar. Una sociedad convivencial no prohíbe la escuela. Proscribe el sistema escolar pervertido en herramienta obligatoria, basada en la segregación y el rechazo de los fracasados. Una sociedad convivencial no suprime los transportes interurbanos a gran velocidad, a menos que su existencia impida garantizar al conjunto de la población la posibilidad de circular a la velocidad y al ritmo que quiera. Una sociedad convivencial ni siquiera pretende rechazar la televisión, aun cuando ésta deja a discreción de algunos productores y charlatanes seleccionar y fabricar lo que habrá de 'tragar' la masa de televidentes; sin embargo, una sociedad de ese tipo debe proteger a la persona contra la _obligación_ de convertirse en cautiva de la pantalla. Como se ve, los criterios de la convivencialidad no son reglas a aplicarse mecánicamente, sino indicadores de la acción política concerniente a todo lo que se debe evitar. Son criterios de detección de una amenaza, que permiten a cada uno hacer valer su propia libertad.
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+### La ceguera actual y el ejemplo del pasado
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+En el presente, los criterios institucionales sobre la acción humana son opuestos a los nuestros, incluso en las sociedades marxistas en donde la clase obrera se cree en el poder. El planificador socialista rivaliza con el vocero de la libre empresa, en su intento por demostrar que sus principios aseguran a una sociedad el máximo de productividad. En los países socialistas, la política económica con frecuencia se define por su preocupación de aumentar la productividad industrial. El monopolio de la interpretación industrial del marxismo sirve de barrera y de medio de chantaje contra toda forma de marxismo heterodoxo. Falta ver si China, después de la muerte del presidente Mao Tse-Tung, abandonará, ella también, la convivencialidad productiva, para volverse hacia la productividad estandarizada. La interpretación exclusivamente industrial del socialismo, permite a los comunistas y a los capitalistas hablar el mismo idioma, medir en forma similar el grado de desarrollo alcanzado por una sociedad. Una sociedad en donde la mayoría de la gente depende, respecto a los bienes y servicios que recibe, de las cualidades, de la imaginación, del amor y de la habilidad de cada cual, pertenece a la clase considerada como subdesarrollada. En cambio, una sociedad en donde la vida cotidiana no es más que una serie de pedidos sobre catálogo al gran supermercado universal, se considera avanzada. Y el revolucionario no es más que un entrenador deportivo: campeón del Tercer Mundo o portavoz de las minorías subconsumidoras, encauza la frustración de las masas a las que revela su _retraso_; canaliza la violencia popular y la transforma en _energía para dar alcance_.
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+Cada uno de los aspectos de la sociedad industrial es componente de un sistema de conjunto que implica la escalada de la producción y el incremento de la demanda indispensables para justificar el costo social total. Es por ello que, cuando se concentra la crítica social sobre la mala administración, la corrupción, la insuficiencia de la investigación o el retraso tecnológico, no se hace más que distraer la atención del público del único problema que cuenta: la estructura inherente a la herramienta que se toma como medio, y que determina una creciente falta general. Otro error consiste en creer que la frustración actual se debe principalmente a la propiedad privada de los medios de producción, y que la apropiación pública de esos medios, a través de un organismo central de planificación, protegerá los intereses de la mayoría y conducirá a un reparto equitativo de la abundancia. Este remedio propuesto no cambiará la estructura antihumana de la herramienta. Mientras se ataque al consorcio Ford por la única razón de que enriquece al señor Ford, se mantendrá la ilusión de que las fábricas Ford podrían enriquecer a la colectividad. Mientras la población suponga que el automóvil le reporta ventajas, no tendrá queja contra Ford por construir automóviles. Mientras comparta la ilusión de que es posible aumentar la velocidad de desplazamiento de cada uno, la sociedad continuará criticando su propio sistema político, en vez de imaginar otro sistema de transportes. Sin embargo, la solución está al alcance de la mano: no reside en una forma determinada de apropiación de la herramienta, sino en el descubrimiento del carácter de ciertas herramientas, en saber que nadie podrá jamás _poseerlas_. El concepto de apropiación no se podrá aplicar a una instrumentación incontrolable. La cuestión urgente sería determinar qué herramientas pueden ser controladas en interés general, y comprender que una herramienta incontrolable representa una amenaza insoportable. Es secundaria la cuestión de saber cómo organizar un medio privado de control que responda al interés general.
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+Ciertas herramientas son siempre destructoras, cualesquiera que sean las manos que las detenten: la mafia, los capitalistas, una firma multinacional, el Estado o incluso una colectiva obrera. Es así, por ejemplo, en el caso de las redes de autopistas de vías múltiples, de los sistemas de comunicación a larga distancia que utilizan bandas anchas de frecuencias y también de las minas o de las escuelas. El instrumento destructor incrementa la uniformación, la dependencia, la explotación y la impotencia; despoja al pobre de su parte de convivencialidad, para frustrar más al rico de la suya.
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+Al hombre moderno le es difícil concebir el desarrollo y la modernización en términos de reducción y no de incremento del consumo de energía. Para él, una técnica avanzada rima con una profunda intervención en el proceso físico, mental y social. Si queremos aprehender la instrumentación con exactitud, debemos abandonar la ilusión de que un alto grado de cultura implica el más alto consumo de energía posible. En las civilizaciones antiguas, los recursos energéticos estaban repartidos equitativamente. Cada ser humano, por su constitución biológica, disponía de por vida de toda la energía potencial necesaria para transformar conscientemente el contorno físico según su voluntad, puesto que la fuente era su propio cuerpo bajo la sola condición de que se le mantuviera en buena salud. En estas condiciones, controlar grandes cantidades de energía física no era más que resultado de manipulaciones psíquicas o de una dominación política.
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+Para edificar las pirámides de Teotihuacán en México, para formar las terrazas de arrozales de Ibagué, en Filipinas, los hombres no necesitaron para nada de herramientas manipulables. La cúpula de San Pedro en Roma y los canales de Angkor Vat fueron construidos sin bulldozeres, sólo a fuerza de brazos. Los generales de César recibían las noticias a través de _jinetes_, los Fugger y los jefes incas utilizaban corredores. Hasta el siglo XVIII, las galeras de la República Veneciana y todos los mensajeros viajaban a menos de 120 kilómetros por día. El ejército de Napoleón se desplazaba siempre con la misma lentitud que el de César. La mano o el pie impulsaban la bobina o el torno, la rueda de alfarero y la sierra de madera. La energía metabólica del hombre alimentaba la agricultura, la artesanía y la guerra. La ingeniosidad del individuo canalizaba la energía animal hacia ciertas tareas sociales. Los poderosos de la tierra no controlaban otra energía más que la suministrada, de grado o por fuerza por sus propios súbditos.
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+Ciertamente, el metabolismo humano no bastaba para procurar toda la energía deseable, pero en la mayoría de las culturas se mantenía incluso como su fuente principal: el hombre sabía poner a su servicio ciertas fuerzas naturales. Utilizaba el fuego para cocer sus alimentos y más tarde para forjar las armas; sabía extraer el agua de la tierra, descender por los ríos, navegar a vela, utilizar la fuerza de la gravedad, domesticar al animal. Pero en su totalidad estos recursos fueron secundarios y de poco rendimiento. La sociedad ateniense del siglo VI o la del Cuatrocientos florentino, sabían utilizar en forma armoniosa las fuerzas naturales, pero la construcción de templos y palacios se hizo, en lo esencial, sólo por obra de la energía humana. Es cierto que el hombre podía reducir una ciudad a cenizas o hacer del Sahara un desierto, pero esta explosión de energía, una vez desatada, escapaba a su poder de control.
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+Es posible dar un valor aproximado a la cantidad de energía física de que disponían las sociedades tradicionales. El ser humano quemaba un promedio de 2.500 calorías diarias, de las cuales cuatro quintos servían únicamente para mantenerle vivo, hacer latir su corazón y accionar su cerebro. El remanente se podía aplicar a diversas tareas, pero no todo era transformable en trabajo. No sólo se aplicaba a los juegos de la infancia, sino también, y sobre todo, a las actividades de sobrevivencia cotidiana: levantarse, preparar los alimentos, protegerse contra el frío o contra la amenaza de los otros. Privado del impulso de sus actividades, el hombre se ha vuelto inepto para el trabajo: la sociedad puede moldearlas, pero no puede suprimirlas, para destinar a otras tareas la energía que requieren. La costumbre, el lenguaje y el Derecho determinan la forma de alfarería que fabrica el esclavo, pero el amo no puede privar a su esclavo de techo, salvo privándose a sí mismo del esclavo. Sumando múltiples descargas pequeñas de energía individual, puestas a disposición de la colectividad, se construyeron templos, se trasladaron montañas, se tejieron vestimentas, se hicieron guerras, se transportó al monarca y se le honró.
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+La energía estaba limitada, era función del nivel de la población, se abastecía del vigor del cuerpo. Su eficacia dependía del grado de desarrollo --y de distribución en la población-- de las herramientas manejables. La herramienta incorporaba la energía metabólica a la tarea. Jugaba con las fuerzas, ya fuera la de gravedad o la del viento, pero no ampliaba la fuerza de trabajo. Para disponer de más poder físico que el vecino había que avasallarle. Si el amo empleaba formas de energía humana, podía controlarlas únicamente si gobernaba sobre otros hombres. Cada yunta de bueyes requería un boyero para cuidarla y conducirla. Hasta el fuego de la forja requería de un guardián para cuidarlo. El poder político era el dominio de la voluntad de los demás, y el dominio de la fuerza física era la detentación de la autoridad.
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+En las sociedades preindustriales, el poder político no podía controlar más que la energía _excedente_, proporcionada por la población. Cada ventaja en la eficiencia, obtenida gracias a una nueva herramienta o a un nuevo modo de organización, significaba para la población el riesgo de verse privada del control de ese excedente de energía. Todo aumento en la eficiencia permitía a la clase dominante apropiarse de una parte mayor de la energía total disponible. De modo que a la evolución de las técnicas correspondía una evolución paralela de las clases sociales. Se cobraban impuestos al individuo, quitándole una parte de su producto personal, o bien se le imponían trabajos obligatorios suplementarios. La ideología, la estructura de la economía, el armamento y el modo de vida favorecían esta concentración, en manos de unos cuantos, del dominio de la energía biológica aumentada.
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+Sin embargo, este tipo de concentración no tiene los mismos efectos en una cultura u otra, sobre el reparto de los frutos del esfuerzo social. En el mejor de los casos, amplía el radio de acción para las energías personales. La sociedad campesina en Europa central, a finales de la Edad Media, es un buen ejemplo de ello. Tres invenciones recientes --el estribo, las herraduras para caballos y el arnés-- triplicaron el rendimiento del caballo. Equipado así, el arado tirado por un caballo hizo posible la rotación trienal de los cultivos, la explotación de nuevas tierras y, enganchado a una carreta, elevó al cuadrado el radio de acción del campesino, lo cual provocó el movimiento de concentración del _hábitat_ en poblaciones agrupadas en torno a una iglesia, más tarde a una escuela. En el peor de los casos, la concentración del poder, al disponer de la energía, condujo al establecimiento de grandes imperios, propagados por los ejércitos mercenarios y alimentados por los campesinos reducidos al vasallaje.
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+Hacia finales de la Edad de Hierro, o sea desde el reino de Agripa hasta el siglo de Watt, la cantidad total de energía disponible aumentó rápidamente. De hecho, la mayoría de las grandes mutaciones técnicas anteriores al descubrimiento de la electricidad, se produjeron durante la alta Edad Media. La invención de los tres mástiles, sacando mejor partido de la fuerza del viento, hizo posible la navegación alrededor del mundo. La excavación de los canales europeos y la invención de la esclusa hicieron posibles los transportes regulares de cargamentos pesados. Los cerveceros, los tintoreros, los alfareros, los ladrilleros, los azucareros y los salineros se beneficiaron del perfeccionamiento y difusión de los molinos de viento y de agua. La forja a orillas del torrente sustituye a la fragua en el bosque; el martillo es reemplazado por los molinetes de pilón para triturar el mineral, y al canasto a espaldas del hombre, lo reemplaza la polea que permite levantar cargas. La fuerza hidráulica acciona sopletes para ventilar galerías y gracias a las norias se bombea el agua para drenar el fondo de la mina y el hombre se sumerge más adentro de la tierra. Aun se dice del campesino, detrás de su arado, que 'labora'; del minero se dice que 'trabaja'. Después, el carro, equipado de un tren delantero pivotante y de ejes móviles, permite duplicar la velocidad del desplazamiento, con lo cual, a partir del siglo XVIII, se benefician el correo y el transporte de pasajeros. Por primera vez en la historia del hombre es posible desplazarse a cien kilómetros por hora. Poblados y campos, unos más lentamente que los otros, fueron transformados, remodelados, poco a poco.
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+En su libro _The Myth of the Machine: The Pentagon of Power_ , Lewis Mumford subraya las características específicas que convirtieron la actividad minera en prototipo de las formas ulteriores de mecanización:
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+> "... indiferencia hacia los factores humanos, a la contaminación y a la destrucción del contorno, puesto el acento en el proceso fisicoquímico con miras a obtener el metal o el carburante deseado y, sobre todo, el aislamiento geográfico y mental del universo del granjero y del artesano, del mundo de la Iglesia, de la Universidad y de la Ciudad. Por su efecto destructor sobre el medio ambiente y su desprecio por los riesgos impuestos al hombre, la actividad minera se acerca mucho a la actividad guerrera --como la guerra, la mina produce con frecuencia un tipo de hombre duro y digno, habituado a afrontar el peligro y la muerte [...], el soldado en su mejor aspecto--. Pero el _animus_ destructor de la mina, su siniestra labor, su aura de miseria humana y la degradación del paisaje, todo eso lo transmite la actividad minera a las industrias que utilizan su producción. El costo social excede grandemente al beneficio mecánico".
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+De manera que a la herramienta accionada al ritmo del hombre, sucedió un hombre actuando al ritmo de la herramienta, con lo cual, todas las modalidades humanas de actuar se vieron transformadas.
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+### Un nuevo concepto del trabajo
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+A finales de la Edad Media, el antiguo sueño del alquimista de fabricar un homúnculo en el laboratorio, poco a poco tomó la forma de la creación de robots para que trabajaran por el hombre, y de la educación del hombre para trabajar a su lado. Esta nueva actitud hacia la actividad productora se reflejaba en la introducción de una nueva palabra. _Tripaliare_ significaba torturar sobre el _trepalium_ , mencionado en el siglo VI como un armazón formado de tres troncos, suplicio que reemplazó en el mundo cristiano al de la cruz. En el siglo XII, la palabra trabajo significaba una prueba dolorosa. Hubo que esperar al siglo XVI para poder emplear la palabra 'trabajo' en lugar de obra o de labor. A la _obra_ ( _poiesis_ ) del hombre artista y libre, a la _labor_ ( _poneros_ ) del hombre apremiado por el otro o por la naturaleza, se agrega entonces el _trabajo_, al ritmo de la máquina. En seguida la palabra 'trabajador' desliza su sentido hacia 'labrador' y 'obrero': a fines del siglo XIX los tres términos apenas se distinguen.
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+La ideología de la organización industrial, de la instrumentación y de la organización capitalista de la economía, aparece antes de lo que se ha dado en llamar Revolución Industrial. Desde la época de Bacon, los europeos comenzaron a realizar operaciones indicadoras de un nuevo estado mental: ganar tiempo, reducir el espacio, aumentar la energía, multiplicar los bienes, echar por la borda las normas naturales, prolongar la duración de la vida, sustituir los organismos vivos por mecanismos que los simulan o amplían una función particular. De estos imperativos se desarrollaron en nuestras sociedades los dogmas de la ciencia y de la técnica que tienen valor de axiomas porque no se les somete a análisis. El mismo cambio de mente se refleja en la transición del ritmo ritual a la regularidad mecánica, se pone el acento en la puntualidad, en la medida del espacio y en la contabilización de los votos, de manera que los objetos concretos y los sucesos complejos se transforman en _quanta_ abstracta. Esta pasión capitalista por un orden repetitivo mina el equilibrio cualitativo entre el obrero y su débil instrumentación.
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+El surgimiento de nuevas formas de energía y de poder alteró la relación que el hombre mantenía con el tiempo. El préstamo a interés era condenado por la Iglesia como una práctica contra natura; el dinero era, por naturaleza, un medio de cambio para comprar lo necesario, no un capital que pudiera _trabajar_ o dar frutos. En el siglo XVII, la Iglesia misma abandona esta concepción, aunque a su pesar, para aceptar el hecho de que los cristianos se habían convertido en capitalistas comerciantes. El uso del reloj se generaliza y, con él, la idea de la 'falta' de tiempo. El tiempo se transforma en dinero: «he ganado tiempo»; «me sobra tiempo, ¿cómo voy a gastarlo?»; «me falta tiempo»; «¡no puedo permitirme el lujo de derrocharlo, ganar una hora, ya es ganancia!»
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+Pronto se comenzó a considerar abiertamente al hombre como una fuente de energía. Se trató de medir la prestación diaria máxima que se podía obtener de un hombre, luego a comparar el costo de manutención y la potencia del hombre con la del caballo. El hombre fue redefinido como fuente de energía mecánica. Se observó que los galeotes no eran muy eficientes porque permanecían sujetos al movimiento simple del remo. En cambio, los prisioneros condenados al suplicio de la ardilla, utilizado aún en el siglo XIX en las prisiones inglesas, proporcionaban una potencia rotativa capaz de alimentar cualquier máquina nueva.
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+La nueva relación del hombre con su instrumentalización echa raíces durante la Revolución Industrial; como, a su vez, el capitalismo, en el siglo XVI, reclamó nuevas fuentes de energía. La máquina a vapor es más un efecto de esta sed de energía que una causa de la Revolución Industrial. Con el ferrocarril, esta preciosa máquina se vuelve móvil y el hombre se hace usuario. En 1782, la diligencia franqueó los cien kilómetros por día entre París y Marsella; en 1855, Napoleón III se ufanaba de recorrer cien kilómetros por hora. Poco a poco, la máquina puso al hombre en movimiento: en 1900, un trabajador francés, no empleado en la agricultura, alcanzaba en promedio treinta veces más kilómetros que su homónimo en 1850. Llega entonces el fin de la Edad de Hierro y a la vez el de la Revolución Industrial. La capacidad de moverse se sustituye por el recurso a los transportes. El hacer en serie reemplaza al _savoir-faire_[^n03], la industrialización se convierte en norma.
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+En el siglo XX, el hombre pone en explotación gigantescas reservas naturales de energía. El nivel energético así logrado establece sus propias normas, determina los caracteres técnicos de la herramienta, más aún, el nuevo emplazamiento del hombre. A la obra, a la labor, al trabajo, viene a agregarse el servicio de la máquina: obligado a adaptarse a su ritmo, el trabajador se transforma en operador de motores o en empleado de oficina. Y el ritmo de la producción exige la docilidad del consumidor que acepta un producto estandarizado y condicionado.
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+A partir de entonces, disminuye la necesidad de jornaleros en el campo y el siervo deja de ser rentable. También el trabajador deja de ser rentable, desde que la automatización logra por medio de la industrialización, la franca transformación que la producción en masa ha perseguido. El encanto discreto del condicionamiento abstracto de la mega-máquina reemplaza el efecto del chasquido del látigo en el oído del labrador esclavo, y el avance implacable de la cadena sin fin desencadena el gesto estereotipado del esclavo.
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+Así, pues, hemos revisado cuatro niveles energéticos que pueden marcar la organización de una sociedad, la estructura de sus herramientas y el estilo dominante de sus actividades productoras. Esas cuatro organizaciones circunscriben, respectivamente, el campo de la obra independiente y creadora, de la labor bajo la ley de la necesidad, del trabajo al ritmo de la cadena sin fin y del funcionamiento 'condicionado operacionalmente' dentro de la mega- máquina. La manera en que estos diferentes tipos de actividad participan en los cambios de la economía y afrontan las leyes del mercado es reveladora de sus mutuas diferencias. El creador de una obra no puede ofrecerse él mismo en el mercado, solamente puede ofrecer el fruto de su actividad. El labrador y el trabajador pueden ofrecer a otro su fuerza y su competencia. En fin, el puesto del funcionario y del operador se ha convertido también en una mercancía. El derecho a manejar una máquina y a beneficiarse con los privilegios correspondientes se obtiene como resultado del consumo de una serie de tratamientos previos: currículum escolar, condicionamiento profesional, educación permanente.
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+Todos somos hijos de nuestro tiempo y, como tales, nos resulta bien difícil imaginar un tipo de producción posindustrial, y por lo mismo, humana. Para nosotros, limitar la instrumentación industrial significa el retorno al infierno de la mina y al cronómetro de la fábrica, o al trabajo del granjero que compite con la agricultura mecanizada. El obrero que sumerge un neumático en una solución hirviente de ácido sulfúrico debe repetir ese gesto absurdo y agotador a cada gemido de la máquina, y está así realmente atado a la máquina. Por otra parte, el trabajo del campo ya no es lo que fue para el siervo o para el campesino tradicional. Para éstos era laborar un campo en función del crecimiento de las plantas, del apetito de los animales y del tiempo que haría al día siguiente. El obrero agrícola moderno que no dispone de herramientas manipulables, se encuentra en cambio en una situación absurda. Cogido entre dos fuegos, o debe agotarse para rivalizar con los rendimientos de los que poseen tractores y máquinas de usos múltiples, o bien debe hacer funcionar esta maquinaria moderna, consciente de estar fastidiado, explotado y chasqueado, con la sensación de ser una simple pieza de recambio para la mega- máquina. Es incapaz de imaginar la posibilidad de usar herramientas manejables que son, a la vez, menos fatigadoras que el antiguo arado, menos alienantes que la trilladora y más productivas que uno y otra.
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+Ninguno de los tipos de instrumentos fabricados en el pasado posibilitaba un tipo de sociedad y un modo de actividad marcados a la vez con el sello de la eficiencia y de la convivencialidad. Pero hoy en día podemos concebir herramientas que permitan eliminar la esclavitud del hombre frente al hombre, sin someterlo a la máquina. La condición para esta posibilidad es la reversión del cuadro de las instituciones que rigen la aplicación de los resultados de las ciencias y de las técnicas. En nuestros días, el avance científico se identifica con la sustitución de la iniciativa humana por la instrumentación programada, pero lo que, de esa manera, se toma por efecto de la lógica del saber, no es en realidad más que la consecuencia de un prejuicio ideológico.
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+La convicción común es que la ciencia y la técnica apoyan el modo industrial de producción, y que, por este hecho, imponen el reemplazo de todos los instrumentos específicamente relacionados con un trabajo autónomo y creador. Pero semejante proceso no está implícito en los descubrimientos científicos, y no es una consecuencia ineluctable de su aplicación. Lejos de ello, es el resultado de la decisión absoluta en favor del desarrollo del modo industrial de producción: la investigación se esfuerza por reducir en todas partes los obstáculos secundarios que entraban en el crecimiento de un determinado proceso; bajo una programación a largo plazo, se adorna como si se tratara de un logro costoso, realizado con gran esfuerzo en interés del público. En realidad, la investigación está casi totalmente al servicio del desarrollo industrial. Pero una técnica avanzada podría reducir el peso de la labor y, de mil maneras, servir también a la expansión de la obra de producción personal. Las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre podrían aplicarse a crear herramientas, a trazar su marco de utilización y forjar sus reglas de empleo para alcanzar una incesante recreación de la persona, del grupo y del ambiente --un despliegue total de la iniciativa y de la imaginación de cada uno--.
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+Hoy podemos comprender la naturaleza de una manera nueva. Todo consiste en saber para qué fines. Ha llegado la hora de elegir entre la constitución de una sociedad hiperindustrial, electrónica y cibernética, y el despliegue en un amplio abanico de las herramientas modernas y convivenciales. La misma cantidad de acero puede servir para producir tanto una sierra y una máquina de coser como un elemento industrial: en el primer caso se multiplicará por tres o por diez la eficacia de mil personas; en el segundo, gran parte del _savoir-faire_ perderá su razón de ser. Se debe elegir entre distribuir a millones de personas, al mismo tiempo, la imagen a colores de un tipo agitándose sobre la pantalla, a conceder a cada grupo la posibilidad de producir y distribuir sus propios programas en centros de vídeo. En el primer caso, la técnica está puesta al servicio de la promoción del especialista, regida por burócratas. Cada vez, más planificadores harán estudios de mercado, elaborarán equilibrios planificados y moldearán la demanda de más y más gente en un número mayor de sectores. Habrá siempre más cosas útiles entregadas a los inútiles. Pero se vislumbra una posibilidad. La ciencia se puede emplear también para simplificar la instrumentación, para que cada uno sea capaz de moldear su medio ambiente inmediato, es decir, sea capaz de cargarse de sentido, cargando el mundo de signos.
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+### La desprofesionalización
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+#### La medicina
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+A semejanza de lo que hizo la Reforma al arrancar el monopolio de la escritura a los clérigos, podemos nosotros arrancar el enfermo a los médicos. No es necesario ser muy sabio para aplicar los descubrimientos fundamentales de la medicina moderna, reconocer y atender la mayoría de los males curables, para aliviar el sufrimiento del otro y acompañarle cuando se aproxima la muerte. Nos es difícil creerlo, porque, complicado a sabiendas, el ritual médico nos encubre la simplicidad de los actos. Conozco una niña norteamericana de diecisiete años que fue procesada por haber atendido la sífilis primaria de 130 camaradas de escuela. Un detalle de orden técnico, señalado por un experto, le valió el indulto: los resultados obtenidos fueron, estadísticamente, mejores que los del Servicio de Salud. Seis semanas después del tratamiento ella logró exámenes de control satisfactorios de todos sus pacientes, sin excepción. Se trata de saber si el progreso debe significar independencia progresiva o progresiva dependencia.
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+La posibilidad de confiar la atención médica a no especializados va en contra de nuestra concepción del mayor bienestar, debido a la organización establecida por la medicina. Concebida como una _empresa industrial_, está en manos de _productores_ (médicos, hospitales, laboratorios, farmacéuticos) que estimulan la difusión de procedimientos avanzados, costosos y complicados, reduciendo así al enfermo y a sus cercanos al estatus de clientes dóciles. Organizada como sistema de distribución social de beneficencia, la medicina incita a la población a luchar por unos siempre crecientes cuidados dispensados por profesionales en materia de higiene, de anestesia o de asistencia a los moribundos. Antaño el deseo de justicia distributiva se basaba en la confianza en la autonomía. Actualmente, congelada en el monopolio de una _jerarquía monolítica_, la medicina protege sus fronteras impulsando la formación de una valla de para-profesionales a cuyos subtratamientos se somete al enfermo, que antes los recibía de sus allegados. Con esto la organización médica protege su monopolio ortodoxo contra la competencia desleal de toda curación obtenida por medios heterodoxos. En realidad, cualquiera puede cuidar de su prójimo y en este campo no todo es necesariamente materia de enseñanza. En una sociedad en que cualquiera podría y debería cuidar de su prójimo, simplemente unos serían más expertos que otros. En una sociedad en que se naciera y muriera en casa, o en que el lisiado y el idiota no fueran desterrados de la plaza pública, en que se supiera distinguir la vocación médica de la profesión de plomero, se encontrarían personas para ayudar a los demás a vivir, a sufrir y a morir.
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+La complicidad evidente entre el profesional y su cliente no basta para explicar la resistencia del público a la idea de desprofesionalizar la atención. En la raíz de la impotencia del hombre industrializado se encuentra la otra función de la medicina actual, que sirve de ritual para conjurar la muerte. El paciente se confía al médico, no sólo a causa de su padecimiento, sino por miedo a la muerte, para protegerse de ella. La identificación de toda enfermedad con una amenaza de muerte es de origen bastante reciente. Al perder la diferenciación entre el alivio de una enfermedad curable y la preparación para aceptar un mal incurable, el médico moderno ha perdido el derecho de sus predecesores a distinguirse claramente del brujo y del charlatán; y su cliente ha perdido la capacidad de distinguir entre el alivio del sufrimiento y el recurso al conjuro. Con la celebración del ritual médico, el médico encubre la divergencia entre el hecho que profesa y la realidad que crea, entre la lucha contra el sufrimiento y la muerte por una parte, y el retardo de la muerte a costa de sufrimientos prolongados, por otra. La entereza de asistirse a sí mismo la tiene únicamente el hombre que tiene la entereza de enfrentarse a la muerte.
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+#### El sistema de transportes
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+A comienzos de la década del treinta, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, México fue dotado de un sistema moderno de transportes. En pocos años, las cuatro quintas partes de la población percibieron las ventajas del transporte motorizado. Las poblaciones principales fueron unidas por caminos o trochas. Camiones sólidos, sencillos y duraderos, hacían el trayecto a una velocidad inferior a treinta kilómetros por hora. Los pasajeros se apretaban en los bancos clavados al piso, mientras los equipajes y las mercancías iban atrás o sobre el techo. En distancias cortas, el camión no aventajaba a la gente habituada a caminar llevando pesadas cargas, pero daba a todos la posibilidad de recorrer distancias largas. El hombre ya no arrastraba su cerdo al mercado, lo llevaba consigo en el camión. Cualquiera, en México, podía ir a cualquier punto del país en unos cuantos días.
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+A partir de 1945, cada año es mayor el gasto para el sistema vial. Se construyeron autopistas entre algunos centros importantes. Frágiles automóviles ruedan sobre carreteras bien asfaltadas. Los vehículos pesados van de una fábrica a la obra. Los viejos camiones para todo terreno y para todo uso han sido desplazados a las montañas. En la mayoría de los Estados, el campesino debe tomar un autobús para ir al mercado a comprar productos industrializados, pero le es imposible cargar en el vehículo a su cerdo, y se ve obligado a venderlo al comprador ambulante. Sin embargo, contribuye a financiar la construcción de carreteras que aprovechan los detentadores de diversos monopolios especializados. Está obligado a hacerlo, bajo el supuesto de que, en última instancia, también él será beneficiario del progreso.
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+A cambio de un trayecto ocasional sobre el asiento tapizado de un autobús con aire acondicionado, el hombre medio ha perdido mucho de la movilidad que le garantizaba el sistema antiguo, sin que por ello haya ganado en libertad. Un estudio hecho en dos de los grandes estados típicos de México --uno desértico, el otro montañoso y tropical-- confirma lo que decimos. Menos del uno por ciento de la población de esos dos estados ha recorrido en 1970 más de veinte kilómetros en menos de una hora. Un sistema de bicicletas o de carretas, motorizadas quizás, hubiera representado para el 99% de la población una solución técnicamente mucho más eficaz que la tan cacareada red de carreteras. Esta clase de vehículos pueden construirse y mantenerse a costos relativamente bajos, y podrían moverse por redes viales análogas a las del Imperio Inca. El argumento en favor de la producción masiva de automóviles y de carreteras es que ellas son condición del desarrollo, que sin ellas una región queda desconectada del mercado mundial. Queda por ver si la integración al mercado monetario, que en nuestros días es un símbolo luminoso, es realmente la meta del desarrollo.
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+Desde hace algunos años se empieza a admitir que los automóviles, en la forma en que se utilizan, no son eficaces. Se atribuye esta falta de eficiencia al hecho de que los vehículos se han concebido para la propiedad privada y no para el bien público. En realidad, el sistema moderno de transportes no es eficiente porque todo incremento en velocidad se asimila a un progreso en la circulación. Al igual que el imperativo de mayor bienestar a toda costa, la carrera por la velocidad es una forma de desorden mental. En el país capitalista el viaje largo es una cuestión de dinero. En el país socialista, es una cuestión de poder. La velocidad es un nuevo factor de estratificación social en las sociedades supereficientes.
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+La intoxicación por la velocidad es un buen campo para el control social de las condiciones del desarrollo. En Estados Unidos, la industria de los transportes, en todas sus formas, devora el 23% del presupuesto total de la nación, consume el 35% de la energía y, al mismo tiempo, es la fuente principal de contaminación y la razón más poderosa del endeudamiento de las familias. Esta misma industria con frecuencia consume una fracción aún mayor del presupuesto anual de las municipalidades latinoamericanas. Y lo que en las estadísticas aparece bajo la rúbrica 'desarrollo', es en realidad el vehículo motorizado del médico o del político. Cuesta más caro al conjunto de la población que a los egipcios la construcción de la pirámide de Keops.
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+Tailandia, por ejemplo, es célebre en la historia por su sistema de canales, los _klongs_. Estos canales cubrían con su red todo el país. Garantizaban la circulación de los hombres, del arroz y de los impuestos. Ciertos poblados quedaban aislados durante la temporada seca, pero el ritmo estacional de la vida hacía de este aislamiento periódico ocasión para la meditación y las celebraciones. Un pueblo que se concede largas vacaciones y las llena de actividades, ciertamente no es un pueblo pobre. Durante los últimos cinco años, los canales más importantes han sido rellenados y transformados en carreteras. A los conductores de autobús se les paga por kilómetro, y los vehículos aún son poco numerosos. Asimismo, en un corto plazo, los tailandeses probablemente batirán los records mundiales de velocidad en autobús. Pero habrán de pagar cara la destrucción de las milenarias vías acuáticas. Los economistas dicen que el autobús y los automóviles inyectan dinero a la economía. Esto es cierto, ¿pero a qué precio? ¿Cuántas familias van a perder su ancestral embarcación y, con ella, la libertad? Jamás los automovilistas hubieran podido competir con ellas si el Banco Mundial no les hubiera pagado las carreteras y si el gobierno tailandés no hubiera promulgado nuevas leyes que autorizaran la profanación de los canales.
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+#### La industria de la construcción
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+El Derecho y las Finanzas están detrás de la industria de la construcción, dándole poder para sustraer al hombre la facultad de construir su propia casa. Últimamente, en más de un país de América Latina se han lanzado programas destinados a dar a cada trabajador 'un alojamiento decente'. Al principio se establecieron nuevas normas para la construcción de unidades habitacionales. Éstas estaban destinadas a proteger al adquisidor de los abusos de la industria de la construcción. Pero, paradójicamente, estas mismas normas han privado a un número mayor de gente de la posibilidad tradicional de construirse su casa. Este nuevo código habitacional dicta condiciones mínimas que un trabajador, al construirse su casa en el tiempo libre, no puede satisfacer. Aún más, el solo alquiler de una vivienda cualquiera construida industrialmente sobrepasa el ingreso del ochenta por ciento de la población. Este 'alojamiento decente', como se dice, no puede ser ocupado más que por gente acomodada o por aquellos a quienes la ley concede una subvención para vivienda.
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+Los alojamientos que no satisfacen las normas industriales se declaran peligrosos e insalubres. Se rehúsa ayuda pública a la aplastante mayoría de la población que no tiene medios para comprar una casa, pero que bien podría construirla. Los fondos públicos destinados al mejoramiento de las condiciones habitacionales en las barriadas pobres se destinan a la construcción de poblaciones nuevas cercanas a las capitales provinciales y regionales, en donde podrán vivir los funcionarios, los obreros sindicados y los que tienen conexiones. Toda esa gente es empleada del sector moderno de la economía, _tiene trabajo_. Se les puede clasificar entre los que hablan de su trabajo en sustantivo. Los que no trabajan o que trabajan de cuando en cuando, y los que apenas alcanzan el nivel de subsistencia, utilizan la forma verbal cuando, por casualidad, les es posible _trabajar_.
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+Sólo las personas que tienen trabajo reciben subvenciones para construir su casa; además, todos los servicios públicos están organizados para hacerles la vida grata. En las grandes ciudades de América Latina, el diez por ciento de la población consume alrededor del cincuenta por ciento del agua potable. La mayoría de esas ciudades están en los altiplanos, donde el agua es muy escasa. El código de urbanismo impone normas mucho más bajas que las de los países ricos, pero, al prescribir cómo se deben construir las casas, crea un ambiente de escasez de alojamientos. La pretensión de una sociedad de ofrecer cada vez mejores viviendas sufre de la misma aberración que la de los médicos al pretender cada vez mayor bienestar, o la de los ingenieros al producir cada vez más velocidad. En lo abstracto se fijan fines imposibles de alcanzar, y en seguida se sustituyen los medios por los fines.
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+Lo que ha sucedido en toda la América Latina en los años sesenta, incluyendo a Cuba, también ha sucedido en Massachusetts. En 1945, la tercera parte de las familias habitaba una casa que era enteramente obra de sus ocupantes, o había sido construida según sus planos y bajo su dirección. En 1970, la proporción de esas casas no representaba más que el once por ciento del total. Entretanto, el alojamiento se había convertido en el problema número uno. Aunque gracias a las nuevas herramientas y a los materiales disponibles, construir una casa se ha hecho más fácil en la actualidad, son las instituciones sociales --reglamentos, sindicatos, cláusulas hipotecarias-- las que se oponen a ello.
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+La mayoría de la gente no se siente realmente en su casa, sino cuando una parte significativa del valor de ella es fruto de su propia labor. Una política convivencial se ocuparía primero de definir lo que es imposible que alguien obtenga por sí mismo, cuando se construye su casa. En consecuencia, aseguraría a cada uno el acceso a un mínimo de espacio, de agua, de elementos prefabricados de herramientas convivenciales, desde el barreno hasta el montacargas y, probablemente, también el acceso a un mínimo crédito.
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+Semejante inversión de la política actual daría a una sociedad posindustrial moradas modernas tan atractivas para sus miembros como lo fueron, para los antiguos mayas, las casas que aún son la regla en Yucatán.
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+Hoy día, la asistencia, los transportes, la vivienda, son concebidos como el resultado necesario de una acción que exige la intervención profesional. Esta intervención se concreta por la suma de _quanta_ sucesivas, siendo el _quantum_ la unidad mínima de medida. Tres años de escuela tienen peores efectos que la falta de escolarización: hacen del niño que la abandona un fracasado. Lo que es válido para la escuela lo es también para la medicina, los transportes, la vivienda, la agricultura o la justicia. Los transportes motorizados no son rentables sino a partir de cierta velocidad. La acción de la justicia no es rentable más que cuando la importancia del daño sufrido justifica el costo de la acción judicial. Sembrar nuevas especies no es rentable más que cuando el granjero dispone de suficiente tierra y capital. Es fatal que los instrumentos asombrosos, concebidos para obtener fines sociales definidos en abstracto, provean productos inaccesibles, por _quanta_ , a la mayoría de la gente. Por lo demás, esos instrumentos están _integrados_. Es la misma minoría la que utiliza la escuela, el avión, el teletipo y el aire acondicionado. La productividad exige recurrir a _quanta_ ya diseñados de valores definidos por las instituciones, y una gestión productiva exige que un mismo individuo tenga a la vez acceso a todos esos lotes bien condicionados. La demanda de cada producto específico es regulada por la ley de un medio instrumentado, que concurre a mantener las circunstancias producidas por las otras profesiones. La gente que vive entre su automóvil y su apartamento en un rascacielos, debe poder terminar su existencia en el hospital. Por definición, todos esos bienes son escasos y cada vez se vuelven más escasos, a medida que las profesiones se especializan y elevan el nivel de normas que las rigen. De allí que todo nuevo _quantum_ lanzado al mercado frustra a más gente de la que satisface.
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+Las estadísticas que demuestran el crecimiento del producto y el elevado consumo per cápita de _quanta_ especializados encubren la amplitud de los costos invisibles. La gente es mejor educada, mejor atendida, mejor transportada, mejor divertida y con frecuencia mejor alimentada, bajo la sola condición de que, por unidad de medida de eso _mejor_, acepte dócilmente los objetivos fijados por los expertos. La posibilidad de establecer una sociedad convivencial depende de que se reconozca el carácter destructor del imperialismo político, económico y técnico. Es más importante para una sociedad posindustrial fijar criterios para la concepción de la instrumentación --y límites a su desarrollo-- que establecer objetivos de producción, como es el caso actualmente. Instituyendo el desarrollo obligatorio y sistemático de la producción, nuestra generación amenaza la supervivencia de la humanidad. Para traducir a la práctica la posibilidad teórica de un modo de vida posindustrial y convivencial, necesitamos señalar los umbrales a partir de los cuales la institución produce frustración, y los límites a partir de los cuales las herramientas ejercen un efecto destructor sobre la sociedad en su totalidad.
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+## El equilibrio múltiple
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+Abierto, el equilibrio humano es susceptible de modificarse en función de parámetros flexibles pero finitos: si los hombres pueden cambiar, lo hacen en el interior de ciertos límites. A la inversa, la dinámica del sistema industrial produce su propia inestabilidad: está organizada con miras a un crecimiento indefinido y para la creación ilimitada de necesidades nuevas que pronto se hacen coercitivas dentro del cuadro industrial. El modo industrial de producción, una vez establecido como dominante, aportará este o aquel bien de consumo, pero no pondrá límite a la industrialización de los valores. Semejante proceso de crecimiento pone al hombre una exigencia fuera de lugar: encontrar satisfacción en la sumisión a la lógica de la herramienta. Ahora bien, la estructura de la fuerza productiva moldea las relaciones sociales.
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+La exigencia que la herramienta pone al hombre es cada vez más costosa --es el costo del ajuste del hombre al servicio de su herramienta, reflejado por el crecimiento del sector terciario en el producto global--. Cada vez hay mayor necesidad de manipular al hombre para vencer la resistencia de su equilibrio vital a la dinámica industrial; y esto toma la forma de múltiples terapias pedagógicas, médicas y administrativas. La educación produce consumidores competitivos, la medicina los mantiene con vida en el ambiente instrumentado que se les ha hecho indispensable, y la burocracia refleja la necesidad de que el cuerpo social ejerza su control sobre los individuos dedicados a un trabajo insensato. Que los seguros, la policía y el ejército hagan subir el costo de la defensa de los nuevos privilegios, refleja la situación inherente a una sociedad de consumo: es inevitable que comporte dos tipos de esclavos, aquellos que están intoxicados, y aquellos que ambicionan estarlo, los iniciados y los neófitos.
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+Es hora de centrar el debate político sobre las formas en que la estructura de la fuerza productiva amenaza al hombre. Semejante debate será soslayado por los que se empeñan en prescribir paliativos, encubriendo así la causa profunda del bloqueo de los sistemas de salud, transportes, educación y vivienda, bloqueo que alcanza a las mismas instancias jurídica y política. La crisis ecológica se trata superficialmente, cuando no se subraya lo siguiente: la instalación de dispositivos anticontaminantes no tendrá efecto sino yendo acompañada de la disminución de la producción global. De otra manera, con esas medidas no se hará otra cosa que pasarles los desechos a nuestros vecinos, reservarlos a nuestros hijos o vaciarlos sobre el Tercer Mundo. Estrangular la contaminación creada localmente por una gran industria exige inversiones en material y en energía que recrean, en otra parte, el mismo daño a escala mayor. Si se imponen dispositivos anticontaminantes no se logra más que aumentar el costo unitario de producción. Ciertamente, se conserva un poco de aire respirable para la colectividad, puesto que menos gente puede darse el lujo de conducir un automóvil, dormir en una casa climatizada o tomar el avión para ir de pesca el fin de semana; en lugar de degradar el medio físico, se acentúan las brechas sociales. La estructura de las fuerzas de producción amenaza a las relaciones sociales más directamente que al funcionamiento biológico. Pasar del carbón al átomo es pasar del _smog_ de hoy a altos niveles de radiación mañana. Los norteamericanos, al transportar sus refinerías a ultramar, en donde el control de la contaminación es menos severo, se protegen contra los olores desagradables (aunque no así a los subdesarrollados), y se reservan la fetidez para Venezuela, sin disminuir el envenenamiento del planeta.
+
+El crecimiento desmesurado de la herramienta amenaza a las personas en forma radicalmente nueva y, al mismo tiempo, análoga a las formas clásicas de perjuicio y daño. La amenaza es nueva, en el sentido de que el verdugo y las víctimas se confunden en la dualidad operadores/clientes de instrumentos inexorablemente destructores. En este juego algunos salen ganando, pero todo el mundo, finalmente pierde.
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+Señalaré cinco amenazas que entraña para la población mundial el desarrollo industrial avanzado:
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+1. El supercrecimiento amenaza el derecho del hombre a arraigarse en el medio con el cual ha evolucionado.
+2. La industrialización amenaza el derecho del hombre a la autonomía en la acción.
+3. La sobreprogramación del hombre relacionada con su nuevo medio amenaza su _creatividad_.
+4. Por la complejidad que genera, el proceso de producción amenaza el derecho del hombre a la palabra, es decir, a la política.
+5. El fortalecimiento de los mecanismos de obsolescencia amenaza el derecho del hombre a su tradición, su recurso al precedente por medio del lenguaje, el mito y el ritual.
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+Voy a describir estas cinco amenazas, a la vez distintas e interrelacionadas, regidas por una mortal inversión de los medios en fines. La frustración profunda engendrada por vía de la satisfacción obligatoria e instrumentada, constituye una _sexta amenaza_, que no es la menos sutil, pero que no podría situarse en ninguna violación determinada de un derecho ya definido.
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+La clasificación que utilizo tiene por objeto hacer reconocible el daño (la _nueva_ amenaza) en terminología tradicional. Una herramienta anónima aplicada a salvar la parte dañada, infecta la herida: he aquí un hecho nuevo; por lo mismo, el mal que amenaza a todos no es nuevo. Esta primera clasificación de los perjuicios sufridos puede servir de base para acciones legales cuando las personas lesionadas por el funcionamiento de las herramientas quieran hacer valer su derecho. La explicación de estas teorías de daños puede servir para reconquistar principios de procedimiento político-jurídico con los cuales la gente puede descubrir, acusar y corregir el desequilibrio actual del complejo institucional de la industria.
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+Yo postulo que los principios subyacentes a todo procedimiento son tres, y se aplican en el orden moral, político y jurídico:
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+* a. Un conflicto planteado por una persona es legítimo.
+* b. Las decisiones que han sido incorporadas formalmente en la tradición de una sociedad y representan desde entonces una realidad histórica, pasan por delante de los procesos actuales de decisión.
+* c. El recurso al pueblo, a un consejo de pares, sella las decisiones comunitarias.
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+Invertir de raíz el funcionamiento de nuestras instituciones más importantes, he ahí una revolución de una profundidad bien distinta que el asalto al haber o al poder, que la entrega al público de títulos de propiedad, como se nos propone. No se puede contemplar ni emprender semejante revolución más que llegando a reconquistar --y a ponerse de acuerdo sobre-- una estructura formal de procedimiento.
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+Antes de entrar a precisar el único procedimiento político capaz de salvaguardar el equilibrio humano, conviene centrar el análisis sobre cada una de las dimensiones en donde se presenta la amenaza.
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+### La degradación del medio ambiente
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+La importancia del equilibrio entre el hombre y la biosfera es algo reconocido, y repentinamente ha comenzado a preocupar a mucha gente. La degradación del medio ambiente es dramática y espectacular. Durante años, en México, la circulación de automóviles ha aumentado con regularidad, bajo un cielo azul. Y luego, de golpe, el _smog_ se ha extendido, se ha vuelto peor que en Los Angeles. Venenos de un poder desconocido son inyectados en nuestro bio-sistema. No hay medio de eliminarlos, ni de saber cuánto necesitarán aumentar para reducir el planeta, repentinamente, a una cosa muerta, como ha sucedido ya con el lago de Erie o el lago Baikal. La antropogénesis es evolución dentro de un nicho cósmico. La Tierra es nuestra morada y he aquí que el hombre la amenaza.
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+Generalmente se considera que el crecimiento demográfico, la sobreabundancia y la perversión de la herramienta, son las tres fuerzas que se conjugan para poner en peligro el equilibrio ecológico. Paul Ehrlich subraya el hecho de que si, honestamente, se quiere controlar la explosión demográfica y estabilizar el consumo, está uno expuesto a ser tratado de « _antipoblación_ y _antipobre_ ». Insiste: «medidas impopulares, que límiten a la vez los nacimientos y el consumo, son la única esperanza que tiene la humanidad de evitar una miseria sin precedente». Ehrlich, seguido por otros defensores del crecimiento cero de la población, quiere conjugar el control de los nacimientos y la eficiencia industrial. Por su parte, Barry Commoner pone el acento sobre el hecho de que la perversión de la herramienta, tercera incógnita de la ecuación, es la principal responsable de la reciente degradación del medio ambiente. Él se expone a la crítica de ser un demagogo rompe-máquinas. Commoner, al igual que muchos otros ecólogos, quiere reinstrumentar la industria, más bien que invertir, de raíz, la estructura de base de la herramienta.
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+La fascinación provocada por la crisis ecológica ha limitado la discusión sobre la supervivencia a la consideración de un solo equilibrio, el amenazado por el instrumento contaminante. Pero este debate sigue siendo unidimensional y, por lo tanto, sin objeto, aun si se hace intervenir en él a tres variables, cada una de ellas tendiente a alterar el equilibrio entre el hombre y su medio ambiente. El crecimiento demográfico hace depender a mayor número de gente de recursos limitados, la sobreabundancia obliga a cada uno a depender más de la energía, y la herramienta destructora degrada esta energía sin beneficio.
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+Si se consideran estas tres fuerzas como únicas amenazas y la biosfera como el objeto amenazado, dos cuestiones merecen solamente ser discutidas:
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+* a. ¿Qué factor (o qué fuerza) ha degradado más los recursos genéticos, y cuál representa la amenaza mayor para el futuro próximo? * b. ¿Qué factor, en la medida en que sea reducible o invertible, requiere mayor atención de parte nuestra?
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+Unos dicen que es más fácil ocuparse de la población, otros que es más cómodo reducir la producción que genera la entropía.
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+La honestidad nos obliga a todos a reconocer la necesidad de una limitación de la procreación, del consumo y del despilfarro, pero importa más abandonar la ilusión de que las máquinas pueden trabajar por nosotros, o de que los terapeutas pueden capacitarnos para servirnos de ellas. La única solución a la crisis ecológica consiste en que la gente comprenda que sería más feliz si pudiera _trabajar_ junta y _prestarse asistencia_ mutuamente. Una inversión tal de la manera de ver las cosas reclama osadía intelectual. En efecto, se expone a una crítica que, por poco ilustrada, no por eso es menos dolorosa: no sólo será tratado de 'antipueblo' y 'antipobres', sino también de oscurantista opuesto a la escuela, al saber y al progreso. El desequilibrio ecológico es un recargo que se conjuga con otros para operar, cada uno dentro de una dimensión particular, la distorsión del equilibrio vital. Más adelante indicaré cómo, dentro de esta perspectiva, la superpoblación es el resultado de un desequilibrio de la educación, que la sobreabundancia proviene de la monopolización industrial de los valores personales, que la perversión de la herramienta es efecto ineluctable de la inversión de los medios en fines.
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+El debate unidimensional que sostienen los poseedores de diversos remedios milagrosos, que conjugan el desarrollo industrial con la supervivencia en equidad, no puede más que alimentar la ilusoria esperanza de que, en alguna forma, la acción humana, convenientemente instrumentada, responderá a las exigencias del mundo concebido como Totalidad-Herramienta. Una supervivencia garantizada burocráticamente en estas condiciones significaría la expansión de la industrialización del sector terciario hasta el punto de que la orientación de la evolución mundial sería identificada con un sistema de producción y de reproducción centralmente planificado.
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+Según los partidarios de esta solución --espíritus apegados a la instrumentación--, la conservación del medio físico podrá convertirse en la preocupación primordial del leviatán burocrático puesto al mando regulador de los niveles de reproducción, de demanda, de producción y de consumo. Semejante respuesta tecnocrática al crecimiento demográfico, a la contaminación y a la sobreabundancia, no puede basarse más que en un desarrollo creciente de la industrialización de los valores.
+
+La creencia en la posibilidad de semejante desarrollo se basa ella misma en un postulado erróneo, a saber:
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+> "Los logros históricos de la ciencia y la tecnología han hecho posible el desplazamiento de los valores, su materialización en tareas técnicas. A partir de entonces, el problema candente es el de la redefinición de los valores en términos técnicos, como elementos de un proceso tecnológico. Técnicos, los nuevos fines serían operantes no solamente en el uso, sino fuera del proyecto y de la construcción de la instrumentación"[^n04].
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+El restablecimiento de un equilibrio ecológico depende de la capacidad del cuerpo social para reaccionar contra la progresiva materialización de los valores, en su transformación en áreas técnicas. Al desatender esto, el hombre se encontrará cercado por los productos de su instrumentación, encerrado bajo siete llaves. Rodeado por un medio físico, social y psíquico que él se habrá forjado, se encontrará prisionero de su cápsula-instrumento, incapaz de volver a encontrar el antiguo medio ambiente con el cual se había formado. El equilibrio ecológico no se restablecerá si no reconocemos que únicamente la persona tiene fines, y que sólo puede trabajar para realizarlos.
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+### El monopolio radical
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+Las herramientas supereficientes pueden destruir el equilibrio entre el hombre y la naturaleza y destruir el medio ambiente. Pero las herramientas pueden ser supereficientes de una manera totalmente distinta: pueden alterar la relación entre lo que la gente necesita hacer por sí misma y lo que obtiene de la industria. Dentro de esta segunda dimensión, una producción supereficiente produce un monopolio radical.
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+Por monopolio radical entiendo yo un tipo de dominación por un producto, más allá de lo que así se denomina habitualmente. En general, por monopolio se entiende el control exclusivo, por una firma, de los medios de producción o de venta de un bien o de un servicio. Se dirá que Coca-Cola tiene el monopolio de las bebidas suaves en Nicaragua, por ser el único fabricante de este tipo de bebidas que dispone de los medios modernos de publicidad. Nestlé impone su marca de chocolate al controlar el mercado de la materia prima; un fabricante de automóviles, al controlar las importaciones extranjeras; una cadena de televisión, obteniendo una licencia de exclusividad. Hace un siglo que los monopolios de este estilo han sido reconocidos como subproductos peligrosos del crecimiento industrial, habiéndose establecido dispositivos legales de control de muy poco resultado. Normalmente la legislación opuesta al establecimiento de monopolios ha intentado evitar que con ellos se imponga un límite al desarrollo; en ello nada tenía que ver la preocupación de proteger al individuo.
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+Este primer tipo de monopolio reduce la elección que se le ofrece al consumidor, incluso le obliga a comprar un producto en el mercado, pero raras veces limita su libertad. Un hombre sediento puede desear una bebida no alcohólica, fresca y gaseosa, y verse limitado en la elección por haber una sola marca, pero queda libre de apagar su sed bebiendo cerveza o agua. Sólo cuando su sed se traduce, sin otra posibilidad, en la necesidad apremiante de comprar obligadamente una botella de determinada bebida, se establece el monopolio radical. Yo entiendo por este término, más que la dominación de una marca, la de un tipo de producto. En ese caso un proceso de producción industrial ejerce un control exclusivo sobre la satisfacción de una necesidad apremiante excluyendo en ese sentido todo recurso a las actividades no industriales.
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+Es así como los transportes pueden ejercer el monopolio de la circulación. Los automóviles pueden moldear una ciudad a su imagen, eliminando prácticamente el desplazamiento a pie o en bicicleta, como sucede en Los Angeles. La construcción de carreteras para autobuses puede liquidar la circulación fluvial, como en Tailandia. Cuando el automóvil hace puramente nominal el derecho a caminar --no se trata ya de que haya en circulación más Chevrolets que Peugeots--, se da el monopolio radical. Que la gente se vea obligada a hacerse transportar y se vuelva impotente para circular sin motor, eso es monopolio radical. Lo que los transportes motorizados producen en la gente en virtud de ese monopolio radical es totalmente distinto e independiente de lo que hacen al quemar gasolina que podría ser transformada en alimentos para un mundo superpoblado. También es distinto del homicidio automovilístico. Ciertamente, los automóviles queman gasolina en holocausto. Ciertamente son costosos. Ciertamente, los norteamericanos celebraron la cienmilésima víctima del automóvil desde 1908\. Pero el monopolio radical establecido por el vehículo de motor tiene su propia forma de destruir. Los autos crean las distancias, y la velocidad, bajo todas sus formas, estrangula el espacio. Se abren autopistas a través de regiones superpobladas, luego se extorsiona a la gente un peaje para 'autorizarles' a franquear las distancias que el sistema de transporte exige. Este monopolio de los transportes, como una bestia monstruosa, devora el espacio. Aunque los aviones y los autobuses funcionaran como servicio público, sin contaminar el aire y el silencio, y sin agotar los recursos de energía, su velocidad inhumana no degradaría menos la movilidad natural del hombre, obligándole siempre a dedicar más tiempo a la circulación mecánica.
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+La escuela también puede ejercer un monopolio radical sobre el saber al redefinirlo como educación. Mientras que la gente acepte la definición de la realidad que le da el maestro, los autodidactos llevarán la etiqueta oficial de 'no educados'. La medicina moderna, por su parte, priva a los que sufren de los cuidados que no están bajo prescripción médica. Hay monopolio radical cuando la herramienta programada despoja al individuo de su posibilidad de hacer. Esta dominación de la herramienta instaura el consumo obligatorio y con ello limita la autonomía de la persona. Es un tipo particular de control social reforzado por el consumo obligatorio de una producción en masa que sólo las grandes industrias pueden garantizar.
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+El hecho de que las empresas organizadas de pompas fúnebres lleguen a controlar los entierros demuestra cómo funciona un monopolio radical y en qué difiere de otras formas de comportamiento cultural. En México, apenas hace una generación, cavar la fosa y bendecir el cadáver eran las dos únicas funciones practicadas por especialistas: el sepulturero y el sacerdote. Una muerte en familia creaba obligaciones sociales, de las que se hacían cargo los parientes cercanos. El velorio, las exequias y la comida tenían por función armonizar disputas, dar rienda suelta al dolor, celebrar la vida y la fatalidad de la muerte. La mayoría de los usos, en esa oportunidad, eran de naturaleza ritual, objeto de reglas precisas que diferían de una región a otra. Luego se instalaron las empresas de pompas fúnebres en todas las grandes ciudades. Al principio les fue difícil encontrar clientes, porque la gente aún sabía enterrar a sus muertos. En los años sesenta, estas empresas adquirieron el control de nuevos cementerios y comenzaron a ofrecer servicio completo, incluyendo el ataúd, la ceremonia y el embalsamamiento del difunto. Ahora se ha promulgado una ley que establece, como obligatorio, recurrir a los buenos oficios de los sepultureros. Mientras tenga el control del cadáver, el patrón de pompas fúnebres tendrá el monopolio radical del entierro, así como la medicina está a punto de tomar el de la muerte.
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+La reciente controversia sobre los servicios médicos en Estados Unidos echa una luz brutal sobre la fortaleza que representa un monopolio radical. En la discusión, cada partido político hace del servicio a la enfermedad un problema candente y, por ese hecho, relega el servicio de la salud a un campo donde la política tiene poco que decir. Cada partido promete más dinero a los médicos, a los hospitales y a los farmacéuticos. Con estas promesas no se beneficia la gran masa, pero contribuyen a acrecentar el poder, detentado por una minoría de especialistas, de determinar las herramientas de que ha de servirse el hombre para conservar la salud, cuidar la enfermedad y combatir la muerte. Más dinero revalidará el embargo que ejerce la industria de la salud sobre los fondos públicos, aumentando su prestigio y su poder arbitrario. Puesto en manos de una minoría, semejante poder aumentará el sufrimiento humano y disminuirá la iniciativa de la persona. Se destinará más dinero a las herramientas que no hacen más que retardar una muerte segura, y a servicios que mutilan aún más los derechos elementales de aquellos que quieren cuidarse unos a otros. Más dinero gastado bajo el control de especialistas de la salud significa más gente condicionada en forma operacional para jugar el papel del enfermo, papel que ni siquiera tienen el derecho a jugar cuando les da la gana. Una vez que se acepta este papel, sus necesidades más simples no se pueden satisfacer sin pasar por servicios que, por definición, son profesionales, y, por tanto, sometidos a la escasez.
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+Los hombres disponen de la capacidad innata de cuidarse, reconfortarse, desplazarse, adquirir conocimientos, construir sus moradas y enterrar a sus muertos. Cada uno de estos poderes responde a una necesidad. Los medios para satisfacer estas necesidades no faltan: mientras los hombres sigan dependiendo de lo que puedan hacer por y para sí mismos, el recurso a los profesionales será marginal. Estas actividades tienen un valor de uso y no han sido afectadas por el valor de cambio. Su _ejercicio_ no se considera un _trabajo_.
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+Estas satisfacciones elementales se ratifican cuando el medio ambiente social ha sido transformado de tal suerte que las necesidades primordiales ya no pueden ser satisfechas fuera del comercio. Y un monopolio radical se establece cuando la gente abandona su capacidad innata de hacer lo que puede por sí misma y por los demás, a cambio de algo 'mejor' que sólo puede producir para ellos una herramienta dominante. El monopolio radical refleja la industrialización de los valores. La respuesta personal la sustituye por el objeto estandarizado; crea nuevas formas de escasez y un nuevo instrumento de medida y, por lo tanto, de clasificación del nivel de consumo. Esta reclasificación provoca el alza en el costo unitario de la prestación del servicio, modula la distribución de privilegios, limita el acceso a los recursos, e instala a la gente dentro de la dependencia. Es necesario establecer una defensa contra el monopolio radical. Es necesario defender a la gente contra la muerte y la sepultura estandarizadas, contra el consumo que les es impuesto por el interés de la libre empresa de los médicos y los sepultureros, o por el gobierno en nombre de la higiene. Esta defensa la necesitan, aun cuando la mayoría de ellos son ya tributarios de los servicios especializados. Si no se reconoce la necesidad de una defensa contra el monopolio radical, éste reforzará y afinará su instrumentación, hasta conducir a que el umbral humano de resistencia a la inacción y a la pasividad sea traspuesto.
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+No siempre es fácil determinar lo que constituye el consumo obligatorio. El monopolio escolar no se basa primordialmente sobre una ley que sancione a los padres o a sus hijos por la deserción escolar. No es que no existan leyes semejantes, pero la escuela se apoya en otra táctica: la segregación de los no escolarizados, la centralización de la instrumentación del saber bajo el control de los maestros, el tratamiento social privilegiado de los estudiantes. Si bien es importante defenderse contra las leyes que hacen obligatorias la educación, o la vacunación o la prolongación de la vida humana, esto no basta. Los procedimientos que actualmente permiten protegerse contra la privación de un bien o de un derecho deben extenderse al caso de que las partes amenazadas quieran defenderse de la obligación de consumir, y esto independientemente del tipo del consumo de que se trate. No se puede fijar por adelantado el umbral de intolerabilidad de un monopolio radical, pero se puede anticipar su amenaza. La legislación que define la naturaleza precisa del monopolio considerada como intolerable debe ser fruto de un proceso político.
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+Es tan difícil defenderse contra la generalización del monopolio, como contra la extensión de la contaminación. La gente se enfrenta con mayor facilidad a un peligro que amenaza sus intereses privados que a uno que amenaza al cuerpo social en general. Tiene muchos más enemigos confesos el automóvil que el manejarlo. Los mismos que se oponen a los automóviles, porque contaminan el aire, el silencio y monopolizan la circulación, conducen el suyo y juzgan que su capacidad de contaminación es desestimable, y de ninguna manera tienen la sensación de alienar su libertad cuando van al volante. La defensa contra el monopolio es aún más difícil si se toman en cuenta los siguientes factores: por una parte la sociedad está ya plagada de autopistas, escuelas y hospitales; por otra la capacidad innata de que dispone el hombre para ejercer actos independientes está paralizada desde hace tiempo hasta parecer atrofiada; finalmente, las soluciones que ofrecen otra posibilidad, por ser simples, en apariencia quedan fuera del alcance de la imaginación. Es difícil desembarazarse del monopolio cuando éste ha congelado la forma del mundo físico, anquilosado el comportamiento y mutilado la imaginación. Cuando se descubre el monopolio radical, casi siempre ya es demasiado tarde.
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+Un monopolio comercial se rompe a costa de la minoría que de él se beneficia, es decir, a costa de aquellos que habitualmente se las arreglan para escapar a los controles. Puesto que la colectividad soporta el costo del monopolio radical, éste no podrá romperse si esta misma colectividad no toma conciencia de que le iría mejor financiando la destrucción del monopolio, en vez de su perpetuación. Y no aceptará el pago de este precio si no pone en la balanza, de un lado las promesas de una sociedad convivencial y del otro los espejismos de una sociedad de progresos. La gente elegirá la bicicleta cuando haya calculado bien el precio que paga por los vehículos rápidos. Nadie aceptará pagar si confunde la convivencialidad con la indigencia.
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+Ciertos síntomas del monopolio radical comienzan a apuntar en la conciencia social, y sobre todo éste: aun en los países superdesarrollados, cualquiera que sea su régimen político, la tasa de crecimiento de la frustración excede grandemente a la de la producción. Ciertamente, las políticas de acomodo de la frustración fácilmente distraen la atención de la índole profunda del monopolio. Pero cada éxito superficial, que corrige distorsiones y diluye la crítica en reformas vagas, arraiga más sólidamente el monopolio a que nos referimos.
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+El primer paliativo es la defensa del consumidor. El consumidor no puede pasarse sin un automóvil. Compra ésta o aquella marca. Descubre que la mayoría de los automóviles son peligrosos, no importa a qué velocidad. Entonces se organiza con otros consumidores para obtener automóviles más seguros, de mejor calidad y más duraderos. La victoria del consumidor es una victoria pírrica: se gana otra vez la confianza en los vehículos superpotentes (públicos o privados), lo que significa más dependencia colectiva hacia ellos y siempre más frustración para los que andan a pie porque tienen que hacerlo, o porque así lo quieren.
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+Que los consumidores 'enganchados' a un producto se organicen para defenderse tiene como efecto inmediato aumentar la calidad de la droga suministrada y la potencia del proveedor y, en última instancia, puede llevar al desarrollo a encontrar sus propios límites: es posible que los automóviles lleguen a ser algún día demasiado costosos para la compra y los medicamentos demasiado violentos para los ensayos. Es exacerbando las contradicciones inherentes a tal proceso de industrialización de los valores como las mayorías pueden, por sí mismas, llegar a tomar plena conciencia de estas contradicciones. Es posible que el consumidor sagaz, que elige sus compras, llegue a descubrir que está mejor servido arreglándoselas por sí solo.
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+El segundo paliativo, que tiende a igualar la tasa de crecimiento de la producción, es el de la frustración y la planificación. La ilusión imperante es que los planificadores, animados de ideales socialistas, pueden de alguna manera crear una sociedad socialista en donde los trabajadores industriales representarán la mayoría. Quienes sostienen esta idea desatienden el siguiente hecho: el margen de adaptación de instrumentos anticonvivenciales (que manipulan a la persona) a una sociedad socialista es extremadamente estrecho. El recurso a los transportes, a la educación o la medicina, una vez que se establece su gratuidad, corre el riesgo de ser reforzado por los guardianes del orden moral: se acusará al subconsumidor de sabotear el esfuerzo nacional. En una economía de mercado, quien quiere cuidarse la gripe quedándose en la cama es acusado por dejar de ganar. En una sociedad que apela 'al pueblo' para alcanzar objetivos de producción determinados desde arriba, el resistirse a consumir la medicina se asimila a una profesión de inmoralidad pública. La defensa contra el monopolio radical es posible bajo una condición: que se obtenga, en el plano político, un acuerdo unánime sobre la necesidad de poner término al crecimiento. Este consenso se sitúa en oposición directa a la actitud subyacente en todas las oposiciones políticas, y que consiste en reclamar más cosas útiles para más gente inútil.
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+El equilibrio entre el hombre y su medio, por una parte, y por otra, entre la posibilidad de ejercer una actividad creativa y la suma de necesidades elementales a satisfacer en esa forma, da un doble equilibrio que se aproxima actualmente al punto de ruptura. Sin embargo, la gran mayoría no se siente preocupada. Debo explicar aquí por qué esta gran mayoría es ciega o impotente ante el peligro. Creo que la ceguera se debe a un tercer equilibrio: el del saber; en cuanto a la importancia, es el hecho de la perturbación de un cuarto equilibrio, que yo llamo equilibrio del poder.
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+### La sobreprogramación
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+El equilibrio del saber es determinado por la relación de dos variables: por un lado, el saber que proviene de las relaciones creativas entre el hombre y su medio; por otro, el saber cosificado del hombre movido por su medio instrumentado.
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+El primer saber es efecto de los nudos de relaciones que se establecen espontáneamente entre las personas, dentro del empleo de herramientas convivenciales. El segundo saber es el resultado de un amansamiento intencional y programado. El aprendizaje del lenguaje materno exime del primer saber, la ingestión de matemáticas en la escuela exime del segundo. Nadie sensato irá a decir que hablar, caminar u ocuparse de un niño sea resultado de una educación formal. Es distinto, de ordinario, tratándose de las matemáticas, la danza clásica o la pintura.
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+El equilibrio del saber cambia, según el lugar y el tiempo. El rito es determinante: un musulmán sabe un poco de árabe gracias a su oración. Esta adquisición del saber se opera por interacción dentro del medio circunscrito por una tradición. De manera análoga los campesinos transmiten el folklore de su tierra. Las clases y las castas multiplican las oportunidades de aprender: el rico _sabe_ comportarse en la mesa y sabe conversar (subrayando además que 'eso no se aprende'), el pobre sabrá sobrevivir dignamente allí donde ninguna escuela ha enseñado a los ricos cómo hacerlo.
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+Primero es la estructura de la herramienta para la adquisición del primer saber: mientras menos convivenciales son nuestras herramientas, más alimentan la instrucción. En ciertas tribus de reducido tamaño y de gran cohesión, el saber es compartido muy equitativamente entre la mayoría de sus miembros: cada uno sabe la mayor parte de lo que todo el mundo sabe. Ulteriormente, en el proceso de civilización, se introducen nuevas herramientas: más gente sabe más cosas, pero no todos saben hacer todas las cosas igualmente bien. La maestría, en todo caso, no implica todavía el monopolio de la comprensión: se puede tener la comprensión de lo que hace el herrero sin ser herrero, no es necesario ser cocinero para saber cómo se cocina. Este juego combinado de una información ampliamente extendida y de la aptitud general de sacarle partido, caracteriza a una sociedad donde prevalece la herramienta convivencial. Si la técnica del artesano puede ser comprendida al observar el trabajo, los recursos complejos que maneja no pueden adquirirse más que tras una larga operación disciplinada: el aprendizaje. El saber global de una sociedad florece cuando al mismo tiempo se desarrolla el saber adquirido espontáneamente y el saber recibido de un maestro; entonces el rigor y la libertad se conjugan armoniosamente. La extensión del campo del equilibrio del saber no puede llegar hasta el infinito; lleva en sí su propio límite. Este campo es optimizable, no es indefinido. Primero, porque el tiempo de la vida de un hombre es limitado. Segundo --y esto es inexorable-- porque la especialización de la herramienta y la división del trabajo están en interacción, y requieren, más allá de un punto determinado, una superprogramación del operador y del cliente. La mayor parte del saber de cada uno es pues efecto de la voluntad y del poder de otro. La cultura puede florecer en innumerables variedades, pero hay barreras materiales que no puede bordear.
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+¿Dentro de qué ambiente nace el niño de las ciudades? Dentro de un conjunto complejo de sistemas que significan una cosa para quienes los conciben y otra para quienes los emplean. Colocado en contacto con miles de sistemas, colocado en sus terminales, el hombre de las ciudades sabe servirse del teléfono y de la televisión, pero no sabe cómo funcionan. La adquisición espontánea del saber está confinada a los mecanismos de ajuste a un confort masificado. El hombre de las ciudades cada vez tiene menos posibilidad de hacer las cosas a su antojo. Hacer la corte, la comida y el amor se convierten en materia docente. Desviado por y hacia la educación, el equilibrio del saber se degrada. La gente aprende lo que se le ha enseñado, pero ya no sabe por sí misma. Siente la necesidad de ser educada. El saber es pues un bien, y como todo bien puesto en el mercado, está sujeto a la escasez. Ocultar la naturaleza de esta escasez, es la función bastante costosa de una educación multiforme. La educación es la preparación programada para la 'vida activa', a través de la ingurgitación (engullir, tragar) de instrucciones masivas y estandarizadas, producidas por la escuela. Pero la educación es también la ramificación continua sobre el flujo de las informaciones mediatizadas sobre lo que pasa: es el 'mensaje' de cada bien manufacturado. A veces el mensaje está escrito sobre el envoltorio, se lee por fuerza. Si el producto es más elaborado, su forma, su color, las asociaciones provocadas, dictan al usuario la forma de empleo. Particularmente, la educación es permanente, como medicina de temporada, para el administrador, el policía y el obrero calificado, periódicamente sobrepasados por las innovaciones de su ramo. Cuando la gente se agota y debe volver sin cesar a los bancos de la escuela para recibir un baño de saber y seguridad, cuando el analista debe ser reprogramado para cada nueva generación de computadores, es que la educación realmente es un bien sujeto a la escasez. Es entonces cuando la educación se convierte en la cuestión, más candente para la sociedad y, al mismo tiempo, la más mistificante.
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+En todas partes, la tasa de crecimiento del costo de la formación es superior a la del producto global. Hay dos interpretaciones posibles. Para una, la educación es un medio de alcanzar esos fines económicos. Desde este punto de vista la inversión del saber del hombre se requiere por la necesidad de elevar la productividad. La disparidad en las tasas de crecimiento del sector terciario terapéutico significa que la producción global se acerca al asíntoma. Para detener el peligro, es necesario encontrar el medio de aumentar la relación costo/beneficio dentro de la ortopedia pedagógica. Las escuelas serán las primeras afectadas en el proceso de racionalización de los mecanismos de capitalización del saber. En mi opinión esto es una lástima. Por destructora e ineficaz que sea la escuela, dado su carácter tradicional, asegura un mínimo de defensa al niño. Los institutores transformados en 'educadores' y liberados de los obstáculos inherentes al sistema escolar, podrían revelarse como 'condicionadores' horriblemente eficaces.
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+El punto de partida de la segunda interpretación es opuesto: el sector terciario, sin que se le pueda asimilar sólo a la educación, es el producto social más precioso del crecimiento industrial. En ese sentido, la declinación de la utilidad marginal de la educación no podrá justificar una limitación en su producción. Al contrario, la sustitución de la demanda de bienes por la demanda de servicios, marca a la vez la transición de una sociedad hacia una economía estable y un alza en la 'calidad de la vida'. Nueve sobre diez de las proposiciones adelantadas sobre lo que será el año 2000 describen, en su último capitulo, la felicidad como una avalancha de consumo terciario.
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+Estas dos interpretaciones desvían, ambas, el equilibrio del saber: concurren en el desarrollo de las técnicas de manipulación educativa y hacen abortar toda curiosidad personal. Considerar la educación como medio de producción o como producto de lujo viene a ser lo mismo, desde el momento en que es demandada. En los dos casos, el equilibrio del saber es desviado en favor de más enseñanza. Las dos posiciones descansan sobre el mismo postulado con un carácter de fatalidad: el mundo moderno es de tal manera artificial, alienado, hermético, que sobrepasa el alcance de cualquier mortal y no puede ser conocido más que por los grandes iniciados y sus discípulos.
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+Sustituir el despertar del saber por el de la educación es ahogar el poeta en el hombre, es congelar su poder de dar sentido al mundo. Por poco que se le arranque de la naturaleza, que se le prive del trabajo creativo, que se le mutile su curiosidad, el hombre es desarraigado, maniatado, secado. Sobredeterminar el medio físico es hacerlo fisiológicamente hostil. Ahogar al hombre en el bienestar es encadenarlo al monopolio radical. Desbaratar el equilibrio del saber es hacer del hombre una marioneta de sus herramientas. Empantanado en su felicidad climatizada, el hombre es un gato castrado: no le queda sino la rabia que le hace matar o matarse.
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+Siempre ha habido poetas y bufones para alzarse contra el aplastamiento del pensamiento creativo por el dogma. Metaforizando, denuncian el literal vacío cerebral. El humor apoya su demostración: lo serio es insensato. Ellos abren los ojos a lo maravilloso, disuelven lo cierto, destierran el temor y desatan los cuerpos. El profeta denuncia las creencias, desnuda las supersticiones, despierta a la gente, saca afuera la fuerza y la llama. Las intimidaciones que lanzan la poesía, la intuición y la teoría, al avance blindado del dogma sobre el espíritu, ¿serán capaces de lograr una revolución del despertar? Esto no es imposible. Pero para que el equilibrio del saber pueda ser restablecido, se precisa que el Estado y la Iglesia sean separados, que la burocracia del bienestar y la burocracia de la verdad sean divididas, que la acción política y el saber obligatorio sean diferenciados. Las palabras poéticas no harán estallar la sociedad sino metiéndose en el molde del proceso político.
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+El Derecho ya ha servido para desvincular de las leyes la ideología. El Derecho que ha defendido ya al cuerpo social contra las pretensiones exageradas de sus clérigos, puede hacerlo ahora contra las de sus educadores. No es mucho lo que dista la obligación de ir a la escuela de la de ir a la iglesia. Un día, el Derecho podrá realizar la separación de la educación y de la política, y convertirla en principio constitutivo de la sociedad. Pero ya desde ahora, el Derecho puede servir para combatir la proliferación del sector terciario y su empleo en la reproducción de una sociedad de clases.
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+Comprender verdaderamente el alza del costo de la educación supone conocer las dos fases del problema: primero la herramienta no convivencial tiene efectos educativos que alcanzan un umbral de intolerabilidad; segundo, una educación no instrumentalizada convivencialmente no es económicamente viable.
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+El primer punto nos abre a la necesidad de una transición hacia una sociedad donde el trabajo, la recreación y la política, favorecieran el aprendizaje, una sociedad que funcionara con menos educación formal. El segundo nos abre la posibilidad de poner en vigor soluciones educativas que facilitaran una adquisición espontánea del saber y confinaran la enseñanza programada a casos limitados y claramente específicos. Para vencer _la crisis de comunicación_ hay que subrayar la distorsión paralela que existe en la instrumentación de la energía y de la información.
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+En toda la superficie del planeta, el instrumento altamente capitalizado requiere de un hombre atiborrado de conocimientos almacenados. Después de la Segunda Guerra Mundial, la racionalización de la producción ha penetrado en las regiones llamadas retrasadas y las metástasis industriales ejercen sobre la escuela una intensa demanda de personal programado. La proliferación del bienestar exige el condicionamiento apropiado para vivir en él. Lo que la gente aprende en las escuelas que se multiplican en Malasia o en Brasil es, ante todo, a medir el tiempo con el reloj del programador, estimar el adelanto con los anteojos del burócrata, apreciar el consumo creciente con el corazón del comerciante, y considerar la razón del trabajo con los ojos del responsable sindical. Esto no es el maestro quien se lo enseña, sino el recorrido programado, producido y, al mismo tiempo, obliterado por la estructura escolar. Lo que enseña el maestro no tiene ninguna importancia, desde el momento en que los niños deben pasarse centenares de horas reunidos en clases por edades, entrar en la rutina del programa (o _curriculum_ ), y recibir un diploma en función de su capacidad de someterse a él. ¿Qué se aprende en la escuela? Se aprende que mientras más horas se pasen en ella, más vale uno en el mercado. Se aprende a valorar el consumo escalonado de programas. Se aprende que todo lo que produce una institución dominante vale y cuesta caro, aun lo que no se ve, como la educación y la salud. Se aprende a valorar la promoción jerárquica, la sumisión y la pasividad, y hasta la desviación tipo, que el maestro interpretará como síntoma de creatividad. Se aprende a solicitar sin indisciplina los favores del burócrata que preside las sesiones cotidianas: profesor en la escuela, patrón en la fábrica. Se aprende a definirse como detentador de un lote de conocimientos en la especialización en que ha invertido su tiempo. Se aprende, finalmente, a aceptar sin rebelarse su lugar dentro de la sociedad, es decir la clase y la carrera precisas que corresponden respectivamente al nivel y al campo de especialización escolares.
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+Las reglas de contratación en las industrias incipientes en los países pobres son tales que solamente los escolarizados ocupan las escasas plazas, por ser los únicos que en la escuela han aprendido a callarse. Estos puestos en la cadena son definidos como los más productivos, los mejor pagados, de manera que el acceso a los productos industriales es reservado a los escolarizados y prohibido a los no-escolarizados. Fabricados por la máquina, los zapatos, las bolsas, la ropa, los alimentos congelados y las bebidas gaseosas desplazan en el mercado a los bienes equivalentes, que eran producidos convivencialmente. La escuela sirve a la industrialización justificando en el Tercer Mundo la existencia de dos sectores, el del mercado y el de la subsistencia: el de la pobreza modernizada y el de una nueva miseria de los pobres. A medida y conforme la producción se concentra y se capitaliza, la escuela pública, para continuar en su papel de pantalla, cuesta más cara a los que asisten a ella, pero, sobre todo, hace pagar la cuenta a los que no asisten.
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+La educación no se convierte en necesidad sólo para diplomar a la gente, para seleccionar a aquellos a quienes se les da trabajo, sino también para controlar a los otros que acceden al consumo. Es el mismo crecimiento industrial el que conduce a la educación a ejercer el control social indispensable para un uso eficiente de los productos. La industria de la vivienda en los países de América Latina es un buen ejemplo de las disfunciones educativas producidas por los arquitectos. En estos países las grandes ciudades están rodeadas de vastas zonas, _favelas_ , _barriadas_ o _poblaciones_, donde la gente levanta ella misma sus moradas. No costaría caro prefabricar elementos para viviendas y construcciones de servicios comunes fáciles de ubicar. La gente podría construirse moradas más duraderas, más confortables y salubres, al mismo tiempo que aprendería el empleo de nuevos materiales y de nuevos sistemas. En vez de ello, en vez de estimular la aptitud innata de las personas para moldear su propio ambiente, los gobiernos encajan en esas barriadas servicios comunes concebidos para una población instalada en casas de tipo moderno. Por su sola presencia, la escuela nueva, la carretera asfaltada y los puestos de policía en acero y vidrio, definen el edificio construido por los especialistas como modelo, y, de esa manera, imprimen a la vivienda que se construya uno mismo el sello de la barriada, reduciéndola a ser nada más que una choza. Semejante definición es implantada por la ley; niega el permiso de construir a la gente que no puede presentar un plano firmado por un arquitecto. Y es así como se priva a la gente de su aptitud natural de invertir su tiempo personal en la creación de valores de uso, y se les obliga a un trabajo asalariado: podrán entonces cambiar sus salarios contra el espacio industrialmente condicionado. Aquí también se les priva de la posibilidad de aprender construyendo.
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+La sociedad industrial exige que unos sean programados para conducir camiones, otros para construir casas. Y a otros más hay que enseñarles a vivir en los grandes complejos habitacionales. Maestros de escuela, trabajadores sociales y policías trabajan mano a mano para mantener a individuos subpagados o semidesocupados, en casas que no pueden construir por sí mismos ni modificar. Así la suma economizada en la construcción de conjuntos habitacionales populares aumenta el costo de mantenimiento del inmueble y exige invertir un múltiplo del ahorro conseguido en gastos terciarios para instruir, animar, promover; es decir, para controlar, conformar y condicionar al locatario dócil. Para hacinar más gente sobre menos terreno, Brasil y Venezuela han hecho el experimento de construir grandes inmuebles. Primero fue necesario que la policía evacuara a la gente de sus tugurios y los reinstalara en los apartamentos. En seguida los trabajadores sociales se enfrentaron a la ruda tarea de socializar a inquilinos insuficientemente escolarizados para comprender por sí mismos que no se crían marranos negros en los balcones de un onceavo piso, y que no se siembran frijoles en la tina del baño.
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+En Nueva York, la gente que no tiene doce años de escolaridad es considerada impedida: se convierte en inempleable y es controlada por trabajadores sociales que deciden cómo va a vivir. El monopolio radical de la herramienta supereficiente extorsiona del cuerpo social un creciente y costoso condicionamiento de sus clientes. Los automóviles producidos por Ford requieren, para ser reparados, mecánicos reinstruidos por la misma compañía. Los autores del 'milagro verde' sacan semillas de alto rendimiento que puede usar sólo una minoría que dispone del doble abono, del químico y del educador. Más salud, más velocidad o más cosechas significa individuos más receptivos, más pasivos, más disciplinados. Las escuelas productoras de control social, al tomar por su cuenta la mayor parte del costo de esas conquistas dudosas, lo encubren con ese mismo hecho.
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+Al ceder a las presiones ejercidas sobre ella, en nombre del control social, la escuela alcanza y sobrepasa su segundo umbral critico. Los planificadores fabrican programas más variados y más complejos, cuya utilidad marginal declina por ese mismo hecho.
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+Mientras la escuela ensancha el campo de sus pretensiones, otros servicios descubren su misión educadora. La prensa, la radio y la televisión ya no son únicamente medios de comunicación, desde el momento en que se les pone conscientemente al servicio de la integración social. Los semanarios que conocen la expansión, al llenarse de informaciones estereotipadas, se convierten en productos terminados, entregando completamente empaquetada una información filtrada, aséptica, predigerida. Esta 'mejor' información suplanta la antigua discusión del _foro_; so pretexto de informar, suscita un apetito dócil de alimentos ya preparados y mata la capacidad natural de seleccionar, dominar, organizar la información. Se ofrecen al público algunas estrellas o algunos especialistas vulgarizados por el embalador del saber, se confina la voz de los lectores a la correspondencia o a las encuestas que ellos envían dócilmente.
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+La producción industrial y la comercialización masiva del saber cierran a la gente el acceso a herramientas para compartir el saber. Es el caso del libro. El libro es resultado de dos grandes invenciones: el alfabeto y la imprenta. La técnica del alfabeto y la de la imprenta son casi idealmente convivenciales. Todo el mundo, o casi todo el mundo, puede aprender su manejo y utilizarlos para sus propios fines. Son técnicas poco costosas. Se las toma o se las deja, como se quiera. Son difíciles de controlar por terceros. Así, el gobierno soviético parece impotente para impedir el _Samtzdat_ , esa edición y circulación clandestina de manuscritos.
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+Al parecer, el alfabeto y la imprenta arrancan la custodia de la palabra a la empresa exclusiva del escriba. Gracias al alfabeto, el comerciante rompe el monopolio ejercido por los sacerdotes sobre el jeroglífico. Con el papel y el lápiz, y más tarde con la máquina de escribir y los medios modernos de reproducción, aparece un abanico de técnicas nuevas que, en sí mismas, inician una era de comunicación no especializada, verdaderamente convivencial para la conservación, reproducción y difusión de la palabra. Con la película y la cinta magnética aparecen nuevos sistemas de comunicación convivencial. Sin embargo, el privilegio acordado a las instituciones con estructuras manipuladoras ha puesto estas herramientas al servicio de una enseñanza aún más unívoca y monologada. La escuela amaestra al alumno para que se sirva de textos continuamente revisados. Difunde la ilusión de que sólo el escolarizado sabe leer, y refuerza la tendencia a no publicar más que sus obras. Produce consumidores de información y lectores de noticias técnicas. Las estadísticas dicen que los estudiantes leen menos libros no especializados desde que empieza a irles bien en sus exámenes. Cada vez hay más libros escritos para los especialistas educados, pero los diplomados cada vez leen menos por su cuenta. Cada vez la gente pasa más tiempo aprisionada en el programa definido por los nuevos directores de estudios: el editor, el productor y el programador. Es la misma gente que cada semana espera con avidez la salida de revistas como _Selecciones_.
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+Las propias bibliotecas han sido puestas al servicio de un mundo escolarizado. A medida y conforme las van 'mejorando', el libro es colocado siempre más lejos del alcance del lector. Primero era el bibliotecario quien se interponía entre el libro y el lector, ahora el computador reemplaza al bibliotecario. Al colocar esos libros, almacenados en inmensos silos, a la disposición de un computador, el funcionamiento de la biblioteca pública de la ciudad de Nueva York se ha hecho tan costoso que ya no abre sus puertas más que de las diez a las dieciocho horas en días hábiles y el sábado sólo las entreabre. Esto significa que los libros se han convertido en instrumentos especializados de investigadores a quienes una beca libere de la escuela y del trabajo.
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+En realidad, una biblioteca es un modelo de herramienta convivencial, un sitio que ofrece libre acceso y no hace obedecer a programas rígidos, un sitio donde se toma o se deja lo que se quiere, fuera de toda censura. Sobre este modelo, se pueden extender y se pueden organizar discotecas, filmotecas, fonotecas y videotecas públicas, donde la gente tendría ciertamente acceso a herramientas de producción. Dentro de estructuras análogas a la biblioteca, no sería difícil poner a disposición del público las herramientas, bien simples, que han hecho posible la mayoría de los adelantos científicos del siglo pasado.
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+Los instrumentos de manipulación de los que se sirve la enseñanza hacen subir el precio del saber. Se plantea la pregunta de qué es lo que la gente debe aprender, y, en seguida, se invierte en un instrumento para enseñárselo. Valdría la pena aprender a preguntar primero cuáles son los tipos de herramientas que la gente desea, si quiere ir al encuentro del otro, de lo desconocido, del extranjero, del pasado. Los maestros de oficio se ríen de la idea de que las personas puedan sacar mayor ventaja del libre acceso a las herramientas del saber que de su enseñanza. Con frecuencia apoyan su escepticismo poniendo como ejemplo la decadencia de las bibliotecas públicas. No pueden ver que si éstas son poco frecuentadas es precisamente porque, en su gran mayoría, han sido organizadas como formidables instalaciones de enseñanza, y que se mantienen desiertas precisamente porque la gente ha sido amaestrada para reclamar instrucción.
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+Ahora bien, los hombres no tienen necesidad de más enseñanza. Sólo necesitan aprender ciertas cosas. Hay que enseñarles a renunciar, cosa que no se aprende en la escuela, aprender a vivir dentro de ciertos límites, como exige, por ejemplo, la necesidad de responder a la situación de la natalidad. La supervivencia humana depende de la capacidad de los hombres para aprender muy pronto y por sí _mismos_ lo que _no pueden_ hacer. Los hombres deben aprender a controlar su reproducción, su consumo y el uso de las cosas. Es imposible _educar_ a la gente para la pobreza voluntaria, lo mismo que el dominio de sí mismo no puede ser el resultado de una manipulación. Es imposible _enseñar_ la renuncia gozosa y equilibrada en un mundo totalmente estructurado para producir siempre más, y mantener la ilusión de que esto cuesta cada vez menos.
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+Es necesario que cada uno aprenda el porqué y el cómo de la contracepción. La razón es clara: el hombre ha evolucionado sobre una parcela del cosmos; confinado por los recursos de la ecosfera, su universo no puede admitir más que un número limitado de ocupantes. Por la técnica, ha modificado las características de su nicho ecológico. La ecosfera puede actualmente acoger más gente, cada vez menos adaptada vitalmente a su ambiente, cada vez pudiendo disponer de menos espacio, de menos capacidad, de menos tradición. La tentativa de fabricar un medio ambiente _mejor_ se ha revelado tan presuntuosa como la de mejorar la salud, la educación o la comunicación. El resultado es que ahora hay más gente que se siente cada vez menos a gusto. Los nuevos instrumentos, que han favorecido el crecimiento de la población, no pueden asegurar su supervivencia. La colocación de instrumentos aún más potentes, aumenta con más rapidez el número de frustrados que la cifra total de la población. En un mercado atestado, la falta se acentúa, y exige siempre mayor programación de la clientela.
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+Toda planificación es garantizada por un factor clave, a saber, el control del número de gentes para las cuales se planifica. Pero, hasta el presente, toda planificación de la población ha fracasado: la gente no limita su reproducción sino por propia decisión. La paradoja es que el hombre opone máxima resistencia a la enseñanza que más necesita. Todo programa de control de la natalidad fundado sobre el modelo industrial fracasará ahí donde han fracasado la escuela y el hospital. Al principio, tendrá atractivo; más tarde vendrá la escalada del aborto y de la esterilización; finalmente, será el mazazo cerebral para perpetrar genocidios, paupericidios y otros megacidios.
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+Sin la práctica de una contracepción voluntaria y eficaz, la humanidad será aplastada por su número, antes de ser aplastada por la potencia de su propia instrumentación. Pero la generalización de la contracepción no puede en ningún caso ser resultado de un instrumento milagroso. Una nueva práctica, opuesta a la presente, no puede resultar más que de una relación nueva del hombre con su herramienta. El control de la herramienta, al cual me refiero, exige la generalización de la contracepción. Pero la contracepción demanda, para ser eficaz, la generalización del estado mental convivencial que acompaña al control de la herramienta en cuestión.
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+Los sistemas requeridos para controlar los nacimientos son el ejemplo-tipo de la herramienta convivencial moderna. Integran los datos de la ciencia más avanzada con las herramientas utilizables con un mínimo de buen sentido y de aprendizaje. Estos sistemas ofrecen nuevos medios de ejercer las prácticas milenarias de contracepción, de esterilización y de aborto. Por su bajo costo pueden llegar a ser accesibles a todos. En su variedad convienen a las creencias, ocupaciones y situaciones más diversas. Con toda evidencia, estas herramientas estructuran la relación que cada uno sostiene con su cuerpo y con los demás.
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+El control de los nacimientos es una empresa que debe realizarse dentro de un horizonte temporal muy limitado. No puede darse sino de una manera convivencial. Es un contrasentido querer obligar al uso de la herramienta convivencial a la gente que, en lo demás, continúa estando condicionada al solo consumo. Es absurdo pedir a un campesino que se sirva del preservativo cuando se le _enseña a depender_ del médico para las inyecciones y las recetas, del juez para dirimir los litigios y del maestro para la alfabetización. Es un contrasentido legislar en la actualidad sobre el aborto como 'acto médico', cuando hoy es más simple que nunca reconocer el comienzo de una gravidez o interrumpirla. También es utópico imaginar que los médicos van a confiar las esterilizaciones a asistentes analfabetos formados para ello. El día en que los interesados se den cuenta de que esta operación delicada puede ser realizada igualmente, si no mejor, por un profano, siempre que disponga del cuidado y habilidad que requiere una práctica ancestral como la de tejer, por ejemplo, se habrá acabado el monopolio médico sobre operaciones poco costosas que pueden estar al alcance del mayor número. A medida que las herramientas posindustrial es racionales se extiendan, los tabúes del especialista seguirán a la instrumentación industrial en su caída como la siguieron en su gloria. La herramienta simple, pobre, transparente, es un servidor humilde; la herramienta elaborada, compleja, secreta, es un amo arrogante.
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+### La polarización
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+La industrialización multiplica la gente y las cosas. Los subprivilegiados crecen en número, en tanto que los privilegiados consumen siempre más. En consecuencia, el hambre crece entre los pobres y el temor entre los ricos. Llevado por el hambre y el sentimiento de impotencia, el pobre reclama una industrialización acelerada; impelido por el miedo y el deseo de proteger su mayor bienestar, el rico se embarca en una protección cada vez más explosiva y blindada. Mientras que el poder se polariza, la insatisfacción se generaliza. La posibilidad que se nos presenta de crear más felicidad para todo el mundo, con menos abundancia, queda relegada al punto amarillo de visión social.
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+Esta ceguera es el hecho del desequilibrio en la balanza del saber. Los intoxicados por la educación resultan buenos consumidores y buenos usuarios. Consideran su crecimiento personal bajo la forma de una acumulación de bienes y de servicios producidos por la industria. Antes que hacer las cosas por sí mismos, prefieren recibirlas embaladas por la institución. Rechazan su capacidad innata de captar lo real. El desequilibrio del balance del saber explica cómo el despliegue del monopolio radical de bienes y servicios es casi imperceptible para el usuario. Pero no nos dice por qué éste se siente hasta tal punto impotente para modificar las disfunciones en la medida en que las percibe.
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+Es allí donde interviene el efecto de un cuarto tipo de trastorno: la polarización creciente del poder. Bajo el empuje de la mega-máquina en expansión, el poder de decisión sobre el destino de todos se concentra en las manos de algunos. Y, dentro de este frenesí de crecimiento, las innovaciones que mejoran la suerte de la minoría privilegiada crecen aún más rápidamente que el producto global.
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+Un alza del tres por ciento del nivel de vida norteamericano cuesta veinticinco veces más caro que un alza igual en la India. La India, sin embargo, es más poblada y prolífica que América del Norte. La condición del pobre puede mejorarse, siempre que el rico consuma menos, mientras que la condición del rico no puede mejorar sino a costa de la expoliación mortal del pobre. El rico pretende que al explotar al pobre le enriquece, puesto que, en última instancia crea la abundancia para todos. Las élites de los países pobres difunden esta fábula.
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+El rico se enriquecerá y despojará más al pobre en el decenio que viene. El hecho de que el mercado internacional les suministre trigo impondrá a los países pobres la construcción de redes de transporte y de distribución a un precio social que, de hecho, hubiera bastado para transformar la agricultura local. Pero la angustia que nos oprime no debe, bajo ningún precio, impedirnos comprender bien la estructura del reparto del poder, pues ésta es la cuarta dimensión por donde el sobrecrecimiento ejerce sus efectos destructores. La industrialización sin freno fabrica la pobreza moderna. Es cierto que los pobres con ello disponen de un poco más de dinero, pero pueden hacer menos con sus pocos pesos. La modernización de la pobreza camina de la mano con la concentración del poder: es necesario comprender bien, o no se percibirá la naturaleza profunda de la polarización.
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+La pobreza se moderniza: su umbral monetario se eleva porque nuevos productos industriales se presentan como bienes de primera necesidad, manteniéndose totalmente fuera del alcance económico de la gran mayoría. En el Tercer Mundo, el granjero pobre es expulsado de sus tierras por la revolución verde. Gana más como asalariado agrícola, pero sus hijos no comen como antes. El ciudadano norteamericano que gana diez veces más que el asalariado agrícola es, también, desesperadamente pobre. Los dos pagan cada vez más cara la creciente falta de bienestar.
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+De manera complementaria, el distanciamiento entre ricos y pobres se acentúa, porque el control de la producción se centraliza con miras a producir siempre más para mayor número. Mientras que el alza de los umbrales de la pobreza es efecto de la estructura del producto industrial, el crecimiento del distanciamiento entre inermes y poderosos es consecuencia de la estructura de la herramienta. Quienes quieran resolver el primer aspecto del problema sin poner atención en el segundo, no hacen más que reemplazar la falta de cosas por la falta de voces. La redistribución del producto no es el remedio para la polarización del control.
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+El impuesto es un paliativo a los efectos superficiales de la concentración industrial del poder. El impuesto sobre la renta encuentra su complemento en los sistemas de seguridad social, de asignaciones y de distribución equitativa del bienestar. Incluso es posible que, más allá de un cierto umbral, se estatice el capital, o bien se decida reducir el abanico de los salarios. Pero este tipo de control de la renta privada no puede ser eficaz sino con un control paralelo del consumo, de los privilegios del individuo en razón de su función de productor. El control de la renta privada no tiene ningún efecto igualitario sobre los privilegios que realmente cuentan en una sociedad donde el trabajo es promovido a primer plano y la vida doméstica relegada al segundo. Mientras que los trabajadores sean clasificados en función del grado de capitalización de la fuerza de trabajo de cada uno, la minoría que detenta existencias de saber de alto precio se arroga regularmente todos los privilegios que _permiten ganar tiempos_. La concentración de privilegios entre las manos de unos cuantos es inherente a la productividad industrial.
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+Hace apenas un siglo, nadie hubiera podido imaginar la concentración de poder y de energía que hoy nos parece normal. En una sociedad moderna, la energía industrializada excede considerablemente a la energía metabólica global, es decir, la energía de la cual dispone el cuerpo humano para realizar tareas. La relación entre energía mecánica y energía humana disponible es de quince a uno en China y de trescientos a uno en Estados Unidos. Y los recursos eléctricos concentran más eficazmente el control de la energía y el ejercicio del poder que el látigo en las viejas civilizaciones. La distribución social del control del consumo de energía ha sido modificada en forma radical. El funcionamiento y, aun más, los lineamientos de la infraestructura energética de una sociedad moderna imponen la ideología del grupo dominante, con una fuerza y una penetración inconcebibles para el sacerdote del antiguo Egipto, o para el banquero del siglo XVII. En tanto que instrumento de dominación, la moneda pierde su valor en beneficio del carburante. Si el capital es lo que suministra la energía del cambio, la inflación energética ha reducido a la mayoría a la indigencia. A medida y conforme el instrumento se infla, el número de operadores potenciales disminuye. A medida que el instrumento se hace más eficiente, el operador emplea más bienes y servicios costosos. En los países que se industrializan, en la obra el ingeniero es el único que tiene aire acondicionado en su barraca. Su tiempo es tan precioso que toma el avión para dirigirse a la capital, y sus decisiones son tan importantes que las comunica por un transmisor de radio de onda corta. El ingeniero ha ganado sus privilegios acaparando los fondos públicos para obtener sus diplomas. El albañil indígena no puede evaluar la situación relativamente privilegiada de su contramaestre, pero los ayudantes técnicos y los dibujantes, que han sido escolarizados, pero no diplomados, sienten inmediatamente en forma más aguda el calor del campamento y la lejanía de su familia. Se ven relativamente empobrecidos por toda la eficiencia suplementaria ganada por su patrón.
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+Nunca antes la herramienta había sido tan poderosa. Y jamás había llegado a ser acaparada hasta ese punto por una élite. El derecho divino robaba menos en favor de los reyes de antaño de lo que el crecimiento de los servicios, al socaire del interés superior de la producción, roba hoy a los cuadros populares. Los soviéticos justifican los transportes supersónicos diciendo que ahorran tiempo a sus sabios. Los transportes a gran velocidad, las redes de telecomunicación, los cuidados médicos especializados, la asistencia ilimitada de la burocracia se presentan como necesidades para sacar el máximo de los individuos que han sido objeto de un _máximum_ de capitalización.
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+La sociedad de la mega-herramienta depende para sobrevivir de múltiples sistemas que impiden a un gran número de gente hacer valer su palabra. Este último privilegio se reserva a los individuos reconocidos como los más productivos. Normalmente se mide la productividad de un individuo por la inversión educativa de que ha sido objeto, por la importancia del ritual de iniciación al que ha sido sometido. Mientras más grande es el montón de saber que ha sido inyectado a un individuo determinado, más grande es el valor social atribuido a sus decisiones, y más legítima también es su demanda de productos industriales avanzados.
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+Mientras se derrumba el poder fundado en el saber certificado en la escuela, formas más antiguas de segregación vuelven al primer plano en la escena: la fuerza de trabajo de un individuo vale menos cuando es negro, de sexo femenino, extranjero; no piensa como se debe o no pasa ciertas ordalías. En la selección de una meritocracia, el más mínimo rol de escuela abre la puerta a procedimientos de selección primitivos. Así queda montado el tablado para la multiplicación de minorías y para el desarrollo espectacular de sus reivindicaciones. Cada uno que reclama su parte, expone inevitablemente a la minoría de la cual forma parte a ser víctima de sus propios fines.
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+Conforme van cubriendo instituciones más escasas y más vastas, las jerarquías se elevan y se aglutinan. Un puesto en la administración de una industria moderna es el más ambicionado y disputado producto del crecimiento. Los otros, los que corren detrás en vano, y que son los más, se reparten en una variedad de clases 'inferiores': los subeducados, las mujeres, los homosexuales, los jóvenes, los viejos, etc. Cada día se inventa un nuevo tipo de inferioridad. Los movimientos minoritarios, los de las mujeres, de los negros o de los mal pensantes, logran, cuando mucho, obtener diplomas y carreras para algunos de los miembros salidos de sus filas. Cantan victoria cuando logran que sea reconocido el principio: _a igual trabajo, igual salario_. Allí se asienta una paradoja: por una parte esos movimientos fortalecen la creencia de que las necesidades de una sociedad igualitaria no pueden ser satisfechas sin pasar por un trabajo especializado y por una jerarquía burocratizada; por otra acumulan _quanta_ fabulosos de frustración, que la menor chispa hará explotar.
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+Poco importa saber para qué fines específicos se organizan las minorías, siempre que aspiren a un reparto equitativo del consumo, de las buenas plazas o del poder formal para gobernar las herramientas ingobernables. Cada vez que una minoría actúe con miras a obtener su parte en una sociedad de crecimiento, no obtendrá para la mayoría de sus miembros más que un sentimiento siempre más agudo de insatisfacción.
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+En cuanto a las oposiciones que quieren alcanzar el control de las instituciones existentes, con ello les dan una legitimidad de un nuevo tipo, exacerbando al mismo tiempo las contradicciones. Cambiar el equipo dirigente no es una revolución. ¿Qué significa el poder de los trabajadores, el poder negro, el poder de las mujeres o el de los jóvenes si no es el poder de tomarse el poder establecido? Un poder tal es a lo más el de dirigir mejor un crecimiento ya encaminado a proseguir su curso glorioso por estas providenciales tomas del poder. La escuela, ya se enseñe en ella marxismo o fascismo, reproduce una pirámide de clases de fracasados. El avión, aunque se le conceda pasaje a un trabajador en ocasión de sus vacaciones, reproduce la jerarquía social con una clase superior de gente cuyo tiempo se supone más precioso que el de los demás.
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+Entre los inevitables subproductos del crecimiento industrial se cuentan las nuevas clases de subconsumidores y de subempleados. Las mujeres, los negros, los hijos de los pobres se están organizando. La organización les hace tomar conciencia de su condición común. Por el momento, las minorías organizadas reclaman el derecho a poseer, manteniendo así el _statu quo_. Exigir _a trabajo igual, igual salario_ es apoyar la idea de un trabajo desigual. El día que estas organizaciones reclamen un derecho igual en el poder, podrán llegar a ser el pivote de la reconstrucción social. La sociedad industrial no resistiría el asalto de un movimiento vigoroso de mujeres que reclamaran, por ejemplo, un trabajo igual para todos, sin distinción alguna. Todas las clases, todas las razas cuentan con mujeres. Ellas ejercen la mayoría de sus actividades cotidianas en una forma no industrial. Las sociedades industrializadas son viables precisamente porque cuentan con las mujeres para tareas caseras que se escapan a la industrialización. Pero una sociedad regida por criterios de eficiencia industrial degrada y devalúa el trabajo doméstico. En realidad, éste se haría aún más inhumano al colocarlo en el molde industrial. Es más fácil imaginar al norteamericano dejando de explotar la subindustrialización de América Latina que cesando de destinar sus mujeres a los trabajos no industrializables. La expansión de la industria se detendría si las mujeres nos obligaran a reconocer que la sociedad deja de ser viable en cuanto un solo modo de producción ejerce su dominio sobre el conjunto. Es urgente tomar conciencia de la pluralidad de los modos de producción, cada uno válido y respetable, que una sociedad para ser viable debe permitir que coexistan. Esta toma de conciencia nos haría los amos del crecimiento industrial. Éste se detendría si las mujeres y las otras minorías alejadas del poder exigiesen un trabajo igualmente creativo para todos, en vez de reclamar la igualdad de derechos sobre la mega-instrumentación manipulada hasta ahora sólo por el hombre. Sólo una estructura de producción que protege el reparto igual del poder permite un goce igual del haber.
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+### Lo obsoleto
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+La reconstrucción convivencial supone el desmantelamiento del actual monopolio de la industria, no la supresión de toda producción industrial. Exige que sea reducida la polarización social de la herramienta, a fin de que coexista una pluralidad dinámica de estructuras complementarias en la fuerza productiva y que haya lugar para una pluralidad de ambientes y de élites. Reclama la adopción de herramientas que pongan en acción la energía del cuerpo humano, no la regresión hacia una explotación del hombre. Exige la reducción considerable de la serie de tratamientos obligatorios, pero no impide a nadie ser enseñado o asistido si así lo desea. Una sociedad convivencial tampoco es una sociedad congelada. Su dinámica es función de la amplitud en el reparto del control de la energía, es decir, del poder de operar un cambio real. En el sistema actual de obsolescencia programada en gran escala, algunos centros de decisión son los que imponen la innovación al conjunto de la sociedad y privan a las comunidades de base para elegir su porvenir. De hecho, es el instrumento el que impone la dirección y el ritmo de la innovación. Un proceso ininterrumpido de reconstrucción convivencial es posible a condición de que el cuerpo social proteja el poder de las personas y de las colectividades para modificar y renovar sus estilos de vida, sus herramientas, su ambiente; dicho de otra forma, su poder para dar a la realidad un rostro nuevo. Dentro de esta amenaza industrial al pasado y al futuro, a la tradición y a la utopía, reside la quinta dimensión para salvaguardar el equilibrio.
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+La polarización social, como se ha visto, resulta de dos factores combinados: el alza del costo de los bienes y servicios producidos y empaquetados por la industria, y la escasez creciente de los empleos considerados como altamente productivos. Lo obsoleto, por su parte, produce la desvalorización. Esta _desvalorización_ no es el efecto de una tasa global de cambio, sino del cambio que afecta a los productos que ejercen un monopolio radical. La _polarización_ social es determinada por el hecho siguiente: el costo de los bienes y servicios estandarizados ha llegado a ser tal, que la mayoría de la gente no puede obtenerlos. Mientras más aumenta su producción, más se iguala su distribución y más se excluye al consumidor del control sobre lo que recibe. Lo obsoleto, por su parte, puede llegar a ser intolerable, aun para quien no está eliminado del mercado. Obliga al consumidor a desprenderse continuamente de aquello que ha sido forzado a desear, a pagar y a instalar en su existencia. La necesidad artificial y la obsolescencia planificada, son dos dimensiones distintas de la supereficiencia que apoya una sociedad donde la jerarquía sedimenta el privilegio.
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+Apenas importa que la usura forzada destruya viejos modelos o viejos sistemas. Ford puede desembarazarse de un modelo viejo dejando de suministrar repuestos, y la policía puede eliminar de la vía pública los automóviles antiguos por no responder a las nuevas normas de seguridad. Por falta de gasolina o por aspirar a la eficiencia, se podría reemplazar el automóvil por el monorrail. La renovación está dentro de un modo de producción industrial y va acompañada de una ideología de progreso. El producto no puede ser mejorado si la mega-máquina no es reinstrumentada. Y para que esto 'pague' se deben crear inmensos mercados en vistas al nuevo modelo. La mejor forma de abrir un mercado es asimilando el producto nuevo a un importante privilegio. Si esto funciona, el modelo antiguo se desvaloriza, y el consumidor se entrega a la ideología del desarrollo ilimitado que afecta la 'calidad' mejorada del bien de consumo. Los individuos, pero también los países, se clasifican socialmente según la antigüedad de sus existencias en instrumentos y bienes. Algunos, los menos, pueden pagarse el lujo de tener siempre el último modelo; otros siguen utilizando automóviles, máquinas lavadoras y radios que tienen cinco o quince años, y probablemente pasan sus vacaciones en hoteles también pasados de moda, es decir, sin categoría. El nivel de obsolescencia de su consumo indica el sitio exacto que ocupan en la escala social.
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+La clasificación social de los individuos en función de la edad de los objetos que utilizan no es manifestación sólo del capitalismo. Como sea que la economía se basa en la producción y el empaquetamiento masivo de bienes y servicios sujetos a la obsolescencia, únicamente algunos privilegiados tienen acceso a los productos de última creación. Son únicamente algunas enfermeras las que asisten a los cursos de anestesia más moderna y sólo algunos burócratas pueden correr o volar en el último modelo de vehículos. Cada uno, dentro de la élite que se forma en el seno de la minoría, reconoce y clasifica al otro según la edad de sus instrumentos, ya sea de su material doméstico, ya del equipo de su oficina.
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+La innovación cuesta cara; para justificar el gasto, los administradores deben probar que es un factor de progreso. Para justificar este progreso, en una economía planificada, el departamento de investigación y desarrollo recurre a la seudociencia; en una economía de mercado, el departamento de ventas recurre al estudio del mercado. En cualquier caso, la innovación periódica alimenta la misma creencia que la ha engendrado, la ilusión de que lo nuevo es lo mejor. Esta creencia se ha convertido en parte integrante de la mentalidad moderna. Se olvida únicamente que cada vez que una sociedad industrial se alimenta de esta ilusión, cada nueva unidad lanzada al mercado crea más necesidades de las que satisface. Si lo que es nuevo es mejor, lo que es viejo no es tan bueno; la suerte de la humanidad, en su aplastante mayoría, es entonces bastante mala. El modelo nuevo produce una nueva pobreza. El consumidor, el usuario, se resiente duramente de la distancia que hay entre lo que tiene y lo que sería mejor tener. Mide el valor de un producto por su novedad, y se presta a una educación permanente en vista del consumo y del uso de la innovación. Nada escapa a lo obsoleto, ni siquiera los conceptos. La lógica de 'siempre mejor' reemplaza la del bien como elemento estructurante de la acción.
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+Una sociedad empeñada en la carrera hacia el mayor bienestar, siente como una amenaza la mera idea de cualquier limitación del progreso. Entonces el individuo que no cambia los objetos conoce el rencor del fracaso y quien los cambia descubre el vértigo de la falta. Lo que tiene le repugna, lo que desea tener le enferma. El cambio acelerado produce en él los mismos efectos que la habituación de una droga: ensaya, comienza de nuevo, está atado, está enfermo, algo le falta. La dialéctica de la historia se rompe. La relación entre el presente y la tradición se desvanece; el lenguaje pierde sus raíces; la memoria social se endurece; en el Derecho, el precedente pierde su influencia. El acuerdo sobre la acción legal, social y política se orienta hacia la alquimia del porvenir.
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+Pero se nos objeta que al establecer cercos al crecimiento, al producir una cantidad terminada y durable de bienes industrializados, se acaba con la libertad de experimentar e innovar. Esta objeción se justificaría si aquí se tratara de formular una nueva forma de economía del crecimiento. Actualmente, el último grito de la moda es justamente una producción limpia y limitada de bienes, y un desarrollo ilimitado de servicios. Pero no es eso lo que nos interesa, pues no hablamos del porvenir de la sociedad industrial, sino de la transición a una sociedad que diversifique los modos de producción. La limitación del producto industrial tiene para nosotros la finalidad de liberar el porvenir, de abrir las acciones personales a la sorpresa.
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+Ahora bien, la innovación industrial es programada, grosera, reaccionaria. La renovación de las herramientas convivenciales tendrá la espontaneidad de los seres que las manejen. En la hora actual, el progreso del _savoir-faire_ está trabado por la asimilación de la investigación científica al desarrollo industrial. La mayoría de los instrumentos de la investigación se reservan a los investigadores programados para interpretar el mundo en términos de ganancias y poder, y la mayoría de los fines de la investigación se determinan por móviles de poder y de eficiencia. La mayor parte del costo de la investigación se debe a su carácter secreto, competitivo, impersonal. En cambio, nada impide que la investigación convivencial sea también una investigación fundamental. La investigación que se realiza por placer nos reserva, estoy seguro, más sorpresas que la del grano de arena que bloquea la gran máquina. La innovación del saber, como la del poder, puede florecer únicamente donde esté protegida contra la obsolescencia industrial.
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+Una sociedad congelada sería tan insoportable al hombre como la sociedad de la aceleración: entre las dos se sitúa la sociedad de la innovación convivencial. El cambio acelerado conduce al absurdo, a la administración de una sociedad regida por el Derecho. La razón es que el Derecho se basa sobre el precedente. Más allá de un cierto umbral de aceleración, ya no hay sitio para esta referencia al precedente, y, por tanto, para el juicio. Al perder este recurso al Derecho, la sociedad queda condenada a la educación. El ejercicio del control social, puesto al servicio del _plan_, se convierte en la tarea de los especialistas. El ideólogo reemplaza al jurista. El educador moldea al individuo para ser domesticado y re-domesticado, orientado a lo largo de toda su existencia. Ya en el oficio, cien veces se reanuda este trabajo, para producir un individuo fascinado con las ganancias y siempre mejor adaptado a las exigencias de la industria. La producción de instrumentos para adaptar al hombre a su medio se convierte en la industria dominante cuando el ritmo del cambio del ambiente sobrepasa cierto umbral. La reconstrucción convivencial exige que sea limitada la tasa de usura y de innovación obligatoria. El hombre es un ser frágil. Nace en el lenguaje, vive en el derecho y muere en el mito. Sometido a un cambio desmesurado, pierde su calidad de hombre.
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+### La insatisfacción
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+Hemos revisado cinco circuitos diferentes. En cada uno de ellos la herramienta supereficiente amenaza un equilibrio. Amenaza el equilibrio de la _vida_, amenaza el equilibrio de la _energía_, amenaza el equilibrio del _saber_, amenaza el equilibrio del _poder_, en fin, amenaza el derecho a la historia.
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+La perversión de la herramienta amenaza saquear el medio físico. El monopolio radical amenaza congelar la creatividad. La superprogramación amenaza transformar el planeta en una vasta zona de servicios. La polarización amenaza instituir un despotismo estructural e irreversible. Finalmente, lo obsoleto amenaza desarraigar la especie humana. En cada uno de estos circuitos, y cada vez según una dimensión diferente, la herramienta supereficiente afecta a la relación del hombre con su ambiente: amenaza provocar un cortocircuito fatal.
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+Nuestro análisis sería incompleto si tratara de un circuito con exclusión de los otros. Cada uno de esos equilibrios debe ser protegido. Los _outputs_ de la energía limpia pueden ser equitativamente distribuidos por un monopolio radical intolerable. La secuela obligatoria o los medios de comunicación omnipresentes puede afectar el equilibrio del saber y abrir el camino a una polarización de la sociedad, es decir, a un despotismo del saber. Cualquier industria puede engendrar una aceleración insoportable de los ritmos de usura. Las culturas han florecido en el seno de una multiplicidad de geografías, amenazadas hoy. Pero, actualmente, son también el medio social y el medio psíquico los que corren el riesgo de ser destruidos. La especie humana puede ser envenenada por la contaminación. Puede también desvanecerse y desaparecer por falta de lenguaje, de derecho o de mito. Si el monopolio radical degrada al hombre y la polarización le amenaza, el choque del futuro puede desintegrarlo.
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+En cada uno de los circuitos, como se ha visto, se pueden determinar criterios y divisar umbrales que permitan verificar la degradación de los diversos equilibrios. Es posible describir estos umbrales en un lenguaje comprensible para todos. En el curso de un proceso político, la población puede servirse de estos criterios para mantener el desarrollo de la herramienta más acá de los umbrales críticos. Los cercos así trazados circunscribirán el tipo de estructuras de las fuerzas productivas que pueden seguir siendo controladas por la población: el poder indicar estos cercos forma el apéndice tecnopolítico necesario a toda constitución contemporánea. Más allá, la herramienta escapa a todo control político. El poder que tiene el hombre de hacer valer su derecho desaparece cuando se vincula a los procesos en los cuales ya no hay derecho a voz en la junta. En tanto pueda gozar de ello, su cuerpo, su reposo, su libertad y sus amores, en una palabra, el sentido de su vida, le serán concedidos como un factor de optimización de la lógica de la herramienta. En este punto, el hombre se ha convertido en materia prima para la mega-máquina, la más maleable de las materias primas. Los umbrales críticos circunscriben un espacio que es el de la sobrevivencia humana. Si este espacio no fuera cercado por un Derecho, la dignidad y la libertad de la persona serán arrolladas.
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+En la hora actual, la investigación científica se orienta masivamente hacia esta reducción del hombre, a través de la persecución de dos objetivos: por una parte, garantizar el avance tecnológico que permita producir mejor, mejores productos; por otra parte, aplicar el análisis de sistemas a la manipulación de la supervivencia de la especie humana, a fin de preservar su mejor consumo. Para permitir al hombre realizarse, la investigación futura debe ir en un sentido radicalmente opuesto, debe llegar a la raíz del mal. Le daremos el nombre de investigación radical. La investigación radical persigue también dos objetivos: por una parte presentar criterios que permitan determinar cuándo una herramienta alcanza un umbral de nocividad; por otra, inventar herramientas que optimicen el equilibrio de la vida y así maximicen la libertad de cada uno. El primer objetivo enfoca la formulación de las cinco clases de umbrales identificadas anteriormente. El segundo, enfoca las limitaciones de las técnicas del bienestar.
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+La investigación radical no es ni una nueva disciplina científica ni una empresa interdisciplinaria. Es el análisis dimensional de la relación del hombre y su herramienta.
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+Es evidente que la existencia social del hombre se desarrolla en varias escalas, en diversos medios concéntricos: la célula de base, la unidad de producción, la ciudad, el estado, la Tierra, en fin. Cada uno de estos medios tiene su espacio y su tiempo, sus hombres y sus recursos de energía. Hay disfunción de la herramienta en uno de estos medios cuando el espacio, el tiempo y la energía requeridos por el conjunto de herramientas exceden la _escala natural_ que corresponde. Estas escalas naturales son susceptibles de ser identificadas, sin avanzar una determinada interpretación respecto a la naturaleza del hombre o de la sociedad. Estas escalas definen, en términos negativos y de proscripción, el espacio dentro del cual el fenómeno humano se puede observar. Pero no avanzan ni una palabra sobre la naturaleza propia de ese fenómeno, como no formulan prescripciones. En este sentido, se puede hablar de la _homeóstasis_ del hombre dentro de su ambiente, amenazada por toda disfunción de la herramienta, y se puede definir la política como el proceso por el cual los hombres asumen la responsabilidad de esa _homeóstasis_. Ya va siendo hora de no seguir definiendo las necesidades humanas en abstracto, sometiéndolas, como a los problemas, al tratamiento de la tecnocracia que practica el método de la escalada. Es tiempo de comenzar a buscar dentro de qué cercos las colectividades humanas concretas pueden usar la técnica para satisfacer sus necesidades sin provocar prejuicios a los demás. Precisar el anatema que es necesario lanzar marca el primer paso de la investigación radical.
+
+Los umbrales más allá de los cuales se perfila la destrucción, no determinan el registro en el cual una sociedad limita voluntariamente el uso de sus herramientas. Los umbrales determinan el campo de la supervivencia posible; los límites de ese registro representan los cercos de una cultura. Los umbrales naturales son efecto de la necesidad; los límites culturales son el hecho de la libertad. Los umbrales configuran el derecho constitutivo de toda sociedad, los límites prefiguran la justicia convivencial de una sociedad particular. La necesidad de determinar umbrales y de observar los cercos así definidos es la misma para todas las sociedades. La fijación de límites depende del modo de vida y del grado de libertad de cada colectividad.
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+Existe una forma de disfunción dentro de la cual el crecimiento aún no destruye la vida, pero ya pervierte el uso de la herramienta. La herramienta no es óptima, no es tampoco intolerable; todavía es tolerable, pero es ya supereficiente; degrada un equilibrio de la naturaleza más subjetivo y más sutil que los descritos anteriormente: _el equilibrio de la acción_. Es el equilibrio entre el precio pagado personalmente y el resultado obtenido. Es la conciencia de que _los medios y los fines se equilibran_. Mientras la herramienta avasalla el fin al que debiera servir, el usuario se convierte en presa de una profunda insatisfacción. Si no deja a la herramienta, o la herramienta no le deja a él, se vuelve loco. En el Hades el castigo más espantoso estaba reservado a los blasfemos: el juez de los infiernos los condenaba a la acción frenética. La roca de Sísifo es la herramienta pervertida. El colmo es que, en una sociedad en donde la acción frenética es la regla, se formen hombres que rivalizan entre sí en la conquista del derecho de frustrarse a sí mismos. Movidos por la rivalidad, cegados por el deseo, la única cuestión es quién de entre ellos será intoxicado primero por la herramienta.
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+Como he desarrollado en otra parte[^n05], el predominio del transporte sobre la circulación de la gente puede servir para ilustrar la diferencia entre lo que es la frontera del equilibrio y lo que es un límite elegido para hacer florecer la igualdad en el goce de la libertad. Proteger el ambiente puede significar la prohibición de los transportes supersónicos. Evitar que la polarización social se convierta en intolerable puede significar la prohibición de los transportes aéreos. Defenderse contra el monopolio radical puede significar la prohibición de los automóviles. En ausencia de estas medidas, el transporte amenaza a la sociedad. El equilibrio entre fines y medios que he subrayado aquí, nos presenta un nuevo criterio de selección de la herramienta. La consideración de este nuevo equilibrio, tal vez nos conduzca hasta proscribir todos los transportes públicos de velocidad superior a la de la bicicleta.
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+Cualquier vehículo cuya velocidad máxima excede un cierto umbral, acrecienta la pérdida de tiempo y de dinero del usuario medio. Todas las veces que en un punto del sistema de circulación la velocidad máxima excede cierto umbral, significa que más gente empleará más tiempo en la parada del autobús, en la atascada autopista de circunvalación, o en una cama de hospital. Significa también que empleará más tiempo en pagar el sistema de transporte que se está obligado a utilizar.
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+El umbral crítico de velocidad depende de una multitud de factores: condiciones geográficas, culturales, económicas, técnicas, financieras. Con tantas variables para una incógnita, se podría esperar que el margen de estimación para dicho umbral fuera muy grande. Pero no es así. Es de tal manera bajo y estrecho que parece improbable a la mayoría de los especialistas en circulación.
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+Hay disfunción en la circulación desde que ésta admite, en un punto dado del sistema, una velocidad superior a la de la bicicleta. Es por esto que la velocidad de la bicicleta puede servir de criterio en la determinación del umbral crítico. Todo exceso en un punto dado del sistema acrecienta la suma de tiempo destinado por el conjunto de los usuarios al servicio de la industria de los transportes.
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+La sobreabundancia de bienes conduce a la escasez de tiempo. El tiempo se rarifica porque es necesario para consumir y para dejarse asistir, y porque el acostumbramiento a la producción hace aún más costoso el desacostumbramiento. Mientras más se enriquece el consumidor, más consciente es de los grados que ha ascendido, tanto en la casa en que vive como en la oficina. Mientras más alto ha trepado en la pirámide de la producción, menos tiempo tiene para abandonarse a las actividades que no pueden ser contabilizadas.
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+Es difícil ganar tiempo cuando se tiene muy empeñado el porvenir. Staffan Linder subraya el hecho de que tenemos la tendencia a sobreemplear el futuro. En tanto que el futuro se hace presente, continuamente tenemos la sensación de falta de tiempo, por la sencilla razón de haber previsto jornadas de treinta horas. Como si no fuera suficiente el costo más o menos alto del tiempo --y que en general en una sociedad de la abundancia, cada vez se hace más caro--, el sobreempleo del futuro engendra una tensión devastadora.
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+La industria de los transportes produce escasez de tiempo. En una sociedad en donde mucha gente emplea vehículos rápidos, todo el mundo debe consagrarles más tiempo y dinero. Una vez roto el equilibrio, sobrepasado el umbral de la velocidad, la rivalidad entre la industria del transporte y las otras industrias se hace feroz, tratando de controlar los espacios y la energía disponibles. Mientras la velocidad crece en forma lineal, la confusión crece en forma exponencial. El tiempo consagrado a la circulación usurpa el tiempo de trabajo, como devora el tiempo de recreo.
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+Los vehículos más grandes no deben estar vacíos nunca; los más rápidos, deben moverse continuamente. Las cápsulas individuales se vuelven ruinosas. Los transportes públicos no prestan servicios más que en las grandes arterias. Es necesario que esto se mueva cada vez más rápido.
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+Mientras la velocidad aumenta, el vehículo se convierte en tirano de la existencia cotidiana. Se prevé un tiempo determinado, se necesita el doble. Se proyectan planes con meses y hasta con años de anticipación. Algunos de esos planes, realizados con gran costo, no pueden cumplirse. El sentimiento de fracaso es continuo. Se vive bajo tensión. El hombre no se deja programar a voluntad. Cuando se ha sobrepasado el umbral crítico para el equilibrio de la acción, viene el enfrentamiento de la industria de la velocidad con las otras industrias, para ver quién va a despojar al hombre de la parte de humanidad que le queda.
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+La velocidad es el vector clave para detectar cómo la industria del transporte afecta el equilibrio vital. Al considerar las cinco primeras dimensiones se necesita mucho menos de lo que pudiera pensarse para que el transporte se vuelva contra el hombre rompiendo las escalas naturales. Pero se da otro hecho aún más sorprendente. La velocidad, que al aplicar el conjunto de los cinco primeros criterios definidos, se manifiesta tolerable, es del mismo orden de grandeza que la velocidad que optimiza la circulación deseable. Es la que, al menor costo de tiempo social, asegura la equidad del radio de acción y de las posibilidades de acceso maximizadas por la técnica. La gran diversidad de registros de orden técnico que configuran el cerco respectivo de cada civilización, caben naturalmente dentro del espacio de la tecnología tolerable. El cerco de lo tolerable coincide, en orden de grandeza, con el límite superior del registro de lo deseable.
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+La constatación del contrasentido que representa la sobreproducción no se establece solamente sobre los transportes. El mismo tipo de resultados negativos se encuentra a propósito de las inversiones hechas en medicina. En Estados Unidos se ha calculado que más del 95% de los gastos médicos consagrados a los enfermos cuya muerte se sabe próxima, no han tenido ningún efecto benéfico sobre su bienestar; únicamente intensifican su sufrimiento y los hacen totalmente dependientes de cuidados impersonales, sin prolongar la duración de su existencia. La rentabilidad máxima de un servicio se sitúa dentro de ciertos límites. Pasado cierto umbral, la salud de un paciente se mide por su cuenta de hospital, como la riqueza de una nación se mide por la cuenta de gastos globales que es un PNB. A la escala del individuo como a la de la colectividad, es preciso pagar siempre. Es preciso pagar para remunerar al capital, es preciso también pagar los platos rotos del crecimiento. Al practicar la escalada de la técnica, la medicina primero deja de sanar, y después deja de prolongar la vida humana. Se transforma en ritual de negación de la muerte: el individuo superadaptado a la máquina, hace su última vuelta a la pista, espectacular. Habrá hecho el mejor tiempo.
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+En una primera etapa, la investigación radical se ciñe a estudiar el alza en las desutilidades marginales y las amenazas engendradas por el crecimiento. En una segunda etapa, se aplica a descubrir los sistemas y las instituciones que optimizan los modos de producción convivenciales. Esta investigación provoca resistencias, de las cuales las de orden psíquico no son las menores. El hombre superinstrumentado es como el _junkie_ : el habituamiento deforma el conjunto de su sistema de valores y mutila su capacidad de juicio. Los drogadictos de toda clase están dispuestos a pagar cada vez más por gozar cada vez menos. Toleran la escalada de la desutilidad marginal. Nada puede afectarles mientras les anime una sola preocupación: subir la postura. Tales espíritus consideran los transportes más como un medio de producir el placer de la velocidad que como medio de ampliar la libertad y el goce de moverse. No aceptarán sin dificultad la evidencia de que el hombre es un ser naturalmente móvil, y que la técnica, por medio de la bicicleta, eleva la movilidad de una sociedad a un nuevo orden de grandeza más allá del cual ninguna aceleración del vehículo puede hacerla aumentar.
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+La investigación radical se ciñe a hacer sensible la relación entre el hombre y la herramienta, después a hacerla nítida, a identificar los recursos de que disponemos y los efectos que se pueden alcanzar con sus diferentes usos.
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+Hacer sensible la degradación de los equilibrios que establecen la supervivencia, es la tarea inmediata de la investigación radical. La investigación radical detecta las categorías de población más amenazadas, y les ayuda a discernir la amenaza. Hace tomar conciencia a los individuos o grupos, hasta entonces divididos, de que sobre sus libertades fundamentales pesan las mismas amenazas. Muestra que la exigencia de libertad real, formulada por quien sea, sirve siempre al interés de la mayoría.
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+El deshabituamiento al crecimiento será doloroso. Será doloroso para la generación de transición, y sobre todo para los más intoxicados de sus miembros. Ojalá el recuerdo de tales sufrimientos preserve a las generaciones futuras de nuestros yerros.
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+## Los obstáculos y las condiciones de la inversión política
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+Hemos visto que el equilibrio de la vida se despliega en cinco dimensiones. En cada una de ellas sólo el mantenimiento de un equilibrio determinado que la caracteriza garantiza la homeostasis constitutiva de la vida humana. La intervención en la ecosfera será racional sólo a condición de no franquear los límites genéticos. La institución no suscita la cultura sino al permitir y hacer efectivo un sutil equilibrio entre la acción personal autónoma y las restricciones directrices que ella misma impone. El borrar las barreras geográficas y culturales no puede promover la originalidad social si esa acción no va acompañada de la reducción de la brecha energética entre los privilegiados y la gran mayoría. Un incremento en la tasa de innovación sólo tiene valor si acentúa el arraigamiento más profundo en la tradición y en la plenitud del sentido.
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+De instrumento, la herramienta puede convertirse en amo, y después en verdugo del hombre. La relación se invierte con más rapidez de lo que se espera: el arado hace del hombre, señor de un jardín, y muy pronto un errabundo en un campo polvoriento. La vacuna, que selecciona sus víctimas, engendra una raza capaz de sobrevivir únicamente en un medio acondicionado. Nuestros hijos nacen disminuidos en un mundo inhumano. El _homo faber_ , de aprendiz de brujo, se transforma en basural voraz. La herramienta puede crecer en dos formas, sea para aumentar el poder del hombre o para reemplazarlo. En el primer caso, la persona conduce su propia existencia, tomando el control y la responsabilidad.
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+En el segundo, es finalmente la máquina la que lo conduce: reduce a la vez la elección del operador y la del usuario-consumidor; luego les impone a los dos su lógica y sus exigencias. Amenazada por la omnipotencia de la herramienta, la supervivencia de la especie depende del establecimiento de procedimientos que permitan a todo el mundo distinguir claramente entre estas dos maneras de racionalizar y de emplear la herramienta, y, con ello, inciten a elegir la supervivencia dentro de la libertad. En el cumplimiento de esta tarea, hay tres obstáculos que nos cierran el camino: la idolatría de la ciencia, la corrupción del lenguaje cotidiano y la devaluación de los procedimientos formales que estructuran la toma de decisiones sociales.
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+### La desmitificación
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+Por encima de todo, el debate político está congelado por un engaño respecto a la _ciencia_. La palabra ha venido a significar una empresa institucional en vez de una actividad personal; la solución de un rompecabezas en vez del despliegue imprevisible de la creatividad humana. La ciencia es actualmente una agencia de servicios fantasmas y omnipresente, que produce _mejor saber_, igual que la medicina produce mejor salud. El daño causado por este contrasentido en la naturaleza del saber es aún más radical que el mal hecho por la mercantilización de la educación, de la salud y de la movilidad. La falsedad de la mejor salud corrompe el cuerpo social, pues cada uno se preocupa cada vez menos de la calidad del ambiente, de la higiene, de su modo de vida o de su propia capacidad de cuidar a los demás. La institucionalización del saber conduce a una degradación global más profunda, pues determina la estructura común de los otros productos. En una sociedad que se define por el consumo del saber, la creatividad es mutilada y la imaginación se atrofia.
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+Esta perversión de la ciencia se funda en la creencia en dos especies de saber; el inferior del individuo, y el saber superior de la ciencia. El primer saber sería del dominio de la opinión, la expresión de una subjetividad, y el progreso nada tendría que ver en ello. El segundo sería objetivo, definido por la ciencia y extendido por voceros expertos. Este saber objetivo es considerado como un bien que se puede almacenar y mejorar constantemente. Es un recurso estratégico, un capital, la más preciosa de las materias primas, el elemento base de lo que se ha dado en llamar la toma de decisiones, siendo éstas, a su vez, concebidas como un proceso impersonal y técnico. Bajo el nuevo reino del computador y de la dinámica de grupo, el ciudadano abdica de todo su poder en favor del experto, el único competente.
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+El mundo no es portador de ningún mensaje, de ninguna información. Es lo que es. Todo mensaje que le concierne es producto de un organismo vivo que actúa por él. Cuando se habla de la información almacenada fuera del organismo humano, se cae en una trampa semántica. Los libros y las computadoras forman parte del mundo. Ofrecen datos siempre que haya ojos para leerlos. Al confundir el medio con el mensaje, el receptáculo con la información misma, los datos con la decisión, relegamos el problema del saber y del conocimiento al punto muerto de nuestra mente.
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+Intoxicados por la creencia de un porvenir mejor, los individuos cesan de fiarse de su propio criterio y piden que se les diga la verdad sobre lo que 'saben'. Intoxicados por la creencia en una toma mejor de decisiones, les es difícil decidir por sí solos, y pronto pierden la confianza en su propio poder de hacerlo. La impotencia creciente del individuo para tomar por sí mismo decisiones afecta a la estructura base de su espera. Antes, los hombres se disputaban una escasez concreta, en el presente reclaman un mecanismo distribuidor para colmar una falta ilusoria. El ritual burocrático organiza el consumo frenético del menú social: programa de educación, tratamiento médico o acción judicial. El conflicto personal se ve privado de toda legitimidad, desde que la ciencia promete la abundancia para todos y pretende dar a cada uno según sus demandas personales y sociales, objetivamente identificadas. Los individuos, que han desaprendido a reconocer sus propias necesidades así como a reclamar sus propios derechos, se convierten en presa de la mega-máquina que define en su lugar lo que les hace falta. La persona ya no puede por sí misma contribuir a la renovación continua de la vida social. El hombre llega a desconfiar de la palabra, se apega a un ser supuesto. El voto reemplaza al corrillo; la caseta electoral, a la terraza del café. El ciudadano se sienta frente a la pantalla, y calla.
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+Las reglas del sentido común que permitían a los hombres conjugar y compartir sus experiencias se destruyen. El consumidor-usuario tiene necesidad de su dosis de saber garantizado, cuidadosamente acondicionado. Encuentra su seguridad en la certidumbre de leer el mismo periódico que su vecino, de mirar la misma emisión televisiva que su patrón. Se contenta con tener acceso al mismo grifo del saber que su superior, antes que tratar de instaurar la igualdad de condiciones que darían a su palabra el mismo peso que tiene la del patrón. La dependencia, en todas partes aceptada como un hecho, en relación al saber altamente calificado, producido por la ciencia, la técnica y la política, erosiona la confianza tradicional en la veracidad del testigo y despoja de su sentido las principales formas en que los hombres pueden intercambiar sus propias certidumbres. Hasta en los tribunales, el experto rivaliza en importancia con los testigos. El experto es casi admitido como testigo patentado, se olvida que su declaración no representa sino lo que se oye decir: es la _opinión_ de una profesión. Sociólogos y siquíatras acuerdan o rechazan el derecho a la palabra, a una palabra audible. Al poner su fe en el experto, el hombre se despoja de su competencia jurídica, primero, y política, después. Su confianza en la omnipotencia de la ciencia incita a los gobiernos y a sus administrados a descansar sobre la ilusión de que se eliminarán los conflictos suscitados por un evidente enrarecimiento del agua, del aire o de la energía; a creer ciegamente en los oráculos de los expertos, que prometen milagros multiplicadores.
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+Nutrida en el mito de la ciencia, la sociedad abandona a los expertos hasta la preocupación de fijar límites al crecimiento. Ahora bien, semejante delegación de poder destruye el funcionamiento político; a la palabra, como medida de todas las cosas, se la sustituye por la obediencia a un mito y, finalmente, legitimiza en cierta forma los experimentos practicados en los hombres. El experto no representa al ciudadano, forma parte de una élite cuya autoridad se basa sobre la posesión exclusiva de un saber no comunicable; pero, en realidad, este saber no le confiere ninguna aptitud particular para definir las delimitaciones del equilibrio de la vida. El experto no podrá jamás decir dónde se encuentra el umbral de tolerancia humana. Es la persona quien lo determina; en comunidad, nada le puede hacer desistir de ese derecho. Ciertamente, es posible hacer experiencias sobre seres humanos. Los médicos nazis han explorado los límites de resistencia del organismo. Descubrieron por cuánto tiempo el individuo medio puede soportar la tortura, pero esto nada les reveló respecto a lo que alguien puede considerar tolerable. Hecho significativo, esos médicos fueron condenados, de acuerdo con un pacto firmado en Nuremberg, dos días después de la destrucción de Hiroshima, en vísperas de destruir Nagasaki.
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+Lo que un pueblo puede tolerar queda fuera del alcance de todo experimento. Se puede decir lo que será de un grupo de hombres particulares dentro de una situación extrema: prisioneros, náufragos o conejos de indias. Pero esto no puede servir para determinar el grado de sufrimiento y frustración que una sociedad dada aceptaría sufrir a causa de la instrumentación forjada por ella misma.
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+Ciertamente, las operaciones científicas de medida pueden indicar que un determinado tipo de comportamiento amenaza un equilibrio vital mayor. Pero sólo una mayoría de hombres juiciosos, que conozcan la complejidad de las realidades cotidianas y que las tomen en cuenta en sus actuaciones, pueden encontrar la forma de limitar los fines que persiguen la sociedad y los individuos. La ciencia puede iluminar las dimensiones del reino del hombre en el cosmos, pero precisa una comunidad política de hombres conscientes de la fuerza de su razón, del peso de su palabra y de la seriedad de sus actos, para elegir libremente la austeridad que garantizará su vitalidad.
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+### El descubrimiento del lenguaje
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+Entre 1830 y 1850 una docena de sabios descubrieron y formularon la ley de conservación de la energía. La mayoría de ellos eran ingenieros que, cada uno por su cuenta, habían redefinido la energía cósmica en términos de pesos levantables por una máquina. Gracias a operaciones de medida efectuadas en laboratorio, se creyó al fin posible reducir a un denominador común la energía primordial, la _vis viva_ de la tradición. Es entonces cuando las ciencias exactas se pusieron a dominar la investigación.
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+En esta misma época, y en forma análoga, la industria comenzó a competir con los otros modos de producción. Los éxitos industriales se volvieron la medida y la regla de la economía entera. Pronto se tuvo como subsidiarias a todas las actividades productoras a las cuales no se podían aplicar las reglas de medición y los criterios de eficiencia aplicables en la producción en serie: esto valió para los trabajos domésticos, la artesanía y la agricultura de subsistencia. El modo industrial de producción comenzó por degradar la red de relaciones productivas que hasta entonces habían coexistido en la sociedad, para luego paralizarla.
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+Este monopolio, que ejerce un solo modo de producción sobre todas las relaciones productivas, es más insidioso y más peligroso que la competencia entre firmas, pero menos visible. Es fácil conocer al ganador en la competencia abierta: es la fábrica que utiliza el capital en forma intensiva; es el negocio mejor organizado; la rama industrial más esclavista y mejor protegida; la empresa que malgasta con la mayor discreción o que fabrica más armamentos. A gran escala, este curso toma la forma de una competencia entre firmas trasnacionales y naciones en vías de industrialización. Pero este juego mortal entre titanes distrae la atención de su propia función ritual. A medida que se extiende el campo de la competencia, una misma estructura industrial se desarrolla a través del mundo, y polariza la sociedad. El modo de producción industrial establece su dominación no sólo sobre los recursos y la instrumentación sino también sobre la imaginación y los deseos de un número creciente de individuos. Es el monopolio radical generalizado, ya no el de una rama de la industria sino el del modo industrial de producción. El hombre mismo, en cierta forma, está industrializado. Los sistemas políticos hacen prodigios de ingenio y de agilidad semántica para bautizar con nombres opuestos a esta misma estructura industrial en expansión en todas partes, sin comprender que ella escapa a su control. El antagonismo entre los países pobres y los países ricos, entre las naciones sumisas a una planificación central y las naciones gobernadas por la ley del mercado, es el antifaz necesario para que este monopolio parezca benéfico.
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+Extendida por el mundo entero, esta industrialización del hombre lleva consigo la degradación de todos los lenguajes, y se hace muy difícil encontrar las palabras que hablarían de un mundo opuesto al que las ha engendrado. El lenguaje refleja el monopolio que el modo industrial de producción ejerce sobre la percepción y la motivación. En las naciones industriales, cuando el hombre habla de sus obras, las palabras que emplea designan los productos de la industria. El lenguaje refleja la materialización de la conciencia. Cuando el hombre aprende algo por la lectura dice que ha _adquirido educación_. El deslizamiento funcional del verbo hacia el sustantivo subraya el empobrecimiento de la imaginación social. La práctica nominalista del lenguaje sirve para marcar las relaciones de propiedad: la gente habla del trabajo que _tiene_. En toda América Latina, sólo los que _tienen_ un empleo dicen que tienen trabajo. Los campesinos (que son la gran mayoría) dicen que lo _hacen_: «se va a trabajar, pero no se tiene trabajo». Los trabajadores modernos y sindicados no sólo esperan que la industria produzca más bienes y servicios, sino también más trabajo para más gente. No solamente el hacer es sustantivo, sino también el querer. La habitación es más un bien que una actividad; el abrigo se convierte en bien que uno se procura, o que reivindica al verse privado del poder de abrigarse por sí mismo. Se adquiere el saber, la movilidad, y aun la sensibilidad o la salud. Se tiene trabajo o salud, como se tiene placer.
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+El deslizamiento del verbo hacia el sustantivo refleja también el empobrecimiento del consejo de propiedad. _Posesión, embargo, abuso_, no pueden indicar la relación del individuo o del grupo con una institución como la escuela. Porque en su función esencial una herramienta semejante escapa, como hemos visto, a todo control. Las afirmaciones de propiedad concernientes a la herramienta vienen a designar la capacidad de detentar sus productos, sea el interés objetivo del capital o los objetos manufacturados, o incluso toda especie de prestigio ligado a lo uno o a lo otro. El consumidor-usuario integral, el hombre plenamente industrializado, no se apodera de nada más que de lo que consume. Dice: _mi educación, mis desplazamientos, mis recreos, mi salud_. A medida que el campo de su quehacer se estrecha, reclama productos de los que se dice _propietario_. Sometido al monopolio de un solo modo de producción, el usuario ha perdido todo sentido de la rica pluralidad de estilos de tener. En las lenguas polinesias, hay formas verbales distintas para expresar la relación que yo mantengo con mis actos (que me siguen), mi nariz (que me pueden quitar), mis prójimos (que no he escogido), mi piragua (sin la cual no sería un hombre verdadero), una bebida (que ofrezco) y la misma bebida (que me dispongo a tomar).
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+Es una sociedad donde el lenguaje se ha sustantivado, los predicados son formulados en términos de lucha contra la escasez dentro del cuadro de la concurrencia. «Yo quiero aprender» se convierte en «yo quiero adquirir una educación». La decisión de actuar es reemplazada por la demanda de un billete de la lotería escolar. «Yo tengo deseos de ir a alguna parte» se transforma en «yo quiero un medio de transporte». La insistencia sobre el derecho de actuar se sustituye por la insistencia sobre el derecho de tener. En el primer caso, el sujeto es actor; en el segundo, usuario. El cambio de la lengua apoya la expansión del modo de producción industrial: la competencia gobernada por valores industrializados se refleja en la nominalización del lenguaje. La lucha competitiva inevitablemente toma la forma de un juego a suma cero ( _zero sum-game_ ) en el cual lo que un jugador pierde se transforma en ganancia para los otros jugadores. En el barullo, la gente juega con los nombres tal como los percibe: valorando únicamente el aprendizaje promueve la escuela, define la _educación_ como objeto de competición. El _Alma mater_ tiene demasiados hijos pegados a sus pechos: el que traga su ración de educación priva a un hermano de leche.
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+El conflicto personal no es forzosamente una lucha por obtener un bien escaso. Puede también expresar un desacuerdo sobre los medios para asegurar mejor la autonomía de la persona. En ese caso, el conflicto se vuelve creador de libertad. Pero el lenguaje nominalista ha oscurecido esta profunda verdad: que el conflicto puede ser creador de derecho para ambos adversarios; creador del derecho de hacer las cosas que, por definición, no son ni bienes ni objetos escasos. El conflicto conducirá al derecho de caminar, de hablar, de leer, de escribir o de recordar en igualdad, de participar en el cambio social, de respirar aire puro y de emplear herramientas convivenciales. Haciéndolo, privará a las dos partes de un bien determinado, por amor de una ganancia inapreciable como es una nueva libertad compartida. Al limitar el consumo obligado, se libera el campo de la acción.
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+El código operatorio de la instrumentación industrial se incardina en el habla cotidiana. La palabra del hombre que vive como poeta es apenas tolerada como protesta marginal y siempre que no perturbe a la muchedumbre que hace cola frente al aparato distribuidor de productos. Si no accedemos a un nuevo grado de conciencia que nos permita reencontrar la función convivencial del lenguaje, no llegaremos jamás a invertir ese proceso de industrialización del hombre. Pero si cada uno se sirve del lenguaje para reivindicar su derecho a la acción social antes que al consumo, el lenguaje se convertirá en el medio para restituir a la relación del hombre con la herramienta su transparencia.
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+### La recuperación del derecho
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+La ley y el Derecho, en sus formas actuales, están, de manera abrumadora, al servicio de una sociedad en expansión indefinida. El proceso por el cual los hombres deciden sobre lo que se debe hacer está actualmente sometido a la ideología de la productividad: hay que producir más, más saber y decisiones, más bienes y servicios. Después de la perversión del saber y del lenguaje, la perversión del Derecho es el tercer obstáculo a una actualización política de los límites. Los partidos, los modos de legislación y el aparato judicial han sido requisados al servicio del crecimiento de las escuelas, de los sindicatos, de los hospitales y de las autopistas, para no hablar de las fábricas. Poco a poco, no sólo la policía, sino también los órganos legislativos y los tribunales han llegado a ser considerados como una instrumentación al servicio del estado industrial. Si a veces defienden al individuo ante las pretensiones de la industria, ésta es la coartada de su docilidad para servir al monopolio radical y de su servilismo para legitimar una concentración siempre más fuerte de poderes. A su manera, los magistrados se convierten en cuerpo de ingenieros del crecimiento. En la democracia popular o capitalista, son los aliados 'objetivos' del instrumento contra el hombre. Con la idolatría de la ciencia y la corrupción del lenguaje, esta degradación del Derecho es un obstáculo mayor para la reinstrumentación de la sociedad.
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+Se comprende que una sociedad distinta es posible cuando se logra expresarla claramente. Se provoca su aparición al descubrir el procedimiento por el cual la sociedad presente toma sus decisiones. Se organiza su estructura cuando se utilizan la lengua materna y los procedimientos tradicionales del Derecho para servir a fines opuestos a los que fija su presente uso. Pues en cada sociedad hay una estructura profunda que organiza la toma de decisión. Esta estructura existe dondequiera que los hombres se reúnen. El mismo proceso puede dar lugar a decisiones contradictorias, porque la estructura no sirve únicamente para la definición de los valores personales, sino también para la supervivencia de un comportamiento institucionalizado. La existencia de contradicciones no contradice la existencia de una estructura coherente que las engendre, sino al contrario. Yo puedo decidir adquirir una educación aun si por otra parte he decidido que valdría más aprender participando en la vida cotidiana. Me puedo dejar transportar al hospital aun cuando haya decidido que sufriría menos y moriría más fácilmente quedándome en casa. Lo mismo que la captación de disonancias cognoscitivas funda la poesía, así la coexistencia de normas contradictorias manifiesta la existencia de procedimientos normativos.
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+Los hombres han perdido la confianza en los procedimientos disponibles, no porque éstos hayan sido pervertidos en sí, sino por el uso abusivo que constantemente se hace de ellos. Son utilizados para atiborrar a la gente con argumentos éticos, políticos o legales. Se han convertido en engranajes de la producción ilimitada. Las iglesias predican la humildad, la caridad y la pobreza, y financian programas de desarrollo industrial. Los socialistas se han convertido en defensores sin escrúpulos del monopolio industrial. La burocracia del Derecho se ha aliado a las burocracias de la ideología del bienestar general, para defender el crecimiento de la herramienta. Pronto será el computador el que decida ideas, leyes y técnicas indispensables al crecimiento.
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+Si no nos ponemos de acuerdo sobre un procedimiento eficaz, duradero y convivencial, con el fin de controlar la instrumentación social, la inversión de la estructura institucional existente no se podrá iniciar y menos mantener. Siempre habrá administradores que quieran aumentar la productividad de la institución, y tribunos que prometan la luna a las multitudes ávidas.
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+Cada vez que se propone utilizar el Derecho como herramienta de inversión de la sociedad, surgen tres objeciones: la primera es superficial: no todos pueden ser juristas, por tanto no todos pueden manejar el Derecho por su cuenta. Naturalmente, esto es verdad sólo en cierta medida. Sistemas parajurídicos podrían establecerse dentro de ciertas comunidades, y luego ser incorporados a la estructura del conjunto. Es más, a la participación del profano se le podría adjudicar un campo de acción más vasto y revelarse como preciosa en los procedimientos de mediación, de conciliación o de arbitraje. Pero, aun si la objeción es fundada, no viene al caso. El Derecho se aplicaría a la regulación de las herramientas, gobernando la vida cotidiana; pues no hay razón para que la mayoría de los procesos no sean descentralizados, demistificados y desburocratizados. Queda el que ciertos problemas sociales se presentan en gran escala, son complejos y posiblemente permanecerán así por mucho tiempo, y exigen una instrumentación jurídica a su medida. Si está destinado a servir a vastos grupos de hombres, cada uno portador de una tradición secular, para negociar proscripciones a escala mundial, el Derecho, como proceso de regulación de esos problemas sociales, es, de hecho, una herramienta que requiere expertos como operadores. Pero eso no significa que dichos expertos deban ser doctores en Derecho o formar un mandarinato.
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+La segunda objeción toca directamente nuestro tema, y va mucho más lejos: los actuales operadores de la instrumentación jurídico-social están profundamente intoxicados por la mitología del crecimiento. Su visión de lo posible y de lo factible se mantiene conforme al adoctrinamiento industrial. Sería locura esperar que los gerentes de una sociedad productivista se transformaran en vestales de la sociedad convivencial. El alcance de esta observación se completa y subraya por una tercera objeción: el sistema jurídico no sólo es un conjunto de reglas escritas, es un proceso continuo a través del cual las leyes se elaboran y se aplican a situaciones reales. A través de la serie de actos jurídicos, la colectividad se da un cierto marco mental. De ello resulta un contenido del Derecho que refleja la ideología de los legisladores y de los jueces. La manera en que estos últimos perciben la ideología subyacente a toda cultura se convierte en la mitología oficial que se concreta en las leyes que formulan y aplican. El cuerpo de las leyes que regula una sociedad industrial refleja inevitablemente la ideología, las características sociales y la estructura de clase, al mismo tiempo que la refuerzan y aseguran su reproducción. Cualquiera que sea su sello ideológico, toda sociedad moderna sitúa siempre el bien común en el orden del más: más poder a las empresas y a los expertos, más consumo al usuario.
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+Si bien estas objeciones subrayan una dificultad fundamental en el uso del Derecho con el fin de invertir la sociedad, dejan de lado el asunto. Cuidadosamente hago la distinción entre el cuerpo de las leyes y la estructura formal que lo elabora, al igual que distingo entre el uso de _slogans_ al que recurren las instituciones y la práctica del lenguaje cotidiano. Así también distinguiré entre un conjunto de políticas y el proceso formal que les da origen. Es bien evidente que, tratándose del Derecho, así como del saber o del lenguaje, nos ceñimos a la estructura que rige en profundidad la donación de sentido. De la recuperación plena y del libre uso de esa estructura depende el despertar de las fuerzas capaces de transfigurar 'la alianza para el progreso'.
+
+En una época en que la _operación_ se ha convertido en un fin en sí, nunca se insistirá bastante sobre la distinción entre los fines y los medios, entre el procedimiento y la sustancia. Vivimos en un mundo en donde el lenguaje nos habla, el saber nos piensa y el Derecho nos actúa. El lenguaje se reduce a la emisión y a la recepción de mensajes; el pensamiento, a la acumulación de informaciones; el Derecho, a la reglamentación del proyecto. Para reencontrar esta distinción crucial entre el procedimiento y la sustancia, el análisis del procedimiento jurídico nos puede servir de paradigma, puesto que esta distinción se encuentra en la raíz del Derecho, aunque cada ejemplo del Derecho se caracteriza por el estilo particular de su proceso formal. Aquí apoyaré mi argumentación haciendo referencia al derecho angloamericano.
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+### El ejemplo del derecho consuetudinario
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+La estructura formal del _common law_ presenta dos rasgos dominantes y complementarios que le hacen particularmente adaptable a las necesidades de un tiempo de crisis. El sistema se basa sobre la continuidad y la oposición antagónica o contradictoria de las partes (_adversary nature of the common law_).
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+La continuidad inherente al proceso de elaboración del Derecho conserva, en un sentido, la sustancia del cuerpo de las leyes. Esto no es tan evidente en la etapa legislativa. El legislador tiene el campo abierto para innovar, desde el momento en que permanece dentro del marco constitucional. Pero toda nueva ley debe inscribirse dentro del contexto de la legislación existente y, por este hecho, no puede apartarse mucho del derecho vigente.
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+Es claro que la función de la jurisprudencia consiste en asegurar la continuidad de la sustancia del Derecho, actualizándola. Los tribunales aplican el Derecho a situaciones reales. La jurisprudencia zanja del mismo modo dos casos idénticos o decide, por el contrario, que el mismo hecho ya no significa hoy la misma cosa que ayer. El Derecho representa la autoridad soberana que el pasado ejerce sobre el conflicto presente, la continuidad de un proceso dialéctico. El tribunal da al conflicto un estatuto social, luego incorpora el juicio emitido al cuerpo del Derecho. Dentro del proceso jurídico se reactualiza la experiencia social del pasado en vista de las necesidades presentes; en el futuro, a su vez, el juicio presente servirá de precedente para arreglar otras diferencias.
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+La continuidad de la estructura formal que rige el proceso jurídico no se reduce a la simple incorporación de un conjunto de prejuicios en un conjunto de leyes. Sólo desde el punto de vista formal, este modo de continuidad no se endereza a preservar el contenido de tal o cual ley. Muy al contrario, podría servir para preservar el desarrollo continuo del Derecho de una sociedad regida por principios inversos. En la mayoría de las constituciones, nada prohibe proponer leyes sobre una limitación de la productividad, de los privilegios burocráticos, de la especialización o del monopolio radical. En principio, a condición de estar inversamente orientado, los procesos legislativo y jurisprudencial podrían servir para formular ese derecho nuevo y hacer que se respete.
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+De igual importancia es el carácter contradictorio del procedimiento de la _common law_. Desde un punto de vista formal, la _common law_ nada tiene que ver con la definición de lo que está bien en materia ética o técnica. Es una herramienta para comprender las relaciones, cuando éstas estallan en forma de conflictos reales. Corresponde a las partes afectadas reclamar su derecho o reivindicar aquello que consideren bueno. Así funciona la estructura tanto a nivel legislativo como a nivel jurisprudencial. Al equilibrar intereses opuestos, la decisión debería retener lo que es, en teoría, preferible para todos.
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+En las últimas generaciones, este equilibrio, siempre deformado por uno u otro prejuicio, ha sido globalmente dirigido en favor de la sociedad de crecimiento. Pero la frecuente perversión de la estructura jurídica no predica contra su inversión. Muy al contrario, nada impide a las partes globalmente opuestas a la sociedad productivista --liberadas de la ilusión de que el crecimiento puede suprimir la injusticia social y conscientes de la necesidad de límites-- recurrir a esta herramienta. Ciertamente, no basta con que aparezca un nuevo tipo de alegante; es preciso también que el legislador se desintoxique del crecimiento, que las partes interesadas insistan en la protección de sus intereses y que, con ese fin, se dediquen a una revaluación sistemática de las evidencias y de las certidumbres demasiado bien establecidas.
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+La ley, como la jurisprudencia, supone que las partes someten los conflictos de interés social al juicio de un tribunal imparcial. Este tribunal, o sala de apelación, opera en forma continua. El juez ideal es una persona común, prudente, en el fondo indiferente al asunto en debate, experto en el ejercicio del procedimiento. Pero, dentro de la realidad de la vida, el juez es un hombre de su tiempo y de su medio. De hecho, el tribunal ha llegado a servir a la concentración del poder y al crecimiento de la producción industrial. No sólo el juez y el legislador son impulsados a creer que un asunto está bien juzgado y el conflicto debidamente resuelto cuando la balanza de la justicia se inclina en favor del interés global de las industrias, sino que además la sociedad ha condicionado al demandante a exigir que éstas crezcan. Más bien se reivindica una tajada grande del pastel institucional y no la protección contra una institución que mutila la libertad. Sin embargo, el uso abusivo de la herramienta jurídica no corrompe su naturaleza misma.
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+Cuando se presentan los procedimientos que oponen formalmente adversarios como la herramienta clave que permite limitar el crecimiento industrial, se levanta a menudo una objeción, a saber: las sociedades ya son fuertemente dependientes de estos procedimientos, muchas veces ineficaces. Los reformadores de América del Norte reivindican el Derecho a la oposición legal para los negros, los indios, las mujeres, los trabajadores, los lisiados, los consumidores organizados. El procedimiento se hace largo, incómodo y costoso, y la mayoría de los demandantes no pueden llegar hasta el fin. Los asuntos se rezagan y las decisiones llegan demasiado tarde. El procedimiento se convierte en un juego que crea nuevos antagonismos, nuevas competencias. Ha sido desviado de su fin, la decisión se vuelve un bien escaso. La sociedad del crecimiento recupera así al usuario del procedimiento formal.
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+La objeción que se opone a esta multiplicación de procedimientos no queda desplazada si enfoca su proliferación como medio de resolver conflictos personales. Pero aquí los conflictos entre personas o las luchas de grupos entre sí no son mi tema. Lo que me interesa no es la oposición entre una clase de hombres explotados y otra clase propietaria de las herramientas, sino la oposición que se sitúa primero entre el hombre y la estructura técnica de la herramienta, y luego, como consecuencia, entre el hombre y las profesiones cuyo interés consiste en mantener esta estructura técnica. En la sociedad, el conflicto fundamental afecta a los actos, los hechos o los objetos respecto a los cuales las personas entran en oposición formal con las empresas y las instituciones manipuladoras. Formalmente, el procedimiento contradictorio es el modelo de la herramienta de que disponen los ciudadanos para oponerse a las amenazas que la industria presenta.
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+Con raras excepciones, las leyes y los cuerpos legislativos, los tribunales y los juicios, los demandantes y sus demandas están profundamente pervertidos por el acuerdo unánime y aplastante que acepta sin murmurar el modo de producción industrial y sus _slogans_: _mientras más, mejor_. Además, las empresas y las instituciones saben mejor que las personas cuál es el interés público y cómo servirlo. Pero esta unanimidad desconcertante en nada desvirtúa mi tesis: una revolución que no recurre a los procedimientos jurídicos y políticos se condena al fracaso. Únicamente una activa mayoría de individuos y de grupos que busquen en un procedimiento convivencial común recobrar sus propios derechos, puede arrancar al Leviatán el poder de determinar los cercos que se deben imponer al crecimiento para sobrevivir y el de poder elegir los límites que optimicen una civilización.
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+Para entablar la lucha contra los prejuicios reinantes que conduzca a la inversión, algunos individuos que pertenecen a las grandes profesiones pueden jugar un papel orientador. Al tomar conciencia de la crisis de la escuela, los educadores generalmente se ponen en búsqueda de una solución-milagro para enseñar más cosas a más gente. Sus esfuerzos y sus pretensiones amplifican la importancia de la minoría de pedagogos que insisten en los _límites pedagógicos_ del crecimiento industrial. De la misma manera, los médicos tienen la tendencia a creer que por lo menos una parte de su saber se puede expresar únicamente en términos esotéricos. A sus ojos, un colega que seculariza los actos médicos no es más que un profanador. Es vano esperar que el Colegio de Médicos, el Sindicato de la Educación Nacional o la Asociación de Ingenieros de la Circulación, expliquen en términos sencillos, sacados del lenguaje común, el gangsterismo profesional de sus colegas. Asimismo, es vano pensar que los diputados, los juristas y los magistrados vayan de pronto a reconocer la independencia del Derecho de su noción preconcebida del bien, que se confunde con el suministro de la mayor cantidad de productos al mayor número de gente. Porque todos están domesticados para arbitrar conflictos en favor de su propia rama de actividad, ya hablen en nombre de los patronos, de los asalariados, de los usuarios o de sus propios colegas. Pero, aquí o allá, por excepción se encontrará a un médico que ayude a los demás a vivir en forma responsable, a aceptar el sufrimiento, a afrontar la muerte y, de modo similar, por excepción se encontrarán juristas que ayuden a las personas a utilizar la estructura formal del Derecho para defender sus intereses dentro del marco de una sociedad convivencial. Aun si la sentencia dictada no llega finalmente a satisfacer a los demandantes, la acción servirá siempre para poner en evidencia el litigio.
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+No cabe duda de que el recurso al procedimiento con el fin de inmovilizar y de invertir nuestras instituciones dominantes, se presenta a los más poderosos de sus administradores y a los más intoxicados de los usuarios como un desvío del Derecho y una subversión del único orden que reconocen. En sí, el recurso a un procedimiento convivencial, en forma debida, es una monstruosidad y un crimen a los ojos del burócrata, aunque éste pretenda ser juez.
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+## La inversión política
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+Si en un futuro muy próximo la humanidad no limita el impacto de su instrumentación sobre el ambiente y no pone en obra un control eficaz de nacimientos, nuestros descendientes conocerán el espantoso apocalipsis predicho por muchos ecólogos. La sociedad puede aislar su supervivencia dentro de los límites fijados y reforzados por una dictadura burocrática, o bien reaccionar _políticamente_ a la amenza, recurriendo a los procedimientos jurídico y político. La falsificación ideológica del pasado nos vela la existencia y la necesidad de esta elección.
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+La gestión burocrática de la supervivencia humana es una elección aceptable, desde un punto de vista ético o político. Pero habrá de fracasar. Es posible que la gente vuelva a poner de su propio grado sus destinos en manos de un Gran Hermano y de sus agentes anónimos, aterrorizados por la creciente evidencia de la superpoblación, de la mengua de los recursos y de la organización insensata de la vida cotidiana. Es posible que a los tecnócratas se les encargue conducir al rebaño al borde del abismo, es decir, fijar los límites multidimensionales al crecimiento, justamente más acá del umbral de la autodestrucción. Semejante fantasía suicida mantendría al sistema industrial en el más alto grado de productividad capaz de ser tolerado.
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+El hombre viviría protegido en una cápsula de plástico que le obligaría a sobrevivir como el condenado a muerte antes de la ejecución. El umbral de tolerancia del hombre en materia de programación y de manipulación pronto se volvería el obstáculo más serio para el crecimiento. Y la empresa alquímica renacería de sus cenizas: se trataría de producir y de hacer obedecer al mutante monstruoso parido por la pesadilla de la razón. Para garantizar su supervivencia en un mundo racional y artificial, la ciencia y la técnica se empeñarían en instrumentar el siquismo del hombre. Desde el nacimiento a la muerte, la humanidad estaría confinada en la escuela permanente, extendida a escala mundial, tratada de por vida en el gran hospital planetario y atada día y noche a implacables cadenas de comunicación. Es así como funcionaría el mundo de la Gran Organización. Sin embargo, los fracasos anteriores de las terapias de masa hacen esperar la quiebra también de este último proyecto de control planetario.
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+La instalación del fascismo tecnoburocrático no está escrita en las estrellas. Existe otra posibilidad: un proceso político que permita a la población determinar el máximo que cada uno puede exigir, en un mundo de recursos manifiestamente limitados; un proceso consensual destinado a fijar y mantener límites al crecimiento de la instrumentación; un proceso de estímulo a la investigación radical, de manera que un número creciente de gente pueda _hacer cada vez más con cada vez menos_. Un programa así puede aún parecer utópico a la hora actual: si sigue agravándose la crisis, pronto revelará su realismo extremo.
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+### Mitos y mayorías
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+El impedimento ulterior para la reestructuración de la sociedad no es ni la falta de información sobre los límites necesarios, ni la falta de hombres resueltos a aceptarlos si llegan a hacerse inevitables. Es el poder de la mitología política.
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+En una sociedad rica, cada uno es, más o menos, consumidor-usuario en alguna forma. Cada uno juega su papel en la destrucción del ambiente. El mito transforma esta multiplicidad de depredadores en una mayoría política. Por este hecho, esta multiplicidad de individuos automatizados se convierte en un bloque mítico de electores que se ponen de acuerdo sobre un problema inexistente: la mayoría silenciosa, guardiana invisible e invencible de los intereses empleados en el crecimiento, que paraliza toda acción política real. Analizándolo más profundamente, esta mayoría es un conjunto ficticio de personas teóricamente dotadas de razón. En realidad, hay una multiplicidad de individuos: el experto en ecología que se dirige en Boeing a una conferencia contra la contaminación; el economista que sabe que el alza de la productividad hace escasear el trabajo y trata de crear nuevos empleos, etc. Ni el uno ni el otro representan los intereses del trabajador especializado que compra a crédito un aparato de televisión a color, o del campesino que, por seguir la revolución verde, utiliza insecticidas prohibidos desde hace cinco años en el país que los produce. Pero, a pesar de su diversidad, un común apego al crecimiento les une, puesto que de ello depende su satisfacción. Sólo el mito les dará la homogeneidad de una mayoría política opuesta a los límites. Todos tienen su razón para desear el crecimiento industrial y para sentir su amenaza. Por el momento, en una palabra, un voto contra el crecimiento estaría tan desprovisto de sentido como un voto en favor del Producto Nacional Bruto.
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+Una ideología común no crea una mayoría, no tiene eficacia sino a condición de arraigarse en la interpretación del interés racional de cada uno y de dar a este interés una forma política. La acción política de la persona frente a un conflicto social esencial no depende de la ideología aceptada previamente, sino de dos factores:
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+* [a] el estilo que marcará la transformación del conflicto latente entre el hombre y la herramienta en una crisis abierta, que exija una reacción global y sin precedente;
+* [b] el surgimiento de una multiplicidad de nuevas élites que puedan proveer una nueva forma interpretativa y hasta cierto punto inesperada sobre las líneas de interés.
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+### De la catástrofe a la crisis
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+Yo no hago más que conjeturar sobre la agravación de la crisis. Pero puedo exponer con precisión la conducta a mantener delante y dentro de la crisis. Creo que el crecimiento se detendrá por sí mismo. La parálisis sinergética de los sistemas alimenticios provocará el derrumbamiento general del modo de producción industrial. Las administraciones creen estabilizar y armonizar el crecimiento afinando los mecanismos y los sistemas de control, pero no hacen sino precipitar la mega-máquina institucional hacia su segundo umbral de mutación. Dentro de muy corto tiempo, la población perderá la confianza, no sólo de las instituciones dominantes, sino también en los gestores de la crisis. El poder que tienen sus instituciones para definir los valores (la educación, la velocidad, la salud, el bienestar, la información, etc.) se desvanecerá repentinamente cuando se reconozca su carácter ilusorio.
+
+Un suceso imprevisible y probablemente menor, servirá de detonador a la crisis, como el pánico en Wall Street precipitó la Gran Depresión. Una coincidencia fortuita pondrá de manifiesto la contradicción estructural entre los fines oficiales de nuestras instituciones y sus verdaderos resultados. Lo que es ya evidente para algunos, de golpe saltará a la vista de la mayoría: la organización de toda la economía dirigida a un _mejor estar_ es el obstáculo mayor al _bienestar_. Como otras intuiciones ampliamente compartidas, ésta tendrá la virtud de distorsionar completamente la imaginación popular. De la noche a la mañana, importantes instituciones perderán toda respetabilidad, toda legitimidad y reputación de servir al interés público. Es lo que le ha sucedido a la Iglesia de Roma bajo la Reforma y a la monarquía francesa en 1793. En una noche, lo impensable se convirtió en evidencia.
+
+Una mutación repentina no es producto ni del orden, ni de la retroacción, ni de la revolución. Basta ver los torbellinos al pie de una cascada. Las estaciones se suceden, el agua abunda o disminuye hasta ser un débil hilo; pero los remolinos parecen siempre iguales. Sin embargo, basta con que una piedra caiga en la poza, para que la superficie cambie totalmente, sin volver a ser igual. El despertar de la conciencia también se produce de golpe. La mayoría silenciosa hoy apoya totalmente la tesis del crecimiento, pero no se puede prever su comportamiento político cuando estalle la crisis. Cuando un pueblo pierde confianza en la productividad industrial, y no solamente en el papel moneda, todo puede suceder. La inversión es realmente posible.
+
+En la hora actual todavía se trata de parchear las fallas de cada sistema. Ningún remedio surte efecto, pero aún se dispone de medios para aplicarlos todos, uno tras otro. Los gobiernos atacan la crisis de los servicios públicos, la educación, los transportes, los sistemas jurídicos, la juventud. Cada aspecto de la crisis global se separa de los demás, se explica en forma autónoma y se trata en particular. Se proponen soluciones de recambio que dan credibilidad a la reforma sectorial: las escuelas de vanguardia contra las escuelas tradicionales doblan la demanda de educación; las ciudades satélite, contra el monorrail, refuerzan la convicción de que el desarrollo de las ciudades es una fatalidad; una mejor formación de los médicos, contra la proliferación de profesiones para-médicas, alimenta la industria de la salud; y, como los dos términos de la alternativa tienen sus partidarios, en general no se elige entre ellos, sino que se prueban los dos a la vez. El resultado es que se trata de hacer un pastel cada vez más grande, lo que redunda en pura pérdida.
+
+Se imita la actitud de Coolidge frente a los primeros síntomas de la Gran Depresión, descuidando en forma análoga el aviso de una crisis mucho más radical. Se cree que el análisis general de los sistemas vincula entre ellas las crisis institucionales, pero en verdad no hace sino conducir a mayor planificación, centralización y burocratización a fin de perfeccionar el control de la población, de la abundancia de la industria destructora e ineficaz. Se supone que el crecimiento de la producción de decisiones, de controles y de terapias, compensa la extensión del desempleo en los sectores fabriles. Fascinada por la producción industrial, la población permanece ciega a la posibilidad de una sociedad posindustrial donde coexistirán varios modos de producción complementarios. Tratar de promover una era a la vez hiperindustrial y ecológicamente realizable es acelerar la degradación de los otros componentes del equilibrio multidimensional de la vida. El costo de la defensa del _statu quo_ sube como una flecha.
+
+Sería necesario ser geomántico para predecir qué serie de sucesos causaría el derrumbamiento de Wall Street y desencadenaría la crisis inminente. Pero no es necesario ser genial para prever que se tratará de la primera crisis mundial que cuestionará el sistema industrial en sí, en vez de localizarlo en el seno de ese sistema. Pronto se producirá un acontecimiento que tendrá como efecto congelar el crecimiento de los instrumentos. Llegado el momento, el estruendo del derrumbamiento obnubilará las mentes e impedirá escuchar la razón.
+
+Aún nos queda una oportunidad de comprender las causas de la crisis global del sistema que nos amenaza y de prepararnos justamente para no asimilarla a una crisis parcial, interior del sistema. Si queremos anticipar los efectos, debemos imaginar cómo una brusca transformación llevará al poder a grupos sociales sofocados hasta ahora. No es la catástrofe que, en tanto tal, sacará a estos grupos de la nada para alzarlos sobre el resto, sino que la catástrofe debilitará a las potencias reinantes que aplastaban a esos grupos y les impedían participar en el proceso social. El efecto de la sorpresa debilita el control, desorienta a los controladores e instala en primer rango a los que conservan su sangre fría.
+
+Una vez debilitado el control, los controladores buscan nuevos aliados. En el estado industrial debilitado por la Gran Crisis, los gobernantes no pudieron pasarse sin trabajadores organizados, por lo que éstos recibieron parte del poder estructural. En el mercado de trabajo constreñido por la Segunda Guerra Mundial, la industria no ha podido pasarse sin los trabajadores negros, por lo que éstos han comenzado a situarse como poder. Actualmente, al haberse hecho su lugar, la élite negra tiende a convertirse en pilar de un sistema establecido, a imagen de la suerte que anteriormente corrieron los sindicatos. En efecto, el desenlace de la crisis inminente depende de la aparición de élites imposibles de recuperar.
+
+### En el interior de la crisis
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+Las fuerzas que tienden a limitar la producción ya están operando en el interior del cuerpo social. Una investigación pública y radical puede ayudar de manera significativa a muchos hombres a ganar cohesión y lucidez en la condena de un crecimiento que se juzga destructivo. Seguramente sus voces se harán oír mejor cuando la crisis de la sociedad superproductora se agrave. Sin formar partido, son los portavoces de una mayoría de la cual cada uno es miembro en potencia. Mientras más inesperada sea la crisis más repentinamente las llamadas a la austeridad alegre y equilibrada se convertirán en un programa de limitaciones racionales. Para ser capaces de controlar la situación en el momento dado, estas minorías deben captar la profundidad de la crisis y deben saber describirla con un lenguaje apropiado para declarar qué quieren, qué pueden hacer y qué no necesitan. El uso crítico del lenguaje ordinario es el primer pivote en la inversión política. Se necesita un segundo.
+
+Más crecimiento conduce obligatoriamente al desastre, pero éste presenta un rostro doble. El suceso catastrófico puede ser el fin de la civilización política, o incluso de la especie 'hombre'. Puede ser también la Gran Crisis, es decir, la oportunidad de una elección sin precedente. Previsible e inesperada, la catástrofe no será una _crisis_ en el sentido propio de la palabra, a no ser que en el momento en que llegue, los prisioneros del progreso pidan escaparse del paraíso industrial, y que una puerta se abra en el recinto de la prisión dorada. Será necesario entonces demostrar que el desvanecimiento del espejismo industrial presenta la oportunidad de elegir un modo de producción convivencial y eficaz. Por ahora, la preparación a esta tarea es la clave de una nueva práctica política.
+
+Se necesitará de grupos capaces de analizar con coherencia la catástrofe y de expresarla en lenguaje común. Deberán saber abogar por la causa de una sociedad que establece cercos y hacerlo en términos concretos, comprensibles para todos, deseables en general y aplicables inmediatamente. El sacrificio es el rescate de la elección, precio inevitable a pagar para obtener lo que se quiere, o por lo menos, para liberarse de lo intolerable. Pero no basta con servirse de las palabras de todos los días, como herramientas para sacar a la luz el rostro verdadero de la realidad; también será preciso ser capaz de manejar una herramienta social que convenga al ordenamiento del bien público.
+
+Como quedó explicado anteriormente, esta herramienta es la estructura formal de la política y del Derecho. A la hora del desastre, la catástrofe se transforma en crisis, si un grupo de gente lúcida, de sangre fría, inspira confianza a sus conciudadanos. Su credibilidad dependerá de su habilidad para demostrar que no sólo es necesario, sino posible instaurar una sociedad convivencial, a condición de utilizar conscientemente un procedimiento regulador que reconozca al conflicto de intereses su legitimidad, que dé valor al precedente, y atribuya un carácter ejecutorio a la decisión de hombres corrientes, reconocidos por la comunidad como sus representantes. A la hora del desastre, sólo el arraigo en la historia puede dar la confianza necesaria para trastocar el presente. El uso convivencial del procedimiento garantiza que una revolución institucional se mantenga como herramienta cuya práctica engendra los fines. Un recurso lúcido al procedimiento, hecho dentro de un espíritu de oposición continua a la burocracia, es la única manera posible de evitar que la revolución se transforme, ella misma, en institución. Que la aplicación de este procedimiento para la inversión radical de las principales instituciones sea bautizada revolución cultural, recuperación de la estructura formal del Derecho, socialismo de participación o retorno al espíritu de los _Fueros de España_, no es más que cuestión de denominación.
+
+### La mutación repentina
+
+Cuando hablo acerca de la emergencia de grupos de interés y su preparación no hablo de grupos de acción, o de una iglesia, o de una nueva clase de expertos. Y sobre todo, no estoy hablando de un nuevo partido político que pudiera asumir el poder en un momento de crisis. La administración de la crisis la convertiría en una catástrofe irreversible. Un partido bien entrenado puede establecer su poder en el momento de una crisis en la cual la opción es la única dentro todo un sistema. Tales fueron los instrumentos de producción durante la Gran Depresión. Es así como en los países de Europa del Este, pasada la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que 'elegir' el estalinismo. Pero la crisis, de cuyo próximo advenimiento estoy hablando, no está ya dentro de la sociedad industrial sino que concierne al modo de producción industrial en sí. Esta crisis obliga al hombre a elegir entre la herramienta convivencial y el aplastamiento por la megamáquina, entre el crecimiento indefinido y la aceptación de límites multidimensionales. La única respuesta posible consiste en reconocer su profundidad y aceptar el único principio de solución que se ofrece: establecer, por acuerdo político, una autolimitación. Mientras más numerosos y diversos sean los heraldos, más profunda será la comprensión de que el sacrificio es necesario, de que protege intereses variados y de que es la base de un nuevo pluralismo cultural.
+
+Tampoco hablo de una mayoría opuesta al crecimiento, en nombre de principios abstractos. Ésta sería una nueva mayoría fantasma. En realidad, es concebible la formación de una élite organizada que alabe la ortodoxia del anticrecimiento. Esta élite quizás se esté formando. Pero un coro semejante, con el anticrecimiento como todo programa, es el antídoto industrial a la imaginación revolucionaria. Al incitar a la población a aceptar una limitación de la producción industrial, sin poner en cuestión la estructura de base de la sociedad industrial, obligadamente se daría más poder a los burócratas que optimizan el crecimiento, y uno mismo se convertiría en rehén. La producción estabilizada de bienes y servicios muy racionalizados y estandarizados alejaría aún más, de ser posible, la producción convivencial de lo que ya lo hace la sociedad industrial de crecimiento.
+
+Los miembros de una sociedad que se pone cerco no necesitan reunir una mayoría. En democracia, una mayoría electoral no se basa en la adhesión explicita a una ideología o a un valor determinado de todos sus miembros. Una mayoría electoral favorable a la limitación de las instituciones sería heterogénea: comprendería a las víctimas de un aspecto particular de la superproducción, a los ausentes al festín industrial y a la gente que rechaza en bloque el estilo de la sociedad totalmente racionalizada. El ejemplo de la escuela puede ilustrar el funcionamiento de una mayoría electoral en la política tradicional. La gente sin niños rezonga ante las cargas presupuestarias de la educación nacional. Unos encuentran que pagan, sin razón, más que sus vecinos. Otros sostienen las escuelas confesionales. Hay quienes rechazan la obligación escolar porque daña a los niños, otros la combaten porque refuerza la segregación social. Toda esta gente podría formar una mayoría electoral, pero sin constituir ni una secta ni un partido. Actualmente podrían eficazmente reducir las pretensiones de la escuela, pero al hacerlo, reforzarían la legitimidad del producto escolar, que es la 'educación'. Cuando las cosas siguen su curso, limitar una institución dominante con el voto mayoritario toma siempre un giro reaccionario.
+
+Pero una mayoría puede tener un efecto revolucionario cuando una crisis afecta a la sociedad de manera radical. La llegada simultánea de varias instituciones a su segundo umbral de mutación hace sonar la alarma. La crisis no puede tardar. En realidad ya comenzó. El desastre que seguirá, pondrá claramente en evidencia que la sociedad industrial, como tal, y no sólo sus diversos órganos, ha traspuesto los límites.
+
+El Estado-Nación se ha convertido en guardián de los instrumentos ya tan poderosos, que no pueden desempeñar su papel de cuadro político. De la misma manera que Giap supo utilizar la máquina de guerra norteamericana para ganar su guerra, así las empresas multinacionales y las profesiones pueden usar la ley, el sistema bipartidista, para establecer un imperio. Si bien la democracia norteamericana pudo sobrevivir a la victoria de Giap, no podrá sobrevivir a la de la ITT y similares. Cuando la crisis total se avecina, se pone de manifiesto que el estado-nación moderno se ha convertido en un conglomerado de sociedades anónimas, donde cada instrumentación trata de promover su propio producto y servir sus intereses propios. El conjunto produce _bienestar_ , bajo la forma de educación, salud, etc., y el éxito se mide por el crecimiento del capital de todas estas sociedades. En su oportunidad, los partidos políticos reúnen a todos los accionistas para elegir un consejo de administración. Los partidos apoyan el derecho del elector a reclamar un nivel más alto de consumo _individual_ , lo que significa un grado más alto de consumo _industrial_. La gente puede siempre reclamar más transportes rápidos, pero el criterio que se aplica al sistema de transporte basado en el automóvil o el tren y que está absorbiendo una gran parte de la renta nacional, se deja a discrección de los expertos. Los partidos sostienen un Estado cuya meta reconocida es el crecimiento del PNB; nada se puede esperar de ellos para cuando llegue lo peor.
+
+
+El procedimiento contradictorio para el arreglo de un conflicto entre la empresa y el individuo cuando todo va bien refuerza la legitimidad de la dependencia de este último. Pero en el momento de la crisis estructural, cuando aun la reducción voluntaria de la supereficiencia aceptada por las instituciones dominantes no podrá salvarlas de hundirse, el procedimiento contradictorio cambia de signo. Una crisis generalizada abre la vía para la reconstrucción de la sociedad. La pérdida de legitimidad del Estado, como sociedad por acciones, no invalida, sino que reafirma la necesidad de un procedimiento constitucional.
+
+La pérdida de credibilidad, convertidos en facciones rivales de accionistas, no hace mas que subrayar la importancia al recurso de los procedimientos contradictorios en política. La pérdida de credibilidad en las reivindicaciones antagónicas para obtener más consumo individual hace resaltar la importancia del recurso a esos mismos procedimientos contradictorios, cuando se trata de armonizar series opuestas de limitaciones, referentes al conjunto de la sociedad. La misma crisis general puede establecer, de forma duradera, un contrato social que abandone el poder de prescribir el bienestar al despotismo tecnoburocrático y a la ortodoxia ideológica, o bien puede ser la oportunidad para construir una sociedad convivencial, en transformación continua dentro de un cuadro material, que estaría definido por aboliciones racionales y políticas.
+
+Los procedimientos político y jurídico van encajados estructuralmente el uno en el otro. Ambos conforman y expresan la estructura de la libertad dentro de la historia. Reconociendo esto, el procedimiento formal puede ser la mejor herramienta teatral, simbólica y convivencial de la acción política. El concepto de Derecho conserva toda su fuerza, aun cuando la sociedad reserve a los privilegiados el acceso a la maquinaria jurídica, aun cuando, sistemáticamente, encarnezca a la justicia y vista al despotismo con el manto de simulacros de tribunales. Cuando un hombre defiende el recurso al lenguaje ordinario y al procedimiento formal, inscrito en la historia de un pueblo, sigue siendo la herramienta más poderosa para decir la verdad, para denunciar la hipertrofia cancerosa y la dominación del modo de producción industrial como la última forma de idolatría. La angustia me aprisiona cuando veo que nuestra única posibilidad para detener la marejada mortal está en la palabra, más exactamente en el verbo, que ha llegado a nosotros y se encuentra en nuestra historia. Sólo dentro de su fragilidad, el verbo puede reunir a la multitud de los hombres para que el alud de la violencia se transforme en recontrucción convivencial.
+
+Si saben definir criterios para limitar la instrumentación, los países pobres emprenderán más fácilmente su reconstrucción social y, sobre todo, accederán directamente a un modo de producción posindustrial y convivencial. Los límites que deberán adoptar son del mismo orden que aquellos que las naciones industrializadas deberán aceptar para sobrevivir: la convivencialidad, accesible desde ahora a los 'subdesarrollados', costará un precio inaudito a los 'desarrollados'.
+
+Una última objeción se presenta a menudo cuando se propone la orientación convivencial a una sociedad: para elegir una vida austera con herramientas convivenciales es preciso defenderse contra el imperialismo de las megaherramientas en expansión. Tal defensa no sería posible sin un ejército moderno, que a su vez exige una industria en pleno crecimiento. En realidad, la reconstrucción de la sociedad no puede ser protegida por un ejército poderoso: primero, porque habría contradicción entre los términos; luego, porque ningún ejército moderno de un país pobre puede defenderlo contra tal poder. La convivencialidad será obra exclusiva de personas que utilicen una instrumentación efectivamente controlada. Los mercenarios del imperialismo pueden envenenar o destruir una sociedad convivencial, pero no la pueden conquistar.
+
+
+
+[^n01:]"_Awteritas secundum quod est virtus non excludit omnes delectationes, sed superfluas et inordinatas: unde videtur pertinere ad affabilitatem, quam philosophus, lib. 4 Ethic Cap. Vl 'amicitiam' nominat, vel ad eutrapelldiln sive jocunditatem._" (Santo Tomás: _Summa Thelogica_ , IIa IIae, q. 168, art. 4, ad 3m).]
+
+[^n02:]Rodamiento de bolas.]
+
+[^n03:]¿En francés en el original?]
+
+[^n04:]**Marcuse, Herbert** (1964) _El hombre unidimensional_ Ed. española: Joaquín Mortiz, México, 1968]
+
+[^n05:]Illich, Ivan (1974) _Energy and Equity_ Marion Boyars Publishers, London. Ed. española: _Energía y equidad_ ; Barral Editores, Barcelona, 1974]
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+title: My Title Here
+author: Jake Zimmerman (<jake@zimmerman.io>)
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+# Introducción
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+Debo a Everett Reimer el interés que tengo por la educación pública hasta el día de 1958 en que nos conocimos en Puerto Rico jamás había yo puesto en duda el valor de hacer obligatoria la escuela para todos. Conjuntamente, hemos llegado a percatarnos de que para la mayoría de los seres humanos, el derecho a aprender se ve restringido por la obligación de asistir a la escuela.
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+Desde 1966 en adelante, Valentina Borremans, cofundadora y directora del CIDOC (Centro Intercultural de Documentación) de Cuernavaca, organizó anualmente dos seminarios alrededor de mi diálogo con Reimer. Centenares de personas de todo el mundo participaron en estos encuentros. Quiero recordar en este lugar a dos de ellos que contribuyeron particularmente a nuestro análisis y que en el entretiempo murieron: Augusto Salazar Bondy y Paul Goodman. Los ensayos escritos para el boletín _Cidoc Informa_ y reunidos en este libro se desarrollaron a partir de mis notas de seminario. El último capítulo contiene ideas que me surgieron después de mis conversaciones con Erich Fromm en torno al Mutterrecht de Bachofen.
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+Durante estos años Valentina Borremans constantemente me urgía a poner a prueba nuestro pensar enfrentándolo a las realidades de América Latina y de África. Este libro refleja su convencimiento de que no sólo las instituciones sino el _ethos_ de la sociedad deben ser “desescolarizados”.
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+La educación universal por medio de la escolarización no es factible. No sería más factible si se intentara mediante instituciones alternativas construidas según el estilo de las escuelas actuales. Ni nuevas actitudes de los maestros hacia sus alumnos, ni la proliferación de nuevas herramientas y métodos físicos o mentales (en el aula o en el dormitorio), ni, finalmente, el intento de ampliar la responsabilidad del pedagogo hasta que englobe las vidas completas de sus alumnos, dará por resultado la educación universal. La búsqueda actual de nuevos _embudos_ educacionales debe revertirse hacia la búsqueda de su antípoda institucional: _tramas_ educacionales que aumenten la oportunidad para que cada cual transforme cada momento de su vida en un momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse. Confiamos en estar aportando conceptos necesarios para aquellos que realizan investigaciones sobre la educación —y asimismo para aquellos que buscan alternativas para otras industrias de servicio establecidas—.
+
+Me propongo examinar algunas cuestiones inquietantes que surgen una vez que adoptamos como hipótesis que la sociedad puede desescolarizarse, buscar pautas que puedan ayudarnos a discernir instituciones dignas de desarrollo por cuanto apoyan el aprendizaje en un medio desescolarizado, y esclarecer las metas personales que ampararían el advenimiento de una Edad de Ocio _(schole)_ opuesta como tal a una economía dominada por las industrias de servicio.
+
+IVÁN ILLICH
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+_Ocotepec, Morelos, enero de 1978_
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+# Por qué debemos privar de apoyo oficial a la escuela
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+Muchos estudiantes en especial los que son pobres saben intuitivamente qué hacen por ellos las escuelas los adiestran a confundir proceso y sustancia. Una vez que estos dos términos se hacen indistintos, se adopta una nueva lógica: cuanto más tratamiento haya, tanto mejor serán los resultados. Al alumno se le “escolariza” de ese modo para confundir enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación, diploma con competencia, y fluidez con capacidad para decir algo nuevo. A su imaginación se la “escolariza” para que acepte servicio en vez de valor. Se confunde el tratamiento médico tomándolo por cuidado de la salud, el trabajo social por mejoramiento de la vida comunitaria, la protección policiaca por tranquilidad, el equilibrio militar por seguridad nacional, la mezquina lucha cotidiana por trabajo productivo. La salud, el saber, la dignidad, la independencia y el quehacer creativo quedan definidos como poco más que el desempeño de las instituciones que afirman servir a estos fines, y su mejoramiento se hace dependiente de la asignación de mayores recursos a la administración de hospitales, escuelas y demás organismos correspondientes.
+
+En estos ensayos mostraré que la institucionalización de los valores conduce inevitablemente a la contaminación física, a la polarización social y a la impotencia psicológica: tres dimensiones en un proceso de degradación global y de miseria modernizada. Explicaré cómo este proceso de degradación se acelera cuando unas necesidades no materiales se transforman en demanda de bienes; cuando a la salud, a la educación, a la movilidad personal, al bienestar o a la cura psicológica se las define como el resultado de servicios o de “tratamientos”. Hago esto porque creo que la mayoría de las investigaciones actualmente en curso acerca del futuro tienden a abogar por incrementos aún mayores en la institucionalización de valores y que debemos definir algunas condiciones que permitieran que ocurriese lo contrario. Precisamos investigaciones sobre el posible uso de la tecnología para crear instituciones que atiendan a la acción recíproca, creativa y autónoma entre personas y a la emergencia de valores que los tecnócratas no puedan controlar sustancialmente. Necesitamos investigación en líneas generales para la futurología actual.
+
+Quiero suscitar la cuestión general acerca de la mutua definición, de la naturaleza del hombre y de la naturaleza de las instituciones modernas, que caracteriza nuestra visión del mundo y nuestro lenguaje. Para hacerlo, he elegido a la escuela como mi paradigma, y por consiguiente trato sólo indirectamente de otros organismos burocráticos del Estado corporativo: la familia consumidora, el partido, el ejército, la Iglesia, los medios informativos. Mi análisis del currículum oculto de la escuela debería poner en evidencia que la educación pública se beneficiaría con la desescolarización de la sociedad, tal como la vida familiar, la política, la seguridad, la fe y la comunicación se beneficiarían con un proceso análogo.
+
+Quiero comenzar este estudio esforzándome en hacer comprender qué es lo que la desescolarización de una sociedad escolarizada podría significar. En este contexto debiera ser más fácil entender mi elección de los cinco aspectos específicos pertinentes respecto de este proceso, los cuales abordaré en los capítulos siguientes.
+
+No sólo la educación sino la propia realidad social se han escolarizado. Cuesta más o menos lo mismo escolarizar tanto al rico como al pobre en igual dependencia. El gasto anual por alumno en los arrabales y los suburbios ricos de cualquiera de 20 ciudades de Estados Unidos está comprendido dentro de unos mismos márgenes —y hasta es favorable al pobre en ciertos casos—.[^n01]
+
+Tanto el pobre como el rico dependen de escuelas y hospitales que guían sus vidas, forman su visión del mundo y definen para ellos qué es legítimo y qué no. Ambos consideran irresponsable medicarse uno mismo, y ven a la organización comunitaria, cuando no la pagan quienes detentan la autoridad, como una forma de agresión y subversión. Para ambos grupos, apoyarse en el tratamiento institucional hace sospechoso el logro independiente. El subdesarrollo progresivo de la confianza en sí mismo y en la comunidad es incluso más típico en Westchester que en el norte de Brasil. Por doquiera, no tan sólo la educación sino la sociedad en conjunto, necesitan “desescolarización”.
+
+Las burocracias del bienestar social pretenden un monopolio profesional, político y financiero sobre la imaginación social, fijando normas sobre qué es valedero y qué es factible. Este monopolio está en las raíces de la modernización de la pobreza. Cada necesidad simple para la que se halla una respuesta institucional permite la invención de una nueva clase de pobres y una nueva definición de la pobreza. Hace 10 años, lo normal en México era nacer y morir en su propia casa, y ser enterrado por sus amigos. Sólo las necesidades del alma las atendía la Iglesia institucionalizada. Ahora, comenzar y acabar la vida en casa se convierten en _signos_ , ya sea de pobreza, ya sea de privilegio especial. El morir y la muerte han quedado bajo la administración institucional del médico y de los empresarios de pompas fúnebres.
+
+Una vez que una sociedad ha convertido ciertas necesidades básicas en demandas de bienes producidos científicamente, la pobreza queda definida por normas que los tecnócratas pueden cambiar a voluntad. “Pobre” es quien no llega a satisfacer ciertas normas del consumo obligatorio. En México son pobres aquellos que carecen de tres años de escolaridad, y en Nueva York aquellos que carecen de doce.
+
+Los pobres siempre han sido socialmente impotentes. Apoyarse cada vez más en la atención y el cuidado institucionales agrega una nueva dimensión a su indefensión: la impotencia psicológica, la incapacidad de valerse por sí mismos. Los campesinos del altiplano andino son explotados por el terrateniente y el comerciante —una vez que se asientan en Lima llegan a depender, además, de los jefazos políticos y están desarmados por su falta de escolaridad—. La pobreza moderna conjuga la pérdida del poder sobre las circunstancias con una pérdida de la potencia personal. Esta modernización de la pobreza es un fenómeno mundial y está en el origen del subdesarrollo contemporáneo. Adopta aspectos diferentes, por supuesto, en países ricos y países pobres.
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+Probablemente se siente más intensamente en las ciudades estadunidenses. En ninguna otra parte se da un tratamiento más costoso a la pobreza. En ninguna otra parte el tratamiento de la pobreza produce tanta dependencia, ira, frustración y nuevos requerimientos. Y en ninguna otra parte es tan evidente que la pobreza —una vez modernizada— ha llegado a hacerse resistente al tratamiento con dólares y requiere de una revolución institucional.
+
+Hoy en día, en Estados Unidos, el negro y hasta el vagabundo pueden aspirar a un nivel de tratamiento profesional que habría sido inconcebible hace dos generaciones y que a la mayoría de la gente del Tercer Mundo le parece grotesca. Por ejemplo, los pobres de Estados Unidos pueden contar con un vigilante escolar que lleve a sus hijos de regreso a la escuela hasta que lleguen a los 17 años o con un médico que les remita a una cama de hospital que cuesta 60 dólares diarios —el equivalente al ingreso de tres meses para la mayor parte de la gente en el mundo—. Pero ese cuidado los hace sólo más dependientes de un tratamiento ulterior, y los hace cada vez más incapaces de organizar sus propias vidas en torno a sus propias experiencias y recursos dentro de sus propias comunidades.
+
+Los estadunidenses pobres están en una posición singular para hablar sobre el predicamento que amenaza a todos los pobres de un mundo en vías de modernización. Están descubriendo que no hay cantidad alguna de dólares que pueda eliminar la destructividad inherente de las instituciones de bienestar social, una vez que las jerarquías profesionales de estas instituciones han convencido a la sociedad de que sus servicios son moralmente necesarios. Los pobres de los núcleos urbanos centrales de Estados Unidos pueden demostrar con su propia experiencia la falacia sobre la que está construida la legislación social en una sociedad “escolarizada”.
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+William O. Douglas, miembro de la Suprema Corte de Justicia, hizo la observación de que “la única manera de establecer una observación es financiarla”. El corolario es asimismo verdadero. Sólo al desviar los dólares que ahora afluyen a las instituciones que actualmente tratan la salud, la educación y el bienestar social, podrá detenerse el progresivo empobrecimiento que ahora proviene del aspecto paralizante de las mismas instituciones.
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+Debemos tener esto presente al evaluar los programas de ayuda federales. A modo de ejemplo: entre 1965 y 1968, en las escuelas de Estados Unidos se gastaron más de 3 000 millones de dólares para compensar las desventajas de unos seis millones de niños. Al programa se le conoce con el nombre de _Title One_ (Artículo Primero). Es el programa compensatorio más costoso que jamás se haya intentado en parte alguna en materia de educación y, sin embargo, no es posible discernir ningún mejoramiento significativo en el aprendizaje de estos niños “desfavorecidos”. En comparación con sus condiscípulos del mismo curso que provienen de hogares de ingresos medios, han quedado aún más retrasados. Por lo demás, a lo largo de este programa, los profesionales descubrieron otros 10 millones de niños que se esforzaban sometidos a desventajas económicas y educativas. Se dispone ahora de nuevas razones para reclamar nuevos fondos federales.
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+Este fracaso total en el intento de mejorar la educación de los pobres a pesar de un tratamiento más costoso puede explicarse de tres maneras:
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+_1)_ Tres mil millones de dólares son insuficientes para mejorar el aprovechamiento de seis millones de niños de modo apreciable; o bien,
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+_2)_ el dinero se gastó de manera incompetente: se requieren diferentes planes de estudio, una mejor administración, una concentración aún mayor de fondos sobre el niño pobre, y más investigaciones. Con ello se lograría el objetivo: o bien,
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+_3)_ la desventaja educativa no puede curarse apoyándose en una educación dentro de la escuela.
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+Lo primero es sin duda cierto en cuanto que el dinero se ha gastado a través del presupuesto escolar. El dinero se destinó efectivamente a las escuelas donde estaban la mayoría de los niños desfavorecidos, pero no se gastó en los niños mismos. Estos niños, a los que estaba destinado el dinero, constituían sólo alrededor de la mitad de los que asistían a las escuelas que añadieron el subsidio federal a sus presupuestos. De modo que el dinero se gastó en inspección y custodia, en indoctrinación y selección de papeles sociales, como también en educación, todo ello inextricablemente mezclado con los edificios e instalaciones, planes de estudio, profesores, administradores y otros componentes básicos de estas escuelas y, por consiguiente, con sus presupuestos.
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+Los fondos adicionales permitieron a las escuelas atender desproporcionadamente a los niños relativamente más ricos que estaban “desfavorecidos” por tener que asistir a la escuela en compañía de los pobres. En el mejor de los casos, una pequeña proporción de cada dólar destinado a remediar las desventajas del niño pobre en su aprendizaje podía llegar hasta ese niño a través del presupuesto de la escuela.
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+Podría ser igualmente cierto que el dinero se gastó de manera incompetente. Pero ni siquiera la incompetencia poco común puede superar la del sistema escolar. Las escuelas resisten, por su estructura misma, la concentración del privilegio en quienes son, por otra parte, desfavorecidos. Los planes especiales de estudio, las clases separadas o más horas de estudio constituyen tan sólo más discriminación a un coste más elevado.
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+Los contribuyentes no se han acostumbrado aún a ver que 3 000 millones de dólares se desvanezcan en el Ministerio de Salud, Educación y Bienestar como si se tratara del Pentágono. El gobierno actual tal vez estime que puede afrontar la ira de los educadores. Los estadunidenses de clase media no tienen nada que perder si se interrumpe el programa. Los padres pobres creen que sí pierden, pero, más todavía, están exigiendo el control de los fondos destinados a sus hijos. Un sistema lógico de recortar el presupuesto y, sería de esperar, de aumentar sus beneficios, consistiría en un sistema de becas escolares como el propuesto por Milton Friedman y otros. Los fondos se canalizarían al beneficiario, permitiéndole comprar su parte de escolaridad que elija. Si dicho crédito se limitara a unas compras que se ajustasen a un plan escolar de estudios, tendería a proporcionar una mayor igualdad de tratamiento, pero no aumentaría por ello la igualdad de las exigencias sociales.
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+Debería ser obvio que incluso con escuelas de igual calidad un niño pobre rara vez se pondrá a la par de uno rico. Incluso si asisten a las mismas escuelas y comienzan a la misma edad, los niños pobres carecen de la mayoría de las oportunidades educativas que, al parecer, dispone el niño de clase media. Estas ventajas van desde la conversación y los libros en el hogar hasta el viaje de vacaciones y un sentido diferente de sí mismo, y actúan, para el niño que goza de ellas, tanto dentro de la escuela como fuera de ella. De modo que el estudiante más pobre se quedará atrás en tanto dependa de la escuela para progresar o aprender. Los pobres necesitan fondos que les permitan aprender y no obtener certificados del tratamiento de sus deficiencias presuntamente desproporcionadas.
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+Todo esto es válido para naciones tanto ricas como pobres, pero aparece con aspecto diferente. En las naciones pobres, la pobreza modernizada afecta a más gente y más visiblemente, pero también —por ahora— más superficialmente. Dos de cada tres del total de niños latinoamericanos dejan la escuela antes de terminar el quinto grado, pero estos _desertores_[^n02] no están tan mal, como lo estarían en Estados Unidos.
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+Hoy en día son pocos los países víctimas de la pobreza clásica, que era estable y menos paralizante. La mayoría de los países de América Latina han llegado al punto de “despegue” hacia el desarrollo económico y el consumo competitivo y, por lo tanto, hacia la pobreza modernizada: sus ciudadanos aprenden a pensar como ricos y a vivir como pobres. Sus leyes establecen un periodo escolar obligatorio de seis a 10 años. No sólo en Argentina, sino también en México o en Brasil, el ciudadano medio define una educación adecuada según las pautas estadunidenses, aun cuando la posibilidad de lograr esa prolongada escolarización esté restringida a una diminuta minoría. En estos países la mayoría ya está enviciada con la escuela, es decir, ha sido “escolarizada” para sentirse inferior respecto de quienes tienen una mejor escolaridad. Su fanatismo en favor de la escuela hace posible explotarlos por partida doble: permite aumentar la asignación de fondos públicos para la educación de unos pocos y aumentar la aceptación del control social por parte de la mayoría.
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+Es paradójico que la creencia en la escolarización universal se mantenga más firme en los países en que el menor número de personas ha sido —y será— servido por las escuelas. Sin embargo, en América Latina la mayoría de los padres y de los hijos podrían seguir aún senderos diferentes hacia la educación. La proporción del ahorro nacional invertido en escuelas y maestros tal vez sea mayor que en los países ricos, pero estas inversiones son totalmente insuficientes para atender a la mayoría haciendo posible siquiera cuatro años de asistencia a la escuela. Fidel Castro habla como si quisiese avanzar directo a la desescolarización, cuando promete que para 1980 Cuba estará en condiciones de disolver su universidad, puesto que toda la vida cubana será una _experiencia educativa_. Sin embargo, en los niveles de primaria y secundaria, Cuba, al igual que otros países latinoamericanos, actúa como si el paso a través de un periodo definido como “la edad escolar” fuese una meta incuestionable para todos, sólo postergada por una escasez momentánea de recursos.
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+Los dos engaños gemelos de un tratamiento más a fondo, tal como de hecho se proporciona en Estados Unidos —y como tan sólo se promete en América Latina— se complementan entre sí. Los pobres del Norte están siendo tullidos por el mismo tratamiento de 12 años cuya carencia marca a los pobres del Sur como irremediablemente retrasados. Ni en Norteamérica ni en América Latina logran los pobres igualdad a partir de escuelas obligatorias. Pero en ambas partes la sola existencia de la escuela desanima al pobre y lo invalida para asir el control de su propio aprendizaje. En todo el mundo la escuela tiene un efecto antieducacional sobre la sociedad: se le reconoce como la institución que se especializa en educación. La mayoría de las personas considera los fracasos de la escuela como una prueba de que la educación es una tarea muy costosa, muy compleja, siempre arcana y frecuentemente casi imposible.
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+La escuela se apropia del dinero, de los hombres y de la buena voluntad disponibles para educación, y fuera de eso desalienta a otras instituciones respecto a asumir tareas educativas. El trabajo, el tiempo libre, la política, la vida ciudadana e incluso la vida familiar dependen de las escuelas, en lo concerniente a los hábitos y conocimientos que presuponen, en vez de convertirse ellos mismos en medios de educación. Tanto las escuelas como las otras instituciones que dependen de aquéllas llegan simultáneamente a tener un precio imposible.
+
+En Estados Unidos, los costes per cápita de la escolaridad han aumentado casi con igual rapidez que el coste del tratamiento médico. Pero este tratamiento más completo impartido por doctores y maestros ha mostrado resultados en continua declinación. Los gastos médicos concentrados sobre los mayores de 45 años se han duplicado varias veces durante un periodo de 40 años, dando como fruto un aumento de 3% en las probabilidades de vida de los varones. El incremento de los gastos educativos ha producido resultados aún más extraños; de otra manera el presidente Nixon no se habría sentido inclinado a prometer esta primavera que todo niño tendrá pronto el “derecho a leer” antes de dejar la escuela.
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+En Estados Unidos se precisarían 80 000 millones de dólares por año para proporcionar lo que los educadores consideran como tratamiento igualitario para todos en escuelas primaria y secundaria. Esto es bastante más del doble de los 36 000 millones que se están gastando ahora. Las predicciones de costes preparadas de modo independiente en el Ministerio de Salud, Educación y Bienestar y en la Universidad de Florida indican que para 1974 las cifras comparables serán de 107 000 millones contra los 45 000 millones proyectados ahora, y estas cifras omiten totalmente los enormes costes de lo que se denomina “educación superior”, cuya demanda está creciendo de manera más veloz. Estados Unidos, que en 1969 gastó casi 80 000 millones de dólares en “defensa”, incluyendo su despliegue en Vietnam, es obviamente demasiado pobre como para proporcionar igual escolaridad. El comité nombrado por el presidente para el estudio del financiamiento de las escuelas debiera preguntar no cómo mantener o cómo recortar tales costes, crecientes, sino cómo evitarlos.
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+La escuela igual y obligatoria para todos debiera reconocerse por lo menos como algo económicamente impracticable. En América Latina, la cantidad de erario que se gasta en cada estudiante graduado oscila entre 350 y 1 500 veces el monto gastado en el ciudadano medio (es decir, el ciudadano que está en un término medio entre el más pobre y el más rico). En Estados Unidos la discrepancia es menor, pero la discriminación más aguda. Los padres más ricos, cerca de 10%, pueden permitirse proporcionar a sus hijos educación privada y ayudarles a beneficiarse de las donaciones de fundaciones. Pero además consiguen 10 veces el monto per cápita de fondos públicos si éste se compara con el gasto per cápita que se efectúa en los hijos de 10% de los más pobres. Las razones principales de que esto ocurra son que los muchachos ricos permanecen más tiempo en la escuela, que un año de universidad es desproporcionadamente más costoso que un año de escuela secundaria, y que la mayoría de las universidades privadas dependen —al menos indirectamente— de un financiamiento derivado de desgravámenes.
+
+La escuela obligatoria polariza inevitablemente a una sociedad y califica asimismo a las naciones del mundo según un sistema internacional de castas. A los países se los califica como castas cuya dignidad la determina el promedio de años de escolaridad de sus ciudadanos, tabla de calificación que se relaciona íntimamente con el producto nacional bruto per cápita y es mucho más dolorosa.
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+La paradoja de las escuelas es evidente: el gasto creciente hace aumentar su destructividad en su propio país y en el extranjero. Esta paradoja debe convertirse en tema de debate público. Hoy por hoy se reconoce de manera general que el medio ambiente físico quedará destruido dentro de poco por la contaminación bioquímica a menos que invirtamos las tendencias actuales de producción de bienes físicos. Debería reconocerse asimismo que la vida social y personal está igualmente amenazada por la contaminación del Ministerio de Salud, Educación y Bienestar, subproducto inevitable del consumo obligatorio y competitivo del bienestar.
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+La escalada de las escuelas es tan destructiva como la de las armas, si bien de manera menos visible. En todo el mundo, los costes de la escuela han aumentado con mayor velocidad que las matrículas y más velozmente por el producto nacional bruto (PNB); en todas partes los gastos en la escuela se quedan cada vez más cortos frente a las expectativas de padres, maestros y alumnos. Por doquiera, esta situación desalienta tanto la motivación como el financiamiento para una planificación en gran escala del aprendizaje no escolar. Estados Unidos está demostrando al mundo que ningún país puede ser lo bastante rico como para permitirse un sistema escolar que satisfaga las demandas que este mismo sistema crea con sólo existir, porque un sistema escolar que logre su meta escolariza a padres y alumnos en el valor supremo de un sistema escolar aún mayor, cuyo coste crece desproporcionadamente conforme se crea una demanda de grados superiores y éstos se hacen escasos.
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+En vez de decir que una escolaridad pareja es impracticable por el momento, debemos reconocer que, en principio, es económicamente absurda, y que intentarla es intelectualmente castrante, socialmente polarizante y destruye la verosimilitud del sistema político que la promueve.
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+La ideología de la escolaridad obligatoria no admite límites lógicos. La Casa Blanca proporcionó hace poco un buen ejemplo. El doctor Hutschnecker, el “psiquiatra” que atendió al señor Nixon antes de que fuese admitido como candidato, recomendó al presidente que todos los niños de seis a ocho años fueran examinados profesionalmente para cazar a aquellos que tuviesen tendencias destructivas, y que se les proporcionase a éstos tratamiento obligatorio. En caso necesario se exigiría su reeducación en instituciones especiales. Este memorándum enviado al presidente por su doctor pasó al Ministerio de Salud, Educación y Bienestar para que examinaran su valía. En efecto, unos campos de concentración preventivos para predelincuentes serían un adelanto lógico respecto del sistema escolar.
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+El que todos tengan iguales oportunidades de educarse es una meta deseable y factible, pero identificar con ello la escolaridad obligatoria es confundir la salvación con la Iglesia. La escuela ha llegado a ser la religión del proletariado modernizado, y hace promesas huecas a los pobres de la era tecnológica. La nación-Estado la ha adoptado, reclutando a todos los ciudadanos dentro de un currículum graduado que conduce a diplomas consecutivos no distintos a los rituales de iniciación y promociones hieráticas de antaño. El Estado moderno se ha arrogado el deber de hacer cumplir el juicio de sus educadores mediante vigilantes bien intencionados y cualificaciones exigidas para conseguir trabajos, de modo muy semejante al que siguieron los reyes españoles que hicieron cumplir los juicios de sus teólogos mediante los conquistadores y la Inquisición.
+
+Hace dos siglos Estados Unidos dio al mundo la pauta en un movimiento para privar de apoyo oficial al monopolio de una sola Iglesia. Ahora necesitamos la separación constitucional respecto del monopolio de la escuela quitando de esa manera el apoyo oficial a un sistema que conjuga legalmente el prejuicio con la discriminación. El primer artículo de una Declaración de los Derechos del Hombre apropiada para una sociedad moderna, humanista, concordaría con la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos: “El Estado no dictará ley alguna respecto del establecimiento de la educación”. No habrá ningún ritual obligatorio para todos.
+
+Para poner en vigencia esta separación entre Estado y escuela, necesitamos una ley que prohíba la discriminación en la contratación de personal, en las votaciones o en la admisión a los centros de enseñanza fundados en la previa asistencia a algún plan de estudios. Esta garantía no excluiría pruebas de competencia para una función o cargo, pero eliminaría la absurda discriminación actual en favor de una persona que aprende una destreza determinada con el mayor de los gastos del erario público o —lo que es igualmente probable— que ha podido obtener un diploma que no tiene relación con ninguna habilidad o trabajo útiles. Una separación constitucional del Estado y la escuela puede llegar a ser psicológicamente eficaz sólo si protege al ciudadano de la posibilidad de ser descalificado por cualquier aspecto de su carrera escolar.
+
+Con la escolaridad no se fomenta ni el deber ni la justicia porque los educadores insisten en aunar la instrucción y la certificación. El aprendizaje y la asignación de funciones sociales se funden en la escolarización. No obstante que aprender significa adquirir una nueva habilidad o entendimiento, la promoción depende de la opinión que otros se hayan formado de uno. Aprender es con frecuencia el resultado de una instrucción, pero ser elegido para una función o categoría en el mercado del trabajo depende cada vez más del tiempo que se ha asistido a un centro de instrucción.
+
+Instrucción es la selección de circunstancias que facilitan el aprendizaje. Las funciones se asignan fijando un currículum de condiciones que el candidato debe satisfacer para pasar la valla. La escuela vincula la instrucción —pero no el aprendizaje— con estas funciones. Esto no es ni razonable ni liberador. No es razonable porque no liga unas cualidades o competencias sobresalientes con las funciones por desempeñar, sino con el proceso mediante el cual se supone que habrán de adquirirse dichas cualidades. No libera ni educa porque la escuela reserva la instrucción para aquellos cuyos pasos en el aprendizaje se ajustan a unas medidas aprobadas de control social.
+
+El currículum se ha empleado siempre para asignar el rango social. En ocasiones podía ser prenatal: el karma le adjudica a uno a determinada casta y el linaje a la aristocracia. El currículum podía adoptar la forma de un ritual de ordenaciones sacras y secuenciales, o bien podía consistir en una sucesión de hazañas guerreras o cinegéticas, o bien las promociones ulteriores podían depender de una serie de previos favores regios. La escolaridad universal tenía por objeto separar la adjudicación de las funciones de la historia personal de cada uno: se ideó para dar a todos una oportunidad igual de obtener cualquier cargo. Aún ahora muchos creen erróneamente que la escuela asegura que la confianza pública dependa de unos logros sobresalientes en el saber. Pero en vez de haber igualado las posibilidades, el sistema escolar ha monopolizado su distribución.
+
+Para separar la competencia del currículum, debe convertirse en tabú toda indagación acera del historial de aprendizaje de cada persona, tal como las indagaciones acerca de su filiación política, su asistencia a la iglesia, linaje, hábitos sexuales o antecedentes raciales. Deben dictarse leyes que prohíban la discriminación basada en una previa escolaridad. Evidentemente, las leyes no pueden impedir el prejuicio contra el no escolarizado —ni se pretende con ellas obligar a nadie a casarse con un autodidacta—, pero pueden desaprobar la discriminación justificada.
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+Otra gran ilusión en la que se apoya el sistema escolar es la creencia de que la mayor parte del saber es el resultado de la enseñanza. La enseñanza puede, en verdad, contribuir a ciertos tipos de aprendizaje en ciertas circunstancias. Pero la mayoría de las personas adquieren la mayor parte de su conocimiento fuera de la escuela, y cuando este conocimiento se da en ella, sólo es en la medida en que, en unos cuantos países ricos, la escuela se ha convertido en el lugar de confinamiento de las personas durante una parte cada vez mayor de sus vidas.
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+Lo principal del aprendizaje sobreviene casualmente, e incluso el aprendizaje más intelectual no es el resultado de una instrucción programada. Los niños normales aprenden su lenguaje de manera informal, aunque con mayor rapidez si sus padres les prestan atención. La mayoría de las personas que aprenden bien un segundo idioma lo hacen a consecuencia de circunstancias aleatorias y no de una enseñanza ordenada. Llegan a vivir con sus abuelos, o viajan o se enamoran de algún extranjero. La lectura fácil proviene con igual frecuencia de la escuela o de actividades extracurriculares de este tipo. La mayoría de quienes leen profusamente y con placer tan sólo creen que aprendieron a hacerlo en la escuela; cuando se les discute esto, descartan fácilmente este espejismo.
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+Pero el hecho de que aún ahora gran parte del aprendizaje parece suceder al azar y como subproducto de alguna otra actividad definida como trabajo u ocio no significa que el aprendizaje planificado no beneficie la instrucción planificada. Al estudiante poderosamente motivado que se enfrenta con la tarea de adquirir una habilidad nueva y compleja puede aprovecharle mucho la disciplina que hoy en día se asocia mentalmente con el maestro de viejo cuño que antaño enseñaba lectura, hebreo, catecismo o multiplicación de memoria. La escuela ha hecho que este tipo de enseñanza rutinaria sea escasa y mal reputada; no obstante hay muchas destrezas que un estudiante motivado puede dominar en pocos meses si se le enseña de este modo tradicional. Esto vale tanto para los códigos como para su desciframiento; tanto para los segundos o terceros idiomas como para la lectura y la escritura, e igualmente para lenguajes especiales como el álgebra, la programación de computadoras, el análisis químico, o para destrezas manuales como la mecanografía, la relojería, la fontanería, las instalaciones domésticas de electricidad, la reparación de televisores, o para bailar, conducir vehículos y bucear.
+
+En algunos casos, ser aceptado en un programa de aprendizaje dirigido a una determinada habilidad podría presuponer competencia en alguna otra habilidad, pero ciertamente no se haría depender del proceso mediante el cual se hubieran adquirido tales habilidades previamente requeridas. La reparación de televisores presupone saber leer y algo de matemáticas; el bucear, ser buen nadador, y el conducir, muy poco de ambas cosas.
+
+El progreso en el aprendizaje es mensurable. Es fácil calcular los recursos óptimos de tiempo y materiales que un adulto corriente motivado necesita. El coste de enseñar un segundo idioma europeo occidental hasta un elevado nivel de fluidez oscila entre 400 y 600 dólares en Estados Unidos, y para una lengua oriental el tiempo requerido de instrucción podría duplicarse. Esto sería todavía poquísimo en comparación con el coste de 12 años de escolaridad en la ciudad de Nueva York (condición para ingresar en el Departamento de Higiene) —casi 15 000 dólares—. Sin duda no sólo el maestro, sino también el impresor y el farmacéutico protegen sus oficios mediante el espejismo público de que el adiestramiento para aprenderlos es muy costoso.
+
+En la actualidad, las escuelas se apropian de antemano de la mayor parte de los fondos para educación. La instrucción rutinaria, que cuesta menos que una escolarización comparable, es ahora un privilegio de quienes son lo bastante ricos como para pasarse por alto las escuelas, y de aquellos a quienes el ejército o las grandes firmas les proporcionan un adiestramiento en el trabajo mismo. En un programa de desescolarización progresiva para Estados Unidos, en un comienzo habría escasez de recursos para el adiestramiento rutinario. Pero finalmente no habría impedimento alguno para cualquiera que en cualquier momento de su vida quisiese elegir una instrucción entre centenares de habilidades definibles y a cargo del Estado.
+
+Ahora mismo podrían proporcionarse calificaciones educativas aceptables en cualquier centro de enseñanza de oficios en cantidades limitadas para personas de cualquier edad, y no sólo para pobres. Yo concibo dicha calificación (o crédito) en forma de un pasaporte educativo o de una “tarjeta de educrédito” entregada a cada ciudadano al nacer. A fin de favorecer a los pobres, que probablemente no usarían sus cuotas anuales a temprana edad, podría estipularse que los usuarios tardíos de tales “títulos” acumulados ganasen interés. Dichos créditos permitirían a la mayoría adquirir las habilidades de mayor demanda, cuando les conviene, de manera mejor, más rápida, más barata y con menos efectos subsidiarios desfavorables que en la escuela.
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+Se me objetará la falta de profesores, pero esto es plantear mal el problema, pues, por una parte, la demanda de una habilidad crece sólo al ponerse en práctica en una comunidad y, por otra, un hombre que ejerza una habilidad puede también enseñarla. Pero, actualmente, aquellos que usan una habilidad que está en demanda y que precisan un profesor humano tienen estímulos negativos para compartir con otros estas habilidades. Esto lo hacen o maestros que monopolizan las licencias, o sindicatos que protegen sus intereses gremiales. Unos centros de enseñanza de oficios o habilidades a los que los clientes juzgaran por sus resultados, y no por el personal que empleasen o por el proceso que se utilizasen, abrirían oportunidades insospechables de trabajo, frecuentemente incluso para aquellos que hoy se consideran inempleables. Verdaderamente no hay motivo para que tales centros no estuviesen en el lugar mismo de trabajo; el patrono y su personal proporcionarían tanto la instrucción como trabajos a quienes eligiesen utilizar sus créditos educativos de esta manera.
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+En 1956 se suscitó la necesidad de enseñar rápidamente español a varios centenares de maestros, trabajadores sociales y curas de la arquidiócesis de Nueva York, de modo que pudiesen comunicarse con los puertorriqueños. Mi amigo Gerry Morris anunció en español por una radioemisora que necesitaba hispanohablantes nativos que viviesen en Harlem. Al día siguiente unos 200 adolescentes se alineaban frente a su oficina; de entre ellos eligió cuatro docenas —muchos de ellos desertores escolares—. Los instruyó en el uso del Manual de Instrucción del Instituto del Servicio Exterior de Estados Unidos, para español, concebido para el uso de lingüistas con licenciatura, y al cabo de una semana sus profesores se manejaban solos —cada uno de ellos a cargo de cuatro neoyorkinos que querían hablar el idioma—. En el plazo de seis meses se había cumplido la misión. El cardenal Spellman podía afirmar que tenía 127 parroquias en cada una de las cuales había por lo menos tres miembros de su personal que podían conversar en español. Ningún programa escolar podría haber logrado iguales resultados.
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+Los profesores de habilidades escasean por la creencia en el valor de los títulos. La certificación es una manera de manipular el mercado y es concebible sólo para una mente escolarizada. La mayoría de los profesores de artes y oficios son menos diestros, tienen menor inventiva y son menos comunicativos que los mejores artesanos y maestros. La mayoría de los profesores de español o de francés de bachillerato no hablan esos idiomas con la corrección con que lo harían alumnos después de un semestre de rutinas competentes. Unos experimentos llevados a cabo por Ángel Quintero en Puerto Rico sugieren que muchos adolescentes, si se les dan los adecuados incentivos, programas y acceso a las herramientas, son mejores que la mayoría de los maestros de escuela para iniciar a los de su edad en la exploración científica de las plantas, las estrellas y la materia, y en el descubrimiento de cómo y por qué funciona un motor o un radio.
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+Las oportunidades para el aprendizaje de habilidades pueden multiplicarse enormemente si abrimos el “mercado”. Esto depende de reunir al maestro correcto con el alumno correcto cuando éste está altamente motivado dentro de un programa inteligente, sin la restricción del currículum.
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+La instrucción libre y rutinaria es una blasfemia subversiva para el educador ortodoxo. Ella desliga la adquisición de destrezas de la educación “humana”, que la escuela empaca conjuntamente, y fomenta así el aprendizaje sin título no menos que la enseñanza sin título para fines imprevisibles.
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+Hay actualmente una propuesta registrada que a primera vista parece sumamente sensata. La preparó Christopher Jencks, del Center for the Study of Public Policy, y está patrocinada por la Office of Economic Opportunity. Propone poner unos “bonos” o “títulos” educativos o donaciones, para pagar el coste de los estudios, en manos de padres y estudiantes para que los gasten en las escuelas que elijan. Tales bonos individuales podrían ser un importante avance en la dirección correcta. Necesitamos que se garantice a cada ciudadano el derecho a una parte igual de los recursos educativos derivados de los impuestos, el derecho a verificar esa parte, y el derecho a entablar juicio si le es denegada. Es una forma de garantía contra la tributación regresiva.
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+Pero la propuesta de Jencks comienza con la ominosa declaración de que “los conservadores, los liberales y los radicales se han quejado en una u otra ocasión de que el sistema educativo estadunidense da a los educadores profesionales un incentivo demasiado pequeño para que proporcionen una educación de gran calidad a la mayoría de los niños”. La propuesta se condena sola al proponer donaciones para pagar unos estudios que tendrían que gastar en escolarizarse.
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+Esto es como dar a un inválido un par de muletas, advirtiéndole que las use sólo si les amarra los extremos. En su forma actual, la propuesta de estos bonos educativos hace el juego no sólo a los educadores profesionales sino también a los racistas, a los promotores de escuelas religiosas y a otros cuyos intereses son socialmente disociantes. Sobre todo, los bonos educativos, cuyo uso se restrinja a las escuelas, hace el juego de quienes quieren continuar viviendo en una sociedad en la que el progreso social está ligado no al conocimiento comprobado, sino al historial de aprendizaje mediante el cual presuntamente se adquiere. Esta discriminación en favor de las escuelas que domina la exposición de Jencks sobre el refinamiento de la educación podría desacreditar uno de los principios que más perentoriamente se precisan para la reforma educativa: el retorno de la iniciativa y la responsabilidad del aprendizaje al aprendiz o a su tutor más inmediato.
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+La desescolarización de la sociedad implica el reconocimiento de la naturaleza ambivalente del aprendizaje. La insistencia en la sola rutina podría ser un desastre; igual énfasis debe hacerse en otros tipos de aprendizaje. Pero si las escuelas son el lugar inapropiado para aprender una destreza, son lugares aún peores para adquirir una educación. La escuela realiza mal ambas tareas, en parte porque no distingue entre ellas. La escuela es ineficiente para instruir en destrezas por ser curricular. En la mayoría de las escuelas, un programa cuyo objetivo es mejorar una habilidad está siempre concatenado con otra tarea no pertinente. La historia está amarrada al derecho de usar el patio de juegos.
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+Las escuelas son todavía menos eficientes en la creación de circunstancias que alienten el uso irrestricto, exploratorio, de habilidades adquiridas, para lo cual reservaré el término de “educación liberal”. El principal motivo es que la escuela es obligatoria y llega a convertirse en la escolaridad por la escolaridad: una estadía forzosa en compañía de profesores, que paga con el dudoso privilegio de continuar en dicha compañía. Así como la instrucción de destrezas debe ser liberada de restricciones curriculares, a la educación liberal debe desligársela de la asistencia obligatoria. Mediante dispositivos institucionales puede ayudarse tanto al aprendizaje de habilidades como a la educación encaminada a un comportamiento creativo e inventivo, pero ambas cosas son de naturaleza diferente y frecuentemente contraria.
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+La mayoría de las destrezas pueden adquirirse y perfeccionarse mediante rutinas; porque la destreza o habilidad implica el dominio de una conducta definible y predecible. La instrucción de una destreza puede apoyarse, por consiguiente, en la simulación de las circunstancias en que se utilizará dicha destreza. En cambio, la educación en el empleo exploratorio y creativo de destrezas no puede descansar en sistemas rutinarios. La educación puede ser el resultado de la instrucción, aunque de una instrucción fundamentalmente opuesta a la rutina. Se apoya en la relación entre asociaciones que ya poseen algunas de la llaves que dan acceso a memorias almacenadas en la comunidad y por la comunidad. Se apoya en la sorpresa de la pregunta inesperada que abre nuevas puertas al cuestionario y a su asociado.
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+El instructor de destrezas utiliza un conjunto de condiciones dadas que permiten al aprendiz desarrollar ciertas reacciones o respuestas precisas y definidas. El guía o maestro en educación se ocupa de ayudar a unos asociados a que se reúnan de modo que se dé el aprendizaje. Reúne a personas que parten de sus propias y no resueltas interrogantes. A lo más, ayuda al alumno a formular su perplejidad puesto que sólo un planteamiento claro le dará el poder de encontrar a su pareja, moverse como ella, explorar en ese momento la misma cuestión en el mismo contexto.
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+En un comienzo parecería más difícil imaginar unos asociados o compañeros para fines educativos que hallar instructores de destrezas y compañeros para un juego. Una de las razones de que esto ocurra es el profundo temor que la escuela nos ha inculcado, un miedo que nos pone criticones. El intercambio intitulado de destrezas —a menudo destrezas inconvenientes— es más predecible y por tanto parece menos peligroso que las oportunidades ilimitadas de reunión para personas que comparten una cuestión en debate que es, en ese momento, social, intelectual y emocionalmente importante para ellas.
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+El profesor brasileño Paulo Freire sabe esto por experiencia. Descubrió que cualquier adulto puede comenzar a leer en cosa de 40 horas si las primeras palabras que descifra están cargadas de significado político. Freire adiestra a sus maestros para trasladarse a una aldea y descubrir las palabras que designan asuntos actuales importantes, tales como el acceso a un pozo, o el interés compuesto de las deudas que han contraído con el _patrón_. Por la tarde, los aldeanos se reúnen para conversar sobre esas palabras clave. Comienzan a percatarse de que cada palabra permanece en el pizarrón incluso después de haberse desvanecido su sonido. Las letras continúan abriendo, como llaves, la realidad y haciéndola manejable como problema. Frecuentemente he presenciado cómo en unos participantes crece la conciencia social y cómo se ven impelidos a actuar políticamente con la misma velocidad con que aprenden a leer. Parecen tomar la realidad en sus manos conforme la escriben.
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+Recuerdo a un hombre que se quejó del peso de los lápices: eran difíciles de manipular porque no pesaban como una pala, y recuerdo a otro que camino al trabajo se detuvo con sus compañeros y escribió con su azadón en el suelo la palabra de la que venía conversando: _agua_.[^n03] Desde 1962, mi amigo Freire ha pasado de exilio en exilio, principalmente porque rehúsa llevar a cabo sus sesiones en torno a palabras que hayan sido preseleccionadas por educadores aprobados y prefiere utilizar aquellas que los participantes llevan consigo a las clases.
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+La reunión de personas con fines educativos sólo es posible cuando se han beneficiado de una verdadera escolaridad. Los que no necesitan de esa ayuda son una minoría, incluso entre aquellos que leen revistas serias. La mayoría no puede ni debe ser congregada en torno a una consigna, a una palabra, a una imagen, sino en torno a un problema elegido y definido por iniciativa de los participantes. El aprendizaje creativo, exploratorio, requiere sujetos de igual perplejidad ante los mismos términos o problemas. Las grandes universidades realizan el vano intento de aparejarlos multiplicando sus cursos y por lo general fracasan en la medida en que están ligados al currículum, a la estructura de cursos y a una administración burocrática. En las escuelas, tal como en las universidades, la mayoría de los recursos se gasta en comprar el tiempo y la motivación de un número reducido de personas para encarar problemas predeterminados en un escenario definido de forma ritual. La alternativa más radical para la escuela sería una red o servicio que diera a cada hombre la misma oportunidad de compartir sus intereses actuales con otros motivados por iguales cuestiones.
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+Permítaseme dar, como ejemplo de mi planteamiento, una descripción de cómo podría funcionar esta “unión” intelectual en la ciudad de Nueva York. Cada hombre, en cualquier momento y a un precio mínimo, podría identificarse ante una computadora con su dirección y su número de teléfono, indicando libro, artículos, película o grabación acerca de los cuales busca un compañero con el cual conversar. En un plazo de días podría recibir por correo la lista de otros que hubieran tomado recientemente la misma iniciativa. Esta lista le permitiría concertar por teléfono una reunión con personas que inicialmente se conocerían exclusivamente por el hecho de haber solicitado un diálogo sobre el mismo tema.
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+Juntar personas de acuerdo con el interés que tengan sobre un título dado es radicalmente simple. Permite la identificación sobre la base de un deseo mutuo de conversar sobre una afirmación registrada por un tercero, y deja al individuo la iniciativa de concertar la reunión. Normalmente se hacen tres objeciones contra esta pureza esquelética. Las recojo no sólo para esclarecer la teoría que quiero ilustrar mediante mi propuesta —pues destacan la acendrada resistencia a desescolarizar la educación, a separar el aprendizaje del control social—, sino también porque pueden ayudar a sugerir unos recursos que no se emplean ahora para fines de aprendizaje.
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+La primera objeción es: ¿por qué no podría la identificación de cada uno basarse en una idea o en un tema de debate? Ciertamente dichos términos subjetivos podrían usarse también en un sistema informático. Los partidos políticos, Iglesias, sindicatos, clubes, centros vecinales y sociedades profesionales organizan ya sus actividades educativas de este modo y, en efecto, actúan como escuelas. Todos ellos reúnen personas con el fin de explorar ciertos “temas”, que se abordan en cursos, seminarios y planes de estudio en los que unos presuntos “intereses comunes” están preen-vasados. Dicha “reunión por tema” está, por definición, centrado en el profesor: precisa una presencia autoritaria para definir ante los participantes el punto de partida de su debate.
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+Por el contrario, reunirse para hablar de un libro, de una película, etc., sin otra explicación que un título o una referencia, deja al autor definir el lenguaje especial, los términos y el marco de referencia dentro del cual se plantea un determinado problema o hecho, y permite a quienes acepten este punto de partida identificarse uno con otro. Por ejemplo, reunir gente en torno a la idea de “revolución cultural” conduce generalmente o a la confusión o a la demagogia. Por otra parte, reunir a quienes se interesen en ayudarse mutuamente a entender un determinado artículo de Mao, Marcuse, Freud o Goodman se inscribe en la gran tradición del aprendizaje liberal, desde los _Diálogos_ de Platón, que están construidos en torno a presuntas declaraciones de Sócrates, hasta los comentarios de Tomás de Aquino sobre Pedro Lombardo. La idea de reunir a las personas alrededor de un título es pues radicalmente diferente de la teoría sobre la que se fundaban, por ejemplo, los clubes de los “Grandes Libros”: en vez de apoyarse en la selección realizada por algunos catedráticos de Chicago, cualquier par de personas puede, como compañero de juego, elegir cualquier libro para analizarlo.
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+La segunda objeción pregunta: ¿por qué la identificación de quienes buscan compañero no podría incluir información sobre edad, antecedentes, visión del mundo, competencia, experiencia y otras características definitorias? No hay en este caso razón alguna para que tales restricciones discriminatorias no pudiesen (y no debiesen) incorporarse en algunas de las numerosas universidades —con o sin muros— que podrían usar la reunión alrededor de títulos como el dispositivo básico para organizarse. Puedo imaginar un sistema ideal para fomentar las reuniones de personas interesadas en las que el autor del libro elegido podría estar presente o representado, o un sistema que garantice la presencia de un asesor competente, o uno al que tuviesen acceso sólo estudiantes matriculados en una facultad o escuela, o personas capaces de presentar una investigación específica sobre la obra que se discute. Cada una de estas restricciones, se me dirá, serviría a metas específicas de aprendizaje. Pero me temo que, en la mayoría de los casos, el motivo real para proponer tales restricciones es el desdén que proviene de presuponer que la gente es ignorante: los educadores quieren evitar que el ignorante se junte con el ignorante en torno a un texto que podrían no entender y que leen _sólo_ porque están interesados en él.
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+La tercera objeción: ¿por qué no proporcionar a quienes buscan compañero una ayuda incidental que facilite sus reuniones —espacio, horarios, selección de participantes, protección—? Esto lo hacen actualmente las escuelas con toda la ineficiencia que caracteriza a las grandes burocracias. Si dejáramos la iniciativa de las reuniones a los interesados en reunirse, unas organizaciones que nadie clasifica hoy como educativas harían mucho mejor este trabajo. Pienso en dueños de restaurantes, editores, servicios de recados telefónicos, directivos de trenes suburbanos que podrían promover sus servicios al hacerlos atractivos para reuniones educativas.
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+En una primera reunión en, digamos, un café, los interesados podrían establecer sus identidades colocando el libro en debate junto a sus tazas. Las personas que tomaran la iniciativa de concertar tales reuniones aprenderían pronto qué elementos citar para encontrarse con la gente que buscan. El riesgo de que una conversación que uno mismo ha elegido le lleve a una pérdida de tiempo, a una decepción, e incluso a un desagrado es ciertamente menor que el riesgo que corre quien solicita ingresar en una universidad. Una reunión concertada por computadora para debatir un artículo de una revista de circulación nacional, celebrada en un café de la Cuarta Avenida, no obligaría a ninguno de los participantes a permanecer en compañía de sus nuevos conocidos por más tiempo del necesario para beber una taza de café, ni tendría que encontrarse con ellos de nuevo. La probabilidad de que ello le ayudara a disipar la opacidad de la vida en una ciudad moderna, a fomentar nuevas amistades, a abrir nuevos horizontes y profundizar en un trabajo elegido, es elevada. (El hecho de que de este modo el FBI podría conseguir un registro de las reuniones y lecturas que se hacen es innegable; el que esto pueda aún preocupar a alguien en 1970 es sólo divertido para un hombre libre, quien, quiéralo o no, aporta su cuota para ahogar a los espías en las nimiedades que recolectan.)
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+Tanto el intercambio de destrezas como el encuentro con copartícipes se fundan en el supuesto de que educación _para todos_ significa educación _por parte de todos_. No es el reclutamiento en una institución especializada, sino sólo la movilización de toda la población lo que puede conducir a una cultura popular. Los maestros titulados se han apropiado del derecho que todo hombre tiene de ejercer su competencia para aprender e instruir igualmente. La competencia del maestro está a su vez restringida a lo que pueda hacerse en la escuela. Además, el trabajo y el tiempo libre están, a consecuencia de ello, alienados el uno del otro: tanto del trabajador como del espectador se espera que lleguen al lugar de trabajo prestos a encajar en una rutina preparada para ellos. La adaptación en forma de diseño, instrucción y publicidad de un producto los moldea para desempeñar su papel de modo muy semejante a como lo hace la educación mediante la escolaridad. Una alternativa radical para una sociedad escolarizada exige no sólo mecanismos para la adquisición formal de destrezas y el uso educativo de éstas, implica un nuevo modo de encarar la educación informal o incidental.
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+La educación incidental ya no puede regresar a las formas que el aprendizaje adoptó en la aldea o en la ciudad medieval. Mientras la sociedad tradicional se asemejaba más a un grupo de círculos concéntricos de estructuras significativas, el hombre moderno debe aprender cómo hallar significación en muchas estructuras con las que está relacionado de manera sólo marginal. En la aldea, el lenguaje, la arquitectura, el trabajo, la religión y las costumbres familiares eran compatibles entre sí, se explicaban y reforzaban mutuamente. Desarrollarse en una implicaba un desarrollo en las otras. Incluso el aprendizaje especializado era el subproducto de actividades especializadas, tales como la fabricación de zapatos o el canto de los salmos. Si un aprendiz no llegaba jamás a ser maestro o erudito, contribuía sin embargo a la fabricación de zapatos o a hacer solemnes los servicios litúrgicos. La educación no competía en tiempo ni con el trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y no planificada.
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+La sociedad contemporánea es el resultado de diseños e intenciones conscientes, y las oportunidades educativas han de ser incorporadas a esos diseños. Ahora disminuirá la confianza que depositamos en la instrucción especializada y de tiempo completo a través de la escuela, y hemos de hallar nuevas maneras de aprender y enseñar: la calidad educativa de todas las instituciones debe aumentar una vez más. Pero ésta es una previsión muy ambigua. Podría significar que los hombres de la ciudad moderna serán cada día más las víctimas de un proceso eficaz de instrucción total y manipulación una vez que estén privados incluso del tenue asomo de independencia crítica que proporcionan hoy en día las escuelas liberales, cuando menos a algunos de sus alumnos.
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+Podría significar también que los hombres se escudarán menos tras certificados adquiridos en la escuela y adquirirán así valor para ser “respondones” y controlar e instruir de ese modo a las instituciones en que participen. Para lograr esto último debemos darnos cuenta del valor social del trabajo y del ocio por el intercambio educativo que permiten. La participación efectiva en la política de una calle, de un puesto de trabajo o de un hospital es por lo tanto el mejor patrón para evaluar el valor de las diferentes instituciones en el plan de la educación.
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+Hace poco dirigí la palabra a un grupo de estudiantes de los primeros años de bachillerato, empeñados en organizar un movimiento de resistencia a su enrolamiento obligatorio en la clase siguiente. Tenían por consigna “participación-no simulación”. Les decepcionaba que esto se entendiera como una petición de menos educación en vez de lo contrario, y me hicieron recordar la resistencia que opuso Karl Marx a un párrafo en el programa de Gotha que —hace 100 años— quería hacer ilegal el trabajo infantil. Se opuso a la proposición diciendo que la ecuación de los jóvenes solo podía producirse en el trabajo. Si el mayor fruto del trabajo del hombre debiera ser la educación que se deriva de éste y la oportunidad que el trabajo le da para iniciar la educación de otros, entonces la alimentación de la sociedad moderna en un sentido pedagógico es aún peor que su alienación económica.
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+El mayor obstáculo en el camino de una sociedad que educa verdaderamente lo definió muy bien un amigo mío, negro de Chicago, quien me dijo que nuestra imaginación estaba “totalmente escuelada”. Permitimos al Estado verificar las deficiencias educativas universales de sus ciudadanos y establecer un organismo especializado para tratarlos. Compartimos así la ilusión de que podemos distinguir entre qué es educación necesaria para otros y qué no lo es, tal como generaciones anteriores establecieron leyes que definían qué era sagrado y qué profano.
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+Durkheim reconoció que esta capacidad para dividir la realidad social en dos ámbitos era la esencia misma de la religión formal. Existen —razonó— religiones sin lo sobrenatural y religiones sin Dios, pero no hay ninguna que no subdivida el mundo en cosas, tiempo y personas que son sagradas y en otras que por consecuencia son profanas. Este penetrante alcance de Durkheim puede aplicarse a la sociología de la educación, pues la escuela es radicalmente divisoria de manera parecida.
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+La existencia misma de las escuelas obligatorias divide cualquier sociedad en dos ámbitos: ciertos lapsos, procesos, tratamientos y profesiones son “académicos” y “pedagógicos”, y otros no lo son. Así, el poder de la escuela para dividir la realidad social no conoce límites: la educación se hace no terrenal, en tanto que el mundo se hace no educacional.
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+A partir de Bonhoeffer, los teólogos contemporáneos han señalado la confusión que reina hoy en día entre el mensaje bíblico y la religión institucionalizada. Señalan la experiencia que la libertad y la fe cristianas suelen ganar con la secularización. Sus afirmaciones suenan inevitablemente blasfemas para muchos clérigos. En incuestionable que el proceso educativo ganará con la desescolarización de la sociedad aun cuando esta exigencia les suene a muchos escolares como una traición a la cultura. Pero es la cultura misma la que está siendo apagada hoy en las escuelas.
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+La secularización de la fe cristiana depende de la dedicación que pongan en ello los cristianos arraigados en la Iglesia. De manera muy parecida, la desescolarización de la educación depende del liderazgo de quienes se criaron en las escuelas. El currículum que cumplieron no puede servirles como excusa para la tarea: cada uno de nosotros sigue siendo responsable de lo que se ha hecho por él, aun cuando puede que no sea capaz sino de aceptar esta responsabilidad y servir de advertencia para otros.
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+# Fenomenología de la escuela
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+Algunas palabras llegan a ser tan flexibles que pierden cualquier significación precisa y se usan para cualquier cosa entre éstas se cuentan “escuela” y “enseñanza”. Se filtran, como una amiba, por cualquier intersticio del lenguaje. Así, decimos que el ABM[^n04] enseñará a los rusos, la IBM enseñará a los niños negros, y el ejército puede llegar a ser la escuela de la nación.
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+Por consiguiente, la búsqueda de alternativas en educación debe comenzar por un acuerdo acerca de lo que entendemos por “escuela”. Esto puede hacerse de varias maneras. Podemos comenzar por anotar las funciones latentes desempeñadas por los sistemas escolares modernos, tales como los de custodia, selección, adoctrinamiento y aprendizaje. Podríamos hacer un análisis de clientela y verificar cuál de estas funciones latentes favorece o desfavorece a maestros, patronos, niños, padres o a las profesiones. Podríamos repasar la historia de la cultura occidental y la información reunida por la antropología a fin de encontrar instituciones que desempeñaron un papel semejante al que hoy cumple la escolarización. Podríamos finalmente recordar los numerosos dictámenes normativos que se han hecho desde el tiempo de Comenius, o incluso desde Quintiliano, y descubrir a cuál de éstos se aproxima más el moderno sistema escolar. Pero cualquiera de estos enfoques nos obligaría a comenzar con ciertos supuestos acerca de una relación entre escuela y educación.
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+Para crear un lenguaje en el que podamos hablar sobre la escuela sin ese incesante recurrir a la educación, he querido comenzar por algo que podría llamarse fenomenología de la escuela pública. Con este objeto definiré “escuela” como el proceso que especifica edad, se relaciona con maestros y exige asistencia de tiempo completo y un currículum obligatorio.
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+1\. _Edad_. La escuela agrupa a las personas según sus edades. Este agrupamiento se funda en tres premisas indiscutidas. A los niños les corresponde estar en la escuela. Los niños aprenden en la escuela. A los niños puede enseñárseles solamente en la escuela. Creo que estas tres premisas no sometidas a examen merecen ser seriamente puestas en duda.
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+Nos hemos ido acostumbrando a los niños. Hemos decidido que deberían ir a la escuela, hacer lo que se les dice y no tener ingresos propios. Esperamos que sepan el lugar que ocupan y se comporten como niños. Recordamos, ya sea con nostalgia o con amargura, el tiempo en que también fuimos niños. Se espera de nosotros que toleremos la conducta infantil de los niños. La humanidad es, para nosotros, una especie simultáneamente atribulada y bendecida con la tarea de cuidar niños. No obstante, olvidamos que nuestro actual concepto de “niñez” sólo se desarrolló recientemente en Europa occidental, y hace aún menos en América.[^n05]
+
+La niñez como algo diferente de la infancia, la adolescencia o la juventud fue algo desconocido para la mayoría de los periodos históricos. Algunos siglos del cristianismo no tuvieron ni siquiera una idea de sus proporciones corporales. Los artistas pintaban al niño como un adulto en miniatura sentado en el brazo de su madre. Los niños aparecieron en Europa junto con el reloj de bolsillo y los prestamistas cristianos del Renacimiento. Antes de nuestro siglo ni los ricos ni los pobres supieron nada acerca de vestidos para niños, juegos para niños o de la inmunidad del niño ante la ley. Esas ideas comenzaron a desarrollarse en la burguesía. El hijo del obrero, el del campesino y el del noble vestían todos como lo hacían sus padres, jugaban como éstos y eran ahorcados igual que ellos. Después de que la burguesía descubriera la “niñez”, todo esto cambió. Sólo algunas Iglesias continuaron respetando por algún tiempo la dignidad y la madurez de los menores. Hasta el Concilio Vaticano II, se le decía a cada niño que un cristiano llega a tener discernimiento moral y libertad a la edad de siete años y a partir de entonces es capaz de caer en pecados por los cuales podrá ser castigado por toda una eternidad en el infierno. A mediados de este siglo, los padres de clase media comenzaron a tratar de evitar a sus niños el impacto de esta doctrina, y su modo de pensar sobre los niños es el que hoy prevalece en la Iglesia.
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+Hasta el siglo pasado, los “niños” de padres de clase media se fabricaban en casa con la ayuda de preceptores y escuelas privadas. Sólo con el advenimiento de la sociedad industrial la producción en masa de la “niñez” comenzó a ser factible y a ponerse al alcance de la multitud. El sistema escolar es un fenómeno moderno, como lo es la niñez que lo produce.
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+Puesto que hoy en día la mayoría de las personas viven fuera de las ciudades industriales, la mayoría de la gente no experimenta la niñez. En los Andes, uno labra la tierra cuando ha llegado a ser “útil”. Antes de esa edad, uno cuida las ovejas. Si se está bien nutrido, debe llegar a ser útil hacia los 11 años de edad, y de otro modo a los 12. Estaba yo conversando hace poco con Marcos, mi celador nocturno, sobre su hijo de 11 años que trabaja en una barbería. Hice en español la observación de que su hijo era todavía un _niño_. Marcos, sorprendido, contestó con inocente sonrisa: “Don Iván, creo que usted tiene razón”. Percatándome de que hasta el momento de mi observación Marcos había pensado en el muchacho en primer lugar como su “hijo”, me sentí culpable de haber hecho surgir el fantasma de la niñez entre dos personas sensatas. Naturalmente que si yo fuese a decir a un habitante de los barrios bajos de Nueva York que su hijo que trabaja es todavía un “niño”, no mostraría ninguna sorpresa. Sabe muy bien que a su hijo de 11 años debería permitírsele su niñez, y se resiente de que no sea así. El hijo de Marcos no ha sido afectado aún por el anhelo de tener niñez, el hijo del neoyorkino se siente desposeído.
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+Así pues, la mayoría de la gente en el mundo o no quiere o no puede conceder una niñez moderna a sus críos. Pero también parece que la niñez es una carga para esos pocos a quienes se les concede. A muchos simplemente se les obliga a pasar por ella y no están en absoluto felices de desempeñar el papel de niños. Crecer pasando por la niñez significa estar condenado a un proceso de conflicto inhumano entre la conciencia de sí y el papel que impone una sociedad que está pasando por su propia edad escolar. Ni Stephen Dédalus ni Alexander Portnoy gozaron de la niñez y, según sospecho, tampoco nos gustó a muchos de nosotros ser tratados como niños.
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+Si no existiese una institución de aprendizaje obligatorio y para una edad determinada, la “niñez” dejaría de fabricarse. Los menores de los países ricos se librarían de su destructividad, y los países pobres dejarían de rivalizar con la niñería de los ricos. Para que la sociedad pudiese sobreponerse a su edad de la niñez, tendría que hacerse vivible para los menores. La disyunción actual entre una sociedad adulta que pretende ser humanitaria y un ambiente escolar que remeda la realidad no puede seguir manteniéndose.
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+El hecho de privar de apoyo oficial a las escuelas podría terminar también con la discriminación contra los nenes, los adultos y los ancianos en favor de los niños durante su adolescencia y juventud. Es probable que la decisión social de asignar recursos educativos preferentemente a aquellos ciudadanos que han dejado atrás la extraordinaria capacidad de aprendizaje de sus primeros años y no han llegado a la cúspide de su aprendizaje automotivado parezca grotesca cuando se vea retrospectivamente.
+
+La sabiduría institucional nos dice que los niños necesitan la escuela. La sabiduría institucional nos dice que los niños aprenden en la escuela. Pero esta sabiduría institucional es en sí el producto de escuelas, porque el sólido sentido común nos dice que sólo a niños se les puede enseñar en la escuela. Sólo segregando a los seres humanos en la categoría de la niñez podremos someterlos alguna vez a la autoridad de un maestro de escuela.
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+2\. _Profesores y alumnos_. Por definición, los niños son alumnos. La demanda por el medio ambiente escolar crea un mercado ilimitado para los profesores titulados. La escuela es una institución construida sobre el axioma de que el aprendizaje es el resultado de la enseñanza. Y la sabiduría institucional continúa aceptando este axioma, pese a las pruebas abrumadoras en sentido contrario.
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+Todos hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos fuera de la escuela. Los alumnos hacen la mayor parte de su aprendizaje sin sus maestros y, a menudo, a pesar de éstos. Lo que es más trágico es que a la mayoría de los hombres las escuelas les enseñan su lección, aun cuando nunca vayan _a_ la escuela.
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+Toda persona aprende a vivir fuera de la escuela. Aprendemos a hablar, a pensar, a amar, a sentir, a jugar, a blasfemar, a politiquear y a trabajar sin la interferencia de un profesor. Ni siquiera los niños que están día y noche bajo la tutela de un maestro constituyen excepciones a la regla. Los huérfanos, los cretinos y los hijos de maestros de escuela aprenden la mayor parte de lo que aprenden fuera del proceso “educativo” programado para ellos. Los profesores han quedado mal parados en sus intentos de aumentar el aprendizaje entre los pobres. A los padres pobres que quieren que sus hijos vayan a la escuela no les preocupa tanto lo que aprendan como el certificado y el dinero que obtendrán. Y los padres de clase media confían sus hijos a un profesor para evitar que aprendan aquello que los pobres aprenden en la calle. Las investigaciones sobre educación están demostrando cada día más que los niños aprenden aquello que sus maestros pretenden enseñarles, no de éstos, sino de sus iguales, de las tiras cómicas, de la simple observación al pasar y, sobre todo, del solo hecho de participar en el ritual de la escuela. Las más de las veces los maestros obstruyen el aprendizaje de materias de estudio conforme se dan en la escuela.
+
+La mitad de la gente en nuestro mundo jamás ha estado en una escuela. No se han topado con profesores y están privados del privilegio de llegar a ser desertores escolares. No obstante, aprenden eficazmente el mensaje que la escuela enseña: que deben tener escuela y más y más escuela. La escuela les instruye acerca de su propia inferioridad mediante el cobrador de impuestos que les hace pagar por ella, mediante el demagogo que les suscita las esperanzas de tenerla, o bien mediante sus niños cuando éstos se ven enviciados por ella. De modo que a los pobres se les quita su respeto por sí mismos al suscribirse a un credo que concede la salvación sólo a través de la escuela. La Iglesia les da al menos la posibilidad de arrepentirse en la hora de su muerte. La escuela les deja con la esperanza (una esperanza falsificada) de que sus nietos la conseguirán. Esa esperanza es, por cierto, otro aprendizaje más que proviene de la escuela, pero no de los profesores.
+
+Los alumnos jamás han atribuido a sus maestros lo que han aprendido. Tanto los brillantes como los lerdos han confiado siempre en la memorización, la lectura y el ingenio para pasar sus exámenes, movidos por el garrote o por la obtención de una carrera ambicionada.
+
+Los adultos tienden a crear fantasías románticas sobre su periodo de escuela. Atribuyen retrospectivamente su aprendizaje al maestro cuya paciencia aprendieron a admirar. Pero esos mismos adultos se preocuparán por la salud mental de un niño que corriera a casa a contarles qué ha aprendido de cada uno de sus profesores. Las escuelas crean trabajos para maestros de escuela, independientemente de lo que aprendan de ellos sus alumnos.
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+3\. _Asistencia a jornada completa_. Cada mes veo una nueva lista de propuestas que hace al AID[^n06] alguna industria estadunidense, sugiriéndole reemplazar a los “practicantes del aula” latinoamericanos por unos disciplinados administradores de sistemas o simplemente por la televisión. Pero, aunque el profesor sea una maestra de primaria o un equipo de tipos con delantales blancos, y que logren enseñar la materia indicada en el catálogo o fracasen en el intento, el maestro profesional crea un entorno sagrado.
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+La incertidumbre acerca del futuro de la enseñanza profesional pone al aula en peligro. Si los educadores profesionales se especializan en fomentar el aprendizaje tendrían que abandonar un sistema que exige entre 750 y 1 500 reuniones por año. Pero naturalmente los profesores hacen mucho más que eso. La sabiduría institucional de la escuela dice a los padres, a los alumnos y a los educadores que el profesor, para que pueda enseñar, debe ejercer su autoridad en un recinto sagrado. Esto es válido incluso para profesores cuyos alumnos pasan la mayor parte de su tiempo escolar en un aula sin muros.
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+La escuela, por su naturaleza misma, tiende a reclamar la totalidad del tiempo y las energías de sus participantes. Esto a su vez hace del profesor un custodio, un predicador y un terapeuta.
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+El maestro funda su autoridad sobre una pretensión diferente en cada uno de estos tres papeles. _El profesor-como-custodio_ actúa como maestro de ceremonias que guía a sus alumnos a lo largo de un ritual dilatado y laberíntico. Es árbitro del cumplimiento de las normas y administra las intrincadas rúbricas de iniciación a la vida. En el mejor de los casos, monta la escena para la adquisición de una habilidad como siempre han hecho los maestros de escuela. Sin hacerse ilusiones acerca de producir ningún saber profundo, somete a sus alumnos a ciertas rutinas básicas.
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+El _profesor-como-moralista_ reemplaza a los padres, a Dios, al Estado. Adoctrina al alumno acerca de lo bueno y lo malo, no sólo en la escuela, sino en la sociedad en general. Se presenta _in loco parentis_ para cada cual y asegura así que todos se sientan hijos del mismo Estado.
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+El _profesor-como-terapeuta_ se siente autorizado a inmiscuirse en la vida privada de su alumno a fin de ayudarle a desarrollarse como persona. Cuando esta función la desempeña un custodio y predicador, significa por lo común que persuade al alumno a someterse a una domesticación de su visión de la verdad y de su sentido de lo justo.
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+La afirmación de que una sociedad liberal puede basarse en la escuela moderna, es paradójica. Todas las defensas de la libertad individual quedan anuladas en los tratos de un maestro de escuela con su alumno. Cuando el maestro funde en su persona las funciones de juez, ideólogo y médico, el estilo fundamental de la sociedad es pervertido por el proceso mismo que debiera preparar para la vida. Un maestro que combine estos tres poderes contribuye mucho más a la deformación del niño que las leyes que dictan su menor edad legal o económica, o que restringen su libertad de reunión o de vivienda.
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+Los maestros no son en absoluto los únicos en ofrecer servicios terapéuticos. Los psiquiatras, los consejeros vocacionales y laborales, y hasta los abogados ayudan a sus clientes a decidir, a desarrollar sus personalidades y a aprender. Pero el sentido común le dice al cliente que dichos profesionales deben abstenerse de imponer sus opiniones sobre lo bueno y lo malo, o de obligar a nadie a seguir su consejo. Los maestros de escuelas y los curas son los únicos profesionales que se sienten con derecho para inmiscuirse en los asuntos privados de sus clientes al mismo tiempo que predican a un público obligado.
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+Los niños no están protegidos ni por la Primera ni por la Quinta Enmienda[^n07] cuando están frente a ese sacerdote secular, el profesor. El niño tiene que enfrentarse con un hombre que usa una triple corona invisible y que, como la tiara papal, es el símbolo de la triple autoridad conjugada en una persona. Para el niño, el maestro pontifica como pastor, profeta y sacerdote —es a un mismo tiempo guía, maestro y administrador de un ritual sagrado—. Conjuga las pretensiones de los papas medievales en una sociedad constituida bajo la garantía de que tales pretensiones no serán jamás ejercidas conjuntamente por una institución establecida y obligatoria —la Iglesia o el Estado—.
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+Definir a los niños como alumnos a jornada completa permite al profesor ejercer sobre sus personas una especie de poder que está mucho menos limitado por restricciones constitucionales o consuetudinarias que el poder detentado por el guardián de otros enclaves sociales. La edad cronológica de los niños los descalifica respecto de las salvaguardas que son de rutina para adultos situados en un asilo moderno —un manicomio, un monasterio o una cárcel—.
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+Bajo la mirada autoritaria del maestro, los valores se confunden y las diferencias se borran. Las distinciones entre moralidad, legalidad y valor personal se difuminan y eventualmente se eliminan. Se hace sentir cada transgresión como un delito múltiple. Se cuenta con que el delincuente sienta que ha quebrantado una norma, que se ha comportado de modo inmoral y se ha abandonado. A un alumno que ha conseguido hábilmente ayuda en un examen se le dice que es un delincuente, un corrompido y un mequetrefe.
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+La asistencia a clases saca a los niños del mundo cotidiano de la cultura occidental y los sumerge en un ambiente mucho más primitivo, mágico y mortalmente serio. La escuela no podría crear un enclave como éste, dentro del cual se suspende físicamente a los menores durante muchos años sucesivos de las normas de la realidad ordinaria, si no tuviera el poder de encarcelar físicamente a los menores durante esos años en su territorio sagrado. La norma de asistencia posibilita que el aula sirva de útero mágico, del cual el niño es dado periódicamente a luz al terminar el día escolar y el año escolar, hasta que es finalmente lanzado a la vida adulta. Ni la niñez universalmente prolongada ni la atmósfera sofocante del aula podrían existir sin las escuelas. Sin embargo, las escuelas, como canales obligatorios de aprendizaje, podrían existir sin ninguna de ambas y ser más represivas y destructivas que todo lo que hayamos podido conocer hasta la fecha. Para entender lo que significa desescolarizar la sociedad y no tan sólo reformar el sistema educativo establecido, debemos concentrarnos ahora en el currículum oculto de la escolarización. No nos ocupamos en este caso, y directamente, del currículum oculto de las calles del gueto, que deja marcado al pobre, o del currículum camuflado de salón, que beneficia al rico. Nos interesa más bien llamar la atención sobre el hecho de que el ceremonial o ritual de la escolarización misma constituye un currículum escondido de este tipo. Incluso el mejor de los maestros no puede proteger del todo a sus alumnos contra él. Este currículum oculto de la escolarización añade inevitablemente prejuicio y culpa a la discriminación que una sociedad practica contra algunos de sus miembros y realza el privilegio de otros con un nuevo título con el cual tener en menos a la mayoría. De modo igualmente inevitable, este currículum oculto sirve como ritual de iniciación a una sociedad de consumo orientada hacia el crecimiento, tanto para ricos como para pobres.
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+# Ritualización del progreso
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+El graduado en una universidad ha sido escolarizado para cumplir un servicio selectivo entre los ricos del mundo sean cuales fueren sus afirmaciones de solidaridad con el Tercer Mundo, cada estadunidense que ha conseguido su título universitario ha tenido una educación que cuesta una cantidad cinco veces mayor que los ingresos medios de toda una vida en el seno de la mitad desheredada de la humanidad. A un estudiante latinoamericano se le introduce en esta exclusiva fraternidad acordándole para su educación un gasto por lo menos 350 veces mayor que el de sus conciudadanos de clase media. Salvo muy raras excepciones, el graduado universitario de un país pobre se siente más a gusto con sus colegas norteamericanos o europeos que con sus compatriotas no escolarizados, y a todos los estudiantes se les somete a un proceso académico que les hace sentirse felices sólo en compañía de otros consumidores de los productos de la máquina educativa.
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+La universidad moderna sólo confiere el privilegio de disentir a aquellos que han sido comprobados y clasificados como fabricantes de dinero o detentadores de poder en potencia. A nadie se le conceden fondos provenientes de impuestos para que tengan así tiempo libre para autoeducarse o el derecho de educar a otros, a menos que al mismo tiempo puedan certificarse sus logros. Las escuelas eligen para cada nivel superior sucesivo a aquellos que en las primeras etapas del juego hayan demostrado ser buenos riesgos[^n08] para el orden establecido. Al tener un monopolio sobre los recursos para el aprendizaje y sobre la investidura de los papeles por desempeñar en la sociedad, la universidad invita a sus filas al descubridor y al disidente en potencia. Un grado siempre deja su tinta indeleble con el precio en el currículum de su consumidor. Los graduados universitarios diplomados encajan sólo en un mundo que pone un marbete con el precio en sus cuellos dándoles así el poder de pertenecer a un mundo donde todo recibe un valor mercantil. En cada país, el monto que consume el graduado universitario fija la pauta para todos los demás; si fueran gente civilizada con trabajo o cesantes habrán de aspirar al estilo de vida de los graduados universitarios.
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+De este modo, la universidad tiene por efecto imponer normas de consumo en el trabajo o en el hogar, y lo hace en todo el mundo y bajo todos los sistemas políticos. Cuanto menos graduados universitarios hay en un país, tanto más sirven de modelo para el resto de la población sus ilustradas exigencias. La brecha entre el consumo de un graduado universitario y el de un ciudadano corriente es incluso más ancha en Rusia, China y Argelia que en Estados Unidos. Los coches, los viajes en avión y los magnetófonos confieren una distinción más notoria en un país socialista en donde únicamente un título, y no tan sólo el dinero, puede procurarlos.
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+La capacidad de la universidad para fijar metas de consumo es algo nuevo. En muchos países la universidad adquirió este poder sólo en la década de los años sesenta, conforme la ilusión de acceso parejo a la educación pública comenzó a difundirse. Antes de entonces la universidad protegía la libertad de expresión de un individuo, pero no convertía automáticamente su conocimiento en riqueza. Durante la Edad Media, ser un estudioso significaba ser pobre y hasta mendicante. En virtud de su vocación, el estudioso medieval aprendía latín, se convertía en un _outsider_ digno tanto de la mofa como de la estimación del campesino y del príncipe, del burgués y del clérigo.
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+Para triunfar en el mundo, el escolástico tenía que ingresar primero en él, entrando en la carrera funcionaria, preferiblemente la eclesiástica. La universidad antigua era una zona liberada para el descubrimiento y el debate de ideas nuevas y viejas. Los maestros y los estudiantes se reunían para leer los textos de otros maestros, muertos mucho antes, y las palabras vivas de los maestros difuntos daban nuevas perspectivas a las falacias del mundo presente. La universidad era entonces una comunidad de búsqueda académica y de inquietud endémica.
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+En la universidad multidisciplinaria moderna esta comunidad ha huido hacia las márgenes, en donde se junta en un apartamento, en la oficina de un profesor o en los aposentos del capellán. El propósito estructural de la universidad moderna guarda poca relación con la búsqueda tradicional. Desde los días de Gutenberg, el intercambio de la indagación disciplinada y crítica se ha trasladado en su mayor parte de la “cátedra” a la imprenta. La universidad moderna ha perdido por incumplimiento su posibilidad de ofrecer un escenario simple para encuentros que sean autónomos y anárquicos, enfocados hacia un interés y sin embargo espontáneos y vivaces, y ha elegido en cambio administrar el proceso mediante el cual se produce lo que ha dado en llamarse investigación y enseñanza.
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+Desde el _Sputnik_ , la universidad estadunidense ha estado tratando de ponerse a la par con el número de graduados que sacan los soviéticos. Ahora los alemanes están abandonando su tradición académica y están construyendo unos _campus_ para ponerse a la par con los estadunidenses. Durante esta década quieren aumentar sus erogaciones en escuelas primarias y secundarias de 14 000 a 59 000 millones de marcos alemanes y triplicar los desembolsos para la instrucción superior. Los franceses se proponen elevar para 1980 a 10% de su PNB el monto gastado en escuelas, y la Fundación Ford ha estado empujando a países pobres de América Latina a elevar sus desembolsos per cápita para los graduados “respetables” a los niveles estadunidenses. Los estudiantes consideran sus estudios como la inversión que produce el mayor rédito monetario, y las naciones los ven como un factor clave para el desarrollo.
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+Para la mayoría que va en pos de un grado universitario, la universidad no ha perdido prestigio, pero desde 1968 ha perdido notoriamente categoría entre sus creyentes. Los estudiantes se niegan a prepararse para la guerra, la contaminación y la perpetuación del prejuicio. Los profesores les ayudan en su recusación de la legitimidad del gobierno, de su política exterior, de la educación y del sistema de vida norteamericano. No pocos rechazan títulos y se preparan para una vida en una contracultura, fuera de la sociedad diplomada. Parecen elegir la vía de los Fraticelli medievales o de los Alumbrados de la Reforma, que fueron los _hippies_ y desertores escolares de su época. Otros reconocen el monopolio de las escuelas sobre los recursos que ellos necesitan para construir una contrasociedad. Buscan apoyo el uno en el otro para vivir con integridad mientras se someten al ritual académico. Forman, por así decirlo, focos de herejía en medio de la jerarquía.
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+No obstante, grandes sectores de la población general miran al místico moderno y al heresiarca moderno con alarma. Éstos amenazan la economía consumista, el privilegio democrático y la imagen que de sí mismo tiene Estados Unidos. Pero no es posible eliminarlos con sólo desearlo. Son cada vez menos aquellos a los que es posible reconvertir y reincorporar en las filas mediante sutilezas —como, por ejemplo, darles el cargo de enseñar como profesores su herejía—. De aquí la búsqueda de medios que hagan posible ya sea librarse de disidentes, ya sea disminuir la importancia de la universidad que les sirve de base para protestar.
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+A los estudiantes y a la facultad que ponen en tela de juicio la legitimidad de la universidad, y lo hacen pagando un alto costo personal, no les parece por cierto estar fijando normas de consumo ni favoreciendo un sistema determinado de producción. Aquellos que han fundado grupos tales como el Committee of Concerned Asian Scholars y el North American Congress of Latin America (NACLA) han sido de los más eficaces para cambiar radicalmente la visión que millones de personas jóvenes tenían de países extranjeros. Otros más han tratado de formular interpretaciones marxistas de la sociedad norteamericana o han figurado entre los responsables de la creación de comunas. Sus logros dan nuevo vigor al argumento de que la existencia de la universidad es necesaria para una crítica social sostenida.
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+No cabe duda de que en este momento la universidad ofrece una combinación singular de circunstancias que permite a algunos de sus miembros criticar el conjunto de la sociedad. Proporciona tiempo, movilidad, acceso a los iguales y a la información, así como cierta impunidad —privilegios de que no disponen igualmente otros sectores de la población—. Pero la universidad permite esta libertad sólo a quienes ya han sido profundamente iniciados en la sociedad de consumo y en la necesidad de alguna especie de escolaridad pública obligatoria.
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+El sistema escolar de hoy en día desempeña la triple función que ha sido común a las Iglesias poderosas a lo largo de la historia. Es simultáneamente el depósito del mito de la sociedad, la institucionalización de las contradicciones de ese mito y el lugar donde ocurre el ritual que reproduce y encubre las disciplinas entre el mito y la realidad. El sistema escolar, y en particular la universidad, proporciona hoy grandes oportunidades para criticar el mito y para rebelarse contra las perversiones institucionales. Pero el ritual que exige tolerancia para con las contradicciones fundamentales entre mito e institución pasa todavía por lo general sin ponerse en tela de juicio, pues ni la crítica ideológica ni la acción social pueden dar a luz una nueva sociedad. Sólo el desencanto del ritual social central, el desligarse del mismo y reformarlo pueden llevar a cabo un cambio radical.
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+La universidad estadunidense ha llegado a ser la etapa final del rito de iniciación más global que el mundo haya conocido. Ninguna sociedad histórica ha logrado sobrevivir sin ritual o mito, pero la nuestra es la primera que ha necesitado una iniciación tan aburrida, morosa, destructiva y costosa a su mito. La civilización mundial contemporánea es también la primera que estimó necesario racionalizar su ritual fundamental de iniciación en nombre de la educación. No podemos iniciar una reforma de la educación a menos que entendamos primero que ni el aprendizaje individual ni la igualdad social pueden acrecentarse mediante el ritual de la escolarización. No podremos ir más allá de la sociedad de consumo a menos que entendamos primero que las escuelas públicas obligatorias reproducen inevitablemente dicha sociedad, independientemente de lo que se enseñe en ellas.
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+El proyecto de desmitologización que propongo no puede limitarse tan sólo a la universidad. Cualquier intento de reformar la universidad sin ocuparse del sistema del que forma parte integral es como tratar de hacer la reforma urbana en Nueva York, desde el piso decimosegundo hacia arriba. La mayor parte de las reformas introducidas en la enseñanza superior, equivalen a rascacielos construidos sobre chozas. Sólo una generación que se críe sin escuelas obligatorias será capaz de recrear la universidad.
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+## El mito de los valores institucionalizados
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+La escuela inicia asimismo el Mito del Consumo Sin Fin. Este mito moderno se funda en la creencia según la cual el sistema de producción produce inevitablemente algo de valor y que, por consiguiente, la producción produce necesariamente demanda. La escuela nos enseña que la instrucción produce aprendizaje. La existencia de las escuelas produce la demanda de escolaridad. Una vez que hemos aprendido a necesitar la escuela, todas nuestras actividades tienden a tomar la forma de relaciones de clientes respecto de otras instituciones especializadas. Una vez que se ha desacreditado al hombre o a la mujer autodidactos, toda actividad no profesional se hace sospechosa. En la escuela se nos enseña que el resultado de la asistencia es un aprendizaje valioso; que el valor del aprendizaje aumenta con el monto de la información de entrada y, finalmente, que este valor puede medirse y documentarse mediante grados y diplomas.
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+De hecho, el aprendizaje es la actividad humana que menos manipulación de terceros necesita. La mayor parte del aprendizaje no es la consecuencia de una instrucción. Es más bien el resultado de una participación a la que no se estorba en un entorno significativo. La mayoría de la gente aprende mejor “metiendo la cuchara” y, sin embargo, la escuela les hace identificar su desarrollo cognoscitivo personal con una programación y una manipulación complicadas.
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+Una vez que un hombre o una mujer ha aceptado la necesidad de la escuela, es presa fácil de otras instituciones. Una vez que los jóvenes han permitido que a su imaginación la forme la instrucción curricular, están condicionados para las planificaciones institucionales de toda especie. La “institución” les ahoga el horizonte imaginativo. No se les puede traicionar, sólo engañar en el precio, porque se les ha enseñado a reemplazar la esperanza por las expectativas. Para bien o para mal, ya no serán sorprendidos por terceros, pues se les ha enseñado qué pueden esperar de cualquier otra persona que ha sido enseñada como ellos. Esto es válido para el caso de otra persona o de una máquina.
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+Esta transferencia de responsabilidad desde sí mismo a una institución garantiza la regresión social, especialmente desde el momento en que se ha aceptado como una obligación. Así, los rebeldes contra el _Alma Mater_ a menudo “la consiguen” e ingresan en su facultad en vez de desarrollar la valentía de infectar a otros con su enseñanza personal y de asumir la responsabilidad de las consecuencias de tal enseñanza. Esto sugiere la posibilidad de una nueva historia de Edipo —Edipo Profesor, que “consigue” a su madre a fin de engendrar hijos de ella—. El hombre adicto a ser enseñado busca su seguridad en la enseñanza compulsiva. La mujer que experimenta su conocimiento como el resultado de un proceso quiere reproducirlo en otros.
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+## El mito de la medición de los valores
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+Los valores institucionalizados que infunde la escuela son valores cuantificados. La escuela inicia a los jóvenes en un mundo en el que todo puede medirse, incluso su imaginación y hasta el hombre mismo.
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+Pero el desarrollo personal no es una entidad mensurable. Es crecimiento en disensión disciplinada, que no puede medirse respecto a ningún cartabón, a ningún currículum, ni compararse con lo logrado por algún otro. En ese aprendizaje podemos emular a otros sólo en el empeño imaginativo, y seguir sus huellas más bien que remedar sus maneras de andar. El aprendizaje que yo aprecio es una recreación inmensurable.
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+Las escuelas pretenden desglosar el aprendizaje en “materias”, para incorporar en el alumno un currículum hecho con estos ladrillos prefabricados y para medir el resultado con una escala internacional. Las personas que se someten a la norma de otros para la medida de su propio desarrollo personal pronto se aplican el mismo cartabón a sí mismos. Ya no es necesario ponerlos en su lugar, pues se colocan solos en sus casilleros correspondientes, se comprimen en el nicho que se les ha enseñado a buscar y, en el curso de este mismo proceso, colocan asimismo a sus prójimos en sus lugares, hasta que todo y todos encajan.
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+Las personas que han sido escolarizadas hasta su talla dejan que la experiencia no mensurada se les escape entre los dedos. Para ellas, lo que no puede medirse se hace secundario, amenazante. No es necesario robarles su creatividad. Con la instrucción, han desaprendido a “hacer” lo suyo o a “ser” ellas mismas, y valoran sólo aquello que ha sido fabricado o podría fabricarse.
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+Una vez que se ha escolarizado a las personas con la idea de que los valores pueden producirse y medirse, tienden a aceptar toda clase de clasificaciones jerárquicas. Existe una escala para el desarrollo de las naciones, otra para la inteligencia de los nenes, e incluso el avance hacia la paz puede medirse según un recuento de personas. En un mundo escolarizado, el camino hacia la felicidad está pavimentado con un índice de precios para el consumidor.
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+## El mito de los valores envasados
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+La escuela vende currículum: un atado de mercancías hecho con el mismo proceso y con la misma estructura que cualquier otra mercancía. La producción del currículum para la mayoría de las escuelas comienza con la investigación presuntamente científica; fundados en ella los ingenieros de la educación predicen la demanda futura y las herramientas para la línea de montaje, dentro de los límites establecidos por presupuestos y tabúes. El distribuidor-profesor entrega el producto terminado al consumidor-alumno, cuyas reacciones son cuidadosamente estudiadas y tabuladas a fin de proporcionar datos para la investigación que servirán para preparar el modelo siguiente que podrá ser “desgraduado”, “concebido para alumnado”, “concebido para un trabajo en equipo”, “con ayudas visuales” o “centrado en temas”.
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+El resultado del proceso de producción de un currículum se asemeja a cualquier otro artículo moderno de primera necesidad. Es un paquete de significados planificados, una mercancía cuyo “atractivo equilibrado” la hace comercializable para una clientela lo bastante grande como para justificar su elevado coste de producción. A los consumidores-alumnos se les enseña a ajustar sus deseos a valores comercializables. De modo que se les hace sentir culpables si no se comportan en conformidad con los resultados de los análisis de mercado y si no obtienen los grados y diplomas que los colocarán en la categoría laboral que se les ha inducido a esperar.
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+Los educadores pueden justificar unos currícula más costosos fundándose en lo que han observado, a saber, que las dificultades de aprendizaje se elevan en proporción al costo del currículum. Ésta es una aplicación de aquella ley de Parkinson que dice que una labor se expande junto con los recursos disponibles para ejecutarla. Esta ley puede verificarse en todos los niveles de la escuela: por ejemplo, las dificultades de lectura han sido un tema principal de debate en que los grados per cápita en ellas se han aproximado a los niveles estadunidenses de 1950 —año en el cual las dificultades para aprender a leer llegaron a ser tema de importancia en las escuelas de Estados Unidos.
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+De hecho, los estudiantes saludables redoblan su resistencia a la enseñanza conforme se ven más cabalmente manipulados. Su resistencia no se debe al estilo autoritario de una escuela pública o al estilo seductor de algunas escuelas libres, sino al planteamiento fundamental común a todas las escuelas —la idea de que el juicio de una persona debiera determinar qué y cuándo debe aprender otra persona—.
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+## El mito del progreso que se perpetúa a sí mismo
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+Los crecientes costes per cápita de la instrucción, aun cuando vayan acompañados por réditos de aprendizaje decrecientes, aumentan paradójicamente el valor del alumno o alumna ante sus propios ojos y su valor en el mercado. La escuela, casi al coste que sea, iza a empellones al alumno hasta el nivel del consumo curricular competitivo, hasta meterlo en el progreso hacia unos niveles cada vez más elevados. Los gastos que motivan al alumno a permanecer en la escuela se desbocan conforme asciende la pirámide. En niveles más altos adoptan el disfraz de nuevos estadios de futbol o programas llamados de Educación Internacional. Aunque no enseña ninguna otra cosa, la escuela enseña al menos el valor de la escalada: el valor de la manera estadunidense de hacer las cosas.
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+La guerra de Vietnam se ajusta a la lógica prevaleciente. Su éxito se ha medido por el número de personas efectivamente tratadas con balas baratas descargadas a un coste inmenso, y a este cálculo salvaje se le llama desvergonzadamente “recuento de cuerpos”. Así como los negocios son los negocios, la acumulación inacabable de dinero, así también la guerra es el matar, la acumulación inacabable de cuerpos muertos. De manera semejante, la educación es escolarización, y este proceso sin término se cuenta en alumnos-hora. Los diferentes procesos son irreversibles y se justifican por sí mismos. Según las normas económicas, el país se hace cada vez más rico. Según las normas de la contabilidad mortal, la nación continúa ganando perennemente sus guerras. Y conforme a las normas escolares, la población se va haciendo cada vez más educada.
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+El programa escolar está hambriento de un bocado cada vez mayor de instrucción, pero aun cuando esta hambre conduzca a una absorción sostenida, nunca da el gozo de saber algo a satisfacción. Cada tema llega envasado con la instrucción de continuar consumiendo una “oferta” tras otra, y el envase del año anterior es siempre anticuado para el consumidor del año en curso. El fraudulento negocio de los libros de texto está construido sobre esta demanda. Los reformadores de la educación prometen a cada generación lo último y lo mejor, y al público se le escolariza para pedir lo que ellos ofrecen. Tanto el desertor, a quien se le hace recordar a perpetuidad lo que se perdió, como el graduado, a quien se le hace sentir inferior a la nueva casta de estudiantes, saben exactamente dónde están situados en el ritual de engaños crecientes, y continúan apoyando una sociedad que, para denominar la brecha cada vez más ancha de frustración, usa el eufemismo de “revolución de expectativas crecientes”.
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+Pero el crecimiento concebido como un consumo sin términos —el progreso eterno— no puede conducir jamás a la madurez. El compromiso con un ilimitado aumento cuantitativo vicia la posibilidad de un desarrollo orgánico.
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+## El juego ritual y la nueva religión mundial
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+En las naciones desarrolladas, la edad para salir de la escuela excede el aumento de los años de vida probable. Dentro de una década se cortarán ambas curvas y crearán un problema para Jessica Mitford y para los profesionales que se interesan por la “educación terminal”. Me hace recordar la Edad Media tardía, cuando la demanda por los servicios de la Iglesia sobrepasó la duración de la vida, y se creó el “purgatorio” para purificar a las almas bajo el control papal antes de que pudiesen ingresar en la paz eterna. Lógicamente, esto condujo primero a un tráfico de indulgencias y luego a un intento de Reforma. El Mito del Consumo Sin Fin ocupa ahora el lugar de la creencia en la vida eterna.
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+Arnold Toynbee señaló que la decadencia de una gran cultura suele ir acompañada por el surgimiento de una nueva Iglesia Universal que lleva la esperanza al proletariado interior mientras atiende al mismo tiempo las necesidades de una nueva casta guerrera. La escuela parece eminentemente apta para ser la Iglesia Universal de nuestra decadente cultura. Ninguna institución podría ocultar mejor a sus participantes la profunda discrepancia entre los principios sociales y la realidad social en el mundo de hoy. Secular, científica y negadora de la muerte, se ciñe estrechamente al ánimo moderno. Su apariencia clásica, crítica, la hace aparecer, si no antirreligiosa, al menos pluralista. Su currículum define la ciencia y la define a ella misma mediante la llamada investigación científica. Nadie completa la escuela —todavía—. No cierra sus puertas a nadie sin antes ofrecerle una oportunidad más: educación de recuperación, para adultos y de continuación.
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+La escuela sirve como una eficaz creadora y preservadora del mito social debido a su estructura como juego ritual de promociones graduadas. La introducción a este ritual es mucho más importante que el asunto enseñado o el cómo se enseña. Es el juego mismo el que escolariza, el que se mete en la sangre y se convierte en hábito. Se inicia a una sociedad entera en el Mito del Consumo Sin Fin de servicios. Esto ocurre hasta tal punto que la formalidad de participar en el ritual sin término se hace obligatoria y compulsiva por doquier. La escuela ordena una rivalidad ritual en forma de juego internacional que obliga a los competidores a achacar los males del mundo a aquellos que no pueden o no quieren jugar. La escuela es un ritual de iniciación que introduce al neófito en la sagrada carrera del consumo progresivo, un ritual propiciatorio cuyos sacerdotes académicos son mediadores entre los creyentes y los dioses del privilegio y del poder, un ritual de expiación que sacrifica a sus desertores, marcándolos a fuego como chivos expiatorios del subdesarrollo.
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+Incluso aquellos que en el mejor de los casos pasan unos pocos años en la escuela —y éste es el caso de la abrumadora mayoría en América Latina, Asia y África— aprenden a sentirse culpables debido a su subconsumo de escolarización. En México es obligatorio aprobar seis grados de escuela. Los niños nacidos en el tercio económico inferior tienen sólo dos posibilidades sobre tres de aprobar el primer grado. Si lo aprueban, tienen cuatro probabilidades sobre 100 de terminar la escolaridad obligatoria en el sexto grado. Si nacen en el tercio medio, sus probabilidades aumentan a 12 sobre 100. Con estas pautas, México ha tenido más éxito que la mayoría de las otras 26 repúblicas latinoamericanas en cuanto a proporcionar educación pública.
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+Todos los niños saben, en todas partes, que se les ha dado una posibilidad, aunque desigual, en una lotería obligatoria, y la supuesta igualdad de la norma internacional realza ahora la pobreza original de esos niños con la discriminación autoinfligida que el desertor acepta. Se les ha escolarizado en la creencia de las expectativas crecientes y pueden racionalizar ahora su creciente frustración fuera de la escuela aceptando el rechazo de la gracia escolástica que les ha caído en suerte. Se les expulsa del paraíso porque, habiendo sido bautizados, no fueron a la Iglesia. Nacidos en pecado original, se les bautiza en el primer grado, pero van al Gehenna (que en hebreo significa “conventillo”) debido a sus faltas personales. Así como Max Weber examinó los efectos sociales de la creencia en que la salvación pertenecía a quienes acumulaban riqueza, podemos observar ahora que la gracia está reservada para aquellos que acumulan años de escuela.
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+## El reino venidero la universalización de las expectativas
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+La escuela conjuga las expectativas del consumidor expresadas en sus pretensiones, con las creencias del productor expresadas en su ritual. Es una expresión litúrgica del _cargocult_[^n09] que recorrió la Melanesia en la década de 1940-1950, que inyectaba en sus cultores la creencia de que si se colocaban una corbata negra sobre el torso desnudo, Jesús llegaría en un vapor trayendo una nevera, un par de pantalones y una máquina de coser para cada creyente.
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+La escuela funde el crecimiento en humillante dependencia de un maestro con el crecimiento en el vano sentido de omnipotencia que es tan típico del alumno que quiere ir a enseñar a todas las naciones a salvarse. El ritual está moldeado según los severos hábitos de trabajo de los obreros de la construcción, y su finalidad es celebrar el mito de un paraíso terrestre de consumo sin fin, que es la única esperanza del desgraciado y el desposeído.
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+A lo largo de la historia ha habido epidemias de insaciables expectativas en este mundo, especialmente entre grupos colonizados y marginales en todas las culturas. Los judíos tuvieron durante el Imperio romano sus Esenios y Mesías judíos, los siervos en la Reforma tuvieron su Thomas Münzer, los desposeídos indios desde el Paraguay hasta Dakota sus contagiosos bailarines. Estas sectas estaban siempre dirigidas por un profeta, y limitaban sus promesas a unos pocos elegidos. En cambio la espera del reino a que induce la escuela es impersonal más que profética, y universal más que local. El hombre ha llegado a ser el ingeniero de su propio Mesías y promete las limitadas recompensas de la ciencia a aquellos que somete a una progresiva tecnificación para su reino.
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+## La nueva alienación
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+La escuela no sólo es la Nueva Religión Mundial. Es también el mercado de trabajo de crecimiento más veloz del mundo. La tecnificación de los consumidores ha llegado a ser el principal sector de crecimiento de la economía. Conforme el coste de la producción disminuye en las naciones ricas, se produce una concentración creciente de capital y trabajo en la vasta empresa de equipar al hombre para un consumo disciplinario. Durante la década pasada las inversiones de capital relacionadas directamente con el sistema escolar aumentaron con velocidad incluso mayor que los gastos para defensa. El desarme tan sólo aceleraría el proceso por el cual la industria del aprendizaje se encamina al centro de la economía nacional. La escuela proporciona oportunidades ilimitadas para el derroche legitimizado, mientras su destructividad pasa inadvertida y crece el coste de los paliativos.
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+Si a quienes asisten a jornada completa agregamos los que enseñan a jornada completa, nos percatamos de que esta llamada superestructura ha llegado a ser el principal patrono de la sociedad. En Estados Unidos hay 62 millones en la escuela y 80 millones trabajando en otras cosas. Esto a menudo lo han olvidado los analistas neomarxistas cuando dicen que el proceso de desescolarización debe posponerse o dejarse pendiente hasta que otros desórdenes, considerados tradicionalmente como más importantes, los haya corregido una revolución económica y política. Pero hay que comprender que la escuela es una industria antes de querer edificar una estrategia revolucionaria realista. Para Marx, el coste de producir las demandas de bienes apenas si era significativo. Actualmente, la mayor parte de la mano de obra está empleada en la producción de demandas que puede satisfacer la industria que hace un uso intenso del capital. La mayor parte de este trabajo se realiza en la escuela.
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+En el esquema tradicional, la alienación era una consecuencia directa de que el trabajo se convirtiera en labor asalariada que privaba al hombre de su oportunidad para crear y recrearse. Ahora a los menores los prealienan las escuelas que los aíslan del mundo mientras juegan a ser productores y consumidores de su propio conocimiento, al que se concibe como una mercancía en el mercado en la escuela. La escuela hace de la alienación una preparación para la vida, privando así a la educación de realidad y al trabajo de creatividad. La escuela prepara para la alienante institucionalización de la vida al enseñar la necesidad de ser enseñado. Una vez que se aprende esta lección, la gente pierde su incentivo para desarrollarse con independencia; ya no encuentra atractivos en relacionarse y se cierra a las sorpresas que la vida ofrece cuando no está predeterminada por la definición institucional. La escuela emplea directa o indirectamente a una mayor parte de la población. La escuela o bien guarda a la gente de por vida o asegura el que encaje en alguna otra institución.
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+La Nueva Iglesia Mundial es la industria del conocimiento, proveedora de opio y banco de trabajo durante un número creciente de años de la vida de un individuo. La desescolarización es por consiguiente fundamental para cualquier movimiento de liberación del hombre.
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+## La potencialidad revolucionaria de la desescolarización
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+La escuela no es de ningún modo, por cierto, la única institución moderna cuya finalidad primaria es moldear la visión de la realidad en el hombre. El currículum escondido de la vida familiar, de la conscripción militar, del llamado profesionalismo o de los medios informativos desempeña un importante papel en la manipulación institucional de la visión del mundo que tiene el hombre, de su lenguaje y de sus demandas. Pero la escuela esclaviza más profunda y sistemáticamente, puesto que sólo a ella se le acredita la función principal de formar el juicio crítico y, paradójicamente, trata de hacerlo haciendo que el aprender sobre sí mismo, sobre los demás y sobre la naturaleza dependa de un proceso preempacado. La escuela nos alcanza de manera tan íntima que ninguno puede esperar liberarse de ella mediante algo externo.
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+Muchos de los que se autodenominan revolucionarios son víctimas de la escuela. Incluso ven la “liberación” como el producto de algo institucional. Sólo al librarse uno mismo de la escuela se disipa esa ilusión. El descubrimiento de que la mayor parte del aprendizaje no requiere enseñanza no puede ser ni manipulado ni planificado. Cada uno de nosotros es responsable de su propia desescolarización, y sólo nosotros tenemos el poder de hacerlo. No puede excusarse a nadie si no logra liberarse de la escolarización. El pueblo no pudo liberarse de la Corona sino hasta que al menos algunos de ellos se liberaron de la Iglesia establecida. No pueden liberarse del consumo progresivo hasta que no se liberen de la escuela obligatoria.
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+Todos estamos metidos en la escolarización, tanto desde el aspecto de la producción como desde el del consumo. Estamos supersticiosamente convencidos de que el buen aprendizaje puede y debería producirse en nosotros —y de que podemos producirlo en otros—. Nuestro intento de desligarnos del concepto de escuela hará surgir las resistencias que hallamos en nosotros mismos cuando tratamos de renunciar al consumo ilimitado y a la ubicua suposición de que a los otros se les puede manipular por su propio bien. Nadie está totalmente exento de explotar a otros en el proceso de escolarización.
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+La escuela es el más grande y más anónimo de todos los patrones. De hecho es el mejor empleo de un nuevo tipo de empresa, sucesora del gremio, de la fábrica y de la sociedad anónima. Las empresas multinacionales que han dominado la economía están siendo complementadas ahora, y puede que algún día sean suplantadas por organismos de servicio con planificación supranacional. Estas empresas presentan sus servicios de manera que hacen que todos los hombres se sientan obligados a consumirlos. Se rigen por una normativa internacional, redefiniendo el valor de sus servicios periódicamente y por doquiera a un ritmo aproximadamente parejo.
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+El “transporte” que se apoya en nuevos coches y supercarreteras atiende a la misma necesidad institucionalmente envasada de comodidad, prestigio, velocidad y equipamiento, independientemente de que sus componentes los produzca o no el Estado. El aparato de la “atención médica” define una especie peculiar de salud, poco importa que sea el individuo o el Estado quien pague el servicio. La promoción graduada a fin de obtener diplomas ajusta al estudiante para ocupar un lugar en la misma pirámide internacional de mano de obra cualificada, independientemente de quien dirija la escuela.
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+En todos estos casos el empleo es un beneficio oculto: el chofer de un automóvil privado, el paciente que se somete a hospitalización o el alumno en el aula deben considerase como parte de una nueva clase de “empleados”. Un movimiento de liberación que se inicie en la escuela y, sin embargo, esté fundado en maestros y alumnos como explotados y explotadores simultáneamente, podría anticiparse a las estrategias revolucionarias del futuro; pues un programa radical de desescolarización podría adiestrar a la juventud en el nuevo estilo de revolución necesaria para desafiar a un sistema social que exhibe una “salud”, una “riqueza” y una “seguridad” obligatorias.
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+Los riesgos de una rebelión contra la escuela son imprevisibles, pero no son tan horribles como los de una revolución que se inicie en cualquier otra institución principal. La escuela no está todavía organizada para defenderse con tanta eficacia como una nación-Estado, o incluso como una gran sociedad anónima. La liberación de la opresión de las escuelas podría ser incruenta. Las armas del vigilante escolar[^n10] y de sus aliados en los tribunales y en las agencias de empleo podrían tomar medidas muy crueles contra el o la delincuente individual, especialmente si fuese pobre, pero podrían ser a su vez impotentes si surgiera un movimiento de masas.
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+La escuela se ha convertido en un problema social; se le ataca por todas partes, y los ciudadanos y los gobiernos patrocinan experimentos no convencionales en todo el mundo. Recurren a insólitos expedientes estadísticos a fin de preservar la fe y salvar las apariencias. El ánimo que existe entre algunos educadores es muy parecido al ánimo de los obispos católicos después del Concilio Vaticano. Los planes de estudio de las llamadas “escuelas libres” se parecen a las liturgias de las misas con música folclórica y rock. Las exigencias de los estudiantes de bachillerato para tener voz y voto en la elección de sus profesores son tan estridentes como las de los feligreses que exigen seleccionar a sus párrocos. Pero para la sociedad está en juego algo mucho mayor si una minoría significativa pierde su fe en la escolaridad. Esto pondría en peligro la supervivencia no sólo del orden económico construido sobre la coproducción de bienes y demandas, sino igualmente del orden político construido sobre la nación-Estado dentro del cual los estudiantes son dados a la luz por la escuela.
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+Nuestras alternativas posibles son harto claras. O continuamos creyendo que el aprendizaje institucionalizado es un producto que justifica una inversión ilimitada, o redescubrimos que la legislación, la planificación y la inversión, si de alguna manera encajan en la educación formal, debieran usarse principalmente para derribar las barreras que ahora obstaculizan las posibilidades de aprendizaje, el cual sólo puede ser una actividad personal.
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+Si no ponemos en tela de juicio el supuesto de que el conocimiento valedero es una mercancía que en ciertas circunstancias puede metérsele a la fuerza al consumidor, la sociedad se verá cada día más dominada por siniestras seudoescuelas y totalitarios administradores de la información. Los terapeutas pedagógicos drogarán más a sus alumnos a fin de enseñarles mejor, y los estudiantes se drogarán más a fin de conseguir aliviarse de las presiones de los profesores y de la carrera por diplomas. Ejércitos cada día mayores de burócratas presumirán de maestros. El lenguaje del escolar ya se lo ha apropiado el publicista. Ahora el general y el policía tratarán de dignificar sus profesiones disfrazándose de educadores. En una sociedad escolarizada, las guerras y la represión civil encuentran una justificación racional educativa. La guerra pedagógica al estilo Vietnam se justificará cada vez más como la única manera de enseñar a la gente el valor superior del progreso inacabable.
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+La represión se considerará como un empeño de misioneros por apresurar la venida del Mesías mecánico. Más y más países recurrirán a la tortura pedagógica puesta ya en práctica en Brasil y Grecia. Esta tortura pedagógica no se usa para extraer información o para satisfacer las necesidades psíquicas de unos sádicos. Se apoya en el terror aleatorio para romper la integridad de toda una población y convertirla en un material plástico para las enseñanzas inventadas por tecnócratas. La naturaleza totalmente destructiva y en constante progreso de la instrucción obligatoria cumplirá cabalmente su lógica final a menos que comencemos a librarnos desde ahora de nuestra _hybris_ pedagógica, nuestra creencia de que el hombre puede hacer lo que no puede Dios, a saber, manipular a otros para salvarlos.
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+Muchos comienzan recientemente a darse cuenta de la inexorable destrucción que las tendencias actuales de producción implican para el medio ambiente, pero las personas aisladas tienen un poder muy restringido para cambiar estas tendencias. La manipulación de hombres y mujeres iniciada en la escuela ha llegado también a un punto sin retorno, y la mayoría de las personas aún no se han percatado de ello. Fomentan todavía la reforma escolar, tal como Henry Ford II propone unos nuevos automóviles ponzoñosos.
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+Daniel Bell dice que nuestra época se caracteriza por una extrema disyunción entre las estructuras cultural y social; una dedicada a actitudes apocalípticas y la otra a la toma tecnocrática de decisiones. Esto es sin duda verdadero respecto de muchos reformadores de la educación que se sienten impulsados a condenar casi todo aquello que caracteriza a las escuelas modernas —y proponen simultáneamente nuevas escuelas—.
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+En su _Estructura de las revoluciones científicas_ , Thomas Kuhn aduce que dicha disonancia precede inevitablemente a la aparición de un nuevo paradigma cognoscitivo. Los hechos que informaban aquellos que observaban la caída libre, aquellos que volvían del otro lado de la Tierra y aquellos que usaban el nuevo telescopio, no se ajustaban a la visión cósmica tolemaica. Súbitamente, se aceptó el paradigma newtoniano. La disonancia que caracteriza a muchos jóvenes de hoy no es tanto cognoscitiva como un asunto de actitudes —un sentimiento acerca de cómo _no_ puede ser una sociedad tolerable—. Lo sorprendente respecto de esta disonancia es la capacidad de un número muy grande de personas para tolerarla.
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+La capacidad para ir tras metas incongruentes exige una explicación. Según Max Gluckman, todas las sociedades poseen procedimientos para ocultar tales disonancias de sus miembros. Los rituales pueden ocultar a sus participantes incluso discrepancias y conflictos entre principio social y organización social. Mientras un individuo no sea explícitamente consciente del carácter ritual del proceso a través del cual se le inició en las fuerzas que moldean su cosmos, no puede romper el conjuro y moldear un nuevo cosmos. Mientras no nos percatemos del ritual a través del cual la escuela moldea al consumidor progresivo —el recurso principal de la economía—, no podremos romper el conjuro de esta economía y dar forma a una nueva.
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+# Espectro institucional
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+La mayoría de los esquemas utópicos y escenarios futurísticos requieren nuevas y costosas tecnologías que habrían de venderse a las naciones ricas y pobres por igual. Herman Kahn ha encontrado alumnos en Venezuela, Argentina y Colombia. Las fantasías de Sergio Bernardes para su Brasil del año 2000 centellean con más maquinaria nueva de la que hoy posee Estados Unidos, que para entonces estará recargado con los obsoletos emplazamientos para misiles, aeropuertos para reactores y ciudades de las décadas de los años sesenta-setenta. Los futuristas inspirados en Buckminster Fuller se apoyarían más bien en dispositivos más baratos y exóticos. Cuentan con que se acepte una tecnología nueva pero posible, que al parecer nos permitiría hacer más con menos —monorrieles ligeros en vez de transporte supersónico, viviendas verticales en vez de dispersión horizontal—. Todos los planificadores futuristas de hoy tratan de hacer económicamente factible lo técnicamente posible, negándose a la vez a enfrentar las inevitables consecuencias sociales: el creciente anhelo de todos los hombres por bienes y servicios que seguirán siendo privilegio de unos pocos.
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+Creo que un futuro deseable depende, en primer lugar, de nuestra voluntad de elegir una vida de acción en vez de una vida de consumo, de que engendremos un estilo de vida que nos permita ser espontáneos, independientes y, sin embargo, relacionarnos uno con otro, en vez de mantener un estilo de vida que sólo nos permite hacer y deshacer, producir y consumir —un estilo de vida que es sólo una estación en el camino hacia el agotamiento y la contaminación del entorno—. El futuro depende más de nuestra elección de instituciones que mantengan una vida de acción y menos de que desarrollemos nuevas ideologías y tecnologías. Necesitamos un conjunto de pautas que nos permitan reconocer aquellas instituciones que apoyan el desarrollo personal en vez del enviciamiento, como también la voluntad de dedicar nuestros recursos tecnológicos preferentemente a dichas instituciones de desarrollo.
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+La elección se sitúa entre dos tipos institucionales radicalmente opuestos, ejemplificados ambos en ciertas instituciones existentes, aunque uno de esos tipos caracteriza de tal manera la época contemporánea que casi la define. A este tipo dominante yo propondría llamarlo la institución manipulativa. El otro tipo existe, pero sólo precariamente. Las instituciones que se ajustan a él son más humildes y menos notorias. No obstante, las tomo como modelos de un futuro más deseable. Las llamo “convivenciales” y sugiero colocarlas a la izquierda institucional, para mostrar que hay instituciones situadas entre ambos extremos y para ilustrar cómo las instituciones históricas pueden cambiar de color conforme se desplazan desde un facilitar la actividad a un organizar la producción.
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+Dicho espectro, que se desplaza de izquierda a derecha, se ha usado por lo general para caracterizar a los hombres y sus ideologías, y no a nuestras instituciones sociales y a sus estilos. Esta categorización de los hombres, sea como individuos o como grupos, suele producir más calor que luz. Pueden suscitarse poderosas objeciones contra el uso de una convención corriente, pero al hacerlo espero desplazar los términos del debate de un plano estéril a uno fértil. Se evidenciará que los hombres de izquierda no siempre se caracterizan por su oposición a las instituciones manipulativas, a las que coloco en el extremo derecho del espectro.
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+Las instituciones modernas más influyentes se agolpan al lado derecho del espectro. Hacia él se ha desplazado la coerción legal, conforme ha pasado de las manos del _sheriff_ a las del FBI y del Pentágono. La guerra moderna se ha convertido en una empresa sumamente profesional cuyo negocio es matar. Ha llegado al punto en que su eficiencia se mide por el recuento de cuerpos. Sus capacidades pacificadoras dependen de su poder para convencer a amigos y enemigos de la ilimitada potencia letal de la nación. Las balas y los productos químicos modernos son tan eficaces que a un ínfimo precio son capaces de matar o mutilar infaliblemente al “cliente”. Pero los costos de entrega aumentan vertiginosamente; el coste de un vietnamita muerto subió de 360 000 dólares en 1967 a 450 000 dólares en 1969. Sólo economías a una escala cercana al suicidio de la raza harían económicamente eficiente el arte militar moderno. Se está haciendo más obvio el efecto _boomerang_ en la guerra: cuanto mayor es el recuento de cuerpos de vietnamitas muertos, tantos más enemigos consigue Estados Unidos por todo el mundo; asimismo, tanto más debe gastar Estados Unidos en crear otra institución manipulativa —motejada cínicamente como de “pacificación”— en un vano intento por absorber los efectos secundarios de la guerra.
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+En este mismo lado del espectro hallamos también organismos sociales que se especializan en la manipulación de sus clientes. Semejante a la organización militar, tienden a crear efectos contrarios a sus objetivos conforme crece el ámbito de sus operaciones. Estas instituciones sociales son igualmente contraproductivas, pero lo son de manera menos evidente. Muchas adoptan una imagen simpática y terapéutica para encubrir este efecto paradójico. Por ejemplo, hasta hace un par de siglos, las cárceles servían como medio para detener a las personas hasta que se les sentenciaba, se les mutilaba, se les mataba o se les exiliaba; en ocasiones se usaban deliberadamente como forma de tortura. Sólo recientemente comenzamos a pretender que encerrar a la gente en jaulas tendrá un efecto benéfico sobre su carácter y comportamiento. Ahora, más que unos pocos están empezando a entender que la cárcel incrementa tanto la calidad de los criminales como su cantidad, que es perfectamente capaz de hacer de un simple inconforme un criminal endurecido. No obstante, es mucho menor el número de los que al parecer entienden que las clínicas psiquiátricas, hogares de reposo y orfanatos hacen algo muy parecido. Estas instituciones proporcionan a sus clientes la destructiva autoimagen del psicótico, del excedido en años o del niño abandonado, y proveen la justificación lógica para la existencia de ciertas profesiones, tal como las cárceles poseen sus guardias. La afiliación a instituciones que se encuentran en este extremo del espectro se consigue de dos maneras, ambas coercitivas: mediante compromiso obligado o mediante servicio selectivo.
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+En el extremo opuesto del espectro se sitúan unas instituciones que se distinguen por el uso espontáneo —las instituciones “convivenciales”—. Las conexiones telefónicas, las líneas de metro, los recorridos de los carteros, los mercados y lonjas no tienen necesidad de convencernos de su necesidad. Los sistemas de alcantarillado, de agua potable, los parques y veredas son instituciones que los hombres usan sin tener que estar institucionalmente convencidos de que les conviene hacerlo. Todas las instituciones exigen, por cierto, cierta reglamentación. Pero el funcionamiento de instituciones que existen para usarse más que para producir algo, requiere de normas cuya índole es totalmente diferente de la que exigen las instituciones-tratamiento, que son manipulativas. Las normas que rigen a las instituciones para uso tienen por fin principal evitar abusos que frustrarían su accesibilidad general. Las veredas deben mantenerse libres de obstrucciones, el uso industrial de agua potable debe someterse a ciertos límites y el juego de pelota debe restringirse a zonas especiales dentro de un parque. Actualmente necesitamos una legislación especial para evitar el abuso de nuestras líneas telefónicas por parte de computadoras, el abuso del servicio de correo por parte de los anunciantes y la contaminación de nuestros sistemas de alcantarillado por los desechos industriales. La reglamentación de las instituciones convivenciales fija límites para su empleo; conforme uno pasa del extremo convivencial del espectro al manipulativo, las normas van exigiendo cada vez más un consumo o participación no queridos. El diferente coste de la adquisición de clientes es precisamente una de las características que distingue a las instituciones conviviales de las manipulativas.
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+En ambos extremos del espectro encontramos instituciones de servicio, pero a la derecha, el servicio es una manipulación impuesta y al cliente se le convierte en víctima de la publicidad, la agresión, el adoctrinamiento, la prisión o el electrochoque. A la izquierda, el servicio es una mayor oportunidad de límites definidos formalmente, mientras el cliente sigue siendo un agente libre. Las instituciones del ala derecha tienden a procesos de producción altamente complejos y costosos en los que gran parte de la complicación y el gasto se ocupan en convencer a los consumidores de que no pueden vivir sin el producto o tratamiento ofrecido por la institución. Las instituciones del ala izquierda tienden a redes que facilitan la composición o cooperación iniciada por el cliente.
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+Las instituciones manipulativas de la derecha son formadoras de hábito, “adictivas”, social y psicológicamente. La adicción social, o escalada, consiste en la tendencia a prescribir un tratamiento intensificado si dosis menores no han rendido los resultados deseados. La adicción psicológica, o habituamiento, se produce cuando los consumidores se envician con la necesidad de una cantidad cada vez mayor del proceso o del producto. Las instituciones de la izquierda que uno mismo pone en actividad tienden a autolimitarse. Al revés de los procesos de producción que identifican la satisfacción con el mero acto del consumo, estas redes sirven a un objetivo que va más allá de su uso repetido. Una persona levanta el teléfono cuando quiere decir algo a otra, y cuelga una vez terminada la comunicación deseada. A excepción hecha de los adolescentes, no usa el teléfono por el puro placer de hablar ante el receptor. Si el teléfono no es el mejor modo de ponerse en comunicación, las personas escribirán una carta o harán un viaje. Las instituciones de la derecha, como podemos ver claramente en el caso de las escuelas, invitan compulsivamente al uso repetitivo y frustran las maneras alternativas de lograr resultados similares.
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+Hacia la izquierda del espectro institucional, pero no en el extremo mismo, podemos colocar a las empresas que compiten entre sí en la actividad que les es propia, pero que no han empezado a ocupar la publicidad de manera notable. Encontramos aquí las lavanderías manuales, las pequeñas panaderías, los peluqueros y, para hablar de profesionales, algunos abogados y profesores de música. Son por consiguiente característicamente del ala izquierda las personas que han institucionalizado sus servicios, pero no su publicidad. Consiguen clientes mediante su contacto personal y la calidad relativa de sus servicios.
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+Los hoteles y las cafeterías se acercan algo más al centro. Las grandes cadenas hoteleras como la Hilton que gastan inmensas cantidades en vender su imagen, a menudo se comportan como si estuvieran dirigiendo instituciones de la derecha. No obstante, las empresas Hilton y Sheraton no ofrecen nada más —de hecho dan frecuentemente menos— que alojamientos de precio similar y dirigidos independientemente. En lo esencial, un letrero de hotel atrae al viajero como lo hace un signo caminero. Dice más bien: “Detente, aquí hay una cama para ti”, y no: “¡Deberías preferir una cama de hotel a una banca en el parque!”
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+Los productores de artículos de primera necesidad y de la mayoría de los bienes efímeros pertenecen a la parte central de nuestro espectro. Satisfacen demandas genéricas y agregan al costo de producción y distribución todo lo que el mercado soporte en costos publicitarios, en anuncios y envases. Cuanto más básico sea el producto —trátese de bienes o de servicios— tanto más tiende la competencia a limitar el costo de venta del artículo.
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+La mayoría de los fabricantes de bienes de consumo se han ido mucho más a la derecha. Tanto directa como indirectamente, producen demandas de accesorios que hinchan el precio real de compra muy por encima del coste de producción. La General Motors y la Ford producen medios de transporte, pero también, y esto es más importante, manipulan el gusto del público de manera tal que la necesidad de transporte se expresa como una demanda de coches privados y no de autobuses públicos. Venden el deseo de controlar una máquina, correr a grandes velocidades con lujosa comodidad, al tiempo que ofrecen el espejismo de la evasión. Pero lo que venden no es tan sólo un asunto de motores inútilmente poderosos, de artilugios superfluos o de suplementos nuevos que los fabricantes han tenido que agregar obligados por Ralph Nader y los grupos que presionan en pro de un aire limpio. La lista de precios incluye dispositivos anticontaminantes, cinturones de seguridad, climatización; pero también comprende otros costes que no se le declaran abiertamente al conductor: los gastos de publicidad y de ventas de la empresa, el combustible, el mantenimiento y las refacciones, el seguro, el interés sobre el crédito, como también costes menos tangibles, como la pérdida de tiempo, el buen humor y el aire respirable en nuestras congestionadas ciudades.
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+Un corolario particularmente interesante de nuestro examen de instituciones socialmente útiles es el sistema de carreteras “públicas”. Este importante elemento del coste total de los automóviles merece un análisis más dilatado, pues conduce directamente a la institución derechista en la que estoy más interesado, a saber, la escuela.
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+## Falsos servicios de utilidad pública
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+El sistema de carreteras es una red para la locomoción a través de distancias relativamente grandes. En su condición de red, parecería corresponderle estar a la izquierda en el espectro institucional. Pero en este caso debemos hacer una distinción que esclarecerá tanto la naturaleza de las carreteras como la naturaleza de los verdaderos servicios de utilidad pública. Los caminos que son genuinamente para todos, son verdaderos servicios de utilidad pública. Las supercarreteras son cotos privados, cuyo coste se le encaja parcialmente al público.
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+Los sistemas de teléfonos, correos y caminos son redes, y ninguno es gratis. El acceso a la red de teléfonos está limitado por cobros sobre tiempo ocupado en cada llamada. Estas tarifas son relativamente bajas y podrían reducirse sin cambiar la naturaleza del sistema. El uso del sistema telefónico no está en absoluto limitado por lo que se transmita, aunque lo emplean mejor quienes pueden hablar frases coherentes en el lenguaje del interlocutor, una capacidad que poseen todos los que desean usar la red. El franqueo suele ser barato. El uso del sistema postal se ve ligeramente limitado por el precio de la pluma y el papel, y algo más por la capacidad de escribir. Aún así, cuando alguien que no sabe escribir tiene un pariente o un amigo a quien pueda dictarle una carta, el sistema postal está a su disposición, tal como lo está si quiere despachar una cinta grabada.
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+El sistema de carreteras no llega a estar disponible de manera similar para alguien que tan sólo aprenda a conducir. Las redes telefónica y postal existen para servir a quienes deseen usarlas, mientras el sistema de carreteras sirve principalmente como accesorio del automóvil privado. Las primeras son verdaderos servicios de utilidad pública, mientras el último es un servicio público para los dueños de coches, camiones y autobuses. Los servicios de utilidad pública existen en pro de la comunicación entre los hombres: las carreteras, como otras instituciones de la derecha, existen en pro de un producto. Tal como hicimos notar, los fabricantes de automóviles _producen_ simultáneamente tanto los coches como la demanda de coches. Asimismo _producen_ la demanda de carreteras de varias vías, puentes y campos petrolíferos. El coche privado es el foco de una constelación de instituciones del ala derecha. El elevado coste de cada elemento lo dicta la complicación del producto básico, y vender el producto básico es enviciar a la sociedad en el paquete conjunto.
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+Planificar un sistema vial como un verdadero servicio de utilidad pública discriminaría a aquellos para quienes la velocidad y el confort individualizado son los valores primarios de transporte, y favorecería a aquellos que valoran la fluidez y el lugar de destino. Es la diferencia entre una red extendidísima con acceso máximo para los viajeros y otra que ofrezca sólo un acceso privilegiado a una zona restringida.
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+La transferencia de una institución moderna a las naciones en desarrollo permite probar esto con mejor claridad. En los países muy pobres, los caminos suelen ser apenas lo bastante buenos como para permitir el tránsito mediante camiones especiales de eje elevado, cargados de víveres, reses o personas. Este tipo de país debería usar sus limitados recursos para construir una telaraña de pistas que llegaran a todas sus regiones y debería restringir la importancia de vehículos a dos o tres modelos diferentes muy duraderos que puedan transitar por malos caminos a baja velocidad. Esto simplificaría el mantenimiento continuo de estos vehículos y proporcionaría una máxima fluidez y elección de puntos de destino a todos los ciudadanos. Esto exigiría proyectar vehículos para todo servicio con la simplicidad del Ford T, utilizando las aleaciones más modernas para garantizar su durabilidad, con un límite de velocidad incorporado de unos 25 kilómetros por hora a lo más, y lo bastante firme como para rodar por el terreno más áspero. No se ofrecen estos vehículos en el mercado porque no hay demanda de ellos. De hecho sería preciso cultivar esa demanda, muy posiblemente al amparo de una legislación estricta. Actualmente, cada vez que una demanda de esta especie se hace sentir un poco, se le descarta rápida y desdeñosamente mediante una publicidad contraria, encaminada a la venta universal de las máquinas que extraen hoy de los contribuyentes estadunidenses el dinero necesario para construir supercarreteras.
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+Para “mejorar” el transporte, todos los países, hasta los más pobres, proyectan ahora sistemas viales concebidos para coches de pasajeros y remolques de alta velocidad que se ajustan a la minoría, pendiente del velocímetro, compuesta por productores y consumidores en las clases selectas. Este planteamiento a menudo se justifica racionalmente pintándolo como un ahorro del recurso más precioso de un país pobre: el tiempo del médico, del inspector escolar o del funcionario público. Estos hombres, naturalmente, sirven casi exclusivamente a la misma gente que posee un coche o espera tenerlo algún día. Los impuestos locales y las escasas divisas se derrochan en _falsos servicios de utilidad pública_.
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+La tecnología “moderna” transferida a los países pobres puede dividirse en tres categorías: bienes, fábricas que los hacen e instituciones de servicios —principalmente escuelas— que convierten a los hombres en productores y consumidores modernos. La mayor parte de los países gastan la mayor proporción de su presupuesto, y con mucho, en escuelas. Los graduados fabricados con escuelas crean entonces una demanda de otros servicios conspicuos de utilidad pública, tales como potencia industrial, carreteras pavimentadas, hospitales modernos y aeropuertos, y éstos crean a su vez un mercado para los bienes hechos para países ricos y, al cabo de un tiempo, la tendencia a importar fábricas anticuadas para producirlos.
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+De todos los “falsos servicios de utilidad pública”, la escuela es el más insidioso. Los sistemas de carreteras producen sólo demanda de coches. Las escuelas crean una demanda para el conjunto completo de instituciones modernas que llenan el extremo derecho del espectro. A un hombre que pusiera en duda la necesidad de carreteras se le tacharía de romántico; al que ponga en tela de juicio la necesidad de escuelas se le ataca de inmediato: un ser sin entrañas o un imperialista.
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+## Las escuelas como falsos servicios de utilidad pública
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+Al igual que las carreteras, las escuelas dan a primera vista la impresión de estar igualmente abiertas para todos los interesados. De hecho están abiertas sólo para quienes renueven sin cejar sus credenciales. Así como las carreteras crean la impresión de que su nivel actual de costes anuales es necesario para que la gente pueda moverse, así se supone que las escuelas son indispensables para alcanzar la competencia que exige una sociedad que use la tecnología moderna. Hemos expuesto las autopistas como servicios de utilidad pública espurios observando cómo dependen de los automóviles privados. Las escuelas se fundan en la hipótesis igualmente espuria de que el aprendizaje es el resultado de la enseñanza curricular.
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+Las carreteras son las consecuencias del deseo y la necesidad de movilizarse que se pervierten para convertirlos en demanda de coches privados. Las escuelas pervierten la natural inclinación a desarrollarse y aprender convirtiéndola en demanda de instrucción. La demanda de una madurez manufacturada es mucho más la abnegación de la actividad iniciada por uno mismo que la demanda de bienes manufacturados. Las escuelas no sólo están a la derecha de las carreteras y los coches, tienen su lugar cerca del extremo del espectro institucional ocupado por los asilos totales. Incluso los productores de recuentos de cuerpos matan solamente cuerpos. Al hacer que los hombres abdiquen de la responsabilidad de su propio desarrollo, la escuela conduce a muchos a una especie de suicidio espiritual.
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+Las carreteras las pagan en parte quienes las utilizan, puesto que los peajes e impuestos al combustible se obtienen sólo de los conductores. La escuela, en cambio, es un sistema perfecto de tributación regresiva, en el que los privilegios cabalgan sobre el lomo de todo público pagador. La escuela fija un gravamen por cabeza sobre la promoción. El subconsumo de distancias recorridas por carretera no es nunca tan costoso como el subconsumo de escolarización. El hombre que no posea un coche en Los Ángeles posiblemente esté casi inmovilizado, pero si se ingenia de algún modo para llegar a su lugar de trabajo, podrá conseguir y conservar un empleo. El desertor escolar carece de vía alternativa. El habitante suburbano en su Lincoln nuevo y su primo campesino que conduce una vieja carcacha se aprovechan más o menos igual de la carretera, aunque el vehículo del uno cueste 30 veces más que el del otro. El valor de la escolarización de un hombre es función del número de años que ha permanecido en escuelas y de la carestía de éstas. La ley no obliga a conducir, en cambio obliga a ir a la escuela.
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+El análisis de las instituciones según su actual emplazamiento en un espectro continuo izquierda-derecha me permite esclarecer mi convicción de que el cambio social fundamental debe comenzar con un cambio en la conciencia que se tiene de las instituciones y explicar por qué la dimensión de un futuro viable recae en el rejuvenecimiento del estilo institucional.
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+Durante la década 1960-1970, unas instituciones, nacidas en diversas épocas después de la Revolución francesa, llegaron a su vejez; los sistemas de escuelas públicas fundados en la época de Jefferson o de Atatürk, junto con otros que se iniciaron después de la segunda Guerra Mundial, se hicieron todos burocráticos, autojustificantes y manipulativos. Lo mismo les ocurrió a los sistemas de seguridad social, a los sindicatos, a las principales Iglesias y cuerpos diplomáticos, a la atención de los ancianos y a los servicios funerarios.
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+Por ejemplo, hoy en día hay un mayor parecido ente los sistemas escolares de Colombia, Inglaterra, la Unión Soviética y Estados Unidos, que entre las escuelas de este último de fines del siglo pasado y las de hoy o las de Rusia en ese tiempo. Las escuelas son hoy obligatorias, sin término definido y competitivo. Esa misma convergencia en el estilo institucional afecta la atención médica, la comercialización, la administración de personal y la vida política. Todos estos procesos institucionales tienden a apilarse en el extremo manipulativo del espectro.
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+La consecuencia de esta convergencia de instituciones es la fusión de burocracias mundiales. El estilo, el sistema de ordenamiento jerárquico y la parafernalia (desde el libro de texto a la computadora) se normalizan en los consejos de planificación de Costa Rica o de Afganistán, según los modelos de Europa occidental.
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+Las burocracias parecen centrarse en todas partes en la misma tarea: promover el crecimiento de las instituciones de la derecha. Se ocupan de la fabricación de cosas, la fabricación de normas rituales y la fabricación —y remodelación— de la “verdad ejecutiva”, la ideología o el _fiat_ que establece el valor presente que debiera atribuirse a lo que ellas producen. La tecnología proporciona a estas burocracias un poder creciente a la mano derecha de la sociedad. La mano izquierda parece marchitarse y no porque la tecnología sea menos capaz de aumentar el ámbito de la actividad humana y de proporcionar tiempo para el despliegue de la imaginación individual y para la creatividad personal, sino porque ese uso de la tecnología no aumenta el poder de la élite que la administra. El director de correos no tiene control sobre el uso esencial de ese servicio; la telefonista o el directivo de la compañía telefónica carecen de poder para impedir que se preparen adulterios, asesinatos o subversiones usando sus líneas.
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+En la elección entre la derecha y la izquierda institucional está en juego la naturaleza misma de la vida humana. El hombre debe elegir entre ser rico en cosas o tener libertad para usarlas. Debe elegir entre estilos alternativos de vida y programas conexos de producción.
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+Aristóteles ya había descubierto que “hacer y actuar” son diferentes, y de hecho tan diferentes que lo uno jamás incluye lo otro. “Porque ni es el actuar una manera de hacer, ni el hacer una manera del verdadero actuar. La arquitectura _techne_ es una manera de hacer… dar nacimiento a algo cuyo origen está en su hacedor y no en la cosa. El hacer siempre tiene una finalidad que no es él mismo, y no así la acción, puesto que la buena acción es en sí misma un fin. La perfección en el hacer es un arte; la perfección en el actuar, una virtud.”[^n11] La palabra que Aristóteles usó para hacer fue _poesis_ , y la que usó para actuar, _praxis_. El movimiento hacia la derecha de una institución indica que se la está reestructurando para aumentar su capacidad de “hacer”, mientras que si se desplaza hacia la izquierda indica que se la está reestructurando para permitir un mayor “actuar” o “praxis”. La tecnología moderna ha aumentado la capacidad del hombre para dejar a las máquinas el “hacer” cosas y ha aumentado el tiempo que puede dedicar a “actuar”. El “hacer” las cosas cotidianas imprescindibles ha dejado de ocupar su tiempo. El desempleo es la consecuencia de esta modernización: es la ociosidad del hombre para quien no hay nada que “hacer” y que no sabe cómo “actuar”. El desempleo es la triste ociosidad del hombre que, al revés de Aristóteles, cree que hacer cosas o trabajar es virtuoso y que la ociosidad es mala. El desempleo es la experiencia del hombre que ha sucumbido a la ética protestante. Según Weber, el hombre necesita el ocio para poder trabajar. Según Aristóteles, el trabajo es necesario para poder tener ocio.
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+La tecnología proporciona al hombre tiempo discrecional que puede llenar ya sea haciendo, ya sea actuando. Toda nuestra cultura tiene abierta ahora la opción entre un triste desempleo o un ocio feliz. Depende del estilo institucional que la cultura elija. Esta elección habría sido inconcebible en una cultura antigua fundada en la agricultura campesina o en la esclavitud. Ha llegado a ser inevitable para el hombre posindustrial.
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+Una manera de llenar el tiempo disponible es estimular mayores demandas de consumo de bienes y, simultáneamente, de producción de servicios. Lo primero implica una economía que proporciona una falange cada vez mayor de cosas siempre novedosas que pueden hacerse, consumirse y someterse a reciclaje. Lo segundo implica el vano intento de “hacer” acciones virtuosas, haciendo aparecer como tales los productos de las instituciones de “servicios”. Esto conduce a la identificación de la escolaridad con la educación, del servicio médico con la salud, de los programas con la recreación, de la velocidad con la locomoción eficaz. La primera opción lleva ahora el apodo de _desarrollo._
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+La manera radicalmente alternativa de llenar el tiempo disponible consiste en una gama limitada de bienes más durables y en proporcionar acceso a instituciones que puedan aumentar la oportunidad y apetencia de las acciones humanas recíprocas.
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+Una economía de bienes duraderos es exactamente lo contrario de una economía fundada en la obsolescencia programada. Una economía de bienes duraderos significa una restricción en la lista de mercancías. Los bienes habrían de ser de tal especie que diesen un máximo de oportunidad para “actuar” en algo con ellos: artículos hechos para montarlos uno mismo, para autoayudarse, para su reempleo y reparación.
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+El complemento de una lista de bienes durables, reparables y reutilizables no es un aumento de servicios producidos institucionalmente, sino más bien una estructura institucional que eduque constantemente en la acción, en la participación, en la autoayuda. El movimiento de nuestra sociedad desde el presente —en el que todas las instituciones gravitan hacia una burocracia posindustrial— a un futuro de convivencialidad posindustrial —en el que la intensidad de la acción sería preponderante sobre la producción— debe comenzar con una renovación del estilo de las instituciones de servicio y, antes que nada, por una renovación de la educación. Un futuro deseable y factible depende de nuestra disposición a invertir nuestro saber tecnológico en el desarrollo de instituciones convivenciales. En el terreno de las investigaciones sobre educación, esto equivale a exigir que se trastroquen las tendencias actuales.
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+# Compatibilidades irracionales
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+[^n12] Creo que la crisis contemporánea de la educación nos obliga más bien a modificar la idea de un aprendizaje públicamente prescrito y no los métodos usados para hacerlo cumplir. La proporción de desertores —especialmente de alumnos de los primeros años de bachillerato y de maestros de primaria— señala que las bases están pidiendo un enfoque totalmente nuevo. Al “practicante del aula” que se estima un profesor liberal se le ataca cada vez más por todos lados. El movimiento pro escuela libre, que confunde disciplina con adoctrinamiento, le ha adjudicado el papel de elemento destructivo y autoritario. El tecnólogo educativo demuestra sostenidamente la inferioridad del profesor para medir y modificar la conducta. Y la administración escolar para la que trabaja lo obliga a inclinarse tanto ante Summerhill como ante Skinner, poniendo en evidencia que el aprendizaje obligatorio no puede ser una empresa liberal. No debe asombrar que el índice de maestros desertores esté superando el de los alumnos.
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+El compromiso que Estados Unidos ha contraído de educar obligatoriamente a sus menores se demuestra tan vano como el pretendido compromiso norteamericano de democratizar obligatoriamente a los vietnamitas. Las escuelas convencionales obviamente no pueden hacerlo. El movimiento pro escuela libre seduce a los educadores no convencionales, pero en definitiva lo hace en apoyo de la ideología convencional de la escolarización. Y lo que prometen los tecnólogos de la educación, a saber, que sus investigaciones y desarrollo —si se les dota de fondos suficientes— pueden ofrecer alguna especie de solución final a la resistencia de la juventud contra el aprendizaje obligatorio, suena tan confiado y demuestra ser tan fatuo como las promesas hechas por los tecnólogos militares.
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+Las críticas dirigidas contra el sistema escolar estadunidense por parte de los conductistas, y las que provienen de la nueva raza de educadores raciales, parecen diametralmente opuestas. Los conductistas aplican las investigaciones sobre educación a la “inducción de instrucción autotélica mediante paquetes de aprendizaje individualizados”. El estilo conductista choca con la idea de hacer que los jóvenes ingresen por voluntad propia en unas comunas liberadas que les invitan a ingresar, las cuales estarían supervisadas por adultos. No obstante, bajo una perspectiva histórica, ambas no son sino manifestaciones contemporáneas de las metas, aparentemente contradictorias, pero en verdad complementarias, del sistema escolar público. Desde los comienzos de este siglo, las escuelas han sido protagonistas del control social por una parte y de la cooperación libre por la otra, poniéndose ambos aspectos al servicio de la “buena sociedad” a la que se concibe como una estructura corporativa altamente organizada y de suave funcionamiento. Sometidos al impacto de una urbanización intensa, los niños se convierten en un recurso natural que las escuelas han de moldear para luego alimentar la máquina industrial. Las políticas progresistas y el culto a la eficiencia coincidieron con el crecimiento de la escuela pública estadunidense.[^n13] La orientación vocacional y la _junior highschool_[^n14] fueron dos importantes resultados de este tipo de conceptos.
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+Parece, por consiguiente, que el intento de producir cambios específicos en el comportamiento, que puedan medirse y de los que pueda responsabilizarse al encargado del proceso, es sólo el anverso de la medalla, cuyo reverso es la pacificación de la nueva generación dentro de enclaves especialmente proyectados que los inducirán a entrar en el sueño de sus mayores. Estos seres pacificados en sociedad están bien descritos por Dewey, quien quiere que “hagamos de cada una de nuestras escuelas una vida comunitaria en embrión, activa, con tipos de ocupaciones que reflejen la vida de la sociedad en pleno, y la _impregnen_ con el espíritu del arte, de la historia, de la ciencia”. Bajo esta perspectiva histórica, sería un grave error interpretar la actual controversia a tres bandas entre el establecimiento escolar, los tecnólogos de la educación y las escuelas libres como el preludio de una revolución en la educación. Esta controversia refleja más bien una etapa de un intento para convertir a grandes trancos un viejo sueño en hecho y convertir finalmente todo aprendizaje valedero en el resultado de una enseñanza profesional. La mayoría de las alternativas educativas propuestas convergen hacia metas que son inmanentes a la producción del hombre cooperativo cuyas necesidades individuales se satisfacen mediante su especialización en el sistema estadunidense: están orientadas hacia el mejoramiento de lo que yo llamo —a falta de una mejor expresión— la sociedad escolarizada. Incluso los críticos aparentemente radicales del sistema escolar no están dispuestos a abandonar la idea de que tienen una obligación para con los jóvenes, especialmente para con los pobres, la obligación de hacerlos pasar por el proceso, sea mediante amor o mediante odio, para meterlos en una sociedad que necesita especialización disciplinada tanto de sus productores como de sus consumidores y, asimismo, el pleno compromiso de todos ellos con la ideología que antepone a todo el crecimiento económico.
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+La disensión enmascara la contradicción inherente a la idea misma de escuela. Los sindicatos establecidos de profesores, los brujos de la tecnología y los movimientos de liberación escolar refuerzan el compromiso de la sociedad entera con los axiomas fundamentales de un mundo escolarizado, más o menos del modo en que muchos movimientos pacifistas y de protesta refuerzan el compromiso de sus miembros —sean negros, mujeres, jóvenes o pobres— con la búsqueda de justicia mediante el crecimiento del ingreso nacional bruto.
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+Es fácil anotar algunos de los postulados que ahora pasan inadvertidos a la crítica. En primer lugar está la creencia compartida de que la conducta que se ha adquirido ante los ojos de un pedagogo es de especial valor para el alumno y de especial provecho para la sociedad. Esto está relacionado con el supuesto de que el hombre social nace sólo en la adolescencia, y que nace adecuadamente sólo si madura en la escuela-matriz, que algunos desean hacer dulce mediante el _laissez-faire,_[^n15] otros quieren llenar de artilugios mecánicos y unos terceros buscan barnizar con una tradición liberal. Está finalmente una visión común de la juventud, psicológicamente romántica y políticamente conservadora. Según esta visión, los cambios de la sociedad deben llevarse a cabo agobiando a los jóvenes con la responsabilidad de transformarla —pero sólo después de que en su momento se han liberado de la escuela—. Para una sociedad fundada en tales postulados es fácil ir creando un sentido de su responsabilidad respecto de la educación de la nueva generación, y esto inevitablemente significa que algunos hombres pueden fijar, especificar y evaluar las metas personales de otros. En un “párrafo tomado de una enciclopedia china imaginaria” Jorge Luis Borges trata de evocar el mareo que debe producir ese intento. Nos dice que los animales están divididos en las clases siguientes: “ _a)_ pertenecientes al Emperador, _b)_ embalsamados, _c)_ amaestrados, _d)_ lechones, _e)_ sirenas, _f)_ fabulosos, _g)_ perros sueltos, _h)_ incluidos en esta clasificación, _i)_ que se agitan como locos, _j)_ innumerables, _k)_ dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, _l)_ etcétera, _m)_ que acaban de romper el jarrón, _n)_ que de lejos parecen moscas”. Ahora bien, semejante taxonomía no aparece a menos que alguien estime que puede servir para sus fines: en este caso, supongo, ese alguien era un cobrador de impuestos. Para él, al menos, esta taxonomía bestiaria _tiene_ que haber tenido sentido, tal como la taxonomía de objetivos educativos tiene sentido para los autores científicos.
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+La visión de hombres dotados de una lógica tan inescrutable, y autorizados para evaluar su ganado, debe haber producido en el campesino un helado sentimiento de impotencia. Los estudiantes, por motivos parecidos, tienden a sentirse paranoicos cuando se someten seriamente a un currículum. Inevitablemente se asustan aún más que mi imaginario campesino chino, porque no es su ganado, sino sus objetivos vitales los que están siendo marcados con un signo inescrutable.
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+Este pasaje de Borges es fascinante, porque evoca la lógica de la _compatibilidad irracional_ que hace a las burocracias de Kafka y de Koestler tan siniestras y no obstante tan evocadoras de la vida cotidiana. El encadenamiento implacable de las reglas parece embrujar a quienes se vuelven cómplices de ellas y los empuja a hacer prueba de una disciplina todavía más ciega. Es la lógica creada por la conducta burocrática. Y se convierte en la lógica de una sociedad que exige que a los administradores de sus instituciones educativas se les considere públicamente responsables de la modificación del comportamiento que producen en sus clientes. Los estudiantes a los que se puede motivar para valorar los paquetes educativos que sus profesores les obligan a consumir son comparables a los campesinos chinos que pueden ajustar sus rebaños al formulario de impuestos que ofrece Borges.
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+Durante el transcurso de las dos últimas generaciones triunfó en algún momento en la cultura norteamericana un compromiso con la terapia, y vino a considerarse a los profesores como los terapeutas cuyas recetas todos los hombres necesitan, si es que desean gozar de la libertad y la igualdad con las cuales, según la Constitución, han nacido.
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+Ahora los profesores-terapeutas siguen adelante al proponer como paso siguiente el tratamiento educativo vitalicio. El _estudio_ de este tratamiento está sujeto a discusión: ¿debiera adoptar la forma de una asistencia constante de los adultos al aula? ¿O la de éxtasis electrónico? ¿O de sesiones periódicas de sensibilización? Todos los educadores están prontos a conspirar para extender los muros del aula y agrandarla, con la meta de transformar la cultura completa en una escuela.
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+Detrás de la retórica y del alboroto, la controversia sobre el futuro de la educación que tiene lugar en Estados Unidos es más conservadora que el debate en otros ámbitos de la política común. Respecto de las relaciones exteriores, por lo menos, una minoría organizada nos recuerda constantemente que el país debe renunciar a su papel de policía del mundo. Los economistas radicales, y ahora incluso sus profesores, menos radicales, ponen en duda la convivencia del crecimiento conjunto como meta. Hay grupos de presión para favorecer la medicina preventiva y no la curativa y otros propugnan por la fluidez en vez de la velocidad en el transporte. Sólo en el ámbito de la educación permanecen dispersas las voces articuladas que piden una desescolarización radical de la sociedad. Existe una carencia de argumentación persuasiva y de un liderazgo maduro encaminados a quitar el apoyo oficial a todas y cada una de las instituciones que tienen por fin el _aprendizaje_ obligatorio. Por el momento, la desescolarización radical de la sociedad es todavía una causa sin partido. Esto sorprende especialmente en un periodo de resistencia creciente, aunque caótica, a todas las formas de instrucción planificada institucionalmente, por parte de los jóvenes de 12 a 17 años.
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+Los innovadores educativos siguen suponiendo que las instituciones educativas funcionan como embudos para los programas que ellos envasan. Para los fines de mi argumento da lo mismo que estos embudos tengan la forma de un aula, de un transmisor de televisión o de una “zona liberada”. Es igualmente ajeno al asunto si los envases suministrados son ricos o pobres, calientes o fríos, duros y mensurables (como Matemáticas III) o imposibles de evaluar (como la sensibilización). Lo que interesa es que se suponga que la educación es el resultado de un proceso institucional dirigido por el educador. Mientras las relaciones continúen siendo aquellas que existen entre un proveedor y un consumidor, el trabajo de investigación sobre educación continuará siendo un proceso circular. Acumulará pruebas científicas en apoyo de la necesidad de más paquetes educativos y del perfeccionamiento de los métodos de entrega, tal como cierta rama de las ciencias sociales puede probar la necesidad de acrecentar la distribución de los productos de la institución militar.
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+Una revolución educativa se apoya en una doble inversión: una nueva orientación del trabajo de investigación y una nueva comprensión del estilo educativo de una contracultura emergente.
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+La investigación operativa trata ahora de optimizar la eficiencia de una estructura heredada —un marco de referencia que jamás se pone en tela de juicio—. Este marco de referencia tiene la estructura sintáctica de un embudo para paquetes de enseñanza. La alternativa sintáctica respecto del mismo es una red o trama educativa para el montaje autónomo de recursos bajo el control personal de cada aprendiz. Esta estructura alternativa de una institución educativa yace ahora en el punto ciego conceptual de nuestra investigación operativa. Si la investigación se enfocara en él, ello constituiría una auténtica revolución científica.
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+El punto ciego de los trabajos de investigación en educación refleja la parcialidad cultural de una sociedad en la que el crecimiento tecnológico se ha confundido con el control tecnocrático. Para el tecnócrata, el valor de un entorno aumenta conforme pueda programarse un mayor número de contactos entre un hombre y su medio ambiente. Es este mundo, las elecciones abiertas para el observador o el planificador deben estar acordes con los deseos de quienes están sometidos a una observación y a quienes se denomina los “beneficiarios”. La libertad se reduce a la elección entre unas mercancías envasadas.
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+La contracultura emergente afirma los valores del contenido semántico por encima de la eficiencia de una sintaxis mayor y más rígida. Valora la riqueza de la connotación por encima del poder de la sintaxis para producir riquezas. Valora la consecuencia imprevisible de la instrucción profesional. Esta reorientación hacia la sorpresa personal, y no hacia los valores producidos por la institución, es capaz de perturbar el orden establecido hasta que podamos separar la creciente disponibilidad de las herramientas tecnológicas que facilitan el encuentro del creciente control del tecnócrata sobre lo que ocurre cuando la gente se reúne.
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+Nuestras actuales instituciones educativas están al servicio de las metas del profesor. Las estructuras de relación que necesitamos son las que permitan a cada hombre definirse él mismo aprendiendo y contribuyendo al aprendizaje de otros.
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+# Tramas del aprendizaje
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+En un capítulo anterior examiné aquello que se está convirtiendo en una queja común acerca de las escuelas una queja que se hace sentir por ejemplo, en un informe reciente de la Carnegie Commission: en las escuelas los alumnos matriculados se someten ante maestros diplomados a fin de obtener sus propios diplomas; ambos quedan frustrados y ambos culpan a los recursos insuficientes —dinero, tiempo o edificios— de su mutua frustración.
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+Una crítica semejante conduce a muchos a pensar si no será posible concebir un estilo diferente de aprendizaje. Paradójicamente, si a esas mismas personas se les insta a especificar cómo adquirieron lo que saben y estiman, admitirán prontamente que con mayor frecuencia lo aprendieron fuera y no dentro de la escuela. Su conocimiento de hechos, lo que entienden de la vida y de su trabajo les vino de la amistad o del amor, de leer, del ejemplo de sus iguales o de la incitación de un encuentro callejero. O tal vez aprendieron lo que saben por medio del ritual de iniciación de una pandilla callejera, de un hospital, de la redacción de un periódico, de un taller de fontanería o de una oficina de seguros. La alternativa a la dependencia respecto de las escuelas no es el uso de recursos públicos para algún nuevo dispositivo que “haga” aprender a la gente; es más bien la creación de un nuevo estilo de relación educativa entre el hombre y su medio. Para propiciar este estilo será necesaria una modificación de la idea que nos hacemos del crecimiento, de los útiles necesarios para aprender y de la calidad y estructura de la vida cotidiana.
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+Las actitudes ya están cambiando. Ha desaparecido la orgullosa dependencia respecto de la escuela. En la industria del conocimiento se acrecienta la resistencia del consumidor. Muchos profesores y alumnos, contribuyentes y patronos, economistas y policías, preferirían no seguir dependiendo de las escuelas. Lo que impide que su frustración dé forma a otras instituciones es una carencia no sólo de imaginación, sino también, con frecuencia, de un lenguaje apropiado y de un interés personal ilustrado. No pueden visualizar ya sea una sociedad desescolarizada, ya sean unas instituciones educativas en una sociedad que haya privado de apoyo oficial a la escuela.
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+En este capítulo me propongo mostrar que lo contrario de la escuela es posible: que podemos apoyarnos en el aprendizaje automotivado en vez de contratar profesores para sobornar u obligar al estudiante a hallar el tiempo y la voluntad de aprender, que podemos proporcionar al aprendiz nuevos vínculos con el mundo en vez de continuar canalizando todos los programas educativos por medio del profesor. Examinaré algunas de las características que distinguen la escolarización del aprendizaje y esbozaré cuatro categorías principales de instituciones que serían atractivas no sólo para muchas personas, sino también para muchos grupos de intereses comunes.
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+## Una objeción a quién pueden servirle unos puentes hacia la nada
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+Estamos acostumbrados a considerar las escuelas como una variable que depende de la estructura política y económica. Si podemos cambiar el estilo de la dirección política o promover los intereses de una clase u otra, suponemos que el sistema escolar cambiará también. En cambio, las instituciones educativas que propondré están ideadas para servir a una sociedad que no existe ahora, aunque la actual frustración respecto de las escuelas tiene en sí el potencial de una fuerza importante para poner en movimiento un cambio hacia nuevas configuraciones sociales. Contra este planteamiento se ha suscitado una objeción de peso: ¿por qué canalizar energías para construir puentes hacia ninguna parte, en vez de organizarlas primero para cambiar no las escuelas, sino el sistema político y económico?
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+No obstante, esta objeción subestima la naturaleza política y económica del sistema escolar en sí, así como el potencial político inherente a cualquier oposición eficaz a ella.
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+En un sentido fundamental, las escuelas han dejado de ser dependientes de la ideología profesada por cualquier gobierno u organización de mercados. Otras instituciones pueden diferir de un país a otro: la familia, el partido, la Iglesia, la prensa. Pero el sistema escolar tiene por doquier la misma estructura, y en todas partes el currículum oculto tiene el mismo efecto. De modo invariable, modela al consumidor que valora los bienes institucionales sobre los servicios no profesionales de un prójimo.
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+El currículum oculto de la escolarización inicia en todas partes al ciudadano en el mito de que algunas burocracias guiadas por el conocimiento científico son eficientes y benevolentes. Por doquiera, este mismo currículum inculca en el alumno el mito de que la mayor producción proporcionará una vida mejor. Y por doquiera crea el hábito —que se contradice a sí mismo— de consumo de servicios y de producción enajenante, la tolerancia ante la dependencia institucional y el reconocimiento de los escalafones institucionales. El currículum oculto sustenta la tolerancia ante la dependencia institucional, el reconocimiento por los profesores y cualquiera que sea la ideología preponderante.
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+En otras palabras, las escuelas son fundamentalmente semejantes en todos los países, sean éstos fascistas, democráticos o socialistas, grandes o pequeños, ricos o pobres. La identidad del sistema escolar nos obliga a reconocer la profunda identidad en todo el mundo, del mito, del modo de producción y del método de control social, pese a la gran variedad de mitologías en las cuales encuentra expresión el mito.
+
+En vista de esta identidad, es ilusorio pretender que las escuelas son, en algún sentido profundo, unas variables dependientes. Esto significa que esperar un cambio social o económico concebido convencionalmente, es también una ilusión. Más aún, esta ilusión concede a la escuela —el órgano de reproducción de la sociedad de consumo— una inmunidad casi indiscutida.
+
+Al llegar a este punto es cuando adquiere importancia el ejemplo de China. Durante tres milenios, China protegió el aprendizaje superior por medio de un divorcio total entre el proceso del aprendizaje y el privilegio conferido por los exámenes para optar a altos cargos públicos. Para llegar a ser una potencia mundial y una nación-Estado moderno, China tuvo que adoptar el estilo internacional de escolarización. Sólo una mirada retrospectiva nos permitirá descubrir si la Gran Revolución Cultural resultará haber sido el primer intento logrado de desescolarizar las instituciones de la sociedad.
+
+Incluso la creación a retazos de nuevos organismos educativos que fuesen lo inverso de la escuela sería un ataque sobre el eslabón más sensible de un fenómeno ubicuo, el cual es organizado por el Estado en todos los países. Un programa político que no reconozca explícitamente la necesidad de la desescolarización no es revolucionario; es demagogia que pide más de lo mismo. Todo programa político importante de esta década debiera medirse con este rasero: ¿hasta dónde es claro afirmar la necesidad de la desescolarización —y qué directrices ofrece para asignar la calidad educativa de la sociedad hacia la cual se encamina—?
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+La lucha contra el dominio que ejercen el mercado mundial y la política de las grandes potencias puede estar fuera del alcance de ciertas comunidades o países pobres, pero esta debilidad es una razón más para hacer hincapié en la importancia que tiene liberar a cada sociedad mediante una inversión de su estructura educativa, cambio este que no está más allá de los medios de ninguna sociedad.
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+## Características generales de unas nuevas instituciones educativas formales
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+Un buen sistema educativo debería tener tres objetivos: proporcionar a todos aquellos que lo quieren el acceso a recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas; dotar a todos los que quieran compartir lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran aprender de ellos, y, finalmente, dar a todo aquel que quiera presentar al público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento. Un sistema como éste exigiría que se aplicaran a la educación unas garantías constitucionales. Los aprendices no podrían ser sometidos a un currículum obligatorio o a una discriminación fundada en la posesión o carencia de un certificado o diploma. Ni se obligaría tampoco al público a mantener, mediante una retribución regresiva, un gigantesco aparato profesional de educadores y edificios que de hecho disminuye las posibilidades que el público tiene de acceder a los servicios que la profesión está dispuesta a ofrecer en el mercado. Debería usar la tecnología moderna para lograr que la libre expresión, la libre reunión y la prensa libre fuesen universales y, por consiguiente, plenamente educativas.
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+Las escuelas están proyectadas a partir del supuesto de que cada cosa en la vida tiene un secreto; de que la calidad de la vida depende de conocer ese secreto; de que los secretos pueden conocerse en ordenadas sucesiones, y de que sólo los profesores pueden revelar adecuadamente esos secretos. Una persona de mente escolarizada concibe el mundo como una pirámide de paquetes clasificados accesible sólo a aquellos que llevan los rótulos apropiados. Las nuevas instituciones educativas destrozarían esta pirámide. Su propósito debe ser facilitar el acceso al aprendiz, permitirle mirar al interior de la sala de control o del parlamento, si no puede entrar por la puerta. Además, esas nuevas instituciones deberían ser canales a los que el aprendiz tuviese acceso sin credenciales ni títulos de linaje —espacios públicos en los que iguales y mayores situados fuera de su horizonte inmediato se harían accesibles—.
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+Pienso que no más de cuatro —y posiblemente hasta tres— “canales” distintos o centros de intercambio podrían contener todos los recursos necesarios para el aprendizaje real. El niño crece en un mundo de cosas, rodeado de personas que sirven de modelos para habilidades y valores. Encuentra seres como él, sus iguales, que le incitan a discutir, a competir, a cooperar, a entender, y si el niño es afortunado, se ve expuesto a la confrontación o a la crítica de un mayor experimentado que realmente se preocupe. Cosas, modelos, iguales y mayores son cuatro recursos, cada uno de los cuales requiere un tipo diferente de ordenamiento para asegurar que todos tengan acceso a él.
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+Usaré las palabras “trama de oportunidad” en vez de “red” para designar las maneras específicas de proporcionar acceso a cada uno de los cuatro conjuntos de recursos. Desafortunadamente, “red” se emplea con frecuencia para designar los canales reservados a los materiales seleccionados por terceros para el adoctrinamiento, la instrucción y la recreación. Pero también puede usarse para los servicios postal o telefónico, que son primariamente accesibles para personas que quieren enviarse mensajes entre sí. Ojalá tuviésemos otra palabra para designar tales estructuras reticulares a fin de tener un acceso recíproco, una palabra que no evocase tanto una trampa, menos degradada por el uso corriente, y que sugiriese más el hecho de que cualquier ordenamiento de esta especie abarca aspectos legales, organizativos y técnicos. No habiendo hallado dicho término, trataré de redimir el único disponible, usándolo como sinónimo de “trama educativa”.
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+Lo que se precisa son nuevas redes, de la cuales el público pueda disponer fácilmente y que estén concebidas para difundir una igualdad de oportunidades para aprender y enseñar.
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+Para dar un ejemplo: en la televisión y en los magnetófonos se usa el mismo nivel de tecnología. Todos los países latinoamericanos han introducido la televisión: en Bolivia, el gobierno financió una estación transmisora de televisión, que se construyó hace siete años, y no hay más de 7 000 televisores para cuatro millones de ciudadanos. El dinero empozado hoy en instalaciones de televisión por toda América Latina podría haber dotado de magnetófonos a un ciudadano de cada cinco. Además, el dinero habría bastado para proporcionar un número casi ilimitado de cintas grabadas, con puestos de entrega incluso en aldeas perdidas, como también para un amplio suministro de cintas no grabadas.
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+Esta red de magnetófonos sería, por supuesto, radicalmente diferente de la red actual de televisión. Proporcionaría oportunidades a la libre expresión: letrados y analfabetos podrían, por igual, registrar, preservar, difundir y repetir sus opiniones. La inversión actual en televisión, en cambio, proporciona a los burócratas, sean políticos o educadores, el poder de rociar el continente con programas producidos institucionalmente, que ellos —o sus patrocinadores— deciden que son buenos para el pueblo o que éste los pide.
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+## Cuatro redes
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+El planteamiento de nuevas instituciones educativas no debiera comenzar por las metas administrativas de un rector director, ni por las metas pedagógicas de un educador profesional, ni por las metas de aprendizaje de una clase hipotética de personas. No debe iniciarse con la pregunta: “¿Qué debiera aprender alguien?”, sino con la pregunta: “¿Con qué tipos de cosas y personas podrían querer ponerse en contacto los que buscan aprender a fin de aprender?”
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+Alguien que quiera aprender sabe que necesita tanto información como reacción crítica respecto del uso de esta información por parte de otra persona. La información puede almacenarse en personas y en cosas. En un buen sistema educativo el acceso a las cosas debiera estar disponible con sólo pedirlo el aprendiz, mientras el acceso a los informantes requeriría además el conocimiento de terceros. La crítica puede asimismo provenir de dos direcciones: de los iguales o de los mayores, esto es, de compañeros de aprendizaje cuyos intereses inmediatos concuerden con los míos, o de aquellos que me concederán una parte de su experiencia superior. Los iguales pueden ser colegas con quienes suscitar un debate, compañeros para una caminata o lectura juguetona y deleitable (o ardua), retadores en cualquier clase de juegos. Los mayores pueden ser asesores acerca de qué destreza aprender, qué método usar, qué compañía buscar en un momento dado. Pueden ser guías respecto a la pregunta correcta que hay que plantear entre iguales y a la deficiencia de las respuestas a que lleguen. La mayoría de estos recursos son abundantes. Pero convencionalmente ni se les percibe como recursos educativos, ni es fácil el acceso a ellos para fines de aprendizaje, especialmente para los pobres. Debemos idear nuevas estructuras de relación que se monten con el deliberado propósito de facilitar el acceso a estos recursos para el uso de cualquiera que esté motivado a buscarlos para su educación. Para montar estas estructuras tramadas se requieren disposiciones administrativas, tecnológicas y especialmente legales.
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+Los recursos educativos suelen rotularse según las metas curriculares de los educadores. Propongo hacer lo contrario, y rotular cuatro enfoques diferentes que permitan al estudiante conseguir el acceso a cualquier recurso educativo que pueda ayudarle a definir y lograr sus propias metas:
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+_1_. Servicios de referencia respecto de Objetos Educativos. Que faciliten el acceso a cosas o procesos usados para el aprendizaje formal. Algunas de estas cosas pueden reservarse para ese fin, almacenadas en bibliotecas, agencias de alquiler, laboratorios y salas de exposición, tales como museos y teatros; otras pueden estar en uso cotidiano en fábricas, aeropuertos o puestas en granjas, pero a disposición de estudiantes como aprendices o en horas de descanso.
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+_2_. Servicios de habilidades. Que permitan a unas personas hacer una lista de sus habilidades, las condiciones según las cuales están dispuestas a servir de modelos a otros que quieran aprender esas habilidades y las direcciones en que se les puede hallar.
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+_3_. Servicio de búsqueda de Compañero. Una red de comunicaciones que permita a las personas describir la actividad de aprendizaje a la que desean dedicarse, con la esperanza de hallar un compañero para la búsqueda.
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+_4_. Servicios de referencia respecto de Educadores Independientes, los cuales pueden figurar en un catálogo que indique las direcciones y las descripciones —hechas por ellos mismos— de profesionales, paraprofesionales e independientes, conjuntamente con las condiciones de acceso a sus servicios. Tales educadores, como veremos, podrían elegirse mediante encuestas o consultando a sus clientes anteriores.
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+## Servicios de referencia respecto de objetos educativos
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+Las cosas son recursos básicos para aprender. La calidad del entorno y la relación de una persona con él determinarán cuánto aprenderá incidentalmente. El aprendizaje formal exige el acceso especial a cosas corrientes, por una parte o, por la otra, el acceso fácil y seguro a cosas especiales hechas con fines educativos. Un ejemplo del primer caso es el derecho especial a hacer funcionar o a desarmar una máquina en un garaje. Un ejemplo del segundo caso es el derecho general a usar un ábaco, una computadora, un libro, un jardín botánico o una máquina retirada de la producción y puesta a plena disposición de unos estudiantes.
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+En la actualidad, la atención se centra en la disparidad entre niños ricos y pobres en cuanto a su acceso a cosas y en la manera en que pueden aprender de ellas. La OEO[^n16] y otros organismos, siguiendo este planteamiento, se concentran en igualar las posibilidades de cada cual, tratando de proveer de un mayor instrumental educativo a los pobres. Un punto de partida más radical sería reconocer que, en la ciudad, a ricos y pobres se les mantiene igualmente alejados de manera artificial de las cosas que los rodean. Los niños nacidos en la era de los plásticos y de los expertos en eficiencia deben traspasar dos barreras que obstaculizan sus entendimientos: una incorporada a las cosas y la otra construida en torno a las instituciones. El diseño industrial crea un mundo de cosas que ofrecen resistencia a la comprensión de su naturaleza interna, y las escuelas tapian al aprendiz respecto del mundo de las cosas en su escenario significativo.
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+Después de una breve visita a Nueva York, una mujer de una aldea mexicana me dijo que le había impresionado que las tiendas vendiesen “solamente productos muy maquillados con cosméticos”. Entendí que ella quería decir que los productos industriales “hablan” a sus clientes acerca de sus encantos y no acerca de su naturaleza. La industria ha rodeado a la gente de artefactos hechos de manera que sólo a los especialistas les está permitido entender su mecanismo interno. Al no especialista que intenta hacer marchar el reloj o hacer sonar el teléfono o hacer funcionar la máquina de escribir, se le desalienta con la advertencia de que se romperá si lo intenta. Puede que se le diga qué hace funcionar un radio de transistores, pero no puede descubrirlo por sí mismo. Este tipo de diseño tiende a reforzar una sociedad no inventiva, en la que los expertos encuentran cada vez más fácil esconderse detrás de su pericia y más allá de una evaluación.
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+El entorno creado por el hombre ha llegado a ser tan inescrutable como la naturaleza lo es para el primitivo. Al mismo tiempo, los materiales educativos los ha monopolizado la escuela. Los objetos educativos simples han sido costosamente empacados por la industria del conocimiento. Se han convertido en herramientas especializadas para los educadores profesionales, y se ha inflado su coste al obligarles a estimular ya sea entornos, ya sea profesores.
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+El profesor es celoso del libro de texto al que define como su instrumento profesional. El estudiante puede llegar a odiar el laboratorio porque lo asocia con tareas escolares. El administrador racionaliza su actitud protectora hacia la biblioteca como una defensa de un instrumental público costoso contra quienes quisieran jugar con ella más bien que aprender. En esta atmósfera, el estudiante usa con excesiva frecuencia el mapa, el laboratorio, la enciclopedia o el microscopio sólo en los escasos momentos en que el currículum le dice que debe hacerlo. Incluso los grandes clásicos se convierten en arte de la “novatada” universitaria, en vez de señalar una nueva dirección en la vida de una persona. La escuela aparta las cosas del uso cotidiano al rotularlas como instrumentos educativos.
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+Para que podamos desescolarizar será preciso invertir ambas tendencias. El entorno físico general debe hacerse accesible, y aquellos recursos físicos de aprendizaje que han sido reducidos a instrumentos de enseñanza deben llegar a estar disponibles para el aprendizaje autodirigido. Usar cosas sólo como partes de un currículum puede tener un efecto incluso peor que apartarlas del entorno general. Puede corromper las actitudes de los alumnos.
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+Los juegos son un caso de este tipo. No me refiero a los “juegos” del departamento de educación física (tales como el futbol o el baloncesto), que las escuelas usan para generar ingresos y prestigio y en los que han hecho sustanciosas inversiones de capital. Como lo saben muy bien los mismos atletas, estas empresas, que adoptan la forma de torneos guerreros, han minado el aspecto juguetón de los deportes y se usan para reforzar la naturaleza competitiva de las escuelas. Hablo más bien de los juegos educativos que pueden proporcionar una manera singular de entender los sistemas formales. Un amigo mío fue a un mercado mexicano con un juego llamado _Wff’n Proff_ , que consta de varios dados en los que están impresos 12 símbolos lógicos. Mostró a unos niños qué combinaciones formaban una frase bien hecha —unas dos o tres de las muchas posibles— e, inductivamente, al cabo de la primera hora, algunos mirones también captaron el principio. A las pocas horas, jugando pruebas lógicas formales, algunos niños eran capaces de iniciar a otros en las pruebas formales de la lógica de proposiciones. Los otros simplemente se fueron.
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+Para algunos niños dichos juegos son en efecto una forma especial de liberar la educación, puesto que les permite descubrir que los sistemas formales se fundan en axiomas mutables y que las operaciones conceptuales tienen un carácter lúdico. Son asimismo simples, baratos y en buena parte pueden organizarlos los jugadores mismos. Cuando se usan fuera del currículum, tales juegos dan una oportunidad para identificar y desarrollar el talento poco común, mientras que el psicólogo escolar identificará a menudo a quienes posean dicho talento como a personas en peligro de llegar a ser antisociales, enfermas o desequilibradas. Dentro de la escuela, cuando se usan en forma de torneos, a los juegos no sólo se les saca de la esfera de la recreación, a menudo se convierten en instrumentos para transformar al alumno juguetón en un espíritu competitivo y la falta de razonamiento abstracto en signo de inferioridad. Un ejercicio que para ciertos tipos de carácter es liberador, se convierte en camisa de fuerza para otros.
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+El control de la escuela sobre el instrumental educativo tiene además otro efecto. Aumenta enormemente el coste de esos materiales baratos. Una vez que su uso se restringe a unas horas programadas, se paga a profesionales que supervisen su adquisición, almacenamiento y uso. Entonces los estudiantes descargan su rabia contra la escuela sobre el instrumental, que es preciso adquirir nuevamente.
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+Algo paralelo a la intocabilidad de los útiles educativos es la impenetrabilidad de la moderna chatarra. En la década de 1930 cualquier muchacho que se respetara sabía reparar un automóvil, pero ahora los fabricantes de coches multiplican los alambres y apartan los manuales de todo el que no sea un mecánico especializado. En un periodo anterior un radio viejo contenía suficientes bobinas y condensadores como para construir un transmisor que hiciera chillar por realimentación a todos los radios del vecindario. Los radios de transistores son más portátiles, pero nadie se atreve a desarmarlos. En los países altamente industrializados sería inmensamente difícil cambiar esto, pero al menos en los países del Tercer Mundo debemos insistir en ciertas cualidades educativas incorporadas al objeto.
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+Para ilustrar mi argumento, permítaseme presentar un modelo: gastando 10 millones de dólares sería posible conectar 40 000 aldeas de un país como Perú mediante una telaraña de pistas de un metro ochenta de ancho y mantenerlas funcionando; además, dotar al país de 200 000 burros mecánicos de tres ruedas —cinco por aldea como promedio—. Pocos países pobres de ese tamaño gastan menos de esa cantidad cada año en coches y caminos, cuyo uso, el de ambos, se limita principalmente a los ricos y a sus empleados, mientras la gente pobre queda atrapada en sus aldeas. Cada uno de estos pequeños vehículos, simples pero duraderos, equipados con un motor de seis caballos de fuerza, costaría 125 dólares. Un “burro” podría andar a 24 kilómetros por hora, y trasladaría cargas de unos 400 kilogramos (es decir, la mayoría de las cosas que suelen moverse, aparte de troncos y vigas de acero).
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+El atractivo político que dicho sistema de transporte tendría para el campesinado es obvio. Igualmente obvio es el motivo por el cual quienes detentan el poder —y por tanto poseen, automáticamente, un coche— no están interesados en gastar dinero en pistas semejantes y en obstruir los caminos con burros motorizados. El burro universal podría funcionar sólo si los dirigentes de un país impusieran un límite de, digamos, 40 kilómetros por hora y adaptaran sus instituciones públicas a ese límite. El modelo no podría funcionar si estuviese concebido sólo como un parche.
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+No es éste el lugar apropiado para examinar en detalle la factibilidad política, social, económica, financiera y técnica de este modelo. Deseo solamente indicar que los considerandos educativos pueden ser de primordial importancia cuando se elige una alternativa semejante frente a un transporte que usa relativamente más capital que mano de obra. Aumentando el coste unitario de cada burro 20% se haría posible planificar la producción de todas sus piezas de modo que, hasta donde fuera posible, cada futuro dueño pasase de uno a dos meses haciendo y entendiendo su máquina y fuese capaz de repararla. Con este coste adicional sería asimismo posible descentralizar la producción en fábricas dispersas. Las ventajas adicionales provendrían no sólo de incluir los costes educativos en el proceso de construcción. Más significativo todavía, un motor duradero que prácticamente cualquiera podría aprender a reparar y que podría usar como arado y como bomba aquel que lo entendiera, produciría unos beneficios educativos mucho más elevados que los inescrutables motores de los países avanzados.
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+No sólo la chatarra, sino los lugares presuntamente públicos de la ciudad moderna se han vuelto impenetrables. En la sociedad estadunidense se excluye a los niños de la mayoría de las cosas y lugares con el argumento de que son privados. Pero incluso en las sociedades que han declarado el fin de la propiedad privada se aparta a los niños de las mismas cosas y lugares porque estos últimos se consideran un ámbito especial y peligroso para el no iniciado. A partir de la pasada generación el patio de los ferrocarriles se hizo tan inaccesible como el cuartel de bomberos. Sin embargo, con un poco de ingenio no sería difícil eliminar los peligros en esos lugares. El desescolarizar los artefactos de la educación haría necesario poner a disposición los artefactos y procesos —y reconocer su valor educativo—. Algunos trabajadores, sin duda, encontrarían molesto hacerlos accesibles a los aprendices, pero esta molestia debe valorarse comparándola con las ventajas educativas.
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+Los automóviles privados podrían desterrarse de Manhattan. Hace cinco años esto era impensable. Ahora, ciertas calles de Nueva York se cierran a ciertas horas, y esta tendencia probablemente continuará. De hecho, la mayoría de las calles transversales deberían cerrarse al tránsito automotriz y el estacionamiento debería prohibirse en todas partes. En una ciudad abierta al pueblo, los materiales de enseñanza, que ahora se encierran en almacenes y laboratorios, podrían diseminarse en depósitos abiertos a la calle y gestionarse de manera independiente para que los adultos y los niños pudiesen visitarlos sin peligro de que los atropellen.
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+Si las metas de la educación ya no estuviesen dominadas por las escuelas y los maestros de escuela, el mercado para los aprendices sería mucho más variado y la definición de “artefactos educativos” sería menos restrictiva. Podría haber talleres de herramientas, bibliotecas, laboratorios y salas de juegos. Los laboratorios fotográficos y prensas offset permitirían el florecimiento de diarios vecinales. Algunos centros de aprendizaje abiertos a la calle podrían contener cabinas para mirar programas de televisión en circuito cerrado, otros podrían poseer útiles de oficina para usar y para reparar. Los tocadiscos del tipo tragamonedas y de tipo corriente serían de uso diario, especializándose algunos en música clásica, otros en melodías folclóricas internacionales, otros en jazz. Las filmotecas competirían entre sí y con la televisión comercial. Los locales de museos abiertos al público podrían ser redes para poner en circulación muestras de arte antiguo y moderno, originales y reproducciones, tal vez administradas por los diversos museos metropolitanos.
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+El personal profesional necesario para esta red se parecería mucho más a unos custodios, guardias de museo o bibliotecarios de servicio público que a unos profesores. Desde la tienda de biología de la esquina podrían dirigir a sus clientes a la colección de caracoles del museo o señalarles cuándo habría una exhibición de videocintas de biología en determinadas cabinas de televisión. Podrían dar indicaciones para el control de plagas, dietas y otras clases de medicina preventiva. Podrían remitir a quienes necesitaran consejos a “mayores” que pudiesen proporcionarlo.
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+El financiamiento de una red de “objetos de aprendizaje” puede encararse de dos maneras. Una comunidad podría fijar un presupuesto máximo para este fin y disponer que todas las partes de la red estuviesen abiertas a todos los visitantes a ciertas horas razonables. O bien la comunidad podría decidir proporcionar a los ciudadanos unos bonos o derechos limitados, según sus edades, que les darían acceso especial a ciertos materiales costosos y escasos, dejando en cambio otros materiales más simples a disposición de todos.
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+Encontrar recursos para materiales hechos específicamente para educar es sólo un aspecto —y tal vez el menos costoso— de la construcción de un mundo educativo. El dinero que hoy se gasta en la parafernalia sagrada del ritual escolar podría liberarse para proporcionar a todos los ciudadanos un mejor acceso a la vida real de la ciudad. Podrían otorgarse incentivos tributarios especiales a quienes emplearan niños de ocho a 14 años durante un par de horas diarias si las condiciones de empleo fuesen humanas. Deberíamos volver a la tradición de la _bar mitzvah_ o de la confirmación. Quiero decir con esto que debiéramos primero restringir y luego eliminar la privación de derechos y deberes civiles de los menores, y permitir que un muchacho de 12 años llegue a ser plenamente responsable de su participación en la vida de la comunidad. Muchas personas de “edad escolar” saben más acerca de su vecindario que los trabajadores sociales o los concejales. Naturalmente que hacen también preguntas más incómodas y proponen soluciones que amenazan a la burocracia. Debería permitírseles llegar a la mayoría de edad de modo que pusieran sus conocimientos y capacidad de indagación al servicio de un gobierno popular.
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+Hasta hace poco era fácil subestimar los peligros de la escuela en comparación con los peligros de un periodo de aprendizaje en la policía, en el cuerpo de bomberos o en la industria del espectáculo. Este argumento deja de ser válido con gran frecuencia. Visité recientemente una iglesia metodista de Harlem ocupada por un grupo de los llamados _Young Lords_ como protesta por la muerte de Julio Rodan, un muchacho puertorriqueño al que se encontró ahorcado en su celda carcelaria. Yo conocía a los líderes del grupo, que habían pasado un semestre en Cuernavaca. Cuando me sorprendí al no hallar a uno de ellos, Juan, en el grupo, me dijeron: “Volvió a la heroína y a la Universidad del Estado”.
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+Para desencadenar el potencial educativo encerrado en la gigantesca inversión de nuestra sociedad en instalaciones y útiles pueden usarse el planteamiento, los incentivos y la legislación. No existirá el acceso pleno a los objetos educativos mientras se permita a empresas comerciales conjugar las defensas legales que la Carta Fundamental reserva a la vida privada de las personas con el poder económico que les confieren sus millones de clientes y miles de empleados, accionistas y proveedores. Una parte considerable de los conocimientos prácticos y teóricos del mundo y la mayoría de sus procesos y equipos de producción están encerrados entre los muros de firmas comerciales, apartados de sus clientes, empleados y accionistas, como también del público en general, cuyas leyes e instalaciones les permiten funcionar. El dinero que se gasta en publicidad en los países capitalistas podrían canalizarse hacia la educación en y por parte de la General Electric, NBC-TV o cervezas Budweiser. Es decir, las fábricas y oficinas deberían reorganizarse de forma tal que su funcionamiento cotidiano fuese más accesible al público y de maneras que hiciesen posible el aprendizaje, y, en verdad, podrían hallarse modos de pagar a las compañías lo que la gente aprendiese en ellas.
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+Es posible que un conjunto de objetos e informaciones científicas aún más valioso esté apartado del acceso general —e incluso de los científicos competentes— bajo el pretexto de la seguridad nacional. Hasta hace poco la ciencia era el único foro que funcionaba como el sueño de un anarquista. Cada hombre capaz de realizar investigaciones tenía más o menos las mismas oportunidades que otros en cuanto a acceso a su instrumental y a ser escuchado por la comunidad de iguales. Ahora la burocratización y la organización han puesto a gran parte de la ciencia fuera del alcance del público. En efecto, lo que solía ser una red internacional de información científica ha sido escindida en una lid de grupos competidores. Tanto a los miembros como a los artefactos de la comunidad científica se les ha encerrado en programas nacionales y corporativos para logros prácticos y para el radical empobrecimiento de los hombres que mantienen estas naciones y corporaciones.
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+En un mundo que controlan y poseen naciones y compañías, nunca será posible sino un acceso limitado a los objetos educativos. Pero un mejor acceso a aquellos objetos que pueden compartirse para fines educativos puede ilustrarnos lo suficiente como para traspasar estas barreras políticas finales. Las escuelas públicas transfieren el control sobre los usos educativos de los objetos de manos privadas a manos profesionales. La inversión institucional de las escuelas podría dar al individuo el poder de volver a exigir el derecho a usarlos para su educación. Si el control privado o corporativo sobre el aspecto educativo de las “cosas” se lograse extinguir gradualmente, podría comenzar a aparecer un tipo de propiedad realmente pública.
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+## Servicios de habilidades
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+Al revés de lo que ocurre con una guitarra, a un profesor de ese instrumento no se le puede clasificar en un museo, ni lo puede poseer el público, ni se le puede tomar en alquiler en un almacén de elementos educativos. Los profesores de habilidades pertenecen a una clase de recursos que es diferente de la de los objetos necesarios para aprender una habilidad. Esto no quiere decir que sean indispensables en todos los casos. Puedo alquilar no sólo una guitarra, sino también lecciones de guitarra grabadas en cintas y gráficos que ilustren los acordes, y con estos elementos puedo enseñarme yo mismo a tocar la guitarra. De hecho, este sistema puede presentar ventajas si las cintas disponibles son mejores que los profesores disponibles, o si las únicas horas en que puedo aprender guitarra son nocturnas o si las melodías que quiero interpretar son desconocidas en mi país o si soy tímido y prefiero meter la pata sin testigos.
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+El canal que se usa para registrar a los profesores de habilidades y comunicarse con ellos debe ser diferente al descrito para objetos. Una cosa está disponible a petición del usuario —o podría estarlo— mientras una persona llega formalmente a ser una fuente de enseñanza de habilidades sólo cuando considere serlo y pueda asimismo restringir la ocasión, el lugar y el método a su tamaño.
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+Es también necesario distinguir a los profesores de los iguales de los que uno desearía aprender. Los iguales que desean seguir una búsqueda común deben partir de capacidades o intereses comunes; se juntan para ejercitar o mejorar una habilidad que comparten: baloncesto, baile, construcción de un campamento, debate sobre las próximas elecciones. Por otra parte, la primera transmisión de una habilidad supone el reunir a alguien que posea una destreza con alguien que no la posea y quiera adquirirla.
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+Un “modelo de habilidad” es una persona que posee una habilidad y está dispuesta a demostrar su práctica. Frecuentemente el aprendiz en potencia precisa el recurso de una demostración de esta clase. Los inventos modernos nos permiten registrar demostraciones en cinta, en película o en gráficos; no obstante, sería de esperar que la demostración personal continuase gozando de gran demanda, especialmente en las habilidades de comunicación. En nuestro Centro, en Cuernavaca, han aprendido español unos 10 000 adultos —en su mayoría personas muy motivadas que deseaban obtener una cuasi-fluidez en un segundo idioma—. Cuando se les plantea la elección entre una instrucción cuidadosamente programada en un laboratorio de idiomas o sesiones rutinarias con otros dos estudiantes y una persona cuyo idioma nativo es el español y que se ciñe a una rutina rígida, la mayoría prefiere la segunda alternativa.
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+Respecto de la mayor parte de las habilidades ampliamente compartidas, que una persona demuestre su habilidad es el único recurso humano que llegamos a necesitar u obtener. Ya sea para hablar o para conducir, para cocinar o para usar equipos de comunicaciones, a menudo apenas nos damos cuenta de la instrucción y el aprendizaje formales, especialmente después de nuestra primera experiencia con los materiales en cuestión. No veo razón por la cual no pudiesen aprenderse de igual manera otras habilidades complejas, tales como los aspectos mecánicos de la cirugía, tocar el violín, leer o usar listas y catálogos.
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+Un estudiante bien motivado que no lucha contra una desventaja determinada a menudo no necesita más ayuda humana que la que puede proporcionar alguien que puede demostrar a quien lo solicite cómo hacer lo que el aprendiz quiere hacer. Aquello de insistir a personas diestras en que antes de demostrar su habilidad certifiquen que son pedagogos es el resultado de la insistencia de una de dos alternativas: o que la gente aprenda lo que no quiere saber, o bien que todos —incluso quienes sufren de alguna desventaja especial— aprendan ciertas cosas, en un momento dado de sus vidas, y preferentemente en circunstancias específicas.
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+Lo que crea una escasez de habilidades en el mercado educativo de hoy es el requisito institucional de que quienes pueden demostrarlas no pueden hacerlo a menos de otorgárseles pública confianza por medio de un certificado. Insistimos en que aquellos que ayudan a terceros a adquirir una habilidad habrían de saber también diagnosticar las dificultades de aprendizaje y ser capaces de motivar a la gente a aprender habilidades. En resumen, les exigimos ser pedagogos. Habría abundancia de personas que pueden demostrar habilidades tan pronto aprendiéramos a reconocerlas fuera de la profesión de la enseñanza.
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+Cuando se está enseñando a unos principitos, es comprensible, aunque ha dejado de ser justificable, la insistencia de sus padres en que el profesor y la persona dotada de habilidades se conjuguen en una misma persona. Pero el que todos los padres aspiren a tener un Aristóteles para su Alejandro es obviamente insostenible. Las personas que pueden inspirar a los estudiantes y demostrar una técnica son tan escasas, y tan difíciles de reconocer, que hasta los principitos consiguen con mayor frecuencia un sofista y no un verdadero filósofo.
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+Una demanda de habilidades escasas puede satisfacerse rápidamente aun cuando hay un número pequeño de personas que las demuestren, pero debe facilitarse el acceso a dichas personas. Durante la década de 1940-1950, los reparadores de radios, la mayoría de los cuales no estudiaron su trabajo en escuelas, penetraron en el interior de América con no más de dos años de retraso respecto a la llegada de los radios a la región. Permanecieron allí hasta que los radios de transistores, baratos e imposibles de reparar, los dejaron cesantes. Las escuelas técnicas no logran realizar lo que algunos reparadores de radios podrían hacer sin problemas: restauraciones útiles y duraderas.
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+Ciertos intereses privados y convergentes conspiran hoy para impedir que una persona comparta su habilidad. A quien posee la habilidad le beneficia su escasez y no su reproducción. Al maestro que se especializa en transmitir la habilidad le beneficia la renuencia del artesano a ofrecer su propio taller para aprendices. Al público se le adoctrina con la creencia de que las habilidades son valiosas y de fiarse sólo si son el resultado de una escolarización formal. El mercado de trabajo depende de hacer escasas las habilidades y de mantenerlas escasas, ya sea proscribiendo su uso a transmisión no autorizada, o bien haciendo cosas que puedan operar y reparar sólo quienes tengan acceso a herramientas o informaciones que se mantienen en déficit.
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+De este modo, las escuelas producen escasez de personas especializadas. Un buen ejemplo de esto es el número decreciente de enfermeras en Estados Unidos, debido al rápido aumento de programas universitarios de cuatro años en ese ramo. Las mujeres de familias más pobres que anteriormente se habrían alistado en un programa de dos o tres años, se han alejado por completo de dicha profesión.
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+Otra manera de mantener la escasez de habilidades es insistir en maestros diplomados. Si se alentara a las enfermeras a adiestrar a otras enfermeras, y si a las enfermeras se les empleara de acuerdo con su habilidad demostrada para poner inyecciones, trazar gráficos y dar medicinas, pronto se terminaría la escasez de enfermeras capacitadas. Los certificados tienden hoy a coartar la libertad de la educación al convertir el derecho civil de compartir conocimientos en el privilegio de la libertad académica que ahora se confiere sólo a los empleados de alguna escuela. Para garantizar el acceso a un intercambio eficaz de habilidades necesitamos leyes que generalicen la libertad académica. El derecho a enseñar cualquier habilidad debería estar amparado por la libertad de expresión. Una vez que se eliminen las restricciones sobre la enseñanza, pronto desaparecerán también las relativas al aprendizaje.
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+El profesor de habilidades necesita algún incentivo para otorgar sus servicios a un alumno. Hay por lo menos dos maneras sencillas de comenzar a canalizar fondos públicos hacia profesores no diplomados. Una sería institucionalizar los servicios de habilidades mediante la creación de centros de habilidades, libres y abiertos al público. Dichos centros podrían y deberían establecerse en zonas industriales, al menos para habilidades que son un requisito indispensable para ingresar en ciertos noviciados o aprendizajes —habilidades tales como la lectura, la mecanografía, la contabilidad, los idiomas extranjeros, la programación de computadoras y la manipulación de números, la lectura de lenguajes especiales (como el de los circuitos eléctricos), la manipulación de ciertas máquinas, etc.—. Otro planteamiento sería proporcionar a ciertos grupos de la población una moneda educativa válida para asistir a centros de habilidades en los que otros clientes habrían de pagar tarifas comerciales.
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+Un planteamiento mucho más radical consistiría en crear un “banco” para el intercambio de habilidades. A cada ciudadano se le abriría un crédito básico con el que pudiese adquirir habilidades fundamentales. Luego, se beneficiaría con créditos adicionales enseñando, ya fuera en centros de habilidades organizados, en casa o sobre la marcha. Sólo aquellos que hubiesen enseñado a otros durante un lapso equivalente podrían solicitar el tiempo de profesores más avanzados. Se promovería una élite enteramente nueva, una élite formada por quienes hubiesen ganado su educación compartiéndola.
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+¿Deberían los padres tener el derecho a ganar crédito educativo para sus hijos? Como una disposición de este tipo daría nuevas ventajas a las clases privilegiadas, podría compensarse otorgando un crédito mayor a los desfavorecidos. El funcionamiento de un servicio de habilidades dependería de la existencia de organismos que facilitarían el desarrollo de información —listas de personas— y asegurarían su uso libre y barato. Dicho organismo podría proporcionar servicios auxiliares de prueba y certificación y ayudaría a poner en vigor la legislación necesaria para quebrar e impedir las prácticas monopólicas.
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+La libertad de un servicio universal de habilidades podría estar garantizada fundamentalmente por leyes que permitiesen la discriminación sólo de acuerdo con habilidades verificadas y no según el historial educativo. Una garantía semejante requiere inevitablemente un control público sobre las pruebas que puedan usarse para determinar quiénes están capacitados para el mercado laboral. De otra manera sería posible reintroducir subrepticiamente complejas baterías de _test_ en el lugar mismo de trabajo que servirían para selección social. Mucho podría hacerse a fin de lograr objetividad en las pruebas de competencia en habilidades, como por ejemplo permitir que se comprobara sólo el manejo de máquinas o sistemas específicos. Las pruebas de mecanografía (en las que se mediría la velocidad, el número de errores y se valoraría el saber tomar dictados), el dominio de un sistema contable o de una grúa hidráulica, la codificación en Cobol,[^n17] etc., pueden fácilmente hacerse objetivas.
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+De hecho, muchas de las verdaderas habilidades de importancia práctica pueden verificarse de ese modo. Y para los fines de administración de personal es mucho más útil una prueba sobre el nivel presente de competencia en determinada habilidad que la información sobre el hecho de que 20 años atrás una persona dejó satisfecho a su profesor respecto de un currículum en el que se enseñaba mecanografía, taquigrafía y contabilidad. Naturalmente puede ponerse en duda la necesidad misma de una comprobación oficial de habilidades: yo tengo la convicción de que el hecho de imponer ciertas restricciones constituye una mejor garantía para el derecho que un hombre tiene a que su reputación no sufra daños indebidos provenientes de una rotulación, que la garantía lograda al prohibir pruebas de competencia.
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+## Servicio de búsqueda de compañero
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+En el peor de los casos, las escuelas reúnen condiscípulos en la misma habitación y los someten a la misma secuencia de tratamiento en matemáticas, educación cívica y lenguaje. En el mejor, permiten a cada estudiante elegir un curso de entre un número limitado de ellos. En cualquier caso, se forman grupos de iguales en torno a las metas de los profesores. Un sistema conveniente de educación permitiría a cada persona especificar la actividad para la cual busca un compañero.
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+La escuela ofrece efectivamente a los niños una oportunidad para escapar de sus casas y encontrar nuevos amigos. Pero al mismo tiempo, este proceso inculca en ellos la idea de que deberían elegir sus amigos entre aquellos con quienes han sido congregados. El invitar a los menores desde su más tierna infancia a conocer, evaluar y buscar a otros los prepararía para mantener durante toda su vida el interés por buscar nuevos asociados para nuevos empeños.
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+A un buen jugador de ajedrez siempre le gusta hallar un buen adversario, y a un novato le alegra hallar otro. Los clubes les sirven para este fin. Las personas que quieren conversar sobre determinados libros o artículos probablemente pagarían por hallar compañeros de debate. Los que quieren practicar juegos, ir de excursión, construir estanques para peces o motorizar bicicletas se tomarán molestias considerables para hallar compañeros para ello. El premio de sus esfuerzos es encontrar esos compañeros. Las buenas escuelas tratan de poner al descubierto los intereses comunes de los estudiantes matriculados en los mismos programas. Lo inverso de la escuela sería una institución que aumentase las posibilidades de que las personas que en un determinado momento compartiesen el mismo interés específico, pudiesen encontrarse independientemente de que tuviesen otra cosa en común.
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+La enseñanza de habilidades no proporciona beneficios iguales a ambas partes, como lo hace la reunión de iguales. Tal como he señalado, al profesor de habilidades debe ofrecérsele algún otro incentivo aparte de las satisfacciones de enseñar. La enseñanza de habilidades es un asunto de repetir una y otra vez ciertas rutinas y de hecho es más tediosa para los alumnos que más la necesitan. Un servicio de habilidades necesita dinero o créditos u otros incentivos tangibles para funcionar, aun cuando el servicio mismo produjese su propia moneda. Un sistema de búsqueda de compañero no precisaría tales incentivos, sino sólo una red de comunicaciones.
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+Las cintas, los sistemas de informática, la instrucción programada y la reproducción de formas y de sonidos tienden a disminuir la necesidad de recurrir a profesores humanos para muchas habilidades; aumentan la eficiencia de los profesores y el número de habilidades que uno puede conseguir a lo largo de su vida. Paralelamente a este aspecto se ha creado la necesidad creciente de encontrarse con gente interesada en disfrutar de la habilidad recientemente adquirida. Una estudiante que haya aprendido griego antes de sus vacaciones querrá conversar en griego sobre política cretense cuando regrese. Un mexicano de Nueva York quiere hallar a otros lectores de la revista _Siempre!_ o de _Los Agachados_ , la más popular de las historietas. Algún otro quiere encontrar compañeros que, como él, desearían aumentar su interés en la obra de James Baldwin o de Bolívar.
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+El funcionamiento de una red para búsqueda de compañeros sería simple. El usuario se identificaría por su nombre y dirección y describiría la actividad para la cual estuviese buscando compañero. Una computadora le remitiría los nombres y direcciones de todos aquellos que hubiesen introducido la misma descripción. Es asombroso que un servicio público tan sencillo no se haya usado nunca en gran escala para actividades de valor público.
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+En su forma más rudimentaria, la comunicación entre cliente y computadora podría establecerse por correo. En las grandes ciudades, unas máquinas de escribir conectadas a una computadora podrían proporcionar respuestas instantáneas. La única manera de conseguir que la computadora entregase un nombre y dirección sería anotar una actividad para la cual se buscase un compañero. Las personas que utilizasen el sistema llegarían a ser conocidas únicamente por sus posibles compañeros de actividad.
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+Un complemento de la computadora podría ser una red de pizarras o cuadros de anuncios y de avisos clasificados de periódico, consistentes en listas de actividades para las cuales no se hubiese hallado compañero mediante la computadora. No sería necesario dar nombres. Los lectores interesados introducirían entonces sus nombres en el sistema. Es posible que un sistema de búsqueda de compañero, con patrocinio público, sea la única manera de garantizar la libertad de reunión y de adiestrar a la gente en el ejercicio de esta actividad cívica tan fundamental.
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+El derecho a la libre reunión ha sido reconocido políticamente y aceptado socialmente. Deberíamos entender ahora que este derecho está restringido por leyes que hacen obligatorias ciertas formas de reunión. Éste es en particular el caso de las instituciones que reclutan según edad, clase o sexo, y que consumen muchísimo tiempo. El ejército es un ejemplo. La escuela es otro aún más ofensivo.
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+Desescolarizar significa abolir el poder de una persona para obligar a otra a asistir a una reunión. Significa también reconocer el derecho de cualquier persona, de cualquier edad o sexo, a convocar una reunión. Este derecho se ha visto drásticamente disminuido por la institucionalización de las reuniones. “Reunión” se refería originalmente al resultado del acto individual de juntarse. Ahora se refiere al producto institucional de algún organismo.
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+La capacidad de las instituciones de servicio para adquirir clientes ha sobrepasado con mucho la capacidad de las personas para ser oídas con independencia de los medios de información institucional, que reaccionan ante personas individuales sólo si son noticias vendibles. Deberían existir servicios de búsqueda de compañero para personas que quisiesen reunir a otras, de modo que fuese tan fácil como la campana de la aldea que convocaba a los aldeanos a un cabildo. Los edificios escolares —dudosamente adaptables para otros fines— podrían cumplir en muchos casos este objetivo.
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+De hecho, el sistema escolar puede encontrarse pronto con un problema que las Iglesias han enfrentado anteriormente: qué hacer con el espacio sobrante que ha quedado con la defección de los fieles. Las escuelas son difíciles de vender como templos. Una manera de continuar manteniéndolas en uso sería entregar esos edificios al vecindario. Cada cual podría manifestar lo que haría en el aula y cuándo, y algunos anuncios pondrían los programas disponibles en conocimiento de quien indagara. El acceso a “clase” sería gratis —o se compraría con bonos educativos—. El “profesor” podría incluso pagarse según el número de alumnos que atrajese por cualquier periodo completo de dos horas. Me imagino que los líderes muy jóvenes y los grandes educadores serían los dos tipos de persona más destacados en semejante sistema. Podría seguirse igual planteamiento respecto de la educación superior. Podría dotarse a los estudiantes de bonos educativos que los hicieran acreedores a 10 horas anuales de consulta con el profesor de su elección y, para el resto de su aprendizaje, se apoyaría en la biblioteca, la red para búsqueda de compañeros y los periodos de aprendiz.
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+Naturalmente, debemos reconocer la probabilidad de que se abuse de esos dispositivos públicos de búsqueda para fines inmorales y de explotación, tal como se ha abusado de los teléfonos y del correo. Se requeriría cierta protección semejante a la que se usa para esas redes. En otras páginas he propuesto un sistema de búsqueda de compañero que permitiría usar sólo una información impresa pertinente, más el nombre y la dirección del averiguador. Un sistema de esta especie sería prácticamente a prueba de abusos. Otra medida sería permitir que se agregase cualquier libro, película, programa de televisión u otro artículo que figurase en un catálogo especial. La preocupación acerca de los peligros del sistema no debe hacernos perder de vista sus beneficios, tanto mayores.
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+Algunos que comparten mi preocupación por la libertad de expresión y la reunión alegarán que el sistema de búsqueda de compañero es un medio artificial de juntar personas y que no lo utilizarían los pobres —que son quienes más lo necesitan—. Hay personas que auténticamente se alborotan cuando uno sugiere montar encuentros _ad hoc_ que no tengan su raíz en la vida de una comunidad local. Otros reaccionan cuando uno sugiere usar una computadora para entresacar y conjuntar intereses que algunos clientes del sistema hayan definido. No es posible reunir a las personas de una manera tan impersonal, dicen. La búsqueda en común debe estar arraigada en una historia de experiencias compartidas a muchos niveles, y debe nacer de esta experiencia —el desarrollo de instituciones vecinales, por ejemplo—.
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+Simpatizo con estas objeciones, pero creo que no comprenden el verdadero sentido de lo que persigo y no dan tampoco con lo que ellos mismos persiguen. En primer lugar, el retorno a la vida vecinal como centro primario de expresión creativa podría de hecho ser contraproducente para volver a establecer los vecindarios como unidades políticas. Centrar las demandas sobre el barrio o vecindario podría, en efecto, descuidar un importante aspecto liberador de la vida urbana —el que una persona pueda participar simultáneamente en varios grupos de sus iguales—. Además, existe un sentido importante: personas que jamás han vivido juntas en una comunidad física pueden tener ocasionalmente muchas más experiencias por compartir que quienes se han conocido desde la infancia. Las grandes religiones han reconocido siempre la importancia de estos encuentros lejanos, y los fieles han hallado siempre libertad mediante ellos: los peregrinajes, el monacato y el mutuo apoyo de templos y santuarios son reflejos de este reconocimiento. La conjunción de iguales podría ayudar significativamente a hacer explícitas las numerosas comunidades en potencia, aunque reprimidas, que existen en la ciudad.
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+Las comunidades locales son valiosas. Son también una realidad que se desvanece conforme los hombres dejan que las instituciones definan cada vez más sus círculos de relación social. En un libro reciente, Milton Kotler mostró que el imperialismo del “centro” de la ciudad priva al barrio de su significación política. El intento proteccionista de resucitar la barriada como unidad cultural sólo sirve de apoyo a este imperialismo burocrático. Lejos de apartar artificialmente a la gente de su contexto local para unirla con grupos abstractos, el servicio de búsqueda de compañero alentaría un renacer de la vida local en las ciudades de las cuales está desapareciendo hoy en día. Un hombre que recupere su iniciativa para llamar a sus prójimos a sostener una conversación significativa, puede dejar de conformarse con estar separado de ellos por el protocolo oficinesco o por la etiqueta suburbana. Habiendo visto por una vez que el hacer cosas en conjunto depende del decidir hacerlo, la gente posiblemente insista incluso en que su comunidad local se haga más abierta al intercambio político creativo.
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+Debemos reconocer que la vida urbana tiende a hacerse inmensamente costosa conforme a los habitantes de la ciudad se les enseña a confiar en complejos servicios institucionales para satisfacer cada una de sus necesidades. Es extraordinariamente costoso incluso mantenerla en un nivel mínimo de habitabilidad. El servicio de búsqueda de compañero de aprendizaje en la ciudad podría ser un primer paso para romper la dependencia de los ciudadanos respecto de servicios burocráticos.
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+Sería también una medida esencial para proporcionar nuevos medios de establecer la confianza pública. En una sociedad escolarizada hemos llegado a confiar cada día más en el juicio profesional de educadores sobre el efecto de su propia labor para decidir en quién podemos o no confiar: vamos al médico, al abogado o al psicólogo porque confiamos en que cualquiera que ha tenido la cantidad requerida de tratamiento educativo especializado a manos de otros colegas merece nuestra confianza.
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+En una sociedad desescolarizada, los profesionales ya no pueden reclamar la confianza de sus clientes a partir de su historial curricular o asegurar su prestigio con sólo remitir a sus clientes a otros profesionales que dieron aprobación a su escolarización. En vez de depositar su confianza en profesionales, debería ser posible, en cualquier momento, que cualquier presunto cliente consultase con otros clientes experimentados sobre la calidad del servicio prestado por un profesional mediante otra red de comunicación de intereses comunes fácilmente montada en una computadora o mediante muchos otros medios. Podría considerarse a tales redes como servicios de utilidad pública que permitiesen a los estudiantes elegir a sus profesores o a los pacientes, sus médicos.
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+## Educadores profesionales
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+Conforme los ciudadanos tengan nuevas posibilidades de elección, nuevas posibilidades de aprendizaje, su disposición a buscar directivos debiera aumentar. Podemos contar con que experimentarán más hondamente tanto su propia independencia como su necesidad de guía. Conforme estén liberados de la manipulación por parte de terceros, debieran aprender a beneficiarse de la disciplina que otros han adquirido durante toda su vida. El desescolarizar la educación debiera más bien aumentar, y no ahogar, la búsqueda de hombres de sabiduría práctica que estuviesen dispuestos a apoyar al recién llegado en su aventura educativa. Conforme los maestros en su arte abandonan la pretensión de ser informantes superiores o modelos de habilidades, comenzará a parecer verdadera la sabiduría superior que parecen poseer.
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+Al aumentar la demanda de maestros debiera aumentar también la oferta. Conforme se desvanezca el maestro de escuela, se suscitarán condiciones que harán aparecer la vocación del educador independiente. Esto puede parecer casi contradictorio; a tal punto han llegado a ser complementarios escuelas y profesores. Sin embargo éste es exactamente el resultado a que tendería el desarrollo de los primeros servicios educativos —y lo que se precisaría para hacer posible el aprovecharlos plenamente—, pues los padres y otros “educadores naturales” necesitan un guía, las personas que aprenden necesitan ayuda, y las redes necesitan personas que las hagan funcionar.
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+Los padres necesitan orientación para dirigir a sus hijos por el camino que conduce a la independencia educativa responsable. Los aprendices necesitan líderes experimentados cuando se topan con un terreno arduo. Estas dos necesidades son muy distintas: la primera es una necesidad de pedagogía, la segunda una necesidad de dirección intelectual en todas las demás ramas del conocimiento. La primera exige conocimiento del aprendizaje humano y de los recursos educativos, la segunda exige sabiduría fundada en la experiencia en cualquier clase de exploración. Ambos tipos de experiencia son indispensables para una empresa educativa eficaz. Las escuelas envasan estas funciones en un solo papel —y hacen que el ejercicio independiente de cualquiera de ellas se vuelva, si no algo lleno de desdoro, al menos sospechoso—.
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+De hecho deberían distinguirse tres tipos de competencia educativa especial: una, crear y manejar los tipos de servicios o redes educativas esbozadas aquí; otra, guiar a estudiantes y padres en el uso de estas redes, y una tercera, actuar como _primus inter pares_ al emprender difíciles viajes de exploración intelectual. Sólo las dos primeras pueden concebirse como ramas de una profesión independiente: administradores educativos y consejeros pedagógicos. No se precisaría mucha gente para proyectar y gestionar las redes que he estado describiendo, pero sí gente con un profundo entendimiento de la educación y la administración, con una perspectiva muy diferente y hasta opuesta a la de las escuelas.
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+Si bien una profesión educativa independiente de esta especie daría la bienvenida a muchas personas que las escuelas excluyen, excluiría asimismo a muchas que las escuelas declaran aptas. El establecimiento y gestión de redes educativas precisaría de algunos proyectistas y administradores, pero no en la cantidad ni del tipo que exige la administración de escuelas. La disciplina estudiantil, las relaciones públicas, la contratación, supervisión y despido de profesores no tendrían lugar ni equivalente en las redes que he estado describiendo. Tampoco la creación de currícula, la compra de libros de texto, el entretenimiento de lugares e instalaciones, ni la supervisión de competencias atléticas interescolares. La custodia de niños, el planteamiento de lecciones y la anotación de datos archivables, que ocupan ahora tanto tiempo de los profesores, tampoco figurarían en la gestión de las redes educativas. En cambio, para el funcionamiento de las tramas de aprendizaje se necesitarían algunas de las habilidades y actitudes que se esperan actualmente del personal de un museo, de una biblioteca, de una agencia para contratación de directivos o de un _maître d’hôtel_.[^n18]
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+Los administradores educativos de hoy en día se preocupan de controlar a profesores y estudiantes de modo que queden satisfechos unos terceros —fideicomisarios, legislaturas y jefes de empresas—. Los constructores y administradores de las redes antedichas tendrían que demostrar tener genio para ponerse a sí mismos y a terceras personas donde no estorbasen a la gente, para facilitar encuentros entre estudiantes, modelos de habilidades, líderes educativos y objetos educativos. Muchas de las personas a las que hoy atrae la enseñanza son profundamente autoritarias y no serían capaces de hacerse cargo de esta tarea: construir servicios o bolsas de intercambio educativo significaría facilitar a la gente —en especial a los jóvenes— el ir en pos de metas que pudieren contradecir los ideales del gerente que hiciese posible tal empeño.
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+Si pudiesen hacer su aparición las redes que he descrito, el recorrido educativo que siguiese cada estudiante sería cosa suya o propia, y sólo mirado retrospectivamente podría adquirir las características de un programa reconocible. El estudiante sensato buscaría periódicamente el consejo profesional: ayuda para fijarse una nueva meta, comprensión penetrante de las dificultades habidas, elección entre algunos métodos posibles. Incluso ahora, la mayoría de las personas admitirán que los servicios importantes que les prestaron sus profesores fueron consejos o asesoramiento de esta especie, dados en una reunión casual o durante una conversación personal. En un mundo desescolarizado, los pedagogos también harían valer sus métodos y serían capaces de realizar aquello que los profesores frustrados pretenden emprender hoy en día.
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+Mientras los administradores de redes se concentrarían principalmente en la construcción y el mantenimiento de cambios que dieran acceso a recursos, el pedagogo ayudaría al estudiante a hallar el sendero que le pudiese conducir a mayor velocidad hacia su meta. Si un estudiante quisiese aprender cantonés hablado de un vecino chino, el pedagogo estaría a mano para juzgar el aprovechamiento y pericia de ambos y para ayudarles a elegir el libro de texto y los métodos más adecuados para sus talentos, caracteres y tiempo disponible para estudiar. Podría aconsejar al mecánico de aviación en ciernes sobre los mejores lugares para practicar como aprendiz. Podría recomendar libros o alguno que quisiese hallar compañeros con garra para debatir sobre historia de África. Al igual que el administrador de redes, el consejero pedagógico se vería a sí mismo como un educador profesional. El acceso a cualquiera de ambos podrían lograrlo las personas usando sus bonos educativos.
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+El papel del iniciador o líder educativo, del maestro o “verdadero” líder es algo más elusivo que el de administrador profesional o de pedagogo. Esto se debe a que el liderazgo es en sí algo difícil de definir. En la práctica, una persona es un líder si la gente sigue su iniciativa y se convierten en aprendices de sus descubrimientos progresivos. Esto frecuentemente presupone una visión profética de normas enteramente nuevas —muy comprensibles en el presente— en las cuales el “error” actual se convertirá en “acierto”. En una sociedad que respetaría el derecho a convocar asambleas a través del sistema de búsqueda de compañero, la capacidad de tomar la iniciativa educativa sobre un tema específico sería tan amplia como el acceso mismo al aprendizaje. Pero, naturalmente, hay una enorme diferencia entre la iniciativa que toma alguien para convocar una provechosa reunión para debatir este ensayo y la capacidad de alguien para servir de líder en la exploración sistemática de sus implicaciones.
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+El liderazgo tampoco depende del hecho de estar en lo cierto. Tal como señala Thomas Kuhn, en un periodo de paradigmas en constante variación, la mayoría de los más distinguidos líderes tiene la probabilidad de haber incurrido en error cuando se someten a una prueba retrospectiva. La condición de líder intelectual se funda en una disciplina intelectual y una imaginación superiores, y en la disposición a asociarse con otros en el ejercicio de aquéllas. Por ejemplo, el aprendiz puede pensar que existe una analogía entre el Movimiento Antiesclavista de Estados Unidos o la Revolución cubana y lo que está ocurriendo en Harlem. El educador que sea al mismo tiempo historiador podría mostrarle cómo advertir las fallas de dicha analogía. Puede recorrer de nuevo su camino como historiador. Puede invitar al aprendiz a participar en las investigaciones que realice. En ambos casos iniciará a su alumno en el aprendizaje de un arte crítico —que es escaso en la escuela— y que no puede comprarse ni con dinero ni con favores.
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+La relación entre maestro y discípulo no se limita a la disciplina intelectual. Tiene su equivalente en las artes, en física, en religión, en psicoanálisis y en pedagogía. Encaja en el montañismo, en la platería y en política, en ebanistería y en administración de personal. Lo que es común en todas las verdaderas relaciones maestro-discípulo es el hecho de que ambos tienen conciencia de que su mutua relación es literalmente inapreciable y de maneras muy diferentes constituye un privilegio para ambos.
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+Los charlatanes, los demagogos, los proselitistas, los maestros corrompidos, los sacerdotes simoniacos, los pillos, los taumaturgos y los mesías han demostrado ser capaces de asumir el papel de líderes y han demostrado así los peligros que para un discípulo tiene la dependencia respecto del maestro. Las diversas sociedades han adoptado diversas medidas para protegerse de estos maestros falsificados. Los hindúes se apoyaron en el sistema de castas. Los judíos orientales, en la condición de discípulo espiritual de los rabinos, los grandes periodos de la cristiandad en una vida ejemplar de virtud monástica, y otros periodos en el orden jerárquico. Nuestra sociedad confía en los certificados dados por escuelas. Es dudoso que ese procedimiento constituya una criba más eficaz, pero si se pretendiese que lo es, podría alegarse en contra que lo hace al costo de casi hacer desaparecer la condición de discípulo personal.
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+En la práctica el límite entre el profesor de habilidades y los líderes educadores antes señalados será siempre confuso, y no hay razones prácticas para que no pueda lograrse el acceso a ciertos líderes descubriendo al “maestro” en el profesor rutinario que inicia a unos estudiantes en su disciplina.
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+Por otra parte, lo que caracteriza la verdadera relación maestro-discípulo es su carácter de inapreciable. Aristóteles dice de ella: “Es un tipo de amistad moral, no fundada en términos fijos: hace un regalo, o hace lo que hace, como a un amigo”. Tomás de Aquino dice de este tipo de enseñanza que inevitablemente es un acto de amor y de compasión. Este tipo de enseñanza es siempre un lujo para el profesor y una forma de recreación (en griego, _schole_) para él y para su discípulo: una actividad significativa para ambos, sin propósito ulterior.
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+Contar con que haya personas dotadas dispuestas a proveer una auténtica dirección intelectual es obviamente necesario incluso en nuestra sociedad, pero podría dictarse como norma ahora. Debemos construir primero una sociedad en la cual los actos profesionales mismos recuperen un valor más elevado que el de hacer cosas y manipular gente. En una sociedad así, la enseñanza exploratoria, inventiva, creativa, se contaría lógicamente entre las formas más elevadas del “ocio”. Pero no es necesario esperar hasta el advenimiento de la utopía. Incluso ahora, una de las consecuencias más importantes de la desescolarización y del establecimiento de sistemas para búsqueda de compañero sería la iniciativa que algunos “maestros” pudiesen tomar para congregar discípulos que congeniasen. Daría también, como hemos visto, oportunidades amplias para que los discípulos en potencia compartiesen informaciones o seleccionasen un maestro.
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+Las escuelas no son las únicas instituciones que pervierten una profesión al meter en un solo paquete varios papeles por desempeñar. Los hospitales hacen cada vez más imposible la atención en el hogar —y luego justifican la hospitalización como un beneficio para el enfermo—. Simultáneamente, la legitimidad y las posibilidades de ejercer de un médico vienen a depender de modo creciente de su asociación con un hospital, si bien su dependencia es mucho menor que la de los profesores respecto de las escuelas. Igual cosa podría decirse de los tribunales, que atiborran sus calendarios conforme nuevas transacciones adquieren solemnidad legal, demorando así la justicia. En cada uno de estos casos el resultado es un servicio escaso a un coste mayor, y un mayor ingreso para los miembros menos competentes de la profesión.
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+Mientras las profesiones más antiguas monopolicen los mayores ingresos y prestigio, será difícil reformarlas. La profesión de maestro de escuela debiera ser fácil de reformar, no sólo debido a su origen más reciente. La profesión educativa pretende ahora un monopolio global; reclama ser la única competente para impartir el aprendizaje no sólo a sus propios novicios sino también a los de otras profesiones. Esta expansión excesiva la hace vulnerable ante cualquier otra profesión que reclame el derecho a enseñar a sus propios aprendices. Los maestros de escuela están abrumadoramente mal pagados y frustrados por la estrecha fiscalización del sistema escolar. Los más emprendedores y dotados de entre ellos hallarían probablemente un trabajo más simpático, una mayor independencia y hasta mejores ingresos al especializarse como modelos de habilidades, administradores de redes o especialistas en orientación.
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+Finalmente, es más fácil romper la dependencia del alumno matriculado respecto del profesor diplomado que su dependencia de otros profesionales —por ejemplo, que la de un paciente hospitalizado respecto de su médico—. Si las escuelas dejaran de ser obligatorias, aquellos profesores cuya satisfacción reside en el ejercicio de la autoridad pedagógica en el aula se quedarían sólo con los alumnos para quienes fuese atractivo ese estilo. La desaparición de nuestra actual estructura profesional podría comenzar con la deserción del maestro de escuela.
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+La desaparición de las escuelas ocurriría inevitablemente —y ocurriría a velocidad sorprendente—. No puede postergarse por más tiempo, y no hace ninguna falta promoverlo vigorosamente, porque ya está ocurriendo. Lo que vale la pena es tratar de orientarla en una dirección prometedora, pues puede dirigirse en dos direcciones diametralmente opuestas.
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+La primera sería la ampliación del mandato del pedagogo y su control creciente sobre la sociedad, incluso fuera de la escuela. Con la mejor intención y tan sólo ampliando la retórica usada hoy como en las aulas, la crisis actual de las escuelas podría proporcionar a los educadores la excusa para usar todas las redes de la sociedad contemporánea para enviarnos sus mensajes —para nuestro bien—. La desescolarización que no podemos detener, podría significar el advenimiento de un “mundo feliz” dominado por algunos bien intencionados administradores de instrucción programada.
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+Por otra parte, el hecho de que tanto los gobiernos como los empleados, los contribuyentes, los pedagogos despiertos y los administradores escolares advierten con creciente claridad que la enseñanza graduada de currícula en pro de unos certificados se ha hecho perjudicial, podría ofrecer a grandes masas humanas una oportunidad única: la de preservar el derecho de tener un acceso parejo a los instrumentos tanto para aprender, como para competir con otros lo que saben o creen. Pero esto exigiría que la revolución educativa estuviese guiada por ciertas metas:
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+_1._ Liberar el acceso a las cosas, mediante la abolición del control que hoy ejercen unas personas e instituciones sobre sus valores educativos.
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+_2._ Liberar la coparticipación de habilidades al garantizar la libertad de enseñarlas o de ejercitarlas a pedido.
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+_3._ Liberar los recursos críticos y creativos de la gente por medio de un regreso a la capacidad de las personas para convocar y organizar reuniones —capacidad crecientemente monopolizada por instituciones que afirman estar al servicio del público—.
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+_4._ Liberar al individuo de la obligación de moldear sus expectativas según los servicios ofrecidos por cualquier profesión establecida —proporcionándole la oportunidad de aprovechar la experiencia de sus iguales y de confiarse al profesor, guía, consejero o curandero de su elección—. La desescolarización de la sociedad difuminará inevitablemente las distinciones entre economía, educación y política, sobre las que se funda ahora la estabilidad del orden mundial y de las naciones.
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+Nuestra reseña de las instituciones educativas nos lleva a modificar nuestra imagen del hombre. La criatura que las escuelas necesitan como cliente no tiene ni la autonomía ni la motivación para crecer por su cuenta. Podemos reconocer la escolarización como la culminación de una empresa prometeica, y hablar acerca de su alternativa refiriéndonos a un mundo adecuado para que en él viva un hombre epimeteico. Ya que nos es posible imaginar el reemplazo del embudo escolástico por una trama de intercambios y hacer que el mundo vuelva a ser visible mediante múltiples posibilidades de comunicación, sólo nos queda, al final de este esfuerzo, esperar que la naturaleza epimeteica del hombre aparezca, porque este renacimiento no depende de nuestros proyectos ni de nuestra voluntad.
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+# Renacimiento del hombre epimeteico
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+Nuestra sociedad se parece a la máquina implacable que una vez vi en una juguetería neoyorquina consistía en un cofrecillo metálico con un interruptor que, al tocarlo se abría de golpe descubriendo una mano mecánica. Unos dedos cromados se estiraban hacia la tapa y la cerraban desde el interior. Era una caja; uno esperaba poder sacar algo de ella, pero no contenía sino un mecanismo para cerrarla. Este artilugio es lo opuesto a la “caja” de Pandora.
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+La Pandora original, “la dadora de todo”, era una diosa de la Tierra en la Grecia prehistórica y matriarcal que dejó escapar todos los males de su ánfora (_pythos_). Pero cerró la tapa antes de que pudiera escapar la esperanza. La historia del hombre moderno comienza con la degradación del mito de Pandora y llega a su término con el cofrecillo que se cierra solo. Es la historia del empeño prometeico por forjar instituciones a fin de encerrar los males desencadenados. Es la historia de una esperanza que declina y de unas expectativas crecientes.
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+Para comprender lo que esto significa debemos redescubrir la diferencia entre expectativa y esperanza. Esperanza, en su sentido vigoroso, significa fe confiada en la bondad de la naturaleza; mientras expectativa, tal como la emplearé aquí, significa fiarse en resultados planificados y controlados por el hombre. La esperanza centra el deseo en una persona de la que aguardamos un regalo. La expectativa promete una satisfacción que proviene de un proceso predecible que producirá aquello que tenemos el derecho de exigir. El _ethos_ prometeico ha eclipsado actualmente la esperanza. La supervivencia de la raza humana depende de que se la descubra como fuerza social.
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+La Pandora original fue enviada a la Tierra con un frasco que contenía todos los males; de las cosas buenas, contenía sólo la esperanza. El hombre primitivo vivía en este mundo de la esperanza. Para subsistir confiaba en la munificencia de la naturaleza, en los regalos de los dioses y en los instintos de su tribu. Los griegos del periodo clásico comenzaron a reemplazar la esperanza por las expectativas. En la versión que dieron de Pandora, ésta soltó tanto males como bienes. La recordaban principalmente por los males que había desencadenado. Y, lo que es más significativo, olvidaron que “la dadora de todo” era también la custodia de la esperanza.
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+Los griegos contaban la historia de dos hermanos, Prometeo y Epimeteo. El primero advirtió al segundo que no se metiera con Pandora. Éste, en cambio, casó con ella. En la Grecia clásica, al nombre Epimeteo, que significa “percepción tardía” o “visión ulterior”, se le daba el significado de “lerdo” o “tonto”. Para la época en que Hesíodo relataba el cuento en su forma clásica, los griegos se habían convertido en patriarcas moralistas y misóginos que se espantaban ante el pensamiento de la primera mujer. Construyeron una sociedad racional y autoritaria. Los hombres proyectaron instituciones mediante las cuales programaron enfrentarse a todos los males desencadenados. Llegaron a percatarse de su poder para conformar el mundo y hacerlo producir servicios que aprendieron también a esperar. Querían que sus artefactos moldearan sus propias necesidades y las exigencias futuras de sus hijos. Se convirtieron en legisladores, arquitectos y autores, hacedores de constituciones, ciudades y obras de arte que sirviesen de ejemplo para su progenie. El hombre primitivo contaba con la participación mística en ritos sagrados para iniciar a los individuos en las tradiciones de la sociedad, pero los griegos clásicos reconocieron como verdaderos hombres sólo a aquellos ciudadanos que permitían que la _paideia_ (educación) los hiciera aptos para ingresar en las instituciones que sus mayores habían proyectado.
+
+El mito en desarrollo refleja la transición desde un mundo en que se _interpretaban_ los sueños a un mundo en que _se hacían_ oráculos. Desde tiempos inmemoriales, se había adorado a la diosa de la Tierra en las laderas del monte Parnaso, que era el centro y el ombligo de la tierra. Allí, en Delphos (de _delphys_ , la matriz), dormía Gaia, hermana de Caos y de Eros. Su hijo, Pitón, el dragón, cuidaba sus sueños lunares y húmedos de rocío, hasta que Apolo, el dios del Sol, el arquitecto de Troya, se alzó al Oriente, mató al dragón y se apoderó de la cueva de Gaia. Los sacerdotes de Apolo se hicieron cargo del templo de la diosa. Emplearon a una doncella de la localidad, la sentaron en un trípode, sobre el ombligo humeante de la tierra, y la adormecieron con emanaciones. Luego pusieron sus declaraciones extáticas en hexámetros rimados de profecías que se cumplían por la misma influencia que ejercían. De todo el Peloponeso venían hombres a traer sus problemas ante Apolo. Se consultaba el oráculo sobre posibles alternativas sociales, tales como las medidas que se debían adoptar frente a una peste o una hambruna, sobre cuál era la constitución conveniente para Esparta o cuáles los emplazamientos propicios para ciudades que más tarde se llamaron Bizancio y Caledonia. La flecha que nunca yerra se convirtió en un símbolo de Apolo. Todo lo referente a él adquirió un fin determinado y útil.
+
+En la _República_ , al describir el Estado ideal, Platón ya excluye la música popular. En las ciudades se permitiría sólo el arpa y la lira de Apolo, porque únicamente la armonía de éstas crea “la tensión de la necesidad y la tensión de la libertad, la tensión de lo infortunado y la tensión de lo afortunado, la tensión del valor y la tensión de la templanza, dignas del ciudadano”. Los habitantes de la ciudad se espantaron ante la flauta de Pan y su poder para despertar los instintos. Sólo “los pastores pueden tocar las flautas (de Pan) y esto sólo en el campo”.
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+El hombre se hizo responsable de las leyes bajo las cuales quería vivir y de moldear el medio ambiente a su propia semejanza. La iniciación primitiva que daba la Madre Tierra a una vida mítica se transformó en la educación (_paideia_) del ciudadano que se sentiría a gusto en el foro.
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+Para el primitivo, el mundo estaba regido por el destino, los hechos y la necesidad. Al robar el fuego de los dioses, Prometeo convirtió los hechos en problemas, puso en tela de juicio la necesidad y desafió al destino. El hombre clásico tramó un contexto civilizado para la perspectiva humana. Se percataba de que podía desafiar al trío destino-naturaleza-entorno, pero sólo bajo su propio riesgo. El hombre contemporáneo va aún más lejos; intenta crear el mundo a su semejanza, contribuir y planificar su entorno, y descubre entonces que sólo puede hacerlo a condición de rehacerse continuamente para ajustarse a él. Debemos enfrentarnos ahora al hecho de que es el hombre mismo el que está en juego.
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+La vida en Nueva York produce una visión peculiar de lo que es y de lo que podría ser, y sin esta visión, la vida en Nueva York se hace imposible. En las calles de Nueva York, un niño jamás toca nada que no haya sido ideado, proyectado, planificado y vendido científicamente a alguien. Hasta los árboles están allí porque el Departamento de Parques así lo decidió. Los chistes que el niño escucha por televisión han sido programados a gran coste. La basura con que juega en las calles de Harlem está hecha de paquetes deshechos ideados para un tercero. Hasta los deseos y los temores están moldeados institucionalmente. El poder y la violencia están organizados y administrados: las pandillas, frente a la policía. El aprendizaje mismo se define como el consumo de una materia, que es el resultado de programas investigados, planificados y promocionados. Lo que allí haya de bueno, es el producto de alguna institución especializada. Sería tonto pedir algo que no pudiese producir alguna institución. El niño de la ciudad no puede esperar nada que esté más allá del posible desarrollo del proceso institucional. Hasta a su fantasía se le urge a producir ciencia ficción. Puede experimentar la sorpresa poética de lo no planificado sólo a través de sus encuentros con la “mugre”, el desatino o el fracaso: la cáscara de naranja en la cuneta, el charco en la calle, el quebrantamiento del orden, del programa o de la máquina son los únicos despegues para el vuelo de la fantasía creadora. El “viaje” se convierte en la única poesía al alcance de la mano.
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+Como nada deseable hay que no haya sido planificado, el niño ciudadano pronto llega a la conclusión de que siempre podremos idear una institución para cada una de nuestras apetencias. Toma por descontado el poder del proceso para crear valor. Ya sea que la meta fuere juntarse con un compañero, integrar un barrio o adquirir habilidades de lectura, se la definirá de tal modo que su logro pueda proyectarse técnicamente. El hombre que sabe que nada que está en demanda deja de producirse llega pronto a esperar que nada de lo que se produce pueda carecer de demanda. Si puede proyectarse un vehículo lunar, también puede proyectarse la demanda de viajes a la Luna. No ir donde uno puede sería subversivo. Desenmascararía, mostrándola como una locura, la suposición de que cada demanda satisfecha trae consigo el descubrimiento de otra, mayor aún, e insatisfecha. Esa percepción detendría el progreso. No producir lo que es posible dejaría a la ley de las “expectativas crecientes” al descubierto, en calidad de eufemismo para expresar una brecha creciente de frustración, que es el motor de la sociedad, fundado en la coproducción de servicios y en la demanda creciente.
+
+El estado mental del habitante de la ciudad moderna aparece en la tradición mitológica sólo bajo la imagen del Infierno: Sísifo, que por un tiempo había encadenado a Tánatos (la muerte), debe empujar una pesada roca cerro arriba hasta el pináculo del Infierno, y la piedra siempre se escapa de sus manos cuando está a punto de llegar a la cima. Tántalo, a quien los dioses invitaron a compartir la comida olímpica, y que aprovechó la ocasión para robarles el secreto de la preparación de la ambrosía que todo lo cura, sufre hambre y sed eternas, de pie en un río cuyas aguas se le escapan y a la sombra de árboles cuyos frutos no alcanza. Un mundo de demandas siempre crecientes no sólo es malo; el único término adecuado para nombrarlo es “Infierno”.
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+El hombre ha desarrollado la frustradora capacidad de pedir cualquier cosa porque no puede visualizar nada que una institución no pueda hacer por él. Rodeado por herramientas todopoderosas, el hombre queda reducido a ser instrumento de sus instrumentos. Cada una de las instituciones ideadas para exorcizar alguno de los males primordiales se ha convertido en un ataúd a prueba de errores y de cierre automático y hermético para el hombre. El hombre está atrapado en las cajas que fabrica para encerrar los males que Pandora dejó escapar. El oscurecimiento de la realidad por el _smog_ producido por nuestras propias herramientas nos rodea. Súbitamente nos hallamos en la oscuridad de nuestra propia trampa.
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+Hasta la realidad ha llegado a depender de la decisión humana. El mismo presidente que ordenó la ineficaz invasión de Camboya podría ordenar de igual manera el uso eficaz del átomo. El “interruptor Hiroshima” puede cortar hoy el ombligo de la tierra. El hombre ha adquirido el poder de hacer que Caos anonade a Eros y a Gaia. Esta nueva capacidad del hombre, el poder cortar el ombligo de la tierra, es un recuerdo constante de que nuestras instituciones no sólo crean sus propios fines, sino que tienen también el poder de señalar su propio fin y el nuestro. El absurdo de las instituciones modernas se evidencia en el caso de la institución militar. Las armas modernas pueden defender la libertad, la civilización y la vida únicamente aniquilándolas. En lenguaje militar, seguridad significa la capacidad de eliminar la Tierra.
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+El absurdo subyacente en las instituciones no militares no es menos manifiesto. No hay en ellas un interruptor que active sus poderes destructores, pero tampoco lo necesitan. Sus dedos ya atenazan la tapa del mundo. Crean a mayor velocidad necesidades que satisfacciones, y en el proceso de tratar de satisfacer las necesidades que engendran, consumen la tierra. Esto vale para la agricultura y la manufactura, y no menos para la medicina y la educación. La agricultura moderna envenena y agota el suelo. La “revolución verde” puede, mediante nuevas semillas, triplicar la producción de una hectárea —pero sólo con un aumento proporcionalmente mayor de fertilizantes, insecticidas, agua y energía—. Fabricar estas cosas, como los demás bienes, contamina los océanos y la atmósfera y degrada recursos irreemplazables. Si la combustión continúa aumentando según los índices actuales, pronto consumiremos el oxígeno de la atmósfera sin poder reemplazarlo con igual presteza. No tenemos razones para creer que la fisión o la fusión puedan reemplazar la combustión sin peligros iguales o mayores. Los expertos en medicina reemplazan a las parteras y prometen convertir al hombre en otra cosa: genéticamente planificado, farmacológicamente endulzado y capaz de enfermedades más prolongadas. El ideal contemporáneo es un mundo panhigiénico: un mundo en el que todos los contactos entre los hombres, y entre los hombres y su mundo, sean el resultado de la previsión y la manipulación. La escuela se ha convertido en el proceso planificado que labra al hombre para un mundo planificado, en la trampa principal para entrampar al hombre en la trampa humana. Se supone que moldea a cada hombre a un nivel adecuado para desempeñar un papel en este juego mundial. De manera inexorable, cultivamos, elaboramos, producimos y escolarizamos el mundo hasta acabar con él.
+
+La institución militar es evidentemente absurda. Más difícil se hace enfrentar el absurdo de las instituciones no militares. Es aún más aterrorizante, precisamente porque funciona inexorablemente. Sabemos qué interruptor debe quedar abierto para evitar un holocausto atómico. No hay interruptor para detener un apocalipsis ecológico.
+
+En la antigüedad clásica, el hombre descubrió que el mundo podía forjarse según los planes del hombre, y, junto con este descubrimiento, advirtió que ello era inherentemente precario, dramático y cómico. Fueron creándose las instituciones democráticas y dentro de su estructura se supuso que el hombre era digno de confianza. Lo que se esperaba del debido proceso legal y la confianza en la naturaleza humana se mantenía en equilibrio recíproco. Se desarrollaron las profesiones tradicionales y con ellas las instituciones necesarias para el ejercicio de aquéllas.
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+Subrepticiamente, la confianza en el proceso institucional ha reemplazado la dependencia respecto de la buena voluntad humana personal. El mundo ha perdido su dimensión humana y ha readquirido la necesidad de los tiempos primitivos. Pero mientras el caos de los bárbaros estaba constantemente ordenado en nombre de dioses misteriosos y antropomórficos, hoy en día la única razón que puede ofrecerse para que el mundo esté como está es la planificación del hombre. El hombre se ha convertido en el juguete de científicos, ingenieros y planificadores.
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+Vemos esta lógica en otros y en nosotros mismos. Conozco una aldea mexicana en la que no pasa más de media docena de autos cada día. Un mexicano estaba jugando al dominó sobre la nueva carretera asfaltada frente a su casa —en donde probablemente se había sentado y había jugado desde muchacho—. Un coche pasó velozmente y lo mató. El turista que me informó del hecho estaba profundamente conmovido y, sin embargo, dijo: “Tenía que sucederle”.
+
+A primera vista, la observación del turista no difiere de la de un bosquimano que relata la muerte de algún fulano que se hubiera topado con un tabú y por consiguiente hubiera muerto. Pero las dos afirmaciones poseen significados diferentes. El primitivo puede culpar a alguna entidad trascendente, tremenda y ciega, mientras el turista está pasmado ante la inexorable lógica de la máquina. El primitivo no siente responsabilidad; el turista la siente, pero la niega. Tanto en el primitivo como en el turista están ausentes la modalidad clásica del drama, el estilo de la tragedia, la lógica del empeño individual y de la rebelión. El hombre primitivo no ha llegado a tener conciencia de ello, y el turista la ha perdido. El mito del bosquimano y el mito del norteamericano están compuestos ambos de fuerzas inertes, inhumanas. Ninguno de los dos experimenta una rebeldía trágica. Para el bosquimano, el suceso se ciñe a las leyes de la magia, para el norteamericano se ciñe a las leyes de la ciencia. El suceso le pone bajo el hechizo de las leyes de la mecánica, que para él gobiernan los sucesos físicos, sociales y psicológicos.
+
+El estado de ánimo de 1971 es propicio para un cambio importante de dirección en busca de un futuro esperanzador. A las metas institucionales las contradicen continuamente los resultados institucionales. El programa para la pobreza produce más pobres, la guerra en Asia acrecienta los Vietcong, la ayuda técnica engendra más subdesarrollo. Las clínicas para control de nacimientos incrementan los índices de supervivencia y provocan aumentos de población; las escuelas producen más desertores, y el atajar un tipo de contaminación suele aumentar otro tipo.
+
+Los consumidores se enfrentan al claro hecho de que cuanto más pueden comprar, tanto más engaño han de tragar. Hasta hace poco parecía lógico que pudiera echarse la culpa de esta inflación pandémica de disfunciones ya fuese al retraso de los descubrimientos científicos respecto de las exigencias tecnológicas, ya fuese a la perversidad de los enemigos étnicos, ideológicos o de clase. Han declinado las expectativas tanto respecto de un milenario científico como de una guerra que acabe con las guerras.
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+Para el consumidor avezado no hay manera de regresar a una ingenua confianza en las tecnologías mágicas. Demasiadas personas han tenido la experiencia de computadoras que se descomponen, infecciones hospitalarias y saturación dondequiera que haya tráfico en la carretera, en el aire o en el teléfono. Hace apenas 10 años, la sabiduría convencional preveía una mejor vida fundada en los descubrimientos científicos. Ahora, los científicos asustan a los niños. Los viajes a la Luna proporcionan una fascinante demostración de que el fallo humano puede casi eliminarse entre los operarios de sistemas complejos —sin embargo, esto no mitiga los temores ante la posibilidad de que un fallo humano que consista en no consumir conforme a las instrucciones pueda escapar a todo control—.
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+Para el reformador social tampoco hay modo de regresar a las premisas de la década de los años cuarenta. Se ha desvanecido la esperanza de que el problema de distribuir con justicia los bienes pueda evadirse creándolos en abundancia. El coste de la cesta mínima que satisfaga los gustos contemporáneos se ha ido a las nubes, y lo que hace que un gusto sea moderno es el hecho de que aparezca como anticuado antes de haber sido satisfecho.
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+Los límites de los recursos de la tierra ya se han evidenciado. Ninguna nueva avenida de la ciencia o la tecnología podría proveer a cada hombre del mundo de los bienes y servicios de que disponen ahora los pobres de los países ricos. Por ejemplo, se precisaría extraer 100 veces las cantidades actuales de hierro, estaño, cobre y plomo para lograr esa meta, incluso con la alternativa tecnológica más “liviana”.
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+Por fin, los profesores, médicos y trabajadores sociales caen en la cuenta de que sus diversos tratamientos profesionales tienen un aspecto —por lo menos— en común: crean nuevas demandas para los tratamientos profesionales que proporcionan, a una mayor rapidez con la que pueden proporcionar instituciones de servicio.
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+Se está haciendo sospechosa no sólo una parte, sino la lógica misma de la sabiduría convencional. Incluso las leyes de la economía parecen poco convincentes fuera de los estrechos parámetros aplicables a la región social y geográfica en la que se encuentra la mayor parte del dinero. En efecto, el dinero es el circulante más barato, pero sólo en una economía encaminada hacia una eficiencia medida en términos monetarios. Tanto los países capitalistas como los comunistas en sus diversas formas están dedicados a medir la eficiencia en relación con el coste/beneficio expresado en dólares. El capitalismo se jacta de un nivel más elevado de vida para afirmar su superioridad. El comunismo hace alarde de una mayor tasa de crecimiento como índice de su triunfo final. Pero bajo cualquiera de ambas ideologías el coste total de aumentar la eficiencia se incrementa geométricamente. Las instituciones de mayor tamaño compiten con fiereza por los recursos que no están anotados en ningún inventario: el aire, el océano, el silencio, la luz del sol y la salud. Ponen en evidencia la escasez de estos recursos ante la opinión pública sólo cuando están casi irremediablemente degradados. Por doquiera, la naturaleza se vuelve ponzoñosa, la sociedad inhumana, la vida interior se ve invadida y la vocación personal ahogada.
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+Una sociedad dedicada a la institucionalización de los valores identifica la producción de bienes y servicios con la demanda de los mismos. La educación que le hace a uno necesitar el producto está incluida en el precio del producto. La escuela es la agencia de publicidad que le hace a uno creer que necesita la sociedad tal y como está. En dicha sociedad el valor marginal ha llegado a ser constantemente autotrascendente. Obliga a los consumidores más grandes —son pocos— a competir por tener el poder de agotar la tierra, por llenarse sus propias panzas hinchadas, por disciplinar a los consumidores de menor tamaño, y por poner fuera de acción a quienes aún encuentran satisfacción en arreglárselas con lo que tienen. El _ethos_ de la insaciabilidad es por tanto la fuente misma de la depredación física, de la polarización social y de la pasividad psicológica.
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+Cuando los valores se han institucionalizado en procesos planificados y técnicamente construidos, los miembros de la sociedad moderna creen que la buena vida consiste en tener instituciones que definan los valores que tanto ellos como su sociedad creen que necesitan. El valor institucional puede definirse como el nivel de producción de una institución. El valor correspondiente del hombre se mide por su capacidad para consumir y degradar estas producciones institucionales y crear así una demanda nueva —y aún mayor—. El valor del hombre institucionalizado depende de su capacidad como incinerador. Para emplear una imagen, ha llegado a ser el ídolo de sus artesanías. El hombre se autodefiende ahora como el horno en que se queman los valores producidos por sus herramientas. Y no hay límites para su voracidad. Su acto es el acto de Prometeo llevado al extremo.
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+El agotamiento y la contaminación de los recursos de la tierra es, por encima de todo, el resultado de una corrupción de la imagen que el hombre tiene de sí mismo, de una regresión en su conciencia. Algunos tienden a hablar acerca de una mutación de la conciencia colectiva que conduce a concebir al hombre como un organismo que no depende de la naturaleza y de las personas, sino más bien de instituciones. Esta institucionalización de valores esenciales, esta creencia en que un proceso planificado de tratamiento da finalmente unos resultados deseados por quien recibe el tratamiento, este _ethos_ de consumidor, se halla en el núcleo mismo de la falacia prometeica.
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+Los empeños por encontrar un nuevo equilibrio en el medio ambiente global dependen de la desinstitucionalización de los valores. La sospecha de que algo estructural anda mal en la visión del _homo faber_ es común en una creciente minoría de países tanto capitalistas como comunistas y “subdesarrollados”. Esta sospecha es la característica compartida por una nueva élite. A ella pertenece gente de todas las clases, ingresos, creencias y civilizaciones. Se han vuelto suspicaces respecto de los mitos de la mayoría: de las utopías científicas, del diabolismo ideológico y de la expectativa de que la distribución de bienes y servicios se hará con igualdad. Comparten con la mayoría la sensación de estar atrapados, de percatarse de que la mayor parte de las nuevas pautas adoptadas por amplio consenso conducen a resultados que se oponen descaradamente a sus metas propuestas. No obstante, mientras la mayoría de los prometeicos astronautas en ciernes sigue evadiendo el problema fundamental, la minoría emergente se muestra crítica respecto del _deus ex machina_ científico, de la panacea ideológica y de la cacería de diablos y brujas. Esta minoría comienza a dar forma a su sospecha de que nuestros constantes engaños nos atan a las instituciones contemporáneas como las cadenas ataban a Prometeo a su roca. La esperanza, la confianza y la ironía (_eironeia_) clásica deben conspirar para dejar al descubierto la falacia prometeica.
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+Solía pensarse que Prometeo significaba “previsión” y aun llegó a traducirse por “aquel que hace avanzar la Estrella Polar”. Privó astutamente a los dioses del monopolio del fuego, enseñó a los hombres a usarlo para forjar el hierro, se convirtió en el dios de los tecnólogos y terminó con cadenas de hierro.
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+La Pitonisa de Delfos fue reemplazada por una computadora que se cierne sobre cuadros de instrumentos y tarjetas perforadas. Los exámenes del oráculo cedieron el paso a los códigos de programación. El timonel humano entregó el rumbo a la máquina cibernética. Emerge la máquina definitiva para dirigir nuestros destinos. Los niños se imaginan volando en sus máquinas espaciales, lejos de una Tierra crepuscular.
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+Mirando desde las perspectivas del Hombre de la Luna, Prometeo pudo reconocer a Gaia como el planeta de la Esperanza y como el Arco de la Humanidad. Un sentido nuevo de la finitud de la Tierra y una nueva nostalgia pueden ahora abrir los ojos del hombre y hacerle ver por qué su hermano Epimeteo, al desposar a Pandora, eligió desposar a la Tierra.
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+Al llegar aquí el mito griego se convierte en esperanzada profecía, pues nos dice que el hijo de Prometeo fue Deucalión, el Timonel del Arca, quien, como Noé, navegó sobre el Diluvio para convertirse en el padre de la humanidad nueva que, con ayuda de Pirra, hija de Epimeteo y de Pandora, sacó de la tierra. Por ello nos es necesario comprender el sentido de ese Pithos que Pandora obtuvo de los dioses y que es el inverso de la Caja: nuestro Vaso y nuestra Arca.
+
+Necesitamos ahora un nombre para quienes valoran más la esperanza que las expectativas. Necesitamos un nombre para quienes aman más a la gente que a los productos, para aquellos que creen que
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+```
+No hay personas sin interés.
+Sus destinos son como la crónica de los planetas.
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+Nada en ellos deja de ser peculiar
+y los planetas son distintos unos y otros.
+```
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+Necesitamos un nombre para aquellos que aman la tierra en la que podemos encontrarnos unos con otros,
+
+```
+Y si un hombre viviese en la oscuridad
+haciendo amistades en esa oscuridad,
+la oscuridad no carecería de interés.
+```
+
+Necesitamos un nombre para aquellos que colaboran con su hermano Prometeo en alumbrar el fuego y en dar forma al hierro, pero que lo hacen para acrecentar así su capacidad de entender y cuidar y ser guardián del prójimo, sabiendo que
+
+```
+para cada cual su mundo es privado,
+y en ese mundo la maravilla de un minuto,
+y en ese mundo lo trágico de un minuto,
+que son mis propios bienes.
+```
+
+[^n19] A esto hermanos y hermanas esperanzados sugiero llamarlos hombres epimeteicos.
+
+# Apéndice: una elección que hacer
+
+De generación en generación nos hemos esforzado por llegar a la educación de un mundo mejor y para hacerlo hemos desarrollado sin cesar la escolaridad. Hasta ahora, la empresa se ha pagado con un fracaso. ¿Y qué hemos aprendido si no es a constreñir a los niños para que suban la escalera sin fin de la educación que, lejos de conducir a la igualdad buscada, sólo favorece al que se adelantó a los otros o al que tiene mejor salud o al que se beneficia de una mejor preparación? Peor aún, la enseñanza obligatoria parece minar la voluntad personal de aprender. Por último, al saber considerado como una mercancía, que hay que almacenar y distribuir, pronto se le considera como un bien sometido a las garantías de la propiedad individual y, por lo mismo, tiende a volverse escaso.
+
+Comenzamos a percibir que este esfuerzo por desarrollar la educación pública mediante una escolaridad obligatoria está a punto de perder su legitimidad desde el punto de vista social, pedagógico y económico. Frente a esta crisis, los espíritus críticos no se contentan ya con remedios clásicos, ¡sino que proponen unos mucho más violentos! Imaginan, por ejemplo, sistemas de crédito educativo que permitirían a cada uno comprar la educación de su elección en un mercado no controlado, o bien, proponen retirarle a las escuelas la responsabilidad en materia de educación para dársela a los medios modernos de información y al aprendizaje en los sitios de trabajo. Algunos, aislados, entrevén la necesidad de destruir los fundamentos institucionales de la escuela, como le sucedió a la Iglesia en el transcurso de los dos últimos siglos. Ciertos reformadores proponen reemplazar la escuela universal por nuevos y diferentes sistemas que pretenden preparar mejor para la vida en una sociedad moderna… En síntesis, estamos frente a una elección: podemos contentarnos con desmantelar las escuelas o podemos ir más lejos y desescolarizar por completo la sociedad.
+
+Todas esas proposiciones en favor de instituciones educativas nuevas se reparten, de hecho, en tres categorías: las reformas que llevan al “salón de clases” sin tocar el sistema escolar; luego, la dispersión de clases “liberadas” en toda la sociedad; por último, la transformación de la misma sociedad en un inmenso salón de clases. Pero estos tres enfoques del problema —clase reformada, liberada o que englobe al mundo entero— los consideramos como tres etapas de la escalada del proceso educativo a través de las cuales se afirmará la empresa de un control todavía más sutil y más invasor del que habrá reemplazado.
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+Si por mi parte estoy convencido de que conviene poner un término al reino de la escuela (desenlace que, por otra parte, creo ineluctable), es porque me parece que esta desaparición de una convicción ilusoria nos debería llenar de esperanza. Sin embargo, no estoy por ello menos consciente de que, llegados a este término de la “era escolar”, podríamos muy bien entrar en la de una escuela totalitaria que sólo el nombre distinguiría del asilo de alienados o de un campo de concentración donde educación, corrección y reajuste serían por fin sinónimos. Creo, en consecuencia, que el desmantelamiento de la escuela nos fuerza a ver más allá de su inminente desaparición y nos constriñe a enfrentar las posibilidades fundamentales de elección en materia de educación: ya sea que elijamos trabajar en la constitución de un arsenal educativo aterrador, con el objeto de acrecentar de golpe la fuerza de una enseñanza que trata de un mundo sin cesar más ensombrecido, más amenazador para el hombre; ya sea que intentemos poner en orden las condiciones necesarias para el surgimiento de una nueva era donde la tecnología se pondrá al servicio de una sociedad más simple, más transparente, de suerte que todos los hombres puedan descubrir lo que los rodea y servirse de las herramientas que hoy en día dan forma a sus propias vidas.
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+## La enseñanza oculta de las escuelas
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+Debemos distinguir entre “educación” y “escolaridad” si queremos ver surgir más claramente esa elección que se nos ofrece. Comprendo que conviene distinguir entre los objetivos humanistas del profesor y los efectos inherentes a la estructura inalterable de la escuela. Con toda seguridad esta estructura no es evidente a primera vista, pero sólo su existencia explica cierta forma de instrucción transmitida a todos y que escapa al control del docente o del consejo de profesores. En efecto, un mensaje se inscribe indeleble: sólo la escolaridad es capaz de preparar la entrada en la sociedad. Por ello, lo que no se enseña en la escuela se le retira su valor y, por lo mismo ¡lo que se aprende fuera de ella no vale la pena conocerse! Eso es lo que llamo la enseñanza oculta de las escuelas que define los límites en los cuales se efectúan los pretendidos cambios de programas.
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+Sin defendernos de ella, esta enseñanza no varía de una escuela a otra ni de un lugar a otro. En todas partes los niños deben congregarse en grupos, según la edad; luego, alrededor de 30 toman su lugar frente a un profesor diplomado en razón de 150, incluso 1 000 horas, al año o más, No importa si el programa oficial intenta enseñar los principios del fascismo o del liberalismo, del catolicismo o del socialismo, o si pretende ponerse al servicio de una “liberación”, ya que en todos los casos la institución se arroga el derecho de definir las actividades propias que conducen a una “educación” legitima. Poco importa, igualmente, si el objetivo confesado de la escuela es producir ciudadanos soviéticos o norteamericanos, mecánicos o médicos, en la medida en que sin el diploma no se es un ciudadano verdadero o un doctor reconocido… Aunque todas las reuniones no se hagan en el mismo recinto, aunque incluso se consideren, de una manera o de otra, necesarias (cortar caña es trabajo del cañero; reformarse, el del prisionero, y seguir una parte del programa, el de los estudiantes), no hay en lo anterior ninguna diferencia.
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+Nos enfrentamos a una especie de directiva secreta que quiere que los estudiantes aprendan antes que nada que la educación sólo tiene valor una vez que se adquirió en el seno de la universidad mediante un método graduado de consumo, y se le promete que el éxito social dependerá de la cantidad de saber consumido, Están convencidos de que vale mucho más instruirse a distancia de lo que es el mundo. El hecho de que la escolaridad imponga esta regla secreta en un programa educativo la distingue inmediatamente de otras formas de educación planificada. Todos los sistemas escolares del planeta tienen características comunes en relación con su rendimiento institucional y la razón de ello es ese “programa oculto” común a todas las escuelas.
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+Hay que entender bien que ese programa oculto modifica la concepción que tenemos de la adquisición del saber y hace de la actividad personal una mercancía de la que la escuela cree detentar el monopolio. A un bien de consumo le damos hoy en día el nombre de “educación”: un producto cuya fabricación la asegura una institución oficial llamada “escuela”. En consecuencia, henos ahí con el fin de medir la duración y el costo del tratamiento aplicado al estudiante (en Estados Unidos, el diplomado de una pequeña universidad regional y el de uno de los colegios de la “liga de la hieda”[^n20] tienen cubiertos los mismos 135 “créditos”,[^n21] ¡pero están plenamente conscientes de la diferente cotización de sus “títulos” en la bolsa de valores educativos!).
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+En todos los países convertidos al ideal escolar, el saber se considera como un bien de primera necesidad, como un asunto de sobrevivencia y, de la misma forma, como una moneda de cambio más fácilmente convertible que los rublos y los dólares. Cuando hablamos de alienación estamos de tal manera habituados al vocabulario marxista que sólo pensamos frecuentemente en la del trabajador en relación con su trabajo desde la perspectiva de una sociedad de clases; hoy en día nos sería necesario reconocer otra forma de la alienación, la del hombre frente al saber cuando este último, transformado en producto de un servicio, hace de quien lo adquiere un consumidor.
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+Entre más educación “consume” un ser humano, más hace fructificar su posesión y se eleva en la jerarquía de los capitalistas del conocimiento. La educación definió una nueva pirámide de clases, en la medida en que los grandes consumidores de saber —esos portadores de bonos del tesoro del conocimiento— pueden inmediatamente pretender dar servicios de un valor más eminente a su sociedad. Ellos representan las inversiones seguras en el portafolio del capital humano de una sociedad y sólo ellos tienen un pronto acceso a las herramientas más poderosas o menos extendidas de la producción.
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+De esa manera, ese programa secreto definió implícitamente la naturaleza de la educación: permite medirla y establecer qué nivel de productividad da derecho a su consumo. Disponemos entonces de la posibilidad de justificar la creciente correlación entre los empleos y los privilegios que manan de ellos. En ciertas sociedades esos privilegios se conocerán bajo la forma de ingresos personales más considerables; en otras, será un acceso fácil a servicios todavía poco desarrollados o a una formación más favorecida, sin olvidar un creciente prestigio (por otra parte, en el momento mismo en que, en nombre de la educación, se reclaman crecientes privilegios, la fosa entre la formación y la competencia profesional se acrecienta, como lo muestran ciertos estudios, en particular el de Ivar Berg, _La educación y los empleos, la gran estafa de la formación_).
+
+Querer hacer pasar a todos los seres humanos por las etapas sucesivas de la adquisición del saber nos lleva a recordar la búsqueda de los alquimistas y a mirar bien ahí: en el “gran arte” del final de la Edad Media encontraremos con toda seguridad los orígenes profundos de la idea de escolaridad. Consideramos a justo título que Jan Amos Komensky fue uno de los grandes precursores de las teorías de la escuela moderna. Más conocido con el nombre de Comenius, Jan Amos era obispo de Moravia y se decía “pansofista” y pedagogo. En su _Didactica Magna_ describe las escuelas como medios para “enseñar todo a todo el mundo” y podemos ver en él como un anteproyecto de la producción en la cadena del saber, ya que quería hacer la educación a la vez mejor y menos costosa, con el fin de permitir a todos el acceso a la condición de hombre. Pero sería insuficiente ver en Comenius una suerte de predecesor de nuestros expertos en métodos pedagógicos. Experto en alquimia, utilizaba su jerga para describir el arte de educar a los niños. Como se sabe, los alquimistas buscaban trasmutar el plomo vil, los elementos vulgares, en oro, haciendo pasar sus espíritus destilados por las 12 etapas del enriquecimiento. Es evidente que si veían en eso una manera de enriquecerse a sí mismos, pretendían trabajar en nombre del interés general, y sus sucesivos fracasos no los desalentaban, ya que su “ciencia” les permitía encontrar en ella las razones y justificar la continuación de sus esfuerzos.
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+En esta perspectiva, la pedagogía abría un nuevo capítulo en la historia de la _Ars Magna_ : la educación se volvía, en efecto, la búsqueda de una especie de método alquímico destinado a hacer surgir un nuevo tipo de hombre capaz de adaptarse a un medio creado por la magia científica. Y, al igual que en la alquimia, cualquiera que fuera la suma consagrada a cada generación para edificar escuelas, el resultado es que la mayoría de aquellos a los que se les enseña no responden a esa “afinación” y pronto hay que rechazarlos como no aptos para existir en un mundo concebido por el hombre.
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+Los reformadores en materia de educación que admiten el fracaso de las escuelas se reparten en tres categorías. Los más respetables son seguramente los grandes maestros en alquimia que prometen mejores escuelas; los más seductores, esos magos populares que anuncian la transformación de cada cocina en un laboratorio alquímico; los más aterradores, esos nuevos “masones” del universo que buscan transformar el mundo en un vasto templo de la enseñanza.
+
+Veamos, en particular, entre esos maestros alquimistas del momento, a los directores de investigación que emplean o patrocinan las grandes fundaciones. Están persuadidos de que las escuelas, si pudieran de alguna manera mejorarse, se volverían empresas más económicamente viables que venderían un más vasto conjunto de servicios. En cuanto a aquellos cuyo interés se dirige hacia los programas, pretenden que éstos no están adaptados o están sobrepasados. De esa manera se conciben nuevos programas en los que se introducen mercancías al gusto del momento: cultura africana, imperialismo norteamericano, liberación femenina, contaminación o sociedad de consumo. Se denuncia la pasividad (con toda seguridad es un mal) y, para remediarla, se concede a los estudiantes que ellos mismos decidan lo que quieren que se les enseñe y de qué manera. Algunos dicen que las escuelas son prisiones y, en consecuencia, se aconseja a los jefes de establecimientos dar su asentimiento a salidas educativas: un horizonte de pupitres y de muros se sustituye, por ejemplo, por una calle de Harlem cuidadosamente delimitada. Por último, la psicología está de moda y se instaura la terapia de grupos en el salón de clases. La escuela, que se consideraba el todo aprender de todos, se vuelve hoy en día el universo de todos los niños.
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+Otros críticos se levantan para subrayar que las escuelas no utilizan suficientemente los recursos de la ciencia moderna. Surge el deseo de que los hombres de ciencia inventen algún medicamento que consuman los niños para que el instructor pueda modificar más fácilmente sus comportamientos. Se habla de transformar las escuelas en casinos educativos. Hay quienes quisieran “electrificar” el salón de clases y, por poco que crean ser buenos discípulos de McLuhan, helos ahí reemplazando el pizarrón y los manuales por _happenings_ en los que se ofrece toda la batería de aparatos de comunicación. Si admiran a Skinner, afirman que la aplicación de sus teorías permitirá una acción más eficaz sobre el comportamiento de los estudiantes que la de los antiguos maestros, hoy pasados de moda.
+
+Que algunas de estas reformas tengan efectos felices, es innegable. La práctica de la escuela tradicional está en un fuerte proceso de disminución en las escuelas experimentales. A veces los padres tienen un sentimiento mayor de participación. Los alumnos designados por sus profesores para seguir cursillos de aprendizaje adquieren frecuentemente un mayor _savoir faire_[^n22] que el de sus camaradas que permanecen en clase (conocí niños que mejoraban sus conocimientos de español en el laboratorio de lengua, porque preferían jugar con los botones de las grabadoras que conversar con sus iguales puertorriqueños). Sin embargo, todas esas mejoras intervienen en límites estrechos y previsibles, ya que no llegan al programa oculto de las escuelas.
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+A algunos reformadores les gustaría liberarse de esa regla secreta de las escuelas públicas, pero sólo lo logran raras veces. Las escuelas “activas”, que conducen al desarrollo de otras escuelas del mismo tipo, sólo crean una engañosa ilusión: la liberación permanece como un espejismo, incluso si la constricción a los cursos obligatorios se interrumpe con frecuencia por periodos de ociosidad. Que se busque agradar a alguien para convencerlo de asistir a los cursos es, bien mirado, ¡más insidioso todavía que la obligación legal y el apoyo de la brigada de los menores! Mejor que una presencia consentida a disgusto, la que embauca lleva más fácilmente a creer en la necesidad del tratamiento educativo. El docente tolerante hace al alumno correr un creciente riesgo de sentirse incapaz de vivir fuera del refugio acolchado.
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+¿En qué difiere la enseñanza suministrada en las nuevas escuelas? Aunque se facilite por el consenso de un grupo, más que por los decretos del cuerpo docente, se trata siempre de adquirir competencias que la sociedad reconoce, lo que no cambia en nada el problema. La apariencia cambia; la realidad profunda permanece.
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+Para ser verdaderas escuelas de libertad, les sería necesario llenar dos condiciones. En primer lugar, deben administrarse de tal suerte que no permitan a la regla secreta de la enseñanza aplicarse, es decir, que los escolares, definidos como tales, ubicados frente a profesores reconocidos, no asistan a una sucesión de cursos graduados. En segundo lugar, esas escuelas deberían proporcionar un marco en el que todos los participantes, docentes y alumnos, puedan liberarse de los postulados sobre los que reposa, sin que lo sepamos, una sociedad escolarizada. A veces escuchamos enunciar la primera condición en los objetivos que se propone una escuela “activa”. En cuanto a la segunda, por lo general no se le pone atención, y ciertamente no es el objetivo de esas escuelas.
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+## Los postulados secretos de la educación
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+No es necesario, en esta fase, distinguir entre la regla secreta y aquélla sobre la que, sin darnos cuenta, se funda la idea de la escolaridad. El programa oculto constituye una especie de ritual iniciático que podemos concebir como un preparativo para el ingreso en la sociedad moderna. Por intermedio de la escuela el programa adquiere su dimensión institucional. Detrás del velo de la ceremonia ritual, las contradicciones se encuentran disimuladas para los participantes. ¿Cómo, en efecto, conciliar el mito de una sociedad igualitaria y la realidad social fundada en el reconocimiento de un orden jerárquico que finalmente el rito impone? Pero una vez reconocidos en lo que son, los ritos ya no llegan a mantener la ilusión; ese fenómeno es aparente en el caso de la escolaridad. No obstante, la ceremonia reposa sobre postulados aceptados inconscientemente a los que las escuelas “privadas” podrían dar nuevo vigor.
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+A primera vista, se nos reprochará que hagamos un juicio de orden general sobre las escuelas “activas” y más precisamente, en 1971, sobre las de Estados Unidos, las de Canadá y las de Alemania del Oeste en donde ellas parecen querer ser el más hermoso adorno de un renacimiento. A decir verdad, nuestra generalización sólo se dirige a las empresas experimentales que pretenden ser instituciones educativas. Para evitar cualquier menosprecio debemos examinar con más atención la relación que hay entre “educación” y “escolaridad”.
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+Con mucha frecuencia olvidamos que la educación no es una invención antigua. Ese sustantivo se desconocía antes de la Reforma. En Francia se habla por vez primera de la educación de los niños en un manuscrito de 1498. Era el año en que Erasmo llegó a residir en Oxford, en que a Savonarola lo quemaron en Florencia, en que Durero trazaba los primeros apuntes de su _Apocalipsis_ , que todavía hoy evoca con fuerza la atmósfera sombría, la impresión de un inminente desastre que pesaba sobre ese periodo. En inglés, la palabra _educación_ apareció por primera vez en 1530. Ese año, Enrique VIII repudiaba a Catalina de Aragón y la Iglesia luterana se separaba de Roma con la dieta de Augsburgo. Hay que esperar todavía un siglo para que la idea de “educación” se manifieste en el imperio español. En 1611, Lope de Vega habla de la educación como de una novedad. Ese año, la universidad de San Marcos en Lima celebraba su 60 aniversario. Centros de saber existían antes de que la palabra “educación” formara parte del lenguaje familiar. Se “leía” a los autores clásicos; se estudiaba el derecho; no se enseñaba a vivir…
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+En el siglo XVI, en el corazón de todas las disputas teológicas se encontraba la necesidad de encontrar justificaciones, de las que la política supo servirse bien para explicar las grandes masacres de la época. En la Iglesia, cismas intervinieron y se hizo posible sostener convicciones diferentes sobre el punto de saber en qué medida el hombre nace pecador, corrompido o sometido a la predestinación. Desde el siglo XVII, el acuerdo se rehizo sobre un punto: el hombre nace no apto para la vida social, en consecuencia es necesario prepararlo proponiéndole una educación. Así, la educación se volvió lo opuesto de la competencia adquirida en la vida cotidiana y terminó por significar un método de tratamiento más que el simple saber de hechos de la existencia y la capacidad de servirse de herramientas que dan forma a la vida concreta del hombre. Progresivamente la educación se transformó en un servicio que había que producir, para el bien de todos, mercancía intangible que se recibía de la misma manera en que la Iglesia visible había conferido anteriormente la gracia invisible. El hombre, nacido en la estupidez original, debía ahora presentar cartas de creencia a la sociedad.
+
+La escuela y la educación mantuvieron relaciones comparables a las de la Iglesia y la religión o, en una perspectiva más general, a las que se establecen entre el rito y el mito; el rito crea y sostiene al mito; detenta una función mitopoiética. El mito inspira el “programa” por el que se perpetúa. La educación representa a la vez todo un conjunto de justificaciones sobre el plano social y un concepto para el que no podemos encontrar análogos específicos en otras culturas (fuera de la teología cristiana). La educación por el método de la escolaridad distingue fundamentalmente a las escuelas de otras instituciones de enseñanza que existieron en otras épocas. Ése es un aspecto que no hay que despreciar si queremos hacer aparecer las insuficiencias de las “escuelas” llamadas privadas, no estructuradas o independientes.
+
+Con el fin de sobrepasar una simple reforma de la clase, una escuela activa debe todavía rechazar el programa secreto de la escolaridad descrito anteriormente. Una escuela activa ideal intentaría proporcionar una educación esforzándose en evitar que esa educación se utilice para establecer o justificar una estructura de clase y se vuelva un patrón maestro para medir al alumno con cierto rasero. Debería, en consecuencia, no someter a este último a una represión, a un control o intentar definirlo de cualquier manera. Pero mientras las escuelas activas intenten proporcionar una “educación general”, no están en condiciones de sobrepasar una concepción fundada en los postulados secretos de la escuela.
+
+Entre sus principios, hay uno que Peter Schrag, en una perspectiva particular, definió como el “síndrome de inmigración”, que nos incita a tratar a todos los seres humanos como si fueran recién llegados que deben someterse a un proceso de naturalización. Sólo los consumidores garantizados del saber se admiten en la ciudadanía. Los hombres no nacen iguales, sólo por el periodo de gestación en el seno del _Alma mater_ podrán acceder a esta igualdad.
+
+Otro postulado conduce a creer que el hombre, nacido inmaduro, debe adquirir su “madurez” en el transcurso del primer periodo de su existencia para después formar parte de una sociedad civilizada. Esta idea de una “maduración” es, con toda seguridad, contraria a otra convicción que define al hombre como el mamífero que, por el mecanismo de la evolución y con el concurso de la selección natural entre sus maestros primates, adquirió el carácter específico de permanecer durante toda su vida “inmaduro” —lo que constituye su “gracia” particular—. Pero, en conformidad con la fijación ideológica sobre la madurez, nos persuadimos de que es necesario, después de su nacimiento, mantener al ser humano apartado de su medio natural y hacerlo pasar por una matriz social para que adquiera las cualidades necesarias para la vida cotidiana. Las escuelas activas son capaces de llenar esta función frecuentemente mucho mejor que escuelas de un modelo menos atractivo.
+
+Los establecimientos educativos liberados comparten con quienes lo son menos otra característica: despersonalizan la responsabilidad de la educación. Ponen una institución _in loco parentis_. Perpetúan la idea de que la enseñanza, si se realiza fuera del círculo familiar, debe estar asegurada por una “agencia” cuyo docente es sólo un representante. En una sociedad escolarizada, la misma familia se reduce a ser sólo una “agencia de aculturación”. En cuanto a los organismos educativos que emplean profesores para promover la política de su consejo administrativo, se vuelven instrumentos al servicio de una despersonalización de las relaciones entre personas privadas.
+
+Naturalmente, numerosas escuelas activas funcionan sin profesores acreditados. Al hacerlo representan una amenaza seria para los sindicatos de maestros, pero, no por ello, ponen en peligro la estructura social fundada en un reconocimiento de las profesiones. Una escuela en la que los miembros del consejo administrativo eligen y nombran a los profesores, sin preocuparse de saber si detentan certificados, una licencia o una credencial sindical, no atenta contra la legitimidad de la profesión de enseñante; no más que una encargada de un prostíbulo clandestino, en un país donde un trabajo así, para ser legal, debe hacerse bajo el control de la policía, ¡no cuestiona la legitimidad de la profesión más antigua del mundo!
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+La mayoría de los que enseñan en escuelas activas no tienen la oportunidad de trabajar en su nombre. Aseguran la tarea de la enseñanza en nombre de un consejo; en nombre de sus alumnos asumen la función menos evidente de la enseñanza y sirven a la educación bajo su aspecto casi místico en nombre de toda “la sociedad”. La mejor prueba de ello es que pasan todavía más tiempo que sus colegas de la enseñanza pública reuniéndose en comisiones con el objeto de planificar el método por el cual la escuela debería educar. La duración de esas reuniones ha incitado a muchos docentes de alma generosa, una vez que sus ilusiones se han disipado, a pasar de la escuela pública a la enseñanza privada, para luego ir todavía más allá…
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+Todos los establecimientos de enseñaza pretenden “formar hombres” en una tarea de mejoramiento del futuro, pero no les permiten cumplirla antes de que hayan adquirido una sólida tolerancia frente a las maneras de vivir de sus mayores. Es siempre una educación que prepara para la vida, más que adquirida en la vida cotidiana. Muy pocas escuelas activas pueden evitar esa trampa. Sin embargo, hay que reconocer que contribuyen a la aparición de un nuevo estilo de vida, no por el efecto que tendrán sus diplomas sobre la sociedad, sino más bien porque los padres que eligen educar a sus hijos sin beneficiarse de los servicios de enseñanza “ordenados según la regla” pertenecen frecuentemente a una minoría radical, y porque el interés que aportan a ese problema, el gusto que tienen de educar a sus hijos, los mantiene en su modo de vida.
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+## Las influencias ocultas en el mercado de la educación
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+La especie más peligrosa entre los reformadores en materia de educación es la que pretende demostrar que el saber puede producirse y venderse de manera mucho más eficaz en un mercado libre que en el que controla la escuela. Pretenden que una capacidad puede fácilmente adquirirse por medio de un modelo, aunque el aprendiz considere poco esta adquisición como de interés evidente. Afirman también que un sistema de asignación individualizado proporciona un poder de compra más igualitario en materia de educación. Piden, por último, que se distinga entre el método de adquisición y el que mide los resultados (lo que me parece una necesidad muy evidente). Pero sería erróneo creer que la instauración de un mercado abierto del saber representaría una solución opuesta a la de hoy en día.
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+Esta sustitución aboliría, ciertamente, lo que llamamos el programa secreto de la escolaridad (el hecho de que hay que seguir a determinadas edades programas graduados). Un mercado abierto daría, en primer lugar, la impresión de que vamos al encuentro de esos principios en los que reposa una sociedad escolarizada: el “síndrome de la inmigración”, el monopolio institucional de la enseñanza y el rito de la integración progresiva. Pero, por lo mismo, un mercado libre de educación proporcionaría al alquimista innumerables ocasiones para influir en secreto, con el fin de encerrar a cada hombre en los múltiples y pequeños compartimentos que una tecnocracia todavía más desarrollada podría crear.
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+La confianza puesta desde hace decenios en la escolarización del ser humano ha hecho del saber una mercancía de una especie particular. Como lo hemos visto, todos consideran ahora el saber como un artículo de primera necesidad y, al mismo tiempo, como la moneda de cambio más preciosa de la sociedad. Esta transformación del saber en bien de consumo se refleja, igualmente, en nuestro comportamiento de todos los días, incluso en el lenguaje familiar. Así, verbos que describen una actividad personal, como “aprender”, “alojarse”, “sanarse”, nos hacen irresistiblemente pensar en servicios cuya distribución está más o menos asegurada. Pensamos que es necesario resolver los problemas de la habitación, de los cuidados médicos, etc., sin recordar un solo instante que los hombres podrían curarse o edificar sus casas por ellos mismos. Todo es cuestión de servicios y el adolescente, en lugar de aprender, por ejemplo, a ocuparse de su abuela, aprende a manifestarse frente al asilo de ancianos donde no hay camas disponibles. ¿El desmantelamiento de la escuela sería, pues, suficiente para conducir a la desaparición de esas actitudes? (Mucho después de la adopción de la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana se continuaba exigiendo la filiación a una Iglesia como condición para cualquier candidatura a un puesto oficial). Con mayor razón, ¿el cierre de las escuelas permitiría evitar que tuviéramos acceso a baterías de pruebas para medir el nivel de educación? Si ése no es el caso, esta nueva situación conduciría a la obligación, para cada uno, de adquirir un mínimo de mercancías en el depósito del saber. La ambición de medir científicamente el valor de cada hombre se vincula sin dificultad con el sueño del alquimista de hacer a todo hombre “educable” con el fin de guiarlo hacia una humanidad “verdadera”. Bajo la apariencia de un mercado libre, llegaremos a un entorno sometido al control de los terapeutas-pedagogos, a una matriz universal donde cada hombre se alimentaría con fluidos elegidos.
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+Las escuelas limitan por ahora la competencia del profesor al salón de clases. No le permiten reivindicar la existencia del hombre para una región. Desde esta perspectiva, renunciar a la escuela haría desaparecer esta frágil barrera y conferiría una legitimidad semejante a la invasión pedagógica de la vida privada de cada uno. Podría conducir a una lucha encarnizada por la adquisición del saber en un mercado libre del conocimiento y a la edificación, bajo apariencias igualitarias, de una meritocracia.
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+Las escuelas no son las únicas instituciones (ni incluso las más eficaces) que pretenden hacer de la información, de la comprensión y de la sabiduría rasgos d comportamiento susceptibles de contrastarse (y medirlos conduce a detentar la llave que abre las puertas del éxito y del poder). El sistema chino, por ejemplo, ofrecía, en el plano de la educación, una estimulante eficacia definiendo una clase relativamente abierta, cuyos privilegios dependían de la adquisición de un saber mesurable. Alrededor de 2 000 años antes de Cristo, parece que el emperador de China interrogaba cada tres años a sus administradores. Después de tres veces, les daba responsabilidades mayores o los echaba para siempre. Algunos 1 000 años más tarde, el primer emperador Chang estableció un verdadero examen para sus funcionarios. Música, tiro con arco y aritmética constituían los temas impuestos. Cada tres años, los concursos se abrían a los candidatos. Uno sobre 100 lograba franquear las tres series de pruebas que le conferían sucesivamente los títulos de “genio en hierbas”, de “perfecto letrado” y de “dispuesto para el servicio del emperador”. La selección era, pues, muy severa, y se le dedicaba la mayor importancia a los examinadores; así, por ejemplo, en el segundo nivel, en el que era necesario redactar una composición, el texto del candidato lo volvía a copiar un secretario antes de dárselo al jurado, a fin de que sus miembros no pudieran reconocer la caligrafía del autor.
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+Más tarde, la promoción a rango de mandarín no daba necesariamente derecho a uno de los puestos deseados. Permitía solamente participar en el sorteo de esos empleos. Ninguna escuela apareció en China antes de la época de las luchas con los poderes europeos. El caso del imperio chino es único entre las grandes naciones, ya que no poseía ni Iglesia oficial ni sistema escolar, pero pudo durante cerca de 3 000 años reclutar su élite gubernamental sin fundar una vasta aristocracia hereditaria. El acceso a esa élite estaba reservado a la familia del emperador y a los que pasaban los exámenes.
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+Voltaire y sus contemporáneos elogiaron el sistema chino, donde la promoción se fundaba en las pruebas dadas de un saber. Los exámenes de ingreso en la administración aparecieron en Francia en 1791; después, Napoleón los abolió. ¿Qué habría sucedido si, para propagar las ideas de la Revolución, se hubiera elegido el mandarinato en lugar del sistema escolar que inevitablemente sostiene al nacionalismo y a la disciplina militar? De hecho, Napoleón se erigió en el defensor de la escuela politécnica y del colegio de pensionados… Más que inspirarse en el mandarinato, las instituciones educativas se calcaron del modelo jesuita de la promoción ritual en el interior de una estructura jerárquica cerrada; de esa forma, las sociedades occidentales eligieron legitimar a sus élites.
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+Los jefes de establecimientos escolares se volvieron, de alguna forma, los abades de una cadena mundial de monasterios en donde todos se dedicaron a acumular conocimientos que les permitieran acceder a la tierra prometida, paraíso terrestre sometido a las leyes del envejecimiento planificado que se desborda sin cesar. Eso nos recuerda el esfuerzo de los calvinistas que arrasaron todos los monasterios para, finalmente, transformar Ginebra en un vasto claustro. Tenemos, por lo tanto, razones para temer que el desmantelamiento de la escuela permita la aparición de una fábrica del saber a escala mundial. A menos que transformemos la idea que nos hemos hecho de la enseñanza o del saber, la desaparición de la escuela corre el riesgo de conducir a una situación donde, de un lado, se utilizará el sistema del mandarinato para separar el aprendizaje del saber de la prueba de control y, del otro, la sociedad se comprometerá a proporcionar la terapéutica necesaria a cualquier hombre para que pueda entrar en la “edad de oro”.
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+Ni los alquimistas, ni los magos, ni los masones pueden resolver el problema que nos plantea la crisis de la enseñanza, La desescolarización de nuestra concepción del mundo exige que reconozcamos la naturaleza, a la vez, ilegítima y religiosa de la empresa educativa porque busca hacer del hombre un ser social sometiéndolo a un tratamiento con métodos técnicos apropiados.
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+Adherirse al _ethos_ tecnocrático nos conduce a querer poner en marcha todo lo que es técnicamente realizable, poco importa si sus beneficiarios son forzosamente poco numerosos o si no experimentan su deseo. Sobre todo la privatización o la frustración de la mayoría de los seres humanos nunca entran en la línea de cuenta. Si, por ejemplo, es posible concebir el tratamiento mediante la bomba de cobalto, es necesario que la ciudad de Tegucigalpa disponga de aparatos adaptados en cada uno de sus dos grandes hospitales. Con todos esos créditos puestos ahí se habría podido luchar en toda Honduras contra la proliferación de parásitos… Las velocidades supersónicas sugieren que conviene inmediatamente acelerar los viajes de algunos. ¿Los vuelos a Marte? ¡Se encontrará siempre una razón para que parezcan indispensables! En el _ethos_ tecnocrático la pobreza está modernizada: ¿existían soluciones antiguas? Nuevos monopolios vienen a prohibirlas. A la penuria de los bienes de primera necesidad se agrega la conciencia de la diferencia sin cesar cada vez más grande entre los servicios técnicamente realizables y los que en la práctica son accesibles a las mayorías.
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+Un profesor se vuelve “educador” desde el momento en que se incorpora a ese _ethos_ tecnocrático. Actúa inmediatamente como si la educación fuera una empresa tecnológica concebida para insertar al hombre en el entorno que crea el “progreso” de la ciencia. Se niega a ver la evidencia: el envejecimiento de todos los bienes programados se paga muy caro (el costo de la formación del personal capaz de adaptarse a las técnicas nuevas es sin cesar más alto). Parece olvidar que el precio creciente de las herramientas tiene consecuencias igualmente graves en el plano de la educación: en el momento mismo en que los horarios de trabajo disminuyen, se vuelve imposible el aprendizaje en los lugares de empleo donde se ha hecho de él el privilegio de un pequeño número. En todo el mundo el precio del coste de la educación de los hombres para la sociedad crece más rápidamente que la productividad de la economía en su conjunto, mientras menos y menos hombres experimentan el sentimiento de hacerse razonablemente útiles a la comunidad.
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+## La escuela instrumento del progreso technocrático
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+Educar para una sociedad de consumo resulta en formar consumidores. La reforma de la clase, su desaparición o su crecimiento no son ni más ni menos que métodos que, a pesar de sus diferencias aparentes, se dirigen a la formación de consumidores de bienes inmediatamente pasados de moda. La sobrevivencia de una sociedad en la que las tecnocracias pueden definir constantemente la dicha del hombre asimilado al consumo de los productos más recientes depende de las instituciones educativas (desde las escuelas hasta las agencias publicitarias) que transforman la educación en un medio de control social.
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+En países ricos como Estados Unidos, Canadá o la URSS, las considerables inversiones en materia de enseñanza hacen más evidentes las contradicciones institucionales del progreso tecnocrático. En esos países, el aumento ideológico del progreso ilimitado reposa en la idea de que el efecto igualitario de una formación permanente contrabalancea la influencia inversa de la regla del envejecimiento perpetuo. La legitimidad de la sociedad industrial depende de la credibilidad de la escuela, cualquiera que sea el partido en el poder. En tales condiciones, el público manifiesta un interés súbito por libros como el reporte de Charles Silberman a la comisión Carnegie, publicado bajo el título _Crisis en el salón de clases (Crisis in the Classroom)_ ; esta investigación inspira confianza en la medida en que la acusación que el autor lanza contra la escuela está apoyada sólidamente. Pero tales estudios se dirigen a salvar el sistema tratando de corregir sus fallas más evidentes. Por lo mismo, pueden suscitar un nuevo ascenso de esperanzas engañosas.
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+Por todas partes crecientes inversiones consagradas a las escuelas vuelven la absurdidad de la empresa escolar más evidente. Puede parecer paradójico que los pobres sean sus primeras víctimas. En el fondo, eso es lo que muestra el reporte de la comisión de encuestas Wright en Ontario: a propósito de la enseñanza superior, los miembros de la comisión señalan que las capas pobres de la población las subvencionaban desde el punto de vista de la imposición de manera desproporcionada, ya que los ricos eran casi los únicos beneficiarios.
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+Esta observación podría inmediatamente hacerse en otra parte. En la URSS, un sistema de cuota aplicado durante muchos decenios parece favorecer la admisión a la universidad de los hijos de los trabajadores a expensas de las hijas e hijos de universitarios. Actualmente estos últimos son sobrerrepresentados en las clases superiores y terminales de la enseñanza rusa y en una proporción todavía más grande que en Estados Unidos.
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+El 8 de marzo de 1971, el juez Warren E. Burger hacía público el veredicto unánime de la corte en el caso Griggs contra la sociedad Duke Power. Fundándose en la voluntad expresada por el Congreso en el artículo que concierne a la igualdad de oportunidades en la ley de 1964, la corte resolvió por unanimidad que cualquier “diploma” exigido a un candidato por un empleo (o cualquier prueba seguida) debía “medir al hombre en relación con un trabajo dado” y no “al hombre mismo en un plano abstracto”. Además, correspondía al empresario probar que sus exigencias en materia de diplomas constituía una “medida razonable de la calificación requerida”. Mediante estas consideraciones, los jueces querían evitar que las pruebas y diplomas exigidos no se utilizaran en provecho de una discriminación racial, pero la lógica del razonamiento podría también aplicarse a cualquier exigencia de un “ _pedigree_ educativo” en materia de empleo. Es tiempo de formar causa contra la “gran estafa de la formación profesional” denunciada tan justamente por Ivar Berg.
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+En los países pobres, las escuelas sirven para justificar el atraso económico de una nación: a la mayoría de los ciudadanos se le mantiene apartada de los magros medios modernos de producción y de consumo, pero todos sueñan con beneficiarse de los favores de la economía franqueando el umbral de una escuela. La repartición jerárquica de los privilegios y del poder ya no depende, en nuestros días y en el plano de la legitimidad, de una descendencia de ancestros, de la herencia, del favor del príncipe, incluso de una lucha sin cuartel en el mercado económico o en el campo de batalla. Su verdadera legitimidad la encuentra en una forma más sutil del capitalismo donde la institución encargada de conferirla se encuentra en la escolaridad obligatoria. Quien aprovechó los servicios de la escuela vuelve entonces al subprivilegiado responsable de su desgracia: es un mal consumidor del saber. Esta justificación de la desigualdad social no resiste siempre el examen de los hechos y los regímenes populares tienen cada vez más dificultades para disimular las contradicciones entre la propaganda y la realidad.
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+Desde hace 10 años, Cuba se esfuerza por promover el crecimiento rápido de la educación popular dando confianza a la mano de obra disponible sin tomar en cuenta la calificación profesional. Al principio, el éxito de esta campaña (en particular la disminución espectacular del número de analfabetos) se ha citado como prueba de que las tasas de crecimiento limitadas de los otros sistemas escolares latinoamericanos eran imputables a la corrupción, al militarismo y a la economía de mercado capitalista.
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+Sin embargo, la lógica de la escolarización se hace sentir manifiestamente a consecuencia de los esfuerzos de Castro por “reproducir” al hombre nuevo mediante la escuela. Incluso si los estudiantes pasan la mitad del año en la zafra y sostienen activamente los ideales igualitarios del _compañero_ Fidel, la universidad cultiva cada año una nueva cosecha de consumidores conscientes de su saber, prontos a acceder a nuevos niveles de consumo. Al mismo tiempo, el doctor Castro debe enfrentarse a la evidencia de que el sistema escolar nunca producirá suficiente mano de obra técnica diplomada. Esos diplomados que obtienen los nuevos empleos destruyen por su conservadurismo los resultados conseguidos por los cuadros no diplomados que llegaron a su posición mediante una formación en el taller. No basta con acusar a los docentes para explicar los fracasos de un gobierno revolucionario que quiere con todas sus fuerzas una institucionalización de la mano de obra siguiendo un programa secreto que garantice la producción de una burguesía universal.
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+## Enseñar instruirse responsabilidades personales
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+Contra esta voluntad de adquirir privilegios y poder que poseen quienes detentan la competencia profesional en nombre de sus pretendidos derechos, no sabríamos imaginar una revolución sin acusar a la concepción misma de la adquisición del saber. Lo que nos conduce, en primer lugar, a considerar la cuestión de la responsabilidad en ese ámbito, ya se trate de enseñar o de instruir. Dar a conocer una mercancía sólo se consigue si imaginamos que resulta de la acción institucional o que satisface objetivos institucionales
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+Para disipar este mal encantamiento, el hombre debe volver a encontrar el sentido de su responsabilidad personal cuando aprende o enseña. De esa forma se pondrá un término a esta nueva alienación donde vivir e instruirse no se toparán.
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+Recobrar el poder de aprender o de enseñar tiene como consecuencia que el profesor, al tomar el riesgo de inmiscuirse en la vida privada de otros, debe asumir la responsabilidad de sus resultados; de la misma manera, el estudiante que se pone bajo la influencia de un profesor debe sentirse responsable de su propia educación. En esa perspectiva, las instituciones educativas —si realmente son necesarias— irán teniendo el aspecto de centros abiertos a todos, donde cada uno pueda encontrar lo que busca, donde uno, por ejemplo, tenga acceso a un piano, el otro, a un horno de cerámica o a registros, libros, diapositivas, etc. Hoy en día, las escuelas, los estudios de televisión y otros sitios similares están concebidos para que los profesionales los utilicen. Desescolarizar la sociedad quiere decir, ante todo, rechazar el estatus profesional del oficio que, por orden de antigüedad, viene, justo después, del más viejo del mundo, por el que entiendo la enseñanza. La calificación de los profesores constituye ahora una traba al derecho a la palabra, de igual forma que la estructura corporativa y la credencial profesional de los periodistas representan una traba al derecho de la libertad de información. La regla de la presencia obligatoria es contraria a la libertad de reunión. La desescolarización de la sociedad sólo sabría concebirse como una mutación cultural por la que un pueblo vuelve a encontrar el poder de gozar de sus libertades constitucionales.
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+Instruirse, enseñar, concierne a hombres que saben que nacieron libres y que no tienen, para adquirir esa libertad, que recurrir a un tratamiento apropiado. ¿Cuándo, por lo general, aprendemos? Cuando hacemos lo que nos interesa. ¿No somos, la mayor parte de nosotros, curiosos? Queremos comprender, darle un sentido a lo que se encuentra frente a nosotros, a lo que nos concierne. ¿No somos capaces de una relación personal con otros a menos de que seamos embrutecidos por un trabajo inhumano o fascinados por el ideal escolar?
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+El hecho de que los habitantes de países ricos apenas se instruyan por sí mismos no constituye una prueba de lo contrario. Es más bien la consecuencia de una vida en un entorno donde paradójicamente no encuentran nada que aprender en la medida en que su medio está en gran parte “programado”. Están sin cesar frustrados por la estructura de una sociedad contemporánea en la que lo real, sobre lo que las decisiones podrían apoyarse, se ha vuelto de una naturaleza inasible. Viven, efectivamente, en un medio donde las herramientas que sería posible utilizar con fines creadores se vuelven productos de lujo, donde los canales de comunicación pertenecen a algunos que únicamente pueden hablar a la multitud.
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+## Una tecnología nueva más que una nueva educación
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+Un mito moderno quisiera hacemos creer que el sentimiento de impotencia que hoy en día experimenta la mayoría de los hombres sería consecuencia de la tecnología capaz de crear solamente vastos sistemas. Pero no es sólo la tecnología la que inventa esos sistemas, la que crea herramientas inmensamente poderosas, la que teje canales de comunicación en sentido único; por el contrario, mejor utilizada, la tecnología podría proporcionar a cada hombre la posibilidad de entender mejor su medio, de trabajarlo con sus propias manos, de comunicar mejor que en el pasado. Esta utilización de la tecnología, contrariamente a las tendencias actuales, constituye la verdadera alternativa al problema de la educación.
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+Para que un hombre pueda crecer, lo que necesita es el libre acceso a las cosas, a los sitios, a los métodos, a los acontecimientos, a los documentos. Tiene necesidad de ver, de tocar, de manipular, gustoso de asir todo lo que le rodea en un medio que no esté desprovisto de sentido. Ese acceso se le rehúsa hoy en día. Cuando el saber se ha vuelto un producto, adquiere la protección que se dispensa a la propiedad privada, De esa forma, un principio que se concibió para preservar la vida personal de cada uno se utiliza para justificar las prohibiciones que se lanzan contra aquellos que no portan los documentos necesarios. En las escuelas los profesores conservan sus propios conocimientos, a menos que esos conocimientos se inserten en el programa del momento. Los media informan, pero omiten todo lo que se considera impropio para la difusión. Los especialistas se encierran en su jerga y se necesitan vulgarizadores para asegurar su traducción. Los cuerpos profesionales protegen los diplomas y la burocracia los secretos. Todas las profesiones detentan el poder de echar de su ámbito a las personas no autorizadas; sucede lo mismo con las instituciones y las naciones.
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+Ni la estructura política ni la estructura profesional de nuestras sociedades, tanto en el Oeste como en el Este, podrían resistir la desaparición de estas prohibiciones, el trastrocamiento de esta posibilidad de tener a capas enteras de la población apartadas de lo que podría servirles. El acceso a los hechos que preconizamos no se satisface con una simple operación “etiquetas-verdad”. Es necesario construir este acceso a la realidad (y todo lo que pedimos de la publicidad es una garantía que no sea mentirosa). El acceso a la realidad constituye la alternativa fundamental en materia de educación frente a un sistema de enseñanza que sólo se propone hablar de él.
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+Abolir el derecho al secreto profesional (incluso cuando la opinión del hombre profesional es que ese secreto sirve al bien común) representa, como hemos querido demostrarlo, un objetivo político mucho más radical que la reivindicación tradicional de nacionalizar o de controlar democráticamente las herramientas de producción. La socialización de las herramientas, sin la socialización efectiva de los conocimientos técnicos, tiende a poner el “capital del saber” en la posición que anteriormente ocupaba el financiero. Si el tecnócrata pretende apoderarse del poder es que él detenta una parte capital en la sociedad del saber secreto y reservado al pequeño número. Para proteger el valor de sus acciones y para aumentarlo, imagina una vasta organización que hace difícil, incluso imposible, el acceso al saber técnico.
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+El hombre motivado necesita un tiempo relativamente corto para adquirir una capacidad que quiere utilizar —lo que tendemos a olvidar en una sociedad donde los profesores monopolizan la posibilidad de acceder a cualquier actividad y detentan el poder de acusar de charlatanería a todos aquellos que no se someten—. ¿En las industrias y en la investigación se requieren muchas capacidades que sean tan terribles, complejas y peligrosas como manejar un coche? Ese saber se adquiere muy pronto con la ayuda de un igual. No todos los seres están dotados para el ejercicio de la lógica matemática, pero quienes lo están hacen progresos rápidos desafiándose mutuamente en partidos de juegos educativos. En Cuernavaca uno de 20 niños es capaz de vencerme en esos juegos después de 15 días de entrenamiento. En cuatro meses, la gran mayoría de los adultos que vinieron a nuestro centro a aprender español llegaron a un nivel de conocimiento suficiente para atacar problemas abstractos.
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+Una primera etapa de acceso a conocimientos consistiría en encontrar ventajas diversas para aquellos que, poseedores de una capacidad, quisieran compartirla. Eso, inevitablemente, chocaría con intereses de grupos profesionales y sindicatos. Esta multiplicidad de posibles aprendizajes tiene, sin embargo, con qué seducirnos. ¿Está prohibido imaginar a alguien que sabe a la vez conducir, reparar el teléfono, instalar plomería, actuar como partera y dibujar planos arquitectónicos? A esos, como decimos, se opondrían los grupos de interés y los consumidores disciplinados, diciendo muy alto que el público no podría prescindir de una garantía profesional (argumento cuya validez es cada vez menos evidente a los ojos de las asociaciones de defensa del consumidor). Debemos tomar mucho más en serio la objeción que los economistas harían de esta socialización de las capacidades: el “progreso”, dirían, se frenaría si el saber (títulos, capacidades y todo lo demás…) se democratiza. La mejor respuesta ¿no sería mostrar las tasas de crecimiento de los absurdos en materia económica que engendra el sistema escolar?
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+Poder aproximar a quienes están deseosos de compartir sus conocimientos no es garantía de que haya adquisición de un saber. Dicho acceso está limitado no sólo por el monopolio de los programas educativos y el de los sindicatos, sino también por una tecnología de penuria. Las capacidades que hoy en día valen son las que se aplican al funcionamiento de “herramientas” concebidas de tal manera que no puedan generalizarse. Efectivamente, esas “herramientas” sirven para producir bienes o servicios de los que todos quieren gozar, pero esto último sólo se concede a un pequeño número y sólo pocos saben utilizarlas. Únicamente algunos privilegiados, por ejemplo, sobre el conjunto de los que sufren una determinada enfermedad, pueden beneficiarse de los descubrimientos de una investigación médica compleja, y todavía son menos los médicos que obtienen los conocimientos necesarios para utilizar dichas tecnologías.
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+Sin embargo, la investigación médica ha permitido crear un maletín de auxilios que permite a los enfermeros de la armada, después de sólo algunos meses de formación, obtener en el campo de batalla resultados muy superiores a los de los verdaderos médicos de la segunda Guerra Mundial. A un nivel todavía más inmediato, ¿no podría cualquier campesina aprender a reconocer y a curar las enfermedades infecciosas más comunes si investigadores médicos prepararan los remedios y las instrucciones necesarias para un determinado sector geográfico?
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+Todos estos ejemplos buscan ilustrar el hecho de que simples consideraciones educativas bastan para exigir una importante reducción de la importancia dada a las profesiones que se oponen a las relaciones entre los hombres de ciencia y la mayoría de quienes quieren tener acceso a esta ciencia. Si se prestara atención a esta demanda, todos los hombres podrían aprender a utilizar las herramientas de ayer, vueltas más eficaces y más durables gracias a la ciencia de hoy, para crear el mundo de mañana.
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+Por desgracia, es la tendencia contraria la que impera. Conozco una zona costera de América del Sur donde la mayoría de los habitantes viven de la pesca. Disponen de pequeñas embarcaciones y la introducción del motor auxiliar ha representado para ellos una verdadera revolución, de consecuencias a veces dramáticas. En el sector que estudié, la mitad de los motores comprados entre 1945 y 1950 funcionan todavía gracias a constante mantenimiento; por el contrario, los que se compraron en 1965 ya no funcionan porque no se concibieron para repararse. El progreso técnico proporciona a la mayoría de los seres humanos instrumentos inútiles, demasiado costosos, privándolos de las herramientas más simples que necesitan.
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+Desde 1940, considerables progresos se han realizado en el ámbito de los materiales metálicos, plásticos y de fibrocemento que se utilizan en la construcción, lo que debería darle a muchos seres humanos la posibilidad de construir sus propias casas. Pero en Estados Unidos, por ejemplo, mientras que en 1948 más de 30% de las habitaciones individuales las habían construido sus propietarios, a fines de 1960 ese porcentaje había caído a menos de 20 puntos.
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+El descenso del nivel de las capacidades por efecto de lo que se llama el “desarrollo económico” es aún más visible en América Latina. Ahí, la mayoría de los habitantes construyen todavía ellos mismos sus casas. Utilizan frecuentemente adobe y cal, materiales cuya utilidad es muy alta en clima cálido y húmedo. En otros sitios edifican casas con placas de chapa, cartón y otros desperdicios de la civilización industrial… En lugar de proporcionar a los habitantes herramientas simples y elementos estandarizados, sólidos, fácilmente reemplazables o reparables, los gobernantes de esos países se lanzaron a una política de producción masiva de habitaciones de interés social. Es, sin embargo, evidente que ninguno de ellos puede darse el lujo de proporcionar unidades habitacionales modernas a la mayoría de los habitantes. Por todas partes esta política prohibí a las masas adquirir los conocimientos y las habilidades necesarias para la construcción de casas más decentes.
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+## Una pobreza libremente consentida
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+Darse cuenta de las posibilidades de educación nos permite ver que cualquier sociedad posindustrial debe disponer de un herramental de base cuya misma naturaleza no permita el desarrollo del control tecnocrático. Debemos, en efecto, esforzarnos por hacer surgir una sociedad donde el saber científico pueda estar, de alguna forma, abierto a las herramientas útiles, a las piezas de ensamble en unidades de dimensiones limitadas, para que sean comprensibles a los hombres. Dicho herramental permite asociarse para cumplir una tarea o, como todo mil usos lo sabe instintivamente, descubrirlas sirviéndose de ellas para nuevas posibilidades de uso. Por la combinación de posibilidades de acceso siempre abiertas a lo que sucede a nuestro alrededor y por los límites impuestos al poder de las herramientas será posible visualizar una “economía de subsistencia” capaz de utilizar las ventajas de la ciencia moderna.
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+Desarrollar dicha economía servirá a los intereses de la aplastante mayoría de los habitantes de países pobres, pero también es la única alternativa posible en los países ricos frente a la creciente contaminación, la explotación, la construcción de un mundo cada vez más ensombrecido. Como lo hemos señalado, derribar el mito del “producto nacional bruto” no se concibe sin atacar al mismo tiempo el de la “educación nacional bruta” (que conduce a la capitalización de la mano de obra). Una economía igualitaria no podría existir en una sociedad en la que el derecho de producir lo confieren las escuelas.
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+Construir una economía de subsistencia moderna no depende de invenciones científicas nuevas. Su edificación pasa por una elección deliberada del conjunto de la sociedad que debe definir límites fundamentales al desarrollo de las burocracias y de las tecnocracias.
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+Estos límites pueden definirse de diferente manera, pero su utilidad dependerá de que se tomen en cuenta las verdaderas dimensiones de la existencia. (La posición del Congreso contra el desarrollo del transporte supersónico va en buena dirección.) Estas restricciones que se impondría voluntariamente la sociedad deben dirigirse a problemas simples, accesibles a todos; podríamos aquí retomar el ejemplo de los aviones supersónicos. Lo que guiaría la elección sería la conciencia de la necesidad de un disfrute igual de los frutos del saber científico. Los franceses dicen que se necesitarían mil años para enseñarle a un país a ocuparse de una vaca; no se necesitarían dos generaciones para ayudar a todos los habitantes de América Latina o de África a utilizar (o a reparar) motores auxiliares de vehículos simplificados, de bombas, de maletines médicos, de construcciones de hormigón, si la concepción de esos equipamientos no cambiara casi cada año. Obtener igual provecho de las adquisiciones de la técnica conduciría, sin duda, a una vida donde el gozo estaría presente, gozo, con sentido, de las relaciones establecidas entre los hombres, y como al mismo tiempo los hombres vivirían en un medio en donde el absurdo ya no tendría sitio, el derecho igual a los bienes de la sociedad se confundiría finalmente con la igualdad en materia de educación.
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+Hoy en día es difícil imaginar un consenso sobre la austeridad. La razón que por costumbre se da para explicar la impotencia actual de la mayoría se sitúa en una perspectiva (económica o política) de clases, y por lo general no nos damos cuenta de que las nuevas estructuras de clase impuestas por una sociedad escolarizada son más fácilmente controladas por los intereses establecidos. Sin duda alguna, una organización imperialista y capitalista de la sociedad definió un conjunto social en el interior del cual una minoría posee una influencia desproporcionada sobre la opinión de la mayoría. Pero en una sociedad tecnocrática, el poder de un pequeño número de “capitalistas del saber” es capaz de impedir la formación de una verdadera opinión pública por el control de las técnicas científicas y de los medios de comunicación entre los hombres.
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+Las garantías constitucionales dadas a la libertad de expresión, de prensa, de reunión, se dirigían a asegurar el acceso del gobierno por el pueblo. La electrónica moderna, las prensas offset, las computadoras, los teléfonos podrían representar un equipamiento capaz de dar un sentido completamente nuevo a esas libertades. Por desgracia, todas esas conquistas técnicas se utilizan para acrecentar el poder de los banqueros del conocimiento, en lugar de servir para tejer las verdaderas redes que proporcionarían oportunidades iguales de encuentro a la mayoría de los seres humanos.
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+Desescolarizar la estructura social y cultural exige utilizar la tecnología para hacer posible una política de participación. Sobre la base de una coalición de la mayoría se podrían determinar los límites del secreto y del poder creciente sin que exista dictadura.
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+Necesitamos un entorno nuevo en el cual crecer para conocer una sociedad sin clases o entraremos en el “mundo feliz” donde el _big brother_[^n23] estará ahí para educarnos a todos.
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+[^n01]: Penrose B. Jackson, _Trends in Elementary Education Expenditures. Central City and Suburban Comparisons 1965 to 1968_ , U. S. Office of Education, Office of Program and Planning Evaluation, junio de 1969.
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+[^n02]: En español en el original.
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+[^n03]: _Agua_ , _tierra_ , _casa_ son algunas de las palabras generadoras que Paulo Freire incluye en la relación educador-educando.
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+[^n04]: _Atomic Ballistic Missile_. (T.)
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+[^n05]: Respecto a las historias paralelas del capitalismo moderno y la niñez moderna véase Philippe Ariès, _L’Enfant et la vie familiale sous l’Ancien Régime,_ Seuil, 1973.
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+[^n06]: Agency for International Development: organismo del Departamento de Estado de Estados Unidos. (T.)
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+[^n07]: El autor se refiere a las Enmiendas a la Constitución de Estados Unidos (1971), que establecen, respectivamente: _a)_ las libertades de religión, expresión, reunión y de ser oídos para pedir justicia, y _b)_ de no ser llamado a responder por delitos graves sin ser declarado reo, de no ser condenado dos veces a muerte por una misma causa, ni a testimoniar contra sí mismo, de no ser privado de la libertad o de las propiedades sin un debido proceso legal, ni a ser expropiado sin justa compensación. (T.)
+
+[^n08]: Buen riesgo: en el lenguaje de los aseguradores, el que tiene muy pocas oportunidades de concretarse en una pérdida. (T.)
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+[^n09]: Culto creado por indígenas de Nueva Guinea, que atribuye un origen mágico a los artículos occidentales (aviones, radios, relojes, plásticos, etc.). (T.)
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+[^n10]: _Truant officer_. El que lleva a la escuela a quienes deben cumplir con la instrucción legal obligatoria. (T.)
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+[^n11]: _Ética a Nicómaco_ , 1140.
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+[^n12]: Este capítulo fue presentado originalmente en una sesión de la American Educational Research Association, en la ciudad de Nueva York, el 6 de febrero de 1971.
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+[^n13]: Véase Joel Spring, _Education and the Rise of the Corporate State_ , Cuaderno núm. 50, Centro Intercultural de Documentación, Cuernavaca, México, 1971.
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+[^n14]: Equivalente a los grados primero, segundo y tercero de secundaria, o los antiguos tres primeros años de bachillerato —cuando había seis—. (T.)
+
+[^n15]: En francés, en el original.
+
+[^n16]: Office of Economic Opportunity, organismo oficial en Estados Unidos. (T.)
+
+[^n17]: Lenguaje usado en informática para fines comerciales. (T.)
+
+[^n18]: En el francés, en el original.
+
+[^n19]: Las tres citas provienen de “People” (“Gente”), del libro _Poemas escogidos_ de Yevgeny Yevtushenko. Traducidos por Robin Milner-Gulland y Peter Levi, y con una introducción de los traductores. Publicado por E. P. Dutton & Co., 1962, y reimpreso con su autorización.
+
+[^n20]: Las 14 más célebres universidades de Estados Unidos constituyen esta “liga de la hiedra” _(ivy league)_. (Son miembros de ella, por ejemplo, Yale, Harvard, Princeton…) Es una asociación sin objetivo definido, pero que conserva la tradición de grandeza. Saca su nombre de la hiedra que recubre los edificios más antiguos. (T.)
+
+[^n21]: El hecho de asistir a los cursos representa cierto número de créditos por semestre. Para tener acceso al diploma es necesario haber cubierto un número de 135 en cuatro años. (T.)
+
+[^n22]: En francés, en el original. (T.)
+
+[^n23]: Alusiones al libro de Aldous Huxley, _Un mundo feliz_ , y al de George Orwell, _1984._
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--- /dev/null
+++ b/data/pages/es/book/deschooling/es.pdf
Binary files differ
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index 0000000..2fdb137
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@@ -0,0 +1,5770 @@
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+\title{La sociedad desescolarizada}
+\author{Ivan Illich}
+\date{1970}
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+
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+\titleformat{\chapter}[display]{\normalfont\bfseries}{}{0pt}{\huge\thechapter.\,#1}
+
+\hypertarget{introducciuxf3n}{%
+\section{Introducción}\label{introducciuxf3n}}
+
+Debo a Everett Reimer el interés que tengo por la educación pública
+hasta el día de 1958 en que nos conocimos en Puerto Rico jamás había yo
+puesto en duda el valor de hacer obligatoria la escuela para todos.
+Conjuntamente, hemos llegado a percatarnos de que para la mayoría de los
+seres humanos, el derecho a aprender se ve restringido por la obligación
+de asistir a la escuela.
+
+Desde 1966 en adelante, Valentina Borremans, cofundadora y directora del
+CIDOC (Centro Intercultural de Documentación) de Cuernavaca, organizó
+anualmente dos seminarios alrededor de mi diálogo con Reimer. Centenares
+de personas de todo el mundo participaron en estos encuentros. Quiero
+recordar en este lugar a dos de ellos que contribuyeron particularmente
+a nuestro análisis y que en el entretiempo murieron: Augusto Salazar
+Bondy y Paul Goodman. Los ensayos escritos para el boletín \emph{Cidoc
+Informa} y reunidos en este libro se desarrollaron a partir de mis notas
+de seminario. El último capítulo contiene ideas que me surgieron después
+de mis conversaciones con Erich Fromm en torno al Mutterrecht de
+Bachofen.
+
+Durante estos años Valentina Borremans constantemente me urgía a poner a
+prueba nuestro pensar enfrentándolo a las realidades de América Latina y
+de África. Este libro refleja su convencimiento de que no sólo las
+instituciones sino el \emph{ethos} de la sociedad deben ser
+``desescolarizados''.
+
+La educación universal por medio de la escolarización no es factible. No
+sería más factible si se intentara mediante instituciones alternativas
+construidas según el estilo de las escuelas actuales. Ni nuevas
+actitudes de los maestros hacia sus alumnos, ni la proliferación de
+nuevas herramientas y métodos físicos o mentales (en el aula o en el
+dormitorio), ni, finalmente, el intento de ampliar la responsabilidad
+del pedagogo hasta que englobe las vidas completas de sus alumnos, dará
+por resultado la educación universal. La búsqueda actual de nuevos
+\emph{embudos} educacionales debe revertirse hacia la búsqueda de su
+antípoda institucional: \emph{tramas} educacionales que aumenten la
+oportunidad para que cada cual transforme cada momento de su vida en un
+momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse. Confiamos en estar
+aportando conceptos necesarios para aquellos que realizan
+investigaciones sobre la educación ---y asimismo para aquellos que
+buscan alternativas para otras industrias de servicio establecidas---.
+
+Me propongo examinar algunas cuestiones inquietantes que surgen una vez
+que adoptamos como hipótesis que la sociedad puede desescolarizarse,
+buscar pautas que puedan ayudarnos a discernir instituciones dignas de
+desarrollo por cuanto apoyan el aprendizaje en un medio desescolarizado,
+y esclarecer las metas personales que ampararían el advenimiento de una
+Edad de Ocio \emph{(schole)} opuesta como tal a una economía dominada
+por las industrias de servicio.
+
+IVÁN ILLICH
+
+\emph{Ocotepec, Morelos, enero de 1978}
+
+\hypertarget{por-quuxe9-debemos-privar-de-apoyo-oficial-a-la-escuela}{%
+\section{Por qué debemos privar de apoyo oficial a la
+escuela}\label{por-quuxe9-debemos-privar-de-apoyo-oficial-a-la-escuela}}
+
+Muchos estudiantes en especial los que son pobres saben intuitivamente
+qué hacen por ellos las escuelas los adiestran a confundir proceso y
+sustancia. Una vez que estos dos términos se hacen indistintos, se
+adopta una nueva lógica: cuanto más tratamiento haya, tanto mejor serán
+los resultados. Al alumno se le ``escolariza'' de ese modo para
+confundir enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con
+educación, diploma con competencia, y fluidez con capacidad para decir
+algo nuevo. A su imaginación se la ``escolariza'' para que acepte
+servicio en vez de valor. Se confunde el tratamiento médico tomándolo
+por cuidado de la salud, el trabajo social por mejoramiento de la vida
+comunitaria, la protección policiaca por tranquilidad, el equilibrio
+militar por seguridad nacional, la mezquina lucha cotidiana por trabajo
+productivo. La salud, el saber, la dignidad, la independencia y el
+quehacer creativo quedan definidos como poco más que el desempeño de las
+instituciones que afirman servir a estos fines, y su mejoramiento se
+hace dependiente de la asignación de mayores recursos a la
+administración de hospitales, escuelas y demás organismos
+correspondientes.
+
+En estos ensayos mostraré que la institucionalización de los valores
+conduce inevitablemente a la contaminación física, a la polarización
+social y a la impotencia psicológica: tres dimensiones en un proceso de
+degradación global y de miseria modernizada. Explicaré cómo este proceso
+de degradación se acelera cuando unas necesidades no materiales se
+transforman en demanda de bienes; cuando a la salud, a la educación, a
+la movilidad personal, al bienestar o a la cura psicológica se las
+define como el resultado de servicios o de ``tratamientos''. Hago esto
+porque creo que la mayoría de las investigaciones actualmente en curso
+acerca del futuro tienden a abogar por incrementos aún mayores en la
+institucionalización de valores y que debemos definir algunas
+condiciones que permitieran que ocurriese lo contrario. Precisamos
+investigaciones sobre el posible uso de la tecnología para crear
+instituciones que atiendan a la acción recíproca, creativa y autónoma
+entre personas y a la emergencia de valores que los tecnócratas no
+puedan controlar sustancialmente. Necesitamos investigación en líneas
+generales para la futurología actual.
+
+Quiero suscitar la cuestión general acerca de la mutua definición, de la
+naturaleza del hombre y de la naturaleza de las instituciones modernas,
+que caracteriza nuestra visión del mundo y nuestro lenguaje. Para
+hacerlo, he elegido a la escuela como mi paradigma, y por consiguiente
+trato sólo indirectamente de otros organismos burocráticos del Estado
+corporativo: la familia consumidora, el partido, el ejército, la
+Iglesia, los medios informativos. Mi análisis del currículum oculto de
+la escuela debería poner en evidencia que la educación pública se
+beneficiaría con la desescolarización de la sociedad, tal como la vida
+familiar, la política, la seguridad, la fe y la comunicación se
+beneficiarían con un proceso análogo.
+
+Quiero comenzar este estudio esforzándome en hacer comprender qué es lo
+que la desescolarización de una sociedad escolarizada podría significar.
+En este contexto debiera ser más fácil entender mi elección de los cinco
+aspectos específicos pertinentes respecto de este proceso, los cuales
+abordaré en los capítulos siguientes.
+
+No sólo la educación sino la propia realidad social se han escolarizado.
+Cuesta más o menos lo mismo escolarizar tanto al rico como al pobre en
+igual dependencia. El gasto anual por alumno en los arrabales y los
+suburbios ricos de cualquiera de 20 ciudades de Estados Unidos está
+comprendido dentro de unos mismos márgenes ---y hasta es favorable al
+pobre en ciertos casos---.\footnote{Penrose B. Jackson, \emph{Trends in
+ Elementary Education Expenditures. Central City and Suburban
+ Comparisons 1965 to 1968} , U. S. Office of Education, Office of
+ Program and Planning Evaluation, junio de 1969.}
+
+Tanto el pobre como el rico dependen de escuelas y hospitales que guían
+sus vidas, forman su visión del mundo y definen para ellos qué es
+legítimo y qué no. Ambos consideran irresponsable medicarse uno mismo, y
+ven a la organización comunitaria, cuando no la pagan quienes detentan
+la autoridad, como una forma de agresión y subversión. Para ambos
+grupos, apoyarse en el tratamiento institucional hace sospechoso el
+logro independiente. El subdesarrollo progresivo de la confianza en sí
+mismo y en la comunidad es incluso más típico en Westchester que en el
+norte de Brasil. Por doquiera, no tan sólo la educación sino la sociedad
+en conjunto, necesitan ``desescolarización''.
+
+Las burocracias del bienestar social pretenden un monopolio profesional,
+político y financiero sobre la imaginación social, fijando normas sobre
+qué es valedero y qué es factible. Este monopolio está en las raíces de
+la modernización de la pobreza. Cada necesidad simple para la que se
+halla una respuesta institucional permite la invención de una nueva
+clase de pobres y una nueva definición de la pobreza. Hace 10 años, lo
+normal en México era nacer y morir en su propia casa, y ser enterrado
+por sus amigos. Sólo las necesidades del alma las atendía la Iglesia
+institucionalizada. Ahora, comenzar y acabar la vida en casa se
+convierten en \emph{signos} , ya sea de pobreza, ya sea de privilegio
+especial. El morir y la muerte han quedado bajo la administración
+institucional del médico y de los empresarios de pompas fúnebres.
+
+Una vez que una sociedad ha convertido ciertas necesidades básicas en
+demandas de bienes producidos científicamente, la pobreza queda definida
+por normas que los tecnócratas pueden cambiar a voluntad. ``Pobre'' es
+quien no llega a satisfacer ciertas normas del consumo obligatorio. En
+México son pobres aquellos que carecen de tres años de escolaridad, y en
+Nueva York aquellos que carecen de doce.
+
+Los pobres siempre han sido socialmente impotentes. Apoyarse cada vez
+más en la atención y el cuidado institucionales agrega una nueva
+dimensión a su indefensión: la impotencia psicológica, la incapacidad de
+valerse por sí mismos. Los campesinos del altiplano andino son
+explotados por el terrateniente y el comerciante ---una vez que se
+asientan en Lima llegan a depender, además, de los jefazos políticos y
+están desarmados por su falta de escolaridad---. La pobreza moderna
+conjuga la pérdida del poder sobre las circunstancias con una pérdida de
+la potencia personal. Esta modernización de la pobreza es un fenómeno
+mundial y está en el origen del subdesarrollo contemporáneo. Adopta
+aspectos diferentes, por supuesto, en países ricos y países pobres.
+
+Probablemente se siente más intensamente en las ciudades estadunidenses.
+En ninguna otra parte se da un tratamiento más costoso a la pobreza. En
+ninguna otra parte el tratamiento de la pobreza produce tanta
+dependencia, ira, frustración y nuevos requerimientos. Y en ninguna otra
+parte es tan evidente que la pobreza ---una vez modernizada--- ha
+llegado a hacerse resistente al tratamiento con dólares y requiere de
+una revolución institucional.
+
+Hoy en día, en Estados Unidos, el negro y hasta el vagabundo pueden
+aspirar a un nivel de tratamiento profesional que habría sido
+inconcebible hace dos generaciones y que a la mayoría de la gente del
+Tercer Mundo le parece grotesca. Por ejemplo, los pobres de Estados
+Unidos pueden contar con un vigilante escolar que lleve a sus hijos de
+regreso a la escuela hasta que lleguen a los 17 años o con un médico que
+les remita a una cama de hospital que cuesta 60 dólares diarios ---el
+equivalente al ingreso de tres meses para la mayor parte de la gente en
+el mundo---. Pero ese cuidado los hace sólo más dependientes de un
+tratamiento ulterior, y los hace cada vez más incapaces de organizar sus
+propias vidas en torno a sus propias experiencias y recursos dentro de
+sus propias comunidades.
+
+Los estadunidenses pobres están en una posición singular para hablar
+sobre el predicamento que amenaza a todos los pobres de un mundo en vías
+de modernización. Están descubriendo que no hay cantidad alguna de
+dólares que pueda eliminar la destructividad inherente de las
+instituciones de bienestar social, una vez que las jerarquías
+profesionales de estas instituciones han convencido a la sociedad de que
+sus servicios son moralmente necesarios. Los pobres de los núcleos
+urbanos centrales de Estados Unidos pueden demostrar con su propia
+experiencia la falacia sobre la que está construida la legislación
+social en una sociedad ``escolarizada''.
+
+William O. Douglas, miembro de la Suprema Corte de Justicia, hizo la
+observación de que ``la única manera de establecer una observación es
+financiarla''. El corolario es asimismo verdadero. Sólo al desviar los
+dólares que ahora afluyen a las instituciones que actualmente tratan la
+salud, la educación y el bienestar social, podrá detenerse el progresivo
+empobrecimiento que ahora proviene del aspecto paralizante de las mismas
+instituciones.
+
+Debemos tener esto presente al evaluar los programas de ayuda federales.
+A modo de ejemplo: entre 1965 y 1968, en las escuelas de Estados Unidos
+se gastaron más de 3 000 millones de dólares para compensar las
+desventajas de unos seis millones de niños. Al programa se le conoce con
+el nombre de \emph{Title One} (Artículo Primero). Es el programa
+compensatorio más costoso que jamás se haya intentado en parte alguna en
+materia de educación y, sin embargo, no es posible discernir ningún
+mejoramiento significativo en el aprendizaje de estos niños
+``desfavorecidos''. En comparación con sus condiscípulos del mismo curso
+que provienen de hogares de ingresos medios, han quedado aún más
+retrasados. Por lo demás, a lo largo de este programa, los profesionales
+descubrieron otros 10 millones de niños que se esforzaban sometidos a
+desventajas económicas y educativas. Se dispone ahora de nuevas razones
+para reclamar nuevos fondos federales.
+
+Este fracaso total en el intento de mejorar la educación de los pobres a
+pesar de un tratamiento más costoso puede explicarse de tres maneras:
+
+\emph{1)} Tres mil millones de dólares son insuficientes para mejorar el
+aprovechamiento de seis millones de niños de modo apreciable; o bien,
+
+\emph{2)} el dinero se gastó de manera incompetente: se requieren
+diferentes planes de estudio, una mejor administración, una
+concentración aún mayor de fondos sobre el niño pobre, y más
+investigaciones. Con ello se lograría el objetivo: o bien,
+
+\emph{3)} la desventaja educativa no puede curarse apoyándose en una
+educación dentro de la escuela.
+
+Lo primero es sin duda cierto en cuanto que el dinero se ha gastado a
+través del presupuesto escolar. El dinero se destinó efectivamente a las
+escuelas donde estaban la mayoría de los niños desfavorecidos, pero no
+se gastó en los niños mismos. Estos niños, a los que estaba destinado el
+dinero, constituían sólo alrededor de la mitad de los que asistían a las
+escuelas que añadieron el subsidio federal a sus presupuestos. De modo
+que el dinero se gastó en inspección y custodia, en indoctrinación y
+selección de papeles sociales, como también en educación, todo ello
+inextricablemente mezclado con los edificios e instalaciones, planes de
+estudio, profesores, administradores y otros componentes básicos de
+estas escuelas y, por consiguiente, con sus presupuestos.
+
+Los fondos adicionales permitieron a las escuelas atender
+desproporcionadamente a los niños relativamente más ricos que estaban
+``desfavorecidos'' por tener que asistir a la escuela en compañía de los
+pobres. En el mejor de los casos, una pequeña proporción de cada dólar
+destinado a remediar las desventajas del niño pobre en su aprendizaje
+podía llegar hasta ese niño a través del presupuesto de la escuela.
+
+Podría ser igualmente cierto que el dinero se gastó de manera
+incompetente. Pero ni siquiera la incompetencia poco común puede superar
+la del sistema escolar. Las escuelas resisten, por su estructura misma,
+la concentración del privilegio en quienes son, por otra parte,
+desfavorecidos. Los planes especiales de estudio, las clases separadas o
+más horas de estudio constituyen tan sólo más discriminación a un coste
+más elevado.
+
+Los contribuyentes no se han acostumbrado aún a ver que 3 000 millones
+de dólares se desvanezcan en el Ministerio de Salud, Educación y
+Bienestar como si se tratara del Pentágono. El gobierno actual tal vez
+estime que puede afrontar la ira de los educadores. Los estadunidenses
+de clase media no tienen nada que perder si se interrumpe el programa.
+Los padres pobres creen que sí pierden, pero, más todavía, están
+exigiendo el control de los fondos destinados a sus hijos. Un sistema
+lógico de recortar el presupuesto y, sería de esperar, de aumentar sus
+beneficios, consistiría en un sistema de becas escolares como el
+propuesto por Milton Friedman y otros. Los fondos se canalizarían al
+beneficiario, permitiéndole comprar su parte de escolaridad que elija.
+Si dicho crédito se limitara a unas compras que se ajustasen a un plan
+escolar de estudios, tendería a proporcionar una mayor igualdad de
+tratamiento, pero no aumentaría por ello la igualdad de las exigencias
+sociales.
+
+Debería ser obvio que incluso con escuelas de igual calidad un niño
+pobre rara vez se pondrá a la par de uno rico. Incluso si asisten a las
+mismas escuelas y comienzan a la misma edad, los niños pobres carecen de
+la mayoría de las oportunidades educativas que, al parecer, dispone el
+niño de clase media. Estas ventajas van desde la conversación y los
+libros en el hogar hasta el viaje de vacaciones y un sentido diferente
+de sí mismo, y actúan, para el niño que goza de ellas, tanto dentro de
+la escuela como fuera de ella. De modo que el estudiante más pobre se
+quedará atrás en tanto dependa de la escuela para progresar o aprender.
+Los pobres necesitan fondos que les permitan aprender y no obtener
+certificados del tratamiento de sus deficiencias presuntamente
+desproporcionadas.
+
+Todo esto es válido para naciones tanto ricas como pobres, pero aparece
+con aspecto diferente. En las naciones pobres, la pobreza modernizada
+afecta a más gente y más visiblemente, pero también ---por ahora--- más
+superficialmente. Dos de cada tres del total de niños latinoamericanos
+dejan la escuela antes de terminar el quinto grado, pero estos
+\emph{desertores}\footnote{En español en el original.} no están tan mal,
+como lo estarían en Estados Unidos.
+
+Hoy en día son pocos los países víctimas de la pobreza clásica, que era
+estable y menos paralizante. La mayoría de los países de América Latina
+han llegado al punto de ``despegue'' hacia el desarrollo económico y el
+consumo competitivo y, por lo tanto, hacia la pobreza modernizada: sus
+ciudadanos aprenden a pensar como ricos y a vivir como pobres. Sus leyes
+establecen un periodo escolar obligatorio de seis a 10 años. No sólo en
+Argentina, sino también en México o en Brasil, el ciudadano medio define
+una educación adecuada según las pautas estadunidenses, aun cuando la
+posibilidad de lograr esa prolongada escolarización esté restringida a
+una diminuta minoría. En estos países la mayoría ya está enviciada con
+la escuela, es decir, ha sido ``escolarizada'' para sentirse inferior
+respecto de quienes tienen una mejor escolaridad. Su fanatismo en favor
+de la escuela hace posible explotarlos por partida doble: permite
+aumentar la asignación de fondos públicos para la educación de unos
+pocos y aumentar la aceptación del control social por parte de la
+mayoría.
+
+Es paradójico que la creencia en la escolarización universal se mantenga
+más firme en los países en que el menor número de personas ha sido ---y
+será--- servido por las escuelas. Sin embargo, en América Latina la
+mayoría de los padres y de los hijos podrían seguir aún senderos
+diferentes hacia la educación. La proporción del ahorro nacional
+invertido en escuelas y maestros tal vez sea mayor que en los países
+ricos, pero estas inversiones son totalmente insuficientes para atender
+a la mayoría haciendo posible siquiera cuatro años de asistencia a la
+escuela. Fidel Castro habla como si quisiese avanzar directo a la
+desescolarización, cuando promete que para 1980 Cuba estará en
+condiciones de disolver su universidad, puesto que toda la vida cubana
+será una \emph{experiencia educativa}. Sin embargo, en los niveles de
+primaria y secundaria, Cuba, al igual que otros países latinoamericanos,
+actúa como si el paso a través de un periodo definido como ``la edad
+escolar'' fuese una meta incuestionable para todos, sólo postergada por
+una escasez momentánea de recursos.
+
+Los dos engaños gemelos de un tratamiento más a fondo, tal como de hecho
+se proporciona en Estados Unidos ---y como tan sólo se promete en
+América Latina--- se complementan entre sí. Los pobres del Norte están
+siendo tullidos por el mismo tratamiento de 12 años cuya carencia marca
+a los pobres del Sur como irremediablemente retrasados. Ni en
+Norteamérica ni en América Latina logran los pobres igualdad a partir de
+escuelas obligatorias. Pero en ambas partes la sola existencia de la
+escuela desanima al pobre y lo invalida para asir el control de su
+propio aprendizaje. En todo el mundo la escuela tiene un efecto
+antieducacional sobre la sociedad: se le reconoce como la institución
+que se especializa en educación. La mayoría de las personas considera
+los fracasos de la escuela como una prueba de que la educación es una
+tarea muy costosa, muy compleja, siempre arcana y frecuentemente casi
+imposible.
+
+La escuela se apropia del dinero, de los hombres y de la buena voluntad
+disponibles para educación, y fuera de eso desalienta a otras
+instituciones respecto a asumir tareas educativas. El trabajo, el tiempo
+libre, la política, la vida ciudadana e incluso la vida familiar
+dependen de las escuelas, en lo concerniente a los hábitos y
+conocimientos que presuponen, en vez de convertirse ellos mismos en
+medios de educación. Tanto las escuelas como las otras instituciones que
+dependen de aquéllas llegan simultáneamente a tener un precio imposible.
+
+En Estados Unidos, los costes per cápita de la escolaridad han aumentado
+casi con igual rapidez que el coste del tratamiento médico. Pero este
+tratamiento más completo impartido por doctores y maestros ha mostrado
+resultados en continua declinación. Los gastos médicos concentrados
+sobre los mayores de 45 años se han duplicado varias veces durante un
+periodo de 40 años, dando como fruto un aumento de 3\% en las
+probabilidades de vida de los varones. El incremento de los gastos
+educativos ha producido resultados aún más extraños; de otra manera el
+presidente Nixon no se habría sentido inclinado a prometer esta
+primavera que todo niño tendrá pronto el ``derecho a leer'' antes de
+dejar la escuela.
+
+En Estados Unidos se precisarían 80 000 millones de dólares por año para
+proporcionar lo que los educadores consideran como tratamiento
+igualitario para todos en escuelas primaria y secundaria. Esto es
+bastante más del doble de los 36 000 millones que se están gastando
+ahora. Las predicciones de costes preparadas de modo independiente en el
+Ministerio de Salud, Educación y Bienestar y en la Universidad de
+Florida indican que para 1974 las cifras comparables serán de 107 000
+millones contra los 45 000 millones proyectados ahora, y estas cifras
+omiten totalmente los enormes costes de lo que se denomina ``educación
+superior'', cuya demanda está creciendo de manera más veloz. Estados
+Unidos, que en 1969 gastó casi 80 000 millones de dólares en
+``defensa'', incluyendo su despliegue en Vietnam, es obviamente
+demasiado pobre como para proporcionar igual escolaridad. El comité
+nombrado por el presidente para el estudio del financiamiento de las
+escuelas debiera preguntar no cómo mantener o cómo recortar tales
+costes, crecientes, sino cómo evitarlos.
+
+La escuela igual y obligatoria para todos debiera reconocerse por lo
+menos como algo económicamente impracticable. En América Latina, la
+cantidad de erario que se gasta en cada estudiante graduado oscila entre
+350 y 1 500 veces el monto gastado en el ciudadano medio (es decir, el
+ciudadano que está en un término medio entre el más pobre y el más
+rico). En Estados Unidos la discrepancia es menor, pero la
+discriminación más aguda. Los padres más ricos, cerca de 10\%, pueden
+permitirse proporcionar a sus hijos educación privada y ayudarles a
+beneficiarse de las donaciones de fundaciones. Pero además consiguen 10
+veces el monto per cápita de fondos públicos si éste se compara con el
+gasto per cápita que se efectúa en los hijos de 10\% de los más pobres.
+Las razones principales de que esto ocurra son que los muchachos ricos
+permanecen más tiempo en la escuela, que un año de universidad es
+desproporcionadamente más costoso que un año de escuela secundaria, y
+que la mayoría de las universidades privadas dependen ---al menos
+indirectamente--- de un financiamiento derivado de desgravámenes.
+
+La escuela obligatoria polariza inevitablemente a una sociedad y
+califica asimismo a las naciones del mundo según un sistema
+internacional de castas. A los países se los califica como castas cuya
+dignidad la determina el promedio de años de escolaridad de sus
+ciudadanos, tabla de calificación que se relaciona íntimamente con el
+producto nacional bruto per cápita y es mucho más dolorosa.
+
+La paradoja de las escuelas es evidente: el gasto creciente hace
+aumentar su destructividad en su propio país y en el extranjero. Esta
+paradoja debe convertirse en tema de debate público. Hoy por hoy se
+reconoce de manera general que el medio ambiente físico quedará
+destruido dentro de poco por la contaminación bioquímica a menos que
+invirtamos las tendencias actuales de producción de bienes físicos.
+Debería reconocerse asimismo que la vida social y personal está
+igualmente amenazada por la contaminación del Ministerio de Salud,
+Educación y Bienestar, subproducto inevitable del consumo obligatorio y
+competitivo del bienestar.
+
+La escalada de las escuelas es tan destructiva como la de las armas, si
+bien de manera menos visible. En todo el mundo, los costes de la escuela
+han aumentado con mayor velocidad que las matrículas y más velozmente
+por el producto nacional bruto (PNB); en todas partes los gastos en la
+escuela se quedan cada vez más cortos frente a las expectativas de
+padres, maestros y alumnos. Por doquiera, esta situación desalienta
+tanto la motivación como el financiamiento para una planificación en
+gran escala del aprendizaje no escolar. Estados Unidos está demostrando
+al mundo que ningún país puede ser lo bastante rico como para permitirse
+un sistema escolar que satisfaga las demandas que este mismo sistema
+crea con sólo existir, porque un sistema escolar que logre su meta
+escolariza a padres y alumnos en el valor supremo de un sistema escolar
+aún mayor, cuyo coste crece desproporcionadamente conforme se crea una
+demanda de grados superiores y éstos se hacen escasos.
+
+En vez de decir que una escolaridad pareja es impracticable por el
+momento, debemos reconocer que, en principio, es económicamente absurda,
+y que intentarla es intelectualmente castrante, socialmente polarizante
+y destruye la verosimilitud del sistema político que la promueve.
+
+La ideología de la escolaridad obligatoria no admite límites lógicos. La
+Casa Blanca proporcionó hace poco un buen ejemplo. El doctor
+Hutschnecker, el ``psiquiatra'' que atendió al señor Nixon antes de que
+fuese admitido como candidato, recomendó al presidente que todos los
+niños de seis a ocho años fueran examinados profesionalmente para cazar
+a aquellos que tuviesen tendencias destructivas, y que se les
+proporcionase a éstos tratamiento obligatorio. En caso necesario se
+exigiría su reeducación en instituciones especiales. Este memorándum
+enviado al presidente por su doctor pasó al Ministerio de Salud,
+Educación y Bienestar para que examinaran su valía. En efecto, unos
+campos de concentración preventivos para predelincuentes serían un
+adelanto lógico respecto del sistema escolar.
+
+El que todos tengan iguales oportunidades de educarse es una meta
+deseable y factible, pero identificar con ello la escolaridad
+obligatoria es confundir la salvación con la Iglesia. La escuela ha
+llegado a ser la religión del proletariado modernizado, y hace promesas
+huecas a los pobres de la era tecnológica. La nación-Estado la ha
+adoptado, reclutando a todos los ciudadanos dentro de un currículum
+graduado que conduce a diplomas consecutivos no distintos a los rituales
+de iniciación y promociones hieráticas de antaño. El Estado moderno se
+ha arrogado el deber de hacer cumplir el juicio de sus educadores
+mediante vigilantes bien intencionados y cualificaciones exigidas para
+conseguir trabajos, de modo muy semejante al que siguieron los reyes
+españoles que hicieron cumplir los juicios de sus teólogos mediante los
+conquistadores y la Inquisición.
+
+Hace dos siglos Estados Unidos dio al mundo la pauta en un movimiento
+para privar de apoyo oficial al monopolio de una sola Iglesia. Ahora
+necesitamos la separación constitucional respecto del monopolio de la
+escuela quitando de esa manera el apoyo oficial a un sistema que conjuga
+legalmente el prejuicio con la discriminación. El primer artículo de una
+Declaración de los Derechos del Hombre apropiada para una sociedad
+moderna, humanista, concordaría con la Primera Enmienda de la
+Constitución de Estados Unidos: ``El Estado no dictará ley alguna
+respecto del establecimiento de la educación''. No habrá ningún ritual
+obligatorio para todos.
+
+Para poner en vigencia esta separación entre Estado y escuela,
+necesitamos una ley que prohíba la discriminación en la contratación de
+personal, en las votaciones o en la admisión a los centros de enseñanza
+fundados en la previa asistencia a algún plan de estudios. Esta garantía
+no excluiría pruebas de competencia para una función o cargo, pero
+eliminaría la absurda discriminación actual en favor de una persona que
+aprende una destreza determinada con el mayor de los gastos del erario
+público o ---lo que es igualmente probable--- que ha podido obtener un
+diploma que no tiene relación con ninguna habilidad o trabajo útiles.
+Una separación constitucional del Estado y la escuela puede llegar a ser
+psicológicamente eficaz sólo si protege al ciudadano de la posibilidad
+de ser descalificado por cualquier aspecto de su carrera escolar.
+
+Con la escolaridad no se fomenta ni el deber ni la justicia porque los
+educadores insisten en aunar la instrucción y la certificación. El
+aprendizaje y la asignación de funciones sociales se funden en la
+escolarización. No obstante que aprender significa adquirir una nueva
+habilidad o entendimiento, la promoción depende de la opinión que otros
+se hayan formado de uno. Aprender es con frecuencia el resultado de una
+instrucción, pero ser elegido para una función o categoría en el mercado
+del trabajo depende cada vez más del tiempo que se ha asistido a un
+centro de instrucción.
+
+Instrucción es la selección de circunstancias que facilitan el
+aprendizaje. Las funciones se asignan fijando un currículum de
+condiciones que el candidato debe satisfacer para pasar la valla. La
+escuela vincula la instrucción ---pero no el aprendizaje--- con estas
+funciones. Esto no es ni razonable ni liberador. No es razonable porque
+no liga unas cualidades o competencias sobresalientes con las funciones
+por desempeñar, sino con el proceso mediante el cual se supone que
+habrán de adquirirse dichas cualidades. No libera ni educa porque la
+escuela reserva la instrucción para aquellos cuyos pasos en el
+aprendizaje se ajustan a unas medidas aprobadas de control social.
+
+El currículum se ha empleado siempre para asignar el rango social. En
+ocasiones podía ser prenatal: el karma le adjudica a uno a determinada
+casta y el linaje a la aristocracia. El currículum podía adoptar la
+forma de un ritual de ordenaciones sacras y secuenciales, o bien podía
+consistir en una sucesión de hazañas guerreras o cinegéticas, o bien las
+promociones ulteriores podían depender de una serie de previos favores
+regios. La escolaridad universal tenía por objeto separar la
+adjudicación de las funciones de la historia personal de cada uno: se
+ideó para dar a todos una oportunidad igual de obtener cualquier cargo.
+Aún ahora muchos creen erróneamente que la escuela asegura que la
+confianza pública dependa de unos logros sobresalientes en el saber.
+Pero en vez de haber igualado las posibilidades, el sistema escolar ha
+monopolizado su distribución.
+
+Para separar la competencia del currículum, debe convertirse en tabú
+toda indagación acera del historial de aprendizaje de cada persona, tal
+como las indagaciones acerca de su filiación política, su asistencia a
+la iglesia, linaje, hábitos sexuales o antecedentes raciales. Deben
+dictarse leyes que prohíban la discriminación basada en una previa
+escolaridad. Evidentemente, las leyes no pueden impedir el prejuicio
+contra el no escolarizado ---ni se pretende con ellas obligar a nadie a
+casarse con un autodidacta---, pero pueden desaprobar la discriminación
+justificada.
+
+Otra gran ilusión en la que se apoya el sistema escolar es la creencia
+de que la mayor parte del saber es el resultado de la enseñanza. La
+enseñanza puede, en verdad, contribuir a ciertos tipos de aprendizaje en
+ciertas circunstancias. Pero la mayoría de las personas adquieren la
+mayor parte de su conocimiento fuera de la escuela, y cuando este
+conocimiento se da en ella, sólo es en la medida en que, en unos cuantos
+países ricos, la escuela se ha convertido en el lugar de confinamiento
+de las personas durante una parte cada vez mayor de sus vidas.
+
+Lo principal del aprendizaje sobreviene casualmente, e incluso el
+aprendizaje más intelectual no es el resultado de una instrucción
+programada. Los niños normales aprenden su lenguaje de manera informal,
+aunque con mayor rapidez si sus padres les prestan atención. La mayoría
+de las personas que aprenden bien un segundo idioma lo hacen a
+consecuencia de circunstancias aleatorias y no de una enseñanza
+ordenada. Llegan a vivir con sus abuelos, o viajan o se enamoran de
+algún extranjero. La lectura fácil proviene con igual frecuencia de la
+escuela o de actividades extracurriculares de este tipo. La mayoría de
+quienes leen profusamente y con placer tan sólo creen que aprendieron a
+hacerlo en la escuela; cuando se les discute esto, descartan fácilmente
+este espejismo.
+
+Pero el hecho de que aún ahora gran parte del aprendizaje parece suceder
+al azar y como subproducto de alguna otra actividad definida como
+trabajo u ocio no significa que el aprendizaje planificado no beneficie
+la instrucción planificada. Al estudiante poderosamente motivado que se
+enfrenta con la tarea de adquirir una habilidad nueva y compleja puede
+aprovecharle mucho la disciplina que hoy en día se asocia mentalmente
+con el maestro de viejo cuño que antaño enseñaba lectura, hebreo,
+catecismo o multiplicación de memoria. La escuela ha hecho que este tipo
+de enseñanza rutinaria sea escasa y mal reputada; no obstante hay muchas
+destrezas que un estudiante motivado puede dominar en pocos meses si se
+le enseña de este modo tradicional. Esto vale tanto para los códigos
+como para su desciframiento; tanto para los segundos o terceros idiomas
+como para la lectura y la escritura, e igualmente para lenguajes
+especiales como el álgebra, la programación de computadoras, el análisis
+químico, o para destrezas manuales como la mecanografía, la relojería,
+la fontanería, las instalaciones domésticas de electricidad, la
+reparación de televisores, o para bailar, conducir vehículos y bucear.
+
+En algunos casos, ser aceptado en un programa de aprendizaje dirigido a
+una determinada habilidad podría presuponer competencia en alguna otra
+habilidad, pero ciertamente no se haría depender del proceso mediante el
+cual se hubieran adquirido tales habilidades previamente requeridas. La
+reparación de televisores presupone saber leer y algo de matemáticas; el
+bucear, ser buen nadador, y el conducir, muy poco de ambas cosas.
+
+El progreso en el aprendizaje es mensurable. Es fácil calcular los
+recursos óptimos de tiempo y materiales que un adulto corriente motivado
+necesita. El coste de enseñar un segundo idioma europeo occidental hasta
+un elevado nivel de fluidez oscila entre 400 y 600 dólares en Estados
+Unidos, y para una lengua oriental el tiempo requerido de instrucción
+podría duplicarse. Esto sería todavía poquísimo en comparación con el
+coste de 12 años de escolaridad en la ciudad de Nueva York (condición
+para ingresar en el Departamento de Higiene) ---casi 15 000 dólares---.
+Sin duda no sólo el maestro, sino también el impresor y el farmacéutico
+protegen sus oficios mediante el espejismo público de que el
+adiestramiento para aprenderlos es muy costoso.
+
+En la actualidad, las escuelas se apropian de antemano de la mayor parte
+de los fondos para educación. La instrucción rutinaria, que cuesta menos
+que una escolarización comparable, es ahora un privilegio de quienes son
+lo bastante ricos como para pasarse por alto las escuelas, y de aquellos
+a quienes el ejército o las grandes firmas les proporcionan un
+adiestramiento en el trabajo mismo. En un programa de desescolarización
+progresiva para Estados Unidos, en un comienzo habría escasez de
+recursos para el adiestramiento rutinario. Pero finalmente no habría
+impedimento alguno para cualquiera que en cualquier momento de su vida
+quisiese elegir una instrucción entre centenares de habilidades
+definibles y a cargo del Estado.
+
+Ahora mismo podrían proporcionarse calificaciones educativas aceptables
+en cualquier centro de enseñanza de oficios en cantidades limitadas para
+personas de cualquier edad, y no sólo para pobres. Yo concibo dicha
+calificación (o crédito) en forma de un pasaporte educativo o de una
+``tarjeta de educrédito'' entregada a cada ciudadano al nacer. A fin de
+favorecer a los pobres, que probablemente no usarían sus cuotas anuales
+a temprana edad, podría estipularse que los usuarios tardíos de tales
+``títulos'' acumulados ganasen interés. Dichos créditos permitirían a la
+mayoría adquirir las habilidades de mayor demanda, cuando les conviene,
+de manera mejor, más rápida, más barata y con menos efectos subsidiarios
+desfavorables que en la escuela.
+
+Se me objetará la falta de profesores, pero esto es plantear mal el
+problema, pues, por una parte, la demanda de una habilidad crece sólo al
+ponerse en práctica en una comunidad y, por otra, un hombre que ejerza
+una habilidad puede también enseñarla. Pero, actualmente, aquellos que
+usan una habilidad que está en demanda y que precisan un profesor humano
+tienen estímulos negativos para compartir con otros estas habilidades.
+Esto lo hacen o maestros que monopolizan las licencias, o sindicatos que
+protegen sus intereses gremiales. Unos centros de enseñanza de oficios o
+habilidades a los que los clientes juzgaran por sus resultados, y no por
+el personal que empleasen o por el proceso que se utilizasen, abrirían
+oportunidades insospechables de trabajo, frecuentemente incluso para
+aquellos que hoy se consideran inempleables. Verdaderamente no hay
+motivo para que tales centros no estuviesen en el lugar mismo de
+trabajo; el patrono y su personal proporcionarían tanto la instrucción
+como trabajos a quienes eligiesen utilizar sus créditos educativos de
+esta manera.
+
+En 1956 se suscitó la necesidad de enseñar rápidamente español a varios
+centenares de maestros, trabajadores sociales y curas de la
+arquidiócesis de Nueva York, de modo que pudiesen comunicarse con los
+puertorriqueños. Mi amigo Gerry Morris anunció en español por una
+radioemisora que necesitaba hispanohablantes nativos que viviesen en
+Harlem. Al día siguiente unos 200 adolescentes se alineaban frente a su
+oficina; de entre ellos eligió cuatro docenas ---muchos de ellos
+desertores escolares---. Los instruyó en el uso del Manual de
+Instrucción del Instituto del Servicio Exterior de Estados Unidos, para
+español, concebido para el uso de lingüistas con licenciatura, y al cabo
+de una semana sus profesores se manejaban solos ---cada uno de ellos a
+cargo de cuatro neoyorkinos que querían hablar el idioma---. En el plazo
+de seis meses se había cumplido la misión. El cardenal Spellman podía
+afirmar que tenía 127 parroquias en cada una de las cuales había por lo
+menos tres miembros de su personal que podían conversar en español.
+Ningún programa escolar podría haber logrado iguales resultados.
+
+Los profesores de habilidades escasean por la creencia en el valor de
+los títulos. La certificación es una manera de manipular el mercado y es
+concebible sólo para una mente escolarizada. La mayoría de los
+profesores de artes y oficios son menos diestros, tienen menor inventiva
+y son menos comunicativos que los mejores artesanos y maestros. La
+mayoría de los profesores de español o de francés de bachillerato no
+hablan esos idiomas con la corrección con que lo harían alumnos después
+de un semestre de rutinas competentes. Unos experimentos llevados a cabo
+por Ángel Quintero en Puerto Rico sugieren que muchos adolescentes, si
+se les dan los adecuados incentivos, programas y acceso a las
+herramientas, son mejores que la mayoría de los maestros de escuela para
+iniciar a los de su edad en la exploración científica de las plantas,
+las estrellas y la materia, y en el descubrimiento de cómo y por qué
+funciona un motor o un radio.
+
+Las oportunidades para el aprendizaje de habilidades pueden
+multiplicarse enormemente si abrimos el ``mercado''. Esto depende de
+reunir al maestro correcto con el alumno correcto cuando éste está
+altamente motivado dentro de un programa inteligente, sin la restricción
+del currículum.
+
+La instrucción libre y rutinaria es una blasfemia subversiva para el
+educador ortodoxo. Ella desliga la adquisición de destrezas de la
+educación ``humana'', que la escuela empaca conjuntamente, y fomenta así
+el aprendizaje sin título no menos que la enseñanza sin título para
+fines imprevisibles.
+
+Hay actualmente una propuesta registrada que a primera vista parece
+sumamente sensata. La preparó Christopher Jencks, del Center for the
+Study of Public Policy, y está patrocinada por la Office of Economic
+Opportunity. Propone poner unos ``bonos'' o ``títulos'' educativos o
+donaciones, para pagar el coste de los estudios, en manos de padres y
+estudiantes para que los gasten en las escuelas que elijan. Tales bonos
+individuales podrían ser un importante avance en la dirección correcta.
+Necesitamos que se garantice a cada ciudadano el derecho a una parte
+igual de los recursos educativos derivados de los impuestos, el derecho
+a verificar esa parte, y el derecho a entablar juicio si le es denegada.
+Es una forma de garantía contra la tributación regresiva.
+
+Pero la propuesta de Jencks comienza con la ominosa declaración de que
+``los conservadores, los liberales y los radicales se han quejado en una
+u otra ocasión de que el sistema educativo estadunidense da a los
+educadores profesionales un incentivo demasiado pequeño para que
+proporcionen una educación de gran calidad a la mayoría de los niños''.
+La propuesta se condena sola al proponer donaciones para pagar unos
+estudios que tendrían que gastar en escolarizarse.
+
+Esto es como dar a un inválido un par de muletas, advirtiéndole que las
+use sólo si les amarra los extremos. En su forma actual, la propuesta de
+estos bonos educativos hace el juego no sólo a los educadores
+profesionales sino también a los racistas, a los promotores de escuelas
+religiosas y a otros cuyos intereses son socialmente disociantes. Sobre
+todo, los bonos educativos, cuyo uso se restrinja a las escuelas, hace
+el juego de quienes quieren continuar viviendo en una sociedad en la que
+el progreso social está ligado no al conocimiento comprobado, sino al
+historial de aprendizaje mediante el cual presuntamente se adquiere.
+Esta discriminación en favor de las escuelas que domina la exposición de
+Jencks sobre el refinamiento de la educación podría desacreditar uno de
+los principios que más perentoriamente se precisan para la reforma
+educativa: el retorno de la iniciativa y la responsabilidad del
+aprendizaje al aprendiz o a su tutor más inmediato.
+
+La desescolarización de la sociedad implica el reconocimiento de la
+naturaleza ambivalente del aprendizaje. La insistencia en la sola rutina
+podría ser un desastre; igual énfasis debe hacerse en otros tipos de
+aprendizaje. Pero si las escuelas son el lugar inapropiado para aprender
+una destreza, son lugares aún peores para adquirir una educación. La
+escuela realiza mal ambas tareas, en parte porque no distingue entre
+ellas. La escuela es ineficiente para instruir en destrezas por ser
+curricular. En la mayoría de las escuelas, un programa cuyo objetivo es
+mejorar una habilidad está siempre concatenado con otra tarea no
+pertinente. La historia está amarrada al derecho de usar el patio de
+juegos.
+
+Las escuelas son todavía menos eficientes en la creación de
+circunstancias que alienten el uso irrestricto, exploratorio, de
+habilidades adquiridas, para lo cual reservaré el término de ``educación
+liberal''. El principal motivo es que la escuela es obligatoria y llega
+a convertirse en la escolaridad por la escolaridad: una estadía forzosa
+en compañía de profesores, que paga con el dudoso privilegio de
+continuar en dicha compañía. Así como la instrucción de destrezas debe
+ser liberada de restricciones curriculares, a la educación liberal debe
+desligársela de la asistencia obligatoria. Mediante dispositivos
+institucionales puede ayudarse tanto al aprendizaje de habilidades como
+a la educación encaminada a un comportamiento creativo e inventivo, pero
+ambas cosas son de naturaleza diferente y frecuentemente contraria.
+
+La mayoría de las destrezas pueden adquirirse y perfeccionarse mediante
+rutinas; porque la destreza o habilidad implica el dominio de una
+conducta definible y predecible. La instrucción de una destreza puede
+apoyarse, por consiguiente, en la simulación de las circunstancias en
+que se utilizará dicha destreza. En cambio, la educación en el empleo
+exploratorio y creativo de destrezas no puede descansar en sistemas
+rutinarios. La educación puede ser el resultado de la instrucción,
+aunque de una instrucción fundamentalmente opuesta a la rutina. Se apoya
+en la relación entre asociaciones que ya poseen algunas de la llaves que
+dan acceso a memorias almacenadas en la comunidad y por la comunidad. Se
+apoya en la sorpresa de la pregunta inesperada que abre nuevas puertas
+al cuestionario y a su asociado.
+
+El instructor de destrezas utiliza un conjunto de condiciones dadas que
+permiten al aprendiz desarrollar ciertas reacciones o respuestas
+precisas y definidas. El guía o maestro en educación se ocupa de ayudar
+a unos asociados a que se reúnan de modo que se dé el aprendizaje. Reúne
+a personas que parten de sus propias y no resueltas interrogantes. A lo
+más, ayuda al alumno a formular su perplejidad puesto que sólo un
+planteamiento claro le dará el poder de encontrar a su pareja, moverse
+como ella, explorar en ese momento la misma cuestión en el mismo
+contexto.
+
+En un comienzo parecería más difícil imaginar unos asociados o
+compañeros para fines educativos que hallar instructores de destrezas y
+compañeros para un juego. Una de las razones de que esto ocurra es el
+profundo temor que la escuela nos ha inculcado, un miedo que nos pone
+criticones. El intercambio intitulado de destrezas ---a menudo destrezas
+inconvenientes--- es más predecible y por tanto parece menos peligroso
+que las oportunidades ilimitadas de reunión para personas que comparten
+una cuestión en debate que es, en ese momento, social, intelectual y
+emocionalmente importante para ellas.
+
+El profesor brasileño Paulo Freire sabe esto por experiencia. Descubrió
+que cualquier adulto puede comenzar a leer en cosa de 40 horas si las
+primeras palabras que descifra están cargadas de significado político.
+Freire adiestra a sus maestros para trasladarse a una aldea y descubrir
+las palabras que designan asuntos actuales importantes, tales como el
+acceso a un pozo, o el interés compuesto de las deudas que han contraído
+con el \emph{patrón}. Por la tarde, los aldeanos se reúnen para
+conversar sobre esas palabras clave. Comienzan a percatarse de que cada
+palabra permanece en el pizarrón incluso después de haberse desvanecido
+su sonido. Las letras continúan abriendo, como llaves, la realidad y
+haciéndola manejable como problema. Frecuentemente he presenciado cómo
+en unos participantes crece la conciencia social y cómo se ven impelidos
+a actuar políticamente con la misma velocidad con que aprenden a leer.
+Parecen tomar la realidad en sus manos conforme la escriben.
+
+Recuerdo a un hombre que se quejó del peso de los lápices: eran
+difíciles de manipular porque no pesaban como una pala, y recuerdo a
+otro que camino al trabajo se detuvo con sus compañeros y escribió con
+su azadón en el suelo la palabra de la que venía conversando:
+\emph{agua}.\footnote{\emph{Agua} , \emph{tierra} , \emph{casa} son
+ algunas de las palabras generadoras que Paulo Freire incluye en la
+ relación educador-educando.} Desde 1962, mi amigo Freire ha pasado de
+exilio en exilio, principalmente porque rehúsa llevar a cabo sus
+sesiones en torno a palabras que hayan sido preseleccionadas por
+educadores aprobados y prefiere utilizar aquellas que los participantes
+llevan consigo a las clases.
+
+La reunión de personas con fines educativos sólo es posible cuando se
+han beneficiado de una verdadera escolaridad. Los que no necesitan de
+esa ayuda son una minoría, incluso entre aquellos que leen revistas
+serias. La mayoría no puede ni debe ser congregada en torno a una
+consigna, a una palabra, a una imagen, sino en torno a un problema
+elegido y definido por iniciativa de los participantes. El aprendizaje
+creativo, exploratorio, requiere sujetos de igual perplejidad ante los
+mismos términos o problemas. Las grandes universidades realizan el vano
+intento de aparejarlos multiplicando sus cursos y por lo general
+fracasan en la medida en que están ligados al currículum, a la
+estructura de cursos y a una administración burocrática. En las
+escuelas, tal como en las universidades, la mayoría de los recursos se
+gasta en comprar el tiempo y la motivación de un número reducido de
+personas para encarar problemas predeterminados en un escenario definido
+de forma ritual. La alternativa más radical para la escuela sería una
+red o servicio que diera a cada hombre la misma oportunidad de compartir
+sus intereses actuales con otros motivados por iguales cuestiones.
+
+Permítaseme dar, como ejemplo de mi planteamiento, una descripción de
+cómo podría funcionar esta ``unión'' intelectual en la ciudad de Nueva
+York. Cada hombre, en cualquier momento y a un precio mínimo, podría
+identificarse ante una computadora con su dirección y su número de
+teléfono, indicando libro, artículos, película o grabación acerca de los
+cuales busca un compañero con el cual conversar. En un plazo de días
+podría recibir por correo la lista de otros que hubieran tomado
+recientemente la misma iniciativa. Esta lista le permitiría concertar
+por teléfono una reunión con personas que inicialmente se conocerían
+exclusivamente por el hecho de haber solicitado un diálogo sobre el
+mismo tema.
+
+Juntar personas de acuerdo con el interés que tengan sobre un título
+dado es radicalmente simple. Permite la identificación sobre la base de
+un deseo mutuo de conversar sobre una afirmación registrada por un
+tercero, y deja al individuo la iniciativa de concertar la reunión.
+Normalmente se hacen tres objeciones contra esta pureza esquelética. Las
+recojo no sólo para esclarecer la teoría que quiero ilustrar mediante mi
+propuesta ---pues destacan la acendrada resistencia a desescolarizar la
+educación, a separar el aprendizaje del control social---, sino también
+porque pueden ayudar a sugerir unos recursos que no se emplean ahora
+para fines de aprendizaje.
+
+La primera objeción es: ¿por qué no podría la identificación de cada uno
+basarse en una idea o en un tema de debate? Ciertamente dichos términos
+subjetivos podrían usarse también en un sistema informático. Los
+partidos políticos, Iglesias, sindicatos, clubes, centros vecinales y
+sociedades profesionales organizan ya sus actividades educativas de este
+modo y, en efecto, actúan como escuelas. Todos ellos reúnen personas con
+el fin de explorar ciertos ``temas'', que se abordan en cursos,
+seminarios y planes de estudio en los que unos presuntos ``intereses
+comunes'' están preen-vasados. Dicha ``reunión por tema'' está, por
+definición, centrado en el profesor: precisa una presencia autoritaria
+para definir ante los participantes el punto de partida de su debate.
+
+Por el contrario, reunirse para hablar de un libro, de una película,
+etc., sin otra explicación que un título o una referencia, deja al autor
+definir el lenguaje especial, los términos y el marco de referencia
+dentro del cual se plantea un determinado problema o hecho, y permite a
+quienes acepten este punto de partida identificarse uno con otro. Por
+ejemplo, reunir gente en torno a la idea de ``revolución cultural''
+conduce generalmente o a la confusión o a la demagogia. Por otra parte,
+reunir a quienes se interesen en ayudarse mutuamente a entender un
+determinado artículo de Mao, Marcuse, Freud o Goodman se inscribe en la
+gran tradición del aprendizaje liberal, desde los \emph{Diálogos} de
+Platón, que están construidos en torno a presuntas declaraciones de
+Sócrates, hasta los comentarios de Tomás de Aquino sobre Pedro Lombardo.
+La idea de reunir a las personas alrededor de un título es pues
+radicalmente diferente de la teoría sobre la que se fundaban, por
+ejemplo, los clubes de los ``Grandes Libros'': en vez de apoyarse en la
+selección realizada por algunos catedráticos de Chicago, cualquier par
+de personas puede, como compañero de juego, elegir cualquier libro para
+analizarlo.
+
+La segunda objeción pregunta: ¿por qué la identificación de quienes
+buscan compañero no podría incluir información sobre edad, antecedentes,
+visión del mundo, competencia, experiencia y otras características
+definitorias? No hay en este caso razón alguna para que tales
+restricciones discriminatorias no pudiesen (y no debiesen) incorporarse
+en algunas de las numerosas universidades ---con o sin muros--- que
+podrían usar la reunión alrededor de títulos como el dispositivo básico
+para organizarse. Puedo imaginar un sistema ideal para fomentar las
+reuniones de personas interesadas en las que el autor del libro elegido
+podría estar presente o representado, o un sistema que garantice la
+presencia de un asesor competente, o uno al que tuviesen acceso sólo
+estudiantes matriculados en una facultad o escuela, o personas capaces
+de presentar una investigación específica sobre la obra que se discute.
+Cada una de estas restricciones, se me dirá, serviría a metas
+específicas de aprendizaje. Pero me temo que, en la mayoría de los
+casos, el motivo real para proponer tales restricciones es el desdén que
+proviene de presuponer que la gente es ignorante: los educadores quieren
+evitar que el ignorante se junte con el ignorante en torno a un texto
+que podrían no entender y que leen \emph{sólo} porque están interesados
+en él.
+
+La tercera objeción: ¿por qué no proporcionar a quienes buscan compañero
+una ayuda incidental que facilite sus reuniones ---espacio, horarios,
+selección de participantes, protección---? Esto lo hacen actualmente las
+escuelas con toda la ineficiencia que caracteriza a las grandes
+burocracias. Si dejáramos la iniciativa de las reuniones a los
+interesados en reunirse, unas organizaciones que nadie clasifica hoy
+como educativas harían mucho mejor este trabajo. Pienso en dueños de
+restaurantes, editores, servicios de recados telefónicos, directivos de
+trenes suburbanos que podrían promover sus servicios al hacerlos
+atractivos para reuniones educativas.
+
+En una primera reunión en, digamos, un café, los interesados podrían
+establecer sus identidades colocando el libro en debate junto a sus
+tazas. Las personas que tomaran la iniciativa de concertar tales
+reuniones aprenderían pronto qué elementos citar para encontrarse con la
+gente que buscan. El riesgo de que una conversación que uno mismo ha
+elegido le lleve a una pérdida de tiempo, a una decepción, e incluso a
+un desagrado es ciertamente menor que el riesgo que corre quien solicita
+ingresar en una universidad. Una reunión concertada por computadora para
+debatir un artículo de una revista de circulación nacional, celebrada en
+un café de la Cuarta Avenida, no obligaría a ninguno de los
+participantes a permanecer en compañía de sus nuevos conocidos por más
+tiempo del necesario para beber una taza de café, ni tendría que
+encontrarse con ellos de nuevo. La probabilidad de que ello le ayudara a
+disipar la opacidad de la vida en una ciudad moderna, a fomentar nuevas
+amistades, a abrir nuevos horizontes y profundizar en un trabajo
+elegido, es elevada. (El hecho de que de este modo el FBI podría
+conseguir un registro de las reuniones y lecturas que se hacen es
+innegable; el que esto pueda aún preocupar a alguien en 1970 es sólo
+divertido para un hombre libre, quien, quiéralo o no, aporta su cuota
+para ahogar a los espías en las nimiedades que recolectan.)
+
+Tanto el intercambio de destrezas como el encuentro con copartícipes se
+fundan en el supuesto de que educación \emph{para todos} significa
+educación \emph{por parte de todos}. No es el reclutamiento en una
+institución especializada, sino sólo la movilización de toda la
+población lo que puede conducir a una cultura popular. Los maestros
+titulados se han apropiado del derecho que todo hombre tiene de ejercer
+su competencia para aprender e instruir igualmente. La competencia del
+maestro está a su vez restringida a lo que pueda hacerse en la escuela.
+Además, el trabajo y el tiempo libre están, a consecuencia de ello,
+alienados el uno del otro: tanto del trabajador como del espectador se
+espera que lleguen al lugar de trabajo prestos a encajar en una rutina
+preparada para ellos. La adaptación en forma de diseño, instrucción y
+publicidad de un producto los moldea para desempeñar su papel de modo
+muy semejante a como lo hace la educación mediante la escolaridad. Una
+alternativa radical para una sociedad escolarizada exige no sólo
+mecanismos para la adquisición formal de destrezas y el uso educativo de
+éstas, implica un nuevo modo de encarar la educación informal o
+incidental.
+
+La educación incidental ya no puede regresar a las formas que el
+aprendizaje adoptó en la aldea o en la ciudad medieval. Mientras la
+sociedad tradicional se asemejaba más a un grupo de círculos
+concéntricos de estructuras significativas, el hombre moderno debe
+aprender cómo hallar significación en muchas estructuras con las que
+está relacionado de manera sólo marginal. En la aldea, el lenguaje, la
+arquitectura, el trabajo, la religión y las costumbres familiares eran
+compatibles entre sí, se explicaban y reforzaban mutuamente.
+Desarrollarse en una implicaba un desarrollo en las otras. Incluso el
+aprendizaje especializado era el subproducto de actividades
+especializadas, tales como la fabricación de zapatos o el canto de los
+salmos. Si un aprendiz no llegaba jamás a ser maestro o erudito,
+contribuía sin embargo a la fabricación de zapatos o a hacer solemnes
+los servicios litúrgicos. La educación no competía en tiempo ni con el
+trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y
+no planificada.
+
+La sociedad contemporánea es el resultado de diseños e intenciones
+conscientes, y las oportunidades educativas han de ser incorporadas a
+esos diseños. Ahora disminuirá la confianza que depositamos en la
+instrucción especializada y de tiempo completo a través de la escuela, y
+hemos de hallar nuevas maneras de aprender y enseñar: la calidad
+educativa de todas las instituciones debe aumentar una vez más. Pero
+ésta es una previsión muy ambigua. Podría significar que los hombres de
+la ciudad moderna serán cada día más las víctimas de un proceso eficaz
+de instrucción total y manipulación una vez que estén privados incluso
+del tenue asomo de independencia crítica que proporcionan hoy en día las
+escuelas liberales, cuando menos a algunos de sus alumnos.
+
+Podría significar también que los hombres se escudarán menos tras
+certificados adquiridos en la escuela y adquirirán así valor para ser
+``respondones'' y controlar e instruir de ese modo a las instituciones
+en que participen. Para lograr esto último debemos darnos cuenta del
+valor social del trabajo y del ocio por el intercambio educativo que
+permiten. La participación efectiva en la política de una calle, de un
+puesto de trabajo o de un hospital es por lo tanto el mejor patrón para
+evaluar el valor de las diferentes instituciones en el plan de la
+educación.
+
+Hace poco dirigí la palabra a un grupo de estudiantes de los primeros
+años de bachillerato, empeñados en organizar un movimiento de
+resistencia a su enrolamiento obligatorio en la clase siguiente. Tenían
+por consigna ``participación-no simulación''. Les decepcionaba que esto
+se entendiera como una petición de menos educación en vez de lo
+contrario, y me hicieron recordar la resistencia que opuso Karl Marx a
+un párrafo en el programa de Gotha que ---hace 100 años--- quería hacer
+ilegal el trabajo infantil. Se opuso a la proposición diciendo que la
+ecuación de los jóvenes solo podía producirse en el trabajo. Si el mayor
+fruto del trabajo del hombre debiera ser la educación que se deriva de
+éste y la oportunidad que el trabajo le da para iniciar la educación de
+otros, entonces la alimentación de la sociedad moderna en un sentido
+pedagógico es aún peor que su alienación económica.
+
+El mayor obstáculo en el camino de una sociedad que educa verdaderamente
+lo definió muy bien un amigo mío, negro de Chicago, quien me dijo que
+nuestra imaginación estaba ``totalmente escuelada''. Permitimos al
+Estado verificar las deficiencias educativas universales de sus
+ciudadanos y establecer un organismo especializado para tratarlos.
+Compartimos así la ilusión de que podemos distinguir entre qué es
+educación necesaria para otros y qué no lo es, tal como generaciones
+anteriores establecieron leyes que definían qué era sagrado y qué
+profano.
+
+Durkheim reconoció que esta capacidad para dividir la realidad social en
+dos ámbitos era la esencia misma de la religión formal. Existen
+---razonó--- religiones sin lo sobrenatural y religiones sin Dios, pero
+no hay ninguna que no subdivida el mundo en cosas, tiempo y personas que
+son sagradas y en otras que por consecuencia son profanas. Este
+penetrante alcance de Durkheim puede aplicarse a la sociología de la
+educación, pues la escuela es radicalmente divisoria de manera parecida.
+
+La existencia misma de las escuelas obligatorias divide cualquier
+sociedad en dos ámbitos: ciertos lapsos, procesos, tratamientos y
+profesiones son ``académicos'' y ``pedagógicos'', y otros no lo son.
+Así, el poder de la escuela para dividir la realidad social no conoce
+límites: la educación se hace no terrenal, en tanto que el mundo se hace
+no educacional.
+
+A partir de Bonhoeffer, los teólogos contemporáneos han señalado la
+confusión que reina hoy en día entre el mensaje bíblico y la religión
+institucionalizada. Señalan la experiencia que la libertad y la fe
+cristianas suelen ganar con la secularización. Sus afirmaciones suenan
+inevitablemente blasfemas para muchos clérigos. En incuestionable que el
+proceso educativo ganará con la desescolarización de la sociedad aun
+cuando esta exigencia les suene a muchos escolares como una traición a
+la cultura. Pero es la cultura misma la que está siendo apagada hoy en
+las escuelas.
+
+La secularización de la fe cristiana depende de la dedicación que pongan
+en ello los cristianos arraigados en la Iglesia. De manera muy parecida,
+la desescolarización de la educación depende del liderazgo de quienes se
+criaron en las escuelas. El currículum que cumplieron no puede servirles
+como excusa para la tarea: cada uno de nosotros sigue siendo responsable
+de lo que se ha hecho por él, aun cuando puede que no sea capaz sino de
+aceptar esta responsabilidad y servir de advertencia para otros.
+
+\hypertarget{fenomenologuxeda-de-la-escuela}{%
+\section{Fenomenología de la
+escuela}\label{fenomenologuxeda-de-la-escuela}}
+
+Algunas palabras llegan a ser tan flexibles que pierden cualquier
+significación precisa y se usan para cualquier cosa entre éstas se
+cuentan ``escuela'' y ``enseñanza''. Se filtran, como una amiba, por
+cualquier intersticio del lenguaje. Así, decimos que el ABM\footnote{\emph{Atomic
+ Ballistic Missile}. (T.)} enseñará a los rusos, la IBM enseñará a los
+niños negros, y el ejército puede llegar a ser la escuela de la nación.
+
+Por consiguiente, la búsqueda de alternativas en educación debe comenzar
+por un acuerdo acerca de lo que entendemos por ``escuela''. Esto puede
+hacerse de varias maneras. Podemos comenzar por anotar las funciones
+latentes desempeñadas por los sistemas escolares modernos, tales como
+los de custodia, selección, adoctrinamiento y aprendizaje. Podríamos
+hacer un análisis de clientela y verificar cuál de estas funciones
+latentes favorece o desfavorece a maestros, patronos, niños, padres o a
+las profesiones. Podríamos repasar la historia de la cultura occidental
+y la información reunida por la antropología a fin de encontrar
+instituciones que desempeñaron un papel semejante al que hoy cumple la
+escolarización. Podríamos finalmente recordar los numerosos dictámenes
+normativos que se han hecho desde el tiempo de Comenius, o incluso desde
+Quintiliano, y descubrir a cuál de éstos se aproxima más el moderno
+sistema escolar. Pero cualquiera de estos enfoques nos obligaría a
+comenzar con ciertos supuestos acerca de una relación entre escuela y
+educación.
+
+Para crear un lenguaje en el que podamos hablar sobre la escuela sin ese
+incesante recurrir a la educación, he querido comenzar por algo que
+podría llamarse fenomenología de la escuela pública. Con este objeto
+definiré ``escuela'' como el proceso que especifica edad, se relaciona
+con maestros y exige asistencia de tiempo completo y un currículum
+obligatorio.
+
+1. \emph{Edad}. La escuela agrupa a las personas según sus edades. Este
+agrupamiento se funda en tres premisas indiscutidas. A los niños les
+corresponde estar en la escuela. Los niños aprenden en la escuela. A los
+niños puede enseñárseles solamente en la escuela. Creo que estas tres
+premisas no sometidas a examen merecen ser seriamente puestas en duda.
+
+Nos hemos ido acostumbrando a los niños. Hemos decidido que deberían ir
+a la escuela, hacer lo que se les dice y no tener ingresos propios.
+Esperamos que sepan el lugar que ocupan y se comporten como niños.
+Recordamos, ya sea con nostalgia o con amargura, el tiempo en que
+también fuimos niños. Se espera de nosotros que toleremos la conducta
+infantil de los niños. La humanidad es, para nosotros, una especie
+simultáneamente atribulada y bendecida con la tarea de cuidar niños. No
+obstante, olvidamos que nuestro actual concepto de ``niñez'' sólo se
+desarrolló recientemente en Europa occidental, y hace aún menos en
+América.\footnote{Respecto a las historias paralelas del capitalismo
+ moderno y la niñez moderna véase Philippe Ariès, \emph{L'Enfant et la
+ vie familiale sous l'Ancien Régime,} Seuil, 1973.}
+
+La niñez como algo diferente de la infancia, la adolescencia o la
+juventud fue algo desconocido para la mayoría de los periodos
+históricos. Algunos siglos del cristianismo no tuvieron ni siquiera una
+idea de sus proporciones corporales. Los artistas pintaban al niño como
+un adulto en miniatura sentado en el brazo de su madre. Los niños
+aparecieron en Europa junto con el reloj de bolsillo y los prestamistas
+cristianos del Renacimiento. Antes de nuestro siglo ni los ricos ni los
+pobres supieron nada acerca de vestidos para niños, juegos para niños o
+de la inmunidad del niño ante la ley. Esas ideas comenzaron a
+desarrollarse en la burguesía. El hijo del obrero, el del campesino y el
+del noble vestían todos como lo hacían sus padres, jugaban como éstos y
+eran ahorcados igual que ellos. Después de que la burguesía descubriera
+la ``niñez'', todo esto cambió. Sólo algunas Iglesias continuaron
+respetando por algún tiempo la dignidad y la madurez de los menores.
+Hasta el Concilio Vaticano II, se le decía a cada niño que un cristiano
+llega a tener discernimiento moral y libertad a la edad de siete años y
+a partir de entonces es capaz de caer en pecados por los cuales podrá
+ser castigado por toda una eternidad en el infierno. A mediados de este
+siglo, los padres de clase media comenzaron a tratar de evitar a sus
+niños el impacto de esta doctrina, y su modo de pensar sobre los niños
+es el que hoy prevalece en la Iglesia.
+
+Hasta el siglo pasado, los ``niños'' de padres de clase media se
+fabricaban en casa con la ayuda de preceptores y escuelas privadas. Sólo
+con el advenimiento de la sociedad industrial la producción en masa de
+la ``niñez'' comenzó a ser factible y a ponerse al alcance de la
+multitud. El sistema escolar es un fenómeno moderno, como lo es la niñez
+que lo produce.
+
+Puesto que hoy en día la mayoría de las personas viven fuera de las
+ciudades industriales, la mayoría de la gente no experimenta la niñez.
+En los Andes, uno labra la tierra cuando ha llegado a ser ``útil''.
+Antes de esa edad, uno cuida las ovejas. Si se está bien nutrido, debe
+llegar a ser útil hacia los 11 años de edad, y de otro modo a los 12.
+Estaba yo conversando hace poco con Marcos, mi celador nocturno, sobre
+su hijo de 11 años que trabaja en una barbería. Hice en español la
+observación de que su hijo era todavía un \emph{niño}. Marcos,
+sorprendido, contestó con inocente sonrisa: ``Don Iván, creo que usted
+tiene razón''. Percatándome de que hasta el momento de mi observación
+Marcos había pensado en el muchacho en primer lugar como su ``hijo'', me
+sentí culpable de haber hecho surgir el fantasma de la niñez entre dos
+personas sensatas. Naturalmente que si yo fuese a decir a un habitante
+de los barrios bajos de Nueva York que su hijo que trabaja es todavía un
+``niño'', no mostraría ninguna sorpresa. Sabe muy bien que a su hijo de
+11 años debería permitírsele su niñez, y se resiente de que no sea así.
+El hijo de Marcos no ha sido afectado aún por el anhelo de tener niñez,
+el hijo del neoyorkino se siente desposeído.
+
+Así pues, la mayoría de la gente en el mundo o no quiere o no puede
+conceder una niñez moderna a sus críos. Pero también parece que la niñez
+es una carga para esos pocos a quienes se les concede. A muchos
+simplemente se les obliga a pasar por ella y no están en absoluto
+felices de desempeñar el papel de niños. Crecer pasando por la niñez
+significa estar condenado a un proceso de conflicto inhumano entre la
+conciencia de sí y el papel que impone una sociedad que está pasando por
+su propia edad escolar. Ni Stephen Dédalus ni Alexander Portnoy gozaron
+de la niñez y, según sospecho, tampoco nos gustó a muchos de nosotros
+ser tratados como niños.
+
+Si no existiese una institución de aprendizaje obligatorio y para una
+edad determinada, la ``niñez'' dejaría de fabricarse. Los menores de los
+países ricos se librarían de su destructividad, y los países pobres
+dejarían de rivalizar con la niñería de los ricos. Para que la sociedad
+pudiese sobreponerse a su edad de la niñez, tendría que hacerse vivible
+para los menores. La disyunción actual entre una sociedad adulta que
+pretende ser humanitaria y un ambiente escolar que remeda la realidad no
+puede seguir manteniéndose.
+
+El hecho de privar de apoyo oficial a las escuelas podría terminar
+también con la discriminación contra los nenes, los adultos y los
+ancianos en favor de los niños durante su adolescencia y juventud. Es
+probable que la decisión social de asignar recursos educativos
+preferentemente a aquellos ciudadanos que han dejado atrás la
+extraordinaria capacidad de aprendizaje de sus primeros años y no han
+llegado a la cúspide de su aprendizaje automotivado parezca grotesca
+cuando se vea retrospectivamente.
+
+La sabiduría institucional nos dice que los niños necesitan la escuela.
+La sabiduría institucional nos dice que los niños aprenden en la
+escuela. Pero esta sabiduría institucional es en sí el producto de
+escuelas, porque el sólido sentido común nos dice que sólo a niños se
+les puede enseñar en la escuela. Sólo segregando a los seres humanos en
+la categoría de la niñez podremos someterlos alguna vez a la autoridad
+de un maestro de escuela.
+
+2. \emph{Profesores y alumnos}. Por definición, los niños son alumnos.
+La demanda por el medio ambiente escolar crea un mercado ilimitado para
+los profesores titulados. La escuela es una institución construida sobre
+el axioma de que el aprendizaje es el resultado de la enseñanza. Y la
+sabiduría institucional continúa aceptando este axioma, pese a las
+pruebas abrumadoras en sentido contrario.
+
+Todos hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos fuera de la
+escuela. Los alumnos hacen la mayor parte de su aprendizaje sin sus
+maestros y, a menudo, a pesar de éstos. Lo que es más trágico es que a
+la mayoría de los hombres las escuelas les enseñan su lección, aun
+cuando nunca vayan \emph{a} la escuela.
+
+Toda persona aprende a vivir fuera de la escuela. Aprendemos a hablar, a
+pensar, a amar, a sentir, a jugar, a blasfemar, a politiquear y a
+trabajar sin la interferencia de un profesor. Ni siquiera los niños que
+están día y noche bajo la tutela de un maestro constituyen excepciones a
+la regla. Los huérfanos, los cretinos y los hijos de maestros de escuela
+aprenden la mayor parte de lo que aprenden fuera del proceso
+``educativo'' programado para ellos. Los profesores han quedado mal
+parados en sus intentos de aumentar el aprendizaje entre los pobres. A
+los padres pobres que quieren que sus hijos vayan a la escuela no les
+preocupa tanto lo que aprendan como el certificado y el dinero que
+obtendrán. Y los padres de clase media confían sus hijos a un profesor
+para evitar que aprendan aquello que los pobres aprenden en la calle.
+Las investigaciones sobre educación están demostrando cada día más que
+los niños aprenden aquello que sus maestros pretenden enseñarles, no de
+éstos, sino de sus iguales, de las tiras cómicas, de la simple
+observación al pasar y, sobre todo, del solo hecho de participar en el
+ritual de la escuela. Las más de las veces los maestros obstruyen el
+aprendizaje de materias de estudio conforme se dan en la escuela.
+
+La mitad de la gente en nuestro mundo jamás ha estado en una escuela. No
+se han topado con profesores y están privados del privilegio de llegar a
+ser desertores escolares. No obstante, aprenden eficazmente el mensaje
+que la escuela enseña: que deben tener escuela y más y más escuela. La
+escuela les instruye acerca de su propia inferioridad mediante el
+cobrador de impuestos que les hace pagar por ella, mediante el demagogo
+que les suscita las esperanzas de tenerla, o bien mediante sus niños
+cuando éstos se ven enviciados por ella. De modo que a los pobres se les
+quita su respeto por sí mismos al suscribirse a un credo que concede la
+salvación sólo a través de la escuela. La Iglesia les da al menos la
+posibilidad de arrepentirse en la hora de su muerte. La escuela les deja
+con la esperanza (una esperanza falsificada) de que sus nietos la
+conseguirán. Esa esperanza es, por cierto, otro aprendizaje más que
+proviene de la escuela, pero no de los profesores.
+
+Los alumnos jamás han atribuido a sus maestros lo que han aprendido.
+Tanto los brillantes como los lerdos han confiado siempre en la
+memorización, la lectura y el ingenio para pasar sus exámenes, movidos
+por el garrote o por la obtención de una carrera ambicionada.
+
+Los adultos tienden a crear fantasías románticas sobre su periodo de
+escuela. Atribuyen retrospectivamente su aprendizaje al maestro cuya
+paciencia aprendieron a admirar. Pero esos mismos adultos se preocuparán
+por la salud mental de un niño que corriera a casa a contarles qué ha
+aprendido de cada uno de sus profesores. Las escuelas crean trabajos
+para maestros de escuela, independientemente de lo que aprendan de ellos
+sus alumnos.
+
+3. \emph{Asistencia a jornada completa}. Cada mes veo una nueva lista de
+propuestas que hace al AID\footnote{Agency for International
+ Development: organismo del Departamento de Estado de Estados Unidos.
+ (T.)} alguna industria estadunidense, sugiriéndole reemplazar a los
+``practicantes del aula'' latinoamericanos por unos disciplinados
+administradores de sistemas o simplemente por la televisión. Pero,
+aunque el profesor sea una maestra de primaria o un equipo de tipos con
+delantales blancos, y que logren enseñar la materia indicada en el
+catálogo o fracasen en el intento, el maestro profesional crea un
+entorno sagrado.
+
+La incertidumbre acerca del futuro de la enseñanza profesional pone al
+aula en peligro. Si los educadores profesionales se especializan en
+fomentar el aprendizaje tendrían que abandonar un sistema que exige
+entre 750 y 1 500 reuniones por año. Pero naturalmente los profesores
+hacen mucho más que eso. La sabiduría institucional de la escuela dice a
+los padres, a los alumnos y a los educadores que el profesor, para que
+pueda enseñar, debe ejercer su autoridad en un recinto sagrado. Esto es
+válido incluso para profesores cuyos alumnos pasan la mayor parte de su
+tiempo escolar en un aula sin muros.
+
+La escuela, por su naturaleza misma, tiende a reclamar la totalidad del
+tiempo y las energías de sus participantes. Esto a su vez hace del
+profesor un custodio, un predicador y un terapeuta.
+
+El maestro funda su autoridad sobre una pretensión diferente en cada uno
+de estos tres papeles. \emph{El profesor-como-custodio} actúa como
+maestro de ceremonias que guía a sus alumnos a lo largo de un ritual
+dilatado y laberíntico. Es árbitro del cumplimiento de las normas y
+administra las intrincadas rúbricas de iniciación a la vida. En el mejor
+de los casos, monta la escena para la adquisición de una habilidad como
+siempre han hecho los maestros de escuela. Sin hacerse ilusiones acerca
+de producir ningún saber profundo, somete a sus alumnos a ciertas
+rutinas básicas.
+
+El \emph{profesor-como-moralista} reemplaza a los padres, a Dios, al
+Estado. Adoctrina al alumno acerca de lo bueno y lo malo, no sólo en la
+escuela, sino en la sociedad en general. Se presenta \emph{in loco
+parentis} para cada cual y asegura así que todos se sientan hijos del
+mismo Estado.
+
+El \emph{profesor-como-terapeuta} se siente autorizado a inmiscuirse en
+la vida privada de su alumno a fin de ayudarle a desarrollarse como
+persona. Cuando esta función la desempeña un custodio y predicador,
+significa por lo común que persuade al alumno a someterse a una
+domesticación de su visión de la verdad y de su sentido de lo justo.
+
+La afirmación de que una sociedad liberal puede basarse en la escuela
+moderna, es paradójica. Todas las defensas de la libertad individual
+quedan anuladas en los tratos de un maestro de escuela con su alumno.
+Cuando el maestro funde en su persona las funciones de juez, ideólogo y
+médico, el estilo fundamental de la sociedad es pervertido por el
+proceso mismo que debiera preparar para la vida. Un maestro que combine
+estos tres poderes contribuye mucho más a la deformación del niño que
+las leyes que dictan su menor edad legal o económica, o que restringen
+su libertad de reunión o de vivienda.
+
+Los maestros no son en absoluto los únicos en ofrecer servicios
+terapéuticos. Los psiquiatras, los consejeros vocacionales y laborales,
+y hasta los abogados ayudan a sus clientes a decidir, a desarrollar sus
+personalidades y a aprender. Pero el sentido común le dice al cliente
+que dichos profesionales deben abstenerse de imponer sus opiniones sobre
+lo bueno y lo malo, o de obligar a nadie a seguir su consejo. Los
+maestros de escuelas y los curas son los únicos profesionales que se
+sienten con derecho para inmiscuirse en los asuntos privados de sus
+clientes al mismo tiempo que predican a un público obligado.
+
+Los niños no están protegidos ni por la Primera ni por la Quinta
+Enmienda\footnote{El autor se refiere a las Enmiendas a la Constitución
+ de Estados Unidos (1971), que establecen, respectivamente: \emph{a)}
+ las libertades de religión, expresión, reunión y de ser oídos para
+ pedir justicia, y \emph{b)} de no ser llamado a responder por delitos
+ graves sin ser declarado reo, de no ser condenado dos veces a muerte
+ por una misma causa, ni a testimoniar contra sí mismo, de no ser
+ privado de la libertad o de las propiedades sin un debido proceso
+ legal, ni a ser expropiado sin justa compensación. (T.)} cuando están
+frente a ese sacerdote secular, el profesor. El niño tiene que
+enfrentarse con un hombre que usa una triple corona invisible y que,
+como la tiara papal, es el símbolo de la triple autoridad conjugada en
+una persona. Para el niño, el maestro pontifica como pastor, profeta y
+sacerdote ---es a un mismo tiempo guía, maestro y administrador de un
+ritual sagrado---. Conjuga las pretensiones de los papas medievales en
+una sociedad constituida bajo la garantía de que tales pretensiones no
+serán jamás ejercidas conjuntamente por una institución establecida y
+obligatoria ---la Iglesia o el Estado---.
+
+Definir a los niños como alumnos a jornada completa permite al profesor
+ejercer sobre sus personas una especie de poder que está mucho menos
+limitado por restricciones constitucionales o consuetudinarias que el
+poder detentado por el guardián de otros enclaves sociales. La edad
+cronológica de los niños los descalifica respecto de las salvaguardas
+que son de rutina para adultos situados en un asilo moderno ---un
+manicomio, un monasterio o una cárcel---.
+
+Bajo la mirada autoritaria del maestro, los valores se confunden y las
+diferencias se borran. Las distinciones entre moralidad, legalidad y
+valor personal se difuminan y eventualmente se eliminan. Se hace sentir
+cada transgresión como un delito múltiple. Se cuenta con que el
+delincuente sienta que ha quebrantado una norma, que se ha comportado de
+modo inmoral y se ha abandonado. A un alumno que ha conseguido
+hábilmente ayuda en un examen se le dice que es un delincuente, un
+corrompido y un mequetrefe.
+
+La asistencia a clases saca a los niños del mundo cotidiano de la
+cultura occidental y los sumerge en un ambiente mucho más primitivo,
+mágico y mortalmente serio. La escuela no podría crear un enclave como
+éste, dentro del cual se suspende físicamente a los menores durante
+muchos años sucesivos de las normas de la realidad ordinaria, si no
+tuviera el poder de encarcelar físicamente a los menores durante esos
+años en su territorio sagrado. La norma de asistencia posibilita que el
+aula sirva de útero mágico, del cual el niño es dado periódicamente a
+luz al terminar el día escolar y el año escolar, hasta que es finalmente
+lanzado a la vida adulta. Ni la niñez universalmente prolongada ni la
+atmósfera sofocante del aula podrían existir sin las escuelas. Sin
+embargo, las escuelas, como canales obligatorios de aprendizaje, podrían
+existir sin ninguna de ambas y ser más represivas y destructivas que
+todo lo que hayamos podido conocer hasta la fecha. Para entender lo que
+significa desescolarizar la sociedad y no tan sólo reformar el sistema
+educativo establecido, debemos concentrarnos ahora en el currículum
+oculto de la escolarización. No nos ocupamos en este caso, y
+directamente, del currículum oculto de las calles del gueto, que deja
+marcado al pobre, o del currículum camuflado de salón, que beneficia al
+rico. Nos interesa más bien llamar la atención sobre el hecho de que el
+ceremonial o ritual de la escolarización misma constituye un currículum
+escondido de este tipo. Incluso el mejor de los maestros no puede
+proteger del todo a sus alumnos contra él. Este currículum oculto de la
+escolarización añade inevitablemente prejuicio y culpa a la
+discriminación que una sociedad practica contra algunos de sus miembros
+y realza el privilegio de otros con un nuevo título con el cual tener en
+menos a la mayoría. De modo igualmente inevitable, este currículum
+oculto sirve como ritual de iniciación a una sociedad de consumo
+orientada hacia el crecimiento, tanto para ricos como para pobres.
+
+\hypertarget{ritualizaciuxf3n-del-progreso}{%
+\section{Ritualización del
+progreso}\label{ritualizaciuxf3n-del-progreso}}
+
+El graduado en una universidad ha sido escolarizado para cumplir un
+servicio selectivo entre los ricos del mundo sean cuales fueren sus
+afirmaciones de solidaridad con el Tercer Mundo, cada estadunidense que
+ha conseguido su título universitario ha tenido una educación que cuesta
+una cantidad cinco veces mayor que los ingresos medios de toda una vida
+en el seno de la mitad desheredada de la humanidad. A un estudiante
+latinoamericano se le introduce en esta exclusiva fraternidad
+acordándole para su educación un gasto por lo menos 350 veces mayor que
+el de sus conciudadanos de clase media. Salvo muy raras excepciones, el
+graduado universitario de un país pobre se siente más a gusto con sus
+colegas norteamericanos o europeos que con sus compatriotas no
+escolarizados, y a todos los estudiantes se les somete a un proceso
+académico que les hace sentirse felices sólo en compañía de otros
+consumidores de los productos de la máquina educativa.
+
+La universidad moderna sólo confiere el privilegio de disentir a
+aquellos que han sido comprobados y clasificados como fabricantes de
+dinero o detentadores de poder en potencia. A nadie se le conceden
+fondos provenientes de impuestos para que tengan así tiempo libre para
+autoeducarse o el derecho de educar a otros, a menos que al mismo tiempo
+puedan certificarse sus logros. Las escuelas eligen para cada nivel
+superior sucesivo a aquellos que en las primeras etapas del juego hayan
+demostrado ser buenos riesgos\footnote{Buen riesgo: en el lenguaje de
+ los aseguradores, el que tiene muy pocas oportunidades de concretarse
+ en una pérdida. (T.)} para el orden establecido. Al tener un monopolio
+sobre los recursos para el aprendizaje y sobre la investidura de los
+papeles por desempeñar en la sociedad, la universidad invita a sus filas
+al descubridor y al disidente en potencia. Un grado siempre deja su
+tinta indeleble con el precio en el currículum de su consumidor. Los
+graduados universitarios diplomados encajan sólo en un mundo que pone un
+marbete con el precio en sus cuellos dándoles así el poder de pertenecer
+a un mundo donde todo recibe un valor mercantil. En cada país, el monto
+que consume el graduado universitario fija la pauta para todos los
+demás; si fueran gente civilizada con trabajo o cesantes habrán de
+aspirar al estilo de vida de los graduados universitarios.
+
+De este modo, la universidad tiene por efecto imponer normas de consumo
+en el trabajo o en el hogar, y lo hace en todo el mundo y bajo todos los
+sistemas políticos. Cuanto menos graduados universitarios hay en un
+país, tanto más sirven de modelo para el resto de la población sus
+ilustradas exigencias. La brecha entre el consumo de un graduado
+universitario y el de un ciudadano corriente es incluso más ancha en
+Rusia, China y Argelia que en Estados Unidos. Los coches, los viajes en
+avión y los magnetófonos confieren una distinción más notoria en un país
+socialista en donde únicamente un título, y no tan sólo el dinero, puede
+procurarlos.
+
+La capacidad de la universidad para fijar metas de consumo es algo
+nuevo. En muchos países la universidad adquirió este poder sólo en la
+década de los años sesenta, conforme la ilusión de acceso parejo a la
+educación pública comenzó a difundirse. Antes de entonces la universidad
+protegía la libertad de expresión de un individuo, pero no convertía
+automáticamente su conocimiento en riqueza. Durante la Edad Media, ser
+un estudioso significaba ser pobre y hasta mendicante. En virtud de su
+vocación, el estudioso medieval aprendía latín, se convertía en un
+\emph{outsider} digno tanto de la mofa como de la estimación del
+campesino y del príncipe, del burgués y del clérigo.
+
+Para triunfar en el mundo, el escolástico tenía que ingresar primero en
+él, entrando en la carrera funcionaria, preferiblemente la eclesiástica.
+La universidad antigua era una zona liberada para el descubrimiento y el
+debate de ideas nuevas y viejas. Los maestros y los estudiantes se
+reunían para leer los textos de otros maestros, muertos mucho antes, y
+las palabras vivas de los maestros difuntos daban nuevas perspectivas a
+las falacias del mundo presente. La universidad era entonces una
+comunidad de búsqueda académica y de inquietud endémica.
+
+En la universidad multidisciplinaria moderna esta comunidad ha huido
+hacia las márgenes, en donde se junta en un apartamento, en la oficina
+de un profesor o en los aposentos del capellán. El propósito estructural
+de la universidad moderna guarda poca relación con la búsqueda
+tradicional. Desde los días de Gutenberg, el intercambio de la
+indagación disciplinada y crítica se ha trasladado en su mayor parte de
+la ``cátedra'' a la imprenta. La universidad moderna ha perdido por
+incumplimiento su posibilidad de ofrecer un escenario simple para
+encuentros que sean autónomos y anárquicos, enfocados hacia un interés y
+sin embargo espontáneos y vivaces, y ha elegido en cambio administrar el
+proceso mediante el cual se produce lo que ha dado en llamarse
+investigación y enseñanza.
+
+Desde el \emph{Sputnik} , la universidad estadunidense ha estado
+tratando de ponerse a la par con el número de graduados que sacan los
+soviéticos. Ahora los alemanes están abandonando su tradición académica
+y están construyendo unos \emph{campus} para ponerse a la par con los
+estadunidenses. Durante esta década quieren aumentar sus erogaciones en
+escuelas primarias y secundarias de 14 000 a 59 000 millones de marcos
+alemanes y triplicar los desembolsos para la instrucción superior. Los
+franceses se proponen elevar para 1980 a 10\% de su PNB el monto gastado
+en escuelas, y la Fundación Ford ha estado empujando a países pobres de
+América Latina a elevar sus desembolsos per cápita para los graduados
+``respetables'' a los niveles estadunidenses. Los estudiantes consideran
+sus estudios como la inversión que produce el mayor rédito monetario, y
+las naciones los ven como un factor clave para el desarrollo.
+
+Para la mayoría que va en pos de un grado universitario, la universidad
+no ha perdido prestigio, pero desde 1968 ha perdido notoriamente
+categoría entre sus creyentes. Los estudiantes se niegan a prepararse
+para la guerra, la contaminación y la perpetuación del prejuicio. Los
+profesores les ayudan en su recusación de la legitimidad del gobierno,
+de su política exterior, de la educación y del sistema de vida
+norteamericano. No pocos rechazan títulos y se preparan para una vida en
+una contracultura, fuera de la sociedad diplomada. Parecen elegir la vía
+de los Fraticelli medievales o de los Alumbrados de la Reforma, que
+fueron los \emph{hippies} y desertores escolares de su época. Otros
+reconocen el monopolio de las escuelas sobre los recursos que ellos
+necesitan para construir una contrasociedad. Buscan apoyo el uno en el
+otro para vivir con integridad mientras se someten al ritual académico.
+Forman, por así decirlo, focos de herejía en medio de la jerarquía.
+
+No obstante, grandes sectores de la población general miran al místico
+moderno y al heresiarca moderno con alarma. Éstos amenazan la economía
+consumista, el privilegio democrático y la imagen que de sí mismo tiene
+Estados Unidos. Pero no es posible eliminarlos con sólo desearlo. Son
+cada vez menos aquellos a los que es posible reconvertir y reincorporar
+en las filas mediante sutilezas ---como, por ejemplo, darles el cargo de
+enseñar como profesores su herejía---. De aquí la búsqueda de medios que
+hagan posible ya sea librarse de disidentes, ya sea disminuir la
+importancia de la universidad que les sirve de base para protestar.
+
+A los estudiantes y a la facultad que ponen en tela de juicio la
+legitimidad de la universidad, y lo hacen pagando un alto costo
+personal, no les parece por cierto estar fijando normas de consumo ni
+favoreciendo un sistema determinado de producción. Aquellos que han
+fundado grupos tales como el Committee of Concerned Asian Scholars y el
+North American Congress of Latin America (NACLA) han sido de los más
+eficaces para cambiar radicalmente la visión que millones de personas
+jóvenes tenían de países extranjeros. Otros más han tratado de formular
+interpretaciones marxistas de la sociedad norteamericana o han figurado
+entre los responsables de la creación de comunas. Sus logros dan nuevo
+vigor al argumento de que la existencia de la universidad es necesaria
+para una crítica social sostenida.
+
+No cabe duda de que en este momento la universidad ofrece una
+combinación singular de circunstancias que permite a algunos de sus
+miembros criticar el conjunto de la sociedad. Proporciona tiempo,
+movilidad, acceso a los iguales y a la información, así como cierta
+impunidad ---privilegios de que no disponen igualmente otros sectores de
+la población---. Pero la universidad permite esta libertad sólo a
+quienes ya han sido profundamente iniciados en la sociedad de consumo y
+en la necesidad de alguna especie de escolaridad pública obligatoria.
+
+El sistema escolar de hoy en día desempeña la triple función que ha sido
+común a las Iglesias poderosas a lo largo de la historia. Es
+simultáneamente el depósito del mito de la sociedad, la
+institucionalización de las contradicciones de ese mito y el lugar donde
+ocurre el ritual que reproduce y encubre las disciplinas entre el mito y
+la realidad. El sistema escolar, y en particular la universidad,
+proporciona hoy grandes oportunidades para criticar el mito y para
+rebelarse contra las perversiones institucionales. Pero el ritual que
+exige tolerancia para con las contradicciones fundamentales entre mito e
+institución pasa todavía por lo general sin ponerse en tela de juicio,
+pues ni la crítica ideológica ni la acción social pueden dar a luz una
+nueva sociedad. Sólo el desencanto del ritual social central, el
+desligarse del mismo y reformarlo pueden llevar a cabo un cambio
+radical.
+
+La universidad estadunidense ha llegado a ser la etapa final del rito de
+iniciación más global que el mundo haya conocido. Ninguna sociedad
+histórica ha logrado sobrevivir sin ritual o mito, pero la nuestra es la
+primera que ha necesitado una iniciación tan aburrida, morosa,
+destructiva y costosa a su mito. La civilización mundial contemporánea
+es también la primera que estimó necesario racionalizar su ritual
+fundamental de iniciación en nombre de la educación. No podemos iniciar
+una reforma de la educación a menos que entendamos primero que ni el
+aprendizaje individual ni la igualdad social pueden acrecentarse
+mediante el ritual de la escolarización. No podremos ir más allá de la
+sociedad de consumo a menos que entendamos primero que las escuelas
+públicas obligatorias reproducen inevitablemente dicha sociedad,
+independientemente de lo que se enseñe en ellas.
+
+El proyecto de desmitologización que propongo no puede limitarse tan
+sólo a la universidad. Cualquier intento de reformar la universidad sin
+ocuparse del sistema del que forma parte integral es como tratar de
+hacer la reforma urbana en Nueva York, desde el piso decimosegundo hacia
+arriba. La mayor parte de las reformas introducidas en la enseñanza
+superior, equivalen a rascacielos construidos sobre chozas. Sólo una
+generación que se críe sin escuelas obligatorias será capaz de recrear
+la universidad.
+
+\hypertarget{el-mito-de-los-valores-institucionalizados}{%
+\subsection{El mito de los valores
+institucionalizados}\label{el-mito-de-los-valores-institucionalizados}}
+
+La escuela inicia asimismo el Mito del Consumo Sin Fin. Este mito
+moderno se funda en la creencia según la cual el sistema de producción
+produce inevitablemente algo de valor y que, por consiguiente, la
+producción produce necesariamente demanda. La escuela nos enseña que la
+instrucción produce aprendizaje. La existencia de las escuelas produce
+la demanda de escolaridad. Una vez que hemos aprendido a necesitar la
+escuela, todas nuestras actividades tienden a tomar la forma de
+relaciones de clientes respecto de otras instituciones especializadas.
+Una vez que se ha desacreditado al hombre o a la mujer autodidactos,
+toda actividad no profesional se hace sospechosa. En la escuela se nos
+enseña que el resultado de la asistencia es un aprendizaje valioso; que
+el valor del aprendizaje aumenta con el monto de la información de
+entrada y, finalmente, que este valor puede medirse y documentarse
+mediante grados y diplomas.
+
+De hecho, el aprendizaje es la actividad humana que menos manipulación
+de terceros necesita. La mayor parte del aprendizaje no es la
+consecuencia de una instrucción. Es más bien el resultado de una
+participación a la que no se estorba en un entorno significativo. La
+mayoría de la gente aprende mejor ``metiendo la cuchara'' y, sin
+embargo, la escuela les hace identificar su desarrollo cognoscitivo
+personal con una programación y una manipulación complicadas.
+
+Una vez que un hombre o una mujer ha aceptado la necesidad de la
+escuela, es presa fácil de otras instituciones. Una vez que los jóvenes
+han permitido que a su imaginación la forme la instrucción curricular,
+están condicionados para las planificaciones institucionales de toda
+especie. La ``institución'' les ahoga el horizonte imaginativo. No se
+les puede traicionar, sólo engañar en el precio, porque se les ha
+enseñado a reemplazar la esperanza por las expectativas. Para bien o
+para mal, ya no serán sorprendidos por terceros, pues se les ha enseñado
+qué pueden esperar de cualquier otra persona que ha sido enseñada como
+ellos. Esto es válido para el caso de otra persona o de una máquina.
+
+Esta transferencia de responsabilidad desde sí mismo a una institución
+garantiza la regresión social, especialmente desde el momento en que se
+ha aceptado como una obligación. Así, los rebeldes contra el \emph{Alma
+Mater} a menudo ``la consiguen'' e ingresan en su facultad en vez de
+desarrollar la valentía de infectar a otros con su enseñanza personal y
+de asumir la responsabilidad de las consecuencias de tal enseñanza. Esto
+sugiere la posibilidad de una nueva historia de Edipo ---Edipo Profesor,
+que ``consigue'' a su madre a fin de engendrar hijos de ella---. El
+hombre adicto a ser enseñado busca su seguridad en la enseñanza
+compulsiva. La mujer que experimenta su conocimiento como el resultado
+de un proceso quiere reproducirlo en otros.
+
+\hypertarget{el-mito-de-la-mediciuxf3n-de-los-valores}{%
+\subsection{El mito de la medición de los
+valores}\label{el-mito-de-la-mediciuxf3n-de-los-valores}}
+
+Los valores institucionalizados que infunde la escuela son valores
+cuantificados. La escuela inicia a los jóvenes en un mundo en el que
+todo puede medirse, incluso su imaginación y hasta el hombre mismo.
+
+Pero el desarrollo personal no es una entidad mensurable. Es crecimiento
+en disensión disciplinada, que no puede medirse respecto a ningún
+cartabón, a ningún currículum, ni compararse con lo logrado por algún
+otro. En ese aprendizaje podemos emular a otros sólo en el empeño
+imaginativo, y seguir sus huellas más bien que remedar sus maneras de
+andar. El aprendizaje que yo aprecio es una recreación inmensurable.
+
+Las escuelas pretenden desglosar el aprendizaje en ``materias'', para
+incorporar en el alumno un currículum hecho con estos ladrillos
+prefabricados y para medir el resultado con una escala internacional.
+Las personas que se someten a la norma de otros para la medida de su
+propio desarrollo personal pronto se aplican el mismo cartabón a sí
+mismos. Ya no es necesario ponerlos en su lugar, pues se colocan solos
+en sus casilleros correspondientes, se comprimen en el nicho que se les
+ha enseñado a buscar y, en el curso de este mismo proceso, colocan
+asimismo a sus prójimos en sus lugares, hasta que todo y todos encajan.
+
+Las personas que han sido escolarizadas hasta su talla dejan que la
+experiencia no mensurada se les escape entre los dedos. Para ellas, lo
+que no puede medirse se hace secundario, amenazante. No es necesario
+robarles su creatividad. Con la instrucción, han desaprendido a
+``hacer'' lo suyo o a ``ser'' ellas mismas, y valoran sólo aquello que
+ha sido fabricado o podría fabricarse.
+
+Una vez que se ha escolarizado a las personas con la idea de que los
+valores pueden producirse y medirse, tienden a aceptar toda clase de
+clasificaciones jerárquicas. Existe una escala para el desarrollo de las
+naciones, otra para la inteligencia de los nenes, e incluso el avance
+hacia la paz puede medirse según un recuento de personas. En un mundo
+escolarizado, el camino hacia la felicidad está pavimentado con un
+índice de precios para el consumidor.
+
+\hypertarget{el-mito-de-los-valores-envasados}{%
+\subsection{El mito de los valores
+envasados}\label{el-mito-de-los-valores-envasados}}
+
+La escuela vende currículum: un atado de mercancías hecho con el mismo
+proceso y con la misma estructura que cualquier otra mercancía. La
+producción del currículum para la mayoría de las escuelas comienza con
+la investigación presuntamente científica; fundados en ella los
+ingenieros de la educación predicen la demanda futura y las herramientas
+para la línea de montaje, dentro de los límites establecidos por
+presupuestos y tabúes. El distribuidor-profesor entrega el producto
+terminado al consumidor-alumno, cuyas reacciones son cuidadosamente
+estudiadas y tabuladas a fin de proporcionar datos para la investigación
+que servirán para preparar el modelo siguiente que podrá ser
+``desgraduado'', ``concebido para alumnado'', ``concebido para un
+trabajo en equipo'', ``con ayudas visuales'' o ``centrado en temas''.
+
+El resultado del proceso de producción de un currículum se asemeja a
+cualquier otro artículo moderno de primera necesidad. Es un paquete de
+significados planificados, una mercancía cuyo ``atractivo equilibrado''
+la hace comercializable para una clientela lo bastante grande como para
+justificar su elevado coste de producción. A los consumidores-alumnos se
+les enseña a ajustar sus deseos a valores comercializables. De modo que
+se les hace sentir culpables si no se comportan en conformidad con los
+resultados de los análisis de mercado y si no obtienen los grados y
+diplomas que los colocarán en la categoría laboral que se les ha
+inducido a esperar.
+
+Los educadores pueden justificar unos currícula más costosos fundándose
+en lo que han observado, a saber, que las dificultades de aprendizaje se
+elevan en proporción al costo del currículum. Ésta es una aplicación de
+aquella ley de Parkinson que dice que una labor se expande junto con los
+recursos disponibles para ejecutarla. Esta ley puede verificarse en
+todos los niveles de la escuela: por ejemplo, las dificultades de
+lectura han sido un tema principal de debate en que los grados per
+cápita en ellas se han aproximado a los niveles estadunidenses de 1950
+---año en el cual las dificultades para aprender a leer llegaron a ser
+tema de importancia en las escuelas de Estados Unidos.
+
+De hecho, los estudiantes saludables redoblan su resistencia a la
+enseñanza conforme se ven más cabalmente manipulados. Su resistencia no
+se debe al estilo autoritario de una escuela pública o al estilo
+seductor de algunas escuelas libres, sino al planteamiento fundamental
+común a todas las escuelas ---la idea de que el juicio de una persona
+debiera determinar qué y cuándo debe aprender otra persona---.
+
+\hypertarget{el-mito-del-progreso-que-se-perpetuxfaa-a-suxed-mismo}{%
+\subsection{El mito del progreso que se perpetúa a sí
+mismo}\label{el-mito-del-progreso-que-se-perpetuxfaa-a-suxed-mismo}}
+
+Los crecientes costes per cápita de la instrucción, aun cuando vayan
+acompañados por réditos de aprendizaje decrecientes, aumentan
+paradójicamente el valor del alumno o alumna ante sus propios ojos y su
+valor en el mercado. La escuela, casi al coste que sea, iza a empellones
+al alumno hasta el nivel del consumo curricular competitivo, hasta
+meterlo en el progreso hacia unos niveles cada vez más elevados. Los
+gastos que motivan al alumno a permanecer en la escuela se desbocan
+conforme asciende la pirámide. En niveles más altos adoptan el disfraz
+de nuevos estadios de futbol o programas llamados de Educación
+Internacional. Aunque no enseña ninguna otra cosa, la escuela enseña al
+menos el valor de la escalada: el valor de la manera estadunidense de
+hacer las cosas.
+
+La guerra de Vietnam se ajusta a la lógica prevaleciente. Su éxito se ha
+medido por el número de personas efectivamente tratadas con balas
+baratas descargadas a un coste inmenso, y a este cálculo salvaje se le
+llama desvergonzadamente ``recuento de cuerpos''. Así como los negocios
+son los negocios, la acumulación inacabable de dinero, así también la
+guerra es el matar, la acumulación inacabable de cuerpos muertos. De
+manera semejante, la educación es escolarización, y este proceso sin
+término se cuenta en alumnos-hora. Los diferentes procesos son
+irreversibles y se justifican por sí mismos. Según las normas
+económicas, el país se hace cada vez más rico. Según las normas de la
+contabilidad mortal, la nación continúa ganando perennemente sus
+guerras. Y conforme a las normas escolares, la población se va haciendo
+cada vez más educada.
+
+El programa escolar está hambriento de un bocado cada vez mayor de
+instrucción, pero aun cuando esta hambre conduzca a una absorción
+sostenida, nunca da el gozo de saber algo a satisfacción. Cada tema
+llega envasado con la instrucción de continuar consumiendo una
+``oferta'' tras otra, y el envase del año anterior es siempre anticuado
+para el consumidor del año en curso. El fraudulento negocio de los
+libros de texto está construido sobre esta demanda. Los reformadores de
+la educación prometen a cada generación lo último y lo mejor, y al
+público se le escolariza para pedir lo que ellos ofrecen. Tanto el
+desertor, a quien se le hace recordar a perpetuidad lo que se perdió,
+como el graduado, a quien se le hace sentir inferior a la nueva casta de
+estudiantes, saben exactamente dónde están situados en el ritual de
+engaños crecientes, y continúan apoyando una sociedad que, para
+denominar la brecha cada vez más ancha de frustración, usa el eufemismo
+de ``revolución de expectativas crecientes''.
+
+Pero el crecimiento concebido como un consumo sin términos ---el
+progreso eterno--- no puede conducir jamás a la madurez. El compromiso
+con un ilimitado aumento cuantitativo vicia la posibilidad de un
+desarrollo orgánico.
+
+\hypertarget{el-juego-ritual-y-la-nueva-religiuxf3n-mundial}{%
+\subsection{El juego ritual y la nueva religión
+mundial}\label{el-juego-ritual-y-la-nueva-religiuxf3n-mundial}}
+
+En las naciones desarrolladas, la edad para salir de la escuela excede
+el aumento de los años de vida probable. Dentro de una década se
+cortarán ambas curvas y crearán un problema para Jessica Mitford y para
+los profesionales que se interesan por la ``educación terminal''. Me
+hace recordar la Edad Media tardía, cuando la demanda por los servicios
+de la Iglesia sobrepasó la duración de la vida, y se creó el
+``purgatorio'' para purificar a las almas bajo el control papal antes de
+que pudiesen ingresar en la paz eterna. Lógicamente, esto condujo
+primero a un tráfico de indulgencias y luego a un intento de Reforma. El
+Mito del Consumo Sin Fin ocupa ahora el lugar de la creencia en la vida
+eterna.
+
+Arnold Toynbee señaló que la decadencia de una gran cultura suele ir
+acompañada por el surgimiento de una nueva Iglesia Universal que lleva
+la esperanza al proletariado interior mientras atiende al mismo tiempo
+las necesidades de una nueva casta guerrera. La escuela parece
+eminentemente apta para ser la Iglesia Universal de nuestra decadente
+cultura. Ninguna institución podría ocultar mejor a sus participantes la
+profunda discrepancia entre los principios sociales y la realidad social
+en el mundo de hoy. Secular, científica y negadora de la muerte, se ciñe
+estrechamente al ánimo moderno. Su apariencia clásica, crítica, la hace
+aparecer, si no antirreligiosa, al menos pluralista. Su currículum
+define la ciencia y la define a ella misma mediante la llamada
+investigación científica. Nadie completa la escuela ---todavía---. No
+cierra sus puertas a nadie sin antes ofrecerle una oportunidad más:
+educación de recuperación, para adultos y de continuación.
+
+La escuela sirve como una eficaz creadora y preservadora del mito social
+debido a su estructura como juego ritual de promociones graduadas. La
+introducción a este ritual es mucho más importante que el asunto
+enseñado o el cómo se enseña. Es el juego mismo el que escolariza, el
+que se mete en la sangre y se convierte en hábito. Se inicia a una
+sociedad entera en el Mito del Consumo Sin Fin de servicios. Esto ocurre
+hasta tal punto que la formalidad de participar en el ritual sin término
+se hace obligatoria y compulsiva por doquier. La escuela ordena una
+rivalidad ritual en forma de juego internacional que obliga a los
+competidores a achacar los males del mundo a aquellos que no pueden o no
+quieren jugar. La escuela es un ritual de iniciación que introduce al
+neófito en la sagrada carrera del consumo progresivo, un ritual
+propiciatorio cuyos sacerdotes académicos son mediadores entre los
+creyentes y los dioses del privilegio y del poder, un ritual de
+expiación que sacrifica a sus desertores, marcándolos a fuego como
+chivos expiatorios del subdesarrollo.
+
+Incluso aquellos que en el mejor de los casos pasan unos pocos años en
+la escuela ---y éste es el caso de la abrumadora mayoría en América
+Latina, Asia y África--- aprenden a sentirse culpables debido a su
+subconsumo de escolarización. En México es obligatorio aprobar seis
+grados de escuela. Los niños nacidos en el tercio económico inferior
+tienen sólo dos posibilidades sobre tres de aprobar el primer grado. Si
+lo aprueban, tienen cuatro probabilidades sobre 100 de terminar la
+escolaridad obligatoria en el sexto grado. Si nacen en el tercio medio,
+sus probabilidades aumentan a 12 sobre 100. Con estas pautas, México ha
+tenido más éxito que la mayoría de las otras 26 repúblicas
+latinoamericanas en cuanto a proporcionar educación pública.
+
+Todos los niños saben, en todas partes, que se les ha dado una
+posibilidad, aunque desigual, en una lotería obligatoria, y la supuesta
+igualdad de la norma internacional realza ahora la pobreza original de
+esos niños con la discriminación autoinfligida que el desertor acepta.
+Se les ha escolarizado en la creencia de las expectativas crecientes y
+pueden racionalizar ahora su creciente frustración fuera de la escuela
+aceptando el rechazo de la gracia escolástica que les ha caído en
+suerte. Se les expulsa del paraíso porque, habiendo sido bautizados, no
+fueron a la Iglesia. Nacidos en pecado original, se les bautiza en el
+primer grado, pero van al Gehenna (que en hebreo significa
+``conventillo'') debido a sus faltas personales. Así como Max Weber
+examinó los efectos sociales de la creencia en que la salvación
+pertenecía a quienes acumulaban riqueza, podemos observar ahora que la
+gracia está reservada para aquellos que acumulan años de escuela.
+
+\hypertarget{el-reino-venidero-la-universalizaciuxf3n-de-las-expectativas}{%
+\subsection{El reino venidero la universalización de las
+expectativas}\label{el-reino-venidero-la-universalizaciuxf3n-de-las-expectativas}}
+
+La escuela conjuga las expectativas del consumidor expresadas en sus
+pretensiones, con las creencias del productor expresadas en su ritual.
+Es una expresión litúrgica del \emph{cargocult}\footnote{Culto creado
+ por indígenas de Nueva Guinea, que atribuye un origen mágico a los
+ artículos occidentales (aviones, radios, relojes, plásticos, etc.).
+ (T.)} que recorrió la Melanesia en la década de 1940-1950, que
+inyectaba en sus cultores la creencia de que si se colocaban una corbata
+negra sobre el torso desnudo, Jesús llegaría en un vapor trayendo una
+nevera, un par de pantalones y una máquina de coser para cada creyente.
+
+La escuela funde el crecimiento en humillante dependencia de un maestro
+con el crecimiento en el vano sentido de omnipotencia que es tan típico
+del alumno que quiere ir a enseñar a todas las naciones a salvarse. El
+ritual está moldeado según los severos hábitos de trabajo de los obreros
+de la construcción, y su finalidad es celebrar el mito de un paraíso
+terrestre de consumo sin fin, que es la única esperanza del desgraciado
+y el desposeído.
+
+A lo largo de la historia ha habido epidemias de insaciables
+expectativas en este mundo, especialmente entre grupos colonizados y
+marginales en todas las culturas. Los judíos tuvieron durante el Imperio
+romano sus Esenios y Mesías judíos, los siervos en la Reforma tuvieron
+su Thomas Münzer, los desposeídos indios desde el Paraguay hasta Dakota
+sus contagiosos bailarines. Estas sectas estaban siempre dirigidas por
+un profeta, y limitaban sus promesas a unos pocos elegidos. En cambio la
+espera del reino a que induce la escuela es impersonal más que
+profética, y universal más que local. El hombre ha llegado a ser el
+ingeniero de su propio Mesías y promete las limitadas recompensas de la
+ciencia a aquellos que somete a una progresiva tecnificación para su
+reino.
+
+\hypertarget{la-nueva-alienaciuxf3n}{%
+\subsection{La nueva alienación}\label{la-nueva-alienaciuxf3n}}
+
+La escuela no sólo es la Nueva Religión Mundial. Es también el mercado
+de trabajo de crecimiento más veloz del mundo. La tecnificación de los
+consumidores ha llegado a ser el principal sector de crecimiento de la
+economía. Conforme el coste de la producción disminuye en las naciones
+ricas, se produce una concentración creciente de capital y trabajo en la
+vasta empresa de equipar al hombre para un consumo disciplinario.
+Durante la década pasada las inversiones de capital relacionadas
+directamente con el sistema escolar aumentaron con velocidad incluso
+mayor que los gastos para defensa. El desarme tan sólo aceleraría el
+proceso por el cual la industria del aprendizaje se encamina al centro
+de la economía nacional. La escuela proporciona oportunidades ilimitadas
+para el derroche legitimizado, mientras su destructividad pasa
+inadvertida y crece el coste de los paliativos.
+
+Si a quienes asisten a jornada completa agregamos los que enseñan a
+jornada completa, nos percatamos de que esta llamada superestructura ha
+llegado a ser el principal patrono de la sociedad. En Estados Unidos hay
+62 millones en la escuela y 80 millones trabajando en otras cosas. Esto
+a menudo lo han olvidado los analistas neomarxistas cuando dicen que el
+proceso de desescolarización debe posponerse o dejarse pendiente hasta
+que otros desórdenes, considerados tradicionalmente como más
+importantes, los haya corregido una revolución económica y política.
+Pero hay que comprender que la escuela es una industria antes de querer
+edificar una estrategia revolucionaria realista. Para Marx, el coste de
+producir las demandas de bienes apenas si era significativo.
+Actualmente, la mayor parte de la mano de obra está empleada en la
+producción de demandas que puede satisfacer la industria que hace un uso
+intenso del capital. La mayor parte de este trabajo se realiza en la
+escuela.
+
+En el esquema tradicional, la alienación era una consecuencia directa de
+que el trabajo se convirtiera en labor asalariada que privaba al hombre
+de su oportunidad para crear y recrearse. Ahora a los menores los
+prealienan las escuelas que los aíslan del mundo mientras juegan a ser
+productores y consumidores de su propio conocimiento, al que se concibe
+como una mercancía en el mercado en la escuela. La escuela hace de la
+alienación una preparación para la vida, privando así a la educación de
+realidad y al trabajo de creatividad. La escuela prepara para la
+alienante institucionalización de la vida al enseñar la necesidad de ser
+enseñado. Una vez que se aprende esta lección, la gente pierde su
+incentivo para desarrollarse con independencia; ya no encuentra
+atractivos en relacionarse y se cierra a las sorpresas que la vida
+ofrece cuando no está predeterminada por la definición institucional. La
+escuela emplea directa o indirectamente a una mayor parte de la
+población. La escuela o bien guarda a la gente de por vida o asegura el
+que encaje en alguna otra institución.
+
+La Nueva Iglesia Mundial es la industria del conocimiento, proveedora de
+opio y banco de trabajo durante un número creciente de años de la vida
+de un individuo. La desescolarización es por consiguiente fundamental
+para cualquier movimiento de liberación del hombre.
+
+\hypertarget{la-potencialidad-revolucionaria-de-la-desescolarizaciuxf3n}{%
+\subsection{La potencialidad revolucionaria de la
+desescolarización}\label{la-potencialidad-revolucionaria-de-la-desescolarizaciuxf3n}}
+
+La escuela no es de ningún modo, por cierto, la única institución
+moderna cuya finalidad primaria es moldear la visión de la realidad en
+el hombre. El currículum escondido de la vida familiar, de la
+conscripción militar, del llamado profesionalismo o de los medios
+informativos desempeña un importante papel en la manipulación
+institucional de la visión del mundo que tiene el hombre, de su lenguaje
+y de sus demandas. Pero la escuela esclaviza más profunda y
+sistemáticamente, puesto que sólo a ella se le acredita la función
+principal de formar el juicio crítico y, paradójicamente, trata de
+hacerlo haciendo que el aprender sobre sí mismo, sobre los demás y sobre
+la naturaleza dependa de un proceso preempacado. La escuela nos alcanza
+de manera tan íntima que ninguno puede esperar liberarse de ella
+mediante algo externo.
+
+Muchos de los que se autodenominan revolucionarios son víctimas de la
+escuela. Incluso ven la ``liberación'' como el producto de algo
+institucional. Sólo al librarse uno mismo de la escuela se disipa esa
+ilusión. El descubrimiento de que la mayor parte del aprendizaje no
+requiere enseñanza no puede ser ni manipulado ni planificado. Cada uno
+de nosotros es responsable de su propia desescolarización, y sólo
+nosotros tenemos el poder de hacerlo. No puede excusarse a nadie si no
+logra liberarse de la escolarización. El pueblo no pudo liberarse de la
+Corona sino hasta que al menos algunos de ellos se liberaron de la
+Iglesia establecida. No pueden liberarse del consumo progresivo hasta
+que no se liberen de la escuela obligatoria.
+
+Todos estamos metidos en la escolarización, tanto desde el aspecto de la
+producción como desde el del consumo. Estamos supersticiosamente
+convencidos de que el buen aprendizaje puede y debería producirse en
+nosotros ---y de que podemos producirlo en otros---. Nuestro intento de
+desligarnos del concepto de escuela hará surgir las resistencias que
+hallamos en nosotros mismos cuando tratamos de renunciar al consumo
+ilimitado y a la ubicua suposición de que a los otros se les puede
+manipular por su propio bien. Nadie está totalmente exento de explotar a
+otros en el proceso de escolarización.
+
+La escuela es el más grande y más anónimo de todos los patrones. De
+hecho es el mejor empleo de un nuevo tipo de empresa, sucesora del
+gremio, de la fábrica y de la sociedad anónima. Las empresas
+multinacionales que han dominado la economía están siendo complementadas
+ahora, y puede que algún día sean suplantadas por organismos de servicio
+con planificación supranacional. Estas empresas presentan sus servicios
+de manera que hacen que todos los hombres se sientan obligados a
+consumirlos. Se rigen por una normativa internacional, redefiniendo el
+valor de sus servicios periódicamente y por doquiera a un ritmo
+aproximadamente parejo.
+
+El ``transporte'' que se apoya en nuevos coches y supercarreteras
+atiende a la misma necesidad institucionalmente envasada de comodidad,
+prestigio, velocidad y equipamiento, independientemente de que sus
+componentes los produzca o no el Estado. El aparato de la ``atención
+médica'' define una especie peculiar de salud, poco importa que sea el
+individuo o el Estado quien pague el servicio. La promoción graduada a
+fin de obtener diplomas ajusta al estudiante para ocupar un lugar en la
+misma pirámide internacional de mano de obra cualificada,
+independientemente de quien dirija la escuela.
+
+En todos estos casos el empleo es un beneficio oculto: el chofer de un
+automóvil privado, el paciente que se somete a hospitalización o el
+alumno en el aula deben considerase como parte de una nueva clase de
+``empleados''. Un movimiento de liberación que se inicie en la escuela
+y, sin embargo, esté fundado en maestros y alumnos como explotados y
+explotadores simultáneamente, podría anticiparse a las estrategias
+revolucionarias del futuro; pues un programa radical de
+desescolarización podría adiestrar a la juventud en el nuevo estilo de
+revolución necesaria para desafiar a un sistema social que exhibe una
+``salud'', una ``riqueza'' y una ``seguridad'' obligatorias.
+
+Los riesgos de una rebelión contra la escuela son imprevisibles, pero no
+son tan horribles como los de una revolución que se inicie en cualquier
+otra institución principal. La escuela no está todavía organizada para
+defenderse con tanta eficacia como una nación-Estado, o incluso como una
+gran sociedad anónima. La liberación de la opresión de las escuelas
+podría ser incruenta. Las armas del vigilante escolar\footnote{\emph{Truant
+ officer}. El que lleva a la escuela a quienes deben cumplir con la
+ instrucción legal obligatoria. (T.)} y de sus aliados en los
+tribunales y en las agencias de empleo podrían tomar medidas muy crueles
+contra el o la delincuente individual, especialmente si fuese pobre,
+pero podrían ser a su vez impotentes si surgiera un movimiento de masas.
+
+La escuela se ha convertido en un problema social; se le ataca por todas
+partes, y los ciudadanos y los gobiernos patrocinan experimentos no
+convencionales en todo el mundo. Recurren a insólitos expedientes
+estadísticos a fin de preservar la fe y salvar las apariencias. El ánimo
+que existe entre algunos educadores es muy parecido al ánimo de los
+obispos católicos después del Concilio Vaticano. Los planes de estudio
+de las llamadas ``escuelas libres'' se parecen a las liturgias de las
+misas con música folclórica y rock. Las exigencias de los estudiantes de
+bachillerato para tener voz y voto en la elección de sus profesores son
+tan estridentes como las de los feligreses que exigen seleccionar a sus
+párrocos. Pero para la sociedad está en juego algo mucho mayor si una
+minoría significativa pierde su fe en la escolaridad. Esto pondría en
+peligro la supervivencia no sólo del orden económico construido sobre la
+coproducción de bienes y demandas, sino igualmente del orden político
+construido sobre la nación-Estado dentro del cual los estudiantes son
+dados a la luz por la escuela.
+
+Nuestras alternativas posibles son harto claras. O continuamos creyendo
+que el aprendizaje institucionalizado es un producto que justifica una
+inversión ilimitada, o redescubrimos que la legislación, la
+planificación y la inversión, si de alguna manera encajan en la
+educación formal, debieran usarse principalmente para derribar las
+barreras que ahora obstaculizan las posibilidades de aprendizaje, el
+cual sólo puede ser una actividad personal.
+
+Si no ponemos en tela de juicio el supuesto de que el conocimiento
+valedero es una mercancía que en ciertas circunstancias puede metérsele
+a la fuerza al consumidor, la sociedad se verá cada día más dominada por
+siniestras seudoescuelas y totalitarios administradores de la
+información. Los terapeutas pedagógicos drogarán más a sus alumnos a fin
+de enseñarles mejor, y los estudiantes se drogarán más a fin de
+conseguir aliviarse de las presiones de los profesores y de la carrera
+por diplomas. Ejércitos cada día mayores de burócratas presumirán de
+maestros. El lenguaje del escolar ya se lo ha apropiado el publicista.
+Ahora el general y el policía tratarán de dignificar sus profesiones
+disfrazándose de educadores. En una sociedad escolarizada, las guerras y
+la represión civil encuentran una justificación racional educativa. La
+guerra pedagógica al estilo Vietnam se justificará cada vez más como la
+única manera de enseñar a la gente el valor superior del progreso
+inacabable.
+
+La represión se considerará como un empeño de misioneros por apresurar
+la venida del Mesías mecánico. Más y más países recurrirán a la tortura
+pedagógica puesta ya en práctica en Brasil y Grecia. Esta tortura
+pedagógica no se usa para extraer información o para satisfacer las
+necesidades psíquicas de unos sádicos. Se apoya en el terror aleatorio
+para romper la integridad de toda una población y convertirla en un
+material plástico para las enseñanzas inventadas por tecnócratas. La
+naturaleza totalmente destructiva y en constante progreso de la
+instrucción obligatoria cumplirá cabalmente su lógica final a menos que
+comencemos a librarnos desde ahora de nuestra \emph{hybris} pedagógica,
+nuestra creencia de que el hombre puede hacer lo que no puede Dios, a
+saber, manipular a otros para salvarlos.
+
+Muchos comienzan recientemente a darse cuenta de la inexorable
+destrucción que las tendencias actuales de producción implican para el
+medio ambiente, pero las personas aisladas tienen un poder muy
+restringido para cambiar estas tendencias. La manipulación de hombres y
+mujeres iniciada en la escuela ha llegado también a un punto sin
+retorno, y la mayoría de las personas aún no se han percatado de ello.
+Fomentan todavía la reforma escolar, tal como Henry Ford II propone unos
+nuevos automóviles ponzoñosos.
+
+Daniel Bell dice que nuestra época se caracteriza por una extrema
+disyunción entre las estructuras cultural y social; una dedicada a
+actitudes apocalípticas y la otra a la toma tecnocrática de decisiones.
+Esto es sin duda verdadero respecto de muchos reformadores de la
+educación que se sienten impulsados a condenar casi todo aquello que
+caracteriza a las escuelas modernas ---y proponen simultáneamente nuevas
+escuelas---.
+
+En su \emph{Estructura de las revoluciones científicas} , Thomas Kuhn
+aduce que dicha disonancia precede inevitablemente a la aparición de un
+nuevo paradigma cognoscitivo. Los hechos que informaban aquellos que
+observaban la caída libre, aquellos que volvían del otro lado de la
+Tierra y aquellos que usaban el nuevo telescopio, no se ajustaban a la
+visión cósmica tolemaica. Súbitamente, se aceptó el paradigma
+newtoniano. La disonancia que caracteriza a muchos jóvenes de hoy no es
+tanto cognoscitiva como un asunto de actitudes ---un sentimiento acerca
+de cómo \emph{no} puede ser una sociedad tolerable---. Lo sorprendente
+respecto de esta disonancia es la capacidad de un número muy grande de
+personas para tolerarla.
+
+La capacidad para ir tras metas incongruentes exige una explicación.
+Según Max Gluckman, todas las sociedades poseen procedimientos para
+ocultar tales disonancias de sus miembros. Los rituales pueden ocultar a
+sus participantes incluso discrepancias y conflictos entre principio
+social y organización social. Mientras un individuo no sea
+explícitamente consciente del carácter ritual del proceso a través del
+cual se le inició en las fuerzas que moldean su cosmos, no puede romper
+el conjuro y moldear un nuevo cosmos. Mientras no nos percatemos del
+ritual a través del cual la escuela moldea al consumidor progresivo
+---el recurso principal de la economía---, no podremos romper el conjuro
+de esta economía y dar forma a una nueva.
+
+\hypertarget{espectro-institucional}{%
+\section{Espectro institucional}\label{espectro-institucional}}
+
+La mayoría de los esquemas utópicos y escenarios futurísticos requieren
+nuevas y costosas tecnologías que habrían de venderse a las naciones
+ricas y pobres por igual. Herman Kahn ha encontrado alumnos en
+Venezuela, Argentina y Colombia. Las fantasías de Sergio Bernardes para
+su Brasil del año 2000 centellean con más maquinaria nueva de la que hoy
+posee Estados Unidos, que para entonces estará recargado con los
+obsoletos emplazamientos para misiles, aeropuertos para reactores y
+ciudades de las décadas de los años sesenta-setenta. Los futuristas
+inspirados en Buckminster Fuller se apoyarían más bien en dispositivos
+más baratos y exóticos. Cuentan con que se acepte una tecnología nueva
+pero posible, que al parecer nos permitiría hacer más con menos
+---monorrieles ligeros en vez de transporte supersónico, viviendas
+verticales en vez de dispersión horizontal---. Todos los planificadores
+futuristas de hoy tratan de hacer económicamente factible lo
+técnicamente posible, negándose a la vez a enfrentar las inevitables
+consecuencias sociales: el creciente anhelo de todos los hombres por
+bienes y servicios que seguirán siendo privilegio de unos pocos.
+
+Creo que un futuro deseable depende, en primer lugar, de nuestra
+voluntad de elegir una vida de acción en vez de una vida de consumo, de
+que engendremos un estilo de vida que nos permita ser espontáneos,
+independientes y, sin embargo, relacionarnos uno con otro, en vez de
+mantener un estilo de vida que sólo nos permite hacer y deshacer,
+producir y consumir ---un estilo de vida que es sólo una estación en el
+camino hacia el agotamiento y la contaminación del entorno---. El futuro
+depende más de nuestra elección de instituciones que mantengan una vida
+de acción y menos de que desarrollemos nuevas ideologías y tecnologías.
+Necesitamos un conjunto de pautas que nos permitan reconocer aquellas
+instituciones que apoyan el desarrollo personal en vez del
+enviciamiento, como también la voluntad de dedicar nuestros recursos
+tecnológicos preferentemente a dichas instituciones de desarrollo.
+
+La elección se sitúa entre dos tipos institucionales radicalmente
+opuestos, ejemplificados ambos en ciertas instituciones existentes,
+aunque uno de esos tipos caracteriza de tal manera la época
+contemporánea que casi la define. A este tipo dominante yo propondría
+llamarlo la institución manipulativa. El otro tipo existe, pero sólo
+precariamente. Las instituciones que se ajustan a él son más humildes y
+menos notorias. No obstante, las tomo como modelos de un futuro más
+deseable. Las llamo ``convivenciales'' y sugiero colocarlas a la
+izquierda institucional, para mostrar que hay instituciones situadas
+entre ambos extremos y para ilustrar cómo las instituciones históricas
+pueden cambiar de color conforme se desplazan desde un facilitar la
+actividad a un organizar la producción.
+
+Dicho espectro, que se desplaza de izquierda a derecha, se ha usado por
+lo general para caracterizar a los hombres y sus ideologías, y no a
+nuestras instituciones sociales y a sus estilos. Esta categorización de
+los hombres, sea como individuos o como grupos, suele producir más calor
+que luz. Pueden suscitarse poderosas objeciones contra el uso de una
+convención corriente, pero al hacerlo espero desplazar los términos del
+debate de un plano estéril a uno fértil. Se evidenciará que los hombres
+de izquierda no siempre se caracterizan por su oposición a las
+instituciones manipulativas, a las que coloco en el extremo derecho del
+espectro.
+
+Las instituciones modernas más influyentes se agolpan al lado derecho
+del espectro. Hacia él se ha desplazado la coerción legal, conforme ha
+pasado de las manos del \emph{sheriff} a las del FBI y del Pentágono. La
+guerra moderna se ha convertido en una empresa sumamente profesional
+cuyo negocio es matar. Ha llegado al punto en que su eficiencia se mide
+por el recuento de cuerpos. Sus capacidades pacificadoras dependen de su
+poder para convencer a amigos y enemigos de la ilimitada potencia letal
+de la nación. Las balas y los productos químicos modernos son tan
+eficaces que a un ínfimo precio son capaces de matar o mutilar
+infaliblemente al ``cliente''. Pero los costos de entrega aumentan
+vertiginosamente; el coste de un vietnamita muerto subió de 360 000
+dólares en 1967 a 450 000 dólares en 1969. Sólo economías a una escala
+cercana al suicidio de la raza harían económicamente eficiente el arte
+militar moderno. Se está haciendo más obvio el efecto \emph{boomerang}
+en la guerra: cuanto mayor es el recuento de cuerpos de vietnamitas
+muertos, tantos más enemigos consigue Estados Unidos por todo el mundo;
+asimismo, tanto más debe gastar Estados Unidos en crear otra institución
+manipulativa ---motejada cínicamente como de ``pacificación''--- en un
+vano intento por absorber los efectos secundarios de la guerra.
+
+En este mismo lado del espectro hallamos también organismos sociales que
+se especializan en la manipulación de sus clientes. Semejante a la
+organización militar, tienden a crear efectos contrarios a sus objetivos
+conforme crece el ámbito de sus operaciones. Estas instituciones
+sociales son igualmente contraproductivas, pero lo son de manera menos
+evidente. Muchas adoptan una imagen simpática y terapéutica para
+encubrir este efecto paradójico. Por ejemplo, hasta hace un par de
+siglos, las cárceles servían como medio para detener a las personas
+hasta que se les sentenciaba, se les mutilaba, se les mataba o se les
+exiliaba; en ocasiones se usaban deliberadamente como forma de tortura.
+Sólo recientemente comenzamos a pretender que encerrar a la gente en
+jaulas tendrá un efecto benéfico sobre su carácter y comportamiento.
+Ahora, más que unos pocos están empezando a entender que la cárcel
+incrementa tanto la calidad de los criminales como su cantidad, que es
+perfectamente capaz de hacer de un simple inconforme un criminal
+endurecido. No obstante, es mucho menor el número de los que al parecer
+entienden que las clínicas psiquiátricas, hogares de reposo y orfanatos
+hacen algo muy parecido. Estas instituciones proporcionan a sus clientes
+la destructiva autoimagen del psicótico, del excedido en años o del niño
+abandonado, y proveen la justificación lógica para la existencia de
+ciertas profesiones, tal como las cárceles poseen sus guardias. La
+afiliación a instituciones que se encuentran en este extremo del
+espectro se consigue de dos maneras, ambas coercitivas: mediante
+compromiso obligado o mediante servicio selectivo.
+
+En el extremo opuesto del espectro se sitúan unas instituciones que se
+distinguen por el uso espontáneo ---las instituciones
+``convivenciales''---. Las conexiones telefónicas, las líneas de metro,
+los recorridos de los carteros, los mercados y lonjas no tienen
+necesidad de convencernos de su necesidad. Los sistemas de
+alcantarillado, de agua potable, los parques y veredas son instituciones
+que los hombres usan sin tener que estar institucionalmente convencidos
+de que les conviene hacerlo. Todas las instituciones exigen, por cierto,
+cierta reglamentación. Pero el funcionamiento de instituciones que
+existen para usarse más que para producir algo, requiere de normas cuya
+índole es totalmente diferente de la que exigen las
+instituciones-tratamiento, que son manipulativas. Las normas que rigen a
+las instituciones para uso tienen por fin principal evitar abusos que
+frustrarían su accesibilidad general. Las veredas deben mantenerse
+libres de obstrucciones, el uso industrial de agua potable debe
+someterse a ciertos límites y el juego de pelota debe restringirse a
+zonas especiales dentro de un parque. Actualmente necesitamos una
+legislación especial para evitar el abuso de nuestras líneas telefónicas
+por parte de computadoras, el abuso del servicio de correo por parte de
+los anunciantes y la contaminación de nuestros sistemas de
+alcantarillado por los desechos industriales. La reglamentación de las
+instituciones convivenciales fija límites para su empleo; conforme uno
+pasa del extremo convivencial del espectro al manipulativo, las normas
+van exigiendo cada vez más un consumo o participación no queridos. El
+diferente coste de la adquisición de clientes es precisamente una de las
+características que distingue a las instituciones conviviales de las
+manipulativas.
+
+En ambos extremos del espectro encontramos instituciones de servicio,
+pero a la derecha, el servicio es una manipulación impuesta y al cliente
+se le convierte en víctima de la publicidad, la agresión, el
+adoctrinamiento, la prisión o el electrochoque. A la izquierda, el
+servicio es una mayor oportunidad de límites definidos formalmente,
+mientras el cliente sigue siendo un agente libre. Las instituciones del
+ala derecha tienden a procesos de producción altamente complejos y
+costosos en los que gran parte de la complicación y el gasto se ocupan
+en convencer a los consumidores de que no pueden vivir sin el producto o
+tratamiento ofrecido por la institución. Las instituciones del ala
+izquierda tienden a redes que facilitan la composición o cooperación
+iniciada por el cliente.
+
+Las instituciones manipulativas de la derecha son formadoras de hábito,
+``adictivas'', social y psicológicamente. La adicción social, o
+escalada, consiste en la tendencia a prescribir un tratamiento
+intensificado si dosis menores no han rendido los resultados deseados.
+La adicción psicológica, o habituamiento, se produce cuando los
+consumidores se envician con la necesidad de una cantidad cada vez mayor
+del proceso o del producto. Las instituciones de la izquierda que uno
+mismo pone en actividad tienden a autolimitarse. Al revés de los
+procesos de producción que identifican la satisfacción con el mero acto
+del consumo, estas redes sirven a un objetivo que va más allá de su uso
+repetido. Una persona levanta el teléfono cuando quiere decir algo a
+otra, y cuelga una vez terminada la comunicación deseada. A excepción
+hecha de los adolescentes, no usa el teléfono por el puro placer de
+hablar ante el receptor. Si el teléfono no es el mejor modo de ponerse
+en comunicación, las personas escribirán una carta o harán un viaje. Las
+instituciones de la derecha, como podemos ver claramente en el caso de
+las escuelas, invitan compulsivamente al uso repetitivo y frustran las
+maneras alternativas de lograr resultados similares.
+
+Hacia la izquierda del espectro institucional, pero no en el extremo
+mismo, podemos colocar a las empresas que compiten entre sí en la
+actividad que les es propia, pero que no han empezado a ocupar la
+publicidad de manera notable. Encontramos aquí las lavanderías manuales,
+las pequeñas panaderías, los peluqueros y, para hablar de profesionales,
+algunos abogados y profesores de música. Son por consiguiente
+característicamente del ala izquierda las personas que han
+institucionalizado sus servicios, pero no su publicidad. Consiguen
+clientes mediante su contacto personal y la calidad relativa de sus
+servicios.
+
+Los hoteles y las cafeterías se acercan algo más al centro. Las grandes
+cadenas hoteleras como la Hilton que gastan inmensas cantidades en
+vender su imagen, a menudo se comportan como si estuvieran dirigiendo
+instituciones de la derecha. No obstante, las empresas Hilton y Sheraton
+no ofrecen nada más ---de hecho dan frecuentemente menos--- que
+alojamientos de precio similar y dirigidos independientemente. En lo
+esencial, un letrero de hotel atrae al viajero como lo hace un signo
+caminero. Dice más bien: ``Detente, aquí hay una cama para ti'', y no:
+``¡Deberías preferir una cama de hotel a una banca en el parque!''
+
+Los productores de artículos de primera necesidad y de la mayoría de los
+bienes efímeros pertenecen a la parte central de nuestro espectro.
+Satisfacen demandas genéricas y agregan al costo de producción y
+distribución todo lo que el mercado soporte en costos publicitarios, en
+anuncios y envases. Cuanto más básico sea el producto ---trátese de
+bienes o de servicios--- tanto más tiende la competencia a limitar el
+costo de venta del artículo.
+
+La mayoría de los fabricantes de bienes de consumo se han ido mucho más
+a la derecha. Tanto directa como indirectamente, producen demandas de
+accesorios que hinchan el precio real de compra muy por encima del coste
+de producción. La General Motors y la Ford producen medios de
+transporte, pero también, y esto es más importante, manipulan el gusto
+del público de manera tal que la necesidad de transporte se expresa como
+una demanda de coches privados y no de autobuses públicos. Venden el
+deseo de controlar una máquina, correr a grandes velocidades con lujosa
+comodidad, al tiempo que ofrecen el espejismo de la evasión. Pero lo que
+venden no es tan sólo un asunto de motores inútilmente poderosos, de
+artilugios superfluos o de suplementos nuevos que los fabricantes han
+tenido que agregar obligados por Ralph Nader y los grupos que presionan
+en pro de un aire limpio. La lista de precios incluye dispositivos
+anticontaminantes, cinturones de seguridad, climatización; pero también
+comprende otros costes que no se le declaran abiertamente al conductor:
+los gastos de publicidad y de ventas de la empresa, el combustible, el
+mantenimiento y las refacciones, el seguro, el interés sobre el crédito,
+como también costes menos tangibles, como la pérdida de tiempo, el buen
+humor y el aire respirable en nuestras congestionadas ciudades.
+
+Un corolario particularmente interesante de nuestro examen de
+instituciones socialmente útiles es el sistema de carreteras
+``públicas''. Este importante elemento del coste total de los
+automóviles merece un análisis más dilatado, pues conduce directamente a
+la institución derechista en la que estoy más interesado, a saber, la
+escuela.
+
+\hypertarget{falsos-servicios-de-utilidad-puxfablica}{%
+\subsection{Falsos servicios de utilidad
+pública}\label{falsos-servicios-de-utilidad-puxfablica}}
+
+El sistema de carreteras es una red para la locomoción a través de
+distancias relativamente grandes. En su condición de red, parecería
+corresponderle estar a la izquierda en el espectro institucional. Pero
+en este caso debemos hacer una distinción que esclarecerá tanto la
+naturaleza de las carreteras como la naturaleza de los verdaderos
+servicios de utilidad pública. Los caminos que son genuinamente para
+todos, son verdaderos servicios de utilidad pública. Las supercarreteras
+son cotos privados, cuyo coste se le encaja parcialmente al público.
+
+Los sistemas de teléfonos, correos y caminos son redes, y ninguno es
+gratis. El acceso a la red de teléfonos está limitado por cobros sobre
+tiempo ocupado en cada llamada. Estas tarifas son relativamente bajas y
+podrían reducirse sin cambiar la naturaleza del sistema. El uso del
+sistema telefónico no está en absoluto limitado por lo que se transmita,
+aunque lo emplean mejor quienes pueden hablar frases coherentes en el
+lenguaje del interlocutor, una capacidad que poseen todos los que desean
+usar la red. El franqueo suele ser barato. El uso del sistema postal se
+ve ligeramente limitado por el precio de la pluma y el papel, y algo más
+por la capacidad de escribir. Aún así, cuando alguien que no sabe
+escribir tiene un pariente o un amigo a quien pueda dictarle una carta,
+el sistema postal está a su disposición, tal como lo está si quiere
+despachar una cinta grabada.
+
+El sistema de carreteras no llega a estar disponible de manera similar
+para alguien que tan sólo aprenda a conducir. Las redes telefónica y
+postal existen para servir a quienes deseen usarlas, mientras el sistema
+de carreteras sirve principalmente como accesorio del automóvil privado.
+Las primeras son verdaderos servicios de utilidad pública, mientras el
+último es un servicio público para los dueños de coches, camiones y
+autobuses. Los servicios de utilidad pública existen en pro de la
+comunicación entre los hombres: las carreteras, como otras instituciones
+de la derecha, existen en pro de un producto. Tal como hicimos notar,
+los fabricantes de automóviles \emph{producen} simultáneamente tanto los
+coches como la demanda de coches. Asimismo \emph{producen} la demanda de
+carreteras de varias vías, puentes y campos petrolíferos. El coche
+privado es el foco de una constelación de instituciones del ala derecha.
+El elevado coste de cada elemento lo dicta la complicación del producto
+básico, y vender el producto básico es enviciar a la sociedad en el
+paquete conjunto.
+
+Planificar un sistema vial como un verdadero servicio de utilidad
+pública discriminaría a aquellos para quienes la velocidad y el confort
+individualizado son los valores primarios de transporte, y favorecería a
+aquellos que valoran la fluidez y el lugar de destino. Es la diferencia
+entre una red extendidísima con acceso máximo para los viajeros y otra
+que ofrezca sólo un acceso privilegiado a una zona restringida.
+
+La transferencia de una institución moderna a las naciones en desarrollo
+permite probar esto con mejor claridad. En los países muy pobres, los
+caminos suelen ser apenas lo bastante buenos como para permitir el
+tránsito mediante camiones especiales de eje elevado, cargados de
+víveres, reses o personas. Este tipo de país debería usar sus limitados
+recursos para construir una telaraña de pistas que llegaran a todas sus
+regiones y debería restringir la importancia de vehículos a dos o tres
+modelos diferentes muy duraderos que puedan transitar por malos caminos
+a baja velocidad. Esto simplificaría el mantenimiento continuo de estos
+vehículos y proporcionaría una máxima fluidez y elección de puntos de
+destino a todos los ciudadanos. Esto exigiría proyectar vehículos para
+todo servicio con la simplicidad del Ford T, utilizando las aleaciones
+más modernas para garantizar su durabilidad, con un límite de velocidad
+incorporado de unos 25 kilómetros por hora a lo más, y lo bastante firme
+como para rodar por el terreno más áspero. No se ofrecen estos vehículos
+en el mercado porque no hay demanda de ellos. De hecho sería preciso
+cultivar esa demanda, muy posiblemente al amparo de una legislación
+estricta. Actualmente, cada vez que una demanda de esta especie se hace
+sentir un poco, se le descarta rápida y desdeñosamente mediante una
+publicidad contraria, encaminada a la venta universal de las máquinas
+que extraen hoy de los contribuyentes estadunidenses el dinero necesario
+para construir supercarreteras.
+
+Para ``mejorar'' el transporte, todos los países, hasta los más pobres,
+proyectan ahora sistemas viales concebidos para coches de pasajeros y
+remolques de alta velocidad que se ajustan a la minoría, pendiente del
+velocímetro, compuesta por productores y consumidores en las clases
+selectas. Este planteamiento a menudo se justifica racionalmente
+pintándolo como un ahorro del recurso más precioso de un país pobre: el
+tiempo del médico, del inspector escolar o del funcionario público.
+Estos hombres, naturalmente, sirven casi exclusivamente a la misma gente
+que posee un coche o espera tenerlo algún día. Los impuestos locales y
+las escasas divisas se derrochan en \emph{falsos servicios de utilidad
+pública}.
+
+La tecnología ``moderna'' transferida a los países pobres puede
+dividirse en tres categorías: bienes, fábricas que los hacen e
+instituciones de servicios ---principalmente escuelas--- que convierten
+a los hombres en productores y consumidores modernos. La mayor parte de
+los países gastan la mayor proporción de su presupuesto, y con mucho, en
+escuelas. Los graduados fabricados con escuelas crean entonces una
+demanda de otros servicios conspicuos de utilidad pública, tales como
+potencia industrial, carreteras pavimentadas, hospitales modernos y
+aeropuertos, y éstos crean a su vez un mercado para los bienes hechos
+para países ricos y, al cabo de un tiempo, la tendencia a importar
+fábricas anticuadas para producirlos.
+
+De todos los ``falsos servicios de utilidad pública'', la escuela es el
+más insidioso. Los sistemas de carreteras producen sólo demanda de
+coches. Las escuelas crean una demanda para el conjunto completo de
+instituciones modernas que llenan el extremo derecho del espectro. A un
+hombre que pusiera en duda la necesidad de carreteras se le tacharía de
+romántico; al que ponga en tela de juicio la necesidad de escuelas se le
+ataca de inmediato: un ser sin entrañas o un imperialista.
+
+\hypertarget{las-escuelas-como-falsos-servicios-de-utilidad-puxfablica}{%
+\subsection{Las escuelas como falsos servicios de utilidad
+pública}\label{las-escuelas-como-falsos-servicios-de-utilidad-puxfablica}}
+
+Al igual que las carreteras, las escuelas dan a primera vista la
+impresión de estar igualmente abiertas para todos los interesados. De
+hecho están abiertas sólo para quienes renueven sin cejar sus
+credenciales. Así como las carreteras crean la impresión de que su nivel
+actual de costes anuales es necesario para que la gente pueda moverse,
+así se supone que las escuelas son indispensables para alcanzar la
+competencia que exige una sociedad que use la tecnología moderna. Hemos
+expuesto las autopistas como servicios de utilidad pública espurios
+observando cómo dependen de los automóviles privados. Las escuelas se
+fundan en la hipótesis igualmente espuria de que el aprendizaje es el
+resultado de la enseñanza curricular.
+
+Las carreteras son las consecuencias del deseo y la necesidad de
+movilizarse que se pervierten para convertirlos en demanda de coches
+privados. Las escuelas pervierten la natural inclinación a desarrollarse
+y aprender convirtiéndola en demanda de instrucción. La demanda de una
+madurez manufacturada es mucho más la abnegación de la actividad
+iniciada por uno mismo que la demanda de bienes manufacturados. Las
+escuelas no sólo están a la derecha de las carreteras y los coches,
+tienen su lugar cerca del extremo del espectro institucional ocupado por
+los asilos totales. Incluso los productores de recuentos de cuerpos
+matan solamente cuerpos. Al hacer que los hombres abdiquen de la
+responsabilidad de su propio desarrollo, la escuela conduce a muchos a
+una especie de suicidio espiritual.
+
+Las carreteras las pagan en parte quienes las utilizan, puesto que los
+peajes e impuestos al combustible se obtienen sólo de los conductores.
+La escuela, en cambio, es un sistema perfecto de tributación regresiva,
+en el que los privilegios cabalgan sobre el lomo de todo público
+pagador. La escuela fija un gravamen por cabeza sobre la promoción. El
+subconsumo de distancias recorridas por carretera no es nunca tan
+costoso como el subconsumo de escolarización. El hombre que no posea un
+coche en Los Ángeles posiblemente esté casi inmovilizado, pero si se
+ingenia de algún modo para llegar a su lugar de trabajo, podrá conseguir
+y conservar un empleo. El desertor escolar carece de vía alternativa. El
+habitante suburbano en su Lincoln nuevo y su primo campesino que conduce
+una vieja carcacha se aprovechan más o menos igual de la carretera,
+aunque el vehículo del uno cueste 30 veces más que el del otro. El valor
+de la escolarización de un hombre es función del número de años que ha
+permanecido en escuelas y de la carestía de éstas. La ley no obliga a
+conducir, en cambio obliga a ir a la escuela.
+
+El análisis de las instituciones según su actual emplazamiento en un
+espectro continuo izquierda-derecha me permite esclarecer mi convicción
+de que el cambio social fundamental debe comenzar con un cambio en la
+conciencia que se tiene de las instituciones y explicar por qué la
+dimensión de un futuro viable recae en el rejuvenecimiento del estilo
+institucional.
+
+Durante la década 1960-1970, unas instituciones, nacidas en diversas
+épocas después de la Revolución francesa, llegaron a su vejez; los
+sistemas de escuelas públicas fundados en la época de Jefferson o de
+Atatürk, junto con otros que se iniciaron después de la segunda Guerra
+Mundial, se hicieron todos burocráticos, autojustificantes y
+manipulativos. Lo mismo les ocurrió a los sistemas de seguridad social,
+a los sindicatos, a las principales Iglesias y cuerpos diplomáticos, a
+la atención de los ancianos y a los servicios funerarios.
+
+Por ejemplo, hoy en día hay un mayor parecido ente los sistemas
+escolares de Colombia, Inglaterra, la Unión Soviética y Estados Unidos,
+que entre las escuelas de este último de fines del siglo pasado y las de
+hoy o las de Rusia en ese tiempo. Las escuelas son hoy obligatorias, sin
+término definido y competitivo. Esa misma convergencia en el estilo
+institucional afecta la atención médica, la comercialización, la
+administración de personal y la vida política. Todos estos procesos
+institucionales tienden a apilarse en el extremo manipulativo del
+espectro.
+
+La consecuencia de esta convergencia de instituciones es la fusión de
+burocracias mundiales. El estilo, el sistema de ordenamiento jerárquico
+y la parafernalia (desde el libro de texto a la computadora) se
+normalizan en los consejos de planificación de Costa Rica o de
+Afganistán, según los modelos de Europa occidental.
+
+Las burocracias parecen centrarse en todas partes en la misma tarea:
+promover el crecimiento de las instituciones de la derecha. Se ocupan de
+la fabricación de cosas, la fabricación de normas rituales y la
+fabricación ---y remodelación--- de la ``verdad ejecutiva'', la
+ideología o el \emph{fiat} que establece el valor presente que debiera
+atribuirse a lo que ellas producen. La tecnología proporciona a estas
+burocracias un poder creciente a la mano derecha de la sociedad. La mano
+izquierda parece marchitarse y no porque la tecnología sea menos capaz
+de aumentar el ámbito de la actividad humana y de proporcionar tiempo
+para el despliegue de la imaginación individual y para la creatividad
+personal, sino porque ese uso de la tecnología no aumenta el poder de la
+élite que la administra. El director de correos no tiene control sobre
+el uso esencial de ese servicio; la telefonista o el directivo de la
+compañía telefónica carecen de poder para impedir que se preparen
+adulterios, asesinatos o subversiones usando sus líneas.
+
+En la elección entre la derecha y la izquierda institucional está en
+juego la naturaleza misma de la vida humana. El hombre debe elegir entre
+ser rico en cosas o tener libertad para usarlas. Debe elegir entre
+estilos alternativos de vida y programas conexos de producción.
+
+Aristóteles ya había descubierto que ``hacer y actuar'' son diferentes,
+y de hecho tan diferentes que lo uno jamás incluye lo otro. ``Porque ni
+es el actuar una manera de hacer, ni el hacer una manera del verdadero
+actuar. La arquitectura \emph{techne} es una manera de hacer\ldots{} dar
+nacimiento a algo cuyo origen está en su hacedor y no en la cosa. El
+hacer siempre tiene una finalidad que no es él mismo, y no así la
+acción, puesto que la buena acción es en sí misma un fin. La perfección
+en el hacer es un arte; la perfección en el actuar, una
+virtud.''\footnote{\emph{Ética a Nicómaco} , 1140.} La palabra que
+Aristóteles usó para hacer fue \emph{poesis} , y la que usó para actuar,
+\emph{praxis}. El movimiento hacia la derecha de una institución indica
+que se la está reestructurando para aumentar su capacidad de ``hacer'',
+mientras que si se desplaza hacia la izquierda indica que se la está
+reestructurando para permitir un mayor ``actuar'' o ``praxis''. La
+tecnología moderna ha aumentado la capacidad del hombre para dejar a las
+máquinas el ``hacer'' cosas y ha aumentado el tiempo que puede dedicar a
+``actuar''. El ``hacer'' las cosas cotidianas imprescindibles ha dejado
+de ocupar su tiempo. El desempleo es la consecuencia de esta
+modernización: es la ociosidad del hombre para quien no hay nada que
+``hacer'' y que no sabe cómo ``actuar''. El desempleo es la triste
+ociosidad del hombre que, al revés de Aristóteles, cree que hacer cosas
+o trabajar es virtuoso y que la ociosidad es mala. El desempleo es la
+experiencia del hombre que ha sucumbido a la ética protestante. Según
+Weber, el hombre necesita el ocio para poder trabajar. Según
+Aristóteles, el trabajo es necesario para poder tener ocio.
+
+La tecnología proporciona al hombre tiempo discrecional que puede llenar
+ya sea haciendo, ya sea actuando. Toda nuestra cultura tiene abierta
+ahora la opción entre un triste desempleo o un ocio feliz. Depende del
+estilo institucional que la cultura elija. Esta elección habría sido
+inconcebible en una cultura antigua fundada en la agricultura campesina
+o en la esclavitud. Ha llegado a ser inevitable para el hombre
+posindustrial.
+
+Una manera de llenar el tiempo disponible es estimular mayores demandas
+de consumo de bienes y, simultáneamente, de producción de servicios. Lo
+primero implica una economía que proporciona una falange cada vez mayor
+de cosas siempre novedosas que pueden hacerse, consumirse y someterse a
+reciclaje. Lo segundo implica el vano intento de ``hacer'' acciones
+virtuosas, haciendo aparecer como tales los productos de las
+instituciones de ``servicios''. Esto conduce a la identificación de la
+escolaridad con la educación, del servicio médico con la salud, de los
+programas con la recreación, de la velocidad con la locomoción eficaz.
+La primera opción lleva ahora el apodo de \emph{desarrollo.}
+
+La manera radicalmente alternativa de llenar el tiempo disponible
+consiste en una gama limitada de bienes más durables y en proporcionar
+acceso a instituciones que puedan aumentar la oportunidad y apetencia de
+las acciones humanas recíprocas.
+
+Una economía de bienes duraderos es exactamente lo contrario de una
+economía fundada en la obsolescencia programada. Una economía de bienes
+duraderos significa una restricción en la lista de mercancías. Los
+bienes habrían de ser de tal especie que diesen un máximo de oportunidad
+para ``actuar'' en algo con ellos: artículos hechos para montarlos uno
+mismo, para autoayudarse, para su reempleo y reparación.
+
+El complemento de una lista de bienes durables, reparables y
+reutilizables no es un aumento de servicios producidos
+institucionalmente, sino más bien una estructura institucional que
+eduque constantemente en la acción, en la participación, en la
+autoayuda. El movimiento de nuestra sociedad desde el presente ---en el
+que todas las instituciones gravitan hacia una burocracia
+posindustrial--- a un futuro de convivencialidad posindustrial ---en el
+que la intensidad de la acción sería preponderante sobre la
+producción--- debe comenzar con una renovación del estilo de las
+instituciones de servicio y, antes que nada, por una renovación de la
+educación. Un futuro deseable y factible depende de nuestra disposición
+a invertir nuestro saber tecnológico en el desarrollo de instituciones
+convivenciales. En el terreno de las investigaciones sobre educación,
+esto equivale a exigir que se trastroquen las tendencias actuales.
+
+\hypertarget{compatibilidades-irracionales}{%
+\section{Compatibilidades
+irracionales}\label{compatibilidades-irracionales}}
+
+\footnote{Este capítulo fue presentado originalmente en una sesión de la
+ American Educational Research Association, en la ciudad de Nueva York,
+ el 6 de febrero de 1971.} Creo que la crisis contemporánea de la
+educación nos obliga más bien a modificar la idea de un aprendizaje
+públicamente prescrito y no los métodos usados para hacerlo cumplir. La
+proporción de desertores ---especialmente de alumnos de los primeros
+años de bachillerato y de maestros de primaria--- señala que las bases
+están pidiendo un enfoque totalmente nuevo. Al ``practicante del aula''
+que se estima un profesor liberal se le ataca cada vez más por todos
+lados. El movimiento pro escuela libre, que confunde disciplina con
+adoctrinamiento, le ha adjudicado el papel de elemento destructivo y
+autoritario. El tecnólogo educativo demuestra sostenidamente la
+inferioridad del profesor para medir y modificar la conducta. Y la
+administración escolar para la que trabaja lo obliga a inclinarse tanto
+ante Summerhill como ante Skinner, poniendo en evidencia que el
+aprendizaje obligatorio no puede ser una empresa liberal. No debe
+asombrar que el índice de maestros desertores esté superando el de los
+alumnos.
+
+El compromiso que Estados Unidos ha contraído de educar obligatoriamente
+a sus menores se demuestra tan vano como el pretendido compromiso
+norteamericano de democratizar obligatoriamente a los vietnamitas. Las
+escuelas convencionales obviamente no pueden hacerlo. El movimiento pro
+escuela libre seduce a los educadores no convencionales, pero en
+definitiva lo hace en apoyo de la ideología convencional de la
+escolarización. Y lo que prometen los tecnólogos de la educación, a
+saber, que sus investigaciones y desarrollo ---si se les dota de fondos
+suficientes--- pueden ofrecer alguna especie de solución final a la
+resistencia de la juventud contra el aprendizaje obligatorio, suena tan
+confiado y demuestra ser tan fatuo como las promesas hechas por los
+tecnólogos militares.
+
+Las críticas dirigidas contra el sistema escolar estadunidense por parte
+de los conductistas, y las que provienen de la nueva raza de educadores
+raciales, parecen diametralmente opuestas. Los conductistas aplican las
+investigaciones sobre educación a la ``inducción de instrucción
+autotélica mediante paquetes de aprendizaje individualizados''. El
+estilo conductista choca con la idea de hacer que los jóvenes ingresen
+por voluntad propia en unas comunas liberadas que les invitan a
+ingresar, las cuales estarían supervisadas por adultos. No obstante,
+bajo una perspectiva histórica, ambas no son sino manifestaciones
+contemporáneas de las metas, aparentemente contradictorias, pero en
+verdad complementarias, del sistema escolar público. Desde los comienzos
+de este siglo, las escuelas han sido protagonistas del control social
+por una parte y de la cooperación libre por la otra, poniéndose ambos
+aspectos al servicio de la ``buena sociedad'' a la que se concibe como
+una estructura corporativa altamente organizada y de suave
+funcionamiento. Sometidos al impacto de una urbanización intensa, los
+niños se convierten en un recurso natural que las escuelas han de
+moldear para luego alimentar la máquina industrial. Las políticas
+progresistas y el culto a la eficiencia coincidieron con el crecimiento
+de la escuela pública estadunidense.\footnote{Véase Joel Spring,
+ \emph{Education and the Rise of the Corporate State} , Cuaderno núm.
+ 50, Centro Intercultural de Documentación, Cuernavaca, México, 1971.}
+La orientación vocacional y la \emph{junior highschool}\footnote{Equivalente
+ a los grados primero, segundo y tercero de secundaria, o los antiguos
+ tres primeros años de bachillerato ---cuando había seis---. (T.)}
+fueron dos importantes resultados de este tipo de conceptos.
+
+Parece, por consiguiente, que el intento de producir cambios específicos
+en el comportamiento, que puedan medirse y de los que pueda
+responsabilizarse al encargado del proceso, es sólo el anverso de la
+medalla, cuyo reverso es la pacificación de la nueva generación dentro
+de enclaves especialmente proyectados que los inducirán a entrar en el
+sueño de sus mayores. Estos seres pacificados en sociedad están bien
+descritos por Dewey, quien quiere que ``hagamos de cada una de nuestras
+escuelas una vida comunitaria en embrión, activa, con tipos de
+ocupaciones que reflejen la vida de la sociedad en pleno, y la
+\emph{impregnen} con el espíritu del arte, de la historia, de la
+ciencia''. Bajo esta perspectiva histórica, sería un grave error
+interpretar la actual controversia a tres bandas entre el
+establecimiento escolar, los tecnólogos de la educación y las escuelas
+libres como el preludio de una revolución en la educación. Esta
+controversia refleja más bien una etapa de un intento para convertir a
+grandes trancos un viejo sueño en hecho y convertir finalmente todo
+aprendizaje valedero en el resultado de una enseñanza profesional. La
+mayoría de las alternativas educativas propuestas convergen hacia metas
+que son inmanentes a la producción del hombre cooperativo cuyas
+necesidades individuales se satisfacen mediante su especialización en el
+sistema estadunidense: están orientadas hacia el mejoramiento de lo que
+yo llamo ---a falta de una mejor expresión--- la sociedad escolarizada.
+Incluso los críticos aparentemente radicales del sistema escolar no
+están dispuestos a abandonar la idea de que tienen una obligación para
+con los jóvenes, especialmente para con los pobres, la obligación de
+hacerlos pasar por el proceso, sea mediante amor o mediante odio, para
+meterlos en una sociedad que necesita especialización disciplinada tanto
+de sus productores como de sus consumidores y, asimismo, el pleno
+compromiso de todos ellos con la ideología que antepone a todo el
+crecimiento económico.
+
+La disensión enmascara la contradicción inherente a la idea misma de
+escuela. Los sindicatos establecidos de profesores, los brujos de la
+tecnología y los movimientos de liberación escolar refuerzan el
+compromiso de la sociedad entera con los axiomas fundamentales de un
+mundo escolarizado, más o menos del modo en que muchos movimientos
+pacifistas y de protesta refuerzan el compromiso de sus miembros ---sean
+negros, mujeres, jóvenes o pobres--- con la búsqueda de justicia
+mediante el crecimiento del ingreso nacional bruto.
+
+Es fácil anotar algunos de los postulados que ahora pasan inadvertidos a
+la crítica. En primer lugar está la creencia compartida de que la
+conducta que se ha adquirido ante los ojos de un pedagogo es de especial
+valor para el alumno y de especial provecho para la sociedad. Esto está
+relacionado con el supuesto de que el hombre social nace sólo en la
+adolescencia, y que nace adecuadamente sólo si madura en la
+escuela-matriz, que algunos desean hacer dulce mediante el
+\emph{laissez-faire,}\footnote{En francés, en el original.} otros
+quieren llenar de artilugios mecánicos y unos terceros buscan barnizar
+con una tradición liberal. Está finalmente una visión común de la
+juventud, psicológicamente romántica y políticamente conservadora. Según
+esta visión, los cambios de la sociedad deben llevarse a cabo agobiando
+a los jóvenes con la responsabilidad de transformarla ---pero sólo
+después de que en su momento se han liberado de la escuela---. Para una
+sociedad fundada en tales postulados es fácil ir creando un sentido de
+su responsabilidad respecto de la educación de la nueva generación, y
+esto inevitablemente significa que algunos hombres pueden fijar,
+especificar y evaluar las metas personales de otros. En un ``párrafo
+tomado de una enciclopedia china imaginaria'' Jorge Luis Borges trata de
+evocar el mareo que debe producir ese intento. Nos dice que los animales
+están divididos en las clases siguientes: `` \emph{a)} pertenecientes al
+Emperador, \emph{b)} embalsamados, \emph{c)} amaestrados, \emph{d)}
+lechones, \emph{e)} sirenas, \emph{f)} fabulosos, \emph{g)} perros
+sueltos, \emph{h)} incluidos en esta clasificación, \emph{i)} que se
+agitan como locos, \emph{j)} innumerables, \emph{k)} dibujados con un
+pincel finísimo de pelo de camello, \emph{l)} etcétera, \emph{m)} que
+acaban de romper el jarrón, \emph{n)} que de lejos parecen moscas''.
+Ahora bien, semejante taxonomía no aparece a menos que alguien estime
+que puede servir para sus fines: en este caso, supongo, ese alguien era
+un cobrador de impuestos. Para él, al menos, esta taxonomía bestiaria
+\emph{tiene} que haber tenido sentido, tal como la taxonomía de
+objetivos educativos tiene sentido para los autores científicos.
+
+La visión de hombres dotados de una lógica tan inescrutable, y
+autorizados para evaluar su ganado, debe haber producido en el campesino
+un helado sentimiento de impotencia. Los estudiantes, por motivos
+parecidos, tienden a sentirse paranoicos cuando se someten seriamente a
+un currículum. Inevitablemente se asustan aún más que mi imaginario
+campesino chino, porque no es su ganado, sino sus objetivos vitales los
+que están siendo marcados con un signo inescrutable.
+
+Este pasaje de Borges es fascinante, porque evoca la lógica de la
+\emph{compatibilidad irracional} que hace a las burocracias de Kafka y
+de Koestler tan siniestras y no obstante tan evocadoras de la vida
+cotidiana. El encadenamiento implacable de las reglas parece embrujar a
+quienes se vuelven cómplices de ellas y los empuja a hacer prueba de una
+disciplina todavía más ciega. Es la lógica creada por la conducta
+burocrática. Y se convierte en la lógica de una sociedad que exige que a
+los administradores de sus instituciones educativas se les considere
+públicamente responsables de la modificación del comportamiento que
+producen en sus clientes. Los estudiantes a los que se puede motivar
+para valorar los paquetes educativos que sus profesores les obligan a
+consumir son comparables a los campesinos chinos que pueden ajustar sus
+rebaños al formulario de impuestos que ofrece Borges.
+
+Durante el transcurso de las dos últimas generaciones triunfó en algún
+momento en la cultura norteamericana un compromiso con la terapia, y
+vino a considerarse a los profesores como los terapeutas cuyas recetas
+todos los hombres necesitan, si es que desean gozar de la libertad y la
+igualdad con las cuales, según la Constitución, han nacido.
+
+Ahora los profesores-terapeutas siguen adelante al proponer como paso
+siguiente el tratamiento educativo vitalicio. El \emph{estudio} de este
+tratamiento está sujeto a discusión: ¿debiera adoptar la forma de una
+asistencia constante de los adultos al aula? ¿O la de éxtasis
+electrónico? ¿O de sesiones periódicas de sensibilización? Todos los
+educadores están prontos a conspirar para extender los muros del aula y
+agrandarla, con la meta de transformar la cultura completa en una
+escuela.
+
+Detrás de la retórica y del alboroto, la controversia sobre el futuro de
+la educación que tiene lugar en Estados Unidos es más conservadora que
+el debate en otros ámbitos de la política común. Respecto de las
+relaciones exteriores, por lo menos, una minoría organizada nos recuerda
+constantemente que el país debe renunciar a su papel de policía del
+mundo. Los economistas radicales, y ahora incluso sus profesores, menos
+radicales, ponen en duda la convivencia del crecimiento conjunto como
+meta. Hay grupos de presión para favorecer la medicina preventiva y no
+la curativa y otros propugnan por la fluidez en vez de la velocidad en
+el transporte. Sólo en el ámbito de la educación permanecen dispersas
+las voces articuladas que piden una desescolarización radical de la
+sociedad. Existe una carencia de argumentación persuasiva y de un
+liderazgo maduro encaminados a quitar el apoyo oficial a todas y cada
+una de las instituciones que tienen por fin el \emph{aprendizaje}
+obligatorio. Por el momento, la desescolarización radical de la sociedad
+es todavía una causa sin partido. Esto sorprende especialmente en un
+periodo de resistencia creciente, aunque caótica, a todas las formas de
+instrucción planificada institucionalmente, por parte de los jóvenes de
+12 a 17 años.
+
+Los innovadores educativos siguen suponiendo que las instituciones
+educativas funcionan como embudos para los programas que ellos envasan.
+Para los fines de mi argumento da lo mismo que estos embudos tengan la
+forma de un aula, de un transmisor de televisión o de una ``zona
+liberada''. Es igualmente ajeno al asunto si los envases suministrados
+son ricos o pobres, calientes o fríos, duros y mensurables (como
+Matemáticas III) o imposibles de evaluar (como la sensibilización). Lo
+que interesa es que se suponga que la educación es el resultado de un
+proceso institucional dirigido por el educador. Mientras las relaciones
+continúen siendo aquellas que existen entre un proveedor y un
+consumidor, el trabajo de investigación sobre educación continuará
+siendo un proceso circular. Acumulará pruebas científicas en apoyo de la
+necesidad de más paquetes educativos y del perfeccionamiento de los
+métodos de entrega, tal como cierta rama de las ciencias sociales puede
+probar la necesidad de acrecentar la distribución de los productos de la
+institución militar.
+
+Una revolución educativa se apoya en una doble inversión: una nueva
+orientación del trabajo de investigación y una nueva comprensión del
+estilo educativo de una contracultura emergente.
+
+La investigación operativa trata ahora de optimizar la eficiencia de una
+estructura heredada ---un marco de referencia que jamás se pone en tela
+de juicio---. Este marco de referencia tiene la estructura sintáctica de
+un embudo para paquetes de enseñanza. La alternativa sintáctica respecto
+del mismo es una red o trama educativa para el montaje autónomo de
+recursos bajo el control personal de cada aprendiz. Esta estructura
+alternativa de una institución educativa yace ahora en el punto ciego
+conceptual de nuestra investigación operativa. Si la investigación se
+enfocara en él, ello constituiría una auténtica revolución científica.
+
+El punto ciego de los trabajos de investigación en educación refleja la
+parcialidad cultural de una sociedad en la que el crecimiento
+tecnológico se ha confundido con el control tecnocrático. Para el
+tecnócrata, el valor de un entorno aumenta conforme pueda programarse un
+mayor número de contactos entre un hombre y su medio ambiente. Es este
+mundo, las elecciones abiertas para el observador o el planificador
+deben estar acordes con los deseos de quienes están sometidos a una
+observación y a quienes se denomina los ``beneficiarios''. La libertad
+se reduce a la elección entre unas mercancías envasadas.
+
+La contracultura emergente afirma los valores del contenido semántico
+por encima de la eficiencia de una sintaxis mayor y más rígida. Valora
+la riqueza de la connotación por encima del poder de la sintaxis para
+producir riquezas. Valora la consecuencia imprevisible de la instrucción
+profesional. Esta reorientación hacia la sorpresa personal, y no hacia
+los valores producidos por la institución, es capaz de perturbar el
+orden establecido hasta que podamos separar la creciente disponibilidad
+de las herramientas tecnológicas que facilitan el encuentro del
+creciente control del tecnócrata sobre lo que ocurre cuando la gente se
+reúne.
+
+Nuestras actuales instituciones educativas están al servicio de las
+metas del profesor. Las estructuras de relación que necesitamos son las
+que permitan a cada hombre definirse él mismo aprendiendo y
+contribuyendo al aprendizaje de otros.
+
+\hypertarget{tramas-del-aprendizaje}{%
+\section{Tramas del aprendizaje}\label{tramas-del-aprendizaje}}
+
+En un capítulo anterior examiné aquello que se está convirtiendo en una
+queja común acerca de las escuelas una queja que se hace sentir por
+ejemplo, en un informe reciente de la Carnegie Commission: en las
+escuelas los alumnos matriculados se someten ante maestros diplomados a
+fin de obtener sus propios diplomas; ambos quedan frustrados y ambos
+culpan a los recursos insuficientes ---dinero, tiempo o edificios--- de
+su mutua frustración.
+
+Una crítica semejante conduce a muchos a pensar si no será posible
+concebir un estilo diferente de aprendizaje. Paradójicamente, si a esas
+mismas personas se les insta a especificar cómo adquirieron lo que saben
+y estiman, admitirán prontamente que con mayor frecuencia lo aprendieron
+fuera y no dentro de la escuela. Su conocimiento de hechos, lo que
+entienden de la vida y de su trabajo les vino de la amistad o del amor,
+de leer, del ejemplo de sus iguales o de la incitación de un encuentro
+callejero. O tal vez aprendieron lo que saben por medio del ritual de
+iniciación de una pandilla callejera, de un hospital, de la redacción de
+un periódico, de un taller de fontanería o de una oficina de seguros. La
+alternativa a la dependencia respecto de las escuelas no es el uso de
+recursos públicos para algún nuevo dispositivo que ``haga'' aprender a
+la gente; es más bien la creación de un nuevo estilo de relación
+educativa entre el hombre y su medio. Para propiciar este estilo será
+necesaria una modificación de la idea que nos hacemos del crecimiento,
+de los útiles necesarios para aprender y de la calidad y estructura de
+la vida cotidiana.
+
+Las actitudes ya están cambiando. Ha desaparecido la orgullosa
+dependencia respecto de la escuela. En la industria del conocimiento se
+acrecienta la resistencia del consumidor. Muchos profesores y alumnos,
+contribuyentes y patronos, economistas y policías, preferirían no seguir
+dependiendo de las escuelas. Lo que impide que su frustración dé forma a
+otras instituciones es una carencia no sólo de imaginación, sino
+también, con frecuencia, de un lenguaje apropiado y de un interés
+personal ilustrado. No pueden visualizar ya sea una sociedad
+desescolarizada, ya sean unas instituciones educativas en una sociedad
+que haya privado de apoyo oficial a la escuela.
+
+En este capítulo me propongo mostrar que lo contrario de la escuela es
+posible: que podemos apoyarnos en el aprendizaje automotivado en vez de
+contratar profesores para sobornar u obligar al estudiante a hallar el
+tiempo y la voluntad de aprender, que podemos proporcionar al aprendiz
+nuevos vínculos con el mundo en vez de continuar canalizando todos los
+programas educativos por medio del profesor. Examinaré algunas de las
+características que distinguen la escolarización del aprendizaje y
+esbozaré cuatro categorías principales de instituciones que serían
+atractivas no sólo para muchas personas, sino también para muchos grupos
+de intereses comunes.
+
+\hypertarget{una-objeciuxf3n-a-quiuxe9n-pueden-servirle-unos-puentes-hacia-la-nada}{%
+\subsection{Una objeción a quién pueden servirle unos puentes hacia la
+nada}\label{una-objeciuxf3n-a-quiuxe9n-pueden-servirle-unos-puentes-hacia-la-nada}}
+
+Estamos acostumbrados a considerar las escuelas como una variable que
+depende de la estructura política y económica. Si podemos cambiar el
+estilo de la dirección política o promover los intereses de una clase u
+otra, suponemos que el sistema escolar cambiará también. En cambio, las
+instituciones educativas que propondré están ideadas para servir a una
+sociedad que no existe ahora, aunque la actual frustración respecto de
+las escuelas tiene en sí el potencial de una fuerza importante para
+poner en movimiento un cambio hacia nuevas configuraciones sociales.
+Contra este planteamiento se ha suscitado una objeción de peso: ¿por qué
+canalizar energías para construir puentes hacia ninguna parte, en vez de
+organizarlas primero para cambiar no las escuelas, sino el sistema
+político y económico?
+
+No obstante, esta objeción subestima la naturaleza política y económica
+del sistema escolar en sí, así como el potencial político inherente a
+cualquier oposición eficaz a ella.
+
+En un sentido fundamental, las escuelas han dejado de ser dependientes
+de la ideología profesada por cualquier gobierno u organización de
+mercados. Otras instituciones pueden diferir de un país a otro: la
+familia, el partido, la Iglesia, la prensa. Pero el sistema escolar
+tiene por doquier la misma estructura, y en todas partes el currículum
+oculto tiene el mismo efecto. De modo invariable, modela al consumidor
+que valora los bienes institucionales sobre los servicios no
+profesionales de un prójimo.
+
+El currículum oculto de la escolarización inicia en todas partes al
+ciudadano en el mito de que algunas burocracias guiadas por el
+conocimiento científico son eficientes y benevolentes. Por doquiera,
+este mismo currículum inculca en el alumno el mito de que la mayor
+producción proporcionará una vida mejor. Y por doquiera crea el hábito
+---que se contradice a sí mismo--- de consumo de servicios y de
+producción enajenante, la tolerancia ante la dependencia institucional y
+el reconocimiento de los escalafones institucionales. El currículum
+oculto sustenta la tolerancia ante la dependencia institucional, el
+reconocimiento por los profesores y cualquiera que sea la ideología
+preponderante.
+
+En otras palabras, las escuelas son fundamentalmente semejantes en todos
+los países, sean éstos fascistas, democráticos o socialistas, grandes o
+pequeños, ricos o pobres. La identidad del sistema escolar nos obliga a
+reconocer la profunda identidad en todo el mundo, del mito, del modo de
+producción y del método de control social, pese a la gran variedad de
+mitologías en las cuales encuentra expresión el mito.
+
+En vista de esta identidad, es ilusorio pretender que las escuelas son,
+en algún sentido profundo, unas variables dependientes. Esto significa
+que esperar un cambio social o económico concebido convencionalmente, es
+también una ilusión. Más aún, esta ilusión concede a la escuela ---el
+órgano de reproducción de la sociedad de consumo--- una inmunidad casi
+indiscutida.
+
+Al llegar a este punto es cuando adquiere importancia el ejemplo de
+China. Durante tres milenios, China protegió el aprendizaje superior por
+medio de un divorcio total entre el proceso del aprendizaje y el
+privilegio conferido por los exámenes para optar a altos cargos
+públicos. Para llegar a ser una potencia mundial y una nación-Estado
+moderno, China tuvo que adoptar el estilo internacional de
+escolarización. Sólo una mirada retrospectiva nos permitirá descubrir si
+la Gran Revolución Cultural resultará haber sido el primer intento
+logrado de desescolarizar las instituciones de la sociedad.
+
+Incluso la creación a retazos de nuevos organismos educativos que fuesen
+lo inverso de la escuela sería un ataque sobre el eslabón más sensible
+de un fenómeno ubicuo, el cual es organizado por el Estado en todos los
+países. Un programa político que no reconozca explícitamente la
+necesidad de la desescolarización no es revolucionario; es demagogia que
+pide más de lo mismo. Todo programa político importante de esta década
+debiera medirse con este rasero: ¿hasta dónde es claro afirmar la
+necesidad de la desescolarización ---y qué directrices ofrece para
+asignar la calidad educativa de la sociedad hacia la cual se
+encamina---?
+
+La lucha contra el dominio que ejercen el mercado mundial y la política
+de las grandes potencias puede estar fuera del alcance de ciertas
+comunidades o países pobres, pero esta debilidad es una razón más para
+hacer hincapié en la importancia que tiene liberar a cada sociedad
+mediante una inversión de su estructura educativa, cambio este que no
+está más allá de los medios de ninguna sociedad.
+
+\hypertarget{caracteruxedsticas-generales-de-unas-nuevas-instituciones-educativas-formales}{%
+\subsection{Características generales de unas nuevas instituciones
+educativas
+formales}\label{caracteruxedsticas-generales-de-unas-nuevas-instituciones-educativas-formales}}
+
+Un buen sistema educativo debería tener tres objetivos: proporcionar a
+todos aquellos que lo quieren el acceso a recursos disponibles en
+cualquier momento de sus vidas; dotar a todos los que quieran compartir
+lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran aprender de ellos,
+y, finalmente, dar a todo aquel que quiera presentar al público un tema
+de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento. Un sistema como
+éste exigiría que se aplicaran a la educación unas garantías
+constitucionales. Los aprendices no podrían ser sometidos a un
+currículum obligatorio o a una discriminación fundada en la posesión o
+carencia de un certificado o diploma. Ni se obligaría tampoco al público
+a mantener, mediante una retribución regresiva, un gigantesco aparato
+profesional de educadores y edificios que de hecho disminuye las
+posibilidades que el público tiene de acceder a los servicios que la
+profesión está dispuesta a ofrecer en el mercado. Debería usar la
+tecnología moderna para lograr que la libre expresión, la libre reunión
+y la prensa libre fuesen universales y, por consiguiente, plenamente
+educativas.
+
+Las escuelas están proyectadas a partir del supuesto de que cada cosa en
+la vida tiene un secreto; de que la calidad de la vida depende de
+conocer ese secreto; de que los secretos pueden conocerse en ordenadas
+sucesiones, y de que sólo los profesores pueden revelar adecuadamente
+esos secretos. Una persona de mente escolarizada concibe el mundo como
+una pirámide de paquetes clasificados accesible sólo a aquellos que
+llevan los rótulos apropiados. Las nuevas instituciones educativas
+destrozarían esta pirámide. Su propósito debe ser facilitar el acceso al
+aprendiz, permitirle mirar al interior de la sala de control o del
+parlamento, si no puede entrar por la puerta. Además, esas nuevas
+instituciones deberían ser canales a los que el aprendiz tuviese acceso
+sin credenciales ni títulos de linaje ---espacios públicos en los que
+iguales y mayores situados fuera de su horizonte inmediato se harían
+accesibles---.
+
+Pienso que no más de cuatro ---y posiblemente hasta tres--- ``canales''
+distintos o centros de intercambio podrían contener todos los recursos
+necesarios para el aprendizaje real. El niño crece en un mundo de cosas,
+rodeado de personas que sirven de modelos para habilidades y valores.
+Encuentra seres como él, sus iguales, que le incitan a discutir, a
+competir, a cooperar, a entender, y si el niño es afortunado, se ve
+expuesto a la confrontación o a la crítica de un mayor experimentado que
+realmente se preocupe. Cosas, modelos, iguales y mayores son cuatro
+recursos, cada uno de los cuales requiere un tipo diferente de
+ordenamiento para asegurar que todos tengan acceso a él.
+
+Usaré las palabras ``trama de oportunidad'' en vez de ``red'' para
+designar las maneras específicas de proporcionar acceso a cada uno de
+los cuatro conjuntos de recursos. Desafortunadamente, ``red'' se emplea
+con frecuencia para designar los canales reservados a los materiales
+seleccionados por terceros para el adoctrinamiento, la instrucción y la
+recreación. Pero también puede usarse para los servicios postal o
+telefónico, que son primariamente accesibles para personas que quieren
+enviarse mensajes entre sí. Ojalá tuviésemos otra palabra para designar
+tales estructuras reticulares a fin de tener un acceso recíproco, una
+palabra que no evocase tanto una trampa, menos degradada por el uso
+corriente, y que sugiriese más el hecho de que cualquier ordenamiento de
+esta especie abarca aspectos legales, organizativos y técnicos. No
+habiendo hallado dicho término, trataré de redimir el único disponible,
+usándolo como sinónimo de ``trama educativa''.
+
+Lo que se precisa son nuevas redes, de la cuales el público pueda
+disponer fácilmente y que estén concebidas para difundir una igualdad de
+oportunidades para aprender y enseñar.
+
+Para dar un ejemplo: en la televisión y en los magnetófonos se usa el
+mismo nivel de tecnología. Todos los países latinoamericanos han
+introducido la televisión: en Bolivia, el gobierno financió una estación
+transmisora de televisión, que se construyó hace siete años, y no hay
+más de 7 000 televisores para cuatro millones de ciudadanos. El dinero
+empozado hoy en instalaciones de televisión por toda América Latina
+podría haber dotado de magnetófonos a un ciudadano de cada cinco.
+Además, el dinero habría bastado para proporcionar un número casi
+ilimitado de cintas grabadas, con puestos de entrega incluso en aldeas
+perdidas, como también para un amplio suministro de cintas no grabadas.
+
+Esta red de magnetófonos sería, por supuesto, radicalmente diferente de
+la red actual de televisión. Proporcionaría oportunidades a la libre
+expresión: letrados y analfabetos podrían, por igual, registrar,
+preservar, difundir y repetir sus opiniones. La inversión actual en
+televisión, en cambio, proporciona a los burócratas, sean políticos o
+educadores, el poder de rociar el continente con programas producidos
+institucionalmente, que ellos ---o sus patrocinadores--- deciden que son
+buenos para el pueblo o que éste los pide.
+
+\hypertarget{cuatro-redes}{%
+\subsection{Cuatro redes}\label{cuatro-redes}}
+
+El planteamiento de nuevas instituciones educativas no debiera comenzar
+por las metas administrativas de un rector director, ni por las metas
+pedagógicas de un educador profesional, ni por las metas de aprendizaje
+de una clase hipotética de personas. No debe iniciarse con la pregunta:
+``¿Qué debiera aprender alguien?'', sino con la pregunta: ``¿Con qué
+tipos de cosas y personas podrían querer ponerse en contacto los que
+buscan aprender a fin de aprender?''
+
+Alguien que quiera aprender sabe que necesita tanto información como
+reacción crítica respecto del uso de esta información por parte de otra
+persona. La información puede almacenarse en personas y en cosas. En un
+buen sistema educativo el acceso a las cosas debiera estar disponible
+con sólo pedirlo el aprendiz, mientras el acceso a los informantes
+requeriría además el conocimiento de terceros. La crítica puede asimismo
+provenir de dos direcciones: de los iguales o de los mayores, esto es,
+de compañeros de aprendizaje cuyos intereses inmediatos concuerden con
+los míos, o de aquellos que me concederán una parte de su experiencia
+superior. Los iguales pueden ser colegas con quienes suscitar un debate,
+compañeros para una caminata o lectura juguetona y deleitable (o ardua),
+retadores en cualquier clase de juegos. Los mayores pueden ser asesores
+acerca de qué destreza aprender, qué método usar, qué compañía buscar en
+un momento dado. Pueden ser guías respecto a la pregunta correcta que
+hay que plantear entre iguales y a la deficiencia de las respuestas a
+que lleguen. La mayoría de estos recursos son abundantes. Pero
+convencionalmente ni se les percibe como recursos educativos, ni es
+fácil el acceso a ellos para fines de aprendizaje, especialmente para
+los pobres. Debemos idear nuevas estructuras de relación que se monten
+con el deliberado propósito de facilitar el acceso a estos recursos para
+el uso de cualquiera que esté motivado a buscarlos para su educación.
+Para montar estas estructuras tramadas se requieren disposiciones
+administrativas, tecnológicas y especialmente legales.
+
+Los recursos educativos suelen rotularse según las metas curriculares de
+los educadores. Propongo hacer lo contrario, y rotular cuatro enfoques
+diferentes que permitan al estudiante conseguir el acceso a cualquier
+recurso educativo que pueda ayudarle a definir y lograr sus propias
+metas:
+
+\emph{1}. Servicios de referencia respecto de Objetos Educativos. Que
+faciliten el acceso a cosas o procesos usados para el aprendizaje
+formal. Algunas de estas cosas pueden reservarse para ese fin,
+almacenadas en bibliotecas, agencias de alquiler, laboratorios y salas
+de exposición, tales como museos y teatros; otras pueden estar en uso
+cotidiano en fábricas, aeropuertos o puestas en granjas, pero a
+disposición de estudiantes como aprendices o en horas de descanso.
+
+\emph{2}. Servicios de habilidades. Que permitan a unas personas hacer
+una lista de sus habilidades, las condiciones según las cuales están
+dispuestas a servir de modelos a otros que quieran aprender esas
+habilidades y las direcciones en que se les puede hallar.
+
+\emph{3}. Servicio de búsqueda de Compañero. Una red de comunicaciones
+que permita a las personas describir la actividad de aprendizaje a la
+que desean dedicarse, con la esperanza de hallar un compañero para la
+búsqueda.
+
+\emph{4}. Servicios de referencia respecto de Educadores Independientes,
+los cuales pueden figurar en un catálogo que indique las direcciones y
+las descripciones ---hechas por ellos mismos--- de profesionales,
+paraprofesionales e independientes, conjuntamente con las condiciones de
+acceso a sus servicios. Tales educadores, como veremos, podrían elegirse
+mediante encuestas o consultando a sus clientes anteriores.
+
+\hypertarget{servicios-de-referencia-respecto-de-objetos-educativos}{%
+\subsection{Servicios de referencia respecto de objetos
+educativos}\label{servicios-de-referencia-respecto-de-objetos-educativos}}
+
+Las cosas son recursos básicos para aprender. La calidad del entorno y
+la relación de una persona con él determinarán cuánto aprenderá
+incidentalmente. El aprendizaje formal exige el acceso especial a cosas
+corrientes, por una parte o, por la otra, el acceso fácil y seguro a
+cosas especiales hechas con fines educativos. Un ejemplo del primer caso
+es el derecho especial a hacer funcionar o a desarmar una máquina en un
+garaje. Un ejemplo del segundo caso es el derecho general a usar un
+ábaco, una computadora, un libro, un jardín botánico o una máquina
+retirada de la producción y puesta a plena disposición de unos
+estudiantes.
+
+En la actualidad, la atención se centra en la disparidad entre niños
+ricos y pobres en cuanto a su acceso a cosas y en la manera en que
+pueden aprender de ellas. La OEO\footnote{Office of Economic
+ Opportunity, organismo oficial en Estados Unidos. (T.)} y otros
+organismos, siguiendo este planteamiento, se concentran en igualar las
+posibilidades de cada cual, tratando de proveer de un mayor instrumental
+educativo a los pobres. Un punto de partida más radical sería reconocer
+que, en la ciudad, a ricos y pobres se les mantiene igualmente alejados
+de manera artificial de las cosas que los rodean. Los niños nacidos en
+la era de los plásticos y de los expertos en eficiencia deben traspasar
+dos barreras que obstaculizan sus entendimientos: una incorporada a las
+cosas y la otra construida en torno a las instituciones. El diseño
+industrial crea un mundo de cosas que ofrecen resistencia a la
+comprensión de su naturaleza interna, y las escuelas tapian al aprendiz
+respecto del mundo de las cosas en su escenario significativo.
+
+Después de una breve visita a Nueva York, una mujer de una aldea
+mexicana me dijo que le había impresionado que las tiendas vendiesen
+``solamente productos muy maquillados con cosméticos''. Entendí que ella
+quería decir que los productos industriales ``hablan'' a sus clientes
+acerca de sus encantos y no acerca de su naturaleza. La industria ha
+rodeado a la gente de artefactos hechos de manera que sólo a los
+especialistas les está permitido entender su mecanismo interno. Al no
+especialista que intenta hacer marchar el reloj o hacer sonar el
+teléfono o hacer funcionar la máquina de escribir, se le desalienta con
+la advertencia de que se romperá si lo intenta. Puede que se le diga qué
+hace funcionar un radio de transistores, pero no puede descubrirlo por
+sí mismo. Este tipo de diseño tiende a reforzar una sociedad no
+inventiva, en la que los expertos encuentran cada vez más fácil
+esconderse detrás de su pericia y más allá de una evaluación.
+
+El entorno creado por el hombre ha llegado a ser tan inescrutable como
+la naturaleza lo es para el primitivo. Al mismo tiempo, los materiales
+educativos los ha monopolizado la escuela. Los objetos educativos
+simples han sido costosamente empacados por la industria del
+conocimiento. Se han convertido en herramientas especializadas para los
+educadores profesionales, y se ha inflado su coste al obligarles a
+estimular ya sea entornos, ya sea profesores.
+
+El profesor es celoso del libro de texto al que define como su
+instrumento profesional. El estudiante puede llegar a odiar el
+laboratorio porque lo asocia con tareas escolares. El administrador
+racionaliza su actitud protectora hacia la biblioteca como una defensa
+de un instrumental público costoso contra quienes quisieran jugar con
+ella más bien que aprender. En esta atmósfera, el estudiante usa con
+excesiva frecuencia el mapa, el laboratorio, la enciclopedia o el
+microscopio sólo en los escasos momentos en que el currículum le dice
+que debe hacerlo. Incluso los grandes clásicos se convierten en arte de
+la ``novatada'' universitaria, en vez de señalar una nueva dirección en
+la vida de una persona. La escuela aparta las cosas del uso cotidiano al
+rotularlas como instrumentos educativos.
+
+Para que podamos desescolarizar será preciso invertir ambas tendencias.
+El entorno físico general debe hacerse accesible, y aquellos recursos
+físicos de aprendizaje que han sido reducidos a instrumentos de
+enseñanza deben llegar a estar disponibles para el aprendizaje
+autodirigido. Usar cosas sólo como partes de un currículum puede tener
+un efecto incluso peor que apartarlas del entorno general. Puede
+corromper las actitudes de los alumnos.
+
+Los juegos son un caso de este tipo. No me refiero a los ``juegos'' del
+departamento de educación física (tales como el futbol o el baloncesto),
+que las escuelas usan para generar ingresos y prestigio y en los que han
+hecho sustanciosas inversiones de capital. Como lo saben muy bien los
+mismos atletas, estas empresas, que adoptan la forma de torneos
+guerreros, han minado el aspecto juguetón de los deportes y se usan para
+reforzar la naturaleza competitiva de las escuelas. Hablo más bien de
+los juegos educativos que pueden proporcionar una manera singular de
+entender los sistemas formales. Un amigo mío fue a un mercado mexicano
+con un juego llamado \emph{Wff'n Proff} , que consta de varios dados en
+los que están impresos 12 símbolos lógicos. Mostró a unos niños qué
+combinaciones formaban una frase bien hecha ---unas dos o tres de las
+muchas posibles--- e, inductivamente, al cabo de la primera hora,
+algunos mirones también captaron el principio. A las pocas horas,
+jugando pruebas lógicas formales, algunos niños eran capaces de iniciar
+a otros en las pruebas formales de la lógica de proposiciones. Los otros
+simplemente se fueron.
+
+Para algunos niños dichos juegos son en efecto una forma especial de
+liberar la educación, puesto que les permite descubrir que los sistemas
+formales se fundan en axiomas mutables y que las operaciones
+conceptuales tienen un carácter lúdico. Son asimismo simples, baratos y
+en buena parte pueden organizarlos los jugadores mismos. Cuando se usan
+fuera del currículum, tales juegos dan una oportunidad para identificar
+y desarrollar el talento poco común, mientras que el psicólogo escolar
+identificará a menudo a quienes posean dicho talento como a personas en
+peligro de llegar a ser antisociales, enfermas o desequilibradas. Dentro
+de la escuela, cuando se usan en forma de torneos, a los juegos no sólo
+se les saca de la esfera de la recreación, a menudo se convierten en
+instrumentos para transformar al alumno juguetón en un espíritu
+competitivo y la falta de razonamiento abstracto en signo de
+inferioridad. Un ejercicio que para ciertos tipos de carácter es
+liberador, se convierte en camisa de fuerza para otros.
+
+El control de la escuela sobre el instrumental educativo tiene además
+otro efecto. Aumenta enormemente el coste de esos materiales baratos.
+Una vez que su uso se restringe a unas horas programadas, se paga a
+profesionales que supervisen su adquisición, almacenamiento y uso.
+Entonces los estudiantes descargan su rabia contra la escuela sobre el
+instrumental, que es preciso adquirir nuevamente.
+
+Algo paralelo a la intocabilidad de los útiles educativos es la
+impenetrabilidad de la moderna chatarra. En la década de 1930 cualquier
+muchacho que se respetara sabía reparar un automóvil, pero ahora los
+fabricantes de coches multiplican los alambres y apartan los manuales de
+todo el que no sea un mecánico especializado. En un periodo anterior un
+radio viejo contenía suficientes bobinas y condensadores como para
+construir un transmisor que hiciera chillar por realimentación a todos
+los radios del vecindario. Los radios de transistores son más
+portátiles, pero nadie se atreve a desarmarlos. En los países altamente
+industrializados sería inmensamente difícil cambiar esto, pero al menos
+en los países del Tercer Mundo debemos insistir en ciertas cualidades
+educativas incorporadas al objeto.
+
+Para ilustrar mi argumento, permítaseme presentar un modelo: gastando 10
+millones de dólares sería posible conectar 40 000 aldeas de un país como
+Perú mediante una telaraña de pistas de un metro ochenta de ancho y
+mantenerlas funcionando; además, dotar al país de 200 000 burros
+mecánicos de tres ruedas ---cinco por aldea como promedio---. Pocos
+países pobres de ese tamaño gastan menos de esa cantidad cada año en
+coches y caminos, cuyo uso, el de ambos, se limita principalmente a los
+ricos y a sus empleados, mientras la gente pobre queda atrapada en sus
+aldeas. Cada uno de estos pequeños vehículos, simples pero duraderos,
+equipados con un motor de seis caballos de fuerza, costaría 125 dólares.
+Un ``burro'' podría andar a 24 kilómetros por hora, y trasladaría cargas
+de unos 400 kilogramos (es decir, la mayoría de las cosas que suelen
+moverse, aparte de troncos y vigas de acero).
+
+El atractivo político que dicho sistema de transporte tendría para el
+campesinado es obvio. Igualmente obvio es el motivo por el cual quienes
+detentan el poder ---y por tanto poseen, automáticamente, un coche--- no
+están interesados en gastar dinero en pistas semejantes y en obstruir
+los caminos con burros motorizados. El burro universal podría funcionar
+sólo si los dirigentes de un país impusieran un límite de, digamos, 40
+kilómetros por hora y adaptaran sus instituciones públicas a ese límite.
+El modelo no podría funcionar si estuviese concebido sólo como un
+parche.
+
+No es éste el lugar apropiado para examinar en detalle la factibilidad
+política, social, económica, financiera y técnica de este modelo. Deseo
+solamente indicar que los considerandos educativos pueden ser de
+primordial importancia cuando se elige una alternativa semejante frente
+a un transporte que usa relativamente más capital que mano de obra.
+Aumentando el coste unitario de cada burro 20\% se haría posible
+planificar la producción de todas sus piezas de modo que, hasta donde
+fuera posible, cada futuro dueño pasase de uno a dos meses haciendo y
+entendiendo su máquina y fuese capaz de repararla. Con este coste
+adicional sería asimismo posible descentralizar la producción en
+fábricas dispersas. Las ventajas adicionales provendrían no sólo de
+incluir los costes educativos en el proceso de construcción. Más
+significativo todavía, un motor duradero que prácticamente cualquiera
+podría aprender a reparar y que podría usar como arado y como bomba
+aquel que lo entendiera, produciría unos beneficios educativos mucho más
+elevados que los inescrutables motores de los países avanzados.
+
+No sólo la chatarra, sino los lugares presuntamente públicos de la
+ciudad moderna se han vuelto impenetrables. En la sociedad estadunidense
+se excluye a los niños de la mayoría de las cosas y lugares con el
+argumento de que son privados. Pero incluso en las sociedades que han
+declarado el fin de la propiedad privada se aparta a los niños de las
+mismas cosas y lugares porque estos últimos se consideran un ámbito
+especial y peligroso para el no iniciado. A partir de la pasada
+generación el patio de los ferrocarriles se hizo tan inaccesible como el
+cuartel de bomberos. Sin embargo, con un poco de ingenio no sería
+difícil eliminar los peligros en esos lugares. El desescolarizar los
+artefactos de la educación haría necesario poner a disposición los
+artefactos y procesos ---y reconocer su valor educativo---. Algunos
+trabajadores, sin duda, encontrarían molesto hacerlos accesibles a los
+aprendices, pero esta molestia debe valorarse comparándola con las
+ventajas educativas.
+
+Los automóviles privados podrían desterrarse de Manhattan. Hace cinco
+años esto era impensable. Ahora, ciertas calles de Nueva York se cierran
+a ciertas horas, y esta tendencia probablemente continuará. De hecho, la
+mayoría de las calles transversales deberían cerrarse al tránsito
+automotriz y el estacionamiento debería prohibirse en todas partes. En
+una ciudad abierta al pueblo, los materiales de enseñanza, que ahora se
+encierran en almacenes y laboratorios, podrían diseminarse en depósitos
+abiertos a la calle y gestionarse de manera independiente para que los
+adultos y los niños pudiesen visitarlos sin peligro de que los
+atropellen.
+
+Si las metas de la educación ya no estuviesen dominadas por las escuelas
+y los maestros de escuela, el mercado para los aprendices sería mucho
+más variado y la definición de ``artefactos educativos'' sería menos
+restrictiva. Podría haber talleres de herramientas, bibliotecas,
+laboratorios y salas de juegos. Los laboratorios fotográficos y prensas
+offset permitirían el florecimiento de diarios vecinales. Algunos
+centros de aprendizaje abiertos a la calle podrían contener cabinas para
+mirar programas de televisión en circuito cerrado, otros podrían poseer
+útiles de oficina para usar y para reparar. Los tocadiscos del tipo
+tragamonedas y de tipo corriente serían de uso diario, especializándose
+algunos en música clásica, otros en melodías folclóricas
+internacionales, otros en jazz. Las filmotecas competirían entre sí y
+con la televisión comercial. Los locales de museos abiertos al público
+podrían ser redes para poner en circulación muestras de arte antiguo y
+moderno, originales y reproducciones, tal vez administradas por los
+diversos museos metropolitanos.
+
+El personal profesional necesario para esta red se parecería mucho más a
+unos custodios, guardias de museo o bibliotecarios de servicio público
+que a unos profesores. Desde la tienda de biología de la esquina podrían
+dirigir a sus clientes a la colección de caracoles del museo o
+señalarles cuándo habría una exhibición de videocintas de biología en
+determinadas cabinas de televisión. Podrían dar indicaciones para el
+control de plagas, dietas y otras clases de medicina preventiva. Podrían
+remitir a quienes necesitaran consejos a ``mayores'' que pudiesen
+proporcionarlo.
+
+El financiamiento de una red de ``objetos de aprendizaje'' puede
+encararse de dos maneras. Una comunidad podría fijar un presupuesto
+máximo para este fin y disponer que todas las partes de la red
+estuviesen abiertas a todos los visitantes a ciertas horas razonables. O
+bien la comunidad podría decidir proporcionar a los ciudadanos unos
+bonos o derechos limitados, según sus edades, que les darían acceso
+especial a ciertos materiales costosos y escasos, dejando en cambio
+otros materiales más simples a disposición de todos.
+
+Encontrar recursos para materiales hechos específicamente para educar es
+sólo un aspecto ---y tal vez el menos costoso--- de la construcción de
+un mundo educativo. El dinero que hoy se gasta en la parafernalia
+sagrada del ritual escolar podría liberarse para proporcionar a todos
+los ciudadanos un mejor acceso a la vida real de la ciudad. Podrían
+otorgarse incentivos tributarios especiales a quienes emplearan niños de
+ocho a 14 años durante un par de horas diarias si las condiciones de
+empleo fuesen humanas. Deberíamos volver a la tradición de la \emph{bar
+mitzvah} o de la confirmación. Quiero decir con esto que debiéramos
+primero restringir y luego eliminar la privación de derechos y deberes
+civiles de los menores, y permitir que un muchacho de 12 años llegue a
+ser plenamente responsable de su participación en la vida de la
+comunidad. Muchas personas de ``edad escolar'' saben más acerca de su
+vecindario que los trabajadores sociales o los concejales. Naturalmente
+que hacen también preguntas más incómodas y proponen soluciones que
+amenazan a la burocracia. Debería permitírseles llegar a la mayoría de
+edad de modo que pusieran sus conocimientos y capacidad de indagación al
+servicio de un gobierno popular.
+
+Hasta hace poco era fácil subestimar los peligros de la escuela en
+comparación con los peligros de un periodo de aprendizaje en la policía,
+en el cuerpo de bomberos o en la industria del espectáculo. Este
+argumento deja de ser válido con gran frecuencia. Visité recientemente
+una iglesia metodista de Harlem ocupada por un grupo de los llamados
+\emph{Young Lords} como protesta por la muerte de Julio Rodan, un
+muchacho puertorriqueño al que se encontró ahorcado en su celda
+carcelaria. Yo conocía a los líderes del grupo, que habían pasado un
+semestre en Cuernavaca. Cuando me sorprendí al no hallar a uno de ellos,
+Juan, en el grupo, me dijeron: ``Volvió a la heroína y a la Universidad
+del Estado''.
+
+Para desencadenar el potencial educativo encerrado en la gigantesca
+inversión de nuestra sociedad en instalaciones y útiles pueden usarse el
+planteamiento, los incentivos y la legislación. No existirá el acceso
+pleno a los objetos educativos mientras se permita a empresas
+comerciales conjugar las defensas legales que la Carta Fundamental
+reserva a la vida privada de las personas con el poder económico que les
+confieren sus millones de clientes y miles de empleados, accionistas y
+proveedores. Una parte considerable de los conocimientos prácticos y
+teóricos del mundo y la mayoría de sus procesos y equipos de producción
+están encerrados entre los muros de firmas comerciales, apartados de sus
+clientes, empleados y accionistas, como también del público en general,
+cuyas leyes e instalaciones les permiten funcionar. El dinero que se
+gasta en publicidad en los países capitalistas podrían canalizarse hacia
+la educación en y por parte de la General Electric, NBC-TV o cervezas
+Budweiser. Es decir, las fábricas y oficinas deberían reorganizarse de
+forma tal que su funcionamiento cotidiano fuese más accesible al público
+y de maneras que hiciesen posible el aprendizaje, y, en verdad, podrían
+hallarse modos de pagar a las compañías lo que la gente aprendiese en
+ellas.
+
+Es posible que un conjunto de objetos e informaciones científicas aún
+más valioso esté apartado del acceso general ---e incluso de los
+científicos competentes--- bajo el pretexto de la seguridad nacional.
+Hasta hace poco la ciencia era el único foro que funcionaba como el
+sueño de un anarquista. Cada hombre capaz de realizar investigaciones
+tenía más o menos las mismas oportunidades que otros en cuanto a acceso
+a su instrumental y a ser escuchado por la comunidad de iguales. Ahora
+la burocratización y la organización han puesto a gran parte de la
+ciencia fuera del alcance del público. En efecto, lo que solía ser una
+red internacional de información científica ha sido escindida en una lid
+de grupos competidores. Tanto a los miembros como a los artefactos de la
+comunidad científica se les ha encerrado en programas nacionales y
+corporativos para logros prácticos y para el radical empobrecimiento de
+los hombres que mantienen estas naciones y corporaciones.
+
+En un mundo que controlan y poseen naciones y compañías, nunca será
+posible sino un acceso limitado a los objetos educativos. Pero un mejor
+acceso a aquellos objetos que pueden compartirse para fines educativos
+puede ilustrarnos lo suficiente como para traspasar estas barreras
+políticas finales. Las escuelas públicas transfieren el control sobre
+los usos educativos de los objetos de manos privadas a manos
+profesionales. La inversión institucional de las escuelas podría dar al
+individuo el poder de volver a exigir el derecho a usarlos para su
+educación. Si el control privado o corporativo sobre el aspecto
+educativo de las ``cosas'' se lograse extinguir gradualmente, podría
+comenzar a aparecer un tipo de propiedad realmente pública.
+
+\hypertarget{servicios-de-habilidades}{%
+\subsection{Servicios de habilidades}\label{servicios-de-habilidades}}
+
+Al revés de lo que ocurre con una guitarra, a un profesor de ese
+instrumento no se le puede clasificar en un museo, ni lo puede poseer el
+público, ni se le puede tomar en alquiler en un almacén de elementos
+educativos. Los profesores de habilidades pertenecen a una clase de
+recursos que es diferente de la de los objetos necesarios para aprender
+una habilidad. Esto no quiere decir que sean indispensables en todos los
+casos. Puedo alquilar no sólo una guitarra, sino también lecciones de
+guitarra grabadas en cintas y gráficos que ilustren los acordes, y con
+estos elementos puedo enseñarme yo mismo a tocar la guitarra. De hecho,
+este sistema puede presentar ventajas si las cintas disponibles son
+mejores que los profesores disponibles, o si las únicas horas en que
+puedo aprender guitarra son nocturnas o si las melodías que quiero
+interpretar son desconocidas en mi país o si soy tímido y prefiero meter
+la pata sin testigos.
+
+El canal que se usa para registrar a los profesores de habilidades y
+comunicarse con ellos debe ser diferente al descrito para objetos. Una
+cosa está disponible a petición del usuario ---o podría estarlo---
+mientras una persona llega formalmente a ser una fuente de enseñanza de
+habilidades sólo cuando considere serlo y pueda asimismo restringir la
+ocasión, el lugar y el método a su tamaño.
+
+Es también necesario distinguir a los profesores de los iguales de los
+que uno desearía aprender. Los iguales que desean seguir una búsqueda
+común deben partir de capacidades o intereses comunes; se juntan para
+ejercitar o mejorar una habilidad que comparten: baloncesto, baile,
+construcción de un campamento, debate sobre las próximas elecciones. Por
+otra parte, la primera transmisión de una habilidad supone el reunir a
+alguien que posea una destreza con alguien que no la posea y quiera
+adquirirla.
+
+Un ``modelo de habilidad'' es una persona que posee una habilidad y está
+dispuesta a demostrar su práctica. Frecuentemente el aprendiz en
+potencia precisa el recurso de una demostración de esta clase. Los
+inventos modernos nos permiten registrar demostraciones en cinta, en
+película o en gráficos; no obstante, sería de esperar que la
+demostración personal continuase gozando de gran demanda, especialmente
+en las habilidades de comunicación. En nuestro Centro, en Cuernavaca,
+han aprendido español unos 10 000 adultos ---en su mayoría personas muy
+motivadas que deseaban obtener una cuasi-fluidez en un segundo
+idioma---. Cuando se les plantea la elección entre una instrucción
+cuidadosamente programada en un laboratorio de idiomas o sesiones
+rutinarias con otros dos estudiantes y una persona cuyo idioma nativo es
+el español y que se ciñe a una rutina rígida, la mayoría prefiere la
+segunda alternativa.
+
+Respecto de la mayor parte de las habilidades ampliamente compartidas,
+que una persona demuestre su habilidad es el único recurso humano que
+llegamos a necesitar u obtener. Ya sea para hablar o para conducir, para
+cocinar o para usar equipos de comunicaciones, a menudo apenas nos damos
+cuenta de la instrucción y el aprendizaje formales, especialmente
+después de nuestra primera experiencia con los materiales en cuestión.
+No veo razón por la cual no pudiesen aprenderse de igual manera otras
+habilidades complejas, tales como los aspectos mecánicos de la cirugía,
+tocar el violín, leer o usar listas y catálogos.
+
+Un estudiante bien motivado que no lucha contra una desventaja
+determinada a menudo no necesita más ayuda humana que la que puede
+proporcionar alguien que puede demostrar a quien lo solicite cómo hacer
+lo que el aprendiz quiere hacer. Aquello de insistir a personas diestras
+en que antes de demostrar su habilidad certifiquen que son pedagogos es
+el resultado de la insistencia de una de dos alternativas: o que la
+gente aprenda lo que no quiere saber, o bien que todos ---incluso
+quienes sufren de alguna desventaja especial--- aprendan ciertas cosas,
+en un momento dado de sus vidas, y preferentemente en circunstancias
+específicas.
+
+Lo que crea una escasez de habilidades en el mercado educativo de hoy es
+el requisito institucional de que quienes pueden demostrarlas no pueden
+hacerlo a menos de otorgárseles pública confianza por medio de un
+certificado. Insistimos en que aquellos que ayudan a terceros a adquirir
+una habilidad habrían de saber también diagnosticar las dificultades de
+aprendizaje y ser capaces de motivar a la gente a aprender habilidades.
+En resumen, les exigimos ser pedagogos. Habría abundancia de personas
+que pueden demostrar habilidades tan pronto aprendiéramos a reconocerlas
+fuera de la profesión de la enseñanza.
+
+Cuando se está enseñando a unos principitos, es comprensible, aunque ha
+dejado de ser justificable, la insistencia de sus padres en que el
+profesor y la persona dotada de habilidades se conjuguen en una misma
+persona. Pero el que todos los padres aspiren a tener un Aristóteles
+para su Alejandro es obviamente insostenible. Las personas que pueden
+inspirar a los estudiantes y demostrar una técnica son tan escasas, y
+tan difíciles de reconocer, que hasta los principitos consiguen con
+mayor frecuencia un sofista y no un verdadero filósofo.
+
+Una demanda de habilidades escasas puede satisfacerse rápidamente aun
+cuando hay un número pequeño de personas que las demuestren, pero debe
+facilitarse el acceso a dichas personas. Durante la década de 1940-1950,
+los reparadores de radios, la mayoría de los cuales no estudiaron su
+trabajo en escuelas, penetraron en el interior de América con no más de
+dos años de retraso respecto a la llegada de los radios a la región.
+Permanecieron allí hasta que los radios de transistores, baratos e
+imposibles de reparar, los dejaron cesantes. Las escuelas técnicas no
+logran realizar lo que algunos reparadores de radios podrían hacer sin
+problemas: restauraciones útiles y duraderas.
+
+Ciertos intereses privados y convergentes conspiran hoy para impedir que
+una persona comparta su habilidad. A quien posee la habilidad le
+beneficia su escasez y no su reproducción. Al maestro que se especializa
+en transmitir la habilidad le beneficia la renuencia del artesano a
+ofrecer su propio taller para aprendices. Al público se le adoctrina con
+la creencia de que las habilidades son valiosas y de fiarse sólo si son
+el resultado de una escolarización formal. El mercado de trabajo depende
+de hacer escasas las habilidades y de mantenerlas escasas, ya sea
+proscribiendo su uso a transmisión no autorizada, o bien haciendo cosas
+que puedan operar y reparar sólo quienes tengan acceso a herramientas o
+informaciones que se mantienen en déficit.
+
+De este modo, las escuelas producen escasez de personas especializadas.
+Un buen ejemplo de esto es el número decreciente de enfermeras en
+Estados Unidos, debido al rápido aumento de programas universitarios de
+cuatro años en ese ramo. Las mujeres de familias más pobres que
+anteriormente se habrían alistado en un programa de dos o tres años, se
+han alejado por completo de dicha profesión.
+
+Otra manera de mantener la escasez de habilidades es insistir en
+maestros diplomados. Si se alentara a las enfermeras a adiestrar a otras
+enfermeras, y si a las enfermeras se les empleara de acuerdo con su
+habilidad demostrada para poner inyecciones, trazar gráficos y dar
+medicinas, pronto se terminaría la escasez de enfermeras capacitadas.
+Los certificados tienden hoy a coartar la libertad de la educación al
+convertir el derecho civil de compartir conocimientos en el privilegio
+de la libertad académica que ahora se confiere sólo a los empleados de
+alguna escuela. Para garantizar el acceso a un intercambio eficaz de
+habilidades necesitamos leyes que generalicen la libertad académica. El
+derecho a enseñar cualquier habilidad debería estar amparado por la
+libertad de expresión. Una vez que se eliminen las restricciones sobre
+la enseñanza, pronto desaparecerán también las relativas al aprendizaje.
+
+El profesor de habilidades necesita algún incentivo para otorgar sus
+servicios a un alumno. Hay por lo menos dos maneras sencillas de
+comenzar a canalizar fondos públicos hacia profesores no diplomados. Una
+sería institucionalizar los servicios de habilidades mediante la
+creación de centros de habilidades, libres y abiertos al público. Dichos
+centros podrían y deberían establecerse en zonas industriales, al menos
+para habilidades que son un requisito indispensable para ingresar en
+ciertos noviciados o aprendizajes ---habilidades tales como la lectura,
+la mecanografía, la contabilidad, los idiomas extranjeros, la
+programación de computadoras y la manipulación de números, la lectura de
+lenguajes especiales (como el de los circuitos eléctricos), la
+manipulación de ciertas máquinas, etc.---. Otro planteamiento sería
+proporcionar a ciertos grupos de la población una moneda educativa
+válida para asistir a centros de habilidades en los que otros clientes
+habrían de pagar tarifas comerciales.
+
+Un planteamiento mucho más radical consistiría en crear un ``banco''
+para el intercambio de habilidades. A cada ciudadano se le abriría un
+crédito básico con el que pudiese adquirir habilidades fundamentales.
+Luego, se beneficiaría con créditos adicionales enseñando, ya fuera en
+centros de habilidades organizados, en casa o sobre la marcha. Sólo
+aquellos que hubiesen enseñado a otros durante un lapso equivalente
+podrían solicitar el tiempo de profesores más avanzados. Se promovería
+una élite enteramente nueva, una élite formada por quienes hubiesen
+ganado su educación compartiéndola.
+
+¿Deberían los padres tener el derecho a ganar crédito educativo para sus
+hijos? Como una disposición de este tipo daría nuevas ventajas a las
+clases privilegiadas, podría compensarse otorgando un crédito mayor a
+los desfavorecidos. El funcionamiento de un servicio de habilidades
+dependería de la existencia de organismos que facilitarían el desarrollo
+de información ---listas de personas--- y asegurarían su uso libre y
+barato. Dicho organismo podría proporcionar servicios auxiliares de
+prueba y certificación y ayudaría a poner en vigor la legislación
+necesaria para quebrar e impedir las prácticas monopólicas.
+
+La libertad de un servicio universal de habilidades podría estar
+garantizada fundamentalmente por leyes que permitiesen la discriminación
+sólo de acuerdo con habilidades verificadas y no según el historial
+educativo. Una garantía semejante requiere inevitablemente un control
+público sobre las pruebas que puedan usarse para determinar quiénes
+están capacitados para el mercado laboral. De otra manera sería posible
+reintroducir subrepticiamente complejas baterías de \emph{test} en el
+lugar mismo de trabajo que servirían para selección social. Mucho podría
+hacerse a fin de lograr objetividad en las pruebas de competencia en
+habilidades, como por ejemplo permitir que se comprobara sólo el manejo
+de máquinas o sistemas específicos. Las pruebas de mecanografía (en las
+que se mediría la velocidad, el número de errores y se valoraría el
+saber tomar dictados), el dominio de un sistema contable o de una grúa
+hidráulica, la codificación en Cobol,\footnote{Lenguaje usado en
+ informática para fines comerciales. (T.)} etc., pueden fácilmente
+hacerse objetivas.
+
+De hecho, muchas de las verdaderas habilidades de importancia práctica
+pueden verificarse de ese modo. Y para los fines de administración de
+personal es mucho más útil una prueba sobre el nivel presente de
+competencia en determinada habilidad que la información sobre el hecho
+de que 20 años atrás una persona dejó satisfecho a su profesor respecto
+de un currículum en el que se enseñaba mecanografía, taquigrafía y
+contabilidad. Naturalmente puede ponerse en duda la necesidad misma de
+una comprobación oficial de habilidades: yo tengo la convicción de que
+el hecho de imponer ciertas restricciones constituye una mejor garantía
+para el derecho que un hombre tiene a que su reputación no sufra daños
+indebidos provenientes de una rotulación, que la garantía lograda al
+prohibir pruebas de competencia.
+
+\hypertarget{servicio-de-buxfasqueda-de-compauxf1ero}{%
+\subsection{Servicio de búsqueda de
+compañero}\label{servicio-de-buxfasqueda-de-compauxf1ero}}
+
+En el peor de los casos, las escuelas reúnen condiscípulos en la misma
+habitación y los someten a la misma secuencia de tratamiento en
+matemáticas, educación cívica y lenguaje. En el mejor, permiten a cada
+estudiante elegir un curso de entre un número limitado de ellos. En
+cualquier caso, se forman grupos de iguales en torno a las metas de los
+profesores. Un sistema conveniente de educación permitiría a cada
+persona especificar la actividad para la cual busca un compañero.
+
+La escuela ofrece efectivamente a los niños una oportunidad para escapar
+de sus casas y encontrar nuevos amigos. Pero al mismo tiempo, este
+proceso inculca en ellos la idea de que deberían elegir sus amigos entre
+aquellos con quienes han sido congregados. El invitar a los menores
+desde su más tierna infancia a conocer, evaluar y buscar a otros los
+prepararía para mantener durante toda su vida el interés por buscar
+nuevos asociados para nuevos empeños.
+
+A un buen jugador de ajedrez siempre le gusta hallar un buen adversario,
+y a un novato le alegra hallar otro. Los clubes les sirven para este
+fin. Las personas que quieren conversar sobre determinados libros o
+artículos probablemente pagarían por hallar compañeros de debate. Los
+que quieren practicar juegos, ir de excursión, construir estanques para
+peces o motorizar bicicletas se tomarán molestias considerables para
+hallar compañeros para ello. El premio de sus esfuerzos es encontrar
+esos compañeros. Las buenas escuelas tratan de poner al descubierto los
+intereses comunes de los estudiantes matriculados en los mismos
+programas. Lo inverso de la escuela sería una institución que aumentase
+las posibilidades de que las personas que en un determinado momento
+compartiesen el mismo interés específico, pudiesen encontrarse
+independientemente de que tuviesen otra cosa en común.
+
+La enseñanza de habilidades no proporciona beneficios iguales a ambas
+partes, como lo hace la reunión de iguales. Tal como he señalado, al
+profesor de habilidades debe ofrecérsele algún otro incentivo aparte de
+las satisfacciones de enseñar. La enseñanza de habilidades es un asunto
+de repetir una y otra vez ciertas rutinas y de hecho es más tediosa para
+los alumnos que más la necesitan. Un servicio de habilidades necesita
+dinero o créditos u otros incentivos tangibles para funcionar, aun
+cuando el servicio mismo produjese su propia moneda. Un sistema de
+búsqueda de compañero no precisaría tales incentivos, sino sólo una red
+de comunicaciones.
+
+Las cintas, los sistemas de informática, la instrucción programada y la
+reproducción de formas y de sonidos tienden a disminuir la necesidad de
+recurrir a profesores humanos para muchas habilidades; aumentan la
+eficiencia de los profesores y el número de habilidades que uno puede
+conseguir a lo largo de su vida. Paralelamente a este aspecto se ha
+creado la necesidad creciente de encontrarse con gente interesada en
+disfrutar de la habilidad recientemente adquirida. Una estudiante que
+haya aprendido griego antes de sus vacaciones querrá conversar en griego
+sobre política cretense cuando regrese. Un mexicano de Nueva York quiere
+hallar a otros lectores de la revista \emph{Siempre!} o de \emph{Los
+Agachados} , la más popular de las historietas. Algún otro quiere
+encontrar compañeros que, como él, desearían aumentar su interés en la
+obra de James Baldwin o de Bolívar.
+
+El funcionamiento de una red para búsqueda de compañeros sería simple.
+El usuario se identificaría por su nombre y dirección y describiría la
+actividad para la cual estuviese buscando compañero. Una computadora le
+remitiría los nombres y direcciones de todos aquellos que hubiesen
+introducido la misma descripción. Es asombroso que un servicio público
+tan sencillo no se haya usado nunca en gran escala para actividades de
+valor público.
+
+En su forma más rudimentaria, la comunicación entre cliente y
+computadora podría establecerse por correo. En las grandes ciudades,
+unas máquinas de escribir conectadas a una computadora podrían
+proporcionar respuestas instantáneas. La única manera de conseguir que
+la computadora entregase un nombre y dirección sería anotar una
+actividad para la cual se buscase un compañero. Las personas que
+utilizasen el sistema llegarían a ser conocidas únicamente por sus
+posibles compañeros de actividad.
+
+Un complemento de la computadora podría ser una red de pizarras o
+cuadros de anuncios y de avisos clasificados de periódico, consistentes
+en listas de actividades para las cuales no se hubiese hallado compañero
+mediante la computadora. No sería necesario dar nombres. Los lectores
+interesados introducirían entonces sus nombres en el sistema. Es posible
+que un sistema de búsqueda de compañero, con patrocinio público, sea la
+única manera de garantizar la libertad de reunión y de adiestrar a la
+gente en el ejercicio de esta actividad cívica tan fundamental.
+
+El derecho a la libre reunión ha sido reconocido políticamente y
+aceptado socialmente. Deberíamos entender ahora que este derecho está
+restringido por leyes que hacen obligatorias ciertas formas de reunión.
+Éste es en particular el caso de las instituciones que reclutan según
+edad, clase o sexo, y que consumen muchísimo tiempo. El ejército es un
+ejemplo. La escuela es otro aún más ofensivo.
+
+Desescolarizar significa abolir el poder de una persona para obligar a
+otra a asistir a una reunión. Significa también reconocer el derecho de
+cualquier persona, de cualquier edad o sexo, a convocar una reunión.
+Este derecho se ha visto drásticamente disminuido por la
+institucionalización de las reuniones. ``Reunión'' se refería
+originalmente al resultado del acto individual de juntarse. Ahora se
+refiere al producto institucional de algún organismo.
+
+La capacidad de las instituciones de servicio para adquirir clientes ha
+sobrepasado con mucho la capacidad de las personas para ser oídas con
+independencia de los medios de información institucional, que reaccionan
+ante personas individuales sólo si son noticias vendibles. Deberían
+existir servicios de búsqueda de compañero para personas que quisiesen
+reunir a otras, de modo que fuese tan fácil como la campana de la aldea
+que convocaba a los aldeanos a un cabildo. Los edificios escolares
+---dudosamente adaptables para otros fines--- podrían cumplir en muchos
+casos este objetivo.
+
+De hecho, el sistema escolar puede encontrarse pronto con un problema
+que las Iglesias han enfrentado anteriormente: qué hacer con el espacio
+sobrante que ha quedado con la defección de los fieles. Las escuelas son
+difíciles de vender como templos. Una manera de continuar manteniéndolas
+en uso sería entregar esos edificios al vecindario. Cada cual podría
+manifestar lo que haría en el aula y cuándo, y algunos anuncios pondrían
+los programas disponibles en conocimiento de quien indagara. El acceso a
+``clase'' sería gratis ---o se compraría con bonos educativos---. El
+``profesor'' podría incluso pagarse según el número de alumnos que
+atrajese por cualquier periodo completo de dos horas. Me imagino que los
+líderes muy jóvenes y los grandes educadores serían los dos tipos de
+persona más destacados en semejante sistema. Podría seguirse igual
+planteamiento respecto de la educación superior. Podría dotarse a los
+estudiantes de bonos educativos que los hicieran acreedores a 10 horas
+anuales de consulta con el profesor de su elección y, para el resto de
+su aprendizaje, se apoyaría en la biblioteca, la red para búsqueda de
+compañeros y los periodos de aprendiz.
+
+Naturalmente, debemos reconocer la probabilidad de que se abuse de esos
+dispositivos públicos de búsqueda para fines inmorales y de explotación,
+tal como se ha abusado de los teléfonos y del correo. Se requeriría
+cierta protección semejante a la que se usa para esas redes. En otras
+páginas he propuesto un sistema de búsqueda de compañero que permitiría
+usar sólo una información impresa pertinente, más el nombre y la
+dirección del averiguador. Un sistema de esta especie sería
+prácticamente a prueba de abusos. Otra medida sería permitir que se
+agregase cualquier libro, película, programa de televisión u otro
+artículo que figurase en un catálogo especial. La preocupación acerca de
+los peligros del sistema no debe hacernos perder de vista sus
+beneficios, tanto mayores.
+
+Algunos que comparten mi preocupación por la libertad de expresión y la
+reunión alegarán que el sistema de búsqueda de compañero es un medio
+artificial de juntar personas y que no lo utilizarían los pobres ---que
+son quienes más lo necesitan---. Hay personas que auténticamente se
+alborotan cuando uno sugiere montar encuentros \emph{ad hoc} que no
+tengan su raíz en la vida de una comunidad local. Otros reaccionan
+cuando uno sugiere usar una computadora para entresacar y conjuntar
+intereses que algunos clientes del sistema hayan definido. No es posible
+reunir a las personas de una manera tan impersonal, dicen. La búsqueda
+en común debe estar arraigada en una historia de experiencias
+compartidas a muchos niveles, y debe nacer de esta experiencia ---el
+desarrollo de instituciones vecinales, por ejemplo---.
+
+Simpatizo con estas objeciones, pero creo que no comprenden el verdadero
+sentido de lo que persigo y no dan tampoco con lo que ellos mismos
+persiguen. En primer lugar, el retorno a la vida vecinal como centro
+primario de expresión creativa podría de hecho ser contraproducente para
+volver a establecer los vecindarios como unidades políticas. Centrar las
+demandas sobre el barrio o vecindario podría, en efecto, descuidar un
+importante aspecto liberador de la vida urbana ---el que una persona
+pueda participar simultáneamente en varios grupos de sus iguales---.
+Además, existe un sentido importante: personas que jamás han vivido
+juntas en una comunidad física pueden tener ocasionalmente muchas más
+experiencias por compartir que quienes se han conocido desde la
+infancia. Las grandes religiones han reconocido siempre la importancia
+de estos encuentros lejanos, y los fieles han hallado siempre libertad
+mediante ellos: los peregrinajes, el monacato y el mutuo apoyo de
+templos y santuarios son reflejos de este reconocimiento. La conjunción
+de iguales podría ayudar significativamente a hacer explícitas las
+numerosas comunidades en potencia, aunque reprimidas, que existen en la
+ciudad.
+
+Las comunidades locales son valiosas. Son también una realidad que se
+desvanece conforme los hombres dejan que las instituciones definan cada
+vez más sus círculos de relación social. En un libro reciente, Milton
+Kotler mostró que el imperialismo del ``centro'' de la ciudad priva al
+barrio de su significación política. El intento proteccionista de
+resucitar la barriada como unidad cultural sólo sirve de apoyo a este
+imperialismo burocrático. Lejos de apartar artificialmente a la gente de
+su contexto local para unirla con grupos abstractos, el servicio de
+búsqueda de compañero alentaría un renacer de la vida local en las
+ciudades de las cuales está desapareciendo hoy en día. Un hombre que
+recupere su iniciativa para llamar a sus prójimos a sostener una
+conversación significativa, puede dejar de conformarse con estar
+separado de ellos por el protocolo oficinesco o por la etiqueta
+suburbana. Habiendo visto por una vez que el hacer cosas en conjunto
+depende del decidir hacerlo, la gente posiblemente insista incluso en
+que su comunidad local se haga más abierta al intercambio político
+creativo.
+
+Debemos reconocer que la vida urbana tiende a hacerse inmensamente
+costosa conforme a los habitantes de la ciudad se les enseña a confiar
+en complejos servicios institucionales para satisfacer cada una de sus
+necesidades. Es extraordinariamente costoso incluso mantenerla en un
+nivel mínimo de habitabilidad. El servicio de búsqueda de compañero de
+aprendizaje en la ciudad podría ser un primer paso para romper la
+dependencia de los ciudadanos respecto de servicios burocráticos.
+
+Sería también una medida esencial para proporcionar nuevos medios de
+establecer la confianza pública. En una sociedad escolarizada hemos
+llegado a confiar cada día más en el juicio profesional de educadores
+sobre el efecto de su propia labor para decidir en quién podemos o no
+confiar: vamos al médico, al abogado o al psicólogo porque confiamos en
+que cualquiera que ha tenido la cantidad requerida de tratamiento
+educativo especializado a manos de otros colegas merece nuestra
+confianza.
+
+En una sociedad desescolarizada, los profesionales ya no pueden reclamar
+la confianza de sus clientes a partir de su historial curricular o
+asegurar su prestigio con sólo remitir a sus clientes a otros
+profesionales que dieron aprobación a su escolarización. En vez de
+depositar su confianza en profesionales, debería ser posible, en
+cualquier momento, que cualquier presunto cliente consultase con otros
+clientes experimentados sobre la calidad del servicio prestado por un
+profesional mediante otra red de comunicación de intereses comunes
+fácilmente montada en una computadora o mediante muchos otros medios.
+Podría considerarse a tales redes como servicios de utilidad pública que
+permitiesen a los estudiantes elegir a sus profesores o a los pacientes,
+sus médicos.
+
+\hypertarget{educadores-profesionales}{%
+\subsection{Educadores profesionales}\label{educadores-profesionales}}
+
+Conforme los ciudadanos tengan nuevas posibilidades de elección, nuevas
+posibilidades de aprendizaje, su disposición a buscar directivos debiera
+aumentar. Podemos contar con que experimentarán más hondamente tanto su
+propia independencia como su necesidad de guía. Conforme estén liberados
+de la manipulación por parte de terceros, debieran aprender a
+beneficiarse de la disciplina que otros han adquirido durante toda su
+vida. El desescolarizar la educación debiera más bien aumentar, y no
+ahogar, la búsqueda de hombres de sabiduría práctica que estuviesen
+dispuestos a apoyar al recién llegado en su aventura educativa. Conforme
+los maestros en su arte abandonan la pretensión de ser informantes
+superiores o modelos de habilidades, comenzará a parecer verdadera la
+sabiduría superior que parecen poseer.
+
+Al aumentar la demanda de maestros debiera aumentar también la oferta.
+Conforme se desvanezca el maestro de escuela, se suscitarán condiciones
+que harán aparecer la vocación del educador independiente. Esto puede
+parecer casi contradictorio; a tal punto han llegado a ser
+complementarios escuelas y profesores. Sin embargo éste es exactamente
+el resultado a que tendería el desarrollo de los primeros servicios
+educativos ---y lo que se precisaría para hacer posible el aprovecharlos
+plenamente---, pues los padres y otros ``educadores naturales''
+necesitan un guía, las personas que aprenden necesitan ayuda, y las
+redes necesitan personas que las hagan funcionar.
+
+Los padres necesitan orientación para dirigir a sus hijos por el camino
+que conduce a la independencia educativa responsable. Los aprendices
+necesitan líderes experimentados cuando se topan con un terreno arduo.
+Estas dos necesidades son muy distintas: la primera es una necesidad de
+pedagogía, la segunda una necesidad de dirección intelectual en todas
+las demás ramas del conocimiento. La primera exige conocimiento del
+aprendizaje humano y de los recursos educativos, la segunda exige
+sabiduría fundada en la experiencia en cualquier clase de exploración.
+Ambos tipos de experiencia son indispensables para una empresa educativa
+eficaz. Las escuelas envasan estas funciones en un solo papel ---y hacen
+que el ejercicio independiente de cualquiera de ellas se vuelva, si no
+algo lleno de desdoro, al menos sospechoso---.
+
+De hecho deberían distinguirse tres tipos de competencia educativa
+especial: una, crear y manejar los tipos de servicios o redes educativas
+esbozadas aquí; otra, guiar a estudiantes y padres en el uso de estas
+redes, y una tercera, actuar como \emph{primus inter pares} al emprender
+difíciles viajes de exploración intelectual. Sólo las dos primeras
+pueden concebirse como ramas de una profesión independiente:
+administradores educativos y consejeros pedagógicos. No se precisaría
+mucha gente para proyectar y gestionar las redes que he estado
+describiendo, pero sí gente con un profundo entendimiento de la
+educación y la administración, con una perspectiva muy diferente y hasta
+opuesta a la de las escuelas.
+
+Si bien una profesión educativa independiente de esta especie daría la
+bienvenida a muchas personas que las escuelas excluyen, excluiría
+asimismo a muchas que las escuelas declaran aptas. El establecimiento y
+gestión de redes educativas precisaría de algunos proyectistas y
+administradores, pero no en la cantidad ni del tipo que exige la
+administración de escuelas. La disciplina estudiantil, las relaciones
+públicas, la contratación, supervisión y despido de profesores no
+tendrían lugar ni equivalente en las redes que he estado describiendo.
+Tampoco la creación de currícula, la compra de libros de texto, el
+entretenimiento de lugares e instalaciones, ni la supervisión de
+competencias atléticas interescolares. La custodia de niños, el
+planteamiento de lecciones y la anotación de datos archivables, que
+ocupan ahora tanto tiempo de los profesores, tampoco figurarían en la
+gestión de las redes educativas. En cambio, para el funcionamiento de
+las tramas de aprendizaje se necesitarían algunas de las habilidades y
+actitudes que se esperan actualmente del personal de un museo, de una
+biblioteca, de una agencia para contratación de directivos o de un
+\emph{maître d'hôtel}.\footnote{En el francés, en el original.}
+
+Los administradores educativos de hoy en día se preocupan de controlar a
+profesores y estudiantes de modo que queden satisfechos unos terceros
+---fideicomisarios, legislaturas y jefes de empresas---. Los
+constructores y administradores de las redes antedichas tendrían que
+demostrar tener genio para ponerse a sí mismos y a terceras personas
+donde no estorbasen a la gente, para facilitar encuentros entre
+estudiantes, modelos de habilidades, líderes educativos y objetos
+educativos. Muchas de las personas a las que hoy atrae la enseñanza son
+profundamente autoritarias y no serían capaces de hacerse cargo de esta
+tarea: construir servicios o bolsas de intercambio educativo
+significaría facilitar a la gente ---en especial a los jóvenes--- el ir
+en pos de metas que pudieren contradecir los ideales del gerente que
+hiciese posible tal empeño.
+
+Si pudiesen hacer su aparición las redes que he descrito, el recorrido
+educativo que siguiese cada estudiante sería cosa suya o propia, y sólo
+mirado retrospectivamente podría adquirir las características de un
+programa reconocible. El estudiante sensato buscaría periódicamente el
+consejo profesional: ayuda para fijarse una nueva meta, comprensión
+penetrante de las dificultades habidas, elección entre algunos métodos
+posibles. Incluso ahora, la mayoría de las personas admitirán que los
+servicios importantes que les prestaron sus profesores fueron consejos o
+asesoramiento de esta especie, dados en una reunión casual o durante una
+conversación personal. En un mundo desescolarizado, los pedagogos
+también harían valer sus métodos y serían capaces de realizar aquello
+que los profesores frustrados pretenden emprender hoy en día.
+
+Mientras los administradores de redes se concentrarían principalmente en
+la construcción y el mantenimiento de cambios que dieran acceso a
+recursos, el pedagogo ayudaría al estudiante a hallar el sendero que le
+pudiese conducir a mayor velocidad hacia su meta. Si un estudiante
+quisiese aprender cantonés hablado de un vecino chino, el pedagogo
+estaría a mano para juzgar el aprovechamiento y pericia de ambos y para
+ayudarles a elegir el libro de texto y los métodos más adecuados para
+sus talentos, caracteres y tiempo disponible para estudiar. Podría
+aconsejar al mecánico de aviación en ciernes sobre los mejores lugares
+para practicar como aprendiz. Podría recomendar libros o alguno que
+quisiese hallar compañeros con garra para debatir sobre historia de
+África. Al igual que el administrador de redes, el consejero pedagógico
+se vería a sí mismo como un educador profesional. El acceso a cualquiera
+de ambos podrían lograrlo las personas usando sus bonos educativos.
+
+El papel del iniciador o líder educativo, del maestro o ``verdadero''
+líder es algo más elusivo que el de administrador profesional o de
+pedagogo. Esto se debe a que el liderazgo es en sí algo difícil de
+definir. En la práctica, una persona es un líder si la gente sigue su
+iniciativa y se convierten en aprendices de sus descubrimientos
+progresivos. Esto frecuentemente presupone una visión profética de
+normas enteramente nuevas ---muy comprensibles en el presente--- en las
+cuales el ``error'' actual se convertirá en ``acierto''. En una sociedad
+que respetaría el derecho a convocar asambleas a través del sistema de
+búsqueda de compañero, la capacidad de tomar la iniciativa educativa
+sobre un tema específico sería tan amplia como el acceso mismo al
+aprendizaje. Pero, naturalmente, hay una enorme diferencia entre la
+iniciativa que toma alguien para convocar una provechosa reunión para
+debatir este ensayo y la capacidad de alguien para servir de líder en la
+exploración sistemática de sus implicaciones.
+
+El liderazgo tampoco depende del hecho de estar en lo cierto. Tal como
+señala Thomas Kuhn, en un periodo de paradigmas en constante variación,
+la mayoría de los más distinguidos líderes tiene la probabilidad de
+haber incurrido en error cuando se someten a una prueba retrospectiva.
+La condición de líder intelectual se funda en una disciplina intelectual
+y una imaginación superiores, y en la disposición a asociarse con otros
+en el ejercicio de aquéllas. Por ejemplo, el aprendiz puede pensar que
+existe una analogía entre el Movimiento Antiesclavista de Estados Unidos
+o la Revolución cubana y lo que está ocurriendo en Harlem. El educador
+que sea al mismo tiempo historiador podría mostrarle cómo advertir las
+fallas de dicha analogía. Puede recorrer de nuevo su camino como
+historiador. Puede invitar al aprendiz a participar en las
+investigaciones que realice. En ambos casos iniciará a su alumno en el
+aprendizaje de un arte crítico ---que es escaso en la escuela--- y que
+no puede comprarse ni con dinero ni con favores.
+
+La relación entre maestro y discípulo no se limita a la disciplina
+intelectual. Tiene su equivalente en las artes, en física, en religión,
+en psicoanálisis y en pedagogía. Encaja en el montañismo, en la platería
+y en política, en ebanistería y en administración de personal. Lo que es
+común en todas las verdaderas relaciones maestro-discípulo es el hecho
+de que ambos tienen conciencia de que su mutua relación es literalmente
+inapreciable y de maneras muy diferentes constituye un privilegio para
+ambos.
+
+Los charlatanes, los demagogos, los proselitistas, los maestros
+corrompidos, los sacerdotes simoniacos, los pillos, los taumaturgos y
+los mesías han demostrado ser capaces de asumir el papel de líderes y
+han demostrado así los peligros que para un discípulo tiene la
+dependencia respecto del maestro. Las diversas sociedades han adoptado
+diversas medidas para protegerse de estos maestros falsificados. Los
+hindúes se apoyaron en el sistema de castas. Los judíos orientales, en
+la condición de discípulo espiritual de los rabinos, los grandes
+periodos de la cristiandad en una vida ejemplar de virtud monástica, y
+otros periodos en el orden jerárquico. Nuestra sociedad confía en los
+certificados dados por escuelas. Es dudoso que ese procedimiento
+constituya una criba más eficaz, pero si se pretendiese que lo es,
+podría alegarse en contra que lo hace al costo de casi hacer desaparecer
+la condición de discípulo personal.
+
+En la práctica el límite entre el profesor de habilidades y los líderes
+educadores antes señalados será siempre confuso, y no hay razones
+prácticas para que no pueda lograrse el acceso a ciertos líderes
+descubriendo al ``maestro'' en el profesor rutinario que inicia a unos
+estudiantes en su disciplina.
+
+Por otra parte, lo que caracteriza la verdadera relación
+maestro-discípulo es su carácter de inapreciable. Aristóteles dice de
+ella: ``Es un tipo de amistad moral, no fundada en términos fijos: hace
+un regalo, o hace lo que hace, como a un amigo''. Tomás de Aquino dice
+de este tipo de enseñanza que inevitablemente es un acto de amor y de
+compasión. Este tipo de enseñanza es siempre un lujo para el profesor y
+una forma de recreación (en griego, \emph{schole}) para él y para su
+discípulo: una actividad significativa para ambos, sin propósito
+ulterior.
+
+Contar con que haya personas dotadas dispuestas a proveer una auténtica
+dirección intelectual es obviamente necesario incluso en nuestra
+sociedad, pero podría dictarse como norma ahora. Debemos construir
+primero una sociedad en la cual los actos profesionales mismos recuperen
+un valor más elevado que el de hacer cosas y manipular gente. En una
+sociedad así, la enseñanza exploratoria, inventiva, creativa, se
+contaría lógicamente entre las formas más elevadas del ``ocio''. Pero no
+es necesario esperar hasta el advenimiento de la utopía. Incluso ahora,
+una de las consecuencias más importantes de la desescolarización y del
+establecimiento de sistemas para búsqueda de compañero sería la
+iniciativa que algunos ``maestros'' pudiesen tomar para congregar
+discípulos que congeniasen. Daría también, como hemos visto,
+oportunidades amplias para que los discípulos en potencia compartiesen
+informaciones o seleccionasen un maestro.
+
+Las escuelas no son las únicas instituciones que pervierten una
+profesión al meter en un solo paquete varios papeles por desempeñar. Los
+hospitales hacen cada vez más imposible la atención en el hogar ---y
+luego justifican la hospitalización como un beneficio para el
+enfermo---. Simultáneamente, la legitimidad y las posibilidades de
+ejercer de un médico vienen a depender de modo creciente de su
+asociación con un hospital, si bien su dependencia es mucho menor que la
+de los profesores respecto de las escuelas. Igual cosa podría decirse de
+los tribunales, que atiborran sus calendarios conforme nuevas
+transacciones adquieren solemnidad legal, demorando así la justicia. En
+cada uno de estos casos el resultado es un servicio escaso a un coste
+mayor, y un mayor ingreso para los miembros menos competentes de la
+profesión.
+
+Mientras las profesiones más antiguas monopolicen los mayores ingresos y
+prestigio, será difícil reformarlas. La profesión de maestro de escuela
+debiera ser fácil de reformar, no sólo debido a su origen más reciente.
+La profesión educativa pretende ahora un monopolio global; reclama ser
+la única competente para impartir el aprendizaje no sólo a sus propios
+novicios sino también a los de otras profesiones. Esta expansión
+excesiva la hace vulnerable ante cualquier otra profesión que reclame el
+derecho a enseñar a sus propios aprendices. Los maestros de escuela
+están abrumadoramente mal pagados y frustrados por la estrecha
+fiscalización del sistema escolar. Los más emprendedores y dotados de
+entre ellos hallarían probablemente un trabajo más simpático, una mayor
+independencia y hasta mejores ingresos al especializarse como modelos de
+habilidades, administradores de redes o especialistas en orientación.
+
+Finalmente, es más fácil romper la dependencia del alumno matriculado
+respecto del profesor diplomado que su dependencia de otros
+profesionales ---por ejemplo, que la de un paciente hospitalizado
+respecto de su médico---. Si las escuelas dejaran de ser obligatorias,
+aquellos profesores cuya satisfacción reside en el ejercicio de la
+autoridad pedagógica en el aula se quedarían sólo con los alumnos para
+quienes fuese atractivo ese estilo. La desaparición de nuestra actual
+estructura profesional podría comenzar con la deserción del maestro de
+escuela.
+
+La desaparición de las escuelas ocurriría inevitablemente ---y ocurriría
+a velocidad sorprendente---. No puede postergarse por más tiempo, y no
+hace ninguna falta promoverlo vigorosamente, porque ya está ocurriendo.
+Lo que vale la pena es tratar de orientarla en una dirección
+prometedora, pues puede dirigirse en dos direcciones diametralmente
+opuestas.
+
+La primera sería la ampliación del mandato del pedagogo y su control
+creciente sobre la sociedad, incluso fuera de la escuela. Con la mejor
+intención y tan sólo ampliando la retórica usada hoy como en las aulas,
+la crisis actual de las escuelas podría proporcionar a los educadores la
+excusa para usar todas las redes de la sociedad contemporánea para
+enviarnos sus mensajes ---para nuestro bien---. La desescolarización que
+no podemos detener, podría significar el advenimiento de un ``mundo
+feliz'' dominado por algunos bien intencionados administradores de
+instrucción programada.
+
+Por otra parte, el hecho de que tanto los gobiernos como los empleados,
+los contribuyentes, los pedagogos despiertos y los administradores
+escolares advierten con creciente claridad que la enseñanza graduada de
+currícula en pro de unos certificados se ha hecho perjudicial, podría
+ofrecer a grandes masas humanas una oportunidad única: la de preservar
+el derecho de tener un acceso parejo a los instrumentos tanto para
+aprender, como para competir con otros lo que saben o creen. Pero esto
+exigiría que la revolución educativa estuviese guiada por ciertas metas:
+
+\emph{1.} Liberar el acceso a las cosas, mediante la abolición del
+control que hoy ejercen unas personas e instituciones sobre sus valores
+educativos.
+
+\emph{2.} Liberar la coparticipación de habilidades al garantizar la
+libertad de enseñarlas o de ejercitarlas a pedido.
+
+\emph{3.} Liberar los recursos críticos y creativos de la gente por
+medio de un regreso a la capacidad de las personas para convocar y
+organizar reuniones ---capacidad crecientemente monopolizada por
+instituciones que afirman estar al servicio del público---.
+
+\emph{4.} Liberar al individuo de la obligación de moldear sus
+expectativas según los servicios ofrecidos por cualquier profesión
+establecida ---proporcionándole la oportunidad de aprovechar la
+experiencia de sus iguales y de confiarse al profesor, guía, consejero o
+curandero de su elección---. La desescolarización de la sociedad
+difuminará inevitablemente las distinciones entre economía, educación y
+política, sobre las que se funda ahora la estabilidad del orden mundial
+y de las naciones.
+
+Nuestra reseña de las instituciones educativas nos lleva a modificar
+nuestra imagen del hombre. La criatura que las escuelas necesitan como
+cliente no tiene ni la autonomía ni la motivación para crecer por su
+cuenta. Podemos reconocer la escolarización como la culminación de una
+empresa prometeica, y hablar acerca de su alternativa refiriéndonos a un
+mundo adecuado para que en él viva un hombre epimeteico. Ya que nos es
+posible imaginar el reemplazo del embudo escolástico por una trama de
+intercambios y hacer que el mundo vuelva a ser visible mediante
+múltiples posibilidades de comunicación, sólo nos queda, al final de
+este esfuerzo, esperar que la naturaleza epimeteica del hombre aparezca,
+porque este renacimiento no depende de nuestros proyectos ni de nuestra
+voluntad.
+
+\hypertarget{renacimiento-del-hombre-epimeteico}{%
+\section{Renacimiento del hombre
+epimeteico}\label{renacimiento-del-hombre-epimeteico}}
+
+Nuestra sociedad se parece a la máquina implacable que una vez vi en una
+juguetería neoyorquina consistía en un cofrecillo metálico con un
+interruptor que, al tocarlo se abría de golpe descubriendo una mano
+mecánica. Unos dedos cromados se estiraban hacia la tapa y la cerraban
+desde el interior. Era una caja; uno esperaba poder sacar algo de ella,
+pero no contenía sino un mecanismo para cerrarla. Este artilugio es lo
+opuesto a la ``caja'' de Pandora.
+
+La Pandora original, ``la dadora de todo'', era una diosa de la Tierra
+en la Grecia prehistórica y matriarcal que dejó escapar todos los males
+de su ánfora (\emph{pythos}). Pero cerró la tapa antes de que pudiera
+escapar la esperanza. La historia del hombre moderno comienza con la
+degradación del mito de Pandora y llega a su término con el cofrecillo
+que se cierra solo. Es la historia del empeño prometeico por forjar
+instituciones a fin de encerrar los males desencadenados. Es la historia
+de una esperanza que declina y de unas expectativas crecientes.
+
+Para comprender lo que esto significa debemos redescubrir la diferencia
+entre expectativa y esperanza. Esperanza, en su sentido vigoroso,
+significa fe confiada en la bondad de la naturaleza; mientras
+expectativa, tal como la emplearé aquí, significa fiarse en resultados
+planificados y controlados por el hombre. La esperanza centra el deseo
+en una persona de la que aguardamos un regalo. La expectativa promete
+una satisfacción que proviene de un proceso predecible que producirá
+aquello que tenemos el derecho de exigir. El \emph{ethos} prometeico ha
+eclipsado actualmente la esperanza. La supervivencia de la raza humana
+depende de que se la descubra como fuerza social.
+
+La Pandora original fue enviada a la Tierra con un frasco que contenía
+todos los males; de las cosas buenas, contenía sólo la esperanza. El
+hombre primitivo vivía en este mundo de la esperanza. Para subsistir
+confiaba en la munificencia de la naturaleza, en los regalos de los
+dioses y en los instintos de su tribu. Los griegos del periodo clásico
+comenzaron a reemplazar la esperanza por las expectativas. En la versión
+que dieron de Pandora, ésta soltó tanto males como bienes. La recordaban
+principalmente por los males que había desencadenado. Y, lo que es más
+significativo, olvidaron que ``la dadora de todo'' era también la
+custodia de la esperanza.
+
+Los griegos contaban la historia de dos hermanos, Prometeo y Epimeteo.
+El primero advirtió al segundo que no se metiera con Pandora. Éste, en
+cambio, casó con ella. En la Grecia clásica, al nombre Epimeteo, que
+significa ``percepción tardía'' o ``visión ulterior'', se le daba el
+significado de ``lerdo'' o ``tonto''. Para la época en que Hesíodo
+relataba el cuento en su forma clásica, los griegos se habían convertido
+en patriarcas moralistas y misóginos que se espantaban ante el
+pensamiento de la primera mujer. Construyeron una sociedad racional y
+autoritaria. Los hombres proyectaron instituciones mediante las cuales
+programaron enfrentarse a todos los males desencadenados. Llegaron a
+percatarse de su poder para conformar el mundo y hacerlo producir
+servicios que aprendieron también a esperar. Querían que sus artefactos
+moldearan sus propias necesidades y las exigencias futuras de sus hijos.
+Se convirtieron en legisladores, arquitectos y autores, hacedores de
+constituciones, ciudades y obras de arte que sirviesen de ejemplo para
+su progenie. El hombre primitivo contaba con la participación mística en
+ritos sagrados para iniciar a los individuos en las tradiciones de la
+sociedad, pero los griegos clásicos reconocieron como verdaderos hombres
+sólo a aquellos ciudadanos que permitían que la \emph{paideia}
+(educación) los hiciera aptos para ingresar en las instituciones que sus
+mayores habían proyectado.
+
+El mito en desarrollo refleja la transición desde un mundo en que se
+\emph{interpretaban} los sueños a un mundo en que \emph{se hacían}
+oráculos. Desde tiempos inmemoriales, se había adorado a la diosa de la
+Tierra en las laderas del monte Parnaso, que era el centro y el ombligo
+de la tierra. Allí, en Delphos (de \emph{delphys} , la matriz), dormía
+Gaia, hermana de Caos y de Eros. Su hijo, Pitón, el dragón, cuidaba sus
+sueños lunares y húmedos de rocío, hasta que Apolo, el dios del Sol, el
+arquitecto de Troya, se alzó al Oriente, mató al dragón y se apoderó de
+la cueva de Gaia. Los sacerdotes de Apolo se hicieron cargo del templo
+de la diosa. Emplearon a una doncella de la localidad, la sentaron en un
+trípode, sobre el ombligo humeante de la tierra, y la adormecieron con
+emanaciones. Luego pusieron sus declaraciones extáticas en hexámetros
+rimados de profecías que se cumplían por la misma influencia que
+ejercían. De todo el Peloponeso venían hombres a traer sus problemas
+ante Apolo. Se consultaba el oráculo sobre posibles alternativas
+sociales, tales como las medidas que se debían adoptar frente a una
+peste o una hambruna, sobre cuál era la constitución conveniente para
+Esparta o cuáles los emplazamientos propicios para ciudades que más
+tarde se llamaron Bizancio y Caledonia. La flecha que nunca yerra se
+convirtió en un símbolo de Apolo. Todo lo referente a él adquirió un fin
+determinado y útil.
+
+En la \emph{República} , al describir el Estado ideal, Platón ya excluye
+la música popular. En las ciudades se permitiría sólo el arpa y la lira
+de Apolo, porque únicamente la armonía de éstas crea ``la tensión de la
+necesidad y la tensión de la libertad, la tensión de lo infortunado y la
+tensión de lo afortunado, la tensión del valor y la tensión de la
+templanza, dignas del ciudadano''. Los habitantes de la ciudad se
+espantaron ante la flauta de Pan y su poder para despertar los
+instintos. Sólo ``los pastores pueden tocar las flautas (de Pan) y esto
+sólo en el campo''.
+
+El hombre se hizo responsable de las leyes bajo las cuales quería vivir
+y de moldear el medio ambiente a su propia semejanza. La iniciación
+primitiva que daba la Madre Tierra a una vida mítica se transformó en la
+educación (\emph{paideia}) del ciudadano que se sentiría a gusto en el
+foro.
+
+Para el primitivo, el mundo estaba regido por el destino, los hechos y
+la necesidad. Al robar el fuego de los dioses, Prometeo convirtió los
+hechos en problemas, puso en tela de juicio la necesidad y desafió al
+destino. El hombre clásico tramó un contexto civilizado para la
+perspectiva humana. Se percataba de que podía desafiar al trío
+destino-naturaleza-entorno, pero sólo bajo su propio riesgo. El hombre
+contemporáneo va aún más lejos; intenta crear el mundo a su semejanza,
+contribuir y planificar su entorno, y descubre entonces que sólo puede
+hacerlo a condición de rehacerse continuamente para ajustarse a él.
+Debemos enfrentarnos ahora al hecho de que es el hombre mismo el que
+está en juego.
+
+La vida en Nueva York produce una visión peculiar de lo que es y de lo
+que podría ser, y sin esta visión, la vida en Nueva York se hace
+imposible. En las calles de Nueva York, un niño jamás toca nada que no
+haya sido ideado, proyectado, planificado y vendido científicamente a
+alguien. Hasta los árboles están allí porque el Departamento de Parques
+así lo decidió. Los chistes que el niño escucha por televisión han sido
+programados a gran coste. La basura con que juega en las calles de
+Harlem está hecha de paquetes deshechos ideados para un tercero. Hasta
+los deseos y los temores están moldeados institucionalmente. El poder y
+la violencia están organizados y administrados: las pandillas, frente a
+la policía. El aprendizaje mismo se define como el consumo de una
+materia, que es el resultado de programas investigados, planificados y
+promocionados. Lo que allí haya de bueno, es el producto de alguna
+institución especializada. Sería tonto pedir algo que no pudiese
+producir alguna institución. El niño de la ciudad no puede esperar nada
+que esté más allá del posible desarrollo del proceso institucional.
+Hasta a su fantasía se le urge a producir ciencia ficción. Puede
+experimentar la sorpresa poética de lo no planificado sólo a través de
+sus encuentros con la ``mugre'', el desatino o el fracaso: la cáscara de
+naranja en la cuneta, el charco en la calle, el quebrantamiento del
+orden, del programa o de la máquina son los únicos despegues para el
+vuelo de la fantasía creadora. El ``viaje'' se convierte en la única
+poesía al alcance de la mano.
+
+Como nada deseable hay que no haya sido planificado, el niño ciudadano
+pronto llega a la conclusión de que siempre podremos idear una
+institución para cada una de nuestras apetencias. Toma por descontado el
+poder del proceso para crear valor. Ya sea que la meta fuere juntarse
+con un compañero, integrar un barrio o adquirir habilidades de lectura,
+se la definirá de tal modo que su logro pueda proyectarse técnicamente.
+El hombre que sabe que nada que está en demanda deja de producirse llega
+pronto a esperar que nada de lo que se produce pueda carecer de demanda.
+Si puede proyectarse un vehículo lunar, también puede proyectarse la
+demanda de viajes a la Luna. No ir donde uno puede sería subversivo.
+Desenmascararía, mostrándola como una locura, la suposición de que cada
+demanda satisfecha trae consigo el descubrimiento de otra, mayor aún, e
+insatisfecha. Esa percepción detendría el progreso. No producir lo que
+es posible dejaría a la ley de las ``expectativas crecientes'' al
+descubierto, en calidad de eufemismo para expresar una brecha creciente
+de frustración, que es el motor de la sociedad, fundado en la
+coproducción de servicios y en la demanda creciente.
+
+El estado mental del habitante de la ciudad moderna aparece en la
+tradición mitológica sólo bajo la imagen del Infierno: Sísifo, que por
+un tiempo había encadenado a Tánatos (la muerte), debe empujar una
+pesada roca cerro arriba hasta el pináculo del Infierno, y la piedra
+siempre se escapa de sus manos cuando está a punto de llegar a la cima.
+Tántalo, a quien los dioses invitaron a compartir la comida olímpica, y
+que aprovechó la ocasión para robarles el secreto de la preparación de
+la ambrosía que todo lo cura, sufre hambre y sed eternas, de pie en un
+río cuyas aguas se le escapan y a la sombra de árboles cuyos frutos no
+alcanza. Un mundo de demandas siempre crecientes no sólo es malo; el
+único término adecuado para nombrarlo es ``Infierno''.
+
+El hombre ha desarrollado la frustradora capacidad de pedir cualquier
+cosa porque no puede visualizar nada que una institución no pueda hacer
+por él. Rodeado por herramientas todopoderosas, el hombre queda reducido
+a ser instrumento de sus instrumentos. Cada una de las instituciones
+ideadas para exorcizar alguno de los males primordiales se ha convertido
+en un ataúd a prueba de errores y de cierre automático y hermético para
+el hombre. El hombre está atrapado en las cajas que fabrica para
+encerrar los males que Pandora dejó escapar. El oscurecimiento de la
+realidad por el \emph{smog} producido por nuestras propias herramientas
+nos rodea. Súbitamente nos hallamos en la oscuridad de nuestra propia
+trampa.
+
+Hasta la realidad ha llegado a depender de la decisión humana. El mismo
+presidente que ordenó la ineficaz invasión de Camboya podría ordenar de
+igual manera el uso eficaz del átomo. El ``interruptor Hiroshima'' puede
+cortar hoy el ombligo de la tierra. El hombre ha adquirido el poder de
+hacer que Caos anonade a Eros y a Gaia. Esta nueva capacidad del hombre,
+el poder cortar el ombligo de la tierra, es un recuerdo constante de que
+nuestras instituciones no sólo crean sus propios fines, sino que tienen
+también el poder de señalar su propio fin y el nuestro. El absurdo de
+las instituciones modernas se evidencia en el caso de la institución
+militar. Las armas modernas pueden defender la libertad, la civilización
+y la vida únicamente aniquilándolas. En lenguaje militar, seguridad
+significa la capacidad de eliminar la Tierra.
+
+El absurdo subyacente en las instituciones no militares no es menos
+manifiesto. No hay en ellas un interruptor que active sus poderes
+destructores, pero tampoco lo necesitan. Sus dedos ya atenazan la tapa
+del mundo. Crean a mayor velocidad necesidades que satisfacciones, y en
+el proceso de tratar de satisfacer las necesidades que engendran,
+consumen la tierra. Esto vale para la agricultura y la manufactura, y no
+menos para la medicina y la educación. La agricultura moderna envenena y
+agota el suelo. La ``revolución verde'' puede, mediante nuevas semillas,
+triplicar la producción de una hectárea ---pero sólo con un aumento
+proporcionalmente mayor de fertilizantes, insecticidas, agua y
+energía---. Fabricar estas cosas, como los demás bienes, contamina los
+océanos y la atmósfera y degrada recursos irreemplazables. Si la
+combustión continúa aumentando según los índices actuales, pronto
+consumiremos el oxígeno de la atmósfera sin poder reemplazarlo con igual
+presteza. No tenemos razones para creer que la fisión o la fusión puedan
+reemplazar la combustión sin peligros iguales o mayores. Los expertos en
+medicina reemplazan a las parteras y prometen convertir al hombre en
+otra cosa: genéticamente planificado, farmacológicamente endulzado y
+capaz de enfermedades más prolongadas. El ideal contemporáneo es un
+mundo panhigiénico: un mundo en el que todos los contactos entre los
+hombres, y entre los hombres y su mundo, sean el resultado de la
+previsión y la manipulación. La escuela se ha convertido en el proceso
+planificado que labra al hombre para un mundo planificado, en la trampa
+principal para entrampar al hombre en la trampa humana. Se supone que
+moldea a cada hombre a un nivel adecuado para desempeñar un papel en
+este juego mundial. De manera inexorable, cultivamos, elaboramos,
+producimos y escolarizamos el mundo hasta acabar con él.
+
+La institución militar es evidentemente absurda. Más difícil se hace
+enfrentar el absurdo de las instituciones no militares. Es aún más
+aterrorizante, precisamente porque funciona inexorablemente. Sabemos qué
+interruptor debe quedar abierto para evitar un holocausto atómico. No
+hay interruptor para detener un apocalipsis ecológico.
+
+En la antigüedad clásica, el hombre descubrió que el mundo podía
+forjarse según los planes del hombre, y, junto con este descubrimiento,
+advirtió que ello era inherentemente precario, dramático y cómico.
+Fueron creándose las instituciones democráticas y dentro de su
+estructura se supuso que el hombre era digno de confianza. Lo que se
+esperaba del debido proceso legal y la confianza en la naturaleza humana
+se mantenía en equilibrio recíproco. Se desarrollaron las profesiones
+tradicionales y con ellas las instituciones necesarias para el ejercicio
+de aquéllas.
+
+Subrepticiamente, la confianza en el proceso institucional ha
+reemplazado la dependencia respecto de la buena voluntad humana
+personal. El mundo ha perdido su dimensión humana y ha readquirido la
+necesidad de los tiempos primitivos. Pero mientras el caos de los
+bárbaros estaba constantemente ordenado en nombre de dioses misteriosos
+y antropomórficos, hoy en día la única razón que puede ofrecerse para
+que el mundo esté como está es la planificación del hombre. El hombre se
+ha convertido en el juguete de científicos, ingenieros y planificadores.
+
+Vemos esta lógica en otros y en nosotros mismos. Conozco una aldea
+mexicana en la que no pasa más de media docena de autos cada día. Un
+mexicano estaba jugando al dominó sobre la nueva carretera asfaltada
+frente a su casa ---en donde probablemente se había sentado y había
+jugado desde muchacho---. Un coche pasó velozmente y lo mató. El turista
+que me informó del hecho estaba profundamente conmovido y, sin embargo,
+dijo: ``Tenía que sucederle''.
+
+A primera vista, la observación del turista no difiere de la de un
+bosquimano que relata la muerte de algún fulano que se hubiera topado
+con un tabú y por consiguiente hubiera muerto. Pero las dos afirmaciones
+poseen significados diferentes. El primitivo puede culpar a alguna
+entidad trascendente, tremenda y ciega, mientras el turista está pasmado
+ante la inexorable lógica de la máquina. El primitivo no siente
+responsabilidad; el turista la siente, pero la niega. Tanto en el
+primitivo como en el turista están ausentes la modalidad clásica del
+drama, el estilo de la tragedia, la lógica del empeño individual y de la
+rebelión. El hombre primitivo no ha llegado a tener conciencia de ello,
+y el turista la ha perdido. El mito del bosquimano y el mito del
+norteamericano están compuestos ambos de fuerzas inertes, inhumanas.
+Ninguno de los dos experimenta una rebeldía trágica. Para el bosquimano,
+el suceso se ciñe a las leyes de la magia, para el norteamericano se
+ciñe a las leyes de la ciencia. El suceso le pone bajo el hechizo de las
+leyes de la mecánica, que para él gobiernan los sucesos físicos,
+sociales y psicológicos.
+
+El estado de ánimo de 1971 es propicio para un cambio importante de
+dirección en busca de un futuro esperanzador. A las metas
+institucionales las contradicen continuamente los resultados
+institucionales. El programa para la pobreza produce más pobres, la
+guerra en Asia acrecienta los Vietcong, la ayuda técnica engendra más
+subdesarrollo. Las clínicas para control de nacimientos incrementan los
+índices de supervivencia y provocan aumentos de población; las escuelas
+producen más desertores, y el atajar un tipo de contaminación suele
+aumentar otro tipo.
+
+Los consumidores se enfrentan al claro hecho de que cuanto más pueden
+comprar, tanto más engaño han de tragar. Hasta hace poco parecía lógico
+que pudiera echarse la culpa de esta inflación pandémica de disfunciones
+ya fuese al retraso de los descubrimientos científicos respecto de las
+exigencias tecnológicas, ya fuese a la perversidad de los enemigos
+étnicos, ideológicos o de clase. Han declinado las expectativas tanto
+respecto de un milenario científico como de una guerra que acabe con las
+guerras.
+
+Para el consumidor avezado no hay manera de regresar a una ingenua
+confianza en las tecnologías mágicas. Demasiadas personas han tenido la
+experiencia de computadoras que se descomponen, infecciones
+hospitalarias y saturación dondequiera que haya tráfico en la carretera,
+en el aire o en el teléfono. Hace apenas 10 años, la sabiduría
+convencional preveía una mejor vida fundada en los descubrimientos
+científicos. Ahora, los científicos asustan a los niños. Los viajes a la
+Luna proporcionan una fascinante demostración de que el fallo humano
+puede casi eliminarse entre los operarios de sistemas complejos ---sin
+embargo, esto no mitiga los temores ante la posibilidad de que un fallo
+humano que consista en no consumir conforme a las instrucciones pueda
+escapar a todo control---.
+
+Para el reformador social tampoco hay modo de regresar a las premisas de
+la década de los años cuarenta. Se ha desvanecido la esperanza de que el
+problema de distribuir con justicia los bienes pueda evadirse creándolos
+en abundancia. El coste de la cesta mínima que satisfaga los gustos
+contemporáneos se ha ido a las nubes, y lo que hace que un gusto sea
+moderno es el hecho de que aparezca como anticuado antes de haber sido
+satisfecho.
+
+Los límites de los recursos de la tierra ya se han evidenciado. Ninguna
+nueva avenida de la ciencia o la tecnología podría proveer a cada hombre
+del mundo de los bienes y servicios de que disponen ahora los pobres de
+los países ricos. Por ejemplo, se precisaría extraer 100 veces las
+cantidades actuales de hierro, estaño, cobre y plomo para lograr esa
+meta, incluso con la alternativa tecnológica más ``liviana''.
+
+Por fin, los profesores, médicos y trabajadores sociales caen en la
+cuenta de que sus diversos tratamientos profesionales tienen un aspecto
+---por lo menos--- en común: crean nuevas demandas para los tratamientos
+profesionales que proporcionan, a una mayor rapidez con la que pueden
+proporcionar instituciones de servicio.
+
+Se está haciendo sospechosa no sólo una parte, sino la lógica misma de
+la sabiduría convencional. Incluso las leyes de la economía parecen poco
+convincentes fuera de los estrechos parámetros aplicables a la región
+social y geográfica en la que se encuentra la mayor parte del dinero. En
+efecto, el dinero es el circulante más barato, pero sólo en una economía
+encaminada hacia una eficiencia medida en términos monetarios. Tanto los
+países capitalistas como los comunistas en sus diversas formas están
+dedicados a medir la eficiencia en relación con el coste/beneficio
+expresado en dólares. El capitalismo se jacta de un nivel más elevado de
+vida para afirmar su superioridad. El comunismo hace alarde de una mayor
+tasa de crecimiento como índice de su triunfo final. Pero bajo
+cualquiera de ambas ideologías el coste total de aumentar la eficiencia
+se incrementa geométricamente. Las instituciones de mayor tamaño
+compiten con fiereza por los recursos que no están anotados en ningún
+inventario: el aire, el océano, el silencio, la luz del sol y la salud.
+Ponen en evidencia la escasez de estos recursos ante la opinión pública
+sólo cuando están casi irremediablemente degradados. Por doquiera, la
+naturaleza se vuelve ponzoñosa, la sociedad inhumana, la vida interior
+se ve invadida y la vocación personal ahogada.
+
+Una sociedad dedicada a la institucionalización de los valores
+identifica la producción de bienes y servicios con la demanda de los
+mismos. La educación que le hace a uno necesitar el producto está
+incluida en el precio del producto. La escuela es la agencia de
+publicidad que le hace a uno creer que necesita la sociedad tal y como
+está. En dicha sociedad el valor marginal ha llegado a ser
+constantemente autotrascendente. Obliga a los consumidores más grandes
+---son pocos--- a competir por tener el poder de agotar la tierra, por
+llenarse sus propias panzas hinchadas, por disciplinar a los
+consumidores de menor tamaño, y por poner fuera de acción a quienes aún
+encuentran satisfacción en arreglárselas con lo que tienen. El
+\emph{ethos} de la insaciabilidad es por tanto la fuente misma de la
+depredación física, de la polarización social y de la pasividad
+psicológica.
+
+Cuando los valores se han institucionalizado en procesos planificados y
+técnicamente construidos, los miembros de la sociedad moderna creen que
+la buena vida consiste en tener instituciones que definan los valores
+que tanto ellos como su sociedad creen que necesitan. El valor
+institucional puede definirse como el nivel de producción de una
+institución. El valor correspondiente del hombre se mide por su
+capacidad para consumir y degradar estas producciones institucionales y
+crear así una demanda nueva ---y aún mayor---. El valor del hombre
+institucionalizado depende de su capacidad como incinerador. Para
+emplear una imagen, ha llegado a ser el ídolo de sus artesanías. El
+hombre se autodefiende ahora como el horno en que se queman los valores
+producidos por sus herramientas. Y no hay límites para su voracidad. Su
+acto es el acto de Prometeo llevado al extremo.
+
+El agotamiento y la contaminación de los recursos de la tierra es, por
+encima de todo, el resultado de una corrupción de la imagen que el
+hombre tiene de sí mismo, de una regresión en su conciencia. Algunos
+tienden a hablar acerca de una mutación de la conciencia colectiva que
+conduce a concebir al hombre como un organismo que no depende de la
+naturaleza y de las personas, sino más bien de instituciones. Esta
+institucionalización de valores esenciales, esta creencia en que un
+proceso planificado de tratamiento da finalmente unos resultados
+deseados por quien recibe el tratamiento, este \emph{ethos} de
+consumidor, se halla en el núcleo mismo de la falacia prometeica.
+
+Los empeños por encontrar un nuevo equilibrio en el medio ambiente
+global dependen de la desinstitucionalización de los valores. La
+sospecha de que algo estructural anda mal en la visión del \emph{homo
+faber} es común en una creciente minoría de países tanto capitalistas
+como comunistas y ``subdesarrollados''. Esta sospecha es la
+característica compartida por una nueva élite. A ella pertenece gente de
+todas las clases, ingresos, creencias y civilizaciones. Se han vuelto
+suspicaces respecto de los mitos de la mayoría: de las utopías
+científicas, del diabolismo ideológico y de la expectativa de que la
+distribución de bienes y servicios se hará con igualdad. Comparten con
+la mayoría la sensación de estar atrapados, de percatarse de que la
+mayor parte de las nuevas pautas adoptadas por amplio consenso conducen
+a resultados que se oponen descaradamente a sus metas propuestas. No
+obstante, mientras la mayoría de los prometeicos astronautas en ciernes
+sigue evadiendo el problema fundamental, la minoría emergente se muestra
+crítica respecto del \emph{deus ex machina} científico, de la panacea
+ideológica y de la cacería de diablos y brujas. Esta minoría comienza a
+dar forma a su sospecha de que nuestros constantes engaños nos atan a
+las instituciones contemporáneas como las cadenas ataban a Prometeo a su
+roca. La esperanza, la confianza y la ironía (\emph{eironeia}) clásica
+deben conspirar para dejar al descubierto la falacia prometeica.
+
+Solía pensarse que Prometeo significaba ``previsión'' y aun llegó a
+traducirse por ``aquel que hace avanzar la Estrella Polar''. Privó
+astutamente a los dioses del monopolio del fuego, enseñó a los hombres a
+usarlo para forjar el hierro, se convirtió en el dios de los tecnólogos
+y terminó con cadenas de hierro.
+
+La Pitonisa de Delfos fue reemplazada por una computadora que se cierne
+sobre cuadros de instrumentos y tarjetas perforadas. Los exámenes del
+oráculo cedieron el paso a los códigos de programación. El timonel
+humano entregó el rumbo a la máquina cibernética. Emerge la máquina
+definitiva para dirigir nuestros destinos. Los niños se imaginan volando
+en sus máquinas espaciales, lejos de una Tierra crepuscular.
+
+Mirando desde las perspectivas del Hombre de la Luna, Prometeo pudo
+reconocer a Gaia como el planeta de la Esperanza y como el Arco de la
+Humanidad. Un sentido nuevo de la finitud de la Tierra y una nueva
+nostalgia pueden ahora abrir los ojos del hombre y hacerle ver por qué
+su hermano Epimeteo, al desposar a Pandora, eligió desposar a la Tierra.
+
+Al llegar aquí el mito griego se convierte en esperanzada profecía, pues
+nos dice que el hijo de Prometeo fue Deucalión, el Timonel del Arca,
+quien, como Noé, navegó sobre el Diluvio para convertirse en el padre de
+la humanidad nueva que, con ayuda de Pirra, hija de Epimeteo y de
+Pandora, sacó de la tierra. Por ello nos es necesario comprender el
+sentido de ese Pithos que Pandora obtuvo de los dioses y que es el
+inverso de la Caja: nuestro Vaso y nuestra Arca.
+
+Necesitamos ahora un nombre para quienes valoran más la esperanza que
+las expectativas. Necesitamos un nombre para quienes aman más a la gente
+que a los productos, para aquellos que creen que
+
+\begin{verbatim}
+No hay personas sin interés.
+Sus destinos son como la crónica de los planetas.
+
+Nada en ellos deja de ser peculiar
+y los planetas son distintos unos y otros.
+\end{verbatim}
+
+Necesitamos un nombre para aquellos que aman la tierra en la que podemos
+encontrarnos unos con otros,
+
+\begin{verbatim}
+Y si un hombre viviese en la oscuridad
+haciendo amistades en esa oscuridad,
+la oscuridad no carecería de interés.
+\end{verbatim}
+
+Necesitamos un nombre para aquellos que colaboran con su hermano
+Prometeo en alumbrar el fuego y en dar forma al hierro, pero que lo
+hacen para acrecentar así su capacidad de entender y cuidar y ser
+guardián del prójimo, sabiendo que
+
+\begin{verbatim}
+para cada cual su mundo es privado,
+y en ese mundo la maravilla de un minuto,
+y en ese mundo lo trágico de un minuto,
+que son mis propios bienes.
+\end{verbatim}
+
+\footnote{Las tres citas provienen de ``People'' (``Gente''), del libro
+ \emph{Poemas escogidos} de Yevgeny Yevtushenko. Traducidos por Robin
+ Milner-Gulland y Peter Levi, y con una introducción de los
+ traductores. Publicado por E. P. Dutton \& Co., 1962, y reimpreso con
+ su autorización.} A esto hermanos y hermanas esperanzados sugiero
+llamarlos hombres epimeteicos.
+
+\hypertarget{apuxe9ndice-una-elecciuxf3n-que-hacer}{%
+\section{Apéndice: una elección que
+hacer}\label{apuxe9ndice-una-elecciuxf3n-que-hacer}}
+
+De generación en generación nos hemos esforzado por llegar a la
+educación de un mundo mejor y para hacerlo hemos desarrollado sin cesar
+la escolaridad. Hasta ahora, la empresa se ha pagado con un fracaso. ¿Y
+qué hemos aprendido si no es a constreñir a los niños para que suban la
+escalera sin fin de la educación que, lejos de conducir a la igualdad
+buscada, sólo favorece al que se adelantó a los otros o al que tiene
+mejor salud o al que se beneficia de una mejor preparación? Peor aún, la
+enseñanza obligatoria parece minar la voluntad personal de aprender. Por
+último, al saber considerado como una mercancía, que hay que almacenar y
+distribuir, pronto se le considera como un bien sometido a las garantías
+de la propiedad individual y, por lo mismo, tiende a volverse escaso.
+
+Comenzamos a percibir que este esfuerzo por desarrollar la educación
+pública mediante una escolaridad obligatoria está a punto de perder su
+legitimidad desde el punto de vista social, pedagógico y económico.
+Frente a esta crisis, los espíritus críticos no se contentan ya con
+remedios clásicos, ¡sino que proponen unos mucho más violentos!
+Imaginan, por ejemplo, sistemas de crédito educativo que permitirían a
+cada uno comprar la educación de su elección en un mercado no
+controlado, o bien, proponen retirarle a las escuelas la responsabilidad
+en materia de educación para dársela a los medios modernos de
+información y al aprendizaje en los sitios de trabajo. Algunos,
+aislados, entrevén la necesidad de destruir los fundamentos
+institucionales de la escuela, como le sucedió a la Iglesia en el
+transcurso de los dos últimos siglos. Ciertos reformadores proponen
+reemplazar la escuela universal por nuevos y diferentes sistemas que
+pretenden preparar mejor para la vida en una sociedad moderna\ldots{} En
+síntesis, estamos frente a una elección: podemos contentarnos con
+desmantelar las escuelas o podemos ir más lejos y desescolarizar por
+completo la sociedad.
+
+Todas esas proposiciones en favor de instituciones educativas nuevas se
+reparten, de hecho, en tres categorías: las reformas que llevan al
+``salón de clases'' sin tocar el sistema escolar; luego, la dispersión
+de clases ``liberadas'' en toda la sociedad; por último, la
+transformación de la misma sociedad en un inmenso salón de clases. Pero
+estos tres enfoques del problema ---clase reformada, liberada o que
+englobe al mundo entero--- los consideramos como tres etapas de la
+escalada del proceso educativo a través de las cuales se afirmará la
+empresa de un control todavía más sutil y más invasor del que habrá
+reemplazado.
+
+Si por mi parte estoy convencido de que conviene poner un término al
+reino de la escuela (desenlace que, por otra parte, creo ineluctable),
+es porque me parece que esta desaparición de una convicción ilusoria nos
+debería llenar de esperanza. Sin embargo, no estoy por ello menos
+consciente de que, llegados a este término de la ``era escolar'',
+podríamos muy bien entrar en la de una escuela totalitaria que sólo el
+nombre distinguiría del asilo de alienados o de un campo de
+concentración donde educación, corrección y reajuste serían por fin
+sinónimos. Creo, en consecuencia, que el desmantelamiento de la escuela
+nos fuerza a ver más allá de su inminente desaparición y nos constriñe a
+enfrentar las posibilidades fundamentales de elección en materia de
+educación: ya sea que elijamos trabajar en la constitución de un arsenal
+educativo aterrador, con el objeto de acrecentar de golpe la fuerza de
+una enseñanza que trata de un mundo sin cesar más ensombrecido, más
+amenazador para el hombre; ya sea que intentemos poner en orden las
+condiciones necesarias para el surgimiento de una nueva era donde la
+tecnología se pondrá al servicio de una sociedad más simple, más
+transparente, de suerte que todos los hombres puedan descubrir lo que
+los rodea y servirse de las herramientas que hoy en día dan forma a sus
+propias vidas.
+
+\hypertarget{la-enseuxf1anza-oculta-de-las-escuelas}{%
+\subsection{La enseñanza oculta de las
+escuelas}\label{la-enseuxf1anza-oculta-de-las-escuelas}}
+
+Debemos distinguir entre ``educación'' y ``escolaridad'' si queremos ver
+surgir más claramente esa elección que se nos ofrece. Comprendo que
+conviene distinguir entre los objetivos humanistas del profesor y los
+efectos inherentes a la estructura inalterable de la escuela. Con toda
+seguridad esta estructura no es evidente a primera vista, pero sólo su
+existencia explica cierta forma de instrucción transmitida a todos y que
+escapa al control del docente o del consejo de profesores. En efecto, un
+mensaje se inscribe indeleble: sólo la escolaridad es capaz de preparar
+la entrada en la sociedad. Por ello, lo que no se enseña en la escuela
+se le retira su valor y, por lo mismo ¡lo que se aprende fuera de ella
+no vale la pena conocerse! Eso es lo que llamo la enseñanza oculta de
+las escuelas que define los límites en los cuales se efectúan los
+pretendidos cambios de programas.
+
+Sin defendernos de ella, esta enseñanza no varía de una escuela a otra
+ni de un lugar a otro. En todas partes los niños deben congregarse en
+grupos, según la edad; luego, alrededor de 30 toman su lugar frente a un
+profesor diplomado en razón de 150, incluso 1 000 horas, al año o más,
+No importa si el programa oficial intenta enseñar los principios del
+fascismo o del liberalismo, del catolicismo o del socialismo, o si
+pretende ponerse al servicio de una ``liberación'', ya que en todos los
+casos la institución se arroga el derecho de definir las actividades
+propias que conducen a una ``educación'' legitima. Poco importa,
+igualmente, si el objetivo confesado de la escuela es producir
+ciudadanos soviéticos o norteamericanos, mecánicos o médicos, en la
+medida en que sin el diploma no se es un ciudadano verdadero o un doctor
+reconocido\ldots{} Aunque todas las reuniones no se hagan en el mismo
+recinto, aunque incluso se consideren, de una manera o de otra,
+necesarias (cortar caña es trabajo del cañero; reformarse, el del
+prisionero, y seguir una parte del programa, el de los estudiantes), no
+hay en lo anterior ninguna diferencia.
+
+Nos enfrentamos a una especie de directiva secreta que quiere que los
+estudiantes aprendan antes que nada que la educación sólo tiene valor
+una vez que se adquirió en el seno de la universidad mediante un método
+graduado de consumo, y se le promete que el éxito social dependerá de la
+cantidad de saber consumido, Están convencidos de que vale mucho más
+instruirse a distancia de lo que es el mundo. El hecho de que la
+escolaridad imponga esta regla secreta en un programa educativo la
+distingue inmediatamente de otras formas de educación planificada. Todos
+los sistemas escolares del planeta tienen características comunes en
+relación con su rendimiento institucional y la razón de ello es ese
+``programa oculto'' común a todas las escuelas.
+
+Hay que entender bien que ese programa oculto modifica la concepción que
+tenemos de la adquisición del saber y hace de la actividad personal una
+mercancía de la que la escuela cree detentar el monopolio. A un bien de
+consumo le damos hoy en día el nombre de ``educación'': un producto cuya
+fabricación la asegura una institución oficial llamada ``escuela''. En
+consecuencia, henos ahí con el fin de medir la duración y el costo del
+tratamiento aplicado al estudiante (en Estados Unidos, el diplomado de
+una pequeña universidad regional y el de uno de los colegios de la
+``liga de la hieda''\footnote{Las 14 más célebres universidades de
+ Estados Unidos constituyen esta ``liga de la hiedra'' \emph{(ivy
+ league)}. (Son miembros de ella, por ejemplo, Yale, Harvard,
+ Princeton\ldots) Es una asociación sin objetivo definido, pero que
+ conserva la tradición de grandeza. Saca su nombre de la hiedra que
+ recubre los edificios más antiguos. (T.)} tienen cubiertos los mismos
+135 ``créditos'',\footnote{El hecho de asistir a los cursos representa
+ cierto número de créditos por semestre. Para tener acceso al diploma
+ es necesario haber cubierto un número de 135 en cuatro años. (T.)}
+¡pero están plenamente conscientes de la diferente cotización de sus
+``títulos'' en la bolsa de valores educativos!).
+
+En todos los países convertidos al ideal escolar, el saber se considera
+como un bien de primera necesidad, como un asunto de sobrevivencia y, de
+la misma forma, como una moneda de cambio más fácilmente convertible que
+los rublos y los dólares. Cuando hablamos de alienación estamos de tal
+manera habituados al vocabulario marxista que sólo pensamos
+frecuentemente en la del trabajador en relación con su trabajo desde la
+perspectiva de una sociedad de clases; hoy en día nos sería necesario
+reconocer otra forma de la alienación, la del hombre frente al saber
+cuando este último, transformado en producto de un servicio, hace de
+quien lo adquiere un consumidor.
+
+Entre más educación ``consume'' un ser humano, más hace fructificar su
+posesión y se eleva en la jerarquía de los capitalistas del
+conocimiento. La educación definió una nueva pirámide de clases, en la
+medida en que los grandes consumidores de saber ---esos portadores de
+bonos del tesoro del conocimiento--- pueden inmediatamente pretender dar
+servicios de un valor más eminente a su sociedad. Ellos representan las
+inversiones seguras en el portafolio del capital humano de una sociedad
+y sólo ellos tienen un pronto acceso a las herramientas más poderosas o
+menos extendidas de la producción.
+
+De esa manera, ese programa secreto definió implícitamente la naturaleza
+de la educación: permite medirla y establecer qué nivel de productividad
+da derecho a su consumo. Disponemos entonces de la posibilidad de
+justificar la creciente correlación entre los empleos y los privilegios
+que manan de ellos. En ciertas sociedades esos privilegios se conocerán
+bajo la forma de ingresos personales más considerables; en otras, será
+un acceso fácil a servicios todavía poco desarrollados o a una formación
+más favorecida, sin olvidar un creciente prestigio (por otra parte, en
+el momento mismo en que, en nombre de la educación, se reclaman
+crecientes privilegios, la fosa entre la formación y la competencia
+profesional se acrecienta, como lo muestran ciertos estudios, en
+particular el de Ivar Berg, \emph{La educación y los empleos, la gran
+estafa de la formación}).
+
+Querer hacer pasar a todos los seres humanos por las etapas sucesivas de
+la adquisición del saber nos lleva a recordar la búsqueda de los
+alquimistas y a mirar bien ahí: en el ``gran arte'' del final de la Edad
+Media encontraremos con toda seguridad los orígenes profundos de la idea
+de escolaridad. Consideramos a justo título que Jan Amos Komensky fue
+uno de los grandes precursores de las teorías de la escuela moderna. Más
+conocido con el nombre de Comenius, Jan Amos era obispo de Moravia y se
+decía ``pansofista'' y pedagogo. En su \emph{Didactica Magna} describe
+las escuelas como medios para ``enseñar todo a todo el mundo'' y podemos
+ver en él como un anteproyecto de la producción en la cadena del saber,
+ya que quería hacer la educación a la vez mejor y menos costosa, con el
+fin de permitir a todos el acceso a la condición de hombre. Pero sería
+insuficiente ver en Comenius una suerte de predecesor de nuestros
+expertos en métodos pedagógicos. Experto en alquimia, utilizaba su jerga
+para describir el arte de educar a los niños. Como se sabe, los
+alquimistas buscaban trasmutar el plomo vil, los elementos vulgares, en
+oro, haciendo pasar sus espíritus destilados por las 12 etapas del
+enriquecimiento. Es evidente que si veían en eso una manera de
+enriquecerse a sí mismos, pretendían trabajar en nombre del interés
+general, y sus sucesivos fracasos no los desalentaban, ya que su
+``ciencia'' les permitía encontrar en ella las razones y justificar la
+continuación de sus esfuerzos.
+
+En esta perspectiva, la pedagogía abría un nuevo capítulo en la historia
+de la \emph{Ars Magna} : la educación se volvía, en efecto, la búsqueda
+de una especie de método alquímico destinado a hacer surgir un nuevo
+tipo de hombre capaz de adaptarse a un medio creado por la magia
+científica. Y, al igual que en la alquimia, cualquiera que fuera la suma
+consagrada a cada generación para edificar escuelas, el resultado es que
+la mayoría de aquellos a los que se les enseña no responden a esa
+``afinación'' y pronto hay que rechazarlos como no aptos para existir en
+un mundo concebido por el hombre.
+
+Los reformadores en materia de educación que admiten el fracaso de las
+escuelas se reparten en tres categorías. Los más respetables son
+seguramente los grandes maestros en alquimia que prometen mejores
+escuelas; los más seductores, esos magos populares que anuncian la
+transformación de cada cocina en un laboratorio alquímico; los más
+aterradores, esos nuevos ``masones'' del universo que buscan transformar
+el mundo en un vasto templo de la enseñanza.
+
+Veamos, en particular, entre esos maestros alquimistas del momento, a
+los directores de investigación que emplean o patrocinan las grandes
+fundaciones. Están persuadidos de que las escuelas, si pudieran de
+alguna manera mejorarse, se volverían empresas más económicamente
+viables que venderían un más vasto conjunto de servicios. En cuanto a
+aquellos cuyo interés se dirige hacia los programas, pretenden que éstos
+no están adaptados o están sobrepasados. De esa manera se conciben
+nuevos programas en los que se introducen mercancías al gusto del
+momento: cultura africana, imperialismo norteamericano, liberación
+femenina, contaminación o sociedad de consumo. Se denuncia la pasividad
+(con toda seguridad es un mal) y, para remediarla, se concede a los
+estudiantes que ellos mismos decidan lo que quieren que se les enseñe y
+de qué manera. Algunos dicen que las escuelas son prisiones y, en
+consecuencia, se aconseja a los jefes de establecimientos dar su
+asentimiento a salidas educativas: un horizonte de pupitres y de muros
+se sustituye, por ejemplo, por una calle de Harlem cuidadosamente
+delimitada. Por último, la psicología está de moda y se instaura la
+terapia de grupos en el salón de clases. La escuela, que se consideraba
+el todo aprender de todos, se vuelve hoy en día el universo de todos los
+niños.
+
+Otros críticos se levantan para subrayar que las escuelas no utilizan
+suficientemente los recursos de la ciencia moderna. Surge el deseo de
+que los hombres de ciencia inventen algún medicamento que consuman los
+niños para que el instructor pueda modificar más fácilmente sus
+comportamientos. Se habla de transformar las escuelas en casinos
+educativos. Hay quienes quisieran ``electrificar'' el salón de clases y,
+por poco que crean ser buenos discípulos de McLuhan, helos ahí
+reemplazando el pizarrón y los manuales por \emph{happenings} en los que
+se ofrece toda la batería de aparatos de comunicación. Si admiran a
+Skinner, afirman que la aplicación de sus teorías permitirá una acción
+más eficaz sobre el comportamiento de los estudiantes que la de los
+antiguos maestros, hoy pasados de moda.
+
+Que algunas de estas reformas tengan efectos felices, es innegable. La
+práctica de la escuela tradicional está en un fuerte proceso de
+disminución en las escuelas experimentales. A veces los padres tienen un
+sentimiento mayor de participación. Los alumnos designados por sus
+profesores para seguir cursillos de aprendizaje adquieren frecuentemente
+un mayor \emph{savoir faire}\footnote{En francés, en el original. (T.)}
+que el de sus camaradas que permanecen en clase (conocí niños que
+mejoraban sus conocimientos de español en el laboratorio de lengua,
+porque preferían jugar con los botones de las grabadoras que conversar
+con sus iguales puertorriqueños). Sin embargo, todas esas mejoras
+intervienen en límites estrechos y previsibles, ya que no llegan al
+programa oculto de las escuelas.
+
+A algunos reformadores les gustaría liberarse de esa regla secreta de
+las escuelas públicas, pero sólo lo logran raras veces. Las escuelas
+``activas'', que conducen al desarrollo de otras escuelas del mismo
+tipo, sólo crean una engañosa ilusión: la liberación permanece como un
+espejismo, incluso si la constricción a los cursos obligatorios se
+interrumpe con frecuencia por periodos de ociosidad. Que se busque
+agradar a alguien para convencerlo de asistir a los cursos es, bien
+mirado, ¡más insidioso todavía que la obligación legal y el apoyo de la
+brigada de los menores! Mejor que una presencia consentida a disgusto,
+la que embauca lleva más fácilmente a creer en la necesidad del
+tratamiento educativo. El docente tolerante hace al alumno correr un
+creciente riesgo de sentirse incapaz de vivir fuera del refugio
+acolchado.
+
+¿En qué difiere la enseñanza suministrada en las nuevas escuelas? Aunque
+se facilite por el consenso de un grupo, más que por los decretos del
+cuerpo docente, se trata siempre de adquirir competencias que la
+sociedad reconoce, lo que no cambia en nada el problema. La apariencia
+cambia; la realidad profunda permanece.
+
+Para ser verdaderas escuelas de libertad, les sería necesario llenar dos
+condiciones. En primer lugar, deben administrarse de tal suerte que no
+permitan a la regla secreta de la enseñanza aplicarse, es decir, que los
+escolares, definidos como tales, ubicados frente a profesores
+reconocidos, no asistan a una sucesión de cursos graduados. En segundo
+lugar, esas escuelas deberían proporcionar un marco en el que todos los
+participantes, docentes y alumnos, puedan liberarse de los postulados
+sobre los que reposa, sin que lo sepamos, una sociedad escolarizada. A
+veces escuchamos enunciar la primera condición en los objetivos que se
+propone una escuela ``activa''. En cuanto a la segunda, por lo general
+no se le pone atención, y ciertamente no es el objetivo de esas
+escuelas.
+
+\hypertarget{los-postulados-secretos-de-la-educaciuxf3n}{%
+\subsection{Los postulados secretos de la
+educación}\label{los-postulados-secretos-de-la-educaciuxf3n}}
+
+No es necesario, en esta fase, distinguir entre la regla secreta y
+aquélla sobre la que, sin darnos cuenta, se funda la idea de la
+escolaridad. El programa oculto constituye una especie de ritual
+iniciático que podemos concebir como un preparativo para el ingreso en
+la sociedad moderna. Por intermedio de la escuela el programa adquiere
+su dimensión institucional. Detrás del velo de la ceremonia ritual, las
+contradicciones se encuentran disimuladas para los participantes. ¿Cómo,
+en efecto, conciliar el mito de una sociedad igualitaria y la realidad
+social fundada en el reconocimiento de un orden jerárquico que
+finalmente el rito impone? Pero una vez reconocidos en lo que son, los
+ritos ya no llegan a mantener la ilusión; ese fenómeno es aparente en el
+caso de la escolaridad. No obstante, la ceremonia reposa sobre
+postulados aceptados inconscientemente a los que las escuelas
+``privadas'' podrían dar nuevo vigor.
+
+A primera vista, se nos reprochará que hagamos un juicio de orden
+general sobre las escuelas ``activas'' y más precisamente, en 1971,
+sobre las de Estados Unidos, las de Canadá y las de Alemania del Oeste
+en donde ellas parecen querer ser el más hermoso adorno de un
+renacimiento. A decir verdad, nuestra generalización sólo se dirige a
+las empresas experimentales que pretenden ser instituciones educativas.
+Para evitar cualquier menosprecio debemos examinar con más atención la
+relación que hay entre ``educación'' y ``escolaridad''.
+
+Con mucha frecuencia olvidamos que la educación no es una invención
+antigua. Ese sustantivo se desconocía antes de la Reforma. En Francia se
+habla por vez primera de la educación de los niños en un manuscrito de
+1498. Era el año en que Erasmo llegó a residir en Oxford, en que a
+Savonarola lo quemaron en Florencia, en que Durero trazaba los primeros
+apuntes de su \emph{Apocalipsis} , que todavía hoy evoca con fuerza la
+atmósfera sombría, la impresión de un inminente desastre que pesaba
+sobre ese periodo. En inglés, la palabra \emph{educación} apareció por
+primera vez en 1530. Ese año, Enrique VIII repudiaba a Catalina de
+Aragón y la Iglesia luterana se separaba de Roma con la dieta de
+Augsburgo. Hay que esperar todavía un siglo para que la idea de
+``educación'' se manifieste en el imperio español. En 1611, Lope de Vega
+habla de la educación como de una novedad. Ese año, la universidad de
+San Marcos en Lima celebraba su 60 aniversario. Centros de saber
+existían antes de que la palabra ``educación'' formara parte del
+lenguaje familiar. Se ``leía'' a los autores clásicos; se estudiaba el
+derecho; no se enseñaba a vivir\ldots{}
+
+En el siglo XVI, en el corazón de todas las disputas teológicas se
+encontraba la necesidad de encontrar justificaciones, de las que la
+política supo servirse bien para explicar las grandes masacres de la
+época. En la Iglesia, cismas intervinieron y se hizo posible sostener
+convicciones diferentes sobre el punto de saber en qué medida el hombre
+nace pecador, corrompido o sometido a la predestinación. Desde el siglo
+XVII, el acuerdo se rehizo sobre un punto: el hombre nace no apto para
+la vida social, en consecuencia es necesario prepararlo proponiéndole
+una educación. Así, la educación se volvió lo opuesto de la competencia
+adquirida en la vida cotidiana y terminó por significar un método de
+tratamiento más que el simple saber de hechos de la existencia y la
+capacidad de servirse de herramientas que dan forma a la vida concreta
+del hombre. Progresivamente la educación se transformó en un servicio
+que había que producir, para el bien de todos, mercancía intangible que
+se recibía de la misma manera en que la Iglesia visible había conferido
+anteriormente la gracia invisible. El hombre, nacido en la estupidez
+original, debía ahora presentar cartas de creencia a la sociedad.
+
+La escuela y la educación mantuvieron relaciones comparables a las de la
+Iglesia y la religión o, en una perspectiva más general, a las que se
+establecen entre el rito y el mito; el rito crea y sostiene al mito;
+detenta una función mitopoiética. El mito inspira el ``programa'' por el
+que se perpetúa. La educación representa a la vez todo un conjunto de
+justificaciones sobre el plano social y un concepto para el que no
+podemos encontrar análogos específicos en otras culturas (fuera de la
+teología cristiana). La educación por el método de la escolaridad
+distingue fundamentalmente a las escuelas de otras instituciones de
+enseñanza que existieron en otras épocas. Ése es un aspecto que no hay
+que despreciar si queremos hacer aparecer las insuficiencias de las
+``escuelas'' llamadas privadas, no estructuradas o independientes.
+
+Con el fin de sobrepasar una simple reforma de la clase, una escuela
+activa debe todavía rechazar el programa secreto de la escolaridad
+descrito anteriormente. Una escuela activa ideal intentaría proporcionar
+una educación esforzándose en evitar que esa educación se utilice para
+establecer o justificar una estructura de clase y se vuelva un patrón
+maestro para medir al alumno con cierto rasero. Debería, en
+consecuencia, no someter a este último a una represión, a un control o
+intentar definirlo de cualquier manera. Pero mientras las escuelas
+activas intenten proporcionar una ``educación general'', no están en
+condiciones de sobrepasar una concepción fundada en los postulados
+secretos de la escuela.
+
+Entre sus principios, hay uno que Peter Schrag, en una perspectiva
+particular, definió como el ``síndrome de inmigración'', que nos incita
+a tratar a todos los seres humanos como si fueran recién llegados que
+deben someterse a un proceso de naturalización. Sólo los consumidores
+garantizados del saber se admiten en la ciudadanía. Los hombres no nacen
+iguales, sólo por el periodo de gestación en el seno del \emph{Alma
+mater} podrán acceder a esta igualdad.
+
+Otro postulado conduce a creer que el hombre, nacido inmaduro, debe
+adquirir su ``madurez'' en el transcurso del primer periodo de su
+existencia para después formar parte de una sociedad civilizada. Esta
+idea de una ``maduración'' es, con toda seguridad, contraria a otra
+convicción que define al hombre como el mamífero que, por el mecanismo
+de la evolución y con el concurso de la selección natural entre sus
+maestros primates, adquirió el carácter específico de permanecer durante
+toda su vida ``inmaduro'' ---lo que constituye su ``gracia''
+particular---. Pero, en conformidad con la fijación ideológica sobre la
+madurez, nos persuadimos de que es necesario, después de su nacimiento,
+mantener al ser humano apartado de su medio natural y hacerlo pasar por
+una matriz social para que adquiera las cualidades necesarias para la
+vida cotidiana. Las escuelas activas son capaces de llenar esta función
+frecuentemente mucho mejor que escuelas de un modelo menos atractivo.
+
+Los establecimientos educativos liberados comparten con quienes lo son
+menos otra característica: despersonalizan la responsabilidad de la
+educación. Ponen una institución \emph{in loco parentis}. Perpetúan la
+idea de que la enseñanza, si se realiza fuera del círculo familiar, debe
+estar asegurada por una ``agencia'' cuyo docente es sólo un
+representante. En una sociedad escolarizada, la misma familia se reduce
+a ser sólo una ``agencia de aculturación''. En cuanto a los organismos
+educativos que emplean profesores para promover la política de su
+consejo administrativo, se vuelven instrumentos al servicio de una
+despersonalización de las relaciones entre personas privadas.
+
+Naturalmente, numerosas escuelas activas funcionan sin profesores
+acreditados. Al hacerlo representan una amenaza seria para los
+sindicatos de maestros, pero, no por ello, ponen en peligro la
+estructura social fundada en un reconocimiento de las profesiones. Una
+escuela en la que los miembros del consejo administrativo eligen y
+nombran a los profesores, sin preocuparse de saber si detentan
+certificados, una licencia o una credencial sindical, no atenta contra
+la legitimidad de la profesión de enseñante; no más que una encargada de
+un prostíbulo clandestino, en un país donde un trabajo así, para ser
+legal, debe hacerse bajo el control de la policía, ¡no cuestiona la
+legitimidad de la profesión más antigua del mundo!
+
+La mayoría de los que enseñan en escuelas activas no tienen la
+oportunidad de trabajar en su nombre. Aseguran la tarea de la enseñanza
+en nombre de un consejo; en nombre de sus alumnos asumen la función
+menos evidente de la enseñanza y sirven a la educación bajo su aspecto
+casi místico en nombre de toda ``la sociedad''. La mejor prueba de ello
+es que pasan todavía más tiempo que sus colegas de la enseñanza pública
+reuniéndose en comisiones con el objeto de planificar el método por el
+cual la escuela debería educar. La duración de esas reuniones ha
+incitado a muchos docentes de alma generosa, una vez que sus ilusiones
+se han disipado, a pasar de la escuela pública a la enseñanza privada,
+para luego ir todavía más allá\ldots{}
+
+Todos los establecimientos de enseñaza pretenden ``formar hombres'' en
+una tarea de mejoramiento del futuro, pero no les permiten cumplirla
+antes de que hayan adquirido una sólida tolerancia frente a las maneras
+de vivir de sus mayores. Es siempre una educación que prepara para la
+vida, más que adquirida en la vida cotidiana. Muy pocas escuelas activas
+pueden evitar esa trampa. Sin embargo, hay que reconocer que contribuyen
+a la aparición de un nuevo estilo de vida, no por el efecto que tendrán
+sus diplomas sobre la sociedad, sino más bien porque los padres que
+eligen educar a sus hijos sin beneficiarse de los servicios de enseñanza
+``ordenados según la regla'' pertenecen frecuentemente a una minoría
+radical, y porque el interés que aportan a ese problema, el gusto que
+tienen de educar a sus hijos, los mantiene en su modo de vida.
+
+\hypertarget{las-influencias-ocultas-en-el-mercado-de-la-educaciuxf3n}{%
+\subsection{Las influencias ocultas en el mercado de la
+educación}\label{las-influencias-ocultas-en-el-mercado-de-la-educaciuxf3n}}
+
+La especie más peligrosa entre los reformadores en materia de educación
+es la que pretende demostrar que el saber puede producirse y venderse de
+manera mucho más eficaz en un mercado libre que en el que controla la
+escuela. Pretenden que una capacidad puede fácilmente adquirirse por
+medio de un modelo, aunque el aprendiz considere poco esta adquisición
+como de interés evidente. Afirman también que un sistema de asignación
+individualizado proporciona un poder de compra más igualitario en
+materia de educación. Piden, por último, que se distinga entre el método
+de adquisición y el que mide los resultados (lo que me parece una
+necesidad muy evidente). Pero sería erróneo creer que la instauración de
+un mercado abierto del saber representaría una solución opuesta a la de
+hoy en día.
+
+Esta sustitución aboliría, ciertamente, lo que llamamos el programa
+secreto de la escolaridad (el hecho de que hay que seguir a determinadas
+edades programas graduados). Un mercado abierto daría, en primer lugar,
+la impresión de que vamos al encuentro de esos principios en los que
+reposa una sociedad escolarizada: el ``síndrome de la inmigración'', el
+monopolio institucional de la enseñanza y el rito de la integración
+progresiva. Pero, por lo mismo, un mercado libre de educación
+proporcionaría al alquimista innumerables ocasiones para influir en
+secreto, con el fin de encerrar a cada hombre en los múltiples y
+pequeños compartimentos que una tecnocracia todavía más desarrollada
+podría crear.
+
+La confianza puesta desde hace decenios en la escolarización del ser
+humano ha hecho del saber una mercancía de una especie particular. Como
+lo hemos visto, todos consideran ahora el saber como un artículo de
+primera necesidad y, al mismo tiempo, como la moneda de cambio más
+preciosa de la sociedad. Esta transformación del saber en bien de
+consumo se refleja, igualmente, en nuestro comportamiento de todos los
+días, incluso en el lenguaje familiar. Así, verbos que describen una
+actividad personal, como ``aprender'', ``alojarse'', ``sanarse'', nos
+hacen irresistiblemente pensar en servicios cuya distribución está más o
+menos asegurada. Pensamos que es necesario resolver los problemas de la
+habitación, de los cuidados médicos, etc., sin recordar un solo instante
+que los hombres podrían curarse o edificar sus casas por ellos mismos.
+Todo es cuestión de servicios y el adolescente, en lugar de aprender,
+por ejemplo, a ocuparse de su abuela, aprende a manifestarse frente al
+asilo de ancianos donde no hay camas disponibles. ¿El desmantelamiento
+de la escuela sería, pues, suficiente para conducir a la desaparición de
+esas actitudes? (Mucho después de la adopción de la Primera Enmienda de
+la Constitución norteamericana se continuaba exigiendo la filiación a
+una Iglesia como condición para cualquier candidatura a un puesto
+oficial). Con mayor razón, ¿el cierre de las escuelas permitiría evitar
+que tuviéramos acceso a baterías de pruebas para medir el nivel de
+educación? Si ése no es el caso, esta nueva situación conduciría a la
+obligación, para cada uno, de adquirir un mínimo de mercancías en el
+depósito del saber. La ambición de medir científicamente el valor de
+cada hombre se vincula sin dificultad con el sueño del alquimista de
+hacer a todo hombre ``educable'' con el fin de guiarlo hacia una
+humanidad ``verdadera''. Bajo la apariencia de un mercado libre,
+llegaremos a un entorno sometido al control de los terapeutas-pedagogos,
+a una matriz universal donde cada hombre se alimentaría con fluidos
+elegidos.
+
+Las escuelas limitan por ahora la competencia del profesor al salón de
+clases. No le permiten reivindicar la existencia del hombre para una
+región. Desde esta perspectiva, renunciar a la escuela haría desaparecer
+esta frágil barrera y conferiría una legitimidad semejante a la invasión
+pedagógica de la vida privada de cada uno. Podría conducir a una lucha
+encarnizada por la adquisición del saber en un mercado libre del
+conocimiento y a la edificación, bajo apariencias igualitarias, de una
+meritocracia.
+
+Las escuelas no son las únicas instituciones (ni incluso las más
+eficaces) que pretenden hacer de la información, de la comprensión y de
+la sabiduría rasgos d comportamiento susceptibles de contrastarse (y
+medirlos conduce a detentar la llave que abre las puertas del éxito y
+del poder). El sistema chino, por ejemplo, ofrecía, en el plano de la
+educación, una estimulante eficacia definiendo una clase relativamente
+abierta, cuyos privilegios dependían de la adquisición de un saber
+mesurable. Alrededor de 2 000 años antes de Cristo, parece que el
+emperador de China interrogaba cada tres años a sus administradores.
+Después de tres veces, les daba responsabilidades mayores o los echaba
+para siempre. Algunos 1 000 años más tarde, el primer emperador Chang
+estableció un verdadero examen para sus funcionarios. Música, tiro con
+arco y aritmética constituían los temas impuestos. Cada tres años, los
+concursos se abrían a los candidatos. Uno sobre 100 lograba franquear
+las tres series de pruebas que le conferían sucesivamente los títulos de
+``genio en hierbas'', de ``perfecto letrado'' y de ``dispuesto para el
+servicio del emperador''. La selección era, pues, muy severa, y se le
+dedicaba la mayor importancia a los examinadores; así, por ejemplo, en
+el segundo nivel, en el que era necesario redactar una composición, el
+texto del candidato lo volvía a copiar un secretario antes de dárselo al
+jurado, a fin de que sus miembros no pudieran reconocer la caligrafía
+del autor.
+
+Más tarde, la promoción a rango de mandarín no daba necesariamente
+derecho a uno de los puestos deseados. Permitía solamente participar en
+el sorteo de esos empleos. Ninguna escuela apareció en China antes de la
+época de las luchas con los poderes europeos. El caso del imperio chino
+es único entre las grandes naciones, ya que no poseía ni Iglesia oficial
+ni sistema escolar, pero pudo durante cerca de 3 000 años reclutar su
+élite gubernamental sin fundar una vasta aristocracia hereditaria. El
+acceso a esa élite estaba reservado a la familia del emperador y a los
+que pasaban los exámenes.
+
+Voltaire y sus contemporáneos elogiaron el sistema chino, donde la
+promoción se fundaba en las pruebas dadas de un saber. Los exámenes de
+ingreso en la administración aparecieron en Francia en 1791; después,
+Napoleón los abolió. ¿Qué habría sucedido si, para propagar las ideas de
+la Revolución, se hubiera elegido el mandarinato en lugar del sistema
+escolar que inevitablemente sostiene al nacionalismo y a la disciplina
+militar? De hecho, Napoleón se erigió en el defensor de la escuela
+politécnica y del colegio de pensionados\ldots{} Más que inspirarse en
+el mandarinato, las instituciones educativas se calcaron del modelo
+jesuita de la promoción ritual en el interior de una estructura
+jerárquica cerrada; de esa forma, las sociedades occidentales eligieron
+legitimar a sus élites.
+
+Los jefes de establecimientos escolares se volvieron, de alguna forma,
+los abades de una cadena mundial de monasterios en donde todos se
+dedicaron a acumular conocimientos que les permitieran acceder a la
+tierra prometida, paraíso terrestre sometido a las leyes del
+envejecimiento planificado que se desborda sin cesar. Eso nos recuerda
+el esfuerzo de los calvinistas que arrasaron todos los monasterios para,
+finalmente, transformar Ginebra en un vasto claustro. Tenemos, por lo
+tanto, razones para temer que el desmantelamiento de la escuela permita
+la aparición de una fábrica del saber a escala mundial. A menos que
+transformemos la idea que nos hemos hecho de la enseñanza o del saber,
+la desaparición de la escuela corre el riesgo de conducir a una
+situación donde, de un lado, se utilizará el sistema del mandarinato
+para separar el aprendizaje del saber de la prueba de control y, del
+otro, la sociedad se comprometerá a proporcionar la terapéutica
+necesaria a cualquier hombre para que pueda entrar en la ``edad de
+oro''.
+
+Ni los alquimistas, ni los magos, ni los masones pueden resolver el
+problema que nos plantea la crisis de la enseñanza, La desescolarización
+de nuestra concepción del mundo exige que reconozcamos la naturaleza, a
+la vez, ilegítima y religiosa de la empresa educativa porque busca hacer
+del hombre un ser social sometiéndolo a un tratamiento con métodos
+técnicos apropiados.
+
+Adherirse al \emph{ethos} tecnocrático nos conduce a querer poner en
+marcha todo lo que es técnicamente realizable, poco importa si sus
+beneficiarios son forzosamente poco numerosos o si no experimentan su
+deseo. Sobre todo la privatización o la frustración de la mayoría de los
+seres humanos nunca entran en la línea de cuenta. Si, por ejemplo, es
+posible concebir el tratamiento mediante la bomba de cobalto, es
+necesario que la ciudad de Tegucigalpa disponga de aparatos adaptados en
+cada uno de sus dos grandes hospitales. Con todos esos créditos puestos
+ahí se habría podido luchar en toda Honduras contra la proliferación de
+parásitos\ldots{} Las velocidades supersónicas sugieren que conviene
+inmediatamente acelerar los viajes de algunos. ¿Los vuelos a Marte? ¡Se
+encontrará siempre una razón para que parezcan indispensables! En el
+\emph{ethos} tecnocrático la pobreza está modernizada: ¿existían
+soluciones antiguas? Nuevos monopolios vienen a prohibirlas. A la
+penuria de los bienes de primera necesidad se agrega la conciencia de la
+diferencia sin cesar cada vez más grande entre los servicios
+técnicamente realizables y los que en la práctica son accesibles a las
+mayorías.
+
+Un profesor se vuelve ``educador'' desde el momento en que se incorpora
+a ese \emph{ethos} tecnocrático. Actúa inmediatamente como si la
+educación fuera una empresa tecnológica concebida para insertar al
+hombre en el entorno que crea el ``progreso'' de la ciencia. Se niega a
+ver la evidencia: el envejecimiento de todos los bienes programados se
+paga muy caro (el costo de la formación del personal capaz de adaptarse
+a las técnicas nuevas es sin cesar más alto). Parece olvidar que el
+precio creciente de las herramientas tiene consecuencias igualmente
+graves en el plano de la educación: en el momento mismo en que los
+horarios de trabajo disminuyen, se vuelve imposible el aprendizaje en
+los lugares de empleo donde se ha hecho de él el privilegio de un
+pequeño número. En todo el mundo el precio del coste de la educación de
+los hombres para la sociedad crece más rápidamente que la productividad
+de la economía en su conjunto, mientras menos y menos hombres
+experimentan el sentimiento de hacerse razonablemente útiles a la
+comunidad.
+
+\hypertarget{la-escuela-instrumento-del-progreso-technocruxe1tico}{%
+\subsection{La escuela instrumento del progreso
+technocrático}\label{la-escuela-instrumento-del-progreso-technocruxe1tico}}
+
+Educar para una sociedad de consumo resulta en formar consumidores. La
+reforma de la clase, su desaparición o su crecimiento no son ni más ni
+menos que métodos que, a pesar de sus diferencias aparentes, se dirigen
+a la formación de consumidores de bienes inmediatamente pasados de moda.
+La sobrevivencia de una sociedad en la que las tecnocracias pueden
+definir constantemente la dicha del hombre asimilado al consumo de los
+productos más recientes depende de las instituciones educativas (desde
+las escuelas hasta las agencias publicitarias) que transforman la
+educación en un medio de control social.
+
+En países ricos como Estados Unidos, Canadá o la URSS, las considerables
+inversiones en materia de enseñanza hacen más evidentes las
+contradicciones institucionales del progreso tecnocrático. En esos
+países, el aumento ideológico del progreso ilimitado reposa en la idea
+de que el efecto igualitario de una formación permanente contrabalancea
+la influencia inversa de la regla del envejecimiento perpetuo. La
+legitimidad de la sociedad industrial depende de la credibilidad de la
+escuela, cualquiera que sea el partido en el poder. En tales
+condiciones, el público manifiesta un interés súbito por libros como el
+reporte de Charles Silberman a la comisión Carnegie, publicado bajo el
+título \emph{Crisis en el salón de clases (Crisis in the Classroom)} ;
+esta investigación inspira confianza en la medida en que la acusación
+que el autor lanza contra la escuela está apoyada sólidamente. Pero
+tales estudios se dirigen a salvar el sistema tratando de corregir sus
+fallas más evidentes. Por lo mismo, pueden suscitar un nuevo ascenso de
+esperanzas engañosas.
+
+Por todas partes crecientes inversiones consagradas a las escuelas
+vuelven la absurdidad de la empresa escolar más evidente. Puede parecer
+paradójico que los pobres sean sus primeras víctimas. En el fondo, eso
+es lo que muestra el reporte de la comisión de encuestas Wright en
+Ontario: a propósito de la enseñanza superior, los miembros de la
+comisión señalan que las capas pobres de la población las subvencionaban
+desde el punto de vista de la imposición de manera desproporcionada, ya
+que los ricos eran casi los únicos beneficiarios.
+
+Esta observación podría inmediatamente hacerse en otra parte. En la
+URSS, un sistema de cuota aplicado durante muchos decenios parece
+favorecer la admisión a la universidad de los hijos de los trabajadores
+a expensas de las hijas e hijos de universitarios. Actualmente estos
+últimos son sobrerrepresentados en las clases superiores y terminales de
+la enseñanza rusa y en una proporción todavía más grande que en Estados
+Unidos.
+
+El 8 de marzo de 1971, el juez Warren E. Burger hacía público el
+veredicto unánime de la corte en el caso Griggs contra la sociedad Duke
+Power. Fundándose en la voluntad expresada por el Congreso en el
+artículo que concierne a la igualdad de oportunidades en la ley de 1964,
+la corte resolvió por unanimidad que cualquier ``diploma'' exigido a un
+candidato por un empleo (o cualquier prueba seguida) debía ``medir al
+hombre en relación con un trabajo dado'' y no ``al hombre mismo en un
+plano abstracto''. Además, correspondía al empresario probar que sus
+exigencias en materia de diplomas constituía una ``medida razonable de
+la calificación requerida''. Mediante estas consideraciones, los jueces
+querían evitar que las pruebas y diplomas exigidos no se utilizaran en
+provecho de una discriminación racial, pero la lógica del razonamiento
+podría también aplicarse a cualquier exigencia de un `` \emph{pedigree}
+educativo'' en materia de empleo. Es tiempo de formar causa contra la
+``gran estafa de la formación profesional'' denunciada tan justamente
+por Ivar Berg.
+
+En los países pobres, las escuelas sirven para justificar el atraso
+económico de una nación: a la mayoría de los ciudadanos se le mantiene
+apartada de los magros medios modernos de producción y de consumo, pero
+todos sueñan con beneficiarse de los favores de la economía franqueando
+el umbral de una escuela. La repartición jerárquica de los privilegios y
+del poder ya no depende, en nuestros días y en el plano de la
+legitimidad, de una descendencia de ancestros, de la herencia, del favor
+del príncipe, incluso de una lucha sin cuartel en el mercado económico o
+en el campo de batalla. Su verdadera legitimidad la encuentra en una
+forma más sutil del capitalismo donde la institución encargada de
+conferirla se encuentra en la escolaridad obligatoria. Quien aprovechó
+los servicios de la escuela vuelve entonces al subprivilegiado
+responsable de su desgracia: es un mal consumidor del saber. Esta
+justificación de la desigualdad social no resiste siempre el examen de
+los hechos y los regímenes populares tienen cada vez más dificultades
+para disimular las contradicciones entre la propaganda y la realidad.
+
+Desde hace 10 años, Cuba se esfuerza por promover el crecimiento rápido
+de la educación popular dando confianza a la mano de obra disponible sin
+tomar en cuenta la calificación profesional. Al principio, el éxito de
+esta campaña (en particular la disminución espectacular del número de
+analfabetos) se ha citado como prueba de que las tasas de crecimiento
+limitadas de los otros sistemas escolares latinoamericanos eran
+imputables a la corrupción, al militarismo y a la economía de mercado
+capitalista.
+
+Sin embargo, la lógica de la escolarización se hace sentir
+manifiestamente a consecuencia de los esfuerzos de Castro por
+``reproducir'' al hombre nuevo mediante la escuela. Incluso si los
+estudiantes pasan la mitad del año en la zafra y sostienen activamente
+los ideales igualitarios del \emph{compañero} Fidel, la universidad
+cultiva cada año una nueva cosecha de consumidores conscientes de su
+saber, prontos a acceder a nuevos niveles de consumo. Al mismo tiempo,
+el doctor Castro debe enfrentarse a la evidencia de que el sistema
+escolar nunca producirá suficiente mano de obra técnica diplomada. Esos
+diplomados que obtienen los nuevos empleos destruyen por su
+conservadurismo los resultados conseguidos por los cuadros no diplomados
+que llegaron a su posición mediante una formación en el taller. No basta
+con acusar a los docentes para explicar los fracasos de un gobierno
+revolucionario que quiere con todas sus fuerzas una institucionalización
+de la mano de obra siguiendo un programa secreto que garantice la
+producción de una burguesía universal.
+
+\hypertarget{enseuxf1ar-instruirse-responsabilidades-personales}{%
+\subsection{Enseñar instruirse responsabilidades
+personales}\label{enseuxf1ar-instruirse-responsabilidades-personales}}
+
+Contra esta voluntad de adquirir privilegios y poder que poseen quienes
+detentan la competencia profesional en nombre de sus pretendidos
+derechos, no sabríamos imaginar una revolución sin acusar a la
+concepción misma de la adquisición del saber. Lo que nos conduce, en
+primer lugar, a considerar la cuestión de la responsabilidad en ese
+ámbito, ya se trate de enseñar o de instruir. Dar a conocer una
+mercancía sólo se consigue si imaginamos que resulta de la acción
+institucional o que satisface objetivos institucionales
+
+Para disipar este mal encantamiento, el hombre debe volver a encontrar
+el sentido de su responsabilidad personal cuando aprende o enseña. De
+esa forma se pondrá un término a esta nueva alienación donde vivir e
+instruirse no se toparán.
+
+Recobrar el poder de aprender o de enseñar tiene como consecuencia que
+el profesor, al tomar el riesgo de inmiscuirse en la vida privada de
+otros, debe asumir la responsabilidad de sus resultados; de la misma
+manera, el estudiante que se pone bajo la influencia de un profesor debe
+sentirse responsable de su propia educación. En esa perspectiva, las
+instituciones educativas ---si realmente son necesarias--- irán teniendo
+el aspecto de centros abiertos a todos, donde cada uno pueda encontrar
+lo que busca, donde uno, por ejemplo, tenga acceso a un piano, el otro,
+a un horno de cerámica o a registros, libros, diapositivas, etc. Hoy en
+día, las escuelas, los estudios de televisión y otros sitios similares
+están concebidos para que los profesionales los utilicen. Desescolarizar
+la sociedad quiere decir, ante todo, rechazar el estatus profesional del
+oficio que, por orden de antigüedad, viene, justo después, del más viejo
+del mundo, por el que entiendo la enseñanza. La calificación de los
+profesores constituye ahora una traba al derecho a la palabra, de igual
+forma que la estructura corporativa y la credencial profesional de los
+periodistas representan una traba al derecho de la libertad de
+información. La regla de la presencia obligatoria es contraria a la
+libertad de reunión. La desescolarización de la sociedad sólo sabría
+concebirse como una mutación cultural por la que un pueblo vuelve a
+encontrar el poder de gozar de sus libertades constitucionales.
+
+Instruirse, enseñar, concierne a hombres que saben que nacieron libres y
+que no tienen, para adquirir esa libertad, que recurrir a un tratamiento
+apropiado. ¿Cuándo, por lo general, aprendemos? Cuando hacemos lo que
+nos interesa. ¿No somos, la mayor parte de nosotros, curiosos? Queremos
+comprender, darle un sentido a lo que se encuentra frente a nosotros, a
+lo que nos concierne. ¿No somos capaces de una relación personal con
+otros a menos de que seamos embrutecidos por un trabajo inhumano o
+fascinados por el ideal escolar?
+
+El hecho de que los habitantes de países ricos apenas se instruyan por
+sí mismos no constituye una prueba de lo contrario. Es más bien la
+consecuencia de una vida en un entorno donde paradójicamente no
+encuentran nada que aprender en la medida en que su medio está en gran
+parte ``programado''. Están sin cesar frustrados por la estructura de
+una sociedad contemporánea en la que lo real, sobre lo que las
+decisiones podrían apoyarse, se ha vuelto de una naturaleza inasible.
+Viven, efectivamente, en un medio donde las herramientas que sería
+posible utilizar con fines creadores se vuelven productos de lujo, donde
+los canales de comunicación pertenecen a algunos que únicamente pueden
+hablar a la multitud.
+
+\hypertarget{una-tecnologuxeda-nueva-muxe1s-que-una-nueva-educaciuxf3n}{%
+\subsection{Una tecnología nueva más que una nueva
+educación}\label{una-tecnologuxeda-nueva-muxe1s-que-una-nueva-educaciuxf3n}}
+
+Un mito moderno quisiera hacemos creer que el sentimiento de impotencia
+que hoy en día experimenta la mayoría de los hombres sería consecuencia
+de la tecnología capaz de crear solamente vastos sistemas. Pero no es
+sólo la tecnología la que inventa esos sistemas, la que crea
+herramientas inmensamente poderosas, la que teje canales de comunicación
+en sentido único; por el contrario, mejor utilizada, la tecnología
+podría proporcionar a cada hombre la posibilidad de entender mejor su
+medio, de trabajarlo con sus propias manos, de comunicar mejor que en el
+pasado. Esta utilización de la tecnología, contrariamente a las
+tendencias actuales, constituye la verdadera alternativa al problema de
+la educación.
+
+Para que un hombre pueda crecer, lo que necesita es el libre acceso a
+las cosas, a los sitios, a los métodos, a los acontecimientos, a los
+documentos. Tiene necesidad de ver, de tocar, de manipular, gustoso de
+asir todo lo que le rodea en un medio que no esté desprovisto de
+sentido. Ese acceso se le rehúsa hoy en día. Cuando el saber se ha
+vuelto un producto, adquiere la protección que se dispensa a la
+propiedad privada, De esa forma, un principio que se concibió para
+preservar la vida personal de cada uno se utiliza para justificar las
+prohibiciones que se lanzan contra aquellos que no portan los documentos
+necesarios. En las escuelas los profesores conservan sus propios
+conocimientos, a menos que esos conocimientos se inserten en el programa
+del momento. Los media informan, pero omiten todo lo que se considera
+impropio para la difusión. Los especialistas se encierran en su jerga y
+se necesitan vulgarizadores para asegurar su traducción. Los cuerpos
+profesionales protegen los diplomas y la burocracia los secretos. Todas
+las profesiones detentan el poder de echar de su ámbito a las personas
+no autorizadas; sucede lo mismo con las instituciones y las naciones.
+
+Ni la estructura política ni la estructura profesional de nuestras
+sociedades, tanto en el Oeste como en el Este, podrían resistir la
+desaparición de estas prohibiciones, el trastrocamiento de esta
+posibilidad de tener a capas enteras de la población apartadas de lo que
+podría servirles. El acceso a los hechos que preconizamos no se
+satisface con una simple operación ``etiquetas-verdad''. Es necesario
+construir este acceso a la realidad (y todo lo que pedimos de la
+publicidad es una garantía que no sea mentirosa). El acceso a la
+realidad constituye la alternativa fundamental en materia de educación
+frente a un sistema de enseñanza que sólo se propone hablar de él.
+
+Abolir el derecho al secreto profesional (incluso cuando la opinión del
+hombre profesional es que ese secreto sirve al bien común) representa,
+como hemos querido demostrarlo, un objetivo político mucho más radical
+que la reivindicación tradicional de nacionalizar o de controlar
+democráticamente las herramientas de producción. La socialización de las
+herramientas, sin la socialización efectiva de los conocimientos
+técnicos, tiende a poner el ``capital del saber'' en la posición que
+anteriormente ocupaba el financiero. Si el tecnócrata pretende
+apoderarse del poder es que él detenta una parte capital en la sociedad
+del saber secreto y reservado al pequeño número. Para proteger el valor
+de sus acciones y para aumentarlo, imagina una vasta organización que
+hace difícil, incluso imposible, el acceso al saber técnico.
+
+El hombre motivado necesita un tiempo relativamente corto para adquirir
+una capacidad que quiere utilizar ---lo que tendemos a olvidar en una
+sociedad donde los profesores monopolizan la posibilidad de acceder a
+cualquier actividad y detentan el poder de acusar de charlatanería a
+todos aquellos que no se someten---. ¿En las industrias y en la
+investigación se requieren muchas capacidades que sean tan terribles,
+complejas y peligrosas como manejar un coche? Ese saber se adquiere muy
+pronto con la ayuda de un igual. No todos los seres están dotados para
+el ejercicio de la lógica matemática, pero quienes lo están hacen
+progresos rápidos desafiándose mutuamente en partidos de juegos
+educativos. En Cuernavaca uno de 20 niños es capaz de vencerme en esos
+juegos después de 15 días de entrenamiento. En cuatro meses, la gran
+mayoría de los adultos que vinieron a nuestro centro a aprender español
+llegaron a un nivel de conocimiento suficiente para atacar problemas
+abstractos.
+
+Una primera etapa de acceso a conocimientos consistiría en encontrar
+ventajas diversas para aquellos que, poseedores de una capacidad,
+quisieran compartirla. Eso, inevitablemente, chocaría con intereses de
+grupos profesionales y sindicatos. Esta multiplicidad de posibles
+aprendizajes tiene, sin embargo, con qué seducirnos. ¿Está prohibido
+imaginar a alguien que sabe a la vez conducir, reparar el teléfono,
+instalar plomería, actuar como partera y dibujar planos arquitectónicos?
+A esos, como decimos, se opondrían los grupos de interés y los
+consumidores disciplinados, diciendo muy alto que el público no podría
+prescindir de una garantía profesional (argumento cuya validez es cada
+vez menos evidente a los ojos de las asociaciones de defensa del
+consumidor). Debemos tomar mucho más en serio la objeción que los
+economistas harían de esta socialización de las capacidades: el
+``progreso'', dirían, se frenaría si el saber (títulos, capacidades y
+todo lo demás\ldots) se democratiza. La mejor respuesta ¿no sería
+mostrar las tasas de crecimiento de los absurdos en materia económica
+que engendra el sistema escolar?
+
+Poder aproximar a quienes están deseosos de compartir sus conocimientos
+no es garantía de que haya adquisición de un saber. Dicho acceso está
+limitado no sólo por el monopolio de los programas educativos y el de
+los sindicatos, sino también por una tecnología de penuria. Las
+capacidades que hoy en día valen son las que se aplican al
+funcionamiento de ``herramientas'' concebidas de tal manera que no
+puedan generalizarse. Efectivamente, esas ``herramientas'' sirven para
+producir bienes o servicios de los que todos quieren gozar, pero esto
+último sólo se concede a un pequeño número y sólo pocos saben
+utilizarlas. Únicamente algunos privilegiados, por ejemplo, sobre el
+conjunto de los que sufren una determinada enfermedad, pueden
+beneficiarse de los descubrimientos de una investigación médica
+compleja, y todavía son menos los médicos que obtienen los conocimientos
+necesarios para utilizar dichas tecnologías.
+
+Sin embargo, la investigación médica ha permitido crear un maletín de
+auxilios que permite a los enfermeros de la armada, después de sólo
+algunos meses de formación, obtener en el campo de batalla resultados
+muy superiores a los de los verdaderos médicos de la segunda Guerra
+Mundial. A un nivel todavía más inmediato, ¿no podría cualquier
+campesina aprender a reconocer y a curar las enfermedades infecciosas
+más comunes si investigadores médicos prepararan los remedios y las
+instrucciones necesarias para un determinado sector geográfico?
+
+Todos estos ejemplos buscan ilustrar el hecho de que simples
+consideraciones educativas bastan para exigir una importante reducción
+de la importancia dada a las profesiones que se oponen a las relaciones
+entre los hombres de ciencia y la mayoría de quienes quieren tener
+acceso a esta ciencia. Si se prestara atención a esta demanda, todos los
+hombres podrían aprender a utilizar las herramientas de ayer, vueltas
+más eficaces y más durables gracias a la ciencia de hoy, para crear el
+mundo de mañana.
+
+Por desgracia, es la tendencia contraria la que impera. Conozco una zona
+costera de América del Sur donde la mayoría de los habitantes viven de
+la pesca. Disponen de pequeñas embarcaciones y la introducción del motor
+auxiliar ha representado para ellos una verdadera revolución, de
+consecuencias a veces dramáticas. En el sector que estudié, la mitad de
+los motores comprados entre 1945 y 1950 funcionan todavía gracias a
+constante mantenimiento; por el contrario, los que se compraron en 1965
+ya no funcionan porque no se concibieron para repararse. El progreso
+técnico proporciona a la mayoría de los seres humanos instrumentos
+inútiles, demasiado costosos, privándolos de las herramientas más
+simples que necesitan.
+
+Desde 1940, considerables progresos se han realizado en el ámbito de los
+materiales metálicos, plásticos y de fibrocemento que se utilizan en la
+construcción, lo que debería darle a muchos seres humanos la posibilidad
+de construir sus propias casas. Pero en Estados Unidos, por ejemplo,
+mientras que en 1948 más de 30\% de las habitaciones individuales las
+habían construido sus propietarios, a fines de 1960 ese porcentaje había
+caído a menos de 20 puntos.
+
+El descenso del nivel de las capacidades por efecto de lo que se llama
+el ``desarrollo económico'' es aún más visible en América Latina. Ahí,
+la mayoría de los habitantes construyen todavía ellos mismos sus casas.
+Utilizan frecuentemente adobe y cal, materiales cuya utilidad es muy
+alta en clima cálido y húmedo. En otros sitios edifican casas con placas
+de chapa, cartón y otros desperdicios de la civilización
+industrial\ldots{} En lugar de proporcionar a los habitantes
+herramientas simples y elementos estandarizados, sólidos, fácilmente
+reemplazables o reparables, los gobernantes de esos países se lanzaron a
+una política de producción masiva de habitaciones de interés social. Es,
+sin embargo, evidente que ninguno de ellos puede darse el lujo de
+proporcionar unidades habitacionales modernas a la mayoría de los
+habitantes. Por todas partes esta política prohibí a las masas adquirir
+los conocimientos y las habilidades necesarias para la construcción de
+casas más decentes.
+
+\hypertarget{una-pobreza-libremente-consentida}{%
+\subsection{Una pobreza libremente
+consentida}\label{una-pobreza-libremente-consentida}}
+
+Darse cuenta de las posibilidades de educación nos permite ver que
+cualquier sociedad posindustrial debe disponer de un herramental de base
+cuya misma naturaleza no permita el desarrollo del control tecnocrático.
+Debemos, en efecto, esforzarnos por hacer surgir una sociedad donde el
+saber científico pueda estar, de alguna forma, abierto a las
+herramientas útiles, a las piezas de ensamble en unidades de dimensiones
+limitadas, para que sean comprensibles a los hombres. Dicho herramental
+permite asociarse para cumplir una tarea o, como todo mil usos lo sabe
+instintivamente, descubrirlas sirviéndose de ellas para nuevas
+posibilidades de uso. Por la combinación de posibilidades de acceso
+siempre abiertas a lo que sucede a nuestro alrededor y por los límites
+impuestos al poder de las herramientas será posible visualizar una
+``economía de subsistencia'' capaz de utilizar las ventajas de la
+ciencia moderna.
+
+Desarrollar dicha economía servirá a los intereses de la aplastante
+mayoría de los habitantes de países pobres, pero también es la única
+alternativa posible en los países ricos frente a la creciente
+contaminación, la explotación, la construcción de un mundo cada vez más
+ensombrecido. Como lo hemos señalado, derribar el mito del ``producto
+nacional bruto'' no se concibe sin atacar al mismo tiempo el de la
+``educación nacional bruta'' (que conduce a la capitalización de la mano
+de obra). Una economía igualitaria no podría existir en una sociedad en
+la que el derecho de producir lo confieren las escuelas.
+
+Construir una economía de subsistencia moderna no depende de invenciones
+científicas nuevas. Su edificación pasa por una elección deliberada del
+conjunto de la sociedad que debe definir límites fundamentales al
+desarrollo de las burocracias y de las tecnocracias.
+
+Estos límites pueden definirse de diferente manera, pero su utilidad
+dependerá de que se tomen en cuenta las verdaderas dimensiones de la
+existencia. (La posición del Congreso contra el desarrollo del
+transporte supersónico va en buena dirección.) Estas restricciones que
+se impondría voluntariamente la sociedad deben dirigirse a problemas
+simples, accesibles a todos; podríamos aquí retomar el ejemplo de los
+aviones supersónicos. Lo que guiaría la elección sería la conciencia de
+la necesidad de un disfrute igual de los frutos del saber científico.
+Los franceses dicen que se necesitarían mil años para enseñarle a un
+país a ocuparse de una vaca; no se necesitarían dos generaciones para
+ayudar a todos los habitantes de América Latina o de África a utilizar
+(o a reparar) motores auxiliares de vehículos simplificados, de bombas,
+de maletines médicos, de construcciones de hormigón, si la concepción de
+esos equipamientos no cambiara casi cada año. Obtener igual provecho de
+las adquisiciones de la técnica conduciría, sin duda, a una vida donde
+el gozo estaría presente, gozo, con sentido, de las relaciones
+establecidas entre los hombres, y como al mismo tiempo los hombres
+vivirían en un medio en donde el absurdo ya no tendría sitio, el derecho
+igual a los bienes de la sociedad se confundiría finalmente con la
+igualdad en materia de educación.
+
+Hoy en día es difícil imaginar un consenso sobre la austeridad. La razón
+que por costumbre se da para explicar la impotencia actual de la mayoría
+se sitúa en una perspectiva (económica o política) de clases, y por lo
+general no nos damos cuenta de que las nuevas estructuras de clase
+impuestas por una sociedad escolarizada son más fácilmente controladas
+por los intereses establecidos. Sin duda alguna, una organización
+imperialista y capitalista de la sociedad definió un conjunto social en
+el interior del cual una minoría posee una influencia desproporcionada
+sobre la opinión de la mayoría. Pero en una sociedad tecnocrática, el
+poder de un pequeño número de ``capitalistas del saber'' es capaz de
+impedir la formación de una verdadera opinión pública por el control de
+las técnicas científicas y de los medios de comunicación entre los
+hombres.
+
+Las garantías constitucionales dadas a la libertad de expresión, de
+prensa, de reunión, se dirigían a asegurar el acceso del gobierno por el
+pueblo. La electrónica moderna, las prensas offset, las computadoras,
+los teléfonos podrían representar un equipamiento capaz de dar un
+sentido completamente nuevo a esas libertades. Por desgracia, todas esas
+conquistas técnicas se utilizan para acrecentar el poder de los
+banqueros del conocimiento, en lugar de servir para tejer las verdaderas
+redes que proporcionarían oportunidades iguales de encuentro a la
+mayoría de los seres humanos.
+
+Desescolarizar la estructura social y cultural exige utilizar la
+tecnología para hacer posible una política de participación. Sobre la
+base de una coalición de la mayoría se podrían determinar los límites
+del secreto y del poder creciente sin que exista dictadura.
+
+Necesitamos un entorno nuevo en el cual crecer para conocer una sociedad
+sin clases o entraremos en el ``mundo feliz'' donde el \emph{big
+brother}\footnote{Alusiones al libro de Aldous Huxley, \emph{Un mundo
+ feliz} , y al de George Orwell, \emph{1984.}} estará ahí para
+educarnos a todos.
+
+\end{document}
diff --git a/data/pages/es/book/deschooling/es.txt b/data/pages/es/book/deschooling/es.txt
new file mode 100644
index 0000000..3d2c00d
--- /dev/null
+++ b/data/pages/es/book/deschooling/es.txt
@@ -0,0 +1,1077 @@
+# La sociedad desescolarizada
+
+
+## Introducción
+
+Debo a Everett Reimer el interés que tengo por la educación pública hasta el día de 1958 en que nos conocimos en Puerto Rico jamás había yo puesto en duda el valor de hacer obligatoria la escuela para todos. Conjuntamente, hemos llegado a percatarnos de que para la mayoría de los seres humanos, el derecho a aprender se ve restringido por la obligación de asistir a la escuela.
+
+Desde 1966 en adelante, Valentina Borremans, cofundadora y directora del CIDOC (Centro Intercultural de Documentación) de Cuernavaca, organizó anualmente dos seminarios alrededor de mi diálogo con Reimer. Centenares de personas de todo el mundo participaron en estos encuentros. Quiero recordar en este lugar a dos de ellos que contribuyeron particularmente a nuestro análisis y que en el entretiempo murieron: Augusto Salazar Bondy y Paul Goodman. Los ensayos escritos para el boletín _Cidoc Informa_ y reunidos en este libro se desarrollaron a partir de mis notas de seminario. El último capítulo contiene ideas que me surgieron después de mis conversaciones con Erich Fromm en torno al Mutterrecht de Bachofen.
+
+Durante estos años Valentina Borremans constantemente me urgía a poner a prueba nuestro pensar enfrentándolo a las realidades de América Latina y de África. Este libro refleja su convencimiento de que no sólo las instituciones sino el _ethos_ de la sociedad deben ser “desescolarizados”.
+
+La educación universal por medio de la escolarización no es factible. No sería más factible si se intentara mediante instituciones alternativas construidas según el estilo de las escuelas actuales. Ni nuevas actitudes de los maestros hacia sus alumnos, ni la proliferación de nuevas herramientas y métodos físicos o mentales (en el aula o en el dormitorio), ni, finalmente, el intento de ampliar la responsabilidad del pedagogo hasta que englobe las vidas completas de sus alumnos, dará por resultado la educación universal. La búsqueda actual de nuevos _embudos_ educacionales debe revertirse hacia la búsqueda de su antípoda institucional: _tramas_ educacionales que aumenten la oportunidad para que cada cual transforme cada momento de su vida en un momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse. Confiamos en estar aportando conceptos necesarios para aquellos que realizan investigaciones sobre la educación —y asimismo para aquellos que buscan alternativas para otras industrias de servicio establecidas—.
+
+Me propongo examinar algunas cuestiones inquietantes que surgen una vez que adoptamos como hipótesis que la sociedad puede desescolarizarse, buscar pautas que puedan ayudarnos a discernir instituciones dignas de desarrollo por cuanto apoyan el aprendizaje en un medio desescolarizado, y esclarecer las metas personales que ampararían el advenimiento de una Edad de Ocio _(schole)_ opuesta como tal a una economía dominada por las industrias de servicio.
+
+IVÁN ILLICH
+
+_Ocotepec, Morelos, enero de 1978_
+
+## Por qué debemos privar de apoyo oficial a la escuela
+
+Muchos estudiantes en especial los que son pobres saben intuitivamente qué hacen por ellos las escuelas los adiestran a confundir proceso y sustancia. Una vez que estos dos términos se hacen indistintos, se adopta una nueva lógica: cuanto más tratamiento haya, tanto mejor serán los resultados. Al alumno se le “escolariza” de ese modo para confundir enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación, diploma con competencia, y fluidez con capacidad para decir algo nuevo. A su imaginación se la “escolariza” para que acepte servicio en vez de valor. Se confunde el tratamiento médico tomándolo por cuidado de la salud, el trabajo social por mejoramiento de la vida comunitaria, la protección policiaca por tranquilidad, el equilibrio militar por seguridad nacional, la mezquina lucha cotidiana por trabajo productivo. La salud, el saber, la dignidad, la independencia y el quehacer creativo quedan definidos como poco más que el desempeño de las instituciones que afirman servir a estos fines, y su mejoramiento se hace dependiente de la asignación de mayores recursos a la administración de hospitales, escuelas y demás organismos correspondientes.
+
+En estos ensayos mostraré que la institucionalización de los valores conduce inevitablemente a la contaminación física, a la polarización social y a la impotencia psicológica: tres dimensiones en un proceso de degradación global y de miseria modernizada. Explicaré cómo este proceso de degradación se acelera cuando unas necesidades no materiales se transforman en demanda de bienes; cuando a la salud, a la educación, a la movilidad personal, al bienestar o a la cura psicológica se las define como el resultado de servicios o de “tratamientos”. Hago esto porque creo que la mayoría de las investigaciones actualmente en curso acerca del futuro tienden a abogar por incrementos aún mayores en la institucionalización de valores y que debemos definir algunas condiciones que permitieran que ocurriese lo contrario. Precisamos investigaciones sobre el posible uso de la tecnología para crear instituciones que atiendan a la acción recíproca, creativa y autónoma entre personas y a la emergencia de valores que los tecnócratas no puedan controlar sustancialmente. Necesitamos investigación en líneas generales para la futurología actual.
+
+Quiero suscitar la cuestión general acerca de la mutua definición, de la naturaleza del hombre y de la naturaleza de las instituciones modernas, que caracteriza nuestra visión del mundo y nuestro lenguaje. Para hacerlo, he elegido a la escuela como mi paradigma, y por consiguiente trato sólo indirectamente de otros organismos burocráticos del Estado corporativo: la familia consumidora, el partido, el ejército, la Iglesia, los medios informativos. Mi análisis del currículum oculto de la escuela debería poner en evidencia que la educación pública se beneficiaría con la desescolarización de la sociedad, tal como la vida familiar, la política, la seguridad, la fe y la comunicación se beneficiarían con un proceso análogo.
+
+Quiero comenzar este estudio esforzándome en hacer comprender qué es lo que la desescolarización de una sociedad escolarizada podría significar. En este contexto debiera ser más fácil entender mi elección de los cinco aspectos específicos pertinentes respecto de este proceso, los cuales abordaré en los capítulos siguientes.
+
+No sólo la educación sino la propia realidad social se han escolarizado. Cuesta más o menos lo mismo escolarizar tanto al rico como al pobre en igual dependencia. El gasto anual por alumno en los arrabales y los suburbios ricos de cualquiera de 20 ciudades de Estados Unidos está comprendido dentro de unos mismos márgenes —y hasta es favorable al pobre en ciertos casos—.[^n01]
+
+Tanto el pobre como el rico dependen de escuelas y hospitales que guían sus vidas, forman su visión del mundo y definen para ellos qué es legítimo y qué no. Ambos consideran irresponsable medicarse uno mismo, y ven a la organización comunitaria, cuando no la pagan quienes detentan la autoridad, como una forma de agresión y subversión. Para ambos grupos, apoyarse en el tratamiento institucional hace sospechoso el logro independiente. El subdesarrollo progresivo de la confianza en sí mismo y en la comunidad es incluso más típico en Westchester que en el norte de Brasil. Por doquiera, no tan sólo la educación sino la sociedad en conjunto, necesitan “desescolarización”.
+
+Las burocracias del bienestar social pretenden un monopolio profesional, político y financiero sobre la imaginación social, fijando normas sobre qué es valedero y qué es factible. Este monopolio está en las raíces de la modernización de la pobreza. Cada necesidad simple para la que se halla una respuesta institucional permite la invención de una nueva clase de pobres y una nueva definición de la pobreza. Hace 10 años, lo normal en México era nacer y morir en su propia casa, y ser enterrado por sus amigos. Sólo las necesidades del alma las atendía la Iglesia institucionalizada. Ahora, comenzar y acabar la vida en casa se convierten en _signos_ , ya sea de pobreza, ya sea de privilegio especial. El morir y la muerte han quedado bajo la administración institucional del médico y de los empresarios de pompas fúnebres.
+
+Una vez que una sociedad ha convertido ciertas necesidades básicas en demandas de bienes producidos científicamente, la pobreza queda definida por normas que los tecnócratas pueden cambiar a voluntad. “Pobre” es quien no llega a satisfacer ciertas normas del consumo obligatorio. En México son pobres aquellos que carecen de tres años de escolaridad, y en Nueva York aquellos que carecen de doce.
+
+Los pobres siempre han sido socialmente impotentes. Apoyarse cada vez más en la atención y el cuidado institucionales agrega una nueva dimensión a su indefensión: la impotencia psicológica, la incapacidad de valerse por sí mismos. Los campesinos del altiplano andino son explotados por el terrateniente y el comerciante —una vez que se asientan en Lima llegan a depender, además, de los jefazos políticos y están desarmados por su falta de escolaridad—. La pobreza moderna conjuga la pérdida del poder sobre las circunstancias con una pérdida de la potencia personal. Esta modernización de la pobreza es un fenómeno mundial y está en el origen del subdesarrollo contemporáneo. Adopta aspectos diferentes, por supuesto, en países ricos y países pobres.
+
+Probablemente se siente más intensamente en las ciudades estadunidenses. En ninguna otra parte se da un tratamiento más costoso a la pobreza. En ninguna otra parte el tratamiento de la pobreza produce tanta dependencia, ira, frustración y nuevos requerimientos. Y en ninguna otra parte es tan evidente que la pobreza —una vez modernizada— ha llegado a hacerse resistente al tratamiento con dólares y requiere de una revolución institucional.
+
+Hoy en día, en Estados Unidos, el negro y hasta el vagabundo pueden aspirar a un nivel de tratamiento profesional que habría sido inconcebible hace dos generaciones y que a la mayoría de la gente del Tercer Mundo le parece grotesca. Por ejemplo, los pobres de Estados Unidos pueden contar con un vigilante escolar que lleve a sus hijos de regreso a la escuela hasta que lleguen a los 17 años o con un médico que les remita a una cama de hospital que cuesta 60 dólares diarios —el equivalente al ingreso de tres meses para la mayor parte de la gente en el mundo—. Pero ese cuidado los hace sólo más dependientes de un tratamiento ulterior, y los hace cada vez más incapaces de organizar sus propias vidas en torno a sus propias experiencias y recursos dentro de sus propias comunidades.
+
+Los estadunidenses pobres están en una posición singular para hablar sobre el predicamento que amenaza a todos los pobres de un mundo en vías de modernización. Están descubriendo que no hay cantidad alguna de dólares que pueda eliminar la destructividad inherente de las instituciones de bienestar social, una vez que las jerarquías profesionales de estas instituciones han convencido a la sociedad de que sus servicios son moralmente necesarios. Los pobres de los núcleos urbanos centrales de Estados Unidos pueden demostrar con su propia experiencia la falacia sobre la que está construida la legislación social en una sociedad “escolarizada”.
+
+William O. Douglas, miembro de la Suprema Corte de Justicia, hizo la observación de que “la única manera de establecer una observación es financiarla”. El corolario es asimismo verdadero. Sólo al desviar los dólares que ahora afluyen a las instituciones que actualmente tratan la salud, la educación y el bienestar social, podrá detenerse el progresivo empobrecimiento que ahora proviene del aspecto paralizante de las mismas instituciones.
+
+Debemos tener esto presente al evaluar los programas de ayuda federales. A modo de ejemplo: entre 1965 y 1968, en las escuelas de Estados Unidos se gastaron más de 3 000 millones de dólares para compensar las desventajas de unos seis millones de niños. Al programa se le conoce con el nombre de _Title One_ (Artículo Primero). Es el programa compensatorio más costoso que jamás se haya intentado en parte alguna en materia de educación y, sin embargo, no es posible discernir ningún mejoramiento significativo en el aprendizaje de estos niños “desfavorecidos”. En comparación con sus condiscípulos del mismo curso que provienen de hogares de ingresos medios, han quedado aún más retrasados. Por lo demás, a lo largo de este programa, los profesionales descubrieron otros 10 millones de niños que se esforzaban sometidos a desventajas económicas y educativas. Se dispone ahora de nuevas razones para reclamar nuevos fondos federales.
+
+Este fracaso total en el intento de mejorar la educación de los pobres a pesar de un tratamiento más costoso puede explicarse de tres maneras:
+
+_1)_ Tres mil millones de dólares son insuficientes para mejorar el aprovechamiento de seis millones de niños de modo apreciable; o bien,
+
+_2)_ el dinero se gastó de manera incompetente: se requieren diferentes planes de estudio, una mejor administración, una concentración aún mayor de fondos sobre el niño pobre, y más investigaciones. Con ello se lograría el objetivo: o bien,
+
+_3)_ la desventaja educativa no puede curarse apoyándose en una educación dentro de la escuela.
+
+Lo primero es sin duda cierto en cuanto que el dinero se ha gastado a través del presupuesto escolar. El dinero se destinó efectivamente a las escuelas donde estaban la mayoría de los niños desfavorecidos, pero no se gastó en los niños mismos. Estos niños, a los que estaba destinado el dinero, constituían sólo alrededor de la mitad de los que asistían a las escuelas que añadieron el subsidio federal a sus presupuestos. De modo que el dinero se gastó en inspección y custodia, en indoctrinación y selección de papeles sociales, como también en educación, todo ello inextricablemente mezclado con los edificios e instalaciones, planes de estudio, profesores, administradores y otros componentes básicos de estas escuelas y, por consiguiente, con sus presupuestos.
+
+Los fondos adicionales permitieron a las escuelas atender desproporcionadamente a los niños relativamente más ricos que estaban “desfavorecidos” por tener que asistir a la escuela en compañía de los pobres. En el mejor de los casos, una pequeña proporción de cada dólar destinado a remediar las desventajas del niño pobre en su aprendizaje podía llegar hasta ese niño a través del presupuesto de la escuela.
+
+Podría ser igualmente cierto que el dinero se gastó de manera incompetente. Pero ni siquiera la incompetencia poco común puede superar la del sistema escolar. Las escuelas resisten, por su estructura misma, la concentración del privilegio en quienes son, por otra parte, desfavorecidos. Los planes especiales de estudio, las clases separadas o más horas de estudio constituyen tan sólo más discriminación a un coste más elevado.
+
+Los contribuyentes no se han acostumbrado aún a ver que 3 000 millones de dólares se desvanezcan en el Ministerio de Salud, Educación y Bienestar como si se tratara del Pentágono. El gobierno actual tal vez estime que puede afrontar la ira de los educadores. Los estadunidenses de clase media no tienen nada que perder si se interrumpe el programa. Los padres pobres creen que sí pierden, pero, más todavía, están exigiendo el control de los fondos destinados a sus hijos. Un sistema lógico de recortar el presupuesto y, sería de esperar, de aumentar sus beneficios, consistiría en un sistema de becas escolares como el propuesto por Milton Friedman y otros. Los fondos se canalizarían al beneficiario, permitiéndole comprar su parte de escolaridad que elija. Si dicho crédito se limitara a unas compras que se ajustasen a un plan escolar de estudios, tendería a proporcionar una mayor igualdad de tratamiento, pero no aumentaría por ello la igualdad de las exigencias sociales.
+
+Debería ser obvio que incluso con escuelas de igual calidad un niño pobre rara vez se pondrá a la par de uno rico. Incluso si asisten a las mismas escuelas y comienzan a la misma edad, los niños pobres carecen de la mayoría de las oportunidades educativas que, al parecer, dispone el niño de clase media. Estas ventajas van desde la conversación y los libros en el hogar hasta el viaje de vacaciones y un sentido diferente de sí mismo, y actúan, para el niño que goza de ellas, tanto dentro de la escuela como fuera de ella. De modo que el estudiante más pobre se quedará atrás en tanto dependa de la escuela para progresar o aprender. Los pobres necesitan fondos que les permitan aprender y no obtener certificados del tratamiento de sus deficiencias presuntamente desproporcionadas.
+
+Todo esto es válido para naciones tanto ricas como pobres, pero aparece con aspecto diferente. En las naciones pobres, la pobreza modernizada afecta a más gente y más visiblemente, pero también —por ahora— más superficialmente. Dos de cada tres del total de niños latinoamericanos dejan la escuela antes de terminar el quinto grado, pero estos _desertores_[^n02] no están tan mal, como lo estarían en Estados Unidos.
+
+Hoy en día son pocos los países víctimas de la pobreza clásica, que era estable y menos paralizante. La mayoría de los países de América Latina han llegado al punto de “despegue” hacia el desarrollo económico y el consumo competitivo y, por lo tanto, hacia la pobreza modernizada: sus ciudadanos aprenden a pensar como ricos y a vivir como pobres. Sus leyes establecen un periodo escolar obligatorio de seis a 10 años. No sólo en Argentina, sino también en México o en Brasil, el ciudadano medio define una educación adecuada según las pautas estadunidenses, aun cuando la posibilidad de lograr esa prolongada escolarización esté restringida a una diminuta minoría. En estos países la mayoría ya está enviciada con la escuela, es decir, ha sido “escolarizada” para sentirse inferior respecto de quienes tienen una mejor escolaridad. Su fanatismo en favor de la escuela hace posible explotarlos por partida doble: permite aumentar la asignación de fondos públicos para la educación de unos pocos y aumentar la aceptación del control social por parte de la mayoría.
+
+Es paradójico que la creencia en la escolarización universal se mantenga más firme en los países en que el menor número de personas ha sido —y será— servido por las escuelas. Sin embargo, en América Latina la mayoría de los padres y de los hijos podrían seguir aún senderos diferentes hacia la educación. La proporción del ahorro nacional invertido en escuelas y maestros tal vez sea mayor que en los países ricos, pero estas inversiones son totalmente insuficientes para atender a la mayoría haciendo posible siquiera cuatro años de asistencia a la escuela. Fidel Castro habla como si quisiese avanzar directo a la desescolarización, cuando promete que para 1980 Cuba estará en condiciones de disolver su universidad, puesto que toda la vida cubana será una _experiencia educativa_. Sin embargo, en los niveles de primaria y secundaria, Cuba, al igual que otros países latinoamericanos, actúa como si el paso a través de un periodo definido como “la edad escolar” fuese una meta incuestionable para todos, sólo postergada por una escasez momentánea de recursos.
+
+Los dos engaños gemelos de un tratamiento más a fondo, tal como de hecho se proporciona en Estados Unidos —y como tan sólo se promete en América Latina— se complementan entre sí. Los pobres del Norte están siendo tullidos por el mismo tratamiento de 12 años cuya carencia marca a los pobres del Sur como irremediablemente retrasados. Ni en Norteamérica ni en América Latina logran los pobres igualdad a partir de escuelas obligatorias. Pero en ambas partes la sola existencia de la escuela desanima al pobre y lo invalida para asir el control de su propio aprendizaje. En todo el mundo la escuela tiene un efecto antieducacional sobre la sociedad: se le reconoce como la institución que se especializa en educación. La mayoría de las personas considera los fracasos de la escuela como una prueba de que la educación es una tarea muy costosa, muy compleja, siempre arcana y frecuentemente casi imposible.
+
+La escuela se apropia del dinero, de los hombres y de la buena voluntad disponibles para educación, y fuera de eso desalienta a otras instituciones respecto a asumir tareas educativas. El trabajo, el tiempo libre, la política, la vida ciudadana e incluso la vida familiar dependen de las escuelas, en lo concerniente a los hábitos y conocimientos que presuponen, en vez de convertirse ellos mismos en medios de educación. Tanto las escuelas como las otras instituciones que dependen de aquéllas llegan simultáneamente a tener un precio imposible.
+
+En Estados Unidos, los costes per cápita de la escolaridad han aumentado casi con igual rapidez que el coste del tratamiento médico. Pero este tratamiento más completo impartido por doctores y maestros ha mostrado resultados en continua declinación. Los gastos médicos concentrados sobre los mayores de 45 años se han duplicado varias veces durante un periodo de 40 años, dando como fruto un aumento de 3% en las probabilidades de vida de los varones. El incremento de los gastos educativos ha producido resultados aún más extraños; de otra manera el presidente Nixon no se habría sentido inclinado a prometer esta primavera que todo niño tendrá pronto el “derecho a leer” antes de dejar la escuela.
+
+En Estados Unidos se precisarían 80 000 millones de dólares por año para proporcionar lo que los educadores consideran como tratamiento igualitario para todos en escuelas primaria y secundaria. Esto es bastante más del doble de los 36 000 millones que se están gastando ahora. Las predicciones de costes preparadas de modo independiente en el Ministerio de Salud, Educación y Bienestar y en la Universidad de Florida indican que para 1974 las cifras comparables serán de 107 000 millones contra los 45 000 millones proyectados ahora, y estas cifras omiten totalmente los enormes costes de lo que se denomina “educación superior”, cuya demanda está creciendo de manera más veloz. Estados Unidos, que en 1969 gastó casi 80 000 millones de dólares en “defensa”, incluyendo su despliegue en Vietnam, es obviamente demasiado pobre como para proporcionar igual escolaridad. El comité nombrado por el presidente para el estudio del financiamiento de las escuelas debiera preguntar no cómo mantener o cómo recortar tales costes, crecientes, sino cómo evitarlos.
+
+La escuela igual y obligatoria para todos debiera reconocerse por lo menos como algo económicamente impracticable. En América Latina, la cantidad de erario que se gasta en cada estudiante graduado oscila entre 350 y 1 500 veces el monto gastado en el ciudadano medio (es decir, el ciudadano que está en un término medio entre el más pobre y el más rico). En Estados Unidos la discrepancia es menor, pero la discriminación más aguda. Los padres más ricos, cerca de 10%, pueden permitirse proporcionar a sus hijos educación privada y ayudarles a beneficiarse de las donaciones de fundaciones. Pero además consiguen 10 veces el monto per cápita de fondos públicos si éste se compara con el gasto per cápita que se efectúa en los hijos de 10% de los más pobres. Las razones principales de que esto ocurra son que los muchachos ricos permanecen más tiempo en la escuela, que un año de universidad es desproporcionadamente más costoso que un año de escuela secundaria, y que la mayoría de las universidades privadas dependen —al menos indirectamente— de un financiamiento derivado de desgravámenes.
+
+La escuela obligatoria polariza inevitablemente a una sociedad y califica asimismo a las naciones del mundo según un sistema internacional de castas. A los países se los califica como castas cuya dignidad la determina el promedio de años de escolaridad de sus ciudadanos, tabla de calificación que se relaciona íntimamente con el producto nacional bruto per cápita y es mucho más dolorosa.
+
+La paradoja de las escuelas es evidente: el gasto creciente hace aumentar su destructividad en su propio país y en el extranjero. Esta paradoja debe convertirse en tema de debate público. Hoy por hoy se reconoce de manera general que el medio ambiente físico quedará destruido dentro de poco por la contaminación bioquímica a menos que invirtamos las tendencias actuales de producción de bienes físicos. Debería reconocerse asimismo que la vida social y personal está igualmente amenazada por la contaminación del Ministerio de Salud, Educación y Bienestar, subproducto inevitable del consumo obligatorio y competitivo del bienestar.
+
+La escalada de las escuelas es tan destructiva como la de las armas, si bien de manera menos visible. En todo el mundo, los costes de la escuela han aumentado con mayor velocidad que las matrículas y más velozmente por el producto nacional bruto (PNB); en todas partes los gastos en la escuela se quedan cada vez más cortos frente a las expectativas de padres, maestros y alumnos. Por doquiera, esta situación desalienta tanto la motivación como el financiamiento para una planificación en gran escala del aprendizaje no escolar. Estados Unidos está demostrando al mundo que ningún país puede ser lo bastante rico como para permitirse un sistema escolar que satisfaga las demandas que este mismo sistema crea con sólo existir, porque un sistema escolar que logre su meta escolariza a padres y alumnos en el valor supremo de un sistema escolar aún mayor, cuyo coste crece desproporcionadamente conforme se crea una demanda de grados superiores y éstos se hacen escasos.
+
+En vez de decir que una escolaridad pareja es impracticable por el momento, debemos reconocer que, en principio, es económicamente absurda, y que intentarla es intelectualmente castrante, socialmente polarizante y destruye la verosimilitud del sistema político que la promueve.
+
+La ideología de la escolaridad obligatoria no admite límites lógicos. La Casa Blanca proporcionó hace poco un buen ejemplo. El doctor Hutschnecker, el “psiquiatra” que atendió al señor Nixon antes de que fuese admitido como candidato, recomendó al presidente que todos los niños de seis a ocho años fueran examinados profesionalmente para cazar a aquellos que tuviesen tendencias destructivas, y que se les proporcionase a éstos tratamiento obligatorio. En caso necesario se exigiría su reeducación en instituciones especiales. Este memorándum enviado al presidente por su doctor pasó al Ministerio de Salud, Educación y Bienestar para que examinaran su valía. En efecto, unos campos de concentración preventivos para predelincuentes serían un adelanto lógico respecto del sistema escolar.
+
+El que todos tengan iguales oportunidades de educarse es una meta deseable y factible, pero identificar con ello la escolaridad obligatoria es confundir la salvación con la Iglesia. La escuela ha llegado a ser la religión del proletariado modernizado, y hace promesas huecas a los pobres de la era tecnológica. La nación-Estado la ha adoptado, reclutando a todos los ciudadanos dentro de un currículum graduado que conduce a diplomas consecutivos no distintos a los rituales de iniciación y promociones hieráticas de antaño. El Estado moderno se ha arrogado el deber de hacer cumplir el juicio de sus educadores mediante vigilantes bien intencionados y cualificaciones exigidas para conseguir trabajos, de modo muy semejante al que siguieron los reyes españoles que hicieron cumplir los juicios de sus teólogos mediante los conquistadores y la Inquisición.
+
+Hace dos siglos Estados Unidos dio al mundo la pauta en un movimiento para privar de apoyo oficial al monopolio de una sola Iglesia. Ahora necesitamos la separación constitucional respecto del monopolio de la escuela quitando de esa manera el apoyo oficial a un sistema que conjuga legalmente el prejuicio con la discriminación. El primer artículo de una Declaración de los Derechos del Hombre apropiada para una sociedad moderna, humanista, concordaría con la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos: “El Estado no dictará ley alguna respecto del establecimiento de la educación”. No habrá ningún ritual obligatorio para todos.
+
+Para poner en vigencia esta separación entre Estado y escuela, necesitamos una ley que prohíba la discriminación en la contratación de personal, en las votaciones o en la admisión a los centros de enseñanza fundados en la previa asistencia a algún plan de estudios. Esta garantía no excluiría pruebas de competencia para una función o cargo, pero eliminaría la absurda discriminación actual en favor de una persona que aprende una destreza determinada con el mayor de los gastos del erario público o —lo que es igualmente probable— que ha podido obtener un diploma que no tiene relación con ninguna habilidad o trabajo útiles. Una separación constitucional del Estado y la escuela puede llegar a ser psicológicamente eficaz sólo si protege al ciudadano de la posibilidad de ser descalificado por cualquier aspecto de su carrera escolar.
+
+Con la escolaridad no se fomenta ni el deber ni la justicia porque los educadores insisten en aunar la instrucción y la certificación. El aprendizaje y la asignación de funciones sociales se funden en la escolarización. No obstante que aprender significa adquirir una nueva habilidad o entendimiento, la promoción depende de la opinión que otros se hayan formado de uno. Aprender es con frecuencia el resultado de una instrucción, pero ser elegido para una función o categoría en el mercado del trabajo depende cada vez más del tiempo que se ha asistido a un centro de instrucción.
+
+Instrucción es la selección de circunstancias que facilitan el aprendizaje. Las funciones se asignan fijando un currículum de condiciones que el candidato debe satisfacer para pasar la valla. La escuela vincula la instrucción —pero no el aprendizaje— con estas funciones. Esto no es ni razonable ni liberador. No es razonable porque no liga unas cualidades o competencias sobresalientes con las funciones por desempeñar, sino con el proceso mediante el cual se supone que habrán de adquirirse dichas cualidades. No libera ni educa porque la escuela reserva la instrucción para aquellos cuyos pasos en el aprendizaje se ajustan a unas medidas aprobadas de control social.
+
+El currículum se ha empleado siempre para asignar el rango social. En ocasiones podía ser prenatal: el karma le adjudica a uno a determinada casta y el linaje a la aristocracia. El currículum podía adoptar la forma de un ritual de ordenaciones sacras y secuenciales, o bien podía consistir en una sucesión de hazañas guerreras o cinegéticas, o bien las promociones ulteriores podían depender de una serie de previos favores regios. La escolaridad universal tenía por objeto separar la adjudicación de las funciones de la historia personal de cada uno: se ideó para dar a todos una oportunidad igual de obtener cualquier cargo. Aún ahora muchos creen erróneamente que la escuela asegura que la confianza pública dependa de unos logros sobresalientes en el saber. Pero en vez de haber igualado las posibilidades, el sistema escolar ha monopolizado su distribución.
+
+Para separar la competencia del currículum, debe convertirse en tabú toda indagación acera del historial de aprendizaje de cada persona, tal como las indagaciones acerca de su filiación política, su asistencia a la iglesia, linaje, hábitos sexuales o antecedentes raciales. Deben dictarse leyes que prohíban la discriminación basada en una previa escolaridad. Evidentemente, las leyes no pueden impedir el prejuicio contra el no escolarizado —ni se pretende con ellas obligar a nadie a casarse con un autodidacta—, pero pueden desaprobar la discriminación justificada.
+
+Otra gran ilusión en la que se apoya el sistema escolar es la creencia de que la mayor parte del saber es el resultado de la enseñanza. La enseñanza puede, en verdad, contribuir a ciertos tipos de aprendizaje en ciertas circunstancias. Pero la mayoría de las personas adquieren la mayor parte de su conocimiento fuera de la escuela, y cuando este conocimiento se da en ella, sólo es en la medida en que, en unos cuantos países ricos, la escuela se ha convertido en el lugar de confinamiento de las personas durante una parte cada vez mayor de sus vidas.
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+Lo principal del aprendizaje sobreviene casualmente, e incluso el aprendizaje más intelectual no es el resultado de una instrucción programada. Los niños normales aprenden su lenguaje de manera informal, aunque con mayor rapidez si sus padres les prestan atención. La mayoría de las personas que aprenden bien un segundo idioma lo hacen a consecuencia de circunstancias aleatorias y no de una enseñanza ordenada. Llegan a vivir con sus abuelos, o viajan o se enamoran de algún extranjero. La lectura fácil proviene con igual frecuencia de la escuela o de actividades extracurriculares de este tipo. La mayoría de quienes leen profusamente y con placer tan sólo creen que aprendieron a hacerlo en la escuela; cuando se les discute esto, descartan fácilmente este espejismo.
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+Pero el hecho de que aún ahora gran parte del aprendizaje parece suceder al azar y como subproducto de alguna otra actividad definida como trabajo u ocio no significa que el aprendizaje planificado no beneficie la instrucción planificada. Al estudiante poderosamente motivado que se enfrenta con la tarea de adquirir una habilidad nueva y compleja puede aprovecharle mucho la disciplina que hoy en día se asocia mentalmente con el maestro de viejo cuño que antaño enseñaba lectura, hebreo, catecismo o multiplicación de memoria. La escuela ha hecho que este tipo de enseñanza rutinaria sea escasa y mal reputada; no obstante hay muchas destrezas que un estudiante motivado puede dominar en pocos meses si se le enseña de este modo tradicional. Esto vale tanto para los códigos como para su desciframiento; tanto para los segundos o terceros idiomas como para la lectura y la escritura, e igualmente para lenguajes especiales como el álgebra, la programación de computadoras, el análisis químico, o para destrezas manuales como la mecanografía, la relojería, la fontanería, las instalaciones domésticas de electricidad, la reparación de televisores, o para bailar, conducir vehículos y bucear.
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+En algunos casos, ser aceptado en un programa de aprendizaje dirigido a una determinada habilidad podría presuponer competencia en alguna otra habilidad, pero ciertamente no se haría depender del proceso mediante el cual se hubieran adquirido tales habilidades previamente requeridas. La reparación de televisores presupone saber leer y algo de matemáticas; el bucear, ser buen nadador, y el conducir, muy poco de ambas cosas.
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+El progreso en el aprendizaje es mensurable. Es fácil calcular los recursos óptimos de tiempo y materiales que un adulto corriente motivado necesita. El coste de enseñar un segundo idioma europeo occidental hasta un elevado nivel de fluidez oscila entre 400 y 600 dólares en Estados Unidos, y para una lengua oriental el tiempo requerido de instrucción podría duplicarse. Esto sería todavía poquísimo en comparación con el coste de 12 años de escolaridad en la ciudad de Nueva York (condición para ingresar en el Departamento de Higiene) —casi 15 000 dólares—. Sin duda no sólo el maestro, sino también el impresor y el farmacéutico protegen sus oficios mediante el espejismo público de que el adiestramiento para aprenderlos es muy costoso.
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+En la actualidad, las escuelas se apropian de antemano de la mayor parte de los fondos para educación. La instrucción rutinaria, que cuesta menos que una escolarización comparable, es ahora un privilegio de quienes son lo bastante ricos como para pasarse por alto las escuelas, y de aquellos a quienes el ejército o las grandes firmas les proporcionan un adiestramiento en el trabajo mismo. En un programa de desescolarización progresiva para Estados Unidos, en un comienzo habría escasez de recursos para el adiestramiento rutinario. Pero finalmente no habría impedimento alguno para cualquiera que en cualquier momento de su vida quisiese elegir una instrucción entre centenares de habilidades definibles y a cargo del Estado.
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+Ahora mismo podrían proporcionarse calificaciones educativas aceptables en cualquier centro de enseñanza de oficios en cantidades limitadas para personas de cualquier edad, y no sólo para pobres. Yo concibo dicha calificación (o crédito) en forma de un pasaporte educativo o de una “tarjeta de educrédito” entregada a cada ciudadano al nacer. A fin de favorecer a los pobres, que probablemente no usarían sus cuotas anuales a temprana edad, podría estipularse que los usuarios tardíos de tales “títulos” acumulados ganasen interés. Dichos créditos permitirían a la mayoría adquirir las habilidades de mayor demanda, cuando les conviene, de manera mejor, más rápida, más barata y con menos efectos subsidiarios desfavorables que en la escuela.
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+Se me objetará la falta de profesores, pero esto es plantear mal el problema, pues, por una parte, la demanda de una habilidad crece sólo al ponerse en práctica en una comunidad y, por otra, un hombre que ejerza una habilidad puede también enseñarla. Pero, actualmente, aquellos que usan una habilidad que está en demanda y que precisan un profesor humano tienen estímulos negativos para compartir con otros estas habilidades. Esto lo hacen o maestros que monopolizan las licencias, o sindicatos que protegen sus intereses gremiales. Unos centros de enseñanza de oficios o habilidades a los que los clientes juzgaran por sus resultados, y no por el personal que empleasen o por el proceso que se utilizasen, abrirían oportunidades insospechables de trabajo, frecuentemente incluso para aquellos que hoy se consideran inempleables. Verdaderamente no hay motivo para que tales centros no estuviesen en el lugar mismo de trabajo; el patrono y su personal proporcionarían tanto la instrucción como trabajos a quienes eligiesen utilizar sus créditos educativos de esta manera.
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+En 1956 se suscitó la necesidad de enseñar rápidamente español a varios centenares de maestros, trabajadores sociales y curas de la arquidiócesis de Nueva York, de modo que pudiesen comunicarse con los puertorriqueños. Mi amigo Gerry Morris anunció en español por una radioemisora que necesitaba hispanohablantes nativos que viviesen en Harlem. Al día siguiente unos 200 adolescentes se alineaban frente a su oficina; de entre ellos eligió cuatro docenas —muchos de ellos desertores escolares—. Los instruyó en el uso del Manual de Instrucción del Instituto del Servicio Exterior de Estados Unidos, para español, concebido para el uso de lingüistas con licenciatura, y al cabo de una semana sus profesores se manejaban solos —cada uno de ellos a cargo de cuatro neoyorkinos que querían hablar el idioma—. En el plazo de seis meses se había cumplido la misión. El cardenal Spellman podía afirmar que tenía 127 parroquias en cada una de las cuales había por lo menos tres miembros de su personal que podían conversar en español. Ningún programa escolar podría haber logrado iguales resultados.
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+Los profesores de habilidades escasean por la creencia en el valor de los títulos. La certificación es una manera de manipular el mercado y es concebible sólo para una mente escolarizada. La mayoría de los profesores de artes y oficios son menos diestros, tienen menor inventiva y son menos comunicativos que los mejores artesanos y maestros. La mayoría de los profesores de español o de francés de bachillerato no hablan esos idiomas con la corrección con que lo harían alumnos después de un semestre de rutinas competentes. Unos experimentos llevados a cabo por Ángel Quintero en Puerto Rico sugieren que muchos adolescentes, si se les dan los adecuados incentivos, programas y acceso a las herramientas, son mejores que la mayoría de los maestros de escuela para iniciar a los de su edad en la exploración científica de las plantas, las estrellas y la materia, y en el descubrimiento de cómo y por qué funciona un motor o un radio.
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+Las oportunidades para el aprendizaje de habilidades pueden multiplicarse enormemente si abrimos el “mercado”. Esto depende de reunir al maestro correcto con el alumno correcto cuando éste está altamente motivado dentro de un programa inteligente, sin la restricción del currículum.
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+La instrucción libre y rutinaria es una blasfemia subversiva para el educador ortodoxo. Ella desliga la adquisición de destrezas de la educación “humana”, que la escuela empaca conjuntamente, y fomenta así el aprendizaje sin título no menos que la enseñanza sin título para fines imprevisibles.
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+Hay actualmente una propuesta registrada que a primera vista parece sumamente sensata. La preparó Christopher Jencks, del Center for the Study of Public Policy, y está patrocinada por la Office of Economic Opportunity. Propone poner unos “bonos” o “títulos” educativos o donaciones, para pagar el coste de los estudios, en manos de padres y estudiantes para que los gasten en las escuelas que elijan. Tales bonos individuales podrían ser un importante avance en la dirección correcta. Necesitamos que se garantice a cada ciudadano el derecho a una parte igual de los recursos educativos derivados de los impuestos, el derecho a verificar esa parte, y el derecho a entablar juicio si le es denegada. Es una forma de garantía contra la tributación regresiva.
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+Pero la propuesta de Jencks comienza con la ominosa declaración de que “los conservadores, los liberales y los radicales se han quejado en una u otra ocasión de que el sistema educativo estadunidense da a los educadores profesionales un incentivo demasiado pequeño para que proporcionen una educación de gran calidad a la mayoría de los niños”. La propuesta se condena sola al proponer donaciones para pagar unos estudios que tendrían que gastar en escolarizarse.
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+Esto es como dar a un inválido un par de muletas, advirtiéndole que las use sólo si les amarra los extremos. En su forma actual, la propuesta de estos bonos educativos hace el juego no sólo a los educadores profesionales sino también a los racistas, a los promotores de escuelas religiosas y a otros cuyos intereses son socialmente disociantes. Sobre todo, los bonos educativos, cuyo uso se restrinja a las escuelas, hace el juego de quienes quieren continuar viviendo en una sociedad en la que el progreso social está ligado no al conocimiento comprobado, sino al historial de aprendizaje mediante el cual presuntamente se adquiere. Esta discriminación en favor de las escuelas que domina la exposición de Jencks sobre el refinamiento de la educación podría desacreditar uno de los principios que más perentoriamente se precisan para la reforma educativa: el retorno de la iniciativa y la responsabilidad del aprendizaje al aprendiz o a su tutor más inmediato.
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+La desescolarización de la sociedad implica el reconocimiento de la naturaleza ambivalente del aprendizaje. La insistencia en la sola rutina podría ser un desastre; igual énfasis debe hacerse en otros tipos de aprendizaje. Pero si las escuelas son el lugar inapropiado para aprender una destreza, son lugares aún peores para adquirir una educación. La escuela realiza mal ambas tareas, en parte porque no distingue entre ellas. La escuela es ineficiente para instruir en destrezas por ser curricular. En la mayoría de las escuelas, un programa cuyo objetivo es mejorar una habilidad está siempre concatenado con otra tarea no pertinente. La historia está amarrada al derecho de usar el patio de juegos.
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+Las escuelas son todavía menos eficientes en la creación de circunstancias que alienten el uso irrestricto, exploratorio, de habilidades adquiridas, para lo cual reservaré el término de “educación liberal”. El principal motivo es que la escuela es obligatoria y llega a convertirse en la escolaridad por la escolaridad: una estadía forzosa en compañía de profesores, que paga con el dudoso privilegio de continuar en dicha compañía. Así como la instrucción de destrezas debe ser liberada de restricciones curriculares, a la educación liberal debe desligársela de la asistencia obligatoria. Mediante dispositivos institucionales puede ayudarse tanto al aprendizaje de habilidades como a la educación encaminada a un comportamiento creativo e inventivo, pero ambas cosas son de naturaleza diferente y frecuentemente contraria.
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+La mayoría de las destrezas pueden adquirirse y perfeccionarse mediante rutinas; porque la destreza o habilidad implica el dominio de una conducta definible y predecible. La instrucción de una destreza puede apoyarse, por consiguiente, en la simulación de las circunstancias en que se utilizará dicha destreza. En cambio, la educación en el empleo exploratorio y creativo de destrezas no puede descansar en sistemas rutinarios. La educación puede ser el resultado de la instrucción, aunque de una instrucción fundamentalmente opuesta a la rutina. Se apoya en la relación entre asociaciones que ya poseen algunas de la llaves que dan acceso a memorias almacenadas en la comunidad y por la comunidad. Se apoya en la sorpresa de la pregunta inesperada que abre nuevas puertas al cuestionario y a su asociado.
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+El instructor de destrezas utiliza un conjunto de condiciones dadas que permiten al aprendiz desarrollar ciertas reacciones o respuestas precisas y definidas. El guía o maestro en educación se ocupa de ayudar a unos asociados a que se reúnan de modo que se dé el aprendizaje. Reúne a personas que parten de sus propias y no resueltas interrogantes. A lo más, ayuda al alumno a formular su perplejidad puesto que sólo un planteamiento claro le dará el poder de encontrar a su pareja, moverse como ella, explorar en ese momento la misma cuestión en el mismo contexto.
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+En un comienzo parecería más difícil imaginar unos asociados o compañeros para fines educativos que hallar instructores de destrezas y compañeros para un juego. Una de las razones de que esto ocurra es el profundo temor que la escuela nos ha inculcado, un miedo que nos pone criticones. El intercambio intitulado de destrezas —a menudo destrezas inconvenientes— es más predecible y por tanto parece menos peligroso que las oportunidades ilimitadas de reunión para personas que comparten una cuestión en debate que es, en ese momento, social, intelectual y emocionalmente importante para ellas.
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+El profesor brasileño Paulo Freire sabe esto por experiencia. Descubrió que cualquier adulto puede comenzar a leer en cosa de 40 horas si las primeras palabras que descifra están cargadas de significado político. Freire adiestra a sus maestros para trasladarse a una aldea y descubrir las palabras que designan asuntos actuales importantes, tales como el acceso a un pozo, o el interés compuesto de las deudas que han contraído con el _patrón_. Por la tarde, los aldeanos se reúnen para conversar sobre esas palabras clave. Comienzan a percatarse de que cada palabra permanece en el pizarrón incluso después de haberse desvanecido su sonido. Las letras continúan abriendo, como llaves, la realidad y haciéndola manejable como problema. Frecuentemente he presenciado cómo en unos participantes crece la conciencia social y cómo se ven impelidos a actuar políticamente con la misma velocidad con que aprenden a leer. Parecen tomar la realidad en sus manos conforme la escriben.
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+Recuerdo a un hombre que se quejó del peso de los lápices: eran difíciles de manipular porque no pesaban como una pala, y recuerdo a otro que camino al trabajo se detuvo con sus compañeros y escribió con su azadón en el suelo la palabra de la que venía conversando: _agua_.[^n03] Desde 1962, mi amigo Freire ha pasado de exilio en exilio, principalmente porque rehúsa llevar a cabo sus sesiones en torno a palabras que hayan sido preseleccionadas por educadores aprobados y prefiere utilizar aquellas que los participantes llevan consigo a las clases.
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+La reunión de personas con fines educativos sólo es posible cuando se han beneficiado de una verdadera escolaridad. Los que no necesitan de esa ayuda son una minoría, incluso entre aquellos que leen revistas serias. La mayoría no puede ni debe ser congregada en torno a una consigna, a una palabra, a una imagen, sino en torno a un problema elegido y definido por iniciativa de los participantes. El aprendizaje creativo, exploratorio, requiere sujetos de igual perplejidad ante los mismos términos o problemas. Las grandes universidades realizan el vano intento de aparejarlos multiplicando sus cursos y por lo general fracasan en la medida en que están ligados al currículum, a la estructura de cursos y a una administración burocrática. En las escuelas, tal como en las universidades, la mayoría de los recursos se gasta en comprar el tiempo y la motivación de un número reducido de personas para encarar problemas predeterminados en un escenario definido de forma ritual. La alternativa más radical para la escuela sería una red o servicio que diera a cada hombre la misma oportunidad de compartir sus intereses actuales con otros motivados por iguales cuestiones.
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+Permítaseme dar, como ejemplo de mi planteamiento, una descripción de cómo podría funcionar esta “unión” intelectual en la ciudad de Nueva York. Cada hombre, en cualquier momento y a un precio mínimo, podría identificarse ante una computadora con su dirección y su número de teléfono, indicando libro, artículos, película o grabación acerca de los cuales busca un compañero con el cual conversar. En un plazo de días podría recibir por correo la lista de otros que hubieran tomado recientemente la misma iniciativa. Esta lista le permitiría concertar por teléfono una reunión con personas que inicialmente se conocerían exclusivamente por el hecho de haber solicitado un diálogo sobre el mismo tema.
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+Juntar personas de acuerdo con el interés que tengan sobre un título dado es radicalmente simple. Permite la identificación sobre la base de un deseo mutuo de conversar sobre una afirmación registrada por un tercero, y deja al individuo la iniciativa de concertar la reunión. Normalmente se hacen tres objeciones contra esta pureza esquelética. Las recojo no sólo para esclarecer la teoría que quiero ilustrar mediante mi propuesta —pues destacan la acendrada resistencia a desescolarizar la educación, a separar el aprendizaje del control social—, sino también porque pueden ayudar a sugerir unos recursos que no se emplean ahora para fines de aprendizaje.
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+La primera objeción es: ¿por qué no podría la identificación de cada uno basarse en una idea o en un tema de debate? Ciertamente dichos términos subjetivos podrían usarse también en un sistema informático. Los partidos políticos, Iglesias, sindicatos, clubes, centros vecinales y sociedades profesionales organizan ya sus actividades educativas de este modo y, en efecto, actúan como escuelas. Todos ellos reúnen personas con el fin de explorar ciertos “temas”, que se abordan en cursos, seminarios y planes de estudio en los que unos presuntos “intereses comunes” están preen-vasados. Dicha “reunión por tema” está, por definición, centrado en el profesor: precisa una presencia autoritaria para definir ante los participantes el punto de partida de su debate.
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+Por el contrario, reunirse para hablar de un libro, de una película, etc., sin otra explicación que un título o una referencia, deja al autor definir el lenguaje especial, los términos y el marco de referencia dentro del cual se plantea un determinado problema o hecho, y permite a quienes acepten este punto de partida identificarse uno con otro. Por ejemplo, reunir gente en torno a la idea de “revolución cultural” conduce generalmente o a la confusión o a la demagogia. Por otra parte, reunir a quienes se interesen en ayudarse mutuamente a entender un determinado artículo de Mao, Marcuse, Freud o Goodman se inscribe en la gran tradición del aprendizaje liberal, desde los _Diálogos_ de Platón, que están construidos en torno a presuntas declaraciones de Sócrates, hasta los comentarios de Tomás de Aquino sobre Pedro Lombardo. La idea de reunir a las personas alrededor de un título es pues radicalmente diferente de la teoría sobre la que se fundaban, por ejemplo, los clubes de los “Grandes Libros”: en vez de apoyarse en la selección realizada por algunos catedráticos de Chicago, cualquier par de personas puede, como compañero de juego, elegir cualquier libro para analizarlo.
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+La segunda objeción pregunta: ¿por qué la identificación de quienes buscan compañero no podría incluir información sobre edad, antecedentes, visión del mundo, competencia, experiencia y otras características definitorias? No hay en este caso razón alguna para que tales restricciones discriminatorias no pudiesen (y no debiesen) incorporarse en algunas de las numerosas universidades —con o sin muros— que podrían usar la reunión alrededor de títulos como el dispositivo básico para organizarse. Puedo imaginar un sistema ideal para fomentar las reuniones de personas interesadas en las que el autor del libro elegido podría estar presente o representado, o un sistema que garantice la presencia de un asesor competente, o uno al que tuviesen acceso sólo estudiantes matriculados en una facultad o escuela, o personas capaces de presentar una investigación específica sobre la obra que se discute. Cada una de estas restricciones, se me dirá, serviría a metas específicas de aprendizaje. Pero me temo que, en la mayoría de los casos, el motivo real para proponer tales restricciones es el desdén que proviene de presuponer que la gente es ignorante: los educadores quieren evitar que el ignorante se junte con el ignorante en torno a un texto que podrían no entender y que leen _sólo_ porque están interesados en él.
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+La tercera objeción: ¿por qué no proporcionar a quienes buscan compañero una ayuda incidental que facilite sus reuniones —espacio, horarios, selección de participantes, protección—? Esto lo hacen actualmente las escuelas con toda la ineficiencia que caracteriza a las grandes burocracias. Si dejáramos la iniciativa de las reuniones a los interesados en reunirse, unas organizaciones que nadie clasifica hoy como educativas harían mucho mejor este trabajo. Pienso en dueños de restaurantes, editores, servicios de recados telefónicos, directivos de trenes suburbanos que podrían promover sus servicios al hacerlos atractivos para reuniones educativas.
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+En una primera reunión en, digamos, un café, los interesados podrían establecer sus identidades colocando el libro en debate junto a sus tazas. Las personas que tomaran la iniciativa de concertar tales reuniones aprenderían pronto qué elementos citar para encontrarse con la gente que buscan. El riesgo de que una conversación que uno mismo ha elegido le lleve a una pérdida de tiempo, a una decepción, e incluso a un desagrado es ciertamente menor que el riesgo que corre quien solicita ingresar en una universidad. Una reunión concertada por computadora para debatir un artículo de una revista de circulación nacional, celebrada en un café de la Cuarta Avenida, no obligaría a ninguno de los participantes a permanecer en compañía de sus nuevos conocidos por más tiempo del necesario para beber una taza de café, ni tendría que encontrarse con ellos de nuevo. La probabilidad de que ello le ayudara a disipar la opacidad de la vida en una ciudad moderna, a fomentar nuevas amistades, a abrir nuevos horizontes y profundizar en un trabajo elegido, es elevada. (El hecho de que de este modo el FBI podría conseguir un registro de las reuniones y lecturas que se hacen es innegable; el que esto pueda aún preocupar a alguien en 1970 es sólo divertido para un hombre libre, quien, quiéralo o no, aporta su cuota para ahogar a los espías en las nimiedades que recolectan.)
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+Tanto el intercambio de destrezas como el encuentro con copartícipes se fundan en el supuesto de que educación _para todos_ significa educación _por parte de todos_. No es el reclutamiento en una institución especializada, sino sólo la movilización de toda la población lo que puede conducir a una cultura popular. Los maestros titulados se han apropiado del derecho que todo hombre tiene de ejercer su competencia para aprender e instruir igualmente. La competencia del maestro está a su vez restringida a lo que pueda hacerse en la escuela. Además, el trabajo y el tiempo libre están, a consecuencia de ello, alienados el uno del otro: tanto del trabajador como del espectador se espera que lleguen al lugar de trabajo prestos a encajar en una rutina preparada para ellos. La adaptación en forma de diseño, instrucción y publicidad de un producto los moldea para desempeñar su papel de modo muy semejante a como lo hace la educación mediante la escolaridad. Una alternativa radical para una sociedad escolarizada exige no sólo mecanismos para la adquisición formal de destrezas y el uso educativo de éstas, implica un nuevo modo de encarar la educación informal o incidental.
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+La educación incidental ya no puede regresar a las formas que el aprendizaje adoptó en la aldea o en la ciudad medieval. Mientras la sociedad tradicional se asemejaba más a un grupo de círculos concéntricos de estructuras significativas, el hombre moderno debe aprender cómo hallar significación en muchas estructuras con las que está relacionado de manera sólo marginal. En la aldea, el lenguaje, la arquitectura, el trabajo, la religión y las costumbres familiares eran compatibles entre sí, se explicaban y reforzaban mutuamente. Desarrollarse en una implicaba un desarrollo en las otras. Incluso el aprendizaje especializado era el subproducto de actividades especializadas, tales como la fabricación de zapatos o el canto de los salmos. Si un aprendiz no llegaba jamás a ser maestro o erudito, contribuía sin embargo a la fabricación de zapatos o a hacer solemnes los servicios litúrgicos. La educación no competía en tiempo ni con el trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y no planificada.
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+La sociedad contemporánea es el resultado de diseños e intenciones conscientes, y las oportunidades educativas han de ser incorporadas a esos diseños. Ahora disminuirá la confianza que depositamos en la instrucción especializada y de tiempo completo a través de la escuela, y hemos de hallar nuevas maneras de aprender y enseñar: la calidad educativa de todas las instituciones debe aumentar una vez más. Pero ésta es una previsión muy ambigua. Podría significar que los hombres de la ciudad moderna serán cada día más las víctimas de un proceso eficaz de instrucción total y manipulación una vez que estén privados incluso del tenue asomo de independencia crítica que proporcionan hoy en día las escuelas liberales, cuando menos a algunos de sus alumnos.
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+Podría significar también que los hombres se escudarán menos tras certificados adquiridos en la escuela y adquirirán así valor para ser “respondones” y controlar e instruir de ese modo a las instituciones en que participen. Para lograr esto último debemos darnos cuenta del valor social del trabajo y del ocio por el intercambio educativo que permiten. La participación efectiva en la política de una calle, de un puesto de trabajo o de un hospital es por lo tanto el mejor patrón para evaluar el valor de las diferentes instituciones en el plan de la educación.
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+Hace poco dirigí la palabra a un grupo de estudiantes de los primeros años de bachillerato, empeñados en organizar un movimiento de resistencia a su enrolamiento obligatorio en la clase siguiente. Tenían por consigna “participación-no simulación”. Les decepcionaba que esto se entendiera como una petición de menos educación en vez de lo contrario, y me hicieron recordar la resistencia que opuso Karl Marx a un párrafo en el programa de Gotha que —hace 100 años— quería hacer ilegal el trabajo infantil. Se opuso a la proposición diciendo que la ecuación de los jóvenes solo podía producirse en el trabajo. Si el mayor fruto del trabajo del hombre debiera ser la educación que se deriva de éste y la oportunidad que el trabajo le da para iniciar la educación de otros, entonces la alimentación de la sociedad moderna en un sentido pedagógico es aún peor que su alienación económica.
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+El mayor obstáculo en el camino de una sociedad que educa verdaderamente lo definió muy bien un amigo mío, negro de Chicago, quien me dijo que nuestra imaginación estaba “totalmente escuelada”. Permitimos al Estado verificar las deficiencias educativas universales de sus ciudadanos y establecer un organismo especializado para tratarlos. Compartimos así la ilusión de que podemos distinguir entre qué es educación necesaria para otros y qué no lo es, tal como generaciones anteriores establecieron leyes que definían qué era sagrado y qué profano.
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+Durkheim reconoció que esta capacidad para dividir la realidad social en dos ámbitos era la esencia misma de la religión formal. Existen —razonó— religiones sin lo sobrenatural y religiones sin Dios, pero no hay ninguna que no subdivida el mundo en cosas, tiempo y personas que son sagradas y en otras que por consecuencia son profanas. Este penetrante alcance de Durkheim puede aplicarse a la sociología de la educación, pues la escuela es radicalmente divisoria de manera parecida.
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+La existencia misma de las escuelas obligatorias divide cualquier sociedad en dos ámbitos: ciertos lapsos, procesos, tratamientos y profesiones son “académicos” y “pedagógicos”, y otros no lo son. Así, el poder de la escuela para dividir la realidad social no conoce límites: la educación se hace no terrenal, en tanto que el mundo se hace no educacional.
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+A partir de Bonhoeffer, los teólogos contemporáneos han señalado la confusión que reina hoy en día entre el mensaje bíblico y la religión institucionalizada. Señalan la experiencia que la libertad y la fe cristianas suelen ganar con la secularización. Sus afirmaciones suenan inevitablemente blasfemas para muchos clérigos. En incuestionable que el proceso educativo ganará con la desescolarización de la sociedad aun cuando esta exigencia les suene a muchos escolares como una traición a la cultura. Pero es la cultura misma la que está siendo apagada hoy en las escuelas.
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+La secularización de la fe cristiana depende de la dedicación que pongan en ello los cristianos arraigados en la Iglesia. De manera muy parecida, la desescolarización de la educación depende del liderazgo de quienes se criaron en las escuelas. El currículum que cumplieron no puede servirles como excusa para la tarea: cada uno de nosotros sigue siendo responsable de lo que se ha hecho por él, aun cuando puede que no sea capaz sino de aceptar esta responsabilidad y servir de advertencia para otros.
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+## Fenomenología de la escuela
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+Algunas palabras llegan a ser tan flexibles que pierden cualquier significación precisa y se usan para cualquier cosa entre éstas se cuentan “escuela” y “enseñanza”. Se filtran, como una amiba, por cualquier intersticio del lenguaje. Así, decimos que el ABM[^n04] enseñará a los rusos, la IBM enseñará a los niños negros, y el ejército puede llegar a ser la escuela de la nación.
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+Por consiguiente, la búsqueda de alternativas en educación debe comenzar por un acuerdo acerca de lo que entendemos por “escuela”. Esto puede hacerse de varias maneras. Podemos comenzar por anotar las funciones latentes desempeñadas por los sistemas escolares modernos, tales como los de custodia, selección, adoctrinamiento y aprendizaje. Podríamos hacer un análisis de clientela y verificar cuál de estas funciones latentes favorece o desfavorece a maestros, patronos, niños, padres o a las profesiones. Podríamos repasar la historia de la cultura occidental y la información reunida por la antropología a fin de encontrar instituciones que desempeñaron un papel semejante al que hoy cumple la escolarización. Podríamos finalmente recordar los numerosos dictámenes normativos que se han hecho desde el tiempo de Comenius, o incluso desde Quintiliano, y descubrir a cuál de éstos se aproxima más el moderno sistema escolar. Pero cualquiera de estos enfoques nos obligaría a comenzar con ciertos supuestos acerca de una relación entre escuela y educación.
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+Para crear un lenguaje en el que podamos hablar sobre la escuela sin ese incesante recurrir a la educación, he querido comenzar por algo que podría llamarse fenomenología de la escuela pública. Con este objeto definiré “escuela” como el proceso que especifica edad, se relaciona con maestros y exige asistencia de tiempo completo y un currículum obligatorio.
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+1\. _Edad_. La escuela agrupa a las personas según sus edades. Este agrupamiento se funda en tres premisas indiscutidas. A los niños les corresponde estar en la escuela. Los niños aprenden en la escuela. A los niños puede enseñárseles solamente en la escuela. Creo que estas tres premisas no sometidas a examen merecen ser seriamente puestas en duda.
+
+Nos hemos ido acostumbrando a los niños. Hemos decidido que deberían ir a la escuela, hacer lo que se les dice y no tener ingresos propios. Esperamos que sepan el lugar que ocupan y se comporten como niños. Recordamos, ya sea con nostalgia o con amargura, el tiempo en que también fuimos niños. Se espera de nosotros que toleremos la conducta infantil de los niños. La humanidad es, para nosotros, una especie simultáneamente atribulada y bendecida con la tarea de cuidar niños. No obstante, olvidamos que nuestro actual concepto de “niñez” sólo se desarrolló recientemente en Europa occidental, y hace aún menos en América.[^n05]
+
+La niñez como algo diferente de la infancia, la adolescencia o la juventud fue algo desconocido para la mayoría de los periodos históricos. Algunos siglos del cristianismo no tuvieron ni siquiera una idea de sus proporciones corporales. Los artistas pintaban al niño como un adulto en miniatura sentado en el brazo de su madre. Los niños aparecieron en Europa junto con el reloj de bolsillo y los prestamistas cristianos del Renacimiento. Antes de nuestro siglo ni los ricos ni los pobres supieron nada acerca de vestidos para niños, juegos para niños o de la inmunidad del niño ante la ley. Esas ideas comenzaron a desarrollarse en la burguesía. El hijo del obrero, el del campesino y el del noble vestían todos como lo hacían sus padres, jugaban como éstos y eran ahorcados igual que ellos. Después de que la burguesía descubriera la “niñez”, todo esto cambió. Sólo algunas Iglesias continuaron respetando por algún tiempo la dignidad y la madurez de los menores. Hasta el Concilio Vaticano II, se le decía a cada niño que un cristiano llega a tener discernimiento moral y libertad a la edad de siete años y a partir de entonces es capaz de caer en pecados por los cuales podrá ser castigado por toda una eternidad en el infierno. A mediados de este siglo, los padres de clase media comenzaron a tratar de evitar a sus niños el impacto de esta doctrina, y su modo de pensar sobre los niños es el que hoy prevalece en la Iglesia.
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+Hasta el siglo pasado, los “niños” de padres de clase media se fabricaban en casa con la ayuda de preceptores y escuelas privadas. Sólo con el advenimiento de la sociedad industrial la producción en masa de la “niñez” comenzó a ser factible y a ponerse al alcance de la multitud. El sistema escolar es un fenómeno moderno, como lo es la niñez que lo produce.
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+Puesto que hoy en día la mayoría de las personas viven fuera de las ciudades industriales, la mayoría de la gente no experimenta la niñez. En los Andes, uno labra la tierra cuando ha llegado a ser “útil”. Antes de esa edad, uno cuida las ovejas. Si se está bien nutrido, debe llegar a ser útil hacia los 11 años de edad, y de otro modo a los 12. Estaba yo conversando hace poco con Marcos, mi celador nocturno, sobre su hijo de 11 años que trabaja en una barbería. Hice en español la observación de que su hijo era todavía un _niño_. Marcos, sorprendido, contestó con inocente sonrisa: “Don Iván, creo que usted tiene razón”. Percatándome de que hasta el momento de mi observación Marcos había pensado en el muchacho en primer lugar como su “hijo”, me sentí culpable de haber hecho surgir el fantasma de la niñez entre dos personas sensatas. Naturalmente que si yo fuese a decir a un habitante de los barrios bajos de Nueva York que su hijo que trabaja es todavía un “niño”, no mostraría ninguna sorpresa. Sabe muy bien que a su hijo de 11 años debería permitírsele su niñez, y se resiente de que no sea así. El hijo de Marcos no ha sido afectado aún por el anhelo de tener niñez, el hijo del neoyorkino se siente desposeído.
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+Así pues, la mayoría de la gente en el mundo o no quiere o no puede conceder una niñez moderna a sus críos. Pero también parece que la niñez es una carga para esos pocos a quienes se les concede. A muchos simplemente se les obliga a pasar por ella y no están en absoluto felices de desempeñar el papel de niños. Crecer pasando por la niñez significa estar condenado a un proceso de conflicto inhumano entre la conciencia de sí y el papel que impone una sociedad que está pasando por su propia edad escolar. Ni Stephen Dédalus ni Alexander Portnoy gozaron de la niñez y, según sospecho, tampoco nos gustó a muchos de nosotros ser tratados como niños.
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+Si no existiese una institución de aprendizaje obligatorio y para una edad determinada, la “niñez” dejaría de fabricarse. Los menores de los países ricos se librarían de su destructividad, y los países pobres dejarían de rivalizar con la niñería de los ricos. Para que la sociedad pudiese sobreponerse a su edad de la niñez, tendría que hacerse vivible para los menores. La disyunción actual entre una sociedad adulta que pretende ser humanitaria y un ambiente escolar que remeda la realidad no puede seguir manteniéndose.
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+El hecho de privar de apoyo oficial a las escuelas podría terminar también con la discriminación contra los nenes, los adultos y los ancianos en favor de los niños durante su adolescencia y juventud. Es probable que la decisión social de asignar recursos educativos preferentemente a aquellos ciudadanos que han dejado atrás la extraordinaria capacidad de aprendizaje de sus primeros años y no han llegado a la cúspide de su aprendizaje automotivado parezca grotesca cuando se vea retrospectivamente.
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+La sabiduría institucional nos dice que los niños necesitan la escuela. La sabiduría institucional nos dice que los niños aprenden en la escuela. Pero esta sabiduría institucional es en sí el producto de escuelas, porque el sólido sentido común nos dice que sólo a niños se les puede enseñar en la escuela. Sólo segregando a los seres humanos en la categoría de la niñez podremos someterlos alguna vez a la autoridad de un maestro de escuela.
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+2\. _Profesores y alumnos_. Por definición, los niños son alumnos. La demanda por el medio ambiente escolar crea un mercado ilimitado para los profesores titulados. La escuela es una institución construida sobre el axioma de que el aprendizaje es el resultado de la enseñanza. Y la sabiduría institucional continúa aceptando este axioma, pese a las pruebas abrumadoras en sentido contrario.
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+Todos hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos fuera de la escuela. Los alumnos hacen la mayor parte de su aprendizaje sin sus maestros y, a menudo, a pesar de éstos. Lo que es más trágico es que a la mayoría de los hombres las escuelas les enseñan su lección, aun cuando nunca vayan _a_ la escuela.
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+Toda persona aprende a vivir fuera de la escuela. Aprendemos a hablar, a pensar, a amar, a sentir, a jugar, a blasfemar, a politiquear y a trabajar sin la interferencia de un profesor. Ni siquiera los niños que están día y noche bajo la tutela de un maestro constituyen excepciones a la regla. Los huérfanos, los cretinos y los hijos de maestros de escuela aprenden la mayor parte de lo que aprenden fuera del proceso “educativo” programado para ellos. Los profesores han quedado mal parados en sus intentos de aumentar el aprendizaje entre los pobres. A los padres pobres que quieren que sus hijos vayan a la escuela no les preocupa tanto lo que aprendan como el certificado y el dinero que obtendrán. Y los padres de clase media confían sus hijos a un profesor para evitar que aprendan aquello que los pobres aprenden en la calle. Las investigaciones sobre educación están demostrando cada día más que los niños aprenden aquello que sus maestros pretenden enseñarles, no de éstos, sino de sus iguales, de las tiras cómicas, de la simple observación al pasar y, sobre todo, del solo hecho de participar en el ritual de la escuela. Las más de las veces los maestros obstruyen el aprendizaje de materias de estudio conforme se dan en la escuela.
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+La mitad de la gente en nuestro mundo jamás ha estado en una escuela. No se han topado con profesores y están privados del privilegio de llegar a ser desertores escolares. No obstante, aprenden eficazmente el mensaje que la escuela enseña: que deben tener escuela y más y más escuela. La escuela les instruye acerca de su propia inferioridad mediante el cobrador de impuestos que les hace pagar por ella, mediante el demagogo que les suscita las esperanzas de tenerla, o bien mediante sus niños cuando éstos se ven enviciados por ella. De modo que a los pobres se les quita su respeto por sí mismos al suscribirse a un credo que concede la salvación sólo a través de la escuela. La Iglesia les da al menos la posibilidad de arrepentirse en la hora de su muerte. La escuela les deja con la esperanza (una esperanza falsificada) de que sus nietos la conseguirán. Esa esperanza es, por cierto, otro aprendizaje más que proviene de la escuela, pero no de los profesores.
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+Los alumnos jamás han atribuido a sus maestros lo que han aprendido. Tanto los brillantes como los lerdos han confiado siempre en la memorización, la lectura y el ingenio para pasar sus exámenes, movidos por el garrote o por la obtención de una carrera ambicionada.
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+Los adultos tienden a crear fantasías románticas sobre su periodo de escuela. Atribuyen retrospectivamente su aprendizaje al maestro cuya paciencia aprendieron a admirar. Pero esos mismos adultos se preocuparán por la salud mental de un niño que corriera a casa a contarles qué ha aprendido de cada uno de sus profesores. Las escuelas crean trabajos para maestros de escuela, independientemente de lo que aprendan de ellos sus alumnos.
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+3\. _Asistencia a jornada completa_. Cada mes veo una nueva lista de propuestas que hace al AID[^n06] alguna industria estadunidense, sugiriéndole reemplazar a los “practicantes del aula” latinoamericanos por unos disciplinados administradores de sistemas o simplemente por la televisión. Pero, aunque el profesor sea una maestra de primaria o un equipo de tipos con delantales blancos, y que logren enseñar la materia indicada en el catálogo o fracasen en el intento, el maestro profesional crea un entorno sagrado.
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+La incertidumbre acerca del futuro de la enseñanza profesional pone al aula en peligro. Si los educadores profesionales se especializan en fomentar el aprendizaje tendrían que abandonar un sistema que exige entre 750 y 1 500 reuniones por año. Pero naturalmente los profesores hacen mucho más que eso. La sabiduría institucional de la escuela dice a los padres, a los alumnos y a los educadores que el profesor, para que pueda enseñar, debe ejercer su autoridad en un recinto sagrado. Esto es válido incluso para profesores cuyos alumnos pasan la mayor parte de su tiempo escolar en un aula sin muros.
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+La escuela, por su naturaleza misma, tiende a reclamar la totalidad del tiempo y las energías de sus participantes. Esto a su vez hace del profesor un custodio, un predicador y un terapeuta.
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+El maestro funda su autoridad sobre una pretensión diferente en cada uno de estos tres papeles. _El profesor-como-custodio_ actúa como maestro de ceremonias que guía a sus alumnos a lo largo de un ritual dilatado y laberíntico. Es árbitro del cumplimiento de las normas y administra las intrincadas rúbricas de iniciación a la vida. En el mejor de los casos, monta la escena para la adquisición de una habilidad como siempre han hecho los maestros de escuela. Sin hacerse ilusiones acerca de producir ningún saber profundo, somete a sus alumnos a ciertas rutinas básicas.
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+El _profesor-como-moralista_ reemplaza a los padres, a Dios, al Estado. Adoctrina al alumno acerca de lo bueno y lo malo, no sólo en la escuela, sino en la sociedad en general. Se presenta _in loco parentis_ para cada cual y asegura así que todos se sientan hijos del mismo Estado.
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+El _profesor-como-terapeuta_ se siente autorizado a inmiscuirse en la vida privada de su alumno a fin de ayudarle a desarrollarse como persona. Cuando esta función la desempeña un custodio y predicador, significa por lo común que persuade al alumno a someterse a una domesticación de su visión de la verdad y de su sentido de lo justo.
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+La afirmación de que una sociedad liberal puede basarse en la escuela moderna, es paradójica. Todas las defensas de la libertad individual quedan anuladas en los tratos de un maestro de escuela con su alumno. Cuando el maestro funde en su persona las funciones de juez, ideólogo y médico, el estilo fundamental de la sociedad es pervertido por el proceso mismo que debiera preparar para la vida. Un maestro que combine estos tres poderes contribuye mucho más a la deformación del niño que las leyes que dictan su menor edad legal o económica, o que restringen su libertad de reunión o de vivienda.
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+Los maestros no son en absoluto los únicos en ofrecer servicios terapéuticos. Los psiquiatras, los consejeros vocacionales y laborales, y hasta los abogados ayudan a sus clientes a decidir, a desarrollar sus personalidades y a aprender. Pero el sentido común le dice al cliente que dichos profesionales deben abstenerse de imponer sus opiniones sobre lo bueno y lo malo, o de obligar a nadie a seguir su consejo. Los maestros de escuelas y los curas son los únicos profesionales que se sienten con derecho para inmiscuirse en los asuntos privados de sus clientes al mismo tiempo que predican a un público obligado.
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+Los niños no están protegidos ni por la Primera ni por la Quinta Enmienda[^n07] cuando están frente a ese sacerdote secular, el profesor. El niño tiene que enfrentarse con un hombre que usa una triple corona invisible y que, como la tiara papal, es el símbolo de la triple autoridad conjugada en una persona. Para el niño, el maestro pontifica como pastor, profeta y sacerdote —es a un mismo tiempo guía, maestro y administrador de un ritual sagrado—. Conjuga las pretensiones de los papas medievales en una sociedad constituida bajo la garantía de que tales pretensiones no serán jamás ejercidas conjuntamente por una institución establecida y obligatoria —la Iglesia o el Estado—.
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+Definir a los niños como alumnos a jornada completa permite al profesor ejercer sobre sus personas una especie de poder que está mucho menos limitado por restricciones constitucionales o consuetudinarias que el poder detentado por el guardián de otros enclaves sociales. La edad cronológica de los niños los descalifica respecto de las salvaguardas que son de rutina para adultos situados en un asilo moderno —un manicomio, un monasterio o una cárcel—.
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+Bajo la mirada autoritaria del maestro, los valores se confunden y las diferencias se borran. Las distinciones entre moralidad, legalidad y valor personal se difuminan y eventualmente se eliminan. Se hace sentir cada transgresión como un delito múltiple. Se cuenta con que el delincuente sienta que ha quebrantado una norma, que se ha comportado de modo inmoral y se ha abandonado. A un alumno que ha conseguido hábilmente ayuda en un examen se le dice que es un delincuente, un corrompido y un mequetrefe.
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+La asistencia a clases saca a los niños del mundo cotidiano de la cultura occidental y los sumerge en un ambiente mucho más primitivo, mágico y mortalmente serio. La escuela no podría crear un enclave como éste, dentro del cual se suspende físicamente a los menores durante muchos años sucesivos de las normas de la realidad ordinaria, si no tuviera el poder de encarcelar físicamente a los menores durante esos años en su territorio sagrado. La norma de asistencia posibilita que el aula sirva de útero mágico, del cual el niño es dado periódicamente a luz al terminar el día escolar y el año escolar, hasta que es finalmente lanzado a la vida adulta. Ni la niñez universalmente prolongada ni la atmósfera sofocante del aula podrían existir sin las escuelas. Sin embargo, las escuelas, como canales obligatorios de aprendizaje, podrían existir sin ninguna de ambas y ser más represivas y destructivas que todo lo que hayamos podido conocer hasta la fecha. Para entender lo que significa desescolarizar la sociedad y no tan sólo reformar el sistema educativo establecido, debemos concentrarnos ahora en el currículum oculto de la escolarización. No nos ocupamos en este caso, y directamente, del currículum oculto de las calles del gueto, que deja marcado al pobre, o del currículum camuflado de salón, que beneficia al rico. Nos interesa más bien llamar la atención sobre el hecho de que el ceremonial o ritual de la escolarización misma constituye un currículum escondido de este tipo. Incluso el mejor de los maestros no puede proteger del todo a sus alumnos contra él. Este currículum oculto de la escolarización añade inevitablemente prejuicio y culpa a la discriminación que una sociedad practica contra algunos de sus miembros y realza el privilegio de otros con un nuevo título con el cual tener en menos a la mayoría. De modo igualmente inevitable, este currículum oculto sirve como ritual de iniciación a una sociedad de consumo orientada hacia el crecimiento, tanto para ricos como para pobres.
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+## Ritualización del progreso
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+El graduado en una universidad ha sido escolarizado para cumplir un servicio selectivo entre los ricos del mundo sean cuales fueren sus afirmaciones de solidaridad con el Tercer Mundo, cada estadunidense que ha conseguido su título universitario ha tenido una educación que cuesta una cantidad cinco veces mayor que los ingresos medios de toda una vida en el seno de la mitad desheredada de la humanidad. A un estudiante latinoamericano se le introduce en esta exclusiva fraternidad acordándole para su educación un gasto por lo menos 350 veces mayor que el de sus conciudadanos de clase media. Salvo muy raras excepciones, el graduado universitario de un país pobre se siente más a gusto con sus colegas norteamericanos o europeos que con sus compatriotas no escolarizados, y a todos los estudiantes se les somete a un proceso académico que les hace sentirse felices sólo en compañía de otros consumidores de los productos de la máquina educativa.
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+La universidad moderna sólo confiere el privilegio de disentir a aquellos que han sido comprobados y clasificados como fabricantes de dinero o detentadores de poder en potencia. A nadie se le conceden fondos provenientes de impuestos para que tengan así tiempo libre para autoeducarse o el derecho de educar a otros, a menos que al mismo tiempo puedan certificarse sus logros. Las escuelas eligen para cada nivel superior sucesivo a aquellos que en las primeras etapas del juego hayan demostrado ser buenos riesgos[^n08] para el orden establecido. Al tener un monopolio sobre los recursos para el aprendizaje y sobre la investidura de los papeles por desempeñar en la sociedad, la universidad invita a sus filas al descubridor y al disidente en potencia. Un grado siempre deja su tinta indeleble con el precio en el currículum de su consumidor. Los graduados universitarios diplomados encajan sólo en un mundo que pone un marbete con el precio en sus cuellos dándoles así el poder de pertenecer a un mundo donde todo recibe un valor mercantil. En cada país, el monto que consume el graduado universitario fija la pauta para todos los demás; si fueran gente civilizada con trabajo o cesantes habrán de aspirar al estilo de vida de los graduados universitarios.
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+De este modo, la universidad tiene por efecto imponer normas de consumo en el trabajo o en el hogar, y lo hace en todo el mundo y bajo todos los sistemas políticos. Cuanto menos graduados universitarios hay en un país, tanto más sirven de modelo para el resto de la población sus ilustradas exigencias. La brecha entre el consumo de un graduado universitario y el de un ciudadano corriente es incluso más ancha en Rusia, China y Argelia que en Estados Unidos. Los coches, los viajes en avión y los magnetófonos confieren una distinción más notoria en un país socialista en donde únicamente un título, y no tan sólo el dinero, puede procurarlos.
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+La capacidad de la universidad para fijar metas de consumo es algo nuevo. En muchos países la universidad adquirió este poder sólo en la década de los años sesenta, conforme la ilusión de acceso parejo a la educación pública comenzó a difundirse. Antes de entonces la universidad protegía la libertad de expresión de un individuo, pero no convertía automáticamente su conocimiento en riqueza. Durante la Edad Media, ser un estudioso significaba ser pobre y hasta mendicante. En virtud de su vocación, el estudioso medieval aprendía latín, se convertía en un _outsider_ digno tanto de la mofa como de la estimación del campesino y del príncipe, del burgués y del clérigo.
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+Para triunfar en el mundo, el escolástico tenía que ingresar primero en él, entrando en la carrera funcionaria, preferiblemente la eclesiástica. La universidad antigua era una zona liberada para el descubrimiento y el debate de ideas nuevas y viejas. Los maestros y los estudiantes se reunían para leer los textos de otros maestros, muertos mucho antes, y las palabras vivas de los maestros difuntos daban nuevas perspectivas a las falacias del mundo presente. La universidad era entonces una comunidad de búsqueda académica y de inquietud endémica.
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+En la universidad multidisciplinaria moderna esta comunidad ha huido hacia las márgenes, en donde se junta en un apartamento, en la oficina de un profesor o en los aposentos del capellán. El propósito estructural de la universidad moderna guarda poca relación con la búsqueda tradicional. Desde los días de Gutenberg, el intercambio de la indagación disciplinada y crítica se ha trasladado en su mayor parte de la “cátedra” a la imprenta. La universidad moderna ha perdido por incumplimiento su posibilidad de ofrecer un escenario simple para encuentros que sean autónomos y anárquicos, enfocados hacia un interés y sin embargo espontáneos y vivaces, y ha elegido en cambio administrar el proceso mediante el cual se produce lo que ha dado en llamarse investigación y enseñanza.
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+Desde el _Sputnik_ , la universidad estadunidense ha estado tratando de ponerse a la par con el número de graduados que sacan los soviéticos. Ahora los alemanes están abandonando su tradición académica y están construyendo unos _campus_ para ponerse a la par con los estadunidenses. Durante esta década quieren aumentar sus erogaciones en escuelas primarias y secundarias de 14 000 a 59 000 millones de marcos alemanes y triplicar los desembolsos para la instrucción superior. Los franceses se proponen elevar para 1980 a 10% de su PNB el monto gastado en escuelas, y la Fundación Ford ha estado empujando a países pobres de América Latina a elevar sus desembolsos per cápita para los graduados “respetables” a los niveles estadunidenses. Los estudiantes consideran sus estudios como la inversión que produce el mayor rédito monetario, y las naciones los ven como un factor clave para el desarrollo.
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+Para la mayoría que va en pos de un grado universitario, la universidad no ha perdido prestigio, pero desde 1968 ha perdido notoriamente categoría entre sus creyentes. Los estudiantes se niegan a prepararse para la guerra, la contaminación y la perpetuación del prejuicio. Los profesores les ayudan en su recusación de la legitimidad del gobierno, de su política exterior, de la educación y del sistema de vida norteamericano. No pocos rechazan títulos y se preparan para una vida en una contracultura, fuera de la sociedad diplomada. Parecen elegir la vía de los Fraticelli medievales o de los Alumbrados de la Reforma, que fueron los _hippies_ y desertores escolares de su época. Otros reconocen el monopolio de las escuelas sobre los recursos que ellos necesitan para construir una contrasociedad. Buscan apoyo el uno en el otro para vivir con integridad mientras se someten al ritual académico. Forman, por así decirlo, focos de herejía en medio de la jerarquía.
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+No obstante, grandes sectores de la población general miran al místico moderno y al heresiarca moderno con alarma. Éstos amenazan la economía consumista, el privilegio democrático y la imagen que de sí mismo tiene Estados Unidos. Pero no es posible eliminarlos con sólo desearlo. Son cada vez menos aquellos a los que es posible reconvertir y reincorporar en las filas mediante sutilezas —como, por ejemplo, darles el cargo de enseñar como profesores su herejía—. De aquí la búsqueda de medios que hagan posible ya sea librarse de disidentes, ya sea disminuir la importancia de la universidad que les sirve de base para protestar.
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+A los estudiantes y a la facultad que ponen en tela de juicio la legitimidad de la universidad, y lo hacen pagando un alto costo personal, no les parece por cierto estar fijando normas de consumo ni favoreciendo un sistema determinado de producción. Aquellos que han fundado grupos tales como el Committee of Concerned Asian Scholars y el North American Congress of Latin America (NACLA) han sido de los más eficaces para cambiar radicalmente la visión que millones de personas jóvenes tenían de países extranjeros. Otros más han tratado de formular interpretaciones marxistas de la sociedad norteamericana o han figurado entre los responsables de la creación de comunas. Sus logros dan nuevo vigor al argumento de que la existencia de la universidad es necesaria para una crítica social sostenida.
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+No cabe duda de que en este momento la universidad ofrece una combinación singular de circunstancias que permite a algunos de sus miembros criticar el conjunto de la sociedad. Proporciona tiempo, movilidad, acceso a los iguales y a la información, así como cierta impunidad —privilegios de que no disponen igualmente otros sectores de la población—. Pero la universidad permite esta libertad sólo a quienes ya han sido profundamente iniciados en la sociedad de consumo y en la necesidad de alguna especie de escolaridad pública obligatoria.
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+El sistema escolar de hoy en día desempeña la triple función que ha sido común a las Iglesias poderosas a lo largo de la historia. Es simultáneamente el depósito del mito de la sociedad, la institucionalización de las contradicciones de ese mito y el lugar donde ocurre el ritual que reproduce y encubre las disciplinas entre el mito y la realidad. El sistema escolar, y en particular la universidad, proporciona hoy grandes oportunidades para criticar el mito y para rebelarse contra las perversiones institucionales. Pero el ritual que exige tolerancia para con las contradicciones fundamentales entre mito e institución pasa todavía por lo general sin ponerse en tela de juicio, pues ni la crítica ideológica ni la acción social pueden dar a luz una nueva sociedad. Sólo el desencanto del ritual social central, el desligarse del mismo y reformarlo pueden llevar a cabo un cambio radical.
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+La universidad estadunidense ha llegado a ser la etapa final del rito de iniciación más global que el mundo haya conocido. Ninguna sociedad histórica ha logrado sobrevivir sin ritual o mito, pero la nuestra es la primera que ha necesitado una iniciación tan aburrida, morosa, destructiva y costosa a su mito. La civilización mundial contemporánea es también la primera que estimó necesario racionalizar su ritual fundamental de iniciación en nombre de la educación. No podemos iniciar una reforma de la educación a menos que entendamos primero que ni el aprendizaje individual ni la igualdad social pueden acrecentarse mediante el ritual de la escolarización. No podremos ir más allá de la sociedad de consumo a menos que entendamos primero que las escuelas públicas obligatorias reproducen inevitablemente dicha sociedad, independientemente de lo que se enseñe en ellas.
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+El proyecto de desmitologización que propongo no puede limitarse tan sólo a la universidad. Cualquier intento de reformar la universidad sin ocuparse del sistema del que forma parte integral es como tratar de hacer la reforma urbana en Nueva York, desde el piso decimosegundo hacia arriba. La mayor parte de las reformas introducidas en la enseñanza superior, equivalen a rascacielos construidos sobre chozas. Sólo una generación que se críe sin escuelas obligatorias será capaz de recrear la universidad.
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+### El mito de los valores institucionalizados
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+La escuela inicia asimismo el Mito del Consumo Sin Fin. Este mito moderno se funda en la creencia según la cual el sistema de producción produce inevitablemente algo de valor y que, por consiguiente, la producción produce necesariamente demanda. La escuela nos enseña que la instrucción produce aprendizaje. La existencia de las escuelas produce la demanda de escolaridad. Una vez que hemos aprendido a necesitar la escuela, todas nuestras actividades tienden a tomar la forma de relaciones de clientes respecto de otras instituciones especializadas. Una vez que se ha desacreditado al hombre o a la mujer autodidactos, toda actividad no profesional se hace sospechosa. En la escuela se nos enseña que el resultado de la asistencia es un aprendizaje valioso; que el valor del aprendizaje aumenta con el monto de la información de entrada y, finalmente, que este valor puede medirse y documentarse mediante grados y diplomas.
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+De hecho, el aprendizaje es la actividad humana que menos manipulación de terceros necesita. La mayor parte del aprendizaje no es la consecuencia de una instrucción. Es más bien el resultado de una participación a la que no se estorba en un entorno significativo. La mayoría de la gente aprende mejor “metiendo la cuchara” y, sin embargo, la escuela les hace identificar su desarrollo cognoscitivo personal con una programación y una manipulación complicadas.
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+Una vez que un hombre o una mujer ha aceptado la necesidad de la escuela, es presa fácil de otras instituciones. Una vez que los jóvenes han permitido que a su imaginación la forme la instrucción curricular, están condicionados para las planificaciones institucionales de toda especie. La “institución” les ahoga el horizonte imaginativo. No se les puede traicionar, sólo engañar en el precio, porque se les ha enseñado a reemplazar la esperanza por las expectativas. Para bien o para mal, ya no serán sorprendidos por terceros, pues se les ha enseñado qué pueden esperar de cualquier otra persona que ha sido enseñada como ellos. Esto es válido para el caso de otra persona o de una máquina.
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+Esta transferencia de responsabilidad desde sí mismo a una institución garantiza la regresión social, especialmente desde el momento en que se ha aceptado como una obligación. Así, los rebeldes contra el _Alma Mater_ a menudo “la consiguen” e ingresan en su facultad en vez de desarrollar la valentía de infectar a otros con su enseñanza personal y de asumir la responsabilidad de las consecuencias de tal enseñanza. Esto sugiere la posibilidad de una nueva historia de Edipo —Edipo Profesor, que “consigue” a su madre a fin de engendrar hijos de ella—. El hombre adicto a ser enseñado busca su seguridad en la enseñanza compulsiva. La mujer que experimenta su conocimiento como el resultado de un proceso quiere reproducirlo en otros.
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+### El mito de la medición de los valores
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+Los valores institucionalizados que infunde la escuela son valores cuantificados. La escuela inicia a los jóvenes en un mundo en el que todo puede medirse, incluso su imaginación y hasta el hombre mismo.
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+Pero el desarrollo personal no es una entidad mensurable. Es crecimiento en disensión disciplinada, que no puede medirse respecto a ningún cartabón, a ningún currículum, ni compararse con lo logrado por algún otro. En ese aprendizaje podemos emular a otros sólo en el empeño imaginativo, y seguir sus huellas más bien que remedar sus maneras de andar. El aprendizaje que yo aprecio es una recreación inmensurable.
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+Las escuelas pretenden desglosar el aprendizaje en “materias”, para incorporar en el alumno un currículum hecho con estos ladrillos prefabricados y para medir el resultado con una escala internacional. Las personas que se someten a la norma de otros para la medida de su propio desarrollo personal pronto se aplican el mismo cartabón a sí mismos. Ya no es necesario ponerlos en su lugar, pues se colocan solos en sus casilleros correspondientes, se comprimen en el nicho que se les ha enseñado a buscar y, en el curso de este mismo proceso, colocan asimismo a sus prójimos en sus lugares, hasta que todo y todos encajan.
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+Las personas que han sido escolarizadas hasta su talla dejan que la experiencia no mensurada se les escape entre los dedos. Para ellas, lo que no puede medirse se hace secundario, amenazante. No es necesario robarles su creatividad. Con la instrucción, han desaprendido a “hacer” lo suyo o a “ser” ellas mismas, y valoran sólo aquello que ha sido fabricado o podría fabricarse.
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+Una vez que se ha escolarizado a las personas con la idea de que los valores pueden producirse y medirse, tienden a aceptar toda clase de clasificaciones jerárquicas. Existe una escala para el desarrollo de las naciones, otra para la inteligencia de los nenes, e incluso el avance hacia la paz puede medirse según un recuento de personas. En un mundo escolarizado, el camino hacia la felicidad está pavimentado con un índice de precios para el consumidor.
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+### El mito de los valores envasados
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+La escuela vende currículum: un atado de mercancías hecho con el mismo proceso y con la misma estructura que cualquier otra mercancía. La producción del currículum para la mayoría de las escuelas comienza con la investigación presuntamente científica; fundados en ella los ingenieros de la educación predicen la demanda futura y las herramientas para la línea de montaje, dentro de los límites establecidos por presupuestos y tabúes. El distribuidor-profesor entrega el producto terminado al consumidor-alumno, cuyas reacciones son cuidadosamente estudiadas y tabuladas a fin de proporcionar datos para la investigación que servirán para preparar el modelo siguiente que podrá ser “desgraduado”, “concebido para alumnado”, “concebido para un trabajo en equipo”, “con ayudas visuales” o “centrado en temas”.
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+El resultado del proceso de producción de un currículum se asemeja a cualquier otro artículo moderno de primera necesidad. Es un paquete de significados planificados, una mercancía cuyo “atractivo equilibrado” la hace comercializable para una clientela lo bastante grande como para justificar su elevado coste de producción. A los consumidores-alumnos se les enseña a ajustar sus deseos a valores comercializables. De modo que se les hace sentir culpables si no se comportan en conformidad con los resultados de los análisis de mercado y si no obtienen los grados y diplomas que los colocarán en la categoría laboral que se les ha inducido a esperar.
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+Los educadores pueden justificar unos currícula más costosos fundándose en lo que han observado, a saber, que las dificultades de aprendizaje se elevan en proporción al costo del currículum. Ésta es una aplicación de aquella ley de Parkinson que dice que una labor se expande junto con los recursos disponibles para ejecutarla. Esta ley puede verificarse en todos los niveles de la escuela: por ejemplo, las dificultades de lectura han sido un tema principal de debate en que los grados per cápita en ellas se han aproximado a los niveles estadunidenses de 1950 —año en el cual las dificultades para aprender a leer llegaron a ser tema de importancia en las escuelas de Estados Unidos.
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+De hecho, los estudiantes saludables redoblan su resistencia a la enseñanza conforme se ven más cabalmente manipulados. Su resistencia no se debe al estilo autoritario de una escuela pública o al estilo seductor de algunas escuelas libres, sino al planteamiento fundamental común a todas las escuelas —la idea de que el juicio de una persona debiera determinar qué y cuándo debe aprender otra persona—.
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+### El mito del progreso que se perpetúa a sí mismo
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+Los crecientes costes per cápita de la instrucción, aun cuando vayan acompañados por réditos de aprendizaje decrecientes, aumentan paradójicamente el valor del alumno o alumna ante sus propios ojos y su valor en el mercado. La escuela, casi al coste que sea, iza a empellones al alumno hasta el nivel del consumo curricular competitivo, hasta meterlo en el progreso hacia unos niveles cada vez más elevados. Los gastos que motivan al alumno a permanecer en la escuela se desbocan conforme asciende la pirámide. En niveles más altos adoptan el disfraz de nuevos estadios de futbol o programas llamados de Educación Internacional. Aunque no enseña ninguna otra cosa, la escuela enseña al menos el valor de la escalada: el valor de la manera estadunidense de hacer las cosas.
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+La guerra de Vietnam se ajusta a la lógica prevaleciente. Su éxito se ha medido por el número de personas efectivamente tratadas con balas baratas descargadas a un coste inmenso, y a este cálculo salvaje se le llama desvergonzadamente “recuento de cuerpos”. Así como los negocios son los negocios, la acumulación inacabable de dinero, así también la guerra es el matar, la acumulación inacabable de cuerpos muertos. De manera semejante, la educación es escolarización, y este proceso sin término se cuenta en alumnos-hora. Los diferentes procesos son irreversibles y se justifican por sí mismos. Según las normas económicas, el país se hace cada vez más rico. Según las normas de la contabilidad mortal, la nación continúa ganando perennemente sus guerras. Y conforme a las normas escolares, la población se va haciendo cada vez más educada.
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+El programa escolar está hambriento de un bocado cada vez mayor de instrucción, pero aun cuando esta hambre conduzca a una absorción sostenida, nunca da el gozo de saber algo a satisfacción. Cada tema llega envasado con la instrucción de continuar consumiendo una “oferta” tras otra, y el envase del año anterior es siempre anticuado para el consumidor del año en curso. El fraudulento negocio de los libros de texto está construido sobre esta demanda. Los reformadores de la educación prometen a cada generación lo último y lo mejor, y al público se le escolariza para pedir lo que ellos ofrecen. Tanto el desertor, a quien se le hace recordar a perpetuidad lo que se perdió, como el graduado, a quien se le hace sentir inferior a la nueva casta de estudiantes, saben exactamente dónde están situados en el ritual de engaños crecientes, y continúan apoyando una sociedad que, para denominar la brecha cada vez más ancha de frustración, usa el eufemismo de “revolución de expectativas crecientes”.
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+Pero el crecimiento concebido como un consumo sin términos —el progreso eterno— no puede conducir jamás a la madurez. El compromiso con un ilimitado aumento cuantitativo vicia la posibilidad de un desarrollo orgánico.
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+### El juego ritual y la nueva religión mundial
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+En las naciones desarrolladas, la edad para salir de la escuela excede el aumento de los años de vida probable. Dentro de una década se cortarán ambas curvas y crearán un problema para Jessica Mitford y para los profesionales que se interesan por la “educación terminal”. Me hace recordar la Edad Media tardía, cuando la demanda por los servicios de la Iglesia sobrepasó la duración de la vida, y se creó el “purgatorio” para purificar a las almas bajo el control papal antes de que pudiesen ingresar en la paz eterna. Lógicamente, esto condujo primero a un tráfico de indulgencias y luego a un intento de Reforma. El Mito del Consumo Sin Fin ocupa ahora el lugar de la creencia en la vida eterna.
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+Arnold Toynbee señaló que la decadencia de una gran cultura suele ir acompañada por el surgimiento de una nueva Iglesia Universal que lleva la esperanza al proletariado interior mientras atiende al mismo tiempo las necesidades de una nueva casta guerrera. La escuela parece eminentemente apta para ser la Iglesia Universal de nuestra decadente cultura. Ninguna institución podría ocultar mejor a sus participantes la profunda discrepancia entre los principios sociales y la realidad social en el mundo de hoy. Secular, científica y negadora de la muerte, se ciñe estrechamente al ánimo moderno. Su apariencia clásica, crítica, la hace aparecer, si no antirreligiosa, al menos pluralista. Su currículum define la ciencia y la define a ella misma mediante la llamada investigación científica. Nadie completa la escuela —todavía—. No cierra sus puertas a nadie sin antes ofrecerle una oportunidad más: educación de recuperación, para adultos y de continuación.
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+La escuela sirve como una eficaz creadora y preservadora del mito social debido a su estructura como juego ritual de promociones graduadas. La introducción a este ritual es mucho más importante que el asunto enseñado o el cómo se enseña. Es el juego mismo el que escolariza, el que se mete en la sangre y se convierte en hábito. Se inicia a una sociedad entera en el Mito del Consumo Sin Fin de servicios. Esto ocurre hasta tal punto que la formalidad de participar en el ritual sin término se hace obligatoria y compulsiva por doquier. La escuela ordena una rivalidad ritual en forma de juego internacional que obliga a los competidores a achacar los males del mundo a aquellos que no pueden o no quieren jugar. La escuela es un ritual de iniciación que introduce al neófito en la sagrada carrera del consumo progresivo, un ritual propiciatorio cuyos sacerdotes académicos son mediadores entre los creyentes y los dioses del privilegio y del poder, un ritual de expiación que sacrifica a sus desertores, marcándolos a fuego como chivos expiatorios del subdesarrollo.
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+Incluso aquellos que en el mejor de los casos pasan unos pocos años en la escuela —y éste es el caso de la abrumadora mayoría en América Latina, Asia y África— aprenden a sentirse culpables debido a su subconsumo de escolarización. En México es obligatorio aprobar seis grados de escuela. Los niños nacidos en el tercio económico inferior tienen sólo dos posibilidades sobre tres de aprobar el primer grado. Si lo aprueban, tienen cuatro probabilidades sobre 100 de terminar la escolaridad obligatoria en el sexto grado. Si nacen en el tercio medio, sus probabilidades aumentan a 12 sobre 100. Con estas pautas, México ha tenido más éxito que la mayoría de las otras 26 repúblicas latinoamericanas en cuanto a proporcionar educación pública.
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+Todos los niños saben, en todas partes, que se les ha dado una posibilidad, aunque desigual, en una lotería obligatoria, y la supuesta igualdad de la norma internacional realza ahora la pobreza original de esos niños con la discriminación autoinfligida que el desertor acepta. Se les ha escolarizado en la creencia de las expectativas crecientes y pueden racionalizar ahora su creciente frustración fuera de la escuela aceptando el rechazo de la gracia escolástica que les ha caído en suerte. Se les expulsa del paraíso porque, habiendo sido bautizados, no fueron a la Iglesia. Nacidos en pecado original, se les bautiza en el primer grado, pero van al Gehenna (que en hebreo significa “conventillo”) debido a sus faltas personales. Así como Max Weber examinó los efectos sociales de la creencia en que la salvación pertenecía a quienes acumulaban riqueza, podemos observar ahora que la gracia está reservada para aquellos que acumulan años de escuela.
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+### El reino venidero la universalización de las expectativas
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+La escuela conjuga las expectativas del consumidor expresadas en sus pretensiones, con las creencias del productor expresadas en su ritual. Es una expresión litúrgica del _cargocult_[^n09] que recorrió la Melanesia en la década de 1940-1950, que inyectaba en sus cultores la creencia de que si se colocaban una corbata negra sobre el torso desnudo, Jesús llegaría en un vapor trayendo una nevera, un par de pantalones y una máquina de coser para cada creyente.
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+La escuela funde el crecimiento en humillante dependencia de un maestro con el crecimiento en el vano sentido de omnipotencia que es tan típico del alumno que quiere ir a enseñar a todas las naciones a salvarse. El ritual está moldeado según los severos hábitos de trabajo de los obreros de la construcción, y su finalidad es celebrar el mito de un paraíso terrestre de consumo sin fin, que es la única esperanza del desgraciado y el desposeído.
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+A lo largo de la historia ha habido epidemias de insaciables expectativas en este mundo, especialmente entre grupos colonizados y marginales en todas las culturas. Los judíos tuvieron durante el Imperio romano sus Esenios y Mesías judíos, los siervos en la Reforma tuvieron su Thomas Münzer, los desposeídos indios desde el Paraguay hasta Dakota sus contagiosos bailarines. Estas sectas estaban siempre dirigidas por un profeta, y limitaban sus promesas a unos pocos elegidos. En cambio la espera del reino a que induce la escuela es impersonal más que profética, y universal más que local. El hombre ha llegado a ser el ingeniero de su propio Mesías y promete las limitadas recompensas de la ciencia a aquellos que somete a una progresiva tecnificación para su reino.
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+### La nueva alienación
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+La escuela no sólo es la Nueva Religión Mundial. Es también el mercado de trabajo de crecimiento más veloz del mundo. La tecnificación de los consumidores ha llegado a ser el principal sector de crecimiento de la economía. Conforme el coste de la producción disminuye en las naciones ricas, se produce una concentración creciente de capital y trabajo en la vasta empresa de equipar al hombre para un consumo disciplinario. Durante la década pasada las inversiones de capital relacionadas directamente con el sistema escolar aumentaron con velocidad incluso mayor que los gastos para defensa. El desarme tan sólo aceleraría el proceso por el cual la industria del aprendizaje se encamina al centro de la economía nacional. La escuela proporciona oportunidades ilimitadas para el derroche legitimizado, mientras su destructividad pasa inadvertida y crece el coste de los paliativos.
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+Si a quienes asisten a jornada completa agregamos los que enseñan a jornada completa, nos percatamos de que esta llamada superestructura ha llegado a ser el principal patrono de la sociedad. En Estados Unidos hay 62 millones en la escuela y 80 millones trabajando en otras cosas. Esto a menudo lo han olvidado los analistas neomarxistas cuando dicen que el proceso de desescolarización debe posponerse o dejarse pendiente hasta que otros desórdenes, considerados tradicionalmente como más importantes, los haya corregido una revolución económica y política. Pero hay que comprender que la escuela es una industria antes de querer edificar una estrategia revolucionaria realista. Para Marx, el coste de producir las demandas de bienes apenas si era significativo. Actualmente, la mayor parte de la mano de obra está empleada en la producción de demandas que puede satisfacer la industria que hace un uso intenso del capital. La mayor parte de este trabajo se realiza en la escuela.
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+En el esquema tradicional, la alienación era una consecuencia directa de que el trabajo se convirtiera en labor asalariada que privaba al hombre de su oportunidad para crear y recrearse. Ahora a los menores los prealienan las escuelas que los aíslan del mundo mientras juegan a ser productores y consumidores de su propio conocimiento, al que se concibe como una mercancía en el mercado en la escuela. La escuela hace de la alienación una preparación para la vida, privando así a la educación de realidad y al trabajo de creatividad. La escuela prepara para la alienante institucionalización de la vida al enseñar la necesidad de ser enseñado. Una vez que se aprende esta lección, la gente pierde su incentivo para desarrollarse con independencia; ya no encuentra atractivos en relacionarse y se cierra a las sorpresas que la vida ofrece cuando no está predeterminada por la definición institucional. La escuela emplea directa o indirectamente a una mayor parte de la población. La escuela o bien guarda a la gente de por vida o asegura el que encaje en alguna otra institución.
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+La Nueva Iglesia Mundial es la industria del conocimiento, proveedora de opio y banco de trabajo durante un número creciente de años de la vida de un individuo. La desescolarización es por consiguiente fundamental para cualquier movimiento de liberación del hombre.
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+### La potencialidad revolucionaria de la desescolarización
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+La escuela no es de ningún modo, por cierto, la única institución moderna cuya finalidad primaria es moldear la visión de la realidad en el hombre. El currículum escondido de la vida familiar, de la conscripción militar, del llamado profesionalismo o de los medios informativos desempeña un importante papel en la manipulación institucional de la visión del mundo que tiene el hombre, de su lenguaje y de sus demandas. Pero la escuela esclaviza más profunda y sistemáticamente, puesto que sólo a ella se le acredita la función principal de formar el juicio crítico y, paradójicamente, trata de hacerlo haciendo que el aprender sobre sí mismo, sobre los demás y sobre la naturaleza dependa de un proceso preempacado. La escuela nos alcanza de manera tan íntima que ninguno puede esperar liberarse de ella mediante algo externo.
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+Muchos de los que se autodenominan revolucionarios son víctimas de la escuela. Incluso ven la “liberación” como el producto de algo institucional. Sólo al librarse uno mismo de la escuela se disipa esa ilusión. El descubrimiento de que la mayor parte del aprendizaje no requiere enseñanza no puede ser ni manipulado ni planificado. Cada uno de nosotros es responsable de su propia desescolarización, y sólo nosotros tenemos el poder de hacerlo. No puede excusarse a nadie si no logra liberarse de la escolarización. El pueblo no pudo liberarse de la Corona sino hasta que al menos algunos de ellos se liberaron de la Iglesia establecida. No pueden liberarse del consumo progresivo hasta que no se liberen de la escuela obligatoria.
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+Todos estamos metidos en la escolarización, tanto desde el aspecto de la producción como desde el del consumo. Estamos supersticiosamente convencidos de que el buen aprendizaje puede y debería producirse en nosotros —y de que podemos producirlo en otros—. Nuestro intento de desligarnos del concepto de escuela hará surgir las resistencias que hallamos en nosotros mismos cuando tratamos de renunciar al consumo ilimitado y a la ubicua suposición de que a los otros se les puede manipular por su propio bien. Nadie está totalmente exento de explotar a otros en el proceso de escolarización.
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+La escuela es el más grande y más anónimo de todos los patrones. De hecho es el mejor empleo de un nuevo tipo de empresa, sucesora del gremio, de la fábrica y de la sociedad anónima. Las empresas multinacionales que han dominado la economía están siendo complementadas ahora, y puede que algún día sean suplantadas por organismos de servicio con planificación supranacional. Estas empresas presentan sus servicios de manera que hacen que todos los hombres se sientan obligados a consumirlos. Se rigen por una normativa internacional, redefiniendo el valor de sus servicios periódicamente y por doquiera a un ritmo aproximadamente parejo.
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+El “transporte” que se apoya en nuevos coches y supercarreteras atiende a la misma necesidad institucionalmente envasada de comodidad, prestigio, velocidad y equipamiento, independientemente de que sus componentes los produzca o no el Estado. El aparato de la “atención médica” define una especie peculiar de salud, poco importa que sea el individuo o el Estado quien pague el servicio. La promoción graduada a fin de obtener diplomas ajusta al estudiante para ocupar un lugar en la misma pirámide internacional de mano de obra cualificada, independientemente de quien dirija la escuela.
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+En todos estos casos el empleo es un beneficio oculto: el chofer de un automóvil privado, el paciente que se somete a hospitalización o el alumno en el aula deben considerase como parte de una nueva clase de “empleados”. Un movimiento de liberación que se inicie en la escuela y, sin embargo, esté fundado en maestros y alumnos como explotados y explotadores simultáneamente, podría anticiparse a las estrategias revolucionarias del futuro; pues un programa radical de desescolarización podría adiestrar a la juventud en el nuevo estilo de revolución necesaria para desafiar a un sistema social que exhibe una “salud”, una “riqueza” y una “seguridad” obligatorias.
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+Los riesgos de una rebelión contra la escuela son imprevisibles, pero no son tan horribles como los de una revolución que se inicie en cualquier otra institución principal. La escuela no está todavía organizada para defenderse con tanta eficacia como una nación-Estado, o incluso como una gran sociedad anónima. La liberación de la opresión de las escuelas podría ser incruenta. Las armas del vigilante escolar[^n10] y de sus aliados en los tribunales y en las agencias de empleo podrían tomar medidas muy crueles contra el o la delincuente individual, especialmente si fuese pobre, pero podrían ser a su vez impotentes si surgiera un movimiento de masas.
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+La escuela se ha convertido en un problema social; se le ataca por todas partes, y los ciudadanos y los gobiernos patrocinan experimentos no convencionales en todo el mundo. Recurren a insólitos expedientes estadísticos a fin de preservar la fe y salvar las apariencias. El ánimo que existe entre algunos educadores es muy parecido al ánimo de los obispos católicos después del Concilio Vaticano. Los planes de estudio de las llamadas “escuelas libres” se parecen a las liturgias de las misas con música folclórica y rock. Las exigencias de los estudiantes de bachillerato para tener voz y voto en la elección de sus profesores son tan estridentes como las de los feligreses que exigen seleccionar a sus párrocos. Pero para la sociedad está en juego algo mucho mayor si una minoría significativa pierde su fe en la escolaridad. Esto pondría en peligro la supervivencia no sólo del orden económico construido sobre la coproducción de bienes y demandas, sino igualmente del orden político construido sobre la nación-Estado dentro del cual los estudiantes son dados a la luz por la escuela.
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+Nuestras alternativas posibles son harto claras. O continuamos creyendo que el aprendizaje institucionalizado es un producto que justifica una inversión ilimitada, o redescubrimos que la legislación, la planificación y la inversión, si de alguna manera encajan en la educación formal, debieran usarse principalmente para derribar las barreras que ahora obstaculizan las posibilidades de aprendizaje, el cual sólo puede ser una actividad personal.
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+Si no ponemos en tela de juicio el supuesto de que el conocimiento valedero es una mercancía que en ciertas circunstancias puede metérsele a la fuerza al consumidor, la sociedad se verá cada día más dominada por siniestras seudoescuelas y totalitarios administradores de la información. Los terapeutas pedagógicos drogarán más a sus alumnos a fin de enseñarles mejor, y los estudiantes se drogarán más a fin de conseguir aliviarse de las presiones de los profesores y de la carrera por diplomas. Ejércitos cada día mayores de burócratas presumirán de maestros. El lenguaje del escolar ya se lo ha apropiado el publicista. Ahora el general y el policía tratarán de dignificar sus profesiones disfrazándose de educadores. En una sociedad escolarizada, las guerras y la represión civil encuentran una justificación racional educativa. La guerra pedagógica al estilo Vietnam se justificará cada vez más como la única manera de enseñar a la gente el valor superior del progreso inacabable.
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+La represión se considerará como un empeño de misioneros por apresurar la venida del Mesías mecánico. Más y más países recurrirán a la tortura pedagógica puesta ya en práctica en Brasil y Grecia. Esta tortura pedagógica no se usa para extraer información o para satisfacer las necesidades psíquicas de unos sádicos. Se apoya en el terror aleatorio para romper la integridad de toda una población y convertirla en un material plástico para las enseñanzas inventadas por tecnócratas. La naturaleza totalmente destructiva y en constante progreso de la instrucción obligatoria cumplirá cabalmente su lógica final a menos que comencemos a librarnos desde ahora de nuestra _hybris_ pedagógica, nuestra creencia de que el hombre puede hacer lo que no puede Dios, a saber, manipular a otros para salvarlos.
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+Muchos comienzan recientemente a darse cuenta de la inexorable destrucción que las tendencias actuales de producción implican para el medio ambiente, pero las personas aisladas tienen un poder muy restringido para cambiar estas tendencias. La manipulación de hombres y mujeres iniciada en la escuela ha llegado también a un punto sin retorno, y la mayoría de las personas aún no se han percatado de ello. Fomentan todavía la reforma escolar, tal como Henry Ford II propone unos nuevos automóviles ponzoñosos.
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+Daniel Bell dice que nuestra época se caracteriza por una extrema disyunción entre las estructuras cultural y social; una dedicada a actitudes apocalípticas y la otra a la toma tecnocrática de decisiones. Esto es sin duda verdadero respecto de muchos reformadores de la educación que se sienten impulsados a condenar casi todo aquello que caracteriza a las escuelas modernas —y proponen simultáneamente nuevas escuelas—.
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+En su _Estructura de las revoluciones científicas_ , Thomas Kuhn aduce que dicha disonancia precede inevitablemente a la aparición de un nuevo paradigma cognoscitivo. Los hechos que informaban aquellos que observaban la caída libre, aquellos que volvían del otro lado de la Tierra y aquellos que usaban el nuevo telescopio, no se ajustaban a la visión cósmica tolemaica. Súbitamente, se aceptó el paradigma newtoniano. La disonancia que caracteriza a muchos jóvenes de hoy no es tanto cognoscitiva como un asunto de actitudes —un sentimiento acerca de cómo _no_ puede ser una sociedad tolerable—. Lo sorprendente respecto de esta disonancia es la capacidad de un número muy grande de personas para tolerarla.
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+La capacidad para ir tras metas incongruentes exige una explicación. Según Max Gluckman, todas las sociedades poseen procedimientos para ocultar tales disonancias de sus miembros. Los rituales pueden ocultar a sus participantes incluso discrepancias y conflictos entre principio social y organización social. Mientras un individuo no sea explícitamente consciente del carácter ritual del proceso a través del cual se le inició en las fuerzas que moldean su cosmos, no puede romper el conjuro y moldear un nuevo cosmos. Mientras no nos percatemos del ritual a través del cual la escuela moldea al consumidor progresivo —el recurso principal de la economía—, no podremos romper el conjuro de esta economía y dar forma a una nueva.
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+## Espectro institucional
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+La mayoría de los esquemas utópicos y escenarios futurísticos requieren nuevas y costosas tecnologías que habrían de venderse a las naciones ricas y pobres por igual. Herman Kahn ha encontrado alumnos en Venezuela, Argentina y Colombia. Las fantasías de Sergio Bernardes para su Brasil del año 2000 centellean con más maquinaria nueva de la que hoy posee Estados Unidos, que para entonces estará recargado con los obsoletos emplazamientos para misiles, aeropuertos para reactores y ciudades de las décadas de los años sesenta-setenta. Los futuristas inspirados en Buckminster Fuller se apoyarían más bien en dispositivos más baratos y exóticos. Cuentan con que se acepte una tecnología nueva pero posible, que al parecer nos permitiría hacer más con menos —monorrieles ligeros en vez de transporte supersónico, viviendas verticales en vez de dispersión horizontal—. Todos los planificadores futuristas de hoy tratan de hacer económicamente factible lo técnicamente posible, negándose a la vez a enfrentar las inevitables consecuencias sociales: el creciente anhelo de todos los hombres por bienes y servicios que seguirán siendo privilegio de unos pocos.
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+Creo que un futuro deseable depende, en primer lugar, de nuestra voluntad de elegir una vida de acción en vez de una vida de consumo, de que engendremos un estilo de vida que nos permita ser espontáneos, independientes y, sin embargo, relacionarnos uno con otro, en vez de mantener un estilo de vida que sólo nos permite hacer y deshacer, producir y consumir —un estilo de vida que es sólo una estación en el camino hacia el agotamiento y la contaminación del entorno—. El futuro depende más de nuestra elección de instituciones que mantengan una vida de acción y menos de que desarrollemos nuevas ideologías y tecnologías. Necesitamos un conjunto de pautas que nos permitan reconocer aquellas instituciones que apoyan el desarrollo personal en vez del enviciamiento, como también la voluntad de dedicar nuestros recursos tecnológicos preferentemente a dichas instituciones de desarrollo.
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+La elección se sitúa entre dos tipos institucionales radicalmente opuestos, ejemplificados ambos en ciertas instituciones existentes, aunque uno de esos tipos caracteriza de tal manera la época contemporánea que casi la define. A este tipo dominante yo propondría llamarlo la institución manipulativa. El otro tipo existe, pero sólo precariamente. Las instituciones que se ajustan a él son más humildes y menos notorias. No obstante, las tomo como modelos de un futuro más deseable. Las llamo “convivenciales” y sugiero colocarlas a la izquierda institucional, para mostrar que hay instituciones situadas entre ambos extremos y para ilustrar cómo las instituciones históricas pueden cambiar de color conforme se desplazan desde un facilitar la actividad a un organizar la producción.
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+Dicho espectro, que se desplaza de izquierda a derecha, se ha usado por lo general para caracterizar a los hombres y sus ideologías, y no a nuestras instituciones sociales y a sus estilos. Esta categorización de los hombres, sea como individuos o como grupos, suele producir más calor que luz. Pueden suscitarse poderosas objeciones contra el uso de una convención corriente, pero al hacerlo espero desplazar los términos del debate de un plano estéril a uno fértil. Se evidenciará que los hombres de izquierda no siempre se caracterizan por su oposición a las instituciones manipulativas, a las que coloco en el extremo derecho del espectro.
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+Las instituciones modernas más influyentes se agolpan al lado derecho del espectro. Hacia él se ha desplazado la coerción legal, conforme ha pasado de las manos del _sheriff_ a las del FBI y del Pentágono. La guerra moderna se ha convertido en una empresa sumamente profesional cuyo negocio es matar. Ha llegado al punto en que su eficiencia se mide por el recuento de cuerpos. Sus capacidades pacificadoras dependen de su poder para convencer a amigos y enemigos de la ilimitada potencia letal de la nación. Las balas y los productos químicos modernos son tan eficaces que a un ínfimo precio son capaces de matar o mutilar infaliblemente al “cliente”. Pero los costos de entrega aumentan vertiginosamente; el coste de un vietnamita muerto subió de 360 000 dólares en 1967 a 450 000 dólares en 1969. Sólo economías a una escala cercana al suicidio de la raza harían económicamente eficiente el arte militar moderno. Se está haciendo más obvio el efecto _boomerang_ en la guerra: cuanto mayor es el recuento de cuerpos de vietnamitas muertos, tantos más enemigos consigue Estados Unidos por todo el mundo; asimismo, tanto más debe gastar Estados Unidos en crear otra institución manipulativa —motejada cínicamente como de “pacificación”— en un vano intento por absorber los efectos secundarios de la guerra.
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+En este mismo lado del espectro hallamos también organismos sociales que se especializan en la manipulación de sus clientes. Semejante a la organización militar, tienden a crear efectos contrarios a sus objetivos conforme crece el ámbito de sus operaciones. Estas instituciones sociales son igualmente contraproductivas, pero lo son de manera menos evidente. Muchas adoptan una imagen simpática y terapéutica para encubrir este efecto paradójico. Por ejemplo, hasta hace un par de siglos, las cárceles servían como medio para detener a las personas hasta que se les sentenciaba, se les mutilaba, se les mataba o se les exiliaba; en ocasiones se usaban deliberadamente como forma de tortura. Sólo recientemente comenzamos a pretender que encerrar a la gente en jaulas tendrá un efecto benéfico sobre su carácter y comportamiento. Ahora, más que unos pocos están empezando a entender que la cárcel incrementa tanto la calidad de los criminales como su cantidad, que es perfectamente capaz de hacer de un simple inconforme un criminal endurecido. No obstante, es mucho menor el número de los que al parecer entienden que las clínicas psiquiátricas, hogares de reposo y orfanatos hacen algo muy parecido. Estas instituciones proporcionan a sus clientes la destructiva autoimagen del psicótico, del excedido en años o del niño abandonado, y proveen la justificación lógica para la existencia de ciertas profesiones, tal como las cárceles poseen sus guardias. La afiliación a instituciones que se encuentran en este extremo del espectro se consigue de dos maneras, ambas coercitivas: mediante compromiso obligado o mediante servicio selectivo.
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+En el extremo opuesto del espectro se sitúan unas instituciones que se distinguen por el uso espontáneo —las instituciones “convivenciales”—. Las conexiones telefónicas, las líneas de metro, los recorridos de los carteros, los mercados y lonjas no tienen necesidad de convencernos de su necesidad. Los sistemas de alcantarillado, de agua potable, los parques y veredas son instituciones que los hombres usan sin tener que estar institucionalmente convencidos de que les conviene hacerlo. Todas las instituciones exigen, por cierto, cierta reglamentación. Pero el funcionamiento de instituciones que existen para usarse más que para producir algo, requiere de normas cuya índole es totalmente diferente de la que exigen las instituciones-tratamiento, que son manipulativas. Las normas que rigen a las instituciones para uso tienen por fin principal evitar abusos que frustrarían su accesibilidad general. Las veredas deben mantenerse libres de obstrucciones, el uso industrial de agua potable debe someterse a ciertos límites y el juego de pelota debe restringirse a zonas especiales dentro de un parque. Actualmente necesitamos una legislación especial para evitar el abuso de nuestras líneas telefónicas por parte de computadoras, el abuso del servicio de correo por parte de los anunciantes y la contaminación de nuestros sistemas de alcantarillado por los desechos industriales. La reglamentación de las instituciones convivenciales fija límites para su empleo; conforme uno pasa del extremo convivencial del espectro al manipulativo, las normas van exigiendo cada vez más un consumo o participación no queridos. El diferente coste de la adquisición de clientes es precisamente una de las características que distingue a las instituciones conviviales de las manipulativas.
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+En ambos extremos del espectro encontramos instituciones de servicio, pero a la derecha, el servicio es una manipulación impuesta y al cliente se le convierte en víctima de la publicidad, la agresión, el adoctrinamiento, la prisión o el electrochoque. A la izquierda, el servicio es una mayor oportunidad de límites definidos formalmente, mientras el cliente sigue siendo un agente libre. Las instituciones del ala derecha tienden a procesos de producción altamente complejos y costosos en los que gran parte de la complicación y el gasto se ocupan en convencer a los consumidores de que no pueden vivir sin el producto o tratamiento ofrecido por la institución. Las instituciones del ala izquierda tienden a redes que facilitan la composición o cooperación iniciada por el cliente.
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+Las instituciones manipulativas de la derecha son formadoras de hábito, “adictivas”, social y psicológicamente. La adicción social, o escalada, consiste en la tendencia a prescribir un tratamiento intensificado si dosis menores no han rendido los resultados deseados. La adicción psicológica, o habituamiento, se produce cuando los consumidores se envician con la necesidad de una cantidad cada vez mayor del proceso o del producto. Las instituciones de la izquierda que uno mismo pone en actividad tienden a autolimitarse. Al revés de los procesos de producción que identifican la satisfacción con el mero acto del consumo, estas redes sirven a un objetivo que va más allá de su uso repetido. Una persona levanta el teléfono cuando quiere decir algo a otra, y cuelga una vez terminada la comunicación deseada. A excepción hecha de los adolescentes, no usa el teléfono por el puro placer de hablar ante el receptor. Si el teléfono no es el mejor modo de ponerse en comunicación, las personas escribirán una carta o harán un viaje. Las instituciones de la derecha, como podemos ver claramente en el caso de las escuelas, invitan compulsivamente al uso repetitivo y frustran las maneras alternativas de lograr resultados similares.
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+Hacia la izquierda del espectro institucional, pero no en el extremo mismo, podemos colocar a las empresas que compiten entre sí en la actividad que les es propia, pero que no han empezado a ocupar la publicidad de manera notable. Encontramos aquí las lavanderías manuales, las pequeñas panaderías, los peluqueros y, para hablar de profesionales, algunos abogados y profesores de música. Son por consiguiente característicamente del ala izquierda las personas que han institucionalizado sus servicios, pero no su publicidad. Consiguen clientes mediante su contacto personal y la calidad relativa de sus servicios.
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+Los hoteles y las cafeterías se acercan algo más al centro. Las grandes cadenas hoteleras como la Hilton que gastan inmensas cantidades en vender su imagen, a menudo se comportan como si estuvieran dirigiendo instituciones de la derecha. No obstante, las empresas Hilton y Sheraton no ofrecen nada más —de hecho dan frecuentemente menos— que alojamientos de precio similar y dirigidos independientemente. En lo esencial, un letrero de hotel atrae al viajero como lo hace un signo caminero. Dice más bien: “Detente, aquí hay una cama para ti”, y no: “¡Deberías preferir una cama de hotel a una banca en el parque!”
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+Los productores de artículos de primera necesidad y de la mayoría de los bienes efímeros pertenecen a la parte central de nuestro espectro. Satisfacen demandas genéricas y agregan al costo de producción y distribución todo lo que el mercado soporte en costos publicitarios, en anuncios y envases. Cuanto más básico sea el producto —trátese de bienes o de servicios— tanto más tiende la competencia a limitar el costo de venta del artículo.
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+La mayoría de los fabricantes de bienes de consumo se han ido mucho más a la derecha. Tanto directa como indirectamente, producen demandas de accesorios que hinchan el precio real de compra muy por encima del coste de producción. La General Motors y la Ford producen medios de transporte, pero también, y esto es más importante, manipulan el gusto del público de manera tal que la necesidad de transporte se expresa como una demanda de coches privados y no de autobuses públicos. Venden el deseo de controlar una máquina, correr a grandes velocidades con lujosa comodidad, al tiempo que ofrecen el espejismo de la evasión. Pero lo que venden no es tan sólo un asunto de motores inútilmente poderosos, de artilugios superfluos o de suplementos nuevos que los fabricantes han tenido que agregar obligados por Ralph Nader y los grupos que presionan en pro de un aire limpio. La lista de precios incluye dispositivos anticontaminantes, cinturones de seguridad, climatización; pero también comprende otros costes que no se le declaran abiertamente al conductor: los gastos de publicidad y de ventas de la empresa, el combustible, el mantenimiento y las refacciones, el seguro, el interés sobre el crédito, como también costes menos tangibles, como la pérdida de tiempo, el buen humor y el aire respirable en nuestras congestionadas ciudades.
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+Un corolario particularmente interesante de nuestro examen de instituciones socialmente útiles es el sistema de carreteras “públicas”. Este importante elemento del coste total de los automóviles merece un análisis más dilatado, pues conduce directamente a la institución derechista en la que estoy más interesado, a saber, la escuela.
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+### Falsos servicios de utilidad pública
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+El sistema de carreteras es una red para la locomoción a través de distancias relativamente grandes. En su condición de red, parecería corresponderle estar a la izquierda en el espectro institucional. Pero en este caso debemos hacer una distinción que esclarecerá tanto la naturaleza de las carreteras como la naturaleza de los verdaderos servicios de utilidad pública. Los caminos que son genuinamente para todos, son verdaderos servicios de utilidad pública. Las supercarreteras son cotos privados, cuyo coste se le encaja parcialmente al público.
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+Los sistemas de teléfonos, correos y caminos son redes, y ninguno es gratis. El acceso a la red de teléfonos está limitado por cobros sobre tiempo ocupado en cada llamada. Estas tarifas son relativamente bajas y podrían reducirse sin cambiar la naturaleza del sistema. El uso del sistema telefónico no está en absoluto limitado por lo que se transmita, aunque lo emplean mejor quienes pueden hablar frases coherentes en el lenguaje del interlocutor, una capacidad que poseen todos los que desean usar la red. El franqueo suele ser barato. El uso del sistema postal se ve ligeramente limitado por el precio de la pluma y el papel, y algo más por la capacidad de escribir. Aún así, cuando alguien que no sabe escribir tiene un pariente o un amigo a quien pueda dictarle una carta, el sistema postal está a su disposición, tal como lo está si quiere despachar una cinta grabada.
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+El sistema de carreteras no llega a estar disponible de manera similar para alguien que tan sólo aprenda a conducir. Las redes telefónica y postal existen para servir a quienes deseen usarlas, mientras el sistema de carreteras sirve principalmente como accesorio del automóvil privado. Las primeras son verdaderos servicios de utilidad pública, mientras el último es un servicio público para los dueños de coches, camiones y autobuses. Los servicios de utilidad pública existen en pro de la comunicación entre los hombres: las carreteras, como otras instituciones de la derecha, existen en pro de un producto. Tal como hicimos notar, los fabricantes de automóviles _producen_ simultáneamente tanto los coches como la demanda de coches. Asimismo _producen_ la demanda de carreteras de varias vías, puentes y campos petrolíferos. El coche privado es el foco de una constelación de instituciones del ala derecha. El elevado coste de cada elemento lo dicta la complicación del producto básico, y vender el producto básico es enviciar a la sociedad en el paquete conjunto.
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+Planificar un sistema vial como un verdadero servicio de utilidad pública discriminaría a aquellos para quienes la velocidad y el confort individualizado son los valores primarios de transporte, y favorecería a aquellos que valoran la fluidez y el lugar de destino. Es la diferencia entre una red extendidísima con acceso máximo para los viajeros y otra que ofrezca sólo un acceso privilegiado a una zona restringida.
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+La transferencia de una institución moderna a las naciones en desarrollo permite probar esto con mejor claridad. En los países muy pobres, los caminos suelen ser apenas lo bastante buenos como para permitir el tránsito mediante camiones especiales de eje elevado, cargados de víveres, reses o personas. Este tipo de país debería usar sus limitados recursos para construir una telaraña de pistas que llegaran a todas sus regiones y debería restringir la importancia de vehículos a dos o tres modelos diferentes muy duraderos que puedan transitar por malos caminos a baja velocidad. Esto simplificaría el mantenimiento continuo de estos vehículos y proporcionaría una máxima fluidez y elección de puntos de destino a todos los ciudadanos. Esto exigiría proyectar vehículos para todo servicio con la simplicidad del Ford T, utilizando las aleaciones más modernas para garantizar su durabilidad, con un límite de velocidad incorporado de unos 25 kilómetros por hora a lo más, y lo bastante firme como para rodar por el terreno más áspero. No se ofrecen estos vehículos en el mercado porque no hay demanda de ellos. De hecho sería preciso cultivar esa demanda, muy posiblemente al amparo de una legislación estricta. Actualmente, cada vez que una demanda de esta especie se hace sentir un poco, se le descarta rápida y desdeñosamente mediante una publicidad contraria, encaminada a la venta universal de las máquinas que extraen hoy de los contribuyentes estadunidenses el dinero necesario para construir supercarreteras.
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+Para “mejorar” el transporte, todos los países, hasta los más pobres, proyectan ahora sistemas viales concebidos para coches de pasajeros y remolques de alta velocidad que se ajustan a la minoría, pendiente del velocímetro, compuesta por productores y consumidores en las clases selectas. Este planteamiento a menudo se justifica racionalmente pintándolo como un ahorro del recurso más precioso de un país pobre: el tiempo del médico, del inspector escolar o del funcionario público. Estos hombres, naturalmente, sirven casi exclusivamente a la misma gente que posee un coche o espera tenerlo algún día. Los impuestos locales y las escasas divisas se derrochan en _falsos servicios de utilidad pública_.
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+La tecnología “moderna” transferida a los países pobres puede dividirse en tres categorías: bienes, fábricas que los hacen e instituciones de servicios —principalmente escuelas— que convierten a los hombres en productores y consumidores modernos. La mayor parte de los países gastan la mayor proporción de su presupuesto, y con mucho, en escuelas. Los graduados fabricados con escuelas crean entonces una demanda de otros servicios conspicuos de utilidad pública, tales como potencia industrial, carreteras pavimentadas, hospitales modernos y aeropuertos, y éstos crean a su vez un mercado para los bienes hechos para países ricos y, al cabo de un tiempo, la tendencia a importar fábricas anticuadas para producirlos.
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+De todos los “falsos servicios de utilidad pública”, la escuela es el más insidioso. Los sistemas de carreteras producen sólo demanda de coches. Las escuelas crean una demanda para el conjunto completo de instituciones modernas que llenan el extremo derecho del espectro. A un hombre que pusiera en duda la necesidad de carreteras se le tacharía de romántico; al que ponga en tela de juicio la necesidad de escuelas se le ataca de inmediato: un ser sin entrañas o un imperialista.
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+### Las escuelas como falsos servicios de utilidad pública
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+Al igual que las carreteras, las escuelas dan a primera vista la impresión de estar igualmente abiertas para todos los interesados. De hecho están abiertas sólo para quienes renueven sin cejar sus credenciales. Así como las carreteras crean la impresión de que su nivel actual de costes anuales es necesario para que la gente pueda moverse, así se supone que las escuelas son indispensables para alcanzar la competencia que exige una sociedad que use la tecnología moderna. Hemos expuesto las autopistas como servicios de utilidad pública espurios observando cómo dependen de los automóviles privados. Las escuelas se fundan en la hipótesis igualmente espuria de que el aprendizaje es el resultado de la enseñanza curricular.
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+Las carreteras son las consecuencias del deseo y la necesidad de movilizarse que se pervierten para convertirlos en demanda de coches privados. Las escuelas pervierten la natural inclinación a desarrollarse y aprender convirtiéndola en demanda de instrucción. La demanda de una madurez manufacturada es mucho más la abnegación de la actividad iniciada por uno mismo que la demanda de bienes manufacturados. Las escuelas no sólo están a la derecha de las carreteras y los coches, tienen su lugar cerca del extremo del espectro institucional ocupado por los asilos totales. Incluso los productores de recuentos de cuerpos matan solamente cuerpos. Al hacer que los hombres abdiquen de la responsabilidad de su propio desarrollo, la escuela conduce a muchos a una especie de suicidio espiritual.
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+Las carreteras las pagan en parte quienes las utilizan, puesto que los peajes e impuestos al combustible se obtienen sólo de los conductores. La escuela, en cambio, es un sistema perfecto de tributación regresiva, en el que los privilegios cabalgan sobre el lomo de todo público pagador. La escuela fija un gravamen por cabeza sobre la promoción. El subconsumo de distancias recorridas por carretera no es nunca tan costoso como el subconsumo de escolarización. El hombre que no posea un coche en Los Ángeles posiblemente esté casi inmovilizado, pero si se ingenia de algún modo para llegar a su lugar de trabajo, podrá conseguir y conservar un empleo. El desertor escolar carece de vía alternativa. El habitante suburbano en su Lincoln nuevo y su primo campesino que conduce una vieja carcacha se aprovechan más o menos igual de la carretera, aunque el vehículo del uno cueste 30 veces más que el del otro. El valor de la escolarización de un hombre es función del número de años que ha permanecido en escuelas y de la carestía de éstas. La ley no obliga a conducir, en cambio obliga a ir a la escuela.
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+El análisis de las instituciones según su actual emplazamiento en un espectro continuo izquierda-derecha me permite esclarecer mi convicción de que el cambio social fundamental debe comenzar con un cambio en la conciencia que se tiene de las instituciones y explicar por qué la dimensión de un futuro viable recae en el rejuvenecimiento del estilo institucional.
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+Durante la década 1960-1970, unas instituciones, nacidas en diversas épocas después de la Revolución francesa, llegaron a su vejez; los sistemas de escuelas públicas fundados en la época de Jefferson o de Atatürk, junto con otros que se iniciaron después de la segunda Guerra Mundial, se hicieron todos burocráticos, autojustificantes y manipulativos. Lo mismo les ocurrió a los sistemas de seguridad social, a los sindicatos, a las principales Iglesias y cuerpos diplomáticos, a la atención de los ancianos y a los servicios funerarios.
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+Por ejemplo, hoy en día hay un mayor parecido ente los sistemas escolares de Colombia, Inglaterra, la Unión Soviética y Estados Unidos, que entre las escuelas de este último de fines del siglo pasado y las de hoy o las de Rusia en ese tiempo. Las escuelas son hoy obligatorias, sin término definido y competitivo. Esa misma convergencia en el estilo institucional afecta la atención médica, la comercialización, la administración de personal y la vida política. Todos estos procesos institucionales tienden a apilarse en el extremo manipulativo del espectro.
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+La consecuencia de esta convergencia de instituciones es la fusión de burocracias mundiales. El estilo, el sistema de ordenamiento jerárquico y la parafernalia (desde el libro de texto a la computadora) se normalizan en los consejos de planificación de Costa Rica o de Afganistán, según los modelos de Europa occidental.
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+Las burocracias parecen centrarse en todas partes en la misma tarea: promover el crecimiento de las instituciones de la derecha. Se ocupan de la fabricación de cosas, la fabricación de normas rituales y la fabricación —y remodelación— de la “verdad ejecutiva”, la ideología o el _fiat_ que establece el valor presente que debiera atribuirse a lo que ellas producen. La tecnología proporciona a estas burocracias un poder creciente a la mano derecha de la sociedad. La mano izquierda parece marchitarse y no porque la tecnología sea menos capaz de aumentar el ámbito de la actividad humana y de proporcionar tiempo para el despliegue de la imaginación individual y para la creatividad personal, sino porque ese uso de la tecnología no aumenta el poder de la élite que la administra. El director de correos no tiene control sobre el uso esencial de ese servicio; la telefonista o el directivo de la compañía telefónica carecen de poder para impedir que se preparen adulterios, asesinatos o subversiones usando sus líneas.
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+En la elección entre la derecha y la izquierda institucional está en juego la naturaleza misma de la vida humana. El hombre debe elegir entre ser rico en cosas o tener libertad para usarlas. Debe elegir entre estilos alternativos de vida y programas conexos de producción.
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+Aristóteles ya había descubierto que “hacer y actuar” son diferentes, y de hecho tan diferentes que lo uno jamás incluye lo otro. “Porque ni es el actuar una manera de hacer, ni el hacer una manera del verdadero actuar. La arquitectura _techne_ es una manera de hacer… dar nacimiento a algo cuyo origen está en su hacedor y no en la cosa. El hacer siempre tiene una finalidad que no es él mismo, y no así la acción, puesto que la buena acción es en sí misma un fin. La perfección en el hacer es un arte; la perfección en el actuar, una virtud.”[^n11] La palabra que Aristóteles usó para hacer fue _poesis_ , y la que usó para actuar, _praxis_. El movimiento hacia la derecha de una institución indica que se la está reestructurando para aumentar su capacidad de “hacer”, mientras que si se desplaza hacia la izquierda indica que se la está reestructurando para permitir un mayor “actuar” o “praxis”. La tecnología moderna ha aumentado la capacidad del hombre para dejar a las máquinas el “hacer” cosas y ha aumentado el tiempo que puede dedicar a “actuar”. El “hacer” las cosas cotidianas imprescindibles ha dejado de ocupar su tiempo. El desempleo es la consecuencia de esta modernización: es la ociosidad del hombre para quien no hay nada que “hacer” y que no sabe cómo “actuar”. El desempleo es la triste ociosidad del hombre que, al revés de Aristóteles, cree que hacer cosas o trabajar es virtuoso y que la ociosidad es mala. El desempleo es la experiencia del hombre que ha sucumbido a la ética protestante. Según Weber, el hombre necesita el ocio para poder trabajar. Según Aristóteles, el trabajo es necesario para poder tener ocio.
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+La tecnología proporciona al hombre tiempo discrecional que puede llenar ya sea haciendo, ya sea actuando. Toda nuestra cultura tiene abierta ahora la opción entre un triste desempleo o un ocio feliz. Depende del estilo institucional que la cultura elija. Esta elección habría sido inconcebible en una cultura antigua fundada en la agricultura campesina o en la esclavitud. Ha llegado a ser inevitable para el hombre posindustrial.
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+Una manera de llenar el tiempo disponible es estimular mayores demandas de consumo de bienes y, simultáneamente, de producción de servicios. Lo primero implica una economía que proporciona una falange cada vez mayor de cosas siempre novedosas que pueden hacerse, consumirse y someterse a reciclaje. Lo segundo implica el vano intento de “hacer” acciones virtuosas, haciendo aparecer como tales los productos de las instituciones de “servicios”. Esto conduce a la identificación de la escolaridad con la educación, del servicio médico con la salud, de los programas con la recreación, de la velocidad con la locomoción eficaz. La primera opción lleva ahora el apodo de _desarrollo._
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+La manera radicalmente alternativa de llenar el tiempo disponible consiste en una gama limitada de bienes más durables y en proporcionar acceso a instituciones que puedan aumentar la oportunidad y apetencia de las acciones humanas recíprocas.
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+Una economía de bienes duraderos es exactamente lo contrario de una economía fundada en la obsolescencia programada. Una economía de bienes duraderos significa una restricción en la lista de mercancías. Los bienes habrían de ser de tal especie que diesen un máximo de oportunidad para “actuar” en algo con ellos: artículos hechos para montarlos uno mismo, para autoayudarse, para su reempleo y reparación.
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+El complemento de una lista de bienes durables, reparables y reutilizables no es un aumento de servicios producidos institucionalmente, sino más bien una estructura institucional que eduque constantemente en la acción, en la participación, en la autoayuda. El movimiento de nuestra sociedad desde el presente —en el que todas las instituciones gravitan hacia una burocracia posindustrial— a un futuro de convivencialidad posindustrial —en el que la intensidad de la acción sería preponderante sobre la producción— debe comenzar con una renovación del estilo de las instituciones de servicio y, antes que nada, por una renovación de la educación. Un futuro deseable y factible depende de nuestra disposición a invertir nuestro saber tecnológico en el desarrollo de instituciones convivenciales. En el terreno de las investigaciones sobre educación, esto equivale a exigir que se trastroquen las tendencias actuales.
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+## Compatibilidades irracionales
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+[^n12] Creo que la crisis contemporánea de la educación nos obliga más bien a modificar la idea de un aprendizaje públicamente prescrito y no los métodos usados para hacerlo cumplir. La proporción de desertores —especialmente de alumnos de los primeros años de bachillerato y de maestros de primaria— señala que las bases están pidiendo un enfoque totalmente nuevo. Al “practicante del aula” que se estima un profesor liberal se le ataca cada vez más por todos lados. El movimiento pro escuela libre, que confunde disciplina con adoctrinamiento, le ha adjudicado el papel de elemento destructivo y autoritario. El tecnólogo educativo demuestra sostenidamente la inferioridad del profesor para medir y modificar la conducta. Y la administración escolar para la que trabaja lo obliga a inclinarse tanto ante Summerhill como ante Skinner, poniendo en evidencia que el aprendizaje obligatorio no puede ser una empresa liberal. No debe asombrar que el índice de maestros desertores esté superando el de los alumnos.
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+El compromiso que Estados Unidos ha contraído de educar obligatoriamente a sus menores se demuestra tan vano como el pretendido compromiso norteamericano de democratizar obligatoriamente a los vietnamitas. Las escuelas convencionales obviamente no pueden hacerlo. El movimiento pro escuela libre seduce a los educadores no convencionales, pero en definitiva lo hace en apoyo de la ideología convencional de la escolarización. Y lo que prometen los tecnólogos de la educación, a saber, que sus investigaciones y desarrollo —si se les dota de fondos suficientes— pueden ofrecer alguna especie de solución final a la resistencia de la juventud contra el aprendizaje obligatorio, suena tan confiado y demuestra ser tan fatuo como las promesas hechas por los tecnólogos militares.
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+Las críticas dirigidas contra el sistema escolar estadunidense por parte de los conductistas, y las que provienen de la nueva raza de educadores raciales, parecen diametralmente opuestas. Los conductistas aplican las investigaciones sobre educación a la “inducción de instrucción autotélica mediante paquetes de aprendizaje individualizados”. El estilo conductista choca con la idea de hacer que los jóvenes ingresen por voluntad propia en unas comunas liberadas que les invitan a ingresar, las cuales estarían supervisadas por adultos. No obstante, bajo una perspectiva histórica, ambas no son sino manifestaciones contemporáneas de las metas, aparentemente contradictorias, pero en verdad complementarias, del sistema escolar público. Desde los comienzos de este siglo, las escuelas han sido protagonistas del control social por una parte y de la cooperación libre por la otra, poniéndose ambos aspectos al servicio de la “buena sociedad” a la que se concibe como una estructura corporativa altamente organizada y de suave funcionamiento. Sometidos al impacto de una urbanización intensa, los niños se convierten en un recurso natural que las escuelas han de moldear para luego alimentar la máquina industrial. Las políticas progresistas y el culto a la eficiencia coincidieron con el crecimiento de la escuela pública estadunidense.[^n13] La orientación vocacional y la _junior highschool_[^n14] fueron dos importantes resultados de este tipo de conceptos.
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+Parece, por consiguiente, que el intento de producir cambios específicos en el comportamiento, que puedan medirse y de los que pueda responsabilizarse al encargado del proceso, es sólo el anverso de la medalla, cuyo reverso es la pacificación de la nueva generación dentro de enclaves especialmente proyectados que los inducirán a entrar en el sueño de sus mayores. Estos seres pacificados en sociedad están bien descritos por Dewey, quien quiere que “hagamos de cada una de nuestras escuelas una vida comunitaria en embrión, activa, con tipos de ocupaciones que reflejen la vida de la sociedad en pleno, y la _impregnen_ con el espíritu del arte, de la historia, de la ciencia”. Bajo esta perspectiva histórica, sería un grave error interpretar la actual controversia a tres bandas entre el establecimiento escolar, los tecnólogos de la educación y las escuelas libres como el preludio de una revolución en la educación. Esta controversia refleja más bien una etapa de un intento para convertir a grandes trancos un viejo sueño en hecho y convertir finalmente todo aprendizaje valedero en el resultado de una enseñanza profesional. La mayoría de las alternativas educativas propuestas convergen hacia metas que son inmanentes a la producción del hombre cooperativo cuyas necesidades individuales se satisfacen mediante su especialización en el sistema estadunidense: están orientadas hacia el mejoramiento de lo que yo llamo —a falta de una mejor expresión— la sociedad escolarizada. Incluso los críticos aparentemente radicales del sistema escolar no están dispuestos a abandonar la idea de que tienen una obligación para con los jóvenes, especialmente para con los pobres, la obligación de hacerlos pasar por el proceso, sea mediante amor o mediante odio, para meterlos en una sociedad que necesita especialización disciplinada tanto de sus productores como de sus consumidores y, asimismo, el pleno compromiso de todos ellos con la ideología que antepone a todo el crecimiento económico.
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+La disensión enmascara la contradicción inherente a la idea misma de escuela. Los sindicatos establecidos de profesores, los brujos de la tecnología y los movimientos de liberación escolar refuerzan el compromiso de la sociedad entera con los axiomas fundamentales de un mundo escolarizado, más o menos del modo en que muchos movimientos pacifistas y de protesta refuerzan el compromiso de sus miembros —sean negros, mujeres, jóvenes o pobres— con la búsqueda de justicia mediante el crecimiento del ingreso nacional bruto.
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+Es fácil anotar algunos de los postulados que ahora pasan inadvertidos a la crítica. En primer lugar está la creencia compartida de que la conducta que se ha adquirido ante los ojos de un pedagogo es de especial valor para el alumno y de especial provecho para la sociedad. Esto está relacionado con el supuesto de que el hombre social nace sólo en la adolescencia, y que nace adecuadamente sólo si madura en la escuela-matriz, que algunos desean hacer dulce mediante el _laissez-faire,_[^n15] otros quieren llenar de artilugios mecánicos y unos terceros buscan barnizar con una tradición liberal. Está finalmente una visión común de la juventud, psicológicamente romántica y políticamente conservadora. Según esta visión, los cambios de la sociedad deben llevarse a cabo agobiando a los jóvenes con la responsabilidad de transformarla —pero sólo después de que en su momento se han liberado de la escuela—. Para una sociedad fundada en tales postulados es fácil ir creando un sentido de su responsabilidad respecto de la educación de la nueva generación, y esto inevitablemente significa que algunos hombres pueden fijar, especificar y evaluar las metas personales de otros. En un “párrafo tomado de una enciclopedia china imaginaria” Jorge Luis Borges trata de evocar el mareo que debe producir ese intento. Nos dice que los animales están divididos en las clases siguientes: “ _a)_ pertenecientes al Emperador, _b)_ embalsamados, _c)_ amaestrados, _d)_ lechones, _e)_ sirenas, _f)_ fabulosos, _g)_ perros sueltos, _h)_ incluidos en esta clasificación, _i)_ que se agitan como locos, _j)_ innumerables, _k)_ dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, _l)_ etcétera, _m)_ que acaban de romper el jarrón, _n)_ que de lejos parecen moscas”. Ahora bien, semejante taxonomía no aparece a menos que alguien estime que puede servir para sus fines: en este caso, supongo, ese alguien era un cobrador de impuestos. Para él, al menos, esta taxonomía bestiaria _tiene_ que haber tenido sentido, tal como la taxonomía de objetivos educativos tiene sentido para los autores científicos.
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+La visión de hombres dotados de una lógica tan inescrutable, y autorizados para evaluar su ganado, debe haber producido en el campesino un helado sentimiento de impotencia. Los estudiantes, por motivos parecidos, tienden a sentirse paranoicos cuando se someten seriamente a un currículum. Inevitablemente se asustan aún más que mi imaginario campesino chino, porque no es su ganado, sino sus objetivos vitales los que están siendo marcados con un signo inescrutable.
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+Este pasaje de Borges es fascinante, porque evoca la lógica de la _compatibilidad irracional_ que hace a las burocracias de Kafka y de Koestler tan siniestras y no obstante tan evocadoras de la vida cotidiana. El encadenamiento implacable de las reglas parece embrujar a quienes se vuelven cómplices de ellas y los empuja a hacer prueba de una disciplina todavía más ciega. Es la lógica creada por la conducta burocrática. Y se convierte en la lógica de una sociedad que exige que a los administradores de sus instituciones educativas se les considere públicamente responsables de la modificación del comportamiento que producen en sus clientes. Los estudiantes a los que se puede motivar para valorar los paquetes educativos que sus profesores les obligan a consumir son comparables a los campesinos chinos que pueden ajustar sus rebaños al formulario de impuestos que ofrece Borges.
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+Durante el transcurso de las dos últimas generaciones triunfó en algún momento en la cultura norteamericana un compromiso con la terapia, y vino a considerarse a los profesores como los terapeutas cuyas recetas todos los hombres necesitan, si es que desean gozar de la libertad y la igualdad con las cuales, según la Constitución, han nacido.
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+Ahora los profesores-terapeutas siguen adelante al proponer como paso siguiente el tratamiento educativo vitalicio. El _estudio_ de este tratamiento está sujeto a discusión: ¿debiera adoptar la forma de una asistencia constante de los adultos al aula? ¿O la de éxtasis electrónico? ¿O de sesiones periódicas de sensibilización? Todos los educadores están prontos a conspirar para extender los muros del aula y agrandarla, con la meta de transformar la cultura completa en una escuela.
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+Detrás de la retórica y del alboroto, la controversia sobre el futuro de la educación que tiene lugar en Estados Unidos es más conservadora que el debate en otros ámbitos de la política común. Respecto de las relaciones exteriores, por lo menos, una minoría organizada nos recuerda constantemente que el país debe renunciar a su papel de policía del mundo. Los economistas radicales, y ahora incluso sus profesores, menos radicales, ponen en duda la convivencia del crecimiento conjunto como meta. Hay grupos de presión para favorecer la medicina preventiva y no la curativa y otros propugnan por la fluidez en vez de la velocidad en el transporte. Sólo en el ámbito de la educación permanecen dispersas las voces articuladas que piden una desescolarización radical de la sociedad. Existe una carencia de argumentación persuasiva y de un liderazgo maduro encaminados a quitar el apoyo oficial a todas y cada una de las instituciones que tienen por fin el _aprendizaje_ obligatorio. Por el momento, la desescolarización radical de la sociedad es todavía una causa sin partido. Esto sorprende especialmente en un periodo de resistencia creciente, aunque caótica, a todas las formas de instrucción planificada institucionalmente, por parte de los jóvenes de 12 a 17 años.
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+Los innovadores educativos siguen suponiendo que las instituciones educativas funcionan como embudos para los programas que ellos envasan. Para los fines de mi argumento da lo mismo que estos embudos tengan la forma de un aula, de un transmisor de televisión o de una “zona liberada”. Es igualmente ajeno al asunto si los envases suministrados son ricos o pobres, calientes o fríos, duros y mensurables (como Matemáticas III) o imposibles de evaluar (como la sensibilización). Lo que interesa es que se suponga que la educación es el resultado de un proceso institucional dirigido por el educador. Mientras las relaciones continúen siendo aquellas que existen entre un proveedor y un consumidor, el trabajo de investigación sobre educación continuará siendo un proceso circular. Acumulará pruebas científicas en apoyo de la necesidad de más paquetes educativos y del perfeccionamiento de los métodos de entrega, tal como cierta rama de las ciencias sociales puede probar la necesidad de acrecentar la distribución de los productos de la institución militar.
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+Una revolución educativa se apoya en una doble inversión: una nueva orientación del trabajo de investigación y una nueva comprensión del estilo educativo de una contracultura emergente.
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+La investigación operativa trata ahora de optimizar la eficiencia de una estructura heredada —un marco de referencia que jamás se pone en tela de juicio—. Este marco de referencia tiene la estructura sintáctica de un embudo para paquetes de enseñanza. La alternativa sintáctica respecto del mismo es una red o trama educativa para el montaje autónomo de recursos bajo el control personal de cada aprendiz. Esta estructura alternativa de una institución educativa yace ahora en el punto ciego conceptual de nuestra investigación operativa. Si la investigación se enfocara en él, ello constituiría una auténtica revolución científica.
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+El punto ciego de los trabajos de investigación en educación refleja la parcialidad cultural de una sociedad en la que el crecimiento tecnológico se ha confundido con el control tecnocrático. Para el tecnócrata, el valor de un entorno aumenta conforme pueda programarse un mayor número de contactos entre un hombre y su medio ambiente. Es este mundo, las elecciones abiertas para el observador o el planificador deben estar acordes con los deseos de quienes están sometidos a una observación y a quienes se denomina los “beneficiarios”. La libertad se reduce a la elección entre unas mercancías envasadas.
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+La contracultura emergente afirma los valores del contenido semántico por encima de la eficiencia de una sintaxis mayor y más rígida. Valora la riqueza de la connotación por encima del poder de la sintaxis para producir riquezas. Valora la consecuencia imprevisible de la instrucción profesional. Esta reorientación hacia la sorpresa personal, y no hacia los valores producidos por la institución, es capaz de perturbar el orden establecido hasta que podamos separar la creciente disponibilidad de las herramientas tecnológicas que facilitan el encuentro del creciente control del tecnócrata sobre lo que ocurre cuando la gente se reúne.
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+Nuestras actuales instituciones educativas están al servicio de las metas del profesor. Las estructuras de relación que necesitamos son las que permitan a cada hombre definirse él mismo aprendiendo y contribuyendo al aprendizaje de otros.
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+## Tramas del aprendizaje
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+En un capítulo anterior examiné aquello que se está convirtiendo en una queja común acerca de las escuelas una queja que se hace sentir por ejemplo, en un informe reciente de la Carnegie Commission: en las escuelas los alumnos matriculados se someten ante maestros diplomados a fin de obtener sus propios diplomas; ambos quedan frustrados y ambos culpan a los recursos insuficientes —dinero, tiempo o edificios— de su mutua frustración.
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+Una crítica semejante conduce a muchos a pensar si no será posible concebir un estilo diferente de aprendizaje. Paradójicamente, si a esas mismas personas se les insta a especificar cómo adquirieron lo que saben y estiman, admitirán prontamente que con mayor frecuencia lo aprendieron fuera y no dentro de la escuela. Su conocimiento de hechos, lo que entienden de la vida y de su trabajo les vino de la amistad o del amor, de leer, del ejemplo de sus iguales o de la incitación de un encuentro callejero. O tal vez aprendieron lo que saben por medio del ritual de iniciación de una pandilla callejera, de un hospital, de la redacción de un periódico, de un taller de fontanería o de una oficina de seguros. La alternativa a la dependencia respecto de las escuelas no es el uso de recursos públicos para algún nuevo dispositivo que “haga” aprender a la gente; es más bien la creación de un nuevo estilo de relación educativa entre el hombre y su medio. Para propiciar este estilo será necesaria una modificación de la idea que nos hacemos del crecimiento, de los útiles necesarios para aprender y de la calidad y estructura de la vida cotidiana.
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+Las actitudes ya están cambiando. Ha desaparecido la orgullosa dependencia respecto de la escuela. En la industria del conocimiento se acrecienta la resistencia del consumidor. Muchos profesores y alumnos, contribuyentes y patronos, economistas y policías, preferirían no seguir dependiendo de las escuelas. Lo que impide que su frustración dé forma a otras instituciones es una carencia no sólo de imaginación, sino también, con frecuencia, de un lenguaje apropiado y de un interés personal ilustrado. No pueden visualizar ya sea una sociedad desescolarizada, ya sean unas instituciones educativas en una sociedad que haya privado de apoyo oficial a la escuela.
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+En este capítulo me propongo mostrar que lo contrario de la escuela es posible: que podemos apoyarnos en el aprendizaje automotivado en vez de contratar profesores para sobornar u obligar al estudiante a hallar el tiempo y la voluntad de aprender, que podemos proporcionar al aprendiz nuevos vínculos con el mundo en vez de continuar canalizando todos los programas educativos por medio del profesor. Examinaré algunas de las características que distinguen la escolarización del aprendizaje y esbozaré cuatro categorías principales de instituciones que serían atractivas no sólo para muchas personas, sino también para muchos grupos de intereses comunes.
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+### Una objeción a quién pueden servirle unos puentes hacia la nada
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+Estamos acostumbrados a considerar las escuelas como una variable que depende de la estructura política y económica. Si podemos cambiar el estilo de la dirección política o promover los intereses de una clase u otra, suponemos que el sistema escolar cambiará también. En cambio, las instituciones educativas que propondré están ideadas para servir a una sociedad que no existe ahora, aunque la actual frustración respecto de las escuelas tiene en sí el potencial de una fuerza importante para poner en movimiento un cambio hacia nuevas configuraciones sociales. Contra este planteamiento se ha suscitado una objeción de peso: ¿por qué canalizar energías para construir puentes hacia ninguna parte, en vez de organizarlas primero para cambiar no las escuelas, sino el sistema político y económico?
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+No obstante, esta objeción subestima la naturaleza política y económica del sistema escolar en sí, así como el potencial político inherente a cualquier oposición eficaz a ella.
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+En un sentido fundamental, las escuelas han dejado de ser dependientes de la ideología profesada por cualquier gobierno u organización de mercados. Otras instituciones pueden diferir de un país a otro: la familia, el partido, la Iglesia, la prensa. Pero el sistema escolar tiene por doquier la misma estructura, y en todas partes el currículum oculto tiene el mismo efecto. De modo invariable, modela al consumidor que valora los bienes institucionales sobre los servicios no profesionales de un prójimo.
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+El currículum oculto de la escolarización inicia en todas partes al ciudadano en el mito de que algunas burocracias guiadas por el conocimiento científico son eficientes y benevolentes. Por doquiera, este mismo currículum inculca en el alumno el mito de que la mayor producción proporcionará una vida mejor. Y por doquiera crea el hábito —que se contradice a sí mismo— de consumo de servicios y de producción enajenante, la tolerancia ante la dependencia institucional y el reconocimiento de los escalafones institucionales. El currículum oculto sustenta la tolerancia ante la dependencia institucional, el reconocimiento por los profesores y cualquiera que sea la ideología preponderante.
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+En otras palabras, las escuelas son fundamentalmente semejantes en todos los países, sean éstos fascistas, democráticos o socialistas, grandes o pequeños, ricos o pobres. La identidad del sistema escolar nos obliga a reconocer la profunda identidad en todo el mundo, del mito, del modo de producción y del método de control social, pese a la gran variedad de mitologías en las cuales encuentra expresión el mito.
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+En vista de esta identidad, es ilusorio pretender que las escuelas son, en algún sentido profundo, unas variables dependientes. Esto significa que esperar un cambio social o económico concebido convencionalmente, es también una ilusión. Más aún, esta ilusión concede a la escuela —el órgano de reproducción de la sociedad de consumo— una inmunidad casi indiscutida.
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+Al llegar a este punto es cuando adquiere importancia el ejemplo de China. Durante tres milenios, China protegió el aprendizaje superior por medio de un divorcio total entre el proceso del aprendizaje y el privilegio conferido por los exámenes para optar a altos cargos públicos. Para llegar a ser una potencia mundial y una nación-Estado moderno, China tuvo que adoptar el estilo internacional de escolarización. Sólo una mirada retrospectiva nos permitirá descubrir si la Gran Revolución Cultural resultará haber sido el primer intento logrado de desescolarizar las instituciones de la sociedad.
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+Incluso la creación a retazos de nuevos organismos educativos que fuesen lo inverso de la escuela sería un ataque sobre el eslabón más sensible de un fenómeno ubicuo, el cual es organizado por el Estado en todos los países. Un programa político que no reconozca explícitamente la necesidad de la desescolarización no es revolucionario; es demagogia que pide más de lo mismo. Todo programa político importante de esta década debiera medirse con este rasero: ¿hasta dónde es claro afirmar la necesidad de la desescolarización —y qué directrices ofrece para asignar la calidad educativa de la sociedad hacia la cual se encamina—?
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+La lucha contra el dominio que ejercen el mercado mundial y la política de las grandes potencias puede estar fuera del alcance de ciertas comunidades o países pobres, pero esta debilidad es una razón más para hacer hincapié en la importancia que tiene liberar a cada sociedad mediante una inversión de su estructura educativa, cambio este que no está más allá de los medios de ninguna sociedad.
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+### Características generales de unas nuevas instituciones educativas formales
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+Un buen sistema educativo debería tener tres objetivos: proporcionar a todos aquellos que lo quieren el acceso a recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas; dotar a todos los que quieran compartir lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran aprender de ellos, y, finalmente, dar a todo aquel que quiera presentar al público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento. Un sistema como éste exigiría que se aplicaran a la educación unas garantías constitucionales. Los aprendices no podrían ser sometidos a un currículum obligatorio o a una discriminación fundada en la posesión o carencia de un certificado o diploma. Ni se obligaría tampoco al público a mantener, mediante una retribución regresiva, un gigantesco aparato profesional de educadores y edificios que de hecho disminuye las posibilidades que el público tiene de acceder a los servicios que la profesión está dispuesta a ofrecer en el mercado. Debería usar la tecnología moderna para lograr que la libre expresión, la libre reunión y la prensa libre fuesen universales y, por consiguiente, plenamente educativas.
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+Las escuelas están proyectadas a partir del supuesto de que cada cosa en la vida tiene un secreto; de que la calidad de la vida depende de conocer ese secreto; de que los secretos pueden conocerse en ordenadas sucesiones, y de que sólo los profesores pueden revelar adecuadamente esos secretos. Una persona de mente escolarizada concibe el mundo como una pirámide de paquetes clasificados accesible sólo a aquellos que llevan los rótulos apropiados. Las nuevas instituciones educativas destrozarían esta pirámide. Su propósito debe ser facilitar el acceso al aprendiz, permitirle mirar al interior de la sala de control o del parlamento, si no puede entrar por la puerta. Además, esas nuevas instituciones deberían ser canales a los que el aprendiz tuviese acceso sin credenciales ni títulos de linaje —espacios públicos en los que iguales y mayores situados fuera de su horizonte inmediato se harían accesibles—.
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+Pienso que no más de cuatro —y posiblemente hasta tres— “canales” distintos o centros de intercambio podrían contener todos los recursos necesarios para el aprendizaje real. El niño crece en un mundo de cosas, rodeado de personas que sirven de modelos para habilidades y valores. Encuentra seres como él, sus iguales, que le incitan a discutir, a competir, a cooperar, a entender, y si el niño es afortunado, se ve expuesto a la confrontación o a la crítica de un mayor experimentado que realmente se preocupe. Cosas, modelos, iguales y mayores son cuatro recursos, cada uno de los cuales requiere un tipo diferente de ordenamiento para asegurar que todos tengan acceso a él.
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+Usaré las palabras “trama de oportunidad” en vez de “red” para designar las maneras específicas de proporcionar acceso a cada uno de los cuatro conjuntos de recursos. Desafortunadamente, “red” se emplea con frecuencia para designar los canales reservados a los materiales seleccionados por terceros para el adoctrinamiento, la instrucción y la recreación. Pero también puede usarse para los servicios postal o telefónico, que son primariamente accesibles para personas que quieren enviarse mensajes entre sí. Ojalá tuviésemos otra palabra para designar tales estructuras reticulares a fin de tener un acceso recíproco, una palabra que no evocase tanto una trampa, menos degradada por el uso corriente, y que sugiriese más el hecho de que cualquier ordenamiento de esta especie abarca aspectos legales, organizativos y técnicos. No habiendo hallado dicho término, trataré de redimir el único disponible, usándolo como sinónimo de “trama educativa”.
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+Lo que se precisa son nuevas redes, de la cuales el público pueda disponer fácilmente y que estén concebidas para difundir una igualdad de oportunidades para aprender y enseñar.
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+Para dar un ejemplo: en la televisión y en los magnetófonos se usa el mismo nivel de tecnología. Todos los países latinoamericanos han introducido la televisión: en Bolivia, el gobierno financió una estación transmisora de televisión, que se construyó hace siete años, y no hay más de 7 000 televisores para cuatro millones de ciudadanos. El dinero empozado hoy en instalaciones de televisión por toda América Latina podría haber dotado de magnetófonos a un ciudadano de cada cinco. Además, el dinero habría bastado para proporcionar un número casi ilimitado de cintas grabadas, con puestos de entrega incluso en aldeas perdidas, como también para un amplio suministro de cintas no grabadas.
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+Esta red de magnetófonos sería, por supuesto, radicalmente diferente de la red actual de televisión. Proporcionaría oportunidades a la libre expresión: letrados y analfabetos podrían, por igual, registrar, preservar, difundir y repetir sus opiniones. La inversión actual en televisión, en cambio, proporciona a los burócratas, sean políticos o educadores, el poder de rociar el continente con programas producidos institucionalmente, que ellos —o sus patrocinadores— deciden que son buenos para el pueblo o que éste los pide.
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+### Cuatro redes
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+El planteamiento de nuevas instituciones educativas no debiera comenzar por las metas administrativas de un rector director, ni por las metas pedagógicas de un educador profesional, ni por las metas de aprendizaje de una clase hipotética de personas. No debe iniciarse con la pregunta: “¿Qué debiera aprender alguien?”, sino con la pregunta: “¿Con qué tipos de cosas y personas podrían querer ponerse en contacto los que buscan aprender a fin de aprender?”
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+Alguien que quiera aprender sabe que necesita tanto información como reacción crítica respecto del uso de esta información por parte de otra persona. La información puede almacenarse en personas y en cosas. En un buen sistema educativo el acceso a las cosas debiera estar disponible con sólo pedirlo el aprendiz, mientras el acceso a los informantes requeriría además el conocimiento de terceros. La crítica puede asimismo provenir de dos direcciones: de los iguales o de los mayores, esto es, de compañeros de aprendizaje cuyos intereses inmediatos concuerden con los míos, o de aquellos que me concederán una parte de su experiencia superior. Los iguales pueden ser colegas con quienes suscitar un debate, compañeros para una caminata o lectura juguetona y deleitable (o ardua), retadores en cualquier clase de juegos. Los mayores pueden ser asesores acerca de qué destreza aprender, qué método usar, qué compañía buscar en un momento dado. Pueden ser guías respecto a la pregunta correcta que hay que plantear entre iguales y a la deficiencia de las respuestas a que lleguen. La mayoría de estos recursos son abundantes. Pero convencionalmente ni se les percibe como recursos educativos, ni es fácil el acceso a ellos para fines de aprendizaje, especialmente para los pobres. Debemos idear nuevas estructuras de relación que se monten con el deliberado propósito de facilitar el acceso a estos recursos para el uso de cualquiera que esté motivado a buscarlos para su educación. Para montar estas estructuras tramadas se requieren disposiciones administrativas, tecnológicas y especialmente legales.
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+Los recursos educativos suelen rotularse según las metas curriculares de los educadores. Propongo hacer lo contrario, y rotular cuatro enfoques diferentes que permitan al estudiante conseguir el acceso a cualquier recurso educativo que pueda ayudarle a definir y lograr sus propias metas:
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+_1_. Servicios de referencia respecto de Objetos Educativos. Que faciliten el acceso a cosas o procesos usados para el aprendizaje formal. Algunas de estas cosas pueden reservarse para ese fin, almacenadas en bibliotecas, agencias de alquiler, laboratorios y salas de exposición, tales como museos y teatros; otras pueden estar en uso cotidiano en fábricas, aeropuertos o puestas en granjas, pero a disposición de estudiantes como aprendices o en horas de descanso.
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+_2_. Servicios de habilidades. Que permitan a unas personas hacer una lista de sus habilidades, las condiciones según las cuales están dispuestas a servir de modelos a otros que quieran aprender esas habilidades y las direcciones en que se les puede hallar.
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+_3_. Servicio de búsqueda de Compañero. Una red de comunicaciones que permita a las personas describir la actividad de aprendizaje a la que desean dedicarse, con la esperanza de hallar un compañero para la búsqueda.
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+_4_. Servicios de referencia respecto de Educadores Independientes, los cuales pueden figurar en un catálogo que indique las direcciones y las descripciones —hechas por ellos mismos— de profesionales, paraprofesionales e independientes, conjuntamente con las condiciones de acceso a sus servicios. Tales educadores, como veremos, podrían elegirse mediante encuestas o consultando a sus clientes anteriores.
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+### Servicios de referencia respecto de objetos educativos
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+Las cosas son recursos básicos para aprender. La calidad del entorno y la relación de una persona con él determinarán cuánto aprenderá incidentalmente. El aprendizaje formal exige el acceso especial a cosas corrientes, por una parte o, por la otra, el acceso fácil y seguro a cosas especiales hechas con fines educativos. Un ejemplo del primer caso es el derecho especial a hacer funcionar o a desarmar una máquina en un garaje. Un ejemplo del segundo caso es el derecho general a usar un ábaco, una computadora, un libro, un jardín botánico o una máquina retirada de la producción y puesta a plena disposición de unos estudiantes.
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+En la actualidad, la atención se centra en la disparidad entre niños ricos y pobres en cuanto a su acceso a cosas y en la manera en que pueden aprender de ellas. La OEO[^n16] y otros organismos, siguiendo este planteamiento, se concentran en igualar las posibilidades de cada cual, tratando de proveer de un mayor instrumental educativo a los pobres. Un punto de partida más radical sería reconocer que, en la ciudad, a ricos y pobres se les mantiene igualmente alejados de manera artificial de las cosas que los rodean. Los niños nacidos en la era de los plásticos y de los expertos en eficiencia deben traspasar dos barreras que obstaculizan sus entendimientos: una incorporada a las cosas y la otra construida en torno a las instituciones. El diseño industrial crea un mundo de cosas que ofrecen resistencia a la comprensión de su naturaleza interna, y las escuelas tapian al aprendiz respecto del mundo de las cosas en su escenario significativo.
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+Después de una breve visita a Nueva York, una mujer de una aldea mexicana me dijo que le había impresionado que las tiendas vendiesen “solamente productos muy maquillados con cosméticos”. Entendí que ella quería decir que los productos industriales “hablan” a sus clientes acerca de sus encantos y no acerca de su naturaleza. La industria ha rodeado a la gente de artefactos hechos de manera que sólo a los especialistas les está permitido entender su mecanismo interno. Al no especialista que intenta hacer marchar el reloj o hacer sonar el teléfono o hacer funcionar la máquina de escribir, se le desalienta con la advertencia de que se romperá si lo intenta. Puede que se le diga qué hace funcionar un radio de transistores, pero no puede descubrirlo por sí mismo. Este tipo de diseño tiende a reforzar una sociedad no inventiva, en la que los expertos encuentran cada vez más fácil esconderse detrás de su pericia y más allá de una evaluación.
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+El entorno creado por el hombre ha llegado a ser tan inescrutable como la naturaleza lo es para el primitivo. Al mismo tiempo, los materiales educativos los ha monopolizado la escuela. Los objetos educativos simples han sido costosamente empacados por la industria del conocimiento. Se han convertido en herramientas especializadas para los educadores profesionales, y se ha inflado su coste al obligarles a estimular ya sea entornos, ya sea profesores.
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+El profesor es celoso del libro de texto al que define como su instrumento profesional. El estudiante puede llegar a odiar el laboratorio porque lo asocia con tareas escolares. El administrador racionaliza su actitud protectora hacia la biblioteca como una defensa de un instrumental público costoso contra quienes quisieran jugar con ella más bien que aprender. En esta atmósfera, el estudiante usa con excesiva frecuencia el mapa, el laboratorio, la enciclopedia o el microscopio sólo en los escasos momentos en que el currículum le dice que debe hacerlo. Incluso los grandes clásicos se convierten en arte de la “novatada” universitaria, en vez de señalar una nueva dirección en la vida de una persona. La escuela aparta las cosas del uso cotidiano al rotularlas como instrumentos educativos.
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+Para que podamos desescolarizar será preciso invertir ambas tendencias. El entorno físico general debe hacerse accesible, y aquellos recursos físicos de aprendizaje que han sido reducidos a instrumentos de enseñanza deben llegar a estar disponibles para el aprendizaje autodirigido. Usar cosas sólo como partes de un currículum puede tener un efecto incluso peor que apartarlas del entorno general. Puede corromper las actitudes de los alumnos.
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+Los juegos son un caso de este tipo. No me refiero a los “juegos” del departamento de educación física (tales como el futbol o el baloncesto), que las escuelas usan para generar ingresos y prestigio y en los que han hecho sustanciosas inversiones de capital. Como lo saben muy bien los mismos atletas, estas empresas, que adoptan la forma de torneos guerreros, han minado el aspecto juguetón de los deportes y se usan para reforzar la naturaleza competitiva de las escuelas. Hablo más bien de los juegos educativos que pueden proporcionar una manera singular de entender los sistemas formales. Un amigo mío fue a un mercado mexicano con un juego llamado _Wff’n Proff_ , que consta de varios dados en los que están impresos 12 símbolos lógicos. Mostró a unos niños qué combinaciones formaban una frase bien hecha —unas dos o tres de las muchas posibles— e, inductivamente, al cabo de la primera hora, algunos mirones también captaron el principio. A las pocas horas, jugando pruebas lógicas formales, algunos niños eran capaces de iniciar a otros en las pruebas formales de la lógica de proposiciones. Los otros simplemente se fueron.
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+Para algunos niños dichos juegos son en efecto una forma especial de liberar la educación, puesto que les permite descubrir que los sistemas formales se fundan en axiomas mutables y que las operaciones conceptuales tienen un carácter lúdico. Son asimismo simples, baratos y en buena parte pueden organizarlos los jugadores mismos. Cuando se usan fuera del currículum, tales juegos dan una oportunidad para identificar y desarrollar el talento poco común, mientras que el psicólogo escolar identificará a menudo a quienes posean dicho talento como a personas en peligro de llegar a ser antisociales, enfermas o desequilibradas. Dentro de la escuela, cuando se usan en forma de torneos, a los juegos no sólo se les saca de la esfera de la recreación, a menudo se convierten en instrumentos para transformar al alumno juguetón en un espíritu competitivo y la falta de razonamiento abstracto en signo de inferioridad. Un ejercicio que para ciertos tipos de carácter es liberador, se convierte en camisa de fuerza para otros.
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+El control de la escuela sobre el instrumental educativo tiene además otro efecto. Aumenta enormemente el coste de esos materiales baratos. Una vez que su uso se restringe a unas horas programadas, se paga a profesionales que supervisen su adquisición, almacenamiento y uso. Entonces los estudiantes descargan su rabia contra la escuela sobre el instrumental, que es preciso adquirir nuevamente.
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+Algo paralelo a la intocabilidad de los útiles educativos es la impenetrabilidad de la moderna chatarra. En la década de 1930 cualquier muchacho que se respetara sabía reparar un automóvil, pero ahora los fabricantes de coches multiplican los alambres y apartan los manuales de todo el que no sea un mecánico especializado. En un periodo anterior un radio viejo contenía suficientes bobinas y condensadores como para construir un transmisor que hiciera chillar por realimentación a todos los radios del vecindario. Los radios de transistores son más portátiles, pero nadie se atreve a desarmarlos. En los países altamente industrializados sería inmensamente difícil cambiar esto, pero al menos en los países del Tercer Mundo debemos insistir en ciertas cualidades educativas incorporadas al objeto.
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+Para ilustrar mi argumento, permítaseme presentar un modelo: gastando 10 millones de dólares sería posible conectar 40 000 aldeas de un país como Perú mediante una telaraña de pistas de un metro ochenta de ancho y mantenerlas funcionando; además, dotar al país de 200 000 burros mecánicos de tres ruedas —cinco por aldea como promedio—. Pocos países pobres de ese tamaño gastan menos de esa cantidad cada año en coches y caminos, cuyo uso, el de ambos, se limita principalmente a los ricos y a sus empleados, mientras la gente pobre queda atrapada en sus aldeas. Cada uno de estos pequeños vehículos, simples pero duraderos, equipados con un motor de seis caballos de fuerza, costaría 125 dólares. Un “burro” podría andar a 24 kilómetros por hora, y trasladaría cargas de unos 400 kilogramos (es decir, la mayoría de las cosas que suelen moverse, aparte de troncos y vigas de acero).
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+El atractivo político que dicho sistema de transporte tendría para el campesinado es obvio. Igualmente obvio es el motivo por el cual quienes detentan el poder —y por tanto poseen, automáticamente, un coche— no están interesados en gastar dinero en pistas semejantes y en obstruir los caminos con burros motorizados. El burro universal podría funcionar sólo si los dirigentes de un país impusieran un límite de, digamos, 40 kilómetros por hora y adaptaran sus instituciones públicas a ese límite. El modelo no podría funcionar si estuviese concebido sólo como un parche.
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+No es éste el lugar apropiado para examinar en detalle la factibilidad política, social, económica, financiera y técnica de este modelo. Deseo solamente indicar que los considerandos educativos pueden ser de primordial importancia cuando se elige una alternativa semejante frente a un transporte que usa relativamente más capital que mano de obra. Aumentando el coste unitario de cada burro 20% se haría posible planificar la producción de todas sus piezas de modo que, hasta donde fuera posible, cada futuro dueño pasase de uno a dos meses haciendo y entendiendo su máquina y fuese capaz de repararla. Con este coste adicional sería asimismo posible descentralizar la producción en fábricas dispersas. Las ventajas adicionales provendrían no sólo de incluir los costes educativos en el proceso de construcción. Más significativo todavía, un motor duradero que prácticamente cualquiera podría aprender a reparar y que podría usar como arado y como bomba aquel que lo entendiera, produciría unos beneficios educativos mucho más elevados que los inescrutables motores de los países avanzados.
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+No sólo la chatarra, sino los lugares presuntamente públicos de la ciudad moderna se han vuelto impenetrables. En la sociedad estadunidense se excluye a los niños de la mayoría de las cosas y lugares con el argumento de que son privados. Pero incluso en las sociedades que han declarado el fin de la propiedad privada se aparta a los niños de las mismas cosas y lugares porque estos últimos se consideran un ámbito especial y peligroso para el no iniciado. A partir de la pasada generación el patio de los ferrocarriles se hizo tan inaccesible como el cuartel de bomberos. Sin embargo, con un poco de ingenio no sería difícil eliminar los peligros en esos lugares. El desescolarizar los artefactos de la educación haría necesario poner a disposición los artefactos y procesos —y reconocer su valor educativo—. Algunos trabajadores, sin duda, encontrarían molesto hacerlos accesibles a los aprendices, pero esta molestia debe valorarse comparándola con las ventajas educativas.
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+Los automóviles privados podrían desterrarse de Manhattan. Hace cinco años esto era impensable. Ahora, ciertas calles de Nueva York se cierran a ciertas horas, y esta tendencia probablemente continuará. De hecho, la mayoría de las calles transversales deberían cerrarse al tránsito automotriz y el estacionamiento debería prohibirse en todas partes. En una ciudad abierta al pueblo, los materiales de enseñanza, que ahora se encierran en almacenes y laboratorios, podrían diseminarse en depósitos abiertos a la calle y gestionarse de manera independiente para que los adultos y los niños pudiesen visitarlos sin peligro de que los atropellen.
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+Si las metas de la educación ya no estuviesen dominadas por las escuelas y los maestros de escuela, el mercado para los aprendices sería mucho más variado y la definición de “artefactos educativos” sería menos restrictiva. Podría haber talleres de herramientas, bibliotecas, laboratorios y salas de juegos. Los laboratorios fotográficos y prensas offset permitirían el florecimiento de diarios vecinales. Algunos centros de aprendizaje abiertos a la calle podrían contener cabinas para mirar programas de televisión en circuito cerrado, otros podrían poseer útiles de oficina para usar y para reparar. Los tocadiscos del tipo tragamonedas y de tipo corriente serían de uso diario, especializándose algunos en música clásica, otros en melodías folclóricas internacionales, otros en jazz. Las filmotecas competirían entre sí y con la televisión comercial. Los locales de museos abiertos al público podrían ser redes para poner en circulación muestras de arte antiguo y moderno, originales y reproducciones, tal vez administradas por los diversos museos metropolitanos.
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+El personal profesional necesario para esta red se parecería mucho más a unos custodios, guardias de museo o bibliotecarios de servicio público que a unos profesores. Desde la tienda de biología de la esquina podrían dirigir a sus clientes a la colección de caracoles del museo o señalarles cuándo habría una exhibición de videocintas de biología en determinadas cabinas de televisión. Podrían dar indicaciones para el control de plagas, dietas y otras clases de medicina preventiva. Podrían remitir a quienes necesitaran consejos a “mayores” que pudiesen proporcionarlo.
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+El financiamiento de una red de “objetos de aprendizaje” puede encararse de dos maneras. Una comunidad podría fijar un presupuesto máximo para este fin y disponer que todas las partes de la red estuviesen abiertas a todos los visitantes a ciertas horas razonables. O bien la comunidad podría decidir proporcionar a los ciudadanos unos bonos o derechos limitados, según sus edades, que les darían acceso especial a ciertos materiales costosos y escasos, dejando en cambio otros materiales más simples a disposición de todos.
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+Encontrar recursos para materiales hechos específicamente para educar es sólo un aspecto —y tal vez el menos costoso— de la construcción de un mundo educativo. El dinero que hoy se gasta en la parafernalia sagrada del ritual escolar podría liberarse para proporcionar a todos los ciudadanos un mejor acceso a la vida real de la ciudad. Podrían otorgarse incentivos tributarios especiales a quienes emplearan niños de ocho a 14 años durante un par de horas diarias si las condiciones de empleo fuesen humanas. Deberíamos volver a la tradición de la _bar mitzvah_ o de la confirmación. Quiero decir con esto que debiéramos primero restringir y luego eliminar la privación de derechos y deberes civiles de los menores, y permitir que un muchacho de 12 años llegue a ser plenamente responsable de su participación en la vida de la comunidad. Muchas personas de “edad escolar” saben más acerca de su vecindario que los trabajadores sociales o los concejales. Naturalmente que hacen también preguntas más incómodas y proponen soluciones que amenazan a la burocracia. Debería permitírseles llegar a la mayoría de edad de modo que pusieran sus conocimientos y capacidad de indagación al servicio de un gobierno popular.
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+Hasta hace poco era fácil subestimar los peligros de la escuela en comparación con los peligros de un periodo de aprendizaje en la policía, en el cuerpo de bomberos o en la industria del espectáculo. Este argumento deja de ser válido con gran frecuencia. Visité recientemente una iglesia metodista de Harlem ocupada por un grupo de los llamados _Young Lords_ como protesta por la muerte de Julio Rodan, un muchacho puertorriqueño al que se encontró ahorcado en su celda carcelaria. Yo conocía a los líderes del grupo, que habían pasado un semestre en Cuernavaca. Cuando me sorprendí al no hallar a uno de ellos, Juan, en el grupo, me dijeron: “Volvió a la heroína y a la Universidad del Estado”.
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+Para desencadenar el potencial educativo encerrado en la gigantesca inversión de nuestra sociedad en instalaciones y útiles pueden usarse el planteamiento, los incentivos y la legislación. No existirá el acceso pleno a los objetos educativos mientras se permita a empresas comerciales conjugar las defensas legales que la Carta Fundamental reserva a la vida privada de las personas con el poder económico que les confieren sus millones de clientes y miles de empleados, accionistas y proveedores. Una parte considerable de los conocimientos prácticos y teóricos del mundo y la mayoría de sus procesos y equipos de producción están encerrados entre los muros de firmas comerciales, apartados de sus clientes, empleados y accionistas, como también del público en general, cuyas leyes e instalaciones les permiten funcionar. El dinero que se gasta en publicidad en los países capitalistas podrían canalizarse hacia la educación en y por parte de la General Electric, NBC-TV o cervezas Budweiser. Es decir, las fábricas y oficinas deberían reorganizarse de forma tal que su funcionamiento cotidiano fuese más accesible al público y de maneras que hiciesen posible el aprendizaje, y, en verdad, podrían hallarse modos de pagar a las compañías lo que la gente aprendiese en ellas.
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+Es posible que un conjunto de objetos e informaciones científicas aún más valioso esté apartado del acceso general —e incluso de los científicos competentes— bajo el pretexto de la seguridad nacional. Hasta hace poco la ciencia era el único foro que funcionaba como el sueño de un anarquista. Cada hombre capaz de realizar investigaciones tenía más o menos las mismas oportunidades que otros en cuanto a acceso a su instrumental y a ser escuchado por la comunidad de iguales. Ahora la burocratización y la organización han puesto a gran parte de la ciencia fuera del alcance del público. En efecto, lo que solía ser una red internacional de información científica ha sido escindida en una lid de grupos competidores. Tanto a los miembros como a los artefactos de la comunidad científica se les ha encerrado en programas nacionales y corporativos para logros prácticos y para el radical empobrecimiento de los hombres que mantienen estas naciones y corporaciones.
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+En un mundo que controlan y poseen naciones y compañías, nunca será posible sino un acceso limitado a los objetos educativos. Pero un mejor acceso a aquellos objetos que pueden compartirse para fines educativos puede ilustrarnos lo suficiente como para traspasar estas barreras políticas finales. Las escuelas públicas transfieren el control sobre los usos educativos de los objetos de manos privadas a manos profesionales. La inversión institucional de las escuelas podría dar al individuo el poder de volver a exigir el derecho a usarlos para su educación. Si el control privado o corporativo sobre el aspecto educativo de las “cosas” se lograse extinguir gradualmente, podría comenzar a aparecer un tipo de propiedad realmente pública.
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+### Servicios de habilidades
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+Al revés de lo que ocurre con una guitarra, a un profesor de ese instrumento no se le puede clasificar en un museo, ni lo puede poseer el público, ni se le puede tomar en alquiler en un almacén de elementos educativos. Los profesores de habilidades pertenecen a una clase de recursos que es diferente de la de los objetos necesarios para aprender una habilidad. Esto no quiere decir que sean indispensables en todos los casos. Puedo alquilar no sólo una guitarra, sino también lecciones de guitarra grabadas en cintas y gráficos que ilustren los acordes, y con estos elementos puedo enseñarme yo mismo a tocar la guitarra. De hecho, este sistema puede presentar ventajas si las cintas disponibles son mejores que los profesores disponibles, o si las únicas horas en que puedo aprender guitarra son nocturnas o si las melodías que quiero interpretar son desconocidas en mi país o si soy tímido y prefiero meter la pata sin testigos.
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+El canal que se usa para registrar a los profesores de habilidades y comunicarse con ellos debe ser diferente al descrito para objetos. Una cosa está disponible a petición del usuario —o podría estarlo— mientras una persona llega formalmente a ser una fuente de enseñanza de habilidades sólo cuando considere serlo y pueda asimismo restringir la ocasión, el lugar y el método a su tamaño.
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+Es también necesario distinguir a los profesores de los iguales de los que uno desearía aprender. Los iguales que desean seguir una búsqueda común deben partir de capacidades o intereses comunes; se juntan para ejercitar o mejorar una habilidad que comparten: baloncesto, baile, construcción de un campamento, debate sobre las próximas elecciones. Por otra parte, la primera transmisión de una habilidad supone el reunir a alguien que posea una destreza con alguien que no la posea y quiera adquirirla.
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+Un “modelo de habilidad” es una persona que posee una habilidad y está dispuesta a demostrar su práctica. Frecuentemente el aprendiz en potencia precisa el recurso de una demostración de esta clase. Los inventos modernos nos permiten registrar demostraciones en cinta, en película o en gráficos; no obstante, sería de esperar que la demostración personal continuase gozando de gran demanda, especialmente en las habilidades de comunicación. En nuestro Centro, en Cuernavaca, han aprendido español unos 10 000 adultos —en su mayoría personas muy motivadas que deseaban obtener una cuasi-fluidez en un segundo idioma—. Cuando se les plantea la elección entre una instrucción cuidadosamente programada en un laboratorio de idiomas o sesiones rutinarias con otros dos estudiantes y una persona cuyo idioma nativo es el español y que se ciñe a una rutina rígida, la mayoría prefiere la segunda alternativa.
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+Respecto de la mayor parte de las habilidades ampliamente compartidas, que una persona demuestre su habilidad es el único recurso humano que llegamos a necesitar u obtener. Ya sea para hablar o para conducir, para cocinar o para usar equipos de comunicaciones, a menudo apenas nos damos cuenta de la instrucción y el aprendizaje formales, especialmente después de nuestra primera experiencia con los materiales en cuestión. No veo razón por la cual no pudiesen aprenderse de igual manera otras habilidades complejas, tales como los aspectos mecánicos de la cirugía, tocar el violín, leer o usar listas y catálogos.
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+Un estudiante bien motivado que no lucha contra una desventaja determinada a menudo no necesita más ayuda humana que la que puede proporcionar alguien que puede demostrar a quien lo solicite cómo hacer lo que el aprendiz quiere hacer. Aquello de insistir a personas diestras en que antes de demostrar su habilidad certifiquen que son pedagogos es el resultado de la insistencia de una de dos alternativas: o que la gente aprenda lo que no quiere saber, o bien que todos —incluso quienes sufren de alguna desventaja especial— aprendan ciertas cosas, en un momento dado de sus vidas, y preferentemente en circunstancias específicas.
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+Lo que crea una escasez de habilidades en el mercado educativo de hoy es el requisito institucional de que quienes pueden demostrarlas no pueden hacerlo a menos de otorgárseles pública confianza por medio de un certificado. Insistimos en que aquellos que ayudan a terceros a adquirir una habilidad habrían de saber también diagnosticar las dificultades de aprendizaje y ser capaces de motivar a la gente a aprender habilidades. En resumen, les exigimos ser pedagogos. Habría abundancia de personas que pueden demostrar habilidades tan pronto aprendiéramos a reconocerlas fuera de la profesión de la enseñanza.
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+Cuando se está enseñando a unos principitos, es comprensible, aunque ha dejado de ser justificable, la insistencia de sus padres en que el profesor y la persona dotada de habilidades se conjuguen en una misma persona. Pero el que todos los padres aspiren a tener un Aristóteles para su Alejandro es obviamente insostenible. Las personas que pueden inspirar a los estudiantes y demostrar una técnica son tan escasas, y tan difíciles de reconocer, que hasta los principitos consiguen con mayor frecuencia un sofista y no un verdadero filósofo.
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+Una demanda de habilidades escasas puede satisfacerse rápidamente aun cuando hay un número pequeño de personas que las demuestren, pero debe facilitarse el acceso a dichas personas. Durante la década de 1940-1950, los reparadores de radios, la mayoría de los cuales no estudiaron su trabajo en escuelas, penetraron en el interior de América con no más de dos años de retraso respecto a la llegada de los radios a la región. Permanecieron allí hasta que los radios de transistores, baratos e imposibles de reparar, los dejaron cesantes. Las escuelas técnicas no logran realizar lo que algunos reparadores de radios podrían hacer sin problemas: restauraciones útiles y duraderas.
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+Ciertos intereses privados y convergentes conspiran hoy para impedir que una persona comparta su habilidad. A quien posee la habilidad le beneficia su escasez y no su reproducción. Al maestro que se especializa en transmitir la habilidad le beneficia la renuencia del artesano a ofrecer su propio taller para aprendices. Al público se le adoctrina con la creencia de que las habilidades son valiosas y de fiarse sólo si son el resultado de una escolarización formal. El mercado de trabajo depende de hacer escasas las habilidades y de mantenerlas escasas, ya sea proscribiendo su uso a transmisión no autorizada, o bien haciendo cosas que puedan operar y reparar sólo quienes tengan acceso a herramientas o informaciones que se mantienen en déficit.
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+De este modo, las escuelas producen escasez de personas especializadas. Un buen ejemplo de esto es el número decreciente de enfermeras en Estados Unidos, debido al rápido aumento de programas universitarios de cuatro años en ese ramo. Las mujeres de familias más pobres que anteriormente se habrían alistado en un programa de dos o tres años, se han alejado por completo de dicha profesión.
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+Otra manera de mantener la escasez de habilidades es insistir en maestros diplomados. Si se alentara a las enfermeras a adiestrar a otras enfermeras, y si a las enfermeras se les empleara de acuerdo con su habilidad demostrada para poner inyecciones, trazar gráficos y dar medicinas, pronto se terminaría la escasez de enfermeras capacitadas. Los certificados tienden hoy a coartar la libertad de la educación al convertir el derecho civil de compartir conocimientos en el privilegio de la libertad académica que ahora se confiere sólo a los empleados de alguna escuela. Para garantizar el acceso a un intercambio eficaz de habilidades necesitamos leyes que generalicen la libertad académica. El derecho a enseñar cualquier habilidad debería estar amparado por la libertad de expresión. Una vez que se eliminen las restricciones sobre la enseñanza, pronto desaparecerán también las relativas al aprendizaje.
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+El profesor de habilidades necesita algún incentivo para otorgar sus servicios a un alumno. Hay por lo menos dos maneras sencillas de comenzar a canalizar fondos públicos hacia profesores no diplomados. Una sería institucionalizar los servicios de habilidades mediante la creación de centros de habilidades, libres y abiertos al público. Dichos centros podrían y deberían establecerse en zonas industriales, al menos para habilidades que son un requisito indispensable para ingresar en ciertos noviciados o aprendizajes —habilidades tales como la lectura, la mecanografía, la contabilidad, los idiomas extranjeros, la programación de computadoras y la manipulación de números, la lectura de lenguajes especiales (como el de los circuitos eléctricos), la manipulación de ciertas máquinas, etc.—. Otro planteamiento sería proporcionar a ciertos grupos de la población una moneda educativa válida para asistir a centros de habilidades en los que otros clientes habrían de pagar tarifas comerciales.
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+Un planteamiento mucho más radical consistiría en crear un “banco” para el intercambio de habilidades. A cada ciudadano se le abriría un crédito básico con el que pudiese adquirir habilidades fundamentales. Luego, se beneficiaría con créditos adicionales enseñando, ya fuera en centros de habilidades organizados, en casa o sobre la marcha. Sólo aquellos que hubiesen enseñado a otros durante un lapso equivalente podrían solicitar el tiempo de profesores más avanzados. Se promovería una élite enteramente nueva, una élite formada por quienes hubiesen ganado su educación compartiéndola.
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+¿Deberían los padres tener el derecho a ganar crédito educativo para sus hijos? Como una disposición de este tipo daría nuevas ventajas a las clases privilegiadas, podría compensarse otorgando un crédito mayor a los desfavorecidos. El funcionamiento de un servicio de habilidades dependería de la existencia de organismos que facilitarían el desarrollo de información —listas de personas— y asegurarían su uso libre y barato. Dicho organismo podría proporcionar servicios auxiliares de prueba y certificación y ayudaría a poner en vigor la legislación necesaria para quebrar e impedir las prácticas monopólicas.
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+La libertad de un servicio universal de habilidades podría estar garantizada fundamentalmente por leyes que permitiesen la discriminación sólo de acuerdo con habilidades verificadas y no según el historial educativo. Una garantía semejante requiere inevitablemente un control público sobre las pruebas que puedan usarse para determinar quiénes están capacitados para el mercado laboral. De otra manera sería posible reintroducir subrepticiamente complejas baterías de _test_ en el lugar mismo de trabajo que servirían para selección social. Mucho podría hacerse a fin de lograr objetividad en las pruebas de competencia en habilidades, como por ejemplo permitir que se comprobara sólo el manejo de máquinas o sistemas específicos. Las pruebas de mecanografía (en las que se mediría la velocidad, el número de errores y se valoraría el saber tomar dictados), el dominio de un sistema contable o de una grúa hidráulica, la codificación en Cobol,[^n17] etc., pueden fácilmente hacerse objetivas.
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+De hecho, muchas de las verdaderas habilidades de importancia práctica pueden verificarse de ese modo. Y para los fines de administración de personal es mucho más útil una prueba sobre el nivel presente de competencia en determinada habilidad que la información sobre el hecho de que 20 años atrás una persona dejó satisfecho a su profesor respecto de un currículum en el que se enseñaba mecanografía, taquigrafía y contabilidad. Naturalmente puede ponerse en duda la necesidad misma de una comprobación oficial de habilidades: yo tengo la convicción de que el hecho de imponer ciertas restricciones constituye una mejor garantía para el derecho que un hombre tiene a que su reputación no sufra daños indebidos provenientes de una rotulación, que la garantía lograda al prohibir pruebas de competencia.
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+### Servicio de búsqueda de compañero
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+En el peor de los casos, las escuelas reúnen condiscípulos en la misma habitación y los someten a la misma secuencia de tratamiento en matemáticas, educación cívica y lenguaje. En el mejor, permiten a cada estudiante elegir un curso de entre un número limitado de ellos. En cualquier caso, se forman grupos de iguales en torno a las metas de los profesores. Un sistema conveniente de educación permitiría a cada persona especificar la actividad para la cual busca un compañero.
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+La escuela ofrece efectivamente a los niños una oportunidad para escapar de sus casas y encontrar nuevos amigos. Pero al mismo tiempo, este proceso inculca en ellos la idea de que deberían elegir sus amigos entre aquellos con quienes han sido congregados. El invitar a los menores desde su más tierna infancia a conocer, evaluar y buscar a otros los prepararía para mantener durante toda su vida el interés por buscar nuevos asociados para nuevos empeños.
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+A un buen jugador de ajedrez siempre le gusta hallar un buen adversario, y a un novato le alegra hallar otro. Los clubes les sirven para este fin. Las personas que quieren conversar sobre determinados libros o artículos probablemente pagarían por hallar compañeros de debate. Los que quieren practicar juegos, ir de excursión, construir estanques para peces o motorizar bicicletas se tomarán molestias considerables para hallar compañeros para ello. El premio de sus esfuerzos es encontrar esos compañeros. Las buenas escuelas tratan de poner al descubierto los intereses comunes de los estudiantes matriculados en los mismos programas. Lo inverso de la escuela sería una institución que aumentase las posibilidades de que las personas que en un determinado momento compartiesen el mismo interés específico, pudiesen encontrarse independientemente de que tuviesen otra cosa en común.
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+La enseñanza de habilidades no proporciona beneficios iguales a ambas partes, como lo hace la reunión de iguales. Tal como he señalado, al profesor de habilidades debe ofrecérsele algún otro incentivo aparte de las satisfacciones de enseñar. La enseñanza de habilidades es un asunto de repetir una y otra vez ciertas rutinas y de hecho es más tediosa para los alumnos que más la necesitan. Un servicio de habilidades necesita dinero o créditos u otros incentivos tangibles para funcionar, aun cuando el servicio mismo produjese su propia moneda. Un sistema de búsqueda de compañero no precisaría tales incentivos, sino sólo una red de comunicaciones.
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+Las cintas, los sistemas de informática, la instrucción programada y la reproducción de formas y de sonidos tienden a disminuir la necesidad de recurrir a profesores humanos para muchas habilidades; aumentan la eficiencia de los profesores y el número de habilidades que uno puede conseguir a lo largo de su vida. Paralelamente a este aspecto se ha creado la necesidad creciente de encontrarse con gente interesada en disfrutar de la habilidad recientemente adquirida. Una estudiante que haya aprendido griego antes de sus vacaciones querrá conversar en griego sobre política cretense cuando regrese. Un mexicano de Nueva York quiere hallar a otros lectores de la revista _Siempre!_ o de _Los Agachados_ , la más popular de las historietas. Algún otro quiere encontrar compañeros que, como él, desearían aumentar su interés en la obra de James Baldwin o de Bolívar.
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+El funcionamiento de una red para búsqueda de compañeros sería simple. El usuario se identificaría por su nombre y dirección y describiría la actividad para la cual estuviese buscando compañero. Una computadora le remitiría los nombres y direcciones de todos aquellos que hubiesen introducido la misma descripción. Es asombroso que un servicio público tan sencillo no se haya usado nunca en gran escala para actividades de valor público.
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+En su forma más rudimentaria, la comunicación entre cliente y computadora podría establecerse por correo. En las grandes ciudades, unas máquinas de escribir conectadas a una computadora podrían proporcionar respuestas instantáneas. La única manera de conseguir que la computadora entregase un nombre y dirección sería anotar una actividad para la cual se buscase un compañero. Las personas que utilizasen el sistema llegarían a ser conocidas únicamente por sus posibles compañeros de actividad.
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+Un complemento de la computadora podría ser una red de pizarras o cuadros de anuncios y de avisos clasificados de periódico, consistentes en listas de actividades para las cuales no se hubiese hallado compañero mediante la computadora. No sería necesario dar nombres. Los lectores interesados introducirían entonces sus nombres en el sistema. Es posible que un sistema de búsqueda de compañero, con patrocinio público, sea la única manera de garantizar la libertad de reunión y de adiestrar a la gente en el ejercicio de esta actividad cívica tan fundamental.
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+El derecho a la libre reunión ha sido reconocido políticamente y aceptado socialmente. Deberíamos entender ahora que este derecho está restringido por leyes que hacen obligatorias ciertas formas de reunión. Éste es en particular el caso de las instituciones que reclutan según edad, clase o sexo, y que consumen muchísimo tiempo. El ejército es un ejemplo. La escuela es otro aún más ofensivo.
+
+Desescolarizar significa abolir el poder de una persona para obligar a otra a asistir a una reunión. Significa también reconocer el derecho de cualquier persona, de cualquier edad o sexo, a convocar una reunión. Este derecho se ha visto drásticamente disminuido por la institucionalización de las reuniones. “Reunión” se refería originalmente al resultado del acto individual de juntarse. Ahora se refiere al producto institucional de algún organismo.
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+La capacidad de las instituciones de servicio para adquirir clientes ha sobrepasado con mucho la capacidad de las personas para ser oídas con independencia de los medios de información institucional, que reaccionan ante personas individuales sólo si son noticias vendibles. Deberían existir servicios de búsqueda de compañero para personas que quisiesen reunir a otras, de modo que fuese tan fácil como la campana de la aldea que convocaba a los aldeanos a un cabildo. Los edificios escolares —dudosamente adaptables para otros fines— podrían cumplir en muchos casos este objetivo.
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+De hecho, el sistema escolar puede encontrarse pronto con un problema que las Iglesias han enfrentado anteriormente: qué hacer con el espacio sobrante que ha quedado con la defección de los fieles. Las escuelas son difíciles de vender como templos. Una manera de continuar manteniéndolas en uso sería entregar esos edificios al vecindario. Cada cual podría manifestar lo que haría en el aula y cuándo, y algunos anuncios pondrían los programas disponibles en conocimiento de quien indagara. El acceso a “clase” sería gratis —o se compraría con bonos educativos—. El “profesor” podría incluso pagarse según el número de alumnos que atrajese por cualquier periodo completo de dos horas. Me imagino que los líderes muy jóvenes y los grandes educadores serían los dos tipos de persona más destacados en semejante sistema. Podría seguirse igual planteamiento respecto de la educación superior. Podría dotarse a los estudiantes de bonos educativos que los hicieran acreedores a 10 horas anuales de consulta con el profesor de su elección y, para el resto de su aprendizaje, se apoyaría en la biblioteca, la red para búsqueda de compañeros y los periodos de aprendiz.
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+Naturalmente, debemos reconocer la probabilidad de que se abuse de esos dispositivos públicos de búsqueda para fines inmorales y de explotación, tal como se ha abusado de los teléfonos y del correo. Se requeriría cierta protección semejante a la que se usa para esas redes. En otras páginas he propuesto un sistema de búsqueda de compañero que permitiría usar sólo una información impresa pertinente, más el nombre y la dirección del averiguador. Un sistema de esta especie sería prácticamente a prueba de abusos. Otra medida sería permitir que se agregase cualquier libro, película, programa de televisión u otro artículo que figurase en un catálogo especial. La preocupación acerca de los peligros del sistema no debe hacernos perder de vista sus beneficios, tanto mayores.
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+Algunos que comparten mi preocupación por la libertad de expresión y la reunión alegarán que el sistema de búsqueda de compañero es un medio artificial de juntar personas y que no lo utilizarían los pobres —que son quienes más lo necesitan—. Hay personas que auténticamente se alborotan cuando uno sugiere montar encuentros _ad hoc_ que no tengan su raíz en la vida de una comunidad local. Otros reaccionan cuando uno sugiere usar una computadora para entresacar y conjuntar intereses que algunos clientes del sistema hayan definido. No es posible reunir a las personas de una manera tan impersonal, dicen. La búsqueda en común debe estar arraigada en una historia de experiencias compartidas a muchos niveles, y debe nacer de esta experiencia —el desarrollo de instituciones vecinales, por ejemplo—.
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+Simpatizo con estas objeciones, pero creo que no comprenden el verdadero sentido de lo que persigo y no dan tampoco con lo que ellos mismos persiguen. En primer lugar, el retorno a la vida vecinal como centro primario de expresión creativa podría de hecho ser contraproducente para volver a establecer los vecindarios como unidades políticas. Centrar las demandas sobre el barrio o vecindario podría, en efecto, descuidar un importante aspecto liberador de la vida urbana —el que una persona pueda participar simultáneamente en varios grupos de sus iguales—. Además, existe un sentido importante: personas que jamás han vivido juntas en una comunidad física pueden tener ocasionalmente muchas más experiencias por compartir que quienes se han conocido desde la infancia. Las grandes religiones han reconocido siempre la importancia de estos encuentros lejanos, y los fieles han hallado siempre libertad mediante ellos: los peregrinajes, el monacato y el mutuo apoyo de templos y santuarios son reflejos de este reconocimiento. La conjunción de iguales podría ayudar significativamente a hacer explícitas las numerosas comunidades en potencia, aunque reprimidas, que existen en la ciudad.
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+Las comunidades locales son valiosas. Son también una realidad que se desvanece conforme los hombres dejan que las instituciones definan cada vez más sus círculos de relación social. En un libro reciente, Milton Kotler mostró que el imperialismo del “centro” de la ciudad priva al barrio de su significación política. El intento proteccionista de resucitar la barriada como unidad cultural sólo sirve de apoyo a este imperialismo burocrático. Lejos de apartar artificialmente a la gente de su contexto local para unirla con grupos abstractos, el servicio de búsqueda de compañero alentaría un renacer de la vida local en las ciudades de las cuales está desapareciendo hoy en día. Un hombre que recupere su iniciativa para llamar a sus prójimos a sostener una conversación significativa, puede dejar de conformarse con estar separado de ellos por el protocolo oficinesco o por la etiqueta suburbana. Habiendo visto por una vez que el hacer cosas en conjunto depende del decidir hacerlo, la gente posiblemente insista incluso en que su comunidad local se haga más abierta al intercambio político creativo.
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+Debemos reconocer que la vida urbana tiende a hacerse inmensamente costosa conforme a los habitantes de la ciudad se les enseña a confiar en complejos servicios institucionales para satisfacer cada una de sus necesidades. Es extraordinariamente costoso incluso mantenerla en un nivel mínimo de habitabilidad. El servicio de búsqueda de compañero de aprendizaje en la ciudad podría ser un primer paso para romper la dependencia de los ciudadanos respecto de servicios burocráticos.
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+Sería también una medida esencial para proporcionar nuevos medios de establecer la confianza pública. En una sociedad escolarizada hemos llegado a confiar cada día más en el juicio profesional de educadores sobre el efecto de su propia labor para decidir en quién podemos o no confiar: vamos al médico, al abogado o al psicólogo porque confiamos en que cualquiera que ha tenido la cantidad requerida de tratamiento educativo especializado a manos de otros colegas merece nuestra confianza.
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+En una sociedad desescolarizada, los profesionales ya no pueden reclamar la confianza de sus clientes a partir de su historial curricular o asegurar su prestigio con sólo remitir a sus clientes a otros profesionales que dieron aprobación a su escolarización. En vez de depositar su confianza en profesionales, debería ser posible, en cualquier momento, que cualquier presunto cliente consultase con otros clientes experimentados sobre la calidad del servicio prestado por un profesional mediante otra red de comunicación de intereses comunes fácilmente montada en una computadora o mediante muchos otros medios. Podría considerarse a tales redes como servicios de utilidad pública que permitiesen a los estudiantes elegir a sus profesores o a los pacientes, sus médicos.
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+### Educadores profesionales
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+Conforme los ciudadanos tengan nuevas posibilidades de elección, nuevas posibilidades de aprendizaje, su disposición a buscar directivos debiera aumentar. Podemos contar con que experimentarán más hondamente tanto su propia independencia como su necesidad de guía. Conforme estén liberados de la manipulación por parte de terceros, debieran aprender a beneficiarse de la disciplina que otros han adquirido durante toda su vida. El desescolarizar la educación debiera más bien aumentar, y no ahogar, la búsqueda de hombres de sabiduría práctica que estuviesen dispuestos a apoyar al recién llegado en su aventura educativa. Conforme los maestros en su arte abandonan la pretensión de ser informantes superiores o modelos de habilidades, comenzará a parecer verdadera la sabiduría superior que parecen poseer.
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+Al aumentar la demanda de maestros debiera aumentar también la oferta. Conforme se desvanezca el maestro de escuela, se suscitarán condiciones que harán aparecer la vocación del educador independiente. Esto puede parecer casi contradictorio; a tal punto han llegado a ser complementarios escuelas y profesores. Sin embargo éste es exactamente el resultado a que tendería el desarrollo de los primeros servicios educativos —y lo que se precisaría para hacer posible el aprovecharlos plenamente—, pues los padres y otros “educadores naturales” necesitan un guía, las personas que aprenden necesitan ayuda, y las redes necesitan personas que las hagan funcionar.
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+Los padres necesitan orientación para dirigir a sus hijos por el camino que conduce a la independencia educativa responsable. Los aprendices necesitan líderes experimentados cuando se topan con un terreno arduo. Estas dos necesidades son muy distintas: la primera es una necesidad de pedagogía, la segunda una necesidad de dirección intelectual en todas las demás ramas del conocimiento. La primera exige conocimiento del aprendizaje humano y de los recursos educativos, la segunda exige sabiduría fundada en la experiencia en cualquier clase de exploración. Ambos tipos de experiencia son indispensables para una empresa educativa eficaz. Las escuelas envasan estas funciones en un solo papel —y hacen que el ejercicio independiente de cualquiera de ellas se vuelva, si no algo lleno de desdoro, al menos sospechoso—.
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+De hecho deberían distinguirse tres tipos de competencia educativa especial: una, crear y manejar los tipos de servicios o redes educativas esbozadas aquí; otra, guiar a estudiantes y padres en el uso de estas redes, y una tercera, actuar como _primus inter pares_ al emprender difíciles viajes de exploración intelectual. Sólo las dos primeras pueden concebirse como ramas de una profesión independiente: administradores educativos y consejeros pedagógicos. No se precisaría mucha gente para proyectar y gestionar las redes que he estado describiendo, pero sí gente con un profundo entendimiento de la educación y la administración, con una perspectiva muy diferente y hasta opuesta a la de las escuelas.
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+Si bien una profesión educativa independiente de esta especie daría la bienvenida a muchas personas que las escuelas excluyen, excluiría asimismo a muchas que las escuelas declaran aptas. El establecimiento y gestión de redes educativas precisaría de algunos proyectistas y administradores, pero no en la cantidad ni del tipo que exige la administración de escuelas. La disciplina estudiantil, las relaciones públicas, la contratación, supervisión y despido de profesores no tendrían lugar ni equivalente en las redes que he estado describiendo. Tampoco la creación de currícula, la compra de libros de texto, el entretenimiento de lugares e instalaciones, ni la supervisión de competencias atléticas interescolares. La custodia de niños, el planteamiento de lecciones y la anotación de datos archivables, que ocupan ahora tanto tiempo de los profesores, tampoco figurarían en la gestión de las redes educativas. En cambio, para el funcionamiento de las tramas de aprendizaje se necesitarían algunas de las habilidades y actitudes que se esperan actualmente del personal de un museo, de una biblioteca, de una agencia para contratación de directivos o de un _maître d’hôtel_.[^n18]
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+Los administradores educativos de hoy en día se preocupan de controlar a profesores y estudiantes de modo que queden satisfechos unos terceros —fideicomisarios, legislaturas y jefes de empresas—. Los constructores y administradores de las redes antedichas tendrían que demostrar tener genio para ponerse a sí mismos y a terceras personas donde no estorbasen a la gente, para facilitar encuentros entre estudiantes, modelos de habilidades, líderes educativos y objetos educativos. Muchas de las personas a las que hoy atrae la enseñanza son profundamente autoritarias y no serían capaces de hacerse cargo de esta tarea: construir servicios o bolsas de intercambio educativo significaría facilitar a la gente —en especial a los jóvenes— el ir en pos de metas que pudieren contradecir los ideales del gerente que hiciese posible tal empeño.
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+Si pudiesen hacer su aparición las redes que he descrito, el recorrido educativo que siguiese cada estudiante sería cosa suya o propia, y sólo mirado retrospectivamente podría adquirir las características de un programa reconocible. El estudiante sensato buscaría periódicamente el consejo profesional: ayuda para fijarse una nueva meta, comprensión penetrante de las dificultades habidas, elección entre algunos métodos posibles. Incluso ahora, la mayoría de las personas admitirán que los servicios importantes que les prestaron sus profesores fueron consejos o asesoramiento de esta especie, dados en una reunión casual o durante una conversación personal. En un mundo desescolarizado, los pedagogos también harían valer sus métodos y serían capaces de realizar aquello que los profesores frustrados pretenden emprender hoy en día.
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+Mientras los administradores de redes se concentrarían principalmente en la construcción y el mantenimiento de cambios que dieran acceso a recursos, el pedagogo ayudaría al estudiante a hallar el sendero que le pudiese conducir a mayor velocidad hacia su meta. Si un estudiante quisiese aprender cantonés hablado de un vecino chino, el pedagogo estaría a mano para juzgar el aprovechamiento y pericia de ambos y para ayudarles a elegir el libro de texto y los métodos más adecuados para sus talentos, caracteres y tiempo disponible para estudiar. Podría aconsejar al mecánico de aviación en ciernes sobre los mejores lugares para practicar como aprendiz. Podría recomendar libros o alguno que quisiese hallar compañeros con garra para debatir sobre historia de África. Al igual que el administrador de redes, el consejero pedagógico se vería a sí mismo como un educador profesional. El acceso a cualquiera de ambos podrían lograrlo las personas usando sus bonos educativos.
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+El papel del iniciador o líder educativo, del maestro o “verdadero” líder es algo más elusivo que el de administrador profesional o de pedagogo. Esto se debe a que el liderazgo es en sí algo difícil de definir. En la práctica, una persona es un líder si la gente sigue su iniciativa y se convierten en aprendices de sus descubrimientos progresivos. Esto frecuentemente presupone una visión profética de normas enteramente nuevas —muy comprensibles en el presente— en las cuales el “error” actual se convertirá en “acierto”. En una sociedad que respetaría el derecho a convocar asambleas a través del sistema de búsqueda de compañero, la capacidad de tomar la iniciativa educativa sobre un tema específico sería tan amplia como el acceso mismo al aprendizaje. Pero, naturalmente, hay una enorme diferencia entre la iniciativa que toma alguien para convocar una provechosa reunión para debatir este ensayo y la capacidad de alguien para servir de líder en la exploración sistemática de sus implicaciones.
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+El liderazgo tampoco depende del hecho de estar en lo cierto. Tal como señala Thomas Kuhn, en un periodo de paradigmas en constante variación, la mayoría de los más distinguidos líderes tiene la probabilidad de haber incurrido en error cuando se someten a una prueba retrospectiva. La condición de líder intelectual se funda en una disciplina intelectual y una imaginación superiores, y en la disposición a asociarse con otros en el ejercicio de aquéllas. Por ejemplo, el aprendiz puede pensar que existe una analogía entre el Movimiento Antiesclavista de Estados Unidos o la Revolución cubana y lo que está ocurriendo en Harlem. El educador que sea al mismo tiempo historiador podría mostrarle cómo advertir las fallas de dicha analogía. Puede recorrer de nuevo su camino como historiador. Puede invitar al aprendiz a participar en las investigaciones que realice. En ambos casos iniciará a su alumno en el aprendizaje de un arte crítico —que es escaso en la escuela— y que no puede comprarse ni con dinero ni con favores.
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+La relación entre maestro y discípulo no se limita a la disciplina intelectual. Tiene su equivalente en las artes, en física, en religión, en psicoanálisis y en pedagogía. Encaja en el montañismo, en la platería y en política, en ebanistería y en administración de personal. Lo que es común en todas las verdaderas relaciones maestro-discípulo es el hecho de que ambos tienen conciencia de que su mutua relación es literalmente inapreciable y de maneras muy diferentes constituye un privilegio para ambos.
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+Los charlatanes, los demagogos, los proselitistas, los maestros corrompidos, los sacerdotes simoniacos, los pillos, los taumaturgos y los mesías han demostrado ser capaces de asumir el papel de líderes y han demostrado así los peligros que para un discípulo tiene la dependencia respecto del maestro. Las diversas sociedades han adoptado diversas medidas para protegerse de estos maestros falsificados. Los hindúes se apoyaron en el sistema de castas. Los judíos orientales, en la condición de discípulo espiritual de los rabinos, los grandes periodos de la cristiandad en una vida ejemplar de virtud monástica, y otros periodos en el orden jerárquico. Nuestra sociedad confía en los certificados dados por escuelas. Es dudoso que ese procedimiento constituya una criba más eficaz, pero si se pretendiese que lo es, podría alegarse en contra que lo hace al costo de casi hacer desaparecer la condición de discípulo personal.
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+En la práctica el límite entre el profesor de habilidades y los líderes educadores antes señalados será siempre confuso, y no hay razones prácticas para que no pueda lograrse el acceso a ciertos líderes descubriendo al “maestro” en el profesor rutinario que inicia a unos estudiantes en su disciplina.
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+Por otra parte, lo que caracteriza la verdadera relación maestro-discípulo es su carácter de inapreciable. Aristóteles dice de ella: “Es un tipo de amistad moral, no fundada en términos fijos: hace un regalo, o hace lo que hace, como a un amigo”. Tomás de Aquino dice de este tipo de enseñanza que inevitablemente es un acto de amor y de compasión. Este tipo de enseñanza es siempre un lujo para el profesor y una forma de recreación (en griego, _schole_) para él y para su discípulo: una actividad significativa para ambos, sin propósito ulterior.
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+Contar con que haya personas dotadas dispuestas a proveer una auténtica dirección intelectual es obviamente necesario incluso en nuestra sociedad, pero podría dictarse como norma ahora. Debemos construir primero una sociedad en la cual los actos profesionales mismos recuperen un valor más elevado que el de hacer cosas y manipular gente. En una sociedad así, la enseñanza exploratoria, inventiva, creativa, se contaría lógicamente entre las formas más elevadas del “ocio”. Pero no es necesario esperar hasta el advenimiento de la utopía. Incluso ahora, una de las consecuencias más importantes de la desescolarización y del establecimiento de sistemas para búsqueda de compañero sería la iniciativa que algunos “maestros” pudiesen tomar para congregar discípulos que congeniasen. Daría también, como hemos visto, oportunidades amplias para que los discípulos en potencia compartiesen informaciones o seleccionasen un maestro.
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+Las escuelas no son las únicas instituciones que pervierten una profesión al meter en un solo paquete varios papeles por desempeñar. Los hospitales hacen cada vez más imposible la atención en el hogar —y luego justifican la hospitalización como un beneficio para el enfermo—. Simultáneamente, la legitimidad y las posibilidades de ejercer de un médico vienen a depender de modo creciente de su asociación con un hospital, si bien su dependencia es mucho menor que la de los profesores respecto de las escuelas. Igual cosa podría decirse de los tribunales, que atiborran sus calendarios conforme nuevas transacciones adquieren solemnidad legal, demorando así la justicia. En cada uno de estos casos el resultado es un servicio escaso a un coste mayor, y un mayor ingreso para los miembros menos competentes de la profesión.
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+Mientras las profesiones más antiguas monopolicen los mayores ingresos y prestigio, será difícil reformarlas. La profesión de maestro de escuela debiera ser fácil de reformar, no sólo debido a su origen más reciente. La profesión educativa pretende ahora un monopolio global; reclama ser la única competente para impartir el aprendizaje no sólo a sus propios novicios sino también a los de otras profesiones. Esta expansión excesiva la hace vulnerable ante cualquier otra profesión que reclame el derecho a enseñar a sus propios aprendices. Los maestros de escuela están abrumadoramente mal pagados y frustrados por la estrecha fiscalización del sistema escolar. Los más emprendedores y dotados de entre ellos hallarían probablemente un trabajo más simpático, una mayor independencia y hasta mejores ingresos al especializarse como modelos de habilidades, administradores de redes o especialistas en orientación.
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+Finalmente, es más fácil romper la dependencia del alumno matriculado respecto del profesor diplomado que su dependencia de otros profesionales —por ejemplo, que la de un paciente hospitalizado respecto de su médico—. Si las escuelas dejaran de ser obligatorias, aquellos profesores cuya satisfacción reside en el ejercicio de la autoridad pedagógica en el aula se quedarían sólo con los alumnos para quienes fuese atractivo ese estilo. La desaparición de nuestra actual estructura profesional podría comenzar con la deserción del maestro de escuela.
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+La desaparición de las escuelas ocurriría inevitablemente —y ocurriría a velocidad sorprendente—. No puede postergarse por más tiempo, y no hace ninguna falta promoverlo vigorosamente, porque ya está ocurriendo. Lo que vale la pena es tratar de orientarla en una dirección prometedora, pues puede dirigirse en dos direcciones diametralmente opuestas.
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+La primera sería la ampliación del mandato del pedagogo y su control creciente sobre la sociedad, incluso fuera de la escuela. Con la mejor intención y tan sólo ampliando la retórica usada hoy como en las aulas, la crisis actual de las escuelas podría proporcionar a los educadores la excusa para usar todas las redes de la sociedad contemporánea para enviarnos sus mensajes —para nuestro bien—. La desescolarización que no podemos detener, podría significar el advenimiento de un “mundo feliz” dominado por algunos bien intencionados administradores de instrucción programada.
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+Por otra parte, el hecho de que tanto los gobiernos como los empleados, los contribuyentes, los pedagogos despiertos y los administradores escolares advierten con creciente claridad que la enseñanza graduada de currícula en pro de unos certificados se ha hecho perjudicial, podría ofrecer a grandes masas humanas una oportunidad única: la de preservar el derecho de tener un acceso parejo a los instrumentos tanto para aprender, como para competir con otros lo que saben o creen. Pero esto exigiría que la revolución educativa estuviese guiada por ciertas metas:
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+_1._ Liberar el acceso a las cosas, mediante la abolición del control que hoy ejercen unas personas e instituciones sobre sus valores educativos.
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+_2._ Liberar la coparticipación de habilidades al garantizar la libertad de enseñarlas o de ejercitarlas a pedido.
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+_3._ Liberar los recursos críticos y creativos de la gente por medio de un regreso a la capacidad de las personas para convocar y organizar reuniones —capacidad crecientemente monopolizada por instituciones que afirman estar al servicio del público—.
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+_4._ Liberar al individuo de la obligación de moldear sus expectativas según los servicios ofrecidos por cualquier profesión establecida —proporcionándole la oportunidad de aprovechar la experiencia de sus iguales y de confiarse al profesor, guía, consejero o curandero de su elección—. La desescolarización de la sociedad difuminará inevitablemente las distinciones entre economía, educación y política, sobre las que se funda ahora la estabilidad del orden mundial y de las naciones.
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+Nuestra reseña de las instituciones educativas nos lleva a modificar nuestra imagen del hombre. La criatura que las escuelas necesitan como cliente no tiene ni la autonomía ni la motivación para crecer por su cuenta. Podemos reconocer la escolarización como la culminación de una empresa prometeica, y hablar acerca de su alternativa refiriéndonos a un mundo adecuado para que en él viva un hombre epimeteico. Ya que nos es posible imaginar el reemplazo del embudo escolástico por una trama de intercambios y hacer que el mundo vuelva a ser visible mediante múltiples posibilidades de comunicación, sólo nos queda, al final de este esfuerzo, esperar que la naturaleza epimeteica del hombre aparezca, porque este renacimiento no depende de nuestros proyectos ni de nuestra voluntad.
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+## Renacimiento del hombre epimeteico
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+Nuestra sociedad se parece a la máquina implacable que una vez vi en una juguetería neoyorquina consistía en un cofrecillo metálico con un interruptor que, al tocarlo se abría de golpe descubriendo una mano mecánica. Unos dedos cromados se estiraban hacia la tapa y la cerraban desde el interior. Era una caja; uno esperaba poder sacar algo de ella, pero no contenía sino un mecanismo para cerrarla. Este artilugio es lo opuesto a la “caja” de Pandora.
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+La Pandora original, “la dadora de todo”, era una diosa de la Tierra en la Grecia prehistórica y matriarcal que dejó escapar todos los males de su ánfora (_pythos_). Pero cerró la tapa antes de que pudiera escapar la esperanza. La historia del hombre moderno comienza con la degradación del mito de Pandora y llega a su término con el cofrecillo que se cierra solo. Es la historia del empeño prometeico por forjar instituciones a fin de encerrar los males desencadenados. Es la historia de una esperanza que declina y de unas expectativas crecientes.
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+Para comprender lo que esto significa debemos redescubrir la diferencia entre expectativa y esperanza. Esperanza, en su sentido vigoroso, significa fe confiada en la bondad de la naturaleza; mientras expectativa, tal como la emplearé aquí, significa fiarse en resultados planificados y controlados por el hombre. La esperanza centra el deseo en una persona de la que aguardamos un regalo. La expectativa promete una satisfacción que proviene de un proceso predecible que producirá aquello que tenemos el derecho de exigir. El _ethos_ prometeico ha eclipsado actualmente la esperanza. La supervivencia de la raza humana depende de que se la descubra como fuerza social.
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+La Pandora original fue enviada a la Tierra con un frasco que contenía todos los males; de las cosas buenas, contenía sólo la esperanza. El hombre primitivo vivía en este mundo de la esperanza. Para subsistir confiaba en la munificencia de la naturaleza, en los regalos de los dioses y en los instintos de su tribu. Los griegos del periodo clásico comenzaron a reemplazar la esperanza por las expectativas. En la versión que dieron de Pandora, ésta soltó tanto males como bienes. La recordaban principalmente por los males que había desencadenado. Y, lo que es más significativo, olvidaron que “la dadora de todo” era también la custodia de la esperanza.
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+Los griegos contaban la historia de dos hermanos, Prometeo y Epimeteo. El primero advirtió al segundo que no se metiera con Pandora. Éste, en cambio, casó con ella. En la Grecia clásica, al nombre Epimeteo, que significa “percepción tardía” o “visión ulterior”, se le daba el significado de “lerdo” o “tonto”. Para la época en que Hesíodo relataba el cuento en su forma clásica, los griegos se habían convertido en patriarcas moralistas y misóginos que se espantaban ante el pensamiento de la primera mujer. Construyeron una sociedad racional y autoritaria. Los hombres proyectaron instituciones mediante las cuales programaron enfrentarse a todos los males desencadenados. Llegaron a percatarse de su poder para conformar el mundo y hacerlo producir servicios que aprendieron también a esperar. Querían que sus artefactos moldearan sus propias necesidades y las exigencias futuras de sus hijos. Se convirtieron en legisladores, arquitectos y autores, hacedores de constituciones, ciudades y obras de arte que sirviesen de ejemplo para su progenie. El hombre primitivo contaba con la participación mística en ritos sagrados para iniciar a los individuos en las tradiciones de la sociedad, pero los griegos clásicos reconocieron como verdaderos hombres sólo a aquellos ciudadanos que permitían que la _paideia_ (educación) los hiciera aptos para ingresar en las instituciones que sus mayores habían proyectado.
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+El mito en desarrollo refleja la transición desde un mundo en que se _interpretaban_ los sueños a un mundo en que _se hacían_ oráculos. Desde tiempos inmemoriales, se había adorado a la diosa de la Tierra en las laderas del monte Parnaso, que era el centro y el ombligo de la tierra. Allí, en Delphos (de _delphys_ , la matriz), dormía Gaia, hermana de Caos y de Eros. Su hijo, Pitón, el dragón, cuidaba sus sueños lunares y húmedos de rocío, hasta que Apolo, el dios del Sol, el arquitecto de Troya, se alzó al Oriente, mató al dragón y se apoderó de la cueva de Gaia. Los sacerdotes de Apolo se hicieron cargo del templo de la diosa. Emplearon a una doncella de la localidad, la sentaron en un trípode, sobre el ombligo humeante de la tierra, y la adormecieron con emanaciones. Luego pusieron sus declaraciones extáticas en hexámetros rimados de profecías que se cumplían por la misma influencia que ejercían. De todo el Peloponeso venían hombres a traer sus problemas ante Apolo. Se consultaba el oráculo sobre posibles alternativas sociales, tales como las medidas que se debían adoptar frente a una peste o una hambruna, sobre cuál era la constitución conveniente para Esparta o cuáles los emplazamientos propicios para ciudades que más tarde se llamaron Bizancio y Caledonia. La flecha que nunca yerra se convirtió en un símbolo de Apolo. Todo lo referente a él adquirió un fin determinado y útil.
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+En la _República_ , al describir el Estado ideal, Platón ya excluye la música popular. En las ciudades se permitiría sólo el arpa y la lira de Apolo, porque únicamente la armonía de éstas crea “la tensión de la necesidad y la tensión de la libertad, la tensión de lo infortunado y la tensión de lo afortunado, la tensión del valor y la tensión de la templanza, dignas del ciudadano”. Los habitantes de la ciudad se espantaron ante la flauta de Pan y su poder para despertar los instintos. Sólo “los pastores pueden tocar las flautas (de Pan) y esto sólo en el campo”.
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+El hombre se hizo responsable de las leyes bajo las cuales quería vivir y de moldear el medio ambiente a su propia semejanza. La iniciación primitiva que daba la Madre Tierra a una vida mítica se transformó en la educación (_paideia_) del ciudadano que se sentiría a gusto en el foro.
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+Para el primitivo, el mundo estaba regido por el destino, los hechos y la necesidad. Al robar el fuego de los dioses, Prometeo convirtió los hechos en problemas, puso en tela de juicio la necesidad y desafió al destino. El hombre clásico tramó un contexto civilizado para la perspectiva humana. Se percataba de que podía desafiar al trío destino-naturaleza-entorno, pero sólo bajo su propio riesgo. El hombre contemporáneo va aún más lejos; intenta crear el mundo a su semejanza, contribuir y planificar su entorno, y descubre entonces que sólo puede hacerlo a condición de rehacerse continuamente para ajustarse a él. Debemos enfrentarnos ahora al hecho de que es el hombre mismo el que está en juego.
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+La vida en Nueva York produce una visión peculiar de lo que es y de lo que podría ser, y sin esta visión, la vida en Nueva York se hace imposible. En las calles de Nueva York, un niño jamás toca nada que no haya sido ideado, proyectado, planificado y vendido científicamente a alguien. Hasta los árboles están allí porque el Departamento de Parques así lo decidió. Los chistes que el niño escucha por televisión han sido programados a gran coste. La basura con que juega en las calles de Harlem está hecha de paquetes deshechos ideados para un tercero. Hasta los deseos y los temores están moldeados institucionalmente. El poder y la violencia están organizados y administrados: las pandillas, frente a la policía. El aprendizaje mismo se define como el consumo de una materia, que es el resultado de programas investigados, planificados y promocionados. Lo que allí haya de bueno, es el producto de alguna institución especializada. Sería tonto pedir algo que no pudiese producir alguna institución. El niño de la ciudad no puede esperar nada que esté más allá del posible desarrollo del proceso institucional. Hasta a su fantasía se le urge a producir ciencia ficción. Puede experimentar la sorpresa poética de lo no planificado sólo a través de sus encuentros con la “mugre”, el desatino o el fracaso: la cáscara de naranja en la cuneta, el charco en la calle, el quebrantamiento del orden, del programa o de la máquina son los únicos despegues para el vuelo de la fantasía creadora. El “viaje” se convierte en la única poesía al alcance de la mano.
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+Como nada deseable hay que no haya sido planificado, el niño ciudadano pronto llega a la conclusión de que siempre podremos idear una institución para cada una de nuestras apetencias. Toma por descontado el poder del proceso para crear valor. Ya sea que la meta fuere juntarse con un compañero, integrar un barrio o adquirir habilidades de lectura, se la definirá de tal modo que su logro pueda proyectarse técnicamente. El hombre que sabe que nada que está en demanda deja de producirse llega pronto a esperar que nada de lo que se produce pueda carecer de demanda. Si puede proyectarse un vehículo lunar, también puede proyectarse la demanda de viajes a la Luna. No ir donde uno puede sería subversivo. Desenmascararía, mostrándola como una locura, la suposición de que cada demanda satisfecha trae consigo el descubrimiento de otra, mayor aún, e insatisfecha. Esa percepción detendría el progreso. No producir lo que es posible dejaría a la ley de las “expectativas crecientes” al descubierto, en calidad de eufemismo para expresar una brecha creciente de frustración, que es el motor de la sociedad, fundado en la coproducción de servicios y en la demanda creciente.
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+El estado mental del habitante de la ciudad moderna aparece en la tradición mitológica sólo bajo la imagen del Infierno: Sísifo, que por un tiempo había encadenado a Tánatos (la muerte), debe empujar una pesada roca cerro arriba hasta el pináculo del Infierno, y la piedra siempre se escapa de sus manos cuando está a punto de llegar a la cima. Tántalo, a quien los dioses invitaron a compartir la comida olímpica, y que aprovechó la ocasión para robarles el secreto de la preparación de la ambrosía que todo lo cura, sufre hambre y sed eternas, de pie en un río cuyas aguas se le escapan y a la sombra de árboles cuyos frutos no alcanza. Un mundo de demandas siempre crecientes no sólo es malo; el único término adecuado para nombrarlo es “Infierno”.
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+El hombre ha desarrollado la frustradora capacidad de pedir cualquier cosa porque no puede visualizar nada que una institución no pueda hacer por él. Rodeado por herramientas todopoderosas, el hombre queda reducido a ser instrumento de sus instrumentos. Cada una de las instituciones ideadas para exorcizar alguno de los males primordiales se ha convertido en un ataúd a prueba de errores y de cierre automático y hermético para el hombre. El hombre está atrapado en las cajas que fabrica para encerrar los males que Pandora dejó escapar. El oscurecimiento de la realidad por el _smog_ producido por nuestras propias herramientas nos rodea. Súbitamente nos hallamos en la oscuridad de nuestra propia trampa.
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+Hasta la realidad ha llegado a depender de la decisión humana. El mismo presidente que ordenó la ineficaz invasión de Camboya podría ordenar de igual manera el uso eficaz del átomo. El “interruptor Hiroshima” puede cortar hoy el ombligo de la tierra. El hombre ha adquirido el poder de hacer que Caos anonade a Eros y a Gaia. Esta nueva capacidad del hombre, el poder cortar el ombligo de la tierra, es un recuerdo constante de que nuestras instituciones no sólo crean sus propios fines, sino que tienen también el poder de señalar su propio fin y el nuestro. El absurdo de las instituciones modernas se evidencia en el caso de la institución militar. Las armas modernas pueden defender la libertad, la civilización y la vida únicamente aniquilándolas. En lenguaje militar, seguridad significa la capacidad de eliminar la Tierra.
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+El absurdo subyacente en las instituciones no militares no es menos manifiesto. No hay en ellas un interruptor que active sus poderes destructores, pero tampoco lo necesitan. Sus dedos ya atenazan la tapa del mundo. Crean a mayor velocidad necesidades que satisfacciones, y en el proceso de tratar de satisfacer las necesidades que engendran, consumen la tierra. Esto vale para la agricultura y la manufactura, y no menos para la medicina y la educación. La agricultura moderna envenena y agota el suelo. La “revolución verde” puede, mediante nuevas semillas, triplicar la producción de una hectárea —pero sólo con un aumento proporcionalmente mayor de fertilizantes, insecticidas, agua y energía—. Fabricar estas cosas, como los demás bienes, contamina los océanos y la atmósfera y degrada recursos irreemplazables. Si la combustión continúa aumentando según los índices actuales, pronto consumiremos el oxígeno de la atmósfera sin poder reemplazarlo con igual presteza. No tenemos razones para creer que la fisión o la fusión puedan reemplazar la combustión sin peligros iguales o mayores. Los expertos en medicina reemplazan a las parteras y prometen convertir al hombre en otra cosa: genéticamente planificado, farmacológicamente endulzado y capaz de enfermedades más prolongadas. El ideal contemporáneo es un mundo panhigiénico: un mundo en el que todos los contactos entre los hombres, y entre los hombres y su mundo, sean el resultado de la previsión y la manipulación. La escuela se ha convertido en el proceso planificado que labra al hombre para un mundo planificado, en la trampa principal para entrampar al hombre en la trampa humana. Se supone que moldea a cada hombre a un nivel adecuado para desempeñar un papel en este juego mundial. De manera inexorable, cultivamos, elaboramos, producimos y escolarizamos el mundo hasta acabar con él.
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+La institución militar es evidentemente absurda. Más difícil se hace enfrentar el absurdo de las instituciones no militares. Es aún más aterrorizante, precisamente porque funciona inexorablemente. Sabemos qué interruptor debe quedar abierto para evitar un holocausto atómico. No hay interruptor para detener un apocalipsis ecológico.
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+En la antigüedad clásica, el hombre descubrió que el mundo podía forjarse según los planes del hombre, y, junto con este descubrimiento, advirtió que ello era inherentemente precario, dramático y cómico. Fueron creándose las instituciones democráticas y dentro de su estructura se supuso que el hombre era digno de confianza. Lo que se esperaba del debido proceso legal y la confianza en la naturaleza humana se mantenía en equilibrio recíproco. Se desarrollaron las profesiones tradicionales y con ellas las instituciones necesarias para el ejercicio de aquéllas.
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+Subrepticiamente, la confianza en el proceso institucional ha reemplazado la dependencia respecto de la buena voluntad humana personal. El mundo ha perdido su dimensión humana y ha readquirido la necesidad de los tiempos primitivos. Pero mientras el caos de los bárbaros estaba constantemente ordenado en nombre de dioses misteriosos y antropomórficos, hoy en día la única razón que puede ofrecerse para que el mundo esté como está es la planificación del hombre. El hombre se ha convertido en el juguete de científicos, ingenieros y planificadores.
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+Vemos esta lógica en otros y en nosotros mismos. Conozco una aldea mexicana en la que no pasa más de media docena de autos cada día. Un mexicano estaba jugando al dominó sobre la nueva carretera asfaltada frente a su casa —en donde probablemente se había sentado y había jugado desde muchacho—. Un coche pasó velozmente y lo mató. El turista que me informó del hecho estaba profundamente conmovido y, sin embargo, dijo: “Tenía que sucederle”.
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+A primera vista, la observación del turista no difiere de la de un bosquimano que relata la muerte de algún fulano que se hubiera topado con un tabú y por consiguiente hubiera muerto. Pero las dos afirmaciones poseen significados diferentes. El primitivo puede culpar a alguna entidad trascendente, tremenda y ciega, mientras el turista está pasmado ante la inexorable lógica de la máquina. El primitivo no siente responsabilidad; el turista la siente, pero la niega. Tanto en el primitivo como en el turista están ausentes la modalidad clásica del drama, el estilo de la tragedia, la lógica del empeño individual y de la rebelión. El hombre primitivo no ha llegado a tener conciencia de ello, y el turista la ha perdido. El mito del bosquimano y el mito del norteamericano están compuestos ambos de fuerzas inertes, inhumanas. Ninguno de los dos experimenta una rebeldía trágica. Para el bosquimano, el suceso se ciñe a las leyes de la magia, para el norteamericano se ciñe a las leyes de la ciencia. El suceso le pone bajo el hechizo de las leyes de la mecánica, que para él gobiernan los sucesos físicos, sociales y psicológicos.
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+El estado de ánimo de 1971 es propicio para un cambio importante de dirección en busca de un futuro esperanzador. A las metas institucionales las contradicen continuamente los resultados institucionales. El programa para la pobreza produce más pobres, la guerra en Asia acrecienta los Vietcong, la ayuda técnica engendra más subdesarrollo. Las clínicas para control de nacimientos incrementan los índices de supervivencia y provocan aumentos de población; las escuelas producen más desertores, y el atajar un tipo de contaminación suele aumentar otro tipo.
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+Los consumidores se enfrentan al claro hecho de que cuanto más pueden comprar, tanto más engaño han de tragar. Hasta hace poco parecía lógico que pudiera echarse la culpa de esta inflación pandémica de disfunciones ya fuese al retraso de los descubrimientos científicos respecto de las exigencias tecnológicas, ya fuese a la perversidad de los enemigos étnicos, ideológicos o de clase. Han declinado las expectativas tanto respecto de un milenario científico como de una guerra que acabe con las guerras.
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+Para el consumidor avezado no hay manera de regresar a una ingenua confianza en las tecnologías mágicas. Demasiadas personas han tenido la experiencia de computadoras que se descomponen, infecciones hospitalarias y saturación dondequiera que haya tráfico en la carretera, en el aire o en el teléfono. Hace apenas 10 años, la sabiduría convencional preveía una mejor vida fundada en los descubrimientos científicos. Ahora, los científicos asustan a los niños. Los viajes a la Luna proporcionan una fascinante demostración de que el fallo humano puede casi eliminarse entre los operarios de sistemas complejos —sin embargo, esto no mitiga los temores ante la posibilidad de que un fallo humano que consista en no consumir conforme a las instrucciones pueda escapar a todo control—.
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+Para el reformador social tampoco hay modo de regresar a las premisas de la década de los años cuarenta. Se ha desvanecido la esperanza de que el problema de distribuir con justicia los bienes pueda evadirse creándolos en abundancia. El coste de la cesta mínima que satisfaga los gustos contemporáneos se ha ido a las nubes, y lo que hace que un gusto sea moderno es el hecho de que aparezca como anticuado antes de haber sido satisfecho.
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+Los límites de los recursos de la tierra ya se han evidenciado. Ninguna nueva avenida de la ciencia o la tecnología podría proveer a cada hombre del mundo de los bienes y servicios de que disponen ahora los pobres de los países ricos. Por ejemplo, se precisaría extraer 100 veces las cantidades actuales de hierro, estaño, cobre y plomo para lograr esa meta, incluso con la alternativa tecnológica más “liviana”.
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+Por fin, los profesores, médicos y trabajadores sociales caen en la cuenta de que sus diversos tratamientos profesionales tienen un aspecto —por lo menos— en común: crean nuevas demandas para los tratamientos profesionales que proporcionan, a una mayor rapidez con la que pueden proporcionar instituciones de servicio.
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+Se está haciendo sospechosa no sólo una parte, sino la lógica misma de la sabiduría convencional. Incluso las leyes de la economía parecen poco convincentes fuera de los estrechos parámetros aplicables a la región social y geográfica en la que se encuentra la mayor parte del dinero. En efecto, el dinero es el circulante más barato, pero sólo en una economía encaminada hacia una eficiencia medida en términos monetarios. Tanto los países capitalistas como los comunistas en sus diversas formas están dedicados a medir la eficiencia en relación con el coste/beneficio expresado en dólares. El capitalismo se jacta de un nivel más elevado de vida para afirmar su superioridad. El comunismo hace alarde de una mayor tasa de crecimiento como índice de su triunfo final. Pero bajo cualquiera de ambas ideologías el coste total de aumentar la eficiencia se incrementa geométricamente. Las instituciones de mayor tamaño compiten con fiereza por los recursos que no están anotados en ningún inventario: el aire, el océano, el silencio, la luz del sol y la salud. Ponen en evidencia la escasez de estos recursos ante la opinión pública sólo cuando están casi irremediablemente degradados. Por doquiera, la naturaleza se vuelve ponzoñosa, la sociedad inhumana, la vida interior se ve invadida y la vocación personal ahogada.
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+Una sociedad dedicada a la institucionalización de los valores identifica la producción de bienes y servicios con la demanda de los mismos. La educación que le hace a uno necesitar el producto está incluida en el precio del producto. La escuela es la agencia de publicidad que le hace a uno creer que necesita la sociedad tal y como está. En dicha sociedad el valor marginal ha llegado a ser constantemente autotrascendente. Obliga a los consumidores más grandes —son pocos— a competir por tener el poder de agotar la tierra, por llenarse sus propias panzas hinchadas, por disciplinar a los consumidores de menor tamaño, y por poner fuera de acción a quienes aún encuentran satisfacción en arreglárselas con lo que tienen. El _ethos_ de la insaciabilidad es por tanto la fuente misma de la depredación física, de la polarización social y de la pasividad psicológica.
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+Cuando los valores se han institucionalizado en procesos planificados y técnicamente construidos, los miembros de la sociedad moderna creen que la buena vida consiste en tener instituciones que definan los valores que tanto ellos como su sociedad creen que necesitan. El valor institucional puede definirse como el nivel de producción de una institución. El valor correspondiente del hombre se mide por su capacidad para consumir y degradar estas producciones institucionales y crear así una demanda nueva —y aún mayor—. El valor del hombre institucionalizado depende de su capacidad como incinerador. Para emplear una imagen, ha llegado a ser el ídolo de sus artesanías. El hombre se autodefiende ahora como el horno en que se queman los valores producidos por sus herramientas. Y no hay límites para su voracidad. Su acto es el acto de Prometeo llevado al extremo.
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+El agotamiento y la contaminación de los recursos de la tierra es, por encima de todo, el resultado de una corrupción de la imagen que el hombre tiene de sí mismo, de una regresión en su conciencia. Algunos tienden a hablar acerca de una mutación de la conciencia colectiva que conduce a concebir al hombre como un organismo que no depende de la naturaleza y de las personas, sino más bien de instituciones. Esta institucionalización de valores esenciales, esta creencia en que un proceso planificado de tratamiento da finalmente unos resultados deseados por quien recibe el tratamiento, este _ethos_ de consumidor, se halla en el núcleo mismo de la falacia prometeica.
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+Los empeños por encontrar un nuevo equilibrio en el medio ambiente global dependen de la desinstitucionalización de los valores. La sospecha de que algo estructural anda mal en la visión del _homo faber_ es común en una creciente minoría de países tanto capitalistas como comunistas y “subdesarrollados”. Esta sospecha es la característica compartida por una nueva élite. A ella pertenece gente de todas las clases, ingresos, creencias y civilizaciones. Se han vuelto suspicaces respecto de los mitos de la mayoría: de las utopías científicas, del diabolismo ideológico y de la expectativa de que la distribución de bienes y servicios se hará con igualdad. Comparten con la mayoría la sensación de estar atrapados, de percatarse de que la mayor parte de las nuevas pautas adoptadas por amplio consenso conducen a resultados que se oponen descaradamente a sus metas propuestas. No obstante, mientras la mayoría de los prometeicos astronautas en ciernes sigue evadiendo el problema fundamental, la minoría emergente se muestra crítica respecto del _deus ex machina_ científico, de la panacea ideológica y de la cacería de diablos y brujas. Esta minoría comienza a dar forma a su sospecha de que nuestros constantes engaños nos atan a las instituciones contemporáneas como las cadenas ataban a Prometeo a su roca. La esperanza, la confianza y la ironía (_eironeia_) clásica deben conspirar para dejar al descubierto la falacia prometeica.
+
+Solía pensarse que Prometeo significaba “previsión” y aun llegó a traducirse por “aquel que hace avanzar la Estrella Polar”. Privó astutamente a los dioses del monopolio del fuego, enseñó a los hombres a usarlo para forjar el hierro, se convirtió en el dios de los tecnólogos y terminó con cadenas de hierro.
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+La Pitonisa de Delfos fue reemplazada por una computadora que se cierne sobre cuadros de instrumentos y tarjetas perforadas. Los exámenes del oráculo cedieron el paso a los códigos de programación. El timonel humano entregó el rumbo a la máquina cibernética. Emerge la máquina definitiva para dirigir nuestros destinos. Los niños se imaginan volando en sus máquinas espaciales, lejos de una Tierra crepuscular.
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+Mirando desde las perspectivas del Hombre de la Luna, Prometeo pudo reconocer a Gaia como el planeta de la Esperanza y como el Arco de la Humanidad. Un sentido nuevo de la finitud de la Tierra y una nueva nostalgia pueden ahora abrir los ojos del hombre y hacerle ver por qué su hermano Epimeteo, al desposar a Pandora, eligió desposar a la Tierra.
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+Al llegar aquí el mito griego se convierte en esperanzada profecía, pues nos dice que el hijo de Prometeo fue Deucalión, el Timonel del Arca, quien, como Noé, navegó sobre el Diluvio para convertirse en el padre de la humanidad nueva que, con ayuda de Pirra, hija de Epimeteo y de Pandora, sacó de la tierra. Por ello nos es necesario comprender el sentido de ese Pithos que Pandora obtuvo de los dioses y que es el inverso de la Caja: nuestro Vaso y nuestra Arca.
+
+Necesitamos ahora un nombre para quienes valoran más la esperanza que las expectativas. Necesitamos un nombre para quienes aman más a la gente que a los productos, para aquellos que creen que
+
+```
+No hay personas sin interés.
+Sus destinos son como la crónica de los planetas.
+
+Nada en ellos deja de ser peculiar
+y los planetas son distintos unos y otros.
+```
+
+Necesitamos un nombre para aquellos que aman la tierra en la que podemos encontrarnos unos con otros,
+
+```
+Y si un hombre viviese en la oscuridad
+haciendo amistades en esa oscuridad,
+la oscuridad no carecería de interés.
+```
+
+Necesitamos un nombre para aquellos que colaboran con su hermano Prometeo en alumbrar el fuego y en dar forma al hierro, pero que lo hacen para acrecentar así su capacidad de entender y cuidar y ser guardián del prójimo, sabiendo que
+
+```
+para cada cual su mundo es privado,
+y en ese mundo la maravilla de un minuto,
+y en ese mundo lo trágico de un minuto,
+que son mis propios bienes.
+```
+
+[^n19] A esto hermanos y hermanas esperanzados sugiero llamarlos hombres epimeteicos.
+
+## Apéndice: una elección que hacer
+
+De generación en generación nos hemos esforzado por llegar a la educación de un mundo mejor y para hacerlo hemos desarrollado sin cesar la escolaridad. Hasta ahora, la empresa se ha pagado con un fracaso. ¿Y qué hemos aprendido si no es a constreñir a los niños para que suban la escalera sin fin de la educación que, lejos de conducir a la igualdad buscada, sólo favorece al que se adelantó a los otros o al que tiene mejor salud o al que se beneficia de una mejor preparación? Peor aún, la enseñanza obligatoria parece minar la voluntad personal de aprender. Por último, al saber considerado como una mercancía, que hay que almacenar y distribuir, pronto se le considera como un bien sometido a las garantías de la propiedad individual y, por lo mismo, tiende a volverse escaso.
+
+Comenzamos a percibir que este esfuerzo por desarrollar la educación pública mediante una escolaridad obligatoria está a punto de perder su legitimidad desde el punto de vista social, pedagógico y económico. Frente a esta crisis, los espíritus críticos no se contentan ya con remedios clásicos, ¡sino que proponen unos mucho más violentos! Imaginan, por ejemplo, sistemas de crédito educativo que permitirían a cada uno comprar la educación de su elección en un mercado no controlado, o bien, proponen retirarle a las escuelas la responsabilidad en materia de educación para dársela a los medios modernos de información y al aprendizaje en los sitios de trabajo. Algunos, aislados, entrevén la necesidad de destruir los fundamentos institucionales de la escuela, como le sucedió a la Iglesia en el transcurso de los dos últimos siglos. Ciertos reformadores proponen reemplazar la escuela universal por nuevos y diferentes sistemas que pretenden preparar mejor para la vida en una sociedad moderna… En síntesis, estamos frente a una elección: podemos contentarnos con desmantelar las escuelas o podemos ir más lejos y desescolarizar por completo la sociedad.
+
+Todas esas proposiciones en favor de instituciones educativas nuevas se reparten, de hecho, en tres categorías: las reformas que llevan al “salón de clases” sin tocar el sistema escolar; luego, la dispersión de clases “liberadas” en toda la sociedad; por último, la transformación de la misma sociedad en un inmenso salón de clases. Pero estos tres enfoques del problema —clase reformada, liberada o que englobe al mundo entero— los consideramos como tres etapas de la escalada del proceso educativo a través de las cuales se afirmará la empresa de un control todavía más sutil y más invasor del que habrá reemplazado.
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+Si por mi parte estoy convencido de que conviene poner un término al reino de la escuela (desenlace que, por otra parte, creo ineluctable), es porque me parece que esta desaparición de una convicción ilusoria nos debería llenar de esperanza. Sin embargo, no estoy por ello menos consciente de que, llegados a este término de la “era escolar”, podríamos muy bien entrar en la de una escuela totalitaria que sólo el nombre distinguiría del asilo de alienados o de un campo de concentración donde educación, corrección y reajuste serían por fin sinónimos. Creo, en consecuencia, que el desmantelamiento de la escuela nos fuerza a ver más allá de su inminente desaparición y nos constriñe a enfrentar las posibilidades fundamentales de elección en materia de educación: ya sea que elijamos trabajar en la constitución de un arsenal educativo aterrador, con el objeto de acrecentar de golpe la fuerza de una enseñanza que trata de un mundo sin cesar más ensombrecido, más amenazador para el hombre; ya sea que intentemos poner en orden las condiciones necesarias para el surgimiento de una nueva era donde la tecnología se pondrá al servicio de una sociedad más simple, más transparente, de suerte que todos los hombres puedan descubrir lo que los rodea y servirse de las herramientas que hoy en día dan forma a sus propias vidas.
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+### La enseñanza oculta de las escuelas
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+Debemos distinguir entre “educación” y “escolaridad” si queremos ver surgir más claramente esa elección que se nos ofrece. Comprendo que conviene distinguir entre los objetivos humanistas del profesor y los efectos inherentes a la estructura inalterable de la escuela. Con toda seguridad esta estructura no es evidente a primera vista, pero sólo su existencia explica cierta forma de instrucción transmitida a todos y que escapa al control del docente o del consejo de profesores. En efecto, un mensaje se inscribe indeleble: sólo la escolaridad es capaz de preparar la entrada en la sociedad. Por ello, lo que no se enseña en la escuela se le retira su valor y, por lo mismo ¡lo que se aprende fuera de ella no vale la pena conocerse! Eso es lo que llamo la enseñanza oculta de las escuelas que define los límites en los cuales se efectúan los pretendidos cambios de programas.
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+Sin defendernos de ella, esta enseñanza no varía de una escuela a otra ni de un lugar a otro. En todas partes los niños deben congregarse en grupos, según la edad; luego, alrededor de 30 toman su lugar frente a un profesor diplomado en razón de 150, incluso 1 000 horas, al año o más, No importa si el programa oficial intenta enseñar los principios del fascismo o del liberalismo, del catolicismo o del socialismo, o si pretende ponerse al servicio de una “liberación”, ya que en todos los casos la institución se arroga el derecho de definir las actividades propias que conducen a una “educación” legitima. Poco importa, igualmente, si el objetivo confesado de la escuela es producir ciudadanos soviéticos o norteamericanos, mecánicos o médicos, en la medida en que sin el diploma no se es un ciudadano verdadero o un doctor reconocido… Aunque todas las reuniones no se hagan en el mismo recinto, aunque incluso se consideren, de una manera o de otra, necesarias (cortar caña es trabajo del cañero; reformarse, el del prisionero, y seguir una parte del programa, el de los estudiantes), no hay en lo anterior ninguna diferencia.
+
+Nos enfrentamos a una especie de directiva secreta que quiere que los estudiantes aprendan antes que nada que la educación sólo tiene valor una vez que se adquirió en el seno de la universidad mediante un método graduado de consumo, y se le promete que el éxito social dependerá de la cantidad de saber consumido, Están convencidos de que vale mucho más instruirse a distancia de lo que es el mundo. El hecho de que la escolaridad imponga esta regla secreta en un programa educativo la distingue inmediatamente de otras formas de educación planificada. Todos los sistemas escolares del planeta tienen características comunes en relación con su rendimiento institucional y la razón de ello es ese “programa oculto” común a todas las escuelas.
+
+Hay que entender bien que ese programa oculto modifica la concepción que tenemos de la adquisición del saber y hace de la actividad personal una mercancía de la que la escuela cree detentar el monopolio. A un bien de consumo le damos hoy en día el nombre de “educación”: un producto cuya fabricación la asegura una institución oficial llamada “escuela”. En consecuencia, henos ahí con el fin de medir la duración y el costo del tratamiento aplicado al estudiante (en Estados Unidos, el diplomado de una pequeña universidad regional y el de uno de los colegios de la “liga de la hieda”[^n20] tienen cubiertos los mismos 135 “créditos”,[^n21] ¡pero están plenamente conscientes de la diferente cotización de sus “títulos” en la bolsa de valores educativos!).
+
+En todos los países convertidos al ideal escolar, el saber se considera como un bien de primera necesidad, como un asunto de sobrevivencia y, de la misma forma, como una moneda de cambio más fácilmente convertible que los rublos y los dólares. Cuando hablamos de alienación estamos de tal manera habituados al vocabulario marxista que sólo pensamos frecuentemente en la del trabajador en relación con su trabajo desde la perspectiva de una sociedad de clases; hoy en día nos sería necesario reconocer otra forma de la alienación, la del hombre frente al saber cuando este último, transformado en producto de un servicio, hace de quien lo adquiere un consumidor.
+
+Entre más educación “consume” un ser humano, más hace fructificar su posesión y se eleva en la jerarquía de los capitalistas del conocimiento. La educación definió una nueva pirámide de clases, en la medida en que los grandes consumidores de saber —esos portadores de bonos del tesoro del conocimiento— pueden inmediatamente pretender dar servicios de un valor más eminente a su sociedad. Ellos representan las inversiones seguras en el portafolio del capital humano de una sociedad y sólo ellos tienen un pronto acceso a las herramientas más poderosas o menos extendidas de la producción.
+
+De esa manera, ese programa secreto definió implícitamente la naturaleza de la educación: permite medirla y establecer qué nivel de productividad da derecho a su consumo. Disponemos entonces de la posibilidad de justificar la creciente correlación entre los empleos y los privilegios que manan de ellos. En ciertas sociedades esos privilegios se conocerán bajo la forma de ingresos personales más considerables; en otras, será un acceso fácil a servicios todavía poco desarrollados o a una formación más favorecida, sin olvidar un creciente prestigio (por otra parte, en el momento mismo en que, en nombre de la educación, se reclaman crecientes privilegios, la fosa entre la formación y la competencia profesional se acrecienta, como lo muestran ciertos estudios, en particular el de Ivar Berg, _La educación y los empleos, la gran estafa de la formación_).
+
+Querer hacer pasar a todos los seres humanos por las etapas sucesivas de la adquisición del saber nos lleva a recordar la búsqueda de los alquimistas y a mirar bien ahí: en el “gran arte” del final de la Edad Media encontraremos con toda seguridad los orígenes profundos de la idea de escolaridad. Consideramos a justo título que Jan Amos Komensky fue uno de los grandes precursores de las teorías de la escuela moderna. Más conocido con el nombre de Comenius, Jan Amos era obispo de Moravia y se decía “pansofista” y pedagogo. En su _Didactica Magna_ describe las escuelas como medios para “enseñar todo a todo el mundo” y podemos ver en él como un anteproyecto de la producción en la cadena del saber, ya que quería hacer la educación a la vez mejor y menos costosa, con el fin de permitir a todos el acceso a la condición de hombre. Pero sería insuficiente ver en Comenius una suerte de predecesor de nuestros expertos en métodos pedagógicos. Experto en alquimia, utilizaba su jerga para describir el arte de educar a los niños. Como se sabe, los alquimistas buscaban trasmutar el plomo vil, los elementos vulgares, en oro, haciendo pasar sus espíritus destilados por las 12 etapas del enriquecimiento. Es evidente que si veían en eso una manera de enriquecerse a sí mismos, pretendían trabajar en nombre del interés general, y sus sucesivos fracasos no los desalentaban, ya que su “ciencia” les permitía encontrar en ella las razones y justificar la continuación de sus esfuerzos.
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+En esta perspectiva, la pedagogía abría un nuevo capítulo en la historia de la _Ars Magna_ : la educación se volvía, en efecto, la búsqueda de una especie de método alquímico destinado a hacer surgir un nuevo tipo de hombre capaz de adaptarse a un medio creado por la magia científica. Y, al igual que en la alquimia, cualquiera que fuera la suma consagrada a cada generación para edificar escuelas, el resultado es que la mayoría de aquellos a los que se les enseña no responden a esa “afinación” y pronto hay que rechazarlos como no aptos para existir en un mundo concebido por el hombre.
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+Los reformadores en materia de educación que admiten el fracaso de las escuelas se reparten en tres categorías. Los más respetables son seguramente los grandes maestros en alquimia que prometen mejores escuelas; los más seductores, esos magos populares que anuncian la transformación de cada cocina en un laboratorio alquímico; los más aterradores, esos nuevos “masones” del universo que buscan transformar el mundo en un vasto templo de la enseñanza.
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+Veamos, en particular, entre esos maestros alquimistas del momento, a los directores de investigación que emplean o patrocinan las grandes fundaciones. Están persuadidos de que las escuelas, si pudieran de alguna manera mejorarse, se volverían empresas más económicamente viables que venderían un más vasto conjunto de servicios. En cuanto a aquellos cuyo interés se dirige hacia los programas, pretenden que éstos no están adaptados o están sobrepasados. De esa manera se conciben nuevos programas en los que se introducen mercancías al gusto del momento: cultura africana, imperialismo norteamericano, liberación femenina, contaminación o sociedad de consumo. Se denuncia la pasividad (con toda seguridad es un mal) y, para remediarla, se concede a los estudiantes que ellos mismos decidan lo que quieren que se les enseñe y de qué manera. Algunos dicen que las escuelas son prisiones y, en consecuencia, se aconseja a los jefes de establecimientos dar su asentimiento a salidas educativas: un horizonte de pupitres y de muros se sustituye, por ejemplo, por una calle de Harlem cuidadosamente delimitada. Por último, la psicología está de moda y se instaura la terapia de grupos en el salón de clases. La escuela, que se consideraba el todo aprender de todos, se vuelve hoy en día el universo de todos los niños.
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+Otros críticos se levantan para subrayar que las escuelas no utilizan suficientemente los recursos de la ciencia moderna. Surge el deseo de que los hombres de ciencia inventen algún medicamento que consuman los niños para que el instructor pueda modificar más fácilmente sus comportamientos. Se habla de transformar las escuelas en casinos educativos. Hay quienes quisieran “electrificar” el salón de clases y, por poco que crean ser buenos discípulos de McLuhan, helos ahí reemplazando el pizarrón y los manuales por _happenings_ en los que se ofrece toda la batería de aparatos de comunicación. Si admiran a Skinner, afirman que la aplicación de sus teorías permitirá una acción más eficaz sobre el comportamiento de los estudiantes que la de los antiguos maestros, hoy pasados de moda.
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+Que algunas de estas reformas tengan efectos felices, es innegable. La práctica de la escuela tradicional está en un fuerte proceso de disminución en las escuelas experimentales. A veces los padres tienen un sentimiento mayor de participación. Los alumnos designados por sus profesores para seguir cursillos de aprendizaje adquieren frecuentemente un mayor _savoir faire_[^n22] que el de sus camaradas que permanecen en clase (conocí niños que mejoraban sus conocimientos de español en el laboratorio de lengua, porque preferían jugar con los botones de las grabadoras que conversar con sus iguales puertorriqueños). Sin embargo, todas esas mejoras intervienen en límites estrechos y previsibles, ya que no llegan al programa oculto de las escuelas.
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+A algunos reformadores les gustaría liberarse de esa regla secreta de las escuelas públicas, pero sólo lo logran raras veces. Las escuelas “activas”, que conducen al desarrollo de otras escuelas del mismo tipo, sólo crean una engañosa ilusión: la liberación permanece como un espejismo, incluso si la constricción a los cursos obligatorios se interrumpe con frecuencia por periodos de ociosidad. Que se busque agradar a alguien para convencerlo de asistir a los cursos es, bien mirado, ¡más insidioso todavía que la obligación legal y el apoyo de la brigada de los menores! Mejor que una presencia consentida a disgusto, la que embauca lleva más fácilmente a creer en la necesidad del tratamiento educativo. El docente tolerante hace al alumno correr un creciente riesgo de sentirse incapaz de vivir fuera del refugio acolchado.
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+¿En qué difiere la enseñanza suministrada en las nuevas escuelas? Aunque se facilite por el consenso de un grupo, más que por los decretos del cuerpo docente, se trata siempre de adquirir competencias que la sociedad reconoce, lo que no cambia en nada el problema. La apariencia cambia; la realidad profunda permanece.
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+Para ser verdaderas escuelas de libertad, les sería necesario llenar dos condiciones. En primer lugar, deben administrarse de tal suerte que no permitan a la regla secreta de la enseñanza aplicarse, es decir, que los escolares, definidos como tales, ubicados frente a profesores reconocidos, no asistan a una sucesión de cursos graduados. En segundo lugar, esas escuelas deberían proporcionar un marco en el que todos los participantes, docentes y alumnos, puedan liberarse de los postulados sobre los que reposa, sin que lo sepamos, una sociedad escolarizada. A veces escuchamos enunciar la primera condición en los objetivos que se propone una escuela “activa”. En cuanto a la segunda, por lo general no se le pone atención, y ciertamente no es el objetivo de esas escuelas.
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+### Los postulados secretos de la educación
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+No es necesario, en esta fase, distinguir entre la regla secreta y aquélla sobre la que, sin darnos cuenta, se funda la idea de la escolaridad. El programa oculto constituye una especie de ritual iniciático que podemos concebir como un preparativo para el ingreso en la sociedad moderna. Por intermedio de la escuela el programa adquiere su dimensión institucional. Detrás del velo de la ceremonia ritual, las contradicciones se encuentran disimuladas para los participantes. ¿Cómo, en efecto, conciliar el mito de una sociedad igualitaria y la realidad social fundada en el reconocimiento de un orden jerárquico que finalmente el rito impone? Pero una vez reconocidos en lo que son, los ritos ya no llegan a mantener la ilusión; ese fenómeno es aparente en el caso de la escolaridad. No obstante, la ceremonia reposa sobre postulados aceptados inconscientemente a los que las escuelas “privadas” podrían dar nuevo vigor.
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+A primera vista, se nos reprochará que hagamos un juicio de orden general sobre las escuelas “activas” y más precisamente, en 1971, sobre las de Estados Unidos, las de Canadá y las de Alemania del Oeste en donde ellas parecen querer ser el más hermoso adorno de un renacimiento. A decir verdad, nuestra generalización sólo se dirige a las empresas experimentales que pretenden ser instituciones educativas. Para evitar cualquier menosprecio debemos examinar con más atención la relación que hay entre “educación” y “escolaridad”.
+
+Con mucha frecuencia olvidamos que la educación no es una invención antigua. Ese sustantivo se desconocía antes de la Reforma. En Francia se habla por vez primera de la educación de los niños en un manuscrito de 1498. Era el año en que Erasmo llegó a residir en Oxford, en que a Savonarola lo quemaron en Florencia, en que Durero trazaba los primeros apuntes de su _Apocalipsis_ , que todavía hoy evoca con fuerza la atmósfera sombría, la impresión de un inminente desastre que pesaba sobre ese periodo. En inglés, la palabra _educación_ apareció por primera vez en 1530. Ese año, Enrique VIII repudiaba a Catalina de Aragón y la Iglesia luterana se separaba de Roma con la dieta de Augsburgo. Hay que esperar todavía un siglo para que la idea de “educación” se manifieste en el imperio español. En 1611, Lope de Vega habla de la educación como de una novedad. Ese año, la universidad de San Marcos en Lima celebraba su 60 aniversario. Centros de saber existían antes de que la palabra “educación” formara parte del lenguaje familiar. Se “leía” a los autores clásicos; se estudiaba el derecho; no se enseñaba a vivir…
+
+En el siglo XVI, en el corazón de todas las disputas teológicas se encontraba la necesidad de encontrar justificaciones, de las que la política supo servirse bien para explicar las grandes masacres de la época. En la Iglesia, cismas intervinieron y se hizo posible sostener convicciones diferentes sobre el punto de saber en qué medida el hombre nace pecador, corrompido o sometido a la predestinación. Desde el siglo XVII, el acuerdo se rehizo sobre un punto: el hombre nace no apto para la vida social, en consecuencia es necesario prepararlo proponiéndole una educación. Así, la educación se volvió lo opuesto de la competencia adquirida en la vida cotidiana y terminó por significar un método de tratamiento más que el simple saber de hechos de la existencia y la capacidad de servirse de herramientas que dan forma a la vida concreta del hombre. Progresivamente la educación se transformó en un servicio que había que producir, para el bien de todos, mercancía intangible que se recibía de la misma manera en que la Iglesia visible había conferido anteriormente la gracia invisible. El hombre, nacido en la estupidez original, debía ahora presentar cartas de creencia a la sociedad.
+
+La escuela y la educación mantuvieron relaciones comparables a las de la Iglesia y la religión o, en una perspectiva más general, a las que se establecen entre el rito y el mito; el rito crea y sostiene al mito; detenta una función mitopoiética. El mito inspira el “programa” por el que se perpetúa. La educación representa a la vez todo un conjunto de justificaciones sobre el plano social y un concepto para el que no podemos encontrar análogos específicos en otras culturas (fuera de la teología cristiana). La educación por el método de la escolaridad distingue fundamentalmente a las escuelas de otras instituciones de enseñanza que existieron en otras épocas. Ése es un aspecto que no hay que despreciar si queremos hacer aparecer las insuficiencias de las “escuelas” llamadas privadas, no estructuradas o independientes.
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+Con el fin de sobrepasar una simple reforma de la clase, una escuela activa debe todavía rechazar el programa secreto de la escolaridad descrito anteriormente. Una escuela activa ideal intentaría proporcionar una educación esforzándose en evitar que esa educación se utilice para establecer o justificar una estructura de clase y se vuelva un patrón maestro para medir al alumno con cierto rasero. Debería, en consecuencia, no someter a este último a una represión, a un control o intentar definirlo de cualquier manera. Pero mientras las escuelas activas intenten proporcionar una “educación general”, no están en condiciones de sobrepasar una concepción fundada en los postulados secretos de la escuela.
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+Entre sus principios, hay uno que Peter Schrag, en una perspectiva particular, definió como el “síndrome de inmigración”, que nos incita a tratar a todos los seres humanos como si fueran recién llegados que deben someterse a un proceso de naturalización. Sólo los consumidores garantizados del saber se admiten en la ciudadanía. Los hombres no nacen iguales, sólo por el periodo de gestación en el seno del _Alma mater_ podrán acceder a esta igualdad.
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+Otro postulado conduce a creer que el hombre, nacido inmaduro, debe adquirir su “madurez” en el transcurso del primer periodo de su existencia para después formar parte de una sociedad civilizada. Esta idea de una “maduración” es, con toda seguridad, contraria a otra convicción que define al hombre como el mamífero que, por el mecanismo de la evolución y con el concurso de la selección natural entre sus maestros primates, adquirió el carácter específico de permanecer durante toda su vida “inmaduro” —lo que constituye su “gracia” particular—. Pero, en conformidad con la fijación ideológica sobre la madurez, nos persuadimos de que es necesario, después de su nacimiento, mantener al ser humano apartado de su medio natural y hacerlo pasar por una matriz social para que adquiera las cualidades necesarias para la vida cotidiana. Las escuelas activas son capaces de llenar esta función frecuentemente mucho mejor que escuelas de un modelo menos atractivo.
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+Los establecimientos educativos liberados comparten con quienes lo son menos otra característica: despersonalizan la responsabilidad de la educación. Ponen una institución _in loco parentis_. Perpetúan la idea de que la enseñanza, si se realiza fuera del círculo familiar, debe estar asegurada por una “agencia” cuyo docente es sólo un representante. En una sociedad escolarizada, la misma familia se reduce a ser sólo una “agencia de aculturación”. En cuanto a los organismos educativos que emplean profesores para promover la política de su consejo administrativo, se vuelven instrumentos al servicio de una despersonalización de las relaciones entre personas privadas.
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+Naturalmente, numerosas escuelas activas funcionan sin profesores acreditados. Al hacerlo representan una amenaza seria para los sindicatos de maestros, pero, no por ello, ponen en peligro la estructura social fundada en un reconocimiento de las profesiones. Una escuela en la que los miembros del consejo administrativo eligen y nombran a los profesores, sin preocuparse de saber si detentan certificados, una licencia o una credencial sindical, no atenta contra la legitimidad de la profesión de enseñante; no más que una encargada de un prostíbulo clandestino, en un país donde un trabajo así, para ser legal, debe hacerse bajo el control de la policía, ¡no cuestiona la legitimidad de la profesión más antigua del mundo!
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+La mayoría de los que enseñan en escuelas activas no tienen la oportunidad de trabajar en su nombre. Aseguran la tarea de la enseñanza en nombre de un consejo; en nombre de sus alumnos asumen la función menos evidente de la enseñanza y sirven a la educación bajo su aspecto casi místico en nombre de toda “la sociedad”. La mejor prueba de ello es que pasan todavía más tiempo que sus colegas de la enseñanza pública reuniéndose en comisiones con el objeto de planificar el método por el cual la escuela debería educar. La duración de esas reuniones ha incitado a muchos docentes de alma generosa, una vez que sus ilusiones se han disipado, a pasar de la escuela pública a la enseñanza privada, para luego ir todavía más allá…
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+Todos los establecimientos de enseñaza pretenden “formar hombres” en una tarea de mejoramiento del futuro, pero no les permiten cumplirla antes de que hayan adquirido una sólida tolerancia frente a las maneras de vivir de sus mayores. Es siempre una educación que prepara para la vida, más que adquirida en la vida cotidiana. Muy pocas escuelas activas pueden evitar esa trampa. Sin embargo, hay que reconocer que contribuyen a la aparición de un nuevo estilo de vida, no por el efecto que tendrán sus diplomas sobre la sociedad, sino más bien porque los padres que eligen educar a sus hijos sin beneficiarse de los servicios de enseñanza “ordenados según la regla” pertenecen frecuentemente a una minoría radical, y porque el interés que aportan a ese problema, el gusto que tienen de educar a sus hijos, los mantiene en su modo de vida.
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+### Las influencias ocultas en el mercado de la educación
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+La especie más peligrosa entre los reformadores en materia de educación es la que pretende demostrar que el saber puede producirse y venderse de manera mucho más eficaz en un mercado libre que en el que controla la escuela. Pretenden que una capacidad puede fácilmente adquirirse por medio de un modelo, aunque el aprendiz considere poco esta adquisición como de interés evidente. Afirman también que un sistema de asignación individualizado proporciona un poder de compra más igualitario en materia de educación. Piden, por último, que se distinga entre el método de adquisición y el que mide los resultados (lo que me parece una necesidad muy evidente). Pero sería erróneo creer que la instauración de un mercado abierto del saber representaría una solución opuesta a la de hoy en día.
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+Esta sustitución aboliría, ciertamente, lo que llamamos el programa secreto de la escolaridad (el hecho de que hay que seguir a determinadas edades programas graduados). Un mercado abierto daría, en primer lugar, la impresión de que vamos al encuentro de esos principios en los que reposa una sociedad escolarizada: el “síndrome de la inmigración”, el monopolio institucional de la enseñanza y el rito de la integración progresiva. Pero, por lo mismo, un mercado libre de educación proporcionaría al alquimista innumerables ocasiones para influir en secreto, con el fin de encerrar a cada hombre en los múltiples y pequeños compartimentos que una tecnocracia todavía más desarrollada podría crear.
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+La confianza puesta desde hace decenios en la escolarización del ser humano ha hecho del saber una mercancía de una especie particular. Como lo hemos visto, todos consideran ahora el saber como un artículo de primera necesidad y, al mismo tiempo, como la moneda de cambio más preciosa de la sociedad. Esta transformación del saber en bien de consumo se refleja, igualmente, en nuestro comportamiento de todos los días, incluso en el lenguaje familiar. Así, verbos que describen una actividad personal, como “aprender”, “alojarse”, “sanarse”, nos hacen irresistiblemente pensar en servicios cuya distribución está más o menos asegurada. Pensamos que es necesario resolver los problemas de la habitación, de los cuidados médicos, etc., sin recordar un solo instante que los hombres podrían curarse o edificar sus casas por ellos mismos. Todo es cuestión de servicios y el adolescente, en lugar de aprender, por ejemplo, a ocuparse de su abuela, aprende a manifestarse frente al asilo de ancianos donde no hay camas disponibles. ¿El desmantelamiento de la escuela sería, pues, suficiente para conducir a la desaparición de esas actitudes? (Mucho después de la adopción de la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana se continuaba exigiendo la filiación a una Iglesia como condición para cualquier candidatura a un puesto oficial). Con mayor razón, ¿el cierre de las escuelas permitiría evitar que tuviéramos acceso a baterías de pruebas para medir el nivel de educación? Si ése no es el caso, esta nueva situación conduciría a la obligación, para cada uno, de adquirir un mínimo de mercancías en el depósito del saber. La ambición de medir científicamente el valor de cada hombre se vincula sin dificultad con el sueño del alquimista de hacer a todo hombre “educable” con el fin de guiarlo hacia una humanidad “verdadera”. Bajo la apariencia de un mercado libre, llegaremos a un entorno sometido al control de los terapeutas-pedagogos, a una matriz universal donde cada hombre se alimentaría con fluidos elegidos.
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+Las escuelas limitan por ahora la competencia del profesor al salón de clases. No le permiten reivindicar la existencia del hombre para una región. Desde esta perspectiva, renunciar a la escuela haría desaparecer esta frágil barrera y conferiría una legitimidad semejante a la invasión pedagógica de la vida privada de cada uno. Podría conducir a una lucha encarnizada por la adquisición del saber en un mercado libre del conocimiento y a la edificación, bajo apariencias igualitarias, de una meritocracia.
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+Las escuelas no son las únicas instituciones (ni incluso las más eficaces) que pretenden hacer de la información, de la comprensión y de la sabiduría rasgos d comportamiento susceptibles de contrastarse (y medirlos conduce a detentar la llave que abre las puertas del éxito y del poder). El sistema chino, por ejemplo, ofrecía, en el plano de la educación, una estimulante eficacia definiendo una clase relativamente abierta, cuyos privilegios dependían de la adquisición de un saber mesurable. Alrededor de 2 000 años antes de Cristo, parece que el emperador de China interrogaba cada tres años a sus administradores. Después de tres veces, les daba responsabilidades mayores o los echaba para siempre. Algunos 1 000 años más tarde, el primer emperador Chang estableció un verdadero examen para sus funcionarios. Música, tiro con arco y aritmética constituían los temas impuestos. Cada tres años, los concursos se abrían a los candidatos. Uno sobre 100 lograba franquear las tres series de pruebas que le conferían sucesivamente los títulos de “genio en hierbas”, de “perfecto letrado” y de “dispuesto para el servicio del emperador”. La selección era, pues, muy severa, y se le dedicaba la mayor importancia a los examinadores; así, por ejemplo, en el segundo nivel, en el que era necesario redactar una composición, el texto del candidato lo volvía a copiar un secretario antes de dárselo al jurado, a fin de que sus miembros no pudieran reconocer la caligrafía del autor.
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+Más tarde, la promoción a rango de mandarín no daba necesariamente derecho a uno de los puestos deseados. Permitía solamente participar en el sorteo de esos empleos. Ninguna escuela apareció en China antes de la época de las luchas con los poderes europeos. El caso del imperio chino es único entre las grandes naciones, ya que no poseía ni Iglesia oficial ni sistema escolar, pero pudo durante cerca de 3 000 años reclutar su élite gubernamental sin fundar una vasta aristocracia hereditaria. El acceso a esa élite estaba reservado a la familia del emperador y a los que pasaban los exámenes.
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+Voltaire y sus contemporáneos elogiaron el sistema chino, donde la promoción se fundaba en las pruebas dadas de un saber. Los exámenes de ingreso en la administración aparecieron en Francia en 1791; después, Napoleón los abolió. ¿Qué habría sucedido si, para propagar las ideas de la Revolución, se hubiera elegido el mandarinato en lugar del sistema escolar que inevitablemente sostiene al nacionalismo y a la disciplina militar? De hecho, Napoleón se erigió en el defensor de la escuela politécnica y del colegio de pensionados… Más que inspirarse en el mandarinato, las instituciones educativas se calcaron del modelo jesuita de la promoción ritual en el interior de una estructura jerárquica cerrada; de esa forma, las sociedades occidentales eligieron legitimar a sus élites.
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+Los jefes de establecimientos escolares se volvieron, de alguna forma, los abades de una cadena mundial de monasterios en donde todos se dedicaron a acumular conocimientos que les permitieran acceder a la tierra prometida, paraíso terrestre sometido a las leyes del envejecimiento planificado que se desborda sin cesar. Eso nos recuerda el esfuerzo de los calvinistas que arrasaron todos los monasterios para, finalmente, transformar Ginebra en un vasto claustro. Tenemos, por lo tanto, razones para temer que el desmantelamiento de la escuela permita la aparición de una fábrica del saber a escala mundial. A menos que transformemos la idea que nos hemos hecho de la enseñanza o del saber, la desaparición de la escuela corre el riesgo de conducir a una situación donde, de un lado, se utilizará el sistema del mandarinato para separar el aprendizaje del saber de la prueba de control y, del otro, la sociedad se comprometerá a proporcionar la terapéutica necesaria a cualquier hombre para que pueda entrar en la “edad de oro”.
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+Ni los alquimistas, ni los magos, ni los masones pueden resolver el problema que nos plantea la crisis de la enseñanza, La desescolarización de nuestra concepción del mundo exige que reconozcamos la naturaleza, a la vez, ilegítima y religiosa de la empresa educativa porque busca hacer del hombre un ser social sometiéndolo a un tratamiento con métodos técnicos apropiados.
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+Adherirse al _ethos_ tecnocrático nos conduce a querer poner en marcha todo lo que es técnicamente realizable, poco importa si sus beneficiarios son forzosamente poco numerosos o si no experimentan su deseo. Sobre todo la privatización o la frustración de la mayoría de los seres humanos nunca entran en la línea de cuenta. Si, por ejemplo, es posible concebir el tratamiento mediante la bomba de cobalto, es necesario que la ciudad de Tegucigalpa disponga de aparatos adaptados en cada uno de sus dos grandes hospitales. Con todos esos créditos puestos ahí se habría podido luchar en toda Honduras contra la proliferación de parásitos… Las velocidades supersónicas sugieren que conviene inmediatamente acelerar los viajes de algunos. ¿Los vuelos a Marte? ¡Se encontrará siempre una razón para que parezcan indispensables! En el _ethos_ tecnocrático la pobreza está modernizada: ¿existían soluciones antiguas? Nuevos monopolios vienen a prohibirlas. A la penuria de los bienes de primera necesidad se agrega la conciencia de la diferencia sin cesar cada vez más grande entre los servicios técnicamente realizables y los que en la práctica son accesibles a las mayorías.
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+Un profesor se vuelve “educador” desde el momento en que se incorpora a ese _ethos_ tecnocrático. Actúa inmediatamente como si la educación fuera una empresa tecnológica concebida para insertar al hombre en el entorno que crea el “progreso” de la ciencia. Se niega a ver la evidencia: el envejecimiento de todos los bienes programados se paga muy caro (el costo de la formación del personal capaz de adaptarse a las técnicas nuevas es sin cesar más alto). Parece olvidar que el precio creciente de las herramientas tiene consecuencias igualmente graves en el plano de la educación: en el momento mismo en que los horarios de trabajo disminuyen, se vuelve imposible el aprendizaje en los lugares de empleo donde se ha hecho de él el privilegio de un pequeño número. En todo el mundo el precio del coste de la educación de los hombres para la sociedad crece más rápidamente que la productividad de la economía en su conjunto, mientras menos y menos hombres experimentan el sentimiento de hacerse razonablemente útiles a la comunidad.
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+### La escuela instrumento del progreso technocrático
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+Educar para una sociedad de consumo resulta en formar consumidores. La reforma de la clase, su desaparición o su crecimiento no son ni más ni menos que métodos que, a pesar de sus diferencias aparentes, se dirigen a la formación de consumidores de bienes inmediatamente pasados de moda. La sobrevivencia de una sociedad en la que las tecnocracias pueden definir constantemente la dicha del hombre asimilado al consumo de los productos más recientes depende de las instituciones educativas (desde las escuelas hasta las agencias publicitarias) que transforman la educación en un medio de control social.
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+En países ricos como Estados Unidos, Canadá o la URSS, las considerables inversiones en materia de enseñanza hacen más evidentes las contradicciones institucionales del progreso tecnocrático. En esos países, el aumento ideológico del progreso ilimitado reposa en la idea de que el efecto igualitario de una formación permanente contrabalancea la influencia inversa de la regla del envejecimiento perpetuo. La legitimidad de la sociedad industrial depende de la credibilidad de la escuela, cualquiera que sea el partido en el poder. En tales condiciones, el público manifiesta un interés súbito por libros como el reporte de Charles Silberman a la comisión Carnegie, publicado bajo el título _Crisis en el salón de clases (Crisis in the Classroom)_ ; esta investigación inspira confianza en la medida en que la acusación que el autor lanza contra la escuela está apoyada sólidamente. Pero tales estudios se dirigen a salvar el sistema tratando de corregir sus fallas más evidentes. Por lo mismo, pueden suscitar un nuevo ascenso de esperanzas engañosas.
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+Por todas partes crecientes inversiones consagradas a las escuelas vuelven la absurdidad de la empresa escolar más evidente. Puede parecer paradójico que los pobres sean sus primeras víctimas. En el fondo, eso es lo que muestra el reporte de la comisión de encuestas Wright en Ontario: a propósito de la enseñanza superior, los miembros de la comisión señalan que las capas pobres de la población las subvencionaban desde el punto de vista de la imposición de manera desproporcionada, ya que los ricos eran casi los únicos beneficiarios.
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+Esta observación podría inmediatamente hacerse en otra parte. En la URSS, un sistema de cuota aplicado durante muchos decenios parece favorecer la admisión a la universidad de los hijos de los trabajadores a expensas de las hijas e hijos de universitarios. Actualmente estos últimos son sobrerrepresentados en las clases superiores y terminales de la enseñanza rusa y en una proporción todavía más grande que en Estados Unidos.
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+El 8 de marzo de 1971, el juez Warren E. Burger hacía público el veredicto unánime de la corte en el caso Griggs contra la sociedad Duke Power. Fundándose en la voluntad expresada por el Congreso en el artículo que concierne a la igualdad de oportunidades en la ley de 1964, la corte resolvió por unanimidad que cualquier “diploma” exigido a un candidato por un empleo (o cualquier prueba seguida) debía “medir al hombre en relación con un trabajo dado” y no “al hombre mismo en un plano abstracto”. Además, correspondía al empresario probar que sus exigencias en materia de diplomas constituía una “medida razonable de la calificación requerida”. Mediante estas consideraciones, los jueces querían evitar que las pruebas y diplomas exigidos no se utilizaran en provecho de una discriminación racial, pero la lógica del razonamiento podría también aplicarse a cualquier exigencia de un “ _pedigree_ educativo” en materia de empleo. Es tiempo de formar causa contra la “gran estafa de la formación profesional” denunciada tan justamente por Ivar Berg.
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+En los países pobres, las escuelas sirven para justificar el atraso económico de una nación: a la mayoría de los ciudadanos se le mantiene apartada de los magros medios modernos de producción y de consumo, pero todos sueñan con beneficiarse de los favores de la economía franqueando el umbral de una escuela. La repartición jerárquica de los privilegios y del poder ya no depende, en nuestros días y en el plano de la legitimidad, de una descendencia de ancestros, de la herencia, del favor del príncipe, incluso de una lucha sin cuartel en el mercado económico o en el campo de batalla. Su verdadera legitimidad la encuentra en una forma más sutil del capitalismo donde la institución encargada de conferirla se encuentra en la escolaridad obligatoria. Quien aprovechó los servicios de la escuela vuelve entonces al subprivilegiado responsable de su desgracia: es un mal consumidor del saber. Esta justificación de la desigualdad social no resiste siempre el examen de los hechos y los regímenes populares tienen cada vez más dificultades para disimular las contradicciones entre la propaganda y la realidad.
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+Desde hace 10 años, Cuba se esfuerza por promover el crecimiento rápido de la educación popular dando confianza a la mano de obra disponible sin tomar en cuenta la calificación profesional. Al principio, el éxito de esta campaña (en particular la disminución espectacular del número de analfabetos) se ha citado como prueba de que las tasas de crecimiento limitadas de los otros sistemas escolares latinoamericanos eran imputables a la corrupción, al militarismo y a la economía de mercado capitalista.
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+Sin embargo, la lógica de la escolarización se hace sentir manifiestamente a consecuencia de los esfuerzos de Castro por “reproducir” al hombre nuevo mediante la escuela. Incluso si los estudiantes pasan la mitad del año en la zafra y sostienen activamente los ideales igualitarios del _compañero_ Fidel, la universidad cultiva cada año una nueva cosecha de consumidores conscientes de su saber, prontos a acceder a nuevos niveles de consumo. Al mismo tiempo, el doctor Castro debe enfrentarse a la evidencia de que el sistema escolar nunca producirá suficiente mano de obra técnica diplomada. Esos diplomados que obtienen los nuevos empleos destruyen por su conservadurismo los resultados conseguidos por los cuadros no diplomados que llegaron a su posición mediante una formación en el taller. No basta con acusar a los docentes para explicar los fracasos de un gobierno revolucionario que quiere con todas sus fuerzas una institucionalización de la mano de obra siguiendo un programa secreto que garantice la producción de una burguesía universal.
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+### Enseñar instruirse responsabilidades personales
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+Contra esta voluntad de adquirir privilegios y poder que poseen quienes detentan la competencia profesional en nombre de sus pretendidos derechos, no sabríamos imaginar una revolución sin acusar a la concepción misma de la adquisición del saber. Lo que nos conduce, en primer lugar, a considerar la cuestión de la responsabilidad en ese ámbito, ya se trate de enseñar o de instruir. Dar a conocer una mercancía sólo se consigue si imaginamos que resulta de la acción institucional o que satisface objetivos institucionales
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+Para disipar este mal encantamiento, el hombre debe volver a encontrar el sentido de su responsabilidad personal cuando aprende o enseña. De esa forma se pondrá un término a esta nueva alienación donde vivir e instruirse no se toparán.
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+Recobrar el poder de aprender o de enseñar tiene como consecuencia que el profesor, al tomar el riesgo de inmiscuirse en la vida privada de otros, debe asumir la responsabilidad de sus resultados; de la misma manera, el estudiante que se pone bajo la influencia de un profesor debe sentirse responsable de su propia educación. En esa perspectiva, las instituciones educativas —si realmente son necesarias— irán teniendo el aspecto de centros abiertos a todos, donde cada uno pueda encontrar lo que busca, donde uno, por ejemplo, tenga acceso a un piano, el otro, a un horno de cerámica o a registros, libros, diapositivas, etc. Hoy en día, las escuelas, los estudios de televisión y otros sitios similares están concebidos para que los profesionales los utilicen. Desescolarizar la sociedad quiere decir, ante todo, rechazar el estatus profesional del oficio que, por orden de antigüedad, viene, justo después, del más viejo del mundo, por el que entiendo la enseñanza. La calificación de los profesores constituye ahora una traba al derecho a la palabra, de igual forma que la estructura corporativa y la credencial profesional de los periodistas representan una traba al derecho de la libertad de información. La regla de la presencia obligatoria es contraria a la libertad de reunión. La desescolarización de la sociedad sólo sabría concebirse como una mutación cultural por la que un pueblo vuelve a encontrar el poder de gozar de sus libertades constitucionales.
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+Instruirse, enseñar, concierne a hombres que saben que nacieron libres y que no tienen, para adquirir esa libertad, que recurrir a un tratamiento apropiado. ¿Cuándo, por lo general, aprendemos? Cuando hacemos lo que nos interesa. ¿No somos, la mayor parte de nosotros, curiosos? Queremos comprender, darle un sentido a lo que se encuentra frente a nosotros, a lo que nos concierne. ¿No somos capaces de una relación personal con otros a menos de que seamos embrutecidos por un trabajo inhumano o fascinados por el ideal escolar?
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+El hecho de que los habitantes de países ricos apenas se instruyan por sí mismos no constituye una prueba de lo contrario. Es más bien la consecuencia de una vida en un entorno donde paradójicamente no encuentran nada que aprender en la medida en que su medio está en gran parte “programado”. Están sin cesar frustrados por la estructura de una sociedad contemporánea en la que lo real, sobre lo que las decisiones podrían apoyarse, se ha vuelto de una naturaleza inasible. Viven, efectivamente, en un medio donde las herramientas que sería posible utilizar con fines creadores se vuelven productos de lujo, donde los canales de comunicación pertenecen a algunos que únicamente pueden hablar a la multitud.
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+### Una tecnología nueva más que una nueva educación
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+Un mito moderno quisiera hacemos creer que el sentimiento de impotencia que hoy en día experimenta la mayoría de los hombres sería consecuencia de la tecnología capaz de crear solamente vastos sistemas. Pero no es sólo la tecnología la que inventa esos sistemas, la que crea herramientas inmensamente poderosas, la que teje canales de comunicación en sentido único; por el contrario, mejor utilizada, la tecnología podría proporcionar a cada hombre la posibilidad de entender mejor su medio, de trabajarlo con sus propias manos, de comunicar mejor que en el pasado. Esta utilización de la tecnología, contrariamente a las tendencias actuales, constituye la verdadera alternativa al problema de la educación.
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+Para que un hombre pueda crecer, lo que necesita es el libre acceso a las cosas, a los sitios, a los métodos, a los acontecimientos, a los documentos. Tiene necesidad de ver, de tocar, de manipular, gustoso de asir todo lo que le rodea en un medio que no esté desprovisto de sentido. Ese acceso se le rehúsa hoy en día. Cuando el saber se ha vuelto un producto, adquiere la protección que se dispensa a la propiedad privada, De esa forma, un principio que se concibió para preservar la vida personal de cada uno se utiliza para justificar las prohibiciones que se lanzan contra aquellos que no portan los documentos necesarios. En las escuelas los profesores conservan sus propios conocimientos, a menos que esos conocimientos se inserten en el programa del momento. Los media informan, pero omiten todo lo que se considera impropio para la difusión. Los especialistas se encierran en su jerga y se necesitan vulgarizadores para asegurar su traducción. Los cuerpos profesionales protegen los diplomas y la burocracia los secretos. Todas las profesiones detentan el poder de echar de su ámbito a las personas no autorizadas; sucede lo mismo con las instituciones y las naciones.
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+Ni la estructura política ni la estructura profesional de nuestras sociedades, tanto en el Oeste como en el Este, podrían resistir la desaparición de estas prohibiciones, el trastrocamiento de esta posibilidad de tener a capas enteras de la población apartadas de lo que podría servirles. El acceso a los hechos que preconizamos no se satisface con una simple operación “etiquetas-verdad”. Es necesario construir este acceso a la realidad (y todo lo que pedimos de la publicidad es una garantía que no sea mentirosa). El acceso a la realidad constituye la alternativa fundamental en materia de educación frente a un sistema de enseñanza que sólo se propone hablar de él.
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+Abolir el derecho al secreto profesional (incluso cuando la opinión del hombre profesional es que ese secreto sirve al bien común) representa, como hemos querido demostrarlo, un objetivo político mucho más radical que la reivindicación tradicional de nacionalizar o de controlar democráticamente las herramientas de producción. La socialización de las herramientas, sin la socialización efectiva de los conocimientos técnicos, tiende a poner el “capital del saber” en la posición que anteriormente ocupaba el financiero. Si el tecnócrata pretende apoderarse del poder es que él detenta una parte capital en la sociedad del saber secreto y reservado al pequeño número. Para proteger el valor de sus acciones y para aumentarlo, imagina una vasta organización que hace difícil, incluso imposible, el acceso al saber técnico.
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+El hombre motivado necesita un tiempo relativamente corto para adquirir una capacidad que quiere utilizar —lo que tendemos a olvidar en una sociedad donde los profesores monopolizan la posibilidad de acceder a cualquier actividad y detentan el poder de acusar de charlatanería a todos aquellos que no se someten—. ¿En las industrias y en la investigación se requieren muchas capacidades que sean tan terribles, complejas y peligrosas como manejar un coche? Ese saber se adquiere muy pronto con la ayuda de un igual. No todos los seres están dotados para el ejercicio de la lógica matemática, pero quienes lo están hacen progresos rápidos desafiándose mutuamente en partidos de juegos educativos. En Cuernavaca uno de 20 niños es capaz de vencerme en esos juegos después de 15 días de entrenamiento. En cuatro meses, la gran mayoría de los adultos que vinieron a nuestro centro a aprender español llegaron a un nivel de conocimiento suficiente para atacar problemas abstractos.
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+Una primera etapa de acceso a conocimientos consistiría en encontrar ventajas diversas para aquellos que, poseedores de una capacidad, quisieran compartirla. Eso, inevitablemente, chocaría con intereses de grupos profesionales y sindicatos. Esta multiplicidad de posibles aprendizajes tiene, sin embargo, con qué seducirnos. ¿Está prohibido imaginar a alguien que sabe a la vez conducir, reparar el teléfono, instalar plomería, actuar como partera y dibujar planos arquitectónicos? A esos, como decimos, se opondrían los grupos de interés y los consumidores disciplinados, diciendo muy alto que el público no podría prescindir de una garantía profesional (argumento cuya validez es cada vez menos evidente a los ojos de las asociaciones de defensa del consumidor). Debemos tomar mucho más en serio la objeción que los economistas harían de esta socialización de las capacidades: el “progreso”, dirían, se frenaría si el saber (títulos, capacidades y todo lo demás…) se democratiza. La mejor respuesta ¿no sería mostrar las tasas de crecimiento de los absurdos en materia económica que engendra el sistema escolar?
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+Poder aproximar a quienes están deseosos de compartir sus conocimientos no es garantía de que haya adquisición de un saber. Dicho acceso está limitado no sólo por el monopolio de los programas educativos y el de los sindicatos, sino también por una tecnología de penuria. Las capacidades que hoy en día valen son las que se aplican al funcionamiento de “herramientas” concebidas de tal manera que no puedan generalizarse. Efectivamente, esas “herramientas” sirven para producir bienes o servicios de los que todos quieren gozar, pero esto último sólo se concede a un pequeño número y sólo pocos saben utilizarlas. Únicamente algunos privilegiados, por ejemplo, sobre el conjunto de los que sufren una determinada enfermedad, pueden beneficiarse de los descubrimientos de una investigación médica compleja, y todavía son menos los médicos que obtienen los conocimientos necesarios para utilizar dichas tecnologías.
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+Sin embargo, la investigación médica ha permitido crear un maletín de auxilios que permite a los enfermeros de la armada, después de sólo algunos meses de formación, obtener en el campo de batalla resultados muy superiores a los de los verdaderos médicos de la segunda Guerra Mundial. A un nivel todavía más inmediato, ¿no podría cualquier campesina aprender a reconocer y a curar las enfermedades infecciosas más comunes si investigadores médicos prepararan los remedios y las instrucciones necesarias para un determinado sector geográfico?
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+Todos estos ejemplos buscan ilustrar el hecho de que simples consideraciones educativas bastan para exigir una importante reducción de la importancia dada a las profesiones que se oponen a las relaciones entre los hombres de ciencia y la mayoría de quienes quieren tener acceso a esta ciencia. Si se prestara atención a esta demanda, todos los hombres podrían aprender a utilizar las herramientas de ayer, vueltas más eficaces y más durables gracias a la ciencia de hoy, para crear el mundo de mañana.
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+Por desgracia, es la tendencia contraria la que impera. Conozco una zona costera de América del Sur donde la mayoría de los habitantes viven de la pesca. Disponen de pequeñas embarcaciones y la introducción del motor auxiliar ha representado para ellos una verdadera revolución, de consecuencias a veces dramáticas. En el sector que estudié, la mitad de los motores comprados entre 1945 y 1950 funcionan todavía gracias a constante mantenimiento; por el contrario, los que se compraron en 1965 ya no funcionan porque no se concibieron para repararse. El progreso técnico proporciona a la mayoría de los seres humanos instrumentos inútiles, demasiado costosos, privándolos de las herramientas más simples que necesitan.
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+Desde 1940, considerables progresos se han realizado en el ámbito de los materiales metálicos, plásticos y de fibrocemento que se utilizan en la construcción, lo que debería darle a muchos seres humanos la posibilidad de construir sus propias casas. Pero en Estados Unidos, por ejemplo, mientras que en 1948 más de 30% de las habitaciones individuales las habían construido sus propietarios, a fines de 1960 ese porcentaje había caído a menos de 20 puntos.
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+El descenso del nivel de las capacidades por efecto de lo que se llama el “desarrollo económico” es aún más visible en América Latina. Ahí, la mayoría de los habitantes construyen todavía ellos mismos sus casas. Utilizan frecuentemente adobe y cal, materiales cuya utilidad es muy alta en clima cálido y húmedo. En otros sitios edifican casas con placas de chapa, cartón y otros desperdicios de la civilización industrial… En lugar de proporcionar a los habitantes herramientas simples y elementos estandarizados, sólidos, fácilmente reemplazables o reparables, los gobernantes de esos países se lanzaron a una política de producción masiva de habitaciones de interés social. Es, sin embargo, evidente que ninguno de ellos puede darse el lujo de proporcionar unidades habitacionales modernas a la mayoría de los habitantes. Por todas partes esta política prohibí a las masas adquirir los conocimientos y las habilidades necesarias para la construcción de casas más decentes.
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+### Una pobreza libremente consentida
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+Darse cuenta de las posibilidades de educación nos permite ver que cualquier sociedad posindustrial debe disponer de un herramental de base cuya misma naturaleza no permita el desarrollo del control tecnocrático. Debemos, en efecto, esforzarnos por hacer surgir una sociedad donde el saber científico pueda estar, de alguna forma, abierto a las herramientas útiles, a las piezas de ensamble en unidades de dimensiones limitadas, para que sean comprensibles a los hombres. Dicho herramental permite asociarse para cumplir una tarea o, como todo mil usos lo sabe instintivamente, descubrirlas sirviéndose de ellas para nuevas posibilidades de uso. Por la combinación de posibilidades de acceso siempre abiertas a lo que sucede a nuestro alrededor y por los límites impuestos al poder de las herramientas será posible visualizar una “economía de subsistencia” capaz de utilizar las ventajas de la ciencia moderna.
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+Desarrollar dicha economía servirá a los intereses de la aplastante mayoría de los habitantes de países pobres, pero también es la única alternativa posible en los países ricos frente a la creciente contaminación, la explotación, la construcción de un mundo cada vez más ensombrecido. Como lo hemos señalado, derribar el mito del “producto nacional bruto” no se concibe sin atacar al mismo tiempo el de la “educación nacional bruta” (que conduce a la capitalización de la mano de obra). Una economía igualitaria no podría existir en una sociedad en la que el derecho de producir lo confieren las escuelas.
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+Construir una economía de subsistencia moderna no depende de invenciones científicas nuevas. Su edificación pasa por una elección deliberada del conjunto de la sociedad que debe definir límites fundamentales al desarrollo de las burocracias y de las tecnocracias.
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+Estos límites pueden definirse de diferente manera, pero su utilidad dependerá de que se tomen en cuenta las verdaderas dimensiones de la existencia. (La posición del Congreso contra el desarrollo del transporte supersónico va en buena dirección.) Estas restricciones que se impondría voluntariamente la sociedad deben dirigirse a problemas simples, accesibles a todos; podríamos aquí retomar el ejemplo de los aviones supersónicos. Lo que guiaría la elección sería la conciencia de la necesidad de un disfrute igual de los frutos del saber científico. Los franceses dicen que se necesitarían mil años para enseñarle a un país a ocuparse de una vaca; no se necesitarían dos generaciones para ayudar a todos los habitantes de América Latina o de África a utilizar (o a reparar) motores auxiliares de vehículos simplificados, de bombas, de maletines médicos, de construcciones de hormigón, si la concepción de esos equipamientos no cambiara casi cada año. Obtener igual provecho de las adquisiciones de la técnica conduciría, sin duda, a una vida donde el gozo estaría presente, gozo, con sentido, de las relaciones establecidas entre los hombres, y como al mismo tiempo los hombres vivirían en un medio en donde el absurdo ya no tendría sitio, el derecho igual a los bienes de la sociedad se confundiría finalmente con la igualdad en materia de educación.
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+Hoy en día es difícil imaginar un consenso sobre la austeridad. La razón que por costumbre se da para explicar la impotencia actual de la mayoría se sitúa en una perspectiva (económica o política) de clases, y por lo general no nos damos cuenta de que las nuevas estructuras de clase impuestas por una sociedad escolarizada son más fácilmente controladas por los intereses establecidos. Sin duda alguna, una organización imperialista y capitalista de la sociedad definió un conjunto social en el interior del cual una minoría posee una influencia desproporcionada sobre la opinión de la mayoría. Pero en una sociedad tecnocrática, el poder de un pequeño número de “capitalistas del saber” es capaz de impedir la formación de una verdadera opinión pública por el control de las técnicas científicas y de los medios de comunicación entre los hombres.
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+Las garantías constitucionales dadas a la libertad de expresión, de prensa, de reunión, se dirigían a asegurar el acceso del gobierno por el pueblo. La electrónica moderna, las prensas offset, las computadoras, los teléfonos podrían representar un equipamiento capaz de dar un sentido completamente nuevo a esas libertades. Por desgracia, todas esas conquistas técnicas se utilizan para acrecentar el poder de los banqueros del conocimiento, en lugar de servir para tejer las verdaderas redes que proporcionarían oportunidades iguales de encuentro a la mayoría de los seres humanos.
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+Desescolarizar la estructura social y cultural exige utilizar la tecnología para hacer posible una política de participación. Sobre la base de una coalición de la mayoría se podrían determinar los límites del secreto y del poder creciente sin que exista dictadura.
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+Necesitamos un entorno nuevo en el cual crecer para conocer una sociedad sin clases o entraremos en el “mundo feliz” donde el _big brother_[^n23] estará ahí para educarnos a todos.
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+[^n01:] Penrose B. Jackson, _Trends in Elementary Education Expenditures. Central City and Suburban Comparisons 1965 to 1968_ , U. S. Office of Education, Office of Program and Planning Evaluation, junio de 1969.]
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+[^n02:] En español en el original.]
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+[^n03:] _Agua_ , _tierra_ , _casa_ son algunas de las palabras generadoras que Paulo Freire incluye en la relación educador-educando.]
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+[^n04:] _Atomic Ballistic Missile_. (T.)]
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+[^n05:] Respecto a las historias paralelas del capitalismo moderno y la niñez moderna véase Philippe Ariès, _L’Enfant et la vie familiale sous l’Ancien Régime,_ Seuil, 1973.]
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+[^n06:] Agency for International Development: organismo del Departamento de Estado de Estados Unidos. (T.)]
+
+[^n07:] El autor se refiere a las Enmiendas a la Constitución de Estados Unidos (1971), que establecen, respectivamente: _a)_ las libertades de religión, expresión, reunión y de ser oídos para pedir justicia, y _b)_ de no ser llamado a responder por delitos graves sin ser declarado reo, de no ser condenado dos veces a muerte por una misma causa, ni a testimoniar contra sí mismo, de no ser privado de la libertad o de las propiedades sin un debido proceso legal, ni a ser expropiado sin justa compensación. (T.)]
+
+[^n08:] Buen riesgo: en el lenguaje de los aseguradores, el que tiene muy pocas oportunidades de concretarse en una pérdida. (T.)]
+
+[^n09:] Culto creado por indígenas de Nueva Guinea, que atribuye un origen mágico a los artículos occidentales (aviones, radios, relojes, plásticos, etc.). (T.)]
+
+[^n10:] _Truant officer_. El que lleva a la escuela a quienes deben cumplir con la instrucción legal obligatoria. (T.)]
+
+[^n11:] _Ética a Nicómaco_ , 1140.]
+
+[^n12:] Este capítulo fue presentado originalmente en una sesión de la American Educational Research Association, en la ciudad de Nueva York, el 6 de febrero de 1971.]
+
+[^n13:] Véase Joel Spring, _Education and the Rise of the Corporate State_ , Cuaderno núm. 50, Centro Intercultural de Documentación, Cuernavaca, México, 1971.]
+
+[^n14:] Equivalente a los grados primero, segundo y tercero de secundaria, o los antiguos tres primeros años de bachillerato —cuando había seis—. (T.)]
+
+[^n15:] En francés, en el original.]
+
+[^n16:] Office of Economic Opportunity, organismo oficial en Estados Unidos. (T.)]
+
+[^n17:] Lenguaje usado en informática para fines comerciales. (T.)]
+
+[^n18:] En el francés, en el original.]
+
+[^n19:] Las tres citas provienen de “People” (“Gente”), del libro _Poemas escogidos_ de Yevgeny Yevtushenko. Traducidos por Robin Milner-Gulland y Peter Levi, y con una introducción de los traductores. Publicado por E. P. Dutton & Co., 1962, y reimpreso con su autorización.]
+
+[^n20:] Las 14 más célebres universidades de Estados Unidos constituyen esta “liga de la hiedra” _(ivy league)_. (Son miembros de ella, por ejemplo, Yale, Harvard, Princeton…) Es una asociación sin objetivo definido, pero que conserva la tradición de grandeza. Saca su nombre de la hiedra que recubre los edificios más antiguos. (T.)]
+
+[^n21:] El hecho de asistir a los cursos representa cierto número de créditos por semestre. Para tener acceso al diploma es necesario haber cubierto un número de 135 en cuatro años. (T.)]
+
+[^n22:] En francés, en el original. (T.)]
+
+[^n23:] Alusiones al libro de Aldous Huxley, _Un mundo feliz_ , y al de George Orwell, _1984._]
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+# La sociedad desescolarizada
+
+* **#@LANG_textfull@#**: [[.:es|Online]]
+* **#@LANG_titleorig@#**: _Deschooling society_
+* **#@LANG_publicationdate@#**: 1970
+* **#@LANG_comments@#**: fue publicado por vez primera en HarPer and Row Publishers Inc., Nueva York, en 1970, bajo el título de _"Deschooling society"_. La primera traducción al español la publicó Barral Editores, Barcelona, España, en 1970; una nueva edición apareció bajo el sello de la Editorial Posada en 1978 y otra más bajo el de Joaquín Mortiz/Planeta en julio de 1985. Para la edición del FCE de 2006 se utilizó esta última, traducida por Gerardo Espinoza y revisada contra los originales por Javier Sicilia. El apéndice que aparece en la edición del FCE no apareció en las anteriores ediciones en español. Se tomó de la edición de Fayard, _Oeuvres complètes_, vol. I, Francia, diciembre de 2003; la traducción es de Javier Sicilia.
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+~~NOTOC~~
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+# Energía y equidad
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+## La importación de una crisis
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+Mientras mas rico el país, más de buen gusto es mostrarse preocupado por la llamada “crisis de energía”. El tema saltó a primer plano entre aquellos que _Le Monde_ y el _New York Times_ trataron inmediatamente después de que Kissinger anunció la suspensión de bombardeos en Vietnam. El nuevo problema --chispa para los grandes programas de televisión-- está en la agenda del _jet-set_ científico internacional, meollo en la reorganización de las relaciones comerciales entre rusos y norteamericanos. Ya en 1970, este mismo tema llegó a tener preeminencia en las revistas de las élites científicas; en parte porque cómodamente amalgama varias ramas “distinguidas” de la investigación reciente, ampliamente popularizadas durante la década de los sesenta: el estudio psicosociológico de los conflictos, de la ecología y de la contaminación ambiental, el de las mutaciones previsibles en la tecnología futurista. Ahora, en 1973, vemos los primeros signos de que la importación de la “crisis energética” empieza a tener éxito en América Latina. Se multiplica la reproducción de traducciones sobre el tema. En la prensa periódica, destinada a las clases escolarizadas, las vitrinas de las librerías exhiben títulos al respecto; los programas de televisión, promovidos por las fundaciones extranjeras, conectan el tema a la necesidad de limitar la población, de aumentar los niveles tecnológicos para usar la energía escasa en forma más económica y de llegar a acuerdos internacionales de naturaleza no política. Me parece de suma importancia fijar nuestra atención en la realidad que subyace en esta “crisis” y encontrar una manera que habilite a las masas populares para participar en el análisis, sin que por ello baje el nivel lógico y técnico de la discusión. El presente documento es una contribución para orientar esta discusión en uno de los sentidos posibles.
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+Hay que desenmascarar la así llamada “crisis de energía”. Se trata de un eufemismo que encubre una contradicción, indica una frustración, consagra una ilusión. Encubre la contradicción inherente al hecho de querer alcanzar, al mismo tiempo, un estado social basado en la noción de EQUIDAD y un nivel cada vez más elevado de crecimiento industrial. Indica cuál es el grado de frustración actual, provocado por el desarrollo industrial. Finalmente, consagra la ilusión de que se puede sustituir indefinidamente la potencia de la máquina por la energía metabólica del hombre, ilusión que lleva, en este momento, a los países ricos a la parálisis y fatalmente desorienta la planificación del desarrollo en los países pobres. Al difundir el pánico de una inminente e inevitable “crisis de energía”, los ricos perjudican aún más a los pobres que al venderles los productos de su industria. Construir las propias centrales nucleares en los Andes incorpora a un país al Club de los Exploradores, mientras que la importación de coches o aviones solamente acentúa su dependencia. Al difundir en el mundo de los pobres el temor por la insuficiencia de energía para el “progreso” hacia tales metas, los pobres aceptan la explicación que presentan los ricos sobre la crisis en el progreso y se ponen al mismo tiempo un _handicap_ en la carrera del crecimiento a la cual se obligan. Optan por una pobreza modernizada, en vez de elegir, con el uso racional de las técnicas modernas, el acceso a un modo de producción que refleje madurez política y científica. En mi opinión es de la mayor importancia enfrentarse a la realidad que oculta ese llamado concepto de “crisis”. Hay que reconocer que la incorporación de algo más que un cierto quántum de energía por unidad de un producto industrial inevitablemente tiene efectos destructores, tanto en el ambiente sociopolítico como en el ambiente biofísico.
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+## El abuso político de la contaminación
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+A la presente “crisis” energética la precedió una análoga “crisis” ecológica: se abusa de ambas con fines de explotación política. Hay que entender que la segunda no encuentra su solución aun cuando se encontraran formas de producir energía abundante y limpia, es decir, sin efecto destructor sobre el medio ambiente.
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+Los métodos que hoy se utilizan para producir energía, en su creciente mayoría agotan los recursos y contaminan el ambiente. Al ritmo actual de su utilización, el carbón, el petróleo, el gas natural y el uranio se consumirán dentro del horizonte temporal de tres generaciones, y en el entretiempo habrán cambiado tanto al ser humano como su atmósfera de forma definitiva. Para transportar a un solo hombre en un Volkswagen, sobre una distancia de 500 km, se queman los mismos 175 kg de oxígeno que un individuo respira en todo un año. Las plantas y las algas reproducen suficiente oxígeno para los 3 000 millones de hombres que existen. Pero no puede reproducirlo para un mundo automovilizado, cuyos vehículos queman cada uno por lo menos 14 veces más oxígeno del que quema un individuo. Los métodos usados para producir energía no sólo son caros --y por tanto son recursos escasos--, sino igualmente destructores, al punto de engendrar su propia escasez. Los esfuerzos de los últimos decenios se han orientado a producir más petróleo, a refinarlo mejor y a controlar su distribución. El énfasis ahora se va trasladando hacia la investigación para encontrar fuentes de energía abundante y _limpia_ y motores comparables en potencia a los presentes, que sean más rentables y menos venenosos. Se olvida que automóviles que no envenenen el ambiente, ni en su manufactura ni en su marcha, costarían un múltiplo de los que ahora tenemos. La promoción de la técnica limpia casi siempre constituye la promoción de un médico de lujo para producir bienes de primera necesidad.
+
+En su forma más trágica y amenazante, la quimera energética se manifiesta en la llamada “Revolución verde”. Los granos milagrosos introducidos en la India hace pocos años, hacen sobrevivir y multiplicarse a los hambrientos que se multiplicaron por el crecimiento industrial. Estas nuevas simientes se cargan de energía en forma de agua de bombeo, abonos químicos e insecticidas. Su precio se paga no tanto en dólares sino más bien en trastornos sociales y en destrucción ecológica. De esta forma, los cuatro quintos menos industrializados de la especie humana, quienes llegan a depender más de la agricultura “milagrosa”, empiezan a rivalizar con la minoría privilegiada en materia de destrucción ambiental. Hace sólo 10 años se podía decir que la capacidad de un recién nacido norteamericano de envenenar el mundo con sus excrementos tecnológicos era 100 veces mayor que la de su coetáneo en Bengala. Gracias a que el bengalí depende de la agricultura “científica”, su capacidad de destruir el ambiente en forma irreversible se ha multiplicado por un factor de cinco a 10, mientras que la capacidad del norteamericano para reducir la contaminación que causa ha disminuido un poco. Los ricos, como grupo, ya van en vías de perder el primer puesto en la contaminación del planeta. Los ricos tienden a acusar a los pobres por usar poca energía en forma ineficiente y dañina y los pobres acusan a los ricos de producir más excrementos porque devoran sin digerir mucho más que ellos. Los utópicos prometen soluciones milagrosas a los dos, tales como la posibilidad de realizar pronto un decrecimiento demográfico o la desalinización de las aguas del mar por energía de fusión. Los pobres se ven obligados a fundar sus esperanzas de sobrevivir en su derecho a un ambiente reglamentado que les “ofrece” la generosidad de los ricos. La doble crisis de abastecimiento y de contaminación ya manifiesta los límites implícitos en el crecimiento industrial. Pero la contradicción decisiva de esta expansión más allá de ciertos límites reside en un nivel más hondo, en lo político.
+
+## La ilusión fundamental
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+Creer en la posibilidad de altos niveles de energía _limpia_ como solución a todos los males, representa un error de juicio político. Es imaginar que la equidad en la participación del poder y el consumo de energía pueden crecer juntos. Víctimas de esta ilusión, los hombres industrializados no ponen el menor límite al crecimiento en el consumo de energía, y este crecimiento continúa con el único fin de proveer cada vez a más gente de más productos de una industria controlada cada vez por menos gente. Prevalece la ilusión de que una revolución política, al suprimir los errores técnicos de las industrias presentes, crearía la posibilidad de distribuir equitativamente el disfrute del bien producido, a la par que el poder de control sobre lo que se produce. Es mi tarea analizar esta ilusión. Mi tesis sostiene que no es posible alcanzar un estado social basado en la noción de equidad y simultáneamente aumentar la energía mecánica disponible, a no ser bajo la condición de que el consumo de energía por cabeza se mantenga dentro de límites. En otras palabras: sin electrificación no puede haber socialismo, pero inevitablemente esta electrificación se transforma en justificación para la demagogia cuando los vatios per cápita exceden cierta cifra. El socialismo exige para la realización de sus ideales un cierto nivel en el uso de la energía: no puede venir a pie, ni puede venir en coche, sino solamente a velocidad de bicicleta.
+
+## Mi tesis
+
+En mi análisis del sistema escolar he señalado que en una sociedad industrial el costo del control social aumenta más rápidamente que el nivel del consumo de energía. Este control lo ejercen en primera línea los educadores y médicos, los cuerpos asistenciales y políticos, sin contar la policía, el ejército y los psiquiatras. El subsistema social destinado al control social crece a un ritmo canceroso convirtiéndose en la razón de la existencia para la sociedad misma. He demostrado que solamente imponiendo límites a la despersonalización e industrialización de los valores se puede mantener un proceso de participación política.
+
+En el presente ensayo mi argumento procederá analógicamente. Señalaré que en el desarrollo de una sociedad moderna existe un momento en el que el uso de energía ambiental excede por un determinado múltiplo el total de la energía metabólica humana disponible. Una vez rebasada esta cuota de alerta, inevitablemente los individuos y los grupos de base tienen que abdicar progresivamente del control sobre su futuro y someterse siempre más a una tecnocracia regida por la lógica de sus instrumentos.
+
+Los ecólogos tienen razón al afirmar que toda energía no metabólica es contaminante: es necesario ahora que los políticos reconozcan que la energía física, pasado cierto límite, se hace inevitablemente corrupta del ambiente social. Aun si se lograra producir una energía no contaminante y producirla en cantidad, el uso masivo de energía siempre tendrá sobre el cuerpo social el mismo efecto que la intoxicación por una droga físicamente inofensiva, pero psíquicamente esclavizante. Un pueblo puede elegir entre una droga sustitutiva tal como el metadone y una desintoxicación realizada a voluntad en el aislamiento; pero no puede aspirar simultáneamente a la evolución de su libertad y convivencialidad por un lado, y a una tecnología de alta energía por el otro.
+
+## El marco latinoamericano
+
+La llamada crisis de la energía es un concepto políticamente ambiguo. En la manera como se usa en el presente, sirve a los intereses imperialistas tanto en Rusia como en Estados Unidos. Sirve de explicación para limitar privilegios a quienes más directamente cooperan en el desarrollo de éstos. En América Latina la difusión del pánico serviría para integrar el continente más perfectamente como periferia de un mundo cuyo centro está donde más energía per cápita se utiliza. No hay movimiento de verdadera liberación que no reconozca la necesidad de adoptar una tecnología de bajo consumo energético.
+
+Discutir la crisis de energía equivale a colocarse en el cruce de dos caminos. A mano izquierda se abre la posibilidad de transición a una economía posindustrial, que pone el énfasis en el desarrollo de formas más eficientes de trabajo manual y en la realización concreta de la equidad. Nos conduciría a un mundo de satisfacción austera de todas las aspiraciones realistas. A mano derecha se ofrece la opción de acometer la escalada de un crecimiento que pondría el énfasis en la capitalización y el control social necesarios para evitar niveles intolerables de contaminación. Nos conduciría a transformar los países latinoamericanos en participantes de tercer orden en el apocalipsis industrial, hacia el cual marchan los países ricos. Estados Unidos, Japón o Alemania ya están a punto de perpetrar el autoaniquilamiento social en una parálisis causada por el superconsumo de energía. Insistiendo en el sueño de hacer trabajar las máquinas en lugar del hombre, se desintegran políticamente, aun antes de verse sofocados en sus propios desechos. Hay ciertos países, como la India, Birmania, y espero que aún por cierto tiempo también China, que son todavía bastante operantes en el uso de sus músculos, previniendo así el aumento del desarrollo energético. Pueden aún limitar el uso de energía al nivel actual, tratando de usar sus vatios para fines cualitativamente cada vez más altos y cada vez en forma de mejor distribución.
+
+Posiblemente den el ejemplo de una economía al mismo tiempo posindustrial y socialista, para lo cual deberán mantener una tecnología con un bajo consumo de energía y decidir, desde ahora, vivir más acá del nivel de consumo por cabeza de energía mecánica que deberán recuperar los países ricos para poder sobrevivir.
+
+América Latina se encuentra dentro de una tercera situación. Sus industrias están subcapitalizadas y sus subproductos, física y socialmente destructores, son menos visibles que en los países ricos, haciendo excepción particular del Distrito Federal en México y de São Paulo en Brasil. El menor número de gente es consciente de sufrir precisamente a causa del aumento de la potencia de la máquina industrial y, por tanto, menos es la gente dispuesta a tomar en serio la necesidad de limitar el desarrollo ulterior de tal potencia. Por otro lado, todos los países de América Latina ya tienen una infraestructura física que _a priori_ impide al no escolarizado, al no motorizado, al no electrificado, al no industrializado participar humanamente en el proceso de producción. Aquí, la idea de una alternativa al desarrollo de la industria pesada ya implica la renuncia a lo que se está haciendo o se cree poder hacer mañana: una renuncia al coche, a la nevera, al ascensor y, en muchos casos, hasta al cemento armado que ya están en el pueblo o en la casa del vecino. En Latinoamérica hay menos conciencia que en los países ricos de la necesidad de un modelo alternativo de tecnología y tampoco se vislumbra una renuncia al modelo de los ricos, cosas que pudieran permitirse los chinos, si así lo quisieran.
+
+## El poderío de alto voltaje
+
+Tanto los pobres como los ricos deberán superar la ilusión de que MÁS energía es MEJOR. Con este fin es necesario, ante todo, determinar el límite de energía más allá del cual se ejerce el efecto corruptor del poder mecánico. Este efecto corruptor puede ser controlado en dos niveles característicos. Una sociedad puede sacrificar su propia supervivencia, como comunidad política, al ídolo del poder material. Puede optar conscientemente, o por falta de iniciativa contraria, por identificar el bienestar con el más alto consumo de energía, estableciendo el sistema de planificación que lo hace posible. La maximización del sistema industrial bajo un techo energético más allá del cual cesa la viabilidad del sistema, requiere la transformación de nuevos poderes a un Leviatán tecnofascista.
+
+Una sociedad que dé preferencia al pleno desarrollo de sus industrias sobre la plena participación de sus miembros en el proceso, no puede evitar un nuevo nivel de tecnocracia. Es de poca importancia real el modo concreto como llegue esta tecnocracia al poder: por imposición extranjera, por revolución dentro o fuera de la legalidad o a través de un nuevo contrato social. Tecnocracia es la orientación que siguen los países ricos y la misma que quieren imponer a los países pobres.
+
+Hay un segundo nivel característico, y más bajo, al cual se puede limitar la energía utilizada dentro de un sistema social: es el nivel en el que un pueblo cree tener mejor participación en el dominio de la máquina al combinar mejor y simultáneamente el desarrollo de sus valores tradicionales con la realización de sus ideales sociales. Para ello hay que limitar el uso de la energía, recuperando el nivel tope, pasado el cual éste reduce la autonomía de los individuos y de los grupos de base.
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+La hipótesis es evidentemente verdadera: más allá de cierto nivel de uso per cápita de energía física, el ambiente de una sociedad cesa de funcionar como nicho de su población. En esta afirmación no hay nada novedoso pero yo pretendo decir más que esto en mi hipótesis.
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+## Mi hipótesis
+
+El hombre es el ser consciente de su espacio vital y de su limitación temporal. Integra a los dos por medio de su acción, de la aplicación de su energía a sus circunstancias concretas en las cuales se encuentra. Para tal fin utiliza instrumentos de varios tipos, algunos de ellos dan mayor efecto a las energías metabólicas de las que dispone, y otros le permiten hallar fuentes energéticas que son exteriores a su propio cuerpo.
+
+La energía, transformada en trabajo físico le permite integrar su espacio y su tiempo. Privado de energía suficiente se ve condenado a ser un simple espectador inmóvil en un espacio que lo oprime. Al usar sus manos y pies transforma el espacio, simple territorio para el animal, en casa y patria. Al aumentar la eficiencia en la aplicación de su propia energía, lo embellece. Al aprender a usar nuevas fuentes de energía, lo expande y lo pone en peligro. Más allá de cierto punto, el uso de energía motorizada inevitablemente empieza a oprimirlo.
+
+Mi hipótesis es que no puede existir una sociedad que merezca el calificativo de “socialista” si la energía mecánica que utiliza aplasta al hombre; inevitablemente, pasado cierto punto, la energía mecánica tiene tal efecto. Existe una constante K. Ésta indica la cantidad por la que hay que multiplicar la energía mecánica utilizada para todos los fines en la sociedad. No puede existir una sociedad “socialista”, en tanto K no quede entre los límites. La sociedad debe considerarse subequipada para una forma de producción participativa y eficaz, mientras K no alcanza el valor del límite inferior. Cuando K se vuelve mayor que el valor del límite superior, termina la posibilidad de mantener una distribución equitativa del control sobre el poder mecánico en la sociedad. Espero elaborar un modelo teórico que ilustre esta hipótesis. Si ésta es correcta, existe en cada sociedad concreta un “nivel de energía de rendimiento mecánico” dentro del cual puede funcionar de manera óptima un sistema político participativo. El orden de magnitud en que se da este nivel de energía es independiente del instrumental tecnológico o de la eficiencia en la transformación de la energía misma.
+
+Simultáneamente propongo se verifique esta misma hipótesis en algunos campos concretos que consumen un porcentaje importante de la energía mecánica en nuestras sociedades. Tales campos serían: la habitación, los aspectos mecanizados de la agricultura y del transporte. Yo me he decidido a formular mi argumento partiendo de un análisis de este último.
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+## El paradigma de la circulación
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+Para tales fines presento a consideración el campo de la circulación de personas. Me limitaré al análisis de la circulación de la gente y de su equipaje personal, porque la circulación de bienes en cantidades superiores exigiría otro planteamiento. En la circulación distinguiré dos medios de locomoción: _el tránsito_ de las personas que usan su propia fuerza para trasladarse de un punto a otro y _el transporte_ motorizado. Incluyo en la circulación total dos grandes clases estadísticas de locomoción bien distintas: _el viaje_ , que al empezar conlleva la intención de dormir en otro lugar, por lo menos durante una noche, y _el desplazamiento_ , o trayecto de ida y vuelta, que termina durante el mismo día en su lugar de origen. El viaje y el desplazamiento pueden tener como fin el trabajo, el paseo, el mercado o la participación en actividades sociales.
+
+En el ejemplo de la circulación creo poder aclarar por qué la “crisis de energía” es un eufemismo detrás del cual se esconde la ilusión de que el uso de la energía y la equidad puedan crecer al mismo paso indefinidamente. La circulación ofrece una oportunidad para exponer la urgencia del análisis que propongo, al mismo tiempo que permite llamar la atención sobre la ceguera ante la evidencia de esta urgencia. Finalmente, me permito presentar mi argumento en forma tal que pueda entenderse y verificarse en discusiones públicas con gente de cualquier grado de instrucción formal.
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+## La industria del transporte
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+En el momento en que una sociedad se hace tributaria del transporte, no sólo para los viajes ocasionales sino por sus desplazamientos cotidianos, se pone de manifiesto la contradicción entre justicia social y energía motorizada, libertad de la persona y mecanización de la ruta. La dependencia, en relación con el motor, niega a una colectividad precisamente aquellos valores que se considerarían implícitos en el mejoramiento de la circulación.
+
+Lo siguiente es evidente para campesinos sensatos y se hace dudoso para una persona que sube por la escalera de la escolaridad: la máquina es una contribución positiva cuando su empleo conduce a expander el radio de circulación para todos, multiplicando los destinos terminales sin que por esto aumente la parte del tiempo social que se dedica a la circulación. Hoy en día, ningún sistema motorizado de locomoción llega a aumentar el radio de circulación y simultáneamente a salvaguardar la equidad en la distribución de costos y en la accesibilidad a los puntos de destino escogidos. Frente a esta evidencia el campesino y el peón fácilmente llegan a entender la trampa de la aceleración que roba su tiempo a la mayoría, mientras que los universitarios justifican los privilegios con que esta velocidad les provee, mediante argumentos extraños al debate; insisten en que los países latinoamericanos tienen derecho a competir con la tecnología rica; muestran que el transporte genera un aumento importante en el PNB y que sin una política de movilización mecánica de las masas no es posible desarrollar aquella forma de control social que para ellos se esconde detrás del ideal nacionalista.
+
+En mi análisis del transporte no me interesa identificar los beneficios económicos que éste genera, sino la contribución que presta a la circulación. Lo quiero analizar como medio de circulación y no como medio de inflación. Es fácil constatar que dondequiera que las máquinas destinan una tasa elevada de energía mecánica a la propulsión de un pasajero, el desarrollo de los transportes como industria reduce la igualdad entre los hombres, limita la movilidad personal dentro de un sistema de rutas trazadas al servicio de las industrias, las burocracias y los militares y, además, aumenta la escasez de tiempo dentro de la sociedad. En otras palabras, cuando la velocidad de sus vehículos rebasa cierto margen, la gente se convierte en prisionera del vehículo que la lleva cada día de la casa al trabajo. La extensión del radio de desplazamiento diario de los trabajadores tiene como contrapartida la disminución en la elección de puntos de destino. Quien va a pie al trabajo llega a crearse un ambiente a lo largo de su ruta; quien recorre el camino en vehículo está privado de una multiplicidad de opciones: paradas, accesos, contactos. Pero, el mismo transporte que para la mayoría crea nuevas distancias físicas y sociales, crea islotes de privilegios al precio de una esclavitud general. Mientras que unos pocos viajan en alfombra mágica entre puntos distantes, y por medio de su presencia prestigiosa los hacen no sólo raros sino seductores, los otros, que son la mayoría, se tienen que desplazar con más y más rapidez por los mismos trayectos monótonos y deben consagrar cada vez más tiempo a estos desplazamientos.
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+En Estados Unidos de América cuatro quintos del tiempo consumido en la circulación concierne a las personas que se mueven entre su casa, el sitio de su trabajo y el supermercado. Y cuatro quintos de kilometraje destinado a congresos, a viajes de vacaciones y de negocios son para el 1.5% de la población. La gente que se encuentra en los aeropuertos siempre es la misma. También ellos se dividen en dos clases: los que se ven obligados a viajar y quienes lo hacen por propia decisión, que forman la minoría. Un tercio de la población adulta debe hacer 40 kilómetros por día entre la casa, la escuela, el trabajo y el supermercado para que 0.5% pueda elegir viajar en avión más de una vez al año. Todos aumentan su kilometraje personal obligatorio para que algunos puedan franquear incalculables distancias en el transcurso de algunos años.
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+Los medios de transporte acentúan la división de clases en las sociedades ricas, y siendo su lugar de destino las capitales del mundo pobre, extienden la estratificación en un plano global.
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+El esclavo del desplazamiento cotidiano y el viajero impenitente se ven igualmente sometidos al transporte. Ocasionales puntos altos de velocidad dan al usuario corriente la ilusión de pertenecer al mundo protegido de los altos consumidores de energía. La oportunidad ocasional que tiene el trabajador negro en Miami de pasar dos semanas de vacaciones en Copacabana, le hace olvidar que para el viaje por avión de seis horas de ida y seis de vuelta tuvo que trabajar tres veces más días de lo que hubiera tomado el viaje por barco. El pobre del mundo moderno, capaz de acelerar de vez en cuando, refuerza él mismo la ilusión de la que es víctima premeditada y se hace cómplice de la destrucción del cuadro social del espacio. No sólo quien usa el avión, sino también quien defiende su uso coopera a destruir la relación multimilenaria que existe entre el hombre y su geografía.
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+El hombre americano típico consagra más de 1 600 horas por año a su automóvil: sentado dentro de él, en marcha o parado, trabajando para pagarlo, para pagar la gasolina, las llantas, los peajes, el seguro, las infracciones y los impuestos para las carreteras federales y los estacionamientos comunales. Le consagra cuatro horas al día en las que se sirve de él, se ocupa de él o trabaja para él. Aquí no se han tomado en cuenta todas sus actividades orientadas por el transporte: el tiempo que consume en el hospital, en el tribunal y en el taller mecánico; el tiempo pasado ante la televisión viendo publicidad automovilística, el tiempo invertido en ganar dinero para viajar en avión o en tren. Sin duda, con estas actividades hace marchar la economía, procura trabajo a sus compañeros, ingresos a los jeques de Arabia y justificación a Nixon por su guerra en Asia. Pero si nos preguntamos de qué manera estas 1600 horas, que son una estimación mínima, contribuyen a su circulación, la situación se ve diferente. Estas 1 600 horas le sirven para hacer unos 10 000 kilómetros de camino, o sea seis kilómetros en una hora. Es exactamente lo mismo que alcanzan los hombres en los países que no tienen industria del transporte. Pero, mientras el norteamericano consagra a la circulación una cuarta parte del tiempo social disponible, en las sociedades no motorizadas se destina a este fin entre 3 y 8% del tiempo social. Lo que diferencia la circulación en un país rico y en un país pobre no es una mayor eficacia, sino la obligación de consumir en dosis altas las energías condicionadas por la industria del transporte.
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+## El estupor inducido por la velocidad
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+Al rebasar determinado límite en el consumo de energía, la industria del transporte dicta la configuración del espacio social. Las autopistas hacen retroceder los campos fuera del alcance del campesino que quisiera caminar, los viaductos y aeropuertos cortan el acceso de un lado del barrio a otro, las ambulancias empujan las clínicas más allá de la corta distancia que se puede cubrir llevando a un niño enfermo. El coche o la moto permiten al médico y a la partera vivir lejos del ambiente en el que ejercen, y mientras más costosos los transportes, más se vuelve privilegio de ricos o de jerarcas la visita a domicilio. Cuando los camiones pesados llegan a un poblado de los Andes, lo primero que desaparece es parte del mercado local. Luego, cuando llega la ruta asfaltada y un grupo de maestros de secundaria se establece en el poblado, cada vez más gente joven se va hacia la ciudad, hasta que no queda una sola familia que no espere reunirse con alguien allá, a cientos de kilómetros.
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+Frecuentemente nos olvidamos de que la aceleración de los viajes es un hecho muy nuevo. Valéry tenía razón cuando afirmaba que Napoleón aún se movía a la lentitud de César. Desde los tiempos de Ciro el Grande, rey de los persas, los imperios contaban con la posibilidad de enviar las cartas a una velocidad hasta de 160 kilómetros por día, los mensajes de toda la historia circulaban a un promedio de 100 kilómetros diarios, ya fuesen transportados en galeras de Constantinopla a Venecia o llevados por los corredores de los Fugger, por jinetes del califa o por las rutas del inca. El primer camino para diligencia entre París y Marsella o Tolouse, que regularmente hacía más de 100 kilómetros por día precedió por sólo 70 años al primer tren que hacía 100 kilómetros por hora en 1853. Pero una vez creada la vía férrea el hombre se vio clavado a ella. En Francia, entre 1850 y 1900, el kilometraje por pasajero se multiplicó por un factor de 53.
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+Por su impacto geográfico, en definitiva, la industria del transporte moldea una nueva especie de hombres: los usuarios. El usuario vive en un mundo ajeno al de las personas dotadas de la autonomía de sus miembros. El usuario es consciente de la exasperante penuria del tiempo que provoca recurrir cotidianamente al tren, al automóvil, al metro, al ascensor, que lo trasladan diariamente a través de los mismos canales y túneles sobre un radio de 10 a 25 kilómetros. Conoce los atajos que encuentran los privilegiados para escapar a la exasperación engendrada por la circulación y los conducen adonde ellos quieren llegar, mientras él, el usuario, tiene que conducir su propio vehículo de un lugar, donde preferiría no vivir, a un empleo que preferiría evitar. El usuario se sabe limitado por los horarios de tren y autobús, en las horas que su esposa lo priva del coche, pero ve a los ejecutivos desplazarse y viajar por el mundo cuando y como a ellos les place. Paga su automóvil de su propio bolsillo, en un mundo donde los privilegios van para el personal dirigente de las grandes firmas, universidades, sindicatos y partidos. Los pobres se atan a su coche, y los ricos usan el coche de servicio, o alquilan el coche de Hertz. El usuario se exaspera por la desigualdad creciente, la penuria de tiempo y su propia impotencia, pero insensatamente pone su única esperanza en _más_ de la misma cosa: más circulación por medio de más transporte. Espera el alivio por cambios de orden técnico que han de afectar la concepción de los vehículos, de las rutas o de la reglamentación de la circulación. O bien espera una revolución que transfiera la propiedad de los vehículos a la colectividad y que, por descuento a los salarios, mantenga una red de transportes gratuitos, cuyas secciones más veloces y costosas serán otra vez accesibles sólo a quienes la sociedad considere más importantes. Casi todos los proyectos de reforma de los transportes que se suponen radicales padecen de este prejuicio: se olvidan del costo en tiempo humano resultante de sustituir el sistema presente por otro, más “público”, si este último ha de ser tan rápido como el otro.
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+Por las noches el usuario sueña con lo que los ingenieros le sugieren durante el día a través de la televisión y de las columnas seudocientíficas de los diarios. Sueña con redes estratificadas de vehículos de diferente velocidad que convergen en intersecciones donde la gente puede encontrarse en los espacios que le conceden las máquinas. Sueña con los servicios especiales de la “Red de Transporte” que se harán cargo de él definitivamente.
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+El usuario no puede captar la demencia inherente al sistema de circulación que se basa principalmente en el transporte. Su percepción de la relación del espacio con el tiempo ha sido objeto de una distorsión industrial. Ha perdido el poder de concebirse como otra cosa que no sea un usuario. Intoxicado por el transporte, ha perdido conciencia de los poderes físicos, sociales y psíquicos de que dispone el hombre, gracias a sus pies. Olvida que el territorio lo crea el hombre con su cuerpo, y toma por territorio lo que no es más que un paisaje visto a través de una ventanilla por un hombre amarrado a su butaca. Ya no sabe marcar el ámbito de sus dominios con la huella de sus pasos, ni encontrarse con los vecinos, caminando en la plaza. Ya no encuentra al otro sin chocar, ni llega sin que un motor lo arrastre. Su órbita puntual y diaria lo enajena de todo territorio libre.
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+Atravesándolo a pie el hombre transforma el espacio geográfico en morada dominada por él. Dentro de ciertos límites que aplica al movimiento determina su movilidad y su poder de dominio. La relación con el espacio del usuario de transportes se determina por una potencia física ajena a su ser biológico. El motor mediatiza su relación con el medio ambiente y pronto lo enajena de tal manera que depende del motor para definir su poder político. El usuario está condicionado a creer que el motor aumenta la capacidad de los miembros de una sociedad de participar en el proceso político. Perdió la fe en el poder político de caminar.
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+En sus demandas políticas el usuario no busca más caminos abiertos sino más vehículos que lo transporten; quiere más de lo mismo que ahora lo frustra, en vez de pedir garantía de que, en todo sentido, la precedencia la tenga siempre el peatón. La liberación del usuario consiste en su comprensión de la realidad: mientras exija más energía para propulsar con más aceleración a algunos individuos de la sociedad, precipita la corrupción irreversible de la equidad, del tiempo libre y de la autonomía personal. El progreso con el que sueña no es más que la destrucción mejor lograda.
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+## Los chupatiempo
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+En toda sociedad que hace pagar, el tiempo, la equidad y la velocidad en la locomoción tienden a variar en proporción inversa una de la otra. Los ricos son aquellos que pueden moverse más, ir donde les plazca, detenerse donde deseen y obtener estos servicios a cambio de una fracción muy pequeña de su tiempo vital. Los pobres son los que usan mucho tiempo para que el sistema del transporte funcione para los ricos del país.
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+La razón de ello es que la velocidad resulta demasiado cara para ser realmente compartida: todo aumento en la velocidad de un vehículo ocasiona un aumento correspondiente en el consumo de energía necesaria para propulsarlo.
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+No sólo el funcionamiento mismo consume energía: mientras mayor la velocidad, más energía se invierte en la construcción del vehículo mismo, en el mantenimiento de su pista y en los servicios adicionales sin los cuales no puede funcionar.
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+No sólo energía consume un vehículo veloz; más importante aún es que consume espacio. Cada aumento en la velocidad hace al vehículo más voraz de metros cuadrados o cúbicos.
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+Alemania Federal consumió su tierra a razón de 0.2% por año durante la década de los cincuenta. En los sesenta ya había logrado cubrir permanentemente con asfalto 0.4% de su territorio. Los norteamericanos requieren, para sus propios movimientos y para los de sus mercancías, una suma de energía superior a la totalidad de lo disponible, en todos los efectos, para la mitad de la humanidad entera, reunida entre China, India y el sudeste asiático. Ineluctablemente la aceleración chupa tiempo, espacio y energía.
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+Ahora bien, cuando la energía requerida por el usuario rebasa cierta barrera, el tiempo de unos cuantos adquiere un valor muy alto, en tanto se desprecia el de la mayoría de los demás. En Bombay bastan algunos pocos automóviles para perturbar la circulación de miles de bicicletas y carretillas de tracción humana. Desplazándolos reducen gravemente su flujo y crean tapones. Pero uno de estos escasos automovilistas puede trasladarse en una mañana a la capital de provincia, trayecto que, dos generaciones antes, hubiera llevado una semana entera. En Tailandia los transportes tradicionales eran tan excelentes y flexibles que los reyes nunca pudieron imponer contribuciones sobre los movimientos del arroz: tan múltiples eran las vías por las cuales se podía escapar de la vigilancia del recaudador en unos botecitos elegantes y rápidos, usando una vasta red de canales. Para poder introducir el automóvil todo este sistema perfectamente democrático fue paralizado, cubriendo algunos de los _klongs_ (canales) con asfalto. Algunos poquísimos individuos pueden moverse con rapidez y la mayoría se hizo dependiente y debe adquirir “transporte”.
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+Lo que es válido en la India, donde el ingreso anual por cabeza alcanza 70 dólares, lo es también en Boston, donde la circulación se ha hecho más lenta que en la época de los carruajes de caballos. El tiempo usado en actividades relacionadas con el transporte lógicamente crece con los gastos hechos para acelerarlo. Una minoría de bostonianos puede permitirse el lujo de vivir en rascacielos, cerca de su trabajo, usar el puente aéreo para dar una vuelta y almorzar en Nueva York. Para la mayoría aumenta la porción de dos horas de vigilia pasadas para crear “transporte”.
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+En cualquier lugar, la demanda de circulación crece con la aceleración de los vehículos y con mayor premura que la posibilidad de satisfacerla. Pasado cierto límite, la industria del transporte cuesta a la sociedad más tiempo del que ahorra. Con aumentos ulteriores en la velocidad de ciertos vehículos, decrece el kilometraje total viajado por los pasajeros, pero no el tiempo que les cuesta mantener el sistema de transportes. La utilidad marginal en el aumento de la velocidad, accesible sólo a un pequeño número de gente, al rebasar un límite conlleva para la mayoría un aumento en la desutilidad total del transporte. La mayoría no sólo paga más, sino que sufre más daños irreparables.
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+Pasada la barrera crítica de la velocidad en un vehículo, nadie puede ganar tiempo sin que, obligadamente, lo haga perder a otro. Aquel que exige una plaza en un avión, proclama que su tiempo vale más que el del prójimo. En una sociedad en donde el tiempo para consumir o usar se ha convertido en un bien precioso, servirse de un vehículo, cuya velocidad exceda esta barrera crítica, equivale a poner una inyección suplementaria del tiempo vital de otros al usuario privilegiado de vehículos.
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+La velocidad sirve para medir la dosis de la inyección que transforma en ganancia de tiempo para unos pocos la gran pérdida de tiempo de muchos. Inevitablemente esta carrera contra el tiempo y contra la muerte de los ricos deja heridos tras de sí. Presenta problemas éticos de orden más universal que la diálisis renal o los injertos de vísceras, que a tantos sublevan.
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+Al rebasar cierto límite de velocidad, los vehículos motorizados crean distancias que sólo ellos pueden reducir. Crean distancias a costa de todos, luego las reducen únicamente en beneficio de algunos. Una carretera abierta en el desierto pone la ciudad al alcance de la vista del campesino hambriento, pero ciertamente no al alcance de su mano. La nueva ruta _express_ extiende a Chicago, absorbiendo a los motorizados hacia los nuevos suburbios y dejando que el centro de la ciudad degenere en arrabales de asfalto para los otros.
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+El desplazamiento en masa no es cosa nueva; nuevo es el desplazamiento diario de masas de gente sobre distancias que no pueden cubrirse a pie; nueva es la dependencia de los vehículos para hacer el trayecto diario de ida y vuelta. El uso diario de la silla de posta, el _rickshaw_ y el _fiacre_ , sirvió en su tiempo para comodidad de una ínfima minoría, que no quería ensuciarse los pies ni fatigarse, pero no para aventajar el paso del caminante. El tránsito diario de masas aparece solamente con el ferrocarril. En Francia, entre 1900 y 1950, aumentó casi 100 veces el kilometraje por pasajero. La existencia del ferrocarril hizo posible la expansión de las fábricas, creando, desde un principio, una nueva forma de discriminación. Hizo posible que el director empleara en la fábrica gente que se resistía a una distancia mayor de la que se puede cubrir a pie, creando con esto un “mercado de compra” para la mano de obra. Los ferrocarriles con su capacidad enorme de transporte comenzaron luego a transformar el espacio, permitiendo el crecimiento de la urbe, del arrabal y de la fábrica, que se hizo más gigantesca.
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+El impacto directo de los primeros ferrocarriles recayó sobre la estructura del espacio: en sus primeros años el tren pudo acentuar los privilegios establecidos, creando la primera clase, que los ricos usaban en vacaciones y para sus negocios, mientras que los pobres se vieron obligados a usar la tercera todos los días. Pero la velocidad aún no determinaba las distinciones. Fue a finales de siglo cuando las cosas cambiaron. La velocidad se convirtió en factor de discriminación. El tren expreso ya corría tres veces más rápido que el tren lechero y era más costoso. Pasados otros 20 años, con el uso común del automóvil, el hombre de la calle comenzó a ser su propio chofer. Los beneficios de la velocidad, logrados por todas partes, llegaron a constituir la base para los privilegios reservados a las nuevas élites.
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+El porcentaje de gente que emplea hoy chofer es más o menos el mismo que lo empleaba hace dos generaciones; sólo que hoy el salario que éste gana lo pagan las empresas, los ministerios y los sindicatos. Pero además de usar chofer, esta gente es la misma que usa aviones y helicópteros, vive cerca de las arterias de transporte y trabaja en lugares próximos al restaurante, al barbero y a las tiendas. Mucho más de lo que pudo hacerlo el tren, los nuevos niveles de velocidad agrupan las zonas burocráticas favorecidas, los espacios residenciales más atractivos y las estaciones turísticas de lujo, dentro de una órbita cerrada, a la que el acceso que tienen las masas es, primordialmente, a través de la televisión. En los países de Europa oriental donde el número de lugares privilegiados para quienes disponen de coches es menor, su importancia relativa es, quizás, mayor.
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+Hoy vemos la formación de una jerarquía de diferentes circuitos de transporte, los cuales determinan el acceso a sus servicios de acuerdo con la velocidad que desarrollan y, por tanto, cada uno define su propia clase de usuarios. Cada uno de estos circuitos, si es de velocidad superior, reduce el acceso a menor número de personas, conecta puntos más distantes entre sí y devalúa los circuitos de menor velocidad.
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+Dime a qué velocidad te mueves y te diré quién eres. Si no puedes contar más que con tus propios pies para desplazarte, eres un marginado, porque, desde medio siglo atrás, el vehículo se ha convertido en signo de selección social y en condición para la participación en la vida nacional. Dondequiera que la industria del transporte ha hecho franquear a sus pasajeros una barrera crítica de velocidad, inevitablemente establece nuevos privilegios para la minoría y agobia a la mayoría.
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+A todos los niveles, para que la acumulación de poder pueda ser factible, tiene que crear su propia justificación. Así es como un hombre queda justificado al consumir fondos públicos para aumentar la cantidad anual de sus viajes, sumándolos a los fondos públicos ya consumidos anteriormente y al extender la duración de sus estudios. Allí donde se cree que el saber puede capitalizarse y se puede medir el valor productivo por los años de escolaridad de un individuo, inevitablemente se llega a justificar que éste capitalice su vida utilizándola más intensivamente al usar transportes más veloces.
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+En los países ricos, quienes ganan mucho tienen el mejor transporte y mayor probabilidad de tener éxito en los estudios que justifican los demás privilegios. Pero no es necesario usar el salario o el título académico como pasaporte que permita la entrada a un avión. Hay factores de orden ideológico que pueden igualmente abrir o cerrar la puerta de la cabina. Si bien es cierto que la LÍNEA JUSTA de Mao, para extenderse en China, necesita actualmente de aviones a reacción, esto no puede significar sino la emergencia de un espacio/tiempo propio de los cuadros del partido y diferente al espacio/tiempo en el que viven las masas. En la China Popular la supresión de los niveles intermedios ha hecho más eficaz y más racional la concentración del poder, pero simultáneamente ha recalcado también cómo el tiempo del hombre que guía su búfalo vale mucho menos que el tiempo del hombre que trae ideas y se hace transportar en jet. La velocidad vehicular concentra la potencia energética y el poder en las posaderas de unos cuantos: es estructuralmente demagógica y elitista, independientemente de las intenciones que tenga quien se hace propulsar velozmente. Es un hecho: los caballos de fuerza no pueden sino pisotear la equidad. Además, hacen perder tiempo.
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+## La aceleración dimensión técnica que expropia el tiempo
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+La velocidad reduce el tiempo en un doble sentido: disminuyendo el que necesita el pasajero para cubrir 1 000 kilómetros y reduciendo el que podría emplear en otra cosa que no fuera el desplazamiento. La velocidad superior de ciertos vehículos favorece a algunas personas, pero la dependencia general de los vehículos veloces consume el tiempo de todos. Cuando la velocidad rebasa cierta barrera empieza a aumentar el tiempo total devuelto por la sociedad a la circulación.
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+El efecto que tienen los vehículos superpotentes sobre el presupuesto cotidiano del tiempo disponible de individuos y de sociedades se conoce mal. Lo que las estadísticas nos muestran es el precio en dólares por kilómetro o la duración en horas por desplazamiento. Muy poca es la información sobre los presupuestos de tiempo en el transporte. Hay pocos datos estadísticos de cómo la circulación carcome el tiempo, de cómo el automóvil devora espacio, de cómo se multiplican los recorridos necesarios, de cómo se alejan terminales codiciadas y de cómo al hombre motorizado le cuesta adaptarse al transporte y reponerse de él.
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+Ningún estudio señala los costos indirectos del transporte, por ejemplo, el precio que se paga por residir en un sector con circulación de fácil acceso, los gastos implicados en protegerse del ruido, de la contaminación y de los peligros de la circulación.
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+Sin embargo, la inexistencia de una contabilidad nacional del tiempo social no debe hacernos creer que es imposible establecerla, ni debe impedirnos utilizar lo poco que ya sabemos al respecto.
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+Lo que sí sabemos con seguridad es que en todas partes del mundo, en cuanto la velocidad de los vehículos que cubren los desplazamientos diarios rebasa un punto de alrededor de los 20 kilómetros por hora, la escasez del tiempo relacionada con el desarrollo del transporte general comienza a aumentar. Una vez que la industria alcanza este punto crítico de concentración de vatios por cabeza, el transporte hace del hombre el fantasma que sabemos, un desatinado que constantemente se ve obligado a alcanzar dentro de las próximas 12 horas una meta que por sus propios medios físicos no puede alcanzar. En la actualidad, la gente se ve obligada a trabajar buena parte del día para pagar los desplazamientos necesarios para dirigirse al trabajo. Dentro de una sociedad, el tiempo devuelto al transporte crece en función del máximo de la velocidad de los transportes públicos. Por tener medios de transporte público más modernos, Japón ya precede a Norteamérica en velocidad y en el tiempo perdido en gozarla.
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+El tiempo carcomido por la circulación; el hombre privado de su movilidad y sometido a depender de las ruedas; la arquitectura al servicio del vehículo; todo esto es consecuencia de la reorganización del mundo sujeta a la aceleración prepotente. No cambia mucho el asunto si la máquina es pública o privada. Inevitablemente con el aumento de la velocidad crece la escasez de tiempo: pasando del coche al tren, que le da el mismo servicio, el usuario trabaja dos o tres horas al día para pagar más impuestos en lugar de trabajar para pagar su Ford. Inevitablemente aumenta la programación: en vez de tener que añadir dos horas de trabajo como chofer de su propio coche al trabajo diario en la fábrica o en la oficina, ahora tiene que adaptar su día a los horarios de los diferentes medios de transporte público. Así como los vehículos ocupan el espacio y reducen los lugares donde la gente pueda parar o vivir, así igualmente ocupan más horas cada año, además imponen su ritmo al proyecto de cada día.
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+## El monopolio radical del transporte
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+Como indiqué anteriormente, para poder entender la disfunción que analizamos hay que distinguir entre la circulación, el tránsito y el transporte. Por _circulación_ designo todo desplazamiento de personas. Llamo _tránsito_ a los movimientos que se hacen con energía muscular del hombre y _transporte_ a aquellos que recurren a motores mecánicos para trasladar hombres y bultos. Sin duda, desde tiempos inmemoriales el animal ha compartido el hambre del ser humano y fue su dócil vehículo. Es cosa del pasado: el aumento de los hombres cada vez lo excluye más de un mundo superpoblado y ahora los motores mecánicos generan la forma inhumana de los movimientos.
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+Dentro de esta perspectiva, se diferencian dos formas de producción de la circulación. El transporte, que es la forma basada en la utilización intensiva del capital; el tránsito, la forma basada en el trabajo intensivo del cuerpo humano. El transporte es prevalentemente un producto de la industria, el tránsito no lo es, ni puede serlo. Quien transita en el acto es eminentemente su propio dueño, quien usa transporte es pasajero o usuario, inevitablemente cliente de una industria. El transporte que usa es un bien con valor de cambio, sujeto a la escasez. Se somete al juego del mercado, organizado como un “juego con suma cero”, de tal manera que si unos ganan los otros pierden. El tránsito, por definición, tiene un valor de uso, que normalmente es del transeúnte. No se ve necesariamente afectado por algún valor de cambio. El niño puede visitar a su abuela sin pagar a nadie, pero puede, si quiere, llevar un bulto para el vecino de la señora, cobrando por la molestia de llevarlo. Hay penuria de tránsito únicamente al negar a los individuos la posibilidad de utilizar su capacidad innata de moverse; no se les puede privar del medio de locomoción que usan. Por esto el tránsito en sí no es fácil de organizar como un “juego con suma cero”. Por su naturaleza, al mejorar el tránsito de un miembro de la colectividad, mejora la suerte del conjunto. Todo esfuerzo por perfeccionar el tránsito toma la forma de una operación en la que finalmente todo el mundo sale ganando. En cambio, de toda lucha por acelerar el transporte (por encima de cierta barrera), inevitablemente resulta en un aumento de la injusticia. El transporte más rápido para algunos inevitablemente empeora la situación de los demás.
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+Las paradojas, contradicciones y frustraciones de la circulación contemporánea se deben al monopolio ejercido por la industria de los transportes sobre la circulación de las personas. La circulación mecánica no solamente tiene un efecto destructor sobre el ambiente físico, ahonda las disfunciones económicas y carcome el tiempo y el espacio. Además de todo esto, inhibe a la gente de servirse de sus pies, incapacitando a todos por igual. En Los Ángeles no hay destino para el pie: el coche dictó su forma a la ciudad.
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+El dominio del sistema industrial de circulación sobre el sistema personal se establece cuando, y sólo entonces, los medios de transporte circulan a velocidad prepotente. La velocidad, al volverse obligatoria, arruina el tránsito en favor del transporte motorizado. Dondequiera que el ejercicio de privilegios y la satisfacción de las necesidades más elementales va unida al uso del vehículo prepotente, se impone una aceleración de los ritmos personales. La industria tiene el monopolio de la circulación cuando la vida cotidiana llega a depender del desplazamiento motorizado.
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+Este poderoso control que ejerce la industria del transporte sobre la capacidad innata que tiene todo hombre para moverse, crea una situación de monopolio más agobiante que el monopolio comercial de Ford sobre el mercado de automóviles o el monopolio político que ejerce la industria automovilística en detrimento de los medios de transporte colectivos. Por su carácter disimulado, su atrincheramiento, su poder para estructurar la sociedad, este monopolio es radical: obliga a satisfacer de manera industrial una necesidad elemental hasta ahora satisfecha de forma personal. El consumo obligatorio de un bien de cambio, el transporte motorizado, restringe las condiciones para poder gozar de un valor de uso superabundante, la capacidad innata de tránsito. La reorganización del espacio en favor del motor vacía de poder y de sentido la capacidad innata de moverse.
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+La circulación nos sirve aquí de ejemplo para formular una ley económica y política general: cuando un producto excede cierto límite en el consumo de energía por cabeza, ejerce el _monopolio radical_ sobre la satisfacción de una necesidad. Este monopolio se instituye cuando la sociedad se adapta a los fines de aquellos que consumen el total mayor de quanta de energía, y se arraiga irreversiblemente cuando se empieza a imponer a todos la obligación de consumir el quántum mínimo sin el cual la máquina no puede funcionar. El monopolio radical que ejerce una industria sobre toda una sociedad no es efecto de la escasez de bienes reservados a una minoría de clientes; es más bien la capacidad que tiene esta industria de convertir a todos en usuarios.
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+En toda América Latina los zapatos son escasos. Mucha gente no los usa jamás. Caminan descalzos o con sandalias, huaraches o caites que ellos mismos se fabrican; sin embargo, nunca la falta de zapatos ha limitado su tránsito. Pero, unas dos generaciones atrás, se convirtió en ideal de los nacionalistas calzar al pueblo. Se empezó a obligar a la gente a calzarse, prohibiéndoles comulgar, graduarse o hacer gestiones públicas ante burócratas, presentándose descalzos. El poder del burócrata para definir lo que es bueno para el pueblo inevitablemente le da el poder de establecer nuevas jerarquías.
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+Como el calzado, las escuelas han sido siempre un bien escaso. Pero el solo hecho de admitir una minoría privilegiada no ha logrado que la escuela sea un obstáculo para la adquisición de saber por parte de la mayoría. Ha sido necesario establecer la escuela gratuita y obligatoria para que el educador, convertido en tamiz entre el saber y las masas, pudiera definir al subconsumidor de sus tratamientos como despreciable autodidacta.
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+La industria de la construcción podría servirnos de tercer ejemplo de lo que es un monopolio radical. La mayoría de nuestra gente sabe aun crearse un ambiente físico y construir su casita. No es la casa del rico o el palacio de gobierno lo que impide que lo haga hoy, sino la ley que presenta la casa profesionalmente construida como modelo la que impide la autoconstrucción moderna a la mayoría.
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+Los elementos que constituyen a una industria gran consumidora de energía en monopolio radical, se ponen de manifiesto si tratamos de realizar los ideales que hoy rigen la circulación. Imaginemos que se organiza un sistema de transportes para uso diario, que realmente sea _rápido, gratuito, igualmente accesible a todos_. En un mundo hipermoderno, dotado de un sistema semejante, todos los transportes serían pagados con fondos públicos, es decir, con fondos recaudados por medio de impuestos. La imposición, a su vez, no sería solamente mayor para quienes ganan más, sino paraquienes viven o tienen negocios más cercanos a las terminales. Además, en este sistema, quien llegara primero sería también primero en ocupar su plaza, sin prioridad reconocida ni al médico, ni a quien va de fiesta, ni al directivo. Un mundo utópico semejante bien pronto se manifestaría como una pesadilla, en la que todos serían igualmente prisioneros del transporte. Cada uno privado del uso de sus pies, incapaz de competir con los vehículos, se convertiría en agente de la proliferación ulterior de la red de transportes. La única alternativa que le quedaría se impone por sí sola: insistir en que la velocidad de los vehículos disponibles se reduzca a un nivel que permita al hombre competir con ella por sus propias fuerzas.
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+## El límite inasequible
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+Hay que preguntarse por qué la investigación insistentemente continúa orientada hacia el desarrollo de los transportes cada vez más dañinos, en vez de determinar las condiciones óptimas de la circulación. En mi opinión, hay una razón obvia. No se pueden identificar las condiciones para una circulación óptima sin decidir de antemano que la circulación en cuestión debe ser la locomoción de las personas y no de los vehículos. Ahora bien, para poder asentar las metas de un sistema de transportes en tal premisa, hay que tomar en consideración que las personas tienen una capacidad innata de moverse sin que para ello necesiten de la ayuda de políticos e ingenieros. Aunque pueda parecer extraño al hombre común, es precisamente a esta movilidad natural del ser humano a la que no dan significación formal los grandes equipos de profesionales, quienes prepararon la mayoría de los grandes estudios sobre la reorganización de la circulación necesaria durante los próximos 10 años.
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+Asentada la premisa de que el hombre nace con alta movilidad, característica de su ser y tradicionalmente satisfactoria, se impone el problema de cómo salvaguardar esta movilidad natural, a pesar de las medidas que se tomen para “mejorarla”. Una de las formas que garanticen el disfrute de la movilidad natural consiste en imponer un límite a la industria del transporte, límite que, a cierto nivel, tome la forma de restricción de la velocidad. El obstáculo mayor para la discusión racional del tema es el orden de magnitud de la velocidad en el que se encuentra este límite.
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+El usuario comprende que algunas velocidades deben excluirse, comprende que la generalización del avión supersónico le impediría el descanso y el sueño y, con mucha probabilidad, a sus nietos les quitaría el oxígeno necesario para vivir. Sin dificultad comprende que existen velocidades máximas, pero no ha meditado en la posibilidad de velocidades óptimas. Las discusiones sobre velocidades que lleven a una circulación óptima le parecen arbitrarias o autoritarias. Del otro lado, al ciclista o al mulatero la discusión le parece carente de sentido. Para ambos, lo que podrían llegar a identificar como velocidad óptima en la circulación, es distinto a lo que ellos conocen por experiencia. Una velocidad cuatro o seis veces mayor a la de un peatón representa un margen demasiado bajo para que el usuario del sistema de transportes lo considere y es demasiado elevado para tres cuartas partes de la humanidad que todavía se mueve por sus propias fuerzas. Es aquí donde está el obstáculo para la politización del asunto.
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+La gente que planifica el alojamiento, el transporte o la educación de los demás pertenece toda a la clase de los usuarios. La competencia que reivindica se basa en el valor reconocido al producto de sus agencias: los “milagros médicos”, la velocidad o los certificados escolares. Sociólogos o ingenieros pueden dar cuenta del embotellamiento en Calcuta o en Caracas, en términos informativos. Hasta saben trazar planos para la sustitución de coches por autobuses, metros o aerotrén. Pero inevitablemente son gente que cree poder aportar algo que los demás no tienen: un vehículo, un plan o un sistema. Son personajes profesionalmente adictos a la solución industrial de problemas creados por una industria. Su fe en la potencia, en la fuerza de concentración de la energía, les impide tomar conciencia de la potencia, superior en mucho, inherente a la renuncia. El ingeniero es incapaz de concebir la renuncia a la velocidad, el retardo general de la circulación, como medio de abolir el espasmo energético que ahora entorpece los transportes. No quiere elaborar sus programas sobre el postulado de prohibir en la ciudad todo vehículo motorizado que aventaje la marcha de una bicicleta.
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+Desde su Land Rover, el consejero para el desarrollo se compadece del peruano que lleva sus marranos al mercado. Se rehúsa a reconocer las ventajas que le da el hecho de ir a pie: se olvida de que si bien este hombre pasará en el camino tres días enteros del mes, la mayoría de sus familiares no tienen que salir del pueblo. En contraste, cada uno de los miembros de la familia del norteamericano, en Saint Louis Missouri, está obligado a pasar cuatro horas diarias en el servicio de los transportes. No sorprende, pues, que como benefactor de la humanidad subdesarrollada ponga empeño en proveer a los indios de la sierra de “privilegio” semejante. Para el ingeniero del desarrollo no existe nada que sea sencillamente _bueno_ , sueña con lo mejor, lo más rápido, lo más costoso y, por tanto, acrecentando el medio aleja el fin.
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+La mayoría de los peruanos y mexicanos, para no hablar de los chinos, se encuentran en la actitud opuesta. El límite crítico de la velocidad se coloca para ellos muy por delante de lo que conocen por experiencia propia. Sí, hay unos cuantos que guardan de por vida el recuerdo de alguna escapada motorizada; recuerdan el día en que, en el camión del ejército, los transportaron a una manifestación en el zócalo o en Pekín; recuerdan la visita del cacique en su coche. Pero aun estas raras ocasiones, en las que se movieron sobre la pista a una velocidad de 50 kilómetros, en una hora no recorrieron más de 30 kilómetros. No asimilan la experiencia de haber recorrido tal distancia en tan poco tiempo. En Guerrero y en Chiapas, dos estados mexicanos característicos, en 1970 menos de 1% de la población jamás había recorrido 15 kilómetros en menos de una hora. Los caminos de tercera sin duda hacen más cómodo el desplazamiento, hacen posible los recorridos más largos, pero no los _aceleran_ , pasando el límite. Permiten a todos moverse juntos, llevan al campesino al mercado sin separarlo de su marrano y sin ocasionarle al puerco pérdida de peso, pero no los hacen llegar más que seis veces más pronto que si hubiesen ido a pie.
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+El orden de magnitud donde se coloca el punto límite crítico de la velocidad es muy bajo para que el usuario lo tome en serio y muy alto para afectar al campesino. De esta manera se sitúa para ambos en el punto ciego de su campo visual. Al campesino le parecería volar como un pájaro si pudiera trasladarse de su casa a un campo a 25 kilómetros de distancia en una hora o menos, mientras que el usuario olvida que la enorme mayoría de los habitantes de Londres, París, Nueva York y Tokio emplean más de una hora por cada 10 kilómetros que se desplazan. El hecho de que la velocidad crítica para la circulación esté situada en un punto ciego común al campo visual del usuario y del campesino, es lo que hace tan difícil presentar el asunto a la discusión pública. El usuario está intoxicado por el consumo de altas dosis de energía industrial y se le toca un nervio vivo al mencionar el punto, mientras que el campesino no ve la razón de defenderse de algo que no conoce.
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+A esta dificultad general para politizar el asunto de las velocidades se añade otro obstáculo aún más palmario. El usuario de transportes no es cliente de las carreteras únicamente. Es casi siempre un hombre moderno, lo que quiere decir que igualmente es cliente encadenado a otros sistemas públicos, tales como la escuela, el hospital y el sindicato. Está condicionado a creer que sólo los especialistas pueden comprender el porqué de las “características técnicas” según las cuales funcionan los sistemas: sólo el médico puede identificar y curar su calentura, y sólo el maestro titulado debe enseñarle a leer a su hijo. Igualmente está acostumbrado a confiar en los expertos, y a que sólo ellos comprendan _por qué_ el tren suburbano parte a las 8:15 y a las 8:41 o por qué los coches se tienen que hacer cada vez más complejos y costosos sin que para él mejore la circulación. La idea de que por un proceso político se podría encontrar una característica técnica tan elemental como la “velocidad crítica”, aquí bajo estudio, le parece fruto de la imaginación ingenua de un abuelo, de un inculto, de un _luddita_[^n01] o de un demagogo irresponsable. Su respeto al especialista, a quien no conoce, se ha transformado en ciega sumisión a las condiciones que éste ha establecido. La mistificación propia y típica del hombre-cliente es el segundo obstáculo para el control popular de la circulación.
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+Hay un tercer obstáculo a la construcción de la circulación: tal reconstrucción por iniciativa mayoritaria es potencialmente un explosivo social. Si en un solo campo mayor las masas llegaran a entender hasta qué punto han sido fantoches de una ilusión tecnológica, la misma mutación de conciencia podría fácilmente extenderse a otros campos. Si fuese posible identificar públicamente un valor natural máximo para las velocidades vehiculares, como condición para el tránsito óptimo, análogas intervenciones públicas en la tecnoestructura serían entonces mucho más fáciles. La estructura institucional total está tan integrada, tan tensa y frágil, que desde cualquier punto crítico se puede producir un derrumbe. Si el problema del tránsito se pudiera resolver por la intervención popular, y sin referencia a los expertos en el campo del transporte, entonces se podría aplicar el mismo tratamiento a las cuestiones de la educación, de la salud, del urbanismo y hasta de las Iglesias y de los partidos. Si, para todos los efectos y sin ayuda de expertos, los límites críticos de velocidad los determinaran las asambleas representativas del pueblo, entonces se cuartearían las bases mismas del sistema político. Así, la investigación que propongo es fundamentalmente política y subversiva.
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+## Sobre los grados del moverse
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+El hombre se mueve con eficacia sin ayuda de ningún implemento. Caminando hace su sendero. La locomoción de cada gramo de su propio cuerpo o de su carga, sobre cada kilómetro recorrido en 10 minutos, le consume 0.75 calorías. Comparándolo con una máquina termodinámica, el hombre es más rentable que cualquier vehículo motorizado, que consume por lo menos cuatro veces más calorías en el mismo trayecto. Además es más eficiente que todos los animales de un peso comparable. El tiburón o el perro le ganan, pero sólo en poco. Con este índice de eficiencia de menos de una caloría por gramo, históricamente organizó su sistema de circulación, prevalentemente basado en el tránsito. Exploró el mundo, creó culturas, sostuvo comercios y, por cuanto podamos saber, no gastó más que 3.5% del tiempo social en moverse fuera de su hogar o de su campamento. Sólo algunos pueblos, en raros momentos de su historia, probablemente consagraron más de este porcentaje del tiempo común en moverse o en ocuparse con sus vehículos y motores animales, por ejemplo, los mongoles en sus guerras.
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+Hace un siglo el hombre inventó una máquina que lo dotó de eficiencia aún mayor: la bicicleta. Se trataba de una invención novedosa, a base de materiales nuevos combinados en una tecnología ingeniosa, e impensados en tiempos del joven Marx.
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+El uso de la bicicleta hace posible que el movimiento del cuerpo humano franquee una última barrera. Le permite aprovechar la energía metabólica disponible y acelerar la locomoción a su límite teórico. En terreno plano, el ciclista es tres o cuatro veces más veloz que el peatón, gastando en total cinco veces menos calorías por kilómetro que éste. El transporte de un gramo de su cuerpo sobre esta distancia no le consume más que 0.15 calorías. Con la bicicleta, el hombre rebasa el rendimiento posible de cualquier máquina y de cualquier animal evolucionado.
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+Además, la bicicleta no ocupa mucho espacio. Para que 40 000 personas puedan cruzar un puente en una hora moviéndose a 25 kilómetros por hora, se necesita que éste tenga 138 metros de anchura si viajan en coche, 38 metros si viajan en autobús y 20 metros si van a pie; en cambio, si van en bicicleta, el puente no necesita más de 10 metros de anchura. Únicamente un sistema hipermoderno de trenes rápidos, a 100 kilómetros por hora y sucediéndose a intervalos de 30 segundos podría pasar esta cantidad de gente por un puente semejante en el mismo tiempo.
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+No sólo en movimiento, también estacionado hay una diferencia enorme entre el espacio que ocupa el vehículo potencialmente rápido y la bicicleta. Donde se estaciona un coche caben 18 bicicletas. Para salir del estacionamiento de un estadio, 10 000 personas en bicicleta necesitan una tercera parte del tiempo que necesita el mismo número que abordan autobuses.
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+Dotado de bicicleta, el hombre puede cubrir una distancia anual superior, dedicándole en total menos tiempo y exigiendo menos espacio para hacerlo y muy poca inversión de energía física que no es parte de su propio ciclo vital.
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+Además, las bicicletas cuestan poco. Con una fracción de las horas de trabajo que exige al norteamericano la compra de su coche, el chino, ganando un salario mucho menor, compra su bicicleta, que le dura toda la vida, mientras que el coche, cuanto más barato, más pronto hay que reponerlo. Eso mismo puede decirse respecto a las carreteras. Para que un mayor número de ciudadanos pueda llegar hasta su casa en coche, se corroe más el territorio nacional. Inevitablemente el coche está ligado a la carretera, no así la bicicleta. Donde no puede ir montado en ella, el ciclista la empuja. El radio diario de trayectos aumenta para todos por igual sin que por esto disminuya para el ciclista la intensidad de acceso. El hombre con bicicleta se convierte en dueño de sus propios movimientos, sin estorbar al vecino. Si hay quien pretenda que en materia de circulación es posible lograr algo mejor, es ahora cuando debe probarlo.
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+La bicicleta es invento de la misma generación que creó el vehículo de motor, pero las dos invenciones son símbolos de adelantos hechos en direcciones opuestas por el hombre moderno. La bicicleta permite a cada uno controlar el empleo de su propia energía; el vehículo de motor inevitablemente hace de los usuarios rivales entre sí por la energía, el espacio y el tiempo. En Vietnam, un ejército hiperindustrializado no ha podido derrotar a un pueblo que se desplaza a la velocidad de la bicicleta. Esto debería hacernos meditar: tal vez la segunda forma del empleo de la técnica sea superior a la primera. Naturalmente, queda por ver si los vietnamitas del norte están dispuestos a permanecer dentro de esos límites de velocidad que son los únicos susceptibles de respetar los valores mismos que hicieron posible su victoria. Hasta el momento presente los bombarderos americanos les han privado de gasolina, de motores, de carreteras y los han obligado a emplear una técnica también moderna, mucho más eficaz, equitativa y autónoma que la que Marx hubiese podido imaginar. Queda por ver si ahora, en nombre de Marx, no se lanzan a una industrialización, cuantitativamente tan superior a lo que Marx pudo prever, que sea imposible la aplicación de los ideales que él formuló.
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+## Motores dominantes contra motores auxiliares
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+Los hombres nacieron dotados de movilidad más o menos igual. Esta capacidad innata de movimiento aboga en favor de una libertad igual en la elección de su destino. La noción de equidad puede servir de base para defender este derecho fundamental contra toda limitación. Dentro de esta perspectiva, poco importa cuál sea la amenaza al libre ejercicio del derecho de moverse y elegir su propio destino: la prisión, la prohibición de cruzar fronteras, la reclusión dentro de un ambiente urbano que impida la movilidad innata de la persona con la sola finalidad de transformarlo en usuario. El hecho de que nuestros contemporáneos, en su mayoría, estén atados a su butaca por su cinturón de seguridad ideológica, no basta para que el derecho fundamental a la libertad de movimientos se vuelva obsoleto. La movilidad humana es el único patrón válido para medir la contribución que cualquier sistema de transporte haga a la circulación. Si por el transporte el tránsito se ve restringido, el transporte hace declinar la circulación.
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+Para distinguir el transporte que mutila el derecho del movimiento de aquel que lo ensancha, hay que reconocer que el vehículo puede entorpecer la circulación triplemente: rompiendo su flujo, aislando categorías jerarquizadas de destinación y aumentando la pérdida de tiempo vinculada con la circulación. Se ha visto que la clave de las relaciones entre el transporte y la calidad de la circulación es la velocidad del vehículo. También se ha visto que, pasado cierto límite de velocidad, el transporte afecta la circulación de tres maneras: la entorpece al saturar de vías y coches un ambiente físico; transforma el territorio en una trama de circuitos cerrados y estancos, y sustrae al individuo del tiempo y el espacio de existir, convirtiéndolo en presa de la velocidad.
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+Lo contrario es cierto también: bajo determinado nivel de velocidad, los vehículos motorizados pueden complementar o mejorar el tráfico, permitiendo a las personas hacer cosas que no podrían hacer a pie o en bicicleta. Los motores pueden usarse para transportar al enfermo, al lisiado, al viejo o al simplemente perezoso.
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+Las motocicletas pueden transportar personas pasando sobre montículos, pero lo pueden hacer en forma sosegada solamente si no aventajan a una mayoría que tiene que subir a pie. Los trenes pueden extender el radio de vivencia para una mayoría, pero pueden hacerlo sólo si con ello ofrecen igual oportunidad a todas las personas de estar más cercanas entre sí. Un sistema de transporte bien desarrollado, a velocidades tope de 25 kilómetros por hora, hubiera permitido al policía Fix perseguir a Phileas Fogg alrededor del mundo no en 80 días, sino en 40. Pero en un sistema así, el tiempo empleado para viajar pertenece en forma dominante al viajero: más baja la velocidad, menor es la expropiación del tiempo ajeno que practica el viajero.
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+La coexistencia de vehículos movidos sólo a fuerza de energía metabólica humana y de otros auxiliados por motores, será ponderada únicamente si se concede preferencia absoluta a la autonomía de movimiento del hombre y si se protege la geografía humana contra aquellas velocidades que la distorsionan en geografía vehicular.
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+Se puede desarrollar un sistema de transportes con características óptimas para el tráfico siempre que el transporte motorizado se mantenga limitado a velocidades subsidiarias del tránsito autónomo. El límite a la potencia, y por tanto a la velocidad de los motores, en sí mismo no protege a los más débiles contra la explotación de los ricos y poderosos. Éstos siempre podrán idear medios para vivir y trabajar en mejores localidades, viajar en gran lujo y hacerse transportar sobre los hombros de sus esclavos. Pero al fijar velocidades máximas dentro de ciertos límites es posible reducir, y hasta corregir disparidades, combinando medios políticos con recursos tecnológicos. Una revolución política puede eliminar la institución de la esclavitud; sin limitar la velocidad no puede eliminar la nueva explotación que el sistema de transporte impone. Si no hay velocidades máximas determinadas, no pueden superarse las disparidades, ni siendo propiedad del Estado los medios de transporte, ni aplicando mejores técnicas para su control. Una industria del transporte sirve para la producción del tráfico total únicamente si no ejerce un monopolio radical sobre la productividad personal que la tecnología moderna ha elevado a un nuevo orden.
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+## Equipo insuficiente superdesarrollo y tecnología madura
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+La combinación de transportes y tránsito que constituye la circulación nos indica cuál es la potencia en vatios per cápita socialmente óptima y señala la necesidad de someterla a límites elegidos políticamente. Asimismo nos ofrece un ejemplo de la convergencia de metas en el desarrollo socioeconómico y un criterio para distinguir a los países que están insuficientemente equipados de los que están destructivamente superindustrializados.
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+Un país se puede clasificar de _subequipado_ cuando no puede dotar a cada ciudadano de una bicicleta o proveer una transmisión de cinco velocidades a cualquiera que desee pedalear llevando a otros. Está subequipado si no puede proveer buenos caminos para la bicicleta o transportes públicos gratuitos para aquellos que quieren viajar horas seguidas. No existe una razón técnica, económica o ecológica para que por el año de 1975 se tolere semejante retraso, consecuencia de un equipo insuficiente. Sería un escándalo si la movilidad natural de los hombres se viera, contra su voluntad, forzada al estancamiento a un nivel prebicicleta.
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+Un país puede clasificarse como _superindustrializado_ cuando su vida social está dominada por la industria del transporte que ha llegado a determinar sus privilegios de clase, a acentuar la escasez de tiempo y a mantener a los hombres más firmemente en los carriles trazados para ellos.
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+Más allá del subequipado y del superindustrializado está el sitio del mundo de la _eficacia posindustrial_ , en donde la modalidad industrial de producción complementa la producción social sin monopolizarla. En otras palabras, hay un sitio para un mundo de madurez tecnológica. En términos de circulación, éste es el mundo de aquellos que han ensanchado su horizonte cotidiano a 13 kilómetros, montados en su bicicleta. Al mismo tiempo es el mundo marcado por una variedad de motores subsidiarios disponibles para cuando la bicicleta no basta y cuando un aumento en el empuje no obstaculice ni la equidad ni la libertad. También es el mundo del viaje largo, un mundo donde cualquier lugar está abierto a cualquier persona, a su albedrío y a su velocidad, sin prisa o temor, por medio de vehículos que cruzan las distancias sin roturar la tierra sobre la que el hombre ha caminado con sus pies por cientos de miles de años.
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+El mundo superindustrializado no admite diferencias en el estilo de la producción y de la política. Impone sus características técnicas a las relaciones sociales. El mundo de la madurez industrial permite una variedad de elecciones políticas y culturales. Esta variedad, por supuesto, disminuye en la medida en que una comunidad permite a la industria crecer a costa de la producción autónoma. El razonamiento solo no puede ofrecer la medida para fijar el nivel de eficacia posindustrial y la madurez tecnológica que se ajuste a una sociedad concreta. Únicamente puede indicar, en término dimensional, el radio dentro del cual deben ajustarse estas características tecnológicas. Solamente un proceso político, dentro de una comunidad histórica, puede decidir cuándo dejan de valer la pena la programación, la distorsión del espacio, la escasez del tiempo y la desigualdad. El razonamiento puede _identificar_ la velocidad como un factor crítico en el transporte, pero no puede _fijar_ límites políticos factibles.
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+Las velocidades tope en el transporte de personas se hacen operantes sólo si reflejan con claridad el interés propio de una comunidad política. La expresión común de este interés no es posible en una sociedad en la que una clase monopoliza no sólo los transportes, sino igualmente las comunicaciones, la medicina, la educación o el armamento. No tiene importancia que este poder lo ejerzan los propietarios legales o los gerentes atrincherados en la industria o si ésta es legalmente propiedad de los trabajadores. Este poder debe incautarse y someterse al sano juicio del hombre común. Su reconquista comienza al reconocer que el conocimiento experto ciega a los burócratas reservados frente a la forma evidente de disolver la crisis de la energía, así como los cegó para reconocer la solución evidente para resolver la guerra en Vietnam.
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+De donde nos encontramos ahora parten dos caminos hacia la madurez tecnológica. Uno es el camino de la liberación de la abundancia, el otro el de la liberación de la dependencia. Ambos tienen el mismo destino: la reestructuración del espacio que ofrece a cada persona la experiencia, constantemente renovada, de saber que el centro del mundo es donde ella vive.
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+Los hombres que tienen los pies en la tierra, que dominan su morada, que ejercen su poder innato de moverse, saben dónde está el centro de la Tierra. Saben vivir en una vecindad, conocer a sus vecinos, detenerse a hablar con el hombre que encuentran en la esquina, pasear y sentarse en una banca de la acera.
+
+El tráfico de la abundancia atropella y zarandea a los ricos. La _liberación_ de esta _abundancia_ empieza con el dominio sobre la aceleración destructora del tiempo ajeno. Los veloces son empujados de un lado a otro, son lanzados de una vía rápida a otra y sólo tropiezan con otros usuarios propulsados hacia rumbos diferentes. Ven las caras anónimas de los demás en el cruce de dos circuitos. Es éste un mundo de órbitas sin centro.
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+La soledad de la abundancia se quebrantará cuando los usuarios rompan la servidumbre al transporte supereficiente. La liberación de la abundancia se hará cuando rompan los circuitos veloces que extienden el territorio y tomen de nuevo posesión de la tierra con sus pies.
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+_La liberación de la dependencia_ comienza en el otro extremo. Rompe con la opresión de la población y del valle, deja detrás el tedio de los horizontes estrechos y sofocantes y el agobio de un mundo encerrado en sí. Expander la vida más allá del radio de la tradición, sin inseminarla por los vientos de la aceleración, es una meta que cualquier país pobre podría alcanzar en pocos años. Sin embargo, es una meta que podrán alcanzar sólo aquellos que rechazan la oferta del desarrollo de un monopolio industrial, sobre la producción hecha en nombre de una ideología de consumo indefinido de energía.
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+Lo que ahora amenaza tanto a los países ricos como a los países pobres es precisamente lo contrario. Más que los jeques árabes y más que las compañías petroleras internacionales, la crisis energética recientemente “descubierta” aventaja a las clases gobernantes y a sus lacayos profesionales. En lugar de identificar el mínimo de carburante necesario para la mayor movilidad personal, ellos tratan de obligarnos a consumir el máximo de medios de transporte que puede hacerse funcionar con el carburante disponible. Los ingenieros de tráfico imponen límites de 80 kilómetros por hora en la ruta, porque a tal velocidad la eficiencia de los motores es máxima, y límites de 40 en los puntos congestionados, porque así el número máximo de vehículos cabe en cada kilómetro de asfalto. Aumentan los reglamentos y los horarios, y los privilegios para doctores, policías y potentados. El límite tecnocrático en favor del transporte está así en oposición diametral al límite político que se debería escoger en protección del tránsito humano. Así, empero, también se hace más evidente la contradicción entre la racionalización del transporte veloz y la calidad de la circulación. Entre más duros, vejatorios y evidentes se hacen los sacrificios impuestos a la mayoría por los veladores del modo de producción industrial, más probable se hace la emergencia de una conciencia mayoritaria en favor de la limitación de toda circulación a una velocidad del orden de 25 kilómetros por hora, lo que para la gran mayoría implicaría más equidad, libertad y acceso mutuo.
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+La protección de la movilidad personal autónoma y sin clases contra el monopolio radical de la industria es posible únicamente donde la gente se empeñe en un proceso político, basado en la protección del tráfico óptimo. Esta protección, a su vez, exige reconocer aquellos quanta de energía que la sociedad industrial ha desatendido y sobre los cuales basa su propio desarrollo. El consumo estricto de estos quanta puede conducir a quienes lo respeten a una era posindustrial tecnológicamente madura.
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+La liberación que para los países pobres será barata, costará a los ricos, y éstos no pagarán el precio sino hasta que la aceleración de su sistema de transporte triture el tráfico hasta paralizarlo. Un análisis concreto del tráfico traiciona la verdad que subyace en _la crisis de la energía_ : el impacto sobre el ambiente social de quanta de energía industrialmente empaquetado es degradante, agotador y esclavizante. Estos efectos se hacen sentir antes que la amenaza de la contaminación del ambiente físico y de la extinción de la raza humana. El punto crucial en el que estos efectos son reversibles no es, sin embargo, cuestión de deducción sino de decisión política, posiblemente sólo donde la voz de la mayoría puede limitar el poder y la velocidad de sus gobernantes.
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+## Bibliografía
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+Durante 1974 y 1975 se llevaron a cabo seminarios sobre “Las alternativas a la aceleración y la mejora del tráfico” en el Cidoc, en Cuernavaca. La lista que sigue es el resultado de los trabajos previos de este seminario. Sólo se reseñan aquellos títulos que, además de haberse mostrado útiles en pasadas sesiones de estudio, pueden ser más fácilmente localizados por aquellos que deseen proseguir la línea de investigación presentada en este ensayo.
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+[^n01:] En 1811, en el Condado de Nottingham, en Inglaterra, bandas de artesanos que habían sido desplazados por las máquinas empezaron a irrumpir en las fábricas de telas y a destruir los telares mecánicos. Se llamaban a sí mismos _Ludds_ o “ludditas”, según el nombre de un personaje legendario, John Ludd, supuestamente oriundo de Leicester y que, alrededor de 1780, en un acto de coraje, destruyó uno de los primeros telares mecánicos.]
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+# Energía y equidad
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+* **#@LANG_textfull@#:** [[.:es|Online]]
+* **#@LANG_titleorig@#:** _Énergie et équité_
+* **#@LANG_publicationdate@#:** 1974
+* **#@LANG_comments@#:** Fue redactado por vez primera en francés y publicado en Le Monde, en mayo de 1973, en tres entregas. Desarrollado y reescrito, con ayuda de Luce Giard y de Vincent Bardet, fue objeto de una primera edición en francés en 1975, bajo las Éditions du Seuil. Sobre esta trama completa y enriquecida de trabajos conducidos en el Cidoc de Cuernavaca se estableció una versión inglesa más larga y más detallada. La primera edición en español, en la que se incluye el Desempleo creador, apareció en 1974 bajo el sello de Barral Editores, Barcelona, España. Una nueva edición la publicó Editorial Posada en 1978 y otra más la publicó Joaquín Mortiz/Planeta en 1985.
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+~~NOTOC~~
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+title: "El género vernáculo"
+author: "Ivan Illich y Barry Sanders"
+date: "1982"
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+# Introducción
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+Defino la ruptura con el pasado, descrita por otros, como la transición al modo de producción capitalista, como el paso de la égida del género al régimen del sexo. Considero que la desaparición del género vernáculo es la condición imprescindible del desarrollo del “capitalismo” y de un estilo de vida totalmente sometido a la mercancía industrial. Según el _Diccionario ideológico de la lengua española_, género es el “accidente gramatical que sirve para indicar el sexo de las personas o de los animales y el que se atribuye a las cosas”. Y María Moliner dice por su parte: “Tal división responde a la naturaleza de las cosas solamente cuando esas palabras se aplican a animales, los cuales pueden ser machos (género masculino) y hembras (género femenino)”. Yo he adoptado este término para traducir la diferencia que existe entre los comportamientos humanos masculinos y femeninos —diferencia que es universal en las culturas vernáculas—. Los lugares, los tiempos, las herramientas, las tareas, los modos de hablar, los gestos, las percepciones asociados con los hombres difieren de los que se asocian con las mujeres. Esta asociación constituye el género _social_, propio de una época y de un lugar. El género es vernáculo porque el conjunto de tales asociaciones es tan propio de una población tradicional (la _gens_ latina) como lo puede ser su habla vernácula.
+
+Por lo tanto empleo el término “género” en un sentido nuevo, a fin de designar una dualidad que anteriormente era tan evidente que no se denominaba, y que en la actualidad nos resulta tan lejana que frecuentemente se confunde con el sexo. El “sexo” es el resultado de la polarización de las características comunes que desde el final del siglo XVIII se atribuyen a todos los seres humanos. A diferencia del género vernáculo —que refleja la asociación cultural de una cultura material dual, concreta y local, con los hombres y mujeres que viven bajo su potestad—, la división sexual de la mano de obra, de la libido, de la personalidad o de la inteligencia procede del diagnóstico (“discriminación”, en griego) de las desviaciones respecto a una norma abstracta que con este propósito ha sido definida. Es posible estudiar el sexo en términos científicos precisos. El género muestra una complementariedad enigmática y asimétrica. Únicamente la metáfora logra expresarla.
+
+La distinción entre la historia bajo la égida del género y la historia bajo el régimen del sexo se produjo a partir de una controversia entre Barbara Duden y yo. Originalmente nuestra discusión estaba relacionada con el aspecto económico y antropológico de las tareas domésticas en el siglo XIX. Hablo del asunto en _El trabajo fantasma_[^f0] [^f1] —primera tentativa de sentar las bases de una “Historia de la escasez”, de la cual este trabajo representa la segunda etapa. En el debate con Barbara Duden, no sé cuál de los dos, si ella o si yo, condujo al otro hacia una perspectiva nueva sin que hubiéramos de renunciar por eso a nuestras posiciones mutuamente críticas. Con Lee Hoinacki la colaboración fue de otro tipo. Como en numerosas ocasiones a lo largo de 20 años, nos reunimos para comunicarnos recíprocamente lo que habíamos aprendido durante el año anterior. Pasamos dos semanas en su casa, en el campo, y revisó la primera versión de mi texto. Lo discutimos, sopesamos sus enunciados y tomó una forma nueva. No sabría decir quién de los dos es el responsable de tal o cual giro de la frase. Pero de algo estoy seguro: sin su colaboración, este texto no tendría la forma presente.
+
+En este texto he incorporado la sustancia de muchos de mis cursos sobre la historia de la sociedad en el siglo XII que hube de impartir como profesor invitado en la Universidad de Kassel. Quiero expresar mi agradecimiento a Ernst Ulrich von Weizsäcker y a los estudiantes por haber tenido el valor y la paciencia para formular provechosas críticas.
+
+También quiero expresar mi agradecimiento a varias personas por todo lo que contribuyeron durante las conversaciones que sostuvimos. Norma Swenson me hizo reconocer la principal debilidad de mi _Némesis médica:_ su perspectiva unisex. Las reflexiones de Claudia von Werlhof respecto al punto ciego de la percepción económica me llevaron a distinguir los dos aspectos del asunto: la economía fantasma y el dominio vernáculo, ambos paralelamente descuidados, pero indudablemente negados. Debo a Signar Groeneveld la distinción entre topología vernácula y topología industrial, en la que me apoyo. Las conversaciones con Ludolf Kuchenbuch me aportaron una imagen nueva de la pareja conyugal preindustrial. Mis viejos amigos Ruth y Lenz Kriss-Rettenbeck (ambos etnógrafos e historiadores del arte), con quienes comparto diversos “maestros” —del periodo que se extiende entre Hugo de San Víctor y Gustav Künstler— me apoyaron y animaron más de lo que sabría expresar. Susan Hunt se ofreció voluntariamente a dactilografiar mi texto mientras trabajaba en su propia obra sobre el género y el sexo. Este ensayo y su obra estaban destinados a estudiantes de los cursos que impartí en la universidad californiana de Berkeley durante el otoño de 1982, sobre el tema “Constituir historias de género”. Apliqué la mano final a este ensayo junto con el doctor P. Wapneswski, rector del Instituto de Estudios Avanzados de Berlín, y con estudiantes de este establecimiento.
+
+Finalmente, quiero agradecer muy particularmente a Maud Sissung, cuyas cualidades como traductora siempre he valorado, pero quien en este libro se superó para darme la prueba de que la fuerza de lo vernáculo irriga incesantemente la lengua. A ella le debo un texto que aun siendo distinto del original es el equivalente exacto.
+
+_Cuernavaca, 1982_
+
+
+# Sexismo y crecimiento económico
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+NO SÉ de ninguna sociedad industrial donde las mujeres estén en igualdad económica con los hombres. A las mujeres siempre les toca la menor parte de todo lo que la economía es capaz de medir. Las obras que exponen este sexismo económico se han multiplicado recientemente. Documentan la explotación sexista, denuncian su injusticia, la describen como una nueva versión de un mal milenario y proponen teorías explicativas que combinan con estrategias reparadoras. Los patrocinios institucionales —las Naciones Unidas, el Consejo Mundial de Iglesias, los gobiernos, las universidades— promueven la proliferación de reformadores profesionales, que forman un sector nuevo del crecimiento. Primero, el proletariado; luego, los subdesarrollados y actualmente las mujeres movilizaron por turno el interés de los “concernidos”. Ya nadie puede hablar de discriminación sexual sin que se le impute de inmediato una toma de posición respecto a la economía política del sexo: o bien se aboga por una “economía no sexista”, o bien se pretende lavar de toda culpa la economía sexista que es la nuestra. Ninguna de esas posiciones es la mía, aunque funde mi tesis en la existencia de esta discriminación. Para mí, la búsqueda de una “economía no sexista” resulta tan absurda como repugnante la economía sexista. Voy a demostrar la naturaleza intrínsecamente sexista de la economía mediante la exposición de la naturaleza sexista del postulado que es la base de la economía, “ciencia de los valores que presupone la escasez”.
+
+Mostraré que todo crecimiento económico implica la destrucción del _género vernáculo_ (capítulos III-V) y se alimenta de la explotación del _sexo económico_ (capítulo II). Me propongo estudiar el _apartheid_ económico y la subordinación de las mujeres, sin caer en las trampas de la sociobiología ni del estructuralismo, que respectivamente presentan esta discriminación como algo “natural” o “culturalmente” inevitable. En calidad de historiador, quiero remontarme a los orígenes de esta servidumbre _económica_ de las mujeres; en calidad de antropólogo, quiero entender lo que esta nueva sujeción revela sobre el parentesco; en calidad de filósofo, quiero clarificar lo que este esquema reiterativo nos dice sobre los axiomas de las ideas heredadas, es decir, sobre los axiomas que constituyen el fundamento de la universidad contemporánea y sus ciencias sociales.
+
+No me ha sido fácil dar forma a mis ideas. Más de lo que podía sospechar al inicio, el habla ordinaria de la era industrial _a la vez_ ignora el género y es sexista. Yo sabía que el género es dual, pero la perspectiva sin género que impone necesariamente el lenguaje industrializado distorsionaba constantemente mis ideas. Estaba atrapado en una red deformante de palabras dominantes, de _palabras clave_. Actualmente veo que estos vocablos clave, elementos característicos del lenguaje moderno, son claramente distintos de los términos técnicos, como por ejemplo “automóvil” o “avión supersónico”. Y he aprendido que las palabras de esta especie pueden sumergir el vocabulario de un lenguaje tradicional. Cuando esto sucede hablo de criollización tecnológica. Sin embargo, un vocablo como “transporte”, es una palabra clave. Designa una pretendida necesidad fundamental; significa algo que es diferente del “transporte público”, algo que es un medio técnico o una opción política.[^f2]
+
+El examen de las lenguas modernas revela que la utilización usual de las palabras clave es poderosa y persuasiva. Algunas son etimológicamente antiguas, pero han adquirido un sentido nuevo, que no tiene relación con el anterior. Tal es el caso de “familia”, “hombre”, “trabajo”. Otras se acuñaron recientemente, aunque al principio sólo para un uso especializado. Se fueron deslizando en el habla cotidiana y asumieron muy vastas connotaciones: “rol”, “sexo”, “energía”, “producción”, “desarrollo”, “consumidor”, para dar ejemplos que todos conocen. Estas palabras clave asumen la apariencia del sentido común en los idiomas de la era industrial. Toda lengua moderna posee las suyas, que dan a cada sociedad su óptica única de la realidad social e ideológica del mundo contemporáneo. Este conjunto de palabras clave es homólogo en todos los idiomas modernos de los países industrializados. La realidad que traducen es básicamente la misma en cualquier parte. Las mismas autopistas llevan a las mismas escuelas y establecimientos comerciales donde se elevan las mismas antenas de televisión que transforman los paisajes y las sociedades disímiles y les dan una monotonía uniforme. Paralelamente, los textos dominados por las palabras clave se traducen fácilmente del inglés al japonés o al malasio.
+
+Los términos técnicos universales que se han convertido en palabras clave, como “Coca-Cola”, “proletariado” o “medicina”, tienen el mismo significado en todas las lenguas modernas. Pero otros términos que han aparecido en campos lingüísticos distintos se corresponden casi exactamente unos con otros cuando se les emplea como si fueran palabras clave: por ejemplo, “humanidad” y _Menschheit_. Así, el estudio de las palabras clave exige cierta comparación entre las lenguas.[^f3]
+
+Para explicar el surgimiento y la supremacía de las palabras clave en un idioma, tuve que distinguir entre el habla vernácula, que se adquiere progresivamente por interacción con las personas que expresan lo que piensan, y la _lengua materna inculcada_, que se adquiere a través de las personas contratadas para hablar con nosotros y por nosotros. Las palabras clave son características de la lengua materna inculcada. Logran reprimir el habla vernácula con mayor eficacia que las reglas gramaticales porque su aparente sentido _común_ aplica un barniz seudovernáculo sobre la realidad mecanizada. Por lo tanto, en la formación de un lenguaje industrializado las palabras clave son más importantes que los términos técnicos, porque cada palabra clave denota un punto de vista común al conjunto del que todas proceden. Su característica principal es que efectivamente excluyen al género. Es por esto que para comprender el género y distinguirlo del sexo (que es una palabra clave), es necesario apartarse o desconfiar de todos los términos que pueden ser palabras clave.
+
+Así pues, cuando emprendí este ensayo me vi en un dilema lingüístico: no podía emplear los vocablos con su “resonancia” tradicional de “género” y no quería aceptarlos con su connotación sexista actual. Percibí esta dificultad cuando quise usar la versión original de este texto para mis cursos del año universitario 1980-1981. Nunca antes tantos colegas o amigos tra taron como entonces de hacerme desistir de un proyecto. Muchos me aconsejaban que me ocupara en un tema menos trivial o menos ambiguo o menos escabroso; otros consideraban que en atención a la actual crisis del feminismo no les correspondía a los hombres hablar sobre las mujeres. Tras oírlos atentamente, me pareció que sus motivos procedían del hecho de que mis razonamientos interferían en sus sueños: el sueño feminista de una economía igualitariamente neutra, exenta de roles obligatoriamente sexuados; el sueño izquierdista de una economía política que sólo supiera de seres “humanos”;[^f4] el sueño futurista de una sociedad moderna donde las personas gozarían de flexibilidad, donde podrían decidir a su antojo si habrían de ser dentistas, machos, protestantes o genetistas; todas las elecciones merecerían el mismo respeto. Lo que perturbaba los sueños de unos y otros era que yo hablara simplemente de la economía a la luz de la discriminación hacia las mujeres, pues todos los deseos que estos sueños expresan se ajustan a un mismo patrón: el de una economía unisexualizada, sin género (capítulo VII).
+
+Una sociedad industrial sólo puede existir si impone un postulado unisex: ambos sexos están hechos para el mismo trabajo, perciben la misma realidad y tienen las mismas necesidades[^f5] —la vestimenta es sólo una dife rencia desdeñable—. El postulado de la escasez, fundamental en la economía, también está basado en este postulado unisex. Los hombres y las mujeres no serían capaces de competir por el “trabajo” si éste no se hubiera redefinido como una actividad que conviene a los humanos, sin distinción de sexo. La teoría económica está fundada en la existencia de este _humano_ desprovisto de género, “agenérico”. Así, una vez que la escasez es aceptada, el postulado unisex se propaga. Toda institución moderna, desde la escuela a la familia, del sindicato al tribunal, retoma por su cuenta el postulado de la escasez, y por lo tanto disemina en la sociedad el elemento que lo funda: el postulado unisex. De esta manera, los niños y las niñas tienen desde ese momento la necesidad del sistema educativo para crecer. En las sociedades tradicionales, solían llegar a la edad adulta sin que las condiciones de su crecimiento hubieran sufrido escasez alguna. En la actualidad, las instituciones de enseñanza les señalan que el conocimiento y la habilidad son bienes deseables pero escasos, y por ende objeto de competencia entre los hombres y las mujeres. Pero la educación, ejemplo _típico_ de una necesidad moderna, va todavía más lejos: postula la escasez de un valor _unisex;_ enseña que el niño o la niña que de ella “se benefician” son primordialmente seres humanos para quienes es necesaria una educación a-genérica. Las instituciones económicas, desde entonces, se fundan en la suposición de la escasez de valores a-genéricos deseables —o necesarios— para seres económicos neutros que pertenecen a ambos sexos biológicos.[^f6]
+
+Inexorablemente, las instituciones económicas transforman ambos géneros en algo nuevo: seres neutros económicos que sólo difieren, de manera incidental, por su sexo. Un bulto característico, aunque accesorio, bajo los pantalones de mezclilla, es todo lo que distingue, en adelante, a los dos tipos de trabajadores, y sin embargo privilegia a uno respecto al otro. La discriminación _económica_ de las mujeres no habría podido existir sin la abolición del género y la construcción social del sexo.[^f7] Es esto lo que quiero demostrar. Y si esto es verdad, es decir, si el crecimiento económico destruye el género intrínsecamente, irremisiblemente, si en consecuencia el crecimiento económico es sexista, entonces el sexismo no disminuirá sino “al precio” de una contracción de la economía. La condición necesaria, aunque todavía insuficiente, para producir el declive del sexismo, es la reducción de la relación monetaria y la expansión de las formas de subsistencia fuera del mercado, fuera de la economía.
+
+Hasta hoy, dos realidades motivaban poderosamente la adopción de medidas de crecimiento negativo: la degradación del medio ambiente[^f8] y la contraproductividad paradójica.[^f9] Una tercera se viene a añadir ahora: es necesario el crecimiento negativo para reducir el sexismo. Esta proposición habrá de chocar a los críticos que, con las mejores intenciones posibles, desde hace un año intentan apartarme de mi actual argumentación, unos porque temen que yo me exponga al ridículo, otros porque temen que su sueño del crecimiento combinado con la igualdad habrá de parecer una fantasía. Sin embargo, pienso que ha llegado el tiempo de trastornar las estrategias sociales, de reconocer que la paz entre los hombres y las mujeres, cualquiera que sea la forma que puede asumir, depende de la contracción de la economía y no de su expansión. Hasta hoy en día, ni la buena voluntad ni la lucha, la legislación o la tecnología, han podido contrarrestar la explotación sexista que es característica de la sociedad industrial. Demostraré que en una sociedad donde impera el mercado es insostenible interpretar esta degradación económica de uno de los sexos como la exacerbación del machismo. Siempre que la igualdad de los derechos ha sido promulgada y puesta en vigor, siempre que la paridad de los sexos se ha puesto de moda, estas innovaciones han dado la impresión de una victoria de las élites que las propusieron y obtuvieron, pero la mayoría de las mujeres nada ganó con ellas e incluso a veces las padeció.
+
+El ideal de la igualdad económica de los sexos está en vías de morir, como también el ideal del crecimiento que habría de reducir la distancia entre el Norte y el Sur, en términos del producto nacional bruto. En vez de seguir apegados al sueño de un crecimiento no sexista, la razón exige orientarse hacia una contracción de la economía —en cuanto política que permita el surgimiento de una sociedad menos sexista, aunque no pueda dejar de serlo del todo—. Bien sé que una sociedad industrial sin jerarquía sexista no es más concebible que una sociedad preindustrial sin _género_, es decir, sin una división clara entre lo que los hombres y lo que las mujeres hacen, dicen, ven. Estas son quimeras que han sido creadas por uno o por el otro sexo. Pero la reducción de la relación monetaria, es decir, a la vez de la producción mercantil y de la sujeción a tal producción, _no es_ quimérica. Ciertamente implica la renuncia a las expectativas y conductas cotidianas que hoy se consideran “naturales”. Incluso entre aquellos que saben que los dos términos de la alternativa son el retroceso o el horror, muchos ven en ello una elección imposible. No obstante, cada vez son más las personas informadas y los expertos —algunos convencidos, otros oportunistas— que reconocen que esta reducción es necesaria. Se empieza a ver que la condición de la sobrevivencia es el desprendimiento progresivo del nexo monetario. Sin “crecimiento negativo” es imposible mantener el equilibrio ecológico, alcanzar la justicia entre las regiones del mundo y la paz entre los pueblos. Y esta tendencia tendrá que ser mucho más acentuada en los países ricos que en los países pobres. Lo máximo a lo que pueden aspirar es a que haya igual acceso a los recursos escasos del mundo, en un nivel quizá comparable al que existe actualmente en las naciones más pobres. La traducción fáctica de tal proposición, su instalación específica, exigiría una alianza multiforme entre muchos grupos que poseen vocaciones diferentes, a fin de buscar la recuperación de los ámbitos de comunidad que englobo con el término de “ecología política radical”.[^f10] Para incorporar en esta alianza a aquellos que deploran la pérdida del género, tendré que demostrar que existe un vínculo entre el crecimiento negativo y la reducción del sexismo.
+
+La demostración de la relación entre el sexismo y la economía requiere la construcción de una teoría. Esta teoría es una condición necesaria para la realización de una historia de la escasez.[^f11] Como se verá, yo prefiero esclarecer mi razonamiento teórico mediante ejemplos, antes que cargarlo de datos. Los datos, cuando existen, los proporciono en las notas. En virtud de la novedad del acercamiento teórico y de la pobreza de los estudios empíricos realizados de acuerdo con esta perspectiva, a veces he tenido que emplear un nuevo lenguaje. No obstante, hasta donde me ha sido posible, he elegido vocablos antiguos que he empleado de forma nueva, a fin de expresar con precisión tanto la teoría como los hechos probados.
+
+La estructura teórica me autoriza a contraponer dos modos de existencia que yo denomino, respectivamente, el _reino del género vernáculo_ y el _régimen del sexo económico_. Estos términos indican por sí mismos que en ellos hay dos formas duales que son de naturaleza _muy_ distinta.[^f12] Por “género” yo entiendo la dualidad que coloca respectivamente a hombres y mujeres en circunstancias y condiciones que les impiden decir, hacer, querer o percibir “la misma cosa”. Por “sexo económico” entiendo la dualidad que propende hacia la meta ilusoria de la igualdad económica de los hombres y las mujeres. En esta última construcción de la realidad, como lo demostraré, la dualidad misma es casi por completo artificial.
+
+Este ensayo reviste la forma de un epílogo, el epílogo de la era industrial y sus quimeras. Al redactarlo, volví a ver de manera nueva —que sobrepasa mis conjeturas de 1971 en _La convivencialidad_— lo que nuestra era ha destruido irremediablemente. En cuanto al futuro, no sé ni diré nada, lo ignoro.
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+
+# El sexo económico
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+ES UN HECHO evidente que las mujeres sufren discriminación económica. Quince años de investigaciones de las feministas, con base en una masa enorme de pruebas, lo han demostrado sin lugar a dudas. Pero falta realizar todavía dos tareas capitales. La primera consiste en diferenciar tres campos inherentes a toda economía moderna. Al hacer esta diferenciación, aparecerán tres formas de discriminación que se han confundido hasta hoy. La segunda tarea consiste en comprender la diferencia entre estas tres formas de discriminación _económica_ de las mujeres, y la subordinación patriarcal de las mujeres en sociedades donde no existe el nexo monetario. Examinaré aquí los tres distintos tipos de discriminación en relación con las mujeres, a fin de comprender sus respectivas formas. Una vez reconocido el predominio de uno de estos tipos de discriminación económica en una variedad del trabajo femenino, será posible saber en cuál de las tres “economías” fundamentales se inserta este trabajo. En efecto, como un espejo, la estructura de la discriminación sexista refleja la división de la “economía” en las sociedades industriales avanzadas. La economía, que reposa en los intercambios codificados entre productores y consumidores de bienes o de servicios, se divide en el sector estadísticamente aparente y el sector no aparente —dominios señalados y ocultados de la discriminación de las mujeres en el trabajo—. Existe una tercera economía, a la vez invisible y oculta, que es el tercer ámbito de la discriminación de las mujeres: el trabajo fantasma.
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+## La economía aparente
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+En el curso de los años, la discriminación de las mujeres en los puestos de trabajo remunerados, gravables y estadísticamente registrados, no se ha hecho más severa sino más variada.[^f13] Actualmente, 51% de las norteamericanas forma parte de la población activa. En 1880 solamente lo era 5%. En la actualidad, constituyen 42% de la fuerza de trabajo, en comparación con 15% entonces. Por último, 50% de las mujeres casadas se ganan la vida afuera, contra 5% hace un siglo. Hoy en día, todas las profesiones y las carreras están abiertas legalmente para las mujeres, mientras que en 1880 en la mayoría se las excluía. Hoy en día, las mujeres tienen empleo durante aproximadamente 28 años, en 1880 la cifra era de cinco años como término medio. ¿Se habrá de inferir que hemos progresado considerablemente en la vía de la igualdad económica? Veamos lo que nos dice un parámetro significativo: el de los salarios. El salario medio anual de una mujer que trabaja tiempo completo aún fluctúa en torno a una proporción mágica (3/5) de los ingresos medios de un hombre: 59% ± 3% —el mismo porcentaje que hace un siglo—.[^f14] Ni el acceso a la enseñanza, ni las estipulaciones legales o la retórica revolucionaria —política, tecnológica, sexual—–han modificado la relación de inferioridad entre las ganancias femeninas y las masculinas.[^f15] Lo que a primera vista se podría interpretar como una serie de avances hacia la equidad, en la perspectiva de la mujer media, no es de hecho más que una serie de sucesos por los cuales a un número creciente de mujeres se les ha incorporado silenciosamente en la población que profesionalmente sufre una discriminación en razón de su sexo. Los ingresos medios de la vida de trabajo de una mujer con diploma universitario continúan siendo comparables con los de un hombre que acaso terminó el bachillerato.
+
+Me ha tomado tiempo asimilar el alcance de estas cifras y datos. Al principio reaccioné como lo había hecho años antes cuando vi los datos respecto a la “eficacia” de la medicalización. En ese momento me negué a creer que desde 1880 la expectativa de vida de un norteamericano de edad madura no había cambiado ostensiblemente. No podía entender cómo un incremento, en dólares contantes, de 25 veces en las sumas aportadas a la medicina, de las cuales una parte desproporcionada se dedicaba al tratamiento y prevención de las enfermedades de las personas que se encontraban en la segunda mitad de vida, no había conducido a un aumento considerable de la esperanza de vida. Es verdad que la tasa de supervivencia infantil se ha elevado notablemente; que muchas más personas alcanzan los 45 años; que los cuerpos maltrechos por los accidentes pueden reconstituirse mediante el plástico y el aluminio; que muchas enfermedades infecciosas han sido aniquiladas. Pero la esperanza de vida de un ciudadano de edad madura no se ha modificado significativamente. La medicina tiene un papel mínimo en el aumento o disminución de la supervivencia en el umbral de la muerte. Nuestras sociedades constantemente soslayan el hecho de que el dinero, la cirugía, la química y la buena voluntad fracasan en la lucha contra la muerte. Esto forma parte de aquellas cosas que al parecer tienen que ser negadas mediante el ritual o el mito.[^f16]
+
+Aunque totalmente distinta, la discriminación económica contra las mujeres en cuanto grupo constituye una realidad que rehúsan ver muchos de nuestros contemporáneos, a quienes sin embargo animan las mejores intenciones. En la misma medida que la poliomielitis y la difteria han desaparecido, la exclusión de las muchachas en los liceos y las universidades ha desaparecido. Así como los cinturones de seguridad ofrecen protección en los accidentes, los circuitos interiores de televisión protegen contra las violaciones. De igual manera que existen programas destinados a la salud de los pobres, hay becas de estudios destinadas al acceso de las mujeres en los más altos niveles académicos. Y, sin embargo, ni un solo programa ha modificado la expectativa de vida de los adultos ni la diferencia en los ingresos de los sexos.[^f17] He aquí una realidad que es difícil encarar.
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+La diferencia invariable entre los ingresos de uno y otro sexo no es más que un aspecto de la discriminación económica en relación con las mujeres en el terreno del trabajo, del mismo modo que el estancamiento de la esperanza de vida de los adultos no es más que un aspecto del fracaso de la medicina moderna en mejorar la “salud”. Se podría objetar que _de hecho_ los colosales esfuerzos del sistema médico moderno han alargado la esperanza de vida de los adultos en la medida en que un mundo de _smog_ y _stress_ habría descendido por debajo de la de muchos países pobres. De igual manera, se podría objetar que las luchas combinadas de legisladores, sindicatos, feministas e idealistas han evitado que aumente la diferencia de ingresos en una sociedad que se ha vuelto cada vez más sexista. Sería posible estimar que tal visión pesimista de la sociedad industrial está absolutamente fundada. Multitud de señales atestiguan que la rápida declinación de la esperanza de vida, para todas las edades, que desde hace 20 años se observa en la URSS,[^f18] no es sino la anticipación de una tendencia similar en los países industrializados; paralelamente, el retroceso en relación con tantos pretendidos progresos relacionados con la igualdad de oportunidades, consecuencia directa de la crisis actual del empleo, es en realidad una tendencia que no se invertirá jamás.[^f19] Pero independientemente de que se adopte la actitud optimista o la pesimista, una cosa parece empíricamente clara: la proporción de los ingresos que se niega a la mitad de la población por motivo de su sexo parece ser un factor tan invariable como la esperanza de vida de los adultos —o incluso, según algunos, como la incidencia total del cáncer, en cuanto fenómeno social de la raza humana—.
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+Las investigaciones que las mujeres llevaron a cabo durante los años sesenta abordaban dos grandes temas: la violencia física que contra ellas ejercen violadores, maridos y médicos, y las condiciones de trabajo de las obreras. Los esquemas que estas dos orientaciones académicas revelan son extremadamente uniformes y deprimentes. En todos los países la discriminación y la violencia aumentan al mismo ritmo que el desarrollo: mientras más dinero aporta su trabajo, menos ganan las mujeres y más son víctimas de violaciones.[^f20] Esta configuración social, durante tanto tiempo negada, desde hace 10 años se ha venido aceptando con hipocresía. En relación con el trabajo, la primera ola de las investigaciones que realizaron las mujeres en el seno de las universidades norteamericanas, trataba principalmente sobre la condición obrera de las mujeres: bajos salarios, opciones potenciales limitadas, nivel profesional degradante, poca representación en el aparato sindical y precariedad en el empleo. En 1981, la Organización Internacional del Trabajo indicaba que en el mundo entero la mayoría de las mujeres tienen empleos urbanos no sindicados, y esto en un número reducido de categorías; cuando pertenecen a un sindicato, los contratos colectivos rara vez las toman en cuenta, e incluso cuando un sindicato está principalmente constituido por mujeres, los cuadros que las representan durante las negociaciones son de hombres. Es evidente que los numerosos estudios sobre este hecho son inútiles, que en ningún lugar el progreso económico ha hecho disminuir la diferencia de las remuneraciones. Estas investigaciones sólo llevan a la inútil multiplicación de los datos; benefician a quienes con ellas acumulan distinciones académicas y proporcionan fundamentos cada vez más firmes a esos teóricos que en la redundancia quieren ver la explicación.[^f21]
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+En conjunto, la investigación feminista de la posguerra al principio surgió de los movimientos de las mujeres y se orientaba a la acción. Las adeptas de la retórica liberal reclamaban igualdad de oportunidades, junto con programas de ayuda; otras se nutrían en los libros sacrosantos, rumiaban a Marx, Freud y Reich a fin de obtener la aprobación de un _establishment_ alternativo. Se descubría la “reproducción”.[^f22] Los derechos de las mujeres y los derechos de los trabajadores parecían compatibles con el desarrollo y el progreso. A pesar de sus debilidades y monotonías, estas investigaciones siguen siendo fundamentales para nuestra comprensión del funcionamiento de la sociedad industrial. Revelaron la sorprendente homogeneidad de la discriminación de las mujeres en el seno de la esfera del trabajo, sin importar los países o los ámbitos: socialistas o capitalistas, ricos o pobres, latinos o anglosajones, católicos, protestantes o shintos. En los niveles comparables de ingresos, las mujeres sufrían el mismo menoscabo en Francia que en Japón, por ejemplo. El esquema que las excluye de las remuneraciones privilegiadas es más uniforme que el que preside la discriminación hacia los negros o los judíos. Por añadidura, en ninguna parte del mundo las mujeres han podido instaurar un régimen femenino; existe la Tanzania de Nyerere, el Israel de Begin, pero no se ve ninguna Amazonia.
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+## La economía inaparente
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+Hay muchos tipos de actividades económicas que los gobiernos y sus economistas no revelan —sean o no capaces de hacerlo—. En algunos casos son incapaces de obtener los datos; en otros, no sabrían cómo designarlos o evaluarlos, aun cuando quisieran ponerlos al descubierto. Esta acumulación de actividades que los economistas excluyen de sus estadísticas habituales da lugar a una plétora de designaciones. Algunos lo llaman el sector informal, otros el sector cuaternario, aún otros el “sector D”, que ocupa el cuarto rango de importancia económica, tras el sector primario de la “extracción”, el sector secundario de la “manufactura” y el sector terciario de los “servicios”. Hay quienes hablan de economía doméstica, de economía moderna del trueque, de economía de las “transferencias en especie” o de mercado no monetario. También hay algunos que hablan de zonas de actividades individuales, espontáneas o de ayuda mutua.[^f23] Los marxistas no vacilan en etiquetar este tipo de trabajo: lo llaman “reproducción social” y, con base en esto, se dividen en sectores, cada cual pretendiendo saber mejor que los demás el significado del término. Para terminar de confundirlo todo, hacia mediados de los años setenta se puso de moda entre las feministas denominar “trabajo de mujeres” aquellas actividades, y designar “amos de casa” a los hombres que lo ejercieran —calca inversa del sexismo—.
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+No es fácil evaluar el volumen de esta economía no oficial. Representa un montón de actividades que se pagan con dinero contante, pero no mediante un salario legalmente declarado que otorga el derecho a las prestaciones de la seguridad social —y también se retribuyen en especie—. Está constituida en su mayor parte por un comercio fuera del mercado oficial, por intercambios de favores o retribuciones monetarias de servicios que en su totalidad escapan al fisco o a la estadística. En Yugoslavia hay que regalarle un pollo al médico estatal para que se ocupe de uno, y en Polonia huevos de gallina al funcionario del estado civil que expide los permisos de matrimonio. En la URSS, más de tres cuartas partes de los huevos, la leche, el queso y las legumbres que consumen los hogares provienen del mercado paralelo; los libros se adquieren clandestinamente o en forma de _samizdat_. En los Estados Unidos, las transacciones que escapan a todo control son las de los cultivadores californianos de marihuana —cuyas cosechas valen miles de millones de dólares— y las de los importadores clandestinos de heroína afgana, todas las cuales incluyen los sobornos a los policías. Pero todavía existen otras formas: los trabajos agrícolas temporales, la vendimia o la cosecha de cítricos, por ejemplo, que efectúan los inmigrantes mexicanos ilegales, o el intercambio de favores: tú cuidas del jardín de un abogado, por ejemplo, y él a cambio cuida que tu casa, la cual edificaste sin el permiso de construcción, escape a la inspección administrativa; o el mecánico que remplaza el carburador del automóvil del contador a cambio de que, por su lado, le llena su declaración de impuestos. Todas estas transacciones, que son acuerdos particulares entre contratantes de buena fe, participan de la economía inaparente. En algunas el dinero interviene, mientras que otras se realizan a base del trueque. Son todas de carácter económico, pero ninguna estadística las toma en cuenta. Las hay legales y delictivas. Algunas perjudican al cliente más de lo que podrían hacerlo los servicios profesionales, y otras lo perjudican menos. Algunas otras proporcionan ventajas financieras, en contraste con la pesadez de las reglamentaciones oficiales, mientras que otras representan una explotación pura y simple. Pero todas constituyen intercambios evidentes de servicios, de productos o de dinero, y por lo tanto están relacionadas con un modelo mercantil.
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+Se ha intentado evaluar el volumen de esta economía clandestina, al menos por comparación con el producto nacional bruto. El gobierno británico estima en 7.5% del PNB (¡y no solamente de los salarios!) la consecuente pérdida fiscal.[^f24] Esta cifra no representa más que una pequeña porción del mercado que escapa a su control. El fisco norteamericano (Internal Revenue Service, Washington, D. C.) evaluaba en 135 billones de dólares el producto de las actividades de los individuos o de las empresas que no fueron gravadas por las agencias federales en el año 1976. Esta cifra se encuentra en un informe sobre el volumen de los ingresos sin gravar, pero no toma en cuenta la evasión fiscal mediante el artificio de los honorarios profesionales, de las pérdidas ficticias y de otras astucias legales, todas las cuales pueden alcanzar en total una cantidad similar. Según evaluaciones recientes, en los Estados Unidos esta economía ignorada crece más rápidamente que la economía oficial, sobrepasando inclusive la tasa de inflación.[^f24] Si a esto se suman las transacciones monetarias (pero que escapan a las estadísticas) y no monetarias en los Estados Unidos, el total iguala indudablemente el volumen de la economía —excluyendo el sector militar— con base en el cual los economistas establecen globalmente sus indicadores, sus previsiones y sus recomendaciones. Y mientras que en la economía oficial, base de las deducciones fiscales y de los estudios estadísticos, la mano de obra en gran medida se emplea en la creación artificial del seudo trabajo que produce artículos inútiles y servicios superfluos, suscitando controles sociales fútiles e intermediarios económicos parásitos, en la economía inaparente la eficacia media es superior, según las estimaciones. Fue gracias al vigor de su “mercado negro” que un país como Italia pudo atravesar 10 años durante los cuales los economistas no cesaban de vaticinarle una bancarrota inminente, y que los países socialistas pudieron sobrevivir a una gestión tan catastrófica que teóricamente debería haber hundido sus economías.
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+Una cosa es indudable en todo esto: incluso al eliminar con esmero del mercado inaparente todas las actividades de subsistencia y todas las tareas domésticas típicamente femeninas (las cuales no están incluidas en el modelo mercantil), esta economía que anteriormente no se percibía, que crece proporcionalmente con mayor rapidez que el PNB oficial, contiene una parte de discriminación sexista que sólo ocasionalmente se ha abordado. Sin embargo, en este sector, donde se crean nuevos empleos mientras que el “desempleo” oficial aumenta, las mujeres están en peligro de caer en una situación todavía peor que en el sector oficial. Aquí no tienen curso las estipulaciones legales contra la discriminación o por la igualdad de derechos. En comparación con los “informales”, los obreros agrícolas, los vendedores de drogas y los sobornados, cuyas actividades son ilegales aunque lucrativas, las mujeres deben conformarse con la prostitución, el pequeño chantaje o la guarda de objetos robados. Los recursos típicos de las “informales” honestas son ser sirvienta y mecanógrafa a domicilio.[^f26]
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+La corriente de la escuela de Chicago que a sí misma se denomina “nueva economía doméstica”[^f27] y los recientes estudios de orientación política que abordan la economía inaparente, por lo menos tienen algo en común: reconocen que el trabajo del “mercado negro” que no proporciona ingresos fiscales, y los trabajos domésticos, que tampoco lo hacen, aun cuando a veces reciben una compensación monetaria, no dejan de contribuir al PNB, y en una proporción muy importante. Pero esto los lleva a inventar categorías nuevas que de hecho confunden una vasta gama de actividades inaparentes con el trabajo de las mujeres, tanto en el hogar como en la cama. La debilidad teórica de estas nuevas nociones reside en su incapacidad de trazar distinciones nítidas, pero, además, esta corriente de Chicago disimula perniciosamente la situación de las mujeres.[^f28] Ellas saben muy bien que se las excluye más efectivamente de la economía inaparente que del empleo asalariado donde deben pagar impuestos, pero que están _encadenadas_ por la discriminación a los trabajos domésticos. Aunque la perspectiva de los economistas de Chicago resulta molesta, esta distinción formal entre dos actividades económicas es capital para las mujeres. Al considerar los trabajos domésticos como un “tipo ideal” de la actividad económica, revela las dos características que los distinguen del trabajo que depende del sector económico comercial: se imputa su valor y no es posible “desintermediarlos”.[^f29]
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+## El trabajo fantasma
+[^f30]A mediados de los años setenta, los estudios femeninos relacionados con el análisis económico cambiaron de orientación. Algunos tropezaron con nociones que no entraban en ninguna de las categorías vigentes en historia, economía, etnología o antropología. La cuestión de los salarios se consideraba secundaria respecto a algo muchísimo más importante: ¿cómo explicar que las mujeres en toda sociedad industrial, además de sufrir la discriminación en el empleo, son obligadas, fuera de las horas laborales, a llevar a cabo una variedad nueva de trabajo _económicamente_ necesario, pero sin percibir _remuneración alguna?_ Se hacía patente que las mujeres pierden cuando buscan un empleo, cuando piden una promoción, cuando intentan conservar un empleo “provechoso”. Sucedía que fuera del trabajo asalariado —que durante el siglo XIX se hizo reglamentario— y paralelamente a éste, una nueva forma de actividad había nacido. En ésta, las mujeres tenían que trabajar mucho más que los hombres y de manera diferente. En el empleo se les pagaba —y paga— menos de lo justo; por añadidura, se veían obligadas a desempeñar formas de trabajo que no existían antes del nacimiento del salariado.[^f31]
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+Los historiadores del trabajo doméstico han aportado las mejores pruebas de la nueva economía subterránea. Sus investigaciones me hicieron comprender que la diferencia entre los trabajos domésticos de ayer y hoy no puede describirse fielmente mediante el lenguaje tradicional, y tampoco expresarse satisfactoriamente con la jerga de las ciencias sociales. Los trabajos domésticos de la mujer moderna no tienen su origen en los de las mujeres del pasado. Y ésta es incapaz de concebir que su antepasada no hubiera tenido la obligación de trabajar en una economía subterránea. Tal como son descritas por los nuevos historiadores de los trabajos domésticos, las actividades típicas del ama de casa[^f32] en su apartamento moderno no tienen absolutamente nada que ver con lo que hacían las mujeres antes de la sociedad industrial; estas actividades no pueden ser analizadas adecuadamente como si fueran del sector informal, ni tampoco como categorías dogmáticas de la “reproducción social”.
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+Al examinar con atención estos fenómenos que los antropólogos y los historiadores del trabajo doméstico han descrito, vi que el mercado contemporáneo del trabajo, tanto el aparente como el inaparente, no es más que la punta del iceberg: la mayor parte del trabajo se realiza en la economía subterránea. Cuando aumenta el empleo, en las diferentes formas de salariado, las penosas tareas informales se extienden también. Y los trabajos domésticos modernos son una parte típica, aunque no exclusiva, de esta realidad subterránea, que no solamente es inaparente, sino también imperceptible para los faros económicos. Como la nomenclatura corriente no permite hacer la distinción, yo contrapondré al trabajo que se realiza en la economía aparente e inaparente, la economía subterránea del “trabajo fantasma”, que es su complemento.[^f33]
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+Al contrario de la producción de bienes y servicios, el trabajo doméstico lo realiza el consumidor de la mercancía misma, el hogar consumidor. Llamo “trabajo fantasma” a toda actividad mediante la cual el consumidor transforma la mercancía comprada en un bien utilizable. Con el término “trabajo fantasma” designo el tiempo, la labor y el esfuerzo que hay que gastar para añadir a la mercancía comprada ese valor adicional sin el cual ésta es inutilizable. Este término designa las actividades que la gente tiene que realizar si es que quiere satisfacer sus necesidades mediante mercancías. Al introducir el término “trabajo fantasma”, distingo, por ejemplo, la confección de un plato de huevos hoy en día y en el pasado. Cuando el ama de casa moderna va al mercado, compra los huevos; regresa al hogar en su automóvil, toma el ascensor hasta el séptimo piso, enciende la estufa, toma la mantequilla del refrigerador y cocina los huevos; cada uno de sus gestos añade valor a la mercancía. No sucedía lo mismo con su abuela. Ésta iba a buscar los huevos al gallinero, disponía la manteca que ella misma había fundido, hacía fuego con ramas que los niños recogían en el bosque comunal, y añadía a los huevos un poco de sal que había comprado. Este ejemplo, que puede parecer romántico, muestra claramente la diferencia. Ambas mujeres cocinan huevos, pero sólo una utiliza mercancías y bienes cuya producción depende de una fuerte inversión de capital: automóvil, ascensor, estufa eléctrica con todos sus accesorios. La abuela desempeña las tareas específicas de su género y así crea la subsistencia; la otra debe resignarse a llevar la carga doméstica del trabajo fantasma.[^f34]
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+La transformación de las tareas domésticas no es para nada superficial, sino muy profunda. El aumento creciente del nivel medio de vida hace que estos trabajos dependan cada vez más de los bienes de capital porque introduce en el hogar muchas máquinas y novedades. La inversión de una familia canadiense media en sus enseres domésticos —y lo mismo se podría decir de todo hogar moderno— es en nuestros días superior a la inversión material media de una fábrica para un puesto de trabajo manual en las dos terceras partes de las naciones del mundo. De allí resulta que los trabajos domésticos son más sedentarios, y que la incidencia de las várices ha disminuido. Para una minoría de las mujeres, esto ha significado un trabajo interesante, remunerador, así como ratos de ocio “para cultivarse o divertirse”. Pero los nuevos trabajos domésticos también son más solitarios, monótonos, impersonales y bastante más contaminantes. El consumo de valium y el embrutecimiento ante la pantalla de la televisión se encuentran entre los paliativos de este tipo de estrés suave.[^f35] El trabajo doméstico se ha convertido en el paradigma de la nueva actividad _económica_ no retribuida que en la sociedad de la computadora y el microprocesador es económicamente más fundamental que el trabajo productivo —ya sea que esta producción figure o no en los informes de los economistas—.
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+El trabajo fantasma sólo se hizo posible cuando el hogar se convirtió en un recinto organizado para la función económica que consiste en dar a las mercancías un “valor agregado”. No podía hacerse típicamente femenino sino desde el momento en que los hombres cambiaron el hogar por la fábrica o la oficina. Desde entonces, el hogar tenía que subsistir con lo que un salario podía comprar —un salario para el ingeniero y, forzosamente, varios para la familia del obrero—. La mujer de éste lavaba ropa ajena en casa, su hija se colocaba como sirvienta. Agregar valor a lo que el salario producía, y esto de forma no retribuida, se convirtió en el trabajo de las mujeres. Sus ocupaciones fueron definidas en términos que correspondían al nuevo empleo que se les asignaba. Las dos variedades de trabajo, el trabajo remunerado y el trabajo fantasma, proliferaron con la industrialización. Las dos funciones nuevas, la del sostén de la familia y la de la persona mantenida, dividieron al conjunto de la sociedad. La ropa de mezclilla y la fábrica definían a la primera, a la segunda el delantal y la cocina. Y cuando la mujer encontraba un trabajo salariado, se le compadecía y se le pagaba menos.
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+Aunque en el siglo XIX las novedades tecnológicas revolucionaron las condiciones del trabajo fuera de casa, no influyeron mucho en el quehacer doméstico, aunque sí enclaustraron todavía más a la mujer en el hogar. Puesto que ella sólo tenía que dar vuelta a una llave para obtener agua, ya no se reunía con sus amigas en la fuente. Aunque económicamente el trabajo de las mujeres asumía una forma sin precedente, técnicamente no parecía haber una ruptura con el pasado. A principios del siglo XX, las instalaciones higiénicas interiores y las nuevas energías domésticas, el gas y la electricidad, cuya utilización sería casi universal en las zonas urbanas de los Estados Unidos hacia 1920 y en las pequeñas ciudades hacia 1930, no eran entonces más que posibilidades tecnológicas, en su conjunto. Sólo recientemente, durante el segundo cuarto de ese siglo, la técnica pudo transformar la realidad material de los trabajos domésticos; simultáneamente, la radio y luego la televisión comenzaron a remplazar las conversaciones en el seno de las comunidades. La industria empezó entonces a producir maquinas para el trabajo fantasma. Si bien gracias al progreso industrial el trabajo fabril requería menos mano de obra, los trabajos domésticos, sin que por eso disminuyeran, se hacían tributarios de una inversión de capital que se multiplicó desmesuradamente.[^f36]
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+Se suele describir el progreso económico como un proceso creador de puestos de trabajo, creador de _empleos_. Pero también se puede describir con igual legitimidad como un proceso mediante el cual más mercancías se ofrecen en el mercado; cada una ha sido convertida en una necesidad y cada una exige un _input_ creciente de trabajo fantasma antes de poder satisfacer una necesidad.[^f37] El desarrollo, en su sentido usual, es una operación en la que la producción se basa en una fuerte inversión de capital. Pero es posible definirlo como un proceso mediante el cual el trabajo fantasma se vuelve necesario, sobre la base de una inversión creciente de capital, a fin de alcanzar un nivel mínimo de bienestar.[^f38] Muy probablemente, el volumen del trabajo asalariado productivo no aumentará más, en ningún lugar del mundo, y los empleos estériles que se inventan de la nada con el propósito de dar ocupación a la gente —el sector terciario e incluso “cuaternario” de servicios— ya no serán retribuidos de manera tan exorbitante como hasta hoy ha sido. La automatización disminuirá el volumen global del trabajo asalariado y conducirá a la comercialización de mercancías que requerirán todavía más —no menos— labor gratuita del comprador-utilizador. Esta parte oculta del crecimiento económico, el crecimiento previsible del trabajo fantasma, paralelamente con la reducción del volumen del trabajo salariado, acarreará un nuevo tipo de discriminación de las mujeres: la discriminación en el trabajo fantasma.
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+El trabajo fantasma no es el dominio exclusivo de las mujeres. Es patentemente tan unisex como el trabajo asalariado. También los hombres agregan, sin retribución alguna, un valor a la producción industrial. El marido que estudia obsesivamente un tema árido y difícil con la intención de prepararse para los exámenes que le permitirán subir en el escalafón, el habitante de los suburbios que pierde horas para transportarse a la fábrica o a la oficina, también hacen su parte de trabajo fantasma. Ciertamente, el “consumidor” por excelencia es el hogar, que la mujer dirige —eufemismo para expresar que allí sufre y trabaja—. Pero hablar de la _discriminación_ de las mujeres en el seno del trabajo fantasma no tendría sentido si sólo ellas cargaran con todo el peso. Sin embargo, esta discriminación existe, y de manera aún más intensa que en el trabajo asalariado. De manera menos mensurable pero mucho más masiva que en el trabajo asalariado, hay en la sujeción al trabajo fantasma una diferencia entre los sexos. Las mujeres están atadas a éste de forma más amplia, están obligadas a consagrarle más tiempo, tienen menos posibilidades para librarse de él, su carga no disminuye cuando consiguen un empleo fuera de casa, y a ellas se las penaliza más cuando se niegan a realizarlo. La parte que se le roba a las mujeres en virtud de la discriminación en el empleo, ya sea declarado o no declarado, no es más que una pequeña fracción de lo que deberían percibir por el trabajo fantasma que realizan sin retribución en su hogar.
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+El dominio educativo proporciona un buen ejemplo de esto. En el pasado, los niños crecían sin pasar por un proceso “económico”: lo que el niño o la niña aprendían en casa no era poca cosa. Todos aprendían la lengua vernácula y las habilidades indispensables para la vida vernácula. Con rarísimas excepciones, jamás hubiera sido posible describir el hecho de criar a un niño como un proceso de capitalización de la mano de obra. Todo ha cambiado hoy en día. Los padres se han convertido en educadores auxiliares en el seno del sistema educativo. Son responsables de impartir los básicos _inputs_, o insumos, de capital humano, para utilizar la jerga de la economía, gracias a los cuales su vástago podrá ser calificado de _homo œconomicus_. Lógicamente, al economista del dominio educativo le interesa que la madre inyecte en su hijo la mayor cantidad de _input_ posible, sin costo alguno para el sistema. Como lo expresa un economista:
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+… cuando los niños entran en la escuela, entre ellos existen importantes diferencias respecto a la capacidad verbal y matemática. Estas diferencias reflejan, primero, la diversidad de sus aptitudes naturales y, luego, la cantidad de capital humano que el niño adquirió antes de la edad de seis años. Los _stocks_ almacenados de capital humano reflejan, a su vez, diversos _inputs_ de tiempo y otros recursos provenientes de los padres, maestros, hermanos y del niño mismo. El proceso de adquisición de un capital preescolar es análogo a la adquisición posterior de capital humano mediante la enseñanza escolar y la formación laboral.[^f39]
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+Las aportaciones de tiempo y esfuerzos que la madre aporta gratuitamente a la capitalización de su hijo, en este pasaje se describen precisamente como la fuente primera de la formación de un capital humano. Es una afirmación grotesca; sin embargo hay que reconocer la veracidad de su contenido en una sociedad donde se considera que hay escasez de talento y que por lo tanto debe producirse económicamente. El trabajo fantasma de la madre constituye una actividad económica de la que dependen en última instancia la ganancia bruta de autofinanciamiento, los salarios y la plusvalía del capital. Y la “operativización” del trabajo fantasma constituye paulatinamente la nueva estrategia del desarrollo que no puede designarse más adecuadamente que como la _colonización del sector informal_.
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+Sin embargo, no es posible medir el trabajo fantasma con unidades monetarias, aunque es posible traducir esta actividad, actualmente impuesta en forma de trabajo fantasma, como trabajo realizado contra salario. Fue esto lo que se intentó en relación con el transporte laboral. Con base en un modelo sueco, ciertos sindicatos austriacos consiguieron de los patrones que se incluyera el transporte en el tiempo de trabajo. Les hicieron ver que esos largos desplazamientos son imposiciones laborales —pues las fábricas no están situadas en lugares de acceso fácil para los trabajadores, sino allí donde el terreno es barato y las autopistas numerosas, y donde las residencias patronales pueden implantarse en las cercanías—.[^f40] El trabajo fantasma del obrero que acude a su lejana fábrica, por ejemplo, consiste en ir a recoger la mano de obra (es decir, a sí mismo) con su auto personal, y en fungir de chofer para conducir hasta el lugar de trabajo a la máquina humana que el patrón alquila, mediante contrato, ocho horas por día. Por añadidura, este trabajo fantasma requiere de una fuerte inversión de capital. Una buena parte de lo que gana cotidianamente el trabajador se dedica a la compra y mantenimiento del vehículo, y a los impuestos que financian las autopistas por donde circula. Estos traslados, ya sea que se efectúen en automóvil, autobús o bicicleta, representan trabajos fantasma. Ciertos pequeños sindicatos han ganado juicios en esta materia. A sus miembros se les consideró como choferes que llevaban hasta el sitio de trabajo la máquina humana que ellos mismos eran. Pero si esta clase de argumentación se generalizara, si por doquier los trabajadores recibieran un salario por la labor, no retribuida hoy en día, que realizan cuando se “capitalizan” para su empleo y aseguran su traslado de ida y vuelta, el sistema industrial dejaría de funcionar.[^f41]
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+Al igual que los hombres, las mujeres podrían exigir que su trabajo fantasma se transformara en trabajo retribuido. Pero desde el momento en que se compara el valor del trabajo fantasma y el del trabajo asalariado en términos monetarios, la naturaleza paradójica del primero se vuelve evidente. Es posible decir que en toda economía moderna (excluyendo al sector militar), el _input_ del trabajo fantasma es superior al _input_ del trabajo retribuido.[^f42]Por ejemplo, la cantidad de tiempo que se gasta en producir bienes y servicios, respondan o no al deseo del cliente, es sin duda inferior al tiempo que se invierte en hacerlos consumibles. Con la nueva economía de los autoservicios, la proporción del trabajo fantasma no puede sino aumentar de manera dramática. Ésta es la razón por la que no puede pagarse el trabajo fantasma —no porque no sea un trabajo, sino porque las correspondientes retribuciones rebasarían el volumen global de los salarios—.
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+Se equivocan las feministas cuando sostienen que a las mujeres se les debería pagar en proporción a la labor que consagran a preparar, para el consumo, aquello que la familia adquiere con sus ingresos. Lo más que pueden esperar es un premio de consolación, que no una retribución fantasma. La realización gratuita del trabajo fantasma es la condición única, fundamental, de la dependencia de la familia respecto a las mercancías. Aunque éstas fueran producidas por robots, la sociedad industrial no podría prescindir del trabajo fantasma. En relación con el dinero representa lo que el neutrón es al electrón. Difiere tanto del “empleo” productivo que fabrica mercancías para los demás, como de la pequeña explotación agrícola y de otras actividades domésticas tradicionales, cuyo rendimiento es poco pero que requieren de poca inversión monetaria.
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+Hoy, el trabajo fantasma se disimula detrás de casi todo lo que se llama _self help_, es decir, el autoservicio. Es un término moderno que todavía ayer podía haber designado, de manera velada, la masturbación. El autoservicio divide en dos al sujeto: una mano lava a la otra. Su utilización por las agencias norteamericanas de ayuda internacional hizo que el término se extendiera en el contexto del desarrollo internacional. Con este término se proyecta en el consumidor la distinción tradicionalmente establecida por los economistas, para quienes todas las actividades son de producción o son de consumo, las “relaciones” son productivas o reproductivas. Se le enseña a producir con la mano derecha aquello que su mano izquierda supuestamente necesita. Se le enseña a realizar lo máximo con lo mínimo, a mejorar las mercancías más indigentes por medio de la mayor cantidad posible de trabajo fantasma. No sólo se conciben incesantemente nuevos productos, concebidos para el trabajo fantasma, para el autoservicio, sino que con la intervención creciente de las computadoras se remplaza a los asalariados, que dejan de ser útiles y son impulsados hacia el trabajo fantasma.[^f43] Como resultado, el trabajo fantasma deja de ser la actividad femenina por excelencia. Con el paso de los años, el trabajo fantasma es más patentemente unisex, y de ser el campo donde se oprime a las mujeres, se transforma en el campo principal donde se las discrimina.[^f44]
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+Hoy en día los papás de la clase media reivindican las tareas culinarias o “maternales”. Quieren “asar los bistés” para los invitados, pasar una hora jugando con el bebé. Pero con el pretexto de querer participar en las “tareas domésticas”, abren un nuevo espacio para la competencia y el resentimiento entre los sexos. Anteriormente, las mujeres se sentían obligadas a luchar para obtener la igualdad de oportunidades en el salariado. Actualmente, los hombres comienzan a reivindicar la satisfacción del trabajo fantasma del hogar. En el curso de los últimos 20 años, la discriminación en el empleo se ha extendido más y las mujeres lo han padecido de manera más aguda, al mismo tiempo que han obtenido la garantía legal de la igualdad y de las oportunidades en el empleo. Actualmente, la escasez del empleo relega a cada vez más hombres al trabajo fantasma, por lo que la discriminación contra las mujeres en su propio hogar habrá de ser todavía más grave.
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+Los estudios recientes presentan el siguiente panorama.[^f45] La discriminación de las mujeres en el empleo y en el trabajo fantasma es un fenómeno mundial, y seguramente pasa lo mismo en el sector inaparente o subterráneo, aunque se haya estudiado poco. La discriminación en el empleo y fuera del empleo se extiende al mismo tiempo que aumenta el PNB, del mismo modo que se extienden los demás efectos secundarios: estrés, contaminación, frustración. Sea cual fuere la forma que asuma, la discriminación no se ve afectada ostensiblemente por el medio cultural, la política, el clima o la religión. Los estudios sobre la discriminación revelan un cuadro poco diferente del que muestran los estudios sobre el cáncer del seno o del útero: igual que el PNB _per capita_, lo que cambia según el lugar geográfico es la manera como se considera y discute la enfermedad, más que el esquema de su aparición. Las mujeres australianas tienen estadísticas admirables; las italianas cultivan un cinismo apacible. Las barreras que separan a las mujeres de los empleos lucrativos y las trampas que las encierran en las cocinas se explican de manera diferente en Japón y en la URSS pero su importancia y profundidad son comparables por doquier. En este caso también, la formación escolar proporciona un buen ejemplo. Con igual bagaje —mismos años de estudios, mismas disciplinas—, en todas partes las mujeres ganan menos que los hombres. Por añadidura, mientras mayor sea el nivel de instrucción de las mujeres, más se las confina en su puesto, en comparación con los hombres; en todas partes sucede que tienen menos posibilidades de encaminarse por una vía diferente. Las luchas de los años sesenta abrieron la oficina del director para la mujer, o entreabrieron la trampa de la cocina, pero sobre todo en beneficio de las “hermanas” de las clases privilegiadas. Algunas mujeres más en el quirófano o en una cátedra universitaria, algunos maridos domésticos que lavan los platos: estas raras “conquistas” simplemente hacen que resalte todavía más la discriminación de las mujeres en general, y la hacen todavía más dolorosa para la mayoría. Su resentimiento contra los hombres aumenta, incluso fuera de la esfera del trabajo.
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+## La feminización de la pobreza
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+Aunque la discriminación sexista es mundial, parece ser diferente en los países pobres. Ni los ingresos ni la discriminación económica son iguales en las sociedades del Tercer Mundo. La discriminación sexista se dirige sobre todo a las mujeres que han podido beneficiarse, de un modo u otro, del crecimiento económico. La esposa de un dentista de Oaxaca termina por apreciar su nueva marginación económica. A diferencia de la esposa de un médico neoyorquino, la mexicana, cuyo hogar posee dos automóviles, deja su casa al cuidado de una sirvienta cuando sale a una reunión feminista. Sólo el Tercer Mundo capitalista ofrece un medio ambiente propicio para la mujer parásito, cuyo surgimiento había previsto en 1911 la feminista sudafricana Olive Schreiner. A diferencia de su homóloga neoyorquina, puede florecer como “ama de casa”. Su situación es totalmente incomprensible para la lejana prima que vive con el sacamuelas de una aldea provinciana. Cada martes, esta mujer acude al mercado, caminando detrás de su marido. Allí vende sus jitomates mientras que éste arranca dientes y vende “menjurjes”. Ella está sometida a su marido, pero no depende económicamente de él.[^f46]
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+En América Latina, la inmensa mayoría de los hombres y las mujeres no vive ni como la primera ni como la segunda pareja mexicana que acabo de evocar. La existencia para muchos se reduce a la pobreza modernizada de los arrabales. El hogar gasta casi todo lo que gana. Pero sus ganancias han aumentado con mucha mayor lentitud que el ritmo con que el progreso ha destruido el valor de utilización de su medio de vida. En el curso de una generación, se han visto privados de aquellos recursos ambientales que a sus padres les permitían procurarse casi todo lo que necesitaban sin recurrir al mercado, y simultáneamente han olvidado la mayor parte de las habilidades necesarias para la subsistencia. Al contrario de sus primos, que cruzaron la frontera ilegalmente para trabajar en Texas como obreros agrícolas, y que luego lograron llegar a Nueva York para vivir entre los escombros del South Bronx, los habitantes de los arrabales del Tercer Mundo todavía creen que obtendrán su parte del progreso; aún creen en la retórica del _Brandt report_ o de Fidel Castro. No pueden aún comprender por qué, en el South Bronx, los “latinos” se unen contra la modernización de la pobreza[^f47] e intentan evitar que los educadores, trabajadores sociales y las campañas de salud penetren en su barrio. Sin distinción económica de sexo, se han hecho dependientes de las mercancías que hay que comprar en un mundo que es incapaz de ofrecerles empleo: la fuente del dinero. Privados de las posibilidades tradicionales de subsistencia, también se les niegan los puestos de trabajo que el desarrollo crea a cuentagotas—.[^f48] Así, hombres y mujeres se encuentran en el mismo callejón sin salida que el ama de casa neoyorquina: se les excluye de los empleos que permiten vivir y, al mismo tiempo, de la subsistencia. Para estos pobres modernizados de los países más pobres, la discriminación económica todavía no es enteramente sexista.
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+La exportación del trabajo fantasma de los países ricos a los países pobres es un hecho que se sigue desconociendo. Los especialistas de la economía no lo reconocen porque la insuficiencia de su terminología los paraliza —sus conceptos no les permiten identificar en el trabajo fantasma una entidad _sui generis—_. No pueden distinguir entre las actividades de una granjera y las de un ama de casa norteamericana que intenta sazonar la comida chatarra, así como tampoco entre las actividades de subsistencia que están dirigidas a la producción de valores de uso, y la economía del arrabal, cuyos habitantes hacen su guarida con las cajas y los desechos de otra gente. Claudia von Werlhof denomina la producción de esta variedad de existencia subterránea el “ángulo muerto” de la economía. Al miembro de la pareja que es mantenido por el salario, la sociedad moderna le obliga a convertirse en una “fuente de acumulación primitiva”. Cuestión que de inmediato suscita la pregunta respecto al tipo ideal de consorte: ¿es igual el ama de casa que está obligada a realizar el trabajo fantasma, al habitante del arrabal sudamericano, o se ha convertido éste, dentro de la economía mundial, en el nuevo “encargado del hogar”, desprovisto de género, de su socio del Norte?[^f49]
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+La discriminación económica de las mujeres aparece cuando se instala el desarrollo. Posteriormente, ya no desaparece; nada indica que lo hará jamás. La discusión con Frank Hubby me hizo llegar a la conclusión de que luchar por crear la igualdad económica entre humanos neutros, que no se distinguen más que por el sexo, es similar a querer encontrar la cuadratura del círculo con regla y escuadra. Eudoxio lo intentó, esforzándose por comparar los números irracionales entre sí. Pero el problema frustró los esfuerzos de los matemáticos hasta el siglo XIX, cuando Lindemann probó que no existe una solución. Demostró que π no es un número algebraico, y de esta manera nos permitió entender por qué los números reales son inconmensurables. La ciencia económica podría encontrarse en la misma situación que las matemáticas en el pasado. Ante el fracaso evidente y reiterado por crear la igualdad económica, tendríamos que considerar otra eventualidad —que el paradigma del _homo œconomicus_ no se puede aplicar a lo que en realidad son los hombres y las mujeres, a quienes no es posible reducir a un ser que sería lo “humano”, a un neutro económico de uno u otro sexo—. La existencia económica y el género por lo tanto serían literalmente “incomparables”.
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+# El género vernáculo
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+FUERA de la sociedad industrial, es raro el trabajo unisex, sí es que existe. Pocas cosas pueden ser hechas indistintamente tanto por las mujeres como por los hombres. Por regla general, éstos no pueden realizar los trabajos femeninos. En París, a principios del siglo XVIII, el soltero desde lejos se anunciaba con su hedor y su aspecto sombrío. Los archivos notariales nos revelan que los hombres solos a su muerte no dejaban ni sábanas ni camisas. Y en tiempos de Luis XIV, al hombre que no tuviera una mujer —esposa hermana, madre o hija— que cuidara de su casa, le era difícil sobrevivir. De él no se podía esperar que confeccionara su ropa, que la lavara y remendara; le era imposible alimentar a las gallinas, ordeñar una cabra; si era pobre, tenía que olvidarse de la mantequilla, la leche, los huevos. No era capaz de preparar sus alimentos, aunque dispusiera de los ingredientes necesarios.[^f50] Y en nuestros días, en el México rural que tan bien conozco, una mujer moriría de vergüenza antes de dejar a un hombre cocer los frijoles.
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+El nativo sabe desde lejos, aunque apenas pueda vislumbrarlos, si unas personas que ve trabajando son mujeres u hombres. En cualquier momento del año y a cualquier hora del día, tanto el lugar donde realizan su actividad como sus herramientas revelan su sexo. Según la manera de cargar un bulto: en la cabeza o al hombro, sabrá a qué género pertenecen. Si ve gansos en un campo segado, sabe que una niña los cuida, y si ovejas, que un niño está cerca. Si alguien hace lo que _nosotros_ consideramos un trabajo propio del otro género, muestra ser un extranjero. O entonces un esclavo, privado de toda dignidad. El género está en la manera de caminar, está en el gesto más pequeño, y no solamente entre las piernas. Puerto Rico está a sólo tres horas de vuelo de Nueva York. Dos terceras partes de la población han estado en el continente. Y, sin embargo, todavía hoy en día, en el interior de la isla, las mujeres navegan los caminos como goletas mecidas por los alisios, mientras que los hombres caminan contoneándose al ritmo de los machetes, ellas y ellos con el inconfundible estilo jíbaro. Es obvio que no pueden ser de la cercana isla de Santo Domingo, y menos ^aún _gringos _ de los Estados Unidos. En muchos puertorriqueños sobrevive el género vernáculo durante decenios, no solamente en el barrio de Harlem, sino también cuando habitan entre los blancos sureños o los negros del Bronx.[^f51]
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+El género no es el sexo y es más que el sexo. Traduce una polaridad social que es en sí fundamental y distinta entre dos lugares, entre dos momentos. Lo que se hace o lo que no se hace difiere de un valle a otro, igual que las maneras de hacer las cosas y de hablar de ellas. La terminología que emplean los especialistas de antropología social con frecuencia reviste la forma de una máscara unisex que oculta una realidad que tiene dos rostros. En las ciencias sociales aún no existe el equivalente de lo que en el ámbito de la epistemología y la física hicieron Bohr y Heisenberg. Que la luz responde tanto al paradigma de la partícula como al de la onda, que ninguna de estas dos teorías puede explicar por sí sola su realidad compleja y que tampoco una perspectiva más amplia permite entenderla con mayor claridad, estas son ideas hoy en día comunes. En cambio, para muchos todavía resulta novedoso que un acercamiento similar sea necesario en las ciencias sociales.[^f52]
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+Se manipulan alegremente los términos de “cultura” y de “comportamiento” en cuanto se empieza a estudiar _al_ puertorriqueño. En Nueva York los especialistas se preparan para entender la “cultura puertorriqueña”. El trabajador social se esfuerza en ocuparse de “ellos”. Se ignoran y se confunden la distinción nítida y los sutiles matices que contienen cada uno de estos términos, en menoscabo de las tradiciones seculares. El educador neoyorquino intenta ayudar al “niño” puertorriqueño. No entiende que la infancia sólo ha podido nacer con la desaparición del género. Y el educador rara vez reflexiona en el hecho de que está a punto de transformar el género en simple sexo —cuando es capaz de reflexionar en ello—. La simbiosis de las ciencias sociales y las instituciones modernas es así un instrumento eficaz para reducir a sexo el género. Mostraré más adelante que esta ruptura constituye la característica antropológica decisiva que distingue a nuestro tiempo de todos los demás.
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+Antes de lanzarme en esta primera exploración del género, indicaré tres escollos en los que es fácil encallar antes de haber alcanzado alta mar. Estas observaciones preliminares habrán de proporcionar un útil acercamiento al sexo económico.
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+## Una complementariedad ambigua
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+Solamente un extranjero puede percibir la cultura de un grupo. Para los del grupo hay hombres, hay mujeres, y luego una tercera realidad: los extranjeros, que pueden ser individuos de otro país, esclavos, animales domésticos, intocables, monstruos. Si al fuereño se le percibe como a un ser sexuado, su sexo, o más exactamente su género, se percibe más o menos por analogía con el de los “nuestros”, hombres y mujeres. El parentesco sólo se forma a partir de las relaciones entre hombres y mujeres; resulta de la correspondencia entre los géneros. Hombres y mujeres se avienen no solamente en virtud sino a pesar del contraste singular entre ambos. Se corresponden como la mano derecha a la izquierda.[^f53] La correspondencia entre varón y hembra y la dualidad entre derecha e izquierda vienen al caso para permitirme disipar ciertos malentendidos. En muchas culturas, la mano izquierda es la menos fuerte, la menos hábil; ha padecido siglos de descrédito. El empleo de la mano derecha no es algo que simplemente se admite, o experimenta, sino una norma inculcada. Se regaña al pequeño zurdo, se castiga la mano culpable, se la sujeta a la espalda —y puede suceder que se la mutile—. La asimetría orgánica se ha convertido en un hecho. La predominancia neurológica que se traduce en sensibilidad táctil, en fuerza o en habilidades mayores, ha sido transformada en un ideal de dominación diestra. La izquierda se ha adaptado a la derecha, se ha convertido necesariamente en su auxiliar. Ésta es la analogía que constantemente se emplea para sostener la idea de que “sociobiológicamente, la hembra se adapta al macho”.[^f54]
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+Pero precisamente mi propósito _no es ése_. La correspondencia significa algo muy diferente. Fuera de la sociedad de los botones y enchufes, hombres y mujeres dependen constantemente de la interacción de las dos manos para sobrevivir. En algunas sociedades se insiste particularmente en el uso de la mano derecha. En otras, entre los chinos, por ejemplo, la etiqueta, el buen gusto y la visión del mundo exigen la predominancia alternada de la derecha y la izquierda, mediante una orquestación detallada y sutil.[^f55] En otras sociedades, en el pueblo nyoro de África, por ejemplo, el zurdo está predestinado a formar parte del grupo sagrado de los adivinos. Pero sea cual sea el poder, la habilidad o la dignidad que se atribuyen preferentemente a una de las manos, con más frecuencia a la derecha que a la izquierda, las dos manos se conjugan en las acciones y los gestos. La tradición prescribe rigurosamente qué mano debe usar el chamán zurdo para hacer la ofrenda. Las dos manos siempre actúan juntas de acuerdo con dos programas, ninguno de los cuales es jamás la imagen inversa del otro. Así, este tipo único de dualidad siempre es ambiguo.
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+Las tradiciones más antiguas sitúan la propiedad fundamental de nuestra existencia en este tipo singular de bifurcación. Constituye una complementariedad ambigua, tan diferente de un reflejo en el espejo como de una sombra. En cuanto dualidad, es tan distinta de la pareja positivo/negativo de una fotografía, como de la correspondencia determinista de la doble hélice del ADN. Yo veo ahí la base de la metáfora y del discurso poético —única forma adecuada para expresarla—. Los gemelos, el ombligo/cordón umbilical, el _yin/yang_, son algunas de las representaciones mitológicas mediante las cuales esta dualidad busca expresarse.[^f56]
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+Hoy en día debería ser menos oscura una de las dificultades de la oposición entre género y sexo. Es posible considerar el género vernáculo como la base de una complementariedad ambigua, y el sexo de los neutros económicos como una tentativa moderna de negar o de trascender esta base. Al reducir toda interacción a intercambio, las ciencias sociales han construido tanto los fundamentos de esta negación como los de la legitimidad de un análisis _económico_ de las relaciones entre hombres y mujeres. _Es por esto que hablo de “sexo económico”_. Efectivamente, se requieren dos tipos distintos de lenguaje para hablar de lo que existía en el pasado y de lo que hoy prevalece.[^f57]
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+## El sexismo sociobiológico
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+Quise iniciar esta introducción al género y al sexo en la historia mediante la analogía de las dos manos, porque ésta es contundente. Además, tal analogía evoca de inmediato una segunda dificultad, la cual no es fundamental, al contrario de la primera, sino contingente —está ligada a corrientes de pensamiento que están de moda actualmente—. En los Estados Unidos, hoy es prácticamente imposible analizar el género en conjunción con el comportamiento, sin provocar una reacción defensiva en dos campos: el de las feministas marxistas y el de los sociobiólogos. Mi tesis se ubica fuera de este remolino. Sobre todo, no me rebajaré a debatir con aquellos a quienes seduce la retórica de Lionel Tigre, E. O. Wilson o Alain de Benoist y compañía. Con ellos alterna el llamado _establishment_ liberal de los Estados Unidos, grupo al que no le interesa discutir la distinción que yo establezco entre género y sexo. La sociobiología del sexo, que tiene su origen en los bastiones de Harvard y de la Sorbona, remplaza la sociobiología de la raza que seducía al conde de Gobineau. Cuando vemos lo que el sexismo revela, el racismo parece ser su homólogo precoz y titubeante. Las teorías racistas sirvieron de apoyo a los propósitos colonizadores de los europeos, y las ideas sexistas contemporáneas sirven para acreditar la farsa moderna del sujeto unisex en todo el mundo. El nuevo sexismo responde a las expectativas de las pintorescas élites que hoy dirigen las economías poscoloniales.
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+Los sociobiólogos no tienen más que un postulado, a pesar de los matices que presentan, así como una sola tesis, cuyo poderoso atractivo consiste en su ingeniosa simplicidad.[^f58] Los lectores de sus obras no logran siempre entrever que más allá de oscuras discusiones tejidas con algoritmos matemáticos y temerarias estadísticas, no hay nada. La argumentación de los sociobiólogos se reduce a esto: entre los primates, la hembra se adapta al macho;[^f59] el hombre primitivo domina a su mujer; la civilización no hace más que institucionalizar esta primacía. De tal forma, se fundamenta científicamente la deducción de que este patrón regular de la dominación masculina y de la sumisión femenina está inscrito en los genes. Los roles de los sexos resultan de la dominación genética del macho.
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+Sin embargo, si rechazo la controversia con esta escuela de pensamiento sexista, no es por la debilidad de sus argumentos, sino más bien por el estilo que adoptan estos biócratas para presentar su teoría. Su estilo tiene mucho en común con el estilo del racismo, desde Gobineau a Rosenberg —es un alegato “científico” que únicamente se dirige a los convencidos—. No sólo las tesis y deducciones del racismo y del sexismo son por así decirlo intercambiables, sino que sus respectivas imágenes del hombre y de la mujer son astillas del mismo palo. En ambos casos, los humanos representan “culturas”, es decir, seres sin género cuyas categorías se diagnostican para luego clasificarlas de acuerdo con una jerarquía. En el nivel más bajo de la escala está la piel oscura, el bajo coeficiente intelectual, el sexo femenino y otras deficiencias genéticas. Por lo tanto, dejo la discusión con los nuevos sociobiócratas para aquellos cuya óptica científica los hace imputar “necesidades” en vez de medir “inferioridades”; para los educadores, terapeutas, ginecólogos y trabajadores sociales que se han adiestrado con el propósito de degradar a los otros, convirtiéndolos en consumidores de sus servicios, en virtud del diagnóstico científico que ellos mismos han elaborado. Velando por los propios intereses y por las perspectivas risueñas que destilan, tienen que distanciarse del nuevo sexismo sociobiológico, enemigo de la igualdad de las “necesidades”.[^f60]
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+## La trampa del rol de los sexos
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+La noción del rol de los sexos se ha extendido sobremanera desde hace 15 años.[^f61] Es el origen de los juegos de sociedad, de los tratados científicos, de los métodos pedagógicos y de los discursos políticos. La preocupación del rol de los sexos parece crecer con el PNB. En los países ricos, la elección, adopción y transmisión del propio rol causan gran inquietud. Ahora bien, todavía más que las novedosas ideas de la sociobiología, la teoría del rol sociológico obstaculiza el análisis del género. Efectivamente, los conceptos respecto al rol impiden percibir lo que recubre el género, tanto en la expresión como en la acción.
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+La distinción entre el género vernáculo y el rol de los sexos es comparable a la distinción entre el habla vernácula y la lengua materna inculcada, entre la subsistencia y la existencia económica o monetaria. Si contrapongo estos términos es porque parten de presupuestos distintos. El habla vernácula, el género y la subsistencia son característicos de una finitud morfológica de la vida comunitaria que está basada en el postulado implícito —el cual con frecuencia se expresa ritualmente y se representa mitológicamente— de que la comunidad, al igual que el cuerpo, no puede rebasar su talla. La lengua materna inculcada, el sexo y la sujeción a los bienes de consumo proceden del postulado de un universo abierto donde toda correlación de las necesidades y de los medios supone la escasez. El género implica una complementariedad fundamental en el mundo que “nos” encierra en éste, aunque esta clausura sea ambigua y frágil. Al contrario, el sexo implica una apertura ilimitada, un universo donde siempre hay algo más.
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+De hecho, el discurso sobre el género tiene que recurrir al lenguaje metafórico; el género no puede significar inequívocamente lo mismo en distintos ámbitos. Y esa totalidad dual y específica que la complementariedad de los géneros engendra —un “mundo”, una “sociedad”, una “comunidad”— es a la vez modelada y limitada, asimétricamente, por sus componentes. Sólo la morfología permite percibir el género: su existencia depende de la dimensión y de la forma del mundo dual que estructura.[^f62] Para construir la delicada arquitectura de su concha, el caracol añade una tras otra las espirales crecientes, y luego cesa de hacerlo bruscamente y comienza enroscamientos decrecientes. Sucede que una sola espiral más larga le daría a la concha una dimensión 16 veces mayor. En vez de contribuir al bienestar de la criatura, la sobrecargaría. A partir de entonces, cualquier aumento de su productividad tan sólo serviría para paliar las dificultades creadas por el agrandamiento de la concha más allá de los límites de su finalidad. Una vez que el límite del crecimiento de las espirales se rebasa, los problemas por el sobrecrecimiento se multiplican geométricamente, mientras que la capacidad biológica del caracol en el mejor de los casos sólo puede crecer de forma aritmética. Así, el género fija límites a la forma social que estructura, una forma que se expresa en todos los aspectos de la existencia, pero antes que todo en el parentesco.
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+Ahora bien, el término “rol sexual” en su acepción usual implica precisamente lo contrario, la noción tácita de un individuo de plástico, cuya existencia sin género es más o menos modelada por el “sexo”. Desde hace un siglo, el estudio de lo que distingue las actividades de los hombres de las actividades de las mujeres proviene de las observaciones en torno al rol de los sexos —incluso en la época en que el término mismo todavía no se conocía—.[^f63]
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+Melville J. Herskovits ilustró bien esta confusión cuando en 1947 afirmó: “No hay fase alguna de la vida de los pueblos iletrados que haya atraído más la atención que la división sexual del trabajo, y ha habido muchos intentos de explicarla”.[^f64] He aquí una frase repleta de afirmaciones sin fundamento: la frontera que los separa de nosotros es _nuestra_ alfabetización; todos los pueblos tienen una existencia _económica_—el _homo sapiens_ es siempre el _homo œconomicus_— y por lo tanto todos actúan a partir del postulado de la escasez; el autor sabe lo que el “trabajo” es; en última instancia, la división sexual que prepara para el trabajo es el gran misterio que la antropología moderna debe intentar explicar. La larga lista de obras que Herskovits evoca ha crecido considerablemente desde entonces, pero son apenas unas cuantas las que aclaran la distinción entre sexo y género.
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+El estudio de los roles de los sexos ha creado confusión. Resulta evidente al examinar las obras de tres periodos en los que el “trabajo de las mujeres” estaba de moda: la etnografía victoriana, la antropología cultural del _New Deal_ y los estudios feministas recientes. Los victorianos creían en la evolución social y buscaban su confirmación en los escritos de los viajeros y misioneros. Las conductas extrañas, inesperadas, los fascinaban tanto como las extraordinarias especies que Darwin había descubierto en las islas Galápagos. Pero a diferencia de sus predecesores, los victorianos sentían la necesidad de clasificar lo que encontraban. Los comportamientos, al igual que los fósiles, debían ser colocados en categorías que se pudieran ordenar de acuerdo con las etapas evolucionistas, cuya culminación era la burguesía inglesa victoriana, compuesta por los más civilizados, los más aptos para sobrevivir. En los Estados Unidos, las mujeres y los eclesiásticos conjuntamente sacaron de estos relatos la prueba del rol eterno de la mujer como guardiana del hogar, rol eterno de su _naturaleza_ —don que se entrega a los hombres— quienes deben emprender la ardua conquista de la _Naturaleza_ en aras de las mujeres. La antropología del rol de los sexos hizo su aparición en calidad de prueba científica de aquello que Ann Douglas ha llamado la mentira sentimental. En este contexto, el trabajo de las mujeres era la huella del maltrato que el sexo débil había sufrido en las sociedades primitivas. Por lo tanto el progreso significaba el encierro de la mujer dentro de una decorosa domesticidad, acompañado de la especialización gradual de la posición y vocación de ambos: el varón mantendría el hogar mediante su dura labor; su esposa estaría libre de la carga de la producción.[^f65]
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+Durante las dos generaciones siguientes, el interés por el trabajo femenino fue muy tibio, pero entre 1935 y 1937 volvió a resurgir con vigor. En menos de dos años se publicaron tres estudios que habrían de convertirse en clásicos. Margaret Mead destacaría el hecho de que el sexo biológico por sí mismo no podía ser el origen de las diferencias socioculturales que se ven por doquier en la estructura de la personalidad de los hombres y las mujeres.[^f66] Buscó elucidar estas diferencias recurriendo a los conceptos psicológicos de su época, los cuales en fin de cuentas estaban fundados en la familia norteamericana. Ese mismo año, Ralph Linton centraría su investigación en el contraste entre los comportamientos femenino y masculino. Describió la plasticidad casi ilimitada de los roles sexuales que una cultura puede otorgar a sus miembros. Le interesaba más el comportamiento que la personalidad. Finalmente, George Murdock[^f67] emprendería la edición de su _Atlas etnográfico_. Ante todo le interesaba el “trabajo” y cómo se distribuye entre los hombres y las mujeres. Gracias a sus tablas y cuadros, es posible ver de inmediato que en Okinawa ambos sexos participaban en la manufactura de la cerámica, pero los hombres en una proporción mucho mayor que las mujeres; entre los drusos, sólo las mujeres hacen cerámica, y entre los coreanos, los hombres. Se muestra la participación hombres/mujeres en 11 tipos de actividad y nueve niveles diferentes, en cientos de culturas diferentes. Pero el acento que Mead pone en la personalidad, Linton en la conducta y Murdock en el trabajo, en vez de clarificar la distinción entre el género y el rol sexual, sólo la oscurece.
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+Hacia mediados de siglo, el interés por las actividades distintivas de las mujeres nuevamente decrece. La modernización está a la orden del día. Por primera vez, los responsables políticos acuden a los antropólogos, solicitándoles que identifiquen los obstáculos para el progreso. Y precisamente durante estos decenios —cuando la participación en la vida del grupo investigado se perfeccionó como método para informar con detalle y delicadeza sobre quién hace qué en una aldea o una choza— el comportamiento vinculado con el género se consideró sobre todo como un obstáculo para el desarrollo, un estereotipo del rol sexual, una causa de la baja productividad y un ingrediente esencial de la pobreza. Las investigaciones anglonorteamericanas realizadas por mujeres en torno a la situación de las mujeres cambiaron totalmente la situación: representaron una tercera ola de interés en la materia, esta vez con la perspectiva feminista. De hecho, la perspectiva masculina que coloreaban las investigaciones de las dos grandes etapas anteriores se convirtió en objeto de estudio para aquellas investigaciones. Pronto los trabajos de varias generaciones de antropólogos dieron clara prueba de su incapacidad casi grotesca para siquiera sospechar lo que las mujeres hacen. Sin embargo, es evidente que estos nuevos estudios en su conjunto solamente han reforzado, aunque con la perspectiva femenina, los mismos postulados fundamentales sobre el género como forma primitiva de rol sexual, postulados que, primero de manera implícita y luego explícitamente, habían guiado a los antropólogos anteriores.[^f68] En su conjunto estos estudios también camuflan el género; pretenden ser auténticamente modernos —es decir, paradójicamente contraproductivos.
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+# El género y la cultura
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+LAS HERRAMIENTAS son intrínsecas a las relaciones sociales. Cada persona, cuando actúa, se relaciona con su sociedad mediante las herramientas que domina eficazmente. En la medida que las domina, la forma de estas herramientas —las de las mujeres o las de los hombres— determina la imagen que se hace cada quien de sí mismo. En todas las sociedades preindustriales, al conjunto de tareas específicas que son propias de uno de los géneros, corresponde un conjunto de herramientas igualmente específicas. Incluso las herramientas que pertenecen a toda la comunidad no pueden ser utilizadas sino por la mitad de sus miembros. Al tomar una herramienta y al servirse de ella, las personas se relacionan esencialmente con el género que manipula esa herramienta preferentemente. La relación entre los géneros es por lo tanto y ante todo social. Las distintas herramientas determinan la complementariedad material de la vida.
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+La separación de las herramientas puede conducir a una división extrema de los dominios. Pierre Clastres, quién vivió con los guayaki, en un capítulo conmovedor de su libro habla de un mundo así dividido en la selva amazónica. Allí, el dominio de las mujeres se organiza en torno a la canasta que cada una hubo de tejer tras la primera menstruación, y el de los hombres, en torno a su arco. No existe autoridad personal por encima de ambos dominios.[^f69] La división, constantemente experimentada, engendra la tensión que da cohesión a esta sociedad. Si alguna mujer toca el arco de un cazador éste pierde su virilidad y deviene _pané_. Su arco ya no le servirá, perderá su potencia sexual y será excluido de la caza; o bien habrá de languidecer y morirá, o bien habrá de vivir tras las chozas de las mujeres, recolectando su comida en una canasta desechada.
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+## El género y las herramientas
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+Pero no es necesario buscar en ámbitos exóticos los vínculos culturales entre el género y la herramienta. Nuestro pasado reciente nos puede proporcionar ejemplos que son a la vez más convincentes y más accesibles: los utensilios de nuestros abuelos, principalmente. Cuando yo me encontraba escribiendo este capítulo, fui huésped de una mujer del Québec nacionalista, una artista en su género: repostera que trabaja con sus instrumentos culinarios tradicionales. En su _boutique_, no lejos de Sherbrooke, además de sus pasteles, a sus clientes les ofrece un espacio que es una versión moderna del _studium_ medieval, un lugar de reflexión y discusión. A mí me invitó a leer estas páginas ante personas interesadas en esta materia. Una docena de viejos instrumentos agrícolas decoraban los muros del comedor. La anfitriona los había coleccionado porque eran de procedencia local y a ella le parecían bellos. Todos examinamos estas reliquias rurales, ninguna de las cuales tenía más de un siglo de antigüedad. Forzosamente tenían que tener algún nombre, pero la mayoría de los nombres habían sido olvidados y nadie supo adivinar la función de algunas de las herramientas. El propósito de otras era evidente: cavar, serrar, aunque todo el mundo ignoraba para qué cultivo o cuál madera habían sido destinadas. Y ni uno solo de los jóvenes franconorteamericanos presentes tenía la menor idea del género al que estaban vinculados los diferentes utensilios; si se habían destinado a la mano del hombre o a la de la mujer. La única persona que pudo decirlo fue una dama de avanzada edad.
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+Mientras que en Norteamérica, incluso en Québec, a las herramientas se las ha despojado de género, éste sobrevive todavía en muchos terruños de Europa, aunque de manera desigual. En cierto lugar, los hombres manipulan la guadaña y las mujeres la hoz. En otro, ambos emplean la hoz, pero ésta difiere según el género. En Estiria, por ejemplo, la hoz de los hombres tiene filo, pues sirve para cortar, mientras que la de las mujeres tiene la hoja dentada y su curvatura es mayor, pues sirve para recoger las espigas. El gran inventario del trabajo campesino de Wiegelman[^f70] recoge cientos de ejemplos similares en una extraordinaria diversidad de lugares. En algunos valles de los Alpes, ambos géneros usan la guadaña, pero la mujer siega el forraje, mientras que el hombre, el centeno. Allá, solamente la mujer puede tocar los cuchillos de la cocina; acá, los dos pueden cortar el pan, pero una lo rebana y otro lo taja, con el filo del cuchillo hacia el pecho. Casi por doquier, los hombres son quienes siembran, pero en una región del alto Danubio son las mujeres quienes siembran y trillan —este lugar constituye una excepción, pues los hombres no tocan las semillas—. Aún más que los cultivos, al género se vinculan los animales. En cierto lugar, las mujeres alimentan a las vacas, pero jamás a las bestias de tiro. Más al oriente, las mujeres ordeñan las vacas de su granja, mientras que los hombres ordeñan las del patrón. A pocas horas de camino, sólo las muchachas desempeñan esta tareas. Los vínculos entre el género y la herramienta sobrevivieron durante la época en que las guerras devastaron a Europa, que sus ciudades fueron destruidas, que el crecimiento económico transformó la vida rural. Aunque imperan los pesticidas químicos, las segadoras-trilladoras y la televisión, ciertos utensilios presentan el anacronismo de seguir siendo típicos de uno de los géneros.
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+Sin embargo, en su conjunto, el vínculo ha sido destruido, y con mayor ahínco en la Europa oriental que en la occidental. Sólo permanece en la memoria de los ancianos. Hará unos 10 años que un campesino serbio me relataba cómo se preparaba el forraje en la generación anterior. Describía la forma de recolectar, transportar y almacenar el heno como si hubiera sido un ballet, en el cual los hombres y las mujeres tenían sus pasos de danza respectivos. Mientras hablaba, la misma escena se desarrollaba ante nuestra vista, pero al estilo moderno. Toda la tarea se había transformado en una labor unisex que los “trabajadores” llevaban a cabo. El anciano miraba con una mezcla de tristeza y orgullo a la muchacha que conducía el tractor de la aldea. Había desaparecido al volante de la máquina el género que había perdurado a través de los siglos, adaptándose a condiciones siempre nuevas. Ha sido ampliamente demostrado que el vínculo del género masculino y el buey ha sobrevivido desde la prehistoria. Ni una sola de las antepasadas de la joven tractorista jamás hubo de alimentar a los bueyes o de uncirlos a la yunta. Esta característica de su género se remonta a la época en que su raza todavía no poseía la lengua eslava y aún vivía en puntos diferentes de Europa.
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+## El género en los tributos feudales en el comercio y en los oficios artesanales
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+Toda vida “primitiva” está fundada en esta separación de las herramientas.[^f71] Se puede observar tal división en la vida del cazador-recolector y también en la del agricultor-pastor, desde el periodo neolítico hasta los tiempos modernos. En las sociedades no urbanas, con raras excepciones, la línea divisoria de los géneros es nítida y patente. La economía de subsistencia coincide con la existencia del género. De allí resulta la fuerte propensión a considerar que el género es típico de la vida tribal y campesina. El género social por ende no se estudia —si es que se estudia— más que por los antropólogos. Los historiadores ignoran que el género impera en todas las épocas históricas, que forma parte integral de todas las grandes civilizaciones, y que si su dominio a veces se relajó, esto no sucedió salvo dentro de las élites decadentes, y aún así durante breves periodos.[^f72] La historia de la desaparición del género, durante los siglos XIX y XX, aún está por escribirse. No será posible poner al descubierto la descomposición del género en la sociedad industrial hasta que no se reconozca el capital interés histórico de esta cuestión. Aquí estudio tres ejemplos.
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+### Los tributos feudales
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+En la Edad Media, los campesinos, ya fueran aparceros o propietarios, estaban sujetos al pago del tributo señorial. Puesto que por lo general vivían al margen de la economía monetaria, era ése su solo excedente real, el único valor económico que producían. Calificar de “producción” sus demás actividades sería erróneo, pues este término implica hoy en día una transferencia de valor y de consumo que, para el campesino medieval, sólo podía consistir en el tributo. Aparte de esto, no hacía prácticamente nada que “rindiera”. Es esta ausencia de diferenciación entre las funciones de producción y de consumo la que contrapone de manera más nítida la subsistencia a la existencia económica.
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+Gracias a cientos de contratos establecidos entre los campesinos y su señor durante los siglos IX al XII sabemos que el tributo se pagaba a la vez con productos y con trabajo. Y este tributo frecuentemente se exigía de manera específica a uno u otro de los géneros. Muchos contratos detallan lo que se debía por parte de cada uno de los géneros. Por ejemplo, Ingmar paga a la abadía con 15 días de trabajo (acompañado de dos bestias de tiro), más una oveja cada dos años; su mujer —o en caso de su muerte, una sirvienta— entregaría cinco pollos cada otoño. Los términos del contrato indican claramente que en el pago participan dos competencias que no son intercambiables, y que entre ambas no existe denominador común. Los “productos de las mujeres” y los “productos de los hombres” son dos cosas inconfundiblemente distintas. En cuanto a la Iglesia, lo que ésta prohíbe durante los días feriados no es el “trabajo servil” indeterminado. Especifica claramente que los _hombres_ no pueden cazar, talar árboles o levantar cercas; las _mujeres_ no pueden desyerbar, trasquilar ovejas o podar árboles. Ambos géneros por lo tanto no pueden producir indistintamente el excedente que se destina al tributo. Tanto el producto como las tareas obligatorias están vinculados a uno u otro género.[^f73]
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+### El comercio
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+El comercio también puede tener género. Y el comerciante no siempre es el hombre. Asimismo, la noción de que las mujeres sólo comercian en el mercado de la aldea, mientras los hombres vagabundean mucho más lejos, concuerda poco con la realidad. En Malasia, en el Sahel occidental, y en el Caribe no español, son las mujeres quienes se ocupan de los negocios en el hogar. Los circuitos comerciales de las mujeres están basados en sus contactos con su parentela, y los hombres no pueden en ningún caso insertarse en ellos. Ya sea que el comerció involucre la cerámica o la joyería, es la mujer quien viaja a las lejanas aldeas, y el hombre el que cuida el hogar. Puede suceder que para mantener a su marido en casa, la comerciante le imponga una segunda esposa, bajo la amenaza de abandonarlo si se niega a aceptarla —amenaza que todavía hoy en día se ejerce en el Senegal—. Bien sabe el hombre que lo que ella vende a él nadie se lo compraría si tomara el lugar de su mujer, y que además el hogar necesita esos ingresos. Al igual que el tributo feudal, también las mercancías tienen género. En el norte de Birmania hace falta haber perdido la razón para comprar en el mercado joyas vendidas por un hombre; éstas sólo pueden ser falsificaciones destinadas a los turistas.[^f74]
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+### La artesanía
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+También los trabajos manuales tienen género, y con frecuencia de forma compleja. No se trata nada más de aquellos que conciernen a la subsistencia: la cocina o las conservas alimenticias para el hogar, el hilado y el tejido del arnés del camello de la familia; sino las artesanías que se destinan a la venta. Éstas también están marcadas por el género. En los bazares de África septentrional, una costurera no puede remplazar a un sastre; y sin tener que indagar, bien se sabe que allí no puede haber mujer zapatera alguna. La vista aguzada para la percepción del género puede ver en un simple retazo de tela un esquema tan sutil pero tan real como una filigrana. Enfurtir, teñir, cortar, acabar, cada función exige diversas colaboraciones, algunas de las cuales se deben solamente a las mujeres, otras sólo a los hombres —sinfonía a cuatro manos de donde surge el objeto terminado—.
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+Dos estudios recientes sobre los oficios en la Edad Media destacan el hecho de que muchos gremios permitían a las mujeres llegar a ser “maestras”. Así, en Colonia, durante el siglo XIV, la corporación de la seda (hilado y tejido) era únicamente femenina. Pero lo más sorprendente es que era posible encontrar mujeres en los gremios de los oficios netamente masculinos: en el siglo XIV hay mujeres a la cabeza de fundiciones que emplean más de una veintena de obreros y poseen herramientas pesadas, martillos accionados por molinos hidráulicos. Sucedía que por ser miembros del gremio, las viudas podían conservar en la familia el taller del difunto esposo. Sin embargo, sería absurdo deducir, con base en el estatus de tales “gerentes”, que las mujeres trabajaban el hierro codo a codo con los aprendices o compitiendo con ellos.[^f75]
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+El tributo feudal, el comercio y los oficios artesanales no son más que ejemplos de dominios relacionados con la historia del género en las civilizaciones avanzadas. Pero el género no está limitado únicamente al presente de una época histórica dada, a las herramientas y a las actividades que tejen su vida cotidiana. También la memoria conserva la huella dual. Cuando una cultura celebra su pasado, asigna ciertas tareas a los hombres y otras a las mujeres. En Minot (norte de Borgoña) la misma mujer baña a los recién nacidos y a las personas que mueren. Desde épocas muy remotas, en las ocasiones solemnes siempre se preserva el género. Todavía hoy en día en Tracia, aunque los hombres pueden hablar de los difuntos y sus actos, sólo las mujeres pueden hablar a los muertos. Son ellas únicamente quienes se quejan, quienes lloran el deceso, quienes invocan la protección de los desaparecidos. Este acto, caracterizado por el género, tiene sus raíces en un pasado muy lejano.
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+El género no es un rasgo pintoresco de la existencia primitiva que la vida urbana, la “producción” o las complejas operaciones del mercado hacen forzosamente desaparecer del tejido social. En las sociedades de avanzada cultura, el género florece. En la vida urbana medieval, al conjugarse con la especialización de los oficios y los artesanados, forma configuraciones nuevas y complejas mucho más difíciles de dilucidar que la división primitiva a la cual se han apegado los antropólogos.
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+Nadie se ha arriesgado todavía a hacer la “historia del género”: al contrario de toda nueva “historia de la mujer”, éste sería un tema difícil de cernir. Resulta demasiado vasto para los historiadores del “sexo” y, en la historia de los “humanos”, desde Tucídides a la fecha, todo lo que de él se conserva es una sonrisa —la del gato de Cheshire—.
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+## El género y el parentesco
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+Los historiadores eluden la discusión del género al asignarle un reino puramente prehistórico —y por ende perteneciente a la antropología—. Pero también los antropólogos poseen sus mecanismos de evasión. Como los médicos que pierden de vista al enfermo para concentrarse en la enfermedad, descuidan el género al centrar su interés en el parentesco. Tal actitud se remonta al propio Lewis Henry Morgan, padre del estudio de los sistemas de parentesco, elaborados a mediados del siglo XIX. Al describir estos sistemas como estructuras de relaciones complejas entre individuos sexualmente divididos en hombres y mujeres, Morgan y los antropólogos ulteriores tienden a atenuar un hecho evidente: antes que todo, el parentesco estructura los ámbitos del género en su complementariedad. Son parientes aquellos que, en términos netamente definidos, pueden relacionarse a pesar de la línea de separación de los géneros. La esencia del parentesco consiste en fijar quién es quién en relación con quién, lo que es mucho más importante que establecer un marco en el que a ciertos hombres se les otorga el poder sobre ciertas mujeres. Además, el parentesco presupone dos géneros, entre los cuales se establece un vínculo. El género no solamente expresa lo que es un ser, sino lo que es en cierto momento, en qué lugar y con qué herramientas y palabras divide el espacio, el tiempo y las técnicas. La fascinación que ejerce el tabú del incesto en los científicos que han surgido de familias “normales”, les impide ver la división de los géneros que yace bajo el parentesco. Explicar el género a partir del parentesco es bastante similar a reconstituir un cuerpo a partir de sus radiografías. El género no es algo que se puede inferir del parentesco, ni tampoco reducir, según la moda estructuralista, a un aspecto de una dualidad cósmica.[^f76]
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+Sin embargo, no puedo dejar de pensar que al hacer así del género una dualidad entre otras, se elude la obligación de buscar sus orígenes. Robert Graves habla de esta búsqueda imprescindible de _sus_ orígenes que debe conducir al poeta a los nidos de la Diosa Blanca, los nidos de la Pesadilla adornada “con el plumaje de aves proféticas y regados de mandíbulas y entrañas de poetas”. La tarea es aventurada y temible, tanto para el poeta como para el humano moderno desprovisto de género. El primero deberá atravesar los extensos yermos sin senderos de los pantanos y montes; el segundo, las ruinas y los desiertos fuera de los caminos trillados y de los lugares comunes.
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+## El género y la unión conyugal
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+Aunque con frecuencia la disfrazan, cubriéndola con densos velos, los antropólogos hacen de la pareja conyugal el meollo de su investigación. Postulan que como en su propio caso, tras todo ser hay procreadores ligados matrimonialmente. Su percepción sexuada de su origen personal, su etnocentrismo, deforman el objeto estudiado —y esto es lo que no comprenden—. Tanto el historiador como el antropólogo son prisioneros de esta idea preconcebida, que les impide ver lo que hace única y singular a la pareja moderna. Por esta razón el estudio del género y de la actividad genital debe empezar con el reconocimiento de que la palabra “matrimonio” está tan privada de género como los vocablos “rol” o “intercambio”.
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+En el siglo XII nace en las sociedades occidentales un tipo único de existencia, una “cosa pública” basada en la apropiación del excedente que se produce en los hogares constituidos por parejas conyugales. Sabemos que tal apropiación puede lograrse de diversas maneras. Karl Polanyi y sus alumnos han propuesto una tipología para estas formas. Pero la pareja conyugal, en cuanto unidad que produce un excedente, crea un tipo particular. El nuevo factor esencial no es el tamaño de la familia que comparte el mismo techo, ni la capacidad de organizar a los parientes, sirvientes, invitados o esclavos en el seno de esta unidad, sino la función _económica_ de la pareja. La etnología no conoce nada comparable a esta especie de familia, condición antropológica _sine qua non_, que es común en todas las formas sucesivas y aparentemente distintas que produjeron en Europa y en el mundo occidental la acumulación de los excedentes y su organización por el Estado. Desde el punto de vista antropológico, la occidentalización puede definirse como la convergencia de numerosas estructuras de parentesco diferentes en el modelo del hogar conyugal.
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+A lo largo de este proceso de fusión, los dos sentidos del vocablo “matrimonio” se asimilaron progresivamente entre sí. Por una parte, el matrimonio designa los ritos y las festividades de las nupcias que en casi todas las sociedades existen y, por otra, designa el estado matrimonial, que no se encuentra en muchas sociedades. En la Europa medieval, el matrimonio adquirió una importancia mayor. Aquello que esencialmente había sido una ceremonia destinada a vincular conjuntamente a dos familias emparentadas por un tejido complejo de alianzas, se convirtió en el suceso mediante el cual dos individuos se unen de por vida, dentro de la nueva unidad económica de la pareja, una entidad fiscalizable. Pero tal deslizamiento fue encubierto por el hecho de que el “matrimonio” vino a significar indistintamente las nupcias y la resultante unidad de la pareja conyugal.
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+Hay un rasgo que es importante señalar retrospectivamente, y es que en estos primeros tiempos de la producción conyugal, las actividades cotidianas creadoras del excedente estaban estrictamente determinadas por el género. Las prescripciones de la Iglesia con frecuencia interpretaban esta división y la reforzaban. Pero a medida que la pareja conyugal se iba convirtiendo en la unidad fiscalizable fundamental, el excedente creado perdía su género tradicional. La mujer ya no acudía ella misma a entregar al señor los huevos; como representante de la familia, al hombre ahora le tocaba pagar el tributo. Es cierto que las tareas obligatorias durante mucho tiempo diferenciaron todavía a los géneros. Pero cada vez más los tributos asumían una forma monetaria, las monedas locales eran remplazadas por las del Estado moderno, y la pareja conyugal mostraba ser una unidad productiva flexible, superior a cualquier otra forma anterior de organización familiar. Por estar fundada en el género, siguió subsistiendo en gran medida por sí misma, mientras que la capacidad creciente del Estado y de la Iglesia para imponer funciones genéricas nuevas, extrañas o contrarias a las normas tradicionales, hizo a la pareja capaz de adaptarse al rápido cambio tecnológico. El surgimiento de la producción del hogar conyugal es la condición antropológica de la formación inicial, en Europa, de campesinos y ciudadanos urbanos que son diferentes a los agricultores, comerciantes y artesanos del resto del mundo.
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+La extensión de la producción intragenérica, pero conyugal, no fue más que la primera etapa del proceso que creó la separación de Europa respecto a todas las demás culturas. En la Europa cristiana la unión conyugal constituía una homogeneidad fundamental, a pesar de que se asumía de diversas maneras en las sociedades. Hubo variaciones según las épocas y los lugares, y muchas comunidades permanecieron fuera de la corriente general —incluso, en algunos casos, hasta después de la segunda Guerra Mundial—. Este matrimonio económicamente productivo fue un _primer_ paso; no implicaba la desaparición del género. Durante 500 años, del siglo XIII hasta principios del siglo XIX, se extendió un tipo de matrimonio donde el hombre y la mujer, socios en la producción matrimonial, conservaban las tareas de su respectivo género. Tanto la estructura feudal como la organización mercantilista de la cosa pública, están fundadas en el excedente producido por la pareja conyugal, todavía con género.[^f77]
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+Pero he aquí que en el siglo XIX, y de forma bastante brusca, las tareas intragenéricas del hogar son remplazadas por la división _económica_ del trabajo asalariado y del trabajo fantasma, que se asignan de forma discriminatoria en función de las características sexuales, recién descubiertas, de los cónyuges. Sólo al llegar esta segunda etapa, los socios conyugales, económicamente distintos y privados de su género, se convierten en la base de la producción industrial. Y las parejas de esta especie habrán de proporcionar a los antropólogos que han nacido dentro de su marco, la norma de la “estructura libidinal” y la percepción que de ésta tendrán. Para ellos, que ven en el parentesco el resultado de una preferencia y de una asociación sexuales, el género sólo puede carecer de sentido, cuando no les resulta absolutamente aterrador.
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+# Los dominios del género y el medio vernáculo
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+EN LA SOCIEDAD del género, ni el espacio ni el tiempo son neutros. Lo que Einstein denominó el “espacio-tiempo” es en la cultura vernácula una función de dos movimientos ambiguos, cada cual en sí único. Cada género se desplaza a su propio ritmo en su camino propio, y el medio vernáculo forma una especie de contrapunto de esta sutil danza. Es por esto que una parte del medio vernáculo siempre permanecerá en el punto ciego de los hombres. Lo que saben de esta parte velada no lo aprenden sino indirectamente. _Aquí_, los hombres no tienen el derecho a la palabra; _allá_, lo tienen las mujeres. Ser hombre significa estar consciente de que las mujeres saben cosas que los hombres ignoran, que poseen vocablos para designarlas y cierto poder sobre ellas.
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+## Espacio tiempo y género
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+Los lugares y las horas determinan quién hace qué, quién usa qué y en qué momento. El género determina que la mujer berebere se apoye contra la pared oriental de una habitación, mientras que la parte externa de la misma pared está reservada al hombre. El trazado de la línea de separación de los géneros determina en qué territorios, en qué ocasiones y hasta en qué grado los dos géneros pueden entremezclarse. En cierto valle de los Alpes, ambos se reúnen en la era, él con el mayal y ella con la criba. Río abajo, este espacio es dominio exclusivo de los hombres. De la misma manera que se encuentran separados, así los géneros se entremezclan distintamente según la cultura y la época.[^f78] A veces gobiernan territorios totalmente separados, a veces se entrelazan como los arabescos celtas del _Libro de Kells_. Hay lugares donde una canasta no se teje, una hoguera no se enciende, sin la dualidad de las manos masculinas y femeninas. Cada cultura conjuga los géneros a su manera, desde la cuna a la tumba. Existen lugares donde los muchachos y las muchachas viven todos juntos, comunitariamente, durante algunos años, tras lo cual se instalan en sus respectivos territorios.
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+A lo largo de su notable obra sobre las “maneras de hacer” en la cocina, el lavado de la ropa y la costura en Minot, una pequeña aldea francesa, Yvonne Verdier describe, desde el punto de vista femenino, esta sutil textura. Así, cuando se mata al cerdo, únicamente a la mujer le toca elegir el animal que será sacrificado, pero es el hombre quien fija el día de la matanza. Como si se tratara de un minueto, ambos ejecutan decenas de pasos bien armonizados. Las mujeres preparan la longaniza y los hombres salan la manteca. Pero, mientras que en Minot solamente las mujeres menopáusicas pueden sacar la carne salada de la despensa, en una aldea próxima no pueden penetrar este espacio masculino. Cada aldea baila al son de su propia música.
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+Recientemente, en su obra sobre _El marido y la mujer en la sociedad rural_ francesa,[^f79] Martine Segalen ha desbrozado un campo nuevo describiendo sus ritmos complementarios. Analiza de forma detallada la correspondencia recíproca de las tareas específicas de los géneros, y las distingue de manera explícita de los roles, del estatus y del rango. Examina con óptica femenina la arquitectura de las granjas y los trabajos de los agricultores; recoge proverbios y fotografías e interpreta pinturas antiguas y estudios etnológicos para reconstituir, partiendo de las pautas de comportamiento que sobrevivieron, cómo eran las cosas a mediados del siglo XIX. Descubre relaciones entre hombres y mujeres mucho menos regidas por la familia y el parentesco que por las necesidades de hogares basados en la interdependencia armoniosa de las manos femeninas y masculinas. Describe a hombres y mujeres que realizan sus tareas cotidianas más como miembros de su género que como los elementos constitutivos individuales de una pareja apareada gracias al matrimonio. La pareja no pesa mucho en el hogar rural francés del siglo XIX. Tanto el mito de la brutal dominación masculina como el del romántico idilio campesino tergiversan la realidad.
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+Según Martine Segalen, es el hogar lo que media entre el individuo y la comunidad rural, y no ambos cónyuges, la pareja. Si el hogar se desintegra y sus miembros no actúan de conformidad con las exigencias de sus respectivos géneros, será la comunidad quien castigará directamente al individuo ofensor. Por ejemplo, en el norte de Francia la hortaliza debe binarse en el mes de abril; ésta es tarea de la mujer. Si para el primero de mayo la tierra aún no ha sido removida, ante su ventana aparecerá un maniquí de paja con una azada en los brazos. En cuanto al bruto que golpea a su mujer, será objeto de una cencerrada: se le paseará en una carreta por toda la aldea, embarrado de lodo, entre las burlas de las personas y el estrépito de ollas y cacerolas. Si, al contrario, un hombre se deja pegar por su esposa, también tendrá derecho al paseo, pero atado sobre un asno, montado al revés y con la cola de la bestia en las manos.[^f80]
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+Mientras la separación de los géneros sea la regla, se mantendrán estas prácticas, que han asegurado eficazmente la supervivencia de esta comunidad específica. Han sido acuñados diversos términos para designar la adhesión normativa a un código que ha sido sancionado por la supervivencia. La antropología rural habla de la “ética de la subsistencia”. E. P. Thompson emplea el concepto de “economía moral”, respecto a las poblaciones que por lo general son más urbanas. Constituyen términos sólidos, pues nos permiten comparar el sentimiento de lo que se considera correcto bajo la égida del género, con una posible norma moderna, norma que corresponde a los postulados de la escasez. Estos dos términos afirman que el derecho de todo aldeano, de todo miembro del pueblo a la supervivencia pura y simple es la regla suprema del comportamiento _común_, y para nada el derecho aislado de un individuo. Expresan una actitud, una orientación que protege a los más débiles del naufragio. Enuncian el derecho a una decorosa existencia consuetudinaria, aunque tal derecho no se formule sino cuando hay que luchar para defenderlo. Pero la “ética de la subsistencia” o la “economía moral” son nociones modernas que hablan de pautas de comportamiento apropiado, que a lo largo de la historia se han dado dentro del género. Por lo tanto, yo mismo prefiero no retomar los términos de “moralidad” o de “ética” en su acepción neutra actual, y buscar otros términos para hablar del imperativo que otorga a los géneros sus normas.
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+Para nuestros contemporáneos es difícil reconstituir el sentimiento de haber faltado al propio género, a la vez porque este sentimiento es tan vernáculo y por lo tanto tan “agramático” como el dominio del género mismo, y porque se ha disipado al mismo tiempo que el género. No se trata de sentir vergüenza o culpa, al menos en el sentido actual de estos vocablos. Yves Castan ha investigado lo que la gente de Languedoc llamaba la _honnêteté_ (la probidad) en el periodo de 1715 a 1780.[^f81] Estudió las minutas de los escribanos forenses relacionadas con delitos de alteración de la paz pública. Pudo explorar de esta manera uno de las raros inventarios del habla común de la gente sencilla desprovista de instrucción. Una parte de su trabajo muestra de qué forma la probidad obligaba a actuar conforme al género, hasta en las cosas más insignificantes. Por ejemplo, cuando llegaban visitas a casa, era _ella_ quien tenía que ir por los vasos, preparar la ensalada, servir el vino sin que pareciera que escuchaba la conversación y sin participar en ella. Era ésa la conducta que se esperaba de una mujer, pues en cuanto tal, ella para defender los intereses del hogar tenía medios mucho más eficaces que la discusión directa entre los hombres. Si ella se inmiscuyera en la conversación, cometería una falta en relación con su género, pues perdería el poder real que poseen las murmuraciones y los comadreos.[^f82] En cambio, le tocaba proteger el hogar contra el cobrador de impuestos, gritando que se encontraba sola en casa —en cuyo caso éste no podía traspasar el umbral—. También debía tomar partido por sus hijos en un altercado, aunque ellos fueran totalmente culpables. La probidad le exigía, cuando fuera necesario, atacar al enemigo con uñas y dientes. En cuanto al hombre, la probidad le exigía exactamente lo contrario. De él se esperaba, en el caso en que la mujer hubiera defendido al vástago, que lo castigara, a veces moliéndolo a palos brutalmente.[^f83]
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+Emmanuel Le Roy Ladurie ha explorado la relación entre el hogar y el género en la misma región del sur de Francia, pero en una época mucho más antigua. Analizó los registros que mantuvo el futuro papa Benedicto XII cuando, siendo un joven obispo e inquisidor, sometió a varias docenas de habitantes de una pequeña aldea de las montañas —Montaillou— de quienes se sospechaba que eran herejes cátaros, a hábiles y rigurosos interrogatorios. De manera extremadamente sutil, los obligó a revelar innumerables detalles sobre su vida cotidiana, registrando palabra tras palabra las respuestas de esos campesinos y pastores de los Pirineos septentrionales. Con base en estas respuestas, de una antigüedad de seis siglos y medio, Le Roy Ladurie realizó su trabajo. Yo no sé de otro documento que proporcione una visión a la vez de primera mano y tan exhaustiva de una comunidad, respecto a lo que la gente sentía sobre sus hogares y su territorio común, sobre lo que esperaban y toleraban unos de los otros. Cada una de las víctimas de esta inquisición vuelve a la vida como persona, no solamente cuando se comporta de una manera que el obispo aceptaría, sino sobre todo cuando obedece los imperativos de su género en formas que el inquisidor desea saber detalladamente. Y, página tras página, la _domus_, la “casa”, en el sentido más poderoso del término, significa el techo bajo el cual, y el territorio en el que dos géneros interactúan: la cocina, los bienes y la tierra, los hijos y la familia en un sentido extendido, incluyendo los esclavos y los huéspedes.
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+Más que la gente, la _domus_ parece ser el sujeto de la historia —la unidad social básica—. La casa, a la vez construcción y familia, vincula a hombres y mujeres a sus posesiones, las cuales determinan sus relaciones genéricas recíprocas. Cuando se exploran los interrogatorios judiciales de estos aldeanos occitanos del siglo XIII, resulta evidente que aún no tienen la obsesión de la tierra y su tenencia, cosa que será típica del campesino europeo tras la Edad Media; para ellos, la _domus_ es lo que importa, más todavía que el cónyuge o el hijo. No es la familia, en el sentido restricto del término, la que subsiste en la autarquía, sino la _domus;_ es ésta la que se reproduce en su descendencia. Aquí, en Montaillou, las mujeres de la casa se encargan del fogón, de la cocina, de la hortaliza, de la pastura de los animales y de acarrear el agua. Los hombres cuidan los campos, los bosques y las ovejas, con la ayuda ocasional de una mujer de la _domus_ o de una sirvienta contratada para ello. La vida material es creada por el hogar, el principal sujeto activo, a través de sus hombres y mujeres.[^f84]
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+En las tierras etruscas del centro de Italia, una misma palabra latina sirve para designar el sujeto central de la historia, la _domus_, y sus divinidades tutelares, los _lares_. Son dioses antiguos, cuyos órganos sexuales, ya sea el falo o la vulva, están señaladamente representados. Juntos protegen las márgenes de los campos. Se les venera tradicionalmente en las encrucijadas, aunque sus efigies se conservan sobre el fogón. Son objeto de un culto diurno, aunque surjan de las profundidades de la tierra, residencia de los muertos, para velar por el orden de la casa. Y la casa misma, el “hogar”, la fundación doméstica en torno al fogón, también se denomina _lar_. Este vocablo podría servir como un término técnico para designar aquella realidad de la cual la _domus_ es un ejemplo específico.
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+## El cuerpo y el género
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+El género modela los cuerpos como los cuerpos modelan el espacio, y a su vez son modelados por sus configuraciones. El cuerpo en acción, con sus movimientos y sus ritmos, sus gestos y sus cadencias, modela el hogar; éste es algo más que un refugio, una tienda de campaña o una casa. Vivir en algún lado significa hacer la propia casa allí, tanto trayendo hijos al mundo como plantando árboles y construyendo muros. En la cultura vernácula, habitar y vivir son coincidentes. Al manejar las herramientas que están ligadas al género de manera específica y patente, la vida vernácula teje un capullo genérico en un nicho biológico. Toda vida es morada, formación de una morada. Los vestigios de las moradas sobreviven del mismo modo que las osamentas. Los espacios inhabitados pronto se convierten en un desierto.
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+Construirse un hogar significa invadir los territorios de otra vida, la vida salvaje, a fin de crear campos, pastizales, lugares para cultivar las formas domésticas de la vida —los cereales, los asnos y las bacterias sin las cuales la mantequilla no puede cuajar—. Entre los nichos ecológicos posibles, la vivienda constituye una clase aparte, pero su carácter particular ha quedado más oscurecido que iluminado por el reciente discurso ecológico. El movimiento ecológico ciertamente engendró un sentido común nuevo, pero también alentó sutilmente el sexismo al enriquecer un lenguaje neutro o, dicho de otro modo, sexista. Los términos de la ecología, de reciente ingreso en el vocabulario de las palabras clave, deben utilizarse con prudencia.
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+El hogar no es un nido ni tampoco un garaje. El ecologista es capaz de llamar a estos tres “nichos” o “hábitats”. Para el filósofo se trata de sitios en tres tipos de espacios, cada cual creado en virtud de una especie diferente de acción. El nido (biológico), el garaje (técnico) y la habitación (histórica) engendran espacios heterogéneos. Por instinto, el animal “marca” su territorio. El nido es la modalidad espacial de la reproducción instintiva de la especie. El garaje es exactamente lo contrario, pues ha sido concebido para estacionar los vehículos, partiendo de la suposición de la escasez de espacio. El nido, por su parte, supone la porosidad del espacio y la vitalidad de la materia.
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+El apartamento moderno procede del mismo tipo de espacio para el cual se diseñan los garajes. Se construye económicamente, es decir, mediante la agregación de módulos espacio-temporales sin género, y su función consiste en responder a las necesidades imputadas a sus habitantes. Y por lo general está vinculado a sistemas de transporte. Tanto el garaje como el apartamento han sido construidos racional y económicamente con el propósito de almacenar durante la noche un recurso productivo. Ambos ofrecen seguridad para, y contra, lo que allí se guarda: sus muros están asegurados contra los ocasionales daños que los niños y las defensas de los autos pueden causar, así como niños y autos están asegurados contra los accidentes. El apartamento es un almacén que sirve para confinar a las personas, a quienes se considera frágiles y peligrosas. Es imposible para los ocupantes “hacerse su hogar” allí; el espacio está estructurado y equipado para el trabajo fantasma, únicamente. Es un domicilio a donde llegan los cables y las vías urbanas, el cartero y el policía, a fin de comunicar a aquellos que todavía se encuentran sanos espiritual y físicamente, aquellos civiles que sobreviven “en libertad” gracias al valium, a la televisión y a sus fantasías sexuales. Es el lugar reservado para el comercio carnal entre humanos sin género, el único sitio donde los dos sexos aún pueden compartir el retrete.[^f85]
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+En Montaillou, en Minot o en la aldea mexicana de hoy en día, el hogar no es un territorio delimitado por animales que se reproducen porque sus genes lo exigen, ni una vivienda especialmente destinada a compañeros sexuales, mezquinamente dispuesta en un espacio económico. Es una vivienda que está hecha _por_ la gente, no _para_ ella, es un espacio engendrado por los cuerpos de aquellos que la habitan, es el vestigio ambiental de la vida vernácula. No es un ámbito para el engendramiento ni una cómoda caja fuerte; es el reflejo de los hombres y las mujeres en su medio ambiente. Por tal razón, _estar en casa_ significa algo diferente para ambos géneros.
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+## La procreación y el género
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+Así como un tejido nace del entrelazamiento, en ángulo recto, de la urdimbre ininterrumpida y de la trama transversal, las acciones que engendran el hogar, las acciones que engendran el espacio vital, son necesariamente diferentes según los géneros. Los hombres y las mujeres se crean su hogar mediante cada uno de sus movimientos. Pero sólo la mujer crea la sucesión ininterrumpida de la vida. No importa que la cultura sea matriarcal o patriarcal, que sean las mujeres o los hombres quienes detenten el poder, vivir y habitar significan para las mujeres, y para ellas únicamente, parir cuerpos, dar la vida. En cierta cultura, los hombres construyen el refugio, levantan bardas o hacen terrazas de cultivo en las colinas; en otra, las mismas tareas las realizan las mujeres. Pero solamente las mujeres pueden dar vida a otros cuerpos. Importa poco la representación del creador que la mitología local impone —madre, padre o andrógino; poco importa el nombre que se le dará al hijo—, el de su madre, padre o tío. Este espacio particular, y el tiempo que le corresponde, que hacen del hogar algo más que un nido o garaje, _solamente_ es creado por las mujeres, porque sólo ellas procrean cuerpos.
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+Son éstas ideas que pueden parecer poéticas, oscuras o románticas, hasta que recordamos que en el espacio del departamento moderno las mujeres se encuentran doblemente _desplazadas_, y que ellas lo dicen claramente. La invasión y la usurpación del espacio normativo frustran a las mujeres en su carne de una manera que los hombres no pueden experimentar. La arquitectura unisex es necesariamente sexista. Su concepción amenaza a las mujeres en dos sentidos, en su carne y en sus ritmos: se obstaculiza su potencial contribución a la creación del hogar y se les excluye del contexto específico de su género; sufren más que los hombres por ambas razones. Para ellas, crear “su hogar” no equivale más que a cambiar los muebles de lugar. Despojadas de su propio dominio, han sido privadas de la posibilidad de traer hijos al mundo en el seno de su género, en el seno de su contexto de mujeres en su hogar.
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+Al ser transformadas en productoras económicas —remuneradas o no, en un empleo o en la casa—, a las mujeres se les priva, tanto como a los hombres, de las condiciones ambientales que les permitirían vivir en un lugar _habitándolo_, y al hacerlo, crear su hogar. En la medida que las mujeres y los hombres se vuelven más productivos económicamente, menos poseen un medio de vida. Pero esta pérdida de un hogar intragenérico, el cual ha sido remplazado por “módulos habitacionales”, priva a las mujeres de la amplitud indispensable para crear una existencia generadora de espacio. Cada cual en su soledad procrea individuos en un espacio económico neutro, en un mundo hecho de ladrillos espacio-temporales estandarizados. En este sentido, el espacio de un departamento y el de la sala de partos de un hospital son igualmente rígidos y carentes de género; el parto en el seno del género es allí imposible. Aquellas que han querido dar a luz en casa, en su apartamento, y que lo recuerdan gratamente, aunque con cierta desilusión, en comparación con la estancia en una maternidad, saben que la topología de su cuerpo no está hecha ni para parir camadas ni para la reproducción estandarizada; no está hecha para el nido ni para la línea de montaje; está hecha para crear, al parir, el espacio y el tiempo vernáculos.
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+El espacio vernáculo no sólo da forma al paisaje y a la casa, no sólo está en contacto con el pasado y aún más allá, sino que también se extiende en el cuerpo mismo, y esto de manera diferente en hombres y mujeres. De ahí resulta que la arquitectura económica, que está desprovista de género y que forma un espacio-tiempo internacional rígidamente definido, _invierte_ a las mujeres, transformando al género femenino en el segundo sexo. La “perspectiva clínica”, como la ha llamado Michel Foucault, que se desarrolló durante el siglo XIX, vacía el cuerpo del género.[^f86]
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+Hay estudios recientes que han analizado con cuidado las etapas de esta extirpación corporal del género, la cual se da a la par de una reconstitución anatómica de la mujer en cuanto ser humano singular, dotado de órganos sexuales aunque escasa capilaridad. Pero la innovación decisiva de esta “humanización” polarizada de la mujer es el nuevo sitio que se le ha asignado al alumbramiento, el cual es objeto de estudio y de reglamentación pública. Aproximadamente hasta 1780 los tratados médicos y la legislación civil consideran que éste pertenece al dominio de las mujeres. La cesación de las menstruaciones, la confirmación del embarazo, el mal parto, el aborto, el alumbramiento, la lactancia, como también el infanticidio y los cuidados del bebé, todo ello es asunto de las mujeres. No es que estas cosas sean privadas o secretas, pero están relacionadas con el género. No se llama al médico más que para los partos verdaderamente difíciles, a fin de que la mujer no se arriesgue, si hay un accidente, a ser acusada de haber matado a su bebé, aunque por lo general las autoridades no se conmueven por el deceso de un recién nacido. En la lengua como en el discurso médico y legal, traer al mundo hijos es claramente asunto de las mujeres.
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+Es sólo en la última generación del _Ancien Régime_ cuando evoluciona la percepción de las mujeres como fuente de vida. Durante este periodo, la lengua jurídica traspasa el umbral de la vulva de la misma manera que antiguamente el inquisidor había traspasado el de la _domus_. Se empieza a ver en el feto al ciudadano futuro. La ley se emplea en regir la matriz a fin de proteger la vida que contiene. El principal agresor, la amenaza contra el ciudadano o el futuro soldado, en adelante será la madre, particularmente si es pobre o no tiene marido. Hacia 1785, la policía prusiana inicia el registro de las mujeres solteras cuya regla ha cesado. Las plantas abortivas clásicas se encuentran entre los primeros fármacos cuya venta se prohíbe, o que sucesivamente los farmacéuticos sólo entregarán bajo prescripción; en los jardines públicos, la policía arranca las plantas de ruda.
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+El vientre materno es declarado territorio público. Las parteras sólo pueden ejercer su oficio tras seguir estudios formales y obtener un diploma. Tal transformación de la vecina experimentada en partera especializada, con licencia o ilegal, es uno de los acontecimientos clave del profesionalismo mutilador. Y la lengua refleja este cambio. El alumbramiento deja de ser un acontecimiento femenino que las mujeres viven entre sí. En el vocabulario de la policía médica la matriz se convierte en el órgano especializado que produce hijos. A las mujeres se les describe como matrices ambulantes.
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+A mediados del siglo XIX, los ginecólogos comienzan a colonizar el nuevo territorio del vientre materno incluso antes de iniciarse los dolores del parto. Hacia fines de siglo, ante todo se preocupan por desinfectar el canal por donde saldrá el vástago, a fin de protegerlo contra las enfermedades que la madre podría comunicar durante el parto. En el siglo XVIII, mientras más pobre fuera una mujer, más se podía sospechar que intentaría abortar; en el siglo XIX se le considera particularmente propensa a infectar al hijo. De cualquier modo, su pobreza proporciona el pretexto para aislarla de la compañía de otras mujeres y hacerla parir en un establecimiento, cosa que al mismo tiempo la pone a disposición de los futuros médicos para que se entrenen en la práctica. Y a principios del siglo XX, más precozmente en Massachusetts que en Berlín o en Milán, el parto neutro de hospital —hasta entonces considerado como una precaución contra las vilezas o las enfermedades de las mujeres— empieza a ser presentado como un beneficio para la madre misma. La intrusión del cuidado médico fuera del género opera una metamorfosis en el vientre materno, haciendo de éste una especie de garaje prenatal. Yo veo en esta vigilancia profesional intensiva del embarazo el ritual solemnizador de la victoria final del espacio-tiempo imperial sobre el espacio-tiempo vernáculo.[^f87]
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+En este ensayo quiero mostrar la oposición entre una existencia genérica y una economía sexista. Pero no intento dilucidar por qué un régimen sexista opera perseverantemente en contra de las mujeres. La razón principal de esta limitación que me impongo es que pienso que solamente una filosofía auténtica del género podría proporcionar una explicación satisfactoria —y tal filosofía aún no existe—. No obstante, si yo intentara explicar por qué la pérdida del género es más perjudicial para las mujeres, comenzaría por el análisis de los efectos distintos y diversos que el espacio-tiempo imperial y fuera de género produce en el cuerpo de los hombres y de las mujeres.
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+## La influencia del género
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+El género es vernáculo. Es tan resistente y adaptable, tan precario y vulnerable como el habla vernácula. Es obliterado, al igual que ésta, por la Instrucción, y su existencia rápidamente se olvida o incluso se niega. Son muchos quienes hoy en día no se acuerdan más del género que del habla vernácula, e incluso no serían capaces de imaginarlos. Para el bachiller, el habla vernácula de sus padres es un dialecto en comparación con la lengua materna que se le ha enseñado en la escuela. Para la joven egresada de la universidad que regresa con su diploma a la provincia mexicana, el género de su madre puede muy bien parecer como una servidumbre de la cual _ella misma_ ha escapado.
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+El profundo contraste entre el habla vernácula y la lengua materna inculcada, con frecuencia es evidente para los padres e inasequible para los hijos. Ellos perciben que estos dos medios de expresión oral pertenecen a mundos irreconciliables. Pero la diferenciación entre el género y el sexo es todavía más difícil de captar. Efectivamente, ahí encontramos dos especies de dualidades cuyas complementariedades respectivas se sitúan en planos diferentes. Una y otra son, en verdad, construcciones sociales. Yo adjunto al género como al sexo los epítetos “masculino” o “femenino”, porque ambos son construcciones sociales que implican la referencia a una distinción biológica; pero género y sexo no son dualidades del mismo orden. El género es sustantivo; el sexo, adjetivo.
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+El género es una realidad primordial. Es también una entidad social que exige un complemento; jamás está completo en sí mismo. Los géneros no se comprenden sino juntos, como el yin y el yang. Como en el símbolo yin/yang, solamente desde fuera se puede ver que lo negro y lo blanco forman un todo. No sucede lo mismo con el sexo en el neutro económico. Aquí el sexo es un atributo secundario, la propiedad de un individuo, una característica del ser humano. El rol de los sexos es algo que se adjunta a la existencia de lo humano. Ciertamente, el individuo no alcanza a percibir su sexo como un rol más, como una vestimenta entre otras, una prenda de trabajo o de gala. Este rol no se puede cambiar a voluntad: las mujeres, hundidas en el suyo, bien lo saben. Pero se quiera o no, tener un rol sexual —ya sea aceptado o padecido— es otra cosa enteramente que pertenecer a un género. Decir que se es hombre o mujer es totalmente diferente de decir que se es del sexo masculino o femenino. A diferencia del género, que significa que se es un círculo o bien un cuadrado, el sexo es un rol básico sobre el cual se pueden edificar otros roles. En el ámbito vernáculo se nace o se crece en el seno del género; pero el rol del sexo se adquiere. Podemos reprocharle a nuestros padres o a la sociedad el habernos “asignado” un rol sexual, pero no podemos culpar a nadie por el hecho de que poseamos un habla vernácula o un género vernáculo.
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+## El género y el universo conceptual
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+Por doquier muchachos y muchachas asumen precozmente sus respectivos géneros. Al llegar el destete, ya poseen maneras típicamente diferentes. En el Mashrik, corazón del Islam entre Egipto y Persia, donde no se desteta a los infantes antes de la edad de dos años —y los niños después que las niñas—, existen docenas de dichos relacionados con las formas distintas de mimar a un género o al otro. En ciertas lenguas, donde los hombres y las mujeres emplean un término diferente para designar al mismo tío, esa palabra propia de su género es frecuentemente una de las primeras que aprenden y pronuncian. Y los deberes propios de cada género son inculcados desde la más tierna edad. Entre los bembas, a los nueve años una niña sabe reconocer 40 variedades de hongos, mientras que un niño distingue los cantos de las aves.[^f88] Vemos aquí que la división cognitiva más fundamental en la evolución de los conceptos es la del género. Sin embargo, desde hace tres generaciones la epistemología psicológica se desentiende del tema. La identificación y la oposición del género forman parte del desarrollo empírico inicial, que todavía no es verbal. Piaget ha creado para estas primeras distinciones el calificativo “infralógicas”, a fin de significar que no sólo son prelógicas. Pero al parecer la más profunda, la del género, lo evade.
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+El recién nacido no puede llegar a formar un concepto más que captando físicamente lo que está “ahí”. No es capaz de discernir sino extendiendo los brazos, tocando, asiendo, abrazando. No se trata de movimientos “espontáneos”, de simples reflejos biológicos en los que no interviene la cultura. Los ojos de la madre, que miran de modo diferente al niño y a la niña, imprimen desde entonces un ritmo diferente en los ojos del bebé. Así, el bebé adquiere su primer contacto, su aprehensión inicial del mundo, mediante su cuerpo y bajo el dictado del género, de conformidad con su sexo biológico. Allí donde el género impera, crecer no significa jamás convertirse en un “humano”, solamente un neutro lógico, en un _niño_ de género no especificado.
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+Cuando desde la cuna hombres y mujeres captan el mundo según dos maneras complementarias, desarrollan dos modelos distintos de conceptualización del universo. Un estilo de percepción ligado con un género que corresponde a un dominio de herramientas y de tareas propias de este género. Los dos géneros no sólo ven las mismas realidades con una perspectiva y con matices diferentes, sino que aprenden precozmente que toda cosa tiene su envés.
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+Los vocablos clave fuera de género del discurso contemporáneo nos obligan a describir la bilateralidad ambigua de la realidad vernácula como una guerra de sexos inaugurada por Adán y Eva. Hoy en día la reacción ante la alteridad ya no es el miedo sino la comparación envidiosa. Los rituales que orquestan la danza de la vida, marcando los cuerpos, entremezclando los géneros y luego separándolos, nos los presentan como una educación sexual primitiva. La extraña aberración que nos impulsa a imaginar a “la madre” que habla de Yocasta acarrea un mito _monstruoso_, una visión tan anormal como la de atribuir a un muchacho las pasiones de Edipo. El sexo y el género no pueden cohabitar en el mismo universo conceptual. La intención de conjugarlos necesariamente conduce al sexismo científico de la antropología.
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+En este ámbito, casi siempre la perspectiva corresponde al observador _masculino_, y por lo tanto es más que extensamente sexista —cosa que hoy se sabe muy bien—. La aplastante mayoría de los etnógrafos son hombres. Las raras mujeres que trabajan en esta disciplina son discípulas o rivales de sus colegas masculinos. Para un investigador es tentador interrogar de preferencia a los _hombres_, quienes, por lo demás, con mayor frecuencia que las mujeres, saben una lengua vehicular —el hausa que se habla en el mercado, el árabe de la escuela coránica, el francés si han servido en el ejército—, lo cual reduce las dificultades de la comunicación verbal. Además, resulta decepcionante interrogar a las mujeres, porque, como observa Edwin Ardener: “Las jóvenes ríen, las viejas gruñen, encuentran las preguntas ridículas, rehúsan hablar con un extraño”. Por añadidura, los hombres impiden llegar a ellas, con el pretexto de que las mujeres son peligrosas, están impuras, o hay que protegerlas. En consecuencia, es a los hombres a quienes los etnógrafos hacen las preguntas que confirman sus propios modelos, y sus interlocutores, aunque modifican o adornan tales axiomas, o equivocan su sentido o acomodan sus respuestas para que cuadren con el tema. Puesto que las preguntas se hacen en un idioma que no toma en cuenta el género, evidentemente resulta que el género no aparece en las respuestas.
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+Desde hace poco tiempo, las investigadoras han proporcionado una descripción “complementaria”, un espejo feminosexista, en el cual ellas leen una suerte de imagen invertida de la visión masculina a que ha sido reducida la realidad genérica por la “ciencia”. Su investigación se halla centrada sobre todo en el contraste entre la óptica femenina y la óptica masculina, en la manera en que las mujeres manejan el símbolo y el poder. Pero como estos nuevos estudios abordan principalmente la dominación y la sujeción en las sociedades no europeas, también están ubicados en una perspectiva sin género. En último análisis, la dominación y la sujeción no son más que asuntos de poder, ya sea que resida aquí o allá; implican la competencia por valores o posiciones que desconocen el género. Desde el momento que se postula la escasez de estos valores, y su igual conveniencia para hombres y mujeres, la lucha por tales valores es inevitablemente estudiada desde una perspectiva “sexista”, aun cuando sea bajo la forma inversa del “feminosexismo”.
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+Edwin Ardener es uno de los raros antropólogos que han tratado de separar el estudio de la dominación masculina del análisis de universos conceptuales asimétricos donde la complementariedad es ambigua —sin negar por eso la importancia de tal asimetría—.[^f89] En su investigación de las mujeres bakweri, da constancia que son ellas las que definen las fronteras de su mundo, de modo y manera que viven como mujeres —aunque solamente hasta cierto punto— dentro de aquello que para los hombres es lo “salvaje” y para los antropólogos un laberinto aparentemente impenetrable. “Para ellas, la sociedad no esta forzosamente separada de la naturaleza; ellas no proporcionan necesariamente un modelo unitario de la sociedad, que las contenga a la vez a ellas mismas y a los hombres. Pueden concebir perfectamente un modelo en el que las mujeres y la naturaleza son exteriores respecto a los hombres y a la sociedad.”
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+Por desgracia, Ardener emplea términos tales como “sociedad”, “salvaje”, “naturaleza” sin insistir en el hecho de que para él son metáforas.[^f90] Sus críticos por lo tanto se han esforzado en mostrar que estos términos están impregnados de ideología, con base en la forma en que fueron usados por los pensadores de la Ilustración. No son capaces de captar el argumento de Ardener —a saber, que no poseemos términos aptos par expresar, en prosa, la simetría de las percepciones en el seno del género—.
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+En última instancia, el prejuicio sexista de tantos antropólogos resulta de algo mucho más fundamental que la intervención de informadores masculinos, el enfoque elegido por las investigadoras o los malentendidos. Los prejuicios contra el género están inscritos en la antropología porque ésta pretende ser una ciencia. Su lógica científica hace de ella una herramienta analítica para estudiar a los hombres y a las mujeres en calidad de _anthropoi_, para reducir el género al sexo y para hacer de una complementariedad que solamente son capaces de describir los poetas de una cultura, un sistema de dos contrarios homogéneos. Cosa que plantea una cuestión más fundamental: si la antropología no es capaz de captar el género como sujeto, ¿cómo puede explorar el dominio vernáculo?[^f91]
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+## El género y el habla
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+La manera distinta mediante la cual cada género aprehende la realidad encuentra su expresión en el lenguaje. El niño y la niña a los cinco años no emiten los mismos sonidos, aunque sus órganos vocales son similares anatómicamente. Al pasar del balbuceo al habla, adoptan la forma y el estilo conveniente para su género, y esto incluso durante sus juegos.[^f93]
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+Al igual que lo que pasa con el “trabajo de las mujeres”, el “lenguaje de las mujeres” también ha atraído el interés académico en tres olas sucesivas.[^f94] La curiosidad al respecto nace a fines del siglo XIX, época en que cualquier posible prueba de la alteridad constitucional de las mujeres resultaba para muchos atrayente. Por entonces el lenguaje femenino era uno de aquellos descubrimientos que habían surgido de la iniciativa clínica que había definido a _priori_ una realidad y una existencia humanas totalmente nuevas, desde el punto de vista anatómico, psicológico y de comportamiento. Esta definición ubicaba a las mujeres, en cuanto segundo sexo, en una sociedad de neutros, una sociedad estandarizada de acuerdo con una norma común. Todo aquello que pudiera probar que las mujeres se apartaban de esa norma era agua para el molino de los profesionales que con ello obtenían ganancias: ginecólogos, clérigos, profesores de economía doméstica y trabajadores sociales que se obligaban a definir “necesidades” para las que sólo ellos podían formular un diagnóstico y prescribir una terapia normativa.
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+Pero el interés del siglo XIX en el habla femenina fue efímero.[^f95] A pesar de que cada vez más lingüistas competentes han explorado toda suerte de variantes de la lengua —según la edad, el estatus, el grado de instrucción o el coeficiente intelectual—, las distinciones lingüísticas entre el habla de las mujeres y el habla de los hombres han sido relativamente despreciadas. Los estudios de la segunda ola de interés que registraron correctamente las singularidades del comportamiento lingüístico de las mujeres tendían por lo general a describirlo como un “dialecto” particular de las mujeres, algo subalterno en comparación con una entidad superior que sería la lengua “real”. Durante los años setenta, las mujeres mismas exploraron este ámbito. Pudieron hallar en cada dimensión y área del habla moderna incontables pruebas de la dominación masculina.[^f96]
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+Sin importar el idioma —francés, alemán o inglés—, las estadísticas muestran que los hombres hablan más alto y con mayor frecuencia que las mujeres, son más propensos a interrumpir, a imponer el tema de la conversación y a callar a los demás hablando más fuerte. En cuanto a las mujeres, éstas tienden a sonreír con complacencia, a abstenerse de hablar, a tartamudear, si bien para disimular su inseguridad también son capaces de imitar y superar a los hombres. En ese caso adoptan su vocabulario y sintaxis, sus estrategias y argumentos. Pero mientras más unisex son las palabras y los temas, resulta más patente que tanto las expresiones estridentes como el mutismo soñador colocan a las mujeres en el segundo sexo lingüístico. La educación mixta y la fábrica, la mesa de conferencias y el cóctel han hecho sexista el habla, así como el mercado laboral lo ha hecho con el trabajo.[^f97]
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+Todavía hoy en día, en muchos sitios del mundo, los hombres y las mujeres no solamente hablan de cosas diferentes, sino que el lenguaje mismo se los impone. Por ejemplo, fuera de la oficina, la fábrica o la arena política, las mujeres japonesas rara vez tocan —mucho menos que las euro peas— los temas que interesan a los hombres. Sin embargo, cuando lo hacen, sus expresiones difieren de las de los hombres. Y la diferencia es tanta que sería inútil buscar frases equivalentes en el habla masculina y femenina. Cinco minutos de conversación tocante a un jardín o a una fiesta se reducen, en un intercambio verbal entre hombres, a tres vocablos que como respuesta tienen un gruñido inarticulado.[^f98]
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+El estudio regional del lenguaje específico de un género aporta una visión parcial del ámbito multidimensional del género. Una encuesta que recientemente se llevo a cabo en una aldea española mostró que los hombres hablan sobre el trabajo en el campo, sobre el ganado, el comercio y el oficio, mientras que las conversaciones de las mujeres giran en torno a observaciones sobre las personas y sus motivos, sobre la existencia y las necesidades del hogar. Pero los temas mismos, como las herramientas que se utilizan, no son suficientes para revelar de qué manera se percibe el mundo. Las diferencias fonológicas, la entonación, la sintaxis, el vocabulario, las referencias nominales y pronominales, distinguen al habla masculina del habla femenina.[^f99] No es posible conjeturar lo que estas diferencias podrían revelar acerca de la complementariedad simbólica, si se las admitiera más como constituyentes del lenguaje que como rasgos marginales. En una lengua vernácula de Madagascar, se considera prestigioso el lenguaje de los hombres precisamente porque es indirecto y esquiva la confrontación.[^f100] El orador hábil ha de recurrir a un estilo alusivo convenido. Aquello que a un blanco neoyorquino le podría parecer vacilante y vago, para el hombre de raza merina queda muy claro. En esta sociedad, el comercio es asunto de las mujeres. Ellas discuten agresivamente los precios, gritan tras los niños, ponen a todos en su sitio, divulgan a voz en cuello las conductas reprobables. Las mujeres se hacen respetar porque son capaces de expresar sin reservas lo que sienten. El lenguaje femenino y el lenguaje masculino revelan la complejidad de la dominación relativa del género, incluso mejor que la utilización de las herramientas.[^f101]
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+Son de lo más frágil y vulnerables los rasgos masculinos y femeninos del lenguaje, aun cuando éste se encuentre en pleno vigor. En el pasado, se los ha visto desaparecer, particularmente cuando un habla se convierte en el instrumento de un imperio, en una lengua del comercio o de la administración. Son estos rasgos masculinos y femeninos los que primero peligran cuando una lengua se estandariza; lo que de ellos queda se reduce a un simple género gramatical vaciado de sus antiguas dualidades, y cuya utilidad primordial consiste en permitir la expresión discriminatoria. Cuando el habla vernácula desaparece por absorción en una lengua materna inculcada, su dualidad lingüística se reduce solamente a diferentes esquemas, entonaciones y temas de conversación, y a la dominación masculina del género gramatical. Esto se puede comprobar dondequiera que el proceso haya sido estudiado, dondequiera que el género vernáculo haya sido abolido por la relación monetaria, y el habla vernácula por la alfabetización, la escolarización y la televisión. En el suroeste de Luisiana, la lengua indígena _koasati_ que se hablaba en el pasado poseía sutiles y claras diferencias en el habla masculina y en el habla femenina.[^f102] Pero tras la segunda Guerra Mundial, sólo los ancianos recordaban aquellas distinciones, aquella facilidad, lentitud y dulzura propia del habla femenina. Hoy en día éstas emplean las formas masculinas. Las femeninas solamente sobreviven en calidad de curiosidades, cuando se recuerdan las expresiones de las mujeres del pasado. Así, la transición al predominio masculino —al igual que en el nuevo “medio de comunicación” unisex que tan perfectamente se adapta al estilo de vida industrial— se observa en el lenguaje, sin importar el número de “géneros” gramaticales que éste pueda poseer.
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+# El género a través del tiempo
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+COMO el lenguaje, la cultura evoluciona. ¿No implica ésta por sí misma una evolución _sui generis_? Si el término “cultura” tiene un significado que todos los antropólogos admiten, es éste: forma de comportamiento que no está inscrita en el programa genético, que no está totalmente sometida al instinto. La cultura traduce un nivel de la vida que no puede explicarse en términos biológicos. El bagaje genético y la herencia cultural evolucionan según leyes opuestas. La selección natural opera a base de una variación no orientada que conduce a una divergencia genética; la evolución cultural transmite a la sucesiva generación rasgos modelados por la generación actual. La evolución biológica extiende nuevas ramas que no pueden fecundarse entre sí, que una vez que se solidifican jamás podrán reunirse. La evolución cultural responde a la forma opuesta, la anastomosis:[^f103] como los de un río, sus brazos se dividen, se extienden serpenteando y vuelven a unirse. La evolución biológica queda grabada; la cultura implica el recuerdo de las cosas pasadas que no sobreviven más que en el mito y en la historia.
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+En el Museo Nacional de México se puede ver una bella ilustración de este sistema fluvial: la presentación de una serie de _malacates_[^t01]. Éstos son pequeños discos de cerámica con una perforación en el centro donde se inserta el huso para hilar, y que sirven de contrapeso. Cada año los arados mexicanos exhuman miles de ellos, de todas las épocas, incluso de las más lejanas. Un arqueólogo del museo los ha dispuesto como un sistema reticular de afluentes: comenzando por las formas muy antiguas, arcaicas y diversas, los malacates se adaptan, intercambian ciertos rasgos, se vuelven más elaborados, práctica y artísticamente. Se puede ver que en tal región, el malacate permanece sin cambiar durante siglos y luego, bruscamente, se hace mestizo, incorporando un detalle característico de un valle distante. Me encanta contemplar esta red y preguntarme si fue hombre o mujer quien introdujo aquel nuevo detalle.[^f104]
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+En algunos casos, la modificación pudo haber sido el fruto del azar: el malacate se mella accidentalmente, y alguien se da cuenta de que la muesca lo hace más práctico. Pero es más probable que esta mejora haya venido de afuera: que un forastero al pasar por allí haya dejado su malacate, o que un esclavo capturado trajera consigo un modelo diferente. Ese malacate con la extraña muesca fue examinado, probado y adoptado. Pero el peso del huso cambia. La mano que lo hacía girar aprende un nuevo movimiento y la otra mano responde con una nueva torsión del hilo. Un nuevo movimiento de una mano produce nueva respuesta de la otra mano. Puesto que en las culturas los utensilios corresponden forzosamente a un género únicamente, aquello que se denomina “cambio cultural” jamás sobreviene, inicialmente, sino en el dominio de _un_ género; seguidamente tiene lugar una reacción correspondiente en el otro género. En la evolución cultural, como en una danza, siempre hay uno que manda y otro que sigue, a veces con un gesto, a veces con un paso.
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+Hace miles de años, en la vertiente meridional de la Sierra Madre se comenzó a cultivar una nueva forma de maíz cuyos primeros granos debieron haber llegado de muy lejos. Este nuevo maíz era azul, y mucho más productivo que la antigua variedad. Tenía que ser plantado a mayor profundidad, así que la coa cambio de manos, pasando de las de la mujer a las del hombre. Pero el nuevo maíz, que un nuevo dios protegía, requería un nuevo metate también, uno mayor, para que las mujeres pudieran molerlo. Si la antropología cultural se ubicara a sí misma en la perspectiva del género, sólo con base en los datos ya recopilados sería capaz de decirnos mucho sobre la evolución técnica y cultural.
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+## El género y la transgresión
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+En periodos largos, la línea divisoria de los géneros puede cambiar de ruta. Y también, en ciertas condiciones, puede —incluso debe— ser transgredida. Es esto lo que distingue a las usurpaciones que un género inflige en el otro, de las desviaciones de los animales relacionadas con su comportamiento sexual. Pero he de decir que hay algo más importante que la diferencia entre el sexo animal y el género social: es la diferencia entre las usurpaciones mutuas de los géneros y la desaparición de su línea divisoria. Esta desaparición del género, la característica antropológica _por excelencia_ de las culturas industriales, tiene que ser cuidadosamente diferenciada de la transgresión del género.
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+La violación de la frontera entre los géneros aparece claramente cuando en el curso del tiempo una herramienta cambia de manos. Pero solamente podemos especular sobre los numerosos factores que han podido intervenir para modificar el entorno del género. Es probable que el cambio con frecuencia sea el resultado de un descubrimiento tecnológico: un utensilio o un elemento que, hasta ese momento, era extranjero pero no tabú, accede al dominio de un género. Así sucedió con el burro, que los antiguos mexicanos desconocían, y que fue introducido por los españoles. No podía ser exclusivo de los hombres, ni de las mujeres, y no era tabú —nada prohibía que ambos géneros lo tocaran—. Pero pronto, en las montañas de guerrero, entre los indios este animal pasó a manos de los hombres exclusivamente y así fue descubierto culturalmente. El descubrimiento cultural, o como frecuentemente se le llama, la evolución tecnológica, siempre ha sido un proceso de domesticación vinculado con un género. Inevitablemente, el empleo del asno hizo más que enriquecer el equipo del hombre: amplió la provincia territorial de un género, introduciendo una asimetría nueva entre el dominio de los hombres y el de las mujeres, y con toda seguridad aligeró el trabajo de éstas, al tiempo que redujo su estatus público.
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+Para los antiguos mexicanos, el burro fue algo totalmente sorprendente, pero no tabú. Yo prefiero reservar este término “tabú” para una prohibición que afecta a _ambos géneros_, aunque de manera muy diferente, prohibición que mediante su “¡No!” absoluto, mantiene a los géneros en el seno de su _gens_. Por haber comido el fruto del único árbol prohibido, Adán y Eva son expulsados del jardín del Edén junto con toda su descendencia. La violación de un tabú acarrea terribles consecuencias para toda la comunidad; exige un sacrificio extraordinario, un redentor. Pero traspasar la línea de separación de los géneros no es tabú, es algo que denominaré _pané_. El género les dicta a los hombres guayaki: “No tocarás ninguna canasta; _ésa_ pertenece al dominio de la mujer”. Lo que para el género femenino es adecuado, para él es _pané_.
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+Tanto el _tabú_ como el _pané_ son prohibiciones, pero las cosas que respectivamente prohíben se encuentran en espacios diferentes. El tabú es una amenaza desde fuera contra el dúo genérico, donde hombres y mujeres de la _gens_ dicen “nosotros”. _Pané_ implica la otra cara de la luna, la otra mitad del mundo, aquella parte de la realidad que sólo conozco a través de su reflejo en la apariencia, la palabra, la acción del género opuesto.
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+Desde siempre y por doquier, la barrera entre los géneros se ha traspasado, aunque no haya cambiado ni de tamaño ni de lugar. Los motivos más comunes son los desastres, las calamidades. En la Edad Media, el pesado arado del que tiraba un caballo herrado y guarnecido era casi un símbolo del género masculino. Las mujeres jamás se hubieran atrevido a acercarse a la herramienta o al animal. Pero a finales del siglo XIV, en un periodo de 15 años diversas miniaturas provenientes del norte de Francia muestran a mujeres tras el arado. Sucedía que la peste había diezmado a la población, mientras que la guerra segaba a los hombres que habían sobrevivido. Por lo tanto, las mujeres tenían que labrar la tierra en espera de que sus hijos varones llegaran a la edad de relevarlas.[^f105]
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+Las calamidades públicas y también las desgracias personales pueden conducir a un campesino a despreciar las conveniencias y hacer el trabajo de una mujer. Hasta hace poco tiempo, en el norte de Suecia los hombres no podían entrar en los establos. En ese lugar cálido, las muchachas vivían y dormían junto al ganado y, durante el largo invierno, ellas y las amigas que las venían a visitar tenían la seguridad de que estarían a salvo entre mujeres. Pero el viudo que no tenía hija ordeñaba él mismo su vaca al abrigo de los muros del establo, cosa que jamás habría hecho afuera, a la vista de todo el mundo. Si amenaza con caer una tormenta mientras las mujeres cosechan el heno en un prado alpino, el granjero y sus hijos acuden a ayudarlas —pero jamás le pedirían a un obrero agrícola realizar esa tarea—. Aparentemente, tener rango superior en una comunidad implica mayor libertad para traspasar las conveniencias. Pero estas excepciones no hacen más que confirmar la regla general; fueron dignas de atención y mención porque se las consideró notables, y hoy constituyen una fuente para el estudio del género.
+
+Paradójicamente, el travestismo también confirma la separación de los géneros, y por eso mismo sirve para informar al historiador. Las violaciones espontáneas de esta frontera rara vez son obra de grupos, y siempre se ven con terror. En Alemania, durante las guerras campesinas, nada aterrorizaba tanto a los nobles como la furia de las mujeres que habían tomado las armas. En ciertos casos, hombres disfrazados de mujeres pusieron al enemigo en fuga antes de que empezara el combate.[^f106]
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+Pero el travestismo también puede ritualizarse, convertirse en un acontecimiento público periódico. Durante las fiestas del carnaval, desde Sicilia a Escandinavia, era obligado que las mujeres hicieran de hombres, los hombres hicieran de mujeres, y los hombres también de mujeres que hicieran de hombres. Hay quienes han sugerido que las mascaradas a veces eran empleadas para suscitar agitaciones políticas. Especialmente en el siglo XVIII, tales inversiones tradicionales de los géneros dieron ocasión para burlarse del “progreso de la civilización” que a la población le disgustaba, para oponer resistencia al maestro escolar o al clérigo. La sátira y la comedia utilizaron con gran libertad estas violaciones de la frontera entre los géneros. Estudios recientes que se han consagrado a la cultura de las diversiones, fiestas, mascaradas y tumultos ponen al descubierto precisamente la utilización política del travestismo a fin de proteger la economía moral, la existencia intragenérica de las muchedumbres.[^f107] Estas inversiones también servían para satirizar y por lo tanto para refrenar la dominación relativa de un género. Ridiculizaban a los hombres al poner a las mujeres ocasionalmente en la cima, de manera pública y divertida. Al contrario, en un pueblo mexicano actual donde sigue vigente el temor a los brujos, la danza de hombres disfrazados de viejas que persiguen a jovencitos disfrazados de coyotes da inicio a la celebración anual de una jornada de diversiones que alivia la angustia latente.[^f108]
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+Pero el travestismo posee una función todavía más profunda. En casi todas las culturas, ciertos sacerdotes deben vestirse de mujeres, ciertos actos mágicos se relacionan con ritos sodomitas, la persona condenada lleva vestidos del sexo opuesto, el héroe cultural debe desafiar la división de los géneros. Se trata de otras tantas maneras de subrayar esta separación: su perspectiva pública inversa la hace todavía más evidente. De manera mágica, el travestismo sorprende a los demonios guardianes, manteniéndolos a distancia al mismo tiempo que los satisface. Refleja la inserción del género en lo más profundo de la experiencia mística.
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+## La exaltación de lo heterosexual
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+La sexología moderna nubla la óptica del historiador respecto al travestismo tradicional. Sus categorías interesan al sexo, y no al género.[^f109] Esto se ve bien en el vocabulario que se usa para describir a los homosexuales. Solo un número limitado de sociedades posee términos para clasificar a sus miembros según el género que les atrae _eróticamente_. En este sentido, el tipo de clasificación vigente en las sociedades europeas modernas es único. El hecho de que el amor entre hombres o entre mujeres haya sido más o menos frecuente en ciertos lugares y ciertas épocas no autoriza al historiador a concluir que todas las sociedades han considerado al “homosexual” un ser singular. Antes del renacimiento europeo, una persona no se definía a sí misma ni como homosexual ni como autor —podía preferir más a los muchachos que a las chicas, o podía ser hábil para escribir versos—. Podía entregarse a la pederastia de la misma manera que a la ira asesina. Sus contemporáneos le llamaban pederasta o asesino, pero estos términos no poseían el contenido _diagnóstico_ que los términos modernos revisten. El que un hombre amara a los hombres no lo volvía intrínsecamente “otro”. Se reconocían las prácticas homosexuales y cada cultura tenía su manera de considerarlas —diversión juvenil, inversión ritual, vicio risible o merecedor de atroz castigo—. Pero en el reino del género el homosexual no podía concebirse como una entidad singular. El desviado europeo moderno es tan singular como la pareja conyugal heterosexual.
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+Dos importantes estudios recientes han examinado la historia de la homosexualidad como una propensión que se percibe socialmente distinta del comportamiento sexual mismo. D. S. Baily ha mostrado que la tradición cristiana preescolástica no veía en la homosexualidad una desviación sexual “característica” de ciertas personas. Legisladores, teólogos o moralistas condenaban las prácticas amorosas entre gente del mismo sexo y, siguiendo al apóstol san Pablo, abominaban de los grupos que hacían ostentación de tales prácticas. Con base en el estudio crítico de gran cantidad de documentos, John Boswell nos permite seguir las etapas que condujeron a ver a los homosexuales como un grupo dotado de una naturaleza desviada.[^f110] Es obvio que no podía haber allí tal “desviación” si al mismo tiempo no hubiera surgido la norma heterosexual —base de la consagración de la producción conyugal—. Pero todavía no se ha escrito la historia paralela del “heterosexual”. Por lo tanto, hay que utilizar al “homosexual” como un espejo donde se puede ver la conquista del Occidente por el régimen heterosexual.
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+Aquí no puedo hacer más que evocar la relación compleja entre la Iglesia y la transformación del género en sexo. Tomemos el primer ejemplo de la historia de Montaillou, donde el inquisidor interroga al subdiácono Arnaud, a quien se acusa de sodomía. Sus respectivos criterios divergen radicalmente. Arnaud considera sus actos desde la perspectiva del género, mientras que el inquisidor los enfoca con la óptica naciente del sexo _contra natura_.[^f111] Lo que desconcierta totalmente al religioso es que el superior quiera tratarlo como hereje porque es sodomita. Expresa con toda buena fe: “Yo creía … con la sencillez de mi corazón, que la sodomía y la simple fornicación ciertamente eran pecados mortales, pero mucho menos graves que el desfloramiento de vírgenes, que el adulterio y el incesto”. El tal Arnaud era de familia noble y urbana. Poseía cierto refinamiento y una cultura asaz “lite raria”. En esa época en que era extremadamente raro poseer un libro, podía prestar libros a sus amigos. Entre sus tomos, no había únicamente biblias y calendarios, sino también clásicos; poseía un Ovidio, autor que transmite explícitamente lo que la Antigüedad sabía sobre la teoría y la práctica del arte de amar. Y aunque no había sido jamás ordenado sacerdote, Arnaud realizaba sus funciones clericales con evidente devoción. La perplejidad que sus respuestas muestran refleja todavía el punto de vista intragenérico. No alcanza a entender que el inquisidor (el futuro papa Benedicto XII) pueda interpretar su sodomía como una desviación. Para él aquélla significaba una manera entre otras de aplacar la concupiscencia.
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+La historia del vocablo “ _bougre”_ con que por entonces se designaba en Francia al sodomita puede ilustrar este conflicto. Originalmente había sido un término eclesiástico. Designaba a los búlgaros que se habían convertido al cristianismo en el siglo IX, entrando en la comunidad católica de Constantinopla, entonces separada del papado. Posteriormente, la designación pasó de estos cristianos “separados” a los bogumiles, secta gnóstica que se extendió desde Tracia a Bulgaria y de allí hasta los Balcanes, dejando sus huellas en forma de grandes y sobrias tumbas de piedra. Si se había acuñado para designar a cristianos, incluso cismáticos, ahora la palabra se refería a un grupo extranjero y no cristiano. Tres siglos después se desplazaba nuevamente y servía para calificar a esos primos de los bogumiles que eran los “albigenses” o los “cátaros”. Estos languedocianos, nacidos en el corazón de la cristiandad, habitaban la vertiente septentrional de los Pirineos, el baluarte de Europa contra el Islam. Hogar tras hogar fueron seducidos por el espíritu del gnosticismo; las creencias, los ritos y las costumbres de los cátaros eran calificados indiferentemente de “herejías” o _bougreries_.
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+Precisamente por entonces la Iglesia tenía amplios motivos para temer la expansión de un adversario espiritual. A unos cuantos siglos se remontaban la doctrina, el clero, la organización y el método necesarios para cuidar _pastoralmente_ de los hogares constituidos por almas individuales. Las iglesias habían pasado de ser lugares de culto público y de enseñanza religiosa, a agencias para cuidar personalmente de las almas —transformación que se había iniciado con Carlomagno—. Tal solicitud pastoral implicaba, ante todo, el fomento y la regulación de los hogares _conyugales_. [^f112] Se olvida que sólo fue en la alta Edad Media cuando el matrimonio lentamente se convirtió en un sacramento —es decir, un asunto sujeto a la autoridad de la Iglesia—. De ahí resultaron innumerables conflictos entre los antiguos modelos vernáculos del género y los nuevos modelos católicos. La solicitud pastoral de la Iglesia debilitó el dominio del género local que había sobrevivido autolimitándose, y suscitó simultáneamente una átmósfera de resistencia a la administración eclesiástica de un _género_ católico. Era propicio el momento para la propagación de una “herejía” que pudiera ofrecer a los aldeanos una fe “católica” donde no intervenía una autoridad y una vigilancia superiores que imponían un género de su cosecha.
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+La cruzada en el siglo XIV contra los herejes de Languedoc se dirigió a la red de caseríos de la región de Albi que habían abrazado creencias heterodoxas que eran atrayentes porque estaban regidas _localmente_. Estos hogares cátaros eran considerados cánceres que proliferaban en el cuerpo de la Iglesia. La inquisición acudía al terreno para interrogar a la gente una por una, investigando si el veneno se había difundido por el conducto de una _domus_ emparentada. Hasta entonces, los miembros de los hogares habían sido quienes iban a la iglesia; ahora, mediante un movimiento inverso, ésta traspasaba el umbral de las casas. El inquisidor diagnostica la desviación y se encarga de su tratamiento. Sabueso religioso, el teólogo husmea al _bougre_, todo aquel que huele a herejía. En tal contexto, el término _bougre_ se emplea de manera doblemente novedosa: imputa un comportamiento criminal a una natualeza pervertida, y ya no solamente el gozo que experimenta una naturaleza pecaminosa que transgrede la ley divina.
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+Para salvaguardar el sentimiento religioso, la Iglesia remplazó la normalización católica del comportamiento cotidiano; a su misión de hombres consagrados al servicio litúrgico, los clérigos sustituyeron la de pastores y confesores de fieles constituidos por los dos _sexos_ —a partir de entonces, la _bougrerie_ sexual se convertía en herejía teológica—. Para el pastor, ahora representado por la imagen de un gallo célibe sobre el campanario, velando sobre un rebaño compuesto por dos sexos, el _bougre_ se había convertido en el enemigo irredimible, aquel que se debía condenar a la hoguera.
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+El _plebanus_ que cuida desde lo alto del campanario al rebaño que se le ha confiado, es el prototipo del profesional de los servicios. Tiene a su cargo las almas, posee el instrumento que le permite leer las conciencias. Se le ha formado para que considere toda alma igualmente digna y dotada de una conciencia que es necesario explorar y formar.
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+El obispo inquisidor de Aviñón habla en nombre de la Iglesia, de una nueva Iglesia en pleno auge que sucesivamente, cuando llegue a secularizarse y dividirse, habrá de asumir su forma contemporánea de estructura profesional. Este prelado pertenece a la Iglesia que ha transformado el ritual de la penitencia en un acto de confesión anual, a la Iglesia que desde hace un siglo apenas —a partir del Concilio de Letran de 1215— ha impuesto a todos los creyentes decir sus pecados a su párroco una vez al año. A esta nueva regla correspondía una fórmula original que refleja una nueva perspectiva, la perspectiva homogeneizadora del sexo: _Omnes utriusque sexus fideles_ —todos los fieles, hombres y mujeres, en adelante deberán comparecer ante su pastor una vez al año para acusarse—. A fin de que éste estuviera preparado para oír su confesión, en el siglo precedente se habían redactado manuales especiales —aparentemente Arnaud no los conocía—. Éstos indicaban a los confesores cuáles son las preguntas que deben hacer a los fieles para ayudarlos a discernir las transgresiones que en lo sucesivo se calificarán de pecaminosas. Ahora las mujeres tendrán que obedecer con toda franqueza como mujeres y los hombres como hombres. Y los nuevos manuales cada vez con mayor precisión definían lo que esto significa para los humanos en general, sin consideración para la línea de separación específica de los géneros en cada lugar, y ocasionalmente contradiciéndola. La ley eclesiástica no era, en sí, sexista, porque reservaba el poder, los privilegios y la ordenación para los hombres —en esto no hacía más que reflejar sus orígenes—. Pero _inauguraba_ el sexismo rigiendo las conciencias de almas que eran todas igualmente inmortales y capaces de cometer el mismo pecado con cuerpos diferentes. Al afirmar que en términos del pecado eran iguales las transgresiones de la misma ley por hombres y mujeres, sentaba las bases de los códigos sexistas.[^f113]
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+La confesión obligatoria de los pecados en la intimidad del confesionario es algo radicalmente nuevo, es el primer paso, sin duda el más importante, hacia la educación universal. Es casi lo contrario de la penitencia pública, largo y penoso ritual, que tenía lugar frecuentemente ante el portal de la Iglesia, y al cual se sometían irlandeses y escoceses en la época de su conversión, a principios de la Edad Media. Ese antiguo orden penitencial era asunto de los hombres. Expresaba la sumisión pública y voluntaria de los recién conversos a las leyes nuevas de los misioneros. Ranulf había matado al asesino de su padrastro. Había actuado como le correspondía a un hijo; según las antiguas leyes de su clan; no tomar venganza habría sido imperdonable. Pero según la nueva ley de Jesucristo, debió haber perdonado al asesino. Haciendo penitencia por haber recaído en el paganismo, Ranulf permaneció de pie ante la Iglesia durante 17 años, bajo la canícula del verano y los hielos del invierno. Pero el nuevo orden confesional traslada la penitencia del espacio exterior al espacio interior; obliga a toda “alma” a crear este espacio dentro de sí misma, y a hacerlo de conformidad con las reglas arquitectónicas decretadas por la ley eclesiástica. Contrariamente a la penitencia pública, que se cumple de _una vez por todas_, durante un periodo, a causa de un crimen de sangre, la confesión constituye el relato anual de las transgresiones secretas de las leyes formuladas por una institución católica, es decir, universal, la Madre Iglesia. La confesión crea un tribunal de la conciencia, un “foro interno”. Una vez al año, el pecador abre la cámara íntima de su alma a un juez público, nombrado por la Iglesia, el cual en secreto absoluto escucha al culpable que se acusa. El varón consagrado, el juez sacerdotal, escucha cada año al alma sin género y evalúa sus transgresiones a una ley escrita que define lo que es un comportamiento sexuado.
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+Es aleccionador el ejemplo del adulterio. En cada sistema de parentesco, la infidelidad significa algo diferente —para la mujer jamás significa el mismo tipo de crimen que para el hombre—. Pero el criterio de la transgresión de la ley de la Iglesia ahora lo convierte en un pecado único. Hombres y mujeres son iguales en el pecado, si bien en cuanto miembros de sus géneros respectivos hayan cometido un crimen diferente. La sexualidad empieza a tomar la forma de un concepto fuera del género: es un conjunto de pecados contra el sexto mandamiento que la Iglesia ha definido así: “No cometerás adulterio”. Al considerar este proceso, hay que cuidarse de no confundir la nueva capacidad del alma para aplicar los decretos de la Iglesia en su foro interno, con el sentido de la rectitud y de la “honestidad” que mantiene intacta la separación entre los géneros. La conciencia se afina mediante la interiorización de una ley positiva para el _humano_, mientras que la “honestidad” es el resultado de la formación del ser dentro de su género; la conciencia procede de la educación, el género procede de lo inverso de la educación. El _speculum confessoris_ nace en el siglo XIII y se desarrolla: gracias a esta herramienta, el confesor puede sondear el alma del penitente, hacer las preguntas convenientes, juzgar si la respuesta es correcta. Así, el reino de la honestidad vernácula se ve eclipsado progresivamente por los mandamientos de la conciencia. Si durante un milenio las mujeres no tuvieron la palabra en una Iglesia gobernada por los hombres, he aquí que ante el sacerdote ellas son iguales a los hombres respecto a la penitencia, en el seno de un régimen sexista. La ley unisex hace a esta cohabitación sexista: decreta que el hombre y la mujer son iguales como pecadores, aunque aun así el lugar natural del hombre es superior. Los textos mediante los cuales la Iglesia se esfuerza en reglamentar la frecuencia, las circunstancias y las posiciones de las relaciones sexuales,[^f114] contrastan de manera tajante con la tradición del _Ars amatoria_ de Ovidio que, según el registro del inquisidor, Arnaud había prestado a un amigo días antes de su proceso. A través de estas reglas se puede ver la formación de un nuevo tipo de misión, para el cual la Iglesia se consideraba investida: penetrar en los hogares, los lechos, las almas. Había comenzado la derrota del género por la propagación del sexo, la reglamentación de la “honestidad” por una ley normativa.
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+En el corazón de Europa, el periodo que se extiende desde el siglo XII hasta finales del XVIII podría llamarse la época de la “honestidad” bajo la sombra creciente de la conciencia.[^f115] Con la penetración de la conciencia en las sociedades que hasta entonces habían sido regidas únicamente por la “honestidad”, las imágenes del “hombre” y de la “mujer” tenían que modificarse inevitablemente. Sin duda alguna, la dama a quien el trovador dedica su canción es una especie nueva de mujer, es su “amante”, que para él está más allá del matrimonio y el parentesco. Con frecuencia es una mujer educada; y en el mejor de los casos representa un tipo de mujer que sólo una minoría es capaz de imaginar. Que esta minoría no hubo de ser pequeña es cosa que se transparenta en la capacidad de ciertos habitantes de Montaillou, gente sencilla, para distinguir entre las mujeres que han amado y las que han querido _(adamari)_.
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+## La iconografía del sexo
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+Marina Warner ha propuesto otra vía para seguir las transformaciones de la imagen de la mujer. Ha sondeado el inmenso acopio iconográfico de la virgen. Ha intentado descubrir la visión de la mujer a través de las representaciones de la Virgen María. Claramente, a finales de la Edad Media, la virgen no es ya más la “bendita _entre_ todas las mujeres”; por entonces aparece simplemente como una persona “de su sexo”.
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+En el estilo y el carácter de sus representaciones pictóricas, no solamente en la Edad Media sino también durante dos milenios, yo veo una guía de la ruta que conduce de la _Théotokos_ del ábside griego a las cursis ilustraciones que decoran las recámaras de los cónyuges. María jamás fue representada como una diosa. Desde sus primeras imágenes en las catacumbas de Priscilla, a las miles de efigies pintadas que el arte románico nos ha legado, una cosa la distingue de todas las otras efigies femeninas que jamás fueron pintadas o esculpidas: los artistas han querido representarla como una mujer histórica a quien le tocó un destino sin igual. Había sido la mujer elegida entre todas las mujeres para ser la madre virgen, para dar a luz a Dios. Había sido la nueva Eva, puesto que el fruto de su vientre fue la fuente de un nuevo principio entre los hombres. Pero esta visión ya no prevalece en los retratos góticos y, con más razón aún, en los posteriores. Poco a poco, la virgen se despoja del género, abandona su aura mítica que había tomado prestada de la diosa, así como la serie de vigorosos calificativos teológicos con que la habían adornado los Padres de la Iglesia. Se transforma en un modelo de la “mujer”, un tipo que se opone al “hombre”.[^f116] Dante formula claramente esta idea cuando, en el trigésimo tercer canto del _Paraíso_, le dice a la virgen _umile ed alta più che criatura_…
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+Los cuentos pueden relatar lo que la historia no es capaz de describir. Contaré cómo la Madre de Dios se transformó en Nuestra Señora. Cuando ella se convirtió en el prototipo de “la mujer” —no habiendo sido jamás una diosa, no siendo ya un icono ni tampoco la figura sentimental del arte barroco— las otras figuras que poblaban las catedrales románicas también emprendieron su propio camino. Muchas habían ingresado en la Iglesia al mismo tiempo que una población que se había convertido, al mismo tiempo que su _gens_. Ya en el presbiterio, algunas de las bestias que eran las guardianas del género local fueron vestidas con las ropas de los mártires o recibieron los atributos de un santo eclesiástico. Otras encontraron un nicho en la decoración vegetal esculpida en la piedra, conservando sus cuernos o sus escamas. La muchacha de la leyenda que fue arrojada al dragón recibió el hábito de santa Margarita y fue colocada arriba del altar, junto al dragón encadenado. Los dioses fluviales y los sátiros, los gnomos y las tormentas personificadas, todos encontraron su lugar, ya en un capitel, ya en el bestiario esculpido de un friso, y muchos en los portales y los asientos, en forma de piedras angulares o soportes. En una sola columna se asociaban hirsutos monstruos nórdicos, leones sasánidas, quiméricos pavorreales sacados de un manuscrito con estampas y cantidad de personajes bíblicos. La Iglesia se sentía cómoda en la seguridad de poder abrazar el cielo, el infierno y la tierra, y todo lo que vuela y se arrastra. A lo largo de cinco siglos, su método empírico fue: _Ecclesia omnia benedicat_ —“la Iglesia bendice todo y a todos”—. En el siglo XI, el Diablo mismo se había convertido más en una farsa que en una amenaza. Mitos y costumbres de cosecha local enriquecían el ritual y hacían de la catedral un invernadero donde se mantenían vivos los frutos del pasado. La presencia de estos ejércitos de símbolos bautizados era testimonio del poder del mensaje de la Iglesia, y la posibilidad de una infinita diversidad de existencias vernáculas bajo la égida de la religión.[^f117]
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+Esta fraternidad, dentro de la Iglesia del periodo románico, de espíritus locales recientemente domesticados, de dioses de importación “bautizados”, de cabezas de gorgonas revestidas con un nuevo significado, de profetas y de apóstoles “legítimos”, esta fraternidad hay que representársela claramente si se quiere comprender lo que significó el éxodo de estos recientes huéspedes, que inevitablemente se habría de producir. Para empezar tuvieron lugar las fulminaciones del austero y rígido reformador del mona-quismo, Bernardo de Claraval, contra los monjes que toleraban en sus claustros efigies que acaso fueran necesarias para conducir a almas más simples y sencillas hacia la pura luz de la fe. Luego, un siglo más tarde, la Iglesia acoge a la Inquisición y en adelante se preocupará más de la conciencia que de la creencia, esforzándose por destruir el ámbito de estos huéspedes. Los antiguos guardianes de la “honestidad” ya no habrían de tener un hogar bajo los austeros arcos de la moralidad gótica. La cacería de los disidentes de toda especie desalojó a los antiguos dioses de los contrafuertes y los nichos desde donde habían vigilado, durante generaciones, las convenciones locales que la fe católica había amparado.
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+Los dragones y gnomos, basiliscos y seres salvajes fueron expulsados de las naves al tiempo que la arquitectura pasaba del románico al gótico. Ya no podían alojarse en los pilares, ahora más angostos y largos. Pero en el exterior siguieron aferrados a la Iglesia durante más de un siglo. Como gárgolas se extendían sobre el vacío, a punto de iniciar el vuelo, derramando agua por sus fantásticas fauces. Los teólogos, absortos en la cuestión de la conciencia, ya no podían bendecirlos. Al acercarse el Renacimiento, ciertos eruditos interpretaron la supervivencia de esta chusma disparatada como vestigios de la cábala, y en ellos buscaron símbolos, emblemas, tipos. Pero las gárgolas efectivamente emprendieron el vuelo y, durante tres siglos, fueron a vagar por los campos, convertidas en criaturas nunca antes vistas: santos depuestos, mártires cojos, dragones de roídas alas, que se comportaban como hatos de animales domésticos que hubiesen retornado al estado salvaje, como gatos errantes en una ciudad bombardeada. Estos extraños espíritus dieron origen a una nueva especie de sacerdotes, por lo general llamados “brujos”.
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+Una parte de la historia del género se podría encontrar en las historias que podrían contar de su éxodo algunos de estos espíritus transformados en fantasmas o en diablos.[^f118] Por ejemplo, Shela-na-gig, una pequeña figura en cuclillas de Escocia. Este tipo de encuclillada se conoce en todo el mundo. Los iconógrafos las llaman encuclilladas _obscenas_. Algunas son masculinas, pero la mayoría femeninas. Exhiben una vulva abierta, en una posición que sugiere un poder. En Egipto se llama “Bes” a esta representación, que era la de un genio hogareño que protegía a las mujeres en el parto. Originalmente fue una divinidad sudanesa que descendió el Nilo para dominar a sus semejantes, en todas las márgenes mediterráneas, durante el periodo de las antiguas dinastías. En su _Historia natural_, Plinio testifica que un cultivo a punto de cosecharse se salvará de una tormenta de granizo si una mujer que está menstruando se acuesta allí de espaldas con el sexo al descubierto. A veces, sólo el amuleto sería suficiente. También consigna que en cualquier día del mes una mujer tiene la capacidad de ahuyentar la tempestad en alta mar. La acuclillada ha subsistido hasta nuestros días, como lo muestran cientos de ejemplos. Al final del periodo románico, en las iglesias se mezcla con una hermana del Mediterráneo: la sirena de doble cola o Melusina. Y desde las Islas del Norte, otra acuclillada baja hasta Francia. Tiene la forma de Eva, nuestra madre común. Ésta es Shela-na-gig, que debió haber tomado su lugar en el santuario cuando una tribu irlandesa, o un clan escocés, ingresó en la Iglesia en una fecha precoz. En sus orígenes fue también un espíritu guardián del género, un poderoso antídoto contra los maléficos espíritus masculinos. Pero al ingresar en el cosmos cristiano, se convirtió en el símbolo de todo lo que en la Tierra vive y en consecuencia asumió el rostro de Eva, el origen de la vida. En cuanto Eva, se halla esculpida en el pilar central del portal occidental, el de la fachada. En consecuencia orienta su desnudez hacia el poniente, la noche, la dirección desde donde todos los espíritus y potencias del mal amenazan al pueblo de Dios. Ella sola es suficientemente poderosa como para proteger a la multitud de fieles y a las figuras zoomorfas en el interior de la Iglesia. Pero a veces otras dos figuras en cuclillas, una de ellas itifálica, cuidan del portal occidental, en cuyo caso la primera pareja original aparece siempre encima, en el tímpano. Shela-na-gig con el rostro de Eva es el paradigma de la hierofanta tradicional que ha sido bautizada por la Iglesia. Todas las acuclilladas son hierofantas, revelaciones de la potencia y la protección de lo sagrado. En calidad de Eva, la acuclillada es elevada al rango de protectora de un pueblo católico.
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+Pero si Shela-na-gig como Eva representa el apogeo del poder de las acuclilladas, su destierro de la Iglesia la despoja de su nimbo sagrado —a ella y a todas las demás—. Estas figuras que los doctos humanistas transforman en emblemas eruditos son símbolos, no hierofantes; ningún demonio se atemorizaría con las sirenas de doble cola que en las _loggias_ de Rafael abundan. Los teólogos de entonces convierten a la sirena en una alegoría de la lujuria, a la que presentan como un vicio seductor. Vuelta uno de los siete pecados capitales, la lujuria atormentará en lo sucesivo a la conciencia. Se le ha dolorosamente arrebatado su carácter sagrado como guardiana de la línea de separación de los géneros. Pero lo que resulta más importante es que apartada de la manzana de Eva, de la conversación con la serpiente y con Adán, sin la diáfana transparencia con la que reveló su poder sagrado, y expulsada de la Iglesia, la acuclillada ha sobrevivido. Con su género dislocado pero aún no suprimido, se convierte en una de las representaciones de la brujería y como tal sobrevive en la cocina y en la caverna.
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+Durante el medio milenio a través del cual habían sostenido dócilmente los pilares, portales y púlpitos, la acuclillada, el macho cabrío, el dragón, el gigante y el enano vieron debilitarse su género sagrado. Las bendiciones indiferenciadas de la Iglesia lo habían borrado. Ahora los nuevos teólogos aprendieron a distinguir esmeradamente entre los _sacramentos_ —ni más ni menos que siete, universales, imprescindibles para la salvación— y las antiguas bendiciones, que formarían el estrato de las cosas sacramentales, claramente de segunda categoría. Para los nuevos doctores, los antiguos espíritus de las conveniencias locales en el mejor de los casos no eran más que símbolos, en todo caso intrusos, cuando no parásitos. Los antiguos duendes bajaron de los campanarios, fueron obligados por la fuerza a abandonar los claustros y, mientras huían, se metamorfosearon. Ya no dioses paganos sino diablos cristianos, ya no custodios irredentos sino espíritus apóstatas, ya no hierofantes ambiguos sino espectros con olor a azufre, comenzaron su errancia. Habían perdido el poder de exorcizar los temores vernáculos, pero todavía podían rondar el campo. Expulsadas por la Iglesia de Aviñón, las sombras domeñadas del pasado regresaron a las plazas de las aldeas, a los ríos y a las montañas en la forma de demonios exangües y mutilados con nombres cristianos, creando una nueva amenaza para un clero que ahora estaba al servicio de un nuevo orden.
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+Jean Delumeau ha descrito el nuevo temor característico de esta situación peculiar durante el ocaso de la Edad Media. La confusión, la angustia, el terror de la gente que había perdido simultáneamente la tranquilidad de su fe cristiana y los símbolos vernáculos de la rectitud que las guiaba, dieron origen a una situación religiosa sin precedente. Se había roto la cadena de los sacerdotes y adivinos que anteriormente sancionaban ritualmente la existencia intragenérica, y los sacerdotes cristianos que los remplazaron se transformaron en pastores encargados de administrar y normalizar esta existencia. Se había creado un vacío, que exigía un nuevo rito. Su celebrante sería la bruja, la sacerdotisa de la época del género dislocado. Es posible que ésta haya sido tan singular como el estado conyugal en el seno del género, característica de ese tiempo, tan nueva como el homosexual, tan extraña como pretendían sus perseguidores. Sea como fuere, la lucha que se entabló contra ella creó la unión de la Iglesia y el brazo secular del nuevo Estado.[^f119]
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+# Del género dislocado al sexo económico
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+EL PROPÓSITO de este ensayo no es hacer una historia del género sino de elaborar conceptos que nos permitan disociar el género del sexo. La historia de la escasez es lo que me interesa. Pero primero tengo que hablar de la desaparición del género y del patriarcado, en conjunción con el auge del individualismo no genérico y sexista. He señalado que a finales de la Edad Media un nuevo orden económico se instaló en las almas mediante la conciencia. Ésta debilitó a los guardianes del género vernáculo varios siglos antes de que el sexo viniera a remplazar al género. Un largo periodo de _dislocación_ del género media entre la sujeción de las parejas en el yugo conyugal y su polarización industrial en el trabajo salariado y el trabajo fantasma. Este periodo del género dislocado difiere considerablemente según los lugares. Es el material con que se teje la ciudad medieval, sin el cual la aldea “europea” característica no existiría. En Florencia, el factor importante para el surgimiento del sexo social, en el curso de solamente dos siglos, es el comercio. En Milán, e inclusive en Ámsterdam, es la _workhouse_, el asilo-taller de fines del siglo XVII. Y en ciertas aldeas, a pesar de la escuela pública, el género dislocado ha sobrevivido hasta nuestros tiempos.[^f120]
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+La etapa del género dislocado puede llamarse de diversas maneras. Cuando se dice que es la guerra contra la subsistencia, se pone al descubierto la acción que ejerce el Estado-nación. Cuando se dice que es el cercado de las tierras comunales, se destaca el aspecto ambiental que igualmente lo define: la supresión de los derechos adquiridos sobre la propiedad o la producción de bienes comunes que permiten anclar los ámbitos del género en los recursos productivos, a fin de asegurar el trabajo económico, retribuido o gratuito. Pero para hacer justicia a los procesos que operan, también habría que llamarla la era de la brujería, el periodo del alumbramiento del sexo. Se inicia con la formación de la conciencia y termina cuando el sexismo se vuelve banal.
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+Para las poblaciones que viven en un régimen de subsistencia, la pérdida del género es una experiencia central que los historiadores incapaces de ver el género disfrazan, describiéndola como una “transición a un modo de producción capitalista” —cosa que oculta el hecho de que un _novum_ ahistórico surgió de esta mutación, un productor sujeto al consumo y necesariamente sexista—.
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+Las sociedades precapitalistas están fundadas en el género.[^f121] Ésta es la condición de la subsistencia, lo es también de la supervivencia. Las sociedades donde el reino del género se ha hundido _son_ sociedades capitalistas; sus sujetos sin género son productores individuales. Curiosamente, esta transformación decisiva aún no ha sido reconocida como lo que es: la condición antropológica principal de la transición de las economías precapitalistas a la sujeción de las necesidades cotidianas a la mercancía, sujeción que se denomina “capitalismo”. El pasaje al capitalismo coincide antropológicamente con la declinación que lleva al género dislocado hasta el régimen del sexo.
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+“Capitalismo” es un término curioso.[^f122] Era desconocido para Marx cuando Engels lo usó por primera vez en 1870. Proudhon lo había empleado ocasionalmente en algún texto, pero fue Sombart quien le dio su familiar resonancia. Fernand Braudel juzga necesario disculparse por su utilización en el título de su obra monumental: _Civilisation matérielle, économie et capitalisme, XVe-XVIIIe siècles_.[^f123] La obra de Braudel constituye un magnífico fresco de la vida económica posterior a la Reforma y anterior a la Revolución francesa. Ante nosotros hace desfilar tres siglos de vida económica, institucional y política. Revive la Europa posmedieval, territorio pletórico de ferias, mercados, talleres, donde se multiplican las rutas del comercio y los gremios. Insiste en destacar que eso que nosotros llamamos “capital”, “capitalista”, “capitalismo”, penetra muy lentamente en la producción, el intercambio y la adquisición de necesidades. Escruta minuciosamente los cambios que podrían explicar esta penetración y los motivos por los cuales la acumulación exponencial del capital se había convertido en un factor de la existencia cotidiana de la mayoría de la gente antes de inaugurarse el siglo XIX. Muestra que la dependencia creciente en relación con el mercado, las condiciones legales de la acumulación a largo plazo y la expansión del espacio económico en el extranjero son las condiciones convergentes sin las cuales la producción industrial capitalista jamás habría podido llegar a predominar. Pero, a lo largo de estos tres volúmenes, la pérdida del género no figura más que de manera implícita, jamás de manera expresa. El autor pasa por alto totalmente la universalidad de la existencia intragenérica en las sociedades precapitalistas y el debilitamiento del género en la transición al capitalismo. Para él, el género no es un factor histórico esencial.
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+Escribir la historia de los cimientos en los que reposa nuestro mundo es muy distinto a tratar de contar la historia de lo que ha desaparecido. Para el historiador que mira hacia el pasado por un espejo retrovisor, la guada ña y la hoz son instrumentos agrícolas locales que solían usarse en las cosechas; las _técnicas_ se adoptan cuando sobreviene la modernización. Cuando la investigación histórica se interesa en las mentalidades y en los sentimientos, suele centrarse en la enajenación, la soledad, la explotación que se dan a la par con las nuevas técnicas. Examina los sufrimientos que en las personas infligen la nueva economía de mercado, la mecanización y el hambre. El otro sufrimiento, el que experimentan por la pérdida del género, el cual se evacua con las aguas negras en el nuevo sistema de plomería, es el aspecto oculto del triste cuento. ¿Qué perdió la _mujer_ al mismo tiempo que la hoz? ¿Qué debió abandonar el _hombre_ al mismo tiempo que la guadaña? Para contar la historia de estas pérdidas de toda especie un historiador tiene que estudiar los sentimientos vernáculos que han dejado huella muy tenue, tiene que describir la muerte de una realidad genérica que ha escapado a sus colegas, a pesar de haber existido durante milenios.
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+A fin de prepararme en esta tarea, me esforcé en apoyar la reflexión teórica en una especie de telón de fondo donde ciertos decorados estaban esbozados con más vigor que otros. Varios de estos ilustraban la dislocación de la _domus_—y por ende del género— en beneficio de la pareja conyugal, es decir, de la dualidad sexuada. Añadiré todavía una escena a mi descripción del alumbramiento del sexo económico. Es la de una aldea luterana de Wurtemberg que dejó testimonios de las reacciones de los hombres y las mujeres al ser confrontados por vez primera con la obligación del trabajo fuera del género.
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+Entre 1800 y 1850 en esta aldea se registró la cantidad anormalmente alta de 48 peticiones de divorcio. David Sabean ha intentado interpretar los motivos aducidos, en la medida de que eran enteramente nuevos.[^f124] Para entender lo que había sucedido, tuvo que examinar las transformaciones económicas de la región en el curso de aquel medio siglo: construcción de la vía férrea, modificación de la tenencia de la tierra, abandono forzado de la pequeña explotación agrícola familiar a cambio de los cultivos frutales con mayor rendimiento. Los huertos frutales (ciruela y manzana) y la remolacha remplazaron a los pequeños cultivos diversificados. Ahora bien, éstos requerían más mano de obra. Súbitamente las mujeres tuvieron que participar en el trabajo de los hombres a fin de asegurar un ingreso familiar suficiente para comprar lo que hasta entonces la hortaliza había proporcionado. Al mismo tiempo debieron acortar el tiempo que dedicaban a sus propias ocupaciones en la cocina. Los procesos de divorcios reflejan la profunda perturbación que estas innovaciones causaron en la vida de los hombres y las mujeres, sus sentimientos de impotencia, su incapacidad para comprender las implicaciones de sus decisiones aparentemente racionales. Las mujeres se quejaban de que los hombres repentinamente habían empezado a darles órdenes respecto al trabajo, algo totalmente nuevo para ellas. Aunque las ocupaciones definidas por el género de las mujeres pudieran haber parecido subordinadas al trabajo de los hombres, la idea de que los hombres pudieran dar órdenes a las mujeres que hacían su trabajo había sido inconcebible hasta entonces. Otra queja de las mujeres: mientras que los hombres tenían tiempo de relajarse en la taberna tras terminar de trabajar al ritmo de la yunta, ellas estaban continuamente apresuradas, tanto en los campos, manejando la azada, como en la cocina. De esta manera aparecía una nueva especie de envidia, una envidia destinada a perdurar como una característica central de la vida moderna, una envidia plenamente “justificada” en el contexto de la labor unisex, aunque impensable en el contexto del género. La queja recurrente entre los hombres: su esposa no valía lo que su madre; en el pasado comían alimentos ricos y variados; actualmente tenían que contentarse con _spaezli_, pastas de huevo, día tras día. Había bajado el telón para la coproducción conyugal fundada en el género dislocado. En este microcosmos podemos ver vívidamente cómo habría de escribirse el nuevo guión de la era industrial. Para que la obra se animara, la escena tendría que poblarse de actores heterosexuales que al mismo tiempo fueran seres neutros económicos —es decir, trabajadores—.
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+En todas las versiones de este drama moderno, generalmente hay un breve intermedio entre el género y el sexo, que separa el reino del género, donde el hogar obtiene su subsistencia gracias a la repartición de tareas realizadas por dos pares de manos no intercambiables, del régimen de la economía industrial, donde manos desprovistas de género producen mercancías a cambio de un salario. Durante este intermedio protoindustrial, el hogar se ve sujeto al trabajo unisex que tiene que realizarse en casa.[^f125] De esta manera, el hogar se transforma en un molino donde se tritura el género hasta que de él no queda más que el sexo. Los sufrimientos que esta molienda del género ocasiona tanto en los hombres como en las mujeres casi nunca se han registrado. Puedo dar dos razones para explicar tal carencia. Por una parte, la experiencia _nueva_ del sufrimiento económico se convirtió en el cemento de la unión del proletariado. Todos los “trabajadores” padecieron la misma desorientación, soledad, dependencia. Tales sentimientos propiciaron la aparición de intérpretes políticos y de la élite de una nueva clase. El diagnóstico de la aflicción universal se convirtió en el campo exclusivo de los nuevos profesionales: educadores, médicos y demás ingenieros sociales, quienes prosperan produciendo programas, terapias y guías. Los obvios intereses del jefe revolucionario como del comerciante de remedios sociales excluían toda tentativa de _comprender_ el dolor de la pérdida. Por otra parte, la obliteración del género, al tiempo que empobrecía a las personas, las hacía sufrir, pero de modo diferente de un lugar a otro. Pocos habrían podido traducir verbalmente las sutilezas del dolor vernáculo en todas sus formas.
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+Mientras se montaba el escenario del trabajo en la fábrica y se construía un decorado económico moderno, pero antes de que se reescribiera el guión de los nuevos e inusitados roles sexuales, se improvisaron teorías críticas para este teatro de vanguardia. El genio de Marx y de Freud sólo puede apreciarse cuando se considera cuán tempranamente definieron las reglas del desarrollo del drama moderno. Ambos forjaron los conceptos definitivos que habrían de usarse para describir _y_ poner en escena al nuevo tipo de actor, el “hombre” industrial. Siete siglos antes, la Iglesia había imputado un pecado carente de género a almas carentes de género. Ahora, el poder sin género de humanos sin género en un cosmos sin género se convertía en la característica trascendental de las categorías utilizadas en un nuevo tipo de metafísica. Hacia mediados del siglo XIX, de manera simultánea pero cada cual por su parte, diversos sabios redefinieron la _vis viva universi_ (la fuerza viva del universo) como energía, algunas veces cautiva, otras libre. Se atribuye a Helmholtz la proeza de haber imaginado la idea pensable. Durante el mismo decenio, la mano de obra, que los anglosajones denominan _labor force_, se convirtió en una palabra clave. En fin, una generación más tarde, Freud, quien retoma textualmente ciertas frases de Helmholtz, atribuiría al ser humano una energía psíquica en la forma de la _libido_—a veces cautiva, a veces libre—. Los nuevos canonistas fabricaron su teoría del hombre laico y de su salvación a partir de postulados derivados de la química y la mecánica de fluidos. Según ellos, hay una energía sin género que circula, en calidad de capital, por los conductos sociales y, en calidad de libido, por los canales psicológicos. Así, desde hace tres cuartos de siglo las palabras clave que condicionan nuestra existencia son “energía”, “trabajo” y “sexualidad”. Pero ahora que otra palabra, “crisis”, les está haciendo sombra, acaso ha llegado el tiempo de cuestionar públicamente su realidad.
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+Toda sociedad necesita un pasado. Para tener el sentido del presente, los vivientes tienen que poseer un pasado propio. No existe un “nosotros”, una primera persona del plural, al margen de su mito de la creación. En todas las épocas las sociedades mantuvieron vivo su “nosotros” de doble género mediante los rituales, las fiestas, los tabúes. Tampoco la sociedad industrial sería capaz de existir sin su mito de la creación.
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+La máquina que teje el pasado de la sociedad industrial es la historia. Desde hace un siglo la historia ha venido fabricando una continuidad entre el presente sin género y el pasado intragenérico, legitimando el sexo como descendiente del género. Mediante una metodología que constantemente afina, la nueva ciencia ha interpretado la historia a partir de categorías sexistas, a fin de dar un pasado a nuestro mundo económico. Sin esta reconstrucción económica de un pasado intragenérico, el mundo contemporáneo de la economía sexista no habría podido ser presentado como una realidad seductora, especialmente para aquellas que jamás han dejado de practicar la discriminación. Mediante miles de sintéticos lazos sentimentales, la historia ata el mundo contemporáneo a un reino del género que de hecho había abandonado al emprender su frenético viaje. Los historiadores han tejido un tapiz que debe hacernos sentir cómodos en nuestro medio ambiente sexista, pero lo han tejido con fibras industriales. Sesudas obras pretenden mostrar el pasado como la simiente, una forma primitiva del presente, y demostrar que sus lenguas, costumbres, instituciones son seguramente las formas ancestrales, embrionarias de las nuestras. En nuestras bibliotecas abundan los volúmenes que atribuyen una estructura de clase a la ciudad-Estado griega, que veía en el sofista que pregona sus artificios el precursor del educador moderno, que describen la vida sexual _(¡sic!)_ en Mesopotamia. El presente ensayo busca contrarrestar esta perspectiva _centralista_ de la historia. Aunque de manera voluntaria no me incluyo entre los historiadores “científicos”, pues no aplico al pasado palabras clave, ni conceptos forjados por la utopía, creo que honro a los muertos mediante una investigación razonada, documentada y crítica.
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+He intentado hacer comprensible la ruptura entre el género y el sexo, hacer perceptible el abismo que separa el presente del pasado. He querido poner al descubierto la falsa genealogía del sexo que subyace en la historia económica. Esta ficción es indispensable para una sociedad sexista que no puede admitir que carece de una legítima ascendencia. Sin embargo, es falso que el sexo proceda del género. Los orígenes de ambos son sociales, pero sus matrices no tienen ningún parentesco. La matriz del sexo es el _alma mater;_ la matriz del género solamente se puede hallar más allá de “la gruta de los siete durmientes”, “alojada en las hendiduras de las rocas y en las ramas de inmensos tejos huecos” (Robert Graves, _La diosa blanca_).
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+Ya sean hijas de la matriz del género o pupilas de la matriz del sexo, las mujeres tienen que enfrentarse a los hombres. Pero cada matriz las dota de un poder relativo diferente. En el reino del género, hombres y mujeres dependen colectivamente unos de otros. Su mutua dependencia fija límites al conflicto, a la explotación, a la derrota. La cultura vernácula representa una tregua entre ambos géneros —y a veces una cruel tregua—. Allá donde los hombres mutilan el cuerpo de las mujeres, el gineceo sabe cómo vengarse cruelmente de ellos y de sus sentimientos. Contrastando con esta tregua, el régimen de la escasez impone una guerra sin fin, donde las mujeres pierden constantemente, siempre de manera nueva. Mientras que en el régimen del género las mujeres podían estar a veces subordinadas, en _todo_ régimen económico siempre son el segundo sexo, _y nada más que eso_. Las mujeres siempre están en desventaja en los juegos donde las apuestas ignoran el género y donde el _ex aequo_ no existe. Allí donde se despoja a los géneros, donde los neutros se enfrentan, el hombre siempre prevalece. No es por lo tanto sorprendente que hoy en día sea la mujer quien “descubra” la transformación del género producida por la economía. Típicamente, la mujer se queja de ser “invisible”, tanto para los demás como para sí misma. En el régimen de la economía, no es capaz de percibirse como una compañera en igualdad, ni tampoco reconocerse en el género. Los pomposos argumentos de las ciencias políticas, fundados en un conjunto de nociones que postulan la igualdad entre todos los hombres, no la toman en cuenta. La utopía feminosexista de la “tierra de las mujeres” ni siquiera supone la pobre camaradería que impera en los vestidores deportivos masculinos, y las tentativas de reconstitución del pasado de las mujeres con la ayuda de nociones clave son caricaturas de las investigaciones históricas científicas. Pero al menos, al tratar de escapar en vano de este doble callejón sin salida, los estudios feministas tuvieron el mérito de proporcionar un punto de apoyo para la palanca capaz de derribar el “tinglado” científico.
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+En este ensayo no he pretendido explicar por qué la sociedad pone al hombre en la cima e impone un _handicap_ a la mujer. Puse límites a mi curiosidad a fin de tener la libertad de escuchar con mayor atención lo que cuentan las perdedoras, no para aprender más sobre ellas sino para aprender más sobre el campo de batalla que es la economía. La sociedad industrial crea dos mitos, uno sobre su origen sexuado, otro sobre su progresión hacia más igualdad. Ambos mitos son engañifas, como lo revela la experiencia personal del neutro del segundo sexo.
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+He querido mostrar que la lucha contra el sexismo converge con la lucha contra la destrucción del medio ambiente y con la oposición al monopolio radical de los bienes y los servicios sobre las “necesidades”; que estos tres movimientos convergen porque proceden de la misma causa: la recesión; que la constatación que cada quien haga, por razones propias, de que la reducción de la economía no es una simple necesidad negativa sino condición positiva para una mejor existencia, puede conducir de una convergencia teórica a una acción publica concertada. Yo pienso que estas tres acciones representan tres aspectos de una tentativa para recobrar los ámbitos de comunidad, que significan exactamente lo contrario que los recursos económicos. Es por esto que he querido esbozar una teoría que permita clarificar los conceptos necesarios para una historia de la escasez.
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+La transición histórica de la subsistencia intragenérica a la sujeción a productos escasos justifica mi tesis. La escasez es histórica, tan histórica como el género o el sexo. El régimen de la escasez no podía surgir más que con base en el postulado de que el “hombre” es individualista, posesivo y, en el ámbito de su supervivencia económica, un _neutrum œconomicum_ rapaz. Tal postulado, encarnado en las instituciones, desde el matrimonio hasta la escuela, transforma al sujeto de la historia. Este sujeto no es ya la _gens_ o los lares que designan la complementariedad ambigua y asimétrica de un conjunto de mujeres y hombres que se fijan, ellos mismos, sus límites. El sujeto deviene una construcción ideológica que se fabrica mediante una falsificación del “nosotros”, una construcción como las clases sociales, la nación, la sociedad o la pareja unida. Pienso que para elaborar una teoría sobre la acción necesaria para la recuperación de los ámbitos de comunidad, un historiador tendría que explorar la etiología de esta metamorfosis del sujeto de la historia.
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+No tengo ninguna estrategia que ofrecer. Rehúso especular sobre las probabilidades de algún tratamiento curativo. No quiero que la sombra del porvenir oscurezca los conceptos con los cuales yo intento captar lo que es y lo que ha sido. Tal como el asceta y el poeta que al meditar sobre la muerte celebran con gratitud el exquisito regalo de la vida, todos debemos afrontar la triste pérdida del género. Creo que entonces será posible que nazca un arte de vivir contemporáneo, siempre que nuestra aceptación austera y lúcida del doble gueto de los neutros económicos nos incite a renunciar a las comodidades del sexo económico.
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+[^f0]: Las notas al pie, destinadas a los estudiantes del curso que impartí en Berkeley y durante el otoño de 1982, y a los lectores que desean continuar la reflexión más allá de mi texto, son más bien anotaciones. Proponen orientaciones de lectura, de investigación, iluminación y prolongan los temas.
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+[^f1]: _Valores vernáculos_. De los cinco ensayos que componen _El trabajo fantasma_, el segundo y el tercero tratan de la diferencia entre el habla vernácula y la lengua materna inculcada. Fueron producto de las prolongadas conversaciones que mantuve con el padre Devi P. Pattanayak, cuando yo estudiaba bajo su tutela en el Central Institute of Indian Languages Manacagangotei de Mysore. Respecto a los fundamentos de esta distinción, véase su obra _Aspects of Applied Linguistics_, Asia Publishing House, Nueva York, 1981. Se encuentra una prolongación de esta discusión en las actas del seminario internacional “In Search of Terminology”, enero de 1982, Central Institute of Indian Languages, Mysore 570006, India. Mis dos participaciones se convirtieron en capítulos de la obra que actualmente preparo sobre los valores vernáculos, con la perspectiva de una historia de la escasez. (Respecto al término “vernáculo”, véase la nota 51.)
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+[^f2]: _Palabras clave_. La obra de Raymond Williams, _Keywords_: _A Vocabulary of Culture and Society_, Oxford University Paperback, Nueva York, 1976, me parece única en su género, y me dio la pista de las palabras clave. El autor nos hace compartir su sorpresa y pesar ante la precariedad de las palabras en las cuales había fundado el rigor de su pensamiento. Guiado por él, me esfuerzo en: _1)_ explorar los nuevos tipos de palabras clave; _2)_ discernir las condiciones bajo las cuales una red de palabras clave puede implantarse en el habla cotidiana. Al respecto me he inspirado eficazmente en _The Homeless Mind: Modernization and Consciousness_, Vintage Books, Nueva York, 1974, de Peter Berger, Brigitte Berger y Hansfried Keliner. Para una introducción a un tipo de semántica histórica específicamente alemán, véase Irmline Veit-Brause, “A note on _Begriffsgeschichte_” en _History and Theory_, 20, núm. 1, 1981, pp. 61-67. Respecto a las redes específicamente modernas de ciertos términos, estoy en deuda con Michel Foucault, _Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings_, _1972-1977_, Pantheon, Nueva York, 1981, y su obra anterior: _L’archéologie du savoir_, Gallimard, París, 1969. Respecto a la semántica comparativa de las palabras clave en las principales lenguas de Europa oriental, véase Johann Knobloch _et al_., eds., _Europäische Schlüsselwörter_, 3 vols., Max Hüber, Munich, 1963-1967.
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+[^f3]: _Campos semánticos_. Para una bibliografía crítica internacional de las monografías y los diccionarios que exploran los campos semánticos, véase H. Gipper y J. Schwartz, _Bibliographisches Handbuch zur Sprachinhaltsforschung. Schrifttum zur Sprachinhaltsforschung in alpahabetischer Folge nach Verfassem, mit Besprechungen und Inhaltshinweisen_, Arbeitsgemeinschaft für Forschung des Landes Nordrhein-Westfalen, Colonia, 1961. La obra sólo se completó hasta la letra L, pero dos índices temáticos de esta primera mitad existen ya. Como las palabras clave en el siglo XX revisten la apariencia de un sentido comúnmente admitido que trasciende cada lengua, su estudio requiere con frecuencia realizar comparaciones. Para el inglés, el instrumento principal es _A Supplement to the Oxford English Dictionary_, R. W. Burchfield, ed., 3 vols., Clarendon Press, Oxford, 1972, que contiene las palabras que “entraron en el lenguaje durante el periodo de las entregas de la obra” (el _Oxford English Dictionary_, o OED), es decir, de 1884 (primer fascículo de la letra A) a 1928 (último fascículo del diccionario), así como aquellos que entraron en la lengua inglesa en Gran Bretaña y el extranjero desde 1928 hasta la fecha. _The Shorter Oxford English Dictionary on Historical Principles_, revisado y editado por C. T. Onions, tercera edición totalmente revisada, con etimologías corregidas por G. W. S. Friedrichsen y anexos revisados y corregidos, 2 vols., Clarendon Press, Oxford, 1973, presenta en forma abreviada todos los elementos del OED, incluyendo los términos (y sus acepciones) arcaicos, obsoletos, dialectales o de la lengua vulgar del pasado. Es siempre útil H. L. Mencken, _The American Language: An Inquiry into the Development of English in the United States_, cuarta edición y los dos suplementos actualizados y anotados por Raven I. McDavid, Jr., asistido por David W. Maurer Knopf, Nueva York, 1980; de esta obra existe una edición de bolsillo abreviada que consta de un solo volumen. Para el francés, Paul Robert, _Dictionnaire alpha-bétique et analogique de la langue française_, Société du Nouveau Littré, París, segunda edición revisada y aumentada, 1977. El _Petit Robert 1_ es una excelente edición abreviada del _Grand Robert_ de seis volúmenes. Un intento de crear un equivalente francés histórico y exhaustivo del OED y de sus suplementos es el _Trésor de la langue française. Dictionnaire de la langue du XIXe et du XXe siècle (1789-1960)_ de Paul Imbs, Editions du Centre National de la Recherche Scientifique, París, obra iniciada en 1971 y que está por aparecer. Desgraciadamente, a partir del tomo tres el campo de esta obra ha sido severamente reducido. Para el español, yo prefiero a J. Corominas, _Diccionario crítico etimológico_, Gredos, Madrid, 1954-1957. Las adiciones, rectificaciones e índices se encuentran en el 4° tomo de la reimpresión Francke, Berna, 1979. La mayoría de los artículos contiene una bibliografía. En alemán, el _Deutsches Wörterbuch_ de Jakob y Wilhelm Grimm (en 1854 empezaron a aparecer los 16 volúmenes, que actualmente se encuentran en proceso de revisión) es apenas accesible. Es una obra práctica la de Hermann Paul, _Deutsches Wörterbuch_, quinta edición enteramente revisada y aumentada por N. Werner Betz Niemeyer, Tubinga, 1966. Puesto que el pensamiento alemán se interesa particularmente en la historia de las ideas y en la historia de los conceptos, en el idioma alemán existen dos grandes obras de referencia que no tienen igual en otras lenguas y que con frecuencia resultan útiles en la investigación de las palabras clave en las lenguas europeas: Joachim Ritter, ed., _Historisches Wörterbuch der Philosophie_, Schwabe, Basilea, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, comenzado en 1971, obra que contendrá 10 volúmenes (seis ya han aparecido); Otto Brunner, Werner Conze, Reinhart Koselleck, ed., _Geschichtliche Grundbegriffe: historisches Lexicon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland_, E. Klett, Stuttgart, comenzado en 1972 y en proceso de publicación, obra que estará integrada por 130 monografías en torno a temas y conceptos sociopolíticos. Para el italiano, Salvatore Battaglia, _Grande Dizionario della lingua italiana_ (director de redacción Giorgio Barberi Squarotti), Unione Tipografico Turín, comenzado en 1961 y en proceso de publicación, ya han aparecido los volúmenes uno al ocho; éste es un diccionario histórico de la lengua italiana, y sus índices permiten la consulta práctica de numerosas citas, antiguas y modernas. Para contraponer los sinónimos vernáculos con el “sentido único” de las palabras clave, hube de recurrir a Carl Darling Buck, _A Dictionary of Selected Synonyms in the Principal Indo-European Languages: A Contribution to the History of Ideas_, University of Chicago Press, Chicago, 1949.
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+[^f4]: _Lo humano_. Hasta el siglo XVIII, humano era todo lo que estaba relacionado con la especie humana, pero todo _humano_ era un hombre, una mujer o un niño. El término “humanidad” había tenido una evolución diferente, aunque relacionada. A partir del siglo XIV, tuvo el significado de cortesía, civilidad (como el italiano _umanità_). A partir el siglo XVI adoptó también el sentido de bondad, generosidad. El empleo del término “humanidad” para designar al género humano, su acepción más común en nuestros días, sólo comienza en el siglo XVIII. Lo “humano” hoy en día posee este sentido abstracto. Además, califica a la _falibilidad excusable_, el error humano. Véase al respecto Williams, _op. cit_., en la nota 2, pp. 121 ss. Para una bibliografía sobre el concepto y el término, véase Michael Landmann, _Philosophical Anthropology_, Westminster Press, Filadelfia, 1974.
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+[^f5]: _Individualismo fuera de género_. Los historiadores, incluyendo los que estudian las ideas económicas, no se han dado cuenta de que la desaparición del género crea el tema de la ciencia económica. Marcel Mauss fue el primero en ver que “nuestras sociedades occidentales sólo recientemente han hecho del hombre un _animal económico_” (1909). El hombre occidental es el _homo œconomicus_. Decimos que una sociedad se ha “occidentalizado” cuando sus instituciones son restructuradas en previsión del mercado, es decir, de la producción de mercancías para satisfacer las necesidades básicas. Véase al respecto Karl Polanyi, _The Great Transformation_, Beacon Press, Boston, 1944; traducción francesa, Gallimard, París, 1983. Respecto a la influencia de Polanyi, véase S. C. Humphreys, “History, Economics and Anthropology: The Work of Karl Polanyi”, _History and Theory_, 9, núm. 2, 1968, pp. 165-212. La definición nueva del hombre en cuanto sujeto y cliente de una economía _disembedded_ (“desincrustada”, separada de las relaciones sociales) tiene su historia. Para una iniciación a esta historia, recomiendo Louis Dumont, _Homo æqualis_, Gallimard, París, 1977. La percepción que de sí mismo tiene el ser como individuo _humano_ y la exigencia de una satisfacción institucional igualitaria de las necesidades, constituyen una ruptura respecto a todas las demás formas premodernas de la aprehensión de sí. Pero tanto los motivos como la forma de esta discontinuidad radical de la conciencia de sí siguen siendo muy controvertidos. Para una orientación en torno a esta discusión, véase Marshall Sahlins, _Culture and Practical Reason_, University of Chicago Press, Chicago, 1976; traducción francesa: _Au cœur des sociétés. Raison utilitaire et raison culturelle_, Gallimard, París, 1980. Sahlins define la diferencia entre el ayer y el hoy como un “modo distintivo de producción simbólica” que es propio de la civilización occidental. No he de discutir este punto. Pero sostengo que existe una profunda discontinuidad entre todas las formas antiguas de la existencia y el individualismo occidental, y que este cambio constituye una ruptura fundamental. Reside principalmente en la _pérdida del género_. Esta pérdida del género social no ha sido tomada en consideración por la historia del individualismo. Una historia del individualismo económico debe comenzar con Élie Halévy, _La Formation du radicalisme philosophique_, 3 vols., Félix Alcan, París, 1900-1903; está agotada la edición francesa, que jamás ha sido reeditada; existe una reedición reciente en inglés, _The Growth of Philosophical Radicalism_, Faber & Faber, Londres, 1972. Halévy describe detalladamente las vías muy contradictorias que siguieron los diversos discípulos de Bentham. Califica a Bentham y a sus discípulos de “radicales” por haber roto deliberadamente con las corrientes filosóficas anteriores. Sobre la profunda transformación de la estructura de la personalidad que dio origen a la clase obrera inglesa entre 1790 y 1830, véase E. P. Thompson, _The Making of the English Working Class_, Random Press House, Nueva York, 1966. El utilitarismo podía conducir a la defensa de un paternalismo burocrático fundado en la intervención legislativa, o a la preconización del individualismo anárquico y de la doctrina del _laissez-faire_. Halévy muestra que los discípulos de Bentham se dividieron entre ambas orientaciones. Véase también Leszek Kolakowski, _Main Currents in Marxism: Its Rise, Growth and Dissolution_, 3 vols., Oxford University Press, Londres, 1978. La historia social de nuestros tiempos que ha sido interpretada por el marxismo es la historia del conflicto entre grupos que se adhieren a estas corrientes opuestas surgidas de los principios utilitaristas. Dumont ( _op. cit_) estudia los rasgos fundamentales comunes a las corrientes utilitaristas. Procede con un sólido análisis de los textos de Mandeville, Locke, Smith y Marx. Todos estos ven en el “humano” un “individuo” determinado por necesidades fundamentales basadas en el postulado de la escasez universal. La significación del “individuo” es expuesta en C. B. MacPherson, _The Political Theory of Possessive Individualism: Hobbes to Locke_, Oxford University Press, Londres, 1962; traducción francesa: _La Théorie politique de l’individualisme possessif de Hobbes à Locke_, Gallimard, París, 1971, _The Real World of Democracy (idem_, 1966) y _Democratic Theory: Essays on Retrieval (idem_, 1972). El autor funda firmemente su intuición en el rasgo común fundamental de los individuos que subyace en todo el pensamiento democrático moderno, a saber, su carácter _posesivo_. Muestra que todos los humanismos del siglo XIX y del XX se basan en el valor supremo del individuo posesivo, que evoluciona personalmente, con libertad —en la medida en que la libertad se ve como una posesión, donde el individuo se libera de todos los lazos no económicos que lo ligan con sus semejantes—. Por mi parte, estimo que una característica adicional constituye con igual derecho el sujeto de la teoría y la práctica sociales modernas: _el individuo posesivo no tiene género_, antropológicamente es un simple neutro sexuado. Lógicamente, como he de mostrarlo, sólo el individuo que es a la vez posesivo y sexuado responde al postulado de la escasez en que está fundada toda economía política. La “identidad” institucional del _homo œconomicus_ excluye el género. Es un _neutrum œconomicum_. La desaparición del género es por ende un dato primordial de la historia de la escasez y de las instituciones que la estructuran.
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+[^f6]: _Individualismo envidioso_. El individuo contemporáneo, sin género y posesivo, que es el sujeto de la economía, gobierna su vida en función de consideraciones de utilidad marginal. Toda decisión económica está relacionada con una percepción de la escasez y en consecuencia tiende hacia una forma de envidia que era desconocida en el pasado. Las instituciones _productivas_ modernas nutren el individualismo envidioso al mismo tiempo que lo ocultan —las instituciones del pasado, orientadas hacia la subsistencia, buscaban reducirlo y denunciarlo—. Ésta es la tesis de Paul Dumouchel y Jean-Pierre Dupuy en sus respectivos ensayos en _L’enfer des choses: René Girard et la logique de l’économie_, Seuil, París, 1979. Los autores ponen al descubierto el contraste tipológico entre las instituciones modernas que engendran y luego disfrazan la envidia, y aquellas que tenían la función inversa —a las que han remplazado—. Cada cual, en su exposición, aplica en la economía los resultados del análisis literario que René Girard desarrolla en _Mensonge romantique et vérité romanesque_, Grasset, París, 1961. Véase también, del mismo autor, _La violence et le sacré_, 1972\. Girard busca en la novela del siglo XIX las pruebas de la transformación histórica del deseo: la evolución de las “necesidades” que se basa en una comparación envidiosa con lo que otro desea. En lugar de aplicar las categorías freudianas a los personajes de Dostoievski, analiza a Freud a través de los ojos de los hermanos Karamazov. Con esta perspectiva, el llamado progreso económico muestra ser la propagación del deseo triangular o “mimético”. La historia del individualismo económico coincide con la modernización de la envidia. En el presente ensayo, pretendo investigar la aparición de un tipo de envidia que es característica de las relaciones entre los sexos y que nace en la sociedad cuando el género desaparece. Respecto al tema de la envidia, cuya historia aún no ha sido escrita, véase el texto fundamental de la antropología de la envidia: George M. Foster, “Peasant Society and the Image of Limited Goods”, _American Anthropologist_, 67, núm. 2, abril de 1965, pp. 293-315, y “The Anatomy of Envy: A Study in Symbolic Behavior”, _Current Anthropology_, 13, núm. 2, abril, 1972, pp. 165-202. “Cuando experimenta la amenaza constante que la envidia representa para él mismo y para la sociedad, el hombre siente temor: teme las consecuencias de su envidia y las consecuencias de la envidia de los demás. De ahí resulta que en toda sociedad la gente recurre a ciertas formas culturales, simbólicas o no, a fin de neutralizar, reducir o dominar los peligros que ven surgir de la envidia, particularmente su temor de la envidia.” Respecto a la percepción de la envidia en la Antigüedad clásica, véase Svend Ranulf, _The Jealousy of the Gods and Criminal Law in Athens: A Contribution to the Sociology of Moral Indignation_, 2 vols., Williams & Norgate, Londres, 1933-1934. Respecto a la _hybris_ que suscita la Némesis: David Greene, _Greek Political Theory: The Image of Man in Thucydides and Plato_, University of Chicago Press, Phoenix Books, Chicago, 1965, y E. R. Dodds, _The Greeks and the Irrational_, University of California Press, Berkeley, 1968, especialmente el capítulo 2. Respecto a la actitud relacionada con la envidia al final de la Antigüedad clásica, es interesante un estudio sobre el aspecto contrario: R. A. Gauthier, _Magnanimité: l’idéal de la grandeur dans la philosophie païenne et dans la théologie chrétienne_, Vrin, París, 1951. Sobre la visión cristiana del “vicio” de la envidia, véase el artículo “Envidia” de Édouard Ranwez en _Dictionnaire de spiritualité_, Beauchesne, París, comenzado en 1932, en proceso de edición, pp. 744-785; también, Lester K. Little, “Pride Goes Before Avarice: Social Changes and the Vices in Latin Christendom”, _The American Historical Review_, 76, febrero, 1971, pp. 16-49. En torno a la iconografía medieval de la envidia, Mireille Vincent-Cassy, “L’envie au Moyen Âge”, _Annales ESC_, 35, núm. 2, marzo-abril de 1980, pp. 253-271, y “Quelques réflexions sur l’envie et la jalousie en France au XIVe siècle”, en Michel Mollat, _Études sur l’histoire de la pauvreté (moyen âge-XVIe siècle)_, publicaciones de la Sorbonne, París, 1974, serie Études, tomo 8, pp. 487-503. Una “historia de la envidia” no podría tener nada en común con las investigaciones realizadas por los psicólogos o los sociólogos modernos que imputan a la gente de otros tiempos lo que consideran ser la “envidia”. He aquí dos ejemplos de esta especie de estudios: Melanie Klein, _Envy and Gratitude_, Delacorte Press, Nueva York, 1957, especialmente pp. 176-235 (traducción francesa: _Envie et gratitude et autres essais_, Gallimard, París, 1968, que parte del postulado freudiano de la envidia innata que las mujeres tienen respecto al pene; y Helmut Schoeck, _Envy: A Theory of Social Behaviour_, Harcourt, Brace and World, Nueva York, 1970 (traducción alemana: _Der Neid und die Gesellschaft_, Herder, Friburgo, 4a edición, 1974), que pasa totalmente por alto el hecho de que la emoción y la percepción de la envidia poseen una historia. Entre los hombres y las mujeres, la denigración y la maledicencia no son fenómenos nuevos, pero la institucionalización de la inagotable comparación envidiosa entre individuos desprovistos de género es históricamente inédita.
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+[^f7]: _Sexo y sexismo_. La palabra _sexo_ viene del latín _sexus_, que pertenece a la familia _secare_ (cortar) cuya raíz _sec_\- indica división: sec-ción, seg-mento. Gramaticalmente, la palabra _sexus_ siempre debe acompañarse del calificativo _virilis_ (masculino) o _muliebris_ (femenino). Durante la Ilustración, cuando lo “humano” asumió la forma de un ideal, la lengua francesa restringe el término a las mujeres. La _Enciclopédie_ de Diderot le da 10 líneas: _“El sexo_ en sentido absoluto, o más bien _el bello sexo_, es el epíteto que se da a las mujeres … las más caras delicias del ciudadano apacible… cuya feliz fecundidad perpetua los amores y las gracias …” Será solamente durante el último cuarto del siglo XIX cuando el término tomará un sentido común para hombres y mujeres, aunque sin dejar de implicar diferencias morfológicas y psicológicas. Pero designa en ellos y ellas una especie de sistema de canalización de una energía agenérica que Freud habría de llamar “libido”. El sexo moderno desconoce el género, tal como lo muestra claramente el término “sexualidad”. Paradójicamente, en su función de palabra clave, el sexo es agenérico. Y la formación de la sexualidad agenérica es una de las condiciones necesarias para la aparición del _homo œconomicus_. Ésta es la razón por la que contrapongo el _sexo económico_ al _género vernáculo_. Pienso que el primero muestra la polaridad de caracteres comunes, el segundo, una dualidad complementaria. Tanto el género como el sexo son realidades sociales que no tienen más que una tenue relación con la anatomía. El sexo económico individualizado es todo lo que queda del género social en el seudo género del humano contemporáneo _sexuado_. El género no puede florecer en un medio ambiente estructurado por la economía. Y, sin embargo, la expoliación del medio ambiente social apropiado para el género vernáculo sigue siendo ignorada por los ecologistas. Es evidente que aquí empleo los términos _género_ y _sexo_ en calidad de “tipos ideales”, en el sentido weberiano. Véase Max Weber, _Gesammelte Aufsätze zur Wissenschaftslehre_, Mohr, Tubinga, 1922 (traducción francesa: _Essais sur la théorie de la science_, Plon, París, 1965). Un tipo ideal ( _Idealtypus_) es una construcción conceptual ( _ein Gedankenbild_) que no es una realidad histórica y ni siquiera una “verdadera” realidad. No puede servir como medida de una situación o de una acción real. Es un concepto _limitante_ ideal al que se le _compara_ la situación o la acción real para explicar algunos de los componentes importantes de éstas. Tal como yo los empleo, “género” y “sexo” son conceptos limitantes ideales que designan una polaridad: la transformación industrial de la sociedad que se convierte en un sistema “sexualizante” y ya no más “generizante”. Tanto para el género como para el sexo, la anatomía no es más que la materia prima, pues ambos transforman los órganos genitales en realidades sociales. El género transforma al pene en incontables tipos de _phalloi_; el sexo no produce más que el internacional, el amenazador, el envidiado “pene”. (Respecto a la homogenización análoga de la matriz y la vagina, véanse notas 87 y 90). Gayle Rubin (véanse notas 22 y 76) subraya el hecho de que en los grupos _humanos_ la existencia de sistemas genéricos es universal, sea cual fuere la muy amplia diversidad estructural de tales sistemas. Y no obstante, independientemente de su configuración única, cada sociedad posee una ideología que expone la inmutabilidad de las categorías del género. Estoy de acuerdo con ello, pero he de añadir que la sociedad _sexuada_ posee una ideología que expone la irrevocable decadencia del género (respecto al patriarcado como oposición del sexismo, véase la nota 21). En torno a la gama de sutiles variaciones de los símbolos del género, véanse las notas 116 y 117, así como L. Kriss-Rettenbeck, _“Feige”; Wort, Gebärde, Amulett_, Munich, 1955, y M. L. Wagner, “Phallus, Horn und Fisch. Lebendige und verschüttete Vorstellungen und Symbole, vornehmlich im Bereich des Mittelmeerbeckens”, en _Domum Natalicium_, Carol Jaberg, Zurich, 1973, pp. 77-130.
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+[^f8]: _Degradación del medio ambiente_. Cada vez son más evidentes los límites que modifican los postulados fundamentales de la economía política. Aunque la ecología, en cuanto ciencia y sistema de ideas, tiene una historia todavía reciente, va ganando en madurez. Hace referencia cada vez más a su propia historia, signo de una disciplina que se hace “adulta”. El término _Ökologie_ (que en francés se adoptó al principio con la ortografía _Œcologie_) fue creado en 1866 por E. Haeckel en una investigación sobre la morfología general de los organismos que realizó con base en una perspectiva evolucionista darwiniana. Robert P. McIntosh, “The Background and Some Current Problems of Theoretical Ecology”, _Synthese_, 43, 1980, pp. 195-255, proporciona una historiografía crítica y analítica de la ecología en las ciencias biológicas. La ecología como ciencia política tiene un origen mucho más reciente. En torno a la discusión sobre el tema, véase William Ophuls, _Ecology and the Politics of Scarcity: Prologue to a Political Theory of Steady State_, W. H. Freeman, New York, 1977. En mi concepto, la ecología no habrá de madurar si no incorpora dos distinciones que actualmente descuida: la distinción jurídica entre los _ámbitos de comunidad_ y los _recursos productivos_ (véase nota 10) y la distinción entre los ámbitos complementarios y el espacio agenérico.
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+[^f9]: _Contraproductividad_. La _contraproductividad_ es un indicador social que mide la frustración particular que produce el consumo obligatorio de una mercancía o de un servicio en un grupo o una clase. Algunos ejemplos: las frustraciones causadas por los transportes, que en la medida que se multiplican y se hacen más rápidos producen mayor pérdida de tiempo; por el tratamiento médico, más nefasto que la enfermedad; por la educación pública o los medios de información que más que nada embrutecen; por la tutela política o social que engendra a drogadictos de la “asistencia institucional”. Es posible ver en este fenómeno una medida de la _intensidad_ de las privaciones que las instituciones modernas infligen — _por necesidad técnica_— a la mayoría de sus clientes, por no cumplir con los objetivos para las que fueron creadas y financiadas por el erario —por ejemplo, la rapidez de los transportes—. La contraproductividad no es el congestionamiento, que también genera insatisfacción, sino la gran cantidad de cosas que estorban su funcionamiento, ya sean los vehículos, las materias que se imparten en las escuelas o las terapias. Yo veo en la contraproductividad el resultado de un _monopolio radical de las mercancías sobre los valores vernáculos_, que yo aún llamaba “valores de uso” en _La convivencialidad_, véase vol. I, 2006, particularmente el apartado _El equilibrio múltiple_, y en _Energía y equidad_. En último análisis, este monopolio radical procede de la transformación de los ámbitos de comunidad —por ejemplo, aquellos donde el derecho tradicional reconocía el “derecho del paso” peatonal— en utilidades públicas necesarias para la producción o la circulación de las mercancías. Escribí _Némésis médica_, véase vol. I, 2006, para ilustrar cómo la contraproductividad opera claramente en los niveles de la técnica, de la estructura social y del símbolo cultural. Como lo demuestran JeanPierre Dupuy, _Valeur sociale et encombrement du temps. Monographie du séminaire d’économétrie_, CNRS, París, 1975, y Jean-Pierre Dupuy y Jean Robert, _La trahison de l’opulence_, PUF, París, 1976, la contraproductividad no es la medida de las molestias individuales que las iniciativas políticas o técnicas podrían suprimir, sino un indicador social que refleja las particularidades tecnológicas. Wolfgang Sachs ha esclarecido el problema para su previsible discusión pública en _Are Energy-Intensive Life-Images Fading? The Cultural Meaning of the Automobile in Transition_, Technische Universität, Berlín, manuscrito, octubre de 1981. Véanse también las notas 60 y 112.
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+[^f10]: _Reapropiación de los bienes de los ámbitos de comunidad_. El término _communaux_ es antiguo en el francés, y lo es también en otras lenguas: _commons_ en inglés, _Almende_ o _Gemeinheit_ en alemán. Véase Iván Illich, _Das Recht auf Gemeinheit_, Rowohlt, Hamburgo, 1981, especialmente la introducción, y _gli usi civici_ en italiano. Los ámbitos de comunidad eran las tierras a las que todos los habitantes de una comunidad tenían derechos de uso adquiridos, no para extraer una ganancia monetaria sino para asegurar la subsistencia familiar. Los ámbitos de comunidad son esa parte del medio ambiente cuyo usufructo está garantizado por la ley de la costumbre, respecto a las cuales ésta impone formas específicas de respeto comunitario. Pienso exponer en una obra mía sobre los _Valores vernáculos_ (véase nota 1) en la que estoy trabajando, la degradación de los ámbitos de comunidad con el propósito de transformarlos en recursos productivos. Aquellos que luchan por la preservación de la biosfera y aquellos que rechazando un estilo de vida caracterizado por el monopolio de las mercancías sobre las actividades intentan recuperar poco a poco la capacidad de vivir fuera del régimen mercantil de la escasez, convergen actualmente en una alianza nueva en el seno de la cual todas las corrientes tienden a la recuperación y aumento de los _ámbitos de comunidad_. Esta realidad social que está en vías de surgir y converger es llamada por André Gorz el “archipiélago de la convivencialidad”. El instrumento principal para la cartografía de este nuevo mundo es la obra de Valentina Borremans, _Guide to Convivial Tools_, Special Report núm. 13, _Library Journal_, 1180 Sixth Avenue, Nueva York, 1980, guía razonada que registra más de 1 000 bibliografías, catálogos, periódicos, etc. Se pueden encontrar informes periódicos sobre la lucha por los nuevos ámbitos de comunidad en publicaciones como _Trans-National Network for Appropriate Technology_ (Tranet), P. O. Box 567, Rangeley, Maine 04980, Estados Unidos de América, y el _CoEvolution Quarterly_ (director: Stuart Brand, P. O. Box 428, Sausalito, California 94965, Estados Unidos de América).
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+[^f11]: _Escasez_. Empleo aquí este término en el sentido estricto que le dan los economistas desde que L. Walras lo empleó por vez primera con esta precisa significación en 1874. La escasez define el campo en el que las leyes de la economía relacionan a: _1) sujetos_ (individuos posesivos, envidiosos, agenéricos, bien se trate de personas o de compañías); _2) instituciones_ (que nutren simbólicamente a la _mimesis_); y _3) mercancías_, en el seno de un medio ambiente donde los ámbitos de comunidad han sido transformados en _recursos_, privados o públicos. No hay que confundir la escasez en este sentido y lo escaso en su sentido usual de “raro”, cuando se habla de: _1)_ aves _raras_ que interesan a los ornitólogos; _2)_ un régimen alimenticio _frugal_, como el de los camelleros del desierto desde hace siglos; _3)_ una alimentación _deficiente_, según el trabajador social que visita a una familia pobre; _4)_ las _últimas reservas_ de trigo en la aldea francesa del siglo XI (allí la costumbre o la violencia se encargaban de que todos pudieran obtener su parte, por pequeña que fuera). Aunque aún no es realmente una historia de la escasez, una fuente útil de referencias y bibliografías se halla en Bálint Balla, _Soziologie der Knappheit. Zum Verständnis individueller und gesellschaftlicher Mängelzustände_, Enke, Stuttgart, 1978. Niklas Luhman, “Knappheit, Geld und die Bürgerliche Gesellschaft”, _Jahrbuch für Sozialwissenschaft_, 23, 1972, pp. 186-210, identifica cinco características de la “contingencia social” en relación con la creencia contemporánea (que no ha sido impugnada) del régimen de la escasez. Históricamente, el régimen de la escasez llegó a instalarse gracias a la proliferación del dinero como medio (poco abundante) de intercambio; véase Karl Polanyi, “Primitive, Archaic and Modern Economies”, en _Essays of Karl Polanyi_, Beacon Press, Boston, 1971, pp. 175-203. El autor diferencia las utilizaciones del dinero: como medio de conservación de los valores, como patrón del valor y como medio de intercambio. Respecto a las teorías psicoanalíticas que pretenden explicar los orígenes de la escasez, véase Ernest Borneman, _Psychoanalyse des Geldes_, Suhrkamp, Francfort de Meno, 1975, compilación de ensayos de 24 autores. Si no se establece filosófica y legalmente la distinción entre los recursos productivos escasos y los ámbitos de comunidad compartidos, la _sociedad rígidamente estatal_ en un futuro cercano habrá de ser un expertocracia oligárquica, no democrática, autoritaria, gobernada por los ecologistas. Al respecto véase la demostración sólidamente argumentada de William Ophuls, _Ecology and the Politics of Scarcity_, W. H. Freeman, San Francisco, 1979. La desaparición del género y la intensidad y variedad crecientes de las escaseces son dos caras del mismo proceso de _occidentalización_ (véase nota 5). Por esta razón, yo considero que estos capítulos sobre el género son los estudios preliminares de una historia de la escasez.
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+[^f12]: _Dualidad_. Un método clásico del análisis sociológico consiste en emplear alguna forma de dualidad. La dualidad que propongo no está relacionada con ninguna de las que conozco. En ésta, la complementariedad asimétrica del género se contrapone a la polarización de las características homogéneas que distinguen al sexo social. Si me estuviera dirigiendo a matemáticos, hablaría de pares homomórficos de ámbitos extraídos de espacios heterogéneos. Es posible medir la complejidad del asunto en Lynda Glennon, _Women and Dualism. A Sociology of Knowledge Analysis_, Longman, Nueva York, 1979. Mediante un análisis del contenido de textos feministas, la autora expone las recientes discusiones en torno a la lógica de la dualidad que las feministas han llevado a cabo, y con base en éstas la impugnación de las “leyes” clásicas de la sociología con sus numerosas dualidades analíticas. Centra esencialmente su estudio en las tipologías dicotómicas que han aparecido desde Ferdinand Tönnies, limitándose a citar las anteriores. Según la autora, con la oposición que estableció entre _Gemeinschaft_ y _Gesellschaft_ (1887), Tönnies irrigó el terreno donde se cultivarían las demás dualidades modernas: sociedad de estatus y sociedad de contrato en Maine; forma militar (de lucha) y forma industrial (de cooperación), en Spencer; Estado de conquista y Estado de cultura en Ratzenhofer; polaridad natural y polaridad cultural en Wundt; solidaridad mecánica y orgánica en Durkheim; grupos primarios y grupos secundarios (implícitos) en Cooley; relación comunitaria y relación societaria en MacIver; comunidades locales y cosmopolitas en Zimmerman; régimen de Estado (civilización) y _folk society_ (cultura popular) en Odum; el continuo urbano de la _folk society_ en Redfield; las relaciones familiares y las relaciones contractuales en Sorokin; las sociedades sagradas y las sociedades seculares en Becker… Gracias a Tönnies también se crean otras dualidades más “generales”: primitivo/civilizado; lector/analfabeta; rural/urbano; primacía de lo público o de lo privado, del matriarcado o del patriarcado (véase nota 54). Aquí contrapongo otras dos dualidades, la del género y la del sexo. Sostengo que aparte del hecho de que son dos dualidades sociales relacionadas con una distinción genital, poca cosa tienen en común.
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+[^f13]: _Trabajo y sexo_. “Trabajo” y “empleo” son vocablos claves de nuestro tiempo; véase J. Knobloch, ed ., _op. cit_. en la nota 2, II, pp. 258-354, y O. Brunner, W. Konze y R. Koselleck, eds., _op. cit_. en la nota 3, volumen I, pp. 154-243. El vocabulario relacionado con el trabajo es recien-te y más que nada técnico: Arthur E. Bestor, Jr., “The Evolution of the Socialist Vocabulary”, _Journal of the History of Ideas_, 9, núm. 3, junio, 1948, pp. 259-302. En la mayoría de las lenguas no europeas la traducción del término ha presentado grandes dificultades; existe una bibliografía sobre el tema en Iván Illich, “El derecho al desempleo creador”, _Tecno-Política_, doc. 78/11, apdo. 479, Cuernavaca, Morelos, México. En la época medieval, la relación entre trabajo y retribución es tenue: véase Helmut Stahleder, _Arbeit in der mittelalterlichen Geselschaft_, Neue Schriftenreihe des Stadtarchivs München, Munich, 1972. Las actitudes relacionadas con esta relación han cambiado lentamente con la mecanización: Lynn White, Jr., “Medieval Engineering and the Sociology of Knowledge”, _Pacific Historical Review_, 44, 1975, pp. 1-21. Martín Lutero fue el único que le dio al trabajo un sentido contemporáneo: véase Hildburg Geist, “Arbeit: die Entscheidung eines Wortwertes durch Luther”, _Luther Jahrbuch_ (1931), pp. 83-113. Descubrió que el trabajo en cierto sentido era loable en sí mismo. “Fue el auténtico inventor de la doctrina moderna que afirma que en el trabajo hay algo intrínsecamente digno y meritorio, y que el hombre que labora a pleno sol es más agradable a Dios que el que descansa a la sombra.” (H. L. Mencken, _op. cit_. en la nota 3). La historia de la discriminación sexista en el trabajo coincide con la lenta promoción del empleo salariado al rango de prototipo del trabajo que es digno, gratificante, significativo y accesible para todos. Todavía durante gran parte del siglo XVIII, la fracción relativamente pequeña de los salariados podía subsistir principalmente porque vivía en casa de los patrones: Bronislav Geremek, _Le salariat dans l’artisanat parisien aux XIIIe–XVe siècles_, Mouton, París, 1968. La necesidad de sobrevivir gracias a un salario no es simplemente un signo de pobreza, sino de miseria. Éste es uno de los grandes temas de Michel Mollat, _Études sur l’histoire de la pauvreté, op. cit_. en la nota 6. En la Edad Media, a los pobres se les reconoció un conjunto de derechos legales que no tenía relación alguna con el trabajo: G. Couvrier, _Les pauvres ont ils des droits_? _Recherches sur le vol en cas d’extrême nécessité depuis la Concordia de Gratien (1140) jusqu’a Guillaume d’Auxerre, mort en 1231_, Univ. Gregoriana, Roma/París, 1961. Véase también B. Tierney, _Medieval Poor Law: A Sketch of Canonical Theory and Its Applications in England_, University of California Press, Berkeley, 1959. Respecto a las actitudes hacia el trabajo salariado en la Florencia de los Medicis, véase Judit C. Brown y Jordan Goodman, “Women and Industry in Florence”, _Journal of Economic History_, 40, núm. 1, marzo, 1980, pp. 73-80. Este estudio se dirige a dos talleres florentinos, uno edificado en 1561, el otro en 1642. Cuando el sector artesanal creció a partir de fines del siglo XVI, los hombres dejaron la producción textil por los oficios de lujo, más lucrativos. Las mujeres fueron empleadas casi exclusivamente en las industrias de la lana, de la seda y de la tela, que, respondiendo a la nueva demanda, abandonaron la producción de vestidos de lujo y adoptaron la de prendas menos elaboradas cuya confección era más fácil rutinariamente. Así, cierta forma de división de los sexos se instalaba en el trabajo salariado, pero no una división entre actividades destinadas al mercado y las que no lo estaban. Los hombres proporcionaban la fuerza de trabajo artesanal, muy especializada, y las mujeres la mano de obra ordinaria, poco especializada, relacionada con el hilado, el tejido y la costura. A partir de entonces, con la expansión y la generalización del trabajo salariado, la discriminación económica de las mujeres no ha dejado de aumentar. Cada vez más, las mujeres ven en sus ganancias inferiores la prueba constantemente administrada de su inferior valor económico. Por ejemplo, en los Estados Unidos las posibilidades que las mujeres tenían de entrar en diversos sectores eran mucho mayores durante el periodo colonial que a mediados del siglo XIX: véase Elizabeth Anthony Dexter, _Career Women of America_, _1776-1840_, Clifton, N. J., Augustus Kelley, 1972. Para la comparación entre las ganancias y la duración del trabajo es imprescindible la obra de Edith Abbott, _Women in Industry: A Study in American Economic History_, Appleton, Nueva York, 1916. Para obtener materiales más recientes: tablas, estadísticas y bibliografía, véase Valerie Kincade Oppenheimer, _The Female Labor Force in the United States: Demographic and Economic Factors Governing Its Growth and Changing Composition_, Population Monograph núm. 5, University of California, Institute of International Studies, Berkeley, 1970, y Alice Kessler-Harris, “Women’s Wage Work as Myth and History “, _Labor History_, 19, 1978, pp. 287-307.
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+[^f14]: _La creciente diferencia entre los salarios_. En los Estados Unidos, la diferencia entre los salarios de los hombres y los de las mujeres continúa aumentando, al mismo tiempo que aumentan la legislación antidiscriminatoria y el movimiento de reivindicación feminista organizado. Con la actual _stagflation_ (estancamiento e inflación combinados) podría alcanzar un récord todavía no superado: 55%. Es mayor que hace 20 años, aunque desde 1963 una ley federal supuestamente la combate. En 1956, la ganancia o la remuneración salarial anual media de una mujer empleada tiempo completo era de 2 827 dólares, es decir, 63% de la de un hombre (4 466 dólares); en 1973, la cifra equivalente para una mujer fue de 6 488 dólares, pero la de un hombre aumentó aún más rápido: 11 468 dólares. De esta manera, durante el mandato de Kennedy y la Guerra de Vietnam, la ganancia anual media de las mujeres decreció, no alcanzando más que 57% de la de los hombres. En otros países se puede constatar una diferencia comparable: Austria 64,4% (1975); Canadá 59% (1971); Francia 66.6% (1972); Suecia 86% (1974). Obtuve estas cifras de Ronnie Steinberg Ratner, _Equal Employment Policy for Women: Strategies for Implementation in the USA, Canada and Western Europe_, Temple University Press, Filadelfia, 1978, pp. 20-23. Esta es una compilación de estudios originales relacionados con diversos recursos institucionales, gracias a los cuales las posibilidades de igualdad en el empleo para las mujeres se hicieron “efectivas” durante los años de la posguerra: pero todas estas posibilidades “efectivas” en nada cambiaron la diferencia de los salarios (véase nota 15). Entre las naciones industriales, la única excepción fue Japón. En 1960, el salario medio de una mujer equivalía a 43% del de un hombre; en 1974 a 54%. Pero, simultáneamente, la discriminación _social_ de las mujeres se intensificó. Respecto al fondo de esta evolución, váse Kazuko Tsurumi, _Women in Japan: A Paradox of Modernization_, Sophia University, Institute of International Relations, Tokio, 1977. Para una bibliografía reciente, véase _Women at Work: An ILO News Bulletin_, núm. 2, Ginebra, International Labor Office for Women Worker’s Questions, 1979. Jeanne Mager Stellman, _Women’s Work, Women’s Health: Myths and Realities_, Pantheon, New York, 1977, proporciona útiles datos sobre los salarios de las mujeres, tanto monetarios como no monetarios (asistencia médica, por ejemplo), según los niveles de instrucción. Bibliografía sobre este tema: Mei Liang Bickner, _Women at Work: An Annotated Bibliography_, Manpower Research Center, Institute of Industrial Relations, University of California, Los Angeles, 2 vols., 1974 y 1977. Una forma de empleo particularmente femenina es el “servicio”, es decir, _las tareas domésticas retribuidas_; de todas las actividades modernas, es a la vez aquella que está más específicamente reservada a las mujeres, y aquella donde la diferencia entre los salarios masculinos y los salarios femeninos es más marcada. La primera gran historia de esta actividad económica —que también nació en el siglo XIX— acompañada de una orientación bibliográfica, se encuentra en la obra de David Katzman, _Seven Days a Week: Women and Domestic Service in Industrializing America_, Oxford University Press, Nueva York, 1978. Compárese con I. Davidoff y R. Hawthorn, _A Day in the Life of a Victorian Domestic Servant_, Allen & Unwin, Londres, 1976, y Pierre Guiral y Guy Thuillier, _La Vie quotidienne des domestiques en France au XIXe siècle_, Hachette, París, 1976. Mundialmente, la cifra de las mujeres que “sirven” es hoy muy superior a lo que era en el siglo XIX, pero la mayor parte está en el Tercer Mundo. Véase, por ejemplo, Elisabeth Jelin, “Migration and Labor Force Participation of Latin American Women: The Domestic Servant in the Cities”, _Signs_, 3, núm. 1, 1977, pp. 129-141. Las mujeres emigran más que los hombres hacia las ciudades. La demanda de sirvientas es literalmente ilimitada. En gran parte de América Latina es posible encontrar sirvientas en hogares ubicados en un nivel social tan bajo que, para hacer una comparación, habría que considerar las condiciones europeas en el siglo pasado.
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+[^f15]: _Estadísticas sobre la discriminación_. Para extraer de los censos norteamericanos todo lo que este tipo de datos puede expresar, consúltese Robert Tsuchigane y Norton Dodge, _Economic Discrimination Against Women at Work_, Heath, Lexington Books, Lexington, Mass., D. C., 1974. Representa un sobrio análisis estadístico y técnico de la discriminación salarial relacionada con las mujeres en los Estados Unidos. Los autores reconocen la complejidad de traducir los datos cuantitativos al concepto normativo de _discriminación total_. Cuando se trata de la diferencia, en la economía, de las ganancias totales de los hombres y las ganancias totales de las mujeres, la discriminación total se considera como la suma de tres tipos de discriminación: en el salario, en el oficio y en la participación. “… en la medida que, en el mismo empleo, las mujeres ganan menos que los hombres, existe discriminación salarial. Si la proporción de mujeres es mayor en los empleos con bajos salarios que en los empleos con altos salarios, existe discriminación en el oficio. Si la tasa de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo es menor que la de los hombres, existe discriminación en la participación” (p. 6). Al comparar las cifras de los censos, particularmente los de 1960 y 1970, los autores constatan una ligera disminución de la discriminación total. ¿Pero de dónde procede? De una ligera disminución de la discriminación en el oficio (un poco más de mujeres tienen empleos mejor pagados), combinada con una disminución notable de la discriminación en la participación (un mayor porcentaje de las mujeres acudió todos los días al trabajo en 1970). En virtud del método de los autores, estas dos modificaciones de los datos hacen que se reduzca significativamente la discriminación total, a pesar de “un aumento considerable y sorprendente de la discriminación en los salarios durante el mismo periodo” (p. 16). Dicho de otra manera: si bien con la expansión de la economía un número creciente de mujeres “trabaja”, y si gracias a la presión de las feministas la diferencia de las ganancias entre la mayoría mal remunerada y la minoría bien retribuida se volvía casi la misma que existe entre los hombres, las mujeres en conjunto reciben actualmente, en relación con un empleo igual, una fracción todavía menor del salario que obtienen los hombres. Moshe Semyonov, “The Social Context of Women’s Labor Force Participation: A Comparative Analysis”, _American Journal of Sociology_, 86, núm. 3, 1980, pp. 534-550, confirma esta tendencia en el mundo entero, partiendo de datos relacionados con 61 sociedades y de amplias fuentes bibliográficas. La integración de un número creciente de mujeres en la mano de obra siempre ha dado por resultado la discriminación profesional. Por doquier, más mujeres “trabajan” y menos de ellas tienen la posibilidad de alcanzar una buena posición y un salario alto. Cuando se escrutan con atención las fuentes especializadas y las publicaciones poco conocidas, se puede ver que lo mismo sucede en la URSS: véase Alastair McAuley, _Women’s Work and Wages in the Soviet Union_, Allen & Unwin, Londres, 1979. La doble carga (tareas domésticas _más_ empleo) es al parecer más pesada allí. Los datos positivos respecto al trabajo de las mujeres soviéticas no conciernen a los salarios: el porcentaje de institutrices y de profesoras es mayor (en la URSS, éstas son profesiones mal remuneradas) y casi un tercio de los diputados son mujeres (desprovistas de poder y generalmente mudas).
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+[^f16]: _Ritos institucionales_. Las instituciones modernas son contraproductivas. En el mejor de los casos, las buenas intenciones de ciertos individuos, ya sean médicos, maestros de escuela o cuadros feministas, hacen que la contraproductividad sea menos amarga. Un ejemplo entre muchos es el del sistema médico, que de hecho no puede más que amenazar la salud. Era éste el argumento de mi _Némesis médica_, que John Bradshaw reformuló de forma todavía más clara en _Doctors on Trial_, Wildwood House, Londres, 1979. De manera general, los servicios institucionales son rituales que ocultan tanto a los proveedores como a los clientes la distancia constantemente creciente entre el mito al _que aspiran y la realidad material que estructuran social-mente;_ véase Iván Illich, _La sociedad desescolarizada_, vol. I, capítulo II: “El ritual del progreso”. Hoy la reivindicación organizada de la igualdad económica para las mujeres, la “empresa feminista”, sigue el mismo esquema. Para apreciar la magnitud de esta empresa informal en el periodo 1960-1975, véase Marija Matich Hughes, _The Sexual Barrier: Legal, Medical, Economic and Social Aspects of Sex Discrimination_, Hughes Press, Washington, 1977. Hasta hoy la acción compensatoria en favor de la igualdad económica de las mujeres ha significado un vano intento de reducir la diferencia de los salarios para la mayoría. Su resultado ha sido la creación de empleos para las mujeres que defienden los derechos de las mujeres, y una considerable mejora del estatus, del salario y de las posibilidades de empleo para aquellas que se encontraban en puestos muy altos de la sociedad, sobre todo profesionales. Esto atestigua, por ejemplo, la creciente participación internacional de las mujeres en el ámbito médico, que ha sido bien documentada por Sandra L. Chaff en _Women in Medicine: A Bibliography of the Literature on Women Physicians_, Scarecrow Press, Metuchen, N. J. ,1977. La asistencia técnica a las mujeres ha tenido el mismo efecto contraproductivo —la relativa indigencia de la mayoría— que la asistencia técnica internacional en el desarrollo económico de los países pobres. Para poder realizar la autocrítica necesaria, autocrítica que ha sido incapaz de emprender el sistema médico —como también los sindicatos, las fuerzas armadas y los partidos comunistas—, el feminismo tendría que impugnar seriamente el postulado según el cual sus metas fundamentales pueden lograrse efectivamente (y no sólo ritualmente) en un régimen de escasez. Con frecuencia se cita al sistema médico y al sistema educativo para ilustrar el desarrollo común de todas las instituciones de la era industrial _durante su expansión:_ se les obliga a producir de manera exponencial los símbolos que ocultan el hecho de que sus efectos son contrarios a sus objetivos. Sobre el apoyo sociopolítico paradójico a causas que inevitablemente son contraproductivas, véase la investigación teórica de Jean-Pierre Dupuy, “Épistémologie de l’économie et analyse de systèmes”, en Jacques Lesourne, ed., _la Notion de système dans les sciences contemporaines_, tomo II: _Epistémologie_, Aquisgrán, Librairie de l’Université, Aix-en-Provence, 1981. El crecimiento exponencial necesario para ocultar la contraproductividad no se limita a la medicina, la enseñanza y el transporte. Ya hace más de un siglo que la igualdad económica de las mujeres está en la agenda de cientos de organizaciones: Albert Krichmar, _The Women’s Rights Movement in the United States_, _1848-1970_. _A Bibliography and Sourcebook_, Scarecrow Press, Metuchen, N. J., 1972. Decenas de miles de mujeres dedicaron su vida profesional a la lucha por alcanzar esta meta y constantemente registraron progresos en la tarea. Un número mucho mayor todavía invirtió su tiempo, su esfuerzo y su entusiasmo en esta causa. Los tres grandes sistemas modernos del derecho: el derecho romano, el derecho inglés y el derecho islámico, afirman la igualdad económica de las mujeres: Kathleen Newland, _The Sisterhood of Man: The Impact of Women’s Changing Roles on Social and Economic Life around the World_, Norton, Nueva York, 1979. La batalla legal contra la discriminación económica también continúa, y constantemente da a la luz boletines de “victorias”: _Women’s Rights Law Reporter_, Newark, N. J., Rutger’s Law School. Todo esto permanece sin producir efectos mensurables respecto a la única cuestión que cuenta y que cada vez más queda sumergida en las olas de la retórica y las satisfacciones ilusorias: la diferencia entre las ganancias de los hombres y las de las mujeres, que muestra la inferioridad económica de estas últimas.
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+[^f17]: _Las mujeres y el derecho_. Todo derecho consuetudinario, no escrito, es intragenérico (véanse notas 80 a 83). El derecho escrito europeo es patriarcal (véanse nota 21) y el derecho del Estado-nación moderno es infaliblemente sexista. No se han estudiado suficientemente las repercusiones que en el estatus legal de la mujer ha tenido el pasaje del patriarcado al sexismo. _Sexual Divisions and Society: Process and Change_, Tavistock Publications, Londres, 1976, por Diana Leonard Barker y Sheila Allen, eds., reúne diversos estudios interesantes en este sentido, particularmente el de Yves Dézalay, “French Judicial Ideology in Working Class Divorce”, donde el autor comenta: “Las formulaciones jurídicas modernas, en su ambigüedad, confunden las obligaciones profesionales de los hombres y las obligaciones conyugales de las mujeres, definiendo como iguales las obligaciones recíprocas de ambas partes. De hecho, muchos hombres consideran que es por causa de su mujer que deben “matarse” en el trabajo, lo cual para ellos compensa todos los sacrificios que su mujer está obligada a realizar en el matrimonio”. Haría falta un estudio histórico que distinguiera: _1)_ el derecho intragenérico (que destaca la complementariedad ambigua y equilibrada entre los géneros); _2)_ el derecho patriarcal (que desprecia al género femenino), y _3)_ el derecho sexista (que deroga el género en favor de una quimérica igualdad entre los sexos).
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+[^f18]: _Las mujeres en los países socialistas_. En un país industrializado la degradación relativa del valor económico de las mujeres no parece fundamentalmente afectada por la ideología política dominante. Se pueden citar dos estudios recientes: M. P. Sacks, “Unchanging Times: A Comparison of the Everyday Life of Soviet Working Men and Women between 1923 and 1966”, en D. Atkinson, A. Dallin y G. W. Lapidus, eds., _Women in Russia_, Harvester Press, Sussex, 1978, y A. Heitlinger, _Women and State Socialism: Sex Inequality in the Soviet Union and Czechoslovakia_, Macmillan, Londres, 1979. Aunque son mecanismos diferentes, el plano económico y el mercado financiero son bastante precisos en su desvalorización de las mujeres; véase también A. McAuley, _op. cit_. en la nota 15.
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+[^f19]: _Las mujeres y la recesión estructural_. El deterioro mundial de la actividad económica en los años setenta, y las tímidas recuperaciones que le siguieron, coincidieron con el final de un periodo que había visto un crecimiento neto de la participación de las mujeres en la mano de obra. Sin embargo, este auge de la fuerza de trabajo femenina se vio acompañado del desempleo femenino que se advirtió en todos los países del norte de América y de Europa occidental, con excepción de Gran Bretaña (donde al parecer las cifras oficiales sobre las trabajadoras desempleadas se subestiman en alrededor de 50%). Tal era la situación cuando la reducción general del empleo por todos conocida empezó a hacerse sentir. En la época las mujeres estaban más concentradas que los hombres en un pequeño número de industrias y una gama restringida de actividades, sobre todo el servicio doméstico. Al principio, las mujeres fueron en cierta medida protegidas de la recesión que inicialmente afectó a las industrias de la producción y a los oficios manuales donde ellas eran comparativamente pocas. Pero a medida que la caída se hizo general, las mujeres fueron más vulnerables a los recortes de personal y tuvieron mayores dificultades para volver a encontrar empleo, particularmente en los ámbitos tradicionalmente “masculinos”, donde los hombres ya competían entre sí. Véase Diane Werneke, “The Economic Slowdown and Women’s Employment Opportunities”, _International Labor Review_, 117, núm. 1, enero-febrero, 1978, pp. 37-52. Puede resultar útil la lectura de Marjorie Galenson, _Women and Work: An International Comparison_, Ithaca, Cornell University, 1973, en relación con las comparaciones internacionales sobre los empleos y sus salarios correspondientes. En las estadísticas sobre el desempleo, el número de mujeres actualmente se subestima, porque ellas abandonan más rápidamente que los hombres la búsqueda de empleo, el cual de todos modos tienen menos oportunidades de obtener. Véase Naciones Unidas, _The Economic Role of Women in the ECE Region_, U. N. Publications, Nueva York, 1980.
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+[^f20]: _Violación sexista_. No existe todavía una historia social de la violación, en parte porque aún no se ha establecido una distinción clara entre la _violación moderna, sexista, que se ubica en las condiciones generales de la escasez, consideradas axiomáticamente_, y las formas milenarias de la posesión sexual de una mujer mediante la violencia. Lo que actualmente temen más las mujeres norteamericanas es la violación como expresión física suprema del sexismo moderno —y en el sexismo les asusta su hedor de violación moderna—. Según yo, la violación moderna es el producto implícito de la obliteración del género. No encuentro huella alguna de esta distinción en Susan Brownmiller, _Against Our Will_, Bantam, Nueva York, 1976, aunque implícitamente la reconoce Pamela Foa y Susan Roe Petersen en su contribución a la antología de Mary Vetterlin-Braggin _et al_., _Feminism and Philosophy_, Littlefield, Totowa, N. J., 1971; ambas afirman que la violación, como hecho social, refleja las actitudes de la sociedad respecto a las relaciones heterosexuales (más de esto en la nota 110). E. Shorter sostiene que es necesaria una historia de la violación en “On Writing the History of Rape”, _Signs_, 3, núm. 2, 1977, pp. 471-482, artículo que desató una controversia en la misma publicación. La dificultad de fundamentar estadísticamente lo que anteriormente declaro aparece en la lectura de Allan G. Johnson, “On the Prevalence of Rape in the United States”, _Signs_, 6, núm. 1, 1980, pp. 136-146. El autor protesta vigorosamente contra la afirmación de Shorter de que “los riesgos que corre una mujer normal de ser realmente violada (es decir, de estimar que ha experimentado una violación) son todavía mínimos” en los Estados Unidos. Johnson proporciona las cifras que muestran que una habitante urbana de 12 años corre el peligro de ser violada al menos una vez en su vida por alguien que no es ni su padre ni su marido, con una probabilidad que se puede situar entre uno sobre tres y uno sobre dos. El hecho de que es difícil que se admitan las declaraciones de violación muestra lo ardua que es la empresa de escribir una historia de la violación con base en las estadísticas. Precisamente esto es lo que debiera alentar la reflexión sobre la realidad social actual del miedo a la violación. Es más temida hoy que en el pasado. Las nuevas formas de ultraje sexista unidas a la brutalidad han creado algo diferente. Sucede lo mismo con la prostitución bajo el postulado de la escasez: el sexismo agrava con sus insultos una realidad que existe desde siempre. Para hacerse una idea de esta evolución de un “estado” a una “profesión”, comparárense los dos artículos de Jacques Rossiaud, “Prostitution, jeunesse et société dans les villes du Sud-Est au XVe siècle”, _Annales ESC_, 31, núm. 2, marzo-abril, 1976, pp. 289-325, y “Fraternités de jeunes et niveaux de culture dans les villes du Sud-Est à la fin du Moyen Âge”, _Cahiers d’histoire_, 21, 1967, pp. 67-102. Con la incorporación del “ama de casa” en la economía, mediante su transformación en trabajadora fantasma (mientras que anteriormente contribuía a la subsistencia), la realidad social de la prostituta también cambió radicalmente. La prostituta pertenecía a la minoría de las mujeres que ejercían una actividad que no estaba insertada en el mercado —sus servicios escapaban a la economía, al contrario de los de una señora “legítima” o de una sirvienta que participaban en la subsistencia del hogar. Pero cuando en el siglo XIX las mujeres hubieron de entrar en la economía oficial, sobre todo como trabajadoras fantasmas, la mujer honesta y la prostituta se vieron compitiendo entre sí: una rivalidad enteramente nueva, económica y por ende violenta, que hubo de conducir a la exclusión brutal e institucional de la prostitución, así como a su regulación. Para una introducción a los muy numerosos textos sobre tal proceso, véase Alain Corbin, _Les filles de noce_: _misère sexuelle et prostitution, XIXe et XXe siècles_, Aubier-Montaigne, París, 1978.
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+[^f21]: _Patriarcado y sexismo_. La explicación más común del sexismo es el patriarcado, y muchos autores emplean indiferentemente uno y otro término. Por mi parte me preocupo por distinguir entre ambos (véase también la nota 7). Por “patriarcado” entiendo un esquema de dominación masculina en una sociedad bajo la égida (es decir, en griego, el escudo) del género. Más específicamente, en la historia europea el patriarcado representa la desigualdad del poder en las condiciones de complementariedad asimétrica del género, desigualdad que adquirió su estilo particular en la sociedad mediterránea de tiempos antiguos. Para Julian Pitt-Rivers, _The Fate of Shechem, or the Politics of Sex: Essays in the Anthropology of the Mediterranean_, Cambridge University Press, Nueva York y Londres, 1977, especialmente el capítulo 7, la política del sexo (que en las sociedades occidentales parece “natural”) se enturbió con la formación del Estado prehomérico. Los sistemas elementales de unión matrimonial, conforme a los cuales las mujeres eran cambiadas por otras mujeres, fueron a la sazón remplazados por un nuevo sistema, donde las mujeres eran cambiadas por una posición política. Jane Schneider, “Of Vigilance and Virgins: Honor, Shame and Access to Resources in Mediterranean Societies”, _Ethnology_, 10, 1971, pp. 1-24, identifica un conjunto singular de fuerzas ecológicas que fragmentaron a las sociedades pastoriles en pequeñas unidades económicas, las cuales no podían poseer la dimensión y la estratificación interna que eran típicas de las sociedades asiáticas, y que por lo tanto limitaban la capacidad de violencia organizada. En estas condiciones, las mujeres —en cuanto recursos— podían convertirse en causas de disputas, del mismo modo que el agua o los pastizales. Y lo que es más importante, la común preocupación que tenían por el “honor” de sus mujeres, de quienes eran los amos, era lo que frenaba la amenaza constante del conflicto mortal entre padres e hijos. Sherry B. Ortner, “The Virgin and the State”, _Michigan Discussions in Anthropology_, 2, otoño, 1976, pp. 1-16, va más lejos aún: tales condiciones propiciaron la formación de un dominio privado de los hombres que englobaba a las mujeres cuya pureza protegían, dominio que no coincidía simplemente con la esfera doméstica (en contraposición con la esfera pública). Según Jane Schneider, este tipo de dominio masculino y privado sobre la “pureza” de las mujeres es lo que distingue la hegemonía de un género en las sociedades de la cuenca mediterránea, de los sistemas homólogos en otras sociedades. Es por esta razón que yo no excluyo la posibilidad de cernir diferentes estilos de patriarcado, especialmente en el caso del “genero dislocado” (véanse las notas 77, 120 y 121). Entiendo por “patriarcado” una dominación asimétrica en el contexto del género (véase nota 83). Es evidente que el sexismo no es la prolongación, en las sociedades modernas, de aquellas relaciones de fuerza del patriarcado. El sexismo es una degradación individual de la mitad de la humanidad, con base en criterios sociobiológicos (notas 58 y 60) que anteriormente eran inconcebibles. Por esta razón es necesario apreciar la diferencia entre la atribución de un prestigio menor a las mujeres (en los países mediterráneos o en otros lugares) y la degradación individual de la mujer, quien en el régimen del sexo se ve forzada a competir con el hombre. Se encuentra una guía de los textos relacionados con las causas del sexismo en el empleo, en Natalie J. Sokoloff, “Bibliography of Women and Work: The 1970’s”, _Resources for Feminist Research/Documentation sur la recherche feministe_, Toronto, 1981, pp. 57-61. La autora propone interesantes categorías para clasificar las teorías que explican la posición de desventaja de las mujeres en el mercado del trabajo, pero utilizando conceptos que ignoran el género. El artículo no clasifica más que las publicaciones posteriores a 1970 relacionadas con eso que los sociólogos tienden a llamar “el trabajo”, es decir, principalmente el trabajo salariado, y la autora las ordena de acuerdo con las rúbricas siguientes: datos de base; crítica feminista de estos datos; teoría de la adquisición de estatus; teoría del doble mercado de trabajo; teoría de la estratificación de los sexos; sociología radical (marxista); modelos masculinos del mercado de trabajo de los teóricos del capitalismo monopolista contemporáneo; aplicación de estos modelos a las mujeres; feminismo marxista antiguo; mentoras feministas radicales del feminismo marxista de nuevo cuño. El hecho de ignorar la distinción entre género social y sexo social condujo a estos sociólogos a un análisis del conflicto actual igual al que se hacía en el pasado, viéndolo como un conflicto que oponía a dos clases de individuos: las mujeres y los hombres. Esta ignorancia conduce a una brillante mitóloga en dirección opuesta: Mary Daly, _Gyn/Ecology: The Metaethics of Radical Feminism_, Beacon Press, Boston, 1978. Con mayor lucidez que muchos autores, reconoce en eso que yo denomino el sexismo la “religión predominante en todo el planeta” —pero, ahistóricamente, no lo contrapone al patriarcado—.
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+[^f22]: _Reproducción_. El termino “reproducción” forma con el de “producción” una pareja célebre. Actualmente estos conceptos marxistas básicos se han empleado tan extensamente que ya perdieron su sentido preciso. Como dice Agnes Heller, “Paradigm of Production: Paradigm of Work”, _Dialectical Anthropology_, 6, 1981, pp. 71-79: “Los intérpretes de Marx que emplean el concepto de producción en relación con todas las esferas de la interacción humana (‘producción artística’, ‘producción de ideas’) amalgaman dos paradigmas en uno solo … sin tener conciencia del cambio de sentido”. Gayle Rubin ha intentado emplear el concepto de reproducción para el análisis del estatus y de las funciones de las mujeres, en su ensayo “The Traffic in Women: Notes on the Political Economy of Sex”, en Rayna Reiter, ed., _Toward an Anthropology of Women_, Monthly Review Press, Nueva York, 1976, pp. 157-210. A pesar de la crítica que hago en la nota 76, yo saqué provecho de la lectura de este artículo. Véase también Felicity Edholm, Olivia Harris y Kate Young, “Conceptualizing Women”, _Critique of Anthropology_, 9/10, núm. 10, 1977, pp. 101-130. Sin embargo, buena parte de la pretendida “historia de las mujeres” en los Estados Unidos se ha convertido en un vivero de mitos que no podrían sobrevivir al aire libre. Las universitarias feministas buscan un semblante de legitimidad aferrándose a residuos de legitimidad recogidos en teorías marxistoides de segunda mano que han sido desechadas por los especialistas de la historia social. Las feministas norteamericanas intentan construir una historia de los “modos de reproducción”, y las “teorías de la reproducción” (física, social, económica, ideológica) proliferan en todo discurso susceptible de distinguir el género del sexo. Representativa de esta tendencia, con una calidad muy por encima de la media, Heidi I. Hartmann, “The Family as the Locus of Gender, Class and Political Struggle: The Example of Housework”, _Signs_, 6, núm. 3, primavera, 1981, pp. 366-394. Yo empleo el término “reproducción” en relación con la fotografía, la división celular o el vaciado de estatuas. Sólo empleo el término “reproducción social” para hablar del sistema escolar, el cual funciona como una máquina de fotocopias.
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+[^f23]: _La economía inaparente_. Son raras las entidades nuevas que hayan recibido tantas designaciones. Este conjunto de actividades que estorban, falsean o desacreditan las estadísticas económicas oficiales, todavía no han podido ser circunscritas o denominadas de una forma unánimemente aceptada. Los siguientes textos atestiguan la búsqueda de la terminología: Scott Burns, _The Household Economy: Its Shape, Origins and Future_, Beacon Press, Bostón, 1975; Peter M. Gutmann, “The Subterranean Economy”, _Financial Analysts Journal_, noviembrediciembre, 1977, pp. 26-28; Yona Friedman, “Le ‘secteur D’ de l’économie”, _Futuribles_, núm. 15, mayo-junio, 1978, pp. 331-338; Jean-Marie Delatour, “Une forme de dissidence passive: le travail noir”, _Cadres CFDT_, núm. 289, junio-julio-agosto, 1979, pp. 26-29; Rosine Klatzman, “Le travail noir”, _Futuribles_, núm. 26, septiembre, 1979, pp. 26-29; Alessandra Nannei, “La resurrección de la economía subterránea”, _Le Monde Diplomatique_ en español, núm. 19, julio, 1980, pp. 4-5. Este último artículo es un comentario sobre Giorgio Fua, 1976, quien atribuía el auge económico de Italia a su inmensa economía subterránea. Nannei expone las diversas razones que causan que el trabajador de la economía subterránea sea relativamente más explotado. Véase también Dieter Piel, “Das dunkel Gewerbe, Schwarzarbeiter und illegale Verleihfirmen prellen den Staat um Milliarden”, en _Die Zeit_, archivo núm. 38, Hamburgo, 1981, pp. 9-11, y “Schwarzarbeit: Unglaublich was da läuft”, _Spiegel_, 46, Hamburgo, 1981, pp. 62-81. Como carezco del término adecuado, paradójicamente llamo economía “inaparente” a esta masa innominada de actividades. Digo “paradójicamente” porque no existe ningún otro hecho que más se haya intentado explicar en el curso de los años ochenta. Para una bibliografía de los estudios económicos, particularmente en los países del Tercer Mundo, véase Stuart Sinclair, _Bibliography on the “Informal” Sectors_ McGill University, Center of Developing Area Studies, Montreal, 1978. El término “sector informal” es cada vez más utilizado por los economistas, quienes hacen de él una especie de notación estenográfica para designar las actividades cuya productividad económica han logrado formalizar: bazares, pequeños comercios instalados en la vía pública, changarros familiares, mordidas… En otro lugar he sostenido que la formalización económica del sector informal y su control burocrático por los organismos dedicados a promover la iniciativa individual y la ayuda mutua revestirán una función análoga al colonialismo del pasado durante el último cuarto del siglo xx.
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+[^f24]: _Remuneraciones fuera de control e inflación_. Después de 1978, empezó a inquietar crecientemente al fisco de Norteamérica la proporción de las remuneraciones que escapaban a su control, ya sea porque fueran ganancias no declaradas, ya sea porque se trataran de transacciones ocultas. Al respecto citaré a Richard Porter, _Some Notes on Estimating the Underground Economy_, agosto 10, 1979, Board of Governors of the Federal Reserve System, y M. Higgings, _Measuring the Hidden Economy_, Second Report from OCPU, University of Bath, Center for Fiscal Studies, julio de 1980. Edgar L. Feige realizó un intento por construir herramientas de evaluación macroeconómicas: _A New Perspective on Macroeconomic Phenomena. The Theory and Measurement of the Unobserved Sector of the United States Economy: Causes, Consequences and Implications_, agosto, 1980, 63 páginas, manuscrito: “Sostengo que el sector que escapa a la observación es tan vasto que rivaliza con el sector conocido, y tan variable en relación con la remuneración observada, que nos podría proporcionar la clave que nos permitiera comprender el malestar económico contemporáneo”.
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+[^f26]: _Subestimación: lo económico contra lo político_. Las estimaciones del volumen absoluto y relativo de la economía inaparente en el PNB dependen de las actividades que el autor incorpora en sus cálculos. En un polo se sitúan ciertos autores, de los que son representativos Gary S. Becker, _A Treatise on the Family_, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1981, y, en Francia, H. Lepage, _Autogestion et capitalisme_, Masson, París, 1978. Estos autores intentan evaluar idealmente los diversos factores que constituyen la economía inaparente, mediante unidades derivadas de las referencias utilizadas para evaluar la economía inaparente. “El valor imputado al trabajo escolar (hecho por los estudiantes) ha aumentado regularmente, yendo de 5% del PNB en 1929, a más de 11% en 1973 … El valor calculado del trabajo voluntario ha aumentado proporcionalmente todavía más, de 0.6% del PNB en 1929 a 2% en 1973 … Pero las notas de consumo del personal mostraron una relativa disminución de casi la mitad, yendo de 2.5% del PNB en 1929, a 1.3% en 1973 … reflejando una reglamentación fiscal más rigurosa.” Estas afirmaciones se encuentran en John W. Kendrick, “Expanding Imputed Values in the National Income and Product Accounts”, _The Review of Incarne and Wealth_, 25, núm. 4, diciembre, 1979, pp. 349-363. En el polo opuesto de estos procedimientos contables, yo propongo un enfoque que es más político que técnico, el del movimiento inglés Power of Women Collective, que existe desde principios de los años setenta. Tal enfoque ha sido definido por Mariarrosa Dalla Costa, _Women and the Subversion of the Community_, y Selma James, _A Women’s Place_, dos panfletos que se publicaron conjuntamente en 1972, Falling Wall Press, Bristol. Ambas autoras se proponen esencialmente la evaluación de la economía no percibida no en términos propios, sino en términos del tiempo perdido, de la labor y las molestias que impone a los desempleados, es decir, por razones obvias, sobre todo a las mujeres. Respecto a su posición, véase la nota 49. Las formulaciones respectivas de Becker y James son tan diferentes que a primera vista parece absurdo confrontarlas. Pero hacerlo cobra sentido cuando se considera que representan dos intentos similarmente infructuosos de evaluar dos ámbitos heterogéneos, empleando términos que entresacan recíprocamente una de la otra: la labor medida en términos de la producción de mercancías, y la labor que desempeñan a fin de satisfacer necesidades básicas utilizando las mercancías (véase nota 30).
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+[^f27]: _“Nueva economía doméstica.”_ La obra de Scott Burns ( _op. cit_. en la nota 23) constituye una buena introducción al tema. Para una bibliografía, véase Richard Berk, “The New Home Economics: An Agenda for Sociological Research”, en Sarah Fenstermaker Berk, ed., _Women and Household Labor_ Beverly Hills, Sage Publications, 1980. Este ensayo posee el doble interés de relatar la historia de la nueva disciplina y de insertar estrictamente la cuestión en el contexto de las labores domésticas de la mujer contemporánea. Un enfoque paralelo en voga pretende calcular las contribuciones económicas al PNB que representan las actividades “del hogar” en los países subdesarrollados. Los textos se sitúan en la frontera entre la antropología económica y la nueva economía doméstica. Véase por ejemplo Moni Nag, Benjamin White y Creighton Peet, “An Anthropological Approach to the Study of the Economic Value of Children in Java and Nepal”, _Current Anthropology_, 19, núm. 2, 1978, pp. 293-306. En el contexto de los estudios sobre el género, la nueva economía doméstica plantea una cuestión fundamental: permite una polarización sexual de los métodos empleados para evaluar el valor económico de las personas. Cuando los textos asignan a las mujeres un valor económico, casi siempre es un valor _imputado_. Al respecto, Harvey S. Rosen, “The Monetary Value of a Housewife: A Replacement Cost Approach”, _The American Journal of Economics and Sociology_, 33, núm. 1, enero, 1974, pp. 65-73, proporciona una iniciación a los métodos vigentes. El ama de casa produce ingresos monetarios o bienes hogareños. El valor de los ingresos perdidos puede calcularse fácilmente porque hay pérdida de ingresos mensurables. El valor de la producción doméstica, en cambio, debe ser imputado. Tal imputación es imperfecta, pero —según el autor— resulta mejor que la suposición de un valor nulo allí donde no hay una transacción monetaria. “La mayoría de los métodos … dividen las horas durante las cuales el ama de casa trabaja en diversas categorías de empleos y luego las calculan según los _salarios corrientes_ y las suman … Otro método calcula los costos de sustitución; se va al mercado para ver cuánto costaría emplear a alguien para remplazar a la madre de familia … Según un tercer método, el valor de un ama de casa es igual _al costo de sus posibilidades de empleo_ en el mercado de trabajo.” En otro texto he propuesto un _cuarto método_ para este juego de imputación de un valor. He sugerido que se calcule el capital que se invierte en cierto tipo de “industria doméstica” y que se establezca qué salario se paga en un periodo de 24 horas en las industrias vecinas que han invertido el mismo capital por cada puesto de trabajo. Los cuatro métodos permiten determinar el “valor” de un ama de casa de manera derivada. Su estatus como miembro del segundo sexo económico se evalúa, establece y confirma mediante la referencia al trabajo asalariado y al capital. Hay que señalar que a las amas de casa se les ha imputado un valor monetario en relación con su trabajo fantasma en el mismo decenio, el de los años setenta, cuando el trabajo asalariado en gran parte se transformó en una ocupación artificial: una seudo producción de dudoso valor mercantil.
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+[^f28]: _Desempleo ilícito_. En 1982, estar desempleado legalmente entre un relativo privilegio. Durante un decenio, el desempleo ilícito en los Estados Unidos había sido privativo de los negros, las mujeres, los que habían tenido que abandonar los estudios, los que no poseían diplomas de estudios; en la actualidad se empieza a extender a los varones blancos. Las fuentes de ingresos ilícitos se agotan crecientemente: los pequeños oficios o comercios informales, las prestaciones de servicios o necesidades “clandestinas”, incluso las actividades delictivas —fuentes de ingresos que impugnan los profesionistas, los sindicatos, la justicia—. La correlación entre la situación del desempleado ilegítimo y el legítimo forzosamente tiene que plantear un problema político mayor. En una sociedad que pretende ofrecer pleno empleo, muchos de los que realizan tareas no remuneradas no son incluidos entre los desempleados, mientras que muchos de los que trabajan en el sector inaparente están inscritos en el desempleo legal y, con frecuencia, reciben la ayuda correspondiente. No resulta fácil desentrañar si “el concepto de desempleo (_unemployment_) rebasaba la panoplia de las ideas de los primeros reformadores victorianos, sobre todo porque carecían de un término para él (G. M. Young, _Victorian England_), o si … (evitando ese término como victorianos que eran) simplemente demostraban así su incomprensión de los sentimientos populares, tesis que sostendría E. P. Thompson ( _Making of the English Working Class_)”; véase al respecto R. Williams, _Keywords, op. cit_. en la nota 2, pp. 273-275. Sea cual fuere la razón precisa, la división de los ciudadanos entre aquellos que tienen un empleo (los trabajadores), aquellos que no tienen empleo (desempleados) y aquellos que no están en ninguno de los dos casos, no es característica sino hasta mediados del siglo XX. La percepción social de las “personas sin trabajo”, en cuanto categoría derivada, posee una historia, ciertamente breve, que no se toma en consideración. John A. Garraty, _Unemployment in History: Economic Thought and Public Policy_, Harper and Row, (Nueva York, 1978, comenta en su introducción: “ … no se ha escrito todavía una historia general del desempleo … titulo este libro _Unemployment in History_, y no _A History of Unemployment_ … Mi propósito no es describir por qué existía el desempleo, sino cómo se percibía la condición del desempleado y qué actitudes había al respecto, en diversas sociedades desde el principio de la historia”. Por lo tanto, para Garraty el “trabajo” existe desde el momento que la “historia” existe. Y es en este sentido que la obra cojea, a pesar de su interés: ignora el hecho de que el “trabajo” en cuanto categoría dentro de la clasificación de las actividades humanas, y el “trabajador” en cuanto designación de un estatus especial, son ambos términos de reciente origen (véase la nota 13). Tras haber predominado durante un siglo, estas dos nociones actualmente se desvanecen. Los microprocesadores reducen la importancia de la mano de obra en la producción. Por añadidura, las actitudes respecto al _desempleo considerado como una forma de desviación_ tienen que modificarse: mientras más crece el número de personas que obtienen sus ingresos del sector inaparente, más son las medidas implementadas para favorecer el “empleo” que amenaza _sus medios de existencia no observables_. La correlación entre estas fuentes inaparentes y el volumen de los empleos comprobables se convierte en una cuestión política importante. Veamos un buen ejemplo: la conservación de la energía y la transición de las fuentes de energía clásica hacia las fuentes renovables, tienen repercusiones imprevisibles en los niveles y las características del empleo y el desempleo, tal como se miden tradicionalmente. Es verdad que la transición crea empleos. Pero lo importante es saber cuáles son las consecuencias en el volumen y en las características de las fuentes inaparentes de los medios de existencia. Las “tecnologías blandas” a la larga pueden prescindir de la mano de obra organizada. Para una guía autorizada sobre esta cuestión, consúltese Skip Laitner, Center for Renewable Resources, Suite 510, 1001, Connecticut Avenue N. W., Washington, DC 20036. La pérdida de las fuentes inaparentes de sus medios de existencia a muchas personas pronto les podría atemorizar más que el “desempleo”. Es difícil obtener estadísticas sobre estas dos formas fundamentales de privación de actividad. Ciertos autores, todos colaboradores de la _Review of Income and Wealth_, distinguen simplemente entre las actividades económicas y las no económicas. Para ellos, un servicio no mercantil es económico si también puede pagarse. Aun con este criterio restrictivo, llegan a las generalizaciones siguientes: en los Estados Unidos, el sector inaparente casi alcanzó el volumen de todo el sector privado, con más de 1.2 billones de dólares en 1976. Comparado con el sector inaparente (observado), se ha incrementado notablemente en 20 años. En este sector inaparente de la economía, los autores distinguen dos componentes: el monetario y el no monetario. “Descubren” que en relación con el segundo, el primero no es estable sino que fluctúa. De ahí deduzco que la exclusión del mercado ilícito de trabajo (el _desempleo ilícito_) fluctúa de la misma manera que el “desempleo”, pero de acuerdo con un ciclo diferente. Una razón fundamental que me impide estar de acuerdo con estos autores es la siguiente: incluyen en sus cálculos parte de lo que yo llamo el “trabajo fantasma”, y de esta suerte subestiman la economía de mercado inaparente. De manera implícita, estos autores falsifican la naturaleza del trabajo fantasma y subestiman su volumen. Ellos lo ven como no trabajo no económico: consideran que se trata de actividades agradables o deseables ligadas al consumo. Para un enfoque diferente que emplea utensilios conceptuales similares en relación con la economía francesa, particularmente a la economía doméstica, véase Pierre Kende, _Consommation_, 2, 1975, pp. 7-44. Es necesario hacer hincapié en el hecho de que no existen datos sobre el desempleo ilícito que distingan entre hombres y mujeres. Esta ausencia de estudios sólidos sobre la discriminación en la economía inaparente, sobre sus formas y sobre su magnitud, es una laguna en los estudios feministas
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+[^f29]: _Desintermediación_. Éste es un término técnico que originalmente se empleó para designar la actitud de los inversionistas que en vez de pasar por los bancos y las cajas de ahorro, se agrupaban para invertir directamente a fin de obtener mayores ganancias. Paul Hawken, “Disintermediation: An Economics Buzzword that Neatly Explains a Lot of the Good that is Going on”, _CoEvolution Quarterly_, núm. 29, primavera, 1981, pp. 6-13, propone el uso de este término para designar las consecuencias de una extensa gama de actividades donde las personas prescinden cada vez más de las instituciones a fin de obtener lo que realmente quieren, y a mejor precio. Prescinden del especialista, el sindicato, el fisco. Se sustraen al diagnóstico y al tratamiento de los médicos y se las arreglan para morir de cáncer en su propio lecho. Sobre todo “evitan” a los profesionales que controlan y coordinan estos servicios múltiples. La distinción que yo hago entre economía aparente y economía inaparente de hecho corresponde a una distinción entre el polo muy intermediado y el polo muy desintermediado de la economía oficial. Pero las tareas del hogar femeninas no se insertan en ninguno de estos dos polos. Puede existir la “intermediación” en los cuidados a un niño enfermo (por el hospital), pero no de la cocina o del alumbramiento; estos son efectivamente paradigmas del trabajo fantasma. Como tipo ideal, como categoría de las actividades económicas, el trabajo fantasma es diferente del “trabajo” (declarado o no, pagado con dinero o con especies) porque no puede ser desintermediado en virtud de razones culturales.
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+[^f30]: _Trabajo fantasma_. Concebí este término en mis conversaciones con Claudia von Werlhof, (véase nota 49), quien no lo comparte totalmente. Yo designo así el trabajo no remunerado del consumidor que proporciona a una mercancía un valor agregado necesario para hacerla útil a la unidad consumidora misma. Llamo a esta actividad “trabajo” para subrayar que constituye una pesada pérdida de tiempo, y lo califico de “fantasma” para indicar que dicha labor está asociada (y es anterior) al acto del consumo. Llamo _economía fantasma_ al sector de una economía industrial donde prevalece ese trabajo fantasma. Si he tenido que crear estos neologismos es con el fin de evitar la confusión entre este trabajo no retribuido asociado con el consumo y otros dos tipos ideales de actividad —el primero, como el trabajo fantasma, es parte integral de toda economía industrial; el segundo está inscrito en la cultura y el género y por lo tanto es no económico en sentido estricto—. Resultaba imprescindible diferenciar estos tres ámbitos, todos “inaparentes”. Para dar con esta imagen del “trabajo fantasma”, hube de pensar en un iceberg. Sólo su cima emerge y sólo puede observarse de un lado (su otra cara es análoga al sector _inaparente_ de la economía). La mayor parte del iceberg permanece sumergida, sin que pueda observarse su forma, aunque es posible inferir su talla. El iceberg en su totalidad es la economía: flota porque la mayor parte está sumergida; porque en la economía fantasma se lleva a cabo una labor. Todo el iceberg se cristalizó a partir del agua, a partir de la subsistencia intragenérica; salvo marginalmente, no se encuentra ninguno de sus tres ámbitos en las sociedades preindustriales. El iceberg representa la existencia de la humanidad según el postulado de la escasez. Para una crítica al respecto, véase Claudia von Werlhof, “Schattenarbeit oder Hausarbeit? Zur Gegenwart and Zukunft der Arbeit. Eine feministische Kritik an Ivan Illich”, en Th.Olk y H.-U.Olk, _Soziale Dienste im Wandel 2 Professionnelle Dienstleistung und Selbsthilfebewegung, 1982_, Bielefeld, Fakultät für Soziologie, noviembre, 1981.
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+[^f31]: _Labores del hogar_. La lectura de Gisela Bock y Barbara Duden, “Zur Entstehung der Hausarbeit im Kapitalismus”, _Frauen und Wissenschaft_, Courage Verlag, julio, 1977, pp. 118-199, me llevó a constatar que no existía una categoría donde me fuera posible ubicar “naturalmente” las labores del hogar de la mujer moderna. Ambas historiadoras me permitieron ver la diferencia funcional típica entre las actividades domésticas no remuneradas (históricamente nuevas) de las mujeres en todas las sociedades tradicionales, y las actividades domésticas de las mujeres que “se ocupan de la casa” mientras su marido “mantiene” a la familia con su salario. En el primer caso, tenía que hablar de la atribución concreta de tareas, definidas culturalmente, a un género, el de las mujeres; en el segundo caso, me encontraba ante la polaridad sexual de la mano de obra no retribuida, ante la división sexuada de las actividades económicas. A fin de encontrar un término económico (consecuentemente “agenérico”) para designar las actividades económicas no retribuidas que se impusieron de manera desproporcionada a las mujeres a lo largo del siglo XIX, tuve que ubicar las labores del hogar en la categoría del trabajo fantasma. Esto significaba convertirlas en paradigmas del trabajo fantasma, destacando una característica esencial: la discriminación sexual que confina a las mujeres en el trabajo fantasma. En el siglo XIX se pasó de la repartición de las tareas concretas entre los géneros, a la polaridad sexual de la mano de obra. Este paso está implícito en los recientes estudios sobre las mujeres, ya sean históricos o relacionados con las mujeres de las sociedades industriales. Dos obras muestran el nivel de la investigación en lengua inglesa sobre el tema: Sarah Fenstermaker Berk, ed., _Women and Household Labor, op. cit_. en la nota 27, y Nona Glazer-Malbin, “Housework”, _Signs_, 1, núm. 4, 1976, pp. 905-922. Ambas examinan los textos aparecidos de 1950 a 1975 que ven las labores del hogar como una variedad del trabajo, así como aquellos, posteriores a 1970, que estudian la estimación económica de su valor. Véase también Louise A. Tilly y Joan W. Scott, eds., _Women, Work and Family_, Holt, Reinhart and Winston, Nueva York, 1978, y Sandra M. Burman, _Fit Work for Women_, Croom Heim, Londres, 1979. Respecto a la modernización y las labores del hogar, véase C. E. Clark, “Domestic Architecture as an Index to Social History: The Romantic Revival and the Cult of Domesticity in America, 1840-1870”, en _Journal of Interdisciplinary History_, 7, 1976, y Susan J. Kleinberg, “Technology and Women’s Work. The Lives of Working-Class Women in Pittsburgh, 1870-1900”, _Labor History_, 17, 1976, pp. 58-72. Véanse también las notas 36, 37 y 85. Estas notas estaban ya en proceso de editarse cuando recibí las galeras de la obra de Susan Strasser, _Never Done: A History of American Housework_, Pantheon, Nueva York, 1982. Se trata del primer estudio acerca de la realidad histórica de las labores del hogar en los Estados Unidos; el autor nos muestra lo que _hacían_ las mujeres en su hogar, _no_ lo que _supuestamente hacían_; no nos habla de la _función_ sociológica que asumían ni de la _significación_ de su trabajo. La obra abunda en datos y notas precisos, es muy ágil y algunas de sus afirmaciones son particularmente notables.
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+[^f32]: _La mujer en el hogar_. El término “dueña” o “señora” ha sido poco a poco suplantado por la expresión “ama de casa”, pero está se refiere exactamente a la misma realidad. Es posible preguntarse cómo perciben esta realidad las interesadas mismas cuando se escucha, cosa frecuente, a una mujer responder a quien la interroga sobre su profesión: “No trabajo, soy ama de casa”. Al respecto, se puede leer con provecho el excelente y divertido capítulo 7 de la obra de Ann Oakley, _Woman’s Work the Housewife, Past and Present_, Vintage, Nueva York, 1974.
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+[^f33]: _Antropología económica_. Desde 1957, año de la publicación, por Karl Polanyi, C. Arensberg y M. Pearson, eds., de _Trade and Markets in Early Empires_, Glencoe, Nueva York, 1957, muchos textos han intentado responder esta pregunta: “¿De todos los conjuntos de conceptos analíticos posibles, cuál conviene más para la interpretación del comportamiento fuera de los sistemas mercantiles?” El texto de Geroge Dalton, “Theoretical Issues in Economic Anthropology”, _Current Anthropology_, 10, núm. 1, febrero, 1969, pp. 63-102, constituye una excelente introducción a la materia. Desde su aparición, es evidente que eso que los economistas denominan las decisiones económicas en el seno de los sistemas económicos no define el comportamiento de los “primitivos”, de los campesinos o de los habitantes urbanos del pasado que nos describen los antropólogos y los historiadores. Una de las razones fundamentales de que los conceptos económicos sean _inaplicables_ en el análisis de sociedades diferentes a la sociedad híperconsumidora de mercancías, es que estos conceptos suponen condiciones de escasez (véase la nota 11) y de sujetos sin género (véanse las notas 4 y 5).
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+[^f34]: _La ocultación del trabajo fantasma_. Una prohibición se cierne sobre el reconocimiento de la existencia del trabajo fantasma (el cual no representa una actividad de subsistencia, ni tampoco su sustitución empírica). Para no tener que analizarla, se disfraza a la economía fantasma. Hay cuatro tipos de disfraces. El de la antropología, que generalmente ve las labores del hogar como una supervivencia de las actividades de subsistencia. El de los economistas (véase la nota 26), quienes la amalgaman con el sector informal: la consideran ya sea como una labor gratuita cuya retribución consiste en la satisfacción que procura; ya sea como una actividad en el seno del sector inaparente que percibe una compensación no monetaria. El de los marxistas, que utilizan el concepto comodín de la reproducción para “evacuar” el trabajo fantasma (véase la nota 22). Por último, el de ciertas feministas, que matizan la óptica marxista y se esfuerzan sin descanso en identificar el trabajo fantasma y el trabajo femenino. Al hacerlo, impiden apreciar el hecho de que hay una categoría de la actividad humana: _1)_ exclusivamente característica de los tiempos modernos; _2)_ estructuralmente distinta del trabajo salariado, y todavía más fundamental.
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+[^f35]: _La economía del valium_. La sociología médica describe un “consumo de cuidados médicos” que difiere respecto a los hombres y las mujeres. En la población activa, las mujeres son las mayores consumidoras de las prestaciones médicas costosas y del tiempo necesario para sanar. La medicina se maneja de manera impúdica como una técnica de control de las mujeres. Mientras que los hombres pueden recurrir eficazmente a la “incapacidad” para adjudicarse un descanso, las mujeres intentan, aunque rara vez lo logran, esquivar el trabajo fantasma por motivos de salud. Véase Constance Nathanson, “Illness and the Feminine Role: A Theoretical Survey”, en _Social Science and Medicine_, 9, 1975, pp. 57-62, y M. Barrett y H. Roberts, “Doctors and their Patients: The Social Control of Women in General Practice”, en C. y B. Smart, eds., _Women, Sexuality and Social Control_, Routledge and Paul Kegan, Londres, 1978; véanse también las notas 86 y 87.
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+[^f36]: _Aparatos domésticos_. Ruth Schwarz Cowan, “A Case Study of Technological and Social Change: The Washing Machine and the Working Wife”, en Mary S. Hartman y Lois Banner, eds., _Clio’s Consciousness Raised_, Harper Colophon Books, Nueva York, 1974, pp. 245-253, estudia el hecho de que dos generaciones de norteamericanas gracias a sus aparatos eléctricos pudieron tener una mejor vida hogareña. La tercera generación ha comenzado a sospechar que esta “mejor vida” es engañosa: “El efecto primordial de la difusión de los electrodomésticos ha sido que la burguesía se preocupa más del ámbito doméstico, obligando a las mujeres del hogar a asumir diversas funciones que anteriormente estaban a cargo del personal doméstico pagado, o que se realizaban fuera de casa. Al mismo tiempo, las prioridades temporales han cambiado para ellas; el tiempo que ganan —por ejemplo, en el desempeño de las tareas culinarias— se piensa que lo deben invertir en otras labores, sobre todo en el cuidado de los niños. Si esta hipótesis es correcta, sus implicaciones son inquietantes … porque las ideas que gobiernan los programas de asistencia, entre nosotros y en el extranjero, están basadas en el postulado que supone que para reducir la pobreza en la India es necesario introducir allí la agricultura moderna y el control de los nacimientos. Pero no está claro cómo el empleo de contraceptivos masculinos o de una aspiradora perfeccionada puede ser suficiente para mejorar las relaciones entre los sexos”. Yo mismo había llegado a conclusiones análogas respecto a los efectos de la modernización en la vida cotidiana en _Energía y equidad, Obras reunidas_, vol. I, en la nota 9. Las conclusiones de Ruth Cowan en relación con las labores del hogar son válidas para el trabajo fantasma en general: _1)_ la maquinaria ligada al hogar (tanto el automóvil como la lavadora) constituye principalmente una inversión financiera que lo transforma en una fábrica donde se realiza un trabajo fantasma altamente capitalizado; _2)_ la proliferación de esta maquinaria obliga a dedicar _más_ tiempo, no menos, al trabajo fantasma; _3)_ al hacer las labores del hogar más neutras, menos específicas del género, da al sexismo doméstico bases todavía más sólidas.
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+[^f37]: _Trabajo no remunerado_. Para un estudio de las repercusiones de las labores hogareñas femeninas en el estatuto económico, la mano de obra, los roles de la pareja, la discordia familiar, el tratamiento brutal de las mujeres en el empleo, véase particularmente Susan M. Strasser, “An Enlarged Human Existence? Technology and Household Work in Nineteenth-Century America”, en Sarah Fenstermaker Berk, ed., _op. cit_. en la nota 27, pp. 25-51 (contiene una buena bibliografía). Respecto al tiempo invertido en las actividades domésticas no pagadas, véase Kathryn E. Walker y Margaret E. Woods, _Time Use: A Measure of Household Production of Family Goods and Services_, Center for the Family of the American Home Economics Association, Washington, 1976. El tema de esta investigación es el tiempo que se gasta en ejecutar diversos tipos de labores hogareñas; pretende medir el _output_ de las tareas domésticas en términos del empleo del tiempo. La investigación se limita a una comunidad suburbana al norte de Nueva York, y a parejas, con y sin hijos. No proporciona evaluaciones utilizables en relación con el trabajo fantasma, sino que muestra precisamente cuán difícil es obtenerlas. Respecto a Francia, véase B. Riandey, “L’Emploi du temps des mères de famille en France”, en L. Michel, _Les Femmes dans la société marchande_, PUF, París, 1978.
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+[^f38]: _Trabajo no remunerado_. En _Les trois mondes. Pour une théorie de l’après-crise_, Fayard, París, 1981, Jacques Attali afinó considerablemente sus reflexiones en torno a este aspecto onanista de las economías postindustriales. Sus argumentos favorecen la distinción que yo hago aquí entre la economía fantasma y el sector de producción inaparente (poco importa si este trabajo _productivo_ es remunerado o es compensado con otras ventajas). Pero el autor no insiste por su parte en esta distinción. Para comparar nuestras respectivas posiciones, véase Louis Puiseux, “Les visionnaires de l’après-crise”, _Politique Hebdo_, abril 12, 1981, pp. 8 y ss.
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+[^f39]: _Trabajo no remunerado_. A. Leibowitz, “Home Investment in Children”, en T. W. Schultz, ed., _Economics of the Family: Marriage, Children, Human Capital_, University of Chicago Press, Chicago, 1974, pp. 432-451 (la cita que doy está en la p. 451). Frank Stafford ( _ibid_., pp. 453-456) afirma: “Es limitada la eficacia de las medidas de interés público susceptibles de promover un cambio en la repartición de los ingresos. En efecto, si como se afirma, la influencia del medio familiar juega un papel considerable en el nivel de los ingresos, el hecho de mejorar las posibilidades de instrucción no habrá de tener consecuencias apreciables en los ingresos de aquellos que nacen en el seno de familias modestas. Con esta perspectiva, las formas diferentes de garantía de ingresos que podrían otorgar a las madres más tiempo para dedicarse a su hogar, ¿las harían dedicar más tiempo a sus hijos?” (Véanse obras citadas en las notas 26 y 27.) Un modelo probable de lo que sucederá al Estado-benefactor será una sociedad de benevolencia bajo la égida del Estado, basada en la estructuración social de las condiciones que promueven e incitan la iniciativa individual y la ayuda mutua. Suecia, modelo precoz del Estado-benefactor, ha asumido abiertamente esta transformación.
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+[^f40]: _Trabajo no remunerado_. Yo pienso que la distinción entre las políticas que engendran la _ayuda mutua totalitaria_ y las que engendran la _convivencialidad personal_ será una cuestión de moral social prioritaria en los años noventa. Actualmente disponemos de una bibliografía anotada, vivaz y exhaustiva, sobre la oposición entre los medios y los fines en los Estados Unidos: S. H. Cutliff _et al_., _Technology and Values in American Civilization: A Guide to Information Sources_, Gale Research, Detroit, 1980. Para una fenomenología de las diversas vías que puede asumir el cuidado y la protección totales de los seres, véase Valentina Borremans, “L’envers de la santé médicalisée “, en _Zeitschrift der Schweizerischen Gesellschaft für Sozial und Preventivmedizin_, núm. 2-3, 1979.
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+[^f41]: _Trabajo no remunerado_. Al respecto véase la demostración argumentada de Jean Robert, _Le temps qu’on nous vole. Contre la société chronophage_, Seuil, París, 1980. Muchas conversaciones con el autor, desde hace un decenio, me han ayudado a precisar mis ideas sobre el trabajo fantasma.
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+[^f42]: _Trabajo no remunerado_. En el sector militar de una economía moderna, relativamente pocas actividades escapan al escrutinio. Es verdad que el comercio internacional de armas se mantiene en secreto, pero al menos aparece en las cuentas de los gobiernos. Al parecer, sólo en Italia las grandes fábricas de armamentos tienen subcontratantes en el mercado “negro”. También hay que interpretar la tendencia actual a la militarización de las economías postindustriales como un intento de proteger a la economía “aparente” de la economía “inaparente”.
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+[^f43]: _La economía de los autoservicios_. Las consecuencias para las mujeres de la actual transición a la economía de los autoservicios apenas se ha tocado en los estudios sobre el trabajo femenino. En la economía inaparente, las mujeres tienen un _handicap_ todavía mayor que en la economía aparente cuando intentan competir con los hombres por los _jobs_ generadores de ingresos, de estatus y de otras satisfacciones sociales. En la economía fantasma, a la que también los hombres se hallan condenados, éstos contienden con las mujeres por las formas menos fatigantes y las más gratificantes de eso que se denomina el _self help_ (la “autoasistencia”). Attali ( _op. cit_. en la nota 38) define la última fase del sistema industrial como la industrialización de los servicios que cada consumidor se proporciona a sí mismo. La organización de esta producción gratuita absorbe un porcentaje creciente de las actividades retribuidas. Las actividades retribuidas se adjudican el propósito de incitar la demanda de servicios auto-producidos. Yo veo esta tendencia reflejada en un nuevo ideal familiar: la redefinición de la familia como estructura económica “intermediaria”. El hogar se convierte en un lugar de autoservicios. Antes de la industrialización, la familia en gran medida era autosubsistente. Con la industrialización, se convirtió en el sitio donde un valor se añadía a los productos del trabajo asalariado gracias al trabajo fantasma femenino. Actualmente tiende a convertirse en un sitio donde la sociedad inyecta la más pequeña cantidad posible de productos industriales, a fin de que estos sean transformados por el trabajo fantasma de la familia en una variedad de bienes que satisfagan a los miembros del hogar, los mantengan ocupados, dependientes los unos de los otros y disciplinados. Este modelo no es solamente válido para la pareja conyugal tradicional, sino también para las nuevas formas de uniones y de comunidades; puede combinarse con ideales ecológicos, libertarios y descentralizadores. Esta nueva familia postindustrial ya no está organizada alrededor del trabajo asalariado de uno o varios de sus miembros; es una asociación de personas sin género que se entregan en común al trabajo fantasma sexista.
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+[^f44]: _La discriminación en el_ self-help. Gerda R. Wekerie, “Women House Themselves”, _Heresies_, 11, volumen 3, núm. 3, 1981, pp. 14-16, examina los programas de autoconstrucción de viviendas que han sido implementados con patrocinio oficial, y subraya la necesidad de una legislación antidiscriminatoria en este ámbito. Muestra la discriminación constante hacia las mujeres por parte de los organismos encargados de promover los programas de _self-help_. Le Werkgroep Kollektivering, en _Kollektivering van Huishoudelijke Arbeid_, Amsterdam, 1981, señala que en todos los lugares donde en el curso de tres generaciones las labores hogareñas se han vuelto colectivas, las mujeres han resultado perjudicadas.
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+[^f45]: _Estudios feministas_. Ann Oakley proporciona un excelente panorama en _Subject Women: Where Women Stand Today – Politically_, _Economically, Socially, Emotionally_, Pantheon, Nueva York, 1981, estudio histórico y sociológico de la sociedad industrial de finales del siglo XX, centrado en las mujeres, su mundo y su experiencia. La autora intenta una clasificación de las tendencias en el seno de los estudios feministas y de los movimientos de liberación (pp. 317-341). “Si la antropología de las mujeres no ha alcanzado la madurez en el mundo anglófono, por lo menos ha alcanzado una vigorosa adolescencia”, observa Rayna Rapp, “Review Essay: Anthropology”, _Signs_, 4, núm. 3, primavera, 1979, pp. 497-513. Éste es un ensayo que completa la obra de Ann Oakley. La perspectiva crítica alcanza un nuevo nivel, como lo muestra Margrit Eichler, _The Double Standard: A Feminist Critique of Feminist Social Science_, St. Martin’s Press, Nueva York, 1980. Finalmente, tres obras de consulta: Jane Williamson, _New Feminist Scholarship. A Guide to Bibliographies_, Feminist Press, Old Westbury, Connecticut, 1979, estudio selectivo, erudito y crítico; Mary Anne Warren, _The Nature of Woman: An Encyclopedia and Guide to the Literature_, Edgepress, Nueva York, 1980, estudio inteligente y vivaz; Cynthia E. Harrison, _Women in American History: A Bibliography_, Clio American Bibliographie Center, Santa Barbara, California, 1979: 3400 “notas de lectura” que abarcan 550 publicaciones periódicas de 1963 a 1976. Para las bibliografías sobre temas precisos, véase, en la presente obra, la nota correspondiente.
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+[^f46]: _Ciencia estereoscópica_. Respecto a la investigación sobre las mujeres en América Latina, véase June Nash y Helen I. Safa, eds., _Sex and Class in Latin America: Women’s Perspective on Politics, Economics and the Family in the Third World_, Bergin, Nueva York, 1980. En la introducción, June Nash afirma: “Hemos llegado a un estado liminal en las ciencias sociales. Los valores en los que se fundaban nuestros criterios selectivos están siendo cuestionados por personas que, hasta ahora, no habían contado para nada en la _profesión_. Son principalmente las mujeres y los indígenas de las culturas investigadas” (p. 15). Los 16 estudios reunidos en esta antología ilustran tres intentos típicos de combinar una visión nueva basada en las mujeres, con la perspectiva central clásica de las ciencias constituidas. De ahí surge algo que la autora llama _ciencia estereoscópica_, de la cual propongo desprender tres corrientes: _1)_ la investigación _complementaria_, en la que los conceptos y los métodos clásicos se aplican a sujetos hasta entonces selectivamente descartados (por ejemplo, el hecho de que las bachilleres mestizas son obreras); _2)_ la investigación _compensatoria_, en la que el prejuicio teórico (blanco/varón/capitalista/nórdico/etc.) se reconoce y compensa. Característicamente, la investigación compensatoria utiliza categorías gastadas de la historia o de las ciencias sociales clásicas (producción, productividad, explotación…) pero con la perspectiva de “los de abajo”; _3)_ la investigación sobrecompensatoria o _contrastante_, que colorea los conceptos analizados: por ejemplo, las actividades no remuneradas no se consideran formas de explotación más que cuando son femeninas. Estas tres formas de la ciencia estereoscópica ilustran el hecho de que la perspectiva central característica de las ciencias puede ser tanto estereoscópica como monocular. El resultado de este tipo de investigación es un sexismo epistemológico complementario, compensatorio o contrastante (véase la nota 54). He mostrado en otro lugar (“La investigación convivencial”, en _El trabajo fantasma_, en este volumen, en la nota 1), que el investigador que pretende evitar el prejuicio teórico implícito en una perspectiva central, tiene que estar muy consciente de que es necesario emprender una investigación disciplinada, crítica, documentada, pública, y sin embargo no científica. Sólo la investigación no científica, que emplea la analogía, la metáfora, la poesía, puede captar la realidad del género.
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+[^f47]: _Modernización de la pobreza_. Del mismo modo que el “trabajo” (véase nota 13, particularmente Mollat), la “pobreza” ha experimentado una discontinuidad semántica al convertirse en palabra clave moderna. La pobreza moderna es una realidad social diferente de la pobreza del pasado; implica condiciones de escasez. Cuando se dice “pobre mujer” al hablar de la esposa enferma de un millonario, es porque se usa “pobre” en sentido figurado. Hoy, ser “pobre” es lo contrario de ser “rico”, lo cual no era para nada el caso en la Edad Media, donde ser pobre era lo contrario de ser poderoso. Véase Karl Bosl, “Potens und Pauper: Begriffsgeschichtliche Studien zur gesellschaftlichen Differenzierung im frühen Mittelalter und zum Pauperismus des Hochmittelalters”, en _Festschrift O. Brunner_, Gotinga, 1963, pp. 601-687. La pobreza —no solamente en la India, sino también en Europa— fue en ciertas épocas un ideal, un signo de prestigio, una virtud. G. Ladner, “ _Homo viator_: Mediaeval Ideas on Alienation and Order”, _Speculum_, 42, núm 2, abril, 1967, pp. 233-259, describe magistralmente al peregrino, _Homo viator_, situado entre _ordo_ y _abalienatio_. Los “Convegni del Centro di Studi sulla Spiritualità Medievale”, volumen III, _Povertà e Richezza nella Spiritualità del secolo XI a XII_, Todi, 1969, reúnen una docena de ensayos sobre la espiritualidad de la pobreza. Estas actitudes medievales no parecen absurdas más que a quienes olvidan que las sociedades modernas se enorgullecen de su capacidad de empobrecer al mayor número posible de ciudadanos, definiéndolos como beneficiarios de servicios que ya no pueden proporcionarse por ellos mismos. Éste es un mecanismo que se ha descrito con frecuencia; véase principalmente Robert A. Scott, _The Making of Blind Men: A Study of Adult Socialization_, Russell, Sage Foundation, Nueva York, 1969. El autor observa que “ser aceptado entre los ciegos y conducirse como un ciego son cosas que en gran medida son independientes del grado de impedimento visual. Actualmente en los Estados Unidos el estatus de muchos _ciegos_ está relacionado con las buenas relaciones que puedan mantener con cierto organismo que se ocupa de la gente que padece ceguera”.
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+[^f48]: _Las mujeres y el desarrollo económico_. Esther Boserup, _Women’s Role in Economic Development_, St. Martin’s Press, Nueva York, 1974, especialmente el capítulo “Male and Female Farming Systems”, pp. 15-35, expone lo que experimentan las mujeres durante la transición de una cultura rural tradicional a una economía urbana y moderna. Lejos de incorporar a las mujeres en el proceso de producción, el auge de la economía monetaria resulta un obstáculo para su participación como iguales en la creación de la cultura material. La autora compara la degradación económica de las mujeres de América Latina, de Asia y de África. Véase también al respecto Laurel Bossen, “Women in Modernizing Societies”, _American Ethnologist_, 2, núm. 4, noviembre, 1975, pp. 587-591. Para el caso de África, véase Denise Paulme, _Women in Tropical Africa_, University of California, Berkeley, 1971; la autora demuestra que el colonialismo ha destruido la complementariedad entre las ocupaciones de los hombres y las ocupaciones de las mujeres, en las cuatro comunidades que investigó. En todas, el tránsito a una economía monetaria ha conducido a diferencias de estatus hasta entonces desconocidas por los sexos. Jane I. Guyer, “Food, Cocoa, and the Division of Labour by Sex in Two West African Societies”, _Comparative Studies in Society and History_, 22, núm. 3, 1980, pp. 355-373, da en las primeras notas un resumen de la discusión en torno a la división sexuada de la mano de obra durante los años setenta. Aunque prácticamente no cita más que textos que conciernen al África, las cuestiones teóricas en juego quedan claramente al descubierto. En las dos sociedades que estudia, constata el hecho de que la incorporación de las mujeres en la relación monetaria ha confirmado y agravado, respecto a los ingresos, su segregación anterior relacionada con la definición cultural. Se puede encontrar una buena orientación sobre los textos franceses más antiguos en el estudio de Gabriel Gosselin, “Pour une anthropologie du travail rural en Afrique noire”, _Cahiers d’études africaines_, III, núm. 12, 1963, pp. 512-549. Al contrario de lo que pasa con los hombres, la modernización disminuye el número de empleos para las mujeres. En los países socialistas, la modernización hace más pesada la doble carga del empleo/tareas hogareñas. En los países capitalistas, conduce a las mujeres a competir entre sí para obtener las plazas de trabajadoras domésticas. Para la situación en Lima, Perú, véase Elsa M. Chaney, _Domestic Service and Its Implications for Development_, Agency of International Development, Washington, D. C., 1977. Por añadidura, más y más mujeres trabajan para otras mujeres pobres, pues en los 78 países subdesarrollados que fueron estudiados, es creciente el número de hogares que dependen principalmente de las ganancias de una mujer adulta; véase Mary Buvinic y Nadia Youssef, _Women-Headed Households. The Ignored Factor in Development Planning_, International Center for Research on Women, Washington, D. C., 1978. Guía bibliográfica: Mary Buvinic, _Women and World Development. An Annotated Bibliography_, Overseas Development Council, Washington, 1976. En Mona Etienne y Eleanor Leacock, eds. _Women and Colonization. Anthropological Perspectives_, Praeger, Nueva York, 1980, los antropólogos, situándose en una perspectiva histórica, intentan reconstituir la posición de las mujeres en una docena de sociedades antes del surgimiento del sistema capitalista. Finalmente, Valentina Borremans, “La Technique et le fardeau des femmes”, _Les Temps Modernes_, núm. 437, diciembre, 1982 (“Técnica y agobio de las mujeres”, _Ixtus_, núm. 60, noviembre-diciembre, 2006), demuestra que la “investigación _para_ las mujeres”, que intenta proporcionarles tecnologías nuevas, es parte integrante de todas las políticas de desarrollo, resultando siempre, para las mujeres, en el aumento y no en la disminución de sus tareas. Sólo la “investigación _por_ las mujeres”, es decir, conducida por aquellas que emplean las nuevas herramientas o las nuevas técnicas, podrá aliviar la dependencia de las mujeres respecto a los vínculos monetarios y, al mismo tiempo, reducir el sexismo.
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+[^f49]: _“Domesticación” internacional_. Según Claudia von Werlhof, _Las Mujeres y la periferia_, Universität Bielefeld, Fakultät der Soziologie, 1981, se puede explicar el desarrollo económico como el resultado de la sumisión de las mujeres y otros trabajadores marginales al tipo de actividad respecto a la cual son paradigmas las tareas domésticas en los países ricos. La autora señala la tendencia a dividir el trabajo entre los que producen los bienes mercantiles y aquellos que los utilizan (p. 21), y a ubicar a los primeros en la esfera comercial, monetaria, pero no a los segundos (p. 17). La actual restructuración de la economía mundial, con su adaptación a la energía costosa, a los microprocesadores, conjuntamente con la dominación social creciente que ejerce, parecen representar un intento por infundir e imponer mundialmente a los hombres una aptitud para labores que hasta ahora se consideraban características y naturales de las mujeres solamente. A partir de esto, el desarrollo significa la creación de un inmenso sector donde, para poder sobrevivir, los seres marginados deben volverse aptos para reciclar eso que el sector industrial califica de desecho (es decir, las mercancías de calidad inferior o descartadas). En al ámbito internacional, las sociedades “subdesarrolladas” tienden a convertirse en los sectores marginados del mundo industrializado, semejantes a las “amas de casa” de los “asalariados”. Por lo tanto se puede decir que este proceso que se desenvuelve en la periferia de la sociedad industrial es una _Verhausfraulichung_ (literalmente, “domesticación” del trabajo) internacional. André Gorz, en su obra _Adieux au prolétariat. Audelà du socialisme_,Éditions Galilée, París, 1980, pp. 127-146, propone un argumento paralelo, sorprendente a pesar de pasar por alto casi enteramente la cuestión de la discriminación de las mujeres en esta nueva “domesticación” internacional.
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+[^f50]: _Desamparo de los solteros_. Véase Micheline Baulant, “La Famille en miettes: sur un aspect de la démographie du XVIIe siècle”, _Annales ESC_, 27, núms. 4-5, julio-octubre, 1972, pp. 959-968.
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+[^f51]: _Vernáculo_. Éste es un término técnico que ha sido tomado del derecho romano, donde se encuentra desde las primeras estipulaciones hasta su codificación por Teodosio (el Código Teodosiano.) Designa lo contrario de una mercancía: “ _Vernaculum, quidquid domi nascitur, domestici fructus; res quae alicui nota est et quam non emit_” (Du Cange, _Glossarium Mediae et Infimae Latinitatis_, volumen VIII, p. 283). Era vernáculo todo lo que se confeccionaba, tejía y criaba en casa, no destinado a la venta sino al uso doméstico. Tanto en inglés como en francés se emplea principalmente para designar la lengua “natal”. Pretendo reanimar este término porque no conozco uno mejor. Hablaré de su historia en la obra que estoy preparando sobre los _Valores vernáculos_. Califico de “vernáculo” todo conjunto constituido por dos subconjuntos genéricos. Hablo del _lenguaje vernáculo_, en el que existe una complementariedad entre el modo de hablar de las mujeres y el de los hombres (nota 101); de un _universo vernáculo_ (nota 89), donde los hombres y las mujeres aprehenden complementariamente la realidad social; o de _herramientas vernáculas_, cuando quiero designar el herramental de un grupo que está más o menos nítidamene dividido por el género (nota 70).
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+[^f52]: _Complementariedad y ciencias sociales_. En la física moderna, se ha aprendido a considerar la complementariedad de dos perspectivas. No se puede explicar el fenómeno de la luz únicamente como un fenómeno ondulatorio ni tampoco como un fenómeno corpuscular. En un caso como en el otro, eso significaría excluir un aspecto demasiado importante. Decir que consiste en ambos parece una paradoja. La complementariedad sólo es significativa en virtud de la forma matemática de la teoría en la que aparece. La idea subyacente de complementariedad epistemológica no es nueva. A partir de Euclides, para quien el ojo emitía rayos cuyas extremidades sondeaban el objeto, Tolomeo y luego los grandes escolásticos distinguían _lumen_ de _lux_. _Lux_ es la luz que se percibe subjetivamente; _lumen_ es una corriente que emana del ojo y que ilumina el objeto. Es posible imaginar la realidad vernácula como un inmenso mosaico cuyas piezas poseen cada una su propio color iridiscente, su _lux_. En la _lumen_ del análisis del género, cada “cultura” aparece como una metáfora, una complementariedad metafórica (notas 55 a 57) que vincula dos conjuntos de herramientas distintos (nota 70), dos tipos de espacio-tiempo (notas 78 y 79), dos dominios (notas 85 y 86). Éstos encuentran su expresión en las maneras, distintas pero afines, de ver y comprender el mundo (nota 89) y del que hablan (notas 94 a 101). La ciencia, tanto mono como estereoscópica (nota 46) es un filtro, una pantalla entre la ambigüedad de la luz generada y el ojo del observador. Pero tal filtro es permeable en ambos sentidos a la _lumen_ agenérica que el observador proyecta sobre el objeto, y en el que él (o ella) lo observa. La perspectiva central de la antropología cultural borra la asimetría simbólica que constituye la realidad social de toda realidad vernácula. La _lumen_ monocromática, neutra, de conceptos tales como el _rol_ (notas 63 y 64), el _intercambio_ (nota 33), la _estructura_ (notas 76 y 77), apaga el _Eigenvalue_ de toda realidad vernácula. Lo que el observador científico no capta a través de sus anteojos de diagnosticador no son hombres y mujeres que actúan realmente en una sociedad de subsistencia intragenérica, sino a seres sexuados que una norma cultural abstracta y agenérica desvía y a quienes hay que poner en funcionamiento, evaluar, clasificar y estructurar mediante jerarquías. Puesto que opera partiendo de conceptos que desconocen el género, la antropología cultural es inevitablemente sexista (véase mi comentario sobre Rubin en la nota 7). Y este sexismo es bastante más ofuscador que la antigua arrogancia etnocéntrica.
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+[^f53]: _Derecha e izquierda_. Desde hace algún tiempo, _derecha_ e _izquierda_ son términos que se han vuelto etiquetas en la investigación biológica y neurológica, así como en la mitología popular. (Respecto a la bibliografía de este tema, véase Hubbard y Friend, en la nota 58.) Los textos que citaré hablan del empleo de “derecha” e “izquierda” como términos taquigráficos que designan un dualismo que no es biológico sino _simbólico_. Para una historia y una apreciación del material etnográfico sobre el dualismo simbólico, véase Rodney Needham, ed., _Right and Left: Essays on Symbolic Classification_, University of Chicago Press, Chicago, 1973, que reúne 17 artículos escritos por 17 autores entre 1909 y 1971, precedidos por una importante introducción de Needham. Entre las muchas interpretaciones posibles del simbolismo derecha/izquierda, en la tradición intelectual occidental se ha introducido una visión singular de esta complementariedad. Al respecto véase Otto Nussbaum, “Die Bewertung von Rechts und Links in der Römischen Liturgi”, _Jahrbuch für Antike und Christentum_, 5, 1962, pp. 158-171, y Ursula Deitmaringen, “Die Bedeutung von Rechts und Links in theologischen und literarischen Texten bis um 1200”, _Zeitschrift für deutsches Altertum und deutsche Literatur_, 98, núm. 4, noviembre, 1969, pp. 265-292.
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+[^f54]: _Sexismo moral/sexismo epistemológico_. La ciencia es sexista en dos sentidos: está dominada por los hombres y se basa en categorías y procedimientos agenéricos —objetivos— (véase la nota 52). Cuando el género surge entre los temas académicos, suele ser en las humanidades, por ejemplo, los estudios sobre las religiones como los de Mircea Eliade, _Le sacré et le profane_, 1965, _La nostalgie des origines_, 1971 (ambas obras: Gallimard, París), y en la crítica literaria: Carolyn G. Heilbrun, _Toward a Recognition of Androgyny_, Knopf, Nueva York, 1973. Califico de “moral” a la primera forma de sexismo, la cual resulta de la personalidad de los académicos, individual o colectivamente. Las feministas estigmatizan el _sexismo moral_, en virtud de lo que hace y también de lo que desprecia: los hombres predominan en el campo científico, los hombres deciden lo que debe considerarse como ciencia, la mayoría de las mujeres científicas son discípulas de estos hombres, y las categorías científicas están totalmente impregnadas de prejuicios masculinos. De tales críticas resulta un feminosexismo a la moda, al que cada vez más también se afilian hombres. La segunda forma de sexismo es más fundamental. Lo llamo _sexismo epistemológico_. Éste expurga del género (femenino y masculino) los conceptos y los métodos de las ciencias (véanse las notas 46 y 52). Se halla implícito en todo discurso científico que confunde género y sexo, y también en el lenguaje corriente, cuando la trama de la conversación está configurada por palabras clave (nota 2). El sexismo moral ha sido seriamente impugnado durante los años setenta. Pero los que lo denunciaron en las ciencias, luego con demasiada frecuencia convinieron más firmemente con el sexismo epistemológico. Un ejemplo flagrante de sexismo moral es el interpretar como algo innato toda diferencia entre los sexos (la derecha/la izquierda, por ejemplo) que puede tener una correlación en biología. En este sentido existe una tendencia tan extendida que ya se había vuelto trivial a finales de los años setenta, cuando el vocabulario científico expresaba el cumplimiento de las expectativas de los hombres de ciencia: derecha = dominación masculina; izquierda = adaptación femenina. Las dos formas de respuesta a esta interpretación (véase bibliografía en la nota 58) eran ambas sexistas epistemológicamente: _1)_ una crítica en el plano moral, abiertamente feminosexista, según la cual, por ejemplo, el título de la nota 53 tendría que ser “Izquierda y derecha”; _2)_ una crítica más sólida, que hacía notar que derecha/izquierda efectivamente indica una dualidad, pero en forma abstracta, haciendo así de la dualidad masculino/femenino una dualidad entre otras y confirmando, por vía del estructuralismo, la inexistencia del género como dualidad _sui generis_ (sobre el estructuralismo, véase la nota 76). Respecto a las tendencias muy recientes en los estudios feministas que auguran el reconocimiento del sexismo epistemológico en la ciencia, véase Lynda Glennon, _op. cit_. en la nota 12. Ella distingue cuatro tipos (parcialmente traslapados) de intentos feministas de lidiar con el sexismo implícito en las dualidades que comúnmente se utilizan como conceptos analíticos en las ciencias sociales.
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+[^f55]: _Yin y yang_. El sinólogo Marcel Granet, de quien Rodney Needham reproduce un ensayo en _Right and Left, op. cit_. en la nota 53, pp. 43-58, hacía notar que en China jamás se encuentran al respecto oposiciones absolutas: el zurdo no es más “siniestro” que el diestro. Innumerables reglas atestiguan el predominio alternado de la derecha y de la izquierda. La diversidad de las épocas y los lugares impone en cada ocasión una elección delicada entre la izquierda y la derecha, pero ésta elección se basa en un sistema muy coherente de representaciones. Ciertamente, es la mano derecha la que se usa más frecuentemente, pero es sin duda por esto que la mano izquierda es preponderante, hecho que atestiguan muchas reglas importantes de la etiqueta. En relación con África, Marcel Griaule ha dado de esta ambigüedad una clásica y sutil descripción en _Dieu d’eau. Entretiens avec 0gotemmêli_, Éditions du Chêne, París, 1948, y posteriormente Fayard, 1966. En la India, R. Panikkar ha dedicado varios textos a esta cuestión. Interpreta la “búsqueda de Cristo” occidental como un _equivalente homomórfico_ (un término no idéntico que realiza una función similar) de la búsqueda brahmánica de los polos que se funden sin mezclarse; véase R. Panikkar, _The Unknown Christ of Hinduism_, Orbis, Nueva York, 1981. En la crítica literaria reciente, la palabra clave con la que se aborda esta cuestión es “androginia”; véase N. T. Bazin, “The Concept of Androgyny: A Working Bibliography”, _Women’s Studies_, 2, 1974, pp. 217-235.
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+[^f56]: _Metáforas mutuas_. Cuando hablo metafóricamente, cuando me desvío del discurso directo para emplear mis propias combinaciones bizarras y sorprendentes de palabras, bien sé que mi interlocutor no me entenderá a menos que perciba claramente el empleo intencional de un término portador de un sentido distinto del literal. Todo lenguaje vernáculo es el resultado de dos formas de hablar diferentes, que corresponden a dos dominios del género, dentro de los cuales el mundo se percibe de manera propia al género en cuestión (véae la nota 101). Aquel (o aquella) que emplea palabras vernáculas corrientes para hablar del ámbito opuesto recurre instintivamente a la metáfora. Sobre la metáfora, véase Warren A. Shibles, _Metaphor: An Annotated Bibliography and History_, Whitewater, Wisconsin, 1971, pp.10-17. El texto que para mí expone la casi imposibilidad de emplear la lengua del siglo XX para hablar del género (o de lo que de éste sobrevive) es de Luce Irigaray, _Speculum de l’autre femme_, Éditions de Minuit, París, 1974, principalmente las pp. 9-161: “La tache aveugle d’un vieux rêve de symétrie”. Para una magistral introducción al tema, véase William Empson, _Seven Types of Ambiguity_, New Directions, Nueva York, 1947. La relación metafórica misma se puede expresar mediante la metáfora: esto pasa frecuentemente con los símbolos religiosos. Ludwig Wittgenstein, “Bemerkungen über Frazers _The Golden Bough_”, _Synthese_, 17, 1967, pp. 233-253, decía lo siguiente: “… en la especie poner la magia entre paréntesis es magia”, y “la metafísica se convierte en una suerte de magia”. La _gorgona_ es una metáfora de esta especie. Como dice Jean-Pierre Vernant, “L’autre de l’homme: la face de _gorgô_”, en Maurice Olender, ed., _Le Racisme. pour Léon Poliakov_, Éditions Complexe, París / Bruselas, 1981, pp. 141-154. “O, para expresar en otros términos esta reciprocidad, esta simetría tan extrañamente desigual del hombre y del dios, lo que revela la máscara de _gorgo_, cuando te fascina, eres tú mismo, tú mismo en el más allá, cabeza vestida de noche, rostro con la máscara de la invisibilidad que, en la mirada de _gorgo_, se revela como la verdad de tu propia figura”, pp. 153-154. Para el mismo autor, “Figuration de l’invisible et catégorie psychologique du double: le Colossos”, _Mythe et Pensée chez les Grecs_, Maspero, Petite Collection, 2 vols., París, 1971-1974, pp. 251-264, los gemelos son igualmente aterradores, véase por ejemplo Aidan Southall, “Twinship and Symbolic Structure”, en J. S. La Fontaine, ed., _The Interpretation of Ritual_, Tavistock, Londres, 1972, pp. 73-114. En la presente obra, cuando empleo el término “género”, le confiero sentido en tres niveles diferentes: _1)_ en el sentido descriptivo, designo así uno de los dos sólidos subconjuntos de toda realidad vernácula (“maneras de hablar”, tareas, espacios, símbolos) que están más o menos vinculados con las características genitales masculinas o femeninas; _2)_ hablo de un “todo” vernáculo, en la medida en que está constituido por la complementariedad de estos dos subconjuntos; _3)_ epistemológicamente sé que el “género” en este segundo sentido es una metáfora relacionada con la complementariedad simbólica ambigua que constituye a cada uno de los dos “géneros” (en el primero de los sentidos) como metáforas mutuas. En este punto, mi pensamiento procede del concepto escolástico de _relatio subsistens_.
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+[^f57]: _Complementariedad ambigua_. La complementariedad de los géneros es a la vez asimétrica y ambigua. La asimetría implica una desproporción de magnitud, de valor, de poder o de peso —lo cual no crea ambigüedad—. La asimetría indica una posición relativa; la ambigüedad indica el hecho de que los dos géneros no se corresponden exactamente. Respecto a la asimetría de los géneros, véanse las notas 21 y 83. Aquí me refiero a la ambigüedad. La ambigüedad que caracteriza a los géneros es única. Tiene dos caras: los hombres no simbolizan la relación mutua de la misma manera que las mujeres (véase la nota 56). Robert Hertz, autor del primer ensayo de la compilación realizada por Rodney Needham, _op. cit_ en la nota 53, “The Pre-eminence of the Right Hand: A Study in Religions Polarity”, pp. 3-31, intentó incorporar en las ciencias sociales esta noción de complementariedad, en una época en que el concepto comenzaba a dar frutos en las ciencias físicas. Este investigador genial se había dado cuenta de que en las ciencias sociales la polaridad fundamental implicaba a la vez asimetría y ambigüedad. Murió en el frente durante la primera Guerra Mundial y desde entonces su pensamiento ha sido tergiversado. Primero, su “editor”, Marcel Mauss, domesticó las desconcertantes nociones de asimetría y de ambigüedad contenidas en la idea de la complementariedad que Hertz había propuesto, haciendo de esta dualidad nueva, anómala, el fundamento de todo “intercambio”; véase Marcel Mauss, _Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques_, París, 1925, reeditado en la segunda antología de sus artículos: _Sociologie et anthropologie_, PUF, París, 1950. Luego, Lévi-Strauss vino a decir que Mauss había sido el primero en haber tratado la totalidad del hecho social como un sistema simbólico de intercambios entre individuos y entre grupos, convirtiendo así a Hertz en el maestro de Mauss. La complementariedad _nebulosa, parcialmente incongruente_, que únicamente era posible captar mediante la metáfora y que Hertz sospechaba era el sustrato de la cultura, fue desterrada de las ciencias sociales por conceptos operativos como el rol, la clase, el intercambio y, finalmente, el “sistema” (véase la nota 76). Aquí quiero oponer la complementariedad que constituye la relación entre los géneros a los procesos de intercambio entre parejas formales. La primera tiende idealmente hacia la _relatio subsistens_: significaciones vinculadas metafóricamente y no antitéticamente. Inversamente, el intercambio implica tanto el entendimiento entre actores sociales, como una obligación común que es independiente del objeto mismo del intercambio. El intercambio conduce a las parejas a _ubicarse claramente_ unos respecto a otros, por lo tanto a tender hacia la _jerarquía_ y la _dependencia_. Allí donde el intercambio estructura las relaciones, un denominador común define las posiciones respectivas. Allí donde la ambigüedad constituye dos entidades y al mismo tiempo las relaciona, constantemente engendra nuevas discordancias parciales entre hombres y mujeres, al mismo tiempo que pone en entredicho toda tendencia a la jerarquía y la dependencia.
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+[^f58]: _Mitología sociobiológica_. Al menos parcialmente, la ciencia es una empresa intelectual apegada a sus épocas, a las ideas en boga, y los hombres de ciencia centran sus investigaciones en las cuestiones que les preocupan emocional o políticamente. Esto aparece muy claro en los intentos científicos de establecer un vínculo entre las diferencias humanas, intraespecíficas y orgánicas, y los comportamientos. Stephen Jay Gould, _The Mismeasure of Man_, Norton, Nueva York, 1981, hace la reseña histórica de estos intentos de abstraer la inteligencia, convirtiéndola en una entidad cuantificable que está ubicada en el cerebro y que permite clasificar a los seres. Pero la obra también es una buena introducción a las peripecias de la ideología del determinismo biológico, desde la craneoscopía hasta Peter J. Wilson. Ya en 1944, Gunnar Myrdal hablaba de “la tendencia a admitir sin discusión la causalidad biológica, y a no considerar una explicación social más que a la fuerza”, como de una ideología que se permitía considerar la situación vigente de un grupo como medida del estado que sus miembros _deberían tener_ normalmente. Gould centra su estudio en tal biodeterminismo, cuya popularidad actualmente resurge, como suele suceder en los periodos de retroceso político. Desde mediados de los setenta, millones de personas han aprendido a aceptar la idea de que su intolerancia o su inferioridad social son, al fin y al cabo, hechos científicos; que están insertadas políticamente en los lugares y categorías donde han sido colocadas por la especialización intraespecífica. Respecto a las críticas de estos intentos de volver a elevar las ciencias humanas y sociales a subdisciplinas de la sociobiología, mediante la exageración de los efectos de la herencia en el comportamiento humano, véase William M. Dugger, “Sociobiology for Social Scientists: A Critical Introduction to E. O. Wilson’s Evolutionary Paradigm”, _Social Science Quarterly_, 62, núm. 2, junio, 1981, pp. 221-246, así como la crítica de D. Symons, _The Evolution of Human Sexuality_, Oxford University Press, Nueva York, 1980, que Clifford Geertz publicó en _The New York Review of Books_ del 24 de enero de 1980, pp. 3-4. Sobre el tema de esta nota, véase Helen H. Lambert, “Biology and Equality: A Perspective on Sex Differences”, _Signs_, 4, núm. 1, otoño, 1978, pp. 97-117, y sobre todo el análisis exhaustivo y múltiple de la perspectiva sexista en los estudios de biología humana que se encuentran en la importante antología de M. S. H. Hubbard y Barbara Friend, eds., _Women Look at Biology Looking at Women_, Schenkman, Cambridge, Mass., 1979. Sin embargo, hay que señalar que actualmente hay feministas que piensan que los hombres y las mujeres son subespecies separadas de la especie humana y se comportan de manera intrínsecamente diferente, sin importar la cultura a la que pertenezcan; véase Alice Rossi, “A Biosocial Perspective on Parenting”, _Dedalus_,106, núm. 2, primavera, 1977, pp. 1-31. La exigencia igualitaria del feminismo es capaz de camuflar el matiz racista implícito en el determinismo biosocial —a pesar de que pretenda poseer las mejores intenciones—.
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+[^f59]: _Sociología animal_. La sociología animal es una especie de ciencia ficción a la inversa. Mientras que ésta atribuye un comportamiento reflexivo y significativo a seres que son invenciones de la imaginación, la sociobiología animal atribuye la construcción social a seres subhumanos. Lo que ambas tienen en común con las ciencias sociales es que operan en términos que ignoran el género. El valor ocasionalmente profético de la ciencia ficción, o la confirmación de ciertas teorías del comportamiento mediante la experimentación con animales, simplemente demuestran que las categorías de las ciencias sociales ignoran lo que es característico y exclusivamente humano: la cultura genérica. Al respecto véase Donna Haraway, “Animal Sociology and a Natural Economy of the Body Politic”, _Signs_, 4, núm. 1, 1978, pp. 21-60, así como los otros artículos en el mismo número.
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+[^f60]: _El racista y el profesional_. Es deliberada mi comparación entre el racista y el profesional de los servicios, aunque bien sé que muchos de mis lectores se consideran profesionales, y pocos se sienten racistas. Pero es una comparación que me siento obligado a hacer. Recomiendo a los que se interesan en estas ideas mi _Desempleo creador_, véase _Obras reunidas_, vol. I, en especial la segunda mitad de la obra. Más y más estudios sobre el siglo XIX muestran que los profesionales de los servicios inventaron su diagnóstico de las “necesidades” a fin de crear la demanda de las terapias que monopolizaban. Véase al respecto Burton S. Bledstein, _The Culture of Professionalism_, Norton, Nueva York, 1976. En el marco del Estado-nación, que tendía a monopolizar la producción de servicios, incluso antes de que la producción y comercialización de las mercancías se ubicaran en el sector privado, los profesionales “jugaban con los temores del público relacionados con el desorden y la enfermedad, adoptaban con deliberación una oscura jerga, ridiculizaban las tradiciones populares del _self-help_ calificándolas de retrasadas y no científicas, y de tal forma creaban … o intensificaban la demanda de sus servicios” (Christopher Lasch, _The New York Review of Books_, noviembre 24, 1977, pp. 15-18). En este contexto, los profesionales se arrogan el mandato de definir “científicamente” las “deficiencias”; de conducir las investigaciones de acuerdo con esta “misión”; de imputar concretamente estas deficiencias a ciertos individuos con base en un “diagnóstico”; de someter a grupos enteros de la población a pruebas obligatorias; de imponer terapias a aquellos que según ellos requerían ser sanados, corregidos, reciclados. La lógica de este proceso ha sido desmontada con inimitable penetración por John L. McKnight, _The Mask of Love: Professional Care in the Service Economy_, Londres y Boston, Marion Boyars, 1982. El _ethos_ profesional y el _ethos_ racista convergen. Ambos se basan, aunque de forma sutilmente distinta, en el mismo postulado: el diagnóstico biológico permite a la biocracia clasificar socialmente a los seres. Esta convergencia del _ethos_ profesional y de la discriminación biológica, en ninguna parte aparece con tanta claridad como en la historia de la ginecología (véanse las notas 86 y 87). Diversos textos de la antología de Maurice Olender, ed., _Pour Léon Poiakov, op. cit_. en la nota 56, señalan un vínculo entre los prejuicios relacionados con las mujeres y los relacionados con los judíos en la tradición de la Ilustración.
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+[^f61]: _Rol_. El “rol” es un concepto mediante el cual, desde Ralph Linton, _The Study of Man: An Introduction_, Appleton-Century Crofts, Nueva York, 1936, la sociología vincula el orden de una sociedad con el comportamiento característico de los individuos que la integran. Gracias al “rol”, la gente forma parte de una pluralidad que luego es posible analizar mediante conceptos que ignoran el género. Por añadidura, el empleo del “rol” en calidad de categoría de las ciencias sociales excluye la posibilidad de introducir el género en la discusión. El género establece la relación mutua entre dos términos que poseen más _otredad_ que la que jamás podrían tener los simples individuos. La sociología tomó prestado del teatro el concepto de rol. Allí, el rol aparecía como concepto y término técnico desde el momento en que los actores europeos comenzaron a desplazarse en un entarimado, donde las escenas seguían una secuencia de “entrada”, “actuación” y “salida”. El concepto de rol fue tan novedoso para el teatro del siglo XVI como lo ha sido para la sociología del siglo XX. Al respecto, véase Richard Southern, “Fourth Phase: The Organized Stage”, _The Seven Ages of the Theatre_, Hill and Wang, Nueva York, 1963, pp. 155-215. En torno a la influencia que ha tenido en la metodología el concepto de rol, véase W. H. Dray, “Holism and Individualism in History and Social Science”, _Encyclopedia of Philosophy_, bajo la dirección de Paul Edwards, Macmillan, Nueva York, 1967, tomo 4, pp. 53-58.
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+[^f62]: _Morfología social_. En cualquier medio vernáculo, el género es la fuente de una forma social que no puede existir más que dentro de parámetros limitados. En este sentido, el género es la fuente de la autolimitación de las formas sociales. Esta tesis jamás se ha propuesto, y aquí sólo la menciono. En biología, una forma no puede existir más que en el seno de una gama restricta de tamaños. La forma de los congéneres del ratón abarca desde los 25 milímetros hasta el tamaño de una rata; no puede existir un elefante con patas tan pequeñas como las de un ratón. Sobre este tema existe un texto admirable de J. B. S. Haldane, “On Being the Right Size”, en James R. Newman, ed., _The World of Mathematics. A Small Library of the Literature of Mathematics from A’h-mose the Scribe to Albert Einstein_, Simon and Schuster, Nueva York, 1956, volumen 2, pp. 952-957. D’Arcy Wentworth Thompson, en _Growth and Form_, Cambridge University Press, Cambridge, edición abreviada de J. T. Bonner, 1971, centra su investigación en las relaciones morfológicas de la forma y el tamaño. Leopold Kohr, _The Breakdown of Nations_, Londres, 1941, inauguró la morfología social buscando las relaciones entre la forma y el tamaño de una sociedad. Discípulo de Kohr, E. F. Schumacher retomó el axioma de su mentor en _Small Is Beautiful_, 1973; traducción francesa con el mismo título, Seuil, París, 1978, con el subtítulo “Una sociedad a la medida del hombre”. Para mí, la _belleza social_ existe allí donde los elementos materiales de una cultura son de un tamaño adecuado para la complementariedad concreta basada en el género. El medio debe permanecer dentro de los parámetros de tamaño que corresponden a su forma (en griego, _morphè_) —condición necesaria para que exista y se mantenga una relación intragenérica entre el dominio de las mujeres y el de los hombres en un medio vernáculo—. Si el medio se deforma más allá de un umbral crítico, la complementariedad genérica se disuelve: entran en escena individuos que desempeñan un rol sexuado en un escenario que ya no está hecho a su medida.
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+[^f63]: _Rol de los sexos_. Respecto al término “sexo”, véase la nota 7; respecto al “rol”, la nota 61. La expresión “rol de los sexos” no entró en el lenguaje corriente sino después de la segunda Guerra Mundial. A los victorianos les fascinaban las _diferencias entre los sexos_ (véase la nota 65). Durante los primeros años del siglo XX, los hombres de ciencia se interesaron particularmente en la diferencia entre hombres y mujeres en términos de inteligencia mensurable (véase Gould, nota 58). Al final de los años veinte, la creación de escalas que permitían medir el cociente de feminidad o de masculinidad que se manifestaba en los rasgos característicos no intelectuales se convirtió en un buen negocio. Para una orientación de lecturas, véase Julia Ann Sherman, _On the Psychology of Women: A Survey of Empirical Studies_, C. Thomas, Springfield, Mass., 1971, y como complemento crítico de esta obra, Joyce J. Walstedt, _The Psychology of Women: A Partially Annotated Bibliography_, KNOW, Pittsburgh, 1972, que también incluye estudios que no son de especialistas. Durante los años treinta, bajo la influencia del psicoanálisis, fueron las diferencias entre las necesidades emocionales las que se identificaron científicamente y se pusieron en operación a fin de que les pudieran servir a los terapeutas, a los trabajadores sociales y a los educadores. Durante los años cincuenta, los investigadores se interesaron más en las diferencias entre las tendencias a la homosexualidad. Para la historiografía de las diferencias entre los sexos, véase Eleanor E. Maccoby y Carol N. Jacklin, _The Psychology of Sex Différences_, Stanford University Press, Palo Alto, California, 1974. Sobre la importancia que ha adquirido en las ciencias sociales el rol de los sexos, véase H. A. D. Astin, _Sex Roles: A Research Bibliography_, National Institute of Mental Health, Rockville, Maryland, 1975.
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+[^f64]: _Rol de los sexos_. Melville J. Herskovits, _Economic Anthropology_, Norton, Nueva York, 1965; 1a edición, 1935, con el título _Economic Life of Primitive Peoples_. Durante 30 años, la mayoría de las citas sobre la repartición sexual del trabajo que se encontraban en los manuales de sociología, tanto en inglés como en otras lenguas, consistían en pasajes enteros del séptimo capítulo de esta obra.
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+[^f65]: _Feminismo victoriano_. El feminismo victoriano logró hacer de las relaciones entre los hombres y las mujeres en las sociedades primitivas un tema fascinante en las conversaciones. Pero la evidencia de esa gran variedad de comportamientos entre los “salvajes” fue interpretada por los antropólogos victorianos como la prueba de un esquema evolucionista que conducía finalmente a la norma universal de la familia burguesa; véase Elizabeth Fee, “The Sexual Politics of Victorian Sexual Anthropology”, _Feminist Studies_, 1, 1973, p. 23 ss. Véanse otros estudios recientes sobre el sexismo victoriano en Jill Roe, “Modernization and Sexism: Recent Writings on Victorian Women”, _Victorian Studies_, 20, invierno, 1977, pp. 179-192; Marlene LeGates, “The Cult of Womanhood in Eighteenth-Century Thought”, _Eighteenth-Century Studies_, 10, núm. 1, 1976, pp. 21-39; B. Didier, “L’exotisme et la mise en question du système familial et moral dans le roman, à la fin du XVIIIe siècle: Beckford, Sade, Potocki”, _Studies on Voltaire_, 152, 1976, pp. 571-586. La polarización sexual representa un nuevo tipo de clasificación social que no emplea como principal parámetro el estatus, sino la personalidad (clasificación que habría sido impensable antes de la Ilustración). Es esto lo que me permitió comprender a Karin Hausen, “Family and Role Division. The Polarisation of Sexual Stereotypes in the Nineteenth Century. An Aspect of the Dissociation of Work and Family Life”, en Richard J. Evans y W. R. Lee, eds., _The German Family: Essays on the Social History of the Families in Nineteenth-and Twentieth- Century Germany_, Croom Helm, Londres, Totowa, N. J., Barnes and Noble Books, 1981, pp. 51-83, y también Barbara Welter, “The Cult of True Womanhood 1820-1860”, _American Quarterly_, 18, 1966, pp. 151-174. La polarización sexual ha conducido tanto a una nueva percepción social del cuerpo femenino (notas 86 y 87) como a una nueva percepción del ámbito de la ciudadana: la esfera doméstica. En torno a las etapas de la propagación en los Estados Unidos del valor ideológico de la vida doméstica, y a la colusión de las mujeres y los sacerdotes al respecto —que en virtud de la Independencia se encontraban “desestablecidas”— y sobre la necesidad absoluta de tener una _vida doméstica redentora_ en una sociedad en vías de industrialización, véase la brillante y compleja interpretación de Ann Douglas, _The Feminization of American Culture_, Discus Books/Avon, Nueva York, 1977. Los escritos de las feministas de la época victoriana muestran que éstas no adoptaron las ideas de sus tiempos relacionadas con los logros de las mujeres y con el trabajo femenino; además del ensayo de Jill Roe citado aquí anteriormente, véase Elaine Rose Ognibene, _Women to Women: The Rhetoric of Success for Women, 1860-1920_, Rensselaer Polytechnic Institute Dissertation, Nueva York, 1979.
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+[^f66]: _Sexo y temperamento_. Margaret Mead, _Sex and Temperament in Three Primitive Societies_, 1935 (publicado en francés con otro ensayo más bajo el título de _Mœurs et Sexualité en Océanie_, Plon, París), 1963, y Erich Fromm y Michael Macoby, _Social Character in a Mexican Village_, Prentice Hall, Nueva Jersey, 1970, marcan respectivamente el principio y probablemente el fin del empleo de las categorías agenéricas del psicoanálisis (Fromm en conjunción con Marx) para explicar cómo el _temperamento o la personalidad social_ modelan las relaciones entre hombres y mujeres en condiciones sociales muy diferentes.
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+[^f67]: _Complementariedad de los roles_. Los victorianos centraron su investigación en las esferas opuestas que la naturaleza había destinado para los humanos masculinos y femeninos (nota 65). Durante la Gran Depresión, los norteamericanos se preocuparon particularmente por la división del trabajo productivo entre los sexos. Como era de esperar, miles de rasgos sociales que se recogieron en cientos de sociedades se clasificaron sistemáticamente; se buscaron constantes, se erigieron conjeturas con base en cuantificaciones significativas, todo lo cual condujo a hipótesis no válidas, aun cuando los datos originales pudieron ser significativos estadísticamente; al respecto véase A. D. Coult y R. Haberstein, _Cross-Tabulations on Murdock’s Ethnographic Sample_, University of Missouri Press, Columbia, 1965. Para una introducción sencilla a los datos compilados, véase George P. Murdock, “Comparative Data on the Division of Labor by Sex”, _Social Forces_, 15, 1937, pp. 551-553, y para un condensado de esta obra, “Ethnographic Atlas: A Summary”, _Ethnology_, 6, núm. 2, 1967, pp. 109-236. Aunque algo árida y fragmentaria, se puede encontrar información que a veces resulta útil en sus epígonos, en Joel Aronoff y William D. Crano, “A Re-examination of the Cross-Cultural Principles of Task Segregation and Sex Role Differentiation in the Family”, _American Sociological Review_, 40, febrero, 1975, pp. 12-20; Alain Lomax y Conrad M. Arensberg, “A Worldwide Evolutionary Classification of Cultures by Subsistence Systems”, _Current Anthropology_, 18, núm. 4, diciembre, 1977, pp. 659-708; William D. Crano y Joel Aronoff, “A Cross-Cultural Study of Expressive and Instrumental Role Complementarity in the Family”, _American Sociological Review_, 43, núm. 4, agosto, 1978, pp. 463-471. Siempre que se ha querido identificar tendencias universales para justificar la asociación de ciertos tipos de tareas con uno u otro sexo, los resultados han sido banales o incluso nulos. Estadísticamente, las mujeres han sido asociadas con trabajos que según los antropólogos “son repetitivos y pueden ser interrumpidos, no son peligrosos y están basados en técnicas simples”; con tareas “que implican pocos riesgos y se realizan en la proximidad del hogar” y “tienen poco valor social”; tareas “cuyos valores relativos son más resistentes al cambio que las técnicas que se utilizan para realizarlas”. Finalmente, este análisis cultural comparativo ha conducido a “descubrir” ciertas excepciones. Si Murdock calculaba una “tasa _mundial_ de intercambio de tareas” entre hombres y mujeres de 16%, esta tasa alcanza 81% en dos subgrupos de los bontoc igorot occidentales, indígenas de la isla de Luçon, en las Filipinas: Albert S. Bacdayan, “Mechanistic Cooperation and Sexual Equality among the Western Bontoc”, en Alice Schlegel, ed., _Sexual Stratification_, Columbia University Press, Nueva York, 1977, pp. 270-291. Respecto a los mitos que engendran estas hipótesis, la obra crítica más legible y más ágil sigue siendo la de Ann Oakley, _Woman’s Work: The Housewife, Past and Present, op. cit_. en la nota 32.
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+[^f68]: _Subordinación femenina_. Muchos de los estudios de la primera mitad de los años setenta relacionados con las diferencias entre hombres y mujeres, interpretan como un signo de la subordinación de las mujeres el hecho de que fuera de la sociedad industrial no se otorga públicamente el poder y la autoridad a las mujeres. Para los textos sobre este tema, véase Susan Carol Rogers, “Woman’s Place: A Critical Review of Anthropological Theory”, _Comparative Studies in Society and History_, 20, núm. 1, 1978, pp. 123-162, guía muy útil sobre la forma en que la antropología trata las diferencias entre los sexos, así como los estatus relativos de los hombres y las mujeres en los Estados Unidos y Gran Bretaña; véase también Naomi Quinn, “Anthropological Studies on Women’s Status”, _Annual Review of Anthropology_, 6, 1977, pp. 181-225. Evalyn Jacobson Michaelson y Walter Goldschmidt proporcionan en “Female Roles and Male Dominance among Peasants”, _Southwestern Journal of Anthropology_, 27, 1971, pp. 330-352, un útil índice de 46 monografías, publicadas entre 1940 y 1965, que analizan las sociedades campesinas y también tratan de los roles y los estatus relacionados con los sexos. Ruby Rohrlich-Leavitt, ed., _Women, Cross-Culturally: Chance and Challenge_, Mouton, La Haya, 1975, y un número enteramente dedicado a “Sex Roles in Cross-Cultural Perspective”, _American Ethnologist_, 2, núm. 4, noviembre, 1975, ofrecen una muestra representativa de los enfoques dentro de la investigación cultural comparativa de las mujeres; para una perspectiva feminomarxista, véase _Critique of Anthropology_, 3, núm. 9/10, 1977, número dedicado a las mujeres. Todos estos estudios casi no emplean más que categorías analíticas que rechazan implícitamente la distinción entre género y sexo, patriarcado y sexismo (nota 21), dominación asimétrica, y repartición jerárquica del poder (nota 83). Además, este rechazo los lleva a dar la primacía a la esfera pública, a admitir la definición “masculina” de la importancia cultural, y a no decir nada de la asimetría del poder que caracteriza la existencia en el seno del género. Esto es lo que efectivamente demuestra Louise A. Tilly, “The Social Sciences and the Study of Woman: A Review Article”, _Comparative Studies in Society and History_, 20, núm. 1, 1978, pp. 163-173, quien comenta la obra de Michelle Zimbalist Rosaldo y Louise Lamphere, eds., _Women, Culture and Society_, California, Stanford University Press, Palo Alto, 1974. No obstante, y acaso de manera significativa, los dos únicos estudios importantes sobre las mujeres “primitivas” que fueron publicados durante un periodo de menor interés en la investigación sociológica y antropológica sobre las mujeres (aproximadamente entre 1945 y 1970) se ocupan de la asimetría del poder entre los géneros: P. M. Karberry, _Women of the Grassfields_, HMSO, Londres, 1952; reimpresión: Gregg International, 1970, y Audrey I. Richards, _Chisungu, a Girl’s Initiation Ceremony Among the Bemba of Northern Rhodesia_, Faber & Faber, Londres, 1951. En el ensayo de Ernestine Friedl, “The Position of Women: Appearance and Reality”, _Anthropological Quarterly_, 40, 1967, pp. 97-105, la cuestión de la asimetría del poder se retoma de manera encantadora: dentro de un estilo de vida en que la existencia está centrada en el hogar, el poder que cuenta parece ser el que se ejerce en casa. Mi distinción entre género y sexo, y su dominación relativa en diversas sociedades, podría disipar en gran parte la confusión que hasta ahora ha presidido inevitablemente toda discusión sobre la “subordinación de las mujeres”. Véase particularmente la bibliografía citada en las notas 21 y 83.
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+[^f69]: _La división del género_. Véase Pierre Clastres, _La Société contre l’État_, Éditions de Minuit, París, 1974, pp. 88-111, “L’Arc et le panier”. Existen culturas en la cuales la distancia entre los seres es todavía mayor. Entre los siriono (grupo indígena de Bolivia), los hombres y las mujeres creen que no tienen vínculos recíprocos sino por intermediación de la luna. Véase John Ingham, “Are the Siriono Raw or Cooked?”, _American Anthropologist_, 73, 1971, pp. 1092-1099.
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+[^f70]: _Herramientas y género_. La asociación del género con las herramientas simples ocupa un lugar preferencial en la investigación sobre el género, porque tal asociación se puede observar directamente. No pasa lo mismo, por ejemplo, con la asociación entre el género y las tareas. La lista, o taxonomía, de todas las tareas “asignadas” en una cultura dada, es siempre, al menos parcialmente, creación del observador. Las herramientas son objetos concretos, y el observador siempre puede comprobar directamente si son manejadas por los hombres o por las mujeres. Por esto resulta una laguna sorprendente la ausencia de estudios tocantes a la asociación del género y las herramientas. Aunque hay observaciones al respecto, se dan en el marco de los estudios dedicados a otras materias. Es una buena introducción a este tema Michael Roberts, “Sickles and Scythes: Women’s Work and Men’s Work at Harvest Time”, _History Workshop_, 7, 1979, pp. 3-28. Son ricos y detallados (buena bibliografía) los textos de Günther Wiegelmann, “Zum Problem der Bäuerlichen Arbeitsteilung in Mitteleuropa”, _Geschichte und Landeskunde, Franz Steinbach zum 65. Geburtstag_, Bonn, 1960, pp. 637-671, y “Erste Ergebnisse der ADV-Umfragen zur alten bäuerlichen Arbeit”, _Rheinische Vierteljahresblätter_, 33, 1969, pp. 208-262. Es un útil complemento de los textos anteriores: Maria Bidling-maier, _Die Bäuerin in zwei Gemeinden Württembergs_, Kohlhammer, Stuttgart, 1918, un estudio excepcional para su época, donde la autora compara minuciosamente el trabajo cotidiano de los campesinos antes de la primera Guerra Mundial en una aldea tradicional, y en otra en vías de modernización; véase también Ingeborg Man, _Erntegebrauch in der ländlichen Arbeitswelt des 19. Jahrhunderts. Auf Grund der Mannhardtbefragung in Deutschland von 1865_, Marburg, 1965. Para Hungría, véase Edit Fél y Tamás Hofer, _Proper Peasants: Traditional Life in a Hungarian Village_, Viking Fund Publications in Anthropology, volumen 46, Aldine, Chicago, 1969, pp. 101-137, y _Bäuerliche Denkweise in Wirtschaft und Haushalt: eine ethnographische Untersuchung über das ungarische Dorf Atány_, Otto Schwartz, Gotinga, 1972, particularmente la p. 149 y ss. referente a los dichos, gracejos y sarcasmos que censuran los traspasos de la división de los géneros. Allí donde las reglas son estrictas, las excepciones son claras: todavía tras la segunda Guerra Mundial, una viuda que se veía obligada a realizar el trabajo de su difunto esposo recibía ayuda —por ejemplo, la del herrero, que afilaba gratuitamente sus herramientas—. Un bello y rico estudio al respecto, aunque sólo enfoca indirectamente las herramientas: O. Loefgren, “Arbeitsteilung und Geschlechtsrollen in Schweden”, _Ethnologia Scandinavia_, 1975, pp. 49-72. B. Huppertz, _Räume und Schichten bäuerlicher Kulturformen in Deutschland_, Bonn, 1939, esp. pp. 191 y ss. y 281 y ss., quien observa que en ciertas regiones de Alemania los vínculos entre las herramientas y el género, y todavía más entre animales o plantas y el género, han permanecido intactos desde el Neolítico. Sobre los santos católicos que son los guardianes de la asignación correcta de las guadañas y las hoces a un género o al otro, véase Leopold Schmidt, _Gestaltheiligkeit im bäuerlichen Arbeitsmythos: Studien zu den Ernteschnittgeräten und ihre Stellung im europläischen Volksglauben und Volksbrauch_, Verlag des Österreichischen Museums für Volskund, Viena, 1952, sobre todo las pp. 108-177.
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+[^f71]: _División del trabajo_. Una expresión también puede constituir una “palabra clave”. Es el caso de _división del trabajo_. A primera vista, su empleo en la conversación común no parece crear confusión. Y sin embargo, al consultar los manuales y los diccionarios, se observa que tres _categorías distintas_ de actividades humanas se incluyen y confunden en esta locución: _1)_ la división funcional de las tareas productivas (ciudad/campo; zapatero/carpintero; o especialización: los 17 pasos para fabricar una aguja); _2)_ la repartición de las tareas según los géneros en las sociedades tradicionales; _3)_ los roles diferentes y opuestos que se asignan al trabajador salariado y a los que éste mantiene. Por lo tanto no es posible hablar de “división” del trabajo en una descripción histórica o antropológica sin crear un equívoco respecto al sentido de la expresión. Véase Barbara Duden y Karin Hausen, “Gesellschaftliche Arbeit-Geschlechtsspezifische Arbeitsteilung”, en Annette Kuhn y Gerhard Schneider, eds., _Frauen in der Geschichte_, Pädagogischer Verlag Schwann, Düsseldorf, 1979, pp. 11-13. Por esta razón yo evito hablar de la “división del trabajo”.
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+[^f72]: _Élites y género_. La producción, es decir, la creación de excedentes para los demás, se mantuvo en al ámbito del género hasta el siglo XIX. Y el consumo de los excedentes también permaneció en gran medida bajo el signo del género. Vivir de los propios productos del campo no significaba llevar una existencia basada en la satisfacción de necesidades neutras —como sucede con el consumidor moderno—. El hecho de tener un estatus superior no borraba la barrera del género. Incluso el “rango” la hacía más visible, pues los señores y sus damas podían permitirse el ocio de “exhibir” su género. Las incursiones en el otro género a veces eran obligadas (nota 106), a veces deliberadas: Loefgren (nota 70) evoca a las mujeres nobles que montaban a caballo en una sociedad donde por lo general sólo los hombres cabalgaban.
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+[^f73]: _Tributo feudal y género_. La prueba de que durante la alta Edad Media los hombres y las mujeres de una misma familia pagaban el tributo al señor con productos agrícolas distintos la aporta Ludolf Kuchenbuch, “Bäuerliche Gesellschaft und Klosterherrschaft im 9. Jh. Studien zur Sozialstruktur der Familie der Abtei Prum”, en _Vierteljahresschrift für Sozial- und Wirtschaftsgeschichte_, 2 volúmenes, fascículo 66, Wiesbaden, 1978. También ha sido bien demostrado que en el siglo IX algunos individuos, sin importar el sexo, recibieron tierras a cambio de tributos específicos que su familia tenía que aportar. No se ha escrito aún la historia del tributo genérico y su desaparición durante la Edad Media. En torno a la historia del trabajo servil que se imponía el día del Señor, véase Otto Neurath, “Beiträge zur Geschichte der Opera Servilia”, _Archiv für Sozialwissenschaften und Sozialpolitik_, volumen XLI, núm. 2, 1915, pp. 438-465. Respecto a los días estrictamente feriados, véase Pierre Braun, “Les tabous des ‘Feriae’”, _l’Année Sociologique_, 3a serie, 1959, pp. 49-125. Para comprender las dificultades ideológicas que se presentan en el estudio de la división del trabajo según los sexos en el pasado, véase Christopher Middleton, “The Sexual Division of Labour in Feudal England”, _New Left Review_, 113/114, enero-abril, 1979, pp. 147-168. Respecto a la mujer en la aldea medieval, véase Rodney H. Hilton, _The English Peasantry in the Later Middle Ages_, Clarendon Press, Oxford, 1975, pp. 95-110.
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+[^f74]: _Comercio y género_. Sobre esta cuestión véase Sidney W. Mintz, “Men, Women and Trade”, _Comparative Studies in Society and History_, 13, 1971, pp. 247-269. Un marido jamás podía inmiscuirse en los asuntos comerciales de su mujer, aun cuando podía beneficiarse de las ganancias. Mintz examina los estudios de ciencias sociales relacionados con las mujeres que se dedican al comercio, asegurando que sus colegas no aciertan a describirlos más que peyorativamente, pues los asocian con las nociones del abandono de los deberes maternales y con la prostitución. El estudio de Gloria Marshall (seudónimo, N. Sudarksa), “Where Women Work: A Study of Yoruba Women in the Marketplace and the Home”, _Anthropological Papers_, _Museum of Anthropology_, núm. 53, University of Michigan, Ann Arbor, 1973, es rico y detallado. Describe un “mundo al revés”, donde los hombres dependen de las mujeres pero en el hogar mandan sobre ellas. Hay una descripción vivaz de las mujeres comerciantes de San Juan Evangelista (México) en B. Chinas, _The Isthmus Zapotecs (Case Studies in Cultural Anthropology)_, Holt, Rinehart & Winston, Nueva York, 1973, que registra la estricta repartición de las tareas y un alto nivel de complementariedad.
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+[^f75]: _Artesanado y género_. Véase Michael Mitterauer, “Zur familienbetrieblichen Struktur im zünftischen Handwerk”, _Wirtschafts- und Sozialhistorische Beiträge. Festschrift für Alfred Hoffmann zum 75. Geburtstag_, 1979, Munich, pp. 190-219, y “Geschlechtsspezifische Arbeitsteilung in vorindustrieller Zeit”, _Beiträge zur historischen Sozialkunde_, 3, 1981, pp. 77-78. El estatus legal de las mujeres en los gremios y los talleres ha sido estudiado recientemente, pero existe poco sobre la especificidad de las herramientas artesanales según los géneros. Pueden sacarse algunos datos en la bibliografía incluida en el ensayo de Edith Ennen, _Die Frau in der mittelalterlichen Stadtgesellschaft Mitteleuropas_, manuscrito, 1980; en Luise Hess, _Die deutschen Frauenberufe des Mittelalters_, Neuer Filser Verlag, Munich, 1940 y en Werner Danckert, _Unehrliche Leute: die verfemten Berufe_, Francke, Berna/Munich, 1963, particularmente sobre los oficios “semiproscritos”.
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+[^f76]: _Estructuralismo_. La materia inmediata de los estudios sobre el género es la correspondencia entre dos conjuntos de lugares, herramientas, necesidades, gestos y símbolos, y entre los que en toda sociedad son llamados los hombres y las mujeres. El estructuralismo se esfuerza justamente en eludir o minimizar el estudio de esta correspondencia y esta complementariedad únicas, clasificándolas en la misma categoría que otras dualidades —caliente/frío, derecha/izquierda, sagrado/profano— en las que se apoyan las leyes de las relaciones internas de un sistema. Para el estructuralismo, el sistema de signos y de símbolos que forma una cultura ha sido engendrado por un núcleo central que no está relacionado con el marco institucional del poder y de la subsistencia de una sociedad. Gracias al análisis de los mitos y los rituales, el antropólogo estructuralista intenta la exploración de este núcleo, que no se puede percibir mediante el análisis sociológico del marco institucional de la sociedad. Para una iniciación al estructuralismo, véase la antología editada por Roger Bastide, _Sens et usage du terme “structure” dans les sciences humaines et sociales_, Mouton, La Haya y París, 1962, y la serie _Qu’est-ce que le structuralisme?_, Seuil, colección Points, París, 1973, especialmente Dan Sperber, _Qu’estce que le structuralisme en anthropologie?_ De forma sutil aunque lógica, el análisis estructuralista refuerza las categorías agenéricas del _rol_ (nota 61) y del _intercambio_ (nota 57) hasta el grado de que para Lévi-Strauss “las mujeres, como las palabras, están destinadas al intercambio”. Una de las razones de la incapacidad del estructuralismo para relacionar el género y el parentesco está implícita en la crítica que le hace Edmund R. Leach en _Political System of Highland Burma_, Londres, 1954 (traducción francesa: _Les systèmes politiques des hautes terres de Birmanie_, Maspero, París, 1972), quien subraya que el sistema de parentesco que es central en el análisis estructuralista no responde ni a la cultura ni al marco institucional, tal como los conciben aquellos que realizan el análisis. En mi concepto, esto es consecuencia de la obstinación estructuralista en ver en la polaridad femenino/masculino una “pareja de términos opuestos” como muchas otras, perpetuando de esta manera la confusión entre la complementariedad analógica y el intercambio. Es difícil criticar el estructuralismo con una perspectiva a la vez marxista y feminista, como lo muestra el brillante ensayo de Gayle Rubin, “The Traffic in Women: Notes on the ‘Political Economy’ of Sex”, en Rayna Reiter, ed., _Toward an Anthropology of Women, op. cit_. en la nota 22, pp. 157-210, y Felicity Edholm, Olivia Harris y Kate Young, “Conceptualizing Women”, _op. cit_. en la nota 22.
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+[^f77]: _Matrimonio económicamente productivo_. Creo que es posible distinguir tres fases en el tránsito al paradigma de la asociación llamada “matrimonio”: _1)_ la constitución del hogar que paga individualmente un tributo; _2)_ el creciente predominio de la pareja en el seno de este hogar sujeto al tributo, durante el Renacimiento y los inicios del mercantilismo; _3)_ la polarización económica de los sexos en el siglo XIX. La evolución hacia la asociación sexual que en el siglo XX se ha observado, presupone esas etapas por las que pasaron, en periodos diferentes, clases diferentes en regiones diferentes de “Occidente”. Es ésta la conclusión a que llegué tras mis encuentros en Berlín con Barbara Duden y Ludolf Kuchenbuch, con la participación posterior de Uwe Pörsken. Nuestro punto de partida fue la crítica que Kuchenbuch hace de las teorías actuales sobre el feudalismo: Ludolf Kuchenbuch, “Bäuerliche Ökonomie und feudale Produktionsweise. Ein Beitrag zur Weltsystem Debatte aus mediaevistischer Sicht”, en _Perspektiven des Weltsystems. Materialen zu E. Wallerstein “Das moderne Weltsystem”_, publicación del Berliner Institut für vergleichende Sozialforschung, bajo la dirección de J. Blaschke, Francfort del Meno, 1982. La idea de que durante la Edad Media el parentesco empezó a declinar, siendo remplazado por una nueva realidad social, a saber, la pareja conyugal económica, me fue sugerida por Jack Goody, J. Thirsk y E. P. Thomson, eds., _Family and Inheritance, Rural Society in Western Europe, 1200-1900_, Cambridge University Press, Cambridge, 1976. También saqué diversas ideas del estudio de Hans Medick y David Sabean, “Call for Papers: Family and Kinship: Material Interest and Emotion”, _Peasant Studies_, 8, núm. 2, primavera, 1979, pp. 139-160. La etimología puede servir como punto de partida para reflexionar sobre esta cuestión. Émile Benveniste, _Le vocabulaire des institutions indo-européennes_,Éditions de Minuit, París, 1969, explica en el volumen I, capítulo 4, que en los más antiguos estratos de las lenguas indogermánicas no existen términos comunes para designar la relación conyugal. Además, los términos del parentesco que describen la relación recíproca se derivan de raíces diferentes. Aristóteles, en la _Política_, I, 2, 3-1253b, afirma que “la unión del hombre y la mujer no tiene nombre”: es _a-nonymós_. Los términos relacionados con el varón son generalmente verbos, y los relacionados con la mujer sustantivos. El verbo _maritare_ no significa otra cosa que _unir_; _mariage_ (francés) es una derivación. El término _matrimonium_ no proviene de _maritare_. Está compuesto a partir del vocablo “madre”, _mater_, y del sufijo - _monium_, que siempre indica un estado jurídico —en este caso, el estado legal de la maternidad—. El término que designa la unidad social y económica constituida por la pareja tuvo una evolución posterior. Una reforma jurídica promulgada por Nerón probablemente contribuyó de manera decisiva a la doctrina que elaboraron los Padres de la Iglesia respecto al paso “de una bisexualidad de acicalamiento a una heterosexualidad de reproducción”. Véase al respecto Paul Veyne, “La famille et l’amour sous le haut Empire Romain”, _Annales ESC_, 33, núm. 1, enero-febrero, 1978, pp. 35-63. En torno a la contribución de la Iglesia a la orientación de la sociedad medieval hacia el casamiento, véase Georges Duby, _Le chevalier, la femme et le prêtre: le mariage dans la France féodale_, Hachette, París, 1981. La sorpresa, perplejidad y confusión que esta nueva forma social engendró las relata Marie-Odile Métral, _Le mariage: les hésitations de l’Occident_, prefacio de P. Ariès, Aubier, París, 1977. Lo que despertó mi interés en el lento proceso de la fusión de los géneros en la productividad conyugal fue el estudio de David Herlihy, “Land, Family and Women in Continental Europe, 701-1200”, en _Traditio, Studies in Ancient and Medieval History_, 18, Fordham University Press, Nueva York, 1962, pp. 89-113. En torno a la adaptación del lenguaje a la nueva unidad reproductiva, véase Giovan-Battista Pellegrini, “Terminologia Matrimoniale”, _Settimane di Studio del Centro Italiano di Studi sull’ Alto Medioevo_, _Il matrimonio nella società alto medioevale_, Espoleto, 1971, pp. 43-102. Respecto a la evolución del casamiento, véase Jean-Baptiste Molin y Protais Mutembe, _Le rituel du mariage en France du XIIe au XVIe siècle_, Beauchesne, París, 1974. Respecto a las nuevas formas de registrar la existencia de las parejas, véase Diane Owen Hughes, “Toward Historical Ethnography: Notarial Records and Family History in the Middle Ages”, _Historical Methods Newsletter_, 7, 1973-1974, pp. 61-71. Una buena iniciación a la bibliografía reciente sobre la historia del casamiento en Occidente desde la época romana es la antología de 15 estudios realizada por Jean Gaudemet, _Sociétés et mariage_, CERDIC -Publication, Estrasburgo, 1980. Una notable guía bibliográfica sobre el tema se encuentra en Derek Baker, ed., _Medieval Women_, publicado por la Ecclesiastical History Society, Oxford, Blackwell, 1978. Véase también la notas 110-113 y 120.
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+[^f78]: _Medio y ámbito_. En _Le geste et la parole: technique et langage_, Albin Michel, París, 1964, André Leroi-Gourhan dice en la p. 214 que, “… a diferencia del territorio, no tiene paralelo -la estrecha complementariedad del hombre y la mujer- en el mundo animal superior”. Pero en una sociedad el espacio de los hombres y de las mujeres no es el mismo. Véase Pierre Bourdieu, _Esquisse d’une théorie de la pratique, précédée de trois études d’ethnologie kabyle_, Droz, Ginebra, 1972. Es sólo en el _haram_, al fondo de la vivienda berebere, que la pareja puede compartir el mismo espacio (p. 67). Todos los demás lugares de la habitación se encuentran marcados por el signo del género. Los sitios que los hombres ocupan se perciben como espacios diferentes de los de las mujeres. Cada tipo de lugar requiere el movimiento y el ritmo temporal correspondiente. El espacio y el tiempo están relacionados con el género, como las herramientas y las tareas. Es un grave error confundir este ambiente formado por dos ámbitos separados, que pertenecen respectivamente a uno de los géneros, con el territorio de los animales. Diferentes culturas se reparten el paisaje de manera diferente. Y como el espacio vernáculo es poroso, varias culturas pueden compartir el mismo paisaje. En el corazón de ese medio se encuentra la casa, la dualidad espacial que transmite la cultura: Clark E. Cunningham, “Order in the Antoni House”, en Rodney Needham, ed., _Right and Left, op. cit_. en la nota 53, pp. 204-238. Por lo tanto el _medio vernáculo_ contrasta a la vez con el _territorio animal_ y el espacio homogéneo de la economía. Respecto a la evolución de las teorías que procuran la definición de este espacio económico, véase Pierre Dockes, _L’espace dans la pensée économique du XVIe au XVIIe siècle_, Flammarion, París, 1969. El medio vernáculo es un espacio intragenérico: la realidad cultural que resulta de la complementariedad asimétrica y ambigua de los _dos ámbitos espaciales del género_. Es un fenómeno que parece haber escapado totalmente a la atención de los filósofos occidentales, como se puede comprobar en la monumental exposición de sus doctrinas relacionadas con el espacio: Alexander Gosztonyi, _Der Raum: Geschichte seiner Probleme in Philosophie and Wissenschaft_, 2 volúmenes, Alber, Friburgo, 1976. El espacio vernáculo está compuesto por una jerarquía de lugares, cada uno de los cuales corresponde a un género. C. Karnoch, “L’étranger, ou le faux inconnu. Essai sur la définition spatiale d’autrui dans un village lorrain”, _Ethnologie française_, I, núm. 2, 1972, pp. 107-122, muestra que hasta 1950 los habitantes de una aldea francesa distinguían el espacio en torno a ellos de acuerdo con tres círculos concéntricos: la aldea, el valle circundante, con un diámetro de travesía de tres horas, y el “país”, constituido por varias aldeas habitadas por “fuereños” que realizaban gran cantidad de matrimonios entre sí. Bajo esta tripartición se encuentra el hogar; más allá, el mundo exterior. Dependiendo del aumento o la disminución periódicos del número de los miembros del hogar, esta manera de percibir el mundo estaba más o menos presente en los diversos medios: Alain Collomp, “Maison, manières d’habiter et famille en haute Provence aux XVIIe et XVIIIe siècles”, _Ethnologie française_, VIII, núm. 4, 1978, pp. 321-328.
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+[^f79]: _Espacio y tiempo_. Cada ámbito del género tiene su paisaje y ritmo propios. Se extiende en el espacio y el tiempo. Dos notables estudios pretenden describir la realidad espacio-temporal de las mujeres. El de Yvonne Verdier, _Façons de dire et façons de faire. La laveuse, la couturière, la cuisinière_, Gallimard, París, 1979, es el resultado de una encuesta etnográfica que realizó durante siete años la autora con tres discípulos en Minot, aldea de 360 habitantes en la Costa de Oro, al norte de Dijon. A través de la actual manera de hablar de las mujeres de Minot, así como del estudio de los archivos locales, de las pinturas, de las viejas fotografías, de los dichos y refranes, la autora reconstituye la historia de las mujeres que dirigían a las demás: la mujer que lava (los recién nacidos, la ropa, los muertos); la costurera que inicia a las muchachas; la cocinera que preside ceremonias tales como las bodas y los entierros, impartiéndoles su ritmo. Aparte de la obra de Sidney Mintz, _Worker in the Cane_, Norton, Nueva York, 1958, que me reveló esta variedad de la investigación de campo, no había conocido libro más atractivo de este tipo, con excepción del estudio de Audrey Richards (cita en la nota 68). El de Martine Segalen, _Mari et femme dans la société paysanne_, Flammarion, París, 1980, puede leerse como complemento de la obra de Yvonne Verdier. En éste se hace mayor hincapié en los ritmos complementarios del hombre y la mujer en una granja francesa de hoy en día. Actualmente vivimos el tiempo mecánico y agenérico de los relojes que ritman la existencia, y este tiempo es por lo tanto escaso; los ritmos del género desaparecen. En virtud de los ritmos unisex, con frecuencia las mujeres se ven más _presionadas_ por el tiempo que los hombres, cosa que observó H. Bidlingmaier, _op. cit_. en la nota 70, en la aldea de Lauffen en 1915. Respecto a las consecuencias de ritmos más amplios, véase Evatar Zerubavel, “The French Republican Calendar: A Case Study in the Sociology of Time”, _American Sociological Review_, 42, 1977, pp. 868-877. En torno a la introducción en una región rural del tiempo medido por el reloj, véase Guy Thuillier, “Pour une histoire du temps en Nivernais au XIXe siècle”, _Ethnologie française_, VI, núm. 2, 1976, pp. 149-162. Sobre la relación entre la cultura y el tiempo, véanse los ensayos filosóficos en Paul Ricoeur, ed., _Les cultures et le temps_, Payot, París, 1975. La sociología, la antropología y la etnología del tiempo han dado origen a una vasta literatura moderna, pero debo señalar que hasta ahora se ha descuidado la investigación sobre el género y el tiempo, o sobre el género y el ritmo. Se encuentra una descripción esmerada del espacio de los hombres en una comunidad rural del sur de Francia en Lucienne A. Roubin, “Espace masculin, espace féminin en communauté provençale”, _Annales ESC_, 25, núm. 2, 1970, pp. 537-560; Maurice Agulhon ha comentado con amplitud el tema en “Les chambrées en basse-Provence: histoire et ethnologie”, _Revue historique_, abril-junio 1971, pp. 337-368. Su estudio trata sobre una “sociedad”, una asociación local de hombres, que da testimonio del abismo que existe entre el espacio de los hombres y el espacio de las mujeres. Los cafés, los grupos que preparan el carnaval, los bancos al sol en la plaza de la iglesia se encuentran claramente dentro del ámbito de los hombres. El hombre de mayor edad de la familia es únicamente quien con una hoz especial marcará los límites del campo que será cosechado al día siguiente. Los habitantes de la Provenza del sur de Francia no consideran que el espacio público y el ámbito masculino son una misma cosa, pero de hecho ambos tienden a coincidir. Un importante ensayo de reconstitución del medio ambiente del pasado que, por eso mismo, evoca el género, es el de Ina-Maria Greverus, _Der territoriale Mensch: ein literatur-anthropologischer Versuch zum Heimatphänomen_, Athenaeum, Francfort del Meno, 1972.
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+[^f80]: _Charivari (cencerrada)_. Para una buena iniciación a los textos que tratan de los métodos de justicia popular, en cuanto guardiana de las costumbres locales, véase Roger Pinon, “Qu’est-ce qu’un charivari? Essai en vue d’une définition opératoire”, _Kontakte und Grenzen. Probleme der Volks-Kultur und Sozialforschung. Festschrift für G. Heilfurt zum 60. Geburtstag_, Otto Schwartz, Gotinga, 1979, pp. 393-405. Los métodos citados incluían verdaderos castigos: la gente arrancaba el techo de una vivienda, derribaba árboles, salaba los pozos, ponía a los culpables en la picota, los boicoteaba, los embadurnaba de chapopote y los hacía rodar sobre montones de plumas. Françoise Zonabend, _La mémoire longue. Temps et histoires au village_, PUF, París, 1980, describe la “emboscada”, visita ritual a los vecinos, la cual indicaba, según fuera más o menos tumultuosa, el concepto que se tenía de la “honestidad” de los anfitriones. Se puede encontrar un repertorio de cantos populares que expresan variados grados de aprobación social en Ilka Peter, _Gasselbrauch und Gasselspruch in Österreich_, Alfred Winter, Salz-burgo, 1981. E. P. Thompson, “ _Rough music_: le charivari anglais”, _Annales ESC_, 27, núm. 2, marzo-abril, 1972, pp. 285-312, describe y analiza los rituales mediante los cuales la sociedadvernácula expresa, con frecuencia cruelmente, su desaprobación de los individuos que habían transgredido no tanto la ley sino los usos y costumbres locales. Estos rituales estaban estructurados por el parentesco y generalmente castigaban una transgresión de la división de los géneros o un comportamiento que estaba en contradicción con el género al que se pertenecía. Véase Christiane Klapisch-Zuber, “The Medieval Italian Mattinata”, _Journal of Family History_, 5, núm. 1, primavera, 1980, pp. 2-27. Sobre el conflicto entre las formas tradicionales de control que se dan entre las parejas y la nueva tentativa de hacer respetar las buenas costumbres durante los encuentros entre muchachos y muchachas, véase Hans Medick, “Spinnstuben auf dem Dorf. Jugendliche Sexualkultur und Feierabendbrauch in der ländlichen Gesellschaft der frühen Neuzeit”, en J. Reulecke y Wolfhard Weber, _Fabrik, Familie, Feierabend: Beiträge zur Sozialgeschichte im Industriezeitalter_, Wuppertal, Hamer, 1978.
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+[^f81]: _La probidad_. En la Francia del siglo XVI, era ésta la cualidad del “ _honnête homme_”, el hombre probo; la rectitud moral, la integridad, la probidad, la dignidad. Propongo usar el término para designar la percepción que un hombre o una mujer tenían de la división de los géneros, como norma que personalmente les concernía. La elección del término me permite hablar de este límite específico sin implicar un motivo particular, cosa que sucedería si empleara términos tales como “vergüenza”, “pecado”, “culpa”, “honor”, etc. Respecto a estos vocablos, véase Carl Darling Buck, _A Dictionary of Selected Synonyms in the Principal IndoEuropean Languages, op. cit_. en la nota 3. Sobre el proceso mediante el cual _l’honneur_ (el honor), se hizo preeminente en el sentido que típicamente se daba a la _honnêteté_ en Europa, véase Julian Pitt-Rivers, “The Anthropology of Honour” y “Honour and Social Status in Andalucía”, pp. 1-47 de su obra _Fate of Shechem, op. cit_. en la nota 21, y P. Schneider, “Honor and Conflict in a Sicilian Town”, _Anthropological Quarterly_, 42, núm. 3, julio, 1969, pp. 130-155; véase también Pierre Bourdieu, “Le sens de l’honneur. La dialectique du défi et de la riposte. Point d’honneur et honneur. L’éthos de l’honneur”, en _Esquisse d’une théorie de la pratique, op. cit_. en la nota 78, capítulo I, pp. 13-44, que expone observaciones sobre el África del Norte. Para un estudio clásico, Max Weber, “Rechtsordnung, Konvention und Sitte”, en _Wirtschaft und Gesellschaft_, Mohr, Tubinga, 4a edición revisada, 1956, (traducción francesa: _Économie et société_, Plon, París, tomo 1, 1971). Para la transformación de la _honnêteté_ y del _honneur_ causada por el proceso de la civilización, véase Yves Castan, “La famille: masculin et féminin”, _Honnêteté et relations sociales en Languedoc, 1715-1780_, Plon, París, 1974, pp. 162-207. En el siglo XVIII la ley aún no reglamentaba la vida familiar de la pequeña gente, simplemente la protegía. Pasaría todavía algo de tiempo (tres a cinco generaciones) antes de que el Estado impusiera el casamiento civil y reglamentara la vida familiar (véase la nota 120). El ámbito físico de cada género y el comportamiento conveniente era salvaguardado por el sentido de la honestidad y el honor. Este sentido desaparecería hacia 1780; véase Yves Castan, “Pères et fils en Languedoc à l’époque classique”, _Le XVIIe siècle_, núm. 102-103: “Le XVIIe siècle et la famille”, 1974, pp. 31-43. Nicole Castan, “La criminalité familiale dans le ressort du parlement de Toulouse (1690-1730)”, _Cahiers des Annales_, 33, Armand Colin, París, 1971, pp. 91-107, estudia el honor femenino ( _honnêteté_) contrastándolo con el masculino. La mujer actúa con solidaridad hacia el hogar y puede decir y hacer cosas sin menoscabo de su honor que a los hombres jamás se les perdonarían. El honor exige que oculte los bienes robados; que ahuyente al cobrador de impuestos; que amenace de muerte a quien haya rendido testimonio contra algún miembro de la familia; que se encuentre sola en casa cuando ésta sirva a la prostitución. En la medida en que se codificaba el derecho y que la proliferación de las acciones judiciales remplazaron el control del género por el control civil, las mujeres perdieron su honor a cambio de un nuevo estatus como ciudadanas del segundo sexo. Sobre la cuestión es posible encontrar útiles señalamientos en A. Pointrineau, “Aspects de la crise des justices seigneuriales dans l’Auvergne du XVIIIe siècle”, _Revue d’histoire du droit français et étranger_, 1961, pp. 552-570. Para una orientación general, véase M. Alliot, “L’acculturation juridique”, _Ethnologie générale_,“Encyclopédie de la Pléiade”, 1968, pp. 1180-1247.
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+[^f82]: _Comadreo_. El _charivari_ (nota 80) y las burlas del carnaval (nota 108), sustentan la honestidad de la comunidad, pero solamente son episódicos. La honestidad es salvaguardada de manera sutil y continua por el “caudal oral” tradicional de la comunidad: máximas, adivinanzas, cuentos, y más que nada, por el comadreo. Su función es salvaguardar el honor de la comunidad. John B. Haviland, _Gossip, Reputation and Knowledge in Zinacantan_, University of Chicago Press, Chicago, 1977, muestra cómo, en una aldea mexicana, este caudal oral le permite a la gente reflexionar sobre las reglas vigentes y manipularlas para fines personales. Los comadreos relacionados con los tiempos pasados son para la comunidad una manera de afirmar su arraigo, de crear para sus miembros una historia común. Vinculan a los amigos. Crean una especie de insignia de pertenencia al grupo, puesto que todos deben comprender porque algo resulta escandaloso para éste, así como las reglas tácitas del cuchicheo legítimo; véase Max Gluckman, “Gossip and Scandal”, _Current Anthropology_, 4, núm. 3, junio, 1963, pp. 307-316. Mientras más exclusivo es un grupo, más intenso es el comadreo. Éste mantiene la cohesión y la distinción de los géneros. Fue necesario que el género se dislocara para que el comadreo se volviera “femenino”: Alexander Rysman, “How the ‘Gossip’ Became a Woman”, _Journal of Communication_, 27, núm. 1, 1977, pp. 176-180. El vocablo inglés _gossip_ viene de _god sib_, que antiguamente designaba la relación entre el hombre y la mujer que conjuntamente habían acercado a un recién nacido a la pila bautismal, es decir, en francés, el _compère_ y la _commère_ (el compadre y la comadre). Hacia el siglo XVI, en inglés como en francés, el significado de los vocablos se modificó: el _gossip_ y el compadre se vuelven amigotes, compañeros de juerga. En el siglo XIX, ya sólo las mujeres son _gossips_ que se entregan al _gossip_ (comadres que se entregan al comadreo). Tocante a los chistes, bromas y trucos dirigidos contra los hombres, véase E. Moser-Rath, “Männerfeindliche Tendenzen in Witz und Schwank”, _Zeitschrift für Volkskunde_, 75, núm. 1, 1979, pp. 57-67. Sobre las mujeres españolas que se burlaban de los hombres, véase Yolando Pino-Saavedra, “Wette der Frauen, wer den Mann am besten narrt”, _Fabula_, 15, 1974, pp. 177-191.
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+[^f83]: _Dominación asimétrica_. Susan Carol Rogers, “Female Form of Power and the Myth of Male Dominance. A Model of Female-Male Interaction in Peasant Society”, _American Ethnologist_, 2, núm. 4, noviembre, 1975, pp. 727-756, estudia la transformación del mito de la dominación masculina, que se convierte en realidad durante la época de la industrialización. Según ese autor, la generalización universal del dominio masculino está fundada en definiciones masculinas y es por lo tanto un mito. En conjunto, los textos sobre la modernización de la vida campesina están basados en postulados erróneos respecto al rol de las mujeres. La autoridad habría estado _expresamente_ en manos de los hombres; la autoridad de las mujeres habría sido _relativa_. Pero si se deja de considerar los roles de los hombres y sus formas de autoridad como la norma, si se observa los procedimientos de las mujeres y se advierte que no son menos válidos y significativos que los de los hombres —pero que asumen formas diferentes— sólo entonces se puede percibir que los roles masculinos y femeninos están entremezclados, y se comienza a comprender cómo funcionan las sociedades humanas. En un ensayo de 1942, reeditado en _Steps to an Ecology of Mind_ (traducción francesa: _Vers une écologie de l’esprit_, Seuil, París, 1977), Gregory Bateson insistía en el profundo contraste entre las sociedades donde hay rivalidades y aquellas donde “los individuos reaccionan a lo que los otros hacen, haciendo ellos mismos algo similar” (p.111). En el ámbito de los estudios feministas, al parecer la corriente está siendo revertida: véase Alice Schlegel, ed., _Sexual Stratification: A Cross-Cultural View_, Columbia University Press, Nueva York, 1977. Esta es una compilación de 12 estudios relacionados con otras tantas sociedades, desde las Filipinas a Israel; la discusión sobre la igualdad e inequidad del estatus sexual intenta desenmarañar, mediante la comparación de diversos rasgos, tres dimensiones del rango sexual: recompensas, prestigio y poder. Para la editora, en condiciones de subsistencia, _equilibrio_ es la palabra clave que resume la interdependencia de los ámbitos distintos de los hombres y las mujeres, al menos en el marco de la cultura hopi descrita en las pp.245-269. La igualdad tradicional de las mujeres se ve amenazada por la creciente similitud entre los roles masculinos y femeninos en el hogar y en los empleos, similitud que resulta inevitable en virtud de la integración de los hopi en la economía norteamericana. J. Harris, “The Position of Women in a Nigerian Society”, _Transaction of the New York Academy of Sciences_, serie II, volumen. 2, núm. 5, 1940, observó algo análogo entre los ibo” el equilibrio entre los derechos nominales de los esposos y los derechos colectivos _de facto_ de las esposas ha sido trastornado por la integración económica. Rayna R. Reiter, “Men and Women in the South of France: Public and Private Domains”, _Toward an Anthropology of Women, op. cit_. en la nota 22, pp. 252-282, estudia una aldea de 185 habitantes al pie de los Alpes provenzales. Las mujeres, que trabajan y viven en su esfera doméstica, parecen considerar ésta como más importante que la esfera pública de los hombres (véase la nota 79). No obstante, en la medida que la familia se integra en el Estado moderno, a las mujeres se les define por su rol en la familia, y su “esfera” separada no puede ser ya interpretada como una esfera igual. Según Ernestine Friedl, “The Position of Women: Appearance and Reality”, _Anthropological Quarterly_, 40, 1967, pp. 97-105, el prestigio aparente del hombre puede ocultar el poder de la mujer. Su investigación de la vida de una familia en una aldea griega contemporánea la lleva a esta conclusión: “Puede ser que las actividades masculinas tengan mayor prestigio que las actividades femeninas en todas las sociedades; si esto es verdad, el descubrimiento del poder social relativo de los hombres y de las mujeres podría requerir una investigación al respecto más cuidadosa … Allí donde la familia es la unidad primordial de la estructura social y económica de la comunidad entera, el poder en su seno forzosamente ha de tener importantes consecuencias en la repartición del poder en el seno de toda la sociedad”. En el hogar, las mujeres continuamente les recuerdan a los hombres las penas y angustias que ellas sufren para poder realizar las tareas domésticas que les permiten, a ellos, mostrarse en público con la cabeza en alto. De esa manera les hacen sentir que dependen de ellas. Pero esta dominación asimétrica desaparece forzosamente cuando el predominio de la economía mercantil transforma el hogar en una “unidad de consumo” (véase la nota 122). Bajo el regimen del sexo, la jerarquización de un poder homogéneo remplaza a la dominación asimétrica de los géneros. Dominación, aquí, es un término ambiguo que significa algo diferente según se trate de hombres o de mujeres. El poder, en cambio, es una fuerza homogénea agenérica que cualquiera de los sexos puede ejercer —la diferencia sólo reside en las modalidades y la intensidad—. La asimetría es fundamental en la complementariedad ambigua de los géneros (nota 57). Constituye su existencia y determina el carácter concreto de su relación. En contraste, el poder que puede circular sin consideración del género, al igual que la moneda, tiende a fin de cuentas a la simetría. Y mientras que la asimetría entre los géneros siempre ha inspirado un respetuoso temor, la repartición jerárquica del poder entre iguales teóricos inspira la envidia (notas 5 y 6). Por esta razón, yo considero que el término _poder_, palabra clave que ignora el género, es inapropiada para expresar: _1)_ la exclusión recíproca de sus respectivos ámbitos propios, implícita en el concepto de género (notas 78 y 79); _2)_ la dominación relativa de los ámbitos masculinos sobre los ámbitos de las mujeres, situación cuyas diversas formas el patriarcado autoriza.
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+[^f84]: _El sujeto de la historia_. El ejemplo fue tomado de Emmanuel Le Roy Ladurie, _Montaillou, village occitan, de 1294 à 1324_, Gallimard, París, 1975. Sin embargo la _domus_ de los Pirineos no es más que una de las formas que ha adoptado el sujeto de la historia. En Francia también puede revestir muchas otras formas. Jean-Louis Flandrin, “La structure des ménages”, _Familles: Parenté, maison, sexualité dans l’ancienne société_, Hachette, París, 1976, pp. 68-91, distingue tres formas típicas en la Francia rural. La primera es la _domus_ del suroeste. En los tiempos feudales, la _domus_ era quien recibía el título de nobleza. El heredero llevaba el título de la casa; era relativamente secundario que fuera hombre o mujer. El principal deber del heredero consistía en dar otro heredero a la casa. La _domus_ era la propiedad de la tierra; anclaba en el pasado de la casa a aquellos que a la sazón la habitaban. Según Flandrin, la granja en la zona central de Francia es casi lo opuesto de la _domus_. Allí, los herederos son quienes trabajan en comunidad la tierra. Flandrin confirma lo que propone Martine Segalen (nota 79): el sujeto de la historia de una propiedad no es la _pareja_ sino el _hogar_. Finalmente, la tercera forma es típica de Normandía, donde los géneros la tejen. Probablemente fue introducida e impuesta por los conquistadores escandinavos. Aquí, la casa está fundada en los vínculos de parentesco de los linajes, y éstos están arraigados en sus respectivos suelos. La “sangre” reivindica la tierra. Al dejar la casa de su difunto marido, la viuda vuelve a recuperar las tierras que había aportado como dote. En estos tres tipos de “casa”, los géneros se entremezclan para tejer la trama social. En Francia, durante mucho tiempo el sujeto final de la historia fue alguna de estas formas de “casa”. El feudalismo tardío y posteriormente el gobierno estatal fueron construidos en Francia a partir del postulado de la unión conyugal económica (véanse las notas 77 y 124) como también en Inglaterra y Alemania, aunque de forma diferente; véase Michael Mitterauer, _Grundtypen alteuropäischer Sozialformen: Haus und Gemeinde in vorindustriellen Gesellschaften_, Forman-Holzboog, Stuttgart, 1979. Hasta una época reciente, este sujeto de la historia tenía una estructura diferente en la mayoría de los demás países y periodos, por ejemplo, el _mir_ ruso. Sobre el sistema de las castas en la India, véase Louis Dumont, _Homo hierarchicus_, Gallimard, París, 1967. Sobre la comunidad aldeana indonesa, véase Clifford Geertz, _The Religion of Java_, University of Chicago Press, Phoenix Books, Chicago, 1976. Es necesario encontrar un término que permita distinguir el sujeto de la historia intragenérica, del sujeto de la historia en la tradición hegeliana. Propongo _lares_, porque este término no tiene utilización hoy en día, al menos en su sentido exacto. La lectura de G. Radke, _Die Götter Altitaliens_, Münster, 1965, especialmente las pp. 166 ss., me ha sugerido que en sentido estricto debería hablar de _lares compitales_ —aquellos que se veneraban en una capilla que tenía tantas ventanas como hogares (fogones) dentro de los límites (mojones) de la comunidad—.
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+[^f85]: _La vivienda_. John Turner, en _Housing by People_, Marion Boyars, Londres,1976 (traducción francesa: _Le logement est votre affaire_, Seuil, París, 1979), introdujo la diferencia, hoy clásica, entre los dos sentidos principales del vocablo _alojamiento:_ “acción y efecto de alojar o alojarse” y “lugar donde una persona o un grupo de personas se aloja”. Prefiero, para el segundo sentido hablar de “hacerse su casa”. Tocante a este tema debo mucho a las conversaciones que mantuve con Sigmar Groeneveldt (Gotinga) sobre el espacio que modela al hogar y el espacio que se halla más allá de éste; con Franco la Cecla (Bolonia), sobre la oposición entre el umbral que divide y orienta, y los límites que circunscriben el contorno; con Jean Robert (Cuernavaca), cuando él estaba escribiendo _Le temps qu’on nous vole, op.cit_. en la nota 41. Los tres actualmente trabajan, cada quien por su lado, en estudios sobre las condiciones que permitirían engendrar un espacio “viviente” en una sociedad moderna. La oposición entre el espacio-tiempo del género y el espacio-tiempo del sexo (nota 79) ilumina y acrecienta la diferencia entre la arquitectura vernácula y la construcción profesional, que George Gilbert Scott fue el primero en evocar explícitamente en _Secular and Domestic Architecture_, Londres, 1857; más recientemente, Bernard Rudofsky ha llamado la atención sobre la arquitectura “espontánea” en _Architecture without Architects_, Museum of Modern Art, Nueva York, 1964 (traducción francesa: _Architecture sans architectes_, Éditions du Chéne, París, 1977), y _The Prodigious Builders_, Secker and Warburg, Londres, 1977. Dondequiera que las herramientas están asociadas con el género (nota 70), las habitaciones son a la vez el resultado del empleo de esas herramientas y del lugar donde se emplean. Como dice Sibyl Moholy-Nagy en su bella obra _Native Genius in Anonymous Architecture_, Horizon Press, Nueva York, 1957, la historia privada de una cultura se lee en la economía, la diversidad y la permanencia de sus construcciones. Un tercer autor que insiste en la oposición entre el abrigo vernáculo y el hábitat planificado es Paul Oliver, ed., _Shelter and Society_, Barrie and Rockcliff, Londres, 1969. En la introducción del libro yo encuentro aún otro elemento susceptible de aclarar la oposición que señalo entre el abrigo intergéneros, donde los dos ámbitos del género tejen su medio, y el abrigo intersexos, donde cohabitan humanos de uno y otro sexo. Para Oliver, todo abrigo es un _signo_, que al ser interpretado se convierte en _símbolo_. Yo diría que el abrigo vernáculo es el signo ambiguo de una cultura, que al ser interpretado expresa los dos ámbitos del género que la conforman. Sugiero dos bibliografías sobre el tema, una que abarca el mundo entero: Lawrence Wodehouse, _Indigenous Architecture, Worldwide_, Gale Research, Detroit, 1979, y otra relacionada con Inglaterra: Robert de Zouche Hall, _A Bibliography on Vernacular Architecture_, David & Charles, Newton Abbot, 1972. Sobre la vivienda en Italia, principalmente rural: Tina de Rocchi Storai, _Bibliografia degli studi sulla Casa Rurale Italiana_, Olschik, Florencia, 1968, vigésimo quinto volumen de una colección de estudios regionales. Tocante a las medidas tomadas para obstaculizar la arquitectura vernácula en los Estados Unidos, véase David Handlin, _The American Home: Architecture and Society, 1815-1915_, Little, Brown and Co., Boston, 1979, y Howard J. Boughey, _Blueprints for Behavior. The Intentions of Architects to Influence Social Action through Design_, University Microfilms, Ann Arbor, Michigan, 1968. Un estudio francés enfoca el pasaje de la arquitectura vernácula al acondicionamiento estatal del espacio; J. M. Alliaume _et al., Politique de l’habitat (1800-1850)_, Corda, París, 1977; contiene un artículo de Anne Thalamy que está relacionado particularmente con nuestro tema: “Réflexions sur la notion d’habitat aux XVIIIe et XIXe siècles”. Las diferentes culturas emplean términos que denotan campos semánticos distintos para hablar de las relaciones entre los individuos y las comunidades y su hábitat, y también designan de manera diferente el espacio que se encuentra al traspasar el umbral, ese espacio que la habitación como tal integra. Sobre la variedad de campos semánticos que con este fin existen en diversas lenguas europeas, sobre sus contrastes y sus modificaciones entre el siglo XIX y XX, véase Paul Osswald, _Französisch “campagne” und seine Nachbarwörter im Vergleich mit dem Deutschen, Englischen, Italienischen und Spanischen: ein Beitrag zur Wordfeldtheorie_, Tübingen Beiträge zur Linguistik, Tubinga, 1970.
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+[^f86]: _El cuerpo bajo el régimen del sexo_. El cuerpo como entidad clínica no es lo mismo que la carne viva de los hombres y las mujeres que constituyen una realidad social y vernácula. Ciertas lenguas, el alemán, el inglés y el francés, por ejemplo, designan estos dos aspectos con términos diferentes: _Körper/Leib, body/flesh, corps/chair_. Desde 1972, la nueva serie de la _Ethnologie française_ ha publicado una colección de ensayos que resaltan la historia del cuerpo vernáculo en cuanto realidad social; por ejemplo: J.-P. Desaive, “Le nu hurluberlu”, VI, núm. 3-4, 1976, pp. 219-226; Françoise Piponnier y Richard Bucaille, “La bête ou la belle? Remarques sur l’apparence corporelle de la paysannerie médiévale”, VI, núm. 3-4, 1976, pp. 227-232; Françoise Loux y Philippe Richard, “Alimentation et maladie dans les proverbes français: un exemple d’analyse de contenu”, II, núm. 3-4, 1972, pp. 267-286; véase también F. Loux, _Le jeune enfant et son corps dans la médecine traditionnelle_, Flammarion, París, 1978. Véase también los textos mencionados por John Blacking, _The Anthropology of the Body_, Association of Social Anthropology, Monograph núm. 15, Londres, 1977. Michel Foucault, en _Naissance de la clinique. Une archéologie du regard médical_, PUF, París, 1972, e _Histoire de la sexualité_, tomo I: _la Volonté de savoir_, Gallimard, París, 1976, ha inaugurado la investigación histórica sobre el proceso mediante el cual el nuevo sujeto del Estado tutelar se constituyó a través del discurso del profesionista en torno al cuerpo. La justicia se apresuró a constatar y sancionar el funcionamiento de los órganos sexuales del hombre un siglo antes de que la clínica llegara a ejercer su control sobre los órganos genitales de la mujer; véase Pierre Darmon, _Le Tribunal de l’impuissance: Virilité et défaillances conjugales dans l’ancienne France_, Seuil, París, 1979. El autor describe la colaboración entre la policía y los tribunales especiales a fin de verificar la capacidad de un hombre para realizar el acto sexual. Sobre la medicación del “vientre” femenino, véase la nota 87. El proceso de normalización médica descrito por G. Canguilhem, _Le normal et le pathologique_, PUF, París, 1972, ha conducido al estudio clínico de la normalidad sexual, del cuerpo en calidad de “sexo”. G. J. Barker-Benfield, _The Horrors of the Half-Known Life. Male Attitudes Towards Women and Sexuality in Nineteenth-Century America_, Harper and Row, Nueva York, 1976, relata una etapa estremecedora de esta conquista epistemológica del interior del cuerpo. Cuenta la historia del doctor Sim, que mantenía con sus propios fondos un grupo de esclavas negras a fin de practicar intervenciones experimentales en sus conductos uterinos. En 1845 tuvo la idea de poner a la señora Merril en cuatro patas —la “posición de Sim”, como se le llamó desde entonces— y de mantenerle la vagina abierta mediante un mango de cuchara curvo. En su diario anotó: “Al introducir el mango curvo, vi lo que ningún hombre jamás había visto … el espéculo revelaba todo con perfecta claridad … Me sentí como un explorador en el país de la medicina que contempla por vez primera un territorio nuevo e importante”. Uno de sus colegas, el doctor Baldwin, hablaba en los siguientes términos: “El espéculo de Sim ha sido para las afecciones uterinas … lo que el compás para el navegante”. La vagina se convirtió en la entrada de un territorio nuevo para la exploración de la naturaleza. Veinte años más tarde sobrevino “el gran descubrimiento de que la mujer no solamente lo es en virtud de un lugar, sino en virtud de todos los aspectos mediante los cuales puede ser percibida”, que ha descrito Yvonne Knibiehler, “Les médecins et la ‘nature féminine’ au temps du Code civil”, _Annales ESC_, 31, núm. 4, julio-agosto, 1976, pp. 824-845. Véanse también las notas 60 y 87.
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+[^f87]: _Del alumbramiento de la mujer al alumbramiento del niño_. En _Némesis médica_ (véase _Obras reunidas_, vol. I), dediqué todo un capítulo a la medicación de la muerte, el cual ha aniquilado el _arte de morir_ vernáculo. Ya Norma Swenson, del Boston Women’s Health Collective, me había hecho notar que el control médico amenaza por igual al arte de dar la vida. Un manuscrito de Barbara Duden (Berlín) reforzó mi convicción de que con la inversión del nacimiento, el género (engendrado por las mujeres) es transformado en el sexo reproducido por una nueva biocracia, para la cual el vientre materno es un recurso natural. _La vida_ se convierte en el nuevo concepto guía para la ciencia y la administración; véase K. Figlio, “The Metaphor of Organization: A Historiographical Perspective on the Biomedical Sciences of the Early Nineteenth Century”, _History of Science_, 14, 1976, pp. 17-53, especialmente las pp. 25-28. La ciencia de la Ilustración ve en la naturaleza a una mujer cuyos velos han de ser arrancados, que ha de ser desnudada y penetrada por la luz de la razón. Penetrada por esta luminosa razón, la mujer, imagen de la naturaleza, cuando está encinta se convierte en el mecanismo mediante el cual se transmite _la vida_. El _establishment_ pluriprofesional, de donde el Estado saca su legitimidad, depende del control médico de la vida desde su origen. Para un estudio de la expansión del profesionalismo, al menos en los Estados Unidos, véase Burton L. Bledstein, _The Culture of Professionalism: The Middle Class and the Development of Higher Education in America_, Norton, Nueva York, 1978. Obtuve indicaciones útiles respecto a la procreación tradicional en Jacques Gélis, Mireille Laget y Marie Morel, _Entrer dans la vie: Naissance et enfance dans la France traditionnelle_, Gallimard, París, 1978, y Jean-Louis Flandrin, “Contraception, mariage et relations amoureuses dans l’Occident chrétien”, _Annales ESC_, 24, núm. 12, noviembre-diciembre, 1969, pp. 1370-1390; véase también Alessandra Alimenti y Paola Falteri, “Donna a salute nella cultura traditionale delle classi subalterne: Appunti di una ricerca sulla medicina populare nell’Italia Centrale”, _Donnawomanfemme_, 5, 1977, pp. 75-104, que contiene una bibliografía. Sobre los medios de contracepción tradicionales, véase Jean-Marie Gouesse, “En Basse Normandie aux XVIIe et XVIIIe siècles. Le refus de l’enfant au tribunal de la pénitence”, _Annales de démographie historique_, 1973, donde se describe la sorpresa y el escándalo de los confesores ante los hábiles métodos contraceptivos de los campesinos. Sobre el aborto, véase Agnès Fine-Souriac, “La limitation des naissances dans le sud-ouest de la France”, _Annales du Midi_, 40, 1978, pp. 155-188. Sobre las formas tradicionales de infanticidio, véase Regina Schulte, “Kindsmörderinnen auf dem Lande”, en H. Medick y D. Sabean, eds., _Materielles Interesse und Emotion_, Gotinga, 1982, y Patricia Crawford, “Attitudes to Menstruation in Seventeenth-Century England”, _Past and Present_, 91, mayo, 1981, pp. 46-73. Sobre la ampliación del control ginecológico, Barbara Ehrenreich y Deirdre English, _For Her Own Good: 150 Years of the Expert’s Advice to Women_, Anchor, Nueva York, 1978. Sobre la creación de parteras profesionales (mujeres y hombres) y la medicación del alumbramiento, véase Ann Oakley, “Wisewoman and Medicine Man: Changes in the Management of Childbirth”, en Juliet Mitchell y Ann Oakley, _The Rights and Wrongs of Women_, Penguin, Londres, 1976, pp. 17-58; Frances E. Kobrin, “The American Midwife Controversy: A Crisis of Professionalization”, _Bulletin of the History of Medicine_, 40, 1966, pp. 350-363; J. Gélis, “Sages-femmes et accoucheurs: l’obstétrique populaire aux XVIIe et XVIIIe siècles”, _Annales ESC_, 32, núm. 5, septiembre-octubre, 1977, pp. 927-957; Giana Pomata, “Madri illegittime tra Ottocento e Novecento: storie cliniche e storie di vita”, _Quaderni Storici_, 44, 1980, pp. 497-552, número enteramente dedicado a “Parto e maternità, momento della biografia femminile”. Respecto a la ginecología preventiva por la medicación de la contracepción, véase Linda Gordon, _Woman’s Body, Woman’s Rights: A Social History of Birth Control in America_, Grossman, Nueva York, 1976, pp. 159-185. Al mismo tiempo que se “hospitaliza” el nacimiento, se inicia el monopolio de la moralidad sexual. Bien que la tendencia de la época sea a favor o en contra de la contracepción, a los profesionistas les incumbe el decidir cómo y cuándo las mujeres deben tener relaciones sexuales, para su propio bien. Un estudio particularmente fino sobre el control médico en relación con las mujeres, paralelamente con el nuevo lenguaje que comienza a modelar la nueva realidad del cuerpo femenino, ha sido realizado por Jean-Pierre Péter, “Entre femmes et médecins: violence et singularités dans le discours du corps et sur le corps d’après les manuscrits médicaux de la fin du XVIIIe siècle”, _Ethnologie française_, VI, núm. 3-4, 1976, pp. 341-348. Para los Estados Unidos, véase un estudio análogo de Carroll Smith-Rosenberg, “Puberty to Menopause: The Cycle of Feminity in Nineteenth-Century America”, _Clio’s Consciousness Raised, op. cit_. en la nota 36, pp. 25-37.
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+[^f88]: _Asimetría del universo simbólico_. Tomo este ejemplo de A. I. Richards, _Chisungu: A Girl’s Initiation Ceremony among the Bemba of Northern Rhodesia, op. cit_. en la nota 68, estudio encantador y apasionante.
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+[^f89]: _Asimetría del universo simbólico_. En la nota 52 (“complementariedad y ciencias sociales”), hice hincapié en la necesidad de abandonar los conceptos que imponen una perspectiva central cuando el objeto que se ha de describir es una realidad genérica. En la nota 46 mostré que no había que confundir las diversas formas de “ciencia estereoscópica”, que actualmente se proponen, con el enfoque necesario para captar el género; en efecto, ya sea que el estudio sea realizado con una perspectiva complementaria, compensatoria o contrastante, siempre se basa en una apreciación agenérica de la realidad. Solamente la investigación que no es explícitamente científica, que emplea la metáfora (nota 56) de forma epistemológica, puede explicar la complementariedad ambigua y asimétrica (nota 57) que constituye el género. He mostrado que en un mundo genérico, no solamente la cultura material —las herramientas (nota 70), el tiempo y el espacio (notas 78 y 79)— sino también la dominación es genérica (nota 83). Indiqué los límites que la terminología de las ciencias políticas impone al análisis del desequilibrio entre los dos ámbitos del género. Pero todavía debo hacer resaltar que en un mundo genérico no solamente los componentes materiales de la cultura sino también las percepciones y las inferencias simbólicas de la cultura son genéricos. La extensión, la perspectiva, los colores, los objetos que las mujeres ven y las cautiva, son captados por los hombres de manera distinta. Un primer artículo de Edwin Ardener, “Belief and the Problem of Women”, que posteriormente se reeditó en Shirley Ardener, ed., _Perceiving Women_, Halsted Press, Nueva York, 1975, pp. 1-17, fue criticado por Nicole-Claude Mathieu, “Notes pour une définition sociologique des catégories du sexe”, _Epistémologie sociologique_, 11-16, 1971-1973, pp. 21-39. En respuesta, Edwin Ardener escribió “The ‘Problem’ Revisited”, que también fue reeditado en Shirley Ardener, ed., _op. cit_. En este segundo artículo, Ardener expone un marco conceptual según el cual los hombres se ven “reducidos al silencio” en ciertos espacios del dominio de las mujeres: son incapaces de captarlos directamente, y también de hablar de ellos conceptualmente. Ardener estima que, en sentido inverso, las mujeres “no tienen voz” en ciertas partes del dominio de los hombres. Actualmente preparo un ensayo sobre el concepto de que este mutismo asimétrico es parte constitutiva de la complementariedad simbólica de los géneros; al respecto véase Rodney Needham, _Reconnaissances_, University of Toronto Press, Toronto, 1980, pp. 17-40 (“Unilatéral Figures”). Charlotte Hardmann, “Can There Be an Anthropology of Children ?”, _Journal of the Anthropological Society of Oxford_, 4, 1973, pp. 85-99, considera a los niños como el paradigma de la existencia de grupos que son “reducidos al silencio”, que no son “percibidos”, que son “inasibles” —como las mujeres—, que viven en un segmento autónomo aunque no enteramente incomprensible de la sociedad, y que poseen ciertos valores y formas de interacción exclusivos. Estudia las estratagemas mediante las cuales los antropólogos prescinden en sus textos de la necesidad de reconocer esta existencia “reducida al silencio”. Ciertas nociones que en el artículo se exponen son aplicables al enmudecimiento mutuo de los ámbitos del género.
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+[^f90]: _Naturaleza/cultura_. Para hacer del _género_ un paradigma analítico, resulta esencial distinguir las diversas dualidades corrientes e incluso normativas en la investigación de las ciencias sociales (véanse las notas 12 y 76). Al oponer _naturaleza_ y _cultura_, decía Condorcet, “hemos hecho a la naturaleza cómplice del crimen de desigualdad política”. Respecto a la _naturaleza_ así redefinida, véase Jean Erhard, _L’Idée de nature en France à l’aube des Lumières_, Flammarion, París, 1970. Acaso la dualidad más difícil de desenmarañar de todas, es la del género en relación con la de naturaleza/cultura, porque después de la Ilustración la ciencia busca _naturalizar_ a la vez la experiencia y la ideología, a fin de que la lengua pueda expresarlas (argumento sacado de Figlio, _op. cit_, en la nota 87). Por lo tanto la ciencia debe analizarse de la misma manera que Roland Barthes lo hacía con el mito, como un _collage_ “convincente”, puesto que expresa lo que es “natural”. Parafraseando a Barthes, es posible decir que eso que el mundo (o el conjunto de datos empíricos) da al mito (o a la ciencia) es una realidad histórica definida por la manera en que los hombres la han creado o utilizado; y lo que el mito (o la ciencia) da en cambio es una imagen natural de tal realidad. De ahí resulta que la “naturaleza” investigada se vuelve tan mítica (científicamente desprovista de género) como las categorías agenéricas mediante las cuales se estudia. La antropología debería tomar esto en cuenta cuando se ocupa de las “mujeres”, como lo observa Sherry B. Ortner, “Is Female to Male as Nature Is to Culture?”, en Rosaldo y Lamphere, _op. cit_. en la nota 68, pp. 67-87, quien por otra parte se preocupa menos que Ardener de la asimetría del universo conceptual. Sobre todo le interesa encontrar una teoría que explique la subordinación de las mujeres a los hombres, cosa que parece casi universal. No obstante, insiste en el hecho de que toda relación entre la naturaleza y las mujeres proviene de la cultura y no de la naturaleza. Su ensayo ha suscitado un simposio muy animado: Carol P. MacCormack y Marilyn Strathern, eds., _Nature, Culture and Gender_, Cambridge University Press, Cambridge, 1980. Esta antología contiene varias comunicaciones fecundas que permiten tomar algo de distancia respecto al paradigma naturaleza/cultura, que tan profundamente se halla inscrito en las ciencias y que tanto se ha popularizado mediante las palabras clave del lenguaje corriente (nota 2). Ciertas sociedades son incapaces de contraponer naturaleza y cultura. Un ejemplo extremo de esto lo presenta M. Strathern, “No Nature, no Culture: The Hagen Case”, _ibid_., pp. 174-222. Entre los hagen (Papuasia-Nueva Guinea) no existe la cultura en el sentido de conjunto de obras del hombre, ni tampoco una naturaleza que haya que domar y hacer productiva. Cuando el género se utiliza de manera diferenciadora, dialéctica, la distinción entre lo masculino y lo femenino siempre crea la noción de humanidad como el “telón de fondo de la similitud común”. Ni el hombre ni la mujer son capaces de representar a la “humanidad” como algo opuesto a la naturaleza, porque la distinción entre ambas se emplea para evaluar zonas donde la acción humana es creadora e individualizante. Para los hagen, todas las representaciones de dominación y de influencia entre los sexos están relacionadas con formas precisas de interacción humana y no con un proyecto de la humanidad respecto a un mundo inferior a lo humano.
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+[^f91]: _Antropología_. La historia de esta palabra es curiosa. Cuando Aristóteles la emplea ( _Ética nicomaquea_, 1225 _a_ 5) significa “chisme”. Para los teólogos, desde Philo a Leibniz, significa otra cosa: la atribución de sentimientos o de motivos humanos a Dios, particularmente cuando se hace con toda humildad y con la conciencia de que el lenguaje metafórico es el único que puede traducir —si bien de forma ambigua— aquello que se quiere decir. En el siglo XVII, el término fue empleado para denominar una nueva ciencia _natural_ cuyo objeto era el _hombre_. En el siglo XIX, accede al rango de ciencia social; respecto a la evolución de la palabra, véase O. Marquard, “Anthropologie (philosophische)”, en J. Ritter, ed., _Historisches Wörterbuch der Philosophie, op. cit_. en la nota 3, pp. 362-374. Me inclino a pensar, como Jürgen Habermas, que la antropología como ciencia filosófica distinta sólo aparece después de la primera Guerra Mundial. Desde entonces, siempre ha empleado una terminología unisex, aun cuando la antropología enfoca su investigación en la distinción entre los hombres y las mujeres. Es imprescindible elaborar una epistemología moderna del género.
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+[^f93]:_Diferenciación sexual del lenguaje_. Desde hace más de 10 años, en el sur de Alemania se ha estado realizando una gran investigación a fin de registrar la lengua que allí se utiliza actualmente; un informe preliminar apareció: Arno Ruoff, _Grundlagen und Methoden der Untersuchung gesprochener Sprache. Einführung in die Reihe Idiomalica_, Niemeyer, Tubinga, 1973. Fue una gran sorpresa para los investigadores descubrir que la principal variable es el género de la persona que habla (p. 247). “Die offenkundige Tatsache, dass sich zwischen Mann und Frau der in allen Bestimmungen gleichen Gruppen die stärksten sprachlichen Unterschiede zeigen, war für uns die _unerwarteste_ Feststellung.” Como lo indica el título, la obra de Barrie Thome y Nancy Henley, eds., _Language and Sex: Difference and Dominance_, Rowley, Mass., Newbury House, 1975, trata sobre la diferencia y la dominación. Respecto a algunos textos sobre el tema, véase Nancy Faires Conklin, “Toward a Feminist Analysis of Linguistic Behavior”, _The University of Michigan Papers in Women’s Studies_, I, núm. 1, 1974, pp. 51-73; respecto a la bibliografía reciente, consúltese Susan Philips, “Sex Differences and Language”, _Annual Review of Anthropology_, 9, 1980, pp. 523-544. Existe una antología de buenos textos en J. Orasanu, M. K. Slater y L. L. Adler, “Language, Sex and Gender”, _The Annual of the New York Academy of Sciences_, 327, 1970, así como en B. L. Dubois y I. Crouch, eds., _The Sociology of the Language of American Women: Proceedings of a Conference at San Antonio_, Trinity University Press, San Antonio, Texas, 1979. Mi primera introducción al tema se la debo a un joven amigo fallecido, Larry M. Grimes: _El tabú lingüístico: su naturaleza y función en el español popular de México_, CIDOC, Cuaderno núm. 64, Cuernavaca, CIDOC, 1971. Su obra es una mina de los vocablos tabú relacionados con el género en el español de México. La mayoría de los sociolingüistas ven la diferencia entre el habla masculina y el habla femenina “como un lingüista trata cualquier variedad de lenguaje”. Yo hago lo contrario. Parto del postulado de que esta diferencia es única, comparada con otras diferencias que los lingüistas exploran. Por experiencia sé que el habla vernácula está compuesta por dos formas distintas de expresión oral, y esto es verdad en todos los aspectos: entonación, gramática, vocabulario; temas principales de conversación y manera de tratarlos; ritmo de los silencios, sonidos no articulados, y miradas. Claro está que cito principalmente los textos que concuerdan con mi hipótesis, que por lo demás está fundada en mis propias observaciones.
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+[^f94]: _Complementariedad de la palabra_. Hablo del “lenguaje de las mujeres” de la misma forma en que hablé ya del “trabajo de las mujeres”, pues no existe un término lingüístico que designe el habla del género. Respecto a la nomenclatura disponible, véase Joshua A. Fishman, “Some Basic Sociolinguistic Concepts”, _Sociology of Language_, Newbury House, Rowley, Mass., 1972, pp. 15-19. El habla respectiva de los géneros no es una variedad de “la” lengua, sino eso que la constituye fundamentalmente de modo complementario. Tratarla como una variedad de la lengua significa introducir automáticamente una norma agenérica, “unisex” y, al mismo tiempo, la idea de una desviación. También implica que existe de manera independiente, al igual que un dialecto; que cualquiera de las dos formas lingüísticas podría existir incluso en la ausencia de su complemento. Las mujeres comprenden el habla de los hombres, pues el habla femenina es su complemento, pero los hombres y las mujeres comprenden de manera distinta el habla de los primeros (notas 89 y 97) y viceversa. Nadie ha podido escuchar jamás una _lengua vernácula_ como tal; ésta es una elaboración del lingüista que describe el comportamiento de _humanos_ estáticos. La _lumen intellectualis_ del lingüista es la del _neutro científico_ (nota 52). Su proyector conceptual y su perspectiva centralizadora amortiguan la diferencia entre los géneros. La codificación y la ortografía jamás han cesado de imponer la forma masculina y de esta manera han categorizado como una desviación la forma de hablar que las mujeres siguen utilizando. Aun cuando la estandardización ha creado una forma de hablar única, mediante la cual hombres y mujeres se vuelven iguales, en la práctica las mujeres tienen un poco menos de igualdad. En las culturas vernáculas son raras las ocasiones en que los hombres y las mujeres hablan entre sí, por lo que no experimentan la desigualdad del habla. Una de las razones de la estandardización de una forma de habla, es la voluntad de crear un lenguaje mediante el cual los hombres y las mujeres puedan conversar como _humanos_. En la práctica, toda conversación mixta conducida en un lenguaje unisex está dominada por los hombres. Véase Don H. Zimmermann y Candace West, “Sex Roles, Interruption and Silence in Conversation”, en M. A. Lowrie y N. F. Conklin, eds., _A Pluralistic Nation: The Language Issue in the United States_, Newbury House, Rowley, Mass., 1978; consúltese también C. West, “Against Our Will: Male Interruptions of Females in Cross-Sex Conversation”, en Orasanu, Slater y Adler, _op. cit_. en la nota 92, pp. 81-100; M. Swacker, “Women’s Verbal Behavior at Learned and Professional Conferences”, en Dubois y Crouch, eds., _op. cit_. en la nota 92, pp. 155-160; B. Eakins y G. Eakins, “Verbal Turn Taking and Exchanges in Faculty Dialogue”, _ibid_., pp. 53-62.
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+[^f95]: _El lenguaje de las mujeres_. La obra capital es: Otto Jespersen, _Language, It’s Nature, Development and Origin_, 1922 (traducción francesa, _Nature, évolution et origines du langage_, Payot, París, 1976, especialmente el capítulo 13: “Femmes”; véase también, de Jespersen, _The Philosophy of Grammar_, 1924 (traducción francesa: _La philosophie de la grammaire_, Éditions de Minuit, París, 1971). Ensayos representativos de la investigación: Antoine M. Badia Margarit, “Note sur le langage des femmes et la méthode d’enquête dialectologique (domaine aragonais)”, _Orbis_, 1, 1952, pp. 15-18; Karl Bouda, “Die tschuktschische Frauensprache”, _Orbis_, 2, 1953, pp. 33-34; Jacobus van Ginneken, “Mannen-en vrouwentaal”, _Onze Taaltuin_, 1934-1935, pp. 289-292 (sobre el empleo de los títulos o rangos en el dialecto de Drente, Holanda).
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+[^f96]: _Subordinación del habla femenina_. El estudio de la dominación ha producido algunas observaciones fundamentales sobre el género. Nancy Faires Conklin, “The Language of the Majority: Women and American English”, en Lowrie y Conklin, eds., _A Pluralistic Nation, op. cit_. en la nota 94, pp. 222-237, afirma que “en toda comunidad existen normas distintas para el comportamiento de los hombres y el de las mujeres, sin exceptuar el comportamiento lingüístico. Hasta hace poco, la visión clásica de las comunidades lingüísticas en cuanto grupos uniformes de hablantes ha encubierto el rol del género en las variaciones de la lengua. En ciertas culturas, los hombres y las mujeres poseen lenguajes sensiblemente distintos: palabras diferentes para nombrar las cosas, una sintaxis diferente. A primera vista el inglés parece diferenciarse poco en relación con el sexo, pero las diferencias, aunque más sutiles, también podrían calificarse de sistemáticas”. Paradójicamente, estas diferencias, que son obvias incluso para los niños, actualmente constituyen un campo de descubrimiento lingüístico. Pero la cuestión primordial está en cuáles son, en la lengua inglesa contemporánea, las diferencias que representan _restos sobrevivientes de formas de expresión relacionadas con el género_, y cuáles son _reflejos del sexismo en el lenguaje_ (nota 101). El género parece subsistir _sistemáticamente_ en el lenguaje, aunque se le impongan cada vez más las formas unisex —en las cuales es siempre el habla masculina la que tiene primacía—.
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+[^f97]: _El rol en el habla y el rol en la lengua_. En _Language and Sex, op. cit_. en la nota 92, Barrie Thorne hace hincapié en la influencia que en los estudios del lenguaje tiene la noción del _rol_. “Eufemísticamente, el término de ‘rol’ tiende a minimizar las diferencias de poder entre hombres y mujeres. Es significativo que la terminología de los roles, que tiende a implicar que se es ‘diferente pero igual’, no se emplea en relación con otras diferencias de poder: no hablamos de los roles raciales, o de los roles de clase … Es evidente que nos hace falta un vocabulario más exacto y más flexible para hablar de las diferencias sociales y culturales entre los sexos.” Este vocabulario técnico más exacto tendría que distinguir entre dos situaciones diferentes: el empleo del habla vernácula y el empleo de la lengua materna enseñada. En el primer caso, cada palabra tienen una resonancia diferente según cuál sea el género que habla. En el segundo caso, se emplea el mismo código del lenguaje inculcado; de manera característica, según el sexo social del género, masculino o femenino, que maneja el lenguaje. Y en el foro sin género de la lengua materna enseñada el habla del hombre siempre predomina.
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+[^f98]: _El habla del género_. J. J. Ottenheimer, “Culture and Contact and Musical Style: Ethno-musicology in the Comore Islands”, _Ethnomusicology_, 14, 1970, pp. 458-462, explora el hecho de que las mujeres cantan canciones distintas de las de los hombres, y Karl Haiding, “Das Erzählen bei der Arbeit and die Arbeitsgruppe als Ort des Erzählens”, en G. Heilfurth y I. Weber-Kellerman, eds., _Arbeit und Volksleben. Deutscher Volkskundekongress 1965 in Marburg_, Otto Schwartz, Gotinga, 1967, pp. 292-302, observa que tradicionalmente los hombres y las mujeres no cuentan las mismas cosas, los mismos chistes. Tienen sus temas de conversación respectivos. Véase Roy Miller, _Japanese Language_, University of Chicago Press, Chicago, 1967, p. 289. Tal como lo muestra el mismo autor en “Levels of Speech _(keigo)_ and the Japanese Linguistic Response to Modernization”, en Donald H. Shively, ed., _Tradition and Modernization in Japanese Culture_, Princeton University Press, Princeton, N. J., 1971, pp. 661-667, ambos poseen modos de expresión orales diferentes. Una compleja línea de demarcación separa el habla masculina del habla femenina, que se distinguen claramente por partículas pospuestas diferentes (femenino: _wa_; masculino: _za, ya_). Las mujeres emplean el prefijo honorífico _o-_ delante de palabras que los hombres pronuncian directamente; por ejemplo, las mujeres dicen _o-mizu_ para referirse al agua. Ciertas palabras que designan la misma cosa no tienen ninguna relación etimológica: para decir “delicioso” las mujeres usan _oishi_ y los hombres _umaï_. Véase Richard Bauman y Joel Sherzer, eds., _Exploration in the Ethnography of Speaking_, Cambridge University Press, Nueva York, 1975.
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+[^f99]: _El habla del género_. S. Harding, “Women and Words in a Spanish Village”, en R. Reiter, ed., _Toward an Anthropology of Women, op. cit_. en la nota 22, describe las estrategias que emplean las mujeres de una aldea española para participar en las conversaciones de los hombres, que habitualmente no las incluyen.
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+[^f100]: _El habla del género_. Elinor Keenan, “Norm Makers, Norm Breakers: Use of Speech by Men and Women in a Malagasy Community”, en Bauman y Sherzer, _op. cit_. en la nota 98, pp. 125-143.
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+[^f101]: _El habla del género_. La obra de Yvonne Verdier, _Façons de dire, façons de faire, op. cit_. en la nota 79 es un admirable modelo del enfoque adecuado para estudiar la complementariedad entre los modos de hablar de los géneros.
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+[^f102]: _El habla del género_. Mary R. Haas, “Men’s and Women’s Speech in Koasati”, Language, 20, núm. 3, 1944, pp. 141-149.
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+[^f103]: _Anastomosis_. Cuando hablo de la evolución, evito relacionarla con una teoría: darwiniana, lamarckiana, mendeliana, calificativos todos que al igual que “protestante” o “marxista” han perdido todo sentido. Aquí expongo la transformación que experimenta la cultura vernácula cuando se modifica la configuración del umbral entre los géneros, así como la del espacio-tiempo que ocupan sus ámbitos complementarios. Respecto a las dificultades de relacionar las modificaciones biológicas y las modificaciones culturales, véase Stephen Jay Gould, “‘The Ghost of Protagoras’: A Review of _The Evolution of Culture in Animals_, by John Tyler Bonner, and _Man, the Promising Primate_, by Peter J. Wilson”, _New York Review of Books_, enero 22, 1981, pp. 42-44. Sobre la historia del término “anastomosis” y la legitimidad de su empleo, véase el artículo correspondiente en _Trésor de la langue française, op. cit_. en la nota 3. Sobre la historiografía del “lamarckismo”, resulta útil la consulta de H. Graham Cannon, _Lamarck and Modern Genetics_, Greenwood, Manchester, 1975.
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+[^f104]: _Anastosomosis_. Una organización análoga de formas de la plástica mexicanas (en este caso, estatuillas de barro cocido), con sus vueltas y atajos, sus serpenteos y desdoblamientos, se encuentra en Eduardo Noguera, _La cerámica arqueológica de Mesoamérica_, UNAM, Instituto de Investigaciones Antropólogicas, México, 1975.
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+[^f105]: _Abandono del género: signo de plagas_. Muchas crónicas medievales señalan que uno de los principales signos de la llegada de una calamidad era el hecho de que se veía a los hombres realizar tareas de mujeres, y viceversa. La gravedad de tal cosa equivalía a lo que en los relatos de las hambrunas se contaba sobre los sobrevivientes que habían tenido que alimentarse con gatos, perros, ratas y raíces, cuando el hombre se había vuelto lobo del hombre. La desaparición de la línea divisoria de los géneros, la transformación de lo incomible en alimento y el surgimiento del individualismo económico son, tomados en conjunto, los signos del hundimiento de la sociedad y la aparición del régimen de la escasez. Es esto lo que describe, por haberlo observado en nuestros tiempos, Raymond Firth en _Social Change in Tikopia_, Macmillan, Nueva York, 1959. En una isla del Pacífico, la hambruna al principio refuerza la solidaridad entre las familias. Las reglas generales que gobiernan las culturas primitivas que Chayanov observó, y más recientemente, Marshall Sahlins en _Stone Age Economics_, Aldine, Chicago, 1972 (traducción francesa: _Âge de pierre, âge d’abondance_, Gallimard, París, 1976), permanecen intactas: al contrario de la escasez (nota 11), la _penuria_ estrecha los lazos sociales y refuerza la regla de que los alimentos solamente se pueden compartir, jamás intercambiar. En la primera etapa de la hambruna, las familias rivalizan más que nunca antes en su generosidad. En la segunda etapa aparecen los primeros signos de la hipocresía: la gente comienza a acumular los víveres en secreto, éstos no se comparten más que con los miembros de la familia. Y cuando inclusive esta repartición cesa, el tejido vernáculo se rompe: nace el _homo œconomicus_, el individuo envidioso. Hasta esta tercera etapa, el abandono del género es pasajero; más allá, el sexo triunfa sobre el género.
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+[^f106]: _Intrusión en el otro ámbito del género_. Véanse por ejemplo las obras citadas en la nota 70. Estas transgresiones individuales causadas por necesidades materiales deben distinguirse del descuido de los deberes del género que el _charivari_ (nota 80) castiga, y del traspaso deliberado de la frontera del género por motivos de “rango”. En ciertos lugares y ciertas épocas, cabalgar con los hombres hacía de una mujer una “dama”. Esta transgresión ocasional era más fácil para las élites (nota 72).
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+[^f107]: _Violación política de la frontera del género_. La violación es siempre un acto “político”. El caso aquí es muy diferente de la _pérdida_ individual del género; por ejemplo, el castigo que despoja a los guayaki de su género, registrado por Pierre Clastres (nota 69); del _abandono_ del género por causa de la guerra, de la hambruna, de la peste; del _derrumbamiento_ del género, que coincide con la desaparición de una cultura (nota 105); de la _intrusión_ ocasional en el ámbito opuesto (nota 106). Llamo “políticas” a aquellas infracciones que constituyen un asalto simbólico contra el orden establecido. Se pueden dividir en tres categorías: _1)_ la provocación: la de las mujeres bemba que abandonan colectivamente las chozas y los hijos, dejándolo todo al cuidado de los hombres a fin de escarmentarlos (véase Richards, nota 68); o incluso, en las estructuras patriarcales, las muchas maneras que las mujeres tienen de imitar, de mofarse y de humillar a los hombres a fin de volver a equilibrar el poder; al respecto se pueden encontrar buenos ejemplos en Natalie Zemon Davis, _Society and Culture in Early Modern France_, Stanford University Press, Palo Alto, California, 1975, especialmente el capítulo 5: “Women on Top”, pp. 124-150. _2)_ El acto de ridiculizar la invasión de la cultura local por la civilización burguesa. En esto se ve una utilización política del travestismo que ocurre en los comienzos del desarrollo capitalista: hombres y mujeres, que recientemente han entrado a formar parte de la mano de obra industrial, intentan preservar su economía genérica mediante diversas formas de protesta simbólicas. _3)_ El tercer tipo de transgresión política no viola la frontera entre los géneros sino la división de los sexos. La pornografía, al menos desde Sade, y gran parte de las manifestaciones de los movimientos homosexuales y feministas parece entrar en esta categoría del travestismo. Hasta hace poco tiempo, el carnaval y sus travestismos duales servían para rememorar periódicamente la cesura entre la economía moral del pueblo y la invasión de la economía comercial. Para un ejemplo de nuestros tiempos, véase Gerald Sider, “Christmas Mumming and the New Year in Outport New-foundland”, _Past and Present_, 71, mayo, 1976, pp. 102-125.
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+[^f108]: _Función de la burla_. El estudio del travestismo en el carnaval muestra perfectamente que la burla ritual conserva _intacta_ la línea de separación de los géneros. Los chistes, los dichos, los proverbios y los acertijos tienen la misma función.
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+[^f109]: _El lenguaje del travestismo_. El lenguaje moderno amalgama el género y el sexo (véase la nota 7), creando así la imagen de individuos desprovistos de género que poseen una libido desprovista de género, y que durante su existencia escogen entre diversas formas características. En este lenguaje nuevo se habla del _transexual_, el individuo que cree ser del sexo opuesto al propio, y del _travestido_, quien obtiene satisfacción sexual al adoptar el vestido y/o el comportamiento del otro sexo. También se habla de las tendencias a adoptar formas de comportamiento unisex que disimulan frecuentemente un imaginario sexista o feminosexista inconsciente. Una historia de la transgresión, que debe describir los tipos mencionados en las notas 105 a 108, por lo general se ubica en la perspectiva del sexólogo social; su lenguaje, que ignora el género, parece por ende “natural”. Pero tal óptica necesariamente deforma la realidad y el sentido de los documentos que pretende interpretar. Respecto a la bibliografía, tan extensa como confusa, sobre el tema, véase Vern L. Bullough _et al., An Annotated Bibliography of Homosexuality_, 2 volúmenes, Garland, Nueva York, 1976, particularmente el volumen 1, pp. 37-67 (sobre la historia), y el volumen 2, pp. 351-384 (sobre el travestismo y el transexualismo); del mismo autor, “Transvestites in the Middle Ages”, _The American Journal of Sociology_, 79, núm. 6, 1974, pp. 1381-1394. Sobre la mujer travesti en la tradición cristiana, véase John Anson, “The Female Transvestite in Early Monasticism: The Origin and Development of a Motive”, _Viator_, 5, 1974, pp. 1-32; Marie Delcourt, “Le complexe de Diane dans l’hagiographie chrétienne”, _Revue de l’histoire des religions_, 153, 1958, pp. 1-33; Marina Warner, _Joan of Arc_, Knopf, Nueva York, 1981.
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+[^f110]: _La historia del heterosexual_. El término _homosexual_ figura en el _Oxford English Dictionary_; el término _heterosexual_ únicamente se encuentra en su suplemento. En inglés, los dos vocablos aparecen en 1890. En francés, la fecha de su aparición varía según las fuentes, pero también se puede ubicar a finales de ese siglo. Sin embargo hay que observar que el suplemento del _Nouveau Larousse illustré_, París, 1907, registra al homosexual pero no al heterosexual. En 1957, el _Wolfenden Report_, destinado al Parlamento Británico, claramente distinguía entre la propensión a la homosexualidad y el comportamiento homosexual. Ambos aspectos tienen su historia en las sociedades occidentales, y por primera vez fueron cuidadosamente distinguidos por D. S. Baily, _Homosexuality and the Christian Western Tradition_, Longman, Londres, 1955. Intentó diferenciarlos con claridad y precisión, hablando de “homosexualismo” para designar la conducta y de “homosexualidad” para el temperamento desviado. El descubrimiento histórico del homosexual como un tipo particular de ser humano fue expuesto en una obra reciente de John Boswell, _Christianity, Social Tolerance and Homosexuality: Gay People in Western Europe from the Beginning of the Christian Era to the Fourteenth Century_, University of Chicago Press, Chicago, 1979. Para una respuesta crítica a su tesis, véase J. D. Adams, _Speculum_, 56, núm. 2, 1981, pp. 350-355; Peter Linehan, _The Times Literary Supplement_, enero 23, 1981, p. 73; Keith Thomas, _The New York Review of Books_, diciembre 4, 1980, pp. 26-29. Sobre la historia de la percepción de algunas mujeres como _lesbianas_, véase Lillian Faderman, _Surpassing the Love of Men: Romantic Friendship and Love between Women from the Renaissance to the Present_, Morrow, Nueva York, 1981, especialmente la bibliografía, pp. 417-480. Carrol Smith-Rosenberg, “The Female World of Love and Ritual: Relations between Women in Nineteenth-Century America”, en N. Cott y E. Pleck, eds., _A Heritage of Her Own_, Simon and Schuster, Nueva York, 1979, piensa que entre las mujeres norteamericanas el contacto físico no se cristalizó como una forma aberrante de actividad sexual hasta finales del siglo XIX. Véase también _Frontiers: A Journal of Women’s Studies_, 4, núm. 3, 1979, número especial sobre la historia del lesbianismo. Paralelamente a esta historia del _desviado_, marcada por la exclusión, actualmente se tendría que escribir una historia del _humano normal_, del heterosexual. Mientras no se conozca mejor la ortopedia conceptual que antecede la construcción social del heterosexual, masculino o femenino, no se podrá comprender el carácter _económico_ de la pareja conyugal y de nuestra sociedad sujeta a la producción mercantil.
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+[^f111]: _Sodomía y herejía. Pecado_ contra Dios o _crimen_ entre los hombres, la sodomía sucesivamente se convierte en _herejía_ (separación del cuerpo de la Iglesia): una nueva actitud respecto a la desviación se hace patente. Hasta entonces, la herejía se relacionaba con la negación pública de una doctrina formulada por la Iglesia, o con el rechazo a cumplir con actos rituales prescritos por ésta. Con bastante frecuencia herejía y cisma (separación administrativa respecto a Roma) se confundían. La herejía era contraria a la ortodoxia católica, a la fe, a las creencias. Después el término progresivamente vino a designar una conducta contraria a los preceptos religiosos, al comportamiento estandardizado por la Iglesia. A partir de entonces, todo cristiano que observara sus usos y costumbres vernáculas, tradicionales, podía ser acusado de herejía si contradecía las normas de comportamiento de la Iglesia. Respecto a esta transformación de la herejía, véanse las actas de una conferencia: “Sénéfiance 5”, _Exclus et systèmes d’exclusion dans la littérature et la civilisation médiévales_, CUERMA; Aix-en-Provence, Champion, París, 1978, y V. Branca, _Studi sulle eresie del secolo XII, Studi Storici_, Roma, 5, 2a edición aumentada, 1975, pp. 293-327. Respecto al estado actual de la investigación sobre la participación de las mujeres en la herejía cátara del siglo XII, véase Richard Abels y Ellen Harrison, “The Participation of Women in Languedocian Catharism”, _Medieval Studies_, 41, 1979, pp. 215-251.
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+[^f112]: _Asistencia institucional_. John McKnight dice que la asistencia institucional es la “máscara del amor”. Para mí, la transformación de la solicitud cristiana de la “caridad” en asistencia pública es un caso histórico único. Una sociedad hiperproductora de mercancías necesariamente tiene que ser hiperproductora de asistencias. El ciudadano es necesario sobre todo como objeto de la asistencia que prodigan aquellos que se han adjudicado el monopolio radical de ésta (nota 9). En una sociedad así, la necesidad de la asistencia institucional es la base misma de las profesiones mutilantes (nota 60) y de la ayuda mutua “dirigida”. Bajo el régimen del sexo, la asistencia institucional sustituye al amor y al odio. Tal solicitud equivale al “amor” desprovisto de género. En la alta Edad Media, el cura es quien cuida a las almas (del latín _curare_, cuidar). El término aparece en la Iglesia de Occidente durante la reforma carolingia, para designar aquel a quien el obispo confía una parroquia; véase Maria Bidlingmaier, “Alkuin zwischen Antike und Mittelalter”, _Zeitschrift für Katholische Theologie_, 81, 1959, pp. 306-350 y 405-453. En el Oriente cristiano, el sacerdote jamás se convirtió en cura: allí su tarea primordial seguía siendo la celebración de la Eucaristía, no la administración de los sacramentos. Al principio de la Edad Media, la impartición de bendiciones todavía dan mucho quehacer al cura occidental: A. Franz, _Die Kirchlichen Benediktionen im Mittelalter_, 2 volúmenes, Friburgo, 1909; H. Reifenberg, _Sakramente, Sakramentalien und Ritualien im Bistum Mainz seit dem Spätmittelalter: unter besonderer Berücksichtigung der Diöizesen Würzburg und Bamberg_, Münster, 1971-1972. La evolución de la teología sacramental (una teología técnica), que se inicia en el siglo XI, corre paralelamente con la evolución de una actitud de apertura a otras técnicas nuevas; la Iglesia oriental ha resistido ambas tendencias. Por ejemplo, novedades mecánicas increíblemente complejas —el órgano y, en el campanario, el reloj— en Occidente se convirtieron en símbolos del nuevo rostro de la “iglesia del cura”; el Oriente por su lado las rechaza; véase Lynn White, Jr., “Cultural Climates and Technological Advances in the Middle Ages”, _Viator_, 2, 1971, pp. 171-201, y Ernst Benz, “I fondamenti cristiani della tecnica occidentale”, _Tecnica, Escatologia e Casistica_, Roma, 1964, pp. 47-88. A partir de entonces, el cura cuidará a sus ovejas bajo la égida de la técnica —prefiguración de múltiples asistencias institucionales modernas—. Sobre la transformación de las actitudes en relación con la técnica durante el segundo cuarto del siglo XII, en este volumen, _El trabajo fantasma_, en la nota 1, “La investigación convivencial”.
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+[^f113]: _Alma Mater_. El monopolio de la asistencia médica por los profesionales (nota 112) se da junto con la redefinición de la institución “tutelar”: la Madre Iglesia (el _Alma Mater_, la madre cuyos pechos prodigan leche). La noción de una institución universal en cuyo seno han de beber todos los que buscan la salvación se remonta a los primeros tiempos del cristianismo. Aparece por vez primera en los escritos de Marción el gnóstico, hacia el año 155. No obstante, ni la imaginería gnóstica ni el panteón pagano entran en la formación de esta idea; al respecto véase Joseph C. Plumpe, _Mater Ecclesia: An Inquiry into the Concept of the Church as Mother in Early Christianity_, Catholic University of America Press, Washington, 1943. Tampoco se puede vincular la noción al culto de la “diosa madre” de la Roma imperial, _ibid_., pp. 9-14, 28-32. En un principio, la Iglesia romana rechazó la identificación con esta imagen. No era la Iglesia, sino el amor cristiano lo que se definía como maternal, como un amor que engendraba una nueva vida. Pero al final del siglo III y en el siglo IV aparecen muchas referencias a la Iglesia “madre” en los textos de los Padres de la Iglesia: ésta es _fecunda, concipit, generat, parturit_, puede abortar, amamantar a quienes recoge en su seno; experimentar placer, exaltación, tristeza; llora y suspira. Los cristianos beben la leche de la fe de sus pechos. En el siglo v, los obispos tenían a su cargo la _educatio prolis_, la educación de los cristianos —el término _educatio_, en el latín clásico, es una función femenina únicamente—. Véase también Sebastian Tromp, “Ecclesia sponsa, virgo, mater”, en _Gregorianum_, 18, 1937, pp. 3-29. Respecto a la evolución posterior de la imagen, véase Karl Delahaye, _Ecclesia Mater chez les Pères des trois premiers siècles_, Cerf, París, 1964; en la introducción de esta obra, Yves Congar habla del cambio en la utilización de esta imagen de la madre durante la alta Edad Media. El término ya no se empleará para designar las características vivificadoras del amor mutuo entre los cristianos, sino que servirá para justificar jurídicamente la autoridad de la Iglesia institucional cuando ejerce el control sobre las fuentes de la vida. El cura es el guardián de los pechos de la Iglesia: así, la Iglesia se convierte en el modelo de una institución social descrita como una mujer cuyos favores sólo pueden obtenerse por mediación clerical. Ciertamente, en muchas culturas las diosas madres se simbolizan mediante estatuas, grutas, montañas y pozos. Ciertamente, la definición del hombre como niño abandonado es típicamente griega: E. Pöhlmann, “Der Mensch-das Mängelwesen? Zum Nachwirken antiker Anthropologie bei Arnold Gehlen”, _Archiv für Kulturgeschichte_, 52, 1970, pp. 297-312. La Antigüedad clásica describía a la naturaleza como una madrastra forzada por su mezquindad a adoptar la cultura. Pero la correlación en términos de lactación entre el profesionista dispensador de cuidados y la asistencia institucionalizada corresponde a la occidentalización de la cultura europea (nota 5).
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+[^f114]: _El pecado_. El sacramento de la penitencia que se administra en forma de una confesión secreta obligatoria y anual es una de las manifestaciones claras de la transición a una _sociedad de la asistencia institucional_. De la penitencia pública relacionada con los crímenes notorios se pasa a la confesión de los pecados secretos, y de esta manera la Iglesia se otorga el poder de reglamentar los comportamientos privados: Jean-Charles Payen, “La pénitence dans le contexte culturel des XIIe et XIIIe siècles”, _Revue des sciences philosophiques et théologiques_, 61, 1977, pp. 300 y ss. Dicta oficialmente leyes que gobiernan las relaciones sexuales: dónde, en qué momento, con qué frecuencia y en cuáles circunstancias deben tener lugar; cosas todas que hasta entonces habían sido determinadas por la honestidad local y circunscritas por el _pané_ o el _tabú_ heredados. Este conflicto entre la honestidad vernácula y la ley de la Iglesia fue particularmente bien registrado en diversos textos durante la cristianización de Islandia. Los misioneros llegaron allí con relativa tardanza, cuando las reglas de la Iglesia respecto a la cuestión ya habían cristalizado. Sobre la sustitución de la penitencia pública por la confesión privada, el estudio más sólido es el de Herbert Vorgrimmler, “Busse und Krankensalbung”, 4, fasc. 3, en _Handbuch der Dogmengeschichte_, Friburgo,1978, esp. pp. 89-112. Sobre los libros penitenciales de la época, la mejor obra sigue siendo la de J. Wasserschleben, _Die Bussordnung in der abendländischen Kirche_, 1851; reimpreso por Graz, ed., Akademische Verlagsanstalt, 1958. Las plegarias litúrgicas se decían en latín, pero la confesión se hacía obligatoriamente en lengua vernácula; véase H. Eggers, “Die altdeutschen Beichten”, _Beiträge zur Geschichte der deutschen Sprache und Literatur_, 77, Niemeyer, Halle,1955, pp. 81, 89-123 y 1959, pp. 78-122. Véase también Jenny M. Jochens, “The Church and Sexuality in Medieval Iceland”, _Journal of Medieval History_, 6, 1980, pp. 377-392, y Elizabeth M. Makowski, “The Conjugal Debat and Medieval Canon Law”, _Journal of Medieval History_, 3, 1977, pp. 99-114. Los esfuerzos desplegados por la Iglesia para enseñar a los fieles a realizar su confesión anual pueden verse como un primer intento de inaugurar una educación individual, aunque universal, y un primer intento de proporcionar al fiel una prestación medica anual, absolutamente indispensable para la salvación de su alma. Los documentos de la época subrayan _medicina_. Esta asistencia “médica” que la Iglesia inauguraba transformó el lenguaje de los médicos; véase J. Agrimi y C. Crisciani, _Medicina del corpore, medicina dell’anima: Note sul sapere del medico fino all’inizio del secolo XIII_, Episteme, Milán, 1978.
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+[^f115]: _La conciencia_. Aquí, la conciencia es la interiorización por parte del ser humano de aquello que lo guía y juzga en la época en la que el tipo ideal es lo inverso del sentido de la honestidad vernácula que impone el género (nota 81). El llamado “proceso de civilización” se pone en marcha gracias a otro desarrollo, que se puede denominar de la “concientización”. Este término fue acuñado en Brasil para designar una especie de formación política de los adultos que buscaba que se responsabilizaran de sus propios asuntos, instrucción organizada principalmente por sacerdotes que popularizaron las categorías marxistas con el propósito de ayudar a los pobres a descubrir que son “humanos” (nota 4). Históricamente, el término sería apropiado para definir una empresa que la Iglesia configuró mediante la institucionalización del sacramento de la penitencia, una empresa que ha tenido una posteridad técnica variada. Yo denomino concientización a todos los rituales elaborados e impuestos con el fin de hacer interiorizar una idea religiosa o profana. La concientización consiste en la colonización y la estandardización de la honestidad y el honor vernáculos, mediante un conjunto de reglas institucionales “católicas” (es decir, universalmente humanas). Me atrevo a decir que en la alta Edad Media constituyó una perversión de la idea cristiana original de reforma. Los primeros cristianos veían en la reforma, en cuanto intento de renovación del mundo mediante la conversión personal, la vocación que los colocaba en un lugar aparte; véase al respecto Gerhart Ladner, _The Idea of Reform_, Gannon, Santa Fe, Nuevo México, 1970. Los cristianos daban al término _reforma_ un contenido enteramente nuevo; no era ni _1)_ la nostalgia de un paraíso perdido, ni _2)_ una utopía milenarista, ni _3)_ un “renacimiento” periódico que concordaba con el de la naturaleza. Estos tres sentidos eran conocidos en la Antigüedad, así como la salvación personal mediante la participación en los “misterios”, pero no se corresponden en absoluto con la idea cristiana de “reforma”. Ésta encontró una de sus expresiones concretas en las primeras prácticas penitenciales. Tales prácticas se reservaban para los hombres, conversos o hijos de conversos, que habían reincidido en formas de violencia que las conveniencias paganas podían haber exigido de ellos, pero que eran parte del mundo que habían prometido abandonar cuando recibieron el bautismo. Al aceptar públicamente un ritual penitencial, daban testimonio público de su reforma interior. En el confesonario la contrición íntima, secreta, y el compromiso de enmienda que la solicitud pastoral había comenzado a inculcar, remplazó a la declaración pública y precisa de las faltas. El “tribunal interno” requería una evaluación cuantitativa en el más allá. Sobre esta mutación cultural de la vida futura, véase Gilbert Chiffoleau, _La comptabilité de l’au-delà: Les hommes, la mort et la religion dans la région d’Avignon à la fin du Moyen Âge_, École Française de Rome, Roma, 1980; difusión en Francia: De Boc-card. Jacques Le Goff, _La Naissance du Purgatoire_, Gallimard, París, 1981, rememora el descubrimiento de un tercer criterio apropiado para este fin, situado entre el Paraíso y el Infierno, que visitaron en sueños ciertos individuos excepcionales (hacia 1220). Sobre la evolución de las representaciones pictóricas de los “tres pisos” del mundo medieval cristiano, véase J. Baltrusaitis, _Cosmographie chrétienne dans l’art du Moyen Âge_, Gazette des Beaux-Arts, París, 1939. La práctica de la confesión introdujo la distinción entre el pecado ( _culpa_, la falta) que conduciría al Infierno si no recibía el perdón sacramental del sacerdote, y el castigo de este pecado, que el perdón no modificaba. Este castigo mensurable de un pecado que ya se ha perdonado puede ser infligido por Dios en la forma de una enfermedad o de un desastre, o ser conmutado eclesiásticamente por la Iglesia mediante la participación en una cruzada, una peregrinación y, posteriormente, por donativos en efectivo. Desde finales del siglo XII, este castigo será experimentado en un nuevo lugar, el Purgatorio, en el caso de que no lo haya sido en el mundo. Así, la gente podía tener la conciencia purificada por la confesión y, al mismo tiempo, torturada por el temor perpetuo del castigo que aún habría de experimentar. Esta evolución separó un poco más todavía a la Iglesia occidental de la Iglesia griega ortodoxa, que rechazó la invención del purgatorio; véase Gilbert Dagron, “La perception d’une différence: les débuts de la querelle du Purgatoire”, _Actes du xe Congrès International d’Études Byzantines_, Atenas, 1979.
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+[^f116]: _La Madona_. La transformación de la Madre Iglesia, que pasa de ser símbolo del amor fértil a ser el símbolo del monopolio de la lactancia (nota 113), se duplica con la modificación de la imagen representativa de la devoción mariana: se pasa del icono de la _Theotokos_ (en griego: “quien engendra a Dios”) al ídolo de la Madona; de la inmensa mujer sobre un fondo de oro en el mosaico de la ábside, a la dama pintada “en perspectiva”. Esta transición simboliza la distancia que comienza a separar a Europa occidental del Oriente cristiano (véanse las notas 112 y 115). Al igual que los caminos recorridos por la “asistencia” (nota 112), la herejía (nota 111) y la conciencia (nota 115), esta transición a otra imagen de María nos permite seguir la pista de la “occidentalización” de Europa (nota 5). Sería un error asignar una fecha a estas transformaciones; no se producen en todas partes en el mismo momento. Son menos visible en los países protestantes que en los países católicos. Y sería ridículo decir que cualquiera de estas transformaciones representó dejar atrás un paraíso perdido, o que el siglo XII marca el fin de un periodo edénico; si centro mi interés en esta época es porque la conozco bien. Finalmente, hay que cuidarse de ver en la “dama” de los trovadores una versión renacentista de la Madona, o en la “feminidad victoriana” una versión profana. No hago estas advertencias sino para subrayar el interés de la obra de Marina Warner, _Alone of All Her Sex: The Myth and the Cult of the Virgin Mary_, Knopf, Nueva York, 1976, que intenta leer la evolución de las actitudes relacionadas con el género en las representaciones de la Virgen. Marina Warner estudia principalmente las obras maestras del arte religioso. Un enfoque paralelo consistiría en estudiar las imágenes de María que provienen de la piedad popular (nota 117).
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+[^f117]: _La piedad popular_. El estudio de la piedad popular es distinto del estudio de la religión al que se dedican las ciencias religiosas. En esto se puede encontrar la misma diferencia que existe entre el estudio del habla genérica y el del lenguaje sexuado (nota 101). La piedad popular consiste en todas las oraciones y devociones, todos los rituales, todas las bendiciones y las canciones que expresan los sentimientos vernáculos y las actitudes vernáculas, y en todos y todas el género aparece. Mi guía en el estudio de la piedad popular, principalmente en Europa, ha sido Lenz Kriss-Rettenbeck, _Bilder und Zeichen religiösen Volksglaubens_, Callwey, Munich, 1977, y del mismo autor, en colaboración con Liselotte Hansmann, _Amulett und Talisman: Erscheinungsformen und Geschichte_, Callwey, Munich, 1976. El autor investiga la forma, el contenido y el significado de la piedad _(Frömmigkeit)_ interpretando los exvotos, los objetos piadosos _(Andachtsbilder)_, los gestos, los amuletos y los talismanes. Distingue cuidadosamente entre _piedad_ y _magia_ o _superstición_. La magia no es ni una forma antigua ni una parte de la religión o de la ciencia, y tampoco es importante en la devoción popular. Es un acto de dominación simbólico. La “superstición”, en el sentido medieval, no reside en las “estúpidas creencias de las viejas”, sino en el rechazo a servir a Dios y en el ingreso al campo de su enemigo, el Diablo. Sobre la transformación de la _realidad social de la superstición_, que de ser una perversión medieval de la religión se convierte en el siglo XVIII en una perversión del sentido común, véase Dieter Harmening, _Superstitio: Überlieferungs und theoriegeschichtliche Untersuchungen zur kirchlich-theologischen Aberglaubensliteratur des Mittelalters_, Erich Schmidt Verlag, Berlín, 1979. La gran limpia gótica que vació las catedrales suscitó una extraña unión entre la superstición y la magia. Al teólogo y al filósofo del Renacimiento les fascinan la caza de las brujas. Esto por dos razones: _1)_ el fenómeno era de por sí nuevo; _2)_ la brujería y la nueva ciencia que la persigue tienen en común la conjugación de dos aspiraciones: poseer poderes e independizarse de Dios. En el contexto de mi argumento, la historia de la brujería y la de la ciencia contribuyen al estudio del sexo, mientras que al intentar comprender la piedad popular, es posible obtener una visión privilegiada del género. Para un estudio de la piedad popular, véase Raoul Manselli, “Simbolismo magia nell’Alto Medioevo”, en su obra _Simboli e simbologia nell’Alto Medioevo_, Sede del Centro, Espoleto, 1976, pp. 293-329, y _La religion populaire au Moyen Âge: Problèmes de méthode et d’histoire_, Vrin, París, 1975, así como J. Toussaert, _Le Sentiment religieux en Flandre à la fin du Moyen Âge_, Plon, París, 1963. Hay útiles referencias (especialmente sobre la penitencia y la contrición) en Jean-Charles Payen, _Le motif du repentir dans la littérature française médiévale, des origines à 1230_, Droz, Ginebra, 1968. Una obra monumental, con frecuencia irremplazable en el estudio de la devoción en el marco de la fe católica, es el _Dictionnaire de spiritualité, ascétique et mystique, doctrine et histoire_, Beauchesne, París, al que se dio inicio en 1932 gracias a la iniciativa de Marcel Viller y cuya publicación prosigue (ha llegado al volumen X, fasc. 67, 3, letra M, y acaso se terminará al final del siglo). Los vínculos entre el cura y la piedad de sus fieles se exponen con claridad en Etienne Delaruelle, _La piété populaire au Moyen Âge_, Bottega d’Erasmo, Turín, 1975. No pude utilizar dos obras muy recientes: M. Ménard, _Une histoire des mentalités religieuses aux XVIIe et XVIIIe siècles: Mille retables de l’ancien diocèse du Mans_, Beauchesne, París, 1981, y Marie-Hélène Froeschlé-Chopard, _La religion populaire en Provence orientale au XVIIIe siècle_, Beauchesne, París, 1980. Si estimo que es muy importante la investigación en torno a la piedad popular en el siglo XIX, es porque en este periodo los símbolos religiosos fueron utilizados por la Iglesia para bendecir una nueva visión del mundo, una visión sexuada. Esto es lo que muestra, por ejemplo, Gottfried Korff, en “Heiligenverehrung und soziale Frage: zur Ideologisierung der populären Frömmigkeit im spaten 19. Jh”, en G. Wiegelmann ed., _Kultureller Wandel im 19. Jh_., Van den Hoeck and Ruprecht, Gotinga, 1973, pp. 102-111, y también en, “Bemerkungen zum politischen Heiligenkult im 19. und 20. Jahrhundert”, en Günther Stephenson, ed., _Der Religionswandel unserer Zeit im Spiegel der Religionswissenschaft_, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1976, pp. 217-230. Puesto que la penetración de la ideología impuesta por la Iglesia en la religiosidad popular es un tema que me interesa, presidí la constitución de una colección de documentos sobre la piedad popular en América Latina desde 1820; esta colección, dirigida por Valentina Borremans, se encuentra actualmente en la biblioteca de El Colegio de México, Carretera Picacho-Ajusco, Bosques del Pedregal, México, D. F. Ha sido parcialmente registrada en microfilms por Inter Documentation Company, de Leiden (Holanda).
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+[^f118]: _El Diablo_. El estudio iconográfico del Diablo, de los demonios y de los zoomorfos es una manera de reconstituir la imagen de la mujer en la época: “Sénéfiance 6”, _Le Diable au Moyen Âge (doctrine, problèmes moraux, représentations_), coloquio, marzo de 1978, Aix-en-Provence; Champion, París, 1979. Sobre los animales sagrados y diabólicos, sigue siendo útil la obra de W. von Blankenburg, _Heilige und dämonische Tiere_, Koehler, Leipzig, 1942; véase también Dietrich Schmidtke, _Geistliche Tierinterpretationen in der deutschsprachigen Literatur des Mittelalters 1100-1500_, tesis, Berlín, 1968, especialmente pp. 208 y ss. Para la correlación entre las representaciones animales y la imaginería del periodo, véase J. Baltrusaitis, _Le Moyen Âge fantastique: Antiquités et exotismes dans l’art gothique_, Flammarion, París, 1981, nueva edición aumentada; 1a édition: 1955. Sobre la supervivencia de los dioses antiguos en la forma de demonios, véase M. Th. d’Alverny, “Survivance de la magie antique”, _Antike und Orient im Mittelalter_, Miscellanea Mediaevalia I, 1962, pp. 155-178 y, para la bibliografía sobre el tema, J. Seznec, _La survivance des dieux antiques_, Warburg Institute, Londres, 1940; véase también A. A. Barb, “The Survival of Magic Arts”, en Arnaldo Momigliano, ed., _The Conflict between Paganism and Christianity in the Fourth Century_, Clarendon Press, Oxford, 1964, pp. 100-125. Sobre el “estatus social” de los animales, véase J. Vartier, _Les procès d’animaux du Moyen Âge à nos jours_, Hachette, París, 1970. En torno a la imagen medieval de la mujer, véase el número especial de _Cahiers de civilisation médiévale_, 20, 1977, especialmente Jean Verdon, “Les sources de l’histoire de la femme en Occident aux Xe et XIIIe siècles”, y Chiara Frugoni, “L’iconographie de la femme au cours des Xe-XIIe siècles”, pp. 177-187, cuya conclusión es de notar: “… la iconografía de la mujer es la iconografía de una ausencia”. Respecto a Eva, véase E. Guldan, _Eva und Maria: eine Antithese als Bildmotiv_, Böhlau, Colonia, 1966.
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+[^f119]: _La bruja_. La bruja, personaje histórico, aparece cuando las gárgolas abandonan las torres de las catedrales, y desaparece hacia el fin de la Ilustración; es típica del periodo del género dislocado (nota 120). La bruja conoce las hierbas, realiza abortos, puede ser maga o exorcista o adivina, o incluso, lo cual suele ser lo más frecuente, ser sólo una pobre anciana; pero ante todo su figura es el resumen de la mujer que protesta contra la pérdida del género vernáculo. No es la sacerdotisa de una divinidad local, ni la devota de un ídolo: está asociada al Diablo cristiano, que es tan católico como el Dios al que combate. Los compañeros de la bruja no son espíritus vernáculos que el agua bendita pasó por alto, sino los zoomorfos y los demonios asociados desde ese momento con Satanás. En todos los lugares donde el proceso civilizador se esfuerza en imponer una frontera sintética entre los géneros, aparece la bruja (y también el brujo). Robert Muchembled, _Culture populaire et culture des élites dans la France moderne, XVe-XVIIIe siècles_, Flammarion, París, 1978, muestra la relación entre la brujería y la represión de la subsistencia local por el Estado-nación que se está constituyendo. Jean Delumeau, _La peur en Occident, XIVe-XVIIIe siècles_, Fayard, París, 1968, estudia _quién_ temía _qué_ y _cuándo_, y las expresiones que asumía el temor en las comunidades. Es una nueva forma de temor que se generaliza conforme desaparecen las referencias de la experiencia constituidas por las fronteras del género y que exige símbolos abstractos, siendo _la_ mujer el más importante. La bruja es una reacción característica del género ante la desaparición de la subsistencia local; esto lo pude entrever por vez primera en la obra de Julio Caro Baroja, _Las brujas y su mundo_, Madrid, 1961, traducción francesa: _Les Sorcières et leur monde_, Gallimard, París, 1972.
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+[^f120]: _La civilización del género dislocado_. Ludolf Kuchenbuch (véanse las notas 73 y 77) es mi guía en la cuestión de la civilización del género dislocado que dominó Occidente entre los siglos XI y XVIII. Designo así la segunda de las cuatro etapas de la formación de la pareja “sexuada” de nuestros tiempos, y la función económica de la pareja en el hogar. _1)_ Durante gran parte del periodo medieval, la unión conyugal no tiene como finalidad la creación de la pareja. El matrimonio con frecuencia tejía lazos complejos entre los miembros de ambas parentelas; entre sus posesiones, su estatus, su descendencia. Asumía una sorprendente variedad de formas; estimulaba la subsistencia y reforzaba la capacidad del campesino para resistir a las exigencias del rey o del señor. _2)_ En el siglo XI apareció un nuevo tipo de casamiento cuya finalidad inmediata era la creación de un vínculo entre los dos coproductores del tributo, cada cual de acuerdo con su género (nota 77). Pero el tributo pierde su género inclusive antes de que se pague en efectivo (nota 73). La Iglesia eleva el consentimiento mutuo al rango de sacramento, y la pareja se convierte en una institución sagrada. El proceso de la civilización (Norbert Elias, _Über den Prozess der Zivilisation_, Francfort, 1939, 2a ed., 1969; traducción francesa en dos volúmenes: _La civilisation des mœurs_, 1974; _La dynamique de l’Occident_, 1975, Calmann-Lévy, París), impuso progresivamente la unión conyugal a las capas sociales inferiores, remplazando las conveniencias sociales, como criterios del comportamiento del género, con las que el catolicismo impone. El _estado conyugal en el seno del género_ permitió al hogar europeo funcionar como una empresa económica única en la historia: _a)_ el género dislocado hacía a los hombres y a las mujeres más capaces de adaptarse a las técnicas nuevas, y por lo tanto de producir bienes eminentemente vendibles; _b)_ sin embargo la familia permanecía relativamente independiente del consumo de los productos mercantiles, puesto que su existencia seguía basada en la subsistencia intragenérica; _c)_ el hogar solo, sin el sólido apoyo de la aldea y de la parentela, no tenía la fuerza suficiente para resistir la expropiación de sus excedentes; la civilización del género dislocado termina en el intervalo protoindustrial (nota 125), que transforma a la pareja en: _3)_ una asociación económica desprovista de género entre un trabajador salariado y una trabajadora fantasma; por lo tanto, yo llamo a este tercer periodo la civilización del sexo económico. _4)_ No me atrevería a acuñar una denominación para el surgimiento actual de los pseudogéneros castrados, quienes tienen sus partidarios teóricos y sus detractores prácticos. Sobre la transición del género vernáculo al género dislocado, véanse las obras citadas en la nota 77; sobre la historia de la familia, véase la nota 121. Sobre la historia legal de la pareja en la civilización del género dislocado, véase sobre todo Gaudemet, _op. cit_ en la nota 77. Velma Bourgeois Richmond, “Pacience in Adversitee: Chaucer’s Presentation of Marriage”, _Viator_, 10, 1979, pp. 323-354, da una lista de los textos relacionados con las dificultades que encuentra el crítico o el escritor modernos cuando trata de decir cuáles eran, en la baja Edad Media, las actitudes ante el sexo, el amor, la reciprocidad de los sentimientos. John K. Yost, “The Traditional Western Concept of Marriage and the Family: Rediscovering Its Renaissance-Reformation Roots”, _Andover Newton Quarterly_, 20, 1980, pp. 169-180, y Alberto Tenenti, “Famille bourgeoise et idéologie au bas Moyen Âge”, en G. Duby y J. Le Goff, eds., _Famille et parenté dans l’Occident médiéval_, Actes du Colloque de Paris 1974, École Française de Rome, edición núm. 30, 1977, pp. 431-440, tratan ambos del descubrimiento de que, en la Florencia de Dante († 1321) y de Boccacio († 1375), el matrimonio podía concebirse como una empresa vitalicia iniciada por la pareja, empresa que tanto al noble como al campesino le tocaba en suerte —en cuanto al letrado, éste tenía que buscar un estado más propicio—. En los tiempos de Leonbattista Alberti (1404-1472), el ciudadano de Florencia se veía obligado a vivir en familia para ser respetado. La unidad aparente de un matrimonio era tan importante como lo es hoy en día la unidad aparente de una sociedad comercial, y por las mismas razones, observa Mary Carruthers en “The Wife of Bath and the Painting of Lions”, _Publications of the Modern Language Association_, 94, 1979, p. 212. Una mina de datos sobre las actitudes respecto a la pareja durante la primera mitad del siglo XVI es el _Heptamerón_, antología de relatos de Margarita d’Angoulême, reina de Navarra. Edward Benson la analiza en “Marriage Ancestral and Conjugal in the _Heptameron_”, _Journal of Medieval and Renaissance Studies_, 9, 2, 1975, pp. 261-275. En el siglo XVI las transformaciones de la vida económica permiten ganar mucho más al comerciante o al artesano que pueda contar con la ayuda directa de su esposa; por vez primera en la historia, las capacidades y los talentos del cónyuge tienen importancia económica para la pareja. Igualmente, el señor puede exigir un tributo mayor a la pareja campesina que colabora para “producir”. En el _Heptaméron_ es patente que de allí nace la discordia entre los sexos, que no podían saber que la pareja estaba en vías de convertirse en una unidad económica de producción.
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+[^f121]: _La historia de la familia_. He tomado mucho de esta nueva disciplina para formular la distinción entre el género y el sexo. Para mí resultó fundamental la obra de Philippe Ariès, _L’enfant et la vie familiale sous l’Ancien Régime_, Plon, París, 1960; edición revisada y completada, Seuil, 1973. Ya no es posible hablar de la historia de la familia sin referirse a las ideas de Ariès, sea para criticarlas acremente, sea para deleitarse con ellas, como yo. Respecto a la forma en que fueron recibidas, véase Adrian Wilson, “The Infancy of the History of Childhood: An Appraisal of Philippe Ariès”, _History and Theory_, 19, núm. 1, 1980, pp. 137-153. Yo mismo jamás habría escrito _La sociedad desescolarizada_ (véase vol. I) ni la presente obra, si no hubiera sido por los trabajos de Ariès. Hasta la fecha, la mayoría de los estudios sobre la historia de la familia ignoran el género. Existe una buena orientación respecto a esta nueva disciplina en Michael Anderson, _Approaches to the History of the Western Family, 1500-1914_, Macmillan & Co., Economic History Society, Bristol, 1980. Esta obra esta dividida en tres capítulos, cada uno dedicado a una de las grandes corrientes que se han desarrollado en esta disciplina: _1)_ el estudio demográfico cuantitativo (edad de los esposos y diferencias de edad entre ellos etc.; esquemas de la natalidad y esquemas de la contracepción); _2)_ la evolución de las actitudes relacionadas con la vida doméstica, la vida privada, los sentimientos, el control de la comunidad sobre la familia, así como las diferentes formas de maternidad; _3)_ enfoques nuevos de la historia económica de la familia hasta los tiempos modernos. Como introducción general al tema, al principiante le recomiendo el libro de J.-L. Flandrin, _Familles_, _op. cit_. en la nota 84, donde el autor muy hábilmente correlaciona la demografía, el estudio de las mentalidades y los comportamientos, y la tipología de las estructuras familiares. Una de las mejores iniciaciones es también un número especial de _Annales ESC_, núm. 27, “Famille et société”, París, 1972. Respecto a la relación entre la demografía y las actitudes diferentes, según los niveles sociales, véanse las diversas contribuciones reunidas por C. Tilly, ed., _Historical Studies of Changing Fertility_, Princeton University Press, Princeton, N. J., 1978. Hay dos notables estudios locales sobre la familia en el siglo XIX, tanto en Inglaterra, D. Levine, _Family Formation in an Age of Nascent Capitalism_, Academy Press, Chatsworth, 1977, como en los Estados Unidos, P. J. Greven, _Four Generations: Population, Land and Family in Colonial Andover, Massachusetts_, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1970. Sobre la diversidad de formas familiares que pueden coexistir en una misma región, véase P. J. Greven, _The Protestant Temperament: Patterns of Childbearing, Religions Experience and the Self in Early America_, Knopf, Nueva York, 1977. El proceso mediante el cual la fábrica protoindustrial y el “mantenimieto del orden” convergen para suprimir la forma genérica de la pareja conyugal y remplazarla con el modelo de la polarización sexual de las funciones, es descrita por Jacques Donzelot, _La Police des famillas_, Éditions de Minuit, París, 1977. Sobre las consecuencias del trabajo de las mujeres (asalariado y fantasma), véanse las notas 31 y 48. Una buena bibliografía sobre la historia cultural y social del matrimonio: Natalie Zemon Davis, “La storia delle donne in trasizione: il caso europeo”, _Donnawomanfemme_, 3, 1977, pp. 7-33. También se puede citar al respecto: James Wallace Milden, _The Family in Past Time: A Guide to the Literature_, Garland, Nueva York, 1977, y Gerard Soliday, ed., _History of the Family and Kinship: A Select International Bibliography_, Kraus, Nueva York, 1980.
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+[^f122]: _Capitalismo_. Hablo de economías “precapitalistas” y “capitalistas” a falta de mejores términos, pero sobre todo en el segundo caso con cierta reticencia. En torno al empleo de estos términos, véase especialmente Edwin Deschepper, “L’histoire du mot ‘capital’ et dérivés” (tesis sostenida en la Université Libre de Bruxelles, 1964), así como Edgar Salin, “Kapitalbegriff und Kapitallehre von der Antike bis zu den Physiokraten”, _Vierteljahrschrift für Sozial-und Wirtschaftsgeschichte_, 23, 1930; consúltese también Jean Dubois, _Le vocabulaire politique et social en France de 1869 à 1872 à travers les oeuvres des écrivains, les revues et les journaux_, Larousse, París, 1963, así como el artículo mucho más sencillo de Bert Hoselitz, “Zur Begriffsgeschichte des Kapitalismus”, _Saeculum_, 18, 1967, pp. 146-163. La transformación social que recubre la oposición entre las sociedades precapitalistas y las sociedades capitalistas, de hecho coincide con la transición del régimen del género al régimen del sexo. Además, la distinción que en el seno del género establezco entre los modos de vida vernáculos y la era del género dislocado, me permite distinguir dos etapas sucesivas en la Europa precapitalista: la etapa de la subsistencia basada en la complementariedad del género vernáculo, en la que la producción mercantil juega un papel netamente secundario; y la etapa del género dislocado, en la que la mayor productividad, resultado del acoplamiento económico de los esposos, incrementa considerablemente la producción mercantil simple. Así, lo que se ha denominado la producción mercantil simple demuestra ser principalmente el excedente que puede derivarse del matrimonio en el seno del género (nota 77). En contraste, en la tercera etapa, la llamada capitalista, las mercancías son el producto de una sociedad que se apoya en un tipo de familia enteramente diferente; son el producto del trabajo económico, es decir, que ignora el género. Este trabajo se pudo imponer porque en la primera etapa de la industrialización la sujeción de la familia a las mercancías capitalistas la forzó a depender del empleo salariado; a finales del siglo XX, habrá de depender la mayor parte del trabajo fantasma (nota 30). El análisis del género me permite también añadir aún otra categoría, además de las dos que distingue Karl Polanyi en _Trade and Market in the Early Empire, op. cit_. en la nota 33, capítulo V, pp. 64-96, y en el ensayo “The Semantics of Money Use”, _Essays, op. cit_. en la nota 11, pp. 175-203. Polanyi establece una distinción entre el intercambio social (incluso el monetario) de los bienes y la venta de mercancías por los comerciantes. Respecto a la recepción de las categorías de Polanyi, véase Humphreys, _op. cit_. en la nota 5. Yo acepto esa distinción, sin relacionarla aquí con el género. Pero contrapongo la mercancía simple, “descubierta” por Aristóteles, a la mercancía capitalista, los bienes industriales o los servicios, pues la primera se origina en el género y la segunda no.
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+[^f123]: _La revolución industrial_. Véase Fernand Braudel, _Civilisation matérielle, économie et capitalisme_, _XVe–XVIIIe siècles_, 3 volúmenes, Armand Colin, París, 1967-1979, y _Afterthoughts on Material Civilization and Capitalism_, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1977. R. M. Hartwell, ed., _Causes of the Industrial Revolution in England_, Londres, 1967, expone con brevedad las grandes teorías históricas sobre las causas de la industrialización, así como las objeciones a cada una de ellas. Este inventario confirma el desconocimiento de la transformación, antropológicamente decisiva, que significó la desaparición del género vernáculo.
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+[^f124]: _La desaparición del género rural_. Véase David Sabean, “Intensivierung der Arbeit und Alltagserfahrung auf dem Lande-ein Beispiel aus Württemberg”, _Sozialwissenschaftliche Informationen_, 6, 1977, pp. 148-152. Para una comparación con el siglo XVIII, pero en Francia: Alain Lottin, “Vie et mort du couple: difficultés conjugales et divorces dans le nord de la France aux XVIIeXVIIIe et siècle”, _Le XVIIe Siècle_, núm. 102-103: “Le XVIIe siècle et la famille”, 1974, pp. 59-78.
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+[^f125]: _El intermedio protoindustrial_. Los especialistas de historia social emplean el término “protoindustrial” para designar los esquemas muy particulares de las culturas populares durante la transición de la producción mercantil simple al modo de producción capitalista en la Europa del siglo XIX; véase P. Kriedte, H. Medick, J. Schlumbohm, _Industrialisierung vor der Industrialisierung_, Van den Hoeck und Ruprecht, Gotinga, 1978, y especialmente Medick, pp. 90-154.
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+[^t01]: En español en el original.
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diff --git a/data/pages/es/book/gender/es.txt b/data/pages/es/book/gender/es.txt
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index 0000000..e929471
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+++ b/data/pages/es/book/gender/es.txt
@@ -0,0 +1,702 @@
+# El género vernáculo
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+## Introducción
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+Defino la ruptura con el pasado, descrita por otros, como la transición al modo de producción capitalista, como el paso de la égida del género al régimen del sexo. Considero que la desaparición del género vernáculo es la condición imprescindible del desarrollo del “capitalismo” y de un estilo de vida totalmente sometido a la mercancía industrial. Según el _Diccionario ideológico de la lengua española_, género es el “accidente gramatical que sirve para indicar el sexo de las personas o de los animales y el que se atribuye a las cosas”. Y María Moliner dice por su parte: “Tal división responde a la naturaleza de las cosas solamente cuando esas palabras se aplican a animales, los cuales pueden ser machos (género masculino) y hembras (género femenino)”. Yo he adoptado este término para traducir la diferencia que existe entre los comportamientos humanos masculinos y femeninos —diferencia que es universal en las culturas vernáculas—. Los lugares, los tiempos, las herramientas, las tareas, los modos de hablar, los gestos, las percepciones asociados con los hombres difieren de los que se asocian con las mujeres. Esta asociación constituye el género _social_, propio de una época y de un lugar. El género es vernáculo porque el conjunto de tales asociaciones es tan propio de una población tradicional (la _gens_ latina) como lo puede ser su habla vernácula.
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+Por lo tanto empleo el término “género” en un sentido nuevo, a fin de designar una dualidad que anteriormente era tan evidente que no se denominaba, y que en la actualidad nos resulta tan lejana que frecuentemente se confunde con el sexo. El “sexo” es el resultado de la polarización de las características comunes que desde el final del siglo XVIII se atribuyen a todos los seres humanos. A diferencia del género vernáculo —que refleja la asociación cultural de una cultura material dual, concreta y local, con los hombres y mujeres que viven bajo su potestad—, la división sexual de la mano de obra, de la libido, de la personalidad o de la inteligencia procede del diagnóstico (“discriminación”, en griego) de las desviaciones respecto a una norma abstracta que con este propósito ha sido definida. Es posible estudiar el sexo en términos científicos precisos. El género muestra una complementariedad enigmática y asimétrica. Únicamente la metáfora logra expresarla.
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+La distinción entre la historia bajo la égida del género y la historia bajo el régimen del sexo se produjo a partir de una controversia entre Barbara Duden y yo. Originalmente nuestra discusión estaba relacionada con el aspecto económico y antropológico de las tareas domésticas en el siglo XIX. Hablo del asunto en _El trabajo fantasma_[^f0] [^f1] —primera tentativa de sentar las bases de una “Historia de la escasez”, de la cual este trabajo representa la segunda etapa. En el debate con Barbara Duden, no sé cuál de los dos, si ella o si yo, condujo al otro hacia una perspectiva nueva sin que hubiéramos de renunciar por eso a nuestras posiciones mutuamente críticas. Con Lee Hoinacki la colaboración fue de otro tipo. Como en numerosas ocasiones a lo largo de 20 años, nos reunimos para comunicarnos recíprocamente lo que habíamos aprendido durante el año anterior. Pasamos dos semanas en su casa, en el campo, y revisó la primera versión de mi texto. Lo discutimos, sopesamos sus enunciados y tomó una forma nueva. No sabría decir quién de los dos es el responsable de tal o cual giro de la frase. Pero de algo estoy seguro: sin su colaboración, este texto no tendría la forma presente.
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+En este texto he incorporado la sustancia de muchos de mis cursos sobre la historia de la sociedad en el siglo XII que hube de impartir como profesor invitado en la Universidad de Kassel. Quiero expresar mi agradecimiento a Ernst Ulrich von Weizsäcker y a los estudiantes por haber tenido el valor y la paciencia para formular provechosas críticas.
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+También quiero expresar mi agradecimiento a varias personas por todo lo que contribuyeron durante las conversaciones que sostuvimos. Norma Swenson me hizo reconocer la principal debilidad de mi _Némesis médica:_ su perspectiva unisex. Las reflexiones de Claudia von Werlhof respecto al punto ciego de la percepción económica me llevaron a distinguir los dos aspectos del asunto: la economía fantasma y el dominio vernáculo, ambos paralelamente descuidados, pero indudablemente negados. Debo a Signar Groeneveld la distinción entre topología vernácula y topología industrial, en la que me apoyo. Las conversaciones con Ludolf Kuchenbuch me aportaron una imagen nueva de la pareja conyugal preindustrial. Mis viejos amigos Ruth y Lenz Kriss-Rettenbeck (ambos etnógrafos e historiadores del arte), con quienes comparto diversos “maestros” —del periodo que se extiende entre Hugo de San Víctor y Gustav Künstler— me apoyaron y animaron más de lo que sabría expresar. Susan Hunt se ofreció voluntariamente a dactilografiar mi texto mientras trabajaba en su propia obra sobre el género y el sexo. Este ensayo y su obra estaban destinados a estudiantes de los cursos que impartí en la universidad californiana de Berkeley durante el otoño de 1982, sobre el tema “Constituir historias de género”. Apliqué la mano final a este ensayo junto con el doctor P. Wapneswski, rector del Instituto de Estudios Avanzados de Berlín, y con estudiantes de este establecimiento.
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+Finalmente, quiero agradecer muy particularmente a Maud Sissung, cuyas cualidades como traductora siempre he valorado, pero quien en este libro se superó para darme la prueba de que la fuerza de lo vernáculo irriga incesantemente la lengua. A ella le debo un texto que aun siendo distinto del original es el equivalente exacto.
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+_Cuernavaca, 1982_
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+## Sexismo y crecimiento económico
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+NO SÉ de ninguna sociedad industrial donde las mujeres estén en igualdad económica con los hombres. A las mujeres siempre les toca la menor parte de todo lo que la economía es capaz de medir. Las obras que exponen este sexismo económico se han multiplicado recientemente. Documentan la explotación sexista, denuncian su injusticia, la describen como una nueva versión de un mal milenario y proponen teorías explicativas que combinan con estrategias reparadoras. Los patrocinios institucionales —las Naciones Unidas, el Consejo Mundial de Iglesias, los gobiernos, las universidades— promueven la proliferación de reformadores profesionales, que forman un sector nuevo del crecimiento. Primero, el proletariado; luego, los subdesarrollados y actualmente las mujeres movilizaron por turno el interés de los “concernidos”. Ya nadie puede hablar de discriminación sexual sin que se le impute de inmediato una toma de posición respecto a la economía política del sexo: o bien se aboga por una “economía no sexista”, o bien se pretende lavar de toda culpa la economía sexista que es la nuestra. Ninguna de esas posiciones es la mía, aunque funde mi tesis en la existencia de esta discriminación. Para mí, la búsqueda de una “economía no sexista” resulta tan absurda como repugnante la economía sexista. Voy a demostrar la naturaleza intrínsecamente sexista de la economía mediante la exposición de la naturaleza sexista del postulado que es la base de la economía, “ciencia de los valores que presupone la escasez”.
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+Mostraré que todo crecimiento económico implica la destrucción del _género vernáculo_ (capítulos III-V) y se alimenta de la explotación del _sexo económico_ (capítulo II). Me propongo estudiar el _apartheid_ económico y la subordinación de las mujeres, sin caer en las trampas de la sociobiología ni del estructuralismo, que respectivamente presentan esta discriminación como algo “natural” o “culturalmente” inevitable. En calidad de historiador, quiero remontarme a los orígenes de esta servidumbre _económica_ de las mujeres; en calidad de antropólogo, quiero entender lo que esta nueva sujeción revela sobre el parentesco; en calidad de filósofo, quiero clarificar lo que este esquema reiterativo nos dice sobre los axiomas de las ideas heredadas, es decir, sobre los axiomas que constituyen el fundamento de la universidad contemporánea y sus ciencias sociales.
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+No me ha sido fácil dar forma a mis ideas. Más de lo que podía sospechar al inicio, el habla ordinaria de la era industrial _a la vez_ ignora el género y es sexista. Yo sabía que el género es dual, pero la perspectiva sin género que impone necesariamente el lenguaje industrializado distorsionaba constantemente mis ideas. Estaba atrapado en una red deformante de palabras dominantes, de _palabras clave_. Actualmente veo que estos vocablos clave, elementos característicos del lenguaje moderno, son claramente distintos de los términos técnicos, como por ejemplo “automóvil” o “avión supersónico”. Y he aprendido que las palabras de esta especie pueden sumergir el vocabulario de un lenguaje tradicional. Cuando esto sucede hablo de criollización tecnológica. Sin embargo, un vocablo como “transporte”, es una palabra clave. Designa una pretendida necesidad fundamental; significa algo que es diferente del “transporte público”, algo que es un medio técnico o una opción política.[^f2]
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+El examen de las lenguas modernas revela que la utilización usual de las palabras clave es poderosa y persuasiva. Algunas son etimológicamente antiguas, pero han adquirido un sentido nuevo, que no tiene relación con el anterior. Tal es el caso de “familia”, “hombre”, “trabajo”. Otras se acuñaron recientemente, aunque al principio sólo para un uso especializado. Se fueron deslizando en el habla cotidiana y asumieron muy vastas connotaciones: “rol”, “sexo”, “energía”, “producción”, “desarrollo”, “consumidor”, para dar ejemplos que todos conocen. Estas palabras clave asumen la apariencia del sentido común en los idiomas de la era industrial. Toda lengua moderna posee las suyas, que dan a cada sociedad su óptica única de la realidad social e ideológica del mundo contemporáneo. Este conjunto de palabras clave es homólogo en todos los idiomas modernos de los países industrializados. La realidad que traducen es básicamente la misma en cualquier parte. Las mismas autopistas llevan a las mismas escuelas y establecimientos comerciales donde se elevan las mismas antenas de televisión que transforman los paisajes y las sociedades disímiles y les dan una monotonía uniforme. Paralelamente, los textos dominados por las palabras clave se traducen fácilmente del inglés al japonés o al malasio.
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+Los términos técnicos universales que se han convertido en palabras clave, como “Coca-Cola”, “proletariado” o “medicina”, tienen el mismo significado en todas las lenguas modernas. Pero otros términos que han aparecido en campos lingüísticos distintos se corresponden casi exactamente unos con otros cuando se les emplea como si fueran palabras clave: por ejemplo, “humanidad” y _Menschheit_. Así, el estudio de las palabras clave exige cierta comparación entre las lenguas.[^f3]
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+Para explicar el surgimiento y la supremacía de las palabras clave en un idioma, tuve que distinguir entre el habla vernácula, que se adquiere progresivamente por interacción con las personas que expresan lo que piensan, y la _lengua materna inculcada_, que se adquiere a través de las personas contratadas para hablar con nosotros y por nosotros. Las palabras clave son características de la lengua materna inculcada. Logran reprimir el habla vernácula con mayor eficacia que las reglas gramaticales porque su aparente sentido _común_ aplica un barniz seudovernáculo sobre la realidad mecanizada. Por lo tanto, en la formación de un lenguaje industrializado las palabras clave son más importantes que los términos técnicos, porque cada palabra clave denota un punto de vista común al conjunto del que todas proceden. Su característica principal es que efectivamente excluyen al género. Es por esto que para comprender el género y distinguirlo del sexo (que es una palabra clave), es necesario apartarse o desconfiar de todos los términos que pueden ser palabras clave.
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+Así pues, cuando emprendí este ensayo me vi en un dilema lingüístico: no podía emplear los vocablos con su “resonancia” tradicional de “género” y no quería aceptarlos con su connotación sexista actual. Percibí esta dificultad cuando quise usar la versión original de este texto para mis cursos del año universitario 1980-1981. Nunca antes tantos colegas o amigos tra taron como entonces de hacerme desistir de un proyecto. Muchos me aconsejaban que me ocupara en un tema menos trivial o menos ambiguo o menos escabroso; otros consideraban que en atención a la actual crisis del feminismo no les correspondía a los hombres hablar sobre las mujeres. Tras oírlos atentamente, me pareció que sus motivos procedían del hecho de que mis razonamientos interferían en sus sueños: el sueño feminista de una economía igualitariamente neutra, exenta de roles obligatoriamente sexuados; el sueño izquierdista de una economía política que sólo supiera de seres “humanos”;[^f4] el sueño futurista de una sociedad moderna donde las personas gozarían de flexibilidad, donde podrían decidir a su antojo si habrían de ser dentistas, machos, protestantes o genetistas; todas las elecciones merecerían el mismo respeto. Lo que perturbaba los sueños de unos y otros era que yo hablara simplemente de la economía a la luz de la discriminación hacia las mujeres, pues todos los deseos que estos sueños expresan se ajustan a un mismo patrón: el de una economía unisexualizada, sin género (capítulo VII).
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+Una sociedad industrial sólo puede existir si impone un postulado unisex: ambos sexos están hechos para el mismo trabajo, perciben la misma realidad y tienen las mismas necesidades[^f5] —la vestimenta es sólo una dife rencia desdeñable—. El postulado de la escasez, fundamental en la economía, también está basado en este postulado unisex. Los hombres y las mujeres no serían capaces de competir por el “trabajo” si éste no se hubiera redefinido como una actividad que conviene a los humanos, sin distinción de sexo. La teoría económica está fundada en la existencia de este _humano_ desprovisto de género, “agenérico”. Así, una vez que la escasez es aceptada, el postulado unisex se propaga. Toda institución moderna, desde la escuela a la familia, del sindicato al tribunal, retoma por su cuenta el postulado de la escasez, y por lo tanto disemina en la sociedad el elemento que lo funda: el postulado unisex. De esta manera, los niños y las niñas tienen desde ese momento la necesidad del sistema educativo para crecer. En las sociedades tradicionales, solían llegar a la edad adulta sin que las condiciones de su crecimiento hubieran sufrido escasez alguna. En la actualidad, las instituciones de enseñanza les señalan que el conocimiento y la habilidad son bienes deseables pero escasos, y por ende objeto de competencia entre los hombres y las mujeres. Pero la educación, ejemplo _típico_ de una necesidad moderna, va todavía más lejos: postula la escasez de un valor _unisex;_ enseña que el niño o la niña que de ella “se benefician” son primordialmente seres humanos para quienes es necesaria una educación a-genérica. Las instituciones económicas, desde entonces, se fundan en la suposición de la escasez de valores a-genéricos deseables —o necesarios— para seres económicos neutros que pertenecen a ambos sexos biológicos.[^f6]
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+Inexorablemente, las instituciones económicas transforman ambos géneros en algo nuevo: seres neutros económicos que sólo difieren, de manera incidental, por su sexo. Un bulto característico, aunque accesorio, bajo los pantalones de mezclilla, es todo lo que distingue, en adelante, a los dos tipos de trabajadores, y sin embargo privilegia a uno respecto al otro. La discriminación _económica_ de las mujeres no habría podido existir sin la abolición del género y la construcción social del sexo.[^f7] Es esto lo que quiero demostrar. Y si esto es verdad, es decir, si el crecimiento económico destruye el género intrínsecamente, irremisiblemente, si en consecuencia el crecimiento económico es sexista, entonces el sexismo no disminuirá sino “al precio” de una contracción de la economía. La condición necesaria, aunque todavía insuficiente, para producir el declive del sexismo, es la reducción de la relación monetaria y la expansión de las formas de subsistencia fuera del mercado, fuera de la economía.
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+Hasta hoy, dos realidades motivaban poderosamente la adopción de medidas de crecimiento negativo: la degradación del medio ambiente[^f8] y la contraproductividad paradójica.[^f9] Una tercera se viene a añadir ahora: es necesario el crecimiento negativo para reducir el sexismo. Esta proposición habrá de chocar a los críticos que, con las mejores intenciones posibles, desde hace un año intentan apartarme de mi actual argumentación, unos porque temen que yo me exponga al ridículo, otros porque temen que su sueño del crecimiento combinado con la igualdad habrá de parecer una fantasía. Sin embargo, pienso que ha llegado el tiempo de trastornar las estrategias sociales, de reconocer que la paz entre los hombres y las mujeres, cualquiera que sea la forma que puede asumir, depende de la contracción de la economía y no de su expansión. Hasta hoy en día, ni la buena voluntad ni la lucha, la legislación o la tecnología, han podido contrarrestar la explotación sexista que es característica de la sociedad industrial. Demostraré que en una sociedad donde impera el mercado es insostenible interpretar esta degradación económica de uno de los sexos como la exacerbación del machismo. Siempre que la igualdad de los derechos ha sido promulgada y puesta en vigor, siempre que la paridad de los sexos se ha puesto de moda, estas innovaciones han dado la impresión de una victoria de las élites que las propusieron y obtuvieron, pero la mayoría de las mujeres nada ganó con ellas e incluso a veces las padeció.
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+El ideal de la igualdad económica de los sexos está en vías de morir, como también el ideal del crecimiento que habría de reducir la distancia entre el Norte y el Sur, en términos del producto nacional bruto. En vez de seguir apegados al sueño de un crecimiento no sexista, la razón exige orientarse hacia una contracción de la economía —en cuanto política que permita el surgimiento de una sociedad menos sexista, aunque no pueda dejar de serlo del todo—. Bien sé que una sociedad industrial sin jerarquía sexista no es más concebible que una sociedad preindustrial sin _género_, es decir, sin una división clara entre lo que los hombres y lo que las mujeres hacen, dicen, ven. Estas son quimeras que han sido creadas por uno o por el otro sexo. Pero la reducción de la relación monetaria, es decir, a la vez de la producción mercantil y de la sujeción a tal producción, _no es_ quimérica. Ciertamente implica la renuncia a las expectativas y conductas cotidianas que hoy se consideran “naturales”. Incluso entre aquellos que saben que los dos términos de la alternativa son el retroceso o el horror, muchos ven en ello una elección imposible. No obstante, cada vez son más las personas informadas y los expertos —algunos convencidos, otros oportunistas— que reconocen que esta reducción es necesaria. Se empieza a ver que la condición de la sobrevivencia es el desprendimiento progresivo del nexo monetario. Sin “crecimiento negativo” es imposible mantener el equilibrio ecológico, alcanzar la justicia entre las regiones del mundo y la paz entre los pueblos. Y esta tendencia tendrá que ser mucho más acentuada en los países ricos que en los países pobres. Lo máximo a lo que pueden aspirar es a que haya igual acceso a los recursos escasos del mundo, en un nivel quizá comparable al que existe actualmente en las naciones más pobres. La traducción fáctica de tal proposición, su instalación específica, exigiría una alianza multiforme entre muchos grupos que poseen vocaciones diferentes, a fin de buscar la recuperación de los ámbitos de comunidad que englobo con el término de “ecología política radical”.[^f10] Para incorporar en esta alianza a aquellos que deploran la pérdida del género, tendré que demostrar que existe un vínculo entre el crecimiento negativo y la reducción del sexismo.
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+La demostración de la relación entre el sexismo y la economía requiere la construcción de una teoría. Esta teoría es una condición necesaria para la realización de una historia de la escasez.[^f11] Como se verá, yo prefiero esclarecer mi razonamiento teórico mediante ejemplos, antes que cargarlo de datos. Los datos, cuando existen, los proporciono en las notas. En virtud de la novedad del acercamiento teórico y de la pobreza de los estudios empíricos realizados de acuerdo con esta perspectiva, a veces he tenido que emplear un nuevo lenguaje. No obstante, hasta donde me ha sido posible, he elegido vocablos antiguos que he empleado de forma nueva, a fin de expresar con precisión tanto la teoría como los hechos probados.
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+La estructura teórica me autoriza a contraponer dos modos de existencia que yo denomino, respectivamente, el _reino del género vernáculo_ y el _régimen del sexo económico_. Estos términos indican por sí mismos que en ellos hay dos formas duales que son de naturaleza _muy_ distinta.[^f12] Por “género” yo entiendo la dualidad que coloca respectivamente a hombres y mujeres en circunstancias y condiciones que les impiden decir, hacer, querer o percibir “la misma cosa”. Por “sexo económico” entiendo la dualidad que propende hacia la meta ilusoria de la igualdad económica de los hombres y las mujeres. En esta última construcción de la realidad, como lo demostraré, la dualidad misma es casi por completo artificial.
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+Este ensayo reviste la forma de un epílogo, el epílogo de la era industrial y sus quimeras. Al redactarlo, volví a ver de manera nueva —que sobrepasa mis conjeturas de 1971 en _La convivencialidad_— lo que nuestra era ha destruido irremediablemente. En cuanto al futuro, no sé ni diré nada, lo ignoro.
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+## El sexo económico
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+ES UN HECHO evidente que las mujeres sufren discriminación económica. Quince años de investigaciones de las feministas, con base en una masa enorme de pruebas, lo han demostrado sin lugar a dudas. Pero falta realizar todavía dos tareas capitales. La primera consiste en diferenciar tres campos inherentes a toda economía moderna. Al hacer esta diferenciación, aparecerán tres formas de discriminación que se han confundido hasta hoy. La segunda tarea consiste en comprender la diferencia entre estas tres formas de discriminación _económica_ de las mujeres, y la subordinación patriarcal de las mujeres en sociedades donde no existe el nexo monetario. Examinaré aquí los tres distintos tipos de discriminación en relación con las mujeres, a fin de comprender sus respectivas formas. Una vez reconocido el predominio de uno de estos tipos de discriminación económica en una variedad del trabajo femenino, será posible saber en cuál de las tres “economías” fundamentales se inserta este trabajo. En efecto, como un espejo, la estructura de la discriminación sexista refleja la división de la “economía” en las sociedades industriales avanzadas. La economía, que reposa en los intercambios codificados entre productores y consumidores de bienes o de servicios, se divide en el sector estadísticamente aparente y el sector no aparente —dominios señalados y ocultados de la discriminación de las mujeres en el trabajo—. Existe una tercera economía, a la vez invisible y oculta, que es el tercer ámbito de la discriminación de las mujeres: el trabajo fantasma.
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+### La economía aparente
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+En el curso de los años, la discriminación de las mujeres en los puestos de trabajo remunerados, gravables y estadísticamente registrados, no se ha hecho más severa sino más variada.[^f13] Actualmente, 51% de las norteamericanas forma parte de la población activa. En 1880 solamente lo era 5%. En la actualidad, constituyen 42% de la fuerza de trabajo, en comparación con 15% entonces. Por último, 50% de las mujeres casadas se ganan la vida afuera, contra 5% hace un siglo. Hoy en día, todas las profesiones y las carreras están abiertas legalmente para las mujeres, mientras que en 1880 en la mayoría se las excluía. Hoy en día, las mujeres tienen empleo durante aproximadamente 28 años, en 1880 la cifra era de cinco años como término medio. ¿Se habrá de inferir que hemos progresado considerablemente en la vía de la igualdad económica? Veamos lo que nos dice un parámetro significativo: el de los salarios. El salario medio anual de una mujer que trabaja tiempo completo aún fluctúa en torno a una proporción mágica (3/5) de los ingresos medios de un hombre: 59% ± 3% —el mismo porcentaje que hace un siglo—.[^f14] Ni el acceso a la enseñanza, ni las estipulaciones legales o la retórica revolucionaria —política, tecnológica, sexual—–han modificado la relación de inferioridad entre las ganancias femeninas y las masculinas.[^f15] Lo que a primera vista se podría interpretar como una serie de avances hacia la equidad, en la perspectiva de la mujer media, no es de hecho más que una serie de sucesos por los cuales a un número creciente de mujeres se les ha incorporado silenciosamente en la población que profesionalmente sufre una discriminación en razón de su sexo. Los ingresos medios de la vida de trabajo de una mujer con diploma universitario continúan siendo comparables con los de un hombre que acaso terminó el bachillerato.
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+Me ha tomado tiempo asimilar el alcance de estas cifras y datos. Al principio reaccioné como lo había hecho años antes cuando vi los datos respecto a la “eficacia” de la medicalización. En ese momento me negué a creer que desde 1880 la expectativa de vida de un norteamericano de edad madura no había cambiado ostensiblemente. No podía entender cómo un incremento, en dólares contantes, de 25 veces en las sumas aportadas a la medicina, de las cuales una parte desproporcionada se dedicaba al tratamiento y prevención de las enfermedades de las personas que se encontraban en la segunda mitad de vida, no había conducido a un aumento considerable de la esperanza de vida. Es verdad que la tasa de supervivencia infantil se ha elevado notablemente; que muchas más personas alcanzan los 45 años; que los cuerpos maltrechos por los accidentes pueden reconstituirse mediante el plástico y el aluminio; que muchas enfermedades infecciosas han sido aniquiladas. Pero la esperanza de vida de un ciudadano de edad madura no se ha modificado significativamente. La medicina tiene un papel mínimo en el aumento o disminución de la supervivencia en el umbral de la muerte. Nuestras sociedades constantemente soslayan el hecho de que el dinero, la cirugía, la química y la buena voluntad fracasan en la lucha contra la muerte. Esto forma parte de aquellas cosas que al parecer tienen que ser negadas mediante el ritual o el mito.[^f16]
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+Aunque totalmente distinta, la discriminación económica contra las mujeres en cuanto grupo constituye una realidad que rehúsan ver muchos de nuestros contemporáneos, a quienes sin embargo animan las mejores intenciones. En la misma medida que la poliomielitis y la difteria han desaparecido, la exclusión de las muchachas en los liceos y las universidades ha desaparecido. Así como los cinturones de seguridad ofrecen protección en los accidentes, los circuitos interiores de televisión protegen contra las violaciones. De igual manera que existen programas destinados a la salud de los pobres, hay becas de estudios destinadas al acceso de las mujeres en los más altos niveles académicos. Y, sin embargo, ni un solo programa ha modificado la expectativa de vida de los adultos ni la diferencia en los ingresos de los sexos.[^f17] He aquí una realidad que es difícil encarar.
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+La diferencia invariable entre los ingresos de uno y otro sexo no es más que un aspecto de la discriminación económica en relación con las mujeres en el terreno del trabajo, del mismo modo que el estancamiento de la esperanza de vida de los adultos no es más que un aspecto del fracaso de la medicina moderna en mejorar la “salud”. Se podría objetar que _de hecho_ los colosales esfuerzos del sistema médico moderno han alargado la esperanza de vida de los adultos en la medida en que un mundo de _smog_ y _stress_ habría descendido por debajo de la de muchos países pobres. De igual manera, se podría objetar que las luchas combinadas de legisladores, sindicatos, feministas e idealistas han evitado que aumente la diferencia de ingresos en una sociedad que se ha vuelto cada vez más sexista. Sería posible estimar que tal visión pesimista de la sociedad industrial está absolutamente fundada. Multitud de señales atestiguan que la rápida declinación de la esperanza de vida, para todas las edades, que desde hace 20 años se observa en la URSS,[^f18] no es sino la anticipación de una tendencia similar en los países industrializados; paralelamente, el retroceso en relación con tantos pretendidos progresos relacionados con la igualdad de oportunidades, consecuencia directa de la crisis actual del empleo, es en realidad una tendencia que no se invertirá jamás.[^f19] Pero independientemente de que se adopte la actitud optimista o la pesimista, una cosa parece empíricamente clara: la proporción de los ingresos que se niega a la mitad de la población por motivo de su sexo parece ser un factor tan invariable como la esperanza de vida de los adultos —o incluso, según algunos, como la incidencia total del cáncer, en cuanto fenómeno social de la raza humana—.
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+Las investigaciones que las mujeres llevaron a cabo durante los años sesenta abordaban dos grandes temas: la violencia física que contra ellas ejercen violadores, maridos y médicos, y las condiciones de trabajo de las obreras. Los esquemas que estas dos orientaciones académicas revelan son extremadamente uniformes y deprimentes. En todos los países la discriminación y la violencia aumentan al mismo ritmo que el desarrollo: mientras más dinero aporta su trabajo, menos ganan las mujeres y más son víctimas de violaciones.[^f20] Esta configuración social, durante tanto tiempo negada, desde hace 10 años se ha venido aceptando con hipocresía. En relación con el trabajo, la primera ola de las investigaciones que realizaron las mujeres en el seno de las universidades norteamericanas, trataba principalmente sobre la condición obrera de las mujeres: bajos salarios, opciones potenciales limitadas, nivel profesional degradante, poca representación en el aparato sindical y precariedad en el empleo. En 1981, la Organización Internacional del Trabajo indicaba que en el mundo entero la mayoría de las mujeres tienen empleos urbanos no sindicados, y esto en un número reducido de categorías; cuando pertenecen a un sindicato, los contratos colectivos rara vez las toman en cuenta, e incluso cuando un sindicato está principalmente constituido por mujeres, los cuadros que las representan durante las negociaciones son de hombres. Es evidente que los numerosos estudios sobre este hecho son inútiles, que en ningún lugar el progreso económico ha hecho disminuir la diferencia de las remuneraciones. Estas investigaciones sólo llevan a la inútil multiplicación de los datos; benefician a quienes con ellas acumulan distinciones académicas y proporcionan fundamentos cada vez más firmes a esos teóricos que en la redundancia quieren ver la explicación.[^f21]
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+En conjunto, la investigación feminista de la posguerra al principio surgió de los movimientos de las mujeres y se orientaba a la acción. Las adeptas de la retórica liberal reclamaban igualdad de oportunidades, junto con programas de ayuda; otras se nutrían en los libros sacrosantos, rumiaban a Marx, Freud y Reich a fin de obtener la aprobación de un _establishment_ alternativo. Se descubría la “reproducción”.[^f22] Los derechos de las mujeres y los derechos de los trabajadores parecían compatibles con el desarrollo y el progreso. A pesar de sus debilidades y monotonías, estas investigaciones siguen siendo fundamentales para nuestra comprensión del funcionamiento de la sociedad industrial. Revelaron la sorprendente homogeneidad de la discriminación de las mujeres en el seno de la esfera del trabajo, sin importar los países o los ámbitos: socialistas o capitalistas, ricos o pobres, latinos o anglosajones, católicos, protestantes o shintos. En los niveles comparables de ingresos, las mujeres sufrían el mismo menoscabo en Francia que en Japón, por ejemplo. El esquema que las excluye de las remuneraciones privilegiadas es más uniforme que el que preside la discriminación hacia los negros o los judíos. Por añadidura, en ninguna parte del mundo las mujeres han podido instaurar un régimen femenino; existe la Tanzania de Nyerere, el Israel de Begin, pero no se ve ninguna Amazonia.
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+### La economía inaparente
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+Hay muchos tipos de actividades económicas que los gobiernos y sus economistas no revelan —sean o no capaces de hacerlo—. En algunos casos son incapaces de obtener los datos; en otros, no sabrían cómo designarlos o evaluarlos, aun cuando quisieran ponerlos al descubierto. Esta acumulación de actividades que los economistas excluyen de sus estadísticas habituales da lugar a una plétora de designaciones. Algunos lo llaman el sector informal, otros el sector cuaternario, aún otros el “sector D”, que ocupa el cuarto rango de importancia económica, tras el sector primario de la “extracción”, el sector secundario de la “manufactura” y el sector terciario de los “servicios”. Hay quienes hablan de economía doméstica, de economía moderna del trueque, de economía de las “transferencias en especie” o de mercado no monetario. También hay algunos que hablan de zonas de actividades individuales, espontáneas o de ayuda mutua.[^f23] Los marxistas no vacilan en etiquetar este tipo de trabajo: lo llaman “reproducción social” y, con base en esto, se dividen en sectores, cada cual pretendiendo saber mejor que los demás el significado del término. Para terminar de confundirlo todo, hacia mediados de los años setenta se puso de moda entre las feministas denominar “trabajo de mujeres” aquellas actividades, y designar “amos de casa” a los hombres que lo ejercieran —calca inversa del sexismo—.
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+No es fácil evaluar el volumen de esta economía no oficial. Representa un montón de actividades que se pagan con dinero contante, pero no mediante un salario legalmente declarado que otorga el derecho a las prestaciones de la seguridad social —y también se retribuyen en especie—. Está constituida en su mayor parte por un comercio fuera del mercado oficial, por intercambios de favores o retribuciones monetarias de servicios que en su totalidad escapan al fisco o a la estadística. En Yugoslavia hay que regalarle un pollo al médico estatal para que se ocupe de uno, y en Polonia huevos de gallina al funcionario del estado civil que expide los permisos de matrimonio. En la URSS, más de tres cuartas partes de los huevos, la leche, el queso y las legumbres que consumen los hogares provienen del mercado paralelo; los libros se adquieren clandestinamente o en forma de _samizdat_. En los Estados Unidos, las transacciones que escapan a todo control son las de los cultivadores californianos de marihuana —cuyas cosechas valen miles de millones de dólares— y las de los importadores clandestinos de heroína afgana, todas las cuales incluyen los sobornos a los policías. Pero todavía existen otras formas: los trabajos agrícolas temporales, la vendimia o la cosecha de cítricos, por ejemplo, que efectúan los inmigrantes mexicanos ilegales, o el intercambio de favores: tú cuidas del jardín de un abogado, por ejemplo, y él a cambio cuida que tu casa, la cual edificaste sin el permiso de construcción, escape a la inspección administrativa; o el mecánico que remplaza el carburador del automóvil del contador a cambio de que, por su lado, le llena su declaración de impuestos. Todas estas transacciones, que son acuerdos particulares entre contratantes de buena fe, participan de la economía inaparente. En algunas el dinero interviene, mientras que otras se realizan a base del trueque. Son todas de carácter económico, pero ninguna estadística las toma en cuenta. Las hay legales y delictivas. Algunas perjudican al cliente más de lo que podrían hacerlo los servicios profesionales, y otras lo perjudican menos. Algunas otras proporcionan ventajas financieras, en contraste con la pesadez de las reglamentaciones oficiales, mientras que otras representan una explotación pura y simple. Pero todas constituyen intercambios evidentes de servicios, de productos o de dinero, y por lo tanto están relacionadas con un modelo mercantil.
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+Se ha intentado evaluar el volumen de esta economía clandestina, al menos por comparación con el producto nacional bruto. El gobierno británico estima en 7.5% del PNB (¡y no solamente de los salarios!) la consecuente pérdida fiscal.[^f24] Esta cifra no representa más que una pequeña porción del mercado que escapa a su control. El fisco norteamericano (Internal Revenue Service, Washington, D. C.) evaluaba en 135 billones de dólares el producto de las actividades de los individuos o de las empresas que no fueron gravadas por las agencias federales en el año 1976. Esta cifra se encuentra en un informe sobre el volumen de los ingresos sin gravar, pero no toma en cuenta la evasión fiscal mediante el artificio de los honorarios profesionales, de las pérdidas ficticias y de otras astucias legales, todas las cuales pueden alcanzar en total una cantidad similar. Según evaluaciones recientes, en los Estados Unidos esta economía ignorada crece más rápidamente que la economía oficial, sobrepasando inclusive la tasa de inflación.[^f24] Si a esto se suman las transacciones monetarias (pero que escapan a las estadísticas) y no monetarias en los Estados Unidos, el total iguala indudablemente el volumen de la economía —excluyendo el sector militar— con base en el cual los economistas establecen globalmente sus indicadores, sus previsiones y sus recomendaciones. Y mientras que en la economía oficial, base de las deducciones fiscales y de los estudios estadísticos, la mano de obra en gran medida se emplea en la creación artificial del seudo trabajo que produce artículos inútiles y servicios superfluos, suscitando controles sociales fútiles e intermediarios económicos parásitos, en la economía inaparente la eficacia media es superior, según las estimaciones. Fue gracias al vigor de su “mercado negro” que un país como Italia pudo atravesar 10 años durante los cuales los economistas no cesaban de vaticinarle una bancarrota inminente, y que los países socialistas pudieron sobrevivir a una gestión tan catastrófica que teóricamente debería haber hundido sus economías.
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+Una cosa es indudable en todo esto: incluso al eliminar con esmero del mercado inaparente todas las actividades de subsistencia y todas las tareas domésticas típicamente femeninas (las cuales no están incluidas en el modelo mercantil), esta economía que anteriormente no se percibía, que crece proporcionalmente con mayor rapidez que el PNB oficial, contiene una parte de discriminación sexista que sólo ocasionalmente se ha abordado. Sin embargo, en este sector, donde se crean nuevos empleos mientras que el “desempleo” oficial aumenta, las mujeres están en peligro de caer en una situación todavía peor que en el sector oficial. Aquí no tienen curso las estipulaciones legales contra la discriminación o por la igualdad de derechos. En comparación con los “informales”, los obreros agrícolas, los vendedores de drogas y los sobornados, cuyas actividades son ilegales aunque lucrativas, las mujeres deben conformarse con la prostitución, el pequeño chantaje o la guarda de objetos robados. Los recursos típicos de las “informales” honestas son ser sirvienta y mecanógrafa a domicilio.[^f26]
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+La corriente de la escuela de Chicago que a sí misma se denomina “nueva economía doméstica”[^f27] y los recientes estudios de orientación política que abordan la economía inaparente, por lo menos tienen algo en común: reconocen que el trabajo del “mercado negro” que no proporciona ingresos fiscales, y los trabajos domésticos, que tampoco lo hacen, aun cuando a veces reciben una compensación monetaria, no dejan de contribuir al PNB, y en una proporción muy importante. Pero esto los lleva a inventar categorías nuevas que de hecho confunden una vasta gama de actividades inaparentes con el trabajo de las mujeres, tanto en el hogar como en la cama. La debilidad teórica de estas nuevas nociones reside en su incapacidad de trazar distinciones nítidas, pero, además, esta corriente de Chicago disimula perniciosamente la situación de las mujeres.[^f28] Ellas saben muy bien que se las excluye más efectivamente de la economía inaparente que del empleo asalariado donde deben pagar impuestos, pero que están _encadenadas_ por la discriminación a los trabajos domésticos. Aunque la perspectiva de los economistas de Chicago resulta molesta, esta distinción formal entre dos actividades económicas es capital para las mujeres. Al considerar los trabajos domésticos como un “tipo ideal” de la actividad económica, revela las dos características que los distinguen del trabajo que depende del sector económico comercial: se imputa su valor y no es posible “desintermediarlos”.[^f29]
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+### El trabajo fantasma
+[^f30]A mediados de los años setenta, los estudios femeninos relacionados con el análisis económico cambiaron de orientación. Algunos tropezaron con nociones que no entraban en ninguna de las categorías vigentes en historia, economía, etnología o antropología. La cuestión de los salarios se consideraba secundaria respecto a algo muchísimo más importante: ¿cómo explicar que las mujeres en toda sociedad industrial, además de sufrir la discriminación en el empleo, son obligadas, fuera de las horas laborales, a llevar a cabo una variedad nueva de trabajo _económicamente_ necesario, pero sin percibir _remuneración alguna?_ Se hacía patente que las mujeres pierden cuando buscan un empleo, cuando piden una promoción, cuando intentan conservar un empleo “provechoso”. Sucedía que fuera del trabajo asalariado —que durante el siglo XIX se hizo reglamentario— y paralelamente a éste, una nueva forma de actividad había nacido. En ésta, las mujeres tenían que trabajar mucho más que los hombres y de manera diferente. En el empleo se les pagaba —y paga— menos de lo justo; por añadidura, se veían obligadas a desempeñar formas de trabajo que no existían antes del nacimiento del salariado.[^f31]
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+Los historiadores del trabajo doméstico han aportado las mejores pruebas de la nueva economía subterránea. Sus investigaciones me hicieron comprender que la diferencia entre los trabajos domésticos de ayer y hoy no puede describirse fielmente mediante el lenguaje tradicional, y tampoco expresarse satisfactoriamente con la jerga de las ciencias sociales. Los trabajos domésticos de la mujer moderna no tienen su origen en los de las mujeres del pasado. Y ésta es incapaz de concebir que su antepasada no hubiera tenido la obligación de trabajar en una economía subterránea. Tal como son descritas por los nuevos historiadores de los trabajos domésticos, las actividades típicas del ama de casa[^f32] en su apartamento moderno no tienen absolutamente nada que ver con lo que hacían las mujeres antes de la sociedad industrial; estas actividades no pueden ser analizadas adecuadamente como si fueran del sector informal, ni tampoco como categorías dogmáticas de la “reproducción social”.
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+Al examinar con atención estos fenómenos que los antropólogos y los historiadores del trabajo doméstico han descrito, vi que el mercado contemporáneo del trabajo, tanto el aparente como el inaparente, no es más que la punta del iceberg: la mayor parte del trabajo se realiza en la economía subterránea. Cuando aumenta el empleo, en las diferentes formas de salariado, las penosas tareas informales se extienden también. Y los trabajos domésticos modernos son una parte típica, aunque no exclusiva, de esta realidad subterránea, que no solamente es inaparente, sino también imperceptible para los faros económicos. Como la nomenclatura corriente no permite hacer la distinción, yo contrapondré al trabajo que se realiza en la economía aparente e inaparente, la economía subterránea del “trabajo fantasma”, que es su complemento.[^f33]
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+Al contrario de la producción de bienes y servicios, el trabajo doméstico lo realiza el consumidor de la mercancía misma, el hogar consumidor. Llamo “trabajo fantasma” a toda actividad mediante la cual el consumidor transforma la mercancía comprada en un bien utilizable. Con el término “trabajo fantasma” designo el tiempo, la labor y el esfuerzo que hay que gastar para añadir a la mercancía comprada ese valor adicional sin el cual ésta es inutilizable. Este término designa las actividades que la gente tiene que realizar si es que quiere satisfacer sus necesidades mediante mercancías. Al introducir el término “trabajo fantasma”, distingo, por ejemplo, la confección de un plato de huevos hoy en día y en el pasado. Cuando el ama de casa moderna va al mercado, compra los huevos; regresa al hogar en su automóvil, toma el ascensor hasta el séptimo piso, enciende la estufa, toma la mantequilla del refrigerador y cocina los huevos; cada uno de sus gestos añade valor a la mercancía. No sucedía lo mismo con su abuela. Ésta iba a buscar los huevos al gallinero, disponía la manteca que ella misma había fundido, hacía fuego con ramas que los niños recogían en el bosque comunal, y añadía a los huevos un poco de sal que había comprado. Este ejemplo, que puede parecer romántico, muestra claramente la diferencia. Ambas mujeres cocinan huevos, pero sólo una utiliza mercancías y bienes cuya producción depende de una fuerte inversión de capital: automóvil, ascensor, estufa eléctrica con todos sus accesorios. La abuela desempeña las tareas específicas de su género y así crea la subsistencia; la otra debe resignarse a llevar la carga doméstica del trabajo fantasma.[^f34]
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+La transformación de las tareas domésticas no es para nada superficial, sino muy profunda. El aumento creciente del nivel medio de vida hace que estos trabajos dependan cada vez más de los bienes de capital porque introduce en el hogar muchas máquinas y novedades. La inversión de una familia canadiense media en sus enseres domésticos —y lo mismo se podría decir de todo hogar moderno— es en nuestros días superior a la inversión material media de una fábrica para un puesto de trabajo manual en las dos terceras partes de las naciones del mundo. De allí resulta que los trabajos domésticos son más sedentarios, y que la incidencia de las várices ha disminuido. Para una minoría de las mujeres, esto ha significado un trabajo interesante, remunerador, así como ratos de ocio “para cultivarse o divertirse”. Pero los nuevos trabajos domésticos también son más solitarios, monótonos, impersonales y bastante más contaminantes. El consumo de valium y el embrutecimiento ante la pantalla de la televisión se encuentran entre los paliativos de este tipo de estrés suave.[^f35] El trabajo doméstico se ha convertido en el paradigma de la nueva actividad _económica_ no retribuida que en la sociedad de la computadora y el microprocesador es económicamente más fundamental que el trabajo productivo —ya sea que esta producción figure o no en los informes de los economistas—.
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+El trabajo fantasma sólo se hizo posible cuando el hogar se convirtió en un recinto organizado para la función económica que consiste en dar a las mercancías un “valor agregado”. No podía hacerse típicamente femenino sino desde el momento en que los hombres cambiaron el hogar por la fábrica o la oficina. Desde entonces, el hogar tenía que subsistir con lo que un salario podía comprar —un salario para el ingeniero y, forzosamente, varios para la familia del obrero—. La mujer de éste lavaba ropa ajena en casa, su hija se colocaba como sirvienta. Agregar valor a lo que el salario producía, y esto de forma no retribuida, se convirtió en el trabajo de las mujeres. Sus ocupaciones fueron definidas en términos que correspondían al nuevo empleo que se les asignaba. Las dos variedades de trabajo, el trabajo remunerado y el trabajo fantasma, proliferaron con la industrialización. Las dos funciones nuevas, la del sostén de la familia y la de la persona mantenida, dividieron al conjunto de la sociedad. La ropa de mezclilla y la fábrica definían a la primera, a la segunda el delantal y la cocina. Y cuando la mujer encontraba un trabajo salariado, se le compadecía y se le pagaba menos.
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+Aunque en el siglo XIX las novedades tecnológicas revolucionaron las condiciones del trabajo fuera de casa, no influyeron mucho en el quehacer doméstico, aunque sí enclaustraron todavía más a la mujer en el hogar. Puesto que ella sólo tenía que dar vuelta a una llave para obtener agua, ya no se reunía con sus amigas en la fuente. Aunque económicamente el trabajo de las mujeres asumía una forma sin precedente, técnicamente no parecía haber una ruptura con el pasado. A principios del siglo XX, las instalaciones higiénicas interiores y las nuevas energías domésticas, el gas y la electricidad, cuya utilización sería casi universal en las zonas urbanas de los Estados Unidos hacia 1920 y en las pequeñas ciudades hacia 1930, no eran entonces más que posibilidades tecnológicas, en su conjunto. Sólo recientemente, durante el segundo cuarto de ese siglo, la técnica pudo transformar la realidad material de los trabajos domésticos; simultáneamente, la radio y luego la televisión comenzaron a remplazar las conversaciones en el seno de las comunidades. La industria empezó entonces a producir maquinas para el trabajo fantasma. Si bien gracias al progreso industrial el trabajo fabril requería menos mano de obra, los trabajos domésticos, sin que por eso disminuyeran, se hacían tributarios de una inversión de capital que se multiplicó desmesuradamente.[^f36]
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+Se suele describir el progreso económico como un proceso creador de puestos de trabajo, creador de _empleos_. Pero también se puede describir con igual legitimidad como un proceso mediante el cual más mercancías se ofrecen en el mercado; cada una ha sido convertida en una necesidad y cada una exige un _input_ creciente de trabajo fantasma antes de poder satisfacer una necesidad.[^f37] El desarrollo, en su sentido usual, es una operación en la que la producción se basa en una fuerte inversión de capital. Pero es posible definirlo como un proceso mediante el cual el trabajo fantasma se vuelve necesario, sobre la base de una inversión creciente de capital, a fin de alcanzar un nivel mínimo de bienestar.[^f38] Muy probablemente, el volumen del trabajo asalariado productivo no aumentará más, en ningún lugar del mundo, y los empleos estériles que se inventan de la nada con el propósito de dar ocupación a la gente —el sector terciario e incluso “cuaternario” de servicios— ya no serán retribuidos de manera tan exorbitante como hasta hoy ha sido. La automatización disminuirá el volumen global del trabajo asalariado y conducirá a la comercialización de mercancías que requerirán todavía más —no menos— labor gratuita del comprador-utilizador. Esta parte oculta del crecimiento económico, el crecimiento previsible del trabajo fantasma, paralelamente con la reducción del volumen del trabajo salariado, acarreará un nuevo tipo de discriminación de las mujeres: la discriminación en el trabajo fantasma.
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+El trabajo fantasma no es el dominio exclusivo de las mujeres. Es patentemente tan unisex como el trabajo asalariado. También los hombres agregan, sin retribución alguna, un valor a la producción industrial. El marido que estudia obsesivamente un tema árido y difícil con la intención de prepararse para los exámenes que le permitirán subir en el escalafón, el habitante de los suburbios que pierde horas para transportarse a la fábrica o a la oficina, también hacen su parte de trabajo fantasma. Ciertamente, el “consumidor” por excelencia es el hogar, que la mujer dirige —eufemismo para expresar que allí sufre y trabaja—. Pero hablar de la _discriminación_ de las mujeres en el seno del trabajo fantasma no tendría sentido si sólo ellas cargaran con todo el peso. Sin embargo, esta discriminación existe, y de manera aún más intensa que en el trabajo asalariado. De manera menos mensurable pero mucho más masiva que en el trabajo asalariado, hay en la sujeción al trabajo fantasma una diferencia entre los sexos. Las mujeres están atadas a éste de forma más amplia, están obligadas a consagrarle más tiempo, tienen menos posibilidades para librarse de él, su carga no disminuye cuando consiguen un empleo fuera de casa, y a ellas se las penaliza más cuando se niegan a realizarlo. La parte que se le roba a las mujeres en virtud de la discriminación en el empleo, ya sea declarado o no declarado, no es más que una pequeña fracción de lo que deberían percibir por el trabajo fantasma que realizan sin retribución en su hogar.
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+El dominio educativo proporciona un buen ejemplo de esto. En el pasado, los niños crecían sin pasar por un proceso “económico”: lo que el niño o la niña aprendían en casa no era poca cosa. Todos aprendían la lengua vernácula y las habilidades indispensables para la vida vernácula. Con rarísimas excepciones, jamás hubiera sido posible describir el hecho de criar a un niño como un proceso de capitalización de la mano de obra. Todo ha cambiado hoy en día. Los padres se han convertido en educadores auxiliares en el seno del sistema educativo. Son responsables de impartir los básicos _inputs_, o insumos, de capital humano, para utilizar la jerga de la economía, gracias a los cuales su vástago podrá ser calificado de _homo œconomicus_. Lógicamente, al economista del dominio educativo le interesa que la madre inyecte en su hijo la mayor cantidad de _input_ posible, sin costo alguno para el sistema. Como lo expresa un economista:
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+… cuando los niños entran en la escuela, entre ellos existen importantes diferencias respecto a la capacidad verbal y matemática. Estas diferencias reflejan, primero, la diversidad de sus aptitudes naturales y, luego, la cantidad de capital humano que el niño adquirió antes de la edad de seis años. Los _stocks_ almacenados de capital humano reflejan, a su vez, diversos _inputs_ de tiempo y otros recursos provenientes de los padres, maestros, hermanos y del niño mismo. El proceso de adquisición de un capital preescolar es análogo a la adquisición posterior de capital humano mediante la enseñanza escolar y la formación laboral.[^f39]
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+Las aportaciones de tiempo y esfuerzos que la madre aporta gratuitamente a la capitalización de su hijo, en este pasaje se describen precisamente como la fuente primera de la formación de un capital humano. Es una afirmación grotesca; sin embargo hay que reconocer la veracidad de su contenido en una sociedad donde se considera que hay escasez de talento y que por lo tanto debe producirse económicamente. El trabajo fantasma de la madre constituye una actividad económica de la que dependen en última instancia la ganancia bruta de autofinanciamiento, los salarios y la plusvalía del capital. Y la “operativización” del trabajo fantasma constituye paulatinamente la nueva estrategia del desarrollo que no puede designarse más adecuadamente que como la _colonización del sector informal_.
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+Sin embargo, no es posible medir el trabajo fantasma con unidades monetarias, aunque es posible traducir esta actividad, actualmente impuesta en forma de trabajo fantasma, como trabajo realizado contra salario. Fue esto lo que se intentó en relación con el transporte laboral. Con base en un modelo sueco, ciertos sindicatos austriacos consiguieron de los patrones que se incluyera el transporte en el tiempo de trabajo. Les hicieron ver que esos largos desplazamientos son imposiciones laborales —pues las fábricas no están situadas en lugares de acceso fácil para los trabajadores, sino allí donde el terreno es barato y las autopistas numerosas, y donde las residencias patronales pueden implantarse en las cercanías—.[^f40] El trabajo fantasma del obrero que acude a su lejana fábrica, por ejemplo, consiste en ir a recoger la mano de obra (es decir, a sí mismo) con su auto personal, y en fungir de chofer para conducir hasta el lugar de trabajo a la máquina humana que el patrón alquila, mediante contrato, ocho horas por día. Por añadidura, este trabajo fantasma requiere de una fuerte inversión de capital. Una buena parte de lo que gana cotidianamente el trabajador se dedica a la compra y mantenimiento del vehículo, y a los impuestos que financian las autopistas por donde circula. Estos traslados, ya sea que se efectúen en automóvil, autobús o bicicleta, representan trabajos fantasma. Ciertos pequeños sindicatos han ganado juicios en esta materia. A sus miembros se les consideró como choferes que llevaban hasta el sitio de trabajo la máquina humana que ellos mismos eran. Pero si esta clase de argumentación se generalizara, si por doquier los trabajadores recibieran un salario por la labor, no retribuida hoy en día, que realizan cuando se “capitalizan” para su empleo y aseguran su traslado de ida y vuelta, el sistema industrial dejaría de funcionar.[^f41]
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+Al igual que los hombres, las mujeres podrían exigir que su trabajo fantasma se transformara en trabajo retribuido. Pero desde el momento en que se compara el valor del trabajo fantasma y el del trabajo asalariado en términos monetarios, la naturaleza paradójica del primero se vuelve evidente. Es posible decir que en toda economía moderna (excluyendo al sector militar), el _input_ del trabajo fantasma es superior al _input_ del trabajo retribuido.[^f42]Por ejemplo, la cantidad de tiempo que se gasta en producir bienes y servicios, respondan o no al deseo del cliente, es sin duda inferior al tiempo que se invierte en hacerlos consumibles. Con la nueva economía de los autoservicios, la proporción del trabajo fantasma no puede sino aumentar de manera dramática. Ésta es la razón por la que no puede pagarse el trabajo fantasma —no porque no sea un trabajo, sino porque las correspondientes retribuciones rebasarían el volumen global de los salarios—.
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+Se equivocan las feministas cuando sostienen que a las mujeres se les debería pagar en proporción a la labor que consagran a preparar, para el consumo, aquello que la familia adquiere con sus ingresos. Lo más que pueden esperar es un premio de consolación, que no una retribución fantasma. La realización gratuita del trabajo fantasma es la condición única, fundamental, de la dependencia de la familia respecto a las mercancías. Aunque éstas fueran producidas por robots, la sociedad industrial no podría prescindir del trabajo fantasma. En relación con el dinero representa lo que el neutrón es al electrón. Difiere tanto del “empleo” productivo que fabrica mercancías para los demás, como de la pequeña explotación agrícola y de otras actividades domésticas tradicionales, cuyo rendimiento es poco pero que requieren de poca inversión monetaria.
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+Hoy, el trabajo fantasma se disimula detrás de casi todo lo que se llama _self help_, es decir, el autoservicio. Es un término moderno que todavía ayer podía haber designado, de manera velada, la masturbación. El autoservicio divide en dos al sujeto: una mano lava a la otra. Su utilización por las agencias norteamericanas de ayuda internacional hizo que el término se extendiera en el contexto del desarrollo internacional. Con este término se proyecta en el consumidor la distinción tradicionalmente establecida por los economistas, para quienes todas las actividades son de producción o son de consumo, las “relaciones” son productivas o reproductivas. Se le enseña a producir con la mano derecha aquello que su mano izquierda supuestamente necesita. Se le enseña a realizar lo máximo con lo mínimo, a mejorar las mercancías más indigentes por medio de la mayor cantidad posible de trabajo fantasma. No sólo se conciben incesantemente nuevos productos, concebidos para el trabajo fantasma, para el autoservicio, sino que con la intervención creciente de las computadoras se remplaza a los asalariados, que dejan de ser útiles y son impulsados hacia el trabajo fantasma.[^f43] Como resultado, el trabajo fantasma deja de ser la actividad femenina por excelencia. Con el paso de los años, el trabajo fantasma es más patentemente unisex, y de ser el campo donde se oprime a las mujeres, se transforma en el campo principal donde se las discrimina.[^f44]
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+Hoy en día los papás de la clase media reivindican las tareas culinarias o “maternales”. Quieren “asar los bistés” para los invitados, pasar una hora jugando con el bebé. Pero con el pretexto de querer participar en las “tareas domésticas”, abren un nuevo espacio para la competencia y el resentimiento entre los sexos. Anteriormente, las mujeres se sentían obligadas a luchar para obtener la igualdad de oportunidades en el salariado. Actualmente, los hombres comienzan a reivindicar la satisfacción del trabajo fantasma del hogar. En el curso de los últimos 20 años, la discriminación en el empleo se ha extendido más y las mujeres lo han padecido de manera más aguda, al mismo tiempo que han obtenido la garantía legal de la igualdad y de las oportunidades en el empleo. Actualmente, la escasez del empleo relega a cada vez más hombres al trabajo fantasma, por lo que la discriminación contra las mujeres en su propio hogar habrá de ser todavía más grave.
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+Los estudios recientes presentan el siguiente panorama.[^f45] La discriminación de las mujeres en el empleo y en el trabajo fantasma es un fenómeno mundial, y seguramente pasa lo mismo en el sector inaparente o subterráneo, aunque se haya estudiado poco. La discriminación en el empleo y fuera del empleo se extiende al mismo tiempo que aumenta el PNB, del mismo modo que se extienden los demás efectos secundarios: estrés, contaminación, frustración. Sea cual fuere la forma que asuma, la discriminación no se ve afectada ostensiblemente por el medio cultural, la política, el clima o la religión. Los estudios sobre la discriminación revelan un cuadro poco diferente del que muestran los estudios sobre el cáncer del seno o del útero: igual que el PNB _per capita_, lo que cambia según el lugar geográfico es la manera como se considera y discute la enfermedad, más que el esquema de su aparición. Las mujeres australianas tienen estadísticas admirables; las italianas cultivan un cinismo apacible. Las barreras que separan a las mujeres de los empleos lucrativos y las trampas que las encierran en las cocinas se explican de manera diferente en Japón y en la URSS pero su importancia y profundidad son comparables por doquier. En este caso también, la formación escolar proporciona un buen ejemplo. Con igual bagaje —mismos años de estudios, mismas disciplinas—, en todas partes las mujeres ganan menos que los hombres. Por añadidura, mientras mayor sea el nivel de instrucción de las mujeres, más se las confina en su puesto, en comparación con los hombres; en todas partes sucede que tienen menos posibilidades de encaminarse por una vía diferente. Las luchas de los años sesenta abrieron la oficina del director para la mujer, o entreabrieron la trampa de la cocina, pero sobre todo en beneficio de las “hermanas” de las clases privilegiadas. Algunas mujeres más en el quirófano o en una cátedra universitaria, algunos maridos domésticos que lavan los platos: estas raras “conquistas” simplemente hacen que resalte todavía más la discriminación de las mujeres en general, y la hacen todavía más dolorosa para la mayoría. Su resentimiento contra los hombres aumenta, incluso fuera de la esfera del trabajo.
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+### La feminización de la pobreza
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+Aunque la discriminación sexista es mundial, parece ser diferente en los países pobres. Ni los ingresos ni la discriminación económica son iguales en las sociedades del Tercer Mundo. La discriminación sexista se dirige sobre todo a las mujeres que han podido beneficiarse, de un modo u otro, del crecimiento económico. La esposa de un dentista de Oaxaca termina por apreciar su nueva marginación económica. A diferencia de la esposa de un médico neoyorquino, la mexicana, cuyo hogar posee dos automóviles, deja su casa al cuidado de una sirvienta cuando sale a una reunión feminista. Sólo el Tercer Mundo capitalista ofrece un medio ambiente propicio para la mujer parásito, cuyo surgimiento había previsto en 1911 la feminista sudafricana Olive Schreiner. A diferencia de su homóloga neoyorquina, puede florecer como “ama de casa”. Su situación es totalmente incomprensible para la lejana prima que vive con el sacamuelas de una aldea provinciana. Cada martes, esta mujer acude al mercado, caminando detrás de su marido. Allí vende sus jitomates mientras que éste arranca dientes y vende “menjurjes”. Ella está sometida a su marido, pero no depende económicamente de él.[^f46]
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+En América Latina, la inmensa mayoría de los hombres y las mujeres no vive ni como la primera ni como la segunda pareja mexicana que acabo de evocar. La existencia para muchos se reduce a la pobreza modernizada de los arrabales. El hogar gasta casi todo lo que gana. Pero sus ganancias han aumentado con mucha mayor lentitud que el ritmo con que el progreso ha destruido el valor de utilización de su medio de vida. En el curso de una generación, se han visto privados de aquellos recursos ambientales que a sus padres les permitían procurarse casi todo lo que necesitaban sin recurrir al mercado, y simultáneamente han olvidado la mayor parte de las habilidades necesarias para la subsistencia. Al contrario de sus primos, que cruzaron la frontera ilegalmente para trabajar en Texas como obreros agrícolas, y que luego lograron llegar a Nueva York para vivir entre los escombros del South Bronx, los habitantes de los arrabales del Tercer Mundo todavía creen que obtendrán su parte del progreso; aún creen en la retórica del _Brandt report_ o de Fidel Castro. No pueden aún comprender por qué, en el South Bronx, los “latinos” se unen contra la modernización de la pobreza[^f47] e intentan evitar que los educadores, trabajadores sociales y las campañas de salud penetren en su barrio. Sin distinción económica de sexo, se han hecho dependientes de las mercancías que hay que comprar en un mundo que es incapaz de ofrecerles empleo: la fuente del dinero. Privados de las posibilidades tradicionales de subsistencia, también se les niegan los puestos de trabajo que el desarrollo crea a cuentagotas—.[^f48] Así, hombres y mujeres se encuentran en el mismo callejón sin salida que el ama de casa neoyorquina: se les excluye de los empleos que permiten vivir y, al mismo tiempo, de la subsistencia. Para estos pobres modernizados de los países más pobres, la discriminación económica todavía no es enteramente sexista.
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+La exportación del trabajo fantasma de los países ricos a los países pobres es un hecho que se sigue desconociendo. Los especialistas de la economía no lo reconocen porque la insuficiencia de su terminología los paraliza —sus conceptos no les permiten identificar en el trabajo fantasma una entidad _sui generis—_. No pueden distinguir entre las actividades de una granjera y las de un ama de casa norteamericana que intenta sazonar la comida chatarra, así como tampoco entre las actividades de subsistencia que están dirigidas a la producción de valores de uso, y la economía del arrabal, cuyos habitantes hacen su guarida con las cajas y los desechos de otra gente. Claudia von Werlhof denomina la producción de esta variedad de existencia subterránea el “ángulo muerto” de la economía. Al miembro de la pareja que es mantenido por el salario, la sociedad moderna le obliga a convertirse en una “fuente de acumulación primitiva”. Cuestión que de inmediato suscita la pregunta respecto al tipo ideal de consorte: ¿es igual el ama de casa que está obligada a realizar el trabajo fantasma, al habitante del arrabal sudamericano, o se ha convertido éste, dentro de la economía mundial, en el nuevo “encargado del hogar”, desprovisto de género, de su socio del Norte?[^f49]
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+La discriminación económica de las mujeres aparece cuando se instala el desarrollo. Posteriormente, ya no desaparece; nada indica que lo hará jamás. La discusión con Frank Hubby me hizo llegar a la conclusión de que luchar por crear la igualdad económica entre humanos neutros, que no se distinguen más que por el sexo, es similar a querer encontrar la cuadratura del círculo con regla y escuadra. Eudoxio lo intentó, esforzándose por comparar los números irracionales entre sí. Pero el problema frustró los esfuerzos de los matemáticos hasta el siglo XIX, cuando Lindemann probó que no existe una solución. Demostró que π no es un número algebraico, y de esta manera nos permitió entender por qué los números reales son inconmensurables. La ciencia económica podría encontrarse en la misma situación que las matemáticas en el pasado. Ante el fracaso evidente y reiterado por crear la igualdad económica, tendríamos que considerar otra eventualidad —que el paradigma del _homo œconomicus_ no se puede aplicar a lo que en realidad son los hombres y las mujeres, a quienes no es posible reducir a un ser que sería lo “humano”, a un neutro económico de uno u otro sexo—. La existencia económica y el género por lo tanto serían literalmente “incomparables”.
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+## El género vernáculo
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+FUERA de la sociedad industrial, es raro el trabajo unisex, sí es que existe. Pocas cosas pueden ser hechas indistintamente tanto por las mujeres como por los hombres. Por regla general, éstos no pueden realizar los trabajos femeninos. En París, a principios del siglo XVIII, el soltero desde lejos se anunciaba con su hedor y su aspecto sombrío. Los archivos notariales nos revelan que los hombres solos a su muerte no dejaban ni sábanas ni camisas. Y en tiempos de Luis XIV, al hombre que no tuviera una mujer —esposa hermana, madre o hija— que cuidara de su casa, le era difícil sobrevivir. De él no se podía esperar que confeccionara su ropa, que la lavara y remendara; le era imposible alimentar a las gallinas, ordeñar una cabra; si era pobre, tenía que olvidarse de la mantequilla, la leche, los huevos. No era capaz de preparar sus alimentos, aunque dispusiera de los ingredientes necesarios.[^f50] Y en nuestros días, en el México rural que tan bien conozco, una mujer moriría de vergüenza antes de dejar a un hombre cocer los frijoles.
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+El nativo sabe desde lejos, aunque apenas pueda vislumbrarlos, si unas personas que ve trabajando son mujeres u hombres. En cualquier momento del año y a cualquier hora del día, tanto el lugar donde realizan su actividad como sus herramientas revelan su sexo. Según la manera de cargar un bulto: en la cabeza o al hombro, sabrá a qué género pertenecen. Si ve gansos en un campo segado, sabe que una niña los cuida, y si ovejas, que un niño está cerca. Si alguien hace lo que _nosotros_ consideramos un trabajo propio del otro género, muestra ser un extranjero. O entonces un esclavo, privado de toda dignidad. El género está en la manera de caminar, está en el gesto más pequeño, y no solamente entre las piernas. Puerto Rico está a sólo tres horas de vuelo de Nueva York. Dos terceras partes de la población han estado en el continente. Y, sin embargo, todavía hoy en día, en el interior de la isla, las mujeres navegan los caminos como goletas mecidas por los alisios, mientras que los hombres caminan contoneándose al ritmo de los machetes, ellas y ellos con el inconfundible estilo jíbaro. Es obvio que no pueden ser de la cercana isla de Santo Domingo, y menos ^aún _gringos _ de los Estados Unidos. En muchos puertorriqueños sobrevive el género vernáculo durante decenios, no solamente en el barrio de Harlem, sino también cuando habitan entre los blancos sureños o los negros del Bronx.[^f51]
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+El género no es el sexo y es más que el sexo. Traduce una polaridad social que es en sí fundamental y distinta entre dos lugares, entre dos momentos. Lo que se hace o lo que no se hace difiere de un valle a otro, igual que las maneras de hacer las cosas y de hablar de ellas. La terminología que emplean los especialistas de antropología social con frecuencia reviste la forma de una máscara unisex que oculta una realidad que tiene dos rostros. En las ciencias sociales aún no existe el equivalente de lo que en el ámbito de la epistemología y la física hicieron Bohr y Heisenberg. Que la luz responde tanto al paradigma de la partícula como al de la onda, que ninguna de estas dos teorías puede explicar por sí sola su realidad compleja y que tampoco una perspectiva más amplia permite entenderla con mayor claridad, estas son ideas hoy en día comunes. En cambio, para muchos todavía resulta novedoso que un acercamiento similar sea necesario en las ciencias sociales.[^f52]
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+Se manipulan alegremente los términos de “cultura” y de “comportamiento” en cuanto se empieza a estudiar _al_ puertorriqueño. En Nueva York los especialistas se preparan para entender la “cultura puertorriqueña”. El trabajador social se esfuerza en ocuparse de “ellos”. Se ignoran y se confunden la distinción nítida y los sutiles matices que contienen cada uno de estos términos, en menoscabo de las tradiciones seculares. El educador neoyorquino intenta ayudar al “niño” puertorriqueño. No entiende que la infancia sólo ha podido nacer con la desaparición del género. Y el educador rara vez reflexiona en el hecho de que está a punto de transformar el género en simple sexo —cuando es capaz de reflexionar en ello—. La simbiosis de las ciencias sociales y las instituciones modernas es así un instrumento eficaz para reducir a sexo el género. Mostraré más adelante que esta ruptura constituye la característica antropológica decisiva que distingue a nuestro tiempo de todos los demás.
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+Antes de lanzarme en esta primera exploración del género, indicaré tres escollos en los que es fácil encallar antes de haber alcanzado alta mar. Estas observaciones preliminares habrán de proporcionar un útil acercamiento al sexo económico.
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+### Una complementariedad ambigua
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+Solamente un extranjero puede percibir la cultura de un grupo. Para los del grupo hay hombres, hay mujeres, y luego una tercera realidad: los extranjeros, que pueden ser individuos de otro país, esclavos, animales domésticos, intocables, monstruos. Si al fuereño se le percibe como a un ser sexuado, su sexo, o más exactamente su género, se percibe más o menos por analogía con el de los “nuestros”, hombres y mujeres. El parentesco sólo se forma a partir de las relaciones entre hombres y mujeres; resulta de la correspondencia entre los géneros. Hombres y mujeres se avienen no solamente en virtud sino a pesar del contraste singular entre ambos. Se corresponden como la mano derecha a la izquierda.[^f53] La correspondencia entre varón y hembra y la dualidad entre derecha e izquierda vienen al caso para permitirme disipar ciertos malentendidos. En muchas culturas, la mano izquierda es la menos fuerte, la menos hábil; ha padecido siglos de descrédito. El empleo de la mano derecha no es algo que simplemente se admite, o experimenta, sino una norma inculcada. Se regaña al pequeño zurdo, se castiga la mano culpable, se la sujeta a la espalda —y puede suceder que se la mutile—. La asimetría orgánica se ha convertido en un hecho. La predominancia neurológica que se traduce en sensibilidad táctil, en fuerza o en habilidades mayores, ha sido transformada en un ideal de dominación diestra. La izquierda se ha adaptado a la derecha, se ha convertido necesariamente en su auxiliar. Ésta es la analogía que constantemente se emplea para sostener la idea de que “sociobiológicamente, la hembra se adapta al macho”.[^f54]
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+Pero precisamente mi propósito _no es ése_. La correspondencia significa algo muy diferente. Fuera de la sociedad de los botones y enchufes, hombres y mujeres dependen constantemente de la interacción de las dos manos para sobrevivir. En algunas sociedades se insiste particularmente en el uso de la mano derecha. En otras, entre los chinos, por ejemplo, la etiqueta, el buen gusto y la visión del mundo exigen la predominancia alternada de la derecha y la izquierda, mediante una orquestación detallada y sutil.[^f55] En otras sociedades, en el pueblo nyoro de África, por ejemplo, el zurdo está predestinado a formar parte del grupo sagrado de los adivinos. Pero sea cual sea el poder, la habilidad o la dignidad que se atribuyen preferentemente a una de las manos, con más frecuencia a la derecha que a la izquierda, las dos manos se conjugan en las acciones y los gestos. La tradición prescribe rigurosamente qué mano debe usar el chamán zurdo para hacer la ofrenda. Las dos manos siempre actúan juntas de acuerdo con dos programas, ninguno de los cuales es jamás la imagen inversa del otro. Así, este tipo único de dualidad siempre es ambiguo.
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+Las tradiciones más antiguas sitúan la propiedad fundamental de nuestra existencia en este tipo singular de bifurcación. Constituye una complementariedad ambigua, tan diferente de un reflejo en el espejo como de una sombra. En cuanto dualidad, es tan distinta de la pareja positivo/negativo de una fotografía, como de la correspondencia determinista de la doble hélice del ADN. Yo veo ahí la base de la metáfora y del discurso poético —única forma adecuada para expresarla—. Los gemelos, el ombligo/cordón umbilical, el _yin/yang_, son algunas de las representaciones mitológicas mediante las cuales esta dualidad busca expresarse.[^f56]
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+Hoy en día debería ser menos oscura una de las dificultades de la oposición entre género y sexo. Es posible considerar el género vernáculo como la base de una complementariedad ambigua, y el sexo de los neutros económicos como una tentativa moderna de negar o de trascender esta base. Al reducir toda interacción a intercambio, las ciencias sociales han construido tanto los fundamentos de esta negación como los de la legitimidad de un análisis _económico_ de las relaciones entre hombres y mujeres. _Es por esto que hablo de “sexo económico”_. Efectivamente, se requieren dos tipos distintos de lenguaje para hablar de lo que existía en el pasado y de lo que hoy prevalece.[^f57]
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+### El sexismo sociobiológico
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+Quise iniciar esta introducción al género y al sexo en la historia mediante la analogía de las dos manos, porque ésta es contundente. Además, tal analogía evoca de inmediato una segunda dificultad, la cual no es fundamental, al contrario de la primera, sino contingente —está ligada a corrientes de pensamiento que están de moda actualmente—. En los Estados Unidos, hoy es prácticamente imposible analizar el género en conjunción con el comportamiento, sin provocar una reacción defensiva en dos campos: el de las feministas marxistas y el de los sociobiólogos. Mi tesis se ubica fuera de este remolino. Sobre todo, no me rebajaré a debatir con aquellos a quienes seduce la retórica de Lionel Tigre, E. O. Wilson o Alain de Benoist y compañía. Con ellos alterna el llamado _establishment_ liberal de los Estados Unidos, grupo al que no le interesa discutir la distinción que yo establezco entre género y sexo. La sociobiología del sexo, que tiene su origen en los bastiones de Harvard y de la Sorbona, remplaza la sociobiología de la raza que seducía al conde de Gobineau. Cuando vemos lo que el sexismo revela, el racismo parece ser su homólogo precoz y titubeante. Las teorías racistas sirvieron de apoyo a los propósitos colonizadores de los europeos, y las ideas sexistas contemporáneas sirven para acreditar la farsa moderna del sujeto unisex en todo el mundo. El nuevo sexismo responde a las expectativas de las pintorescas élites que hoy dirigen las economías poscoloniales.
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+Los sociobiólogos no tienen más que un postulado, a pesar de los matices que presentan, así como una sola tesis, cuyo poderoso atractivo consiste en su ingeniosa simplicidad.[^f58] Los lectores de sus obras no logran siempre entrever que más allá de oscuras discusiones tejidas con algoritmos matemáticos y temerarias estadísticas, no hay nada. La argumentación de los sociobiólogos se reduce a esto: entre los primates, la hembra se adapta al macho;[^f59] el hombre primitivo domina a su mujer; la civilización no hace más que institucionalizar esta primacía. De tal forma, se fundamenta científicamente la deducción de que este patrón regular de la dominación masculina y de la sumisión femenina está inscrito en los genes. Los roles de los sexos resultan de la dominación genética del macho.
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+Sin embargo, si rechazo la controversia con esta escuela de pensamiento sexista, no es por la debilidad de sus argumentos, sino más bien por el estilo que adoptan estos biócratas para presentar su teoría. Su estilo tiene mucho en común con el estilo del racismo, desde Gobineau a Rosenberg —es un alegato “científico” que únicamente se dirige a los convencidos—. No sólo las tesis y deducciones del racismo y del sexismo son por así decirlo intercambiables, sino que sus respectivas imágenes del hombre y de la mujer son astillas del mismo palo. En ambos casos, los humanos representan “culturas”, es decir, seres sin género cuyas categorías se diagnostican para luego clasificarlas de acuerdo con una jerarquía. En el nivel más bajo de la escala está la piel oscura, el bajo coeficiente intelectual, el sexo femenino y otras deficiencias genéticas. Por lo tanto, dejo la discusión con los nuevos sociobiócratas para aquellos cuya óptica científica los hace imputar “necesidades” en vez de medir “inferioridades”; para los educadores, terapeutas, ginecólogos y trabajadores sociales que se han adiestrado con el propósito de degradar a los otros, convirtiéndolos en consumidores de sus servicios, en virtud del diagnóstico científico que ellos mismos han elaborado. Velando por los propios intereses y por las perspectivas risueñas que destilan, tienen que distanciarse del nuevo sexismo sociobiológico, enemigo de la igualdad de las “necesidades”.[^f60]
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+### La trampa del rol de los sexos
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+La noción del rol de los sexos se ha extendido sobremanera desde hace 15 años.[^f61] Es el origen de los juegos de sociedad, de los tratados científicos, de los métodos pedagógicos y de los discursos políticos. La preocupación del rol de los sexos parece crecer con el PNB. En los países ricos, la elección, adopción y transmisión del propio rol causan gran inquietud. Ahora bien, todavía más que las novedosas ideas de la sociobiología, la teoría del rol sociológico obstaculiza el análisis del género. Efectivamente, los conceptos respecto al rol impiden percibir lo que recubre el género, tanto en la expresión como en la acción.
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+La distinción entre el género vernáculo y el rol de los sexos es comparable a la distinción entre el habla vernácula y la lengua materna inculcada, entre la subsistencia y la existencia económica o monetaria. Si contrapongo estos términos es porque parten de presupuestos distintos. El habla vernácula, el género y la subsistencia son característicos de una finitud morfológica de la vida comunitaria que está basada en el postulado implícito —el cual con frecuencia se expresa ritualmente y se representa mitológicamente— de que la comunidad, al igual que el cuerpo, no puede rebasar su talla. La lengua materna inculcada, el sexo y la sujeción a los bienes de consumo proceden del postulado de un universo abierto donde toda correlación de las necesidades y de los medios supone la escasez. El género implica una complementariedad fundamental en el mundo que “nos” encierra en éste, aunque esta clausura sea ambigua y frágil. Al contrario, el sexo implica una apertura ilimitada, un universo donde siempre hay algo más.
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+De hecho, el discurso sobre el género tiene que recurrir al lenguaje metafórico; el género no puede significar inequívocamente lo mismo en distintos ámbitos. Y esa totalidad dual y específica que la complementariedad de los géneros engendra —un “mundo”, una “sociedad”, una “comunidad”— es a la vez modelada y limitada, asimétricamente, por sus componentes. Sólo la morfología permite percibir el género: su existencia depende de la dimensión y de la forma del mundo dual que estructura.[^f62] Para construir la delicada arquitectura de su concha, el caracol añade una tras otra las espirales crecientes, y luego cesa de hacerlo bruscamente y comienza enroscamientos decrecientes. Sucede que una sola espiral más larga le daría a la concha una dimensión 16 veces mayor. En vez de contribuir al bienestar de la criatura, la sobrecargaría. A partir de entonces, cualquier aumento de su productividad tan sólo serviría para paliar las dificultades creadas por el agrandamiento de la concha más allá de los límites de su finalidad. Una vez que el límite del crecimiento de las espirales se rebasa, los problemas por el sobrecrecimiento se multiplican geométricamente, mientras que la capacidad biológica del caracol en el mejor de los casos sólo puede crecer de forma aritmética. Así, el género fija límites a la forma social que estructura, una forma que se expresa en todos los aspectos de la existencia, pero antes que todo en el parentesco.
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+Ahora bien, el término “rol sexual” en su acepción usual implica precisamente lo contrario, la noción tácita de un individuo de plástico, cuya existencia sin género es más o menos modelada por el “sexo”. Desde hace un siglo, el estudio de lo que distingue las actividades de los hombres de las actividades de las mujeres proviene de las observaciones en torno al rol de los sexos —incluso en la época en que el término mismo todavía no se conocía—.[^f63]
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+Melville J. Herskovits ilustró bien esta confusión cuando en 1947 afirmó: “No hay fase alguna de la vida de los pueblos iletrados que haya atraído más la atención que la división sexual del trabajo, y ha habido muchos intentos de explicarla”.[^f64] He aquí una frase repleta de afirmaciones sin fundamento: la frontera que los separa de nosotros es _nuestra_ alfabetización; todos los pueblos tienen una existencia _económica_—el _homo sapiens_ es siempre el _homo œconomicus_— y por lo tanto todos actúan a partir del postulado de la escasez; el autor sabe lo que el “trabajo” es; en última instancia, la división sexual que prepara para el trabajo es el gran misterio que la antropología moderna debe intentar explicar. La larga lista de obras que Herskovits evoca ha crecido considerablemente desde entonces, pero son apenas unas cuantas las que aclaran la distinción entre sexo y género.
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+El estudio de los roles de los sexos ha creado confusión. Resulta evidente al examinar las obras de tres periodos en los que el “trabajo de las mujeres” estaba de moda: la etnografía victoriana, la antropología cultural del _New Deal_ y los estudios feministas recientes. Los victorianos creían en la evolución social y buscaban su confirmación en los escritos de los viajeros y misioneros. Las conductas extrañas, inesperadas, los fascinaban tanto como las extraordinarias especies que Darwin había descubierto en las islas Galápagos. Pero a diferencia de sus predecesores, los victorianos sentían la necesidad de clasificar lo que encontraban. Los comportamientos, al igual que los fósiles, debían ser colocados en categorías que se pudieran ordenar de acuerdo con las etapas evolucionistas, cuya culminación era la burguesía inglesa victoriana, compuesta por los más civilizados, los más aptos para sobrevivir. En los Estados Unidos, las mujeres y los eclesiásticos conjuntamente sacaron de estos relatos la prueba del rol eterno de la mujer como guardiana del hogar, rol eterno de su _naturaleza_ —don que se entrega a los hombres— quienes deben emprender la ardua conquista de la _Naturaleza_ en aras de las mujeres. La antropología del rol de los sexos hizo su aparición en calidad de prueba científica de aquello que Ann Douglas ha llamado la mentira sentimental. En este contexto, el trabajo de las mujeres era la huella del maltrato que el sexo débil había sufrido en las sociedades primitivas. Por lo tanto el progreso significaba el encierro de la mujer dentro de una decorosa domesticidad, acompañado de la especialización gradual de la posición y vocación de ambos: el varón mantendría el hogar mediante su dura labor; su esposa estaría libre de la carga de la producción.[^f65]
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+Durante las dos generaciones siguientes, el interés por el trabajo femenino fue muy tibio, pero entre 1935 y 1937 volvió a resurgir con vigor. En menos de dos años se publicaron tres estudios que habrían de convertirse en clásicos. Margaret Mead destacaría el hecho de que el sexo biológico por sí mismo no podía ser el origen de las diferencias socioculturales que se ven por doquier en la estructura de la personalidad de los hombres y las mujeres.[^f66] Buscó elucidar estas diferencias recurriendo a los conceptos psicológicos de su época, los cuales en fin de cuentas estaban fundados en la familia norteamericana. Ese mismo año, Ralph Linton centraría su investigación en el contraste entre los comportamientos femenino y masculino. Describió la plasticidad casi ilimitada de los roles sexuales que una cultura puede otorgar a sus miembros. Le interesaba más el comportamiento que la personalidad. Finalmente, George Murdock[^f67] emprendería la edición de su _Atlas etnográfico_. Ante todo le interesaba el “trabajo” y cómo se distribuye entre los hombres y las mujeres. Gracias a sus tablas y cuadros, es posible ver de inmediato que en Okinawa ambos sexos participaban en la manufactura de la cerámica, pero los hombres en una proporción mucho mayor que las mujeres; entre los drusos, sólo las mujeres hacen cerámica, y entre los coreanos, los hombres. Se muestra la participación hombres/mujeres en 11 tipos de actividad y nueve niveles diferentes, en cientos de culturas diferentes. Pero el acento que Mead pone en la personalidad, Linton en la conducta y Murdock en el trabajo, en vez de clarificar la distinción entre el género y el rol sexual, sólo la oscurece.
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+Hacia mediados de siglo, el interés por las actividades distintivas de las mujeres nuevamente decrece. La modernización está a la orden del día. Por primera vez, los responsables políticos acuden a los antropólogos, solicitándoles que identifiquen los obstáculos para el progreso. Y precisamente durante estos decenios —cuando la participación en la vida del grupo investigado se perfeccionó como método para informar con detalle y delicadeza sobre quién hace qué en una aldea o una choza— el comportamiento vinculado con el género se consideró sobre todo como un obstáculo para el desarrollo, un estereotipo del rol sexual, una causa de la baja productividad y un ingrediente esencial de la pobreza. Las investigaciones anglonorteamericanas realizadas por mujeres en torno a la situación de las mujeres cambiaron totalmente la situación: representaron una tercera ola de interés en la materia, esta vez con la perspectiva feminista. De hecho, la perspectiva masculina que coloreaban las investigaciones de las dos grandes etapas anteriores se convirtió en objeto de estudio para aquellas investigaciones. Pronto los trabajos de varias generaciones de antropólogos dieron clara prueba de su incapacidad casi grotesca para siquiera sospechar lo que las mujeres hacen. Sin embargo, es evidente que estos nuevos estudios en su conjunto solamente han reforzado, aunque con la perspectiva femenina, los mismos postulados fundamentales sobre el género como forma primitiva de rol sexual, postulados que, primero de manera implícita y luego explícitamente, habían guiado a los antropólogos anteriores.[^f68] En su conjunto estos estudios también camuflan el género; pretenden ser auténticamente modernos —es decir, paradójicamente contraproductivos.
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+## El género y la cultura
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+LAS HERRAMIENTAS son intrínsecas a las relaciones sociales. Cada persona, cuando actúa, se relaciona con su sociedad mediante las herramientas que domina eficazmente. En la medida que las domina, la forma de estas herramientas —las de las mujeres o las de los hombres— determina la imagen que se hace cada quien de sí mismo. En todas las sociedades preindustriales, al conjunto de tareas específicas que son propias de uno de los géneros, corresponde un conjunto de herramientas igualmente específicas. Incluso las herramientas que pertenecen a toda la comunidad no pueden ser utilizadas sino por la mitad de sus miembros. Al tomar una herramienta y al servirse de ella, las personas se relacionan esencialmente con el género que manipula esa herramienta preferentemente. La relación entre los géneros es por lo tanto y ante todo social. Las distintas herramientas determinan la complementariedad material de la vida.
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+La separación de las herramientas puede conducir a una división extrema de los dominios. Pierre Clastres, quién vivió con los guayaki, en un capítulo conmovedor de su libro habla de un mundo así dividido en la selva amazónica. Allí, el dominio de las mujeres se organiza en torno a la canasta que cada una hubo de tejer tras la primera menstruación, y el de los hombres, en torno a su arco. No existe autoridad personal por encima de ambos dominios.[^f69] La división, constantemente experimentada, engendra la tensión que da cohesión a esta sociedad. Si alguna mujer toca el arco de un cazador éste pierde su virilidad y deviene _pané_. Su arco ya no le servirá, perderá su potencia sexual y será excluido de la caza; o bien habrá de languidecer y morirá, o bien habrá de vivir tras las chozas de las mujeres, recolectando su comida en una canasta desechada.
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+### El género y las herramientas
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+Pero no es necesario buscar en ámbitos exóticos los vínculos culturales entre el género y la herramienta. Nuestro pasado reciente nos puede proporcionar ejemplos que son a la vez más convincentes y más accesibles: los utensilios de nuestros abuelos, principalmente. Cuando yo me encontraba escribiendo este capítulo, fui huésped de una mujer del Québec nacionalista, una artista en su género: repostera que trabaja con sus instrumentos culinarios tradicionales. En su _boutique_, no lejos de Sherbrooke, además de sus pasteles, a sus clientes les ofrece un espacio que es una versión moderna del _studium_ medieval, un lugar de reflexión y discusión. A mí me invitó a leer estas páginas ante personas interesadas en esta materia. Una docena de viejos instrumentos agrícolas decoraban los muros del comedor. La anfitriona los había coleccionado porque eran de procedencia local y a ella le parecían bellos. Todos examinamos estas reliquias rurales, ninguna de las cuales tenía más de un siglo de antigüedad. Forzosamente tenían que tener algún nombre, pero la mayoría de los nombres habían sido olvidados y nadie supo adivinar la función de algunas de las herramientas. El propósito de otras era evidente: cavar, serrar, aunque todo el mundo ignoraba para qué cultivo o cuál madera habían sido destinadas. Y ni uno solo de los jóvenes franconorteamericanos presentes tenía la menor idea del género al que estaban vinculados los diferentes utensilios; si se habían destinado a la mano del hombre o a la de la mujer. La única persona que pudo decirlo fue una dama de avanzada edad.
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+Mientras que en Norteamérica, incluso en Québec, a las herramientas se las ha despojado de género, éste sobrevive todavía en muchos terruños de Europa, aunque de manera desigual. En cierto lugar, los hombres manipulan la guadaña y las mujeres la hoz. En otro, ambos emplean la hoz, pero ésta difiere según el género. En Estiria, por ejemplo, la hoz de los hombres tiene filo, pues sirve para cortar, mientras que la de las mujeres tiene la hoja dentada y su curvatura es mayor, pues sirve para recoger las espigas. El gran inventario del trabajo campesino de Wiegelman[^f70] recoge cientos de ejemplos similares en una extraordinaria diversidad de lugares. En algunos valles de los Alpes, ambos géneros usan la guadaña, pero la mujer siega el forraje, mientras que el hombre, el centeno. Allá, solamente la mujer puede tocar los cuchillos de la cocina; acá, los dos pueden cortar el pan, pero una lo rebana y otro lo taja, con el filo del cuchillo hacia el pecho. Casi por doquier, los hombres son quienes siembran, pero en una región del alto Danubio son las mujeres quienes siembran y trillan —este lugar constituye una excepción, pues los hombres no tocan las semillas—. Aún más que los cultivos, al género se vinculan los animales. En cierto lugar, las mujeres alimentan a las vacas, pero jamás a las bestias de tiro. Más al oriente, las mujeres ordeñan las vacas de su granja, mientras que los hombres ordeñan las del patrón. A pocas horas de camino, sólo las muchachas desempeñan esta tareas. Los vínculos entre el género y la herramienta sobrevivieron durante la época en que las guerras devastaron a Europa, que sus ciudades fueron destruidas, que el crecimiento económico transformó la vida rural. Aunque imperan los pesticidas químicos, las segadoras-trilladoras y la televisión, ciertos utensilios presentan el anacronismo de seguir siendo típicos de uno de los géneros.
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+Sin embargo, en su conjunto, el vínculo ha sido destruido, y con mayor ahínco en la Europa oriental que en la occidental. Sólo permanece en la memoria de los ancianos. Hará unos 10 años que un campesino serbio me relataba cómo se preparaba el forraje en la generación anterior. Describía la forma de recolectar, transportar y almacenar el heno como si hubiera sido un ballet, en el cual los hombres y las mujeres tenían sus pasos de danza respectivos. Mientras hablaba, la misma escena se desarrollaba ante nuestra vista, pero al estilo moderno. Toda la tarea se había transformado en una labor unisex que los “trabajadores” llevaban a cabo. El anciano miraba con una mezcla de tristeza y orgullo a la muchacha que conducía el tractor de la aldea. Había desaparecido al volante de la máquina el género que había perdurado a través de los siglos, adaptándose a condiciones siempre nuevas. Ha sido ampliamente demostrado que el vínculo del género masculino y el buey ha sobrevivido desde la prehistoria. Ni una sola de las antepasadas de la joven tractorista jamás hubo de alimentar a los bueyes o de uncirlos a la yunta. Esta característica de su género se remonta a la época en que su raza todavía no poseía la lengua eslava y aún vivía en puntos diferentes de Europa.
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+### El género en los tributos feudales en el comercio y en los oficios artesanales
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+Toda vida “primitiva” está fundada en esta separación de las herramientas.[^f71] Se puede observar tal división en la vida del cazador-recolector y también en la del agricultor-pastor, desde el periodo neolítico hasta los tiempos modernos. En las sociedades no urbanas, con raras excepciones, la línea divisoria de los géneros es nítida y patente. La economía de subsistencia coincide con la existencia del género. De allí resulta la fuerte propensión a considerar que el género es típico de la vida tribal y campesina. El género social por ende no se estudia —si es que se estudia— más que por los antropólogos. Los historiadores ignoran que el género impera en todas las épocas históricas, que forma parte integral de todas las grandes civilizaciones, y que si su dominio a veces se relajó, esto no sucedió salvo dentro de las élites decadentes, y aún así durante breves periodos.[^f72] La historia de la desaparición del género, durante los siglos XIX y XX, aún está por escribirse. No será posible poner al descubierto la descomposición del género en la sociedad industrial hasta que no se reconozca el capital interés histórico de esta cuestión. Aquí estudio tres ejemplos.
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+#### Los tributos feudales
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+En la Edad Media, los campesinos, ya fueran aparceros o propietarios, estaban sujetos al pago del tributo señorial. Puesto que por lo general vivían al margen de la economía monetaria, era ése su solo excedente real, el único valor económico que producían. Calificar de “producción” sus demás actividades sería erróneo, pues este término implica hoy en día una transferencia de valor y de consumo que, para el campesino medieval, sólo podía consistir en el tributo. Aparte de esto, no hacía prácticamente nada que “rindiera”. Es esta ausencia de diferenciación entre las funciones de producción y de consumo la que contrapone de manera más nítida la subsistencia a la existencia económica.
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+Gracias a cientos de contratos establecidos entre los campesinos y su señor durante los siglos IX al XII sabemos que el tributo se pagaba a la vez con productos y con trabajo. Y este tributo frecuentemente se exigía de manera específica a uno u otro de los géneros. Muchos contratos detallan lo que se debía por parte de cada uno de los géneros. Por ejemplo, Ingmar paga a la abadía con 15 días de trabajo (acompañado de dos bestias de tiro), más una oveja cada dos años; su mujer —o en caso de su muerte, una sirvienta— entregaría cinco pollos cada otoño. Los términos del contrato indican claramente que en el pago participan dos competencias que no son intercambiables, y que entre ambas no existe denominador común. Los “productos de las mujeres” y los “productos de los hombres” son dos cosas inconfundiblemente distintas. En cuanto a la Iglesia, lo que ésta prohíbe durante los días feriados no es el “trabajo servil” indeterminado. Especifica claramente que los _hombres_ no pueden cazar, talar árboles o levantar cercas; las _mujeres_ no pueden desyerbar, trasquilar ovejas o podar árboles. Ambos géneros por lo tanto no pueden producir indistintamente el excedente que se destina al tributo. Tanto el producto como las tareas obligatorias están vinculados a uno u otro género.[^f73]
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+#### El comercio
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+El comercio también puede tener género. Y el comerciante no siempre es el hombre. Asimismo, la noción de que las mujeres sólo comercian en el mercado de la aldea, mientras los hombres vagabundean mucho más lejos, concuerda poco con la realidad. En Malasia, en el Sahel occidental, y en el Caribe no español, son las mujeres quienes se ocupan de los negocios en el hogar. Los circuitos comerciales de las mujeres están basados en sus contactos con su parentela, y los hombres no pueden en ningún caso insertarse en ellos. Ya sea que el comerció involucre la cerámica o la joyería, es la mujer quien viaja a las lejanas aldeas, y el hombre el que cuida el hogar. Puede suceder que para mantener a su marido en casa, la comerciante le imponga una segunda esposa, bajo la amenaza de abandonarlo si se niega a aceptarla —amenaza que todavía hoy en día se ejerce en el Senegal—. Bien sabe el hombre que lo que ella vende a él nadie se lo compraría si tomara el lugar de su mujer, y que además el hogar necesita esos ingresos. Al igual que el tributo feudal, también las mercancías tienen género. En el norte de Birmania hace falta haber perdido la razón para comprar en el mercado joyas vendidas por un hombre; éstas sólo pueden ser falsificaciones destinadas a los turistas.[^f74]
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+#### La artesanía
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+También los trabajos manuales tienen género, y con frecuencia de forma compleja. No se trata nada más de aquellos que conciernen a la subsistencia: la cocina o las conservas alimenticias para el hogar, el hilado y el tejido del arnés del camello de la familia; sino las artesanías que se destinan a la venta. Éstas también están marcadas por el género. En los bazares de África septentrional, una costurera no puede remplazar a un sastre; y sin tener que indagar, bien se sabe que allí no puede haber mujer zapatera alguna. La vista aguzada para la percepción del género puede ver en un simple retazo de tela un esquema tan sutil pero tan real como una filigrana. Enfurtir, teñir, cortar, acabar, cada función exige diversas colaboraciones, algunas de las cuales se deben solamente a las mujeres, otras sólo a los hombres —sinfonía a cuatro manos de donde surge el objeto terminado—.
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+Dos estudios recientes sobre los oficios en la Edad Media destacan el hecho de que muchos gremios permitían a las mujeres llegar a ser “maestras”. Así, en Colonia, durante el siglo XIV, la corporación de la seda (hilado y tejido) era únicamente femenina. Pero lo más sorprendente es que era posible encontrar mujeres en los gremios de los oficios netamente masculinos: en el siglo XIV hay mujeres a la cabeza de fundiciones que emplean más de una veintena de obreros y poseen herramientas pesadas, martillos accionados por molinos hidráulicos. Sucedía que por ser miembros del gremio, las viudas podían conservar en la familia el taller del difunto esposo. Sin embargo, sería absurdo deducir, con base en el estatus de tales “gerentes”, que las mujeres trabajaban el hierro codo a codo con los aprendices o compitiendo con ellos.[^f75]
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+El tributo feudal, el comercio y los oficios artesanales no son más que ejemplos de dominios relacionados con la historia del género en las civilizaciones avanzadas. Pero el género no está limitado únicamente al presente de una época histórica dada, a las herramientas y a las actividades que tejen su vida cotidiana. También la memoria conserva la huella dual. Cuando una cultura celebra su pasado, asigna ciertas tareas a los hombres y otras a las mujeres. En Minot (norte de Borgoña) la misma mujer baña a los recién nacidos y a las personas que mueren. Desde épocas muy remotas, en las ocasiones solemnes siempre se preserva el género. Todavía hoy en día en Tracia, aunque los hombres pueden hablar de los difuntos y sus actos, sólo las mujeres pueden hablar a los muertos. Son ellas únicamente quienes se quejan, quienes lloran el deceso, quienes invocan la protección de los desaparecidos. Este acto, caracterizado por el género, tiene sus raíces en un pasado muy lejano.
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+El género no es un rasgo pintoresco de la existencia primitiva que la vida urbana, la “producción” o las complejas operaciones del mercado hacen forzosamente desaparecer del tejido social. En las sociedades de avanzada cultura, el género florece. En la vida urbana medieval, al conjugarse con la especialización de los oficios y los artesanados, forma configuraciones nuevas y complejas mucho más difíciles de dilucidar que la división primitiva a la cual se han apegado los antropólogos.
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+Nadie se ha arriesgado todavía a hacer la “historia del género”: al contrario de toda nueva “historia de la mujer”, éste sería un tema difícil de cernir. Resulta demasiado vasto para los historiadores del “sexo” y, en la historia de los “humanos”, desde Tucídides a la fecha, todo lo que de él se conserva es una sonrisa —la del gato de Cheshire—.
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+### El género y el parentesco
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+Los historiadores eluden la discusión del género al asignarle un reino puramente prehistórico —y por ende perteneciente a la antropología—. Pero también los antropólogos poseen sus mecanismos de evasión. Como los médicos que pierden de vista al enfermo para concentrarse en la enfermedad, descuidan el género al centrar su interés en el parentesco. Tal actitud se remonta al propio Lewis Henry Morgan, padre del estudio de los sistemas de parentesco, elaborados a mediados del siglo XIX. Al describir estos sistemas como estructuras de relaciones complejas entre individuos sexualmente divididos en hombres y mujeres, Morgan y los antropólogos ulteriores tienden a atenuar un hecho evidente: antes que todo, el parentesco estructura los ámbitos del género en su complementariedad. Son parientes aquellos que, en términos netamente definidos, pueden relacionarse a pesar de la línea de separación de los géneros. La esencia del parentesco consiste en fijar quién es quién en relación con quién, lo que es mucho más importante que establecer un marco en el que a ciertos hombres se les otorga el poder sobre ciertas mujeres. Además, el parentesco presupone dos géneros, entre los cuales se establece un vínculo. El género no solamente expresa lo que es un ser, sino lo que es en cierto momento, en qué lugar y con qué herramientas y palabras divide el espacio, el tiempo y las técnicas. La fascinación que ejerce el tabú del incesto en los científicos que han surgido de familias “normales”, les impide ver la división de los géneros que yace bajo el parentesco. Explicar el género a partir del parentesco es bastante similar a reconstituir un cuerpo a partir de sus radiografías. El género no es algo que se puede inferir del parentesco, ni tampoco reducir, según la moda estructuralista, a un aspecto de una dualidad cósmica.[^f76]
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+Sin embargo, no puedo dejar de pensar que al hacer así del género una dualidad entre otras, se elude la obligación de buscar sus orígenes. Robert Graves habla de esta búsqueda imprescindible de _sus_ orígenes que debe conducir al poeta a los nidos de la Diosa Blanca, los nidos de la Pesadilla adornada “con el plumaje de aves proféticas y regados de mandíbulas y entrañas de poetas”. La tarea es aventurada y temible, tanto para el poeta como para el humano moderno desprovisto de género. El primero deberá atravesar los extensos yermos sin senderos de los pantanos y montes; el segundo, las ruinas y los desiertos fuera de los caminos trillados y de los lugares comunes.
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+### El género y la unión conyugal
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+Aunque con frecuencia la disfrazan, cubriéndola con densos velos, los antropólogos hacen de la pareja conyugal el meollo de su investigación. Postulan que como en su propio caso, tras todo ser hay procreadores ligados matrimonialmente. Su percepción sexuada de su origen personal, su etnocentrismo, deforman el objeto estudiado —y esto es lo que no comprenden—. Tanto el historiador como el antropólogo son prisioneros de esta idea preconcebida, que les impide ver lo que hace única y singular a la pareja moderna. Por esta razón el estudio del género y de la actividad genital debe empezar con el reconocimiento de que la palabra “matrimonio” está tan privada de género como los vocablos “rol” o “intercambio”.
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+En el siglo XII nace en las sociedades occidentales un tipo único de existencia, una “cosa pública” basada en la apropiación del excedente que se produce en los hogares constituidos por parejas conyugales. Sabemos que tal apropiación puede lograrse de diversas maneras. Karl Polanyi y sus alumnos han propuesto una tipología para estas formas. Pero la pareja conyugal, en cuanto unidad que produce un excedente, crea un tipo particular. El nuevo factor esencial no es el tamaño de la familia que comparte el mismo techo, ni la capacidad de organizar a los parientes, sirvientes, invitados o esclavos en el seno de esta unidad, sino la función _económica_ de la pareja. La etnología no conoce nada comparable a esta especie de familia, condición antropológica _sine qua non_, que es común en todas las formas sucesivas y aparentemente distintas que produjeron en Europa y en el mundo occidental la acumulación de los excedentes y su organización por el Estado. Desde el punto de vista antropológico, la occidentalización puede definirse como la convergencia de numerosas estructuras de parentesco diferentes en el modelo del hogar conyugal.
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+A lo largo de este proceso de fusión, los dos sentidos del vocablo “matrimonio” se asimilaron progresivamente entre sí. Por una parte, el matrimonio designa los ritos y las festividades de las nupcias que en casi todas las sociedades existen y, por otra, designa el estado matrimonial, que no se encuentra en muchas sociedades. En la Europa medieval, el matrimonio adquirió una importancia mayor. Aquello que esencialmente había sido una ceremonia destinada a vincular conjuntamente a dos familias emparentadas por un tejido complejo de alianzas, se convirtió en el suceso mediante el cual dos individuos se unen de por vida, dentro de la nueva unidad económica de la pareja, una entidad fiscalizable. Pero tal deslizamiento fue encubierto por el hecho de que el “matrimonio” vino a significar indistintamente las nupcias y la resultante unidad de la pareja conyugal.
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+Hay un rasgo que es importante señalar retrospectivamente, y es que en estos primeros tiempos de la producción conyugal, las actividades cotidianas creadoras del excedente estaban estrictamente determinadas por el género. Las prescripciones de la Iglesia con frecuencia interpretaban esta división y la reforzaban. Pero a medida que la pareja conyugal se iba convirtiendo en la unidad fiscalizable fundamental, el excedente creado perdía su género tradicional. La mujer ya no acudía ella misma a entregar al señor los huevos; como representante de la familia, al hombre ahora le tocaba pagar el tributo. Es cierto que las tareas obligatorias durante mucho tiempo diferenciaron todavía a los géneros. Pero cada vez más los tributos asumían una forma monetaria, las monedas locales eran remplazadas por las del Estado moderno, y la pareja conyugal mostraba ser una unidad productiva flexible, superior a cualquier otra forma anterior de organización familiar. Por estar fundada en el género, siguió subsistiendo en gran medida por sí misma, mientras que la capacidad creciente del Estado y de la Iglesia para imponer funciones genéricas nuevas, extrañas o contrarias a las normas tradicionales, hizo a la pareja capaz de adaptarse al rápido cambio tecnológico. El surgimiento de la producción del hogar conyugal es la condición antropológica de la formación inicial, en Europa, de campesinos y ciudadanos urbanos que son diferentes a los agricultores, comerciantes y artesanos del resto del mundo.
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+La extensión de la producción intragenérica, pero conyugal, no fue más que la primera etapa del proceso que creó la separación de Europa respecto a todas las demás culturas. En la Europa cristiana la unión conyugal constituía una homogeneidad fundamental, a pesar de que se asumía de diversas maneras en las sociedades. Hubo variaciones según las épocas y los lugares, y muchas comunidades permanecieron fuera de la corriente general —incluso, en algunos casos, hasta después de la segunda Guerra Mundial—. Este matrimonio económicamente productivo fue un _primer_ paso; no implicaba la desaparición del género. Durante 500 años, del siglo XIII hasta principios del siglo XIX, se extendió un tipo de matrimonio donde el hombre y la mujer, socios en la producción matrimonial, conservaban las tareas de su respectivo género. Tanto la estructura feudal como la organización mercantilista de la cosa pública, están fundadas en el excedente producido por la pareja conyugal, todavía con género.[^f77]
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+Pero he aquí que en el siglo XIX, y de forma bastante brusca, las tareas intragenéricas del hogar son remplazadas por la división _económica_ del trabajo asalariado y del trabajo fantasma, que se asignan de forma discriminatoria en función de las características sexuales, recién descubiertas, de los cónyuges. Sólo al llegar esta segunda etapa, los socios conyugales, económicamente distintos y privados de su género, se convierten en la base de la producción industrial. Y las parejas de esta especie habrán de proporcionar a los antropólogos que han nacido dentro de su marco, la norma de la “estructura libidinal” y la percepción que de ésta tendrán. Para ellos, que ven en el parentesco el resultado de una preferencia y de una asociación sexuales, el género sólo puede carecer de sentido, cuando no les resulta absolutamente aterrador.
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+## Los dominios del género y el medio vernáculo
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+EN LA SOCIEDAD del género, ni el espacio ni el tiempo son neutros. Lo que Einstein denominó el “espacio-tiempo” es en la cultura vernácula una función de dos movimientos ambiguos, cada cual en sí único. Cada género se desplaza a su propio ritmo en su camino propio, y el medio vernáculo forma una especie de contrapunto de esta sutil danza. Es por esto que una parte del medio vernáculo siempre permanecerá en el punto ciego de los hombres. Lo que saben de esta parte velada no lo aprenden sino indirectamente. _Aquí_, los hombres no tienen el derecho a la palabra; _allá_, lo tienen las mujeres. Ser hombre significa estar consciente de que las mujeres saben cosas que los hombres ignoran, que poseen vocablos para designarlas y cierto poder sobre ellas.
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+### Espacio tiempo y género
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+Los lugares y las horas determinan quién hace qué, quién usa qué y en qué momento. El género determina que la mujer berebere se apoye contra la pared oriental de una habitación, mientras que la parte externa de la misma pared está reservada al hombre. El trazado de la línea de separación de los géneros determina en qué territorios, en qué ocasiones y hasta en qué grado los dos géneros pueden entremezclarse. En cierto valle de los Alpes, ambos se reúnen en la era, él con el mayal y ella con la criba. Río abajo, este espacio es dominio exclusivo de los hombres. De la misma manera que se encuentran separados, así los géneros se entremezclan distintamente según la cultura y la época.[^f78] A veces gobiernan territorios totalmente separados, a veces se entrelazan como los arabescos celtas del _Libro de Kells_. Hay lugares donde una canasta no se teje, una hoguera no se enciende, sin la dualidad de las manos masculinas y femeninas. Cada cultura conjuga los géneros a su manera, desde la cuna a la tumba. Existen lugares donde los muchachos y las muchachas viven todos juntos, comunitariamente, durante algunos años, tras lo cual se instalan en sus respectivos territorios.
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+A lo largo de su notable obra sobre las “maneras de hacer” en la cocina, el lavado de la ropa y la costura en Minot, una pequeña aldea francesa, Yvonne Verdier describe, desde el punto de vista femenino, esta sutil textura. Así, cuando se mata al cerdo, únicamente a la mujer le toca elegir el animal que será sacrificado, pero es el hombre quien fija el día de la matanza. Como si se tratara de un minueto, ambos ejecutan decenas de pasos bien armonizados. Las mujeres preparan la longaniza y los hombres salan la manteca. Pero, mientras que en Minot solamente las mujeres menopáusicas pueden sacar la carne salada de la despensa, en una aldea próxima no pueden penetrar este espacio masculino. Cada aldea baila al son de su propia música.
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+Recientemente, en su obra sobre _El marido y la mujer en la sociedad rural_ francesa,[^f79] Martine Segalen ha desbrozado un campo nuevo describiendo sus ritmos complementarios. Analiza de forma detallada la correspondencia recíproca de las tareas específicas de los géneros, y las distingue de manera explícita de los roles, del estatus y del rango. Examina con óptica femenina la arquitectura de las granjas y los trabajos de los agricultores; recoge proverbios y fotografías e interpreta pinturas antiguas y estudios etnológicos para reconstituir, partiendo de las pautas de comportamiento que sobrevivieron, cómo eran las cosas a mediados del siglo XIX. Descubre relaciones entre hombres y mujeres mucho menos regidas por la familia y el parentesco que por las necesidades de hogares basados en la interdependencia armoniosa de las manos femeninas y masculinas. Describe a hombres y mujeres que realizan sus tareas cotidianas más como miembros de su género que como los elementos constitutivos individuales de una pareja apareada gracias al matrimonio. La pareja no pesa mucho en el hogar rural francés del siglo XIX. Tanto el mito de la brutal dominación masculina como el del romántico idilio campesino tergiversan la realidad.
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+Según Martine Segalen, es el hogar lo que media entre el individuo y la comunidad rural, y no ambos cónyuges, la pareja. Si el hogar se desintegra y sus miembros no actúan de conformidad con las exigencias de sus respectivos géneros, será la comunidad quien castigará directamente al individuo ofensor. Por ejemplo, en el norte de Francia la hortaliza debe binarse en el mes de abril; ésta es tarea de la mujer. Si para el primero de mayo la tierra aún no ha sido removida, ante su ventana aparecerá un maniquí de paja con una azada en los brazos. En cuanto al bruto que golpea a su mujer, será objeto de una cencerrada: se le paseará en una carreta por toda la aldea, embarrado de lodo, entre las burlas de las personas y el estrépito de ollas y cacerolas. Si, al contrario, un hombre se deja pegar por su esposa, también tendrá derecho al paseo, pero atado sobre un asno, montado al revés y con la cola de la bestia en las manos.[^f80]
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+Mientras la separación de los géneros sea la regla, se mantendrán estas prácticas, que han asegurado eficazmente la supervivencia de esta comunidad específica. Han sido acuñados diversos términos para designar la adhesión normativa a un código que ha sido sancionado por la supervivencia. La antropología rural habla de la “ética de la subsistencia”. E. P. Thompson emplea el concepto de “economía moral”, respecto a las poblaciones que por lo general son más urbanas. Constituyen términos sólidos, pues nos permiten comparar el sentimiento de lo que se considera correcto bajo la égida del género, con una posible norma moderna, norma que corresponde a los postulados de la escasez. Estos dos términos afirman que el derecho de todo aldeano, de todo miembro del pueblo a la supervivencia pura y simple es la regla suprema del comportamiento _común_, y para nada el derecho aislado de un individuo. Expresan una actitud, una orientación que protege a los más débiles del naufragio. Enuncian el derecho a una decorosa existencia consuetudinaria, aunque tal derecho no se formule sino cuando hay que luchar para defenderlo. Pero la “ética de la subsistencia” o la “economía moral” son nociones modernas que hablan de pautas de comportamiento apropiado, que a lo largo de la historia se han dado dentro del género. Por lo tanto, yo mismo prefiero no retomar los términos de “moralidad” o de “ética” en su acepción neutra actual, y buscar otros términos para hablar del imperativo que otorga a los géneros sus normas.
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+Para nuestros contemporáneos es difícil reconstituir el sentimiento de haber faltado al propio género, a la vez porque este sentimiento es tan vernáculo y por lo tanto tan “agramático” como el dominio del género mismo, y porque se ha disipado al mismo tiempo que el género. No se trata de sentir vergüenza o culpa, al menos en el sentido actual de estos vocablos. Yves Castan ha investigado lo que la gente de Languedoc llamaba la _honnêteté_ (la probidad) en el periodo de 1715 a 1780.[^f81] Estudió las minutas de los escribanos forenses relacionadas con delitos de alteración de la paz pública. Pudo explorar de esta manera uno de las raros inventarios del habla común de la gente sencilla desprovista de instrucción. Una parte de su trabajo muestra de qué forma la probidad obligaba a actuar conforme al género, hasta en las cosas más insignificantes. Por ejemplo, cuando llegaban visitas a casa, era _ella_ quien tenía que ir por los vasos, preparar la ensalada, servir el vino sin que pareciera que escuchaba la conversación y sin participar en ella. Era ésa la conducta que se esperaba de una mujer, pues en cuanto tal, ella para defender los intereses del hogar tenía medios mucho más eficaces que la discusión directa entre los hombres. Si ella se inmiscuyera en la conversación, cometería una falta en relación con su género, pues perdería el poder real que poseen las murmuraciones y los comadreos.[^f82] En cambio, le tocaba proteger el hogar contra el cobrador de impuestos, gritando que se encontraba sola en casa —en cuyo caso éste no podía traspasar el umbral—. También debía tomar partido por sus hijos en un altercado, aunque ellos fueran totalmente culpables. La probidad le exigía, cuando fuera necesario, atacar al enemigo con uñas y dientes. En cuanto al hombre, la probidad le exigía exactamente lo contrario. De él se esperaba, en el caso en que la mujer hubiera defendido al vástago, que lo castigara, a veces moliéndolo a palos brutalmente.[^f83]
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+Emmanuel Le Roy Ladurie ha explorado la relación entre el hogar y el género en la misma región del sur de Francia, pero en una época mucho más antigua. Analizó los registros que mantuvo el futuro papa Benedicto XII cuando, siendo un joven obispo e inquisidor, sometió a varias docenas de habitantes de una pequeña aldea de las montañas —Montaillou— de quienes se sospechaba que eran herejes cátaros, a hábiles y rigurosos interrogatorios. De manera extremadamente sutil, los obligó a revelar innumerables detalles sobre su vida cotidiana, registrando palabra tras palabra las respuestas de esos campesinos y pastores de los Pirineos septentrionales. Con base en estas respuestas, de una antigüedad de seis siglos y medio, Le Roy Ladurie realizó su trabajo. Yo no sé de otro documento que proporcione una visión a la vez de primera mano y tan exhaustiva de una comunidad, respecto a lo que la gente sentía sobre sus hogares y su territorio común, sobre lo que esperaban y toleraban unos de los otros. Cada una de las víctimas de esta inquisición vuelve a la vida como persona, no solamente cuando se comporta de una manera que el obispo aceptaría, sino sobre todo cuando obedece los imperativos de su género en formas que el inquisidor desea saber detalladamente. Y, página tras página, la _domus_, la “casa”, en el sentido más poderoso del término, significa el techo bajo el cual, y el territorio en el que dos géneros interactúan: la cocina, los bienes y la tierra, los hijos y la familia en un sentido extendido, incluyendo los esclavos y los huéspedes.
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+Más que la gente, la _domus_ parece ser el sujeto de la historia —la unidad social básica—. La casa, a la vez construcción y familia, vincula a hombres y mujeres a sus posesiones, las cuales determinan sus relaciones genéricas recíprocas. Cuando se exploran los interrogatorios judiciales de estos aldeanos occitanos del siglo XIII, resulta evidente que aún no tienen la obsesión de la tierra y su tenencia, cosa que será típica del campesino europeo tras la Edad Media; para ellos, la _domus_ es lo que importa, más todavía que el cónyuge o el hijo. No es la familia, en el sentido restricto del término, la que subsiste en la autarquía, sino la _domus;_ es ésta la que se reproduce en su descendencia. Aquí, en Montaillou, las mujeres de la casa se encargan del fogón, de la cocina, de la hortaliza, de la pastura de los animales y de acarrear el agua. Los hombres cuidan los campos, los bosques y las ovejas, con la ayuda ocasional de una mujer de la _domus_ o de una sirvienta contratada para ello. La vida material es creada por el hogar, el principal sujeto activo, a través de sus hombres y mujeres.[^f84]
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+En las tierras etruscas del centro de Italia, una misma palabra latina sirve para designar el sujeto central de la historia, la _domus_, y sus divinidades tutelares, los _lares_. Son dioses antiguos, cuyos órganos sexuales, ya sea el falo o la vulva, están señaladamente representados. Juntos protegen las márgenes de los campos. Se les venera tradicionalmente en las encrucijadas, aunque sus efigies se conservan sobre el fogón. Son objeto de un culto diurno, aunque surjan de las profundidades de la tierra, residencia de los muertos, para velar por el orden de la casa. Y la casa misma, el “hogar”, la fundación doméstica en torno al fogón, también se denomina _lar_. Este vocablo podría servir como un término técnico para designar aquella realidad de la cual la _domus_ es un ejemplo específico.
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+### El cuerpo y el género
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+El género modela los cuerpos como los cuerpos modelan el espacio, y a su vez son modelados por sus configuraciones. El cuerpo en acción, con sus movimientos y sus ritmos, sus gestos y sus cadencias, modela el hogar; éste es algo más que un refugio, una tienda de campaña o una casa. Vivir en algún lado significa hacer la propia casa allí, tanto trayendo hijos al mundo como plantando árboles y construyendo muros. En la cultura vernácula, habitar y vivir son coincidentes. Al manejar las herramientas que están ligadas al género de manera específica y patente, la vida vernácula teje un capullo genérico en un nicho biológico. Toda vida es morada, formación de una morada. Los vestigios de las moradas sobreviven del mismo modo que las osamentas. Los espacios inhabitados pronto se convierten en un desierto.
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+Construirse un hogar significa invadir los territorios de otra vida, la vida salvaje, a fin de crear campos, pastizales, lugares para cultivar las formas domésticas de la vida —los cereales, los asnos y las bacterias sin las cuales la mantequilla no puede cuajar—. Entre los nichos ecológicos posibles, la vivienda constituye una clase aparte, pero su carácter particular ha quedado más oscurecido que iluminado por el reciente discurso ecológico. El movimiento ecológico ciertamente engendró un sentido común nuevo, pero también alentó sutilmente el sexismo al enriquecer un lenguaje neutro o, dicho de otro modo, sexista. Los términos de la ecología, de reciente ingreso en el vocabulario de las palabras clave, deben utilizarse con prudencia.
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+El hogar no es un nido ni tampoco un garaje. El ecologista es capaz de llamar a estos tres “nichos” o “hábitats”. Para el filósofo se trata de sitios en tres tipos de espacios, cada cual creado en virtud de una especie diferente de acción. El nido (biológico), el garaje (técnico) y la habitación (histórica) engendran espacios heterogéneos. Por instinto, el animal “marca” su territorio. El nido es la modalidad espacial de la reproducción instintiva de la especie. El garaje es exactamente lo contrario, pues ha sido concebido para estacionar los vehículos, partiendo de la suposición de la escasez de espacio. El nido, por su parte, supone la porosidad del espacio y la vitalidad de la materia.
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+El apartamento moderno procede del mismo tipo de espacio para el cual se diseñan los garajes. Se construye económicamente, es decir, mediante la agregación de módulos espacio-temporales sin género, y su función consiste en responder a las necesidades imputadas a sus habitantes. Y por lo general está vinculado a sistemas de transporte. Tanto el garaje como el apartamento han sido construidos racional y económicamente con el propósito de almacenar durante la noche un recurso productivo. Ambos ofrecen seguridad para, y contra, lo que allí se guarda: sus muros están asegurados contra los ocasionales daños que los niños y las defensas de los autos pueden causar, así como niños y autos están asegurados contra los accidentes. El apartamento es un almacén que sirve para confinar a las personas, a quienes se considera frágiles y peligrosas. Es imposible para los ocupantes “hacerse su hogar” allí; el espacio está estructurado y equipado para el trabajo fantasma, únicamente. Es un domicilio a donde llegan los cables y las vías urbanas, el cartero y el policía, a fin de comunicar a aquellos que todavía se encuentran sanos espiritual y físicamente, aquellos civiles que sobreviven “en libertad” gracias al valium, a la televisión y a sus fantasías sexuales. Es el lugar reservado para el comercio carnal entre humanos sin género, el único sitio donde los dos sexos aún pueden compartir el retrete.[^f85]
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+En Montaillou, en Minot o en la aldea mexicana de hoy en día, el hogar no es un territorio delimitado por animales que se reproducen porque sus genes lo exigen, ni una vivienda especialmente destinada a compañeros sexuales, mezquinamente dispuesta en un espacio económico. Es una vivienda que está hecha _por_ la gente, no _para_ ella, es un espacio engendrado por los cuerpos de aquellos que la habitan, es el vestigio ambiental de la vida vernácula. No es un ámbito para el engendramiento ni una cómoda caja fuerte; es el reflejo de los hombres y las mujeres en su medio ambiente. Por tal razón, _estar en casa_ significa algo diferente para ambos géneros.
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+### La procreación y el género
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+Así como un tejido nace del entrelazamiento, en ángulo recto, de la urdimbre ininterrumpida y de la trama transversal, las acciones que engendran el hogar, las acciones que engendran el espacio vital, son necesariamente diferentes según los géneros. Los hombres y las mujeres se crean su hogar mediante cada uno de sus movimientos. Pero sólo la mujer crea la sucesión ininterrumpida de la vida. No importa que la cultura sea matriarcal o patriarcal, que sean las mujeres o los hombres quienes detenten el poder, vivir y habitar significan para las mujeres, y para ellas únicamente, parir cuerpos, dar la vida. En cierta cultura, los hombres construyen el refugio, levantan bardas o hacen terrazas de cultivo en las colinas; en otra, las mismas tareas las realizan las mujeres. Pero solamente las mujeres pueden dar vida a otros cuerpos. Importa poco la representación del creador que la mitología local impone —madre, padre o andrógino; poco importa el nombre que se le dará al hijo—, el de su madre, padre o tío. Este espacio particular, y el tiempo que le corresponde, que hacen del hogar algo más que un nido o garaje, _solamente_ es creado por las mujeres, porque sólo ellas procrean cuerpos.
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+Son éstas ideas que pueden parecer poéticas, oscuras o románticas, hasta que recordamos que en el espacio del departamento moderno las mujeres se encuentran doblemente _desplazadas_, y que ellas lo dicen claramente. La invasión y la usurpación del espacio normativo frustran a las mujeres en su carne de una manera que los hombres no pueden experimentar. La arquitectura unisex es necesariamente sexista. Su concepción amenaza a las mujeres en dos sentidos, en su carne y en sus ritmos: se obstaculiza su potencial contribución a la creación del hogar y se les excluye del contexto específico de su género; sufren más que los hombres por ambas razones. Para ellas, crear “su hogar” no equivale más que a cambiar los muebles de lugar. Despojadas de su propio dominio, han sido privadas de la posibilidad de traer hijos al mundo en el seno de su género, en el seno de su contexto de mujeres en su hogar.
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+Al ser transformadas en productoras económicas —remuneradas o no, en un empleo o en la casa—, a las mujeres se les priva, tanto como a los hombres, de las condiciones ambientales que les permitirían vivir en un lugar _habitándolo_, y al hacerlo, crear su hogar. En la medida que las mujeres y los hombres se vuelven más productivos económicamente, menos poseen un medio de vida. Pero esta pérdida de un hogar intragenérico, el cual ha sido remplazado por “módulos habitacionales”, priva a las mujeres de la amplitud indispensable para crear una existencia generadora de espacio. Cada cual en su soledad procrea individuos en un espacio económico neutro, en un mundo hecho de ladrillos espacio-temporales estandarizados. En este sentido, el espacio de un departamento y el de la sala de partos de un hospital son igualmente rígidos y carentes de género; el parto en el seno del género es allí imposible. Aquellas que han querido dar a luz en casa, en su apartamento, y que lo recuerdan gratamente, aunque con cierta desilusión, en comparación con la estancia en una maternidad, saben que la topología de su cuerpo no está hecha ni para parir camadas ni para la reproducción estandarizada; no está hecha para el nido ni para la línea de montaje; está hecha para crear, al parir, el espacio y el tiempo vernáculos.
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+El espacio vernáculo no sólo da forma al paisaje y a la casa, no sólo está en contacto con el pasado y aún más allá, sino que también se extiende en el cuerpo mismo, y esto de manera diferente en hombres y mujeres. De ahí resulta que la arquitectura económica, que está desprovista de género y que forma un espacio-tiempo internacional rígidamente definido, _invierte_ a las mujeres, transformando al género femenino en el segundo sexo. La “perspectiva clínica”, como la ha llamado Michel Foucault, que se desarrolló durante el siglo XIX, vacía el cuerpo del género.[^f86]
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+Hay estudios recientes que han analizado con cuidado las etapas de esta extirpación corporal del género, la cual se da a la par de una reconstitución anatómica de la mujer en cuanto ser humano singular, dotado de órganos sexuales aunque escasa capilaridad. Pero la innovación decisiva de esta “humanización” polarizada de la mujer es el nuevo sitio que se le ha asignado al alumbramiento, el cual es objeto de estudio y de reglamentación pública. Aproximadamente hasta 1780 los tratados médicos y la legislación civil consideran que éste pertenece al dominio de las mujeres. La cesación de las menstruaciones, la confirmación del embarazo, el mal parto, el aborto, el alumbramiento, la lactancia, como también el infanticidio y los cuidados del bebé, todo ello es asunto de las mujeres. No es que estas cosas sean privadas o secretas, pero están relacionadas con el género. No se llama al médico más que para los partos verdaderamente difíciles, a fin de que la mujer no se arriesgue, si hay un accidente, a ser acusada de haber matado a su bebé, aunque por lo general las autoridades no se conmueven por el deceso de un recién nacido. En la lengua como en el discurso médico y legal, traer al mundo hijos es claramente asunto de las mujeres.
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+Es sólo en la última generación del _Ancien Régime_ cuando evoluciona la percepción de las mujeres como fuente de vida. Durante este periodo, la lengua jurídica traspasa el umbral de la vulva de la misma manera que antiguamente el inquisidor había traspasado el de la _domus_. Se empieza a ver en el feto al ciudadano futuro. La ley se emplea en regir la matriz a fin de proteger la vida que contiene. El principal agresor, la amenaza contra el ciudadano o el futuro soldado, en adelante será la madre, particularmente si es pobre o no tiene marido. Hacia 1785, la policía prusiana inicia el registro de las mujeres solteras cuya regla ha cesado. Las plantas abortivas clásicas se encuentran entre los primeros fármacos cuya venta se prohíbe, o que sucesivamente los farmacéuticos sólo entregarán bajo prescripción; en los jardines públicos, la policía arranca las plantas de ruda.
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+El vientre materno es declarado territorio público. Las parteras sólo pueden ejercer su oficio tras seguir estudios formales y obtener un diploma. Tal transformación de la vecina experimentada en partera especializada, con licencia o ilegal, es uno de los acontecimientos clave del profesionalismo mutilador. Y la lengua refleja este cambio. El alumbramiento deja de ser un acontecimiento femenino que las mujeres viven entre sí. En el vocabulario de la policía médica la matriz se convierte en el órgano especializado que produce hijos. A las mujeres se les describe como matrices ambulantes.
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+A mediados del siglo XIX, los ginecólogos comienzan a colonizar el nuevo territorio del vientre materno incluso antes de iniciarse los dolores del parto. Hacia fines de siglo, ante todo se preocupan por desinfectar el canal por donde saldrá el vástago, a fin de protegerlo contra las enfermedades que la madre podría comunicar durante el parto. En el siglo XVIII, mientras más pobre fuera una mujer, más se podía sospechar que intentaría abortar; en el siglo XIX se le considera particularmente propensa a infectar al hijo. De cualquier modo, su pobreza proporciona el pretexto para aislarla de la compañía de otras mujeres y hacerla parir en un establecimiento, cosa que al mismo tiempo la pone a disposición de los futuros médicos para que se entrenen en la práctica. Y a principios del siglo XX, más precozmente en Massachusetts que en Berlín o en Milán, el parto neutro de hospital —hasta entonces considerado como una precaución contra las vilezas o las enfermedades de las mujeres— empieza a ser presentado como un beneficio para la madre misma. La intrusión del cuidado médico fuera del género opera una metamorfosis en el vientre materno, haciendo de éste una especie de garaje prenatal. Yo veo en esta vigilancia profesional intensiva del embarazo el ritual solemnizador de la victoria final del espacio-tiempo imperial sobre el espacio-tiempo vernáculo.[^f87]
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+En este ensayo quiero mostrar la oposición entre una existencia genérica y una economía sexista. Pero no intento dilucidar por qué un régimen sexista opera perseverantemente en contra de las mujeres. La razón principal de esta limitación que me impongo es que pienso que solamente una filosofía auténtica del género podría proporcionar una explicación satisfactoria —y tal filosofía aún no existe—. No obstante, si yo intentara explicar por qué la pérdida del género es más perjudicial para las mujeres, comenzaría por el análisis de los efectos distintos y diversos que el espacio-tiempo imperial y fuera de género produce en el cuerpo de los hombres y de las mujeres.
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+### La influencia del género
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+El género es vernáculo. Es tan resistente y adaptable, tan precario y vulnerable como el habla vernácula. Es obliterado, al igual que ésta, por la Instrucción, y su existencia rápidamente se olvida o incluso se niega. Son muchos quienes hoy en día no se acuerdan más del género que del habla vernácula, e incluso no serían capaces de imaginarlos. Para el bachiller, el habla vernácula de sus padres es un dialecto en comparación con la lengua materna que se le ha enseñado en la escuela. Para la joven egresada de la universidad que regresa con su diploma a la provincia mexicana, el género de su madre puede muy bien parecer como una servidumbre de la cual _ella misma_ ha escapado.
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+El profundo contraste entre el habla vernácula y la lengua materna inculcada, con frecuencia es evidente para los padres e inasequible para los hijos. Ellos perciben que estos dos medios de expresión oral pertenecen a mundos irreconciliables. Pero la diferenciación entre el género y el sexo es todavía más difícil de captar. Efectivamente, ahí encontramos dos especies de dualidades cuyas complementariedades respectivas se sitúan en planos diferentes. Una y otra son, en verdad, construcciones sociales. Yo adjunto al género como al sexo los epítetos “masculino” o “femenino”, porque ambos son construcciones sociales que implican la referencia a una distinción biológica; pero género y sexo no son dualidades del mismo orden. El género es sustantivo; el sexo, adjetivo.
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+El género es una realidad primordial. Es también una entidad social que exige un complemento; jamás está completo en sí mismo. Los géneros no se comprenden sino juntos, como el yin y el yang. Como en el símbolo yin/yang, solamente desde fuera se puede ver que lo negro y lo blanco forman un todo. No sucede lo mismo con el sexo en el neutro económico. Aquí el sexo es un atributo secundario, la propiedad de un individuo, una característica del ser humano. El rol de los sexos es algo que se adjunta a la existencia de lo humano. Ciertamente, el individuo no alcanza a percibir su sexo como un rol más, como una vestimenta entre otras, una prenda de trabajo o de gala. Este rol no se puede cambiar a voluntad: las mujeres, hundidas en el suyo, bien lo saben. Pero se quiera o no, tener un rol sexual —ya sea aceptado o padecido— es otra cosa enteramente que pertenecer a un género. Decir que se es hombre o mujer es totalmente diferente de decir que se es del sexo masculino o femenino. A diferencia del género, que significa que se es un círculo o bien un cuadrado, el sexo es un rol básico sobre el cual se pueden edificar otros roles. En el ámbito vernáculo se nace o se crece en el seno del género; pero el rol del sexo se adquiere. Podemos reprocharle a nuestros padres o a la sociedad el habernos “asignado” un rol sexual, pero no podemos culpar a nadie por el hecho de que poseamos un habla vernácula o un género vernáculo.
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+### El género y el universo conceptual
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+Por doquier muchachos y muchachas asumen precozmente sus respectivos géneros. Al llegar el destete, ya poseen maneras típicamente diferentes. En el Mashrik, corazón del Islam entre Egipto y Persia, donde no se desteta a los infantes antes de la edad de dos años —y los niños después que las niñas—, existen docenas de dichos relacionados con las formas distintas de mimar a un género o al otro. En ciertas lenguas, donde los hombres y las mujeres emplean un término diferente para designar al mismo tío, esa palabra propia de su género es frecuentemente una de las primeras que aprenden y pronuncian. Y los deberes propios de cada género son inculcados desde la más tierna edad. Entre los bembas, a los nueve años una niña sabe reconocer 40 variedades de hongos, mientras que un niño distingue los cantos de las aves.[^f88] Vemos aquí que la división cognitiva más fundamental en la evolución de los conceptos es la del género. Sin embargo, desde hace tres generaciones la epistemología psicológica se desentiende del tema. La identificación y la oposición del género forman parte del desarrollo empírico inicial, que todavía no es verbal. Piaget ha creado para estas primeras distinciones el calificativo “infralógicas”, a fin de significar que no sólo son prelógicas. Pero al parecer la más profunda, la del género, lo evade.
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+El recién nacido no puede llegar a formar un concepto más que captando físicamente lo que está “ahí”. No es capaz de discernir sino extendiendo los brazos, tocando, asiendo, abrazando. No se trata de movimientos “espontáneos”, de simples reflejos biológicos en los que no interviene la cultura. Los ojos de la madre, que miran de modo diferente al niño y a la niña, imprimen desde entonces un ritmo diferente en los ojos del bebé. Así, el bebé adquiere su primer contacto, su aprehensión inicial del mundo, mediante su cuerpo y bajo el dictado del género, de conformidad con su sexo biológico. Allí donde el género impera, crecer no significa jamás convertirse en un “humano”, solamente un neutro lógico, en un _niño_ de género no especificado.
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+Cuando desde la cuna hombres y mujeres captan el mundo según dos maneras complementarias, desarrollan dos modelos distintos de conceptualización del universo. Un estilo de percepción ligado con un género que corresponde a un dominio de herramientas y de tareas propias de este género. Los dos géneros no sólo ven las mismas realidades con una perspectiva y con matices diferentes, sino que aprenden precozmente que toda cosa tiene su envés.
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+Los vocablos clave fuera de género del discurso contemporáneo nos obligan a describir la bilateralidad ambigua de la realidad vernácula como una guerra de sexos inaugurada por Adán y Eva. Hoy en día la reacción ante la alteridad ya no es el miedo sino la comparación envidiosa. Los rituales que orquestan la danza de la vida, marcando los cuerpos, entremezclando los géneros y luego separándolos, nos los presentan como una educación sexual primitiva. La extraña aberración que nos impulsa a imaginar a “la madre” que habla de Yocasta acarrea un mito _monstruoso_, una visión tan anormal como la de atribuir a un muchacho las pasiones de Edipo. El sexo y el género no pueden cohabitar en el mismo universo conceptual. La intención de conjugarlos necesariamente conduce al sexismo científico de la antropología.
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+En este ámbito, casi siempre la perspectiva corresponde al observador _masculino_, y por lo tanto es más que extensamente sexista —cosa que hoy se sabe muy bien—. La aplastante mayoría de los etnógrafos son hombres. Las raras mujeres que trabajan en esta disciplina son discípulas o rivales de sus colegas masculinos. Para un investigador es tentador interrogar de preferencia a los _hombres_, quienes, por lo demás, con mayor frecuencia que las mujeres, saben una lengua vehicular —el hausa que se habla en el mercado, el árabe de la escuela coránica, el francés si han servido en el ejército—, lo cual reduce las dificultades de la comunicación verbal. Además, resulta decepcionante interrogar a las mujeres, porque, como observa Edwin Ardener: “Las jóvenes ríen, las viejas gruñen, encuentran las preguntas ridículas, rehúsan hablar con un extraño”. Por añadidura, los hombres impiden llegar a ellas, con el pretexto de que las mujeres son peligrosas, están impuras, o hay que protegerlas. En consecuencia, es a los hombres a quienes los etnógrafos hacen las preguntas que confirman sus propios modelos, y sus interlocutores, aunque modifican o adornan tales axiomas, o equivocan su sentido o acomodan sus respuestas para que cuadren con el tema. Puesto que las preguntas se hacen en un idioma que no toma en cuenta el género, evidentemente resulta que el género no aparece en las respuestas.
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+Desde hace poco tiempo, las investigadoras han proporcionado una descripción “complementaria”, un espejo feminosexista, en el cual ellas leen una suerte de imagen invertida de la visión masculina a que ha sido reducida la realidad genérica por la “ciencia”. Su investigación se halla centrada sobre todo en el contraste entre la óptica femenina y la óptica masculina, en la manera en que las mujeres manejan el símbolo y el poder. Pero como estos nuevos estudios abordan principalmente la dominación y la sujeción en las sociedades no europeas, también están ubicados en una perspectiva sin género. En último análisis, la dominación y la sujeción no son más que asuntos de poder, ya sea que resida aquí o allá; implican la competencia por valores o posiciones que desconocen el género. Desde el momento que se postula la escasez de estos valores, y su igual conveniencia para hombres y mujeres, la lucha por tales valores es inevitablemente estudiada desde una perspectiva “sexista”, aun cuando sea bajo la forma inversa del “feminosexismo”.
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+Edwin Ardener es uno de los raros antropólogos que han tratado de separar el estudio de la dominación masculina del análisis de universos conceptuales asimétricos donde la complementariedad es ambigua —sin negar por eso la importancia de tal asimetría—.[^f89] En su investigación de las mujeres bakweri, da constancia que son ellas las que definen las fronteras de su mundo, de modo y manera que viven como mujeres —aunque solamente hasta cierto punto— dentro de aquello que para los hombres es lo “salvaje” y para los antropólogos un laberinto aparentemente impenetrable. “Para ellas, la sociedad no esta forzosamente separada de la naturaleza; ellas no proporcionan necesariamente un modelo unitario de la sociedad, que las contenga a la vez a ellas mismas y a los hombres. Pueden concebir perfectamente un modelo en el que las mujeres y la naturaleza son exteriores respecto a los hombres y a la sociedad.”
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+Por desgracia, Ardener emplea términos tales como “sociedad”, “salvaje”, “naturaleza” sin insistir en el hecho de que para él son metáforas.[^f90] Sus críticos por lo tanto se han esforzado en mostrar que estos términos están impregnados de ideología, con base en la forma en que fueron usados por los pensadores de la Ilustración. No son capaces de captar el argumento de Ardener —a saber, que no poseemos términos aptos par expresar, en prosa, la simetría de las percepciones en el seno del género—.
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+En última instancia, el prejuicio sexista de tantos antropólogos resulta de algo mucho más fundamental que la intervención de informadores masculinos, el enfoque elegido por las investigadoras o los malentendidos. Los prejuicios contra el género están inscritos en la antropología porque ésta pretende ser una ciencia. Su lógica científica hace de ella una herramienta analítica para estudiar a los hombres y a las mujeres en calidad de _anthropoi_, para reducir el género al sexo y para hacer de una complementariedad que solamente son capaces de describir los poetas de una cultura, un sistema de dos contrarios homogéneos. Cosa que plantea una cuestión más fundamental: si la antropología no es capaz de captar el género como sujeto, ¿cómo puede explorar el dominio vernáculo?[^f91]
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+### El género y el habla
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+La manera distinta mediante la cual cada género aprehende la realidad encuentra su expresión en el lenguaje. El niño y la niña a los cinco años no emiten los mismos sonidos, aunque sus órganos vocales son similares anatómicamente. Al pasar del balbuceo al habla, adoptan la forma y el estilo conveniente para su género, y esto incluso durante sus juegos.[^f93]
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+Al igual que lo que pasa con el “trabajo de las mujeres”, el “lenguaje de las mujeres” también ha atraído el interés académico en tres olas sucesivas.[^f94] La curiosidad al respecto nace a fines del siglo XIX, época en que cualquier posible prueba de la alteridad constitucional de las mujeres resultaba para muchos atrayente. Por entonces el lenguaje femenino era uno de aquellos descubrimientos que habían surgido de la iniciativa clínica que había definido a _priori_ una realidad y una existencia humanas totalmente nuevas, desde el punto de vista anatómico, psicológico y de comportamiento. Esta definición ubicaba a las mujeres, en cuanto segundo sexo, en una sociedad de neutros, una sociedad estandarizada de acuerdo con una norma común. Todo aquello que pudiera probar que las mujeres se apartaban de esa norma era agua para el molino de los profesionales que con ello obtenían ganancias: ginecólogos, clérigos, profesores de economía doméstica y trabajadores sociales que se obligaban a definir “necesidades” para las que sólo ellos podían formular un diagnóstico y prescribir una terapia normativa.
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+Pero el interés del siglo XIX en el habla femenina fue efímero.[^f95] A pesar de que cada vez más lingüistas competentes han explorado toda suerte de variantes de la lengua —según la edad, el estatus, el grado de instrucción o el coeficiente intelectual—, las distinciones lingüísticas entre el habla de las mujeres y el habla de los hombres han sido relativamente despreciadas. Los estudios de la segunda ola de interés que registraron correctamente las singularidades del comportamiento lingüístico de las mujeres tendían por lo general a describirlo como un “dialecto” particular de las mujeres, algo subalterno en comparación con una entidad superior que sería la lengua “real”. Durante los años setenta, las mujeres mismas exploraron este ámbito. Pudieron hallar en cada dimensión y área del habla moderna incontables pruebas de la dominación masculina.[^f96]
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+Sin importar el idioma —francés, alemán o inglés—, las estadísticas muestran que los hombres hablan más alto y con mayor frecuencia que las mujeres, son más propensos a interrumpir, a imponer el tema de la conversación y a callar a los demás hablando más fuerte. En cuanto a las mujeres, éstas tienden a sonreír con complacencia, a abstenerse de hablar, a tartamudear, si bien para disimular su inseguridad también son capaces de imitar y superar a los hombres. En ese caso adoptan su vocabulario y sintaxis, sus estrategias y argumentos. Pero mientras más unisex son las palabras y los temas, resulta más patente que tanto las expresiones estridentes como el mutismo soñador colocan a las mujeres en el segundo sexo lingüístico. La educación mixta y la fábrica, la mesa de conferencias y el cóctel han hecho sexista el habla, así como el mercado laboral lo ha hecho con el trabajo.[^f97]
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+Todavía hoy en día, en muchos sitios del mundo, los hombres y las mujeres no solamente hablan de cosas diferentes, sino que el lenguaje mismo se los impone. Por ejemplo, fuera de la oficina, la fábrica o la arena política, las mujeres japonesas rara vez tocan —mucho menos que las euro peas— los temas que interesan a los hombres. Sin embargo, cuando lo hacen, sus expresiones difieren de las de los hombres. Y la diferencia es tanta que sería inútil buscar frases equivalentes en el habla masculina y femenina. Cinco minutos de conversación tocante a un jardín o a una fiesta se reducen, en un intercambio verbal entre hombres, a tres vocablos que como respuesta tienen un gruñido inarticulado.[^f98]
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+El estudio regional del lenguaje específico de un género aporta una visión parcial del ámbito multidimensional del género. Una encuesta que recientemente se llevo a cabo en una aldea española mostró que los hombres hablan sobre el trabajo en el campo, sobre el ganado, el comercio y el oficio, mientras que las conversaciones de las mujeres giran en torno a observaciones sobre las personas y sus motivos, sobre la existencia y las necesidades del hogar. Pero los temas mismos, como las herramientas que se utilizan, no son suficientes para revelar de qué manera se percibe el mundo. Las diferencias fonológicas, la entonación, la sintaxis, el vocabulario, las referencias nominales y pronominales, distinguen al habla masculina del habla femenina.[^f99] No es posible conjeturar lo que estas diferencias podrían revelar acerca de la complementariedad simbólica, si se las admitiera más como constituyentes del lenguaje que como rasgos marginales. En una lengua vernácula de Madagascar, se considera prestigioso el lenguaje de los hombres precisamente porque es indirecto y esquiva la confrontación.[^f100] El orador hábil ha de recurrir a un estilo alusivo convenido. Aquello que a un blanco neoyorquino le podría parecer vacilante y vago, para el hombre de raza merina queda muy claro. En esta sociedad, el comercio es asunto de las mujeres. Ellas discuten agresivamente los precios, gritan tras los niños, ponen a todos en su sitio, divulgan a voz en cuello las conductas reprobables. Las mujeres se hacen respetar porque son capaces de expresar sin reservas lo que sienten. El lenguaje femenino y el lenguaje masculino revelan la complejidad de la dominación relativa del género, incluso mejor que la utilización de las herramientas.[^f101]
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+Son de lo más frágil y vulnerables los rasgos masculinos y femeninos del lenguaje, aun cuando éste se encuentre en pleno vigor. En el pasado, se los ha visto desaparecer, particularmente cuando un habla se convierte en el instrumento de un imperio, en una lengua del comercio o de la administración. Son estos rasgos masculinos y femeninos los que primero peligran cuando una lengua se estandariza; lo que de ellos queda se reduce a un simple género gramatical vaciado de sus antiguas dualidades, y cuya utilidad primordial consiste en permitir la expresión discriminatoria. Cuando el habla vernácula desaparece por absorción en una lengua materna inculcada, su dualidad lingüística se reduce solamente a diferentes esquemas, entonaciones y temas de conversación, y a la dominación masculina del género gramatical. Esto se puede comprobar dondequiera que el proceso haya sido estudiado, dondequiera que el género vernáculo haya sido abolido por la relación monetaria, y el habla vernácula por la alfabetización, la escolarización y la televisión. En el suroeste de Luisiana, la lengua indígena _koasati_ que se hablaba en el pasado poseía sutiles y claras diferencias en el habla masculina y en el habla femenina.[^f102] Pero tras la segunda Guerra Mundial, sólo los ancianos recordaban aquellas distinciones, aquella facilidad, lentitud y dulzura propia del habla femenina. Hoy en día éstas emplean las formas masculinas. Las femeninas solamente sobreviven en calidad de curiosidades, cuando se recuerdan las expresiones de las mujeres del pasado. Así, la transición al predominio masculino —al igual que en el nuevo “medio de comunicación” unisex que tan perfectamente se adapta al estilo de vida industrial— se observa en el lenguaje, sin importar el número de “géneros” gramaticales que éste pueda poseer.
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+## El género a través del tiempo
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+COMO el lenguaje, la cultura evoluciona. ¿No implica ésta por sí misma una evolución _sui generis_? Si el término “cultura” tiene un significado que todos los antropólogos admiten, es éste: forma de comportamiento que no está inscrita en el programa genético, que no está totalmente sometida al instinto. La cultura traduce un nivel de la vida que no puede explicarse en términos biológicos. El bagaje genético y la herencia cultural evolucionan según leyes opuestas. La selección natural opera a base de una variación no orientada que conduce a una divergencia genética; la evolución cultural transmite a la sucesiva generación rasgos modelados por la generación actual. La evolución biológica extiende nuevas ramas que no pueden fecundarse entre sí, que una vez que se solidifican jamás podrán reunirse. La evolución cultural responde a la forma opuesta, la anastomosis:[^f103] como los de un río, sus brazos se dividen, se extienden serpenteando y vuelven a unirse. La evolución biológica queda grabada; la cultura implica el recuerdo de las cosas pasadas que no sobreviven más que en el mito y en la historia.
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+En el Museo Nacional de México se puede ver una bella ilustración de este sistema fluvial: la presentación de una serie de _malacates_[^t01]. Éstos son pequeños discos de cerámica con una perforación en el centro donde se inserta el huso para hilar, y que sirven de contrapeso. Cada año los arados mexicanos exhuman miles de ellos, de todas las épocas, incluso de las más lejanas. Un arqueólogo del museo los ha dispuesto como un sistema reticular de afluentes: comenzando por las formas muy antiguas, arcaicas y diversas, los malacates se adaptan, intercambian ciertos rasgos, se vuelven más elaborados, práctica y artísticamente. Se puede ver que en tal región, el malacate permanece sin cambiar durante siglos y luego, bruscamente, se hace mestizo, incorporando un detalle característico de un valle distante. Me encanta contemplar esta red y preguntarme si fue hombre o mujer quien introdujo aquel nuevo detalle.[^f104]
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+En algunos casos, la modificación pudo haber sido el fruto del azar: el malacate se mella accidentalmente, y alguien se da cuenta de que la muesca lo hace más práctico. Pero es más probable que esta mejora haya venido de afuera: que un forastero al pasar por allí haya dejado su malacate, o que un esclavo capturado trajera consigo un modelo diferente. Ese malacate con la extraña muesca fue examinado, probado y adoptado. Pero el peso del huso cambia. La mano que lo hacía girar aprende un nuevo movimiento y la otra mano responde con una nueva torsión del hilo. Un nuevo movimiento de una mano produce nueva respuesta de la otra mano. Puesto que en las culturas los utensilios corresponden forzosamente a un género únicamente, aquello que se denomina “cambio cultural” jamás sobreviene, inicialmente, sino en el dominio de _un_ género; seguidamente tiene lugar una reacción correspondiente en el otro género. En la evolución cultural, como en una danza, siempre hay uno que manda y otro que sigue, a veces con un gesto, a veces con un paso.
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+Hace miles de años, en la vertiente meridional de la Sierra Madre se comenzó a cultivar una nueva forma de maíz cuyos primeros granos debieron haber llegado de muy lejos. Este nuevo maíz era azul, y mucho más productivo que la antigua variedad. Tenía que ser plantado a mayor profundidad, así que la coa cambio de manos, pasando de las de la mujer a las del hombre. Pero el nuevo maíz, que un nuevo dios protegía, requería un nuevo metate también, uno mayor, para que las mujeres pudieran molerlo. Si la antropología cultural se ubicara a sí misma en la perspectiva del género, sólo con base en los datos ya recopilados sería capaz de decirnos mucho sobre la evolución técnica y cultural.
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+### El género y la transgresión
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+En periodos largos, la línea divisoria de los géneros puede cambiar de ruta. Y también, en ciertas condiciones, puede —incluso debe— ser transgredida. Es esto lo que distingue a las usurpaciones que un género inflige en el otro, de las desviaciones de los animales relacionadas con su comportamiento sexual. Pero he de decir que hay algo más importante que la diferencia entre el sexo animal y el género social: es la diferencia entre las usurpaciones mutuas de los géneros y la desaparición de su línea divisoria. Esta desaparición del género, la característica antropológica _por excelencia_ de las culturas industriales, tiene que ser cuidadosamente diferenciada de la transgresión del género.
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+La violación de la frontera entre los géneros aparece claramente cuando en el curso del tiempo una herramienta cambia de manos. Pero solamente podemos especular sobre los numerosos factores que han podido intervenir para modificar el entorno del género. Es probable que el cambio con frecuencia sea el resultado de un descubrimiento tecnológico: un utensilio o un elemento que, hasta ese momento, era extranjero pero no tabú, accede al dominio de un género. Así sucedió con el burro, que los antiguos mexicanos desconocían, y que fue introducido por los españoles. No podía ser exclusivo de los hombres, ni de las mujeres, y no era tabú —nada prohibía que ambos géneros lo tocaran—. Pero pronto, en las montañas de guerrero, entre los indios este animal pasó a manos de los hombres exclusivamente y así fue descubierto culturalmente. El descubrimiento cultural, o como frecuentemente se le llama, la evolución tecnológica, siempre ha sido un proceso de domesticación vinculado con un género. Inevitablemente, el empleo del asno hizo más que enriquecer el equipo del hombre: amplió la provincia territorial de un género, introduciendo una asimetría nueva entre el dominio de los hombres y el de las mujeres, y con toda seguridad aligeró el trabajo de éstas, al tiempo que redujo su estatus público.
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+Para los antiguos mexicanos, el burro fue algo totalmente sorprendente, pero no tabú. Yo prefiero reservar este término “tabú” para una prohibición que afecta a _ambos géneros_, aunque de manera muy diferente, prohibición que mediante su “¡No!” absoluto, mantiene a los géneros en el seno de su _gens_. Por haber comido el fruto del único árbol prohibido, Adán y Eva son expulsados del jardín del Edén junto con toda su descendencia. La violación de un tabú acarrea terribles consecuencias para toda la comunidad; exige un sacrificio extraordinario, un redentor. Pero traspasar la línea de separación de los géneros no es tabú, es algo que denominaré _pané_. El género les dicta a los hombres guayaki: “No tocarás ninguna canasta; _ésa_ pertenece al dominio de la mujer”. Lo que para el género femenino es adecuado, para él es _pané_.
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+Tanto el _tabú_ como el _pané_ son prohibiciones, pero las cosas que respectivamente prohíben se encuentran en espacios diferentes. El tabú es una amenaza desde fuera contra el dúo genérico, donde hombres y mujeres de la _gens_ dicen “nosotros”. _Pané_ implica la otra cara de la luna, la otra mitad del mundo, aquella parte de la realidad que sólo conozco a través de su reflejo en la apariencia, la palabra, la acción del género opuesto.
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+Desde siempre y por doquier, la barrera entre los géneros se ha traspasado, aunque no haya cambiado ni de tamaño ni de lugar. Los motivos más comunes son los desastres, las calamidades. En la Edad Media, el pesado arado del que tiraba un caballo herrado y guarnecido era casi un símbolo del género masculino. Las mujeres jamás se hubieran atrevido a acercarse a la herramienta o al animal. Pero a finales del siglo XIV, en un periodo de 15 años diversas miniaturas provenientes del norte de Francia muestran a mujeres tras el arado. Sucedía que la peste había diezmado a la población, mientras que la guerra segaba a los hombres que habían sobrevivido. Por lo tanto, las mujeres tenían que labrar la tierra en espera de que sus hijos varones llegaran a la edad de relevarlas.[^f105]
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+Las calamidades públicas y también las desgracias personales pueden conducir a un campesino a despreciar las conveniencias y hacer el trabajo de una mujer. Hasta hace poco tiempo, en el norte de Suecia los hombres no podían entrar en los establos. En ese lugar cálido, las muchachas vivían y dormían junto al ganado y, durante el largo invierno, ellas y las amigas que las venían a visitar tenían la seguridad de que estarían a salvo entre mujeres. Pero el viudo que no tenía hija ordeñaba él mismo su vaca al abrigo de los muros del establo, cosa que jamás habría hecho afuera, a la vista de todo el mundo. Si amenaza con caer una tormenta mientras las mujeres cosechan el heno en un prado alpino, el granjero y sus hijos acuden a ayudarlas —pero jamás le pedirían a un obrero agrícola realizar esa tarea—. Aparentemente, tener rango superior en una comunidad implica mayor libertad para traspasar las conveniencias. Pero estas excepciones no hacen más que confirmar la regla general; fueron dignas de atención y mención porque se las consideró notables, y hoy constituyen una fuente para el estudio del género.
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+Paradójicamente, el travestismo también confirma la separación de los géneros, y por eso mismo sirve para informar al historiador. Las violaciones espontáneas de esta frontera rara vez son obra de grupos, y siempre se ven con terror. En Alemania, durante las guerras campesinas, nada aterrorizaba tanto a los nobles como la furia de las mujeres que habían tomado las armas. En ciertos casos, hombres disfrazados de mujeres pusieron al enemigo en fuga antes de que empezara el combate.[^f106]
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+Pero el travestismo también puede ritualizarse, convertirse en un acontecimiento público periódico. Durante las fiestas del carnaval, desde Sicilia a Escandinavia, era obligado que las mujeres hicieran de hombres, los hombres hicieran de mujeres, y los hombres también de mujeres que hicieran de hombres. Hay quienes han sugerido que las mascaradas a veces eran empleadas para suscitar agitaciones políticas. Especialmente en el siglo XVIII, tales inversiones tradicionales de los géneros dieron ocasión para burlarse del “progreso de la civilización” que a la población le disgustaba, para oponer resistencia al maestro escolar o al clérigo. La sátira y la comedia utilizaron con gran libertad estas violaciones de la frontera entre los géneros. Estudios recientes que se han consagrado a la cultura de las diversiones, fiestas, mascaradas y tumultos ponen al descubierto precisamente la utilización política del travestismo a fin de proteger la economía moral, la existencia intragenérica de las muchedumbres.[^f107] Estas inversiones también servían para satirizar y por lo tanto para refrenar la dominación relativa de un género. Ridiculizaban a los hombres al poner a las mujeres ocasionalmente en la cima, de manera pública y divertida. Al contrario, en un pueblo mexicano actual donde sigue vigente el temor a los brujos, la danza de hombres disfrazados de viejas que persiguen a jovencitos disfrazados de coyotes da inicio a la celebración anual de una jornada de diversiones que alivia la angustia latente.[^f108]
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+Pero el travestismo posee una función todavía más profunda. En casi todas las culturas, ciertos sacerdotes deben vestirse de mujeres, ciertos actos mágicos se relacionan con ritos sodomitas, la persona condenada lleva vestidos del sexo opuesto, el héroe cultural debe desafiar la división de los géneros. Se trata de otras tantas maneras de subrayar esta separación: su perspectiva pública inversa la hace todavía más evidente. De manera mágica, el travestismo sorprende a los demonios guardianes, manteniéndolos a distancia al mismo tiempo que los satisface. Refleja la inserción del género en lo más profundo de la experiencia mística.
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+### La exaltación de lo heterosexual
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+La sexología moderna nubla la óptica del historiador respecto al travestismo tradicional. Sus categorías interesan al sexo, y no al género.[^f109] Esto se ve bien en el vocabulario que se usa para describir a los homosexuales. Solo un número limitado de sociedades posee términos para clasificar a sus miembros según el género que les atrae _eróticamente_. En este sentido, el tipo de clasificación vigente en las sociedades europeas modernas es único. El hecho de que el amor entre hombres o entre mujeres haya sido más o menos frecuente en ciertos lugares y ciertas épocas no autoriza al historiador a concluir que todas las sociedades han considerado al “homosexual” un ser singular. Antes del renacimiento europeo, una persona no se definía a sí misma ni como homosexual ni como autor —podía preferir más a los muchachos que a las chicas, o podía ser hábil para escribir versos—. Podía entregarse a la pederastia de la misma manera que a la ira asesina. Sus contemporáneos le llamaban pederasta o asesino, pero estos términos no poseían el contenido _diagnóstico_ que los términos modernos revisten. El que un hombre amara a los hombres no lo volvía intrínsecamente “otro”. Se reconocían las prácticas homosexuales y cada cultura tenía su manera de considerarlas —diversión juvenil, inversión ritual, vicio risible o merecedor de atroz castigo—. Pero en el reino del género el homosexual no podía concebirse como una entidad singular. El desviado europeo moderno es tan singular como la pareja conyugal heterosexual.
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+Dos importantes estudios recientes han examinado la historia de la homosexualidad como una propensión que se percibe socialmente distinta del comportamiento sexual mismo. D. S. Baily ha mostrado que la tradición cristiana preescolástica no veía en la homosexualidad una desviación sexual “característica” de ciertas personas. Legisladores, teólogos o moralistas condenaban las prácticas amorosas entre gente del mismo sexo y, siguiendo al apóstol san Pablo, abominaban de los grupos que hacían ostentación de tales prácticas. Con base en el estudio crítico de gran cantidad de documentos, John Boswell nos permite seguir las etapas que condujeron a ver a los homosexuales como un grupo dotado de una naturaleza desviada.[^f110] Es obvio que no podía haber allí tal “desviación” si al mismo tiempo no hubiera surgido la norma heterosexual —base de la consagración de la producción conyugal—. Pero todavía no se ha escrito la historia paralela del “heterosexual”. Por lo tanto, hay que utilizar al “homosexual” como un espejo donde se puede ver la conquista del Occidente por el régimen heterosexual.
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+Aquí no puedo hacer más que evocar la relación compleja entre la Iglesia y la transformación del género en sexo. Tomemos el primer ejemplo de la historia de Montaillou, donde el inquisidor interroga al subdiácono Arnaud, a quien se acusa de sodomía. Sus respectivos criterios divergen radicalmente. Arnaud considera sus actos desde la perspectiva del género, mientras que el inquisidor los enfoca con la óptica naciente del sexo _contra natura_.[^f111] Lo que desconcierta totalmente al religioso es que el superior quiera tratarlo como hereje porque es sodomita. Expresa con toda buena fe: “Yo creía … con la sencillez de mi corazón, que la sodomía y la simple fornicación ciertamente eran pecados mortales, pero mucho menos graves que el desfloramiento de vírgenes, que el adulterio y el incesto”. El tal Arnaud era de familia noble y urbana. Poseía cierto refinamiento y una cultura asaz “lite raria”. En esa época en que era extremadamente raro poseer un libro, podía prestar libros a sus amigos. Entre sus tomos, no había únicamente biblias y calendarios, sino también clásicos; poseía un Ovidio, autor que transmite explícitamente lo que la Antigüedad sabía sobre la teoría y la práctica del arte de amar. Y aunque no había sido jamás ordenado sacerdote, Arnaud realizaba sus funciones clericales con evidente devoción. La perplejidad que sus respuestas muestran refleja todavía el punto de vista intragenérico. No alcanza a entender que el inquisidor (el futuro papa Benedicto XII) pueda interpretar su sodomía como una desviación. Para él aquélla significaba una manera entre otras de aplacar la concupiscencia.
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+La historia del vocablo “ _bougre”_ con que por entonces se designaba en Francia al sodomita puede ilustrar este conflicto. Originalmente había sido un término eclesiástico. Designaba a los búlgaros que se habían convertido al cristianismo en el siglo IX, entrando en la comunidad católica de Constantinopla, entonces separada del papado. Posteriormente, la designación pasó de estos cristianos “separados” a los bogumiles, secta gnóstica que se extendió desde Tracia a Bulgaria y de allí hasta los Balcanes, dejando sus huellas en forma de grandes y sobrias tumbas de piedra. Si se había acuñado para designar a cristianos, incluso cismáticos, ahora la palabra se refería a un grupo extranjero y no cristiano. Tres siglos después se desplazaba nuevamente y servía para calificar a esos primos de los bogumiles que eran los “albigenses” o los “cátaros”. Estos languedocianos, nacidos en el corazón de la cristiandad, habitaban la vertiente septentrional de los Pirineos, el baluarte de Europa contra el Islam. Hogar tras hogar fueron seducidos por el espíritu del gnosticismo; las creencias, los ritos y las costumbres de los cátaros eran calificados indiferentemente de “herejías” o _bougreries_.
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+Precisamente por entonces la Iglesia tenía amplios motivos para temer la expansión de un adversario espiritual. A unos cuantos siglos se remontaban la doctrina, el clero, la organización y el método necesarios para cuidar _pastoralmente_ de los hogares constituidos por almas individuales. Las iglesias habían pasado de ser lugares de culto público y de enseñanza religiosa, a agencias para cuidar personalmente de las almas —transformación que se había iniciado con Carlomagno—. Tal solicitud pastoral implicaba, ante todo, el fomento y la regulación de los hogares _conyugales_. [^f112] Se olvida que sólo fue en la alta Edad Media cuando el matrimonio lentamente se convirtió en un sacramento —es decir, un asunto sujeto a la autoridad de la Iglesia—. De ahí resultaron innumerables conflictos entre los antiguos modelos vernáculos del género y los nuevos modelos católicos. La solicitud pastoral de la Iglesia debilitó el dominio del género local que había sobrevivido autolimitándose, y suscitó simultáneamente una átmósfera de resistencia a la administración eclesiástica de un _género_ católico. Era propicio el momento para la propagación de una “herejía” que pudiera ofrecer a los aldeanos una fe “católica” donde no intervenía una autoridad y una vigilancia superiores que imponían un género de su cosecha.
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+La cruzada en el siglo XIV contra los herejes de Languedoc se dirigió a la red de caseríos de la región de Albi que habían abrazado creencias heterodoxas que eran atrayentes porque estaban regidas _localmente_. Estos hogares cátaros eran considerados cánceres que proliferaban en el cuerpo de la Iglesia. La inquisición acudía al terreno para interrogar a la gente una por una, investigando si el veneno se había difundido por el conducto de una _domus_ emparentada. Hasta entonces, los miembros de los hogares habían sido quienes iban a la iglesia; ahora, mediante un movimiento inverso, ésta traspasaba el umbral de las casas. El inquisidor diagnostica la desviación y se encarga de su tratamiento. Sabueso religioso, el teólogo husmea al _bougre_, todo aquel que huele a herejía. En tal contexto, el término _bougre_ se emplea de manera doblemente novedosa: imputa un comportamiento criminal a una natualeza pervertida, y ya no solamente el gozo que experimenta una naturaleza pecaminosa que transgrede la ley divina.
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+Para salvaguardar el sentimiento religioso, la Iglesia remplazó la normalización católica del comportamiento cotidiano; a su misión de hombres consagrados al servicio litúrgico, los clérigos sustituyeron la de pastores y confesores de fieles constituidos por los dos _sexos_ —a partir de entonces, la _bougrerie_ sexual se convertía en herejía teológica—. Para el pastor, ahora representado por la imagen de un gallo célibe sobre el campanario, velando sobre un rebaño compuesto por dos sexos, el _bougre_ se había convertido en el enemigo irredimible, aquel que se debía condenar a la hoguera.
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+El _plebanus_ que cuida desde lo alto del campanario al rebaño que se le ha confiado, es el prototipo del profesional de los servicios. Tiene a su cargo las almas, posee el instrumento que le permite leer las conciencias. Se le ha formado para que considere toda alma igualmente digna y dotada de una conciencia que es necesario explorar y formar.
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+El obispo inquisidor de Aviñón habla en nombre de la Iglesia, de una nueva Iglesia en pleno auge que sucesivamente, cuando llegue a secularizarse y dividirse, habrá de asumir su forma contemporánea de estructura profesional. Este prelado pertenece a la Iglesia que ha transformado el ritual de la penitencia en un acto de confesión anual, a la Iglesia que desde hace un siglo apenas —a partir del Concilio de Letran de 1215— ha impuesto a todos los creyentes decir sus pecados a su párroco una vez al año. A esta nueva regla correspondía una fórmula original que refleja una nueva perspectiva, la perspectiva homogeneizadora del sexo: _Omnes utriusque sexus fideles_ —todos los fieles, hombres y mujeres, en adelante deberán comparecer ante su pastor una vez al año para acusarse—. A fin de que éste estuviera preparado para oír su confesión, en el siglo precedente se habían redactado manuales especiales —aparentemente Arnaud no los conocía—. Éstos indicaban a los confesores cuáles son las preguntas que deben hacer a los fieles para ayudarlos a discernir las transgresiones que en lo sucesivo se calificarán de pecaminosas. Ahora las mujeres tendrán que obedecer con toda franqueza como mujeres y los hombres como hombres. Y los nuevos manuales cada vez con mayor precisión definían lo que esto significa para los humanos en general, sin consideración para la línea de separación específica de los géneros en cada lugar, y ocasionalmente contradiciéndola. La ley eclesiástica no era, en sí, sexista, porque reservaba el poder, los privilegios y la ordenación para los hombres —en esto no hacía más que reflejar sus orígenes—. Pero _inauguraba_ el sexismo rigiendo las conciencias de almas que eran todas igualmente inmortales y capaces de cometer el mismo pecado con cuerpos diferentes. Al afirmar que en términos del pecado eran iguales las transgresiones de la misma ley por hombres y mujeres, sentaba las bases de los códigos sexistas.[^f113]
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+La confesión obligatoria de los pecados en la intimidad del confesionario es algo radicalmente nuevo, es el primer paso, sin duda el más importante, hacia la educación universal. Es casi lo contrario de la penitencia pública, largo y penoso ritual, que tenía lugar frecuentemente ante el portal de la Iglesia, y al cual se sometían irlandeses y escoceses en la época de su conversión, a principios de la Edad Media. Ese antiguo orden penitencial era asunto de los hombres. Expresaba la sumisión pública y voluntaria de los recién conversos a las leyes nuevas de los misioneros. Ranulf había matado al asesino de su padrastro. Había actuado como le correspondía a un hijo; según las antiguas leyes de su clan; no tomar venganza habría sido imperdonable. Pero según la nueva ley de Jesucristo, debió haber perdonado al asesino. Haciendo penitencia por haber recaído en el paganismo, Ranulf permaneció de pie ante la Iglesia durante 17 años, bajo la canícula del verano y los hielos del invierno. Pero el nuevo orden confesional traslada la penitencia del espacio exterior al espacio interior; obliga a toda “alma” a crear este espacio dentro de sí misma, y a hacerlo de conformidad con las reglas arquitectónicas decretadas por la ley eclesiástica. Contrariamente a la penitencia pública, que se cumple de _una vez por todas_, durante un periodo, a causa de un crimen de sangre, la confesión constituye el relato anual de las transgresiones secretas de las leyes formuladas por una institución católica, es decir, universal, la Madre Iglesia. La confesión crea un tribunal de la conciencia, un “foro interno”. Una vez al año, el pecador abre la cámara íntima de su alma a un juez público, nombrado por la Iglesia, el cual en secreto absoluto escucha al culpable que se acusa. El varón consagrado, el juez sacerdotal, escucha cada año al alma sin género y evalúa sus transgresiones a una ley escrita que define lo que es un comportamiento sexuado.
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+Es aleccionador el ejemplo del adulterio. En cada sistema de parentesco, la infidelidad significa algo diferente —para la mujer jamás significa el mismo tipo de crimen que para el hombre—. Pero el criterio de la transgresión de la ley de la Iglesia ahora lo convierte en un pecado único. Hombres y mujeres son iguales en el pecado, si bien en cuanto miembros de sus géneros respectivos hayan cometido un crimen diferente. La sexualidad empieza a tomar la forma de un concepto fuera del género: es un conjunto de pecados contra el sexto mandamiento que la Iglesia ha definido así: “No cometerás adulterio”. Al considerar este proceso, hay que cuidarse de no confundir la nueva capacidad del alma para aplicar los decretos de la Iglesia en su foro interno, con el sentido de la rectitud y de la “honestidad” que mantiene intacta la separación entre los géneros. La conciencia se afina mediante la interiorización de una ley positiva para el _humano_, mientras que la “honestidad” es el resultado de la formación del ser dentro de su género; la conciencia procede de la educación, el género procede de lo inverso de la educación. El _speculum confessoris_ nace en el siglo XIII y se desarrolla: gracias a esta herramienta, el confesor puede sondear el alma del penitente, hacer las preguntas convenientes, juzgar si la respuesta es correcta. Así, el reino de la honestidad vernácula se ve eclipsado progresivamente por los mandamientos de la conciencia. Si durante un milenio las mujeres no tuvieron la palabra en una Iglesia gobernada por los hombres, he aquí que ante el sacerdote ellas son iguales a los hombres respecto a la penitencia, en el seno de un régimen sexista. La ley unisex hace a esta cohabitación sexista: decreta que el hombre y la mujer son iguales como pecadores, aunque aun así el lugar natural del hombre es superior. Los textos mediante los cuales la Iglesia se esfuerza en reglamentar la frecuencia, las circunstancias y las posiciones de las relaciones sexuales,[^f114] contrastan de manera tajante con la tradición del _Ars amatoria_ de Ovidio que, según el registro del inquisidor, Arnaud había prestado a un amigo días antes de su proceso. A través de estas reglas se puede ver la formación de un nuevo tipo de misión, para el cual la Iglesia se consideraba investida: penetrar en los hogares, los lechos, las almas. Había comenzado la derrota del género por la propagación del sexo, la reglamentación de la “honestidad” por una ley normativa.
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+En el corazón de Europa, el periodo que se extiende desde el siglo XII hasta finales del XVIII podría llamarse la época de la “honestidad” bajo la sombra creciente de la conciencia.[^f115] Con la penetración de la conciencia en las sociedades que hasta entonces habían sido regidas únicamente por la “honestidad”, las imágenes del “hombre” y de la “mujer” tenían que modificarse inevitablemente. Sin duda alguna, la dama a quien el trovador dedica su canción es una especie nueva de mujer, es su “amante”, que para él está más allá del matrimonio y el parentesco. Con frecuencia es una mujer educada; y en el mejor de los casos representa un tipo de mujer que sólo una minoría es capaz de imaginar. Que esta minoría no hubo de ser pequeña es cosa que se transparenta en la capacidad de ciertos habitantes de Montaillou, gente sencilla, para distinguir entre las mujeres que han amado y las que han querido _(adamari)_.
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+### La iconografía del sexo
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+Marina Warner ha propuesto otra vía para seguir las transformaciones de la imagen de la mujer. Ha sondeado el inmenso acopio iconográfico de la virgen. Ha intentado descubrir la visión de la mujer a través de las representaciones de la Virgen María. Claramente, a finales de la Edad Media, la virgen no es ya más la “bendita _entre_ todas las mujeres”; por entonces aparece simplemente como una persona “de su sexo”.
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+En el estilo y el carácter de sus representaciones pictóricas, no solamente en la Edad Media sino también durante dos milenios, yo veo una guía de la ruta que conduce de la _Théotokos_ del ábside griego a las cursis ilustraciones que decoran las recámaras de los cónyuges. María jamás fue representada como una diosa. Desde sus primeras imágenes en las catacumbas de Priscilla, a las miles de efigies pintadas que el arte románico nos ha legado, una cosa la distingue de todas las otras efigies femeninas que jamás fueron pintadas o esculpidas: los artistas han querido representarla como una mujer histórica a quien le tocó un destino sin igual. Había sido la mujer elegida entre todas las mujeres para ser la madre virgen, para dar a luz a Dios. Había sido la nueva Eva, puesto que el fruto de su vientre fue la fuente de un nuevo principio entre los hombres. Pero esta visión ya no prevalece en los retratos góticos y, con más razón aún, en los posteriores. Poco a poco, la virgen se despoja del género, abandona su aura mítica que había tomado prestada de la diosa, así como la serie de vigorosos calificativos teológicos con que la habían adornado los Padres de la Iglesia. Se transforma en un modelo de la “mujer”, un tipo que se opone al “hombre”.[^f116] Dante formula claramente esta idea cuando, en el trigésimo tercer canto del _Paraíso_, le dice a la virgen _umile ed alta più che criatura_…
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+Los cuentos pueden relatar lo que la historia no es capaz de describir. Contaré cómo la Madre de Dios se transformó en Nuestra Señora. Cuando ella se convirtió en el prototipo de “la mujer” —no habiendo sido jamás una diosa, no siendo ya un icono ni tampoco la figura sentimental del arte barroco— las otras figuras que poblaban las catedrales románicas también emprendieron su propio camino. Muchas habían ingresado en la Iglesia al mismo tiempo que una población que se había convertido, al mismo tiempo que su _gens_. Ya en el presbiterio, algunas de las bestias que eran las guardianas del género local fueron vestidas con las ropas de los mártires o recibieron los atributos de un santo eclesiástico. Otras encontraron un nicho en la decoración vegetal esculpida en la piedra, conservando sus cuernos o sus escamas. La muchacha de la leyenda que fue arrojada al dragón recibió el hábito de santa Margarita y fue colocada arriba del altar, junto al dragón encadenado. Los dioses fluviales y los sátiros, los gnomos y las tormentas personificadas, todos encontraron su lugar, ya en un capitel, ya en el bestiario esculpido de un friso, y muchos en los portales y los asientos, en forma de piedras angulares o soportes. En una sola columna se asociaban hirsutos monstruos nórdicos, leones sasánidas, quiméricos pavorreales sacados de un manuscrito con estampas y cantidad de personajes bíblicos. La Iglesia se sentía cómoda en la seguridad de poder abrazar el cielo, el infierno y la tierra, y todo lo que vuela y se arrastra. A lo largo de cinco siglos, su método empírico fue: _Ecclesia omnia benedicat_ —“la Iglesia bendice todo y a todos”—. En el siglo XI, el Diablo mismo se había convertido más en una farsa que en una amenaza. Mitos y costumbres de cosecha local enriquecían el ritual y hacían de la catedral un invernadero donde se mantenían vivos los frutos del pasado. La presencia de estos ejércitos de símbolos bautizados era testimonio del poder del mensaje de la Iglesia, y la posibilidad de una infinita diversidad de existencias vernáculas bajo la égida de la religión.[^f117]
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+Esta fraternidad, dentro de la Iglesia del periodo románico, de espíritus locales recientemente domesticados, de dioses de importación “bautizados”, de cabezas de gorgonas revestidas con un nuevo significado, de profetas y de apóstoles “legítimos”, esta fraternidad hay que representársela claramente si se quiere comprender lo que significó el éxodo de estos recientes huéspedes, que inevitablemente se habría de producir. Para empezar tuvieron lugar las fulminaciones del austero y rígido reformador del mona-quismo, Bernardo de Claraval, contra los monjes que toleraban en sus claustros efigies que acaso fueran necesarias para conducir a almas más simples y sencillas hacia la pura luz de la fe. Luego, un siglo más tarde, la Iglesia acoge a la Inquisición y en adelante se preocupará más de la conciencia que de la creencia, esforzándose por destruir el ámbito de estos huéspedes. Los antiguos guardianes de la “honestidad” ya no habrían de tener un hogar bajo los austeros arcos de la moralidad gótica. La cacería de los disidentes de toda especie desalojó a los antiguos dioses de los contrafuertes y los nichos desde donde habían vigilado, durante generaciones, las convenciones locales que la fe católica había amparado.
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+Los dragones y gnomos, basiliscos y seres salvajes fueron expulsados de las naves al tiempo que la arquitectura pasaba del románico al gótico. Ya no podían alojarse en los pilares, ahora más angostos y largos. Pero en el exterior siguieron aferrados a la Iglesia durante más de un siglo. Como gárgolas se extendían sobre el vacío, a punto de iniciar el vuelo, derramando agua por sus fantásticas fauces. Los teólogos, absortos en la cuestión de la conciencia, ya no podían bendecirlos. Al acercarse el Renacimiento, ciertos eruditos interpretaron la supervivencia de esta chusma disparatada como vestigios de la cábala, y en ellos buscaron símbolos, emblemas, tipos. Pero las gárgolas efectivamente emprendieron el vuelo y, durante tres siglos, fueron a vagar por los campos, convertidas en criaturas nunca antes vistas: santos depuestos, mártires cojos, dragones de roídas alas, que se comportaban como hatos de animales domésticos que hubiesen retornado al estado salvaje, como gatos errantes en una ciudad bombardeada. Estos extraños espíritus dieron origen a una nueva especie de sacerdotes, por lo general llamados “brujos”.
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+Una parte de la historia del género se podría encontrar en las historias que podrían contar de su éxodo algunos de estos espíritus transformados en fantasmas o en diablos.[^f118] Por ejemplo, Shela-na-gig, una pequeña figura en cuclillas de Escocia. Este tipo de encuclillada se conoce en todo el mundo. Los iconógrafos las llaman encuclilladas _obscenas_. Algunas son masculinas, pero la mayoría femeninas. Exhiben una vulva abierta, en una posición que sugiere un poder. En Egipto se llama “Bes” a esta representación, que era la de un genio hogareño que protegía a las mujeres en el parto. Originalmente fue una divinidad sudanesa que descendió el Nilo para dominar a sus semejantes, en todas las márgenes mediterráneas, durante el periodo de las antiguas dinastías. En su _Historia natural_, Plinio testifica que un cultivo a punto de cosecharse se salvará de una tormenta de granizo si una mujer que está menstruando se acuesta allí de espaldas con el sexo al descubierto. A veces, sólo el amuleto sería suficiente. También consigna que en cualquier día del mes una mujer tiene la capacidad de ahuyentar la tempestad en alta mar. La acuclillada ha subsistido hasta nuestros días, como lo muestran cientos de ejemplos. Al final del periodo románico, en las iglesias se mezcla con una hermana del Mediterráneo: la sirena de doble cola o Melusina. Y desde las Islas del Norte, otra acuclillada baja hasta Francia. Tiene la forma de Eva, nuestra madre común. Ésta es Shela-na-gig, que debió haber tomado su lugar en el santuario cuando una tribu irlandesa, o un clan escocés, ingresó en la Iglesia en una fecha precoz. En sus orígenes fue también un espíritu guardián del género, un poderoso antídoto contra los maléficos espíritus masculinos. Pero al ingresar en el cosmos cristiano, se convirtió en el símbolo de todo lo que en la Tierra vive y en consecuencia asumió el rostro de Eva, el origen de la vida. En cuanto Eva, se halla esculpida en el pilar central del portal occidental, el de la fachada. En consecuencia orienta su desnudez hacia el poniente, la noche, la dirección desde donde todos los espíritus y potencias del mal amenazan al pueblo de Dios. Ella sola es suficientemente poderosa como para proteger a la multitud de fieles y a las figuras zoomorfas en el interior de la Iglesia. Pero a veces otras dos figuras en cuclillas, una de ellas itifálica, cuidan del portal occidental, en cuyo caso la primera pareja original aparece siempre encima, en el tímpano. Shela-na-gig con el rostro de Eva es el paradigma de la hierofanta tradicional que ha sido bautizada por la Iglesia. Todas las acuclilladas son hierofantas, revelaciones de la potencia y la protección de lo sagrado. En calidad de Eva, la acuclillada es elevada al rango de protectora de un pueblo católico.
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+Pero si Shela-na-gig como Eva representa el apogeo del poder de las acuclilladas, su destierro de la Iglesia la despoja de su nimbo sagrado —a ella y a todas las demás—. Estas figuras que los doctos humanistas transforman en emblemas eruditos son símbolos, no hierofantes; ningún demonio se atemorizaría con las sirenas de doble cola que en las _loggias_ de Rafael abundan. Los teólogos de entonces convierten a la sirena en una alegoría de la lujuria, a la que presentan como un vicio seductor. Vuelta uno de los siete pecados capitales, la lujuria atormentará en lo sucesivo a la conciencia. Se le ha dolorosamente arrebatado su carácter sagrado como guardiana de la línea de separación de los géneros. Pero lo que resulta más importante es que apartada de la manzana de Eva, de la conversación con la serpiente y con Adán, sin la diáfana transparencia con la que reveló su poder sagrado, y expulsada de la Iglesia, la acuclillada ha sobrevivido. Con su género dislocado pero aún no suprimido, se convierte en una de las representaciones de la brujería y como tal sobrevive en la cocina y en la caverna.
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+Durante el medio milenio a través del cual habían sostenido dócilmente los pilares, portales y púlpitos, la acuclillada, el macho cabrío, el dragón, el gigante y el enano vieron debilitarse su género sagrado. Las bendiciones indiferenciadas de la Iglesia lo habían borrado. Ahora los nuevos teólogos aprendieron a distinguir esmeradamente entre los _sacramentos_ —ni más ni menos que siete, universales, imprescindibles para la salvación— y las antiguas bendiciones, que formarían el estrato de las cosas sacramentales, claramente de segunda categoría. Para los nuevos doctores, los antiguos espíritus de las conveniencias locales en el mejor de los casos no eran más que símbolos, en todo caso intrusos, cuando no parásitos. Los antiguos duendes bajaron de los campanarios, fueron obligados por la fuerza a abandonar los claustros y, mientras huían, se metamorfosearon. Ya no dioses paganos sino diablos cristianos, ya no custodios irredentos sino espíritus apóstatas, ya no hierofantes ambiguos sino espectros con olor a azufre, comenzaron su errancia. Habían perdido el poder de exorcizar los temores vernáculos, pero todavía podían rondar el campo. Expulsadas por la Iglesia de Aviñón, las sombras domeñadas del pasado regresaron a las plazas de las aldeas, a los ríos y a las montañas en la forma de demonios exangües y mutilados con nombres cristianos, creando una nueva amenaza para un clero que ahora estaba al servicio de un nuevo orden.
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+Jean Delumeau ha descrito el nuevo temor característico de esta situación peculiar durante el ocaso de la Edad Media. La confusión, la angustia, el terror de la gente que había perdido simultáneamente la tranquilidad de su fe cristiana y los símbolos vernáculos de la rectitud que las guiaba, dieron origen a una situación religiosa sin precedente. Se había roto la cadena de los sacerdotes y adivinos que anteriormente sancionaban ritualmente la existencia intragenérica, y los sacerdotes cristianos que los remplazaron se transformaron en pastores encargados de administrar y normalizar esta existencia. Se había creado un vacío, que exigía un nuevo rito. Su celebrante sería la bruja, la sacerdotisa de la época del género dislocado. Es posible que ésta haya sido tan singular como el estado conyugal en el seno del género, característica de ese tiempo, tan nueva como el homosexual, tan extraña como pretendían sus perseguidores. Sea como fuere, la lucha que se entabló contra ella creó la unión de la Iglesia y el brazo secular del nuevo Estado.[^f119]
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+## Del género dislocado al sexo económico
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+EL PROPÓSITO de este ensayo no es hacer una historia del género sino de elaborar conceptos que nos permitan disociar el género del sexo. La historia de la escasez es lo que me interesa. Pero primero tengo que hablar de la desaparición del género y del patriarcado, en conjunción con el auge del individualismo no genérico y sexista. He señalado que a finales de la Edad Media un nuevo orden económico se instaló en las almas mediante la conciencia. Ésta debilitó a los guardianes del género vernáculo varios siglos antes de que el sexo viniera a remplazar al género. Un largo periodo de _dislocación_ del género media entre la sujeción de las parejas en el yugo conyugal y su polarización industrial en el trabajo salariado y el trabajo fantasma. Este periodo del género dislocado difiere considerablemente según los lugares. Es el material con que se teje la ciudad medieval, sin el cual la aldea “europea” característica no existiría. En Florencia, el factor importante para el surgimiento del sexo social, en el curso de solamente dos siglos, es el comercio. En Milán, e inclusive en Ámsterdam, es la _workhouse_, el asilo-taller de fines del siglo XVII. Y en ciertas aldeas, a pesar de la escuela pública, el género dislocado ha sobrevivido hasta nuestros tiempos.[^f120]
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+La etapa del género dislocado puede llamarse de diversas maneras. Cuando se dice que es la guerra contra la subsistencia, se pone al descubierto la acción que ejerce el Estado-nación. Cuando se dice que es el cercado de las tierras comunales, se destaca el aspecto ambiental que igualmente lo define: la supresión de los derechos adquiridos sobre la propiedad o la producción de bienes comunes que permiten anclar los ámbitos del género en los recursos productivos, a fin de asegurar el trabajo económico, retribuido o gratuito. Pero para hacer justicia a los procesos que operan, también habría que llamarla la era de la brujería, el periodo del alumbramiento del sexo. Se inicia con la formación de la conciencia y termina cuando el sexismo se vuelve banal.
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+Para las poblaciones que viven en un régimen de subsistencia, la pérdida del género es una experiencia central que los historiadores incapaces de ver el género disfrazan, describiéndola como una “transición a un modo de producción capitalista” —cosa que oculta el hecho de que un _novum_ ahistórico surgió de esta mutación, un productor sujeto al consumo y necesariamente sexista—.
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+Las sociedades precapitalistas están fundadas en el género.[^f121] Ésta es la condición de la subsistencia, lo es también de la supervivencia. Las sociedades donde el reino del género se ha hundido _son_ sociedades capitalistas; sus sujetos sin género son productores individuales. Curiosamente, esta transformación decisiva aún no ha sido reconocida como lo que es: la condición antropológica principal de la transición de las economías precapitalistas a la sujeción de las necesidades cotidianas a la mercancía, sujeción que se denomina “capitalismo”. El pasaje al capitalismo coincide antropológicamente con la declinación que lleva al género dislocado hasta el régimen del sexo.
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+“Capitalismo” es un término curioso.[^f122] Era desconocido para Marx cuando Engels lo usó por primera vez en 1870. Proudhon lo había empleado ocasionalmente en algún texto, pero fue Sombart quien le dio su familiar resonancia. Fernand Braudel juzga necesario disculparse por su utilización en el título de su obra monumental: _Civilisation matérielle, économie et capitalisme, XVe-XVIIIe siècles_.[^f123] La obra de Braudel constituye un magnífico fresco de la vida económica posterior a la Reforma y anterior a la Revolución francesa. Ante nosotros hace desfilar tres siglos de vida económica, institucional y política. Revive la Europa posmedieval, territorio pletórico de ferias, mercados, talleres, donde se multiplican las rutas del comercio y los gremios. Insiste en destacar que eso que nosotros llamamos “capital”, “capitalista”, “capitalismo”, penetra muy lentamente en la producción, el intercambio y la adquisición de necesidades. Escruta minuciosamente los cambios que podrían explicar esta penetración y los motivos por los cuales la acumulación exponencial del capital se había convertido en un factor de la existencia cotidiana de la mayoría de la gente antes de inaugurarse el siglo XIX. Muestra que la dependencia creciente en relación con el mercado, las condiciones legales de la acumulación a largo plazo y la expansión del espacio económico en el extranjero son las condiciones convergentes sin las cuales la producción industrial capitalista jamás habría podido llegar a predominar. Pero, a lo largo de estos tres volúmenes, la pérdida del género no figura más que de manera implícita, jamás de manera expresa. El autor pasa por alto totalmente la universalidad de la existencia intragenérica en las sociedades precapitalistas y el debilitamiento del género en la transición al capitalismo. Para él, el género no es un factor histórico esencial.
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+Escribir la historia de los cimientos en los que reposa nuestro mundo es muy distinto a tratar de contar la historia de lo que ha desaparecido. Para el historiador que mira hacia el pasado por un espejo retrovisor, la guada ña y la hoz son instrumentos agrícolas locales que solían usarse en las cosechas; las _técnicas_ se adoptan cuando sobreviene la modernización. Cuando la investigación histórica se interesa en las mentalidades y en los sentimientos, suele centrarse en la enajenación, la soledad, la explotación que se dan a la par con las nuevas técnicas. Examina los sufrimientos que en las personas infligen la nueva economía de mercado, la mecanización y el hambre. El otro sufrimiento, el que experimentan por la pérdida del género, el cual se evacua con las aguas negras en el nuevo sistema de plomería, es el aspecto oculto del triste cuento. ¿Qué perdió la _mujer_ al mismo tiempo que la hoz? ¿Qué debió abandonar el _hombre_ al mismo tiempo que la guadaña? Para contar la historia de estas pérdidas de toda especie un historiador tiene que estudiar los sentimientos vernáculos que han dejado huella muy tenue, tiene que describir la muerte de una realidad genérica que ha escapado a sus colegas, a pesar de haber existido durante milenios.
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+A fin de prepararme en esta tarea, me esforcé en apoyar la reflexión teórica en una especie de telón de fondo donde ciertos decorados estaban esbozados con más vigor que otros. Varios de estos ilustraban la dislocación de la _domus_—y por ende del género— en beneficio de la pareja conyugal, es decir, de la dualidad sexuada. Añadiré todavía una escena a mi descripción del alumbramiento del sexo económico. Es la de una aldea luterana de Wurtemberg que dejó testimonios de las reacciones de los hombres y las mujeres al ser confrontados por vez primera con la obligación del trabajo fuera del género.
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+Entre 1800 y 1850 en esta aldea se registró la cantidad anormalmente alta de 48 peticiones de divorcio. David Sabean ha intentado interpretar los motivos aducidos, en la medida de que eran enteramente nuevos.[^f124] Para entender lo que había sucedido, tuvo que examinar las transformaciones económicas de la región en el curso de aquel medio siglo: construcción de la vía férrea, modificación de la tenencia de la tierra, abandono forzado de la pequeña explotación agrícola familiar a cambio de los cultivos frutales con mayor rendimiento. Los huertos frutales (ciruela y manzana) y la remolacha remplazaron a los pequeños cultivos diversificados. Ahora bien, éstos requerían más mano de obra. Súbitamente las mujeres tuvieron que participar en el trabajo de los hombres a fin de asegurar un ingreso familiar suficiente para comprar lo que hasta entonces la hortaliza había proporcionado. Al mismo tiempo debieron acortar el tiempo que dedicaban a sus propias ocupaciones en la cocina. Los procesos de divorcios reflejan la profunda perturbación que estas innovaciones causaron en la vida de los hombres y las mujeres, sus sentimientos de impotencia, su incapacidad para comprender las implicaciones de sus decisiones aparentemente racionales. Las mujeres se quejaban de que los hombres repentinamente habían empezado a darles órdenes respecto al trabajo, algo totalmente nuevo para ellas. Aunque las ocupaciones definidas por el género de las mujeres pudieran haber parecido subordinadas al trabajo de los hombres, la idea de que los hombres pudieran dar órdenes a las mujeres que hacían su trabajo había sido inconcebible hasta entonces. Otra queja de las mujeres: mientras que los hombres tenían tiempo de relajarse en la taberna tras terminar de trabajar al ritmo de la yunta, ellas estaban continuamente apresuradas, tanto en los campos, manejando la azada, como en la cocina. De esta manera aparecía una nueva especie de envidia, una envidia destinada a perdurar como una característica central de la vida moderna, una envidia plenamente “justificada” en el contexto de la labor unisex, aunque impensable en el contexto del género. La queja recurrente entre los hombres: su esposa no valía lo que su madre; en el pasado comían alimentos ricos y variados; actualmente tenían que contentarse con _spaezli_, pastas de huevo, día tras día. Había bajado el telón para la coproducción conyugal fundada en el género dislocado. En este microcosmos podemos ver vívidamente cómo habría de escribirse el nuevo guión de la era industrial. Para que la obra se animara, la escena tendría que poblarse de actores heterosexuales que al mismo tiempo fueran seres neutros económicos —es decir, trabajadores—.
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+En todas las versiones de este drama moderno, generalmente hay un breve intermedio entre el género y el sexo, que separa el reino del género, donde el hogar obtiene su subsistencia gracias a la repartición de tareas realizadas por dos pares de manos no intercambiables, del régimen de la economía industrial, donde manos desprovistas de género producen mercancías a cambio de un salario. Durante este intermedio protoindustrial, el hogar se ve sujeto al trabajo unisex que tiene que realizarse en casa.[^f125] De esta manera, el hogar se transforma en un molino donde se tritura el género hasta que de él no queda más que el sexo. Los sufrimientos que esta molienda del género ocasiona tanto en los hombres como en las mujeres casi nunca se han registrado. Puedo dar dos razones para explicar tal carencia. Por una parte, la experiencia _nueva_ del sufrimiento económico se convirtió en el cemento de la unión del proletariado. Todos los “trabajadores” padecieron la misma desorientación, soledad, dependencia. Tales sentimientos propiciaron la aparición de intérpretes políticos y de la élite de una nueva clase. El diagnóstico de la aflicción universal se convirtió en el campo exclusivo de los nuevos profesionales: educadores, médicos y demás ingenieros sociales, quienes prosperan produciendo programas, terapias y guías. Los obvios intereses del jefe revolucionario como del comerciante de remedios sociales excluían toda tentativa de _comprender_ el dolor de la pérdida. Por otra parte, la obliteración del género, al tiempo que empobrecía a las personas, las hacía sufrir, pero de modo diferente de un lugar a otro. Pocos habrían podido traducir verbalmente las sutilezas del dolor vernáculo en todas sus formas.
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+Mientras se montaba el escenario del trabajo en la fábrica y se construía un decorado económico moderno, pero antes de que se reescribiera el guión de los nuevos e inusitados roles sexuales, se improvisaron teorías críticas para este teatro de vanguardia. El genio de Marx y de Freud sólo puede apreciarse cuando se considera cuán tempranamente definieron las reglas del desarrollo del drama moderno. Ambos forjaron los conceptos definitivos que habrían de usarse para describir _y_ poner en escena al nuevo tipo de actor, el “hombre” industrial. Siete siglos antes, la Iglesia había imputado un pecado carente de género a almas carentes de género. Ahora, el poder sin género de humanos sin género en un cosmos sin género se convertía en la característica trascendental de las categorías utilizadas en un nuevo tipo de metafísica. Hacia mediados del siglo XIX, de manera simultánea pero cada cual por su parte, diversos sabios redefinieron la _vis viva universi_ (la fuerza viva del universo) como energía, algunas veces cautiva, otras libre. Se atribuye a Helmholtz la proeza de haber imaginado la idea pensable. Durante el mismo decenio, la mano de obra, que los anglosajones denominan _labor force_, se convirtió en una palabra clave. En fin, una generación más tarde, Freud, quien retoma textualmente ciertas frases de Helmholtz, atribuiría al ser humano una energía psíquica en la forma de la _libido_—a veces cautiva, a veces libre—. Los nuevos canonistas fabricaron su teoría del hombre laico y de su salvación a partir de postulados derivados de la química y la mecánica de fluidos. Según ellos, hay una energía sin género que circula, en calidad de capital, por los conductos sociales y, en calidad de libido, por los canales psicológicos. Así, desde hace tres cuartos de siglo las palabras clave que condicionan nuestra existencia son “energía”, “trabajo” y “sexualidad”. Pero ahora que otra palabra, “crisis”, les está haciendo sombra, acaso ha llegado el tiempo de cuestionar públicamente su realidad.
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+Toda sociedad necesita un pasado. Para tener el sentido del presente, los vivientes tienen que poseer un pasado propio. No existe un “nosotros”, una primera persona del plural, al margen de su mito de la creación. En todas las épocas las sociedades mantuvieron vivo su “nosotros” de doble género mediante los rituales, las fiestas, los tabúes. Tampoco la sociedad industrial sería capaz de existir sin su mito de la creación.
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+La máquina que teje el pasado de la sociedad industrial es la historia. Desde hace un siglo la historia ha venido fabricando una continuidad entre el presente sin género y el pasado intragenérico, legitimando el sexo como descendiente del género. Mediante una metodología que constantemente afina, la nueva ciencia ha interpretado la historia a partir de categorías sexistas, a fin de dar un pasado a nuestro mundo económico. Sin esta reconstrucción económica de un pasado intragenérico, el mundo contemporáneo de la economía sexista no habría podido ser presentado como una realidad seductora, especialmente para aquellas que jamás han dejado de practicar la discriminación. Mediante miles de sintéticos lazos sentimentales, la historia ata el mundo contemporáneo a un reino del género que de hecho había abandonado al emprender su frenético viaje. Los historiadores han tejido un tapiz que debe hacernos sentir cómodos en nuestro medio ambiente sexista, pero lo han tejido con fibras industriales. Sesudas obras pretenden mostrar el pasado como la simiente, una forma primitiva del presente, y demostrar que sus lenguas, costumbres, instituciones son seguramente las formas ancestrales, embrionarias de las nuestras. En nuestras bibliotecas abundan los volúmenes que atribuyen una estructura de clase a la ciudad-Estado griega, que veía en el sofista que pregona sus artificios el precursor del educador moderno, que describen la vida sexual _(¡sic!)_ en Mesopotamia. El presente ensayo busca contrarrestar esta perspectiva _centralista_ de la historia. Aunque de manera voluntaria no me incluyo entre los historiadores “científicos”, pues no aplico al pasado palabras clave, ni conceptos forjados por la utopía, creo que honro a los muertos mediante una investigación razonada, documentada y crítica.
+
+He intentado hacer comprensible la ruptura entre el género y el sexo, hacer perceptible el abismo que separa el presente del pasado. He querido poner al descubierto la falsa genealogía del sexo que subyace en la historia económica. Esta ficción es indispensable para una sociedad sexista que no puede admitir que carece de una legítima ascendencia. Sin embargo, es falso que el sexo proceda del género. Los orígenes de ambos son sociales, pero sus matrices no tienen ningún parentesco. La matriz del sexo es el _alma mater;_ la matriz del género solamente se puede hallar más allá de “la gruta de los siete durmientes”, “alojada en las hendiduras de las rocas y en las ramas de inmensos tejos huecos” (Robert Graves, _La diosa blanca_).
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+Ya sean hijas de la matriz del género o pupilas de la matriz del sexo, las mujeres tienen que enfrentarse a los hombres. Pero cada matriz las dota de un poder relativo diferente. En el reino del género, hombres y mujeres dependen colectivamente unos de otros. Su mutua dependencia fija límites al conflicto, a la explotación, a la derrota. La cultura vernácula representa una tregua entre ambos géneros —y a veces una cruel tregua—. Allá donde los hombres mutilan el cuerpo de las mujeres, el gineceo sabe cómo vengarse cruelmente de ellos y de sus sentimientos. Contrastando con esta tregua, el régimen de la escasez impone una guerra sin fin, donde las mujeres pierden constantemente, siempre de manera nueva. Mientras que en el régimen del género las mujeres podían estar a veces subordinadas, en _todo_ régimen económico siempre son el segundo sexo, _y nada más que eso_. Las mujeres siempre están en desventaja en los juegos donde las apuestas ignoran el género y donde el _ex aequo_ no existe. Allí donde se despoja a los géneros, donde los neutros se enfrentan, el hombre siempre prevalece. No es por lo tanto sorprendente que hoy en día sea la mujer quien “descubra” la transformación del género producida por la economía. Típicamente, la mujer se queja de ser “invisible”, tanto para los demás como para sí misma. En el régimen de la economía, no es capaz de percibirse como una compañera en igualdad, ni tampoco reconocerse en el género. Los pomposos argumentos de las ciencias políticas, fundados en un conjunto de nociones que postulan la igualdad entre todos los hombres, no la toman en cuenta. La utopía feminosexista de la “tierra de las mujeres” ni siquiera supone la pobre camaradería que impera en los vestidores deportivos masculinos, y las tentativas de reconstitución del pasado de las mujeres con la ayuda de nociones clave son caricaturas de las investigaciones históricas científicas. Pero al menos, al tratar de escapar en vano de este doble callejón sin salida, los estudios feministas tuvieron el mérito de proporcionar un punto de apoyo para la palanca capaz de derribar el “tinglado” científico.
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+En este ensayo no he pretendido explicar por qué la sociedad pone al hombre en la cima e impone un _handicap_ a la mujer. Puse límites a mi curiosidad a fin de tener la libertad de escuchar con mayor atención lo que cuentan las perdedoras, no para aprender más sobre ellas sino para aprender más sobre el campo de batalla que es la economía. La sociedad industrial crea dos mitos, uno sobre su origen sexuado, otro sobre su progresión hacia más igualdad. Ambos mitos son engañifas, como lo revela la experiencia personal del neutro del segundo sexo.
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+He querido mostrar que la lucha contra el sexismo converge con la lucha contra la destrucción del medio ambiente y con la oposición al monopolio radical de los bienes y los servicios sobre las “necesidades”; que estos tres movimientos convergen porque proceden de la misma causa: la recesión; que la constatación que cada quien haga, por razones propias, de que la reducción de la economía no es una simple necesidad negativa sino condición positiva para una mejor existencia, puede conducir de una convergencia teórica a una acción publica concertada. Yo pienso que estas tres acciones representan tres aspectos de una tentativa para recobrar los ámbitos de comunidad, que significan exactamente lo contrario que los recursos económicos. Es por esto que he querido esbozar una teoría que permita clarificar los conceptos necesarios para una historia de la escasez.
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+La transición histórica de la subsistencia intragenérica a la sujeción a productos escasos justifica mi tesis. La escasez es histórica, tan histórica como el género o el sexo. El régimen de la escasez no podía surgir más que con base en el postulado de que el “hombre” es individualista, posesivo y, en el ámbito de su supervivencia económica, un _neutrum œconomicum_ rapaz. Tal postulado, encarnado en las instituciones, desde el matrimonio hasta la escuela, transforma al sujeto de la historia. Este sujeto no es ya la _gens_ o los lares que designan la complementariedad ambigua y asimétrica de un conjunto de mujeres y hombres que se fijan, ellos mismos, sus límites. El sujeto deviene una construcción ideológica que se fabrica mediante una falsificación del “nosotros”, una construcción como las clases sociales, la nación, la sociedad o la pareja unida. Pienso que para elaborar una teoría sobre la acción necesaria para la recuperación de los ámbitos de comunidad, un historiador tendría que explorar la etiología de esta metamorfosis del sujeto de la historia.
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+No tengo ninguna estrategia que ofrecer. Rehúso especular sobre las probabilidades de algún tratamiento curativo. No quiero que la sombra del porvenir oscurezca los conceptos con los cuales yo intento captar lo que es y lo que ha sido. Tal como el asceta y el poeta que al meditar sobre la muerte celebran con gratitud el exquisito regalo de la vida, todos debemos afrontar la triste pérdida del género. Creo que entonces será posible que nazca un arte de vivir contemporáneo, siempre que nuestra aceptación austera y lúcida del doble gueto de los neutros económicos nos incite a renunciar a las comodidades del sexo económico.
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+[^f0:] Las notas al pie, destinadas a los estudiantes del curso que impartí en Berkeley y durante el otoño de 1982, y a los lectores que desean continuar la reflexión más allá de mi texto, son más bien anotaciones. Proponen orientaciones de lectura, de investigación, iluminación y prolongan los temas.]
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+[^f1:] _Valores vernáculos_. De los cinco ensayos que componen _El trabajo fantasma_, el segundo y el tercero tratan de la diferencia entre el habla vernácula y la lengua materna inculcada. Fueron producto de las prolongadas conversaciones que mantuve con el padre Devi P. Pattanayak, cuando yo estudiaba bajo su tutela en el Central Institute of Indian Languages Manacagangotei de Mysore. Respecto a los fundamentos de esta distinción, véase su obra _Aspects of Applied Linguistics_, Asia Publishing House, Nueva York, 1981. Se encuentra una prolongación de esta discusión en las actas del seminario internacional “In Search of Terminology”, enero de 1982, Central Institute of Indian Languages, Mysore 570006, India. Mis dos participaciones se convirtieron en capítulos de la obra que actualmente preparo sobre los valores vernáculos, con la perspectiva de una historia de la escasez. (Respecto al término “vernáculo”, véase la nota 51.)]
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+[^f2:] _Palabras clave_. La obra de Raymond Williams, _Keywords_: _A Vocabulary of Culture and Society_, Oxford University Paperback, Nueva York, 1976, me parece única en su género, y me dio la pista de las palabras clave. El autor nos hace compartir su sorpresa y pesar ante la precariedad de las palabras en las cuales había fundado el rigor de su pensamiento. Guiado por él, me esfuerzo en: _1)_ explorar los nuevos tipos de palabras clave; _2)_ discernir las condiciones bajo las cuales una red de palabras clave puede implantarse en el habla cotidiana. Al respecto me he inspirado eficazmente en _The Homeless Mind: Modernization and Consciousness_, Vintage Books, Nueva York, 1974, de Peter Berger, Brigitte Berger y Hansfried Keliner. Para una introducción a un tipo de semántica histórica específicamente alemán, véase Irmline Veit-Brause, “A note on _Begriffsgeschichte_” en _History and Theory_, 20, núm. 1, 1981, pp. 61-67. Respecto a las redes específicamente modernas de ciertos términos, estoy en deuda con Michel Foucault, _Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings_, _1972-1977_, Pantheon, Nueva York, 1981, y su obra anterior: _L’archéologie du savoir_, Gallimard, París, 1969. Respecto a la semántica comparativa de las palabras clave en las principales lenguas de Europa oriental, véase Johann Knobloch _et al_., eds., _Europäische Schlüsselwörter_, 3 vols., Max Hüber, Munich, 1963-1967.]
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+[^f3:] _Campos semánticos_. Para una bibliografía crítica internacional de las monografías y los diccionarios que exploran los campos semánticos, véase H. Gipper y J. Schwartz, _Bibliographisches Handbuch zur Sprachinhaltsforschung. Schrifttum zur Sprachinhaltsforschung in alpahabetischer Folge nach Verfassem, mit Besprechungen und Inhaltshinweisen_, Arbeitsgemeinschaft für Forschung des Landes Nordrhein-Westfalen, Colonia, 1961. La obra sólo se completó hasta la letra L, pero dos índices temáticos de esta primera mitad existen ya. Como las palabras clave en el siglo XX revisten la apariencia de un sentido comúnmente admitido que trasciende cada lengua, su estudio requiere con frecuencia realizar comparaciones. Para el inglés, el instrumento principal es _A Supplement to the Oxford English Dictionary_, R. W. Burchfield, ed., 3 vols., Clarendon Press, Oxford, 1972, que contiene las palabras que “entraron en el lenguaje durante el periodo de las entregas de la obra” (el _Oxford English Dictionary_, o OED), es decir, de 1884 (primer fascículo de la letra A) a 1928 (último fascículo del diccionario), así como aquellos que entraron en la lengua inglesa en Gran Bretaña y el extranjero desde 1928 hasta la fecha. _The Shorter Oxford English Dictionary on Historical Principles_, revisado y editado por C. T. Onions, tercera edición totalmente revisada, con etimologías corregidas por G. W. S. Friedrichsen y anexos revisados y corregidos, 2 vols., Clarendon Press, Oxford, 1973, presenta en forma abreviada todos los elementos del OED, incluyendo los términos (y sus acepciones) arcaicos, obsoletos, dialectales o de la lengua vulgar del pasado. Es siempre útil H. L. Mencken, _The American Language: An Inquiry into the Development of English in the United States_, cuarta edición y los dos suplementos actualizados y anotados por Raven I. McDavid, Jr., asistido por David W. Maurer Knopf, Nueva York, 1980; de esta obra existe una edición de bolsillo abreviada que consta de un solo volumen. Para el francés, Paul Robert, _Dictionnaire alpha-bétique et analogique de la langue française_, Société du Nouveau Littré, París, segunda edición revisada y aumentada, 1977. El _Petit Robert 1_ es una excelente edición abreviada del _Grand Robert_ de seis volúmenes. Un intento de crear un equivalente francés histórico y exhaustivo del OED y de sus suplementos es el _Trésor de la langue française. Dictionnaire de la langue du XIXe et du XXe siècle (1789-1960)_ de Paul Imbs, Editions du Centre National de la Recherche Scientifique, París, obra iniciada en 1971 y que está por aparecer. Desgraciadamente, a partir del tomo tres el campo de esta obra ha sido severamente reducido. Para el español, yo prefiero a J. Corominas, _Diccionario crítico etimológico_, Gredos, Madrid, 1954-1957. Las adiciones, rectificaciones e índices se encuentran en el 4° tomo de la reimpresión Francke, Berna, 1979. La mayoría de los artículos contiene una bibliografía. En alemán, el _Deutsches Wörterbuch_ de Jakob y Wilhelm Grimm (en 1854 empezaron a aparecer los 16 volúmenes, que actualmente se encuentran en proceso de revisión) es apenas accesible. Es una obra práctica la de Hermann Paul, _Deutsches Wörterbuch_, quinta edición enteramente revisada y aumentada por N. Werner Betz Niemeyer, Tubinga, 1966. Puesto que el pensamiento alemán se interesa particularmente en la historia de las ideas y en la historia de los conceptos, en el idioma alemán existen dos grandes obras de referencia que no tienen igual en otras lenguas y que con frecuencia resultan útiles en la investigación de las palabras clave en las lenguas europeas: Joachim Ritter, ed., _Historisches Wörterbuch der Philosophie_, Schwabe, Basilea, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, comenzado en 1971, obra que contendrá 10 volúmenes (seis ya han aparecido); Otto Brunner, Werner Conze, Reinhart Koselleck, ed., _Geschichtliche Grundbegriffe: historisches Lexicon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland_, E. Klett, Stuttgart, comenzado en 1972 y en proceso de publicación, obra que estará integrada por 130 monografías en torno a temas y conceptos sociopolíticos. Para el italiano, Salvatore Battaglia, _Grande Dizionario della lingua italiana_ (director de redacción Giorgio Barberi Squarotti), Unione Tipografico Turín, comenzado en 1961 y en proceso de publicación, ya han aparecido los volúmenes uno al ocho; éste es un diccionario histórico de la lengua italiana, y sus índices permiten la consulta práctica de numerosas citas, antiguas y modernas. Para contraponer los sinónimos vernáculos con el “sentido único” de las palabras clave, hube de recurrir a Carl Darling Buck, _A Dictionary of Selected Synonyms in the Principal Indo-European Languages: A Contribution to the History of Ideas_, University of Chicago Press, Chicago, 1949.]
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+[^f4:] _Lo humano_. Hasta el siglo XVIII, humano era todo lo que estaba relacionado con la especie humana, pero todo _humano_ era un hombre, una mujer o un niño. El término “humanidad” había tenido una evolución diferente, aunque relacionada. A partir del siglo XIV, tuvo el significado de cortesía, civilidad (como el italiano _umanità_). A partir el siglo XVI adoptó también el sentido de bondad, generosidad. El empleo del término “humanidad” para designar al género humano, su acepción más común en nuestros días, sólo comienza en el siglo XVIII. Lo “humano” hoy en día posee este sentido abstracto. Además, califica a la _falibilidad excusable_, el error humano. Véase al respecto Williams, _op. cit_., en la nota 2, pp. 121 ss. Para una bibliografía sobre el concepto y el término, véase Michael Landmann, _Philosophical Anthropology_, Westminster Press, Filadelfia, 1974.]
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+[^f5:] _Individualismo fuera de género_. Los historiadores, incluyendo los que estudian las ideas económicas, no se han dado cuenta de que la desaparición del género crea el tema de la ciencia económica. Marcel Mauss fue el primero en ver que “nuestras sociedades occidentales sólo recientemente han hecho del hombre un _animal económico_” (1909). El hombre occidental es el _homo œconomicus_. Decimos que una sociedad se ha “occidentalizado” cuando sus instituciones son restructuradas en previsión del mercado, es decir, de la producción de mercancías para satisfacer las necesidades básicas. Véase al respecto Karl Polanyi, _The Great Transformation_, Beacon Press, Boston, 1944; traducción francesa, Gallimard, París, 1983. Respecto a la influencia de Polanyi, véase S. C. Humphreys, “History, Economics and Anthropology: The Work of Karl Polanyi”, _History and Theory_, 9, núm. 2, 1968, pp. 165-212. La definición nueva del hombre en cuanto sujeto y cliente de una economía _disembedded_ (“desincrustada”, separada de las relaciones sociales) tiene su historia. Para una iniciación a esta historia, recomiendo Louis Dumont, _Homo æqualis_, Gallimard, París, 1977. La percepción que de sí mismo tiene el ser como individuo _humano_ y la exigencia de una satisfacción institucional igualitaria de las necesidades, constituyen una ruptura respecto a todas las demás formas premodernas de la aprehensión de sí. Pero tanto los motivos como la forma de esta discontinuidad radical de la conciencia de sí siguen siendo muy controvertidos. Para una orientación en torno a esta discusión, véase Marshall Sahlins, _Culture and Practical Reason_, University of Chicago Press, Chicago, 1976; traducción francesa: _Au cœur des sociétés. Raison utilitaire et raison culturelle_, Gallimard, París, 1980. Sahlins define la diferencia entre el ayer y el hoy como un “modo distintivo de producción simbólica” que es propio de la civilización occidental. No he de discutir este punto. Pero sostengo que existe una profunda discontinuidad entre todas las formas antiguas de la existencia y el individualismo occidental, y que este cambio constituye una ruptura fundamental. Reside principalmente en la _pérdida del género_. Esta pérdida del género social no ha sido tomada en consideración por la historia del individualismo. Una historia del individualismo económico debe comenzar con Élie Halévy, _La Formation du radicalisme philosophique_, 3 vols., Félix Alcan, París, 1900-1903; está agotada la edición francesa, que jamás ha sido reeditada; existe una reedición reciente en inglés, _The Growth of Philosophical Radicalism_, Faber & Faber, Londres, 1972. Halévy describe detalladamente las vías muy contradictorias que siguieron los diversos discípulos de Bentham. Califica a Bentham y a sus discípulos de “radicales” por haber roto deliberadamente con las corrientes filosóficas anteriores. Sobre la profunda transformación de la estructura de la personalidad que dio origen a la clase obrera inglesa entre 1790 y 1830, véase E. P. Thompson, _The Making of the English Working Class_, Random Press House, Nueva York, 1966. El utilitarismo podía conducir a la defensa de un paternalismo burocrático fundado en la intervención legislativa, o a la preconización del individualismo anárquico y de la doctrina del _laissez-faire_. Halévy muestra que los discípulos de Bentham se dividieron entre ambas orientaciones. Véase también Leszek Kolakowski, _Main Currents in Marxism: Its Rise, Growth and Dissolution_, 3 vols., Oxford University Press, Londres, 1978. La historia social de nuestros tiempos que ha sido interpretada por el marxismo es la historia del conflicto entre grupos que se adhieren a estas corrientes opuestas surgidas de los principios utilitaristas. Dumont ( _op. cit_) estudia los rasgos fundamentales comunes a las corrientes utilitaristas. Procede con un sólido análisis de los textos de Mandeville, Locke, Smith y Marx. Todos estos ven en el “humano” un “individuo” determinado por necesidades fundamentales basadas en el postulado de la escasez universal. La significación del “individuo” es expuesta en C. B. MacPherson, _The Political Theory of Possessive Individualism: Hobbes to Locke_, Oxford University Press, Londres, 1962; traducción francesa: _La Théorie politique de l’individualisme possessif de Hobbes à Locke_, Gallimard, París, 1971, _The Real World of Democracy (idem_, 1966) y _Democratic Theory: Essays on Retrieval (idem_, 1972). El autor funda firmemente su intuición en el rasgo común fundamental de los individuos que subyace en todo el pensamiento democrático moderno, a saber, su carácter _posesivo_. Muestra que todos los humanismos del siglo XIX y del XX se basan en el valor supremo del individuo posesivo, que evoluciona personalmente, con libertad —en la medida en que la libertad se ve como una posesión, donde el individuo se libera de todos los lazos no económicos que lo ligan con sus semejantes—. Por mi parte, estimo que una característica adicional constituye con igual derecho el sujeto de la teoría y la práctica sociales modernas: _el individuo posesivo no tiene género_, antropológicamente es un simple neutro sexuado. Lógicamente, como he de mostrarlo, sólo el individuo que es a la vez posesivo y sexuado responde al postulado de la escasez en que está fundada toda economía política. La “identidad” institucional del _homo œconomicus_ excluye el género. Es un _neutrum œconomicum_. La desaparición del género es por ende un dato primordial de la historia de la escasez y de las instituciones que la estructuran.]
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+[^f6:] _Individualismo envidioso_. El individuo contemporáneo, sin género y posesivo, que es el sujeto de la economía, gobierna su vida en función de consideraciones de utilidad marginal. Toda decisión económica está relacionada con una percepción de la escasez y en consecuencia tiende hacia una forma de envidia que era desconocida en el pasado. Las instituciones _productivas_ modernas nutren el individualismo envidioso al mismo tiempo que lo ocultan —las instituciones del pasado, orientadas hacia la subsistencia, buscaban reducirlo y denunciarlo—. Ésta es la tesis de Paul Dumouchel y Jean-Pierre Dupuy en sus respectivos ensayos en _L’enfer des choses: René Girard et la logique de l’économie_, Seuil, París, 1979. Los autores ponen al descubierto el contraste tipológico entre las instituciones modernas que engendran y luego disfrazan la envidia, y aquellas que tenían la función inversa —a las que han remplazado—. Cada cual, en su exposición, aplica en la economía los resultados del análisis literario que René Girard desarrolla en _Mensonge romantique et vérité romanesque_, Grasset, París, 1961. Véase también, del mismo autor, _La violence et le sacré_, 1972\. Girard busca en la novela del siglo XIX las pruebas de la transformación histórica del deseo: la evolución de las “necesidades” que se basa en una comparación envidiosa con lo que otro desea. En lugar de aplicar las categorías freudianas a los personajes de Dostoievski, analiza a Freud a través de los ojos de los hermanos Karamazov. Con esta perspectiva, el llamado progreso económico muestra ser la propagación del deseo triangular o “mimético”. La historia del individualismo económico coincide con la modernización de la envidia. En el presente ensayo, pretendo investigar la aparición de un tipo de envidia que es característica de las relaciones entre los sexos y que nace en la sociedad cuando el género desaparece. Respecto al tema de la envidia, cuya historia aún no ha sido escrita, véase el texto fundamental de la antropología de la envidia: George M. Foster, “Peasant Society and the Image of Limited Goods”, _American Anthropologist_, 67, núm. 2, abril de 1965, pp. 293-315, y “The Anatomy of Envy: A Study in Symbolic Behavior”, _Current Anthropology_, 13, núm. 2, abril, 1972, pp. 165-202. “Cuando experimenta la amenaza constante que la envidia representa para él mismo y para la sociedad, el hombre siente temor: teme las consecuencias de su envidia y las consecuencias de la envidia de los demás. De ahí resulta que en toda sociedad la gente recurre a ciertas formas culturales, simbólicas o no, a fin de neutralizar, reducir o dominar los peligros que ven surgir de la envidia, particularmente su temor de la envidia.” Respecto a la percepción de la envidia en la Antigüedad clásica, véase Svend Ranulf, _The Jealousy of the Gods and Criminal Law in Athens: A Contribution to the Sociology of Moral Indignation_, 2 vols., Williams & Norgate, Londres, 1933-1934. Respecto a la _hybris_ que suscita la Némesis: David Greene, _Greek Political Theory: The Image of Man in Thucydides and Plato_, University of Chicago Press, Phoenix Books, Chicago, 1965, y E. R. Dodds, _The Greeks and the Irrational_, University of California Press, Berkeley, 1968, especialmente el capítulo 2. Respecto a la actitud relacionada con la envidia al final de la Antigüedad clásica, es interesante un estudio sobre el aspecto contrario: R. A. Gauthier, _Magnanimité: l’idéal de la grandeur dans la philosophie païenne et dans la théologie chrétienne_, Vrin, París, 1951. Sobre la visión cristiana del “vicio” de la envidia, véase el artículo “Envidia” de Édouard Ranwez en _Dictionnaire de spiritualité_, Beauchesne, París, comenzado en 1932, en proceso de edición, pp. 744-785; también, Lester K. Little, “Pride Goes Before Avarice: Social Changes and the Vices in Latin Christendom”, _The American Historical Review_, 76, febrero, 1971, pp. 16-49. En torno a la iconografía medieval de la envidia, Mireille Vincent-Cassy, “L’envie au Moyen Âge”, _Annales ESC_, 35, núm. 2, marzo-abril de 1980, pp. 253-271, y “Quelques réflexions sur l’envie et la jalousie en France au XIVe siècle”, en Michel Mollat, _Études sur l’histoire de la pauvreté (moyen âge-XVIe siècle)_, publicaciones de la Sorbonne, París, 1974, serie Études, tomo 8, pp. 487-503. Una “historia de la envidia” no podría tener nada en común con las investigaciones realizadas por los psicólogos o los sociólogos modernos que imputan a la gente de otros tiempos lo que consideran ser la “envidia”. He aquí dos ejemplos de esta especie de estudios: Melanie Klein, _Envy and Gratitude_, Delacorte Press, Nueva York, 1957, especialmente pp. 176-235 (traducción francesa: _Envie et gratitude et autres essais_, Gallimard, París, 1968, que parte del postulado freudiano de la envidia innata que las mujeres tienen respecto al pene; y Helmut Schoeck, _Envy: A Theory of Social Behaviour_, Harcourt, Brace and World, Nueva York, 1970 (traducción alemana: _Der Neid und die Gesellschaft_, Herder, Friburgo, 4a edición, 1974), que pasa totalmente por alto el hecho de que la emoción y la percepción de la envidia poseen una historia. Entre los hombres y las mujeres, la denigración y la maledicencia no son fenómenos nuevos, pero la institucionalización de la inagotable comparación envidiosa entre individuos desprovistos de género es históricamente inédita.]
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+[^f7:] _Sexo y sexismo_. La palabra _sexo_ viene del latín _sexus_, que pertenece a la familia _secare_ (cortar) cuya raíz _sec_\- indica división: sec-ción, seg-mento. Gramaticalmente, la palabra _sexus_ siempre debe acompañarse del calificativo _virilis_ (masculino) o _muliebris_ (femenino). Durante la Ilustración, cuando lo “humano” asumió la forma de un ideal, la lengua francesa restringe el término a las mujeres. La _Enciclopédie_ de Diderot le da 10 líneas: _“El sexo_ en sentido absoluto, o más bien _el bello sexo_, es el epíteto que se da a las mujeres … las más caras delicias del ciudadano apacible… cuya feliz fecundidad perpetua los amores y las gracias …” Será solamente durante el último cuarto del siglo XIX cuando el término tomará un sentido común para hombres y mujeres, aunque sin dejar de implicar diferencias morfológicas y psicológicas. Pero designa en ellos y ellas una especie de sistema de canalización de una energía agenérica que Freud habría de llamar “libido”. El sexo moderno desconoce el género, tal como lo muestra claramente el término “sexualidad”. Paradójicamente, en su función de palabra clave, el sexo es agenérico. Y la formación de la sexualidad agenérica es una de las condiciones necesarias para la aparición del _homo œconomicus_. Ésta es la razón por la que contrapongo el _sexo económico_ al _género vernáculo_. Pienso que el primero muestra la polaridad de caracteres comunes, el segundo, una dualidad complementaria. Tanto el género como el sexo son realidades sociales que no tienen más que una tenue relación con la anatomía. El sexo económico individualizado es todo lo que queda del género social en el seudo género del humano contemporáneo _sexuado_. El género no puede florecer en un medio ambiente estructurado por la economía. Y, sin embargo, la expoliación del medio ambiente social apropiado para el género vernáculo sigue siendo ignorada por los ecologistas. Es evidente que aquí empleo los términos _género_ y _sexo_ en calidad de “tipos ideales”, en el sentido weberiano. Véase Max Weber, _Gesammelte Aufsätze zur Wissenschaftslehre_, Mohr, Tubinga, 1922 (traducción francesa: _Essais sur la théorie de la science_, Plon, París, 1965). Un tipo ideal ( _Idealtypus_) es una construcción conceptual ( _ein Gedankenbild_) que no es una realidad histórica y ni siquiera una “verdadera” realidad. No puede servir como medida de una situación o de una acción real. Es un concepto _limitante_ ideal al que se le _compara_ la situación o la acción real para explicar algunos de los componentes importantes de éstas. Tal como yo los empleo, “género” y “sexo” son conceptos limitantes ideales que designan una polaridad: la transformación industrial de la sociedad que se convierte en un sistema “sexualizante” y ya no más “generizante”. Tanto para el género como para el sexo, la anatomía no es más que la materia prima, pues ambos transforman los órganos genitales en realidades sociales. El género transforma al pene en incontables tipos de _phalloi_; el sexo no produce más que el internacional, el amenazador, el envidiado “pene”. (Respecto a la homogenización análoga de la matriz y la vagina, véanse notas 87 y 90). Gayle Rubin (véanse notas 22 y 76) subraya el hecho de que en los grupos _humanos_ la existencia de sistemas genéricos es universal, sea cual fuere la muy amplia diversidad estructural de tales sistemas. Y no obstante, independientemente de su configuración única, cada sociedad posee una ideología que expone la inmutabilidad de las categorías del género. Estoy de acuerdo con ello, pero he de añadir que la sociedad _sexuada_ posee una ideología que expone la irrevocable decadencia del género (respecto al patriarcado como oposición del sexismo, véase la nota 21). En torno a la gama de sutiles variaciones de los símbolos del género, véanse las notas 116 y 117, así como L. Kriss-Rettenbeck, _“Feige”; Wort, Gebärde, Amulett_, Munich, 1955, y M. L. Wagner, “Phallus, Horn und Fisch. Lebendige und verschüttete Vorstellungen und Symbole, vornehmlich im Bereich des Mittelmeerbeckens”, en _Domum Natalicium_, Carol Jaberg, Zurich, 1973, pp. 77-130.]
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+[^f8:] _Degradación del medio ambiente_. Cada vez son más evidentes los límites que modifican los postulados fundamentales de la economía política. Aunque la ecología, en cuanto ciencia y sistema de ideas, tiene una historia todavía reciente, va ganando en madurez. Hace referencia cada vez más a su propia historia, signo de una disciplina que se hace “adulta”. El término _Ökologie_ (que en francés se adoptó al principio con la ortografía _Œcologie_) fue creado en 1866 por E. Haeckel en una investigación sobre la morfología general de los organismos que realizó con base en una perspectiva evolucionista darwiniana. Robert P. McIntosh, “The Background and Some Current Problems of Theoretical Ecology”, _Synthese_, 43, 1980, pp. 195-255, proporciona una historiografía crítica y analítica de la ecología en las ciencias biológicas. La ecología como ciencia política tiene un origen mucho más reciente. En torno a la discusión sobre el tema, véase William Ophuls, _Ecology and the Politics of Scarcity: Prologue to a Political Theory of Steady State_, W. H. Freeman, New York, 1977. En mi concepto, la ecología no habrá de madurar si no incorpora dos distinciones que actualmente descuida: la distinción jurídica entre los _ámbitos de comunidad_ y los _recursos productivos_ (véase nota 10) y la distinción entre los ámbitos complementarios y el espacio agenérico.]
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+[^f9:] _Contraproductividad_. La _contraproductividad_ es un indicador social que mide la frustración particular que produce el consumo obligatorio de una mercancía o de un servicio en un grupo o una clase. Algunos ejemplos: las frustraciones causadas por los transportes, que en la medida que se multiplican y se hacen más rápidos producen mayor pérdida de tiempo; por el tratamiento médico, más nefasto que la enfermedad; por la educación pública o los medios de información que más que nada embrutecen; por la tutela política o social que engendra a drogadictos de la “asistencia institucional”. Es posible ver en este fenómeno una medida de la _intensidad_ de las privaciones que las instituciones modernas infligen — _por necesidad técnica_— a la mayoría de sus clientes, por no cumplir con los objetivos para las que fueron creadas y financiadas por el erario —por ejemplo, la rapidez de los transportes—. La contraproductividad no es el congestionamiento, que también genera insatisfacción, sino la gran cantidad de cosas que estorban su funcionamiento, ya sean los vehículos, las materias que se imparten en las escuelas o las terapias. Yo veo en la contraproductividad el resultado de un _monopolio radical de las mercancías sobre los valores vernáculos_, que yo aún llamaba “valores de uso” en _La convivencialidad_, véase vol. I, 2006, particularmente el apartado _El equilibrio múltiple_, y en _Energía y equidad_. En último análisis, este monopolio radical procede de la transformación de los ámbitos de comunidad —por ejemplo, aquellos donde el derecho tradicional reconocía el “derecho del paso” peatonal— en utilidades públicas necesarias para la producción o la circulación de las mercancías. Escribí _Némésis médica_, véase vol. I, 2006, para ilustrar cómo la contraproductividad opera claramente en los niveles de la técnica, de la estructura social y del símbolo cultural. Como lo demuestran JeanPierre Dupuy, _Valeur sociale et encombrement du temps. Monographie du séminaire d’économétrie_, CNRS, París, 1975, y Jean-Pierre Dupuy y Jean Robert, _La trahison de l’opulence_, PUF, París, 1976, la contraproductividad no es la medida de las molestias individuales que las iniciativas políticas o técnicas podrían suprimir, sino un indicador social que refleja las particularidades tecnológicas. Wolfgang Sachs ha esclarecido el problema para su previsible discusión pública en _Are Energy-Intensive Life-Images Fading? The Cultural Meaning of the Automobile in Transition_, Technische Universität, Berlín, manuscrito, octubre de 1981. Véanse también las notas 60 y 112.]
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+[^f10:] _Reapropiación de los bienes de los ámbitos de comunidad_. El término _communaux_ es antiguo en el francés, y lo es también en otras lenguas: _commons_ en inglés, _Almende_ o _Gemeinheit_ en alemán. Véase Iván Illich, _Das Recht auf Gemeinheit_, Rowohlt, Hamburgo, 1981, especialmente la introducción, y _gli usi civici_ en italiano. Los ámbitos de comunidad eran las tierras a las que todos los habitantes de una comunidad tenían derechos de uso adquiridos, no para extraer una ganancia monetaria sino para asegurar la subsistencia familiar. Los ámbitos de comunidad son esa parte del medio ambiente cuyo usufructo está garantizado por la ley de la costumbre, respecto a las cuales ésta impone formas específicas de respeto comunitario. Pienso exponer en una obra mía sobre los _Valores vernáculos_ (véase nota 1) en la que estoy trabajando, la degradación de los ámbitos de comunidad con el propósito de transformarlos en recursos productivos. Aquellos que luchan por la preservación de la biosfera y aquellos que rechazando un estilo de vida caracterizado por el monopolio de las mercancías sobre las actividades intentan recuperar poco a poco la capacidad de vivir fuera del régimen mercantil de la escasez, convergen actualmente en una alianza nueva en el seno de la cual todas las corrientes tienden a la recuperación y aumento de los _ámbitos de comunidad_. Esta realidad social que está en vías de surgir y converger es llamada por André Gorz el “archipiélago de la convivencialidad”. El instrumento principal para la cartografía de este nuevo mundo es la obra de Valentina Borremans, _Guide to Convivial Tools_, Special Report núm. 13, _Library Journal_, 1180 Sixth Avenue, Nueva York, 1980, guía razonada que registra más de 1 000 bibliografías, catálogos, periódicos, etc. Se pueden encontrar informes periódicos sobre la lucha por los nuevos ámbitos de comunidad en publicaciones como _Trans-National Network for Appropriate Technology_ (Tranet), P. O. Box 567, Rangeley, Maine 04980, Estados Unidos de América, y el _CoEvolution Quarterly_ (director: Stuart Brand, P. O. Box 428, Sausalito, California 94965, Estados Unidos de América).]
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+[^f11:] _Escasez_. Empleo aquí este término en el sentido estricto que le dan los economistas desde que L. Walras lo empleó por vez primera con esta precisa significación en 1874. La escasez define el campo en el que las leyes de la economía relacionan a: _1) sujetos_ (individuos posesivos, envidiosos, agenéricos, bien se trate de personas o de compañías); _2) instituciones_ (que nutren simbólicamente a la _mimesis_); y _3) mercancías_, en el seno de un medio ambiente donde los ámbitos de comunidad han sido transformados en _recursos_, privados o públicos. No hay que confundir la escasez en este sentido y lo escaso en su sentido usual de “raro”, cuando se habla de: _1)_ aves _raras_ que interesan a los ornitólogos; _2)_ un régimen alimenticio _frugal_, como el de los camelleros del desierto desde hace siglos; _3)_ una alimentación _deficiente_, según el trabajador social que visita a una familia pobre; _4)_ las _últimas reservas_ de trigo en la aldea francesa del siglo XI (allí la costumbre o la violencia se encargaban de que todos pudieran obtener su parte, por pequeña que fuera). Aunque aún no es realmente una historia de la escasez, una fuente útil de referencias y bibliografías se halla en Bálint Balla, _Soziologie der Knappheit. Zum Verständnis individueller und gesellschaftlicher Mängelzustände_, Enke, Stuttgart, 1978. Niklas Luhman, “Knappheit, Geld und die Bürgerliche Gesellschaft”, _Jahrbuch für Sozialwissenschaft_, 23, 1972, pp. 186-210, identifica cinco características de la “contingencia social” en relación con la creencia contemporánea (que no ha sido impugnada) del régimen de la escasez. Históricamente, el régimen de la escasez llegó a instalarse gracias a la proliferación del dinero como medio (poco abundante) de intercambio; véase Karl Polanyi, “Primitive, Archaic and Modern Economies”, en _Essays of Karl Polanyi_, Beacon Press, Boston, 1971, pp. 175-203. El autor diferencia las utilizaciones del dinero: como medio de conservación de los valores, como patrón del valor y como medio de intercambio. Respecto a las teorías psicoanalíticas que pretenden explicar los orígenes de la escasez, véase Ernest Borneman, _Psychoanalyse des Geldes_, Suhrkamp, Francfort de Meno, 1975, compilación de ensayos de 24 autores. Si no se establece filosófica y legalmente la distinción entre los recursos productivos escasos y los ámbitos de comunidad compartidos, la _sociedad rígidamente estatal_ en un futuro cercano habrá de ser un expertocracia oligárquica, no democrática, autoritaria, gobernada por los ecologistas. Al respecto véase la demostración sólidamente argumentada de William Ophuls, _Ecology and the Politics of Scarcity_, W. H. Freeman, San Francisco, 1979. La desaparición del género y la intensidad y variedad crecientes de las escaseces son dos caras del mismo proceso de _occidentalización_ (véase nota 5). Por esta razón, yo considero que estos capítulos sobre el género son los estudios preliminares de una historia de la escasez.]
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+[^f12:] _Dualidad_. Un método clásico del análisis sociológico consiste en emplear alguna forma de dualidad. La dualidad que propongo no está relacionada con ninguna de las que conozco. En ésta, la complementariedad asimétrica del género se contrapone a la polarización de las características homogéneas que distinguen al sexo social. Si me estuviera dirigiendo a matemáticos, hablaría de pares homomórficos de ámbitos extraídos de espacios heterogéneos. Es posible medir la complejidad del asunto en Lynda Glennon, _Women and Dualism. A Sociology of Knowledge Analysis_, Longman, Nueva York, 1979. Mediante un análisis del contenido de textos feministas, la autora expone las recientes discusiones en torno a la lógica de la dualidad que las feministas han llevado a cabo, y con base en éstas la impugnación de las “leyes” clásicas de la sociología con sus numerosas dualidades analíticas. Centra esencialmente su estudio en las tipologías dicotómicas que han aparecido desde Ferdinand Tönnies, limitándose a citar las anteriores. Según la autora, con la oposición que estableció entre _Gemeinschaft_ y _Gesellschaft_ (1887), Tönnies irrigó el terreno donde se cultivarían las demás dualidades modernas: sociedad de estatus y sociedad de contrato en Maine; forma militar (de lucha) y forma industrial (de cooperación), en Spencer; Estado de conquista y Estado de cultura en Ratzenhofer; polaridad natural y polaridad cultural en Wundt; solidaridad mecánica y orgánica en Durkheim; grupos primarios y grupos secundarios (implícitos) en Cooley; relación comunitaria y relación societaria en MacIver; comunidades locales y cosmopolitas en Zimmerman; régimen de Estado (civilización) y _folk society_ (cultura popular) en Odum; el continuo urbano de la _folk society_ en Redfield; las relaciones familiares y las relaciones contractuales en Sorokin; las sociedades sagradas y las sociedades seculares en Becker… Gracias a Tönnies también se crean otras dualidades más “generales”: primitivo/civilizado; lector/analfabeta; rural/urbano; primacía de lo público o de lo privado, del matriarcado o del patriarcado (véase nota 54). Aquí contrapongo otras dos dualidades, la del género y la del sexo. Sostengo que aparte del hecho de que son dos dualidades sociales relacionadas con una distinción genital, poca cosa tienen en común.]
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+[^f13:] _Trabajo y sexo_. “Trabajo” y “empleo” son vocablos claves de nuestro tiempo; véase J. Knobloch, ed ., _op. cit_. en la nota 2, II, pp. 258-354, y O. Brunner, W. Konze y R. Koselleck, eds., _op. cit_. en la nota 3, volumen I, pp. 154-243. El vocabulario relacionado con el trabajo es recien-te y más que nada técnico: Arthur E. Bestor, Jr., “The Evolution of the Socialist Vocabulary”, _Journal of the History of Ideas_, 9, núm. 3, junio, 1948, pp. 259-302. En la mayoría de las lenguas no europeas la traducción del término ha presentado grandes dificultades; existe una bibliografía sobre el tema en Iván Illich, “El derecho al desempleo creador”, _Tecno-Política_, doc. 78/11, apdo. 479, Cuernavaca, Morelos, México. En la época medieval, la relación entre trabajo y retribución es tenue: véase Helmut Stahleder, _Arbeit in der mittelalterlichen Geselschaft_, Neue Schriftenreihe des Stadtarchivs München, Munich, 1972. Las actitudes relacionadas con esta relación han cambiado lentamente con la mecanización: Lynn White, Jr., “Medieval Engineering and the Sociology of Knowledge”, _Pacific Historical Review_, 44, 1975, pp. 1-21. Martín Lutero fue el único que le dio al trabajo un sentido contemporáneo: véase Hildburg Geist, “Arbeit: die Entscheidung eines Wortwertes durch Luther”, _Luther Jahrbuch_ (1931), pp. 83-113. Descubrió que el trabajo en cierto sentido era loable en sí mismo. “Fue el auténtico inventor de la doctrina moderna que afirma que en el trabajo hay algo intrínsecamente digno y meritorio, y que el hombre que labora a pleno sol es más agradable a Dios que el que descansa a la sombra.” (H. L. Mencken, _op. cit_. en la nota 3). La historia de la discriminación sexista en el trabajo coincide con la lenta promoción del empleo salariado al rango de prototipo del trabajo que es digno, gratificante, significativo y accesible para todos. Todavía durante gran parte del siglo XVIII, la fracción relativamente pequeña de los salariados podía subsistir principalmente porque vivía en casa de los patrones: Bronislav Geremek, _Le salariat dans l’artisanat parisien aux XIIIe–XVe siècles_, Mouton, París, 1968. La necesidad de sobrevivir gracias a un salario no es simplemente un signo de pobreza, sino de miseria. Éste es uno de los grandes temas de Michel Mollat, _Études sur l’histoire de la pauvreté, op. cit_. en la nota 6. En la Edad Media, a los pobres se les reconoció un conjunto de derechos legales que no tenía relación alguna con el trabajo: G. Couvrier, _Les pauvres ont ils des droits_? _Recherches sur le vol en cas d’extrême nécessité depuis la Concordia de Gratien (1140) jusqu’a Guillaume d’Auxerre, mort en 1231_, Univ. Gregoriana, Roma/París, 1961. Véase también B. Tierney, _Medieval Poor Law: A Sketch of Canonical Theory and Its Applications in England_, University of California Press, Berkeley, 1959. Respecto a las actitudes hacia el trabajo salariado en la Florencia de los Medicis, véase Judit C. Brown y Jordan Goodman, “Women and Industry in Florence”, _Journal of Economic History_, 40, núm. 1, marzo, 1980, pp. 73-80. Este estudio se dirige a dos talleres florentinos, uno edificado en 1561, el otro en 1642. Cuando el sector artesanal creció a partir de fines del siglo XVI, los hombres dejaron la producción textil por los oficios de lujo, más lucrativos. Las mujeres fueron empleadas casi exclusivamente en las industrias de la lana, de la seda y de la tela, que, respondiendo a la nueva demanda, abandonaron la producción de vestidos de lujo y adoptaron la de prendas menos elaboradas cuya confección era más fácil rutinariamente. Así, cierta forma de división de los sexos se instalaba en el trabajo salariado, pero no una división entre actividades destinadas al mercado y las que no lo estaban. Los hombres proporcionaban la fuerza de trabajo artesanal, muy especializada, y las mujeres la mano de obra ordinaria, poco especializada, relacionada con el hilado, el tejido y la costura. A partir de entonces, con la expansión y la generalización del trabajo salariado, la discriminación económica de las mujeres no ha dejado de aumentar. Cada vez más, las mujeres ven en sus ganancias inferiores la prueba constantemente administrada de su inferior valor económico. Por ejemplo, en los Estados Unidos las posibilidades que las mujeres tenían de entrar en diversos sectores eran mucho mayores durante el periodo colonial que a mediados del siglo XIX: véase Elizabeth Anthony Dexter, _Career Women of America_, _1776-1840_, Clifton, N. J., Augustus Kelley, 1972. Para la comparación entre las ganancias y la duración del trabajo es imprescindible la obra de Edith Abbott, _Women in Industry: A Study in American Economic History_, Appleton, Nueva York, 1916. Para obtener materiales más recientes: tablas, estadísticas y bibliografía, véase Valerie Kincade Oppenheimer, _The Female Labor Force in the United States: Demographic and Economic Factors Governing Its Growth and Changing Composition_, Population Monograph núm. 5, University of California, Institute of International Studies, Berkeley, 1970, y Alice Kessler-Harris, “Women’s Wage Work as Myth and History “, _Labor History_, 19, 1978, pp. 287-307.]
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+[^f14:] _La creciente diferencia entre los salarios_. En los Estados Unidos, la diferencia entre los salarios de los hombres y los de las mujeres continúa aumentando, al mismo tiempo que aumentan la legislación antidiscriminatoria y el movimiento de reivindicación feminista organizado. Con la actual _stagflation_ (estancamiento e inflación combinados) podría alcanzar un récord todavía no superado: 55%. Es mayor que hace 20 años, aunque desde 1963 una ley federal supuestamente la combate. En 1956, la ganancia o la remuneración salarial anual media de una mujer empleada tiempo completo era de 2 827 dólares, es decir, 63% de la de un hombre (4 466 dólares); en 1973, la cifra equivalente para una mujer fue de 6 488 dólares, pero la de un hombre aumentó aún más rápido: 11 468 dólares. De esta manera, durante el mandato de Kennedy y la Guerra de Vietnam, la ganancia anual media de las mujeres decreció, no alcanzando más que 57% de la de los hombres. En otros países se puede constatar una diferencia comparable: Austria 64,4% (1975); Canadá 59% (1971); Francia 66.6% (1972); Suecia 86% (1974). Obtuve estas cifras de Ronnie Steinberg Ratner, _Equal Employment Policy for Women: Strategies for Implementation in the USA, Canada and Western Europe_, Temple University Press, Filadelfia, 1978, pp. 20-23. Esta es una compilación de estudios originales relacionados con diversos recursos institucionales, gracias a los cuales las posibilidades de igualdad en el empleo para las mujeres se hicieron “efectivas” durante los años de la posguerra: pero todas estas posibilidades “efectivas” en nada cambiaron la diferencia de los salarios (véase nota 15). Entre las naciones industriales, la única excepción fue Japón. En 1960, el salario medio de una mujer equivalía a 43% del de un hombre; en 1974 a 54%. Pero, simultáneamente, la discriminación _social_ de las mujeres se intensificó. Respecto al fondo de esta evolución, váse Kazuko Tsurumi, _Women in Japan: A Paradox of Modernization_, Sophia University, Institute of International Relations, Tokio, 1977. Para una bibliografía reciente, véase _Women at Work: An ILO News Bulletin_, núm. 2, Ginebra, International Labor Office for Women Worker’s Questions, 1979. Jeanne Mager Stellman, _Women’s Work, Women’s Health: Myths and Realities_, Pantheon, New York, 1977, proporciona útiles datos sobre los salarios de las mujeres, tanto monetarios como no monetarios (asistencia médica, por ejemplo), según los niveles de instrucción. Bibliografía sobre este tema: Mei Liang Bickner, _Women at Work: An Annotated Bibliography_, Manpower Research Center, Institute of Industrial Relations, University of California, Los Angeles, 2 vols., 1974 y 1977. Una forma de empleo particularmente femenina es el “servicio”, es decir, _las tareas domésticas retribuidas_; de todas las actividades modernas, es a la vez aquella que está más específicamente reservada a las mujeres, y aquella donde la diferencia entre los salarios masculinos y los salarios femeninos es más marcada. La primera gran historia de esta actividad económica —que también nació en el siglo XIX— acompañada de una orientación bibliográfica, se encuentra en la obra de David Katzman, _Seven Days a Week: Women and Domestic Service in Industrializing America_, Oxford University Press, Nueva York, 1978. Compárese con I. Davidoff y R. Hawthorn, _A Day in the Life of a Victorian Domestic Servant_, Allen & Unwin, Londres, 1976, y Pierre Guiral y Guy Thuillier, _La Vie quotidienne des domestiques en France au XIXe siècle_, Hachette, París, 1976. Mundialmente, la cifra de las mujeres que “sirven” es hoy muy superior a lo que era en el siglo XIX, pero la mayor parte está en el Tercer Mundo. Véase, por ejemplo, Elisabeth Jelin, “Migration and Labor Force Participation of Latin American Women: The Domestic Servant in the Cities”, _Signs_, 3, núm. 1, 1977, pp. 129-141. Las mujeres emigran más que los hombres hacia las ciudades. La demanda de sirvientas es literalmente ilimitada. En gran parte de América Latina es posible encontrar sirvientas en hogares ubicados en un nivel social tan bajo que, para hacer una comparación, habría que considerar las condiciones europeas en el siglo pasado.]
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+[^f15:] _Estadísticas sobre la discriminación_. Para extraer de los censos norteamericanos todo lo que este tipo de datos puede expresar, consúltese Robert Tsuchigane y Norton Dodge, _Economic Discrimination Against Women at Work_, Heath, Lexington Books, Lexington, Mass., D. C., 1974. Representa un sobrio análisis estadístico y técnico de la discriminación salarial relacionada con las mujeres en los Estados Unidos. Los autores reconocen la complejidad de traducir los datos cuantitativos al concepto normativo de _discriminación total_. Cuando se trata de la diferencia, en la economía, de las ganancias totales de los hombres y las ganancias totales de las mujeres, la discriminación total se considera como la suma de tres tipos de discriminación: en el salario, en el oficio y en la participación. “… en la medida que, en el mismo empleo, las mujeres ganan menos que los hombres, existe discriminación salarial. Si la proporción de mujeres es mayor en los empleos con bajos salarios que en los empleos con altos salarios, existe discriminación en el oficio. Si la tasa de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo es menor que la de los hombres, existe discriminación en la participación” (p. 6). Al comparar las cifras de los censos, particularmente los de 1960 y 1970, los autores constatan una ligera disminución de la discriminación total. ¿Pero de dónde procede? De una ligera disminución de la discriminación en el oficio (un poco más de mujeres tienen empleos mejor pagados), combinada con una disminución notable de la discriminación en la participación (un mayor porcentaje de las mujeres acudió todos los días al trabajo en 1970). En virtud del método de los autores, estas dos modificaciones de los datos hacen que se reduzca significativamente la discriminación total, a pesar de “un aumento considerable y sorprendente de la discriminación en los salarios durante el mismo periodo” (p. 16). Dicho de otra manera: si bien con la expansión de la economía un número creciente de mujeres “trabaja”, y si gracias a la presión de las feministas la diferencia de las ganancias entre la mayoría mal remunerada y la minoría bien retribuida se volvía casi la misma que existe entre los hombres, las mujeres en conjunto reciben actualmente, en relación con un empleo igual, una fracción todavía menor del salario que obtienen los hombres. Moshe Semyonov, “The Social Context of Women’s Labor Force Participation: A Comparative Analysis”, _American Journal of Sociology_, 86, núm. 3, 1980, pp. 534-550, confirma esta tendencia en el mundo entero, partiendo de datos relacionados con 61 sociedades y de amplias fuentes bibliográficas. La integración de un número creciente de mujeres en la mano de obra siempre ha dado por resultado la discriminación profesional. Por doquier, más mujeres “trabajan” y menos de ellas tienen la posibilidad de alcanzar una buena posición y un salario alto. Cuando se escrutan con atención las fuentes especializadas y las publicaciones poco conocidas, se puede ver que lo mismo sucede en la URSS: véase Alastair McAuley, _Women’s Work and Wages in the Soviet Union_, Allen & Unwin, Londres, 1979. La doble carga (tareas domésticas _más_ empleo) es al parecer más pesada allí. Los datos positivos respecto al trabajo de las mujeres soviéticas no conciernen a los salarios: el porcentaje de institutrices y de profesoras es mayor (en la URSS, éstas son profesiones mal remuneradas) y casi un tercio de los diputados son mujeres (desprovistas de poder y generalmente mudas).]
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+[^f16:] _Ritos institucionales_. Las instituciones modernas son contraproductivas. En el mejor de los casos, las buenas intenciones de ciertos individuos, ya sean médicos, maestros de escuela o cuadros feministas, hacen que la contraproductividad sea menos amarga. Un ejemplo entre muchos es el del sistema médico, que de hecho no puede más que amenazar la salud. Era éste el argumento de mi _Némesis médica_, que John Bradshaw reformuló de forma todavía más clara en _Doctors on Trial_, Wildwood House, Londres, 1979. De manera general, los servicios institucionales son rituales que ocultan tanto a los proveedores como a los clientes la distancia constantemente creciente entre el mito al _que aspiran y la realidad material que estructuran social-mente;_ véase Iván Illich, _La sociedad desescolarizada_, vol. I, capítulo II: “El ritual del progreso”. Hoy la reivindicación organizada de la igualdad económica para las mujeres, la “empresa feminista”, sigue el mismo esquema. Para apreciar la magnitud de esta empresa informal en el periodo 1960-1975, véase Marija Matich Hughes, _The Sexual Barrier: Legal, Medical, Economic and Social Aspects of Sex Discrimination_, Hughes Press, Washington, 1977. Hasta hoy la acción compensatoria en favor de la igualdad económica de las mujeres ha significado un vano intento de reducir la diferencia de los salarios para la mayoría. Su resultado ha sido la creación de empleos para las mujeres que defienden los derechos de las mujeres, y una considerable mejora del estatus, del salario y de las posibilidades de empleo para aquellas que se encontraban en puestos muy altos de la sociedad, sobre todo profesionales. Esto atestigua, por ejemplo, la creciente participación internacional de las mujeres en el ámbito médico, que ha sido bien documentada por Sandra L. Chaff en _Women in Medicine: A Bibliography of the Literature on Women Physicians_, Scarecrow Press, Metuchen, N. J. ,1977. La asistencia técnica a las mujeres ha tenido el mismo efecto contraproductivo —la relativa indigencia de la mayoría— que la asistencia técnica internacional en el desarrollo económico de los países pobres. Para poder realizar la autocrítica necesaria, autocrítica que ha sido incapaz de emprender el sistema médico —como también los sindicatos, las fuerzas armadas y los partidos comunistas—, el feminismo tendría que impugnar seriamente el postulado según el cual sus metas fundamentales pueden lograrse efectivamente (y no sólo ritualmente) en un régimen de escasez. Con frecuencia se cita al sistema médico y al sistema educativo para ilustrar el desarrollo común de todas las instituciones de la era industrial _durante su expansión:_ se les obliga a producir de manera exponencial los símbolos que ocultan el hecho de que sus efectos son contrarios a sus objetivos. Sobre el apoyo sociopolítico paradójico a causas que inevitablemente son contraproductivas, véase la investigación teórica de Jean-Pierre Dupuy, “Épistémologie de l’économie et analyse de systèmes”, en Jacques Lesourne, ed., _la Notion de système dans les sciences contemporaines_, tomo II: _Epistémologie_, Aquisgrán, Librairie de l’Université, Aix-en-Provence, 1981. El crecimiento exponencial necesario para ocultar la contraproductividad no se limita a la medicina, la enseñanza y el transporte. Ya hace más de un siglo que la igualdad económica de las mujeres está en la agenda de cientos de organizaciones: Albert Krichmar, _The Women’s Rights Movement in the United States_, _1848-1970_. _A Bibliography and Sourcebook_, Scarecrow Press, Metuchen, N. J., 1972. Decenas de miles de mujeres dedicaron su vida profesional a la lucha por alcanzar esta meta y constantemente registraron progresos en la tarea. Un número mucho mayor todavía invirtió su tiempo, su esfuerzo y su entusiasmo en esta causa. Los tres grandes sistemas modernos del derecho: el derecho romano, el derecho inglés y el derecho islámico, afirman la igualdad económica de las mujeres: Kathleen Newland, _The Sisterhood of Man: The Impact of Women’s Changing Roles on Social and Economic Life around the World_, Norton, Nueva York, 1979. La batalla legal contra la discriminación económica también continúa, y constantemente da a la luz boletines de “victorias”: _Women’s Rights Law Reporter_, Newark, N. J., Rutger’s Law School. Todo esto permanece sin producir efectos mensurables respecto a la única cuestión que cuenta y que cada vez más queda sumergida en las olas de la retórica y las satisfacciones ilusorias: la diferencia entre las ganancias de los hombres y las de las mujeres, que muestra la inferioridad económica de estas últimas.]
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+[^f17:] _Las mujeres y el derecho_. Todo derecho consuetudinario, no escrito, es intragenérico (véanse notas 80 a 83). El derecho escrito europeo es patriarcal (véanse nota 21) y el derecho del Estado-nación moderno es infaliblemente sexista. No se han estudiado suficientemente las repercusiones que en el estatus legal de la mujer ha tenido el pasaje del patriarcado al sexismo. _Sexual Divisions and Society: Process and Change_, Tavistock Publications, Londres, 1976, por Diana Leonard Barker y Sheila Allen, eds., reúne diversos estudios interesantes en este sentido, particularmente el de Yves Dézalay, “French Judicial Ideology in Working Class Divorce”, donde el autor comenta: “Las formulaciones jurídicas modernas, en su ambigüedad, confunden las obligaciones profesionales de los hombres y las obligaciones conyugales de las mujeres, definiendo como iguales las obligaciones recíprocas de ambas partes. De hecho, muchos hombres consideran que es por causa de su mujer que deben “matarse” en el trabajo, lo cual para ellos compensa todos los sacrificios que su mujer está obligada a realizar en el matrimonio”. Haría falta un estudio histórico que distinguiera: _1)_ el derecho intragenérico (que destaca la complementariedad ambigua y equilibrada entre los géneros); _2)_ el derecho patriarcal (que desprecia al género femenino), y _3)_ el derecho sexista (que deroga el género en favor de una quimérica igualdad entre los sexos).]
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+[^f18:] _Las mujeres en los países socialistas_. En un país industrializado la degradación relativa del valor económico de las mujeres no parece fundamentalmente afectada por la ideología política dominante. Se pueden citar dos estudios recientes: M. P. Sacks, “Unchanging Times: A Comparison of the Everyday Life of Soviet Working Men and Women between 1923 and 1966”, en D. Atkinson, A. Dallin y G. W. Lapidus, eds., _Women in Russia_, Harvester Press, Sussex, 1978, y A. Heitlinger, _Women and State Socialism: Sex Inequality in the Soviet Union and Czechoslovakia_, Macmillan, Londres, 1979. Aunque son mecanismos diferentes, el plano económico y el mercado financiero son bastante precisos en su desvalorización de las mujeres; véase también A. McAuley, _op. cit_. en la nota 15.]
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+[^f19:] _Las mujeres y la recesión estructural_. El deterioro mundial de la actividad económica en los años setenta, y las tímidas recuperaciones que le siguieron, coincidieron con el final de un periodo que había visto un crecimiento neto de la participación de las mujeres en la mano de obra. Sin embargo, este auge de la fuerza de trabajo femenina se vio acompañado del desempleo femenino que se advirtió en todos los países del norte de América y de Europa occidental, con excepción de Gran Bretaña (donde al parecer las cifras oficiales sobre las trabajadoras desempleadas se subestiman en alrededor de 50%). Tal era la situación cuando la reducción general del empleo por todos conocida empezó a hacerse sentir. En la época las mujeres estaban más concentradas que los hombres en un pequeño número de industrias y una gama restringida de actividades, sobre todo el servicio doméstico. Al principio, las mujeres fueron en cierta medida protegidas de la recesión que inicialmente afectó a las industrias de la producción y a los oficios manuales donde ellas eran comparativamente pocas. Pero a medida que la caída se hizo general, las mujeres fueron más vulnerables a los recortes de personal y tuvieron mayores dificultades para volver a encontrar empleo, particularmente en los ámbitos tradicionalmente “masculinos”, donde los hombres ya competían entre sí. Véase Diane Werneke, “The Economic Slowdown and Women’s Employment Opportunities”, _International Labor Review_, 117, núm. 1, enero-febrero, 1978, pp. 37-52. Puede resultar útil la lectura de Marjorie Galenson, _Women and Work: An International Comparison_, Ithaca, Cornell University, 1973, en relación con las comparaciones internacionales sobre los empleos y sus salarios correspondientes. En las estadísticas sobre el desempleo, el número de mujeres actualmente se subestima, porque ellas abandonan más rápidamente que los hombres la búsqueda de empleo, el cual de todos modos tienen menos oportunidades de obtener. Véase Naciones Unidas, _The Economic Role of Women in the ECE Region_, U. N. Publications, Nueva York, 1980.]
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+[^f20:] _Violación sexista_. No existe todavía una historia social de la violación, en parte porque aún no se ha establecido una distinción clara entre la _violación moderna, sexista, que se ubica en las condiciones generales de la escasez, consideradas axiomáticamente_, y las formas milenarias de la posesión sexual de una mujer mediante la violencia. Lo que actualmente temen más las mujeres norteamericanas es la violación como expresión física suprema del sexismo moderno —y en el sexismo les asusta su hedor de violación moderna—. Según yo, la violación moderna es el producto implícito de la obliteración del género. No encuentro huella alguna de esta distinción en Susan Brownmiller, _Against Our Will_, Bantam, Nueva York, 1976, aunque implícitamente la reconoce Pamela Foa y Susan Roe Petersen en su contribución a la antología de Mary Vetterlin-Braggin _et al_., _Feminism and Philosophy_, Littlefield, Totowa, N. J., 1971; ambas afirman que la violación, como hecho social, refleja las actitudes de la sociedad respecto a las relaciones heterosexuales (más de esto en la nota 110). E. Shorter sostiene que es necesaria una historia de la violación en “On Writing the History of Rape”, _Signs_, 3, núm. 2, 1977, pp. 471-482, artículo que desató una controversia en la misma publicación. La dificultad de fundamentar estadísticamente lo que anteriormente declaro aparece en la lectura de Allan G. Johnson, “On the Prevalence of Rape in the United States”, _Signs_, 6, núm. 1, 1980, pp. 136-146. El autor protesta vigorosamente contra la afirmación de Shorter de que “los riesgos que corre una mujer normal de ser realmente violada (es decir, de estimar que ha experimentado una violación) son todavía mínimos” en los Estados Unidos. Johnson proporciona las cifras que muestran que una habitante urbana de 12 años corre el peligro de ser violada al menos una vez en su vida por alguien que no es ni su padre ni su marido, con una probabilidad que se puede situar entre uno sobre tres y uno sobre dos. El hecho de que es difícil que se admitan las declaraciones de violación muestra lo ardua que es la empresa de escribir una historia de la violación con base en las estadísticas. Precisamente esto es lo que debiera alentar la reflexión sobre la realidad social actual del miedo a la violación. Es más temida hoy que en el pasado. Las nuevas formas de ultraje sexista unidas a la brutalidad han creado algo diferente. Sucede lo mismo con la prostitución bajo el postulado de la escasez: el sexismo agrava con sus insultos una realidad que existe desde siempre. Para hacerse una idea de esta evolución de un “estado” a una “profesión”, comparárense los dos artículos de Jacques Rossiaud, “Prostitution, jeunesse et société dans les villes du Sud-Est au XVe siècle”, _Annales ESC_, 31, núm. 2, marzo-abril, 1976, pp. 289-325, y “Fraternités de jeunes et niveaux de culture dans les villes du Sud-Est à la fin du Moyen Âge”, _Cahiers d’histoire_, 21, 1967, pp. 67-102. Con la incorporación del “ama de casa” en la economía, mediante su transformación en trabajadora fantasma (mientras que anteriormente contribuía a la subsistencia), la realidad social de la prostituta también cambió radicalmente. La prostituta pertenecía a la minoría de las mujeres que ejercían una actividad que no estaba insertada en el mercado —sus servicios escapaban a la economía, al contrario de los de una señora “legítima” o de una sirvienta que participaban en la subsistencia del hogar. Pero cuando en el siglo XIX las mujeres hubieron de entrar en la economía oficial, sobre todo como trabajadoras fantasmas, la mujer honesta y la prostituta se vieron compitiendo entre sí: una rivalidad enteramente nueva, económica y por ende violenta, que hubo de conducir a la exclusión brutal e institucional de la prostitución, así como a su regulación. Para una introducción a los muy numerosos textos sobre tal proceso, véase Alain Corbin, _Les filles de noce_: _misère sexuelle et prostitution, XIXe et XXe siècles_, Aubier-Montaigne, París, 1978.]
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+[^f21:] _Patriarcado y sexismo_. La explicación más común del sexismo es el patriarcado, y muchos autores emplean indiferentemente uno y otro término. Por mi parte me preocupo por distinguir entre ambos (véase también la nota 7). Por “patriarcado” entiendo un esquema de dominación masculina en una sociedad bajo la égida (es decir, en griego, el escudo) del género. Más específicamente, en la historia europea el patriarcado representa la desigualdad del poder en las condiciones de complementariedad asimétrica del género, desigualdad que adquirió su estilo particular en la sociedad mediterránea de tiempos antiguos. Para Julian Pitt-Rivers, _The Fate of Shechem, or the Politics of Sex: Essays in the Anthropology of the Mediterranean_, Cambridge University Press, Nueva York y Londres, 1977, especialmente el capítulo 7, la política del sexo (que en las sociedades occidentales parece “natural”) se enturbió con la formación del Estado prehomérico. Los sistemas elementales de unión matrimonial, conforme a los cuales las mujeres eran cambiadas por otras mujeres, fueron a la sazón remplazados por un nuevo sistema, donde las mujeres eran cambiadas por una posición política. Jane Schneider, “Of Vigilance and Virgins: Honor, Shame and Access to Resources in Mediterranean Societies”, _Ethnology_, 10, 1971, pp. 1-24, identifica un conjunto singular de fuerzas ecológicas que fragmentaron a las sociedades pastoriles en pequeñas unidades económicas, las cuales no podían poseer la dimensión y la estratificación interna que eran típicas de las sociedades asiáticas, y que por lo tanto limitaban la capacidad de violencia organizada. En estas condiciones, las mujeres —en cuanto recursos— podían convertirse en causas de disputas, del mismo modo que el agua o los pastizales. Y lo que es más importante, la común preocupación que tenían por el “honor” de sus mujeres, de quienes eran los amos, era lo que frenaba la amenaza constante del conflicto mortal entre padres e hijos. Sherry B. Ortner, “The Virgin and the State”, _Michigan Discussions in Anthropology_, 2, otoño, 1976, pp. 1-16, va más lejos aún: tales condiciones propiciaron la formación de un dominio privado de los hombres que englobaba a las mujeres cuya pureza protegían, dominio que no coincidía simplemente con la esfera doméstica (en contraposición con la esfera pública). Según Jane Schneider, este tipo de dominio masculino y privado sobre la “pureza” de las mujeres es lo que distingue la hegemonía de un género en las sociedades de la cuenca mediterránea, de los sistemas homólogos en otras sociedades. Es por esta razón que yo no excluyo la posibilidad de cernir diferentes estilos de patriarcado, especialmente en el caso del “genero dislocado” (véanse las notas 77, 120 y 121). Entiendo por “patriarcado” una dominación asimétrica en el contexto del género (véase nota 83). Es evidente que el sexismo no es la prolongación, en las sociedades modernas, de aquellas relaciones de fuerza del patriarcado. El sexismo es una degradación individual de la mitad de la humanidad, con base en criterios sociobiológicos (notas 58 y 60) que anteriormente eran inconcebibles. Por esta razón es necesario apreciar la diferencia entre la atribución de un prestigio menor a las mujeres (en los países mediterráneos o en otros lugares) y la degradación individual de la mujer, quien en el régimen del sexo se ve forzada a competir con el hombre. Se encuentra una guía de los textos relacionados con las causas del sexismo en el empleo, en Natalie J. Sokoloff, “Bibliography of Women and Work: The 1970’s”, _Resources for Feminist Research/Documentation sur la recherche feministe_, Toronto, 1981, pp. 57-61. La autora propone interesantes categorías para clasificar las teorías que explican la posición de desventaja de las mujeres en el mercado del trabajo, pero utilizando conceptos que ignoran el género. El artículo no clasifica más que las publicaciones posteriores a 1970 relacionadas con eso que los sociólogos tienden a llamar “el trabajo”, es decir, principalmente el trabajo salariado, y la autora las ordena de acuerdo con las rúbricas siguientes: datos de base; crítica feminista de estos datos; teoría de la adquisición de estatus; teoría del doble mercado de trabajo; teoría de la estratificación de los sexos; sociología radical (marxista); modelos masculinos del mercado de trabajo de los teóricos del capitalismo monopolista contemporáneo; aplicación de estos modelos a las mujeres; feminismo marxista antiguo; mentoras feministas radicales del feminismo marxista de nuevo cuño. El hecho de ignorar la distinción entre género social y sexo social condujo a estos sociólogos a un análisis del conflicto actual igual al que se hacía en el pasado, viéndolo como un conflicto que oponía a dos clases de individuos: las mujeres y los hombres. Esta ignorancia conduce a una brillante mitóloga en dirección opuesta: Mary Daly, _Gyn/Ecology: The Metaethics of Radical Feminism_, Beacon Press, Boston, 1978. Con mayor lucidez que muchos autores, reconoce en eso que yo denomino el sexismo la “religión predominante en todo el planeta” —pero, ahistóricamente, no lo contrapone al patriarcado—.]
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+[^f22:] _Reproducción_. El termino “reproducción” forma con el de “producción” una pareja célebre. Actualmente estos conceptos marxistas básicos se han empleado tan extensamente que ya perdieron su sentido preciso. Como dice Agnes Heller, “Paradigm of Production: Paradigm of Work”, _Dialectical Anthropology_, 6, 1981, pp. 71-79: “Los intérpretes de Marx que emplean el concepto de producción en relación con todas las esferas de la interacción humana (‘producción artística’, ‘producción de ideas’) amalgaman dos paradigmas en uno solo … sin tener conciencia del cambio de sentido”. Gayle Rubin ha intentado emplear el concepto de reproducción para el análisis del estatus y de las funciones de las mujeres, en su ensayo “The Traffic in Women: Notes on the Political Economy of Sex”, en Rayna Reiter, ed., _Toward an Anthropology of Women_, Monthly Review Press, Nueva York, 1976, pp. 157-210. A pesar de la crítica que hago en la nota 76, yo saqué provecho de la lectura de este artículo. Véase también Felicity Edholm, Olivia Harris y Kate Young, “Conceptualizing Women”, _Critique of Anthropology_, 9/10, núm. 10, 1977, pp. 101-130. Sin embargo, buena parte de la pretendida “historia de las mujeres” en los Estados Unidos se ha convertido en un vivero de mitos que no podrían sobrevivir al aire libre. Las universitarias feministas buscan un semblante de legitimidad aferrándose a residuos de legitimidad recogidos en teorías marxistoides de segunda mano que han sido desechadas por los especialistas de la historia social. Las feministas norteamericanas intentan construir una historia de los “modos de reproducción”, y las “teorías de la reproducción” (física, social, económica, ideológica) proliferan en todo discurso susceptible de distinguir el género del sexo. Representativa de esta tendencia, con una calidad muy por encima de la media, Heidi I. Hartmann, “The Family as the Locus of Gender, Class and Political Struggle: The Example of Housework”, _Signs_, 6, núm. 3, primavera, 1981, pp. 366-394. Yo empleo el término “reproducción” en relación con la fotografía, la división celular o el vaciado de estatuas. Sólo empleo el término “reproducción social” para hablar del sistema escolar, el cual funciona como una máquina de fotocopias.]
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+[^f23:] _La economía inaparente_. Son raras las entidades nuevas que hayan recibido tantas designaciones. Este conjunto de actividades que estorban, falsean o desacreditan las estadísticas económicas oficiales, todavía no han podido ser circunscritas o denominadas de una forma unánimemente aceptada. Los siguientes textos atestiguan la búsqueda de la terminología: Scott Burns, _The Household Economy: Its Shape, Origins and Future_, Beacon Press, Bostón, 1975; Peter M. Gutmann, “The Subterranean Economy”, _Financial Analysts Journal_, noviembrediciembre, 1977, pp. 26-28; Yona Friedman, “Le ‘secteur D’ de l’économie”, _Futuribles_, núm. 15, mayo-junio, 1978, pp. 331-338; Jean-Marie Delatour, “Une forme de dissidence passive: le travail noir”, _Cadres CFDT_, núm. 289, junio-julio-agosto, 1979, pp. 26-29; Rosine Klatzman, “Le travail noir”, _Futuribles_, núm. 26, septiembre, 1979, pp. 26-29; Alessandra Nannei, “La resurrección de la economía subterránea”, _Le Monde Diplomatique_ en español, núm. 19, julio, 1980, pp. 4-5. Este último artículo es un comentario sobre Giorgio Fua, 1976, quien atribuía el auge económico de Italia a su inmensa economía subterránea. Nannei expone las diversas razones que causan que el trabajador de la economía subterránea sea relativamente más explotado. Véase también Dieter Piel, “Das dunkel Gewerbe, Schwarzarbeiter und illegale Verleihfirmen prellen den Staat um Milliarden”, en _Die Zeit_, archivo núm. 38, Hamburgo, 1981, pp. 9-11, y “Schwarzarbeit: Unglaublich was da läuft”, _Spiegel_, 46, Hamburgo, 1981, pp. 62-81. Como carezco del término adecuado, paradójicamente llamo economía “inaparente” a esta masa innominada de actividades. Digo “paradójicamente” porque no existe ningún otro hecho que más se haya intentado explicar en el curso de los años ochenta. Para una bibliografía de los estudios económicos, particularmente en los países del Tercer Mundo, véase Stuart Sinclair, _Bibliography on the “Informal” Sectors_ McGill University, Center of Developing Area Studies, Montreal, 1978. El término “sector informal” es cada vez más utilizado por los economistas, quienes hacen de él una especie de notación estenográfica para designar las actividades cuya productividad económica han logrado formalizar: bazares, pequeños comercios instalados en la vía pública, changarros familiares, mordidas… En otro lugar he sostenido que la formalización económica del sector informal y su control burocrático por los organismos dedicados a promover la iniciativa individual y la ayuda mutua revestirán una función análoga al colonialismo del pasado durante el último cuarto del siglo xx.]
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+[^f24:] _Remuneraciones fuera de control e inflación_. Después de 1978, empezó a inquietar crecientemente al fisco de Norteamérica la proporción de las remuneraciones que escapaban a su control, ya sea porque fueran ganancias no declaradas, ya sea porque se trataran de transacciones ocultas. Al respecto citaré a Richard Porter, _Some Notes on Estimating the Underground Economy_, agosto 10, 1979, Board of Governors of the Federal Reserve System, y M. Higgings, _Measuring the Hidden Economy_, Second Report from OCPU, University of Bath, Center for Fiscal Studies, julio de 1980. Edgar L. Feige realizó un intento por construir herramientas de evaluación macroeconómicas: _A New Perspective on Macroeconomic Phenomena. The Theory and Measurement of the Unobserved Sector of the United States Economy: Causes, Consequences and Implications_, agosto, 1980, 63 páginas, manuscrito: “Sostengo que el sector que escapa a la observación es tan vasto que rivaliza con el sector conocido, y tan variable en relación con la remuneración observada, que nos podría proporcionar la clave que nos permitiera comprender el malestar económico contemporáneo”.]
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+[^f26:] _Subestimación: lo económico contra lo político_. Las estimaciones del volumen absoluto y relativo de la economía inaparente en el PNB dependen de las actividades que el autor incorpora en sus cálculos. En un polo se sitúan ciertos autores, de los que son representativos Gary S. Becker, _A Treatise on the Family_, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1981, y, en Francia, H. Lepage, _Autogestion et capitalisme_, Masson, París, 1978. Estos autores intentan evaluar idealmente los diversos factores que constituyen la economía inaparente, mediante unidades derivadas de las referencias utilizadas para evaluar la economía inaparente. “El valor imputado al trabajo escolar (hecho por los estudiantes) ha aumentado regularmente, yendo de 5% del PNB en 1929, a más de 11% en 1973 … El valor calculado del trabajo voluntario ha aumentado proporcionalmente todavía más, de 0.6% del PNB en 1929 a 2% en 1973 … Pero las notas de consumo del personal mostraron una relativa disminución de casi la mitad, yendo de 2.5% del PNB en 1929, a 1.3% en 1973 … reflejando una reglamentación fiscal más rigurosa.” Estas afirmaciones se encuentran en John W. Kendrick, “Expanding Imputed Values in the National Income and Product Accounts”, _The Review of Incarne and Wealth_, 25, núm. 4, diciembre, 1979, pp. 349-363. En el polo opuesto de estos procedimientos contables, yo propongo un enfoque que es más político que técnico, el del movimiento inglés Power of Women Collective, que existe desde principios de los años setenta. Tal enfoque ha sido definido por Mariarrosa Dalla Costa, _Women and the Subversion of the Community_, y Selma James, _A Women’s Place_, dos panfletos que se publicaron conjuntamente en 1972, Falling Wall Press, Bristol. Ambas autoras se proponen esencialmente la evaluación de la economía no percibida no en términos propios, sino en términos del tiempo perdido, de la labor y las molestias que impone a los desempleados, es decir, por razones obvias, sobre todo a las mujeres. Respecto a su posición, véase la nota 49. Las formulaciones respectivas de Becker y James son tan diferentes que a primera vista parece absurdo confrontarlas. Pero hacerlo cobra sentido cuando se considera que representan dos intentos similarmente infructuosos de evaluar dos ámbitos heterogéneos, empleando términos que entresacan recíprocamente una de la otra: la labor medida en términos de la producción de mercancías, y la labor que desempeñan a fin de satisfacer necesidades básicas utilizando las mercancías (véase nota 30).]
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+[^f27:] _“Nueva economía doméstica.”_ La obra de Scott Burns ( _op. cit_. en la nota 23) constituye una buena introducción al tema. Para una bibliografía, véase Richard Berk, “The New Home Economics: An Agenda for Sociological Research”, en Sarah Fenstermaker Berk, ed., _Women and Household Labor_ Beverly Hills, Sage Publications, 1980. Este ensayo posee el doble interés de relatar la historia de la nueva disciplina y de insertar estrictamente la cuestión en el contexto de las labores domésticas de la mujer contemporánea. Un enfoque paralelo en voga pretende calcular las contribuciones económicas al PNB que representan las actividades “del hogar” en los países subdesarrollados. Los textos se sitúan en la frontera entre la antropología económica y la nueva economía doméstica. Véase por ejemplo Moni Nag, Benjamin White y Creighton Peet, “An Anthropological Approach to the Study of the Economic Value of Children in Java and Nepal”, _Current Anthropology_, 19, núm. 2, 1978, pp. 293-306. En el contexto de los estudios sobre el género, la nueva economía doméstica plantea una cuestión fundamental: permite una polarización sexual de los métodos empleados para evaluar el valor económico de las personas. Cuando los textos asignan a las mujeres un valor económico, casi siempre es un valor _imputado_. Al respecto, Harvey S. Rosen, “The Monetary Value of a Housewife: A Replacement Cost Approach”, _The American Journal of Economics and Sociology_, 33, núm. 1, enero, 1974, pp. 65-73, proporciona una iniciación a los métodos vigentes. El ama de casa produce ingresos monetarios o bienes hogareños. El valor de los ingresos perdidos puede calcularse fácilmente porque hay pérdida de ingresos mensurables. El valor de la producción doméstica, en cambio, debe ser imputado. Tal imputación es imperfecta, pero —según el autor— resulta mejor que la suposición de un valor nulo allí donde no hay una transacción monetaria. “La mayoría de los métodos … dividen las horas durante las cuales el ama de casa trabaja en diversas categorías de empleos y luego las calculan según los _salarios corrientes_ y las suman … Otro método calcula los costos de sustitución; se va al mercado para ver cuánto costaría emplear a alguien para remplazar a la madre de familia … Según un tercer método, el valor de un ama de casa es igual _al costo de sus posibilidades de empleo_ en el mercado de trabajo.” En otro texto he propuesto un _cuarto método_ para este juego de imputación de un valor. He sugerido que se calcule el capital que se invierte en cierto tipo de “industria doméstica” y que se establezca qué salario se paga en un periodo de 24 horas en las industrias vecinas que han invertido el mismo capital por cada puesto de trabajo. Los cuatro métodos permiten determinar el “valor” de un ama de casa de manera derivada. Su estatus como miembro del segundo sexo económico se evalúa, establece y confirma mediante la referencia al trabajo asalariado y al capital. Hay que señalar que a las amas de casa se les ha imputado un valor monetario en relación con su trabajo fantasma en el mismo decenio, el de los años setenta, cuando el trabajo asalariado en gran parte se transformó en una ocupación artificial: una seudo producción de dudoso valor mercantil.]
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+[^f28:] _Desempleo ilícito_. En 1982, estar desempleado legalmente entre un relativo privilegio. Durante un decenio, el desempleo ilícito en los Estados Unidos había sido privativo de los negros, las mujeres, los que habían tenido que abandonar los estudios, los que no poseían diplomas de estudios; en la actualidad se empieza a extender a los varones blancos. Las fuentes de ingresos ilícitos se agotan crecientemente: los pequeños oficios o comercios informales, las prestaciones de servicios o necesidades “clandestinas”, incluso las actividades delictivas —fuentes de ingresos que impugnan los profesionistas, los sindicatos, la justicia—. La correlación entre la situación del desempleado ilegítimo y el legítimo forzosamente tiene que plantear un problema político mayor. En una sociedad que pretende ofrecer pleno empleo, muchos de los que realizan tareas no remuneradas no son incluidos entre los desempleados, mientras que muchos de los que trabajan en el sector inaparente están inscritos en el desempleo legal y, con frecuencia, reciben la ayuda correspondiente. No resulta fácil desentrañar si “el concepto de desempleo (_unemployment_) rebasaba la panoplia de las ideas de los primeros reformadores victorianos, sobre todo porque carecían de un término para él (G. M. Young, _Victorian England_), o si … (evitando ese término como victorianos que eran) simplemente demostraban así su incomprensión de los sentimientos populares, tesis que sostendría E. P. Thompson ( _Making of the English Working Class_)”; véase al respecto R. Williams, _Keywords, op. cit_. en la nota 2, pp. 273-275. Sea cual fuere la razón precisa, la división de los ciudadanos entre aquellos que tienen un empleo (los trabajadores), aquellos que no tienen empleo (desempleados) y aquellos que no están en ninguno de los dos casos, no es característica sino hasta mediados del siglo XX. La percepción social de las “personas sin trabajo”, en cuanto categoría derivada, posee una historia, ciertamente breve, que no se toma en consideración. John A. Garraty, _Unemployment in History: Economic Thought and Public Policy_, Harper and Row, (Nueva York, 1978, comenta en su introducción: “ … no se ha escrito todavía una historia general del desempleo … titulo este libro _Unemployment in History_, y no _A History of Unemployment_ … Mi propósito no es describir por qué existía el desempleo, sino cómo se percibía la condición del desempleado y qué actitudes había al respecto, en diversas sociedades desde el principio de la historia”. Por lo tanto, para Garraty el “trabajo” existe desde el momento que la “historia” existe. Y es en este sentido que la obra cojea, a pesar de su interés: ignora el hecho de que el “trabajo” en cuanto categoría dentro de la clasificación de las actividades humanas, y el “trabajador” en cuanto designación de un estatus especial, son ambos términos de reciente origen (véase la nota 13). Tras haber predominado durante un siglo, estas dos nociones actualmente se desvanecen. Los microprocesadores reducen la importancia de la mano de obra en la producción. Por añadidura, las actitudes respecto al _desempleo considerado como una forma de desviación_ tienen que modificarse: mientras más crece el número de personas que obtienen sus ingresos del sector inaparente, más son las medidas implementadas para favorecer el “empleo” que amenaza _sus medios de existencia no observables_. La correlación entre estas fuentes inaparentes y el volumen de los empleos comprobables se convierte en una cuestión política importante. Veamos un buen ejemplo: la conservación de la energía y la transición de las fuentes de energía clásica hacia las fuentes renovables, tienen repercusiones imprevisibles en los niveles y las características del empleo y el desempleo, tal como se miden tradicionalmente. Es verdad que la transición crea empleos. Pero lo importante es saber cuáles son las consecuencias en el volumen y en las características de las fuentes inaparentes de los medios de existencia. Las “tecnologías blandas” a la larga pueden prescindir de la mano de obra organizada. Para una guía autorizada sobre esta cuestión, consúltese Skip Laitner, Center for Renewable Resources, Suite 510, 1001, Connecticut Avenue N. W., Washington, DC 20036. La pérdida de las fuentes inaparentes de sus medios de existencia a muchas personas pronto les podría atemorizar más que el “desempleo”. Es difícil obtener estadísticas sobre estas dos formas fundamentales de privación de actividad. Ciertos autores, todos colaboradores de la _Review of Income and Wealth_, distinguen simplemente entre las actividades económicas y las no económicas. Para ellos, un servicio no mercantil es económico si también puede pagarse. Aun con este criterio restrictivo, llegan a las generalizaciones siguientes: en los Estados Unidos, el sector inaparente casi alcanzó el volumen de todo el sector privado, con más de 1.2 billones de dólares en 1976. Comparado con el sector inaparente (observado), se ha incrementado notablemente en 20 años. En este sector inaparente de la economía, los autores distinguen dos componentes: el monetario y el no monetario. “Descubren” que en relación con el segundo, el primero no es estable sino que fluctúa. De ahí deduzco que la exclusión del mercado ilícito de trabajo (el _desempleo ilícito_) fluctúa de la misma manera que el “desempleo”, pero de acuerdo con un ciclo diferente. Una razón fundamental que me impide estar de acuerdo con estos autores es la siguiente: incluyen en sus cálculos parte de lo que yo llamo el “trabajo fantasma”, y de esta suerte subestiman la economía de mercado inaparente. De manera implícita, estos autores falsifican la naturaleza del trabajo fantasma y subestiman su volumen. Ellos lo ven como no trabajo no económico: consideran que se trata de actividades agradables o deseables ligadas al consumo. Para un enfoque diferente que emplea utensilios conceptuales similares en relación con la economía francesa, particularmente a la economía doméstica, véase Pierre Kende, _Consommation_, 2, 1975, pp. 7-44. Es necesario hacer hincapié en el hecho de que no existen datos sobre el desempleo ilícito que distingan entre hombres y mujeres. Esta ausencia de estudios sólidos sobre la discriminación en la economía inaparente, sobre sus formas y sobre su magnitud, es una laguna en los estudios feministas]
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+[^f29:] _Desintermediación_. Éste es un término técnico que originalmente se empleó para designar la actitud de los inversionistas que en vez de pasar por los bancos y las cajas de ahorro, se agrupaban para invertir directamente a fin de obtener mayores ganancias. Paul Hawken, “Disintermediation: An Economics Buzzword that Neatly Explains a Lot of the Good that is Going on”, _CoEvolution Quarterly_, núm. 29, primavera, 1981, pp. 6-13, propone el uso de este término para designar las consecuencias de una extensa gama de actividades donde las personas prescinden cada vez más de las instituciones a fin de obtener lo que realmente quieren, y a mejor precio. Prescinden del especialista, el sindicato, el fisco. Se sustraen al diagnóstico y al tratamiento de los médicos y se las arreglan para morir de cáncer en su propio lecho. Sobre todo “evitan” a los profesionales que controlan y coordinan estos servicios múltiples. La distinción que yo hago entre economía aparente y economía inaparente de hecho corresponde a una distinción entre el polo muy intermediado y el polo muy desintermediado de la economía oficial. Pero las tareas del hogar femeninas no se insertan en ninguno de estos dos polos. Puede existir la “intermediación” en los cuidados a un niño enfermo (por el hospital), pero no de la cocina o del alumbramiento; estos son efectivamente paradigmas del trabajo fantasma. Como tipo ideal, como categoría de las actividades económicas, el trabajo fantasma es diferente del “trabajo” (declarado o no, pagado con dinero o con especies) porque no puede ser desintermediado en virtud de razones culturales.]
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+[^f30:] _Trabajo fantasma_. Concebí este término en mis conversaciones con Claudia von Werlhof, (véase nota 49), quien no lo comparte totalmente. Yo designo así el trabajo no remunerado del consumidor que proporciona a una mercancía un valor agregado necesario para hacerla útil a la unidad consumidora misma. Llamo a esta actividad “trabajo” para subrayar que constituye una pesada pérdida de tiempo, y lo califico de “fantasma” para indicar que dicha labor está asociada (y es anterior) al acto del consumo. Llamo _economía fantasma_ al sector de una economía industrial donde prevalece ese trabajo fantasma. Si he tenido que crear estos neologismos es con el fin de evitar la confusión entre este trabajo no retribuido asociado con el consumo y otros dos tipos ideales de actividad —el primero, como el trabajo fantasma, es parte integral de toda economía industrial; el segundo está inscrito en la cultura y el género y por lo tanto es no económico en sentido estricto—. Resultaba imprescindible diferenciar estos tres ámbitos, todos “inaparentes”. Para dar con esta imagen del “trabajo fantasma”, hube de pensar en un iceberg. Sólo su cima emerge y sólo puede observarse de un lado (su otra cara es análoga al sector _inaparente_ de la economía). La mayor parte del iceberg permanece sumergida, sin que pueda observarse su forma, aunque es posible inferir su talla. El iceberg en su totalidad es la economía: flota porque la mayor parte está sumergida; porque en la economía fantasma se lleva a cabo una labor. Todo el iceberg se cristalizó a partir del agua, a partir de la subsistencia intragenérica; salvo marginalmente, no se encuentra ninguno de sus tres ámbitos en las sociedades preindustriales. El iceberg representa la existencia de la humanidad según el postulado de la escasez. Para una crítica al respecto, véase Claudia von Werlhof, “Schattenarbeit oder Hausarbeit? Zur Gegenwart and Zukunft der Arbeit. Eine feministische Kritik an Ivan Illich”, en Th.Olk y H.-U.Olk, _Soziale Dienste im Wandel 2 Professionnelle Dienstleistung und Selbsthilfebewegung, 1982_, Bielefeld, Fakultät für Soziologie, noviembre, 1981.]
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+[^f31:] _Labores del hogar_. La lectura de Gisela Bock y Barbara Duden, “Zur Entstehung der Hausarbeit im Kapitalismus”, _Frauen und Wissenschaft_, Courage Verlag, julio, 1977, pp. 118-199, me llevó a constatar que no existía una categoría donde me fuera posible ubicar “naturalmente” las labores del hogar de la mujer moderna. Ambas historiadoras me permitieron ver la diferencia funcional típica entre las actividades domésticas no remuneradas (históricamente nuevas) de las mujeres en todas las sociedades tradicionales, y las actividades domésticas de las mujeres que “se ocupan de la casa” mientras su marido “mantiene” a la familia con su salario. En el primer caso, tenía que hablar de la atribución concreta de tareas, definidas culturalmente, a un género, el de las mujeres; en el segundo caso, me encontraba ante la polaridad sexual de la mano de obra no retribuida, ante la división sexuada de las actividades económicas. A fin de encontrar un término económico (consecuentemente “agenérico”) para designar las actividades económicas no retribuidas que se impusieron de manera desproporcionada a las mujeres a lo largo del siglo XIX, tuve que ubicar las labores del hogar en la categoría del trabajo fantasma. Esto significaba convertirlas en paradigmas del trabajo fantasma, destacando una característica esencial: la discriminación sexual que confina a las mujeres en el trabajo fantasma. En el siglo XIX se pasó de la repartición de las tareas concretas entre los géneros, a la polaridad sexual de la mano de obra. Este paso está implícito en los recientes estudios sobre las mujeres, ya sean históricos o relacionados con las mujeres de las sociedades industriales. Dos obras muestran el nivel de la investigación en lengua inglesa sobre el tema: Sarah Fenstermaker Berk, ed., _Women and Household Labor, op. cit_. en la nota 27, y Nona Glazer-Malbin, “Housework”, _Signs_, 1, núm. 4, 1976, pp. 905-922. Ambas examinan los textos aparecidos de 1950 a 1975 que ven las labores del hogar como una variedad del trabajo, así como aquellos, posteriores a 1970, que estudian la estimación económica de su valor. Véase también Louise A. Tilly y Joan W. Scott, eds., _Women, Work and Family_, Holt, Reinhart and Winston, Nueva York, 1978, y Sandra M. Burman, _Fit Work for Women_, Croom Heim, Londres, 1979. Respecto a la modernización y las labores del hogar, véase C. E. Clark, “Domestic Architecture as an Index to Social History: The Romantic Revival and the Cult of Domesticity in America, 1840-1870”, en _Journal of Interdisciplinary History_, 7, 1976, y Susan J. Kleinberg, “Technology and Women’s Work. The Lives of Working-Class Women in Pittsburgh, 1870-1900”, _Labor History_, 17, 1976, pp. 58-72. Véanse también las notas 36, 37 y 85. Estas notas estaban ya en proceso de editarse cuando recibí las galeras de la obra de Susan Strasser, _Never Done: A History of American Housework_, Pantheon, Nueva York, 1982. Se trata del primer estudio acerca de la realidad histórica de las labores del hogar en los Estados Unidos; el autor nos muestra lo que _hacían_ las mujeres en su hogar, _no_ lo que _supuestamente hacían_; no nos habla de la _función_ sociológica que asumían ni de la _significación_ de su trabajo. La obra abunda en datos y notas precisos, es muy ágil y algunas de sus afirmaciones son particularmente notables.]
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+[^f32:] _La mujer en el hogar_. El término “dueña” o “señora” ha sido poco a poco suplantado por la expresión “ama de casa”, pero está se refiere exactamente a la misma realidad. Es posible preguntarse cómo perciben esta realidad las interesadas mismas cuando se escucha, cosa frecuente, a una mujer responder a quien la interroga sobre su profesión: “No trabajo, soy ama de casa”. Al respecto, se puede leer con provecho el excelente y divertido capítulo 7 de la obra de Ann Oakley, _Woman’s Work the Housewife, Past and Present_, Vintage, Nueva York, 1974.]
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+[^f33:] _Antropología económica_. Desde 1957, año de la publicación, por Karl Polanyi, C. Arensberg y M. Pearson, eds., de _Trade and Markets in Early Empires_, Glencoe, Nueva York, 1957, muchos textos han intentado responder esta pregunta: “¿De todos los conjuntos de conceptos analíticos posibles, cuál conviene más para la interpretación del comportamiento fuera de los sistemas mercantiles?” El texto de Geroge Dalton, “Theoretical Issues in Economic Anthropology”, _Current Anthropology_, 10, núm. 1, febrero, 1969, pp. 63-102, constituye una excelente introducción a la materia. Desde su aparición, es evidente que eso que los economistas denominan las decisiones económicas en el seno de los sistemas económicos no define el comportamiento de los “primitivos”, de los campesinos o de los habitantes urbanos del pasado que nos describen los antropólogos y los historiadores. Una de las razones fundamentales de que los conceptos económicos sean _inaplicables_ en el análisis de sociedades diferentes a la sociedad híperconsumidora de mercancías, es que estos conceptos suponen condiciones de escasez (véase la nota 11) y de sujetos sin género (véanse las notas 4 y 5).]
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+[^f34:] _La ocultación del trabajo fantasma_. Una prohibición se cierne sobre el reconocimiento de la existencia del trabajo fantasma (el cual no representa una actividad de subsistencia, ni tampoco su sustitución empírica). Para no tener que analizarla, se disfraza a la economía fantasma. Hay cuatro tipos de disfraces. El de la antropología, que generalmente ve las labores del hogar como una supervivencia de las actividades de subsistencia. El de los economistas (véase la nota 26), quienes la amalgaman con el sector informal: la consideran ya sea como una labor gratuita cuya retribución consiste en la satisfacción que procura; ya sea como una actividad en el seno del sector inaparente que percibe una compensación no monetaria. El de los marxistas, que utilizan el concepto comodín de la reproducción para “evacuar” el trabajo fantasma (véase la nota 22). Por último, el de ciertas feministas, que matizan la óptica marxista y se esfuerzan sin descanso en identificar el trabajo fantasma y el trabajo femenino. Al hacerlo, impiden apreciar el hecho de que hay una categoría de la actividad humana: _1)_ exclusivamente característica de los tiempos modernos; _2)_ estructuralmente distinta del trabajo salariado, y todavía más fundamental.]
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+[^f35:] _La economía del valium_. La sociología médica describe un “consumo de cuidados médicos” que difiere respecto a los hombres y las mujeres. En la población activa, las mujeres son las mayores consumidoras de las prestaciones médicas costosas y del tiempo necesario para sanar. La medicina se maneja de manera impúdica como una técnica de control de las mujeres. Mientras que los hombres pueden recurrir eficazmente a la “incapacidad” para adjudicarse un descanso, las mujeres intentan, aunque rara vez lo logran, esquivar el trabajo fantasma por motivos de salud. Véase Constance Nathanson, “Illness and the Feminine Role: A Theoretical Survey”, en _Social Science and Medicine_, 9, 1975, pp. 57-62, y M. Barrett y H. Roberts, “Doctors and their Patients: The Social Control of Women in General Practice”, en C. y B. Smart, eds., _Women, Sexuality and Social Control_, Routledge and Paul Kegan, Londres, 1978; véanse también las notas 86 y 87.]
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+[^f36:] _Aparatos domésticos_. Ruth Schwarz Cowan, “A Case Study of Technological and Social Change: The Washing Machine and the Working Wife”, en Mary S. Hartman y Lois Banner, eds., _Clio’s Consciousness Raised_, Harper Colophon Books, Nueva York, 1974, pp. 245-253, estudia el hecho de que dos generaciones de norteamericanas gracias a sus aparatos eléctricos pudieron tener una mejor vida hogareña. La tercera generación ha comenzado a sospechar que esta “mejor vida” es engañosa: “El efecto primordial de la difusión de los electrodomésticos ha sido que la burguesía se preocupa más del ámbito doméstico, obligando a las mujeres del hogar a asumir diversas funciones que anteriormente estaban a cargo del personal doméstico pagado, o que se realizaban fuera de casa. Al mismo tiempo, las prioridades temporales han cambiado para ellas; el tiempo que ganan —por ejemplo, en el desempeño de las tareas culinarias— se piensa que lo deben invertir en otras labores, sobre todo en el cuidado de los niños. Si esta hipótesis es correcta, sus implicaciones son inquietantes … porque las ideas que gobiernan los programas de asistencia, entre nosotros y en el extranjero, están basadas en el postulado que supone que para reducir la pobreza en la India es necesario introducir allí la agricultura moderna y el control de los nacimientos. Pero no está claro cómo el empleo de contraceptivos masculinos o de una aspiradora perfeccionada puede ser suficiente para mejorar las relaciones entre los sexos”. Yo mismo había llegado a conclusiones análogas respecto a los efectos de la modernización en la vida cotidiana en _Energía y equidad, Obras reunidas_, vol. I, en la nota 9. Las conclusiones de Ruth Cowan en relación con las labores del hogar son válidas para el trabajo fantasma en general: _1)_ la maquinaria ligada al hogar (tanto el automóvil como la lavadora) constituye principalmente una inversión financiera que lo transforma en una fábrica donde se realiza un trabajo fantasma altamente capitalizado; _2)_ la proliferación de esta maquinaria obliga a dedicar _más_ tiempo, no menos, al trabajo fantasma; _3)_ al hacer las labores del hogar más neutras, menos específicas del género, da al sexismo doméstico bases todavía más sólidas.]
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+[^f37:] _Trabajo no remunerado_. Para un estudio de las repercusiones de las labores hogareñas femeninas en el estatuto económico, la mano de obra, los roles de la pareja, la discordia familiar, el tratamiento brutal de las mujeres en el empleo, véase particularmente Susan M. Strasser, “An Enlarged Human Existence? Technology and Household Work in Nineteenth-Century America”, en Sarah Fenstermaker Berk, ed., _op. cit_. en la nota 27, pp. 25-51 (contiene una buena bibliografía). Respecto al tiempo invertido en las actividades domésticas no pagadas, véase Kathryn E. Walker y Margaret E. Woods, _Time Use: A Measure of Household Production of Family Goods and Services_, Center for the Family of the American Home Economics Association, Washington, 1976. El tema de esta investigación es el tiempo que se gasta en ejecutar diversos tipos de labores hogareñas; pretende medir el _output_ de las tareas domésticas en términos del empleo del tiempo. La investigación se limita a una comunidad suburbana al norte de Nueva York, y a parejas, con y sin hijos. No proporciona evaluaciones utilizables en relación con el trabajo fantasma, sino que muestra precisamente cuán difícil es obtenerlas. Respecto a Francia, véase B. Riandey, “L’Emploi du temps des mères de famille en France”, en L. Michel, _Les Femmes dans la société marchande_, PUF, París, 1978.]
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+[^f38:] _Trabajo no remunerado_. En _Les trois mondes. Pour une théorie de l’après-crise_, Fayard, París, 1981, Jacques Attali afinó considerablemente sus reflexiones en torno a este aspecto onanista de las economías postindustriales. Sus argumentos favorecen la distinción que yo hago aquí entre la economía fantasma y el sector de producción inaparente (poco importa si este trabajo _productivo_ es remunerado o es compensado con otras ventajas). Pero el autor no insiste por su parte en esta distinción. Para comparar nuestras respectivas posiciones, véase Louis Puiseux, “Les visionnaires de l’après-crise”, _Politique Hebdo_, abril 12, 1981, pp. 8 y ss.]
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+[^f39:] _Trabajo no remunerado_. A. Leibowitz, “Home Investment in Children”, en T. W. Schultz, ed., _Economics of the Family: Marriage, Children, Human Capital_, University of Chicago Press, Chicago, 1974, pp. 432-451 (la cita que doy está en la p. 451). Frank Stafford ( _ibid_., pp. 453-456) afirma: “Es limitada la eficacia de las medidas de interés público susceptibles de promover un cambio en la repartición de los ingresos. En efecto, si como se afirma, la influencia del medio familiar juega un papel considerable en el nivel de los ingresos, el hecho de mejorar las posibilidades de instrucción no habrá de tener consecuencias apreciables en los ingresos de aquellos que nacen en el seno de familias modestas. Con esta perspectiva, las formas diferentes de garantía de ingresos que podrían otorgar a las madres más tiempo para dedicarse a su hogar, ¿las harían dedicar más tiempo a sus hijos?” (Véanse obras citadas en las notas 26 y 27.) Un modelo probable de lo que sucederá al Estado-benefactor será una sociedad de benevolencia bajo la égida del Estado, basada en la estructuración social de las condiciones que promueven e incitan la iniciativa individual y la ayuda mutua. Suecia, modelo precoz del Estado-benefactor, ha asumido abiertamente esta transformación.]
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+[^f40:] _Trabajo no remunerado_. Yo pienso que la distinción entre las políticas que engendran la _ayuda mutua totalitaria_ y las que engendran la _convivencialidad personal_ será una cuestión de moral social prioritaria en los años noventa. Actualmente disponemos de una bibliografía anotada, vivaz y exhaustiva, sobre la oposición entre los medios y los fines en los Estados Unidos: S. H. Cutliff _et al_., _Technology and Values in American Civilization: A Guide to Information Sources_, Gale Research, Detroit, 1980. Para una fenomenología de las diversas vías que puede asumir el cuidado y la protección totales de los seres, véase Valentina Borremans, “L’envers de la santé médicalisée “, en _Zeitschrift der Schweizerischen Gesellschaft für Sozial und Preventivmedizin_, núm. 2-3, 1979.]
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+[^f41:] _Trabajo no remunerado_. Al respecto véase la demostración argumentada de Jean Robert, _Le temps qu’on nous vole. Contre la société chronophage_, Seuil, París, 1980. Muchas conversaciones con el autor, desde hace un decenio, me han ayudado a precisar mis ideas sobre el trabajo fantasma.]
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+[^f42:] _Trabajo no remunerado_. En el sector militar de una economía moderna, relativamente pocas actividades escapan al escrutinio. Es verdad que el comercio internacional de armas se mantiene en secreto, pero al menos aparece en las cuentas de los gobiernos. Al parecer, sólo en Italia las grandes fábricas de armamentos tienen subcontratantes en el mercado “negro”. También hay que interpretar la tendencia actual a la militarización de las economías postindustriales como un intento de proteger a la economía “aparente” de la economía “inaparente”.]
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+[^f43:] _La economía de los autoservicios_. Las consecuencias para las mujeres de la actual transición a la economía de los autoservicios apenas se ha tocado en los estudios sobre el trabajo femenino. En la economía inaparente, las mujeres tienen un _handicap_ todavía mayor que en la economía aparente cuando intentan competir con los hombres por los _jobs_ generadores de ingresos, de estatus y de otras satisfacciones sociales. En la economía fantasma, a la que también los hombres se hallan condenados, éstos contienden con las mujeres por las formas menos fatigantes y las más gratificantes de eso que se denomina el _self help_ (la “autoasistencia”). Attali ( _op. cit_. en la nota 38) define la última fase del sistema industrial como la industrialización de los servicios que cada consumidor se proporciona a sí mismo. La organización de esta producción gratuita absorbe un porcentaje creciente de las actividades retribuidas. Las actividades retribuidas se adjudican el propósito de incitar la demanda de servicios auto-producidos. Yo veo esta tendencia reflejada en un nuevo ideal familiar: la redefinición de la familia como estructura económica “intermediaria”. El hogar se convierte en un lugar de autoservicios. Antes de la industrialización, la familia en gran medida era autosubsistente. Con la industrialización, se convirtió en el sitio donde un valor se añadía a los productos del trabajo asalariado gracias al trabajo fantasma femenino. Actualmente tiende a convertirse en un sitio donde la sociedad inyecta la más pequeña cantidad posible de productos industriales, a fin de que estos sean transformados por el trabajo fantasma de la familia en una variedad de bienes que satisfagan a los miembros del hogar, los mantengan ocupados, dependientes los unos de los otros y disciplinados. Este modelo no es solamente válido para la pareja conyugal tradicional, sino también para las nuevas formas de uniones y de comunidades; puede combinarse con ideales ecológicos, libertarios y descentralizadores. Esta nueva familia postindustrial ya no está organizada alrededor del trabajo asalariado de uno o varios de sus miembros; es una asociación de personas sin género que se entregan en común al trabajo fantasma sexista.]
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+[^f44:] _La discriminación en el_ self-help. Gerda R. Wekerie, “Women House Themselves”, _Heresies_, 11, volumen 3, núm. 3, 1981, pp. 14-16, examina los programas de autoconstrucción de viviendas que han sido implementados con patrocinio oficial, y subraya la necesidad de una legislación antidiscriminatoria en este ámbito. Muestra la discriminación constante hacia las mujeres por parte de los organismos encargados de promover los programas de _self-help_. Le Werkgroep Kollektivering, en _Kollektivering van Huishoudelijke Arbeid_, Amsterdam, 1981, señala que en todos los lugares donde en el curso de tres generaciones las labores hogareñas se han vuelto colectivas, las mujeres han resultado perjudicadas.]
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+[^f45:] _Estudios feministas_. Ann Oakley proporciona un excelente panorama en _Subject Women: Where Women Stand Today – Politically_, _Economically, Socially, Emotionally_, Pantheon, Nueva York, 1981, estudio histórico y sociológico de la sociedad industrial de finales del siglo XX, centrado en las mujeres, su mundo y su experiencia. La autora intenta una clasificación de las tendencias en el seno de los estudios feministas y de los movimientos de liberación (pp. 317-341). “Si la antropología de las mujeres no ha alcanzado la madurez en el mundo anglófono, por lo menos ha alcanzado una vigorosa adolescencia”, observa Rayna Rapp, “Review Essay: Anthropology”, _Signs_, 4, núm. 3, primavera, 1979, pp. 497-513. Éste es un ensayo que completa la obra de Ann Oakley. La perspectiva crítica alcanza un nuevo nivel, como lo muestra Margrit Eichler, _The Double Standard: A Feminist Critique of Feminist Social Science_, St. Martin’s Press, Nueva York, 1980. Finalmente, tres obras de consulta: Jane Williamson, _New Feminist Scholarship. A Guide to Bibliographies_, Feminist Press, Old Westbury, Connecticut, 1979, estudio selectivo, erudito y crítico; Mary Anne Warren, _The Nature of Woman: An Encyclopedia and Guide to the Literature_, Edgepress, Nueva York, 1980, estudio inteligente y vivaz; Cynthia E. Harrison, _Women in American History: A Bibliography_, Clio American Bibliographie Center, Santa Barbara, California, 1979: 3400 “notas de lectura” que abarcan 550 publicaciones periódicas de 1963 a 1976. Para las bibliografías sobre temas precisos, véase, en la presente obra, la nota correspondiente.]
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+[^f46:] _Ciencia estereoscópica_. Respecto a la investigación sobre las mujeres en América Latina, véase June Nash y Helen I. Safa, eds., _Sex and Class in Latin America: Women’s Perspective on Politics, Economics and the Family in the Third World_, Bergin, Nueva York, 1980. En la introducción, June Nash afirma: “Hemos llegado a un estado liminal en las ciencias sociales. Los valores en los que se fundaban nuestros criterios selectivos están siendo cuestionados por personas que, hasta ahora, no habían contado para nada en la _profesión_. Son principalmente las mujeres y los indígenas de las culturas investigadas” (p. 15). Los 16 estudios reunidos en esta antología ilustran tres intentos típicos de combinar una visión nueva basada en las mujeres, con la perspectiva central clásica de las ciencias constituidas. De ahí surge algo que la autora llama _ciencia estereoscópica_, de la cual propongo desprender tres corrientes: _1)_ la investigación _complementaria_, en la que los conceptos y los métodos clásicos se aplican a sujetos hasta entonces selectivamente descartados (por ejemplo, el hecho de que las bachilleres mestizas son obreras); _2)_ la investigación _compensatoria_, en la que el prejuicio teórico (blanco/varón/capitalista/nórdico/etc.) se reconoce y compensa. Característicamente, la investigación compensatoria utiliza categorías gastadas de la historia o de las ciencias sociales clásicas (producción, productividad, explotación…) pero con la perspectiva de “los de abajo”; _3)_ la investigación sobrecompensatoria o _contrastante_, que colorea los conceptos analizados: por ejemplo, las actividades no remuneradas no se consideran formas de explotación más que cuando son femeninas. Estas tres formas de la ciencia estereoscópica ilustran el hecho de que la perspectiva central característica de las ciencias puede ser tanto estereoscópica como monocular. El resultado de este tipo de investigación es un sexismo epistemológico complementario, compensatorio o contrastante (véase la nota 54). He mostrado en otro lugar (“La investigación convivencial”, en _El trabajo fantasma_, en este volumen, en la nota 1), que el investigador que pretende evitar el prejuicio teórico implícito en una perspectiva central, tiene que estar muy consciente de que es necesario emprender una investigación disciplinada, crítica, documentada, pública, y sin embargo no científica. Sólo la investigación no científica, que emplea la analogía, la metáfora, la poesía, puede captar la realidad del género.]
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+[^f47:] _Modernización de la pobreza_. Del mismo modo que el “trabajo” (véase nota 13, particularmente Mollat), la “pobreza” ha experimentado una discontinuidad semántica al convertirse en palabra clave moderna. La pobreza moderna es una realidad social diferente de la pobreza del pasado; implica condiciones de escasez. Cuando se dice “pobre mujer” al hablar de la esposa enferma de un millonario, es porque se usa “pobre” en sentido figurado. Hoy, ser “pobre” es lo contrario de ser “rico”, lo cual no era para nada el caso en la Edad Media, donde ser pobre era lo contrario de ser poderoso. Véase Karl Bosl, “Potens und Pauper: Begriffsgeschichtliche Studien zur gesellschaftlichen Differenzierung im frühen Mittelalter und zum Pauperismus des Hochmittelalters”, en _Festschrift O. Brunner_, Gotinga, 1963, pp. 601-687. La pobreza —no solamente en la India, sino también en Europa— fue en ciertas épocas un ideal, un signo de prestigio, una virtud. G. Ladner, “ _Homo viator_: Mediaeval Ideas on Alienation and Order”, _Speculum_, 42, núm 2, abril, 1967, pp. 233-259, describe magistralmente al peregrino, _Homo viator_, situado entre _ordo_ y _abalienatio_. Los “Convegni del Centro di Studi sulla Spiritualità Medievale”, volumen III, _Povertà e Richezza nella Spiritualità del secolo XI a XII_, Todi, 1969, reúnen una docena de ensayos sobre la espiritualidad de la pobreza. Estas actitudes medievales no parecen absurdas más que a quienes olvidan que las sociedades modernas se enorgullecen de su capacidad de empobrecer al mayor número posible de ciudadanos, definiéndolos como beneficiarios de servicios que ya no pueden proporcionarse por ellos mismos. Éste es un mecanismo que se ha descrito con frecuencia; véase principalmente Robert A. Scott, _The Making of Blind Men: A Study of Adult Socialization_, Russell, Sage Foundation, Nueva York, 1969. El autor observa que “ser aceptado entre los ciegos y conducirse como un ciego son cosas que en gran medida son independientes del grado de impedimento visual. Actualmente en los Estados Unidos el estatus de muchos _ciegos_ está relacionado con las buenas relaciones que puedan mantener con cierto organismo que se ocupa de la gente que padece ceguera”.]
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+[^f48:] _Las mujeres y el desarrollo económico_. Esther Boserup, _Women’s Role in Economic Development_, St. Martin’s Press, Nueva York, 1974, especialmente el capítulo “Male and Female Farming Systems”, pp. 15-35, expone lo que experimentan las mujeres durante la transición de una cultura rural tradicional a una economía urbana y moderna. Lejos de incorporar a las mujeres en el proceso de producción, el auge de la economía monetaria resulta un obstáculo para su participación como iguales en la creación de la cultura material. La autora compara la degradación económica de las mujeres de América Latina, de Asia y de África. Véase también al respecto Laurel Bossen, “Women in Modernizing Societies”, _American Ethnologist_, 2, núm. 4, noviembre, 1975, pp. 587-591. Para el caso de África, véase Denise Paulme, _Women in Tropical Africa_, University of California, Berkeley, 1971; la autora demuestra que el colonialismo ha destruido la complementariedad entre las ocupaciones de los hombres y las ocupaciones de las mujeres, en las cuatro comunidades que investigó. En todas, el tránsito a una economía monetaria ha conducido a diferencias de estatus hasta entonces desconocidas por los sexos. Jane I. Guyer, “Food, Cocoa, and the Division of Labour by Sex in Two West African Societies”, _Comparative Studies in Society and History_, 22, núm. 3, 1980, pp. 355-373, da en las primeras notas un resumen de la discusión en torno a la división sexuada de la mano de obra durante los años setenta. Aunque prácticamente no cita más que textos que conciernen al África, las cuestiones teóricas en juego quedan claramente al descubierto. En las dos sociedades que estudia, constata el hecho de que la incorporación de las mujeres en la relación monetaria ha confirmado y agravado, respecto a los ingresos, su segregación anterior relacionada con la definición cultural. Se puede encontrar una buena orientación sobre los textos franceses más antiguos en el estudio de Gabriel Gosselin, “Pour une anthropologie du travail rural en Afrique noire”, _Cahiers d’études africaines_, III, núm. 12, 1963, pp. 512-549. Al contrario de lo que pasa con los hombres, la modernización disminuye el número de empleos para las mujeres. En los países socialistas, la modernización hace más pesada la doble carga del empleo/tareas hogareñas. En los países capitalistas, conduce a las mujeres a competir entre sí para obtener las plazas de trabajadoras domésticas. Para la situación en Lima, Perú, véase Elsa M. Chaney, _Domestic Service and Its Implications for Development_, Agency of International Development, Washington, D. C., 1977. Por añadidura, más y más mujeres trabajan para otras mujeres pobres, pues en los 78 países subdesarrollados que fueron estudiados, es creciente el número de hogares que dependen principalmente de las ganancias de una mujer adulta; véase Mary Buvinic y Nadia Youssef, _Women-Headed Households. The Ignored Factor in Development Planning_, International Center for Research on Women, Washington, D. C., 1978. Guía bibliográfica: Mary Buvinic, _Women and World Development. An Annotated Bibliography_, Overseas Development Council, Washington, 1976. En Mona Etienne y Eleanor Leacock, eds. _Women and Colonization. Anthropological Perspectives_, Praeger, Nueva York, 1980, los antropólogos, situándose en una perspectiva histórica, intentan reconstituir la posición de las mujeres en una docena de sociedades antes del surgimiento del sistema capitalista. Finalmente, Valentina Borremans, “La Technique et le fardeau des femmes”, _Les Temps Modernes_, núm. 437, diciembre, 1982 (“Técnica y agobio de las mujeres”, _Ixtus_, núm. 60, noviembre-diciembre, 2006), demuestra que la “investigación _para_ las mujeres”, que intenta proporcionarles tecnologías nuevas, es parte integrante de todas las políticas de desarrollo, resultando siempre, para las mujeres, en el aumento y no en la disminución de sus tareas. Sólo la “investigación _por_ las mujeres”, es decir, conducida por aquellas que emplean las nuevas herramientas o las nuevas técnicas, podrá aliviar la dependencia de las mujeres respecto a los vínculos monetarios y, al mismo tiempo, reducir el sexismo.]
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+[^f49:] _“Domesticación” internacional_. Según Claudia von Werlhof, _Las Mujeres y la periferia_, Universität Bielefeld, Fakultät der Soziologie, 1981, se puede explicar el desarrollo económico como el resultado de la sumisión de las mujeres y otros trabajadores marginales al tipo de actividad respecto a la cual son paradigmas las tareas domésticas en los países ricos. La autora señala la tendencia a dividir el trabajo entre los que producen los bienes mercantiles y aquellos que los utilizan (p. 21), y a ubicar a los primeros en la esfera comercial, monetaria, pero no a los segundos (p. 17). La actual restructuración de la economía mundial, con su adaptación a la energía costosa, a los microprocesadores, conjuntamente con la dominación social creciente que ejerce, parecen representar un intento por infundir e imponer mundialmente a los hombres una aptitud para labores que hasta ahora se consideraban características y naturales de las mujeres solamente. A partir de esto, el desarrollo significa la creación de un inmenso sector donde, para poder sobrevivir, los seres marginados deben volverse aptos para reciclar eso que el sector industrial califica de desecho (es decir, las mercancías de calidad inferior o descartadas). En al ámbito internacional, las sociedades “subdesarrolladas” tienden a convertirse en los sectores marginados del mundo industrializado, semejantes a las “amas de casa” de los “asalariados”. Por lo tanto se puede decir que este proceso que se desenvuelve en la periferia de la sociedad industrial es una _Verhausfraulichung_ (literalmente, “domesticación” del trabajo) internacional. André Gorz, en su obra _Adieux au prolétariat. Audelà du socialisme_,Éditions Galilée, París, 1980, pp. 127-146, propone un argumento paralelo, sorprendente a pesar de pasar por alto casi enteramente la cuestión de la discriminación de las mujeres en esta nueva “domesticación” internacional.]
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+[^f50:] _Desamparo de los solteros_. Véase Micheline Baulant, “La Famille en miettes: sur un aspect de la démographie du XVIIe siècle”, _Annales ESC_, 27, núms. 4-5, julio-octubre, 1972, pp. 959-968.]
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+[^f51:] _Vernáculo_. Éste es un término técnico que ha sido tomado del derecho romano, donde se encuentra desde las primeras estipulaciones hasta su codificación por Teodosio (el Código Teodosiano.) Designa lo contrario de una mercancía: “ _Vernaculum, quidquid domi nascitur, domestici fructus; res quae alicui nota est et quam non emit_” (Du Cange, _Glossarium Mediae et Infimae Latinitatis_, volumen VIII, p. 283). Era vernáculo todo lo que se confeccionaba, tejía y criaba en casa, no destinado a la venta sino al uso doméstico. Tanto en inglés como en francés se emplea principalmente para designar la lengua “natal”. Pretendo reanimar este término porque no conozco uno mejor. Hablaré de su historia en la obra que estoy preparando sobre los _Valores vernáculos_. Califico de “vernáculo” todo conjunto constituido por dos subconjuntos genéricos. Hablo del _lenguaje vernáculo_, en el que existe una complementariedad entre el modo de hablar de las mujeres y el de los hombres (nota 101); de un _universo vernáculo_ (nota 89), donde los hombres y las mujeres aprehenden complementariamente la realidad social; o de _herramientas vernáculas_, cuando quiero designar el herramental de un grupo que está más o menos nítidamene dividido por el género (nota 70).]
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+[^f52:] _Complementariedad y ciencias sociales_. En la física moderna, se ha aprendido a considerar la complementariedad de dos perspectivas. No se puede explicar el fenómeno de la luz únicamente como un fenómeno ondulatorio ni tampoco como un fenómeno corpuscular. En un caso como en el otro, eso significaría excluir un aspecto demasiado importante. Decir que consiste en ambos parece una paradoja. La complementariedad sólo es significativa en virtud de la forma matemática de la teoría en la que aparece. La idea subyacente de complementariedad epistemológica no es nueva. A partir de Euclides, para quien el ojo emitía rayos cuyas extremidades sondeaban el objeto, Tolomeo y luego los grandes escolásticos distinguían _lumen_ de _lux_. _Lux_ es la luz que se percibe subjetivamente; _lumen_ es una corriente que emana del ojo y que ilumina el objeto. Es posible imaginar la realidad vernácula como un inmenso mosaico cuyas piezas poseen cada una su propio color iridiscente, su _lux_. En la _lumen_ del análisis del género, cada “cultura” aparece como una metáfora, una complementariedad metafórica (notas 55 a 57) que vincula dos conjuntos de herramientas distintos (nota 70), dos tipos de espacio-tiempo (notas 78 y 79), dos dominios (notas 85 y 86). Éstos encuentran su expresión en las maneras, distintas pero afines, de ver y comprender el mundo (nota 89) y del que hablan (notas 94 a 101). La ciencia, tanto mono como estereoscópica (nota 46) es un filtro, una pantalla entre la ambigüedad de la luz generada y el ojo del observador. Pero tal filtro es permeable en ambos sentidos a la _lumen_ agenérica que el observador proyecta sobre el objeto, y en el que él (o ella) lo observa. La perspectiva central de la antropología cultural borra la asimetría simbólica que constituye la realidad social de toda realidad vernácula. La _lumen_ monocromática, neutra, de conceptos tales como el _rol_ (notas 63 y 64), el _intercambio_ (nota 33), la _estructura_ (notas 76 y 77), apaga el _Eigenvalue_ de toda realidad vernácula. Lo que el observador científico no capta a través de sus anteojos de diagnosticador no son hombres y mujeres que actúan realmente en una sociedad de subsistencia intragenérica, sino a seres sexuados que una norma cultural abstracta y agenérica desvía y a quienes hay que poner en funcionamiento, evaluar, clasificar y estructurar mediante jerarquías. Puesto que opera partiendo de conceptos que desconocen el género, la antropología cultural es inevitablemente sexista (véase mi comentario sobre Rubin en la nota 7). Y este sexismo es bastante más ofuscador que la antigua arrogancia etnocéntrica.]
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+[^f53:] _Derecha e izquierda_. Desde hace algún tiempo, _derecha_ e _izquierda_ son términos que se han vuelto etiquetas en la investigación biológica y neurológica, así como en la mitología popular. (Respecto a la bibliografía de este tema, véase Hubbard y Friend, en la nota 58.) Los textos que citaré hablan del empleo de “derecha” e “izquierda” como términos taquigráficos que designan un dualismo que no es biológico sino _simbólico_. Para una historia y una apreciación del material etnográfico sobre el dualismo simbólico, véase Rodney Needham, ed., _Right and Left: Essays on Symbolic Classification_, University of Chicago Press, Chicago, 1973, que reúne 17 artículos escritos por 17 autores entre 1909 y 1971, precedidos por una importante introducción de Needham. Entre las muchas interpretaciones posibles del simbolismo derecha/izquierda, en la tradición intelectual occidental se ha introducido una visión singular de esta complementariedad. Al respecto véase Otto Nussbaum, “Die Bewertung von Rechts und Links in der Römischen Liturgi”, _Jahrbuch für Antike und Christentum_, 5, 1962, pp. 158-171, y Ursula Deitmaringen, “Die Bedeutung von Rechts und Links in theologischen und literarischen Texten bis um 1200”, _Zeitschrift für deutsches Altertum und deutsche Literatur_, 98, núm. 4, noviembre, 1969, pp. 265-292.]
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+[^f54:] _Sexismo moral/sexismo epistemológico_. La ciencia es sexista en dos sentidos: está dominada por los hombres y se basa en categorías y procedimientos agenéricos —objetivos— (véase la nota 52). Cuando el género surge entre los temas académicos, suele ser en las humanidades, por ejemplo, los estudios sobre las religiones como los de Mircea Eliade, _Le sacré et le profane_, 1965, _La nostalgie des origines_, 1971 (ambas obras: Gallimard, París), y en la crítica literaria: Carolyn G. Heilbrun, _Toward a Recognition of Androgyny_, Knopf, Nueva York, 1973. Califico de “moral” a la primera forma de sexismo, la cual resulta de la personalidad de los académicos, individual o colectivamente. Las feministas estigmatizan el _sexismo moral_, en virtud de lo que hace y también de lo que desprecia: los hombres predominan en el campo científico, los hombres deciden lo que debe considerarse como ciencia, la mayoría de las mujeres científicas son discípulas de estos hombres, y las categorías científicas están totalmente impregnadas de prejuicios masculinos. De tales críticas resulta un feminosexismo a la moda, al que cada vez más también se afilian hombres. La segunda forma de sexismo es más fundamental. Lo llamo _sexismo epistemológico_. Éste expurga del género (femenino y masculino) los conceptos y los métodos de las ciencias (véanse las notas 46 y 52). Se halla implícito en todo discurso científico que confunde género y sexo, y también en el lenguaje corriente, cuando la trama de la conversación está configurada por palabras clave (nota 2). El sexismo moral ha sido seriamente impugnado durante los años setenta. Pero los que lo denunciaron en las ciencias, luego con demasiada frecuencia convinieron más firmemente con el sexismo epistemológico. Un ejemplo flagrante de sexismo moral es el interpretar como algo innato toda diferencia entre los sexos (la derecha/la izquierda, por ejemplo) que puede tener una correlación en biología. En este sentido existe una tendencia tan extendida que ya se había vuelto trivial a finales de los años setenta, cuando el vocabulario científico expresaba el cumplimiento de las expectativas de los hombres de ciencia: derecha = dominación masculina; izquierda = adaptación femenina. Las dos formas de respuesta a esta interpretación (véase bibliografía en la nota 58) eran ambas sexistas epistemológicamente: _1)_ una crítica en el plano moral, abiertamente feminosexista, según la cual, por ejemplo, el título de la nota 53 tendría que ser “Izquierda y derecha”; _2)_ una crítica más sólida, que hacía notar que derecha/izquierda efectivamente indica una dualidad, pero en forma abstracta, haciendo así de la dualidad masculino/femenino una dualidad entre otras y confirmando, por vía del estructuralismo, la inexistencia del género como dualidad _sui generis_ (sobre el estructuralismo, véase la nota 76). Respecto a las tendencias muy recientes en los estudios feministas que auguran el reconocimiento del sexismo epistemológico en la ciencia, véase Lynda Glennon, _op. cit_. en la nota 12. Ella distingue cuatro tipos (parcialmente traslapados) de intentos feministas de lidiar con el sexismo implícito en las dualidades que comúnmente se utilizan como conceptos analíticos en las ciencias sociales.]
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+[^f55:] _Yin y yang_. El sinólogo Marcel Granet, de quien Rodney Needham reproduce un ensayo en _Right and Left, op. cit_. en la nota 53, pp. 43-58, hacía notar que en China jamás se encuentran al respecto oposiciones absolutas: el zurdo no es más “siniestro” que el diestro. Innumerables reglas atestiguan el predominio alternado de la derecha y de la izquierda. La diversidad de las épocas y los lugares impone en cada ocasión una elección delicada entre la izquierda y la derecha, pero ésta elección se basa en un sistema muy coherente de representaciones. Ciertamente, es la mano derecha la que se usa más frecuentemente, pero es sin duda por esto que la mano izquierda es preponderante, hecho que atestiguan muchas reglas importantes de la etiqueta. En relación con África, Marcel Griaule ha dado de esta ambigüedad una clásica y sutil descripción en _Dieu d’eau. Entretiens avec 0gotemmêli_, Éditions du Chêne, París, 1948, y posteriormente Fayard, 1966. En la India, R. Panikkar ha dedicado varios textos a esta cuestión. Interpreta la “búsqueda de Cristo” occidental como un _equivalente homomórfico_ (un término no idéntico que realiza una función similar) de la búsqueda brahmánica de los polos que se funden sin mezclarse; véase R. Panikkar, _The Unknown Christ of Hinduism_, Orbis, Nueva York, 1981. En la crítica literaria reciente, la palabra clave con la que se aborda esta cuestión es “androginia”; véase N. T. Bazin, “The Concept of Androgyny: A Working Bibliography”, _Women’s Studies_, 2, 1974, pp. 217-235.]
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+[^f56:] _Metáforas mutuas_. Cuando hablo metafóricamente, cuando me desvío del discurso directo para emplear mis propias combinaciones bizarras y sorprendentes de palabras, bien sé que mi interlocutor no me entenderá a menos que perciba claramente el empleo intencional de un término portador de un sentido distinto del literal. Todo lenguaje vernáculo es el resultado de dos formas de hablar diferentes, que corresponden a dos dominios del género, dentro de los cuales el mundo se percibe de manera propia al género en cuestión (véae la nota 101). Aquel (o aquella) que emplea palabras vernáculas corrientes para hablar del ámbito opuesto recurre instintivamente a la metáfora. Sobre la metáfora, véase Warren A. Shibles, _Metaphor: An Annotated Bibliography and History_, Whitewater, Wisconsin, 1971, pp.10-17. El texto que para mí expone la casi imposibilidad de emplear la lengua del siglo XX para hablar del género (o de lo que de éste sobrevive) es de Luce Irigaray, _Speculum de l’autre femme_, Éditions de Minuit, París, 1974, principalmente las pp. 9-161: “La tache aveugle d’un vieux rêve de symétrie”. Para una magistral introducción al tema, véase William Empson, _Seven Types of Ambiguity_, New Directions, Nueva York, 1947. La relación metafórica misma se puede expresar mediante la metáfora: esto pasa frecuentemente con los símbolos religiosos. Ludwig Wittgenstein, “Bemerkungen über Frazers _The Golden Bough_”, _Synthese_, 17, 1967, pp. 233-253, decía lo siguiente: “… en la especie poner la magia entre paréntesis es magia”, y “la metafísica se convierte en una suerte de magia”. La _gorgona_ es una metáfora de esta especie. Como dice Jean-Pierre Vernant, “L’autre de l’homme: la face de _gorgô_”, en Maurice Olender, ed., _Le Racisme. pour Léon Poliakov_, Éditions Complexe, París / Bruselas, 1981, pp. 141-154. “O, para expresar en otros términos esta reciprocidad, esta simetría tan extrañamente desigual del hombre y del dios, lo que revela la máscara de _gorgo_, cuando te fascina, eres tú mismo, tú mismo en el más allá, cabeza vestida de noche, rostro con la máscara de la invisibilidad que, en la mirada de _gorgo_, se revela como la verdad de tu propia figura”, pp. 153-154. Para el mismo autor, “Figuration de l’invisible et catégorie psychologique du double: le Colossos”, _Mythe et Pensée chez les Grecs_, Maspero, Petite Collection, 2 vols., París, 1971-1974, pp. 251-264, los gemelos son igualmente aterradores, véase por ejemplo Aidan Southall, “Twinship and Symbolic Structure”, en J. S. La Fontaine, ed., _The Interpretation of Ritual_, Tavistock, Londres, 1972, pp. 73-114. En la presente obra, cuando empleo el término “género”, le confiero sentido en tres niveles diferentes: _1)_ en el sentido descriptivo, designo así uno de los dos sólidos subconjuntos de toda realidad vernácula (“maneras de hablar”, tareas, espacios, símbolos) que están más o menos vinculados con las características genitales masculinas o femeninas; _2)_ hablo de un “todo” vernáculo, en la medida en que está constituido por la complementariedad de estos dos subconjuntos; _3)_ epistemológicamente sé que el “género” en este segundo sentido es una metáfora relacionada con la complementariedad simbólica ambigua que constituye a cada uno de los dos “géneros” (en el primero de los sentidos) como metáforas mutuas. En este punto, mi pensamiento procede del concepto escolástico de _relatio subsistens_.]
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+[^f57:] _Complementariedad ambigua_. La complementariedad de los géneros es a la vez asimétrica y ambigua. La asimetría implica una desproporción de magnitud, de valor, de poder o de peso —lo cual no crea ambigüedad—. La asimetría indica una posición relativa; la ambigüedad indica el hecho de que los dos géneros no se corresponden exactamente. Respecto a la asimetría de los géneros, véanse las notas 21 y 83. Aquí me refiero a la ambigüedad. La ambigüedad que caracteriza a los géneros es única. Tiene dos caras: los hombres no simbolizan la relación mutua de la misma manera que las mujeres (véase la nota 56). Robert Hertz, autor del primer ensayo de la compilación realizada por Rodney Needham, _op. cit_ en la nota 53, “The Pre-eminence of the Right Hand: A Study in Religions Polarity”, pp. 3-31, intentó incorporar en las ciencias sociales esta noción de complementariedad, en una época en que el concepto comenzaba a dar frutos en las ciencias físicas. Este investigador genial se había dado cuenta de que en las ciencias sociales la polaridad fundamental implicaba a la vez asimetría y ambigüedad. Murió en el frente durante la primera Guerra Mundial y desde entonces su pensamiento ha sido tergiversado. Primero, su “editor”, Marcel Mauss, domesticó las desconcertantes nociones de asimetría y de ambigüedad contenidas en la idea de la complementariedad que Hertz había propuesto, haciendo de esta dualidad nueva, anómala, el fundamento de todo “intercambio”; véase Marcel Mauss, _Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques_, París, 1925, reeditado en la segunda antología de sus artículos: _Sociologie et anthropologie_, PUF, París, 1950. Luego, Lévi-Strauss vino a decir que Mauss había sido el primero en haber tratado la totalidad del hecho social como un sistema simbólico de intercambios entre individuos y entre grupos, convirtiendo así a Hertz en el maestro de Mauss. La complementariedad _nebulosa, parcialmente incongruente_, que únicamente era posible captar mediante la metáfora y que Hertz sospechaba era el sustrato de la cultura, fue desterrada de las ciencias sociales por conceptos operativos como el rol, la clase, el intercambio y, finalmente, el “sistema” (véase la nota 76). Aquí quiero oponer la complementariedad que constituye la relación entre los géneros a los procesos de intercambio entre parejas formales. La primera tiende idealmente hacia la _relatio subsistens_: significaciones vinculadas metafóricamente y no antitéticamente. Inversamente, el intercambio implica tanto el entendimiento entre actores sociales, como una obligación común que es independiente del objeto mismo del intercambio. El intercambio conduce a las parejas a _ubicarse claramente_ unos respecto a otros, por lo tanto a tender hacia la _jerarquía_ y la _dependencia_. Allí donde el intercambio estructura las relaciones, un denominador común define las posiciones respectivas. Allí donde la ambigüedad constituye dos entidades y al mismo tiempo las relaciona, constantemente engendra nuevas discordancias parciales entre hombres y mujeres, al mismo tiempo que pone en entredicho toda tendencia a la jerarquía y la dependencia.]
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+[^f58:] _Mitología sociobiológica_. Al menos parcialmente, la ciencia es una empresa intelectual apegada a sus épocas, a las ideas en boga, y los hombres de ciencia centran sus investigaciones en las cuestiones que les preocupan emocional o políticamente. Esto aparece muy claro en los intentos científicos de establecer un vínculo entre las diferencias humanas, intraespecíficas y orgánicas, y los comportamientos. Stephen Jay Gould, _The Mismeasure of Man_, Norton, Nueva York, 1981, hace la reseña histórica de estos intentos de abstraer la inteligencia, convirtiéndola en una entidad cuantificable que está ubicada en el cerebro y que permite clasificar a los seres. Pero la obra también es una buena introducción a las peripecias de la ideología del determinismo biológico, desde la craneoscopía hasta Peter J. Wilson. Ya en 1944, Gunnar Myrdal hablaba de “la tendencia a admitir sin discusión la causalidad biológica, y a no considerar una explicación social más que a la fuerza”, como de una ideología que se permitía considerar la situación vigente de un grupo como medida del estado que sus miembros _deberían tener_ normalmente. Gould centra su estudio en tal biodeterminismo, cuya popularidad actualmente resurge, como suele suceder en los periodos de retroceso político. Desde mediados de los setenta, millones de personas han aprendido a aceptar la idea de que su intolerancia o su inferioridad social son, al fin y al cabo, hechos científicos; que están insertadas políticamente en los lugares y categorías donde han sido colocadas por la especialización intraespecífica. Respecto a las críticas de estos intentos de volver a elevar las ciencias humanas y sociales a subdisciplinas de la sociobiología, mediante la exageración de los efectos de la herencia en el comportamiento humano, véase William M. Dugger, “Sociobiology for Social Scientists: A Critical Introduction to E. O. Wilson’s Evolutionary Paradigm”, _Social Science Quarterly_, 62, núm. 2, junio, 1981, pp. 221-246, así como la crítica de D. Symons, _The Evolution of Human Sexuality_, Oxford University Press, Nueva York, 1980, que Clifford Geertz publicó en _The New York Review of Books_ del 24 de enero de 1980, pp. 3-4. Sobre el tema de esta nota, véase Helen H. Lambert, “Biology and Equality: A Perspective on Sex Differences”, _Signs_, 4, núm. 1, otoño, 1978, pp. 97-117, y sobre todo el análisis exhaustivo y múltiple de la perspectiva sexista en los estudios de biología humana que se encuentran en la importante antología de M. S. H. Hubbard y Barbara Friend, eds., _Women Look at Biology Looking at Women_, Schenkman, Cambridge, Mass., 1979. Sin embargo, hay que señalar que actualmente hay feministas que piensan que los hombres y las mujeres son subespecies separadas de la especie humana y se comportan de manera intrínsecamente diferente, sin importar la cultura a la que pertenezcan; véase Alice Rossi, “A Biosocial Perspective on Parenting”, _Dedalus_,106, núm. 2, primavera, 1977, pp. 1-31. La exigencia igualitaria del feminismo es capaz de camuflar el matiz racista implícito en el determinismo biosocial —a pesar de que pretenda poseer las mejores intenciones—.]
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+[^f59:] _Sociología animal_. La sociología animal es una especie de ciencia ficción a la inversa. Mientras que ésta atribuye un comportamiento reflexivo y significativo a seres que son invenciones de la imaginación, la sociobiología animal atribuye la construcción social a seres subhumanos. Lo que ambas tienen en común con las ciencias sociales es que operan en términos que ignoran el género. El valor ocasionalmente profético de la ciencia ficción, o la confirmación de ciertas teorías del comportamiento mediante la experimentación con animales, simplemente demuestran que las categorías de las ciencias sociales ignoran lo que es característico y exclusivamente humano: la cultura genérica. Al respecto véase Donna Haraway, “Animal Sociology and a Natural Economy of the Body Politic”, _Signs_, 4, núm. 1, 1978, pp. 21-60, así como los otros artículos en el mismo número.]
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+[^f60:] _El racista y el profesional_. Es deliberada mi comparación entre el racista y el profesional de los servicios, aunque bien sé que muchos de mis lectores se consideran profesionales, y pocos se sienten racistas. Pero es una comparación que me siento obligado a hacer. Recomiendo a los que se interesan en estas ideas mi _Desempleo creador_, véase _Obras reunidas_, vol. I, en especial la segunda mitad de la obra. Más y más estudios sobre el siglo XIX muestran que los profesionales de los servicios inventaron su diagnóstico de las “necesidades” a fin de crear la demanda de las terapias que monopolizaban. Véase al respecto Burton S. Bledstein, _The Culture of Professionalism_, Norton, Nueva York, 1976. En el marco del Estado-nación, que tendía a monopolizar la producción de servicios, incluso antes de que la producción y comercialización de las mercancías se ubicaran en el sector privado, los profesionales “jugaban con los temores del público relacionados con el desorden y la enfermedad, adoptaban con deliberación una oscura jerga, ridiculizaban las tradiciones populares del _self-help_ calificándolas de retrasadas y no científicas, y de tal forma creaban … o intensificaban la demanda de sus servicios” (Christopher Lasch, _The New York Review of Books_, noviembre 24, 1977, pp. 15-18). En este contexto, los profesionales se arrogan el mandato de definir “científicamente” las “deficiencias”; de conducir las investigaciones de acuerdo con esta “misión”; de imputar concretamente estas deficiencias a ciertos individuos con base en un “diagnóstico”; de someter a grupos enteros de la población a pruebas obligatorias; de imponer terapias a aquellos que según ellos requerían ser sanados, corregidos, reciclados. La lógica de este proceso ha sido desmontada con inimitable penetración por John L. McKnight, _The Mask of Love: Professional Care in the Service Economy_, Londres y Boston, Marion Boyars, 1982. El _ethos_ profesional y el _ethos_ racista convergen. Ambos se basan, aunque de forma sutilmente distinta, en el mismo postulado: el diagnóstico biológico permite a la biocracia clasificar socialmente a los seres. Esta convergencia del _ethos_ profesional y de la discriminación biológica, en ninguna parte aparece con tanta claridad como en la historia de la ginecología (véanse las notas 86 y 87). Diversos textos de la antología de Maurice Olender, ed., _Pour Léon Poiakov, op. cit_. en la nota 56, señalan un vínculo entre los prejuicios relacionados con las mujeres y los relacionados con los judíos en la tradición de la Ilustración.]
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+[^f61:] _Rol_. El “rol” es un concepto mediante el cual, desde Ralph Linton, _The Study of Man: An Introduction_, Appleton-Century Crofts, Nueva York, 1936, la sociología vincula el orden de una sociedad con el comportamiento característico de los individuos que la integran. Gracias al “rol”, la gente forma parte de una pluralidad que luego es posible analizar mediante conceptos que ignoran el género. Por añadidura, el empleo del “rol” en calidad de categoría de las ciencias sociales excluye la posibilidad de introducir el género en la discusión. El género establece la relación mutua entre dos términos que poseen más _otredad_ que la que jamás podrían tener los simples individuos. La sociología tomó prestado del teatro el concepto de rol. Allí, el rol aparecía como concepto y término técnico desde el momento en que los actores europeos comenzaron a desplazarse en un entarimado, donde las escenas seguían una secuencia de “entrada”, “actuación” y “salida”. El concepto de rol fue tan novedoso para el teatro del siglo XVI como lo ha sido para la sociología del siglo XX. Al respecto, véase Richard Southern, “Fourth Phase: The Organized Stage”, _The Seven Ages of the Theatre_, Hill and Wang, Nueva York, 1963, pp. 155-215. En torno a la influencia que ha tenido en la metodología el concepto de rol, véase W. H. Dray, “Holism and Individualism in History and Social Science”, _Encyclopedia of Philosophy_, bajo la dirección de Paul Edwards, Macmillan, Nueva York, 1967, tomo 4, pp. 53-58.]
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+[^f62:] _Morfología social_. En cualquier medio vernáculo, el género es la fuente de una forma social que no puede existir más que dentro de parámetros limitados. En este sentido, el género es la fuente de la autolimitación de las formas sociales. Esta tesis jamás se ha propuesto, y aquí sólo la menciono. En biología, una forma no puede existir más que en el seno de una gama restricta de tamaños. La forma de los congéneres del ratón abarca desde los 25 milímetros hasta el tamaño de una rata; no puede existir un elefante con patas tan pequeñas como las de un ratón. Sobre este tema existe un texto admirable de J. B. S. Haldane, “On Being the Right Size”, en James R. Newman, ed., _The World of Mathematics. A Small Library of the Literature of Mathematics from A’h-mose the Scribe to Albert Einstein_, Simon and Schuster, Nueva York, 1956, volumen 2, pp. 952-957. D’Arcy Wentworth Thompson, en _Growth and Form_, Cambridge University Press, Cambridge, edición abreviada de J. T. Bonner, 1971, centra su investigación en las relaciones morfológicas de la forma y el tamaño. Leopold Kohr, _The Breakdown of Nations_, Londres, 1941, inauguró la morfología social buscando las relaciones entre la forma y el tamaño de una sociedad. Discípulo de Kohr, E. F. Schumacher retomó el axioma de su mentor en _Small Is Beautiful_, 1973; traducción francesa con el mismo título, Seuil, París, 1978, con el subtítulo “Una sociedad a la medida del hombre”. Para mí, la _belleza social_ existe allí donde los elementos materiales de una cultura son de un tamaño adecuado para la complementariedad concreta basada en el género. El medio debe permanecer dentro de los parámetros de tamaño que corresponden a su forma (en griego, _morphè_) —condición necesaria para que exista y se mantenga una relación intragenérica entre el dominio de las mujeres y el de los hombres en un medio vernáculo—. Si el medio se deforma más allá de un umbral crítico, la complementariedad genérica se disuelve: entran en escena individuos que desempeñan un rol sexuado en un escenario que ya no está hecho a su medida.]
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+[^f63:] _Rol de los sexos_. Respecto al término “sexo”, véase la nota 7; respecto al “rol”, la nota 61. La expresión “rol de los sexos” no entró en el lenguaje corriente sino después de la segunda Guerra Mundial. A los victorianos les fascinaban las _diferencias entre los sexos_ (véase la nota 65). Durante los primeros años del siglo XX, los hombres de ciencia se interesaron particularmente en la diferencia entre hombres y mujeres en términos de inteligencia mensurable (véase Gould, nota 58). Al final de los años veinte, la creación de escalas que permitían medir el cociente de feminidad o de masculinidad que se manifestaba en los rasgos característicos no intelectuales se convirtió en un buen negocio. Para una orientación de lecturas, véase Julia Ann Sherman, _On the Psychology of Women: A Survey of Empirical Studies_, C. Thomas, Springfield, Mass., 1971, y como complemento crítico de esta obra, Joyce J. Walstedt, _The Psychology of Women: A Partially Annotated Bibliography_, KNOW, Pittsburgh, 1972, que también incluye estudios que no son de especialistas. Durante los años treinta, bajo la influencia del psicoanálisis, fueron las diferencias entre las necesidades emocionales las que se identificaron científicamente y se pusieron en operación a fin de que les pudieran servir a los terapeutas, a los trabajadores sociales y a los educadores. Durante los años cincuenta, los investigadores se interesaron más en las diferencias entre las tendencias a la homosexualidad. Para la historiografía de las diferencias entre los sexos, véase Eleanor E. Maccoby y Carol N. Jacklin, _The Psychology of Sex Différences_, Stanford University Press, Palo Alto, California, 1974. Sobre la importancia que ha adquirido en las ciencias sociales el rol de los sexos, véase H. A. D. Astin, _Sex Roles: A Research Bibliography_, National Institute of Mental Health, Rockville, Maryland, 1975.]
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+[^f64:] _Rol de los sexos_. Melville J. Herskovits, _Economic Anthropology_, Norton, Nueva York, 1965; 1a edición, 1935, con el título _Economic Life of Primitive Peoples_. Durante 30 años, la mayoría de las citas sobre la repartición sexual del trabajo que se encontraban en los manuales de sociología, tanto en inglés como en otras lenguas, consistían en pasajes enteros del séptimo capítulo de esta obra.]
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+[^f65:] _Feminismo victoriano_. El feminismo victoriano logró hacer de las relaciones entre los hombres y las mujeres en las sociedades primitivas un tema fascinante en las conversaciones. Pero la evidencia de esa gran variedad de comportamientos entre los “salvajes” fue interpretada por los antropólogos victorianos como la prueba de un esquema evolucionista que conducía finalmente a la norma universal de la familia burguesa; véase Elizabeth Fee, “The Sexual Politics of Victorian Sexual Anthropology”, _Feminist Studies_, 1, 1973, p. 23 ss. Véanse otros estudios recientes sobre el sexismo victoriano en Jill Roe, “Modernization and Sexism: Recent Writings on Victorian Women”, _Victorian Studies_, 20, invierno, 1977, pp. 179-192; Marlene LeGates, “The Cult of Womanhood in Eighteenth-Century Thought”, _Eighteenth-Century Studies_, 10, núm. 1, 1976, pp. 21-39; B. Didier, “L’exotisme et la mise en question du système familial et moral dans le roman, à la fin du XVIIIe siècle: Beckford, Sade, Potocki”, _Studies on Voltaire_, 152, 1976, pp. 571-586. La polarización sexual representa un nuevo tipo de clasificación social que no emplea como principal parámetro el estatus, sino la personalidad (clasificación que habría sido impensable antes de la Ilustración). Es esto lo que me permitió comprender a Karin Hausen, “Family and Role Division. The Polarisation of Sexual Stereotypes in the Nineteenth Century. An Aspect of the Dissociation of Work and Family Life”, en Richard J. Evans y W. R. Lee, eds., _The German Family: Essays on the Social History of the Families in Nineteenth-and Twentieth- Century Germany_, Croom Helm, Londres, Totowa, N. J., Barnes and Noble Books, 1981, pp. 51-83, y también Barbara Welter, “The Cult of True Womanhood 1820-1860”, _American Quarterly_, 18, 1966, pp. 151-174. La polarización sexual ha conducido tanto a una nueva percepción social del cuerpo femenino (notas 86 y 87) como a una nueva percepción del ámbito de la ciudadana: la esfera doméstica. En torno a las etapas de la propagación en los Estados Unidos del valor ideológico de la vida doméstica, y a la colusión de las mujeres y los sacerdotes al respecto —que en virtud de la Independencia se encontraban “desestablecidas”— y sobre la necesidad absoluta de tener una _vida doméstica redentora_ en una sociedad en vías de industrialización, véase la brillante y compleja interpretación de Ann Douglas, _The Feminization of American Culture_, Discus Books/Avon, Nueva York, 1977. Los escritos de las feministas de la época victoriana muestran que éstas no adoptaron las ideas de sus tiempos relacionadas con los logros de las mujeres y con el trabajo femenino; además del ensayo de Jill Roe citado aquí anteriormente, véase Elaine Rose Ognibene, _Women to Women: The Rhetoric of Success for Women, 1860-1920_, Rensselaer Polytechnic Institute Dissertation, Nueva York, 1979.]
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+[^f66:] _Sexo y temperamento_. Margaret Mead, _Sex and Temperament in Three Primitive Societies_, 1935 (publicado en francés con otro ensayo más bajo el título de _Mœurs et Sexualité en Océanie_, Plon, París), 1963, y Erich Fromm y Michael Macoby, _Social Character in a Mexican Village_, Prentice Hall, Nueva Jersey, 1970, marcan respectivamente el principio y probablemente el fin del empleo de las categorías agenéricas del psicoanálisis (Fromm en conjunción con Marx) para explicar cómo el _temperamento o la personalidad social_ modelan las relaciones entre hombres y mujeres en condiciones sociales muy diferentes.]
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+[^f67:] _Complementariedad de los roles_. Los victorianos centraron su investigación en las esferas opuestas que la naturaleza había destinado para los humanos masculinos y femeninos (nota 65). Durante la Gran Depresión, los norteamericanos se preocuparon particularmente por la división del trabajo productivo entre los sexos. Como era de esperar, miles de rasgos sociales que se recogieron en cientos de sociedades se clasificaron sistemáticamente; se buscaron constantes, se erigieron conjeturas con base en cuantificaciones significativas, todo lo cual condujo a hipótesis no válidas, aun cuando los datos originales pudieron ser significativos estadísticamente; al respecto véase A. D. Coult y R. Haberstein, _Cross-Tabulations on Murdock’s Ethnographic Sample_, University of Missouri Press, Columbia, 1965. Para una introducción sencilla a los datos compilados, véase George P. Murdock, “Comparative Data on the Division of Labor by Sex”, _Social Forces_, 15, 1937, pp. 551-553, y para un condensado de esta obra, “Ethnographic Atlas: A Summary”, _Ethnology_, 6, núm. 2, 1967, pp. 109-236. Aunque algo árida y fragmentaria, se puede encontrar información que a veces resulta útil en sus epígonos, en Joel Aronoff y William D. Crano, “A Re-examination of the Cross-Cultural Principles of Task Segregation and Sex Role Differentiation in the Family”, _American Sociological Review_, 40, febrero, 1975, pp. 12-20; Alain Lomax y Conrad M. Arensberg, “A Worldwide Evolutionary Classification of Cultures by Subsistence Systems”, _Current Anthropology_, 18, núm. 4, diciembre, 1977, pp. 659-708; William D. Crano y Joel Aronoff, “A Cross-Cultural Study of Expressive and Instrumental Role Complementarity in the Family”, _American Sociological Review_, 43, núm. 4, agosto, 1978, pp. 463-471. Siempre que se ha querido identificar tendencias universales para justificar la asociación de ciertos tipos de tareas con uno u otro sexo, los resultados han sido banales o incluso nulos. Estadísticamente, las mujeres han sido asociadas con trabajos que según los antropólogos “son repetitivos y pueden ser interrumpidos, no son peligrosos y están basados en técnicas simples”; con tareas “que implican pocos riesgos y se realizan en la proximidad del hogar” y “tienen poco valor social”; tareas “cuyos valores relativos son más resistentes al cambio que las técnicas que se utilizan para realizarlas”. Finalmente, este análisis cultural comparativo ha conducido a “descubrir” ciertas excepciones. Si Murdock calculaba una “tasa _mundial_ de intercambio de tareas” entre hombres y mujeres de 16%, esta tasa alcanza 81% en dos subgrupos de los bontoc igorot occidentales, indígenas de la isla de Luçon, en las Filipinas: Albert S. Bacdayan, “Mechanistic Cooperation and Sexual Equality among the Western Bontoc”, en Alice Schlegel, ed., _Sexual Stratification_, Columbia University Press, Nueva York, 1977, pp. 270-291. Respecto a los mitos que engendran estas hipótesis, la obra crítica más legible y más ágil sigue siendo la de Ann Oakley, _Woman’s Work: The Housewife, Past and Present, op. cit_. en la nota 32.]
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+[^f68:] _Subordinación femenina_. Muchos de los estudios de la primera mitad de los años setenta relacionados con las diferencias entre hombres y mujeres, interpretan como un signo de la subordinación de las mujeres el hecho de que fuera de la sociedad industrial no se otorga públicamente el poder y la autoridad a las mujeres. Para los textos sobre este tema, véase Susan Carol Rogers, “Woman’s Place: A Critical Review of Anthropological Theory”, _Comparative Studies in Society and History_, 20, núm. 1, 1978, pp. 123-162, guía muy útil sobre la forma en que la antropología trata las diferencias entre los sexos, así como los estatus relativos de los hombres y las mujeres en los Estados Unidos y Gran Bretaña; véase también Naomi Quinn, “Anthropological Studies on Women’s Status”, _Annual Review of Anthropology_, 6, 1977, pp. 181-225. Evalyn Jacobson Michaelson y Walter Goldschmidt proporcionan en “Female Roles and Male Dominance among Peasants”, _Southwestern Journal of Anthropology_, 27, 1971, pp. 330-352, un útil índice de 46 monografías, publicadas entre 1940 y 1965, que analizan las sociedades campesinas y también tratan de los roles y los estatus relacionados con los sexos. Ruby Rohrlich-Leavitt, ed., _Women, Cross-Culturally: Chance and Challenge_, Mouton, La Haya, 1975, y un número enteramente dedicado a “Sex Roles in Cross-Cultural Perspective”, _American Ethnologist_, 2, núm. 4, noviembre, 1975, ofrecen una muestra representativa de los enfoques dentro de la investigación cultural comparativa de las mujeres; para una perspectiva feminomarxista, véase _Critique of Anthropology_, 3, núm. 9/10, 1977, número dedicado a las mujeres. Todos estos estudios casi no emplean más que categorías analíticas que rechazan implícitamente la distinción entre género y sexo, patriarcado y sexismo (nota 21), dominación asimétrica, y repartición jerárquica del poder (nota 83). Además, este rechazo los lleva a dar la primacía a la esfera pública, a admitir la definición “masculina” de la importancia cultural, y a no decir nada de la asimetría del poder que caracteriza la existencia en el seno del género. Esto es lo que efectivamente demuestra Louise A. Tilly, “The Social Sciences and the Study of Woman: A Review Article”, _Comparative Studies in Society and History_, 20, núm. 1, 1978, pp. 163-173, quien comenta la obra de Michelle Zimbalist Rosaldo y Louise Lamphere, eds., _Women, Culture and Society_, California, Stanford University Press, Palo Alto, 1974. No obstante, y acaso de manera significativa, los dos únicos estudios importantes sobre las mujeres “primitivas” que fueron publicados durante un periodo de menor interés en la investigación sociológica y antropológica sobre las mujeres (aproximadamente entre 1945 y 1970) se ocupan de la asimetría del poder entre los géneros: P. M. Karberry, _Women of the Grassfields_, HMSO, Londres, 1952; reimpresión: Gregg International, 1970, y Audrey I. Richards, _Chisungu, a Girl’s Initiation Ceremony Among the Bemba of Northern Rhodesia_, Faber & Faber, Londres, 1951. En el ensayo de Ernestine Friedl, “The Position of Women: Appearance and Reality”, _Anthropological Quarterly_, 40, 1967, pp. 97-105, la cuestión de la asimetría del poder se retoma de manera encantadora: dentro de un estilo de vida en que la existencia está centrada en el hogar, el poder que cuenta parece ser el que se ejerce en casa. Mi distinción entre género y sexo, y su dominación relativa en diversas sociedades, podría disipar en gran parte la confusión que hasta ahora ha presidido inevitablemente toda discusión sobre la “subordinación de las mujeres”. Véase particularmente la bibliografía citada en las notas 21 y 83.]
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+[^f69:] _La división del género_. Véase Pierre Clastres, _La Société contre l’État_, Éditions de Minuit, París, 1974, pp. 88-111, “L’Arc et le panier”. Existen culturas en la cuales la distancia entre los seres es todavía mayor. Entre los siriono (grupo indígena de Bolivia), los hombres y las mujeres creen que no tienen vínculos recíprocos sino por intermediación de la luna. Véase John Ingham, “Are the Siriono Raw or Cooked?”, _American Anthropologist_, 73, 1971, pp. 1092-1099.]
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+[^f70:] _Herramientas y género_. La asociación del género con las herramientas simples ocupa un lugar preferencial en la investigación sobre el género, porque tal asociación se puede observar directamente. No pasa lo mismo, por ejemplo, con la asociación entre el género y las tareas. La lista, o taxonomía, de todas las tareas “asignadas” en una cultura dada, es siempre, al menos parcialmente, creación del observador. Las herramientas son objetos concretos, y el observador siempre puede comprobar directamente si son manejadas por los hombres o por las mujeres. Por esto resulta una laguna sorprendente la ausencia de estudios tocantes a la asociación del género y las herramientas. Aunque hay observaciones al respecto, se dan en el marco de los estudios dedicados a otras materias. Es una buena introducción a este tema Michael Roberts, “Sickles and Scythes: Women’s Work and Men’s Work at Harvest Time”, _History Workshop_, 7, 1979, pp. 3-28. Son ricos y detallados (buena bibliografía) los textos de Günther Wiegelmann, “Zum Problem der Bäuerlichen Arbeitsteilung in Mitteleuropa”, _Geschichte und Landeskunde, Franz Steinbach zum 65. Geburtstag_, Bonn, 1960, pp. 637-671, y “Erste Ergebnisse der ADV-Umfragen zur alten bäuerlichen Arbeit”, _Rheinische Vierteljahresblätter_, 33, 1969, pp. 208-262. Es un útil complemento de los textos anteriores: Maria Bidling-maier, _Die Bäuerin in zwei Gemeinden Württembergs_, Kohlhammer, Stuttgart, 1918, un estudio excepcional para su época, donde la autora compara minuciosamente el trabajo cotidiano de los campesinos antes de la primera Guerra Mundial en una aldea tradicional, y en otra en vías de modernización; véase también Ingeborg Man, _Erntegebrauch in der ländlichen Arbeitswelt des 19. Jahrhunderts. Auf Grund der Mannhardtbefragung in Deutschland von 1865_, Marburg, 1965. Para Hungría, véase Edit Fél y Tamás Hofer, _Proper Peasants: Traditional Life in a Hungarian Village_, Viking Fund Publications in Anthropology, volumen 46, Aldine, Chicago, 1969, pp. 101-137, y _Bäuerliche Denkweise in Wirtschaft und Haushalt: eine ethnographische Untersuchung über das ungarische Dorf Atány_, Otto Schwartz, Gotinga, 1972, particularmente la p. 149 y ss. referente a los dichos, gracejos y sarcasmos que censuran los traspasos de la división de los géneros. Allí donde las reglas son estrictas, las excepciones son claras: todavía tras la segunda Guerra Mundial, una viuda que se veía obligada a realizar el trabajo de su difunto esposo recibía ayuda —por ejemplo, la del herrero, que afilaba gratuitamente sus herramientas—. Un bello y rico estudio al respecto, aunque sólo enfoca indirectamente las herramientas: O. Loefgren, “Arbeitsteilung und Geschlechtsrollen in Schweden”, _Ethnologia Scandinavia_, 1975, pp. 49-72. B. Huppertz, _Räume und Schichten bäuerlicher Kulturformen in Deutschland_, Bonn, 1939, esp. pp. 191 y ss. y 281 y ss., quien observa que en ciertas regiones de Alemania los vínculos entre las herramientas y el género, y todavía más entre animales o plantas y el género, han permanecido intactos desde el Neolítico. Sobre los santos católicos que son los guardianes de la asignación correcta de las guadañas y las hoces a un género o al otro, véase Leopold Schmidt, _Gestaltheiligkeit im bäuerlichen Arbeitsmythos: Studien zu den Ernteschnittgeräten und ihre Stellung im europläischen Volksglauben und Volksbrauch_, Verlag des Österreichischen Museums für Volskund, Viena, 1952, sobre todo las pp. 108-177.]
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+[^f71:] _División del trabajo_. Una expresión también puede constituir una “palabra clave”. Es el caso de _división del trabajo_. A primera vista, su empleo en la conversación común no parece crear confusión. Y sin embargo, al consultar los manuales y los diccionarios, se observa que tres _categorías distintas_ de actividades humanas se incluyen y confunden en esta locución: _1)_ la división funcional de las tareas productivas (ciudad/campo; zapatero/carpintero; o especialización: los 17 pasos para fabricar una aguja); _2)_ la repartición de las tareas según los géneros en las sociedades tradicionales; _3)_ los roles diferentes y opuestos que se asignan al trabajador salariado y a los que éste mantiene. Por lo tanto no es posible hablar de “división” del trabajo en una descripción histórica o antropológica sin crear un equívoco respecto al sentido de la expresión. Véase Barbara Duden y Karin Hausen, “Gesellschaftliche Arbeit-Geschlechtsspezifische Arbeitsteilung”, en Annette Kuhn y Gerhard Schneider, eds., _Frauen in der Geschichte_, Pädagogischer Verlag Schwann, Düsseldorf, 1979, pp. 11-13. Por esta razón yo evito hablar de la “división del trabajo”.]
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+[^f72:] _Élites y género_. La producción, es decir, la creación de excedentes para los demás, se mantuvo en al ámbito del género hasta el siglo XIX. Y el consumo de los excedentes también permaneció en gran medida bajo el signo del género. Vivir de los propios productos del campo no significaba llevar una existencia basada en la satisfacción de necesidades neutras —como sucede con el consumidor moderno—. El hecho de tener un estatus superior no borraba la barrera del género. Incluso el “rango” la hacía más visible, pues los señores y sus damas podían permitirse el ocio de “exhibir” su género. Las incursiones en el otro género a veces eran obligadas (nota 106), a veces deliberadas: Loefgren (nota 70) evoca a las mujeres nobles que montaban a caballo en una sociedad donde por lo general sólo los hombres cabalgaban.]
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+[^f73:] _Tributo feudal y género_. La prueba de que durante la alta Edad Media los hombres y las mujeres de una misma familia pagaban el tributo al señor con productos agrícolas distintos la aporta Ludolf Kuchenbuch, “Bäuerliche Gesellschaft und Klosterherrschaft im 9. Jh. Studien zur Sozialstruktur der Familie der Abtei Prum”, en _Vierteljahresschrift für Sozial- und Wirtschaftsgeschichte_, 2 volúmenes, fascículo 66, Wiesbaden, 1978. También ha sido bien demostrado que en el siglo IX algunos individuos, sin importar el sexo, recibieron tierras a cambio de tributos específicos que su familia tenía que aportar. No se ha escrito aún la historia del tributo genérico y su desaparición durante la Edad Media. En torno a la historia del trabajo servil que se imponía el día del Señor, véase Otto Neurath, “Beiträge zur Geschichte der Opera Servilia”, _Archiv für Sozialwissenschaften und Sozialpolitik_, volumen XLI, núm. 2, 1915, pp. 438-465. Respecto a los días estrictamente feriados, véase Pierre Braun, “Les tabous des ‘Feriae’”, _l’Année Sociologique_, 3a serie, 1959, pp. 49-125. Para comprender las dificultades ideológicas que se presentan en el estudio de la división del trabajo según los sexos en el pasado, véase Christopher Middleton, “The Sexual Division of Labour in Feudal England”, _New Left Review_, 113/114, enero-abril, 1979, pp. 147-168. Respecto a la mujer en la aldea medieval, véase Rodney H. Hilton, _The English Peasantry in the Later Middle Ages_, Clarendon Press, Oxford, 1975, pp. 95-110.]
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+[^f74:] _Comercio y género_. Sobre esta cuestión véase Sidney W. Mintz, “Men, Women and Trade”, _Comparative Studies in Society and History_, 13, 1971, pp. 247-269. Un marido jamás podía inmiscuirse en los asuntos comerciales de su mujer, aun cuando podía beneficiarse de las ganancias. Mintz examina los estudios de ciencias sociales relacionados con las mujeres que se dedican al comercio, asegurando que sus colegas no aciertan a describirlos más que peyorativamente, pues los asocian con las nociones del abandono de los deberes maternales y con la prostitución. El estudio de Gloria Marshall (seudónimo, N. Sudarksa), “Where Women Work: A Study of Yoruba Women in the Marketplace and the Home”, _Anthropological Papers_, _Museum of Anthropology_, núm. 53, University of Michigan, Ann Arbor, 1973, es rico y detallado. Describe un “mundo al revés”, donde los hombres dependen de las mujeres pero en el hogar mandan sobre ellas. Hay una descripción vivaz de las mujeres comerciantes de San Juan Evangelista (México) en B. Chinas, _The Isthmus Zapotecs (Case Studies in Cultural Anthropology)_, Holt, Rinehart & Winston, Nueva York, 1973, que registra la estricta repartición de las tareas y un alto nivel de complementariedad.]
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+[^f75:] _Artesanado y género_. Véase Michael Mitterauer, “Zur familienbetrieblichen Struktur im zünftischen Handwerk”, _Wirtschafts- und Sozialhistorische Beiträge. Festschrift für Alfred Hoffmann zum 75. Geburtstag_, 1979, Munich, pp. 190-219, y “Geschlechtsspezifische Arbeitsteilung in vorindustrieller Zeit”, _Beiträge zur historischen Sozialkunde_, 3, 1981, pp. 77-78. El estatus legal de las mujeres en los gremios y los talleres ha sido estudiado recientemente, pero existe poco sobre la especificidad de las herramientas artesanales según los géneros. Pueden sacarse algunos datos en la bibliografía incluida en el ensayo de Edith Ennen, _Die Frau in der mittelalterlichen Stadtgesellschaft Mitteleuropas_, manuscrito, 1980; en Luise Hess, _Die deutschen Frauenberufe des Mittelalters_, Neuer Filser Verlag, Munich, 1940 y en Werner Danckert, _Unehrliche Leute: die verfemten Berufe_, Francke, Berna/Munich, 1963, particularmente sobre los oficios “semiproscritos”.]
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+[^f76:] _Estructuralismo_. La materia inmediata de los estudios sobre el género es la correspondencia entre dos conjuntos de lugares, herramientas, necesidades, gestos y símbolos, y entre los que en toda sociedad son llamados los hombres y las mujeres. El estructuralismo se esfuerza justamente en eludir o minimizar el estudio de esta correspondencia y esta complementariedad únicas, clasificándolas en la misma categoría que otras dualidades —caliente/frío, derecha/izquierda, sagrado/profano— en las que se apoyan las leyes de las relaciones internas de un sistema. Para el estructuralismo, el sistema de signos y de símbolos que forma una cultura ha sido engendrado por un núcleo central que no está relacionado con el marco institucional del poder y de la subsistencia de una sociedad. Gracias al análisis de los mitos y los rituales, el antropólogo estructuralista intenta la exploración de este núcleo, que no se puede percibir mediante el análisis sociológico del marco institucional de la sociedad. Para una iniciación al estructuralismo, véase la antología editada por Roger Bastide, _Sens et usage du terme “structure” dans les sciences humaines et sociales_, Mouton, La Haya y París, 1962, y la serie _Qu’est-ce que le structuralisme?_, Seuil, colección Points, París, 1973, especialmente Dan Sperber, _Qu’estce que le structuralisme en anthropologie?_ De forma sutil aunque lógica, el análisis estructuralista refuerza las categorías agenéricas del _rol_ (nota 61) y del _intercambio_ (nota 57) hasta el grado de que para Lévi-Strauss “las mujeres, como las palabras, están destinadas al intercambio”. Una de las razones de la incapacidad del estructuralismo para relacionar el género y el parentesco está implícita en la crítica que le hace Edmund R. Leach en _Political System of Highland Burma_, Londres, 1954 (traducción francesa: _Les systèmes politiques des hautes terres de Birmanie_, Maspero, París, 1972), quien subraya que el sistema de parentesco que es central en el análisis estructuralista no responde ni a la cultura ni al marco institucional, tal como los conciben aquellos que realizan el análisis. En mi concepto, esto es consecuencia de la obstinación estructuralista en ver en la polaridad femenino/masculino una “pareja de términos opuestos” como muchas otras, perpetuando de esta manera la confusión entre la complementariedad analógica y el intercambio. Es difícil criticar el estructuralismo con una perspectiva a la vez marxista y feminista, como lo muestra el brillante ensayo de Gayle Rubin, “The Traffic in Women: Notes on the ‘Political Economy’ of Sex”, en Rayna Reiter, ed., _Toward an Anthropology of Women, op. cit_. en la nota 22, pp. 157-210, y Felicity Edholm, Olivia Harris y Kate Young, “Conceptualizing Women”, _op. cit_. en la nota 22.]
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+[^f77:] _Matrimonio económicamente productivo_. Creo que es posible distinguir tres fases en el tránsito al paradigma de la asociación llamada “matrimonio”: _1)_ la constitución del hogar que paga individualmente un tributo; _2)_ el creciente predominio de la pareja en el seno de este hogar sujeto al tributo, durante el Renacimiento y los inicios del mercantilismo; _3)_ la polarización económica de los sexos en el siglo XIX. La evolución hacia la asociación sexual que en el siglo XX se ha observado, presupone esas etapas por las que pasaron, en periodos diferentes, clases diferentes en regiones diferentes de “Occidente”. Es ésta la conclusión a que llegué tras mis encuentros en Berlín con Barbara Duden y Ludolf Kuchenbuch, con la participación posterior de Uwe Pörsken. Nuestro punto de partida fue la crítica que Kuchenbuch hace de las teorías actuales sobre el feudalismo: Ludolf Kuchenbuch, “Bäuerliche Ökonomie und feudale Produktionsweise. Ein Beitrag zur Weltsystem Debatte aus mediaevistischer Sicht”, en _Perspektiven des Weltsystems. Materialen zu E. Wallerstein “Das moderne Weltsystem”_, publicación del Berliner Institut für vergleichende Sozialforschung, bajo la dirección de J. Blaschke, Francfort del Meno, 1982. La idea de que durante la Edad Media el parentesco empezó a declinar, siendo remplazado por una nueva realidad social, a saber, la pareja conyugal económica, me fue sugerida por Jack Goody, J. Thirsk y E. P. Thomson, eds., _Family and Inheritance, Rural Society in Western Europe, 1200-1900_, Cambridge University Press, Cambridge, 1976. También saqué diversas ideas del estudio de Hans Medick y David Sabean, “Call for Papers: Family and Kinship: Material Interest and Emotion”, _Peasant Studies_, 8, núm. 2, primavera, 1979, pp. 139-160. La etimología puede servir como punto de partida para reflexionar sobre esta cuestión. Émile Benveniste, _Le vocabulaire des institutions indo-européennes_,Éditions de Minuit, París, 1969, explica en el volumen I, capítulo 4, que en los más antiguos estratos de las lenguas indogermánicas no existen términos comunes para designar la relación conyugal. Además, los términos del parentesco que describen la relación recíproca se derivan de raíces diferentes. Aristóteles, en la _Política_, I, 2, 3-1253b, afirma que “la unión del hombre y la mujer no tiene nombre”: es _a-nonymós_. Los términos relacionados con el varón son generalmente verbos, y los relacionados con la mujer sustantivos. El verbo _maritare_ no significa otra cosa que _unir_; _mariage_ (francés) es una derivación. El término _matrimonium_ no proviene de _maritare_. Está compuesto a partir del vocablo “madre”, _mater_, y del sufijo - _monium_, que siempre indica un estado jurídico —en este caso, el estado legal de la maternidad—. El término que designa la unidad social y económica constituida por la pareja tuvo una evolución posterior. Una reforma jurídica promulgada por Nerón probablemente contribuyó de manera decisiva a la doctrina que elaboraron los Padres de la Iglesia respecto al paso “de una bisexualidad de acicalamiento a una heterosexualidad de reproducción”. Véase al respecto Paul Veyne, “La famille et l’amour sous le haut Empire Romain”, _Annales ESC_, 33, núm. 1, enero-febrero, 1978, pp. 35-63. En torno a la contribución de la Iglesia a la orientación de la sociedad medieval hacia el casamiento, véase Georges Duby, _Le chevalier, la femme et le prêtre: le mariage dans la France féodale_, Hachette, París, 1981. La sorpresa, perplejidad y confusión que esta nueva forma social engendró las relata Marie-Odile Métral, _Le mariage: les hésitations de l’Occident_, prefacio de P. Ariès, Aubier, París, 1977. Lo que despertó mi interés en el lento proceso de la fusión de los géneros en la productividad conyugal fue el estudio de David Herlihy, “Land, Family and Women in Continental Europe, 701-1200”, en _Traditio, Studies in Ancient and Medieval History_, 18, Fordham University Press, Nueva York, 1962, pp. 89-113. En torno a la adaptación del lenguaje a la nueva unidad reproductiva, véase Giovan-Battista Pellegrini, “Terminologia Matrimoniale”, _Settimane di Studio del Centro Italiano di Studi sull’ Alto Medioevo_, _Il matrimonio nella società alto medioevale_, Espoleto, 1971, pp. 43-102. Respecto a la evolución del casamiento, véase Jean-Baptiste Molin y Protais Mutembe, _Le rituel du mariage en France du XIIe au XVIe siècle_, Beauchesne, París, 1974. Respecto a las nuevas formas de registrar la existencia de las parejas, véase Diane Owen Hughes, “Toward Historical Ethnography: Notarial Records and Family History in the Middle Ages”, _Historical Methods Newsletter_, 7, 1973-1974, pp. 61-71. Una buena iniciación a la bibliografía reciente sobre la historia del casamiento en Occidente desde la época romana es la antología de 15 estudios realizada por Jean Gaudemet, _Sociétés et mariage_, CERDIC -Publication, Estrasburgo, 1980. Una notable guía bibliográfica sobre el tema se encuentra en Derek Baker, ed., _Medieval Women_, publicado por la Ecclesiastical History Society, Oxford, Blackwell, 1978. Véase también la notas 110-113 y 120.]
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+[^f78:] _Medio y ámbito_. En _Le geste et la parole: technique et langage_, Albin Michel, París, 1964, André Leroi-Gourhan dice en la p. 214 que, “… a diferencia del territorio, no tiene paralelo -la estrecha complementariedad del hombre y la mujer- en el mundo animal superior”. Pero en una sociedad el espacio de los hombres y de las mujeres no es el mismo. Véase Pierre Bourdieu, _Esquisse d’une théorie de la pratique, précédée de trois études d’ethnologie kabyle_, Droz, Ginebra, 1972. Es sólo en el _haram_, al fondo de la vivienda berebere, que la pareja puede compartir el mismo espacio (p. 67). Todos los demás lugares de la habitación se encuentran marcados por el signo del género. Los sitios que los hombres ocupan se perciben como espacios diferentes de los de las mujeres. Cada tipo de lugar requiere el movimiento y el ritmo temporal correspondiente. El espacio y el tiempo están relacionados con el género, como las herramientas y las tareas. Es un grave error confundir este ambiente formado por dos ámbitos separados, que pertenecen respectivamente a uno de los géneros, con el territorio de los animales. Diferentes culturas se reparten el paisaje de manera diferente. Y como el espacio vernáculo es poroso, varias culturas pueden compartir el mismo paisaje. En el corazón de ese medio se encuentra la casa, la dualidad espacial que transmite la cultura: Clark E. Cunningham, “Order in the Antoni House”, en Rodney Needham, ed., _Right and Left, op. cit_. en la nota 53, pp. 204-238. Por lo tanto el _medio vernáculo_ contrasta a la vez con el _territorio animal_ y el espacio homogéneo de la economía. Respecto a la evolución de las teorías que procuran la definición de este espacio económico, véase Pierre Dockes, _L’espace dans la pensée économique du XVIe au XVIIe siècle_, Flammarion, París, 1969. El medio vernáculo es un espacio intragenérico: la realidad cultural que resulta de la complementariedad asimétrica y ambigua de los _dos ámbitos espaciales del género_. Es un fenómeno que parece haber escapado totalmente a la atención de los filósofos occidentales, como se puede comprobar en la monumental exposición de sus doctrinas relacionadas con el espacio: Alexander Gosztonyi, _Der Raum: Geschichte seiner Probleme in Philosophie and Wissenschaft_, 2 volúmenes, Alber, Friburgo, 1976. El espacio vernáculo está compuesto por una jerarquía de lugares, cada uno de los cuales corresponde a un género. C. Karnoch, “L’étranger, ou le faux inconnu. Essai sur la définition spatiale d’autrui dans un village lorrain”, _Ethnologie française_, I, núm. 2, 1972, pp. 107-122, muestra que hasta 1950 los habitantes de una aldea francesa distinguían el espacio en torno a ellos de acuerdo con tres círculos concéntricos: la aldea, el valle circundante, con un diámetro de travesía de tres horas, y el “país”, constituido por varias aldeas habitadas por “fuereños” que realizaban gran cantidad de matrimonios entre sí. Bajo esta tripartición se encuentra el hogar; más allá, el mundo exterior. Dependiendo del aumento o la disminución periódicos del número de los miembros del hogar, esta manera de percibir el mundo estaba más o menos presente en los diversos medios: Alain Collomp, “Maison, manières d’habiter et famille en haute Provence aux XVIIe et XVIIIe siècles”, _Ethnologie française_, VIII, núm. 4, 1978, pp. 321-328.]
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+[^f79:] _Espacio y tiempo_. Cada ámbito del género tiene su paisaje y ritmo propios. Se extiende en el espacio y el tiempo. Dos notables estudios pretenden describir la realidad espacio-temporal de las mujeres. El de Yvonne Verdier, _Façons de dire et façons de faire. La laveuse, la couturière, la cuisinière_, Gallimard, París, 1979, es el resultado de una encuesta etnográfica que realizó durante siete años la autora con tres discípulos en Minot, aldea de 360 habitantes en la Costa de Oro, al norte de Dijon. A través de la actual manera de hablar de las mujeres de Minot, así como del estudio de los archivos locales, de las pinturas, de las viejas fotografías, de los dichos y refranes, la autora reconstituye la historia de las mujeres que dirigían a las demás: la mujer que lava (los recién nacidos, la ropa, los muertos); la costurera que inicia a las muchachas; la cocinera que preside ceremonias tales como las bodas y los entierros, impartiéndoles su ritmo. Aparte de la obra de Sidney Mintz, _Worker in the Cane_, Norton, Nueva York, 1958, que me reveló esta variedad de la investigación de campo, no había conocido libro más atractivo de este tipo, con excepción del estudio de Audrey Richards (cita en la nota 68). El de Martine Segalen, _Mari et femme dans la société paysanne_, Flammarion, París, 1980, puede leerse como complemento de la obra de Yvonne Verdier. En éste se hace mayor hincapié en los ritmos complementarios del hombre y la mujer en una granja francesa de hoy en día. Actualmente vivimos el tiempo mecánico y agenérico de los relojes que ritman la existencia, y este tiempo es por lo tanto escaso; los ritmos del género desaparecen. En virtud de los ritmos unisex, con frecuencia las mujeres se ven más _presionadas_ por el tiempo que los hombres, cosa que observó H. Bidlingmaier, _op. cit_. en la nota 70, en la aldea de Lauffen en 1915. Respecto a las consecuencias de ritmos más amplios, véase Evatar Zerubavel, “The French Republican Calendar: A Case Study in the Sociology of Time”, _American Sociological Review_, 42, 1977, pp. 868-877. En torno a la introducción en una región rural del tiempo medido por el reloj, véase Guy Thuillier, “Pour une histoire du temps en Nivernais au XIXe siècle”, _Ethnologie française_, VI, núm. 2, 1976, pp. 149-162. Sobre la relación entre la cultura y el tiempo, véanse los ensayos filosóficos en Paul Ricoeur, ed., _Les cultures et le temps_, Payot, París, 1975. La sociología, la antropología y la etnología del tiempo han dado origen a una vasta literatura moderna, pero debo señalar que hasta ahora se ha descuidado la investigación sobre el género y el tiempo, o sobre el género y el ritmo. Se encuentra una descripción esmerada del espacio de los hombres en una comunidad rural del sur de Francia en Lucienne A. Roubin, “Espace masculin, espace féminin en communauté provençale”, _Annales ESC_, 25, núm. 2, 1970, pp. 537-560; Maurice Agulhon ha comentado con amplitud el tema en “Les chambrées en basse-Provence: histoire et ethnologie”, _Revue historique_, abril-junio 1971, pp. 337-368. Su estudio trata sobre una “sociedad”, una asociación local de hombres, que da testimonio del abismo que existe entre el espacio de los hombres y el espacio de las mujeres. Los cafés, los grupos que preparan el carnaval, los bancos al sol en la plaza de la iglesia se encuentran claramente dentro del ámbito de los hombres. El hombre de mayor edad de la familia es únicamente quien con una hoz especial marcará los límites del campo que será cosechado al día siguiente. Los habitantes de la Provenza del sur de Francia no consideran que el espacio público y el ámbito masculino son una misma cosa, pero de hecho ambos tienden a coincidir. Un importante ensayo de reconstitución del medio ambiente del pasado que, por eso mismo, evoca el género, es el de Ina-Maria Greverus, _Der territoriale Mensch: ein literatur-anthropologischer Versuch zum Heimatphänomen_, Athenaeum, Francfort del Meno, 1972.]
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+[^f80:] _Charivari (cencerrada)_. Para una buena iniciación a los textos que tratan de los métodos de justicia popular, en cuanto guardiana de las costumbres locales, véase Roger Pinon, “Qu’est-ce qu’un charivari? Essai en vue d’une définition opératoire”, _Kontakte und Grenzen. Probleme der Volks-Kultur und Sozialforschung. Festschrift für G. Heilfurt zum 60. Geburtstag_, Otto Schwartz, Gotinga, 1979, pp. 393-405. Los métodos citados incluían verdaderos castigos: la gente arrancaba el techo de una vivienda, derribaba árboles, salaba los pozos, ponía a los culpables en la picota, los boicoteaba, los embadurnaba de chapopote y los hacía rodar sobre montones de plumas. Françoise Zonabend, _La mémoire longue. Temps et histoires au village_, PUF, París, 1980, describe la “emboscada”, visita ritual a los vecinos, la cual indicaba, según fuera más o menos tumultuosa, el concepto que se tenía de la “honestidad” de los anfitriones. Se puede encontrar un repertorio de cantos populares que expresan variados grados de aprobación social en Ilka Peter, _Gasselbrauch und Gasselspruch in Österreich_, Alfred Winter, Salz-burgo, 1981. E. P. Thompson, “ _Rough music_: le charivari anglais”, _Annales ESC_, 27, núm. 2, marzo-abril, 1972, pp. 285-312, describe y analiza los rituales mediante los cuales la sociedadvernácula expresa, con frecuencia cruelmente, su desaprobación de los individuos que habían transgredido no tanto la ley sino los usos y costumbres locales. Estos rituales estaban estructurados por el parentesco y generalmente castigaban una transgresión de la división de los géneros o un comportamiento que estaba en contradicción con el género al que se pertenecía. Véase Christiane Klapisch-Zuber, “The Medieval Italian Mattinata”, _Journal of Family History_, 5, núm. 1, primavera, 1980, pp. 2-27. Sobre el conflicto entre las formas tradicionales de control que se dan entre las parejas y la nueva tentativa de hacer respetar las buenas costumbres durante los encuentros entre muchachos y muchachas, véase Hans Medick, “Spinnstuben auf dem Dorf. Jugendliche Sexualkultur und Feierabendbrauch in der ländlichen Gesellschaft der frühen Neuzeit”, en J. Reulecke y Wolfhard Weber, _Fabrik, Familie, Feierabend: Beiträge zur Sozialgeschichte im Industriezeitalter_, Wuppertal, Hamer, 1978.]
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+[^f81:] _La probidad_. En la Francia del siglo XVI, era ésta la cualidad del “ _honnête homme_”, el hombre probo; la rectitud moral, la integridad, la probidad, la dignidad. Propongo usar el término para designar la percepción que un hombre o una mujer tenían de la división de los géneros, como norma que personalmente les concernía. La elección del término me permite hablar de este límite específico sin implicar un motivo particular, cosa que sucedería si empleara términos tales como “vergüenza”, “pecado”, “culpa”, “honor”, etc. Respecto a estos vocablos, véase Carl Darling Buck, _A Dictionary of Selected Synonyms in the Principal IndoEuropean Languages, op. cit_. en la nota 3. Sobre el proceso mediante el cual _l’honneur_ (el honor), se hizo preeminente en el sentido que típicamente se daba a la _honnêteté_ en Europa, véase Julian Pitt-Rivers, “The Anthropology of Honour” y “Honour and Social Status in Andalucía”, pp. 1-47 de su obra _Fate of Shechem, op. cit_. en la nota 21, y P. Schneider, “Honor and Conflict in a Sicilian Town”, _Anthropological Quarterly_, 42, núm. 3, julio, 1969, pp. 130-155; véase también Pierre Bourdieu, “Le sens de l’honneur. La dialectique du défi et de la riposte. Point d’honneur et honneur. L’éthos de l’honneur”, en _Esquisse d’une théorie de la pratique, op. cit_. en la nota 78, capítulo I, pp. 13-44, que expone observaciones sobre el África del Norte. Para un estudio clásico, Max Weber, “Rechtsordnung, Konvention und Sitte”, en _Wirtschaft und Gesellschaft_, Mohr, Tubinga, 4a edición revisada, 1956, (traducción francesa: _Économie et société_, Plon, París, tomo 1, 1971). Para la transformación de la _honnêteté_ y del _honneur_ causada por el proceso de la civilización, véase Yves Castan, “La famille: masculin et féminin”, _Honnêteté et relations sociales en Languedoc, 1715-1780_, Plon, París, 1974, pp. 162-207. En el siglo XVIII la ley aún no reglamentaba la vida familiar de la pequeña gente, simplemente la protegía. Pasaría todavía algo de tiempo (tres a cinco generaciones) antes de que el Estado impusiera el casamiento civil y reglamentara la vida familiar (véase la nota 120). El ámbito físico de cada género y el comportamiento conveniente era salvaguardado por el sentido de la honestidad y el honor. Este sentido desaparecería hacia 1780; véase Yves Castan, “Pères et fils en Languedoc à l’époque classique”, _Le XVIIe siècle_, núm. 102-103: “Le XVIIe siècle et la famille”, 1974, pp. 31-43. Nicole Castan, “La criminalité familiale dans le ressort du parlement de Toulouse (1690-1730)”, _Cahiers des Annales_, 33, Armand Colin, París, 1971, pp. 91-107, estudia el honor femenino ( _honnêteté_) contrastándolo con el masculino. La mujer actúa con solidaridad hacia el hogar y puede decir y hacer cosas sin menoscabo de su honor que a los hombres jamás se les perdonarían. El honor exige que oculte los bienes robados; que ahuyente al cobrador de impuestos; que amenace de muerte a quien haya rendido testimonio contra algún miembro de la familia; que se encuentre sola en casa cuando ésta sirva a la prostitución. En la medida en que se codificaba el derecho y que la proliferación de las acciones judiciales remplazaron el control del género por el control civil, las mujeres perdieron su honor a cambio de un nuevo estatus como ciudadanas del segundo sexo. Sobre la cuestión es posible encontrar útiles señalamientos en A. Pointrineau, “Aspects de la crise des justices seigneuriales dans l’Auvergne du XVIIIe siècle”, _Revue d’histoire du droit français et étranger_, 1961, pp. 552-570. Para una orientación general, véase M. Alliot, “L’acculturation juridique”, _Ethnologie générale_,“Encyclopédie de la Pléiade”, 1968, pp. 1180-1247.]
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+[^f82:] _Comadreo_. El _charivari_ (nota 80) y las burlas del carnaval (nota 108), sustentan la honestidad de la comunidad, pero solamente son episódicos. La honestidad es salvaguardada de manera sutil y continua por el “caudal oral” tradicional de la comunidad: máximas, adivinanzas, cuentos, y más que nada, por el comadreo. Su función es salvaguardar el honor de la comunidad. John B. Haviland, _Gossip, Reputation and Knowledge in Zinacantan_, University of Chicago Press, Chicago, 1977, muestra cómo, en una aldea mexicana, este caudal oral le permite a la gente reflexionar sobre las reglas vigentes y manipularlas para fines personales. Los comadreos relacionados con los tiempos pasados son para la comunidad una manera de afirmar su arraigo, de crear para sus miembros una historia común. Vinculan a los amigos. Crean una especie de insignia de pertenencia al grupo, puesto que todos deben comprender porque algo resulta escandaloso para éste, así como las reglas tácitas del cuchicheo legítimo; véase Max Gluckman, “Gossip and Scandal”, _Current Anthropology_, 4, núm. 3, junio, 1963, pp. 307-316. Mientras más exclusivo es un grupo, más intenso es el comadreo. Éste mantiene la cohesión y la distinción de los géneros. Fue necesario que el género se dislocara para que el comadreo se volviera “femenino”: Alexander Rysman, “How the ‘Gossip’ Became a Woman”, _Journal of Communication_, 27, núm. 1, 1977, pp. 176-180. El vocablo inglés _gossip_ viene de _god sib_, que antiguamente designaba la relación entre el hombre y la mujer que conjuntamente habían acercado a un recién nacido a la pila bautismal, es decir, en francés, el _compère_ y la _commère_ (el compadre y la comadre). Hacia el siglo XVI, en inglés como en francés, el significado de los vocablos se modificó: el _gossip_ y el compadre se vuelven amigotes, compañeros de juerga. En el siglo XIX, ya sólo las mujeres son _gossips_ que se entregan al _gossip_ (comadres que se entregan al comadreo). Tocante a los chistes, bromas y trucos dirigidos contra los hombres, véase E. Moser-Rath, “Männerfeindliche Tendenzen in Witz und Schwank”, _Zeitschrift für Volkskunde_, 75, núm. 1, 1979, pp. 57-67. Sobre las mujeres españolas que se burlaban de los hombres, véase Yolando Pino-Saavedra, “Wette der Frauen, wer den Mann am besten narrt”, _Fabula_, 15, 1974, pp. 177-191.]
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+[^f83:] _Dominación asimétrica_. Susan Carol Rogers, “Female Form of Power and the Myth of Male Dominance. A Model of Female-Male Interaction in Peasant Society”, _American Ethnologist_, 2, núm. 4, noviembre, 1975, pp. 727-756, estudia la transformación del mito de la dominación masculina, que se convierte en realidad durante la época de la industrialización. Según ese autor, la generalización universal del dominio masculino está fundada en definiciones masculinas y es por lo tanto un mito. En conjunto, los textos sobre la modernización de la vida campesina están basados en postulados erróneos respecto al rol de las mujeres. La autoridad habría estado _expresamente_ en manos de los hombres; la autoridad de las mujeres habría sido _relativa_. Pero si se deja de considerar los roles de los hombres y sus formas de autoridad como la norma, si se observa los procedimientos de las mujeres y se advierte que no son menos válidos y significativos que los de los hombres —pero que asumen formas diferentes— sólo entonces se puede percibir que los roles masculinos y femeninos están entremezclados, y se comienza a comprender cómo funcionan las sociedades humanas. En un ensayo de 1942, reeditado en _Steps to an Ecology of Mind_ (traducción francesa: _Vers une écologie de l’esprit_, Seuil, París, 1977), Gregory Bateson insistía en el profundo contraste entre las sociedades donde hay rivalidades y aquellas donde “los individuos reaccionan a lo que los otros hacen, haciendo ellos mismos algo similar” (p.111). En el ámbito de los estudios feministas, al parecer la corriente está siendo revertida: véase Alice Schlegel, ed., _Sexual Stratification: A Cross-Cultural View_, Columbia University Press, Nueva York, 1977. Esta es una compilación de 12 estudios relacionados con otras tantas sociedades, desde las Filipinas a Israel; la discusión sobre la igualdad e inequidad del estatus sexual intenta desenmarañar, mediante la comparación de diversos rasgos, tres dimensiones del rango sexual: recompensas, prestigio y poder. Para la editora, en condiciones de subsistencia, _equilibrio_ es la palabra clave que resume la interdependencia de los ámbitos distintos de los hombres y las mujeres, al menos en el marco de la cultura hopi descrita en las pp.245-269. La igualdad tradicional de las mujeres se ve amenazada por la creciente similitud entre los roles masculinos y femeninos en el hogar y en los empleos, similitud que resulta inevitable en virtud de la integración de los hopi en la economía norteamericana. J. Harris, “The Position of Women in a Nigerian Society”, _Transaction of the New York Academy of Sciences_, serie II, volumen. 2, núm. 5, 1940, observó algo análogo entre los ibo” el equilibrio entre los derechos nominales de los esposos y los derechos colectivos _de facto_ de las esposas ha sido trastornado por la integración económica. Rayna R. Reiter, “Men and Women in the South of France: Public and Private Domains”, _Toward an Anthropology of Women, op. cit_. en la nota 22, pp. 252-282, estudia una aldea de 185 habitantes al pie de los Alpes provenzales. Las mujeres, que trabajan y viven en su esfera doméstica, parecen considerar ésta como más importante que la esfera pública de los hombres (véase la nota 79). No obstante, en la medida que la familia se integra en el Estado moderno, a las mujeres se les define por su rol en la familia, y su “esfera” separada no puede ser ya interpretada como una esfera igual. Según Ernestine Friedl, “The Position of Women: Appearance and Reality”, _Anthropological Quarterly_, 40, 1967, pp. 97-105, el prestigio aparente del hombre puede ocultar el poder de la mujer. Su investigación de la vida de una familia en una aldea griega contemporánea la lleva a esta conclusión: “Puede ser que las actividades masculinas tengan mayor prestigio que las actividades femeninas en todas las sociedades; si esto es verdad, el descubrimiento del poder social relativo de los hombres y de las mujeres podría requerir una investigación al respecto más cuidadosa … Allí donde la familia es la unidad primordial de la estructura social y económica de la comunidad entera, el poder en su seno forzosamente ha de tener importantes consecuencias en la repartición del poder en el seno de toda la sociedad”. En el hogar, las mujeres continuamente les recuerdan a los hombres las penas y angustias que ellas sufren para poder realizar las tareas domésticas que les permiten, a ellos, mostrarse en público con la cabeza en alto. De esa manera les hacen sentir que dependen de ellas. Pero esta dominación asimétrica desaparece forzosamente cuando el predominio de la economía mercantil transforma el hogar en una “unidad de consumo” (véase la nota 122). Bajo el regimen del sexo, la jerarquización de un poder homogéneo remplaza a la dominación asimétrica de los géneros. Dominación, aquí, es un término ambiguo que significa algo diferente según se trate de hombres o de mujeres. El poder, en cambio, es una fuerza homogénea agenérica que cualquiera de los sexos puede ejercer —la diferencia sólo reside en las modalidades y la intensidad—. La asimetría es fundamental en la complementariedad ambigua de los géneros (nota 57). Constituye su existencia y determina el carácter concreto de su relación. En contraste, el poder que puede circular sin consideración del género, al igual que la moneda, tiende a fin de cuentas a la simetría. Y mientras que la asimetría entre los géneros siempre ha inspirado un respetuoso temor, la repartición jerárquica del poder entre iguales teóricos inspira la envidia (notas 5 y 6). Por esta razón, yo considero que el término _poder_, palabra clave que ignora el género, es inapropiada para expresar: _1)_ la exclusión recíproca de sus respectivos ámbitos propios, implícita en el concepto de género (notas 78 y 79); _2)_ la dominación relativa de los ámbitos masculinos sobre los ámbitos de las mujeres, situación cuyas diversas formas el patriarcado autoriza.]
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+[^f84:] _El sujeto de la historia_. El ejemplo fue tomado de Emmanuel Le Roy Ladurie, _Montaillou, village occitan, de 1294 à 1324_, Gallimard, París, 1975. Sin embargo la _domus_ de los Pirineos no es más que una de las formas que ha adoptado el sujeto de la historia. En Francia también puede revestir muchas otras formas. Jean-Louis Flandrin, “La structure des ménages”, _Familles: Parenté, maison, sexualité dans l’ancienne société_, Hachette, París, 1976, pp. 68-91, distingue tres formas típicas en la Francia rural. La primera es la _domus_ del suroeste. En los tiempos feudales, la _domus_ era quien recibía el título de nobleza. El heredero llevaba el título de la casa; era relativamente secundario que fuera hombre o mujer. El principal deber del heredero consistía en dar otro heredero a la casa. La _domus_ era la propiedad de la tierra; anclaba en el pasado de la casa a aquellos que a la sazón la habitaban. Según Flandrin, la granja en la zona central de Francia es casi lo opuesto de la _domus_. Allí, los herederos son quienes trabajan en comunidad la tierra. Flandrin confirma lo que propone Martine Segalen (nota 79): el sujeto de la historia de una propiedad no es la _pareja_ sino el _hogar_. Finalmente, la tercera forma es típica de Normandía, donde los géneros la tejen. Probablemente fue introducida e impuesta por los conquistadores escandinavos. Aquí, la casa está fundada en los vínculos de parentesco de los linajes, y éstos están arraigados en sus respectivos suelos. La “sangre” reivindica la tierra. Al dejar la casa de su difunto marido, la viuda vuelve a recuperar las tierras que había aportado como dote. En estos tres tipos de “casa”, los géneros se entremezclan para tejer la trama social. En Francia, durante mucho tiempo el sujeto final de la historia fue alguna de estas formas de “casa”. El feudalismo tardío y posteriormente el gobierno estatal fueron construidos en Francia a partir del postulado de la unión conyugal económica (véanse las notas 77 y 124) como también en Inglaterra y Alemania, aunque de forma diferente; véase Michael Mitterauer, _Grundtypen alteuropäischer Sozialformen: Haus und Gemeinde in vorindustriellen Gesellschaften_, Forman-Holzboog, Stuttgart, 1979. Hasta una época reciente, este sujeto de la historia tenía una estructura diferente en la mayoría de los demás países y periodos, por ejemplo, el _mir_ ruso. Sobre el sistema de las castas en la India, véase Louis Dumont, _Homo hierarchicus_, Gallimard, París, 1967. Sobre la comunidad aldeana indonesa, véase Clifford Geertz, _The Religion of Java_, University of Chicago Press, Phoenix Books, Chicago, 1976. Es necesario encontrar un término que permita distinguir el sujeto de la historia intragenérica, del sujeto de la historia en la tradición hegeliana. Propongo _lares_, porque este término no tiene utilización hoy en día, al menos en su sentido exacto. La lectura de G. Radke, _Die Götter Altitaliens_, Münster, 1965, especialmente las pp. 166 ss., me ha sugerido que en sentido estricto debería hablar de _lares compitales_ —aquellos que se veneraban en una capilla que tenía tantas ventanas como hogares (fogones) dentro de los límites (mojones) de la comunidad—.]
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+[^f85:] _La vivienda_. John Turner, en _Housing by People_, Marion Boyars, Londres,1976 (traducción francesa: _Le logement est votre affaire_, Seuil, París, 1979), introdujo la diferencia, hoy clásica, entre los dos sentidos principales del vocablo _alojamiento:_ “acción y efecto de alojar o alojarse” y “lugar donde una persona o un grupo de personas se aloja”. Prefiero, para el segundo sentido hablar de “hacerse su casa”. Tocante a este tema debo mucho a las conversaciones que mantuve con Sigmar Groeneveldt (Gotinga) sobre el espacio que modela al hogar y el espacio que se halla más allá de éste; con Franco la Cecla (Bolonia), sobre la oposición entre el umbral que divide y orienta, y los límites que circunscriben el contorno; con Jean Robert (Cuernavaca), cuando él estaba escribiendo _Le temps qu’on nous vole, op.cit_. en la nota 41. Los tres actualmente trabajan, cada quien por su lado, en estudios sobre las condiciones que permitirían engendrar un espacio “viviente” en una sociedad moderna. La oposición entre el espacio-tiempo del género y el espacio-tiempo del sexo (nota 79) ilumina y acrecienta la diferencia entre la arquitectura vernácula y la construcción profesional, que George Gilbert Scott fue el primero en evocar explícitamente en _Secular and Domestic Architecture_, Londres, 1857; más recientemente, Bernard Rudofsky ha llamado la atención sobre la arquitectura “espontánea” en _Architecture without Architects_, Museum of Modern Art, Nueva York, 1964 (traducción francesa: _Architecture sans architectes_, Éditions du Chéne, París, 1977), y _The Prodigious Builders_, Secker and Warburg, Londres, 1977. Dondequiera que las herramientas están asociadas con el género (nota 70), las habitaciones son a la vez el resultado del empleo de esas herramientas y del lugar donde se emplean. Como dice Sibyl Moholy-Nagy en su bella obra _Native Genius in Anonymous Architecture_, Horizon Press, Nueva York, 1957, la historia privada de una cultura se lee en la economía, la diversidad y la permanencia de sus construcciones. Un tercer autor que insiste en la oposición entre el abrigo vernáculo y el hábitat planificado es Paul Oliver, ed., _Shelter and Society_, Barrie and Rockcliff, Londres, 1969. En la introducción del libro yo encuentro aún otro elemento susceptible de aclarar la oposición que señalo entre el abrigo intergéneros, donde los dos ámbitos del género tejen su medio, y el abrigo intersexos, donde cohabitan humanos de uno y otro sexo. Para Oliver, todo abrigo es un _signo_, que al ser interpretado se convierte en _símbolo_. Yo diría que el abrigo vernáculo es el signo ambiguo de una cultura, que al ser interpretado expresa los dos ámbitos del género que la conforman. Sugiero dos bibliografías sobre el tema, una que abarca el mundo entero: Lawrence Wodehouse, _Indigenous Architecture, Worldwide_, Gale Research, Detroit, 1979, y otra relacionada con Inglaterra: Robert de Zouche Hall, _A Bibliography on Vernacular Architecture_, David & Charles, Newton Abbot, 1972. Sobre la vivienda en Italia, principalmente rural: Tina de Rocchi Storai, _Bibliografia degli studi sulla Casa Rurale Italiana_, Olschik, Florencia, 1968, vigésimo quinto volumen de una colección de estudios regionales. Tocante a las medidas tomadas para obstaculizar la arquitectura vernácula en los Estados Unidos, véase David Handlin, _The American Home: Architecture and Society, 1815-1915_, Little, Brown and Co., Boston, 1979, y Howard J. Boughey, _Blueprints for Behavior. The Intentions of Architects to Influence Social Action through Design_, University Microfilms, Ann Arbor, Michigan, 1968. Un estudio francés enfoca el pasaje de la arquitectura vernácula al acondicionamiento estatal del espacio; J. M. Alliaume _et al., Politique de l’habitat (1800-1850)_, Corda, París, 1977; contiene un artículo de Anne Thalamy que está relacionado particularmente con nuestro tema: “Réflexions sur la notion d’habitat aux XVIIIe et XIXe siècles”. Las diferentes culturas emplean términos que denotan campos semánticos distintos para hablar de las relaciones entre los individuos y las comunidades y su hábitat, y también designan de manera diferente el espacio que se encuentra al traspasar el umbral, ese espacio que la habitación como tal integra. Sobre la variedad de campos semánticos que con este fin existen en diversas lenguas europeas, sobre sus contrastes y sus modificaciones entre el siglo XIX y XX, véase Paul Osswald, _Französisch “campagne” und seine Nachbarwörter im Vergleich mit dem Deutschen, Englischen, Italienischen und Spanischen: ein Beitrag zur Wordfeldtheorie_, Tübingen Beiträge zur Linguistik, Tubinga, 1970.]
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+[^f86:] _El cuerpo bajo el régimen del sexo_. El cuerpo como entidad clínica no es lo mismo que la carne viva de los hombres y las mujeres que constituyen una realidad social y vernácula. Ciertas lenguas, el alemán, el inglés y el francés, por ejemplo, designan estos dos aspectos con términos diferentes: _Körper/Leib, body/flesh, corps/chair_. Desde 1972, la nueva serie de la _Ethnologie française_ ha publicado una colección de ensayos que resaltan la historia del cuerpo vernáculo en cuanto realidad social; por ejemplo: J.-P. Desaive, “Le nu hurluberlu”, VI, núm. 3-4, 1976, pp. 219-226; Françoise Piponnier y Richard Bucaille, “La bête ou la belle? Remarques sur l’apparence corporelle de la paysannerie médiévale”, VI, núm. 3-4, 1976, pp. 227-232; Françoise Loux y Philippe Richard, “Alimentation et maladie dans les proverbes français: un exemple d’analyse de contenu”, II, núm. 3-4, 1972, pp. 267-286; véase también F. Loux, _Le jeune enfant et son corps dans la médecine traditionnelle_, Flammarion, París, 1978. Véase también los textos mencionados por John Blacking, _The Anthropology of the Body_, Association of Social Anthropology, Monograph núm. 15, Londres, 1977. Michel Foucault, en _Naissance de la clinique. Une archéologie du regard médical_, PUF, París, 1972, e _Histoire de la sexualité_, tomo I: _la Volonté de savoir_, Gallimard, París, 1976, ha inaugurado la investigación histórica sobre el proceso mediante el cual el nuevo sujeto del Estado tutelar se constituyó a través del discurso del profesionista en torno al cuerpo. La justicia se apresuró a constatar y sancionar el funcionamiento de los órganos sexuales del hombre un siglo antes de que la clínica llegara a ejercer su control sobre los órganos genitales de la mujer; véase Pierre Darmon, _Le Tribunal de l’impuissance: Virilité et défaillances conjugales dans l’ancienne France_, Seuil, París, 1979. El autor describe la colaboración entre la policía y los tribunales especiales a fin de verificar la capacidad de un hombre para realizar el acto sexual. Sobre la medicación del “vientre” femenino, véase la nota 87. El proceso de normalización médica descrito por G. Canguilhem, _Le normal et le pathologique_, PUF, París, 1972, ha conducido al estudio clínico de la normalidad sexual, del cuerpo en calidad de “sexo”. G. J. Barker-Benfield, _The Horrors of the Half-Known Life. Male Attitudes Towards Women and Sexuality in Nineteenth-Century America_, Harper and Row, Nueva York, 1976, relata una etapa estremecedora de esta conquista epistemológica del interior del cuerpo. Cuenta la historia del doctor Sim, que mantenía con sus propios fondos un grupo de esclavas negras a fin de practicar intervenciones experimentales en sus conductos uterinos. En 1845 tuvo la idea de poner a la señora Merril en cuatro patas —la “posición de Sim”, como se le llamó desde entonces— y de mantenerle la vagina abierta mediante un mango de cuchara curvo. En su diario anotó: “Al introducir el mango curvo, vi lo que ningún hombre jamás había visto … el espéculo revelaba todo con perfecta claridad … Me sentí como un explorador en el país de la medicina que contempla por vez primera un territorio nuevo e importante”. Uno de sus colegas, el doctor Baldwin, hablaba en los siguientes términos: “El espéculo de Sim ha sido para las afecciones uterinas … lo que el compás para el navegante”. La vagina se convirtió en la entrada de un territorio nuevo para la exploración de la naturaleza. Veinte años más tarde sobrevino “el gran descubrimiento de que la mujer no solamente lo es en virtud de un lugar, sino en virtud de todos los aspectos mediante los cuales puede ser percibida”, que ha descrito Yvonne Knibiehler, “Les médecins et la ‘nature féminine’ au temps du Code civil”, _Annales ESC_, 31, núm. 4, julio-agosto, 1976, pp. 824-845. Véanse también las notas 60 y 87.]
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+[^f87:] _Del alumbramiento de la mujer al alumbramiento del niño_. En _Némesis médica_ (véase _Obras reunidas_, vol. I), dediqué todo un capítulo a la medicación de la muerte, el cual ha aniquilado el _arte de morir_ vernáculo. Ya Norma Swenson, del Boston Women’s Health Collective, me había hecho notar que el control médico amenaza por igual al arte de dar la vida. Un manuscrito de Barbara Duden (Berlín) reforzó mi convicción de que con la inversión del nacimiento, el género (engendrado por las mujeres) es transformado en el sexo reproducido por una nueva biocracia, para la cual el vientre materno es un recurso natural. _La vida_ se convierte en el nuevo concepto guía para la ciencia y la administración; véase K. Figlio, “The Metaphor of Organization: A Historiographical Perspective on the Biomedical Sciences of the Early Nineteenth Century”, _History of Science_, 14, 1976, pp. 17-53, especialmente las pp. 25-28. La ciencia de la Ilustración ve en la naturaleza a una mujer cuyos velos han de ser arrancados, que ha de ser desnudada y penetrada por la luz de la razón. Penetrada por esta luminosa razón, la mujer, imagen de la naturaleza, cuando está encinta se convierte en el mecanismo mediante el cual se transmite _la vida_. El _establishment_ pluriprofesional, de donde el Estado saca su legitimidad, depende del control médico de la vida desde su origen. Para un estudio de la expansión del profesionalismo, al menos en los Estados Unidos, véase Burton L. Bledstein, _The Culture of Professionalism: The Middle Class and the Development of Higher Education in America_, Norton, Nueva York, 1978. Obtuve indicaciones útiles respecto a la procreación tradicional en Jacques Gélis, Mireille Laget y Marie Morel, _Entrer dans la vie: Naissance et enfance dans la France traditionnelle_, Gallimard, París, 1978, y Jean-Louis Flandrin, “Contraception, mariage et relations amoureuses dans l’Occident chrétien”, _Annales ESC_, 24, núm. 12, noviembre-diciembre, 1969, pp. 1370-1390; véase también Alessandra Alimenti y Paola Falteri, “Donna a salute nella cultura traditionale delle classi subalterne: Appunti di una ricerca sulla medicina populare nell’Italia Centrale”, _Donnawomanfemme_, 5, 1977, pp. 75-104, que contiene una bibliografía. Sobre los medios de contracepción tradicionales, véase Jean-Marie Gouesse, “En Basse Normandie aux XVIIe et XVIIIe siècles. Le refus de l’enfant au tribunal de la pénitence”, _Annales de démographie historique_, 1973, donde se describe la sorpresa y el escándalo de los confesores ante los hábiles métodos contraceptivos de los campesinos. Sobre el aborto, véase Agnès Fine-Souriac, “La limitation des naissances dans le sud-ouest de la France”, _Annales du Midi_, 40, 1978, pp. 155-188. Sobre las formas tradicionales de infanticidio, véase Regina Schulte, “Kindsmörderinnen auf dem Lande”, en H. Medick y D. Sabean, eds., _Materielles Interesse und Emotion_, Gotinga, 1982, y Patricia Crawford, “Attitudes to Menstruation in Seventeenth-Century England”, _Past and Present_, 91, mayo, 1981, pp. 46-73. Sobre la ampliación del control ginecológico, Barbara Ehrenreich y Deirdre English, _For Her Own Good: 150 Years of the Expert’s Advice to Women_, Anchor, Nueva York, 1978. Sobre la creación de parteras profesionales (mujeres y hombres) y la medicación del alumbramiento, véase Ann Oakley, “Wisewoman and Medicine Man: Changes in the Management of Childbirth”, en Juliet Mitchell y Ann Oakley, _The Rights and Wrongs of Women_, Penguin, Londres, 1976, pp. 17-58; Frances E. Kobrin, “The American Midwife Controversy: A Crisis of Professionalization”, _Bulletin of the History of Medicine_, 40, 1966, pp. 350-363; J. Gélis, “Sages-femmes et accoucheurs: l’obstétrique populaire aux XVIIe et XVIIIe siècles”, _Annales ESC_, 32, núm. 5, septiembre-octubre, 1977, pp. 927-957; Giana Pomata, “Madri illegittime tra Ottocento e Novecento: storie cliniche e storie di vita”, _Quaderni Storici_, 44, 1980, pp. 497-552, número enteramente dedicado a “Parto e maternità, momento della biografia femminile”. Respecto a la ginecología preventiva por la medicación de la contracepción, véase Linda Gordon, _Woman’s Body, Woman’s Rights: A Social History of Birth Control in America_, Grossman, Nueva York, 1976, pp. 159-185. Al mismo tiempo que se “hospitaliza” el nacimiento, se inicia el monopolio de la moralidad sexual. Bien que la tendencia de la época sea a favor o en contra de la contracepción, a los profesionistas les incumbe el decidir cómo y cuándo las mujeres deben tener relaciones sexuales, para su propio bien. Un estudio particularmente fino sobre el control médico en relación con las mujeres, paralelamente con el nuevo lenguaje que comienza a modelar la nueva realidad del cuerpo femenino, ha sido realizado por Jean-Pierre Péter, “Entre femmes et médecins: violence et singularités dans le discours du corps et sur le corps d’après les manuscrits médicaux de la fin du XVIIIe siècle”, _Ethnologie française_, VI, núm. 3-4, 1976, pp. 341-348. Para los Estados Unidos, véase un estudio análogo de Carroll Smith-Rosenberg, “Puberty to Menopause: The Cycle of Feminity in Nineteenth-Century America”, _Clio’s Consciousness Raised, op. cit_. en la nota 36, pp. 25-37.]
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+[^f88:] _Asimetría del universo simbólico_. Tomo este ejemplo de A. I. Richards, _Chisungu: A Girl’s Initiation Ceremony among the Bemba of Northern Rhodesia, op. cit_. en la nota 68, estudio encantador y apasionante.]
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+[^f89:] _Asimetría del universo simbólico_. En la nota 52 (“complementariedad y ciencias sociales”), hice hincapié en la necesidad de abandonar los conceptos que imponen una perspectiva central cuando el objeto que se ha de describir es una realidad genérica. En la nota 46 mostré que no había que confundir las diversas formas de “ciencia estereoscópica”, que actualmente se proponen, con el enfoque necesario para captar el género; en efecto, ya sea que el estudio sea realizado con una perspectiva complementaria, compensatoria o contrastante, siempre se basa en una apreciación agenérica de la realidad. Solamente la investigación que no es explícitamente científica, que emplea la metáfora (nota 56) de forma epistemológica, puede explicar la complementariedad ambigua y asimétrica (nota 57) que constituye el género. He mostrado que en un mundo genérico, no solamente la cultura material —las herramientas (nota 70), el tiempo y el espacio (notas 78 y 79)— sino también la dominación es genérica (nota 83). Indiqué los límites que la terminología de las ciencias políticas impone al análisis del desequilibrio entre los dos ámbitos del género. Pero todavía debo hacer resaltar que en un mundo genérico no solamente los componentes materiales de la cultura sino también las percepciones y las inferencias simbólicas de la cultura son genéricos. La extensión, la perspectiva, los colores, los objetos que las mujeres ven y las cautiva, son captados por los hombres de manera distinta. Un primer artículo de Edwin Ardener, “Belief and the Problem of Women”, que posteriormente se reeditó en Shirley Ardener, ed., _Perceiving Women_, Halsted Press, Nueva York, 1975, pp. 1-17, fue criticado por Nicole-Claude Mathieu, “Notes pour une définition sociologique des catégories du sexe”, _Epistémologie sociologique_, 11-16, 1971-1973, pp. 21-39. En respuesta, Edwin Ardener escribió “The ‘Problem’ Revisited”, que también fue reeditado en Shirley Ardener, ed., _op. cit_. En este segundo artículo, Ardener expone un marco conceptual según el cual los hombres se ven “reducidos al silencio” en ciertos espacios del dominio de las mujeres: son incapaces de captarlos directamente, y también de hablar de ellos conceptualmente. Ardener estima que, en sentido inverso, las mujeres “no tienen voz” en ciertas partes del dominio de los hombres. Actualmente preparo un ensayo sobre el concepto de que este mutismo asimétrico es parte constitutiva de la complementariedad simbólica de los géneros; al respecto véase Rodney Needham, _Reconnaissances_, University of Toronto Press, Toronto, 1980, pp. 17-40 (“Unilatéral Figures”). Charlotte Hardmann, “Can There Be an Anthropology of Children ?”, _Journal of the Anthropological Society of Oxford_, 4, 1973, pp. 85-99, considera a los niños como el paradigma de la existencia de grupos que son “reducidos al silencio”, que no son “percibidos”, que son “inasibles” —como las mujeres—, que viven en un segmento autónomo aunque no enteramente incomprensible de la sociedad, y que poseen ciertos valores y formas de interacción exclusivos. Estudia las estratagemas mediante las cuales los antropólogos prescinden en sus textos de la necesidad de reconocer esta existencia “reducida al silencio”. Ciertas nociones que en el artículo se exponen son aplicables al enmudecimiento mutuo de los ámbitos del género.]
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+[^f90:] _Naturaleza/cultura_. Para hacer del _género_ un paradigma analítico, resulta esencial distinguir las diversas dualidades corrientes e incluso normativas en la investigación de las ciencias sociales (véanse las notas 12 y 76). Al oponer _naturaleza_ y _cultura_, decía Condorcet, “hemos hecho a la naturaleza cómplice del crimen de desigualdad política”. Respecto a la _naturaleza_ así redefinida, véase Jean Erhard, _L’Idée de nature en France à l’aube des Lumières_, Flammarion, París, 1970. Acaso la dualidad más difícil de desenmarañar de todas, es la del género en relación con la de naturaleza/cultura, porque después de la Ilustración la ciencia busca _naturalizar_ a la vez la experiencia y la ideología, a fin de que la lengua pueda expresarlas (argumento sacado de Figlio, _op. cit_, en la nota 87). Por lo tanto la ciencia debe analizarse de la misma manera que Roland Barthes lo hacía con el mito, como un _collage_ “convincente”, puesto que expresa lo que es “natural”. Parafraseando a Barthes, es posible decir que eso que el mundo (o el conjunto de datos empíricos) da al mito (o a la ciencia) es una realidad histórica definida por la manera en que los hombres la han creado o utilizado; y lo que el mito (o la ciencia) da en cambio es una imagen natural de tal realidad. De ahí resulta que la “naturaleza” investigada se vuelve tan mítica (científicamente desprovista de género) como las categorías agenéricas mediante las cuales se estudia. La antropología debería tomar esto en cuenta cuando se ocupa de las “mujeres”, como lo observa Sherry B. Ortner, “Is Female to Male as Nature Is to Culture?”, en Rosaldo y Lamphere, _op. cit_. en la nota 68, pp. 67-87, quien por otra parte se preocupa menos que Ardener de la asimetría del universo conceptual. Sobre todo le interesa encontrar una teoría que explique la subordinación de las mujeres a los hombres, cosa que parece casi universal. No obstante, insiste en el hecho de que toda relación entre la naturaleza y las mujeres proviene de la cultura y no de la naturaleza. Su ensayo ha suscitado un simposio muy animado: Carol P. MacCormack y Marilyn Strathern, eds., _Nature, Culture and Gender_, Cambridge University Press, Cambridge, 1980. Esta antología contiene varias comunicaciones fecundas que permiten tomar algo de distancia respecto al paradigma naturaleza/cultura, que tan profundamente se halla inscrito en las ciencias y que tanto se ha popularizado mediante las palabras clave del lenguaje corriente (nota 2). Ciertas sociedades son incapaces de contraponer naturaleza y cultura. Un ejemplo extremo de esto lo presenta M. Strathern, “No Nature, no Culture: The Hagen Case”, _ibid_., pp. 174-222. Entre los hagen (Papuasia-Nueva Guinea) no existe la cultura en el sentido de conjunto de obras del hombre, ni tampoco una naturaleza que haya que domar y hacer productiva. Cuando el género se utiliza de manera diferenciadora, dialéctica, la distinción entre lo masculino y lo femenino siempre crea la noción de humanidad como el “telón de fondo de la similitud común”. Ni el hombre ni la mujer son capaces de representar a la “humanidad” como algo opuesto a la naturaleza, porque la distinción entre ambas se emplea para evaluar zonas donde la acción humana es creadora e individualizante. Para los hagen, todas las representaciones de dominación y de influencia entre los sexos están relacionadas con formas precisas de interacción humana y no con un proyecto de la humanidad respecto a un mundo inferior a lo humano.]
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+[^f91:] _Antropología_. La historia de esta palabra es curiosa. Cuando Aristóteles la emplea ( _Ética nicomaquea_, 1225 _a_ 5) significa “chisme”. Para los teólogos, desde Philo a Leibniz, significa otra cosa: la atribución de sentimientos o de motivos humanos a Dios, particularmente cuando se hace con toda humildad y con la conciencia de que el lenguaje metafórico es el único que puede traducir —si bien de forma ambigua— aquello que se quiere decir. En el siglo XVII, el término fue empleado para denominar una nueva ciencia _natural_ cuyo objeto era el _hombre_. En el siglo XIX, accede al rango de ciencia social; respecto a la evolución de la palabra, véase O. Marquard, “Anthropologie (philosophische)”, en J. Ritter, ed., _Historisches Wörterbuch der Philosophie, op. cit_. en la nota 3, pp. 362-374. Me inclino a pensar, como Jürgen Habermas, que la antropología como ciencia filosófica distinta sólo aparece después de la primera Guerra Mundial. Desde entonces, siempre ha empleado una terminología unisex, aun cuando la antropología enfoca su investigación en la distinción entre los hombres y las mujeres. Es imprescindible elaborar una epistemología moderna del género.]
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+[^f93:]_Diferenciación sexual del lenguaje_. Desde hace más de 10 años, en el sur de Alemania se ha estado realizando una gran investigación a fin de registrar la lengua que allí se utiliza actualmente; un informe preliminar apareció: Arno Ruoff, _Grundlagen und Methoden der Untersuchung gesprochener Sprache. Einführung in die Reihe Idiomalica_, Niemeyer, Tubinga, 1973. Fue una gran sorpresa para los investigadores descubrir que la principal variable es el género de la persona que habla (p. 247). “Die offenkundige Tatsache, dass sich zwischen Mann und Frau der in allen Bestimmungen gleichen Gruppen die stärksten sprachlichen Unterschiede zeigen, war für uns die _unerwarteste_ Feststellung.” Como lo indica el título, la obra de Barrie Thome y Nancy Henley, eds., _Language and Sex: Difference and Dominance_, Rowley, Mass., Newbury House, 1975, trata sobre la diferencia y la dominación. Respecto a algunos textos sobre el tema, véase Nancy Faires Conklin, “Toward a Feminist Analysis of Linguistic Behavior”, _The University of Michigan Papers in Women’s Studies_, I, núm. 1, 1974, pp. 51-73; respecto a la bibliografía reciente, consúltese Susan Philips, “Sex Differences and Language”, _Annual Review of Anthropology_, 9, 1980, pp. 523-544. Existe una antología de buenos textos en J. Orasanu, M. K. Slater y L. L. Adler, “Language, Sex and Gender”, _The Annual of the New York Academy of Sciences_, 327, 1970, así como en B. L. Dubois y I. Crouch, eds., _The Sociology of the Language of American Women: Proceedings of a Conference at San Antonio_, Trinity University Press, San Antonio, Texas, 1979. Mi primera introducción al tema se la debo a un joven amigo fallecido, Larry M. Grimes: _El tabú lingüístico: su naturaleza y función en el español popular de México_, CIDOC, Cuaderno núm. 64, Cuernavaca, CIDOC, 1971. Su obra es una mina de los vocablos tabú relacionados con el género en el español de México. La mayoría de los sociolingüistas ven la diferencia entre el habla masculina y el habla femenina “como un lingüista trata cualquier variedad de lenguaje”. Yo hago lo contrario. Parto del postulado de que esta diferencia es única, comparada con otras diferencias que los lingüistas exploran. Por experiencia sé que el habla vernácula está compuesta por dos formas distintas de expresión oral, y esto es verdad en todos los aspectos: entonación, gramática, vocabulario; temas principales de conversación y manera de tratarlos; ritmo de los silencios, sonidos no articulados, y miradas. Claro está que cito principalmente los textos que concuerdan con mi hipótesis, que por lo demás está fundada en mis propias observaciones.]
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+[^f94:] _Complementariedad de la palabra_. Hablo del “lenguaje de las mujeres” de la misma forma en que hablé ya del “trabajo de las mujeres”, pues no existe un término lingüístico que designe el habla del género. Respecto a la nomenclatura disponible, véase Joshua A. Fishman, “Some Basic Sociolinguistic Concepts”, _Sociology of Language_, Newbury House, Rowley, Mass., 1972, pp. 15-19. El habla respectiva de los géneros no es una variedad de “la” lengua, sino eso que la constituye fundamentalmente de modo complementario. Tratarla como una variedad de la lengua significa introducir automáticamente una norma agenérica, “unisex” y, al mismo tiempo, la idea de una desviación. También implica que existe de manera independiente, al igual que un dialecto; que cualquiera de las dos formas lingüísticas podría existir incluso en la ausencia de su complemento. Las mujeres comprenden el habla de los hombres, pues el habla femenina es su complemento, pero los hombres y las mujeres comprenden de manera distinta el habla de los primeros (notas 89 y 97) y viceversa. Nadie ha podido escuchar jamás una _lengua vernácula_ como tal; ésta es una elaboración del lingüista que describe el comportamiento de _humanos_ estáticos. La _lumen intellectualis_ del lingüista es la del _neutro científico_ (nota 52). Su proyector conceptual y su perspectiva centralizadora amortiguan la diferencia entre los géneros. La codificación y la ortografía jamás han cesado de imponer la forma masculina y de esta manera han categorizado como una desviación la forma de hablar que las mujeres siguen utilizando. Aun cuando la estandardización ha creado una forma de hablar única, mediante la cual hombres y mujeres se vuelven iguales, en la práctica las mujeres tienen un poco menos de igualdad. En las culturas vernáculas son raras las ocasiones en que los hombres y las mujeres hablan entre sí, por lo que no experimentan la desigualdad del habla. Una de las razones de la estandardización de una forma de habla, es la voluntad de crear un lenguaje mediante el cual los hombres y las mujeres puedan conversar como _humanos_. En la práctica, toda conversación mixta conducida en un lenguaje unisex está dominada por los hombres. Véase Don H. Zimmermann y Candace West, “Sex Roles, Interruption and Silence in Conversation”, en M. A. Lowrie y N. F. Conklin, eds., _A Pluralistic Nation: The Language Issue in the United States_, Newbury House, Rowley, Mass., 1978; consúltese también C. West, “Against Our Will: Male Interruptions of Females in Cross-Sex Conversation”, en Orasanu, Slater y Adler, _op. cit_. en la nota 92, pp. 81-100; M. Swacker, “Women’s Verbal Behavior at Learned and Professional Conferences”, en Dubois y Crouch, eds., _op. cit_. en la nota 92, pp. 155-160; B. Eakins y G. Eakins, “Verbal Turn Taking and Exchanges in Faculty Dialogue”, _ibid_., pp. 53-62.]
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+[^f95:] _El lenguaje de las mujeres_. La obra capital es: Otto Jespersen, _Language, It’s Nature, Development and Origin_, 1922 (traducción francesa, _Nature, évolution et origines du langage_, Payot, París, 1976, especialmente el capítulo 13: “Femmes”; véase también, de Jespersen, _The Philosophy of Grammar_, 1924 (traducción francesa: _La philosophie de la grammaire_, Éditions de Minuit, París, 1971). Ensayos representativos de la investigación: Antoine M. Badia Margarit, “Note sur le langage des femmes et la méthode d’enquête dialectologique (domaine aragonais)”, _Orbis_, 1, 1952, pp. 15-18; Karl Bouda, “Die tschuktschische Frauensprache”, _Orbis_, 2, 1953, pp. 33-34; Jacobus van Ginneken, “Mannen-en vrouwentaal”, _Onze Taaltuin_, 1934-1935, pp. 289-292 (sobre el empleo de los títulos o rangos en el dialecto de Drente, Holanda).]
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+[^f96:] _Subordinación del habla femenina_. El estudio de la dominación ha producido algunas observaciones fundamentales sobre el género. Nancy Faires Conklin, “The Language of the Majority: Women and American English”, en Lowrie y Conklin, eds., _A Pluralistic Nation, op. cit_. en la nota 94, pp. 222-237, afirma que “en toda comunidad existen normas distintas para el comportamiento de los hombres y el de las mujeres, sin exceptuar el comportamiento lingüístico. Hasta hace poco, la visión clásica de las comunidades lingüísticas en cuanto grupos uniformes de hablantes ha encubierto el rol del género en las variaciones de la lengua. En ciertas culturas, los hombres y las mujeres poseen lenguajes sensiblemente distintos: palabras diferentes para nombrar las cosas, una sintaxis diferente. A primera vista el inglés parece diferenciarse poco en relación con el sexo, pero las diferencias, aunque más sutiles, también podrían calificarse de sistemáticas”. Paradójicamente, estas diferencias, que son obvias incluso para los niños, actualmente constituyen un campo de descubrimiento lingüístico. Pero la cuestión primordial está en cuáles son, en la lengua inglesa contemporánea, las diferencias que representan _restos sobrevivientes de formas de expresión relacionadas con el género_, y cuáles son _reflejos del sexismo en el lenguaje_ (nota 101). El género parece subsistir _sistemáticamente_ en el lenguaje, aunque se le impongan cada vez más las formas unisex —en las cuales es siempre el habla masculina la que tiene primacía—.]
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+[^f97:] _El rol en el habla y el rol en la lengua_. En _Language and Sex, op. cit_. en la nota 92, Barrie Thorne hace hincapié en la influencia que en los estudios del lenguaje tiene la noción del _rol_. “Eufemísticamente, el término de ‘rol’ tiende a minimizar las diferencias de poder entre hombres y mujeres. Es significativo que la terminología de los roles, que tiende a implicar que se es ‘diferente pero igual’, no se emplea en relación con otras diferencias de poder: no hablamos de los roles raciales, o de los roles de clase … Es evidente que nos hace falta un vocabulario más exacto y más flexible para hablar de las diferencias sociales y culturales entre los sexos.” Este vocabulario técnico más exacto tendría que distinguir entre dos situaciones diferentes: el empleo del habla vernácula y el empleo de la lengua materna enseñada. En el primer caso, cada palabra tienen una resonancia diferente según cuál sea el género que habla. En el segundo caso, se emplea el mismo código del lenguaje inculcado; de manera característica, según el sexo social del género, masculino o femenino, que maneja el lenguaje. Y en el foro sin género de la lengua materna enseñada el habla del hombre siempre predomina.]
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+[^f98:] _El habla del género_. J. J. Ottenheimer, “Culture and Contact and Musical Style: Ethno-musicology in the Comore Islands”, _Ethnomusicology_, 14, 1970, pp. 458-462, explora el hecho de que las mujeres cantan canciones distintas de las de los hombres, y Karl Haiding, “Das Erzählen bei der Arbeit and die Arbeitsgruppe als Ort des Erzählens”, en G. Heilfurth y I. Weber-Kellerman, eds., _Arbeit und Volksleben. Deutscher Volkskundekongress 1965 in Marburg_, Otto Schwartz, Gotinga, 1967, pp. 292-302, observa que tradicionalmente los hombres y las mujeres no cuentan las mismas cosas, los mismos chistes. Tienen sus temas de conversación respectivos. Véase Roy Miller, _Japanese Language_, University of Chicago Press, Chicago, 1967, p. 289. Tal como lo muestra el mismo autor en “Levels of Speech _(keigo)_ and the Japanese Linguistic Response to Modernization”, en Donald H. Shively, ed., _Tradition and Modernization in Japanese Culture_, Princeton University Press, Princeton, N. J., 1971, pp. 661-667, ambos poseen modos de expresión orales diferentes. Una compleja línea de demarcación separa el habla masculina del habla femenina, que se distinguen claramente por partículas pospuestas diferentes (femenino: _wa_; masculino: _za, ya_). Las mujeres emplean el prefijo honorífico _o-_ delante de palabras que los hombres pronuncian directamente; por ejemplo, las mujeres dicen _o-mizu_ para referirse al agua. Ciertas palabras que designan la misma cosa no tienen ninguna relación etimológica: para decir “delicioso” las mujeres usan _oishi_ y los hombres _umaï_. Véase Richard Bauman y Joel Sherzer, eds., _Exploration in the Ethnography of Speaking_, Cambridge University Press, Nueva York, 1975.]
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+[^f99:] _El habla del género_. S. Harding, “Women and Words in a Spanish Village”, en R. Reiter, ed., _Toward an Anthropology of Women, op. cit_. en la nota 22, describe las estrategias que emplean las mujeres de una aldea española para participar en las conversaciones de los hombres, que habitualmente no las incluyen.]
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+[^f100:] _El habla del género_. Elinor Keenan, “Norm Makers, Norm Breakers: Use of Speech by Men and Women in a Malagasy Community”, en Bauman y Sherzer, _op. cit_. en la nota 98, pp. 125-143.]
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+[^f101:] _El habla del género_. La obra de Yvonne Verdier, _Façons de dire, façons de faire, op. cit_. en la nota 79 es un admirable modelo del enfoque adecuado para estudiar la complementariedad entre los modos de hablar de los géneros.]
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+[^f102:] _El habla del género_. Mary R. Haas, “Men’s and Women’s Speech in Koasati”, Language, 20, núm. 3, 1944, pp. 141-149.]
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+[^f103:] _Anastomosis_. Cuando hablo de la evolución, evito relacionarla con una teoría: darwiniana, lamarckiana, mendeliana, calificativos todos que al igual que “protestante” o “marxista” han perdido todo sentido. Aquí expongo la transformación que experimenta la cultura vernácula cuando se modifica la configuración del umbral entre los géneros, así como la del espacio-tiempo que ocupan sus ámbitos complementarios. Respecto a las dificultades de relacionar las modificaciones biológicas y las modificaciones culturales, véase Stephen Jay Gould, “‘The Ghost of Protagoras’: A Review of _The Evolution of Culture in Animals_, by John Tyler Bonner, and _Man, the Promising Primate_, by Peter J. Wilson”, _New York Review of Books_, enero 22, 1981, pp. 42-44. Sobre la historia del término “anastomosis” y la legitimidad de su empleo, véase el artículo correspondiente en _Trésor de la langue française, op. cit_. en la nota 3. Sobre la historiografía del “lamarckismo”, resulta útil la consulta de H. Graham Cannon, _Lamarck and Modern Genetics_, Greenwood, Manchester, 1975.]
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+[^f104:] _Anastosomosis_. Una organización análoga de formas de la plástica mexicanas (en este caso, estatuillas de barro cocido), con sus vueltas y atajos, sus serpenteos y desdoblamientos, se encuentra en Eduardo Noguera, _La cerámica arqueológica de Mesoamérica_, UNAM, Instituto de Investigaciones Antropólogicas, México, 1975.]
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+[^f105:] _Abandono del género: signo de plagas_. Muchas crónicas medievales señalan que uno de los principales signos de la llegada de una calamidad era el hecho de que se veía a los hombres realizar tareas de mujeres, y viceversa. La gravedad de tal cosa equivalía a lo que en los relatos de las hambrunas se contaba sobre los sobrevivientes que habían tenido que alimentarse con gatos, perros, ratas y raíces, cuando el hombre se había vuelto lobo del hombre. La desaparición de la línea divisoria de los géneros, la transformación de lo incomible en alimento y el surgimiento del individualismo económico son, tomados en conjunto, los signos del hundimiento de la sociedad y la aparición del régimen de la escasez. Es esto lo que describe, por haberlo observado en nuestros tiempos, Raymond Firth en _Social Change in Tikopia_, Macmillan, Nueva York, 1959. En una isla del Pacífico, la hambruna al principio refuerza la solidaridad entre las familias. Las reglas generales que gobiernan las culturas primitivas que Chayanov observó, y más recientemente, Marshall Sahlins en _Stone Age Economics_, Aldine, Chicago, 1972 (traducción francesa: _Âge de pierre, âge d’abondance_, Gallimard, París, 1976), permanecen intactas: al contrario de la escasez (nota 11), la _penuria_ estrecha los lazos sociales y refuerza la regla de que los alimentos solamente se pueden compartir, jamás intercambiar. En la primera etapa de la hambruna, las familias rivalizan más que nunca antes en su generosidad. En la segunda etapa aparecen los primeros signos de la hipocresía: la gente comienza a acumular los víveres en secreto, éstos no se comparten más que con los miembros de la familia. Y cuando inclusive esta repartición cesa, el tejido vernáculo se rompe: nace el _homo œconomicus_, el individuo envidioso. Hasta esta tercera etapa, el abandono del género es pasajero; más allá, el sexo triunfa sobre el género.]
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+[^f106:] _Intrusión en el otro ámbito del género_. Véanse por ejemplo las obras citadas en la nota 70. Estas transgresiones individuales causadas por necesidades materiales deben distinguirse del descuido de los deberes del género que el _charivari_ (nota 80) castiga, y del traspaso deliberado de la frontera del género por motivos de “rango”. En ciertos lugares y ciertas épocas, cabalgar con los hombres hacía de una mujer una “dama”. Esta transgresión ocasional era más fácil para las élites (nota 72).]
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+[^f107:] _Violación política de la frontera del género_. La violación es siempre un acto “político”. El caso aquí es muy diferente de la _pérdida_ individual del género; por ejemplo, el castigo que despoja a los guayaki de su género, registrado por Pierre Clastres (nota 69); del _abandono_ del género por causa de la guerra, de la hambruna, de la peste; del _derrumbamiento_ del género, que coincide con la desaparición de una cultura (nota 105); de la _intrusión_ ocasional en el ámbito opuesto (nota 106). Llamo “políticas” a aquellas infracciones que constituyen un asalto simbólico contra el orden establecido. Se pueden dividir en tres categorías: _1)_ la provocación: la de las mujeres bemba que abandonan colectivamente las chozas y los hijos, dejándolo todo al cuidado de los hombres a fin de escarmentarlos (véase Richards, nota 68); o incluso, en las estructuras patriarcales, las muchas maneras que las mujeres tienen de imitar, de mofarse y de humillar a los hombres a fin de volver a equilibrar el poder; al respecto se pueden encontrar buenos ejemplos en Natalie Zemon Davis, _Society and Culture in Early Modern France_, Stanford University Press, Palo Alto, California, 1975, especialmente el capítulo 5: “Women on Top”, pp. 124-150. _2)_ El acto de ridiculizar la invasión de la cultura local por la civilización burguesa. En esto se ve una utilización política del travestismo que ocurre en los comienzos del desarrollo capitalista: hombres y mujeres, que recientemente han entrado a formar parte de la mano de obra industrial, intentan preservar su economía genérica mediante diversas formas de protesta simbólicas. _3)_ El tercer tipo de transgresión política no viola la frontera entre los géneros sino la división de los sexos. La pornografía, al menos desde Sade, y gran parte de las manifestaciones de los movimientos homosexuales y feministas parece entrar en esta categoría del travestismo. Hasta hace poco tiempo, el carnaval y sus travestismos duales servían para rememorar periódicamente la cesura entre la economía moral del pueblo y la invasión de la economía comercial. Para un ejemplo de nuestros tiempos, véase Gerald Sider, “Christmas Mumming and the New Year in Outport New-foundland”, _Past and Present_, 71, mayo, 1976, pp. 102-125.]
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+[^f108:] _Función de la burla_. El estudio del travestismo en el carnaval muestra perfectamente que la burla ritual conserva _intacta_ la línea de separación de los géneros. Los chistes, los dichos, los proverbios y los acertijos tienen la misma función.]
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+[^f109:] _El lenguaje del travestismo_. El lenguaje moderno amalgama el género y el sexo (véase la nota 7), creando así la imagen de individuos desprovistos de género que poseen una libido desprovista de género, y que durante su existencia escogen entre diversas formas características. En este lenguaje nuevo se habla del _transexual_, el individuo que cree ser del sexo opuesto al propio, y del _travestido_, quien obtiene satisfacción sexual al adoptar el vestido y/o el comportamiento del otro sexo. También se habla de las tendencias a adoptar formas de comportamiento unisex que disimulan frecuentemente un imaginario sexista o feminosexista inconsciente. Una historia de la transgresión, que debe describir los tipos mencionados en las notas 105 a 108, por lo general se ubica en la perspectiva del sexólogo social; su lenguaje, que ignora el género, parece por ende “natural”. Pero tal óptica necesariamente deforma la realidad y el sentido de los documentos que pretende interpretar. Respecto a la bibliografía, tan extensa como confusa, sobre el tema, véase Vern L. Bullough _et al., An Annotated Bibliography of Homosexuality_, 2 volúmenes, Garland, Nueva York, 1976, particularmente el volumen 1, pp. 37-67 (sobre la historia), y el volumen 2, pp. 351-384 (sobre el travestismo y el transexualismo); del mismo autor, “Transvestites in the Middle Ages”, _The American Journal of Sociology_, 79, núm. 6, 1974, pp. 1381-1394. Sobre la mujer travesti en la tradición cristiana, véase John Anson, “The Female Transvestite in Early Monasticism: The Origin and Development of a Motive”, _Viator_, 5, 1974, pp. 1-32; Marie Delcourt, “Le complexe de Diane dans l’hagiographie chrétienne”, _Revue de l’histoire des religions_, 153, 1958, pp. 1-33; Marina Warner, _Joan of Arc_, Knopf, Nueva York, 1981.]
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+[^f110:] _La historia del heterosexual_. El término _homosexual_ figura en el _Oxford English Dictionary_; el término _heterosexual_ únicamente se encuentra en su suplemento. En inglés, los dos vocablos aparecen en 1890. En francés, la fecha de su aparición varía según las fuentes, pero también se puede ubicar a finales de ese siglo. Sin embargo hay que observar que el suplemento del _Nouveau Larousse illustré_, París, 1907, registra al homosexual pero no al heterosexual. En 1957, el _Wolfenden Report_, destinado al Parlamento Británico, claramente distinguía entre la propensión a la homosexualidad y el comportamiento homosexual. Ambos aspectos tienen su historia en las sociedades occidentales, y por primera vez fueron cuidadosamente distinguidos por D. S. Baily, _Homosexuality and the Christian Western Tradition_, Longman, Londres, 1955. Intentó diferenciarlos con claridad y precisión, hablando de “homosexualismo” para designar la conducta y de “homosexualidad” para el temperamento desviado. El descubrimiento histórico del homosexual como un tipo particular de ser humano fue expuesto en una obra reciente de John Boswell, _Christianity, Social Tolerance and Homosexuality: Gay People in Western Europe from the Beginning of the Christian Era to the Fourteenth Century_, University of Chicago Press, Chicago, 1979. Para una respuesta crítica a su tesis, véase J. D. Adams, _Speculum_, 56, núm. 2, 1981, pp. 350-355; Peter Linehan, _The Times Literary Supplement_, enero 23, 1981, p. 73; Keith Thomas, _The New York Review of Books_, diciembre 4, 1980, pp. 26-29. Sobre la historia de la percepción de algunas mujeres como _lesbianas_, véase Lillian Faderman, _Surpassing the Love of Men: Romantic Friendship and Love between Women from the Renaissance to the Present_, Morrow, Nueva York, 1981, especialmente la bibliografía, pp. 417-480. Carrol Smith-Rosenberg, “The Female World of Love and Ritual: Relations between Women in Nineteenth-Century America”, en N. Cott y E. Pleck, eds., _A Heritage of Her Own_, Simon and Schuster, Nueva York, 1979, piensa que entre las mujeres norteamericanas el contacto físico no se cristalizó como una forma aberrante de actividad sexual hasta finales del siglo XIX. Véase también _Frontiers: A Journal of Women’s Studies_, 4, núm. 3, 1979, número especial sobre la historia del lesbianismo. Paralelamente a esta historia del _desviado_, marcada por la exclusión, actualmente se tendría que escribir una historia del _humano normal_, del heterosexual. Mientras no se conozca mejor la ortopedia conceptual que antecede la construcción social del heterosexual, masculino o femenino, no se podrá comprender el carácter _económico_ de la pareja conyugal y de nuestra sociedad sujeta a la producción mercantil.]
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+[^f111:] _Sodomía y herejía. Pecado_ contra Dios o _crimen_ entre los hombres, la sodomía sucesivamente se convierte en _herejía_ (separación del cuerpo de la Iglesia): una nueva actitud respecto a la desviación se hace patente. Hasta entonces, la herejía se relacionaba con la negación pública de una doctrina formulada por la Iglesia, o con el rechazo a cumplir con actos rituales prescritos por ésta. Con bastante frecuencia herejía y cisma (separación administrativa respecto a Roma) se confundían. La herejía era contraria a la ortodoxia católica, a la fe, a las creencias. Después el término progresivamente vino a designar una conducta contraria a los preceptos religiosos, al comportamiento estandardizado por la Iglesia. A partir de entonces, todo cristiano que observara sus usos y costumbres vernáculas, tradicionales, podía ser acusado de herejía si contradecía las normas de comportamiento de la Iglesia. Respecto a esta transformación de la herejía, véanse las actas de una conferencia: “Sénéfiance 5”, _Exclus et systèmes d’exclusion dans la littérature et la civilisation médiévales_, CUERMA; Aix-en-Provence, Champion, París, 1978, y V. Branca, _Studi sulle eresie del secolo XII, Studi Storici_, Roma, 5, 2a edición aumentada, 1975, pp. 293-327. Respecto al estado actual de la investigación sobre la participación de las mujeres en la herejía cátara del siglo XII, véase Richard Abels y Ellen Harrison, “The Participation of Women in Languedocian Catharism”, _Medieval Studies_, 41, 1979, pp. 215-251.]
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+[^f112:] _Asistencia institucional_. John McKnight dice que la asistencia institucional es la “máscara del amor”. Para mí, la transformación de la solicitud cristiana de la “caridad” en asistencia pública es un caso histórico único. Una sociedad hiperproductora de mercancías necesariamente tiene que ser hiperproductora de asistencias. El ciudadano es necesario sobre todo como objeto de la asistencia que prodigan aquellos que se han adjudicado el monopolio radical de ésta (nota 9). En una sociedad así, la necesidad de la asistencia institucional es la base misma de las profesiones mutilantes (nota 60) y de la ayuda mutua “dirigida”. Bajo el régimen del sexo, la asistencia institucional sustituye al amor y al odio. Tal solicitud equivale al “amor” desprovisto de género. En la alta Edad Media, el cura es quien cuida a las almas (del latín _curare_, cuidar). El término aparece en la Iglesia de Occidente durante la reforma carolingia, para designar aquel a quien el obispo confía una parroquia; véase Maria Bidlingmaier, “Alkuin zwischen Antike und Mittelalter”, _Zeitschrift für Katholische Theologie_, 81, 1959, pp. 306-350 y 405-453. En el Oriente cristiano, el sacerdote jamás se convirtió en cura: allí su tarea primordial seguía siendo la celebración de la Eucaristía, no la administración de los sacramentos. Al principio de la Edad Media, la impartición de bendiciones todavía dan mucho quehacer al cura occidental: A. Franz, _Die Kirchlichen Benediktionen im Mittelalter_, 2 volúmenes, Friburgo, 1909; H. Reifenberg, _Sakramente, Sakramentalien und Ritualien im Bistum Mainz seit dem Spätmittelalter: unter besonderer Berücksichtigung der Diöizesen Würzburg und Bamberg_, Münster, 1971-1972. La evolución de la teología sacramental (una teología técnica), que se inicia en el siglo XI, corre paralelamente con la evolución de una actitud de apertura a otras técnicas nuevas; la Iglesia oriental ha resistido ambas tendencias. Por ejemplo, novedades mecánicas increíblemente complejas —el órgano y, en el campanario, el reloj— en Occidente se convirtieron en símbolos del nuevo rostro de la “iglesia del cura”; el Oriente por su lado las rechaza; véase Lynn White, Jr., “Cultural Climates and Technological Advances in the Middle Ages”, _Viator_, 2, 1971, pp. 171-201, y Ernst Benz, “I fondamenti cristiani della tecnica occidentale”, _Tecnica, Escatologia e Casistica_, Roma, 1964, pp. 47-88. A partir de entonces, el cura cuidará a sus ovejas bajo la égida de la técnica —prefiguración de múltiples asistencias institucionales modernas—. Sobre la transformación de las actitudes en relación con la técnica durante el segundo cuarto del siglo XII, en este volumen, _El trabajo fantasma_, en la nota 1, “La investigación convivencial”.]
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+[^f113:] _Alma Mater_. El monopolio de la asistencia médica por los profesionales (nota 112) se da junto con la redefinición de la institución “tutelar”: la Madre Iglesia (el _Alma Mater_, la madre cuyos pechos prodigan leche). La noción de una institución universal en cuyo seno han de beber todos los que buscan la salvación se remonta a los primeros tiempos del cristianismo. Aparece por vez primera en los escritos de Marción el gnóstico, hacia el año 155. No obstante, ni la imaginería gnóstica ni el panteón pagano entran en la formación de esta idea; al respecto véase Joseph C. Plumpe, _Mater Ecclesia: An Inquiry into the Concept of the Church as Mother in Early Christianity_, Catholic University of America Press, Washington, 1943. Tampoco se puede vincular la noción al culto de la “diosa madre” de la Roma imperial, _ibid_., pp. 9-14, 28-32. En un principio, la Iglesia romana rechazó la identificación con esta imagen. No era la Iglesia, sino el amor cristiano lo que se definía como maternal, como un amor que engendraba una nueva vida. Pero al final del siglo III y en el siglo IV aparecen muchas referencias a la Iglesia “madre” en los textos de los Padres de la Iglesia: ésta es _fecunda, concipit, generat, parturit_, puede abortar, amamantar a quienes recoge en su seno; experimentar placer, exaltación, tristeza; llora y suspira. Los cristianos beben la leche de la fe de sus pechos. En el siglo v, los obispos tenían a su cargo la _educatio prolis_, la educación de los cristianos —el término _educatio_, en el latín clásico, es una función femenina únicamente—. Véase también Sebastian Tromp, “Ecclesia sponsa, virgo, mater”, en _Gregorianum_, 18, 1937, pp. 3-29. Respecto a la evolución posterior de la imagen, véase Karl Delahaye, _Ecclesia Mater chez les Pères des trois premiers siècles_, Cerf, París, 1964; en la introducción de esta obra, Yves Congar habla del cambio en la utilización de esta imagen de la madre durante la alta Edad Media. El término ya no se empleará para designar las características vivificadoras del amor mutuo entre los cristianos, sino que servirá para justificar jurídicamente la autoridad de la Iglesia institucional cuando ejerce el control sobre las fuentes de la vida. El cura es el guardián de los pechos de la Iglesia: así, la Iglesia se convierte en el modelo de una institución social descrita como una mujer cuyos favores sólo pueden obtenerse por mediación clerical. Ciertamente, en muchas culturas las diosas madres se simbolizan mediante estatuas, grutas, montañas y pozos. Ciertamente, la definición del hombre como niño abandonado es típicamente griega: E. Pöhlmann, “Der Mensch-das Mängelwesen? Zum Nachwirken antiker Anthropologie bei Arnold Gehlen”, _Archiv für Kulturgeschichte_, 52, 1970, pp. 297-312. La Antigüedad clásica describía a la naturaleza como una madrastra forzada por su mezquindad a adoptar la cultura. Pero la correlación en términos de lactación entre el profesionista dispensador de cuidados y la asistencia institucionalizada corresponde a la occidentalización de la cultura europea (nota 5).]
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+[^f114:] _El pecado_. El sacramento de la penitencia que se administra en forma de una confesión secreta obligatoria y anual es una de las manifestaciones claras de la transición a una _sociedad de la asistencia institucional_. De la penitencia pública relacionada con los crímenes notorios se pasa a la confesión de los pecados secretos, y de esta manera la Iglesia se otorga el poder de reglamentar los comportamientos privados: Jean-Charles Payen, “La pénitence dans le contexte culturel des XIIe et XIIIe siècles”, _Revue des sciences philosophiques et théologiques_, 61, 1977, pp. 300 y ss. Dicta oficialmente leyes que gobiernan las relaciones sexuales: dónde, en qué momento, con qué frecuencia y en cuáles circunstancias deben tener lugar; cosas todas que hasta entonces habían sido determinadas por la honestidad local y circunscritas por el _pané_ o el _tabú_ heredados. Este conflicto entre la honestidad vernácula y la ley de la Iglesia fue particularmente bien registrado en diversos textos durante la cristianización de Islandia. Los misioneros llegaron allí con relativa tardanza, cuando las reglas de la Iglesia respecto a la cuestión ya habían cristalizado. Sobre la sustitución de la penitencia pública por la confesión privada, el estudio más sólido es el de Herbert Vorgrimmler, “Busse und Krankensalbung”, 4, fasc. 3, en _Handbuch der Dogmengeschichte_, Friburgo,1978, esp. pp. 89-112. Sobre los libros penitenciales de la época, la mejor obra sigue siendo la de J. Wasserschleben, _Die Bussordnung in der abendländischen Kirche_, 1851; reimpreso por Graz, ed., Akademische Verlagsanstalt, 1958. Las plegarias litúrgicas se decían en latín, pero la confesión se hacía obligatoriamente en lengua vernácula; véase H. Eggers, “Die altdeutschen Beichten”, _Beiträge zur Geschichte der deutschen Sprache und Literatur_, 77, Niemeyer, Halle,1955, pp. 81, 89-123 y 1959, pp. 78-122. Véase también Jenny M. Jochens, “The Church and Sexuality in Medieval Iceland”, _Journal of Medieval History_, 6, 1980, pp. 377-392, y Elizabeth M. Makowski, “The Conjugal Debat and Medieval Canon Law”, _Journal of Medieval History_, 3, 1977, pp. 99-114. Los esfuerzos desplegados por la Iglesia para enseñar a los fieles a realizar su confesión anual pueden verse como un primer intento de inaugurar una educación individual, aunque universal, y un primer intento de proporcionar al fiel una prestación medica anual, absolutamente indispensable para la salvación de su alma. Los documentos de la época subrayan _medicina_. Esta asistencia “médica” que la Iglesia inauguraba transformó el lenguaje de los médicos; véase J. Agrimi y C. Crisciani, _Medicina del corpore, medicina dell’anima: Note sul sapere del medico fino all’inizio del secolo XIII_, Episteme, Milán, 1978.]
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+[^f115:] _La conciencia_. Aquí, la conciencia es la interiorización por parte del ser humano de aquello que lo guía y juzga en la época en la que el tipo ideal es lo inverso del sentido de la honestidad vernácula que impone el género (nota 81). El llamado “proceso de civilización” se pone en marcha gracias a otro desarrollo, que se puede denominar de la “concientización”. Este término fue acuñado en Brasil para designar una especie de formación política de los adultos que buscaba que se responsabilizaran de sus propios asuntos, instrucción organizada principalmente por sacerdotes que popularizaron las categorías marxistas con el propósito de ayudar a los pobres a descubrir que son “humanos” (nota 4). Históricamente, el término sería apropiado para definir una empresa que la Iglesia configuró mediante la institucionalización del sacramento de la penitencia, una empresa que ha tenido una posteridad técnica variada. Yo denomino concientización a todos los rituales elaborados e impuestos con el fin de hacer interiorizar una idea religiosa o profana. La concientización consiste en la colonización y la estandardización de la honestidad y el honor vernáculos, mediante un conjunto de reglas institucionales “católicas” (es decir, universalmente humanas). Me atrevo a decir que en la alta Edad Media constituyó una perversión de la idea cristiana original de reforma. Los primeros cristianos veían en la reforma, en cuanto intento de renovación del mundo mediante la conversión personal, la vocación que los colocaba en un lugar aparte; véase al respecto Gerhart Ladner, _The Idea of Reform_, Gannon, Santa Fe, Nuevo México, 1970. Los cristianos daban al término _reforma_ un contenido enteramente nuevo; no era ni _1)_ la nostalgia de un paraíso perdido, ni _2)_ una utopía milenarista, ni _3)_ un “renacimiento” periódico que concordaba con el de la naturaleza. Estos tres sentidos eran conocidos en la Antigüedad, así como la salvación personal mediante la participación en los “misterios”, pero no se corresponden en absoluto con la idea cristiana de “reforma”. Ésta encontró una de sus expresiones concretas en las primeras prácticas penitenciales. Tales prácticas se reservaban para los hombres, conversos o hijos de conversos, que habían reincidido en formas de violencia que las conveniencias paganas podían haber exigido de ellos, pero que eran parte del mundo que habían prometido abandonar cuando recibieron el bautismo. Al aceptar públicamente un ritual penitencial, daban testimonio público de su reforma interior. En el confesonario la contrición íntima, secreta, y el compromiso de enmienda que la solicitud pastoral había comenzado a inculcar, remplazó a la declaración pública y precisa de las faltas. El “tribunal interno” requería una evaluación cuantitativa en el más allá. Sobre esta mutación cultural de la vida futura, véase Gilbert Chiffoleau, _La comptabilité de l’au-delà: Les hommes, la mort et la religion dans la région d’Avignon à la fin du Moyen Âge_, École Française de Rome, Roma, 1980; difusión en Francia: De Boc-card. Jacques Le Goff, _La Naissance du Purgatoire_, Gallimard, París, 1981, rememora el descubrimiento de un tercer criterio apropiado para este fin, situado entre el Paraíso y el Infierno, que visitaron en sueños ciertos individuos excepcionales (hacia 1220). Sobre la evolución de las representaciones pictóricas de los “tres pisos” del mundo medieval cristiano, véase J. Baltrusaitis, _Cosmographie chrétienne dans l’art du Moyen Âge_, Gazette des Beaux-Arts, París, 1939. La práctica de la confesión introdujo la distinción entre el pecado ( _culpa_, la falta) que conduciría al Infierno si no recibía el perdón sacramental del sacerdote, y el castigo de este pecado, que el perdón no modificaba. Este castigo mensurable de un pecado que ya se ha perdonado puede ser infligido por Dios en la forma de una enfermedad o de un desastre, o ser conmutado eclesiásticamente por la Iglesia mediante la participación en una cruzada, una peregrinación y, posteriormente, por donativos en efectivo. Desde finales del siglo XII, este castigo será experimentado en un nuevo lugar, el Purgatorio, en el caso de que no lo haya sido en el mundo. Así, la gente podía tener la conciencia purificada por la confesión y, al mismo tiempo, torturada por el temor perpetuo del castigo que aún habría de experimentar. Esta evolución separó un poco más todavía a la Iglesia occidental de la Iglesia griega ortodoxa, que rechazó la invención del purgatorio; véase Gilbert Dagron, “La perception d’une différence: les débuts de la querelle du Purgatoire”, _Actes du xe Congrès International d’Études Byzantines_, Atenas, 1979.]
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+[^f116:] _La Madona_. La transformación de la Madre Iglesia, que pasa de ser símbolo del amor fértil a ser el símbolo del monopolio de la lactancia (nota 113), se duplica con la modificación de la imagen representativa de la devoción mariana: se pasa del icono de la _Theotokos_ (en griego: “quien engendra a Dios”) al ídolo de la Madona; de la inmensa mujer sobre un fondo de oro en el mosaico de la ábside, a la dama pintada “en perspectiva”. Esta transición simboliza la distancia que comienza a separar a Europa occidental del Oriente cristiano (véanse las notas 112 y 115). Al igual que los caminos recorridos por la “asistencia” (nota 112), la herejía (nota 111) y la conciencia (nota 115), esta transición a otra imagen de María nos permite seguir la pista de la “occidentalización” de Europa (nota 5). Sería un error asignar una fecha a estas transformaciones; no se producen en todas partes en el mismo momento. Son menos visible en los países protestantes que en los países católicos. Y sería ridículo decir que cualquiera de estas transformaciones representó dejar atrás un paraíso perdido, o que el siglo XII marca el fin de un periodo edénico; si centro mi interés en esta época es porque la conozco bien. Finalmente, hay que cuidarse de ver en la “dama” de los trovadores una versión renacentista de la Madona, o en la “feminidad victoriana” una versión profana. No hago estas advertencias sino para subrayar el interés de la obra de Marina Warner, _Alone of All Her Sex: The Myth and the Cult of the Virgin Mary_, Knopf, Nueva York, 1976, que intenta leer la evolución de las actitudes relacionadas con el género en las representaciones de la Virgen. Marina Warner estudia principalmente las obras maestras del arte religioso. Un enfoque paralelo consistiría en estudiar las imágenes de María que provienen de la piedad popular (nota 117).]
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+[^f117:] _La piedad popular_. El estudio de la piedad popular es distinto del estudio de la religión al que se dedican las ciencias religiosas. En esto se puede encontrar la misma diferencia que existe entre el estudio del habla genérica y el del lenguaje sexuado (nota 101). La piedad popular consiste en todas las oraciones y devociones, todos los rituales, todas las bendiciones y las canciones que expresan los sentimientos vernáculos y las actitudes vernáculas, y en todos y todas el género aparece. Mi guía en el estudio de la piedad popular, principalmente en Europa, ha sido Lenz Kriss-Rettenbeck, _Bilder und Zeichen religiösen Volksglaubens_, Callwey, Munich, 1977, y del mismo autor, en colaboración con Liselotte Hansmann, _Amulett und Talisman: Erscheinungsformen und Geschichte_, Callwey, Munich, 1976. El autor investiga la forma, el contenido y el significado de la piedad _(Frömmigkeit)_ interpretando los exvotos, los objetos piadosos _(Andachtsbilder)_, los gestos, los amuletos y los talismanes. Distingue cuidadosamente entre _piedad_ y _magia_ o _superstición_. La magia no es ni una forma antigua ni una parte de la religión o de la ciencia, y tampoco es importante en la devoción popular. Es un acto de dominación simbólico. La “superstición”, en el sentido medieval, no reside en las “estúpidas creencias de las viejas”, sino en el rechazo a servir a Dios y en el ingreso al campo de su enemigo, el Diablo. Sobre la transformación de la _realidad social de la superstición_, que de ser una perversión medieval de la religión se convierte en el siglo XVIII en una perversión del sentido común, véase Dieter Harmening, _Superstitio: Überlieferungs und theoriegeschichtliche Untersuchungen zur kirchlich-theologischen Aberglaubensliteratur des Mittelalters_, Erich Schmidt Verlag, Berlín, 1979. La gran limpia gótica que vació las catedrales suscitó una extraña unión entre la superstición y la magia. Al teólogo y al filósofo del Renacimiento les fascinan la caza de las brujas. Esto por dos razones: _1)_ el fenómeno era de por sí nuevo; _2)_ la brujería y la nueva ciencia que la persigue tienen en común la conjugación de dos aspiraciones: poseer poderes e independizarse de Dios. En el contexto de mi argumento, la historia de la brujería y la de la ciencia contribuyen al estudio del sexo, mientras que al intentar comprender la piedad popular, es posible obtener una visión privilegiada del género. Para un estudio de la piedad popular, véase Raoul Manselli, “Simbolismo magia nell’Alto Medioevo”, en su obra _Simboli e simbologia nell’Alto Medioevo_, Sede del Centro, Espoleto, 1976, pp. 293-329, y _La religion populaire au Moyen Âge: Problèmes de méthode et d’histoire_, Vrin, París, 1975, así como J. Toussaert, _Le Sentiment religieux en Flandre à la fin du Moyen Âge_, Plon, París, 1963. Hay útiles referencias (especialmente sobre la penitencia y la contrición) en Jean-Charles Payen, _Le motif du repentir dans la littérature française médiévale, des origines à 1230_, Droz, Ginebra, 1968. Una obra monumental, con frecuencia irremplazable en el estudio de la devoción en el marco de la fe católica, es el _Dictionnaire de spiritualité, ascétique et mystique, doctrine et histoire_, Beauchesne, París, al que se dio inicio en 1932 gracias a la iniciativa de Marcel Viller y cuya publicación prosigue (ha llegado al volumen X, fasc. 67, 3, letra M, y acaso se terminará al final del siglo). Los vínculos entre el cura y la piedad de sus fieles se exponen con claridad en Etienne Delaruelle, _La piété populaire au Moyen Âge_, Bottega d’Erasmo, Turín, 1975. No pude utilizar dos obras muy recientes: M. Ménard, _Une histoire des mentalités religieuses aux XVIIe et XVIIIe siècles: Mille retables de l’ancien diocèse du Mans_, Beauchesne, París, 1981, y Marie-Hélène Froeschlé-Chopard, _La religion populaire en Provence orientale au XVIIIe siècle_, Beauchesne, París, 1980. Si estimo que es muy importante la investigación en torno a la piedad popular en el siglo XIX, es porque en este periodo los símbolos religiosos fueron utilizados por la Iglesia para bendecir una nueva visión del mundo, una visión sexuada. Esto es lo que muestra, por ejemplo, Gottfried Korff, en “Heiligenverehrung und soziale Frage: zur Ideologisierung der populären Frömmigkeit im spaten 19. Jh”, en G. Wiegelmann ed., _Kultureller Wandel im 19. Jh_., Van den Hoeck and Ruprecht, Gotinga, 1973, pp. 102-111, y también en, “Bemerkungen zum politischen Heiligenkult im 19. und 20. Jahrhundert”, en Günther Stephenson, ed., _Der Religionswandel unserer Zeit im Spiegel der Religionswissenschaft_, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1976, pp. 217-230. Puesto que la penetración de la ideología impuesta por la Iglesia en la religiosidad popular es un tema que me interesa, presidí la constitución de una colección de documentos sobre la piedad popular en América Latina desde 1820; esta colección, dirigida por Valentina Borremans, se encuentra actualmente en la biblioteca de El Colegio de México, Carretera Picacho-Ajusco, Bosques del Pedregal, México, D. F. Ha sido parcialmente registrada en microfilms por Inter Documentation Company, de Leiden (Holanda).]
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+[^f118:] _El Diablo_. El estudio iconográfico del Diablo, de los demonios y de los zoomorfos es una manera de reconstituir la imagen de la mujer en la época: “Sénéfiance 6”, _Le Diable au Moyen Âge (doctrine, problèmes moraux, représentations_), coloquio, marzo de 1978, Aix-en-Provence; Champion, París, 1979. Sobre los animales sagrados y diabólicos, sigue siendo útil la obra de W. von Blankenburg, _Heilige und dämonische Tiere_, Koehler, Leipzig, 1942; véase también Dietrich Schmidtke, _Geistliche Tierinterpretationen in der deutschsprachigen Literatur des Mittelalters 1100-1500_, tesis, Berlín, 1968, especialmente pp. 208 y ss. Para la correlación entre las representaciones animales y la imaginería del periodo, véase J. Baltrusaitis, _Le Moyen Âge fantastique: Antiquités et exotismes dans l’art gothique_, Flammarion, París, 1981, nueva edición aumentada; 1a édition: 1955. Sobre la supervivencia de los dioses antiguos en la forma de demonios, véase M. Th. d’Alverny, “Survivance de la magie antique”, _Antike und Orient im Mittelalter_, Miscellanea Mediaevalia I, 1962, pp. 155-178 y, para la bibliografía sobre el tema, J. Seznec, _La survivance des dieux antiques_, Warburg Institute, Londres, 1940; véase también A. A. Barb, “The Survival of Magic Arts”, en Arnaldo Momigliano, ed., _The Conflict between Paganism and Christianity in the Fourth Century_, Clarendon Press, Oxford, 1964, pp. 100-125. Sobre el “estatus social” de los animales, véase J. Vartier, _Les procès d’animaux du Moyen Âge à nos jours_, Hachette, París, 1970. En torno a la imagen medieval de la mujer, véase el número especial de _Cahiers de civilisation médiévale_, 20, 1977, especialmente Jean Verdon, “Les sources de l’histoire de la femme en Occident aux Xe et XIIIe siècles”, y Chiara Frugoni, “L’iconographie de la femme au cours des Xe-XIIe siècles”, pp. 177-187, cuya conclusión es de notar: “… la iconografía de la mujer es la iconografía de una ausencia”. Respecto a Eva, véase E. Guldan, _Eva und Maria: eine Antithese als Bildmotiv_, Böhlau, Colonia, 1966.]
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+[^f119:] _La bruja_. La bruja, personaje histórico, aparece cuando las gárgolas abandonan las torres de las catedrales, y desaparece hacia el fin de la Ilustración; es típica del periodo del género dislocado (nota 120). La bruja conoce las hierbas, realiza abortos, puede ser maga o exorcista o adivina, o incluso, lo cual suele ser lo más frecuente, ser sólo una pobre anciana; pero ante todo su figura es el resumen de la mujer que protesta contra la pérdida del género vernáculo. No es la sacerdotisa de una divinidad local, ni la devota de un ídolo: está asociada al Diablo cristiano, que es tan católico como el Dios al que combate. Los compañeros de la bruja no son espíritus vernáculos que el agua bendita pasó por alto, sino los zoomorfos y los demonios asociados desde ese momento con Satanás. En todos los lugares donde el proceso civilizador se esfuerza en imponer una frontera sintética entre los géneros, aparece la bruja (y también el brujo). Robert Muchembled, _Culture populaire et culture des élites dans la France moderne, XVe-XVIIIe siècles_, Flammarion, París, 1978, muestra la relación entre la brujería y la represión de la subsistencia local por el Estado-nación que se está constituyendo. Jean Delumeau, _La peur en Occident, XIVe-XVIIIe siècles_, Fayard, París, 1968, estudia _quién_ temía _qué_ y _cuándo_, y las expresiones que asumía el temor en las comunidades. Es una nueva forma de temor que se generaliza conforme desaparecen las referencias de la experiencia constituidas por las fronteras del género y que exige símbolos abstractos, siendo _la_ mujer el más importante. La bruja es una reacción característica del género ante la desaparición de la subsistencia local; esto lo pude entrever por vez primera en la obra de Julio Caro Baroja, _Las brujas y su mundo_, Madrid, 1961, traducción francesa: _Les Sorcières et leur monde_, Gallimard, París, 1972.]
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+[^f120:] _La civilización del género dislocado_. Ludolf Kuchenbuch (véanse las notas 73 y 77) es mi guía en la cuestión de la civilización del género dislocado que dominó Occidente entre los siglos XI y XVIII. Designo así la segunda de las cuatro etapas de la formación de la pareja “sexuada” de nuestros tiempos, y la función económica de la pareja en el hogar. _1)_ Durante gran parte del periodo medieval, la unión conyugal no tiene como finalidad la creación de la pareja. El matrimonio con frecuencia tejía lazos complejos entre los miembros de ambas parentelas; entre sus posesiones, su estatus, su descendencia. Asumía una sorprendente variedad de formas; estimulaba la subsistencia y reforzaba la capacidad del campesino para resistir a las exigencias del rey o del señor. _2)_ En el siglo XI apareció un nuevo tipo de casamiento cuya finalidad inmediata era la creación de un vínculo entre los dos coproductores del tributo, cada cual de acuerdo con su género (nota 77). Pero el tributo pierde su género inclusive antes de que se pague en efectivo (nota 73). La Iglesia eleva el consentimiento mutuo al rango de sacramento, y la pareja se convierte en una institución sagrada. El proceso de la civilización (Norbert Elias, _Über den Prozess der Zivilisation_, Francfort, 1939, 2a ed., 1969; traducción francesa en dos volúmenes: _La civilisation des mœurs_, 1974; _La dynamique de l’Occident_, 1975, Calmann-Lévy, París), impuso progresivamente la unión conyugal a las capas sociales inferiores, remplazando las conveniencias sociales, como criterios del comportamiento del género, con las que el catolicismo impone. El _estado conyugal en el seno del género_ permitió al hogar europeo funcionar como una empresa económica única en la historia: _a)_ el género dislocado hacía a los hombres y a las mujeres más capaces de adaptarse a las técnicas nuevas, y por lo tanto de producir bienes eminentemente vendibles; _b)_ sin embargo la familia permanecía relativamente independiente del consumo de los productos mercantiles, puesto que su existencia seguía basada en la subsistencia intragenérica; _c)_ el hogar solo, sin el sólido apoyo de la aldea y de la parentela, no tenía la fuerza suficiente para resistir la expropiación de sus excedentes; la civilización del género dislocado termina en el intervalo protoindustrial (nota 125), que transforma a la pareja en: _3)_ una asociación económica desprovista de género entre un trabajador salariado y una trabajadora fantasma; por lo tanto, yo llamo a este tercer periodo la civilización del sexo económico. _4)_ No me atrevería a acuñar una denominación para el surgimiento actual de los pseudogéneros castrados, quienes tienen sus partidarios teóricos y sus detractores prácticos. Sobre la transición del género vernáculo al género dislocado, véanse las obras citadas en la nota 77; sobre la historia de la familia, véase la nota 121. Sobre la historia legal de la pareja en la civilización del género dislocado, véase sobre todo Gaudemet, _op. cit_ en la nota 77. Velma Bourgeois Richmond, “Pacience in Adversitee: Chaucer’s Presentation of Marriage”, _Viator_, 10, 1979, pp. 323-354, da una lista de los textos relacionados con las dificultades que encuentra el crítico o el escritor modernos cuando trata de decir cuáles eran, en la baja Edad Media, las actitudes ante el sexo, el amor, la reciprocidad de los sentimientos. John K. Yost, “The Traditional Western Concept of Marriage and the Family: Rediscovering Its Renaissance-Reformation Roots”, _Andover Newton Quarterly_, 20, 1980, pp. 169-180, y Alberto Tenenti, “Famille bourgeoise et idéologie au bas Moyen Âge”, en G. Duby y J. Le Goff, eds., _Famille et parenté dans l’Occident médiéval_, Actes du Colloque de Paris 1974, École Française de Rome, edición núm. 30, 1977, pp. 431-440, tratan ambos del descubrimiento de que, en la Florencia de Dante († 1321) y de Boccacio († 1375), el matrimonio podía concebirse como una empresa vitalicia iniciada por la pareja, empresa que tanto al noble como al campesino le tocaba en suerte —en cuanto al letrado, éste tenía que buscar un estado más propicio—. En los tiempos de Leonbattista Alberti (1404-1472), el ciudadano de Florencia se veía obligado a vivir en familia para ser respetado. La unidad aparente de un matrimonio era tan importante como lo es hoy en día la unidad aparente de una sociedad comercial, y por las mismas razones, observa Mary Carruthers en “The Wife of Bath and the Painting of Lions”, _Publications of the Modern Language Association_, 94, 1979, p. 212. Una mina de datos sobre las actitudes respecto a la pareja durante la primera mitad del siglo XVI es el _Heptamerón_, antología de relatos de Margarita d’Angoulême, reina de Navarra. Edward Benson la analiza en “Marriage Ancestral and Conjugal in the _Heptameron_”, _Journal of Medieval and Renaissance Studies_, 9, 2, 1975, pp. 261-275. En el siglo XVI las transformaciones de la vida económica permiten ganar mucho más al comerciante o al artesano que pueda contar con la ayuda directa de su esposa; por vez primera en la historia, las capacidades y los talentos del cónyuge tienen importancia económica para la pareja. Igualmente, el señor puede exigir un tributo mayor a la pareja campesina que colabora para “producir”. En el _Heptaméron_ es patente que de allí nace la discordia entre los sexos, que no podían saber que la pareja estaba en vías de convertirse en una unidad económica de producción.]
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+[^f121:] _La historia de la familia_. He tomado mucho de esta nueva disciplina para formular la distinción entre el género y el sexo. Para mí resultó fundamental la obra de Philippe Ariès, _L’enfant et la vie familiale sous l’Ancien Régime_, Plon, París, 1960; edición revisada y completada, Seuil, 1973. Ya no es posible hablar de la historia de la familia sin referirse a las ideas de Ariès, sea para criticarlas acremente, sea para deleitarse con ellas, como yo. Respecto a la forma en que fueron recibidas, véase Adrian Wilson, “The Infancy of the History of Childhood: An Appraisal of Philippe Ariès”, _History and Theory_, 19, núm. 1, 1980, pp. 137-153. Yo mismo jamás habría escrito _La sociedad desescolarizada_ (véase vol. I) ni la presente obra, si no hubiera sido por los trabajos de Ariès. Hasta la fecha, la mayoría de los estudios sobre la historia de la familia ignoran el género. Existe una buena orientación respecto a esta nueva disciplina en Michael Anderson, _Approaches to the History of the Western Family, 1500-1914_, Macmillan & Co., Economic History Society, Bristol, 1980. Esta obra esta dividida en tres capítulos, cada uno dedicado a una de las grandes corrientes que se han desarrollado en esta disciplina: _1)_ el estudio demográfico cuantitativo (edad de los esposos y diferencias de edad entre ellos etc.; esquemas de la natalidad y esquemas de la contracepción); _2)_ la evolución de las actitudes relacionadas con la vida doméstica, la vida privada, los sentimientos, el control de la comunidad sobre la familia, así como las diferentes formas de maternidad; _3)_ enfoques nuevos de la historia económica de la familia hasta los tiempos modernos. Como introducción general al tema, al principiante le recomiendo el libro de J.-L. Flandrin, _Familles_, _op. cit_. en la nota 84, donde el autor muy hábilmente correlaciona la demografía, el estudio de las mentalidades y los comportamientos, y la tipología de las estructuras familiares. Una de las mejores iniciaciones es también un número especial de _Annales ESC_, núm. 27, “Famille et société”, París, 1972. Respecto a la relación entre la demografía y las actitudes diferentes, según los niveles sociales, véanse las diversas contribuciones reunidas por C. Tilly, ed., _Historical Studies of Changing Fertility_, Princeton University Press, Princeton, N. J., 1978. Hay dos notables estudios locales sobre la familia en el siglo XIX, tanto en Inglaterra, D. Levine, _Family Formation in an Age of Nascent Capitalism_, Academy Press, Chatsworth, 1977, como en los Estados Unidos, P. J. Greven, _Four Generations: Population, Land and Family in Colonial Andover, Massachusetts_, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1970. Sobre la diversidad de formas familiares que pueden coexistir en una misma región, véase P. J. Greven, _The Protestant Temperament: Patterns of Childbearing, Religions Experience and the Self in Early America_, Knopf, Nueva York, 1977. El proceso mediante el cual la fábrica protoindustrial y el “mantenimieto del orden” convergen para suprimir la forma genérica de la pareja conyugal y remplazarla con el modelo de la polarización sexual de las funciones, es descrita por Jacques Donzelot, _La Police des famillas_, Éditions de Minuit, París, 1977. Sobre las consecuencias del trabajo de las mujeres (asalariado y fantasma), véanse las notas 31 y 48. Una buena bibliografía sobre la historia cultural y social del matrimonio: Natalie Zemon Davis, “La storia delle donne in trasizione: il caso europeo”, _Donnawomanfemme_, 3, 1977, pp. 7-33. También se puede citar al respecto: James Wallace Milden, _The Family in Past Time: A Guide to the Literature_, Garland, Nueva York, 1977, y Gerard Soliday, ed., _History of the Family and Kinship: A Select International Bibliography_, Kraus, Nueva York, 1980.]
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+[^f122:] _Capitalismo_. Hablo de economías “precapitalistas” y “capitalistas” a falta de mejores términos, pero sobre todo en el segundo caso con cierta reticencia. En torno al empleo de estos términos, véase especialmente Edwin Deschepper, “L’histoire du mot ‘capital’ et dérivés” (tesis sostenida en la Université Libre de Bruxelles, 1964), así como Edgar Salin, “Kapitalbegriff und Kapitallehre von der Antike bis zu den Physiokraten”, _Vierteljahrschrift für Sozial-und Wirtschaftsgeschichte_, 23, 1930; consúltese también Jean Dubois, _Le vocabulaire politique et social en France de 1869 à 1872 à travers les oeuvres des écrivains, les revues et les journaux_, Larousse, París, 1963, así como el artículo mucho más sencillo de Bert Hoselitz, “Zur Begriffsgeschichte des Kapitalismus”, _Saeculum_, 18, 1967, pp. 146-163. La transformación social que recubre la oposición entre las sociedades precapitalistas y las sociedades capitalistas, de hecho coincide con la transición del régimen del género al régimen del sexo. Además, la distinción que en el seno del género establezco entre los modos de vida vernáculos y la era del género dislocado, me permite distinguir dos etapas sucesivas en la Europa precapitalista: la etapa de la subsistencia basada en la complementariedad del género vernáculo, en la que la producción mercantil juega un papel netamente secundario; y la etapa del género dislocado, en la que la mayor productividad, resultado del acoplamiento económico de los esposos, incrementa considerablemente la producción mercantil simple. Así, lo que se ha denominado la producción mercantil simple demuestra ser principalmente el excedente que puede derivarse del matrimonio en el seno del género (nota 77). En contraste, en la tercera etapa, la llamada capitalista, las mercancías son el producto de una sociedad que se apoya en un tipo de familia enteramente diferente; son el producto del trabajo económico, es decir, que ignora el género. Este trabajo se pudo imponer porque en la primera etapa de la industrialización la sujeción de la familia a las mercancías capitalistas la forzó a depender del empleo salariado; a finales del siglo XX, habrá de depender la mayor parte del trabajo fantasma (nota 30). El análisis del género me permite también añadir aún otra categoría, además de las dos que distingue Karl Polanyi en _Trade and Market in the Early Empire, op. cit_. en la nota 33, capítulo V, pp. 64-96, y en el ensayo “The Semantics of Money Use”, _Essays, op. cit_. en la nota 11, pp. 175-203. Polanyi establece una distinción entre el intercambio social (incluso el monetario) de los bienes y la venta de mercancías por los comerciantes. Respecto a la recepción de las categorías de Polanyi, véase Humphreys, _op. cit_. en la nota 5. Yo acepto esa distinción, sin relacionarla aquí con el género. Pero contrapongo la mercancía simple, “descubierta” por Aristóteles, a la mercancía capitalista, los bienes industriales o los servicios, pues la primera se origina en el género y la segunda no.]
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+[^f123:] _La revolución industrial_. Véase Fernand Braudel, _Civilisation matérielle, économie et capitalisme_, _XVe–XVIIIe siècles_, 3 volúmenes, Armand Colin, París, 1967-1979, y _Afterthoughts on Material Civilization and Capitalism_, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1977. R. M. Hartwell, ed., _Causes of the Industrial Revolution in England_, Londres, 1967, expone con brevedad las grandes teorías históricas sobre las causas de la industrialización, así como las objeciones a cada una de ellas. Este inventario confirma el desconocimiento de la transformación, antropológicamente decisiva, que significó la desaparición del género vernáculo.]
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+[^f124:] _La desaparición del género rural_. Véase David Sabean, “Intensivierung der Arbeit und Alltagserfahrung auf dem Lande-ein Beispiel aus Württemberg”, _Sozialwissenschaftliche Informationen_, 6, 1977, pp. 148-152. Para una comparación con el siglo XVIII, pero en Francia: Alain Lottin, “Vie et mort du couple: difficultés conjugales et divorces dans le nord de la France aux XVIIeXVIIIe et siècle”, _Le XVIIe Siècle_, núm. 102-103: “Le XVIIe siècle et la famille”, 1974, pp. 59-78.]
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+[^f125:] _El intermedio protoindustrial_. Los especialistas de historia social emplean el término “protoindustrial” para designar los esquemas muy particulares de las culturas populares durante la transición de la producción mercantil simple al modo de producción capitalista en la Europa del siglo XIX; véase P. Kriedte, H. Medick, J. Schlumbohm, _Industrialisierung vor der Industrialisierung_, Van den Hoeck und Ruprecht, Gotinga, 1978, y especialmente Medick, pp. 90-154.]
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+[^t01:] En español en el original.]
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+# El género vernáculo
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+~~NOTOC~~
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+++ b/data/pages/es/book/unemployment/es.txt
@@ -0,0 +1,255 @@
+# Desempleo Creador: la decadencia de la sociedad profesional
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+Cincuenta años atrás, nueve de cada 10 palabras que oía un hombre civilizado le eran dichas como a un individuo. Sólo una de 10 le llegaba como miembro indiferenciado de una multitud —en el salón de clases, en la iglesia, en mítines o espectáculos—. Las palabras eran entonces como cartas selladas, escritas a mano, bien diferentes de la chatarra que contamina hoy nuestro correo. Actualmente son escasas las palabras que intentan llamar la atención de una persona. Con regularidad de reloj asaltan nuestra sensibilidad imágenes, ideas, sentimientos y opiniones empaquetados y entregados a través de los medios de comunicación, como artículos estandarizados. Dos cosas se han hecho evidentes: _1)_ lo que ocurre con el idioma se ha vuelto paradigmático para una amplia gama de relaciones entre necesidad y satisfacción; _2)_ estos fenómenos son ya universales e igualan al maestro de Nueva York, al miembro de la comuna china, al escolar de Bantú y al sargento brasileño. En este apéndice a mi ensayo sobre la convivencialidad pretendo hacer tres cosas: _a)_ describir el carácter de una sociedad de mercado-de-bienes intensivo, en la que la multiplicidad, especialización y volumen de las mercancías destruye el ambiente propicio para la creación de valores de uso; _b)_ insistir en el papel oculto que juegan las profesiones en una sociedad de este tipo al moldear sus necesidades; _c)_ proponer algunas estrategias para romper el poder profesional que perpetúa esta dependencia del mercado.
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+## La intensidad inhabilitante del mercado
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+Actualmente se llama crisis al momento en el que médicos, diplomáticos, banqueros y toda clase de ingenieros sociales asumen los controles y se suspenden las libertades. Lo mismo que los pacientes, las naciones conocen las crisis. Esto se debe a que la crisis, de haber sido una posibilidad de enmendar rumbos, ahora sólo significa el ir y venir de un lado a otro. Remite, en la actualidad, a una amenaza ominosa pero controlable contra la cual puede unirse el dinero, la fuerza laboral y la administración. Un ejemplo típico de este tipo de respuesta podría ser el de una ciudad de 13 000 000 de habitantes, a 2 500 metros sobre el nivel del mar, en la que, ante las cifras alarmantes de escasez y las dificultades en el suministro de agua a la mayoría de sus habitantes que solamente tienen acceso a menos de cinco litros, se declara una crisis que habrá de dar más trabajo a los ingenieros en vez de racionar el consumo de 5% de la gente que utiliza la mitad del agua en sus tinas y albercas. La crisis entendida de esta manera resulta siempre conveniente para los ejecutivos y comisarios, especialmente para los buitres que viven de los efectos secundarios, no deseados, del crecimiento anterior: para los educadores que viven de la alienación de la sociedad, para los doctores que prosperan a base del trabajo y del ocio que han destruido la salud, para los políticos que triunfan gracias a la distribución de un bienestar que, en primera instancia, se les quitó a los mismos que reciben la asistencia.
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+El término crisis, sin embargo, no debe significar necesariamente esto. No debiera implicar una carrera desatinada en una escalada por la administración. Puede significar el instante de la elección, ese momento maravilloso en que la gente se hace consciente de su propia prisión autoimpuesta y de la posibilidad de una vida diferente. _Ésta_ es la crisis que enfrentan hoy simultáneamente Estados Unidos y el mundo.
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+### Una elección mundial
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+En unas cuantas décadas el mundo se ha uniformado. Las respuestas humanas a los sucesos de todos los días se han vuelto estándar. Aunque todavía los idiomas y los dioses parecen diferentes, la gente se une todos los días a la estupenda mayoría que marcha al compás del mismo tambor. El interruptor de la luz, junto a la puerta, ha reemplazado a las múltiples formas en que los fuegos, las velas y los faroles se encendían antiguamente. El número de quienes encienden interruptores de luz se ha triplicado en el mundo en 10 años; el flujo del agua y el papel se han convertido en condiciones esenciales para aliviar los intestinos. La luz que no proviene de las redes de alto voltaje y la higiene que excluye el papel tisú han funcionado como medidores de la pobreza de miles de personas. La intrusión, soporífera a veces, opaca otras, de los medios masivos de comunicación, penetra muy adentro en el barrio, el pueblo, la sociedad, la escuela. Los ruidos leídos por el locutor y los anunciantes de textos programados, pervierten diariamente las palabras de un lenguaje hablado al que convierten en bloques de construcción para mensajes en paquete. Para tener actualmente la posibilidad de que nuestros hijos jueguen en un ambiente en el que una de cada 10 palabras que oyen les sean dirigidas personalmente, deben estar aislados o apartados temporalmente, o bien, deben ser marginados opulentos a los que se protege cuidadosamente. En cualquier parte del mundo se puede notar un rápido enquistamiento de la aceptación disciplinada que caracteriza al auditorio, al cliente, al comprador. La estandarización de la acción humana se va extendiendo.
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+Se hace evidente ahora que el problema crítico que enfrenta la mayor parte de las naciones del mundo es exactamente el mismo: o la gente se convertirá en cifras de una multitud condicionada que avanza hacia una dependencia cada vez mayor —y necesitará, por lo tanto, de batallas salvajes para obtener un mínimo de las drogas que alimenten su hábito— o bien encontrará el valor, que es lo único que puede salvar el pánico: mantenerse sereno y buscar alrededor otro escape que no sea el obvio ya marcado como salida. Sin embargo, muchas de las personas a quienes se les dice que los bolivianos, los canadienses, los húngaros enfrentan todos la misma elección fundamental, no sólo se sienten molestos, sino que se ofenden profundamente. La idea les parece no solamente loca sino chocante. No logran detectar la similitud en esta nueva degradación amarga que va permeando el hambre del indio del Altiplano, la neurosis del trabajador de Amsterdam y la cínica corrupción del burócrata de Varsovia.
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+### Hacia una cultura de productos estandarizados
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+El desarrollo ha tenido los mismos efectos en todas las sociedades: se han visto atrapadas en una nueva trama de dependencia de mercancías que fluyen del mismo tipo de máquinas, fábricas, clínicas, estudios de televisión, _think tanks_. Para satisfacer esta dependencia se tiene que seguir produciendo siempre más de lo mismo: bienes y servicios estandarizados por ingenieros y destinados a los consumidores, quienes, a su vez, son estandarizados por los educadores y promotores para que crean necesitar lo que se les ofrece.
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+Ya sean tangibles o intangibles, son éstos los productos estandarizados del mundo industrial; asumen valor monetario como mercancías y se determinan tanto por la acción del Estado como por el mercado, aunque el nivel de participación de uno y otro varíe en los diferentes regímenes. Las distintas culturas llegan a ser así residuos insípidos de un estilo de acción tradicional, perdidas en un páramo mundial; un terreno árido, desbastado por la maquinaria necesaria para producir y consumir. En las riberas del Sena y en las del Níger, la gente olvidó cómo ordeñar, porque el líquido blanco les llega envasado. Gracias a una mayor protección al consumidor, en Francia la leche es menos tóxica que en Malí. Es verdad que ahora hay mayor cantidad de criaturas que beben leche de vaca, pero los senos de las mujeres, ricas y pobres, se secan por igual. El adicto nace con el primer grito del niño que tiene hambre, cuando su organismo aprehende la leche artificial, abandonando el seno materno que, de este modo, se atrofia. Todas aquellas acciones humanas, autónomas y creativas, necesarias para el florecimiento del universo del hombre, terminan atrofiándose. Los techos de barro o de paja, de caña o de teja, se han ido reemplazando por techos de concreto para unos pocos y de plástico ondulado para la mayor parte. Ni los obstáculos de la selva ni los matices ideológicos han librado a los pobres y a los socialistas de apresurarse en construir carreteras para los ricos, esas vías que los conducen al mundo donde los economistas han tomado el lugar de los sacerdotes. El cuño de las monedas se traga todos los tesoros locales y los ídolos. El dinero devalúa lo que no puede medir. La crisis, pues, es la misma para todos: la opción entre una mayor o una menor dependencia de bienes de consumo industrial. Una dependencia mayor significa la destrucción rápida y total de las culturas como programas de actividades de subsistencia que produzcan satisfacción; una dependencia menor significa el variado florecimiento de valores de uso en culturas de intensa actividad. La elección es esencialmente la misma para ricos y pobres, aunque imaginarlo siquiera sería extremadamente difícil para quienes ya están acostumbrados a vivir en un supermercado, diferente, pero sólo en nombre, de las instituciones para idiotas.
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+En las sociedades del industrialismo tardío, toda la vida se organiza en función de las mercancías. Nuestras sociedades de mercado intensivo miden su progreso material de acuerdo con el aumento en el volumen y en la variedad de las mercancías producidas; y, siguiendo esta misma línea, medimos el progreso social de acuerdo con la distribución del acceso a estos bienes y servicios. La economía política se ha convertido en la gran propagandista del servicio de la dominación de los que producen en gran escala. El socialismo se ha degradado al convertirse en una lucha contra la distribución no igualitaria y la economía del bienestar ha identificado el bien público con la distribución de la opulencia y, en su sentido más estricto, con la humillante opulencia del pobre: un día de degradación organizada en un hospital público, cárcel o laboratorio educativo en Estados Unidos, alimentaría a una familia de la India durante un mes.
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+Al despreciar todos los costos a los que la Economía clásica fijó precios, la sociedad industrial creó un ambiente dentro del cual la gente no puede vivir sin devorar cada día el equivalente de su propio peso en metales, carburantes y materiales de construcción. Creó un mundo en el que la constante necesidad de protegerse contra los resultados negativos del crecimiento ha cavado nuevos abismos de discriminación, de impotencia y de frustración. Nunca olvidaré la afirmación del yanqui frente a un chileno: “Seremos siempre nosotros los que, en un mundo envenenado, tendremos los filtros de aire de mayor potencia”. Hasta ahora, los movimientos ecológicos al servicio del poder sólo han servido para dar más consistencia a esta orientación, al concentrar la atención pública sobre la irresponsabilidad técnica de quienes irrigan zonas habitacionales con subproductos venenosos o mutágenos y, en el mejor de los casos, han desenmascarado los intereses privados que aumentan la dependencia del individuo de necesidades creadas. Pero aún ahora, después de que se han fijado precios y costos para reflejar el impacto sobre el medio ambiente (el desvalor debido a los perjuicios o el costo de la polarización), no hemos sido capaces de percibir con claridad que este proceso sustituyó, por artículos empacados y producidos en serie, todo lo que la gente hacía o creaba por sí misma.
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+Desde hace algunos años, cada semana muere una u otra forma de expresión. Las que permanecen se uniforman cada vez más. Sin embargo, aun quienes se preocupan por la pérdida de variedades genéticas por la multiplicación de isótopos radiactivos, no advierten el agotamiento irreversible de las habilidades artesanales, de los cuentos y de los sentidos de la forma. Esta situación gradual de valores útiles pero no mercantilizables por bienes industriales y por servicios, ha sido la meta compartida de facciones políticas y de regímenes que, de otro modo, se opondrían violentamente.
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+Por este camino, trozos cada vez más largos de nuestras vidas se transforman de tal manera que la vida pasa a depender casi exclusivamente del consumo de mercancías. Esto es lo que deberíamos llamar aumento de la intensidad de mercado en las culturas modernas. Desde luego, los diferentes regímenes asignan sus recursos de manera distinta: aquí decide la “sabiduría de la mano escondida” del mercado, allá, la del ideólogo y el planificador. Pero la oposición política entre estos propositores de métodos alternativos para la asignación de los recursos, disfraza solamente el mismo desprecio burdo que tienen todas las facciones y partidos por la libertad y la dignidad personal. La política sobre energéticos en los distintos países nos da un buen ejemplo para estudiar la profunda identidad que existe entre los diferentes promotores del sistema industrial, llámense socialistas o liberales. Si excluimos sitios como Nueva Camboya, sobre la que me falta información, no existe élite en el gobierno ni oposición organizada que conciba un futuro deseable fundado en un instrumental social cuyo consumo de energía per cápita fuera inferior en varios órdenes de magnitud a los niveles que prevalecen hoy en Europa. Todas las corrientes políticas insisten en un presunto imperativo técnico que hace inevitable que el modo de producción moderno sea intensivo también en el uso de la energía. Hasta ahora no existe ningún partido que reconozca que un modo de producción de esta especie castra inevitablemente la capacidad creadora de los individuos y grupos primarios. Todos los partidos insisten en mantener niveles de empleo altos en la fuerza de producción y parecen incapaces de reconocer que los empleos tienden a destruir el valor de uso del tiempo libre. Insisten en que las necesidades de los individuos se definan, en la forma más objetiva y total, por especialistas certificados públicamente para tal competencia, y parecen insensibles a la consecuente expropiación de la vida misma.
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+A fines de la Edad Media se usó la asombrosa simplicidad del modelo heliocéntrico como un argumento para desacreditar a la nueva Astronomía. Su elegancia se interpretó como ingenuidad. En nuestros días, no son escasas las teorías centradas en el valor de uso, capaces de analizar el costo social generado por la economía establecida. Estas teorías han sido propuestas por muchos _outsiders_ de la economía que ubican sus perspectivas en una nueva escala de valores: la belleza, la sencillez, la ecología, la vida en comunidad. Como una forma recurrente de soslayar estas teorías, la economía moderna y sus practicantes se han dedicado a falsear y magnificar los fracasos que, con frecuencia, han sufrido estos _outsiders_ al experimentar con nuevos estilos de vida personal, y rehúsan mirar siquiera estas teorías —del mismo modo que el inquisidor legendario rehusó mirar a través del telescopio de Galileo—, ya que sus análisis podrían conducir al desplazamiento del centro convencional del sistema económico vigente. Estos distintos instrumentos analíticos podrían conducirlos a poner los valores de uso no mercantilizables en el centro de una cultura deseable donde solamente se asigne un valor a aquellos bienes mercantiles que fomenten una extensión más amplia de esos mismos valores de uso. Pero lo que sigue contando no es lo que la gente hace o crea, sino el producto de las corporaciones públicas o privadas. Todos colaboran por igual en el esfuerzo por transformar nuestras futuras sociedades en un enorme juego de suma cero, en el que cada ganancia y cada gozo de una persona se transforman inevitablemente en pérdida para las otras.
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+En esta carrera quedaron destrozados innumerables conjuntos de infraestructuras con las que la gente enfrentaba la vida, en las que jugaba, comía, tejía lazos de amistad y hacía el amor. Unas cuantas de las llamadas “décadas de desarrollo” bastaron para desmantelar más de dos tercios de los moldes culturales del mundo. Antes de estas décadas, aquellos moldes permitían que la gente satisfaciera la mayor parte de sus necesidades de acuerdo con un modo de subsistencia. Después de ellas, el plástico reemplazo a la cerámica, las bebidas gaseosas reemplazaron a la limonada, el Valium tomó el lugar del té de camomila, y los discos, el de la guitarra. A lo largo de toda la historia, la mejor medida de los tiempos malos ha sido el porcentaje de alimentos que se debían comprar. En tiempos buenos, la mayor parte de las familias conseguían casi todos sus alimentos de lo que ellos cultivaban o adquirían en un marco de relaciones gratuitas.
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+Hasta fines del siglo XVIII, el alimento que se producía más allá del horizonte abarcable por la vista del consumidor, que miraba desde un campanario o minarete, era menos de 1% en todo el mundo. Las leyes encami-nadas a controlar el número de aves de corral y de puercos dentro de los muros de la ciudad sugieren que, a excepción de unas cuantas zonas urbanas más extensas, casi la mitad de los alimentos se cultivaban igualmente dentro de la villa. Antes de la segunda Guerra Mundial, los alimentos traídos desde afuera a una región determinada constituían menos de 4% del total que se consumía; además, estas importaciones estaban destinadas, en gran medida, a las 11 ciudades que tenían más de dos millones de habitantes. Actualmente, 40% de la gente sobrevive gracias a que tiene acceso a los mercados interregionales. Concebir hoy día un mundo en el que se redujera radicalmente el mercado mundial en capitales y bienes, representa un tabú por lo menos tan absoluto como concebir un mundo en el que gente autónoma utilizara herramientas convivenciales para liberarse de la necesidad de consumir y para crear valores de uso en abundancia. En este tabú se refleja la creencia de que las actividades útiles por medio de las cuales la gente se expresa y satisface sus necesidades pueden sustituirse indefinidamente por bienes y servicios.
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+### La pobreza modernizada
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+Pasado cierto umbral, la multiplicación de mercancías induce a la impotencia, a la incapacidad de cultivar alimentos, de cantar o de construir. El afán y el placer, condiciones humanas, llegan a convertirse en privilegio de algunos ricos caprichosos. En Acatzingo, en la época en que Kennedy lanzó la Alianza para el Progreso, como en la mayoría de los pueblitos mexicanos de su tamaño, existían cuatro bandas de músicos que tocaban a cambio de un trago y servían a una población de 800 personas. Actualmente, los discos y las radios conectadas a altoparlantes anegan todo talento local. Sólo ocasionalmente, en un acto de nostalgia, se reúne dinero para traer una banda de marginados de la universidad para cantar las viejas canciones en alguna fiesta especial. El día en que la legislación venezolana instituyó para cada ciudadano un derecho “habitacional” concebido como mercancía, tres cuartas partes de las familias hallaron que las casitas levantadas con sus propias manos quedaban rebajadas a nivel de cobertizos. Además, y esto era lo más importante, existía ya un prejuicio contra la autoconstrucción. No se podía iniciar legalmente la construcción de una casa sin antes presentar el plano diseñado por un arquitecto diplomado. Los desechos y sobrantes de la ciudad de Caracas, útiles hasta entonces como excelentes materiales de construcción, creaban ahora el problema de deshacerse de desperdicios sólidos. Al hombre que intentaba levantar su propia “morada” se le miraba como un desviado que rehusaba cooperar con los grupos de presión locales para la entrega de unidades habitacionales fabricadas en serie. Además, se promulgaron innumerables reglamentos que tildaron su ingenuidad de ilegal y hasta de delictiva. Este ejemplo ilustra el hecho de que son los pobres los primeros en padecer cuando una nueva mercancía castra uno de los tradicionales oficios de subsistencia. El desempleo útil de los cesantes se sacrifica a la expansión del mercado de trabajo. La construcción de la casa como actividad elegida por uno mismo se convierte en el privilegio de algunos ricos ociosos y extravagantes.
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+Una vez que se ha incrustado en una cultura la adicción a la opulencia paralizante, genera “pobreza modernizada”. Esta forma de desvalor, que se asocia necesariamente a la multiplicación de productos industriales, escapa a la atención de los economistas porque no puede aprehenderse con sus mediciones, y a la de los servicios sociales porque sus métodos no son operativos para estos casos. Los economistas no disponen de medios efectivos para incluir en sus cálculos lo que pierde la sociedad en relación con cierto goce que no tiene su equivalente en el mercado. Así, se podría actualmente definir a los economistas como los miembros de una cofradía que sólo acepta a aquellas personas que, en el ejercicio de su labor profesional, saben practicar una adiestrada ceguera hacia la consecuencia social más fundamental del crecimiento económico: más allá de cierto umbral, cada grado que se añade en cuanto a la opulencia en mercancías trae como consecuencia un descenso en la habilidad personal para hacer y crear.
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+Mientras la pobreza modernizada afectó solamente a los pobres, su existencia y su naturaleza permanecieron ocultas, aun en las conversaciones más corrientes. En la medida en que el desarrollo, o la modernización, llegó a los pobres que hasta entonces habían logrado sobrevivir, a pesar de su exclusión de muchos sectores de la economía de mercado, éstos se vieron implacablemente constreñidos a sobrevivir adquiriendo mercancías en un sistema de compras, lo que para ellos significa, siempre y necesariamente, obtener las escorias del mercado. A los indios de Oaxaca, que anteriormente no tenían acceso a las escuelas, los recluta ahora el sistema educativo para que “ganen” unos certificados que miden precisamente su inferioridad en relación con la población urbana. Además, y he aquí el sarcasmo, sin ese pedazo de papel no pueden siquiera ingresar en los oficios de la construcción. Este proceso —la modernización de renovados aspectos de la pobreza de los pobres— sigue ocultándose, culpando a las víctimas por su apreciación indiferente ante el acceso a los privilegios del progreso. Mientras tanto la alianza _non sancta_ entre los productores de mercancías y sus asistentes profesionales sigue cohesionándose sin cuestionamiento.
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+Un resultado de lo que decimos de fuerte significación social es que ahora la pobreza modernizada se convierte en la experiencia común de todos, a excepción de aquellos que son tan ricos que pueden retirarse a su Arcadia. A medida que las facetas de la vida, unas después de otras, se hacen dependientes de los abastecimientos estandarizados, muy pocos nos libramos de esa experiencia recurrente de pobreza modernizada. En Estados Unidos, el consumidor promedio escucha casi 100 avisos publicitarios diariamente, pero sólo una docena de ellos lo hacen reaccionar y, en la mayoría de los casos, en forma negativa. Aun los compradores bien provistos de dinero, junto con la mercancía novedosa, adquieren una nueva experiencia de desutilidad. Sienten que adquirieron algo de dudoso valor, tal vez inútil a corto plazo o aun dañino, algo que exige también de complementos todavía más costosos. A veces, las actividades de los organismos de protección al consumidor vuelven consciente este proceso porque, si bien empiezan por exigir controles de calidad, pueden conducir a una resistencia radical por parte del consumidor. Hay muchos que se hallan casi dispuestos a reconocer abiertamente la existencia de una nueva forma de riqueza: la riqueza _frustradora_ , producida por la expansión cada vez mayor de una cultura de mercado intensivo. Además, los opulentos llegan a presentir el reflejo de su propia condición en el espejo de los pobres. Sin embargo, esta intuición generalmente no se desarrolla más allá de una especie de romanticismo.
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+La ideología que identifica el progreso con la opulencia no se restringe, desde luego, a los países ricos. Esa misma ideología degrada las actividades no mercantilizables aun en zonas donde, hasta hace poco, casi todas las necesidades se satisfacían a través de un modo de vida de subsistencia. Los chinos, por ejemplo, inspirándose en su propia tradición, parecían estar dispuestos y ser capaces de redefinir el progreso técnico. Se veían listos para optar por la bicicleta en lugar del jet. Parecía que daban importancia a su propio poder de decisión local como una meta de un pueblo inventivo más que como un medio para la defensa nacional. Pero, en 1977, su propaganda glorifica la capacidad industrial china para dar, a bajo costo, mayor asistencia médica, educación, habitación y bienestar general. Provisionalmente, se asignan funciones meramente tácticas a las hierbas que se encuentran en las bolsas de los médicos descalzos o a los métodos de labor intensiva en la producción. En este caso, como en otros, la producción heterónoma de bienes —es decir, dirigida por otros—, estandarizada para distintas categorías de consumidores anónimos, fomenta las expectativas irreales y, en último término, frustradoras. Además, este proceso corrompe inevitablemente la confianza de la gente en esa siempre sorprendente competencia autónoma que encuentra dentro de sí misma y en su vecino. China representa simplemente el último ejemplo de la particular versión occidental de la modernización por medio de la dependencia de un mercado intensivo, que se apodera de una sociedad tradicional en la misma forma en que algunos cultos irracionales surgieron en comunidades aisladas como resultado de una invasión de esos extraños seres que se mataban en la segunda Guerra Mundial.
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+### La metamorfosis de las necesidades
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+Sin embargo, tanto en las sociedades tradicionales como en las modernas ha ocurrido un cambio importante en un periodo muy corto: se han modificado radicalmente los medios socialmente deseables para satisfacer las necesidades. El motor atrofió al músculo, la instrucción escolar mortificó la curiosidad, el médico se hizo necesario para todo hombre en pleno vigor. Como consecuencia de esto las necesidades y los deseos adquirieron un carácter que no tiene precedentes históricos. Por vez primera, las necesidades se volvieron casi exclusivamente colimitantes con las mercancías. La libertad para moverse se degradó en el esfuerzo hecho para producir, distribuir y consumir el derecho al transporte. La búsqueda insistente para crear un ámbito de libertad se eclipsó ante el derecho a consumir. Mientras la gente llegaba donde podía llegar por medio de sus propios pies, no requería para su movilidad sino de la libertad de movimiento; ahora que el hombre se percibe como un ente que debe transportarse, los hombres se distinguen unos de otros por la amplitud y calidad de sus derechos al uso de kilómetro-pasajero. El mundo no es ya ancho y ajeno sino una sucesión de lugares de estacionamientos. Para la mayoría de las personas, los deseos de adquirir siguen a las nuevas necesidades y no pueden imaginar siquiera que un hombre moderno pueda aspirar a liberarse de vivir en esta dependencia de ser transportado. Esta situación que se presenta hoy como una interdependencia rígida entre necesidades y mercado, se legitima por medio de un llamado al peritaje de una élite cuyo conocimiento, debido a su misma naturaleza, no puede compartirse. Los economistas de todo tipo informan al público que el número de empleos depende de los vatios en circulación. Los educadores convencen al público de que la productividad depende del nivel de instrucción. Los ginecólogos insisten en que la calidad de la vida infantil y materna depende de su intromisión en ella. Por lo tanto, no podremos cuestionar efectivamente la extensión casi universal de las culturas de mercado intensivo de mercancías mientras no se haya destruido la impunidad de las élites que legitiman el vínculo entre mercancía y necesidad. Este punto queda muy bien ilustrado en el relato que me hizo una mujer acerca del nacimiento de su tercer hijo. Ya para entonces se sentía con experiencia acerca del parto. Se encontraba en el hospital y sintió que el niño iba a nacer. Llamó a la enfermera quien, en vez de ayudarla, corrió en busca de una toalla esterilizada para empujar la cabeza del niño hacia atrás, de vuelta al útero. La enfermera ordenó a la madre que dejara de pujar porque “el doctor Levy aún no ha venido”.
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+Ha llegado el momento de tomar una decisión pública. Las sociedades modernas, sean ricas o pobres, pueden tomar dos direcciones opuestas. Pueden producir una nueva lista de bienes —más seguros, con menos desperdicios y más fáciles de compartir— y, por ende, intensificar aún más la dependencia de productos estandarizados. O pueden abordar el problema de relación entre necesidades y satisfacción en una forma completamente nueva. En otras palabras, las sociedades pueden mantener sus economías de un mercado intensivo cambiando solamente el diseño de lo producido, o pueden reducir su dependencia de la mercancía. Esta última solución encierra la aventura de imaginar y construir nuevas infraestructuras en las que individuos y grupos primarios puedan desarrollar un conjunto de herramientas convivenciales. Estarían organizadas de manera que permitieran a la gente formar y satisfacer, directa y personalmente, una creciente proporción de sus necesidades.
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+La primera opción mencionada representa una continua identificación del progreso técnico con la multiplicación de mercancías. Los administradores burocráticos del _ethos_ igualitario y los tecnócratas del bienestar, coincidirían en un llamado a la austeridad: reemplazar los bienes que —como los jets— no pueden obviamente compartirse, por un equipamiento llamado “social” —como los autobuses—; distribuir más equitativamente las decrecientes horas de empleo de que se dispone y limitar la tradicional semana laboral a 20 horas; diseñar el nuevo tiempo de vida de ocio para ocuparlo en reentrenamientos o servicios voluntarios, a la manera de Mao, Castro o Kennedy. Este nuevo estadio de sociedad industrial —si bien socialista, efectiva y racional— nos introduciría simplemente en un nuevo estado de la cultura que degrada la satisfacción de los deseos al convertirlos en un alivio repetitivo de necesidades imputadas por medio de artículos estandarizados. En el mejor de los casos, esta alternativa produciría bienes y servicios de tal forma que su distribución fuera más equitativa. La participación simbólica de la gente en las decisiones sobre lo que se debiera hacer podría transferirse, de la vociferación en el mercado al voto en la asamblea política. Se podría suavizar el impacto ambiental de la producción. Entre las mercancías, crecerían ciertamente mucho más rápidamente los servicios que la manufactura de bienes. Enormes sumas de dinero se invierten ya en la _industria oracular_ a fin de que los profetas de la administración puedan fabricar escenarios “alternativos” diseñados para apuntalar esta primera opción. Es interesante notar que estos oráculos convergen en un punto: en que sería insoportable el costo social necesario para producir desde arriba la austeridad indispensable en una sociedad ecológicamente factible, pero que aún continúa centrada en la industria.
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+La segunda opción haría caer el telón sobre la dominación absoluta del mercado y fomentaría un _ethos_ de austeridad en beneficio de una variedad de acciones _satisfactorias._ Si bien en la primera alternativa _austeridad_ quiere decir la aceptación de los ukases administrativos en beneficio de la creciente productividad institucional, en la segunda, _austeridad_ querría significar esa virtud social por la cual la gente reconoce y decide los límites máximos de poder articulado que pueda exigir cualquier persona, a fin de conseguir su propia satisfacción y siempre en servicio de los demás. La “austeridad convivencial” inspira a una sociedad a proteger los valores de uso personales frente al enriquecimiento inhabilitante. Si en un lugar las bicicletas pertenecen a la comuna y en otro a los ciclistas, la naturaleza convivencial de la bicicleta como herramienta no cambia en nada. Tales mercancías seguirían produciéndose en gran medida con métodos industriales, pero se verían y se evaluarían en forma distinta. Actualmente las mercancías se consideran solamente como bienes de consumo que alimentan las necesidades creadas por _sus_ inventores.
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+Dentro de esta segunda opción, las mercancías se valorizarían por ser materias bases o herramientas que permiten a la gente generar valores de uso para mantener la subsistencia de sus comunidades respectivas. Pero esta opción depende, por supuesto, de una revolución copérnica en nuestra percepción de los valores. Hoy los bienes de consumo y los servicios profesionales constituyen el centro de nuestro sistema económico y los especialistas relacionan nuestras necesidades exclusivamente con ese centro. La inversión social que contemplamos aquí colocaría en el centro de nuestro sistema económico a los valores de uso creados por la misma gente. Es cierto que la discriminación mundial contra los autodidactas ha viciado la confianza de muchas personas para determinar sus propias metas y necesidades. Pero esa misma discriminación ha dado origen a una minoría creciente que está enfurecida por este despojo insidioso.
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+## Los servicios profesionales inhabilitantes
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+Estas minorías ven ya la amenaza que encierra para ellas —y para toda vida cultural autóctona— los megainstrumentos que expropian sistemáticamente las condiciones ambientales. Ellas están prontas para poner fin a una Edad. Están resueltas a recuperar su autonomía para fijar sus propias metas, decididas a proteger el dominio sobre su propio cuerpo, su memoria y sus capacidades, determinadas a luchar contra la expropiación sistemática del ambiente vital perpetrada por el sistema industrial en expansión. Aunque es cierto que una mayoría se encuentra baldada por el transporte y son sólo unos cuantos los que están decididos a oponerse a una invasión ulterior de redes de carreteras; aunque una mayoría ve sus sueños y sus capacidades de soñar destruidos por el estrangulamiento de sus ritmos vitales y sólo son unos cuantos los que están dispuestos a pagar el precio necesario para rechazar tal situación; aunque una mayoría de mujeres ven su equilibrio hormonal destruido por la píldora anticonceptiva, y una mayoría de empleados, los espacios de silencio interior contaminados, y sean unos cuantos los que se organizan activamente, cada una de estas minorías representa una categoría de pobreza modernizada en la que potencialmente puede reconocerse la mayoría. El industrialismo tardío justificó la organización de la sociedad como un conglomerado de múltiples mayorías, todas estigmatizadas por las burocracias proveedoras de servicios; no obstante, en el interior de cada una de estas mayorías se desarrollan y crecen minorías activas, que se combinan entre sí en una nueva forma de disidencia.
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+Pero, para poder dar término a una Edad, ella debe llevar un nombre adecuado. Propongo que se dé el nombre de Edad de las Profesiones Inhabilitantes a estos años medios del siglo XX. Elijo esta designación porque ella compromete a quienes la utilizan. Revela las funciones antisociales ejercidas por los proveedores menos desafiados —por los educadores, los médicos, los asistentes sociales, los científicos y otras bellas personas—. Simultáneamente enjuicia la complacencia de los ciudadanos que se han sometido, como clientes, a esta servidumbre multifacética. Hablar del poder de las profesiones inhabilitantes avergüenza a las víctimas y las lleva a reconocer la conspiración del eterno estudiante, del caso ginecológico o del consumidor, con sus administradores respectivos. Al describir el decenio de los sesenta como el del apogeo de los solucionadores de problemas, se evidencia de inmediato no sólo el orgullo de nuestras élites académicas sino la golosa credulidad de sus víctimas.
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+Pero, este enfoque en los fabricantes de la imaginación social y en los valores culturales pretende más que exponer y denunciar: al designar los últimos 25 años como la Edad de las Profesiones Tiránicas, también se está proponiendo una estrategia. Se indica la necesidad de ir más allá de la redistribución experta de mercancías de desecho, irracionales y paralizantes, que son la marca del profesionalismo radical. Lo que propongo va obviamente mucho más allá de la crítica de la propia profesión, que ha ido tomando forma, en los últimos años, tanto en América del Norte y Europa como en ciertos países pobres, entre médicos, abogados o maestros, que se autodefinen frecuentemente como profesionales radicales.
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+Esta estrategia exige nada menos que el desenmascaramiento del _ethos_ profesional. La fe y la confianza en el experto profesional, sea éste científico, terapeuta o ejecutivo, constituye el talón de Aquiles del sistema industrial. Por lo tanto, solamente las iniciativas de los ciudadanos y las tecnologías radicales que desafíen directamente la dominación enervante de las profesiones inhabilitantes podrán abrir el camino hacia la conquista de la libertad mediante una competencia no jerárquica, basada en la comunidad. Invalidar el _ethos_ profesional tal como existe actualmente es condición necesaria para el surgimiento de una nueva relación entre necesidades, herramientas contemporáneas y satisfacción personal. El primer paso para obtener esta invalidación liberadora es que el ciudadano adopte una postura escéptica y condescendiente ante el experto profesional. La reconstrucción social empieza por la duda.
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+Cada vez que propongo el análisis del poder profesional como la clave para la reconstrucción de la sociedad, se me dice que es un error peligroso escoger este fenómeno como eje de la recuperación del sistema industrial. ¿Acaso las formas organizativas de los establecimientos educativos, médicos y de planificación son otra cosa que el reflejo de la distribución del poder y del privilegio de una élite capitalista? ¿No es irresponsable minar la confianza que el hombre de la calle ha depositado en su protector preparado científicamente, en su médico o en su economista, precisamente en los momentos en que los pobres necesitan protectores, necesitan del acceso al salón de clases, a las clínicas y a los expertos? ¿No debiera enjuiciarse el sistema industrial denunciando con más fuerza a los Rockefeller y a los Stalin? ¿Acaso no es malvado denunciar a la gente que adquirió con tanto esfuerzo el conocimiento necesario para reconocer y servir a nuestras necesidades de bienestar, particularmente si éstos provienen de la misma clase a la que protegen? De hecho, ¿no se debiera señalar y escoger a estas personas como los líderes más aptos para cumplir con las tareas sociales —ya en marcha— y para identificar las necesidades de la gente?
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+Las argumentaciones contenidas en estas preguntas sólo presentan una defensa frenética de los privilegios de aquellas élites que, incluso pudiendo perder en ingresos, en realidad lograrían mayor estatus y poder si se hiciera más equitativo el acceso a sus servicios en esta nueva forma de economía de mercado intensivo. Una segunda serie de objeciones que se suscitan ante la posibilidad de una sociedad moderna centrada en los valores de uso, es aún más seria: surge de la conciencia del papel central que ha adquirido la seguridad nacional. Esta objeción particulariza, como punto central del análisis, a los conglomerados de la defensa, que aparentemente se hallan en el centro de toda sociedad burocrática-industrial. El argumento expuesto postula que las fuerzas de seguridad son el motor que está detrás de la reglamentación contemporánea universal en lo que atañe a la disciplina que depende del mercado. Identifica como principales fabricantes de necesidades a las burocracias armadas que nacieron cuando, bajo Luis XIV, Richelieu estableció la primera policía profesional, o sea, agencias profesionales que están actualmente a cargo de los armamentos, de la inteligencia y la propaganda. Desde Hiroshima, estos “servicios” han sido, al parecer, los que determinan la investigación, la planificación de la producción y el empleo. Estos servicios descansan sobre bases civiles: como la escolaridad para la disciplina, el entrenamiento del consumidor para el goce de lo inútil, el acostumbrarse a las velocidades violentas, la ingeniería médica para la vida en un refugio que abarca la tierra y la dependencia estandarizada de los temas de actualidad que dispensan benévolos policías de la cultura. Esta línea de pensamiento ve en la seguridad del Estado al generador de los patrones de producción de la sociedad y piensa que la economía civil es, en gran medida, un resultado o un prerrequisito de lo militar.
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+Si fuera válida una argumentación construida alrededor de esta noción, ¿tendría una sociedad de este tipo la posibilidad de renunciar al poder atómico, aun sabiendo cuán venenoso, tiránico o contraproductivo puede resultar el exceso de energía ulterior? ¿Cómo esperar que un Estado conducido por su defensa tolerara la organización de grupos de ciudadanos descontentos que apartan a sus vecindades del consumo para proclamar la libertad de producir —en pequeña e intensiva escala— valores de uso, libertad dada en una atmósfera de austeridad gozosa y satisfactoria? ¿No tendría una sociedad militarizada que moverse en el acto contra los desertores de necesidades, calificarlos de traidores y, si fuera posible, exponerlos no sólo al desprecio sino al ridículo? ¿No tendría una sociedad conducida por la defensa que suprimir aquellos ejemplos que llevarían a una modernidad no violenta, en estos momentos en que la política pública exige una descentralización de la producción de mercancías (que recuerda a Mao) y un consumo más racional, equitativo y supervisado profesionalmente?
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+Esta argumentación otorga un crédito indebido a lo militar como fuente de la violencia en un Estado industrial. Debemos denunciar como una ilusión esta presunción de que los requerimientos militares son culpables de la agresividad y destructividad de la sociedad industrial avanzada. Es evidente que si el dominio militar se hubiera anexado de alguna forma el sistema industrial y le hubiera arrancado al control civil las diferentes esferas de iniciativa y de acción sociales, el estado actual de la política hecha por la armada habría alcanzado un nivel irreversible; por lo menos imposible para una reforma civil. Ésta es, de hecho, la argumentación que esgrimen los líderes militares más brillantes de Brasil, quienes ven en las fuerzas armadas a los únicos tutores legítimos de la búsqueda pacífica de la industrialización durante lo que queda de este siglo.
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+Pero esto simplemente no es así. El Estado industrial tardío no es un producto del ejército. Más bien el ejército es uno de los síntomas de su orientación firme y totalizadora. Es cierto que el presente modo de organización industrial puede tener sus antecedentes militares más remotos en tiempos napoleónicos. Es cierto que la educación obligatoria para los niños campesinos, en 1830, la atención universal de la salud para el proletariado industrial, en 1850, las crecientes redes de comunicación, lo mismo que la mayor parte de las formas de estandarización industrial, fueron estrategias introducidas en la sociedad, en primer lugar, como requerimientos militares, y sólo más tarde se entendieron como formas dignas de progreso pacífico, civil. Pero el hecho de que los _sistemas_ de salud, de educación y de bienestar necesitaran de una lógica militar para promulgarse como leyes, no significa que no tuvieran relación con el empuje industrial básico que, de hecho, nunca fue violento, pacífico o respetuoso de la gente.
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+Hoy día es más fácil tener esta visión. Primero, porque desde el Polaris, ya no es posible distinguir entre ejércitos de tiempos de paz o de guerra y, segundo, porque desde la guerra contra la pobreza la paz está en pie de guerra. Actualmente, las sociedades industriales están constante y totalmente movilizadas; están organizadas para constantes emergencias públicas; son bombardeadas con estrategias variadas en todos los sectores; los campos de batalla de la salud, la educación, el bienestar y la igualdad están sembrados de víctimas y cubiertos de ruinas; las libertades de los ciudadanos se suspenden continuamente para lanzar campañas en contra de males siempre redescubiertos; cada año se descubren nuevos habitantes fronterizos que deben protegerse o recuperarse de algunos nuevos malestares, de alguna ignorancia previamente desconocida. Las necesidades básicas formuladas e imputadas por todas las agencias profesionales son necesidades para la defensa contra males.
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+Los profesores y científicos sociales que hoy buscan culpar a los militares por la destructividad de las sociedades mercantilizadas intensamente, son gente que intenta detener, en forma bastante torpe, la erosión de su propia legitimidad. Alegan que los militares empujan al sistema industrial a este estado frustrador y destructivo, y distraen, por este medio, la atención sobre la naturaleza profundamente destructiva de una sociedad de mercado intensivo que lleva a sus ciudadanos a las guerras de hoy. A quienes buscan proteger la autonomía profesional contra la madurez ciudadana y a quienes desean mostrar al profesional como una víctima del Estado militarizado se les responderá con una simple alternativa: la dirección que los ciudadanos libres desean seguir a fin de superar la crisis mundial.
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+### Hacia el fin de una época
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+Para el sentido común, son cada vez más evidentes las ilusiones que llevaron a instituir a las profesiones como árbitros de las necesidades. A menudo, la gente ve lo que realmente son los procedimientos en el sector de servicios —por ejemplo, los de las compañías de seguros, o los rituales que ocultan a los ojos de la maraña proveedor-consumidor, la oposición que existe entre el ideal en aras del cual se rinde el servicio y la realidad engendrada por este servicio—. Las escuelas que prometen la misma ilustración para todos, generan una meritocracia degradante y una dependencia de por vida de una tutoría cada vez mayor. Los vehículos compelen a todos a ir cada vez más lejos y a correr más. Pero el público aún no tiene claras las posibilidades de elección. Los proyectos patrocinados por los líderes profesionales podrían desembocar en la aparición de los credos políticos compulsivos (con sus versiones que acompañan a un nuevo tipo de fascismo), o bien, los experimentos que emprendieran los ciudadanos podrían desechar nuestra _hybris_ como si fuese otra colección histórica de locuras, si bien neoprometeicas, esencialmente efímeras. Una opción informada requiere que examinemos el papel específico de las profesiones para determinar quién en esta Edad obtiene qué cosa y por qué.
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+A fin de ver con claridad el presente, imaginemos a los niños que pronto jugarán entre las ruinas de las escuelas secundarias, de los Hilton y de los hospitales. En estos castillos profesionales convertidos en catedrales, construidos para protegernos de la ignorancia, la incomodidad, el dolor y la muerte, los niños de mañana representarán de nuevo en sus juegos las desilusiones de nuestra Edad de las Profesiones, tal como nosotros reconstruimos las cruzadas de los caballeros contra el pecado y los turcos, en la Edad de la Fe, en antiguos castillos y catedrales. En sus juegos, los niños asociarán el graznido universal que contamina hoy nuestro lenguaje con los arcaísmos heredados de los grandes gángsters y de los vaqueros. Los imagino llamándose unos a otros “Señor Presidente de la Asamblea” o “Señor Secretario” más bien que “Jefe” o “Sheriff”.
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+Se recordará la Edad de las Profesiones como aquel tiempo en que la política entraba en descomposición cuando los ciudadanos, guiados por profesores, confiaban a tecnócratas el poder de legislar sobre sus necesidades, la autoridad de decidir quiénes necesitaban qué cosa y el monopolio de los medios que satisfacían estas necesidades. Se la recordará como la Edad de la Escolarización, cuando se entrenaba a la gente durante un tercio de sus vidas para que acumularan necesidades prescritas, y durante los dos tercios restantes pasaban a ser clientes de prestigiosos traficantes que dirigían sus hábitos. Se recordará la Edad de las Profesiones como aquella en que los viajes recreativos significaban la mirada fija y empaquetada hacia los extraños y que la intimidad exigía un previo entrenamiento con Masters y Johnson; cuando la opinión formada era un refrito del programa televisivo de la noche anterior, y votar era dar su aprobación a un vendedor sólo para tener más de lo mismo.
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+Los estudiantes del futuro se sentirán tan confundidos por las supuestas diferencias entre las instituciones profesionales capitalistas y las socialistas, como se sienten los estudiantes de hoy con las pretendidas diferencias entre las últimas sectas cristianas reformadas. Descubrirán también que los bibliotecarios profesionales, los cirujanos, los diseñadores de supermercados en los países pobres o en los países socialistas, a fines de cada decenio, terminan teniendo los mismos registros, utilizando los mismos instrumentos y construyendo los mismos espacios que sus colegas de los países ricos habían introducido en los comienzos de la década. Los arqueólogos no fijarán los periodos de nuestra Edad de acuerdo con los restos de cerámica encontrados en las excavaciones, sino con las modas profesionales reflejadas en las tendencias de las publicaciones de las Naciones Unidas.
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+Sería pretencioso predecir si esta Edad, en la que las necesidades se proyectan profesionalmente y de antemano, se recordará con una sonrisa o con una maldición. Desde luego yo espero que se recordará como la noche en que papá salió de juerga, malgastó la fortuna de la familia y obligó a sus hijos a empezar desde cero. Desgraciadamente, es mucho más probable que se recuerde como los tiempos en que toda una generación se lanzó a una búsqueda frenética de riqueza empobrecedora, permitiendo la alienación de todas las libertades, y que después de haber puesto la política a merced de las garras organizadas de los receptores de bienestar, dejó que se extinguiera en un totalitarismo experto.
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+### Las profesiones dominantes
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+Enfrentemos primero el hecho de que las asociaciones de especialistas que actualmente dominan la fabricación, la adjudicación y la satisfacción de necesidades forman un nuevo tipo de cartel. Es importante también saber reconocer las nuevas características esenciales del profesional en el industrialismo tardío. Si no se reconocen, ocurrirá que, inevitablemente, en el momento de la discusión, el nuevo biócrata se ocultará tras la máscara benévola del doctor de familia de antaño; el nuevo pedócrata y sus esfuerzos para “modificar comportamientos”, tomará la forma del inocente maestro de _kindergarden_ que hace unos experimentos interesantes y la lucha que se entable contra el nuevo seleccionador de personal, armado de todo un arsenal psicológico para la degradación, se llevará a cabo ineludiblemente con las antiguas tácticas desarrolladas para defenderse contra el capataz de la fábrica. Se debería bautizar a estos nuevos profesionales con algún término que todavía no tenemos. Las nuevas profesiones se encuentran atrincheradas mucho más profundamente que una burocracia bizantina. Son más internacionales que una Iglesia universal, más estables que un sindicato, dotadas de más capacidades que cualquier chamán y ejercen un dominio más fuerte que el de cualquier mafia sobre aquellos que reclaman controlar.
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+Sin embargo, debemos distinguir cuidadosamente entre los nuevos especialistas organizados y los chantajistas mafiosos. Por ejemplo, los educadores pueden actualmente decir a la sociedad qué es lo que deben aprender y pueden descalificar todo lo aprendido fuera de la escuela. De acuerdo con esta clase de monopolio, que les permite impedir que usted haga sus compras en cualquier otra parte o que usted fabrique su propio licor, parecería, a primera vista, que les cuadra la definición que hace el diccionario de la palabra gángster. Pero los gángsters arrinconan una necesidad básica controlando los abastecimientos en provecho propio. Actualmente los médicos y los asistentes sociales —como antes los sacerdotes y abogados— obtienen un poder legal para crear necesidades que, de acuerdo con la ley, solamente ellos pueden satisfacer. Convierten al Estado moderno en una corporación que abarca a otras empresas que, a su vez, facilitan el ejercicio de sus capacidades, garantizadas por las mismas empresas.
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+El control legalizado sobre el trabajo ha tomado muchas formas distintas: los soldados ocasionales rehusaban pelear mientras no habían adquirido licencia para saquear. Lisístrata organizó a las mujeres sometidas, para que, rechazando el sexo, obligaran a sus hombres a la paz. Los doctores de Cos se juramentaron para divulgar sólo a sus hijos los secretos del oficio. Fueron las corporaciones las que establecieron los currícula, los rezos, los exámenes, las peregrinaciones y las pruebas que tuvo que pasar Hans Sachs antes de que se le permitiera calzar a sus vecinos del burgo. En los países capitalistas los sindicatos procuran controlar quiénes han de trabajar, durante cuántas horas y cuál será el salario que percibirán. Todas estas asociaciones representan los esfuerzos que hacen los especialistas para determinar cómo y por quién debiera efectuarse un tipo de trabajo. Pero, ninguno de estos grupos constituyen una profesión en sentido estricto. Las profesiones tiránicas de hoy, de las cuales constituyen un buen ejemplo los médicos, el ejemplo literalmente más doloroso, van mucho más allá: ellos deciden qué es lo que se debe fabricar, por quién y cómo se debe administrar. Ellos proclaman un conocimiento especial, incomunicable, no solamente sobre lo que las cosas son y cómo deben hacerse sino sobre la razón de por qué se deben necesitar sus servicios. Los comerciantes venden los bienes que almacenan. Los hombres del gremio garantizan la calidad. Algunos artesanos confeccionan el artículo de acuerdo con las medidas y el antojo del cliente. Los profesionales le dicen a usted qué es lo que necesita. Reclaman para sí el poder de prescribir. No sólo aconsejan lo que es bueno, sino que decretan lo que es correcto. La característica del profesional no es ni el ingreso, ni una larga preparación, ni las tareas delicadas, ni la condición social. Sus ingresos pueden ser bajos o consumidos por los impuestos, su preparación puede demorar semanas en vez de años. Su estatus puede compararse al de la profesión más antigua de la historia. Más bien, es la autoridad que tiene el profesional para tomar la iniciativa de definir a una persona como cliente, para determinar las necesidades de esa persona y para entregarle una prescripción que lo defina en este nuevo rol social. A diferencia de las prostitutas de antaño, el profesional moderno no es quien vende lo que otros dan gratis, es más bien quien decide lo que debe venderse y no debe entregarse gratuitamente.
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+Existe otra diferencia entre el poder profesional y el de otras ocupaciones. Este poder proviene de fuentes distintas. Una corporación, un sindicato o una mafia obligan a respetar sus intereses y derechos por medio de las huelgas, del soborno o de la violencia abierta. Una profesión, al igual que un clero, ejerce el poder cedido por una élite cuyos intereses apoya. Tal como un clero ofrece el camino de la salvación siguiendo los pasos de un soberano ungido, una profesión interpreta, protege y suministra un interés especial y de este mundo, a los súbditos de una sociedad moderna. El poder profesional es una forma especial que toma el privilegio de prescribir lo que es correcto para los demás y que, por lo tanto, necesitan. Este poder es la fuente de estatus y de mando en la Edad Industrial tardía. Esta suerte de poder profesional sólo puede existir en las sociedades en las que la pertenencia a la élite misma se adquiere y legitima por medio del estatus profesional. Le viene al dedillo a la Edad en que, hasta el acceso al Parlamento, o sea, a la Cámara de los Comunes, se encuentra, de hecho, restringido a quienes han obtenido el título de maestría que tasa su patrimonio de conocimientos almacenados que se les administraron en la universidad. La autonomía y la licencia profesional para definir las necesidades de la sociedad es la forma lógica que adopta la oligarquía en una cultura política que sustituye las antiguas formas de acreditación por certificados de las universidades. El poder que tienen las profesiones sobre el trabajo que realizan sus miembros es diferente, por lo tanto, no sólo en cuanto a su extensión sino en cuanto a su origen.
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+### Las profesiones tiránicas
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+El médico ambulante se convirtió en doctor en medicina cuando dejó el comercio de los medicamentos a los farmacéuticos y se reservó para sí mismo la facultad de prescribir. En ese momento adquirió una nueva forma de autoridad, juntando tres roles en un solo personaje. La autoridad sapiente para aconsejar, instruir y dirigir; la autoridad moral que hace su aceptación no sólo útil sino obligatoria; y la autoridad carismática que permite al médico apelar a cierto interés supremo de sus clientes, que no sólo está por encima de su conciencia sino, a veces, hasta por encima de la razón de Estado. Desde luego que este tipo de doctor aún existe, pero dentro del sistema médico moderno es una figura del pasado. Actualmente es bastante más común un nuevo tipo de científico de la salud aplicada. Cada vez más se ocupa de casos y no de personas; se ocupa de las desviaciones que detecta en el caso, más que de la dolencia que aqueja al individuo; protege el interés de la sociedad más que el interés de la persona. Los tipos de autoridad que se acumularon en la imagen del doctor de antaño, durante los años de liberalismo, y que colaboraban con el facultativo individual en el tratamiento del paciente, los detenta actualmente la corporación profesional al servicio del Estado. Es esta institución la que se adjudica hoy una misión social.
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+En los últimos 25 años, la medicina se ha convertido, de una profesión liberal, en una profesión dominante al adquirir el poder de indicar lo que constituye una necesidad de salud para la _gente en general_. Los especialistas de la salud, en cuanto corporación, han adquirido la autoridad para determinar qué tipo de atención médica debe suministrarse a la sociedad en general. Ya no es un individuo profesional el que atribuye una “necesidad” a otro individuo como cliente, sino una agencia corporativa la que atribuye una necesidad a capas enteras de la población y es la que, en seguida, se adjudica el mandato de someter a prueba a la población entera a fin de identificar a aquellos que pertenecen al grupo de clientes potenciales. Lo que sucede en la esfera de la atención médica es totalmente coherente con lo que sucede en otros dominios. Cada día, una nueva secta se atribuye una nueva misión terapéutica y esta misión adquiere legitimidad pública. De la misma forma en que los educadores han conquistado el poder de diagnosticar y administrar terapias del comportamiento, los trabajadores sociales, los policías y los arquitectos, al igual que los médicos, gozan de amplia autoridad para crear instrumentos de diagnóstico que utilizan para cazar al cliente, instrumentos que el público ya no osa verificar. Docenas de fabricantes de otras necesidades tratan de imitarlos. Los banqueros internacionales se atribuyen el poder de diagnosticar las necesidades chilenas, bajo Allende o bajo Pinochet, y de definir las condiciones sin las cuales no administrarán las terapias. Los especialistas de la seguridad evalúan el riesgo que representan varias clases de ciudadanos y se atribuyen la competencia de invadir su ámbito privado. Ya no hay manera de parar la escalada de necesidades si no se exponen en forma política aquellas ilusiones que legitiman la tiranía profesional. Muchas profesiones se encuentran tan firmemente establecidas que no solamente ejercen tutoría sobre el ciudadano-vuelto-cliente sino que también conforman su mundo convertido-en-custodia. El lenguaje en que se percibe a sí mismo el ciudadano, su percepción de los derechos y libertades, y su conciencia de las necesidades, derivan de la hegemonía profesional. La diferencia que existe entre el artesano, el profesional liberal y el nuevo tecnócrata puede clarificarse si enfatizamos sus típicas reacciones ante la gente que despreciaba sus respectivos consejos. Si uno despreciaba el consejo del artesano, era un tonto. Si uno despreciaba el consejo liberal, era condenado por la sociedad. Si uno escapa, actualmente de la atención que el cirujano o el psiquiatra han decidido darle, el gobierno o la profesión misma pueden ser inculpadas.
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+De artesano-mercader o consejero culto, el profesional se ha transformado en un cruzado filántropo que sabe cómo se debe alimentar a los niños, qué alumnos deben continuar estudios más avanzados y qué medicamentos la gente no debe consumir. Del tutor que observaba mientras uno memorizaba la lección, el maestro de escuela se ha transformado en un educador cuya cruzada moralizadora le da título de entrometerse entre uno y cualquier cosa que desee aprender. Aun los empleados de la perrera de Chicago se han transformado en expertos de control canino. Como resultado de este cambio el costo por eliminar un perro se ha elevado en 20 años, de 7.50 a 320 dólares. Mientras tanto, 5.4% de todas las lesiones tratadas en el hospital Cook County —el más grande del mundo— son mordeduras del mejor amigo del hombre.
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+Los profesionales reclaman un monopolio sobre la definición de las desviaciones y sobre sus remedios. Por ejemplo, los abogados afirman que solamente ellos tienen competencia y derecho _legal_ para dar asistencia en un divorcio. Si uno descubre un método para divorcio “hágalo usted mismo”, se encontrará en un lío doble: si no es abogado queda expuesto a la acusación de practicar sin licencia; si es miembro de un despacho de abogados puede ser expulsado por falta de ética profesional. Los profesionales reclaman también un saber oculto sobre la naturaleza humana y sus debilidades, saber que sólo ellos pueden aplicar con utilidad. Los sepultureros, por ejemplo, no se convirtieron en miembros de una profesión por llamarse empresarios de pompas fúnebres, ni por obtener créditos escolares, ni por aumentar sus ingresos o por liberarse del olor que acompaña su negocio al ser elegido uno de ellos como presidente del Club de Leones. Los empresarios de pompas fúnebres forman una profesión, dominante e inhabilitante, desde el momento que tuvieron la fuerza para lograr que la policía detuviera un entierro si ellos no habían embalsamado y encajonado el cadáver. En cualquier campo donde se pueda inventar una necesidad humana, estas nuevas profesiones inhabilitantes se arrogan el estatus de expertos exclusivos del bien público.
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+### Las profesiones establecidas
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+La transformación de una profesión liberal en dominante equivale al establecimiento legal de una Iglesia de Estado. Los médicos transformados en biócratas, los maestros en gnoseócratas, los empresarios de pompas fúnebres en tanatócratas es algo que está mucho más cerca de las “clerecías” subsidiadas por el Estado que de las asociaciones comerciales. El profesional, como maestro de la línea de moda de la ortodoxia científica, actúa como teólogo. Como empresario moral, actúa en el papel del sacerdote: con su actuación crea la necesidad para su mediación. Como cruzado benefactor actúa en el papel de misionero a la caza de marginados. Como inquisidor pone fuera de la ley al no ortodoxo: impone sus soluciones al recalcitrante que rehúsa reconocerse como problema. Esta investidura multifacética, combinada con la labor de aliviar los inconvenientes específicos de la condición humana, hace que cada profesión sea análoga a un culto establecido. La aceptación pública de las profesiones tiránicas es esencialmente un hecho político. Toda afirmación nueva de legitimidad profesional significa que las tareas políticas de legislar, la revisión judicial de casos y el Poder Ejecutivo pierden algo de su independencia y de sus características propias. Los asuntos públicos pasan de las manos de legos escogidos por sus semejantes a las de una élite que se otorga por sus propios créditos.
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+Cuando la medicina sobrepasó recientemente sus limitaciones liberales, invadió el campo legislativo y estableció normas públicas. Los médicos siempre habían determinado en qué consistían las enfermedades; actualmente la medicina determina cuáles son las enfermedades que la sociedad no tolerará. La medicina invadió las cortes de justicia. Los médicos siempre habían diagnosticado quién era el enfermo; sin embargo, la medicina etiqueta actualmente a los que merecen tratamiento. Los médicos liberales prescribían un tratamiento: la medicina dominante posee poderes públicos de rectificación; ella decide qué habrá de hacerse con los enfermos y cómo disponer de ellos.
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+En una democracia, el poder de legislar, de aplicar las leyes y de hacer justicia debe derivar de los ciudadanos mismos. Este control ciudadano sobre los poderes clave ha sido restringido, debilitado y hasta abolido por la ascensión de profesiones “clericales”. Un gobierno que dicta sus leyes de acuerdo con las opiniones expertas de tales profesiones puede ser un gobierno _para_ la gente pero nunca _de_ la gente. Éste no es el momento de investigar cuáles fueron las intenciones para debilitar así el poder político. Basta con indicar la descalificación por parte de los profesionales de la opinión del vulgo como condición necesaria para tal subversión.
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+Las libertades civiles se fundan en la norma que excluye todo testimonio de oídas de las declaraciones en que se basan las decisiones públicas. La máquina legal sólo funciona a partir de lo que la gente puede ver e interpretar por sí misma. Las opiniones, las creencias, las deducciones o persuasiones no se toman en cuenta cuando entran en conflicto con testigos presenciales. Invirtiendo esta norma, las élites de expertos se han vuelto profesiones dominantes. En los aparatos legislativos y en las cortes de justicia se ha descartado, de hecho, el reglamento contra la evidencia que antes proporcionaban testigos orales y oculares y se ha reemplazado por las opiniones que profieren los miembros de estas élites que se autoacreditan.
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+Pero sería arriesgado confundir el uso público de conocimientos expertos con el juicio normativo entregado al ejercicio corporativo de una profesión. Cuando la corte de justicia citaba a un perito artesanal —por ejemplo un fabricante de armas— para que revelara al jurado los secretos de su oficio, en ese mismo lugar podía instruir al jurado sobre su arte. Determinaba, en una demostración práctica, de qué parte del cargador del revólver había provenido la bala. Hoy día, la mayoría de los expertos desempeñan un papel diferente. El profesional dominante aporta al jurado o a los legisladores la opinión de sus colegas, todos iniciados en la materia, en vez de aportar evidencia basada en hechos y en alguna destreza. Actúa como teólogo al servicio de la corte. Exige que se suspenda el reglamento de los testimonios de oídas, y socava inevitablemente el poder de la ley. De este modo el poder democrático se debilita cada vez más.
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+### La hegemonía de las necesidades imputadas
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+Si no fuera porque la gente está pronta a considerar como carencia lo que los expertos le imputan como necesidad, las profesiones no habrían podido llegar a hacerse dominantes e inhabilitantes. La dependencia entre unos y otros (como tutores y alumnos) se ha hecho resistente al análisis, debido a que se halla oscurecida por un lenguaje degenerado. Las buenas palabras de antaño se han transformado en hierros candentes que reclaman el control de los expertos sobre el hogar, la tienda, el comercio y el espacio y sobre todo lo que se da en medio de ellos. El lenguaje, el bien común más fundamental, se halla contaminando así por estas hilachas de jerga, retorcidas, pegajosas, cada una sujeta al control de una profesión. El empobrecimiento de las palabras, el agotamiento del lenguaje cotidiano y su degeneración en terminología burocrática equivale, de manera más íntimamente degradante, a la degradación ambiental tan a menudo discutida. No se pueden proponer cambios posibles en los planes, las actitudes y las leyes si no nos hacemos más sensibles al rechazo de estos nombres erróneos que sólo ocultan la dominación. Cuando yo aprendí a hablar, de _problemas_ se hablaba solamente en las matemáticas o en el ajedrez, de _soluciones_ sólo cuando eran salinas o legales y _necesitar_ se conjugaba, pero casi no se usaba como sustantivo. Las expresiones “Tengo un problema” o “Tengo una necesidad” sonaban tontas. Cuando llegué a mi adolescencia, y Hitler buscaba soluciones, también se extendió “el problema social”. Se descubrieron “niños problema” con matices siempre nuevos entre los pobres, a medida que los trabajadores sociales aprendían a catalogar a sus víctimas y a estandarizar sus “necesidades”. La necesidad, usada como sustantivo, llegó a ser el forraje que engordó a las profesiones hasta la tiranía. Así se modernizó la pobreza. Los nuevos términos transformaron una experiencia personal y comunitaria en asuntos de técnicas: los pobres se hicieron “necesitados”.
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+Durante la segunda mitad de mi vida, “ser necesitado” llegó a ser algo respetable. Las necesidades, calculables e imputables, promovían en la escala social. Tener necesidades dejó de ser un signo de pobreza. El ingreso económico abrió nuevos registros de necesidades. Spok, Comfort y los divulgadores de Nader entrenaron a los legos en la compra de soluciones a los problemas que habían aprendido a cocinar de acuerdo con recetas profesionales. La educación calificó a los graduados para trepar hacia alturas cada vez más enrarecidas y plantar y cultivar allí cepas siempre nuevas de necesidades híbridas.
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+Cada vez más un número creciente de medicamentos tuvieron que adquirirse bajo receta autorizada. Aumentó la prescripción y disminuyó la capacidad. Por ejemplo, en medicina, se prescribieron cada vez más medicamentos farmacológicamente activos y la gente perdió su voluntad y su habilidad para enfrentarse a una indisposición o a un malestar. Alrededor de 1 500 productos nuevos aparecen cada año en los estantes de los supermercados norteamericanos: después de un año sólo sobrevive 20%. El resto lo retiran después de un tiempo, habiendo servido a los vendedores como gancho, ya sea para experimentos o por haber sido modas efímeras o por haberse revelado como peligrosos para el consumidor, no económicos para el productor o por haber cedido ante la competencia. Cada vez más, los consumidores se ven forzados a buscar ayuda de los profesionales de la “defensa del consumidor”.
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+Además, el reemplazo constante de los productos hace que los deseos se vuelvan superficiales y plásticos. Aunque suene paradójico resulta que el consumo elevado va a la par de una nueva forma de indiferencia de parte del consumidor: mientras mayor sea el número, el volumen y la especificidad de las necesidades que se le atribuyen profesionalmente, más grande se vuelve la indiferencia para satisfacer sus propios deseos, que ya no sabe especificar. Cada vez más, las necesidades se crean por _slogans_ comerciales, las compras se hacen por órdenes del decano universitario o de las expertas en belleza o de los ginecólogos, del dietista y de docenas de otros diagnosticadores con poder para prescribir. Resulta lógico que los quiromantes y los astrólogos nunca hayan vivido tanta prosperidad como hoy. Una asignación de este tipo parece casi razonable en una cultura en la que la acción propia no es el resultado de una experiencia personal en busca de una satisfacción, y en la que el consumidor consecuentemente adaptado sustituye las necesidades sentidas por las aprendidas. A medida que la gente se hace experta en el arte de aprender a necesitar, llega a ser cada vez más escasa la capacidad para aprender a moldear los deseos de acuerdo con la experiencia. A medida que las necesidades se parten en pedacitos cada vez más pequeños, cada uno administrado por el especialista apropiado, el consumidor siente dificultad en integrar en un todo significante —que pudiera desearse con empeño y poseerse con agrado— las ofertas que por separado le hacen sus distintos tutores. Los administradores de la empresa, los consejeros del estilo de vida, los asesores académicos, los expertos en dietas de moda, los desarrolladores de la sensibilidad y otros por el estilo, perciben claramente las nuevas posibilidades de control y se movilizan para equiparar los bienes envasados con estas necesidades astilladas.
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+“Necesidad”, usado como sustantivo, es el sobretiraje individual de un modelo profesional; es la réplica en hule-espuma del molde con el que los profesionales marcan sus artículos; es el molde publicitado del panal de miel con el que se fabrican los consumidores. Ser ignorante o no estar convencido de las propias necesidades se ha vuelto el acto de disolución social imperdonable. El buen ciudadano es aquel que se adjudica necesidades engrapadas con tal convicción que ahoga cualquier deseo de buscar alternativas o de renunciar a estas necesidades.
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+Cuando yo nací, antes de que Stalin, Hitler o Roosevelt fueran conocidos, sólo los ricos, hipocondriacos y miembros de los sindicatos poderosos, hablaban de necesidad de atención médica cuando les subía la temperatura. Era una necesidad cuestionable, porque los doctores no podían hacer mucho más de lo que había hecho la abuela. En la medicina, la primera mutación de las necesidades llegó con las sulfas y los antibióticos. Cuando el control de las infecciones llegó a ser una rutina simple y efectiva, cada vez más medicamentos pasaron a la lista de las prescripciones. La asignación del papel de enfermo llegó a ser un monopolio del médico. La persona que se sentía _mal_ tenía que ir a una clínica para que la etiquetaran con el nombre de una _enfermedad_ y poder así ser declarada legítimamente miembro de la minoría de los llamados enfermos; o sea, personas excusadas del trabajo, con título para que se les ayudara, puestas bajo las órdenes del doctor y obligadas a que se les cure, a fin de llegar a ser nuevamente útiles. En otras palabras, cuando la técnica farmacológica — _test_ y medicamentos— se volvió tan barata y predecible que la gente podría prescindir del médico, el sacerdocio médico llamó en su auxilio al brazo secular.
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+La segunda mutación que experimentaron las necesidades médicas ocurrió cuando el enfermo dejó de ser minoría. Actualmente muy pocas personas se libran de estar bajo las órdenes médicas por algún tiempo. Tanto en Italia, como en Estados Unidos, en Francia o en Bélgica, uno de cada dos ciudadanos está siendo observado simultáneamente por más de tres profesionales de la salud, que lo tratan, lo aconsejan o simplemente lo observan. El objeto de esta atención especializada es, en la mayor parte de los casos, una condición de los dientes, del útero, de las emociones, de la presión sanguínea o de los niveles hormonales, que el paciente mismo no percibe. Los pacientes ya no son minoría. Quienes son minoría actualmente son los distintos tipos de desviados que escapan de un modo u otro a los diferentes roles de paciente. Esta minoría la constituyen los pobres, los campesinos, inmigrantes recientes y varios otros que, a veces por deseo propio, se han convertido en desertores del sistema médico. Hace solamente 20 años constituía un signo de salud normal, que presumía bueno, el poder pasársela sin un médico. La misma condición de no paciente se ve hoy como indicativo de desamparo o de disidencia. Incluso la condición de hipocondriaco ha cambiado. Para un profesional liberal, ésta era la etiqueta aplicable a alguien que entraba dando un portazo, o sea, una designación reservada al enfermo imaginario. Ahora, los médicos la utilizan para referirse a la minoría que se les escapa: hipocondriacos son los sanos imaginarios. Ser parte del sistema profesional, como cliente de por vida, no es ya un estigma que separa al incapacitado del ciudadano común. Vivimos hoy en una sociedad organizada para las mayorías desviadas y para sus guardianes. Ser cliente activo de muchos profesionales nos permite tener un lugar bien definido dentro del reino de los consumidores para quienes funciona esta sociedad. De este modo, la transformación de la medicina, de profesión liberal de consulta en profesión dominante e inhabilitante, ha aumentado inconmensurablemente el número de los necesitados.
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+En este momento crítico, las necesidades atribuidas experimentan su tercera mutación. Se están fundiendo en lo que los expertos llaman un problema multidisciplinario y que, por lo tanto, requiere de una solución multiprofesional. En primer lugar, la multiplicación de las mercancías, que trata cada una de ellas de convertirse en una exigencia para el hombre moderno, logró un entrenamiento eficaz del consumidor para que necesitara cuando se ordenara. Después, la fragmentación progresiva de las necesidades en partes cada vez más pequeñas y más desconectadas logró que el cliente dependiera del juicio profesional para poder combinar sus necesidades en un todo que tuviera sentido. Un buen ejemplo nos lo da la industria automotriz. A fines de los años sesenta, el equipo opcional que se necesitaba para hacer deseable un Ford corriente había aumentado enormemente. La mayor parte de este equipo se instalaba en la misma ciudad de Detroit, y el comprador que vivía en Plains o en cualquier otra ciudad solamente tenía la posibilidad de escoger entre el convertible que deseaba, pero con asientos verdes, y los asientos con piel de leopardo que quería, pero con techo duro. El consumidor, que ya antes había aprendido a depender de la mercancía, ahora tiene que aprender a resignarse a que otros escojan en su lugar.
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+Por último, el cliente se entrena para que necesite una ayuda-equipo al recibir lo que sus guardianes consideran un “tratamiento satisfactorio”. Los servicios personales que hacen sentirse mejor al consumidor ilustran este punto. La abundancia terapéutica ha agotado el tiempo de vida disponible de muchas personas a quienes los servicios profesionales diagnosticaron de “necesitar aún más”. La intensidad de la economía de servicios ha hecho cada vez más insuficiente el tiempo que se necesita para el consumo de tratamientos pedagógicos, médicos o sociales. La escasez de tiempo puede convertirse muy pronto en el mayor obstáculo para el consumo de servicios prescritos, a menudo financiados por organismos públicos. Síntomas de esta escasez se hacen evidentes desde los primeros años de cualquier persona. Ya en el _kindergarden_ , el niño está sujeto al control de un equipo constituido por especialistas, como el alergista, el patólogo del lenguaje, el pediatra, el psicólogo de niños, el trabajador social, el instructor de educación física y el maestro. Al formar un equipo pedocrático (de poder sobre el niño) de tal tipo, muchos profesionales intentan compartir el tiempo que se ha convertido en el factor más limitante para la atribución de nuevas necesidades. Para el adulto, no es en el colegio, sino en el lugar de trabajo donde se concentran los paquetes de servicios. El administrador del personal, el educador laboral, el entrenador de turno, el planificador de seguros, el animador de conciencias, encuentran más provechoso compartir el tiempo del obrero que competir por él. Un ciudadano sin necesidades sería sospechoso. Se le dice a la gente que necesita de su trabajo no tanto por el dinero que percibe como por las prestaciones que obtiene. Las cosas comunes se extinguieron y se reemplazaron por una nueva matriz hecha de conductos que suministran servicios profesionales. La vida se halla paralizada en un permanente cuidado intensivo. La profecía de Leonardo da Vinci se está cumpliendo: “Los hombres llegarán a tal grado de envilecimiento que estarán contentos de que otros se aprovechen de sus sufrimientos o de la pérdida de su verdadera riqueza: la salud”.[^n01]
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+## Para terminar con las necesidades
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+La mutilación del ciudadano a causa del dominio profesional se refuerza con el poder de la ilusión. La esperanza de la salvación por medio de la religión cede paso frente a la esperanza de los servicios profesionales de los que el Estado es el supremo administrador. Cada sacerdote especializado se arroga la capacidad de definir las dificultades de la masa en términos de problemas específicos y solucionables mediante cualquier servicio. Aceptar esta pretensión vuelve a legitimar en el profano, cuyo mundo gira en una cámara de resonancias de necesidades, la dócil aceptación de las necesidades que se le atribuyen. No se trata de mirar un horizonte urbano para ver reflejarse en él este dominio. En todas las alturas, los grandes edificios profesionales dominan a las muchedumbres que van de uno a otro en su ininterrumpida peregrinación a los nuevos santuarios de la salud, de la educación o del bienestar. Las casas “sanas” son, desde entonces, departamentos asépticos donde no se puede nacer, ni enfermarse ni morir decentemente. Los vecinos que nos ayudan, los médicos que vienen a domicilio son especies en vías de desaparición. A los sitios de trabajo apropiados para el aprendizaje se les ha sustituido por opacos laberintos de corredores que sólo se abren delante de funcionarios que llevan colgadas en el reverso de la bata su identidad enmicada. Un mundo concebido para el suministro de servicios es la Utopía de los ciudadanos convertidos en beneficiarios de prestaciones de bienestar.
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+La mayor adicción a la imputación, la fascinación paralizante que ejerce en los pobres, sería hermosamente irreversible si la gente respondiera realmente al análisis que se hace de sus necesidades. Pero ése no es el caso. Más allá de cierto nivel de intensidad, la medicina engendra la incapacidad y la enfermedad; el sistema de transportes rápidos transforma a los citadinos en pasajeros durante alrededor de una sexta parte de su existencia (con excepción del tiempo de sueño) y, durante otra sexta parte, en condenados que trabajan para pagar a Ford, a Esso y a la administración de las carreteras. El umbral a partir del cual la medicina, la educación o los transportes se vuelven herramientas contraproductivas lo han alcanzado los países donde el impuesto per cápita es comparable, en el mínimo, a Cuba. Contrariamente a las ilusiones propagadas por la línea ortodoxa, en los países del Este y del Occidente esta contraproductividad específica no tiene relación con el _género_ de escuela, de vehículo o de sistema de salud en uso. Llega, en efecto, cuando la intensidad heterónoma sobrepasa, en los procesos de producción, un umbral crítico.
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+Nuestras principales instituciones han adquirido la extraña capacidad de alcanzar objetivos inversos a aquellos que originalmente se concibieron y financiaron. Bajo la férula de nuestras más prestigiosas profesiones, nuestras herramientas institucionales tienen paradójicamente como principal producto la contraproductividad —la mutilación sistemática de los ciudadanos—. Una ciudad construida alrededor de vehículos se vuelve impropia para los peatones y ninguna multiplicación de los primeros logrará la inmovilidad fabricada de los segundos —de aquellos a quienes han convertido en enfermos—. La acción autónoma está paralizada por un sobrecrecimiento de los productos y de los tratamientos. Pero eso no representa simplemente una pérdida completa bajo las relaciones de satisfacción que, en ellas mismas, no encuentran cómo insertarse en la era industrial. La incapacidad de producir valores de uso vuelve ineficaces los productos precisamente destinados a reemplazarlos. Productos como el transporte automovilizado, la medicina, la enseñanza, la gestión, se transforman en ruido ambiental destructivo para el consumidor que sólo beneficia a los proveedores de servicios.
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+¿Pero entonces por qué no asistimos a rebeliones contra esta deriva de la sociedad industrial avanzada que termina por ser sólo un inmenso sistema mutilante de suministro de servicios? La principal explicación reside en el poder que tiene éste de engendrar ilusiones. Además, la acción, propiamente material sobre el cuerpo y los espíritus, de las instituciones profesionalizadas funciona igualmente como un poderoso ritual generador de fe en los resultados prometidos por la administración. Además de que le enseña a leer al niño, la escuela le enseña que es “mejor” estudiar con profesores y que, sin la escolaridad obligatoria, los pobres leerán menos libros. Además de que permite desplazarse, el autobús, tanto como el vehículo particular, remodela el entorno y hace pasar de moda el caminar. Además de que ayudan a defraudar al fisco, los consejeros jurídicos comprueban que las leyes resuelven problemas. Una parte, siempre creciente, de las funciones de nuestras principales instituciones es la de mantener y reforzar tres juegos de ilusiones que transforman al ciudadano en cliente que sólo puede alcanzar su salvación mediante los expertos.
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+### El equívoco entre congestión y parálisis
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+La primera ilusión avasalladora es la idea de que la gente nació para consumir y que sólo puede alcanzar cualquier objetivo comprando bienes y servicios. Esta ilusión procede de un enceguecimiento inculcado en relación con el “precio” de los valores de uso en una economía. En ninguno de los modelos económicos que las naciones han elegido seguir figuran variables que correspondan a los valores de uso no mercantil o que introduzcan la eterna contribución de la naturaleza. Sin embargo, ninguna economía sobreviviría si la producción de valores de uso se redujera hasta el punto en que, por ejemplo, mantener la casa o cumplir con el deber conyugal se convirtieran en prestaciones remuneradas. Lo que efectúa o fabrica la gente, y que no puede ni quiere vender, es también inconmensurable e inestimable para la economía como el oxígeno para la función respiratoria.
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+La ilusión de que los modelos económicos pueden ignorar los valores de uso se desprende de la convicción de que estas actividades que designamos mediante verbos intransitivos pueden reemplazarse indefinidamente por productos institucionalmente definidos y designados con sustantivos: la enseñanza reemplaza a “aprendo”; el cuidado de la salud reemplaza a “sano”; los transportes reemplazan a “me desplazo”.
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+La confusión entre los valores personales y los valores estandarizados se ha extendido a la mayoría de los dominios. Bajo el báculo profesional, los valores de uso se disuelven, caen en desuso y terminan por perder su naturaleza distinta. Cuidado institucional y amor terminan por coincidir en él. Diez años de explotación de una granja se lanzan a una “batidora” pedagógica y, al concluir, equivalen a un diploma universitario. Las cosas que se recogen al azar, y que se incuban en la libertad de la calle, se agregan en tanto “experiencias educativas” a las que se les atiborra a los alumnos. Los contadores del saber parecen ignorar que las dos actividades, al igual que el agua y la gasolina, se mezclan sólo en tanto están emulsionadas —aquí por la percepción de un educador—. Las indulgentes camarillas de buscadores de necesidades no podrían continuar imponiéndonoslas, como tampoco sacándonos dinero de nuestra bolsa para financiar sus exámenes, sus redes y otras imposturas, si no estuviéramos paralizados por esta especie de ávida creencia.
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+La utilidad de los bienes de consumo o de productos condicionados está intrínsecamente limitada por dos fronteras que no deben confundirse. En primer lugar, las filas de los que esperan detendrán tarde o temprano el funcionamiento de cualquier sistema que secrete necesidades más rápidamente que los productos destinados a satisfacerlas; en segundo lugar, la dependencia en relación con los productos determinará que, a consecuencia de esas necesidades, tarde o temprano la autonomía se paralizará en los dominios en cuestión. La utilidad de los productos está limitada por la _congestión_ y por la _parálisis_. Una y otra son resultantes de la escalada en cualquier sector de producción, tanto como cada una lo es a su manera. La congestión, que permite medir hasta dónde los productos pueden “acelerarse”, explica por qué el coche privado no es de ninguna utilidad para desplazarse a Manhattan; en compensación, no explica por qué la gente se rompe el lomo trabajando con el objeto de pagar las primas de seguros de coches en los que no puede desplazarse. Tomada aisladamente, tampoco explica por qué la gente se dejó esclavizar de tal forma por los vehículos que simplemente perdió el uso de sus extremidades inferiores.
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+Si la gente se hace cada vez más cautiva de una velocidad que la retrasa, de una instrucción que la embrutece y de una medicina que le desequilibra la salud, es porque más allá de cierto umbral de intensidad la dependencia de bienes industriales y de servicios profesionales destruye la potencialidad del hombre, y la destruye de una manera específica. Los productos sólo pueden reemplazar lo que la gente efectúa o fabrica por símisma hasta cierto punto. Los valores de cambio sólo pueden reemplazar los valores de uso de manera satisfactoria hasta cierto punto. Más allá de ese punto, cualquier producto suplementario sólo beneficia al productor profesional, mientras que desorienta y atonta al consumidor satisfaciéndolo con una necesidad que el primero le ha imputado. El placer que causa la satisfacción de una necesidad sólo toma su plena significación por referencia al recuerdo de una acción autónoma personal. Hay límites más allá de los cuales la multiplicación de los productos altera precisamente en el consumidor la facultad de afirmarse actuando.
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+Al recibir sólo lo “totalmente hecho”, lo que le prohíbe cualquier posibilidad de actuar por sí mismo, el consumidor se siente inevitablemente frustrado. El grado de bienestar de una sociedad no resulta, en ningún caso, de la adición de dos modos de producción, heterónomo o autónomo, sino de la asociación fructífera de la sinergia entre valores de uso y productos normalizados.
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+La producción heterónoma de una mercancía sólo realza y completa hasta cierto punto la producción autónoma del objetivo personal correspondiente. Más allá de cierto punto, la sinergia entre los dos modos de producción se vuelve paradójicamente contra el objetivo pretendido a la vez por el valor de uso y por la mercancía. Esto es un hecho que la vasta corriente ecológica generalmente olvida. Así, la crítica de las centrales nucleares se dirige hacia los peligros de las radiaciones o sobre las amenazas de un despotismo tecnocrático. Pero, fuera de eso, son raros aquellos que osan denunciar su contribución a la subordinación de la energía. Al desconocer que la superproducción energética paraliza la acción del hombre, se reclama _otra_ producción energética, pero no _menor_. De la misma forma, los límites inexorables del crecimiento que son inherentes a cualquier organización prestadora de servicios son todavía ampliamente desconocidos. Debería, en consecuencia, ser evidente que la institucionalización de los cuidados de la salud sólo puede fabricar gente con mala salud o que la formación permanente sólo puede engendrar una cultura para gente programada. La ecología sólo proporcionará puntos de referencia en la vía de una modernidad viable cuando tomemos conciencia de que el entorno formado por el hombre en función de productos aminora a tal punto su facultad de reacción personal que esos productos pierden su valor como medios de satisfacción. Si no se comprende esto, la puesta en marcha de una tecnología industrial más limpia, menos agresiva, podría alcanzar niveles todavía más intangibles de saciedad frustrante.
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+La supremacía del mercado conduce a la contraproductividad. La razón fundamental reside en el monopolio que los productos en serie ejercen sobre la formación de las necesidades. Ese monopolio sobrepasa de lejos lo que habitualmente designamos con ese término. De esa forma, un monopolio comercial impone en el mercado su marca de whisky o de automóvil. Un cartel monopolista puede restringir todavía más la libertad, apoderándose, por ejemplo, de los transportes comunitarios para promover los vehículos privados —como lo ha hecho la General Motors comprando y periclitando los tranvías de San Francisco—. Podemos escapar al primero bebiendo ron y, al segundo, rodando en bicicleta. Sin embargo, empleo el término de “monopolio radical” para designar otra realidad: la sustitución de las actividades útiles a las que se libra, o desearía librarse, la gente, por un producto industrial o de servicio profesional. Un monopolio radical paraliza la acción autónoma en beneficio de prestaciones profesionales. En la medida en que los vehículos desorganicen a la gente y sea necesario regular la circulación, la gente será cada vez más incapaz de volver a su casa a pie. Aunque los motores funcionaran con energía solar, los coches estarían hechos con el aire del tiempo que el monopolio radical ejercería todavía, ya que es inseparable de la circulación de velocidad excesiva. De la misma forma, entre más permanezca una persona bajo la autoridad de la enseñanza, tendrá menos tiempo disponible para reflexionar o descubrir cualquier cosa por sí misma. En todos los dominios existe un umbral más allá del cual la abundancia de bienes ofrecidos al consumo vuelve al medio de tal forma impropio para la acción personal que la sinergia posible entre los valores de uso y los productos se vuelve negativa. Paradójica, específica, la contraproductividad se instala. Emplearé este término cada vez que la impotencia que resulta de la sustitución de un valor de uso por su producto prive precisamente a ese producto de _su_ valor.
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+### El desconocimiento de las herramientas convivenciales
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+El hombre deja de ser definible como tal cuando ya no es capaz de modelar sus propias necesidades mediante el empleo más o menos competente de herramientas que le proporcionó su cultura. A lo largo de la historia, las herramientas han sido, antes que nada, instrumentos de trabajo empleados en una producción doméstica. Las palas y los martillos sólo servían marginalmente para otros fines, ya se tratara de levantar pirámides o de fabricar excedentes disponibles para el trueque, los regalos o, de manera más rara, para un intercambio por dinero. Las ocasiones de obtener un beneficio de ellas eran limitadas. El trabajo, por lo general, sólo estaba destinado para crear valores de uso no intercambiables. Sin embargo, el progreso tecnológico se empeñó en realizar un género muy diferente de herramienta: la herramienta destinada a producir lo “vendible”. Eso comenzó con la Revolución industrial: la intervención de la nueva tecnología reducía el trabajo al papel del chaplinesco robot de _Tiempos modernos_. Pero, en ese estado precoz, el modo industrial de producción todavía no paralizaba a la gente una vez que “dejaba la chamba”. Mientras que ahora, hombres y mujeres, al estar prácticamente sujetos al suministro de fragmentos estandarizados producidos por herramientas accionadas por sus anónimos colegas, no encuentran ya, en el mantenimiento de las herramientas, esa satisfacción directa que estimulaba la evolución de los hombres y de sus culturas. Sus necesidades y su consumo se han multiplicado notablemente, mientras que su satisfacción al manejar herramientas se aquieta —y dejan de llevar una existencia a la vista de la cual su organismo adquirió su forma—. En el mejor de los casos, apenas sobreviven, incluso en un medio tornasolado. Toda su vida no es más que un encantamiento de necesidades que sucesivamente son satisfechas con el fin de suscitar las siguientes necesidades —y la necesidad de satisfacerlas—. Ahí, el hombre-consumidor-pasivo termina por perder hasta la capacidad de hacer la diferencia entre vivir y sobrevivir. En lugar de aprovechar la vida, apuesta sobre la propia esperanza de vida, vibra con la esperanza de estar “bien asistido”. En un ambiente así se vuelve fácil olvidar que sólo se está satisfecho y feliz en la medida en que la conciencia personal de su propia necesidad y los “suministros” destinados a satisfacerlas permanecen en equilibrio.
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+La ilusión de que las herramientas al servicio de instituciones de vocación mercantil pueden impunemente destruir las condiciones de vida que reposan sobre medios convivenciales al alcance de cada uno, permite asfixiar cualquier “conciencia” conceptualizando el progreso tecnológico, que se vuelve entonces promotor de productos que autorizan cualquier escalada de la dominación profesional. Esta ilusión dicta que las herramientas, con el fin de ganar en eficacia en la persecución de propósitos específicos, se vuelven inevitablemente más complejas y misteriosas. Sólo hay que pensar en las carlingas y en las grúas. Parece que las herramientas modernas requieren necesariamente operaciones especiales, dotadas de una alta formación técnica y, por lo tanto, susceptibles de inspirar una confianza verdaderamente fundada.
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+De hecho, es precisamente lo contrario lo que por lo general es verdad. Entre mayor es la multiplicación de las técnicas, más se parcializan al especializarse, y menos su manejo requiere de una decisión compleja. La confianza del cliente, sobre la que la autonomía del miembro de una profesión liberal o incluso la del artesano se edificaba, ya no es necesaria. A medida que avanzaba la medicina, sólo una muy débil fracción del volumen total de los servicios médicos demostrados útiles exigía una formación avanzada —y una inteligencia notable—. Desde un punto de vista social, deberíamos reservar la designación de “progreso técnico” a los casos en que nuevas herramientas estiraran la capacidad y la eficacia de un mayor número de gente; en particular cuando nuevas herramientas permitieran una producción más autónoma de valores de uso.
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+No hay nada _inevitable_ en el monopolio profesional que extiende su dominio sobre la nueva tecnología. Las grandes invenciones del último siglo, como las nuevas aleaciones, los rodajes con baleros, algunos materiales de construcción, los circuitos impresos, algunos análisis y medicamentos, son susceptibles de acrecentar el poder de los dos modos de producción, heterónomo y autónomo. Sólo que la mayor parte de la tecnología no se ha incorporado al herramental convivencial sino a condicionamientos y complejos institucionales. Al ser eminentemente capaz de servir a sus amos, los profesionales han puesto la nueva tecnología al servicio de la producción industrial y con ello han adquirido un monopolio radical. La contraproductividad en la que desemboca la parálisis de la producción de valores de uso resulta de esta noción de progreso tecnológico.
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+No existe “imperativo tecnológico” que exija que el rodamiento con baleros se emplee en los vehículos motorizados o que la electrónica se utilice para controlar el funcionamiento cerebral. La institución de la circulación a gran velocidad o la de la protección de la salud mental _no resultan necesariamente_ de los rodamientos con baleros o de los circuitos impresos. Sus funciones están determinadas por las necesidades de servicio para las cuales se hicieron —necesidades que ante todo imputan y refuerzan los profesionales—. Éste es un hecho que, en las profesiones mismas, parece escapar a los jóvenes turcos radicales cuando, al justificar su fidelidad institucional, se presentan como los sacerdotes públicamente investidos del encargo de domesticar el progreso tecnológico. Es también la sujeción respecto a la idea del progreso la que hace que únicamente se considere a la ingeniería como contribución a la eficacia institucional. Sólo a las investigaciones científicas susceptibles de aplicaciones militares o que refuerzan más el dominio profesional se les asignan gruesos créditos. Las aleaciones gracias a las cuales pueden fabricarse bicicletas a la vez más robustas y ligeras proceden de los estudios emprendidos para hacer a los aviones de propulsión más rápidos y a las armas más mortíferas. Pero es principalmente el herramental industrial el que se beneficia con los resultados de la investigación. En esa forma, máquinas ya de por sí enormes se vuelven todavía más complejas, más incomprensibles para el profano. Este prejuicio, al colorear la visión que los científicos y los técnicos tienen de su tarea, viene a reforzar una tendencia ya predominante: rechaza las necesidades que implican una acción autónoma y multiplican las necesidades que implican la adquisición de bienes de consumo. Las herramientas convivenciales que facilitan el disfrute individual de los valores de uso —y que sólo requieren muy poca, o casi ninguna, vigilancia médica, policiaca o administrativa— sólo tienen cabida en dos extremos: en los trabajadores asiáticos despojados y en los estudiantes y profesores ricos, que son las dos especies de gente que va en bicicleta.
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+Desde hace poco, ciertos grupos de profesionales, de organismos gubernamentales y de organizaciones internacionales han comenzado a estudiar, desarrollar y preconizar una tecnología “ligera”. Se podría pensar que esos esfuerzos apuntan a escapar de la servidumbre de los imperativos tecnológicos. Pero, en el conjunto, esta nueva tecnología, concebida para la autointervensión en el dominio de la salud, de la enseñanza o de la construcción de viviendas, no es más que otra forma de poderosa sujeción en relación con el suministro de bienes. Así, se pide a los expertos concebir botiquines farmacéuticos familiares que permitan a la gente seguir las directrices que el médico le da por teléfono. Se enseña a las mujeres a descubrir por sí mismas un eventual cáncer de mama con el fin de darle trabajo al cirujano. Los cubanos tienen licencias remuneradas para levantar sus casas prefabricadas. A medida en que el prestigio y la seducción de los productos profesionales se vuelven menos onerosos, terminan por hacer que ricos y pobres se parezcan cada vez más estrechamente entre ellos. Bolivianos y suecos se sienten parecidamente atrasados, subprivilegiados y explotados en la medida en que se instruyen sin profesores diplomados, tienen buena salud sin supervisión médica y se desplazan sin prótesis motorizadas.
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+### La confusión entre libertades y derechos
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+La tercera ilusión mutilante consiste en confiar a los expertos el cuidado de fijar límites al crecimiento. Se estima que están listas para ser instruidas con lo que no necesitan las poblaciones socialmente condicionadas para experimentar necesidades “sobre pedido”. Los mismos agentes multinacionales que durante una generación han impuesto tanto a los ricos como a los pobres un nivel internacional de consumo de contabilidad, de desodorantes o de energía, patrocinan al Club de Roma. Dócilmente la UNESCO se pone de su parte y forma especialistas de la imputación de necesidades a nivel regional. Así, supuestamente para su bien, a los ricos se les programa para cubrir los gastos de un crecimiento de dominio profesional costoso en ellos y para asignar a los pobres necesidades menos onerosas y más restringidas. Entre los nuevos profesionales algunos son demasiado clarividentes para constatar que la disminución de los productos refuerza también el dirigismo de las necesidades. La planificación central de la descentralización óptima de la producción se volvió la tarea más prestigiosa de 1977. Pero lo que todavía no se reconoce es que alcanzar la salud de los límites decretados por profesionales termina por confundir libertades y derechos.
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+En cada una de las siete regiones del mundo definidas por la ONU se ha formado una nueva clerecía para predicar el estilo apropiado de austeridad puesta a punto por los nuevos creadores de necesidades. Los “concientizadores” se esparcen en las comunidades locales para incitar a la gente a que alcance los objetivos de producción descentralizada que se le fijaron. Ordeñar la cabra familiar constituía una libertad; la planificación ha hecho de ello un deber para contribuir al producto nacional bruto.
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+La sinergia entre producción autónoma y producción heterónoma se refleja en el equilibrio que mantiene la sociedad entre libertades y derechos. Las libertades protegen los valores de uso, como los derechos protegen el acceso a los productos. De igual manera que los productos pueden asfixiar la posibilidad de crear valores de uso y transformarse en riqueza empobrecedora, la definición profesional de derechos puede asfixiar las libertades y asentar una tiranía que sepulte a la gente bajo sus derechos.
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+Se revela muy claramente la confusión si se considera a los especialistas de la salud. La salud es precisamente el ejercicio de libertades y derechos. La salud designa la zona de autonomía en el seno de la cual una persona rige sus propios estados biológicos y las condiciones de su entorno inmediato. La salud es el grado de libertad vivido. Desde ese momento, los que se preocupan del bien público deberían emplearse en garantizar la distribución equitativa de la salud en tanto libertad, la cual, en su momento, depende de condiciones del entorno que únicamente se realizan por intervenciones políticas organizadas. Más allá de cierto nivel de intensidad, el cuidado de la salud profesional, tan equitativamente distribuido como se quiera, asfixiará la salud en tanto libertad. En este sentido fundamental, el cuidado de la salud es una cuestión de libertad bien protegida.
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+Es evidente que dicha noción de la salud implica una petición de principio de las libertades inalienables. Es necesario, a este respecto, distinguir claramente entre libertad cívica y derechos cívicos. La libertad de actuar sin que el gobierno ponga trabas tiene un alcance más vasto que los derechos cívicos que el Estado promulga para garantizar a la gente una igual facultad para obtener ciertos bienes y servicios.
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+Por regla general, las libertades cívicas no constriñen a los otros a actuar conforme a mis deseos. Tengo la libertad de hablar y de dar a conocer públicamente mi opinión, pero ningún periódico está obligado a imprimirla, como tampoco se exige a mis conciudadanos que lean mi publicación. Soy libre de pintar lo que creo bello, pero ningún museo está constreñido a comprar mi tela. Pero, al mismo tiempo, el Estado, en tanto garante de la libertad, puede promulgar —y lo hace— leyes que protegen la igualdad de los derechos sin la cual sus miembros no gozarían de sus libertades. Esos derechos dan significación y realidad a la igualdad, mientras las libertades dan posibilidad y forma a la libertad. Una manera cierta de asfixiar las libertades de hablar, de aprender, de sanar o de cuidar es delimitarlas metamorfoseando los derechos cívicos en deberes cívicos. La tercera ilusión consiste precisamente en creer que la reivindicación pública de los derechos desemboca ineluctablemente en la protección de las libertades. En efecto, entre más inviste la sociedad a los profesionales de la legitimidad de definir los derechos, más se rebajan las libertades del ciudadano.
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+### El derecho al desempleo creador
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+En nuestros días, cualquier nueva necesidad profesionalmente comprobada toma, tarde o temprano, la forma de un derecho. Una vez promulgado bajo la presión política, ese derecho engendra nuevos empleos y nuevos productos. En su momento, cada nuevo producto degrada una actividad de la que, hasta aquí, la gente tenía la iniciativa para su propio beneficio; cada nuevo empleo vuelve ilegítimo un trabajo que hasta ese momento efectuaba la gente sin “profesión” —o en lo que no era profesión—. El poder que tienen los profesionales de señalar lo que es bueno, justo, legítimamente fabricable, falsea en “cualquiera” la facultad de vivir “a su medida”.
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+Cuando todos los estudiantes en derecho actualmente inscritos en las facultades norteamericanas hayan obtenido su diploma, el número de juristas aumentará 50% en Estados Unidos. La obligación del cuidado legal completará la obligación del cuidado médico, y el “seguro judicial” se volverá del mismo género que el “seguro de enfermedad”. Cuando el derecho del ciudadano a las prestaciones de un abogado se haya instituido, será tan oscurantista y asocial desahogar una querella entre particulares como hoy en día dar a luz en su propia cama. Ya el derecho reconocido a los ciudadanos de Detroit de vivir en una vivienda cuya instalación eléctrica se debe a un profesional hace de aquel que “juega a instalar” la suya un delincuente. La pérdida sucesiva de las libertades de ser útil en otra parte que no sea en un “puesto de trabajo” o fuera de un control profesional es una experiencia de las más penosas, aunque innominada, que se ata a la pobreza modernizada. Actualmente el privilegio más significativo de un estatus social eminente podría bien ser la “facultad de no trabajar” siendo útil —negado cada vez más a la gran mayoría—. El derecho del ciudadano a ser cuidado y aprovisionado casi se ha convertido, a fuerza de reivindicarse, en el derecho de las profesiones y de las industrias a elegir su clientela, con, como consecuencia de sus prestaciones y suministros, el deterioro de las condiciones del medio ambiente que volvía útiles las actividades no retribuidas. De ahí la lucha por una distribución equitativa del tiempo y de la facultad de ser útil a sí mismo y a los otros cuando en su oficio o en su puesto ha sido eficazmente paralizado. Cualquier labor no remunerada se desprecia, si no es que se ignora. La actividad autónoma amenaza el nivel del empleo, engendra la desconfianza y falsea el PNB. Se estima, por otra parte, impropio designarla como un “trabajo”. La “labor” no es más el esfuerzo o la tarea, sino la misteriosa inversión que, uncida con el capital, vuelve una fábrica productiva —y remuneradora—. El trabajo no es más la creación de un valor que el trabajador percibe como tal, sino ante todo un “sitio”, es decir, cualquier cosa que nos sitúe socialmente. Carecer de trabajo es estar tristemente ocioso y no tener la libertad para hacer cosas útiles para sí o para el vecino. La mujer activa que cuida la casa, educa a sus hijos y eventualmente se ocupa de los de otras, se distingue de la mujer que “trabaja” por más inútil o perniciosa que pueda ser la producción en la que se emplea. La actividad, el esfuerzo, el cumplimiento, la utilidad fuera del círculo de las relaciones jerárquicas y no señaladas profesionalmente, representan una amenaza para una sociedad de productos mercantiles. Al escapar a la contabilidad nacional, la creación de valores de uso no limita sólo la necesidad de un aumento de productos, sino también de los puestos de trabajo que los elaboran y de los salarios necesarios para comprarlos.
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+Esforzarse en producir algo agradable, amar lo que uno hace, son nociones vacías de sentido en una sociedad donde sólo cuenta la pareja mano de obra/capital. La sensación de cumplimiento que procura la acción ya no tiene sentido más que cuando lo único que importa es el estatus social en el seno de las relaciones de producción, a saber: el lugar, la situación, el puesto o el nombramiento. En la Edad Media, cuando no había salvación fuera de la Iglesia, los teólogos tropezaban con la cuestión de saber lo que Dios haría de los paganos cuando habían llevado una vida “ejemplar”. De la misma manera, en la sociedad contemporánea, el esfuerzo sólo es productivo si se hace incitado por el patrón, y los economistas tropiezan con la cuestión de la utilidad evidente de las personas que escapan al control de una corporación, de un organismo, de un cuerpo de voluntarios o de un campo de trabajo. El trabajo sólo es productivo, respetable y digno del ciudadano cuando su proceso está planificado, dirigido y controlado por un agente profesional que garantiza que responde a una necesidad “nominalizada”. En una sociedad industrial avanzada, se vuelve imposible no querer ejercer un empleo para librarse a un trabajo autónomo y útil. Osar considerarlo es incluso ir demasiado lejos. La infraestructura de la sociedad está arreglada de tal manera que sólo el puesto da acceso a los medios de producción, y ese monopolio de la creación de bienes sobre la creación de valores de uso no deja de reforzarse cuando el Estado se apodera de ellos. No se puede instruir a un niño sin habilitación específica, restablecer una pierna rota en otra parte que en una clínica. Los trabajos domésticos, el artesanado, la agricultura de subsistencia, la tecnología radical, la enseñanza mutua, etc., se reducen al rango de actividades para los ociosos, los improductivos, los más despojados o los más ricos. Una sociedad que engendra una dependencia intensa en relación con las mercancías transforma así a sus sin-trabajo en pobres o en asistidos. En 1945, por cada norteamericano beneficiario de un retiro había 35 trabajadores empleados. En 1977, sólo había 3.2 trabajadores empleados para mantener a un retirado, él mismo dependiente de mucho más servicios de los que su abuelo retirado habría podido imaginar.
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+En lo sucesivo, la calidad de una sociedad y de su cultura dependerá del estatus de sus sin-trabajo: ¿serán los ciudadanos productivos más representativos o los asistidos? Una vez más la elección o la crisis parece clara: la sociedad industrial avanzada puede continuar bajo el impulso del sueño integrista de los años sesenta; puede degenerar en un sistema de racionamiento que parsimoniosamente imputa productos y empleos en constante disminución, y que forma siempre más ciudadanos para el consumo estandarizado y para el trabajo inútil. Tal es la línea seguida por la mayor parte de los gobiernos, de Alemania a China, pero, podríamos decir, cada uno según sus medios. En efecto, entre más rico es un país, más urgente parece el deber de racionar el acceso a las plazas y de trabar la actividad útil de los sin-trabajo que perjudicaría al “empleo”. Ciertamente lo inverso es igualmente posible: una sociedad moderna en la que los trabajadores frustrados se organizaran para proteger la libertad de la gente de ser útil sin participar en las actividades llamadas “productivas”, es decir, que suministran productos mercantiles. Pero, también aquí, esta orientación social sólo puede desembocar en una nueva competencia, racional y cínica, en el ciudadano medio confrontado con la imputación profesional de las necesidades.
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+## En guardia frente al nuevo profesional
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+Hoy, el nuevo profesional se siente claramente amenazado por la acumulación de pruebas de la contraproductividad de sus prestaciones. La gente comienza a ver que su hegemonía la priva del derecho a mirar en la cosa política. El poder simbólico de esos expertos que, al definir las necesidades, esterilizan las habilidades personales, se percibe ahora como más peligroso que su capacidad para dominar las técnicas, la cual se limita a responder a las necesidades que crean. Simultáneamente se escucha cada vez más reclamar la puesta en marcha de una legislación que podría hacernos salir de una edad dominada por el _ethos_ profesional. Muchas exigencias se plantean en este sentido: sustituir la habilitación por los profesionales o la administración de una investidura por ciudadanos elegidos, y no contentarse con hacer intervenir a algunos representantes de consumidores o usuarios en las instancias de decisión; flexibilizar la reglamentación de las prescripciones en las farmacias, así como la de la formación obligatoria o del reciclaje de adultos; proteger las libertades _productivas_ , incluso y sobre todo si son extraindustriales; derecho para el profano calificado de practicar sin habilitación formal; poner a disposición del ciudadano un “estado” de servicios públicos que le permita saber cuales practicantes trabajan por honorarios. Frente a estas amenazas, las principales instituciones profesionales recurren, cada una a su manera, a tres estrategias fundamentales para paliar la erosión de su legitimidad y de su poder.
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+### La recuperación por la autarquía
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+Esta primera actitud es la del Club de Roma. Fiat, Volkswagen y Ford pagan economistas, ecologistas y sociólogos para que determinen las producciones a las que deben renunciar las industrias con el fin de que el sistema industrial funcione mejor —y pueda así reforzarse—. De la misma forma, los médicos del Club de Cos preconizan renunciar a la cirugía, a la radioterapia y a la quimioterapia en el tratamiento de la mayoría de los cánceres, pues sus intervenciones no hacen más que acrecentar y prolongar muchos meses el sufrimiento de los enfermos sin aumentar por ello su esperanza de vida. Abogados y dentistas prometen vigilar como nunca la competencia, la corrección y las tarifas de sus colegas.
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+Una variante de esta actitud se observa en ciertos individuos o en sus organizaciones que cuestionan la Orden de los médicos y de otros creadores de necesidades. Éstos revindican la etiqueta de radicales porque: _1)_ aconsejan a los consumidores en contra de los intereses de la mayoría de sus pares; _2)_ instruyen a los profanos sobre la manera de conducirse en el consejo de administración de los hospitales, de las universidades o de la policía; _3)_ llegan a dar testimonio, frente a comisiones parlamentarias, de la inutilidad de “acciones” propuestas por profesionales y requeridas por el público. Así, en una provincia del oeste de Canadá, los médicos hicieron una relación de algunas 25 acciones médicas que la legislatura pretendía subvencionar mejor. Se trataba, en todos los casos, de actos costosos; los médicos subrayaron, además, que eran muy dolorosos, que muchos de ellos eran muy peligrosos y que su eficacia no estaba probada en ninguno. Estas recomendaciones médicamente “ilustradas” no se siguieron —fracaso que refuerza provisoriamente la creencia en la necesidad de la protección _profesional_ contra la _hybris_ profesional—.
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+Que la profesión forme su policía interior, nada es más útil cuando se trata de desenmascarar al incompetente caracterizado —al “carnicero”— o al charlatán puro y simple. Pero se ha probado ampliamente que la profesión sólo protege a los incapaces al reforzar la dependencia del público en relación con sus prestaciones. El médico “crítico”, el jurista “radical”, el promotor y animador del barrio roban clientes a los colegas menos enterados que ellos de lo que está “en el viento”. Las profesiones liberales comenzaron por convencer al público de la necesidad de sus servicios prometiendo velar por la sociedad, por la moralidad o por la formación sanitaria de las capas más pobres. Después, las profesiones dominadoras se arrogaron el “deber” de guiar al público —y de mutilarlo también más— organizándose en clubes que enarbolan los estandartes de las obligaciones ecológicas, económicas y sociales. Esta actitud pone freno a la expansión ulterior del sector profesional, pero refuerza la dependencia del público en el seno del sector mismo. Así, la idea de que los profesionales tienen el _derecho_ de servir al público es de origen muy reciente. Su lucha por establecer y legitimar su derecho corporativo se vuelve una de las amenazas más pesadas contra nuestra sociedad.
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+### La recuperación por la autoinvestidura
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+La segunda estrategia se dirige a organizar y coordinar las prestaciones de los profesionales con el fin de cubrir todos los aspectos de los problemas humanos. Con ese objeto, se toman prestadas ideas del análisis sistémico y de las investigaciones operacionales con vistas a suministrar soluciones a la vez más nacionales y más exhaustivas. Lo que eso significa en la práctica se puede ver en Canadá. Hace cuatro años, el Ministerio de la Salud lanzó una campaña para convencer al público de que el aumento de los gastos médicos no abatía de ninguna manera las tasas de enfermedad ni de mortalidad. Subrayó que los decesos prematuros se debían a tres causas mayores: los accidentes, principalmente los accidentes de carretera; las afecciones cardiacas y el cáncer de pulmón, contra los cuales los médicos son notoriamente impotentes; al suicidio o al asesinato, fenómenos que escapan a la esfera médica. El ministro preconizó la investigación de nuevos métodos para abordar las cuestiones de salud, junto con una reducción de los gastos médicos. El deber de proteger, fortificar o consolar a quienes su estilo de vida y el entorno destructores típicos del Canadá contemporáneo han alterado la salud lo recuperaron entonces muchos profesores, antiguos y nuevos. Los arquitectos descubrieron que tenían la misión de mejorar la salud de los canadienses; la necesaria vigilancia de los perros errantes —que son una fuente de accidentes— hizo que se agregaran nuevos especialistas a la perrera. La organización de los canadienses se sometió a los nuevos biócratas como nunca lo había hecho con los antiguos terapeutas. El eslogan: “Más vale gastar para estar bien que pagar al médico cuando se está enfermo” no era, en efecto —lo vemos bien hoy en día—, más que la divisa de camarillas buscando canalizar en su beneficio el dinero de los nuevos prosélitos.
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+La práctica de la medicina en Estados Unidos ilustra una dinámica similar. La creación de un sistema coordinado de cuidados de salud se ha tragado sumas enormes sin revelarse particularmente eficaz. En 1950, el trabajador norteamericano le consagraba anualmente el equivalente de dos semanas de salario. En 1976, la proporción había alcanzado de cinco a siete semanas de salario: cuando se compra un Ford nuevo, se paga más por la higiene de los obreros que por el metal que contiene el vehículo. A pesar de todos esos esfuerzos, de todos esos gastos, la esperanza de vida de la población masculina adulta no se ha elevado sensiblemente desde hace 100 años. Es más baja que en muchos países pobres y, desde hace 20 años, no ha dejado de descender lenta, pero regularmente.
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+Ahí, donde se ha asistido a un retroceso de las enfermedades, éste es imputable a la adopción de un estilo de vida más sano, en particular bajo el aspecto de la nutrición. En menor grado, las vacunas y las acciones simples, como la administración automática de antibióticos, la prescripción de anticonceptivos o la interrupción del embarazo por el método de la aspiración, han contribuido al retroceso de ciertas afecciones. Pero dichas acciones no postulan la necesidad de una intervención profesional. No es porque mantiene lazos más estrechos con una profesión médica que la gente tendrá mejor salud. Muchos médicos “radicales” preconizan precisamente una biocracia siempre más vasta. Se les escapa aparentemente que querer “resolver los problemas” de la gente de manera más racional equivale a actuar en su lugar, a expoliarla de la decisión —incluso si es para alcanzar una igualdad compensatoria—.
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+### La recuperación por la profesionalización del cliente
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+La tercera estrategia para asegurar la sobrevivencia de las profesiones dominadoras es el más reciente radicalismo en boga. Cuando los profetas de los años sesenta vaticinaban sobre el desarrollo en el umbral de la abundancia, estos creadores de mitos hacían peroratas sobre la autoasistencia de los clientes profesionalizados.
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+Desde 1965 sólo en Estados Unidos cerca de 2 700 obras aparecieron para enseñar a ser su propio paciente —con el objeto de visitar al médico sólo cuando eso valiera la pena para él—. Algunas de ellas preconizan la formación de la automedicación, coronada por un examen, después del cual sólo los felices laureados tendrían licencia para comprar aspirinas y administrarlas a sus hijos. Otros proponen que los pacientes profesionalizados se beneficien con tarifas preferenciales en los hospitales y de una disminución en sus cotizaciones de su seguro de enfermedades. Sólo podrán dar a luz en su casa las mujeres debidamente acreditadas —su “profesionalización” permitiría, si fuera el caso, perseguirlas por faltas o negligencia médica—. Una de esas proposiciones “radicales” consistía en poner una de esas habilitaciones no bajo auspicios médicos sino feministas.
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+El sueño profesional de arraigar profundamente cada jerarquía de necesidades reviste los colores de la autoasistencia. Por el momento, sus promotores son la nueva tribu de expertos en autoasistencia que ha venido a reemplazar a los especialistas del desarrollo de los años sesenta. Su objetivo es la profesionalización universal de los clientes. Los expertos norteamericanos de la construcción que, el otoño pasado, invadieron México, ilustran la nueva cruzada.
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+Hace alrededor de dos años, un profesor de arquitectura de Boston vino a pasar sus vacaciones a México. Un mexicano, amigo mío, lo llevó a ver la nueva ciudad que en 12 años se había desarrollado más allá del aeropuerto de México. Esta aglomeración, que inició con algunas chozas, se ha extendido progresivamente al grado de contar con tres veces más habitantes que Cambridge, Massachusetts. Mi amigo, él mismo arquitecto, quería mostrar al visitante miles de ejemplos de ingenio campesino: la organización, las estructuras, el reúso de materiales de desecho, nada de todo eso se encontraba en los manuales, todo era espontáneo. Su colega tomó cientos de fotografías. Nada más natural. Los amateurs, los no calificados, habían edificado, haciendo funcionar una aglomeración de “cuchitriles” de más de dos millones de habitantes. Las fotografías se analizaron debidamente en Cambridge; al final del año, especialistas norteamericanos recién salidos de los cursos de “arquitectura de comunidades” se empleaban en enseñar a la gente de Ciudad Nezahualcóyotl cuáles eran sus problemas, sus necesidades y las soluciones “adecuadas”.
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+## El ethos postprofesional
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+Lo inverso de la necesidad y de la pobreza profesionalmente comprobada es la subsistencia moderna. El término “economía de subsistencia” se aplica en etnología a la forma de sobrevivencia de un grupo, en sí mismo marginal, en relación con la dependencia hacia el mercado, en la que la gente fabrica lo que utiliza mediante herramientas tradicionales y en el seno de una organización social frecuentemente heredada tal cual. En el lenguaje corriente, sin embrago, la “economía de subsistencia” evoca una cultura que organiza la impotencia, engendra ilusiones y favorece a la élite. Shalins demostró que la única sociedad en la que el espacio, el tiempo y la autonomía se agota en su lucha por la sobrevivencia es la industrial. Propongo, sin embargo, no sin vacilación, recuperar el término para hablar de “subsistencia moderna”.
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+Llamamos “subsistencia moderna” al modo de vida en una economía posindustrial en el seno de la cual la gente logra reducir su dependencia en relación con el mercado, consiguiendo —por medios políticos— una infraestructura en la que técnicas y herramientas sirven, en primer lugar, para crear valores de uso no cuantificados y no cuantificables por los fabricantes profesionales de necesidades. De esas herramientas hablé en otra parte[^n02] proponiendo el término de “herramienta convivencial” para cualquier instrumento concebido con el fin de producir valores de uso. Mostré que el inverso de la pobreza modernizada progresiva es la austeridad convivencial que resulta de una gestión política que protege la igualdad del ejercicio de la libertad en el empleo de dichas herramientas.
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+Un reherramentación de la sociedad contemporánea mediante herramientas convivenciales y ya no industriales implica, sin embargo, un desplazamiento del interés en nuestra lucha por la justicia social; implica un nuevo género de subordinación de la justicia distributiva a la justicia participativa. En una sociedad industrial, los individuos están formados en una especialización forzada. Se han vuelto impotentes para modelar o para satisfacer sus propias necesidades. Dependen de mercancías “prescritas” para su intención. El derecho al diagnóstico de necesidades, a la participación de la terapia y —de manera general— a la distribución de bienes, predomina en la ética, la política y la legislación. La primacía dada al _derecho_ de tener necesidades imputadas reduce las _libertades_ de aprender, de sanar o de desplazarse por uno mismo al estado de frágiles lujos. Sin embargo, en una sociedad convivencial lo inverso sería verdad. La protección de la equidad en el ejercicio de las libertades individuales es la preocupación dominante de una sociedad fundada en la tecnología radical, donde la ciencia y la técnica sirven para crear de manera más eficaz valores de uso. Es evidente que una libertad tan equitativamente repartida no tendría ningún sentido si no está fundada en el derecho a un acceso igual a las materias primas, a las herramientas y a los procedimientos. La alimentación, el carburante, el aire puro o el espacio vital no pueden distribuirse de manera más eficaz que las herramientas o los puestos de trabajo si se racionan sin consideración de las necesidades imputadas, es decir, hasta un límite igual para todos, jóvenes o viejos, impedido o presidente. Una sociedad fundada en el empleo moderno y eficaz de las libertades productivas no puede existir si el ejercicio de esas libertades no se limita de manera igual para todos.
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+[^n01:] _"Les Carnets de Leonard de Vinci"_, trad. Louise Servicen, Gallimard, París, 1951.]
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+[^n02:] Ver "La convivencialidad"]
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@@ -0,0 +1,8 @@
+# Desempleo Creador: la decadencia de la sociedad profesional
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+* **#@LANG_textfull@#:** [[.:es|Online]]
+* **#@LANG_titleorig@#:** _Desempleo Creador: la decadencia de la sociedad profesional_
+* **#@LANG_publicationdate@#:** 1974
+* **#@LANG_comments@#:** Incluye dos capítulos adicionales, tomados de la edición francesa, que fueran incluídos en la versión de "Obras Reunidas - Tomo 1" (FCE, 2006)
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+~~NOTOC~~